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VI
La construccién del yo
Desde los origenes de la filosofia sabemos que el ser
humano no nace siendo esto 0 aquello, sino que se hace.
Es potencialmente muchas cosas. «Liega a ser lo que
eres», dijo el poeta Pindaro, con lo que puso los cimientos
de esa ética de la areré 9 de las virtudes desarrollada por
AristOteles. La virtud deluna cosa es su excelencia. Tam-
las personas han de saber encontrar su propia exce-
. Pero, para que sea posible, deben darse ciertas con-
diciones. Aunque Ja moral sea una estructura de los huma-
nos —como explicé Aranguren—, aunque, a diferencia de
Jos animales, el ser humano tenga que escoger su vida, atin
asi, a algunos humanos no les es dado escoger nada, Para
escoger entre un abanico de opciones, y para escoger bien,
tienen que darse unos minimos posibles. Los resumiré en
cuatro puntos que, a mi juicio, son la base y la culmina-
cién de lo que podemos llamar el sujeto moral o la identi-
dad moral. 6
1. En primer lugar, el sujeto debe tener unas identida-
des, unos atributos. Ademds de un nombre propio, unos pa-
| > dres, el individuo tiene una profesién, una patria 0 un terri-
torio al que pertenece, puede tener una religion, puede mili-
tar en un partido politico, puede sermiembro de unos clubs
i i . En suma, cada individuo se id
a, alo largo de su vida, con una serie de realidades, se
1ca en unos espacios, que lo definen y que le dicen a él mis-
mo y a los demas quien es.
2. Las identidades Je deparan iduo reconoci-
miento social. Los demés nos reconocen como aquello que
decimos y demostramos ser. La conciencia de si —se ha di
cho en filosofia— pasa necesariamente por la mirada del
je que hablamos. «El rebaiio comu-
circunstanciay, segiin nuestro Ortega. La
flejo del yo —o de la pluralidad de yoes—, y el yo, a su vez,
se alimenta de ese reflejo social. El individuo ha de haber
encajado, de algin modo, en una realidad externa a él para
reconocerse como alguien em ella, Para ser alguien recono-
legar a ser Jo que sees 0 llegar a ser uno mismo sig-
tener auéonomia, crearse una identidad constituida
porel complejo de atributos que han ido formando el yo. El
ser maduro es el que escoge su forma de ser, disciene aque-
Io que le gusta y quiere conservar y rechaza lo que no de-
sea tener aunque se lo hayan dado. Hoy se habla de identi-
dades involuntarias 0 «encontradas» —ser hombre o
ser catalén o asturiano, ser,cincuent6n— e identidades
gidas» —ser médico, tener tres hijos, ser de derechas, ser
Aunque ¢s cierto que la técnica hace posil i
todo, incluido el transformar aquellas identidades que pare-
cian int i, es titil mantener la distincidn entre aquello
que normalmente se elige ser y aquello que viene dado y, en
todo caso, tno debe esforzarse por rechazar si no lo quiere
como propio.
en suma, significa ser auténtico, aun-
palabra excesiva para nuestras posibilidades.
forma mas modesta: ser aut6nomo es orien-
tarse mas por el propio querer que por las inercias y las obli-
gaciones externas a Ja voluntad.
4. De la autonomia se sigue la respons.
der de aquello que he hecho porque p
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otros, no puede decidir ser al margen de los demas. Ha de
pactar minimamente con ellos, eomprometerse no sdlo con
su propia vida sino con 0s y, por consiguiente,
responder ante ellos de lo que
Recapitulemos. El ser
decian los griegos —identidad m
el que es capaz de ser auténomo y
desarroliado suficientemente ee
que quiere seguir y responder de ellas.
mastic fen ind identidad oc
Jas mismas. Los punt« ee,
ni apreienden ison pro gue ve,
en, sin cuestionarlo, Poco a poco se va produci
3 R Berger, y T. Luckmann, The Social Construction of Reality,
Nueva York, Doubleday, 1966 (traduccién espafiola: Buenos Aires,
‘Amorrortu, 1968).
85jormas y valores a -se dan por establecidos y vilidos.
1La socializacion secundaria es la internalizacién no del
de submundos institucionales basados en con-
eS como es porque no pue-
la, las profesiones, las organi-
undo cambit
‘el matrimonio, por ejemplo—
ypromiso que hubo se ha quebrado. Por otva
que no participan en el didlogo social no
cen de realidad significativa. Es lo que les ha
‘que nos hace personas»??, ad-
Parfit, Reasons and Persons, Oxford University Press,
vierte el filésofo Dereck Parfit, después de explicar con de-
talle que el yo no es una sustancia ni una continuidad fisica
ometafisica. Hay algo afiadido que es lo que le otorga valor
moral. Es decir que, més all de sus varias identidades, por
encima de todas ellas y subsumiéndolas a todas, est la
identidad moral o, si queremos, la identidad humana. Ade-
mas de ser esto o lo otro, al ser humano se le exige que sea
persona, que tenga una identidad moral. ¥ es responsable de
Hegar a 'serlo y de mostrarlo. Lo cual significa que debe
haber una manera de detectar lo que es ser auténtico, ra-
cional, humano. Que, pese a la autonomfa, no se puede ser
persona haciendo lo que a uno le viene en gana en cual-
quier momento.
Para llegar a ser persona hay que superar eso que Hegel
llamé «falsa conciencia» y Marx, «alienaciém». Hay que de-
jar de estar y ser en otra cosa para poder ser uno mismo y
para ser lo que se debe ser. El esclavo que no se conoce
como esclavo nunea llegar a ser persona, ni siquicra querr
serlo, Esto significa que ha habido histéricamente modelos
de persona libre en los que se han mirado los colectivos alie-
nados y han deseado ser como ellos. El autogobierno no
puede estar desprovisto de modelos, de ideales, de referen-
tes, Ha de inscribirse —como se dice en la jerga postmoder-
na— enun relato coherente y satisfactorio para uno mismo
y para los demés.
Pico della Mirandola, preocupado
la humanitas por parte del individuo,
fas no es una cualidad
la consecucién de
jo que «a humani-
ida pasivamente, sino una doe-
trina que hay que conquistar». Pues el ser humano no tiene
una naturaleza prefijada, sino que puede devenir cualquier
creatura. Para orientar esa doctrina, los griegos habian ha-
blado de virtudes, los medievales de los mandamientos divi-
nos y los modernos de derechos y deberes. En todos los ca-
sos, ‘se pretendié dar un cémputo de normas y directrices,
unos principios y formulas que sirvieran de un modo defini-
tivo para construir la huimanitas a la que debemos acercarnos.
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