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Tus zonas erróneas es una de las obras más leídas y respetadas de toda la literatura de
autoayuda. Es un libro que leí hace menos de un año y que recomiendo a cualquier persona
que quiera llevar una vida sana, tener bienestar y evitar caer en cualquier trastorno
psicológico.
¡Aviso! Este es un artículo largo pero te merecerá la pena. Si no te has leído este libro,
marcará un antes y después en tu forma de ver el mundo.
Por otra parte, algo en lo que el autor hace mucho énfasis es vivir el presente para ser feliz
y eliminar esas zonas erróneas (comportamientos autodestructivos que impiden tu bienestar
y felicidad). Pasamos mucho tiempo pensando en el pasado y en el futuro y muchas zonas
erróneas son esfuerzos por vivir fuera del presente.
A continuación te dejo los puntos más importantes del libro. Espero que este análisis y
resumen te sirva de ayuda.
Índice [Ocultar]
Si tu estancia en la tierra es tan corta, debería ser por lo menos agradable. En pocas
palabras, se trata de tu vida; haz con ella lo que tú quieres.
Los sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los sentimientos son
reacciones que eliges tener.
En la sociedad actual se tiende a pensar que las personas inteligentes son las que tienen
muchos títulos académicos, sacan buenas notas en los exámenes, son buenos
en matemáticas o física, hablan muy bien y de forma educada o tienen mucha memoria.
Sin embargo hay muchas personas como estas que sufren depresión, ansiedad o incluso
están en algún psiquiátrico.
Una persona inteligente debería ser descrita como feliz y efectiva en el día a día, que sabe
solucionar problemas, crea recursos, es autónoma, independiente y supera las adversidades.
Además, una persona inteligente acepta los problemas como parte de la vida diaria y tiene
la capacidad de sentir las emociones que quiere en cada momento vital.
Los sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los sentimientos son
reacciones que eliges tener. Tú eres el responsable de lo que piensas y lo que sientes y
puedes aprender a pensar de forma diferente respecto a cualquier cosa. De ti y de las
elecciones que hagas depende que las experiencias de tu vida sean estimulantes
y agradables.
El propio amor
La propia estima no puede ser verificada por los demás. Tú vales porque tú dices que es
así. Si dependes de los demás para valorarte, esta valorización estará hecha por los demás.
En la sociedad esta bien visto tratar bien a los demás y amarlos, sin embargo se olvida de
que para alcanzar la felicidad es fundamental quererse a sí mismo y valorarse.
Todo empieza amándose a sí mismo. De esa forma podrás amar a los demás y hacer cosas
por ellas por el mero placer de ser generoso y sin esperar nada a cambio. ¿Has pensado en
el valor que tendría dar algo desde una persona que no vale nada? ¿Cómo puedes dar amor
si no vales nada? ¿Qué valor tendría tu amor?
Tú mismo elijes el valor que tienes y no tienes que preguntar o dar explicaciones a nadie.
Tu propio valor es un hecho que no está relacionado ni con tu comportamiento ni con tus
sentimientos. Puedes escoger ser valioso para siempre; no importa que en un momento
hayas hecho algo de lo que te sientas arrepentido.
Puede que desees la aprobación de los demás, ya que es natural sentirse feliz con el apoyo y
aceptación de los demás. Pero necesitarla, es una de las zonas erróneas más negativas.
Es negativo necesitar la aprobación de una persona y aun más, necesitarla cada vez que
quieres tomar una decisión, solucionar un problema o hacer cualquier cosa.
A menudo las personas se anclan en el pasado y se ponen etiquetas. Comentarios como los
siguientes son frecuentes: “Así soy yo”, “Yo siempre he sido así”, “No puedo evitarlo”
o “Es mi carácter”.
Esas autoetiquetas provienen del pasado pero el pasado ya no existe, lo único que tenemos
ahora es el presente. Cada vez que usas frases como “Yo soy así” estas dándote una
justificación para no cambiar y mejorar o ser más feliz.
Cambia el “Yo soy” por “He escogido ser” para ser producto de tus elecciones.
Si crees que sentirte mal o preocuparte lo suficiente cambiará un hecho pasado o futuro,
quiere decir que resides en otro planeta con un diferente sistema de realidad.
Dos de las emociones más inútiles de toda la vida son la culpabilidad por lo hecho y la
preocupación por lo que pasará. Con la culpabilidad desperdicias tus momentos presentes y
con la preocupación te mantienes inmovilizado.
Puedes seguir lamentándote todos los días, sintiéndote culpable y aún así no solucionarás
nada ni mejorarás tu forma de comportarte. Aunque te sientas culpable, no vas a cambiar
nada. Lo que si lo hará es proponerse aprender de lo sucedido y cambiar.
Explorando lo desconocido
Mientras seas un humano y vivas en este mundo, nunca podrás tener seguridad. Y si fuera
así, sería muy muy aburrido. Lo seguro elimina la excitación y la emoción.
La seguridad que si es positiva para tu crecimiento personal es la seguridad interior de tener
confianza en ti mismo.
La educación que recibimos en esta sociedad nos enseña desde niños que tenemos que
andar con cuidado; se fomenta la precaución y no la curiosidad. “No vayas allí”, “No
hables con desconocidos”, “No vayas solo a ningún lado” son frases frecuentes.
Se tiene la creencia de que lo desconocido es igual al peligro. Se piensa que lo que hay que
hacer en la vida es ir a lo seguro e ir a donde va el resto de la gente. Solo los aventureros o
“temerarios” se atreven a arriesgarse y explorar lo que no se conoce.
Si crees en ti, puedes explorar las zonas de la vida que no te ofrecen nada seguro y evitar
seguir el camino que todos los demás caminan. Las personas que históricamente han
destacado (Da vinci, Beethoven, van Gogh, Einstein o Neil Armstrong) no se caracterizan
precisamente por haber seguido los pasos de los demás y no aventurarse a lo desconocido.
De hecho, fueron los pioneros en adentrarse en nuevos y desconocidos territorios.
Toda nuestra vida esta plagada de los “debes hacer esto” y la gente los aplica sin pensar en
el porqué y en sus consecuencias. La suma de todos esos “debes” son otra zona errónea.
No se trata de sugerir que desprecies la ley. Las leyes son necesarias para una sociedad
civilizada aunque si se obedece ciegamente a los convencionalismos, es algo distinto y que
puede llegar a ser muy destructivo.
Cuando estas leyes no tienen mucho sentido y dejas de funcionar eficientemente, podrías
reconsiderar esas normas y tu comportamiento respecto a ellas. El condicionarse demasiado
a la sociedad puede ser un comportamiento neurótico y que lleve a la depresión, ansiedad e
infelicidad.
“Nunca tuve una política que pudiese aplicar siempre. Simplemente trataba de hacer lo
que me parecía sensato en el momento preciso”.
La trampa de la justicia
Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura
viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer
gusanos y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.
Solo hay que observar la historia, la naturaleza y la actualidad para darse cuenta. Nuestra
cultura promete y valora la justicia y los políticos hablan de ella en muchos de sus
discursos.
Sin embargo, pocos de ellos siguen el ejemplo. Algunos animales se comen a otros, hay
terremotos, sequías e inundaciones que sufren personas que no se lo han merecido, guerras,
drogas, crímenes, asesinatos. Pero todo ello es parte de la forma de funcionar del mundo.
Puedes escoger ser feliz o desgraciado pero ello no esta relacionado con la injusticia que
veas a tu alrededor. Puedes trabajar para colaborar a suprimir la injusticia y puedes decidir
que no te dejarás vencer psicológicamente por ella. ¿Para qué preocuparse por la justicia si
no intentas solucionarla?
No es necesario derramar una sola gota de sudor para postergar hacer cualquier cosa.
Hay pocas personas que puedan decir que nunca realizan postergaciones a pesar de que a
largo plazo resultan contraproducentes.
El postergar en si no es neurótico, sino la reacción emocional que lo acompaña y la
inmovilización que produce. Si te gusta postergar cosas, no sientes culpa por ello o no te
perjudica, sigue postergando. Pero para la mayoría de las personas el postergar es una
forma de evadirse y de vivir el momento presente.
Si eres la típica persona que dice que va a cambiar y vivir de otra manera, decirlo no te va a
servir para nada (a menos que lo hagas con un compromiso real). Decirlo suele servir para
postergar la acción y nunca terminar de hacer algo.
Lo que haces es el único medidor para medirte como persona, no lo que dices o lo que
dicen de ti. Emerson dijo:
No digas cosas. Lo que eres, relumbra sobre ti mientras lo haces, y atrona con tal fuerza
que no puedo oír lo que alegas en su contra.
La próxima vez que estés hablando sobre algo que vas a hacer, sabiendo que no lo harás,
recuerda la frase anterior ya que es la solución a la postergación.
Proclama tu independencia
El asunto del abandono del nido y ser independiente es complicado porque nuestra sociedad
nos enseña que debemos cumplir con lo que se espera de nosotros en algunas relaciones,
que incluyen a los padres, hijos, figuras de autoridad y los seres queridos.
Si disfrutas de la manera en la que interactúas con las personas y estas no interfieren con
los objetivos que te has puesto en la vida, no necesitas cambiar esa forma de iteractuar.
Si quieres ese tipo de relación y te supone bienestar, no es insana. Pero si la necesitas para
sentir bienestar o te sientes obligado a tenerla, suponiéndote malestar o resintiéndote, es
una zona errónea.
Adiós a la ira
El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna “Si sólo fueras más
parecido a mi”.
Aunque la expresión de la ira es más saludable que reprimirla, lo más sano es no sentirla en
absoluto. No hay por qué sentir la ira, no es algo “humano” como se suele justificar y, de
hecho, es una zona errónea que incapacita psicológicamente.
Cuando te enfrentas a una situación que no funciona como te gustaría, sientes frustación y
reaccionas con enfado. Sin embargo, tienes capacidad de elegir: la rabia y la risa se
excluyen mutuamente y tú tienes el poder suficiente como para escoger cualesquiera de las
dos.
Puede que la característica más destacable de la gente sana es un sentido del humor sin
hostilidad. Un buen remedio para la ira es ayudarte a ti mismo y a los demás a elegir la risa
y aprender a observar desde fuera las situaciones tan incongruentes y absurdas que ocurren
en la vida.