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La Arqueología como "fuente" de la Historia

Chapter · January 2009

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2 authors:

Rafael Goñi Amalia Nuevo Delaunay


National Institute of Latin American Anthrop… Centro de Investigación en Ecosistemas de la…
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La Arqueología como “fuente” de la Historia
Rafael Goñi1 y Amalia Nuevo Delaunay2

“Si no hay pueblos sin historia, la de estos es probablemente


la más concisa” Carlos Moyano, 1887.

A B S T R A C T

The use of Historical sources for interpreting, explaining and evaluating archaeological contexts
and/or social processes has been a common practice in Patagonian Archaeology. On the other hand,
Archeology as a source for hypothesis in History has not been frequently considered. This situation
may be explained by the historical relationship between both disciplines, where archaeologists have
frequently needed documental sources, but historians rarely needed archaeological interaction.
Nevertheless, Archaeology represents an important source for interpreting historical regional
processes. In the post-contact centuries, even during the 20th century, historical sources lead
the understanding of the Patagonian past scenario and refer specially to the coastal territory
leaving the inland almost unreferenced. This situation suggests the necessity to use the
archaeological record, in order to understand and explain more deeply the processes under study.
This paper proposes that Archaeology has the potential to generate hypothesis in
order to be tested in the Historical field. Two study cases are presented herein; one
in Neuquén (northern Patagonia) and the other in Santa Cruz (southern Patagonia).

INTRODUCCIÓN

El uso de fuentes históricas para interpretar, en los siglos siguientes al contacto, incluido el siglo
explicar o evaluar algunos contextos arqueológi- XX, las fuentes históricas dominan el escenario del
cos o procesos sociales ha sido una constante en la pasado patagónico, concentrado especialmente en
arqueología patagónica. La Arqueología como una los límites del territorio costero casi sin referencia a
fuente explicativa o de hipótesis para la Historia no su interior, verdadera caja de resonancia de los pro-
ha sido tan frecuentemente “consultada”. Estas si- cesos en gran escala. Es en estas condiciones que
tuaciones pueden ser explicables desde la relación se manifiesta la necesidad de escuchar la campana
histórica de ambas disciplinas, donde los arqueólo- arqueológica, a los fines de entender y explicar más
gos han requerido de los historiadores o de las fuen- profundamente los procesos históricos bajo estu-
tes documentales, pero estos últimos rara vez han dio. Este trabajo propone que la Arqueología tiene
necesitado de la interacción con arqueólogos. Sin la capacidad y potencialidad de generar hipótesis
embargo, la Arqueología es una fuente importante y/o nuevo conocimiento para ser puestas a prueba
de explicaciones, alternativas o no, para procesos en el campo de la Historia y desde cualquier abor-
regionales de momentos históricos. Así, una suerte daje histórico. Para ilustrar nuestro argumento se
de axioma de la historia de Patagonia dice que lue- presentan dos casos, uno del norte de Patagonia,
go del contacto “todo” cambió pero, ¿cómo saber en la provincia del Neuquén y el otro del sur de Pa-
qué cambió si no conocemos qué había? Asimismo, tagonia, en la provincia de Santa Cruz.

CASO 1: PATAGONIA SEPTENTRIONAL


Este caso corresponde a la provincia del Neu- yo Quilca, el arroyo Vilcunco y el río Malleo (Figura
quén, a sitios ubicados en el arroyo Haichol, el arro- 1). Todos ellos corresponden a cronologías tardías,
1 INAPL/UBA/UNICEN. Correo electrónico: gonirafael@gmail.com
2 INAPL/UBA. Correo electrónico: anuevodelaunay@gmail.com

Goñi - Nuevo Delaunay 149


Arqueología de la Patagonia - Una mirada desde el último confín

ubicables entre ca. 500 años AP y el siglo XIX. En una serie de estructuras similares a las del Malleo
todos los casos se refieren a estructuras de piedra o del Haichol, pero dentro de las cuales los mate-
-muchos de ellos conocidos como malales-, que ha- riales arqueológicos recuperados no presentaban
brían cumplido funciones, según la región, de corra- ningún tipo de tecnología de origen europeo como
les, miradores o recintos estratégico-defensivos. en los dos anteriores, por el contrario, sólo cerámi-
La unidad de análisis seleccionada fue geográ- ca local y artefactos líticos dominaban los conjun-
tos (Goñi 1988, 1991). De tal manera, se postuló
que la profundidad temporal de esta estrategia del
uso del espacio y de los valles excedería la crono-
logía del siglo XIX y podría remontarse inclusive a
momentos previos a la llegada de los europeos al
continente. Prospecciones iniciales en los valles de
Ruca Choroy y Pulmarí han dado resultados simila-
res. A continuación se hará una breve descripción
de las características del registro arqueológico
de los cuatro valles mencionados más arriba. El
arroyo Haichol presenta una serie de estructuras
tipo corral en el Álamo de la Mina, en el Álamo de
Haichol (Goñi 1983-1985) y en el Puesto de Solor-
za; con estructuras menores semicirculares en la
Peña Haichol. El material arqueológico registrado
y analizado (incluye cerámica y lítico local y lozas,
vidrios, metales, etc. de origen tecnológico euro-
peo) corresponde a una cronología del siglo XIX y
fue interpretado como “...puntos de una importan-
tísima cadena de “paradas” para el mantenimiento
de hacienda maloqueada...Podríamos decir que
se trata de una transhumancia comercial...” (Goñi
1983-1985: 381).
En el valle del río Malleo se registraron doce si-
tios, la mayoría de los cuales corresponde a estruc-
turas circulares en la cima de cerros de baja altura,
Figura 1. Mapa del Neuquén señalando los arroyos de entre 10 y 20 metros de diámetro, con paredes
Haichol, Quilca, Vilcunco y el río Malleo. interiores que llegan a medir 180 cm (Figura 2). La
técnica constructiva era la de acumulación de rocas
sin mortero, con una proyección exterior de hasta
fica (valles) y la cronología, como se señaló, mo- tres metros (Goñi 1986-1987). Otros sitios impor-
mentos tardíos e históricos. Inicialmente se identi- tantes sobre cerros pero sin estructuras dominaban
ficó un patrón de uso del espacio y de los valles en el entorno del valle. Los materiales arqueológicos
relación con una infraestructura constructiva a los recuperados en varios de ellos (en especial cuentas
fines del manejo de hacienda y bienes en el sector vítreas, metales, lozas, etc.) remiten con seguridad
fronterizo de pasos bajos cordilleranos, durante el a una cronología del siglo XIX, aunque, al igual que
siglo XIX, incluyendo probablemente su etapa final en Haichol, no puede asegurarse que no hubiera
como una estrategia defensiva durante el proceso ocupaciones anteriores. En tal sentido se sugirió
de la Conquista del Desierto (Goñi 1983-1985, 1986- que:
1987). Este patrón fue distinguido inicialmente en “El sistema de manejo territorial tratado no es
los valles del Haichol y del Malleo, ambos con pasos otra cosa que el reflejo de la respuesta aborigen a
cordilleranos bajos a Chile (Pino Hachado y Mamuil un proceso de cambio, que en nuestro caso se pun-
Malal respectivamente). Sin embargo, a los fines tualizó en el impacto Nacional en la región, pero
de verificar si se trataba de un patrón específico del que puede tener amplia correspondencia volcado
siglo XIX para un posible manejo de hacienda malo- en el tiempo y sugerir un constante acomodamien-
queada en Pampa Húmeda o si se trataba de un pa- to a otros impactos, como pudieron ser el europeo
trón previo de raíz andina, se buscó muestrear va- o el incaico...esta respuesta...es el producto de una
lles que no tuvieran paso directo a Chile, paralelos unidad de intereses verificada en la unidad econó-
a la cordillera (arroyo Quilca) o sin salida a la misma mica a nivel regional y estipulada por una empresa
(arroyo Vilcunco). En ambos casos, se registraron comercial en gran escala, como fue el comercio de

150
La arqueología como “fuente” de la historia

hacienda vacuna con Chile, cuya infraestructura no más de 5 kilómetros (Figura 4). Al igual que en
de mantenimiento hemos presentado en parte...” los otros valles, existe variación entre el tamaño y
(Goñi 1986-1987:60). ubicación de los recintos, algunos en cerros de me-
diana altura y otros muy bajos, incluyendo un alero
pircado. Los artefactos arqueológicos recuperados
son del tipo de los del Quilca, con ausencia de ar-
tefactos de origen europeo. Oportunamente se le
asignó una cronología que podría exceder el mo-
mento de contacto del siglo XVI (Goñi 1991).

Figura 2. Río Malleo. Sitio Palitué 1.

El valle del arroyo Quilca corre en dirección


noreste-sudoeste y desemboca en el río Aluminé;
en su curso medio (el sector relevado) se registra-
ron cinco sitios que responden a las características
constructivas ya descriptas. Entre ellas se destaca
el denominado La Querencia por ser una estructu- Figura 4. Arroyo Vilcunco, sitio Vilcunco 2.
ra de piedra que corona un cerro de altura media,
cuya proyección de rocas exterior es de las más Discusión Caso 1
importantes registradas (de unos 4 m), con un aco- ¿Cuál es el interés que reviste este ejemplo? La
modamiento de rocas que hacen las veces de ram- idea se puede resumir en que se trata de un mun-
pa de acceso. Al igual que en otros casos registra- do desconocido para las fuentes historiográficas
dos en éste y otros valles, su emplazamiento y las en general, un espacio interior que presenta una
construcciones de las paredes que lo circundan, le dinámica y organización social no referida desde
otorgan un carácter de altísima dificultad de acce- la óptica occidental. Una parte de nuestra tarea
so (Figura 3). En ninguno de los sitios visitados se como arqueólogos es mostrar, aún en momentos
registraron materiales arqueológicos de origen tec- históricos, aquello que puede no ser “visto” desde
nológico europeo, todos fueron artefactos líticos y la historia. Complementar, suplementar, refren-
cerámicos. Entonces, esta evidencia se interpreta dar o contradecir los documentos históricos (Little
como reflejo de una cronología en la cual la influen- 1994) es parte del juego arqueológico y, en nuestra
cia europea o nacional era muy baja o inexistente perspectiva, “informar novedades” también lo es.
(Goñi 1988). El particular manejo de los valles en la región cordi-
llerana del Neuquén puede resumirse en: a) series
de construcciones de piedra que actúan en funcio-
nes diferentes (defensivas, corrales, etc.); b) que en
todos los casos constituyen un sistema planificado
generalizado y extendido geográficamente; c) con
cronologías diversas, de momentos históricos, pero
que podrían excederlos.
Esta “fuente” de información que brinda la Ar-
queología nos provee de algunas consecuencias de
interés histórico. En primer lugar, una profundidad
temporal bastante extendida para este patrón sig-
nificó que estas sociedades no podían seguir sien-
do consideradas como cazadores-recolectores, tal
Figura 3. Arroyo Quilca. Sitio La Querencia.
como algunos autores seguían sosteniendo (Fer-
nández 1988-1990:695). La pregunta que sigue es
Finalmente, el del arroyo Vilcunco es un valle ¿qué tan profundo temporalmente es este fenóme-
de corta trayectoria este-oeste, en el cual se regis- no? Pregunta arqueológica que lamentablemente
traron seis estructuras de piedra, en un tramo de aún no podemos responder, pero que genera un

Goñi - Nuevo Delaunay 151


Arqueología de la Patagonia - Una mirada desde el último confín

interesante tema de discusión. En segundo lugar, Chile Central. Este ejemplo neuquino también es
este patrón de manejo del espacio parece más cer- un buen caso para aportar a la historia de la deno-
cano a un patrón andino norteño que a estrategias minada “Conquista del Desierto” (1879-1885), dado
patagónicas de cazadores. Algunos de los prime- que, como ya se ha expresado en otros trabajos,
ros viajeros españoles del siglo XVI nombraron a esta infraestructura fue montada a lo largo de la
estas estructuras en el sector chileno como “buca- cordillera neuquina, mendocina y región pampeana
ra” (Góngora Marmolejo 1862), similar al vocablo (Piana 1981, Goñi 1986-1987, 1991). La misma ha-
“pukara”, fortificación común en el sector andino bría facilitado el traslado y mantenimiento de ha-
central. Luego, fueron comúnmente conocidas cienda “maloqueada” en Pampa Húmeda para ser
como “malal” cuya primera acepción según Ha- comercializada allende la cordillera, a través de los
rrington (1946) fue la de fortaleza y no la de corral numerosos pasos bajos, en especial del Neuquén.
como es la actual. Es decir, que en territorios actua- Para llevar adelante una empresa de esa escala es
les neuquinos (patagónicos) se mantenía y utiliza- necesario un importante nivel de cohesión social,
ba, aún hasta el siglo XIX, un patrón defensivo de política y económica; características que van más
los territorios del mismo tipo del que fuera cono- allá de la enunciación de una “jefatura” o “cacicato”
cido para el mismo Incanato. ¿El Incanato llegó al y que, como se señalara en su momento: “La im-
Neuquén? A esto nos referimos cuando hablamos portancia geopolítica de una unidad económica de
de “caja de resonancia” de importantes fenómenos tales características, es el punto alrededor del cual
sociales y políticos al norte cordillerano; una válvu- proponemos la discusión a nivel histórico...” (Goñi
la de descompresión que se activa por los sectores 1986-1987). Esta discusión, hasta donde llega nues-
más bajos de la cordillera austral, influyendo no tro conocimiento, aún no ha sido muy desarrollada.
sólo en territorios neuquinos sino también en todo Consideramos que esto podría deberse a una suer-
el sector panpampeano y norpatagónico y esto sí te de subvaloración de las sociedades indígenas
es de importancia histórica. En tal sentido, debería- como actores firmes de la transformación política
mos plantearnos cuál es el correlato, arqueológico de nuestro país durante el siglo XIX. La Arqueología
e histórico, de tales procesos y fenómenos. A modo puede ayudar a adjudicarles roles poco reconoci-
de ejemplo, sobre las luchas locales contra el avan- dos por la historiografía tradicional.
ce incaico, vale citar los trabajos del historiador
León Solís (v.g.1983, 1989) referidos a los comba-
tes en los pucaraes incas y fortalezas indígenas en

CASO 2: PATAGONIA MERIDIONAL

El segundo grupo de casos presentado en este a casos insertos en procesos regionales actuales, se
trabajo corresponde a evidencia proveniente de encuentra escasamente representada en trabajos
Patagonia Meridional, en la zona comprendida en- escritos desde una perspectiva histórica, excep-
tre las cuencas de los lagos Cardiel y Strobel (Pro- to por escasas reseñas en trabajos etnográficos o
vincia de Santa Cruz). Se trata de asentamientos o etnohistóricos. En este trabajo destacamos la po-
“puestos” ocupados, hacia principios y mediados tencialidad de la Arqueología como fuente de ex-
del siglo XX, por pobladores indígenas según fuen- plicaciones de procesos regionales generando co-
tes históricas orales (Quintillán comunicación per- nocimiento independiente del de otras disciplinas
sonal 2003; Vázquez comunicación personal 2003; como la Historia. El tratamiento arqueológico de
Cittadini comunicación personal 2004). La ocupa- los casos trabajados, cuya cronología y ocupacio-
ción de estos sitios se produce para momentos en nes son asignables a través de referencias de la his-
que ya había comenzado el avance de la frontera toria oral (Quintillán comunicación personal 2003;
ovina sobre el área y consecuentemente el proceso Vázquez comunicación personal 2003; Cittadini co-
de creación de Reservas Indígenas para circunscri- municación personal 2004) y que han sido contex-
bir estas sociedades (Barbería 1996; Bandieri 2005). tualizados a través de la documentación histórica
El emplazamiento de estos “puestos” se produce (Lenzi 1980; Barbería 1996; Bandieri 2005), permi-
en áreas que para los primeros momentos de ocu- te describir un tipo de estrategia desarrollada por
pación por parte de la sociedad ganadera son con- ciertos actores insertos en procesos regionales, de
sideradas marginales por encontrarse alejadas de la que no está dando cuenta el registro histórico.
puertos y zonas pobladas (Barbería 1996). El tipo
de evidencia que constituyen estos asentamientos Avance ganadero
emplazados en áreas marginales, que corresponde Para la segunda mitad del siglo XIX comienza a

152
La arqueología como “fuente” de la historia

incorporarse la región patagónica argentina al siste- Las tierras para las reducciones fueron destinadas
ma productivo del modelo agroexportador de país por la Oficina Central de Tierras y Colonias, oficina
(Barbería 1996). El avance ganadero se enmarca en creada por la Ley de Inmigración y Colonización. En
Argentina dentro de una serie de leyes que siste- su artículo 100 establecía que “el Poder Ejecutivo
matizan, entre otras regulaciones, el otorgamiento procurará por todos los medios posibles el estable-
de tierras a particulares. De especial aplicación en cimiento en las secciones de las tribus indígenas,
el territorio de la provincia de Santa Cruz fueron: creando misiones para atraerlas gradualmente a la
la Ley de Inmigración y Colonización, y la Ley Ge- vida civilizada, auxiliándolas en la forma que crea
neral de Tierras. La primera, Ley de Inmigración y más conveniente y estableciéndolas por familias en
Colonización (Nº 817) del 14 de octubre de 1876, fi- lotes de 100 ha.” (Martínez Sarasola 1992).
jaba la política y las bases para la transferencia de la
tierra a particulares. Se insistía principalmente en
la exploración de los territorios para decidir el des-
tino y uso de sus terrenos. Esta ley estuvo vigente
entre 1878-1900 (Barbería 1996). La segunda, Ley
General de Tierras (Nº 4167), estuvo vigente entre
1904 y 1920. Ésta, conjuntamente con la anterior,
reglamentó la mayoría de las concesiones. La ex-
pansión de la frontera ovina en la actual provincia
de Santa Cruz (Figura 5) comienza hacia 1880 con
la ocupación de las zonas de mejor calidad en tér-
minos de productividad ganadera y accesibilidad
(Barbería 1987, 1996; Bandieri 2005; Nuevo Freire
y Vázquez 2006). Este último aspecto hace referen-
cia a las características de la zona según su cercanía
a puertos y áreas pobladas. Esta primera etapa de
la expansión del ganado lanar se corresponde con
la ocupación del área de costa. En una segunda eta-
pa, a partir de principios del siglo XX, se empieza
a ampliar la frontera ovina hacia el interior del te-
rritorio. Por último, a partir de 1915, se ocupan las
zonas llamadas marginales, caracterizadas por su
menor productividad en términos ganaderos, por
tratarse de zonas de difícil acceso y lejanía de puer-
tos y zonas pobladas, y así menos favorables para
la comercialización de los bienes producidos. Figura 6. Reservas Indígenas.

Las Reservas Indígenas de la provincia de Santa


Cruz fueron creadas paralelamente y en relación a
la progresiva ocupación de las áreas por la sociedad
ganadera “…ya que -desde el punto de vista del
ganadero y del gobierno- los desplazamientos de
los tehuelches en función de la caza, entorpecían
el normal desenvolvimiento de los establecimien-
tos, además del robo de hacienda” (Barbería 1996).
Así, la primera en crearse en 1898 es la reserva de
Figura 5. Etapas de expansión de la frontera ovina.
Camusu-Aike, en segundo lugar se crean: la reserva
del lago Viedma en 1920, la reserva del lago Cardiel
Reservas Indígenas (lote 6) en 1922 y la reserva de Las Heras en 1927.
A medida que el espacio es progresivamente Por último, en 1940 se crean dos reservas más,
ocupado por parte de la sociedad ganadera el Es- una segunda reserva del lago Cardiel (lote 28bis) y
tado Nacional crea las Reservas Indígenas (Figura una segunda en Las Heras. La etapa final de este
6), con el fin de circunscribir a la sociedad indígena progresivo proceso de ocupación de la tierra por
a un determinado espacio y poder así distribuir la parte de la sociedad ganadera y el confinamiento
tierra entre particulares para crear estancias dedi- del indígena, se relaciona con la plena ocupación
cadas a la producción ganadera (Barbería 1996). del territorio por parte de particulares. Esto con-

Goñi - Nuevo Delaunay 153


Arqueología de la Patagonia - Una mirada desde el último confín

llevó la invasión progresiva de las áreas de Reserva Según las características de los sitios, presen-
para la explotación de la tierra y la presión de los tadas anteriormente en distintos trabajos (Nuevo
miembros de la sociedad ganadera por el traslado Delaunay y Goñi 2004; Nuevo Delaunay et al. 2006;
último de los integrantes de la sociedad indígena Nuevo Delaunay 2007), los mismos se correspon-
hacia las zonas pobladas. Finalmente, hacia media- den con momentos de una ocupación que defini-
dos de 1960, se levantan las Reservas y se venden mos como marginal, desarrollándose por fuera de
sus tierras a particulares, haciéndose efectivos los las Reservas Indígenas y de la cual el registro his-
desalojos de “intrusos” (Barbería 1996). De esta tórico no hace referencia. Por esto es que describi-
manera terminan por regularizarse la tenencia de mos este tipo de ocupación no institucional (la ocu-
las tierras otorgándose los títulos de propiedad de pación institucional estaría dada por las Reservas
las mismas. Indígenas creadas por el Estado Nacional) como
inmersa en un “silencio histórico”, del cual sólo
Los sitios: Puesto Yatel y Puesto Quintillán estaría dando cuenta el registro arqueológico. En
Una forma de ocupación alternativa al traslado cuanto a la evidencia presente en los sitios, la mis-
institucional y colectivo hacia las Reservas Indíge- ma ya ha sido presentada en trabajos previos (Nue-
nas, está representado por ocupaciones familiares vo Delaunay y Goñi 2004; Nuevo Delaunay 2007);
ubicadas en áreas marginales. Estos asentamien- se presentará aquí sólo un resumen de la misma.
tos, de cronología y adscripción asignables según Tanto en el Puesto de Yatel, de ocupación previa,
fuentes orales (Quintillán comunicación personal como en el Puesto de Quintillán, la evidencia es de
2003; Vázquez comunicación personal 2003; Citta- distinto tipo (Figura 8): en primer lugar se encuen-
dini comunicación personal 2004, 2006), cuentan tra la tecnología puramente arquitectónica con-
con una tecnología que da cuenta de la continuidad formada en ambos casos por una serie de recintos
de prácticas tradicionales de la sociedad indígena, confeccionados en piedra y adobe de origen local.
con incorporación de nuevas tecnologías propias Por otro lado se presenta toda una tecnología de
de la sociedad indígenas ganadera (Nuevo Delau- reciclado de artefactos de metal, correspondientes
nay y Goñi 2004; Nuevo Delaunay et al. 2006; Nue- a usos diversos como utensilios de uso doméstico,
vo Delaunay 2007). Los sitios que aquí se presentan recipientes contenedores y equipamiento relacio-
se ubican en la zona de los lagos Cardiel y Strobel nado al manejo de animales. El conjunto más sig-
(Provincia de Santa Cruz), específicamente en la nificativo está formado por la evidencia en vidrio,
cuenca del Lago Strobel (Figura 7). Los asenta- raspadores y sus subproductos asociados confec-
mientos Puesto de Yatel y Puesto de Quintillán fue- cionados sobre vidrio de botellas y frascos. En los
ron ocupados entre ca.1920 y 1940 para el primero sitios aparecen no solamente los productos termi-
de los casos y entre ca.1939 y 1968 para el segun- nados de esta tecnología, sino que se encuentran
do. Las Reservas Indígenas cercanas que estaban representadas todas las etapas de manufactura de
en funcionamiento para la época en que los sitios los mismos (restos de botellas utilizadas en la ela-
estaban siendo ocupados, son la Reserva del Lago boración de los raspadores, lascas de manufactura
Cardiel lote 28bis y la Reserva del Lago Cardiel lote de los mismos y lascas de reactivación del filo de los
6. mismos). Por último, se cuenta en menor medida
con evidencia lítica correspondiente a algunos ar-
tefactos confeccionados en piedra, entre la que se
encuentran preformas de bolas de boleadoras. En
el caso de “Puesto Yatel” esta última evidencia se
asocia con la presencia de un total de 46 bolas de
boleadoras de la “Laguna del Potrero”, área cerca-
na caracterizada como zona de caza.

Discusión Caso 2
Arqueológicamente vemos en esta modalidad
de ocupación representada por asentamientos ais-
lados con evidencia de tecnología de autoabasteci-
miento y reciclado de artefactos y prácticas de caza
y cría de animales, una adecuación en términos de
marginalidad a las nuevas condiciones impuestas
por el avance de la sociedad ganadera. Esta res-
Figura 7. Puesto Yatel y Puesto Quintillán. puesta de ciertos actores de la sociedad indígena
como alternativa a las Reservas, conlleva una bús-

154
La arqueología como “fuente” de la historia

Figura 8. Evidencia Puesto Yatel y Quintillán.

queda y una continuidad de prácticas tradicionales refiere a una modalidad de asentamiento de tipo no
con incorporación de nuevas prácticas y tecnolo- institucional y marginal visible arqueológicamente
gías. Resumiendo, desde el registro histórico ve- en asentamientos o puestos que combinan prácti-
mos que la respuesta dada por los grupos indígenas cas tradicionales con tecnología y prácticas propias
ante el avance ganadero se refiere a una modalidad de la sociedad ganadera. Este tipo de modalidad de
de asentamiento de tipo institucional y colectivo ocupación también podría verse representada a ni-
representada por las Reservas Indígenas. Por otro vel más amplio y en otras áreas donde el avance de
lado, desde el registro arqueológico vemos que la sociedad criolla conllevó la creación de Reservas
otro tipo de respuesta dada por dichos grupos se Indígenas.

CONCLUSIONES

En ambos casos presentados en este trabajo otra manera distinta de ver los procesos, a veces
vemos que se trata de procesos regionales que han de manera muy similar o complementaria (Little
sido ignorados o tratados “desde afuera” por parte 1994), pero siempre como una campana diferen-
de la Historia. Un factor que ha sido importante en te. Si así no fuera, la Arqueología no sería más que
esta falta de información histórica en ciertas regio- una simple técnica “materializadora” de la Historia,
nes ha sido el factor de alejamiento geográfico de hecho tan común desde el nacimiento mismo de
los centros que en cada período fueron los gene- nuestra disciplina que llega, sin cuestionamientos,
radores de data histórica, dado que muchos de los hasta nuestros días. En segundo lugar, destacamos
puntos que tratamos fueron visitados por viajeros a la Arqueología como fuente de explicaciones
de origen europeo recién en la segunda mitad del si- para procesos regionales, refiriéndonos a la ca-
glo XIX y ya casi en el XX. En el caso correspondien- pacidad de la misma para dar cuenta de procesos
te a Patagonia Septentrional, se trata de procesos tanto temporales como espaciales de gran escala;
con una gran profundidad temporal, probablemen- escalas que no son las que en América usualmente
te desde el Incanato o con anterioridad hasta mo- maneja la Historia. La Arqueología usada como una
mentos de las Campañas al Desierto; mientras que fuente de la Historia permitiría entender y explicar
en el caso correspondiente a Patagonia Meridional procesos históricos de otra manera, enriqueciendo
se trata de procesos regionales actuales. Así, se evi- la perspectiva general. Si el resultado será mejor o
dencia cómo la falta de información o tratamiento peor dependerá de las habilidades de los investiga-
adecuado limitan la comprensión de la compleji- dores y no será una responsabilidad de las discipli-
dad de los procesos, algunos de los cuales tienen nas mismas.
sus raíces anteriores a los eventos específicos que a Este escrito no ha buscado generar una discu-
veces se tratan o estudian (ver por ejemplo Goñi et sión más profunda desde el plano epistemológico
al. 2000-2002). o metodológico, paso que sería interesante llevar
Entonces para finalizar, planteamos en primer adelante. Futuros simposios como los propuestos
lugar el uso de la arqueología como una campa- en las VII JAP son ámbitos propicios para este deba-
na diferente e independiente de la campana de la te. El artículo tuvo como objetivo principal mostrar
Historia, esto no en términos absolutos, sino como cómo sólo dos ejemplos de estudio muestran la au-

Goñi - Nuevo Delaunay 155


Arqueología de la Patagonia - Una mirada desde el último confín

sencia o silencio de las fuentes históricas respecto a la confianza de los arqueólogos en que cuando
de aspectos importantes de procesos poblacionales de momentos históricos se trata (Goñi 2000), la
y sociales en escalas amplias y en geografías casi Arqueología no es sólo una hermana menor o una
ocultas para la mirada occidental. Existen muchos técnica de la Historia, sino una excelente “fuente”
más ejemplos que se nos han presentado a lo lar- de información y explicaciones alternativas que
go de nuestras investigaciones arqueológicas en la permitirían comprender más cabalmente comple-
Patagonia. No se ha buscado en el trabajo señalar jos procesos históricos.
que la explicación o el trabajo arqueológico es me- “Si no hay pueblos sin historia, la de estos por
jor o peor que el histórico, no ha sido ese el espíritu cierto que no era concisa”
del mismo; simplemente se ha hecho un llamado

AGRADECIMIENTOS
Agradecemos principalmente a las organizadoras del simposio “Patagonia y sus fuentes” de las VII
JAP, Silvana Buscaglia y Marcia Bianchi Villelli, por habernos brindado este espacio de discusión positi-
va. Agradecemos también a los evaluadores de nuestro trabajo por su aporte para enriquecer nuestro
trabajo. Las investigaciones fueron financiadas con fondos de ANPCYT PICT’04 Nº 26295, Secretaría de
Cultura de la Nación (INAPL) y UBACYT nº F065.

NOTA
Esta nota tiene como finalidad aclarar algunos aspectos de nuestro trabajo que han sido discutidos
por parte de quienes han evaluado el mismo. En primer lugar, resaltar el título del escrito en el cual se
especifica claramente que, en un simposio de fuentes de Patagonia, las cuales son generalmente histó-
ricas (tal como lo demostraron el resto de los trabajos presentados al mismo), la arqueología también
es una fuente. No reemplaza ni niega otra disciplina, es una fuente que puede ser utilizada tanto por
historiadores como arqueólogos (u otras ciencias), para abrir nuevos caminos en las explicaciones acerca
del pasado. Fuente especialmente de hipótesis, tal como se señala desde la Introducción en el texto, lo
cual significa un aporte, ideas desde otro lado que pueden ser útiles o desechables, pero no ignoradas.
En realidad, consideramos que éste es el centro del trabajo, teniendo en cuenta las fuentes y documen-
tos históricos (tal como se subraya en el primer párrafo y en el resto del escrito), buscar qué nos ofrece
el registro arqueológico para aportar al conocimiento de los procesos sociales e históricos de la región
patagónica, en especial durante el período que comenzó a partir de la llegada de los europeos a la región
en el siglo XVI. Estos procesos no se refieren sólo a un momento de contacto sino también se continúan
hasta nuestros tiempos, tal como hemos ejemplificado en este trabajo.
En segundo lugar, este trabajo no se ha referido al uso de fuentes o registros históricos, por lo cual
no se ha buscado hacer un examen profundo de las mismas. Se citan en el texto aquellos autores que se
consideraron apropiados para cada caso, sin ignorar la información histórica pertinente. Este es un tra-
bajo fundamentalmente de Arqueología. Discusiones metodológicas y epistemológicas más amplias no
fueron el objetivo de esta presentación, las cuales ya se han propuesto (Goñi y Madrid 1998, Senatore y
Zarankin 1996). En el marco de la Arqueología Histórica o de Momentos Históricos, se establecen a me-
nudo escenarios donde se discuten temáticas relacionadas con el trabajo interdisciplinario entre Historia
y Arqueología, lugar que presenta opiniones diversas y encontradas, por lo cual consideramos que no era
oportuno ni nuestro objetivo plantearlas en este lugar. Como se definió desde el principio, el objetivo del
escrito fue muy específico: ilustrar con un par de ejemplos tomados de nuestra experiencia arqueológica
cómo se pueden ofrecer alternativas de interés para el estudio del pasado patagónico; no esperaba ser
más abarcativo. Si estos mismos casos pueden ser estudiados desde la historiografía local o ya han sido
tratados en extenso (hasta donde sabemos no ha sido así) no invalida en absoluto nuestra propuesta, a
lo sumo la enriquecería.
En tercer lugar, tal como se plantea en nuestro trabajo, la Arqueología tiene la capacidad de estudiar
procesos a escalas temporales y espaciales amplias, lo cual le brinda una perspectiva de interés para mo-
mentos o lugares en los que no se cuenta con documentos o fuentes históricas.
En síntesis, el objetivo de nuestro trabajo ha sido ejemplificar cómo la Arqueología puede ser “fuente”
para comprender y explicar de mejor manera procesos y dinámicas sociales de nuestro pasado patagó-
nico en tiempos históricos. Fuente de ideas, hipótesis o interpretaciones que necesariamente deben ser
puestas a prueba por diferentes disciplinas. Seguimos sosteniendo que se trata de una “campana” dife-
rente a la histórica, pero en ningún momento hemos manifestado que sea mejor o peor, o, lo que sería

156
La arqueología como “fuente” de la historia

más grave, que no tengan puntos de contacto e interacción entre ambas. La Arqueología americana ha
sido siempre una arqueología de pueblos sin historia; por qué? Porque en muchos casos ha existido de
hecho un silencio documental. Estos puntos están considerados en el texto. En definitiva, este escrito ha
buscado alentar a los arqueólogos a ver el registro de momentos históricos como una fuente explicativa
importantísima de procesos que van más allá de nuestra propia disciplina, brindando nuestro aporte al
mejor conocimiento del pasado patagónico.

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