BAR DEL INFIERNO – Alejandro Dolina

EL BAR VIII, OJOS

«Se dice que el califa Harum Al Raschid usaba unos lentes que le permitían ver
únicamente a los hombres justos. Sin embargo, aquel juicio óptico era tan estricto que
el califa jamás pudo ver a nadie, de suerte que resolvió deshacerse de los anteojos,
pues prefería la traición a la soledad.»

HISTORIA DE LA PINTURA EN ITALIA – Stendhal

LIBRO SEGUNDO
Cap. XXXIII

«Una mujer se paseaba por las calles de Alejandría, de Egipto, desnudos los pies, la
cabeza desmelenada, una antorcha en la mano, una ánfora en la otra. Y decía: “He de
incendiar el cielo con esta antorcha y apagar el infierno con esta agua, para que el
hombre no ame a su Dios más que por él mismo.»

Vidas paralelas

Vida de Rómulo

15, 6: “Todavía hoy se conserva la costumbre de que la novia no atraviese por su

propio pie el umbral a la habitación, sino que entre en volandas, porque también
entonces fueron llevadas por la fuerza, y no entraron ellas.” Rememorando el rapto de
las sabinas por los romanos.

Los nueve libros de la Historia

LIBRO PRIMERO: CLÍO

Cap. CXXXIII: “Después de bien bebidos, suelen deliberar acerca de los negocios de
mayor importancia. Lo que entonces resuelven, lo propone otra vez el amo de la casa
en que deliberaron, un día después; y si lo acordado les parece bien en ayunas, lo
ponen en ejecución; y si no, lo revocan. También suelen volver a examinar cuando han
bebido bien aquello mismo sobre lo cual han deliberado en estado de sobriedad.” Los
persas.

La leyenda de la Papisa Juana

El pontificado de la papisa se suele situar entre 855 y 857.
Así, a partir de entonces se decía que el candidato a Papa debía ser sometido a un
control para verificar su sexo. Para ello, presuntamente se sentaría en una silla especial,
la sedia stercoraria, con un agujero en el medio por la que se deslizaban los genitales y
un joven diácono comprobaría su virilidad.
La sedia stercoraria. Ilustración de Lawrence Banka que muestra la prueba de
masculinidad de Inocencio X, Papa entre 1644 y 1655.
En el Museo Vaticano se conserva la famosa sedia stercoraria, expuesta a los visitantes.