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Introducción

De cara al primer plenario de la comuna 4 de 2016 se entiende que los desafíos


que se presentan corresponden a una nueva etapa política inexplorada en la Argentina
del S. XXI. Esta etapa está signada por el ascenso al poder del Estado por parte de la
derecha con representación en su clase empresaria más concentrada. De ideología
neoliberal e intereses abiertamente imperialistas.
Se propone la lectura del presente texto con el objetivo de establecer márgenes
de discusión en torno a distintos ejes que se seleccionaron de forma jerárquica para el
avance del debate. Estos pretenden establecer una visión del contexto histórico que se
atraviesa, el repaso de los objetivos estratégicos que se pretenden alcanzar, el
análisis del momento político general y la orientación a adoptar en base al
desarrollo de las discusiones.
De ninguna manera apunta a ser la última palabra en la cuestión, sino, muy por
el contrario, el disparador de múltiples pestañas que den lugar a diferencias, matices y
superaciones en el diálogo.
Aclarado el método y el fin del material y contando, en principio, con el acuerdo
de los lectores, se precede al desarrollo de los puntos de contenido en cuestión.

Contexto Histórico

La última década y media de la región latinoamericana estuvo marcada por la


conducción de gobiernos populares con tintes y matices distintos, sin embargo
estratégicamente parecidos y pragmáticamente casi iguales. Si bien se pueden distinguir
títulos de mayor o menor rimbombe en los Estados o procesos encarados por los
distintos movimientos latinoamericanos, los factores comunes que los definen son:

Combate contra el neoliberalismo que predominó en la región durante los `90.

Instauración de un “Estado de Bienestar” sui generis aplicado en base al fomento de la


economía interna.

Desarrollismo con incipientes indicios de industrialización (solo en algunos casos).

Progresismo ideológico pragmatizado en avances sociales.

Respeto e inclusión a la minorías y reconocimiento e importancia política-étnica (en el


caso de Bolivia no solo se trata de ideología pragmatizada, sino del pilar fundamental
del gobierno que se ampara en las mayorías originarias).

Oposición a las políticas radicalmente imperialistas y construcción de independencia


política y económica con avances y retrocesos.

Cultura contra hegemónica, vital herencia del neoliberalismo de los `90

Varios de estos procesos que terminaron con los principales representantes de


organismos sociales ejerciendo el poder del Estado iniciaron con convulsiones y
conflictos sociales. Claros ejemplos de estos casos son Argentina y Venezuela,
encontrando el primero su punto más alto en las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de
diciembre de 2001, en las cuales el movimiento popular aún no organizado y de manera
espontánea destruyó al Gobierno de la UCR y aliados con Fernando De la Rúa a la
cabeza, decretó el fin de ciclo neoliberal en el país y quebró una pata del régimen
haciendo que la alternativa radical pase a estar descartada como opción de Gobierno
nacional. Venezuela, en cambio, tuvo sus jornadas revolucionarias el 12 y el 13 de abril
de 2002, con un movimiento con bases organizativas y de identidad ya chavista. Este
caso no marcó el inicio de un ciclo popular en el país a la ofensiva como en Argentina,
sino a la defensiva derrotando un golpe de Estado del General Carmona, quién había
tomado el poder el 11 de abril de 2002 junto a un grupo de Militares y civiles,
deponiendo el Gobierno del presidente electo Hugo Chávez. Es así que la posterior
“Marea Roja” en alianza con un grupo de militares chavistas denominados los “Boinas
Rojas”, derrotaron el “Carmonazo” y retornaron el poder al presidente electo
constitucionalmente, Hugo Chavez.
Otros procesos se caracterizan por haberse dado sin momentos de extrema
conflictividad social o “en frío”. Los casos más emblemáticos de la región son el de
Brasil y el de Uruguay. Siendo ambos países estructuralmente muy distintos,
políticamente compartieron una suerte similar con los ascensos al poder del PT y el
Frente Amplio, respectivamente, de forma transicional y conforme a los tiempos
constitucionales. El descontento con los Gobiernos de los `90 llegó a manifestarse en las
urnas y no fue desafiado militarmente.
De esta forma y con distintos procesos como la Guerra del Gas en Bolivia y la negación
de Correa a firmar tratados de libre comercio con EEUU, tanto por abajo como por
arriba se empezaban a sentir entre fines de los `90 y principios de los 2000, los
movimientos nacionales que disputarían, conquistarían y alinearían los poderes del
Estado de las naciones latinoamericanas en pos de los intereses populares de cada país.

Una década después de estas gestas la derecha comenzó su restauración en los distintos
puntos del continente. Encarando procesos de desgaste, apoyados fundamentalmente en
los medios de comunicación y financiados por EEUU que había desjerarquizado su rol
en la región viéndose imposibilitado de actuar por los límites que le imponían los
procesos emancipatorios, el poder económico empresarial y concentrado encontró una
fórmula que le permitió volver a disputar el control de los Estados Nación. Al principio
fue como oposición, generando crisis y desestabilización a través de todos los
mecanismos económicos, políticos y sociales con los que contaban.

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