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NUTRICIÓN EN EL ANCIANO

En general se acepta el criterio de considerar que una persona se


encuentra en la tercera edad a partir de los 65 años, aunque esta
apreciación nunca es exacta, pues ocurre que el envejecimiento es un
proceso progresivo que no todas las personas sufren con la misma
intensidad. Actualmente se utiliza el término de "muy ancianos" para
los que tienen más de 80 años y así diferenciarlos de los más jóvenes,
dada la longevidad creciente que en general se observa en la
población.
Cuando hablamos de la nutrición en el anciano, habremos de señalar
la inadecuada alimentación que predomina en este grupo de la
población, por todos los factores bio-psico-sociales que le acompañan
y que empezando por señalar la pérdida de la dentadura, los
trastornos de la digestión, los del tránsito intestinal como el
estreñimiento, hasta las gastritis medicamentosas que limitan
indudablemente una adecuada digestión, o bien la influencia de otros
males somáticos como el dolor y los psicosomáticos que producen
anorexia como la depresión. Otros factores como la soledad en que
muchos viven con limitaciones físicas para disponer de alimentos
frescos, que cubran además el gusto o la apetencia del día con la
frecuencia necesaria los traiga.
Necesidades nutricionales:
• ENERGIA (hidratos de carbono y grasas): la alimentación debe
aportar menos calorías que en etapas anteriores de la vida, y si no es
así se tiende a engordar. El nivel de azúcar en sangre es más elevado
de lo normal y por ello es preferible que consuma menor cantidad o
con menor frecuencia dulces, repostería, bebidas con azúcar...
No es el caso de alimentos como los cereales (pan, arroz, pasta…),
patatas y legumbres; la base de nuestra alimentación, los cuales
deben estar presentes en cada una de las comidas del día. Trate de
no abusar de alimentos grasos de origen animal (mayonesa, nata,
mantequilla, quesos curados, carnes grasas, embutidos, fiambres y
patés...) ya que se relacionan con niveles altos de colesterol y otras
grasas (triglicéridos) que tienen que ver con las enfermedades
cardiovasculares.
Por otro lado, puede ocurrir que no tome calorías suficientes por falta
de apetito, malestar u otras causas. Para combatir esta situación
elabore platos completos, de poco volumen, pero muy nutritivos (puré
con pollo o pescado blanco, etc.)
• PROTEÍNAS: es necesario incluir alimentos ricos en proteínas
completas que contribuyen a mantener nuestros órganos, tejidos
(músculos, huesos…) y sistema de defensas en buenas condiciones
para combatir eficazmente infecciones y enfermedades.
Para ello basta que tome cada día cantidad suficiente de leche y
lácteos, carne o pescado o huevo como segundo plato en las
principales comidas y sus derivados (yogures, quesos poco curados,
fiambres, jamón, etc.), en menor cantidad en almuerzos y meriendas.
• VITAMINAS, MINERALES, AGUA Y FIBRA: son sustancias que
regulan todos los procesos que tienen lugar en el organismo.
Por ello, es recomendable que coma diariamente algo de verdura y
fruta fresca. Por otro lado, no descuide tomar cantidad suficiente de
líquidos, especialmente en temporadas de calor intenso. Si incluye
agua, zumos de frutas, infusiones, caldos y sopas, gelatinas de
sabores… a lo largo del día, esto le ayudará a limpiar su organismo,
conseguirá evitar la deshidratación y reducir el riesgo de infecciones
respiratorias y urinarias.
RECOMENDACIONES GENERALES
- Variar al máximo la alimentación
- Mantener unos horarios de comidas de un día para otro
- Distribuir la alimentación en 5-6 tomas/día, conviene comer más a
menudo pero menores cantidades
- Técnicas culinarias y condimentación: prefiera las más sencillas y
suaves; cocido, vapor, horno, plancha, papillote, guisos y estofados
con poco aceite y quitando la grasa visible del alimento antes de su
cocinado… Para condimentar puede emplear gran variedad de
especias y hiervas frescas que enriquecen en aromas y sabores el
menú de cada día
- Consuma ocasionalmente o en poca cantidad alimentos que aportan
muchas calorías pero que no nutren: dulces, repostería, bebidas
azucaradas, bebidas alcohólicas, etc.

Malnutrición

Diversos estudios han reportado que existe una alta prevalencia (20 -
50%) de malnutrición en pacientes ancianos, siendo la hospitalización
una de las cuales del deterioro del estado nutricional en estos
pacientes (4); en el presente estudio se encontró que el 64% de los
pacientes presentaban un inadecuado estado nutricional
encontrándose en exceso o déficit.

Como se observó en los resultados aproximadamente más del 60% de las


dietas que recibían los pacientes no tenían un aporte adecuado de
kilocalorías y macronutrientes ya que se encontraban por encima o por
debajo de la recomendación para este grupo de edad, además se observó
que el 47% de las dietas no tenían una consistencia adecuada para las
alteraciones que presentaban a nivel de la boca. Las dietas no deben
prescindir los hábitos alimentarios de sujeto, el estado de su dentadura y el
apetito, es importante individualizar la dieta en el paciente hospitalizado y
más si es un paciente geriátrico

Al observar los resultados se encontró que fue alto (40%) el número


de dietas prescritas inadecuadamente para la patología del paciente y
éste porcentaje aumentó a 54.5% cuando se integró la patología y el
estado nutricional, esto indica que no se está realizando un manejo
integral del mismo; existe pasividad por parte de la nutricionista en el
manejo nutricional individualizada (interconsulta) ya que sólo al 9% de
los pacientes se les realizó este tipo de tratamiento, el cual no tuvo
seguimiento que permitiera observar si hubo o no recuperación del
paciente.

Comparando los resultados arrojados en esta investigación con


diversos estudios, se concluye que: en las instituciones hace falta
implementar pautas para el manejo del paciente adulto mayor, ya que
es alto el número de pacientes (50% aproximadamente) hospitalizados
en los servicios de medicina interna y actualmente se está manejando
como un paciente adulto mayor sin tener en cuenta las características
especiales para este grupo de edad.

Vamos a tratar en este apartado solamente las situaciones generales


de la alimentación y nutrición de las personas mayores que no tienen
ninguna patología específica asociada a la nutrición , ya que en estos
casos habría que remitirse al apartado correspondiente donde
tratamos estos casos de alimentación y enfermedad.

Aunque es difícil que a partir de los 65 años no exista alguna


enfermedad que nos limite la alimentación hay que pensar que
aparecen una serie de factores que son importantes para la
alimentación. Uno es el descenso con la edad de las papilas
gustativas, con lo que disminuye el placer por la comida. Además al
ser la vista cada vez peor también la compra y elaboración de
alimentos es más difícil. Aparece una falta de dentición que nos hace
más complicada la masticación, unido a una menor secreción salivar; y
lo que es ya decisivo, el metabolismo va siendo cada vez menor, en
consecuencia las necesidades van siendo menores.

Todo esto nos lleva a pensar y con razón que las personas mayores
comen menos, y es cierto, pero no podemos con esto mantener en
nuestros queridos seres mayores una falta de alimentación y una
desnutrición latente como sucede, por desgracia, en muchos casos y
sobre todo cuando viven solos, donde si no tienen ayuda y con la falta
de motivación que damos por hecho poseen, tienden a comer cada
vez menos. Eso si no tenemos que unir el problema económico, que a
veces es una barrera casi infranqueable para algunos de nuestros
mayores en el día a día para comprar los artículos necesarios
(seguramente no será en muchos casos pero ya sabemos que los
mayores tienden a veces a pensar que tienen muy poco, deben
ahorrar y....se lo quitan de comer).

También se debe considerar el peso que debe mantenerse en unos


valores que se puedan considerar saludables pudiéndose tomar como
referencia de una forma general los valores medios de del índice de
masa corporal (I.M.C.) que podemos calcular en el apartado
correspondiente.

Nutrición en el anciano - Ingesta de nutrientes

La ingesta de macronutrientes que no es distinta sustancialmente del


adulto más joven salvo en algunos detalles debe ser la siguiente:

Carbohidratos: 50-60% del total, evitando que los simples superen el


10% del total. ¡Hay que evitar los dulces, que les gustan mucho!

Grasas: No pasar del 30% y cuidado con las saturadas que tienden a
pasarse con ellas. También se debe evitar que tomen mucho
colesterol. El reparto de 10-10-10 % de cada tipo de grasa sería el
correcto.
Proteínas: Lo correcto sería del 10 al 15% pero como suelen comer
poco, este macronutriente es uno de los más castigados en las dietas
pobres del anciano, de ahí que se aconseje reforzar la dieta con un
vaso de leche (puede ser descremada por la grasa) e incluso que por
más sencilla ingestión que se cambien carne o pescado por otros de
más fácil preparación como huevos, queso...

Fibra dietética: de 25 a 30 gramos por día en forma de legumbres,


verduras, frutas.... o al menos de cereales enriquecidos que les suelen
gustar mucho.

Sal: No deben tomar más de 3 gramos al día y aquí hay que vigilarles
porque como han perdido gusto tienden a preparar comidas "
sabrosas" añadiendo más sal de la conveniente.

Vitaminas y minerales: las necesidades son como las personas


adultas más jóvenes, lo que sucede es que al no alimentarse a veces
bien, aparecen manifestaciones clínicas o subclínicas de deficiencias,
con lo que si vemos que comen poco se les puede dar algún complejo.
Debido a la frecuencia de osteoporosis en la edad geriátrica se
recomienda que la ingesta de calcio sea superior a los valores que se
consideran normales, sobretodo en mujeres (alrededor de 1500
miligramos/día, el doble que en condiciones de edad más temprana) y
sin embargo las necesidades de hierro son menores al no existir
pérdidas mensuales.

Agua: la importancia del agua aumenta con la edad. Es necesaria


para evitar la deshidratación, y además se puede aliviar el
estreñimiento que en estas edades también aparece frecuentemente.
Las recomendaciones generales son las de tomar 1,5 litros al día,
además de la contenida en los alimentos. Puede ser en forma pura o
en forma de bebidas atractivas como caldos, zumos, sopas, etc. Café
y té pueden tomarse con moderación y el alcohol debe limitarse a las
cantidades que siempre recomendamos de un vasito de vino en cada
comida.

Además se debe llevar una vida ordenada con ejercicio físico (pasear
una hora al día), no fumar y procurar evitar las preocupaciones.
Durante todo el día y en la elaboración de las comidas no debe
abusarse del aceite y sal y en las comidas la cantidad de pan también
debe ser moderada.

EL CALOR Y EL FRIO

Las temperaturas extremas suelen suponer un riesgo para las ancianos. Puesto que han perdido parte de la
sensibilidad a los cambios de clima, cuando los días de verano son especialmente calurosos, es necesario
asegurarse de que permanezcan en casa, al fresco, y de que consuman una buena cantidad de líquidos para evitar
una posible deshidratación, factor que en las personas de edad avanzada puede tener graves repercusiones.

También deben cuidarse de forma especial cuando hace mucho frío. La dieta deber ser entonces más calórica que
en otras épocas del año y debe procurarse que tengan el cuerpo abrigado y que permanezcan en los lugares más
caldeados de la casa. Un simple resfriado, que en una persona joven no pasará de causar molestias durante unos
días, en un anciano puede ser el detonante de una enfermedad pulmonar irreversible.

FACTORES DE CONSIDERACION

Aunque la dieta sana y equilibrada es probablemente el factor más importante para la salud, la edad no pasa en
vano y supone la aparición de ciertos achaques o, inclusive, de enfermedades. En consecuencia, una persona
anciana, por bien alimentada que esté, puede tener ciertas molestias que no deben descuidarse y que de
prolongarse o repetirse, deben ser consultadas con el médico. Entre ellas, la pérdida del apetito, el ahogo, los
mareos, las molestias al orinar, los cambios en las deposiciones, los trastornos auditivos o visuales y la debilidad de
algún miembro. Inclusive es conveniente hacer una consulta médica si se nota cambios repentinos de humor o una
cierta apatía general.

ALIMENTOS CONTRAINDICADOS

 La falta de vitamina D podría aumentar el riesgo de depresión u otros problemas


psiquiátricos en los ancianos,.
 “Las causas subyacentes de la falta de vitamina D, como menor exposición al sol al
reducir las actividades al aire libre, los cambio de vivienda o de hábitos de vestimenta, o
el menor consumo de vitaminas pueden originar depresiones, pero la depresión puede
ser también consecuencia de un bajo índice de vitamina D

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