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Curso de invierno a
cargo de Juan Scasso.
Hechos: “Que la cuestión que está sometida al fallo de esta Corte Sup. Se reduce a establecer
si el Congreso de la Nación tiene o no la Facultad de eximir del pago de impuestos creados por
las provincias, a los ferrocarriles cuya construcción él autorice. “
Resolución: “Si, pues, para los fines de gobierno, de política, de reglamentación del comercio
interprovincial o simplemente como medio de estímulo para promover la construcción de un
ferrocarril el Congreso considerarse conveniente acordar el privilegio de la exención del pago
de impuestos locales, esta disposición será perfectamente constitucional, porque ella no
importará sino el ejercicio de una facultad del Congreso, cuyas leyes priman sobre cualquier
disposición contraria que pudieran contener las constituciones o leyes de provincia. Resolver lo
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contrario sería reconocer en los gobiernos de provincia la facultad de anular entorpecer los
efectos de la legislación del Congreso, en cuanto ella se dirigiese a los objetos previstos en el
inc. 16. Art. 67”
“Las provincias, haciendo uso de la facultad de imponer, podrían llegar en sus contribuciones
a hacer imposible la realización de las concesiones y privilegios que el Congreso acordase,
destruyendo así uno de los más primordiales propósitos del pueblo argentino, al limitar en
aquellas el ciertas prerrogativas autónomas que pertenecer a los estados en las
confederaciones o federaciones puras, pero que en la unión argentina han sido dadas a la
Nación por prescripción expresa de la Constitución”
“Ese encargo está dado a la Nación porque nuestros constituyentes comprendieron que
tratándose de un país con tan vasta extensión territorial, los elementos aislados de cada
provincia, no podían bastar al desarrollo de sus propias riquezas y quisieron que fuera la
Nación la que, por medio de estímulos a la industria, a la inmigración, a la construcción de
ferrocarriles y canales, a la introducción de capitales extranjeros, étc, étc., fomentase el
desarrollo de la riqueza y del progreso de todas las provincias, sin perjuicio de las facultades
concurrentes que a ellas reconocer el art. 170 CN.”
Hechos: Los actores impugnaron la legalidad de un impuesto local que gravaba anualmente los
locales de stud para los caballos de carreras. Entre varios de sus argumentos, los accionantes
destacaron que tal impuesto contrariaba la ley orgánica de la municipalidad y la tachaban de
inconstitucional por considerar que afectaban la igualdad, ya que no se gravaba a los studs que
alojasen otro tipo de caballos.
“Que, por lo que hace al segundo fundamento, es de tenerse en cuenta, que la: igualdad
preconizadas por el artículo 16 de la Constitución , importa, en lo relativo a impuestos,
establecer, que en condiciones análogas deberán imponerse gravámenes idénticos a los
contribuyentes. “
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gravadas con una base uniforme, o sea de acuerdo con el número de caballos de carrera que
alojan, y por tanto no es posible desconocer que existe algún motivo razonable para hacer
distinción entre los establecimientos que se ocupan de cuidar caballos destinados al tráfico
común de la ciudad y aquellos que albergan y preparan caballos con el único objeto de
disputar carreras. Ese motivo existe aun cuando solo se tenga en cuenta la diferente
vinculación de unos y otros con el interés público, ya que los primeros realizan una función
esencial, para el bienestar de la población, lo que no ocurren con los últimos. Por lo demás, es
innegable que por el valor de los animales que alojan, por lo cuidados especiales que éstos
requieren y aún por el monto de la pensión los studs forman una categoría particular dentro de
las caballerizas y esa circunstancia constituye también causal bastante para autorizar la
distinta clasificación.”
Resolución: “Que la facultad constitucional de la nación relativa a estos impuestos, sea cual
fuere la amplitud que se le asigne, no tiene sin embargo, los caracteres de exclusividad con que
se le han acordado otros, tales como los referentes a la organización tributaria aduanera,
derechos de importación y de exportación, renta de Correos, etc., con relación a los cuales
existe la delegación expresa de poderes que no comprende al gravamen de los consumos
internos, debiendo deducirse, en consecuencia, que las provincias conservan al respecto
virtuales facultades impositivas v pueden ejercitarlas en concurrencia con las de la Nación,
dentro del alcance ; con las limitaciones determinadas por la ley fundamental.”
“Que las consideraciones del precedente considerando no solo se refieren a los alegatos de las
partes, sino que son de aplicación, en puntos esenciales, al sub judice. En efecto, la ley de
impuestos de que se trata ha establecido en lo pertinente al caso: Art. 5º. La tasa del impuesto
se percibirá sobre el monto total realizado durante los doce meses anteriores a la declaración
que establece el art. 7º en la siguiente forma… 4º Sobre el valor de venta de los productos
elaborados y en las proporciones establecidas en los incisos precedentes, las industrias que no
las realicen en la Provincia. (Folleto de fs. 62, pág. 29). La cláusula transcripta establece
claramente, según se advierte, un impuesto al valor de toda venta que se realice fuera de la
Provincia sobre productos elaborados en ella y así se ha entendido y aplicado en los casos
que determinan la acción de repetición de la presente demanda.
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He ahí, pues, la transgresión precedentemente aludida a principios y preceptos
constitucionales intergiversables la Provincia en los términos de la cláusula referida,
gravando operaciones realizadas fuera de su territorio actúa más allá de su potestad
jurisdiccional, invade otras jurisdicciones, afecta la circulación territorial de sus productos,
dicta reglas a su comercio interprovincial, y en fin, extiende su poder impositivo hasta
superponer un gravamen local sobre un impuesto nacional incorporado a la renta fiscal de la
Nación, ni está a los Estados puede serles permitido computar un impuesto como parte del
precio de un producto para incidir sobre el un nuevo gravamen, no solo por lo que esto
significa como régimen económico, sino también como negación en cada caso del ejercicio
legítimo de facultades concurrentes de referencia. El actor ha podido, pues, como lo ha hecho,
fundamentar su demanda en las disposiciones constitucionales que invoca (Constitución, arts.,
9,10, 11, 67 inciso 12 y art. 108), y la jurisprudencia de esta Corte ha, consagrado en
numerosos fallos que el impuesto establecido por una provincia sobre productos que son objeto
de venta o negocio tuera de la jurisdicción de la jurisdicción de la Constitución, agregando que
el mismo impuesto establecido para gravar la venta o negociación como acto de comercio
interno que solo afecta a la circulación económica, es perfectamente legítimo. (Fallos, tomo
134, págs. 259 y 267 y los allí citados, entre otros).”
“Rizzoti Raúl c/Provincia de San Juan” (30/03/1928). Límite a los impuestos con fines
extrafiscales.
La ley, según se desprendía de los dichos de la demandada, buscaba restarle poder al gremio de
los médicos local, que en su mayoría ejercían la actividad privada y se negaban a atender
gratuitamente.
Resolución: “Que las conclusiones de la extensa prueba producida acreditan que, en general,
la cuantía de la patente afecta de tal manera los emolumentos anuales de los médicos en
aquella provincia, que en realidad, constituye, como se sostiene, una traba insalvable al
ejercicio de sus actividades profesionales, las que, en definitiva, sufren el mismo o mayor
quebranto por el sistema de servicios gratuitos que al eximirlos del pago del impuesto, les exige
en cambio una consagración acaso del todo incompatible con el desempeño normal y
remunerado de la función profesional que tienen derecho de ejercer sin restricciones
persecutorias.
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Si no bastaran para demostrar estos asertos las declaraciones prestadas sobre ese punto en la
prueba de autos, estarían suficientemente acreditados por el solo hecho de que, agotadas las
condiciones conducentes a obtener la derogación o modificación del impuesto aludido, los
afectados por dicho gravamen se vieron en el caso de abstenerse de ejercer su profesión,
clausurando sus consultorios y emigrando muchos de ellos del territorio de la provincia, en
procura sin duda de las garantías y derecho que allí se les negaban con obstinado designio.
Que una ley así restrictiva del ejercicio regular de una profesión no solo lícita, sino estimulada
en todas partes por las mayores franquicias, en mérito de su estrecha vinculación con los más
altos intereses sociales, y que en el caso gravita con inflexible imposición lo mismo sobre el
cincuenta que sobre el cien por ciento de la retribución que percibe el contribuyente; una
sanción tributaria que persigue y hostiliza a una institución profesional hasta anular su
funcionamiento desalojando en masa la absoluta mayoría de sus factores esenciales, es a todas
luces atentatoria de los derechos y garantías que la Constitución consagra en su estructura
general y especialmente en sus arts. 14, 16 y 17, en cuanto establecen el derecho de trabajar y
ejercer toda industria lícita, la igualdad como base de impuesto y de las cargas públicas y la
inviolabilidad de la propiedad, principios, garantías y derechos que de acuerdo con el art. 28
no pueden ser alterados por leyes que reglamenten su ejercicio. “
Hechos: “Que en los que concierne al fondo del asunto, éste consiste en determinar si los
tributos objetos de repetición, abonados por el contribuyente con motivo de la importación de
discos clásicos, étc., para uso propio, afectan los arts. 4, 17 y 67 inc. 16 de la Constitución
Nacional, por exceder las alícuotas aplicables, en su conjunto el 33% del valor de los mismos.”
Resolución: “Que la jurisprudencia de esta Corte, en cuanto tiene declarado que determinados
impuestos, en la medida que exceden el 33% de su base imponible afectan la garantía de la
propiedad, por confiscatorios, no es aplicable cuando, como sucede en la especie, se trata de
tributos que gravan la importación de mercaderías, bien se advierta que si no es
constitucionalmente dudoso que el Estado, por razones que hacen a la promoción de los
intereses económicos de la comunidad y su bienestar, se encuentra facultado para prohibir la
introducción al país de productos extranjeros (arts. 67 inc. 12, 16 y 28 de la Constitución
Nacional) con igual razón debe considerárselo habilitado para llegar a un resultado
semejante mediante el empleo de su poder tributario, instituyendo con finales acaso
disuasivas, gravámenes representativos de uno o más veces el valor de la mercadería objeto
de importación.”
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“Que ello es así habida cuenta que este último poder –el fiscal-, según tiene reconocido esta
Corte (Fallos 243:98) “tiende ante todo, a proveer de recursos al tesoro público, pero
constituye además, un valioso instrumento de regulación económica… que a veces linda con el
poder de policía y sirva a la política económica del Estado, en la medida que corresponde a las
exigencias del bien general, cuya satisfacción ha sido prevista en la ley fundamental como uno
de los objetos del poder impositivo”, agregando aquel pronunciamiento que ello es así,
además, porque “en este aspecto las manifestaciones actuales de ese poder convergen hacia la
finalidad primaria, y ciertamente extrafiscal, de impulsar un desarrollo pleno y justo de las
fuerzas económicas”
Resolución: La Corte analizó varios aspectos del caso. En primer lugar, hizo hincapié en la
autonomía que alcanzó el derecho tributario con respecto al derecho civil
“Que no puede dejarse de reconocer que el derecho tributario cuenta en la actualidad con
conceptos, principios, institutos y métodos que se distinguen de los del derecho privado, todo lo
cual ha hecho perder a éste la preeminencia que otrora tenía sobre aquél. Hoy es una realidad
universal – manifestada a través de la doctrina, la legislación y la jurisprudencia- la evolución
que se ha operado en ese sentido. Ello no quiere decir, sin embargo, que el derecho tributario,
como disciplina jurídica cuyo objeto concierne a las instituciones que integran del Estado
permanezcan al margen de la unidad general del derecho, ni que, no obstante formar parte del
derecho público, no admita compatibilidad con principios comunes del derecho privado, en
especial del derecho civil, generalmente con vigencia en todo el sistema jurídico (Fallos: 190:
142; 205:200)” (Considerando 3)
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enriquecimiento sin causa, pues éste –como se ha visto- contempla además, otras exigencias
que no se avienen con aquél.
Ante la existencia de normas legales expresas –como son las contenidas en los arts. 74 y 76 de
la ley 11.683, t.o. 1974- que reglan todo lo relacionado con el pago indebido de tributos, la
introducción de ese nuevo requisito, por un lado, haría perder a aquéllas su individualidad
propia, con riesgo de afectar garantías consagradas por la Constitución Nacional, y, por otro,
vendría a crear una nueva condición, a modo de un presupuesto más, no requerido para la
procedencia de la acción.
A mayor abundamiento, cabe señalar que si alguna duda subsistiera sobre la prueba del
empobrecimiento en lo que se vincula con la traslación de tributos, queda disipada si se tiene
en cuenta que el citado art. 74 de la referida ley 11.683 confiere acción no solamente a los
contribuyentes sino también a los meros responsables y estos últimos no son titulares de la
obligación tributaria, motivo por el cual su patrimonio no se verá disminuido por virtud del
pago ni aumentado con su repetición.” (Considerando 6)
“….el interés inmediato y actual del contribuyente que paga un impuesto, existe con
independencia de saber quién puede ser, en definitiva, la persona que soporte el peso del
tributo, pues las repercusiones de éste determinadas por el juego complicado de las leyes
económicas, podrían llevar a la consecuencia inadmisible de que en ningún caso las leyes de
impuestos indirectos y aun las de los directos en que también aquélla se opera, pudieran ser
impugnadas como contrarias a los principios constitucionales de la Constitución Nacional-
[…] La circunstancia de que quien realiza el pago haya cobrado a su vez, fraccionadamente la
misma suma a otras personas, no puede constituir argumento valedero para su devolución si
procede, porque los últimos podrían a su turno, accionar contra los introductores y los
consumidores contra aquéllos, si en un caso hipotético pero posible, las cosas se hubieran
preparado en una acción conjunta.” (Considerando 8)
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“Insúa José Pedro c/ Dirección General Impositiva” (01/10/1987) Retroactividad de la ley
tributaria
Hechos: El 9 de junio de 1982 se publicó en el B.O. la ley 22.60 que estableció un gravamen
denominado “Impuesto de Emergencia a los Activos Financieros”, cuya vigencia era retroactiva
al ejercicio vencido el 31 de diciembre de 1981.
El actor inició demanda a fin de declarar inconstitucional dicha ley por la aplicación retroactiva,
como así también en razón de haber satisfecho sus obligaciones tributarias de 1981 al amparo de
la ley 21.282, que lo eximía de tal tributo.
Resolución: La CSJN, a diferencia del procurador, resuelve con base en la teoría del pago. Es
así que toda vez que el actor había abonado los tributos correspondientes al 31/12/1981 no le
podían ser aplicados retroactivamente nuevas exigencias.
Habiendo sido condenada tanto en primera como en segunda instancia, la accionada interpuso
recurso extraordinario planteando los siguientes agravios : a) que el uso del Canal Mitre por
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buques areneros de su propiedad no requiere mayor profundidad de esa vía navegable por
cuanto aquéllos presentan poco calado, lo que toma innecesaria la intensificación del dragado;
b) que estima forzado el uso del Canal Mitre por no existir vías alternativas gratuitas expeditas;
c) plantea la inconstitucionalidad de la tarifa de peaje por paso por el canal (confr. ley 22.424),
por estimarla confiscatoria y cita en su apoyo lo normado por los Arts. 17 y 67, inc. 2°), de la
Constitución Nacional; y d) pondera como lesivo a la libre navegación, que se exija el pago de
la tasa de peaje reclamada por cuanto ello importa una lesión a los derechos consagrados por los
Arts. 10, 11, 12, 14 y 16 de nuestra Ley Fundamental
Resolución mayoría: En primer lugar el Alto Tribunal procede a analizar la naturaleza jurídica
del peaje, subsumiéndolo en el concepto de contribución
“Que por ello es capital en el caso señalar que el peaje -constitucionalmente es una
contribución, caracterizada por la circunstancia de que el legislador la asocia a un proyecto
suyo -de construcción, conservación o mejora-, que identifica con particular claridad, lo que
por otra parte no choca sino que se adecua a los principios constitucionales antes referidos en
relación a la renta pública.-“ (Considerando 11)
Sentado ello, la Corte distinguió el modo en que el Estado puede llevar a cabo esa prestación:
“Que cabe acá efectuar un distingo. Una cosa es la función del Estado y el modo de proveer a
su costo, otra la forma en que el Estado decide legítimamente ejecutarla, que puede ser
recurriendo sí a relaciones contractuales con otras personas. Esto ocurre con frecuencia en el
caso del peaje, al optar el Estado por el régimen de concesión de obra pública. En tal
situación, el peaje es para el usuario una contribución vinculada al cumplimiento de
actividades estatales (como puede serlo la construcción de una vía, o su mejora, ampliación,
mantenimiento, conservación, etc., aun de vías preexistentes). Para el concesionario
constituirá un medio de remuneración de sus servicios. De este modo, en los hechos, puede
concluir el peaje por ser sustancialmente similar al precio pagado por un servicio, lo que no
debe inducir por ello al error de considerarlo desde un punto de vista meramente contractual.”
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los "ingresos brutos" o "actividades lucrativas, etc. (confr. Fallos: 300:310; 301:179).
Especialmente no es inconstitucional el peaje como ha sido definido y como se da en el caso, en
que no constituye un pago exigido por el solo paso, al modo de los antiguos portazgos, con base
desvinculada de los servicios u otras prestaciones que se practiquen a favor del usuario, entre
ellos, la construcción o el mantenimiento de la vía de tránsito en cuestión. Por lo tanto, y como
ya se señaló precedentemente, no se advierte óbice -dentro de nuestro régimen constitucional-
para la institución del peaje, como una forma más de financiación de obras públicas.”
(Considerando 16)
Finalmente la Corte brindó estableció pautas para determinar si, en un caso concreto, se viola el
derecho al libre tránsito:
“Que como se anticipó al tratar la libertad de circulación, el tributo debe ser razonable de
modo que no tome a aquella en ilusoria. Esto implica considerar no sólo su monto, sino
también las circunstancias que rodean su imposición, donde cabe considerar el problema
planteado de las vías alternativas, así como el de los sujetos obligados a su pago. La exigencia
de tales vías puede cobrar sentido cuando de los hechos de la causa surja que su falta afecte de
modo efectivo la libertad de circular, lo que no se da por la sola circunstancia de que ante la
falta de tal vía el pago del tributo resulte ineludible para el recurrente.” (Considerando 19)
Resolución: El alto tribunal citó el precedente “Kupchik”, en el cual negó efectos retroactivos a
un decreto que estableció un gravamen y que luego fue ratificado por una ley. Sin embargo, en
el caso, consideró que tal jurisprudencia no resultaba aplicable en razón de interpretar que el
hecho imponible recaía en la fecha de percepción de los activos, la que aconteció el 20 de
diciembre de 1989, o sea, de forma posterior a la sanción de la ley 23.757.
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“Georgalos Hnos. SAICA c/PEN” (02/02/2001)
La norma en cuestión dispuso que entraría en vigencia al día siguiente de su publicación, y fue
publicada el 30 de diciembre de 1998.
Resolución: “Que con relación a lo expuesto, cabe poner de relieve que el art. 12, inc. e, de la
ley 25.063 sólo requiere para la aplicación de las normas del tributo que el ejercicio cierre con
posterioridad a la entrada en vigencia de la ley. No exige que transcurra el intervalo de un día
–ni plazo alguno- desde que la ley comenzó a regir. Si la intención del legislador hubiese sido
la de postergar de ese modo la aplicación del impuesto, habría establecido que surtiría efectos
para los ejercicios que cerrasen con posterioridad a la fecha de entrada en vigencia de la ley o
respecto de los que lo hiciesen al día siguiente en que ésta tuvo lugar. Como se señaló, no
adoptó ninguna de tales fórmulas, por lo que la conclusión a la que llegó el a quo carece de
apoyo en el texto legal, y no se adecua a las pautas de hermenéutica a las que anteriormente se
hizo referencia. Por lo demás, la técnica adoptada por el legislador en el art. 12 sólo obedece
al propósito de especificar el momento en que serían aplicable las disposiciones de cada uno de
los distintos títulos de la ley, sin que pueda extraerse conclusión válida sobre el punto
controvertido en estos autos de la circunstancia de que lo previsto en alguno de sus incisos no
difiera con lo que resultaría de la directa aplicación de lo prescripto al comienzo de su primer
párrafo.”
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Mayoría: “En efecto, según resulta del relato efectuado en el consid. 1 de la presente, la
declaración de inconstitucionalidad del art. 27 Ver Texto ley 23905 y la consiguiente
devolución del tributo ingresado que persigue la firma Nobleza Piccardo se sustenta, según los
propios dichos de la demandante, en que la aplicación de la norma mencionada produciría
como "gravamen" en el "caso concreto" una afectación al derecho de propiedad garantizado
por el art. 17 Ver Texto CN. (fs. 148 y 149 vta.). Esto es lo único que se ha expresado en la
presentación inicial, en la que se especificó que se pretende "...hacer valer un derecho
subjetivo, como lo es el de propiedad..." (fs. 149 vta.) frente a una norma que se reputa
inexistente porque ha establecido la obligación de pagar un impuesto (art. 27 Ver Texto ley
23905) sin respetar el procedimiento que prescribe la Constitución Nacional en los arts. 77 Ver
Texto a 84 Ver Texto del actual texto constitucional (fs. 146/150).
De tal manera, la lesión constitucional que se aduce (art. 17 Ver Texto CN.) consiste solamente
en el monto del impuesto que ingresó durante "...el período comprendido entre el 19/2/1991 y el
31/5/1991 y el comprendido entre el 1/7/1991 y el 31/12/1991, en concepto de contribución al
`Fondo Transitorio para Financiar Desequilibrios Fiscales Provinciales'" (fs. 140 bis); pero no
puede pasarse por alto que, de acuerdo con la pericia contable producida en la causa, que ha
sido consentida en forma expresa por la actora, el impuesto que Nobleza Piccardo ingresó al
Fisco "...integraba el precio de venta de los cigarrillos" (fs. 386 y 387), con lo cual no se
advierte en qué podría consistir la lesión patrimonial que, sin demostrar, alega.”
(Considerando 8)
“La suerte adversa a la procedencia de la acción intentada por la actora -como ha sido dicho
en los consids. 7 y 8 de la presente- halla su razón de ser en que se pretende impugnar la
constitucionalidad de una norma sin demostrar el gravamen concreto que ella le produce al
impugnante. Máxime cuando -producto de la actividad probatoria realizada en las instancias
anteriores- el tribunal tiene ante sí constancias como la de fs. 386, que impide, en el caso,
considerar que el pago efectuado por Nobleza Piccardo haya importado una lesión a la
garantía que consagra el art. 17 Ver Texto CN.” (Considerando 9)
Voto particular de Zaffaroni: “Que, por último, si bien es cierto que, conforme a la
conclusión alcanzada en los considerandos precedentes, la traslación del impuesto impide al
titular del pago formal reclamar su devolución en justicia, ello no obsta a que la acción de
repetición sea ejercida por el contribuyente de hecho, esto es, por la persona realmente
incidida por el gravamen hipotéticamente inconstitucional, lo que si bien es difícil en el caso,
como en el de cualquier otra contribución que se traslade a los consumidores, el remedio no
puede ser nunca el enriquecimiento sin causa del contribuyente de derecho.”
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“Laboratorios Raffo SA c/Municipalidad de Córdoba” (23/06/2009)
Con respecto a tal precepto, el Tribunal Superior de aquélla provincia “afirmó que la definición
legal del hecho imponible allí contenido opera como tasa o impuesto según la modalidad de
prestación de la actividad sobre la que recaiga el tributo y, en ambos casos, lo es en virtud de
los servicios municipales de contralor, salubridad, higiene, y asistencia social y cualquier otro
no retribuido por un tributo especial, pero que tienda al bienestar general de la población.”
“Con la guía certera de esta consolidada jurisprudencia, resulta prístino que la diferencia
entre tasa e impuesto queda indudablemente determinada por la existencia o no – en sus
respectivos presupuestos de hecho- del desarrollo de una actividad estatal que atañe al
obligado”.
Cabe destacar que esta distinción entre especies no es meramente académica, sino que además
desempeña un rol esencial en la coordinación de potestades tributarias entre los diferentes
niveles de gobierno, a poco que se advierta que el art. 9, inc. b), de la citada ley 23.548 excluye
a las tasas retributivas de servicios efectivamente prestados de la prohibición de aplicar
gravámenes locales análogos a los nacionales distribuidos”. (Considerando IV)
“Puesta en claro así su naturaleza de tasa, corresponde analizar si su pago podía ser exigido
válidamente por el Municipio a la actora, a la luz de lo ventilado en el sub lite.
Se encuentra fuera de debate que la accionante contaba con un agente de propaganda médica
que se desempeñaba en relación de dependencia, cuyo domicilio particular estaba ubicado en
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la ciudad de Córdoba (cfr. Fs. 1, 270 y 315 de los antecedentes administrativos). La recurrente
vendió sus productos en esas ciudad, para lo cual había encargado al distribución a una
tercera empresa (fs. 270 de los antecedentes administrativos), pero carecía de local, depósito o
establecimiento de cualquier tipo en el territorio del municipio (fs. 270 y 315 de los
antecedentes administrativos).
Por último, no es ocioso recordar que si bien la Corte Suprema sólo decide en los procesos
concretos que le son sometidos y su fallo no resulta obligatorio para casos análogos, los jueces
inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a aquéllas (Fallos 25:364). De esa
doctrina y de la de Fallos: 212:51, 160 y 307:1094, emanada la consecuencia de que carecen
de fundamento las sentencias de los tribunales inferiores –inclusive, los Superiores Tribunales
locales- que se apartan de los precedentes de la Corte sin aportar nuevos argumentos que
justifiquen modificar la posición sentada por el Máximo Tribunal en su carácter de intérprete
supremo de la Constitución Nacional. Más aún en supuestos como el presente, en el cual la
extensa e inveterada jurisprudencia de V.E. sobre los requisitos para el cobro de las tasas ha
sido expresamente invocada por el apelante desde el inicio mismo de las actuaciones
administrativas (cfr. Fs. 300vta de los antecedentes administrativos)” (Considerando VI)
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“Quilpe SA c/Municipalidad de La Rioja” (09/10/2012)
Hechos: La actora interpuso una acción de inconstitucionalidad contra la pretensión fiscal de
cobro de la “tasa por inspección de seguridad e higiene de la municipalidad”. Entre sus
argumentos, la accionante indicó que se estaría cobrando una tasa sin servicio efectivo que la
justifique, actuando como impuestos e impactando negativamente en su productividad.
El Tribunal Superior de Justicia local rechazó la demanda, considerando que existía una
actividad estatal concreta correlativa con la tasa y que no existía confiscatoriedad.
Resolución: Con relación al fondo del asunto la Corte se remitió a “Laboratorios Raffo” a fin de
establecer el carácter de “tasa”. Luego y consecuencia, refirió que el ente demandado no había
acreditado la prestación concreta requerida ni que el monto recaudado era el necesario, siendo
que era la persona en mejor posición de probarlo.
“Que en autos no se acreditó que el servicio relacionado con la tasa en cuestión haya sido
efectivamente prestado a la actora; y cabe destacar sobre el particular que ante la negación de
tal extremo por parte de la accionante, pese a encontrarse indudablemente en mejores
condiciones de probar –si así hubiera ocurrido- la prestación del servicio (confr. Fallos
319:2211 considerando 5º). Al respecto, no puede dejar de observarse que, según surge de la
jurisprudencia citada a lo largo de este pronunciamiento, la efectiva prestación de un servicio
individualizado en el contribuyente es un elemento esencial para justificar la validez de la
imposición de una tasa, por lo cual es un punto que debe ser debidamente esclarecido para la
adecuada decisión del pleito”. (Considerando 5)
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