Vous êtes sur la page 1sur 13

1° Plenario 2016 COMUNA 4

Introducción
De cara al primer plenario de la comuna 4 de 2016 se
entiende que los desafííos que se presentan corresponden a
una nueva etapa políítica en la Argentina del S. XXI. Esta
etapa estaí signada por el ascenso al poder del Estado por
parte de la derecha con representacioí n en su clase
empresaria maí s concentrada. De ideologíía neoliberal e
intereses abiertamente imperialistas.

Se propone la lectura del presente texto con el


objetivo de establecer maí rgenes de discusioí n en torno a
distintos ejes que se seleccionaron de forma jeraí rquica para
el avance del debate. Estos pretenden establecer una visión
del contexto histórico que se atraviesa, el repaso de los
objetivos estratégicos que se pretenden alcanzar con sus
respectivas discusiones tácticas generales, análisis del
momento político (coyuntura media) y orientación a
adoptar en base al desarrollo de las discusiones.

De ninguna manera apunta a ser la uí ltima palabra en


la cuestioí n, sino, muy por el contrario, el disparador de
muí ltiples pestanñ as que den lugar a diferencias, matices y
superaciones en el diaí logo.

Aclarado el meí todo y el fin del material y contando, en


principio, con el acuerdo de los lectores, se procede al
desarrollo de los puntos de contenido en cuestioí n.

Contexto Histórico

La uí ltima deí cada y media de la regioí n


latinoamericana estuvo marcada por la conduccioí n de
gobiernos populares con tintes y matices distintos, sin
embargo estrateí gicamente parecidos y pragmaí ticamente
casi iguales. Si bien se pueden distinguir tíítulos de mayor o
menor rimbombe en los Estados o procesos encarados por
los distintos movimientos latinoamericanos, los factores
comunes que los definen son:
Combate contra el neoliberalismo que predominoí en la
regioí n durante los `90.
Instauracioí n de un “Estado de Bienestar” sui generis
aplicado en base al fomento de la economíía interna.
Desarrollismo con incipientes indicios de industrializacioí n
(solo en algunos casos).
Progresismo ideoloí gico pragmatizado en avances sociales.
Respeto e inclusioí n a la minoríías y reconocimiento e
importancia políítica-eí tnica (en el caso de Bolivia no solo se
trata de ideologíía pragmatizada, sino del pilar fundamental
del gobierno que se ampara en las mayoríías originarias).
Oposicioí n a las polííticas radicalmente imperialistas y
construccioí n de independencia políítica y econoí mica con
avances y retrocesos.
Cultura contrahegemoí nica, Enfrentando una herencia vital
del neoliberalismo de los `90 y la ideologíía de la
globalizacioí n.
Varios de estos procesos que terminaron con los
principales representantes de organismos sociales
ejerciendo el poder del Estado, se iniciaron con convulsiones
y conflictos sociales. Claros ejemplos de estos casos son
Argentina y Venezuela, encontrando el primero su punto
maí s alto en las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de
diciembre de 2001, en las cuales el movimiento popular auí n
no organizado y de manera espontaí nea destruyoí al Gobierno
de la UCR y aliados con Fernando De la Ruí a a la cabeza,
decretoí el fin de ciclo neoliberal en el paíís y quebroí una pata
del reí gimen haciendo que la alternativa radical pase a estar
descartada como opcioí n de Gobierno Nacional.
Venezuela, en cambio, tuvo sus jornadas
revolucionarias el 12 y el 13 de abril de 2002, con un
movimiento con bases organizativas y de identidad ya
chavista. En este caso no marcoí el inicio de un ciclo popular
en el paíís a la ofensiva como en Argentina, sino a la defensiva
derrotando un golpe de Estado del General Carmona, quieí n
habíía tomado el poder el 11 de abril de 2002 junto a un
grupo de Militares y civiles, deponiendo el Gobierno del
presidente electo Hugo Chaí vez. Es asíí que la posterior
“Marea Roja” en alianza con un grupo de militares chavistas
denominados los “Boinas Rojas”, derrotaron el “Carmonazo”
y retornaron el poder al presidente electo
constitucionalmente, Hugo Chavez.
Otros procesos se caracterizan por haberse dado sin
momentos de extrema conflictividad social o “en fríío”. Los
casos maí s emblemaí ticos de la regioí n son el de Brasil y el de
Uruguay. Siendo ambos paííses estructuralmente muy
distintos, polííticamente compartieron una suerte similar con
los ascensos al poder del PT y el Frente Amplio,
respectivamente, de forma transicional y conforme a los
tiempos constitucionales. El descontento con los Gobiernos
de los `90 llegoí a manifestarse en las urnas.
De esta forma y con distintos procesos como la Guerra
del Gas en Bolivia y la negacioí n de Correa a firmar tratados
de libre comercio con EEUU, tanto por abajo como por arriba
se empezaban a sentir, entre fines de los `90 y principios de
los 2000, los movimientos nacionales que disputaríían,
conquistaríían y alinearíían los poderes del Estado de las
naciones latinoamericanas en pos de los intereses populares
de cada paíís y de la regioí n.

Durante este perííodo la influencia de los EEUU sobre


Latinoameí rica se redujo notablemente. Tanto por la
fortaleza y unidad de los gobiernos de la regioí n como por la
debilidad relativa producto de las dos grandes crisis que
asaltaron a la superpotencia en los uí ltimos anñ os (Atentado
Torres Gemelas -2001- Caíída de Lehman Brothers -2008-).
Una deí cada despueí s, la derecha comenzoí su
restauracioí n en los distintos puntos del continente.
Encarando procesos de desgaste, apoyados
fundamentalmente en 3 pilares: los medios de comunicacioí n
hegemoí nicos, el poder políítico acumulado y la corporacioí n
judicial jugando un rol políítico activo cuasi partidario. El
poder econoí mico concentrado encontroí una foí rmula que le
permitioí volver a disputar el control de los Estados Nacioí n.
Al principio como oposicioí n, generando crisis y
desestabilizacioí n a traveí s de los mecanismos mencionados, y
condicionando el avance de las transformaciones. Y ahora,
desde el gobierno determinando un futuro adverso para el
destino de los pueblos. Por ahora, solo en Argentina, pero
con grandes avances en la regioí n (crisis de Venezuela,
impeachment en Brasil, triunfo del “NO” a la reeleccioí n de
Evo en Bolivia).
Mientras tanto, EEUU vive una transición oceánica
del Atlántico al Pacífico. El Tratado Transatlaí ntico de
Inversiones (TTIP) y el Tratado de Cooperacioí n
Transpacíífico (TPP), buscan restaurar la trama políítica-
comercial que garantice la hegemoníía total de los EEUU
sobre el continente Americano para poder atender, sin
sobresaltos, a su preocupacioí n principal: China.

Hay quienes sostienen que el superciclo de


commodities, que trastornoí los teí rminos del intercambio por
maí s de una deí cada, fue lo que alentoí a muchos paííses de
Ameí rica Latina a repudiar su progresiva satelizacioí n
respecto de la economíía de USA.
Esta visioí n alienta a creer en la decadencia del
proyecto de Washington, soí lo como un proceso momentaí neo
de un inevitable ciclo de recomposicioí n del sistema de
mercado. Esto lleva a pensar que los sucesos de 2001 y 2008,
no fueron sííntomas inapelables del inicio de la decadencia
del Imperio, sino elementos excepcionales del mismo ciclo
histoí rico.
En otras palabras, el superciclo que dio impulso a los
gobiernos populares fue transitorio y la hegemoníía
imperialista no habríía estado en declive sino en reagrupe y
recarga.
Estos condicionantes objetivos de la proí xima etapa
chocan en el terreno políítico-social contra la fuerza de los
movimientos nacionales. La etapa de ascenso de los
gobiernos progresistas, ademaí s de ser explotadas
econoí micamente por el viento de cola que daba el alza de los
commodities, fue el escenario ideal para conformar una
fuerza que retomoí las mejores tradiciones y lecciones
histoí ricas de los ensayos revolucionarios que terminaron en
derrotas. El condicionante subjetivo de los pueblos
movilizados es hoy la variable de desequilibrio para que el
superciclo protagonizado por las polííticas emancipatorias,
no queden reducidas a rebeliones temporales apanñ adas por
un periodo de crecimiento.
Este es el enorme desafíío histoí rico que tiene enfrente
el movimiento nacional, como asíí todas sus variantes de la
Patria Grande.
Objetivos estratégicos, discusiones tácticas

a. Un marco teórico

Tanto en la políítica como en la guerra es importante


identificar con exactitud objetivos taí cticos y estrateí gicos.
Analizar escenarios, construir herramientas para lograr
dichos objetivos. La teoríía militar, aporta elementos
indispensables para tener un diagnoí stico maí s certero de los
puntos mencionados.

En ese sentido, Karl Von Clausewitz, Mayor General


Prusiano y director de la Academia Militar Prusiana en
Berlíín hasta el anñ o 1830, sostiene en sus tratados “De La
guerra” que:

“La guerra no es simplemente un acto político,


sino un verdadero instrumento político, una
continuación de las relaciones políticas, una
gestión de las mismas con otros medios.
La guerra no es sino la continuación de las
transacciones políticas, llevando consigo la mezcla
de otros medios.“

El gran ejemplo de esto lo brinda el Comandante Hugo


Chaí vez, estudioso de Clausewitz. La identidad econoí mica
que adoptoí Venezuela durante su periodo de Gobierno se
explica en 3 cuestiones generales: 1. La coyuntura, 2.
Economíía basada en lo humano y popular, 3. La importancia
pedagoí gica en lo econoí mico.

Desde la ciencia militar de Clausewitz, Chavez


construye un paradigma de la economíía asociada a las
necesidades del ahora, del ya. Establece una Economíía
Políítica de combate frontal contra las necesidades
inmediatas. Identifica a la coyuntura como un frente de
batalla, y disenñ a su articulacioí n con las otras dos variables.
ya que de ella depende el bienestar inmediato del pueblo.

Asíí mismo, Chaí vez, hace referencia a Clusewitz en una


entrevista senñ alando: “Clausewitz decíía que la Guerra es la
continuacioí n de la políítica por otros medios, sin embargo yo
soy militar, entonces para míí la políítica es la continuacioí n de
la guerra por otros medios”. En efecto, Clausewitz tambieí n
era militar y en los ya citados tratados advierte:

“Tan pronto como el despliegue de fuerzas


que se exija, sea tan grande que no se encuentre
equilibrado con la importancia del fin político,
debe abandonarse éste y seguir la paz.
El Objetivo Político no es un tirano, debe
adaptarse a la naturaleza de los medios, y por ello
puede ser alterado con frecuencia, más siempre
debe atenderse a él preferentemente.”

Tanto Clausewitz como Chaí vez entienden en la guerra y la


políítica una relacioí n dialeí ctica, dinaí mica y constante donde
el fin políítico tiene jerarquíía por sobre los objetivos
guerreros.

En este sentido, el escenario políítico (coyuntura


políítica, social, econoí mica y cultural), se plantea como un
campo de batalla y cada campo de batalla (parlamento,
instituciones, asambleas, manifestaciones, paros, marchas,
etc.) se plantea como un escenario políítico.

En el centro de esta dialeí ctica surge el concepto y la


praí ctica de los objetivos estrateí gicos a los que se apunta.

b) Tradición y deber histórico

Desde una concepcioí n general se puede decir que los


grandes objetivos estrateí gicos para la nacioí n y la regioí n,
devenidos continuidad de tradicioí n y las tareas histoí ricas del
movimiento nacional, se pueden enumerar
esquemaí ticamente en tres metas de largo plazo conforme a
la situacioí n actual:

1- Segunda Revolucioí n de caraí cter popular y


antiimperialista.

2- Emancipacioí n de la “Patria Grande” en un mismo


sentido que el punto uno.

3- Unificacioí n de los paííses de la regioí n perifeí ricos o


semi coloniales en una misma federacioí n de estados
(Estados Unidos de Sudameí rica)

Se entiende que la orientacioí n no estaí definida


uí nicamente por estos puntos de forma inflexible, ya que
llevaríía al inmovilismo idealista del movimiento es pos de un
futuro utoí pico cada vez maí s lejano, pecado frecuente de
grupos pseudoizquierdistas que derivan en errores polííticos
garrafales al punto de llevarlos a su propia extincioí n. Sin
embargo, son cuestiones que deben prevalecer de forma
inobjetable en el transcurso del debate y como horizonte del
camino a recorrer.
Ese camino estaí construido de pequenñ as, medianas y
grandes operaciones tácticas que debe llevar adelante el
movimiento en pos de, dada la unioí n de las mismas, alcanzar
los objetivos estratégicos.
Clausewitz explica este punto de forma inversa y a la vez
dialeí ctica en el terreno militar:
“Se deduce la existencia de dos acciones
completamente distintas: la disposición y
conducción de los combates, y la combinación de
los mismos entre sí, para alcanzar el fin de la
guerra. La primera constituye la Táctica, a la
segunda la llamamos Estrategia.
Es cierto que la cuestión política no penetra
profundamente en los detalles de la guerra. No se
colocan los centinelas o se conducen las patrullas
según las consideraciones políticas. Pero la
influencia del elemento político es mucho mayor,
cuando se hace el plan de toda la guerra, de la
campaña y, a menudo, también de una batalla.
Cuanto más importante y de mayor entidad
sean los motivos de la guerra, y cuanto más
afectan a los intereses vitales de los pueblos: con
mayor empeño se tratará de derribar al
adversario. Entonces, tienden a confundirse el
objetivo guerrero y el fin político. Y así la guerra
aparece menos política y más puramente
guerrera”.

Tomando la uí ltima cita se puede decir que: Cuanto


maí s importantes y vitales para nuestro pueblo sean los
motivos de una operacioí n taí ctica, con mayor empenñ o se
trataraí de derribar al adversario. En determinados
escenarios, la taí ctica cobra una relevancia superior a los
objetivos estrateí gicos.
Un gran ejemplo de esto en la actualidad son los
despidos; afectan intereses del pueblo de forma brutal y
hacen que el conflicto tome una importancia enorme. Si bien
los despidos no estaí n directamente asociados con nuestros
objetivos estrateí gicos, resulta una ocupacioí n primordial del
movimiento atender la cuestioí n con todas sus fuerzas,
jerarquizando (sanamente) la posibilidad de frenar los
despidos o lograr reincorporaciones, como un fin políítico en
síí mismo.

Otra tarea que tiende a confundirse con un fin en


sí mismo es la construcción de los instrumentos
políticos para tales propósitos. Es un error muy comuí n
entender que la construccioí n de un partido como parte de
un movimiento es “la tarea estrateí gica”, cuando en realidad
es parte de las tareas estrateí gicas “del momento”.

La construccioí n del partido es el deber cotidiano de


todo militante en cada aí mbito social del que dispone para
hacerlo. La construccioí n de un partido no es solo la
sumatoria de sus miembros, sino el desarrollo ííntegro de su
militancia. Es asíí que un partido debe crecer, de forma
permanente, tanto en cantidad (militantes que tomen el
programa del partido y lo lleven a la praí ctica), como en
calidad (desarrollo teoí rico, políítico y social de cada uno de
los companñ eros).
Las tareas cambian, dado el contexto histoí rico, de un
momento a otro, tanto en forma como en contenido.

Un gran ejemplo histoí rico es la construccioí n del


partido Bolchevique que empieza siendo una escisioí n de la
Social Democracia Rusa. Se vuelve un pequenñ o grupo de
miles, llegando al momento de mayor convulsioí n en el
derrocamiento del Zar ya eran 50 mil, y pocos meses
despueí s, pasadas las jornadas de octubre, se convirtieron en
maí s de 5 millones, organizados en ejeí rcitos regulares y en
las instituciones democraí ticas maí s avanzadas que ha dado la
historia de la humanidad, los soviets.

El mismíísimo peronismo, antes del 17 de octubre del


45, no teníía idea de la cantidad o de la capacidad de
organizacioí n y fuerza de impacto que teníía. Estas jornadas
dieron como resultado un enorme salto cualitativo en cuanto
a las demandas del movimiento, que rebalsaron plenamente
lo sindical, para saltar al terreno estrictamente políítico
(liberacioí n de Peroí n). Sin mencionar, el salto cuantitativo y
organizativo que dieron a luz al Movimiento y al Partido
Justicialista posteriormente.
Estos ejemplos, no fueron tareas regulares de
acumulacioí n, sino la interpretacioí n estrateí gica de un
momento histoí rico para dar grandes saltos apoyaí ndose en
una acumulacioí n previa y de cara a los objetivos maí s lejanos.
En el adecuado manejo de estos equilibrios, radica el
eí xito de nuestra tarea políítica. Hoy, desde la oposicioí n,
reagrupando fuerzas para recuperar el poder.
Momento político.

a. Economía

Interior

Nuestra posicioí n es clara: La ambicioí n insaciable de ese


1% de la poblacioí n que posee el 50% de la riqueza global
hacen de este mundo, un lugar inviable. La estructura social
y material que garantiza que los ricos sean cada vez maí s
ricos y los pobres cada vez maí s pobres, debe detenerse.
Un gran indicador objetivo que se puede tener en
cuenta al iniciar un anaí lisis del momento políítico que
atraviesa un paíís es la evolucioí n de la distribución oficial
del ingreso.
La distribución oficial del ingreso es una medicioí n
econoí mica que se toma en cuenta para calcular queí
porcentaje del PBI (producto bruto interno) llega al bolsillo
de los trabajadores y queí porcentaje del mismo corresponde
a ganancias de los duenñ os del capital. Este ííndice es al que el
General Peroí n hacíía referencia cuando hablaba de llegar al
“Fifty-fifty”, 50% para los trabajadores, 50% para los
empresarios.
Si bien hay diferencias en cuanto a las distintas mediciones
y el criterio utilizado seguí n la eí poca; efectivamente el
objetivo del fifty-fifty fue conquistado en varios momentos
histoí ricos. Los uí ltimos: En 1973, con un movimiento obrero
organizado y a la ofensiva que determinaba el triunfo del
FreJuLi (Frente Justicialista de Liberacioí n), con Caí mpora a la
cabeza, y la posterior vuelta de Peroí n. Y recientemente
durante el primer y segundo mandato de Cristina Kirchner.
La experiencia nos muestra que este ííndice es el maí s
susceptible a los cambios bruscos. Sobretodo en momentos
bisagra de la historia.
Durante los primeros meses posteriores al golpe de
Estado de 1976, se observa un corrimiento de este ííndice a
favor de los empresarios, y en detrimento de los
trabajadores. De forma inversa ocurre en la etapa posterior a
las jornadas revolucionarias de 19 y 20 de diciembre de
2001, momento en que la distribucioí n oficial del ingreso
pasoí de estar totalmente desbalanceada a favor de los
empresarios, a recomponerse y recuperar los niveles de
participacioí n trabajadora en la ganancia nacional.
La distribucioí n oficial del ingreso es una fuente que rinde
cuenta de la lucha de clases a lo largo de la historia. Se trata
de un claro indicador de coí mo la burguesíía retiene un alto
porcentaje de la plusvalíía que genera el trabajador, durante
las eí pocas de reaccioí n y gobierno de la derecha. Asíí como
tambieí n refleja la recuperacioí n de esa ganancia para el
obrero, al calor de procesos de lucha y gobiernos populares.
En ese sentido, el Gobierno de Macri y Cambiemos, ha
marcado una tendencia claríísima en sus primeros meses de
gobierno:

 Quita de retenciones a los terratenientes agrarios.


 Baja de impuestos casi total a las mineras,
 Devaluacioí n.
 Despidos masivos.
 Emisioí n de bonos en doí lares a tasas insoí litas para la
banca nacional e internacional.
 Tarifazos de servicios combinados con las subas en
los precios del transporte puí blico.

Todas estas, son medidas tendientes a que la


distribucioí n oficial del ingreso sea cada vez maí s beneficiosa
para los empresarios, y por ende, perjudicial para el salario
del trabajador.
Nuevamente, los poderes concentrados, pretenden
instalar un modelo econoí mico y social, donde los ricos sean
cada vez maí s ricos y los pobres cada vez maí s pobres.
Exterior

Los lineamientos de la economíía políítica de parte del


Gobierno y de cara al mundo son, probablemente, los rasgos
maí s neoliberales que demuestran Macri y sus ministros. El
endeudamiento reí cord que generaron a partir de la
capitulacioí n ante los Fondos Buitre junto con la buí squeda
indigna de “inversiones carnales” son un convite perfecto
para las grandes corporaciones a un nuevo festíín de entrega
de la patria.
Las leyes sobre las empresas y acciones del Estado
constituyen un gran factor de “incomodidad” (Estados
incoí modos, Garcíía Linera) para poder realizar una ofrenda
total de la soberaníía, sin embargo la posibilidad abierta para
tomar deuda sin un plan de crecimiento sostenido constituye
la mayor variable de sometimiento semicolonial de la nacioí n.
En sííntesis, con la toma de deuda el Gobierno asegura
dejar la huella que perpetuí e el condicionamiento políítico del
paíís y las relaciones semicoloniales con los paííses centrales.
Mientras maí s endeudada se encuentre la Nacioí n, mayores
seraí n las ataduras y los rasgos semicoloniales que presente a
la hora de tomar determinaciones polííticas. Esto seraí , no
solo durante el lapso que perdure este Gobierno, sino que
continuaraí como compromiso de Estado y supondraí un
nuevo desafíío para el momento en que se recupere la
conduccioí n de la Patria.

b) Política

La mayoríía de los procesos de ascenso de la derecha en la


regioí n cuentan con ideí nticos actores aliados en contra de los
Gobiernos Populares. Como se describioí en el punto uno, la
santíísima trinidad que lleva adelante el plan políítico para
terminar con las conquistas del pueblo estaí conformada por
los medios de comunicacioí n hegemoí nicos, el poder políítico
de la derecha y la corporacioí n judicial.
En el caso de Argentina, que es la primera experiencia en
la que comienzan a ejercer el poder del Estado luego de
haber sido oposicioí n, se puede notar una firme apuesta a la
destruccioí n del capital políítico conquistado durante los anñ os
de crecimiento.
Esta santa trinidad apuesta a desintegrar de forma
brutal cualquier posibilidad de influencia políítica que tenga
el Movimiento Nacional sobre la ciudadaníía.
Demonizando a la militancia, ejecuta procesos de
persecucioí n, censura y represioí n sobre los intentos de
denuncia o enfrentamiento contra la políítica que llevan
adelante. El caso de Milagro Sala, es el maí s emblemaí tico,
dado su caraí cter de presa políítica y el bloqueo mediaí tico que
acompanñ a su causa.
En definitiva, la apuesta es a la destruccioí n de la
Política. Siendo esta la herramienta central del Movimiento
para la transformacioí n de la realidad.

El otro eje del conflicto es el Trabajo. Las medidas


econoí micas mencionadas en el punto anterior, entran
directamente en conflicto con la capacidad de poder
adquisitivo del salario y en muchos casos, con el trabajo en síí
mismo.
Esto ha motivado la vuelta de las organizaciones
gremiales al centro de la escena políítica. Los sindicatos han
recuperado el protagonismo por una inminente necesidad
defensiva.
Sin dudas, las acciones del movimiento obrero
organizado, deben ser parte indisociable de la estrategia del
Movimiento Nacional para el combate contra este modelo.

En definitiva, el gobierno intenta establecer un


recambio políítico que oscile entre variantes conservadoras y
una clase obrera disciplinada que no genere sobresaltos.
Necesita un reí gimen que brinde consenso para poder
avanzar sobre estructuras estatales “incoí modas”. Dichas
estructuras, le impiden ir hacia un modelo neoliberal, sin
antes toparse con el poder del pueblo ejercido a traveí s de la
instituciones democraí ticas.
Los hechos ocurridos en el consejo consultivo de la
Comuna 4, hace pocos díías, son un claro ejemplo de lo
incoí modas de sortear que son estas estructuras estatales.
Cada espacio de participacioí n ciudadana se transformaraí
en un campo de batalla por esa disputa, el poder popular
deberaí desarrollarse adaptaí ndose a esta nueva etapa o
perecer en el intento.

c) Cultura y hegemonía

Una de las lecciones que nos han dejado los uí ltimos anñ os
es la importancia que tiene la “batalla cultural” y la
construccioí n de hegemoníía. Esta tensioí n, por la
construccioí n de sentido comuí n, cobra vital importancia en la
etapa que se abre.
Gran parte de la burguesíía trabaja en conjunto para
instalar un clima de locura que justifique cualquier medida
adoptada por el gobierno, maí s allaí de que el efecto praí ctico
que genere la misma sea en total detrimento del pueblo.
Es importante identificar dos elementos centrales en este
campo.
En primer lugar, debemos analizar el instrumento
elegido para hacerlo. La enorme estructura de medios de
comunicacioí n masivos, articulados y cohesionados, brindan
soporte cultural al proyecto de la derecha.
Los casos actuales sobran, sin embargo forman parte de
una loí gica defensiva. El ejemplo de los Panamaí Papers es
ideal, ya que contiene una dosis de cinismo uí nico junto con
una carga ideoloí gica fuerte.
Insoí litamente, despueí s del destape del caso en
Argentina, hubo una tendencia a imponer, desde los medios
de comunicacioí n hegemónicos, que tener una cuenta en
Panamaí era algo comuí n. Que la fuga de divisas no constituye
un delito en síí mismo y que cualquier persona, si trabajaba
duro y se esfuerza, puede llegar a hacerlo.
Se avanza en el plan de identificar al oprimido con el
opresor para correr el líímite de tolerancia,
fundamentalmente de las clases medias, y conquistar un
clima de locura e impunidad total para lo que se viene.
En este punto, aparece el segundo elemento central a
analizar: la línea política que da sentido al proyecto de la
derecha. La cultura del individuo.
Esta cultura, promueve la realizacioí n del ser humano
en competencia con sus pares como el camino del progreso.
La PROPAGANDA “Meritocracia” de Chevrolet,
muestra ademaí s coí mo la líínea promovida desde el Gobierno
es tomada y llevada adelante por los holdings empresariales
y transmitida masivamente a traveí s de sus marcas.

Esto viene a combatir directamente con la idea de una


comunidad organizada, en articulacioí n armoí nica del
conjunto de la ciudadaníía, en pos de su realizacioí n social.
La cultura colectivista y cooperativa que
fomentaron los gobiernos populares durante los uí ltimos
anñ os corre peligro de retroceso en batalla contra la cultura
del individuo.

Clausewitz aclara sobre la destruccioí n del enemigo:

“Al hablar de destrucción de fuerzas


enemigas hemos de observar que nada nos obliga a
limitar este concepto simplemente a las fuerzas
físicas. Por el contrario, deben comprenderse en
ellas, también las fuerzas morales. Ambas se
relacionan hasta en sus más pequeñas partes, y por
lo tanto, son inseparables. Las Fuerzas Militares
deben ser anuladas. Puestas en tal estado que no
puedan continuar la lucha”.

Esto es lo que intenta la derecha: Destruir la moral del


ejeí rcito del pueblo trabajador y anular su capacidad de
combate para que no pueda continuar la lucha.
De esta manera se transforma en una prioridad del
movimiento, no solo continuar la lucha, sino irradiarla de
forma contrahegemónica en cada aí mbito posible.
Garcíía Linera propone la ecuacioí n “Gramsci maí s
Lenin, y luego de nuevo Gramsci” (Disputa cultural - Derrota
del adversario - Disputa cultural).
Este es el momento maí s gramsciano de esa ecuacioí n.
Como dijo Cristina Fernaí ndez de Kirchner en el ND Ateneo,
la lucha es por “convencer, persuadir y hacer ver”,

Orientación

Considerando la instancia plenaria se propone la lectura


del documento partidario “Nuevo Encuentro y el presente
de la Patria” y el artíículo “Discurso de CFK en el ND
Ateneo”, ambos disponibles en la web
www.partidoencuentro.org.ar con el fin de abarcar el general
de las discusiones y los lineamientos que propone el partido
para encarar esta nueva etapa. En el mismo sentido y para
tener en cuenta lineamientos histoí ricos y polííticos auí n maí s
abarcativos que exceden este documento, pero que se
aconseja tener en cuenta para el desarrollo de posiciones y
propuestas, se sugiere la lectura de “El pueblo cubano
vencerá”, intervencioí n de Fidel Castro en el 7mo congreso
del Partido Comunista Cubano y “Derrotas y Victorias”,
artíículo escrito por el vicepresidente de Bolivia, AÁ lvaro
Garcíía Linera.

“Es preciso soñar, pero con la condición de creer en


nuestros sueños. De examinar con atención la vida real,
de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y
de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”.

Vladimir Ilich Ulianov, Lenin

Vous aimerez peut-être aussi