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1.

Introducción

La realidad de nuestro sistema societario es que la mayoría de sociedades constituidas y en


funcionamiento en el país, operan bajo la forma de sociedades anónimas, ya sea en su forma ordinaria o
por alguna de sus modalidades cerrada o abierta.

Esto se debe a que las características y la regulación de la sociedad anónima facilitan el


funcionamiento de las sociedades y permiten, en muchos casos, simplificar la marcha de estas
sociedades, pues casi todos sus aspectos se encuentran ya pre- vistos por la Ley General de
Sociedades; no siendo necesario que cada sociedad establezca sus propias reglas de funciona-
miento, lo que podría llevar a complica- ciones e incluso situaciones que obstruyan el funcionamiento
de la sociedad.

El uso difundido que existe de la sociedad anónima hace que la gran mayoría de trabajados de
investigación y artículos especializados se refieran a este tipo societario.

Sin embargo, la Ley General de Sociedades también contempla otros tipos societarios que, según los
intereses y características de la empresa que se desea formar, podrían ajustarse también o incluso ser
más convenientes que la sociedad anónima.

Así la Ley contempla a la sociedad comercial de responsabilidad limitada, a la sociedad civil, la


sociedad en comandita y la sociedad colectiva.

En el presente informe, veremos las características de cada una de estas formas societarias y si
resulta conveniente o no su utilización.

2. Marco legal
Los otros tipos societarios distintos a la sociedad anónima, se encuentran regu- lados a partir del artículo
265° de la Ley General de Sociedades.

3. La sociedad colectiva

Como habíamos señalado en la introducción, en el tratamiento de las sociedades, nuestra Ley contiene
distintos modelos o tipos societarios a los cuales acogerse.

Hay que señalar que salvo los casos de la sociedad comercial de responsabilidad limitada y la sociedad
civil, los otros tipos societarios previstos por la Ley se encuentran actualmente en desuso y son muy raros los
casos de sociedades que aún persisten con estas modalidades y mucho más extraños aún los casos de
nuevas sociedades que se constituyan adoptando alguna de estas formas.

Sin embargo, la Ley mantiene vigente la regulación de estas formas y es necesario comentar su regulación.

La sociedad colectiva es una forma de sociedad en la cual el sistema de responsabilidad no es limitado,


sino que se aplica a los socios una responsabilidad solidaria e ilimitada por las obligaciones de la
sociedad. Tal vez sea este el factor por el cual ya no se suele utilizar esta forma de sociedad.

La responsabilidad solidaria implica que los socios deberán cubrir con su patrimonio personal las
obligaciones asumidas por la sociedad. Así lo dispone el artículo 265° de la Ley.

A diferencia de la sociedad anónima, en la sociedad colectiva se utiliza una razón social, que debe
estar integrada por el nombre de uno o varios socios, acompañados de la indicación “sociedad colectiva”
o “S.C.”.

El efecto de la razón social conlleva a que si una persona admite que su nombre aparezca en ella, se le
aplicará también

la responsabilidad por las obligaciones sociales, aunque no sea socio.

Con la finalidad de proteger a los socios y que estos puedan establecer con claridad los
alcances de su responsabilidad, la sociedad colectiva tiene un plazo de duración limitado. Se
puede prorrogar si así lo acuerdan unánimemente los socios.

Se busca con esta disposición que los socios no asuman una responsabilidad ilimitada en
el tiempo, dejando a criterio de ellos la posibilidad de prorrogar el plazo de duración de la
sociedad.

De la misma manera que para el plazo de duración, la modificación de cualquier otro aspecto
del pacto social requiere del acuerdo unánime de los socios y de su inscripción en los
Registros Públicos. Así lo prevé el artículo 268° de la Ley:

“Artículo 268º.- Modificación del Pacto Social

Toda modificación del pacto social se adopta por acuerdo unánime de los socios y se inscribe en el
Registro, sin cuyo requisito no es oponible a terceros”.

La forma como se adoptan las decisiones en la sociedad colectiva también varía con respecto
a la sociedad anónima. En la sociedad colectiva, los votos se computan por personas, no por
porcentajes de participación en el capital.
Aunque esta regla general puede variarse si así se indica en el pacto social, para que los votos sean
computados por capitales, debiendo en tal caso señalares la forma como se computará el voto
de los socios que aportan servicios o trabajo.

En cuanto a su administración, la sociedad colectiva también es especial, pues no se encarga a


uno o varios órganos, sino que le corresponde a todos los socios, de manera individual, siendo
todos responsables por la administración.

Considerando también el sistema de responsabilidad de la sociedad colectiva, se prevé que los


socios no pueden transferir

sus participaciones sin el consentimiento de todos los otros socios. La transferencia debe hacerse por
escritura pública e inscribirse en los Registros Públicos,

Además de las operaciones que se realizan en nombre y a través de la sociedad, los socios pueden
realizar operaciones en forma individual a título de personas na- turales. En tales casos, dichas
operaciones no son atribuibles a la sociedad, ni la obligan ni la benefician, salvo que el pacto social
disponga una consecuencia distinta.

Para la determinación de la responsabilidad de los socios, se debe tener en cuenta el beneficio de


excusión. Este beneficio de excusión implica que los socios que son requeridos para el pago de las
obligaciones de la sociedad pueden oponerse al pago si antes no se ha procedido a afectar los
bienes del patrimonio de la sociedad, Si se agotan estos bienes o no es posible la cobranza con ellos,
entonces procederá la cobranza contra los bienes de los socios.

De ser el caso, el socio que paga obliga- ciones de la sociedad puede luego pedir el reembolso a
la propia sociedad o a los otros socios, en la medida que están obligados en forma solidaria.

Ahora bien, a pesar del sistema de responsabilidad solidario que existe entre los socios de la
sociedad colectiva, esta sociedad sigue siendo una persona jurídica y, por lo tanto, sus
obligaciones son distintas a las obligaciones de los socios como personas naturales y viceversa.

Por ello, los acreedores de los socios no pueden afectar el patrimonio de la sociedad,
aunque sí pueden afectar las participaciones y beneficios que a dicho socio le correspondan.

Le asiste también al acreedor el derecho a oponerse a la prórroga de la sociedad, pues ello puede
perjudicar su derecho de cobro contra el socio.

Este derecho de oposición a la prórroga de la sociedad colectiva, le corresponde al acreedor de un


socio, conforme lo regula el artículo 274° de la Ley. De ser el caso, la oposición que se declara fundada
conlleva la liquidación de la participación del socio deudor, pudiendo la sociedad continuar con la
prórroga de su plazo de duración.

Una situación que merece especial atención es la salida de un socio como consecuencia
de la separación, muerte o exclusión. La Ley regula estas situaciones en su artículo 276°.

Este artículo regula varias situaciones que tienen que ver con la salida de un socio de la sociedad.
En primer lugar, si un socio se separa, su responsabilidad por las obligaciones sociales se aplica
hasta la fecha en que ejerció su separación.

Si un socio es excluido, por acuerdo de la mayoría de socios, se aplica la misma regla, debiendo
responder por las obligaciones de la sociedad hasta la fecha de su exclusión. El socio excluido
puede impugnar el acuerdo de exclusión. Si se trata de una sociedad con solo dos socios, la
exclusión procede por mandato judicial, en cuyo caso, la sociedad debe recomponer su
pluralidad de socios dentro del plazo de seis meses o de lo contrario, debe proceder a su
disolución.

Y finalmente, cuando un socio fallece, sus herederos deben responder por sus obligaciones frente a la
sociedad, hasta donde alcance su masa hereditaria.

Considerando que la regulación de la Ley sobre la sociedad colectiva es mucho menos exhaustiva que la
aplicable a la sociedad anónima, varios de los aspectos necesarios para el funcionamiento de la sociedad
deberán ser regulados expresa- mente en el estatuto, pues incluso no sería posible aplicar supletoriamente la
mayo- ría de reglas de la sociedad anónima, sien- do que los sistemas de funcionamiento de ambas
sociedades son muy distintos.

Por ello, el artículo 277° de la Ley estable- ce que el estatuto debe fijar las reglas para aspectos como la forma
de repartición de las utilidades, el régimen de administración de la sociedad, las causales de exclusión de
socios, entre otros.

Esta ausencia de regulación en la Ley también es uno de los factores que desincentiva a la constitución de
este tipo de sociedades, pues será necesario tener mucho cuidado con la regulación que se incorpora en
el estatuto para no dejar vacíos en el funcionamiento de la sociedad.

Veamos lo que indica el artículo 277°:

“Artículo 277º.- Estipulaciones a ser Incluidas en el Pacto Social

El pacto social, en adición a las materias que contenga conforme a lo previsto en la presente sección, debe incluir
reglas relativas a:
1. El régimen de administración y las obligaciones, facultades y limitaciones de representación y gestión que
corresponden a los administradores;

2. Los controles que se atribuyen a los socios no administradores respecto de la administración y la forma y
procedimientos como ejercen los socios el derecho de información respecto de la marcha social;

3. Las responsabilidades y consecuencias que se deriven para el socio que utiliza el patrimonio social o usa la firma
social para fines ajenos a la sociedad;

4. Las demás obligaciones de los socios para con la sociedad;

5. La determinación de las remuneraciones que les correspondan a los socios y las limitaciones para el ejercicio de
actividades ajenas a las de la sociedad;

6. La determinación de la forma como se reparten las utilidades o se soportan las pérdidas;

7. Los casos de separación o exclusión de los socios y los procedimientos que deben seguirse a
tal efecto; y,

8. El procedimiento de liquidación y pago de la participación del socio separado o excluido, y el modo de


resolver los casos de desacuerdo.

El pacto social podrá incluir también las demás reglas y procedimientos que, a juicio de los socios, sean
necesarios o convenientes para la organización y funcionamiento de la sociedad, así como, los demás
pactos lícitos que desean establecer, todo ello en cuanto, que no colisione con los aspectos sustantivos de
esta forma societaria”.

4. La sociedad en comandita

La sociedad en comandita es otro de los tipos societarios que ha caído en desuso. Se trata de un
modelo cuya configuración es muy antigua, pues obedece a una realidad que está presente
desde que el dinero se convirtió en el medio de pago por excelencia.

Esto originó que en muchas empresas hubieran personas interesadas en invertir capital, pero no
en participar en el trabajo o manejo de la empresa y, por otro lado, estaban presentes también las
personas que estaban dispuestas a trabajar o manejar la empresa, pero que carecían del capital
para ponerla en marcha.

Frente a esta necesidad, se diseña una forma de sociedad en la que participan como socios los
denominados comanditarios, que son aquellos socios que aportan capital y cuya
responsabilidad se limita justamente al capital aportado, en tanto que los socios colectivos son los
que aportan servicios o trabajo y cuya responsabilidad es solidaria e ilimitada.

Esta forma societaria admite a su vez dos variantes, la sociedad en comandita simple y la
sociedad en comandita por acciones, conforme lo indica el artículo 278° de la Ley.

A la sociedad en comandita también se le aplica una razón social que debe estar integrada por el
nombre de uno o varios de los socios y a la que se añade la indicación de “Sociedad en comandita”,
“Sociedad en comandita por acciones”, “S. en C.” o “S. en C. por A.”, según sea el caso.

La Ley dispone también que si algún socio comanditario permite que su nombre aparezca en la
razón social, se le aplicará la misma responsabilidad que a los socios colectivos.

La regulación de la sociedad en coman- dita no es abundante y será necesario señalar en el


pacto social y en el estatuto todas las reglas necesarias para su adecuado funcionamiento.

Esta falta de regulación y la complicación de su sistema de responsabilidad son los

factores que han determinado que este tipo societario ya no sea empleado en la actualidad.

Ahora bien, la sociedad en comandita tiene dos variantes, la sociedad en coman- dita simple y la
sociedad en comandita por acciones.

Cuando se adopta la forma de sociedad en comandita simple, serán de aplicación supletoria las
disposiciones de la sociedad colectiva, salvo en aquellos aspectos que sean contrarios a las reglas
propias de la sociedad en comandita.

Se debe tener especial consideración a las reglas señaladas en el artículo 281° de la Ley, con respecto
a la forma en que se divide el capital social, la administración de la sociedad y los requisitos para la
transferencia de participaciones:

“Artículo 281º.- Sociedad en Comandita Simple


A la sociedad en comandita simple se aplican las disposiciones relativas a la sociedad colectiva, siempre que
sean compatibles con lo indicado en la presente Sección.

Esta forma societaria debe observar, particularmente, las siguientes reglas:

1. El pacto social debe señalar el monto del capital y la forma en que se encuentra dividido. Las
participaciones en el capital no pueden estar representadas por acciones ni por cualquier otro título
negociable;
2. Los aportes de los socios comanditarios solo pueden consistir en bienes en especie o en dinero;

3. Salvo pacto en contrario, los socios comanditarios no participan en la ad- ministración; y,

4. Para la cesión de la participación del socio colectivo se requiere acuerdo unánime de los socios
colectivos y mayoría absoluta de los comanditarios computada por capitales. Para la del
comanditario es necesario el acuerdo de la mayoría absoluta computada por persona de los socios
colectivos y de la mayoría absoluta de los comandatarios computada por capitales”.

Cuando se adopta la forma de sociedad en comandita por acciones, se aplican de manera supletoria
las reglas de la sociedad anónima, en lo que sean compatibles con esta forma societaria. Los
aspectos relativos a la administración de la sociedad y la transferencia de participaciones, se regulan
por lo señalado en el artículo 282° de la Ley.

Hay que señalar que al menos en esta modalidad de sociedad en comandita, es posible
ampararse en algunas de las disposiciones de la sociedad anónima, lo que facilita su manejo, pero
aun así, no deja de ser una modalidad de organización societaria que no se utiliza actualmente.

La sociedad comercial de responsabilidad limitada

La sociedad comercial de responsabilidad limitada es un tipo societario que sigue utilizándose en la


actualidad, aunque cada vez con menos frecuencia, debido sobre todo al hecho de que si comparamos
sus características, guarda gran similitud con la sociedad anónima cerrada, pero sin los beneficios con los
que cuenta aquella.

Así, como características principales de la sociedad comercial de responsabilidad limitada (S.R.L.) está el
hecho de que su capital está dividido en participaciones, no en acciones. Estas participaciones deben ser
todas iguales, es decir, que no pueden emitirse distintas clases de participaciones y no pueden incorporarse
en títulos valores ni inscribirse en el Registros Públicos del Mercado de Valores.

La S.R.L. solo puede tener un máximo de veinte socios, al igual que en la sociedad anónima cerrada, y se aplica
el sistema de responsabilidad limitada con respecto a las obligaciones de la sociedad.

La sociedad comercial de responsabilidad limitada es por esencia una sociedad de capitales, por lo que se le
aplica una denominación social y puede utilizar también una denominación abreviada, debiendo añadir la
indicación “Sociedad comercial de responsabilidad limitada” o “S.R.L.”. Hay que anotar que la sigla que le
corresponde no es “S.C.R.L.” ni “S.R.Ltda.”
Como habíamos señalado, el capital social se divide en participaciones que se entregan a los socios en función
de sus aportes al capital social, los cuales solo pueden consistir en dinero, bienes muebles e inmuebles
y derechos de crédito.

Para la constitución o para el aumento de capital, según sea el caso, cada participación debe estar pagada por
lo menos en la cuarta parte de su valor.

En la S.R.L. las decisiones de los socios se adoptan por mayorías computadas por el porcentaje de
participación en el capital social. Aunque la norma permite que las decisiones de los socios puedan tomarse
y constar en la forma que señale el esta- tuto, lo usual es que se realicen juntas de socios, de forma similar a
lo que ocurre en la sociedad anónima, pues esta forma facilita establecer la autenticidad y validez de las
decisiones tomadas.

La celebración de una junta es obligatoria cuando así lo pidan socios que representen no menos de la
quinta parte del capital.

Decíamos que la S.R.L. guarda semejanzas con la sociedad anónima cerrada y en este caso tenemos una de las
similitudes, pues en la S.R.L. al igual que puede ocurrir en la S.A.C. no existe el órgano del directorio,
quedando su administración a cargo de la gerencia.

Ahora bien, hay que señalar que la diferencia radica en que en la S.A.C. puede optarse por
tener directorio, en tanto que en la S.R.L. dicha opción no es factible.

El gerente responde frente a la sociedad por los perjuicios causados por su actuación dolosa o
negligente, así como en los casos de abuso de facultades. La acción de responsabilidad se
ejerce por acuerdo de la junta de socios.

La acción de responsabilidad del gerente de la S.R.L. está sujeta al mismo plazo de caducidad que
se aplica en las sociedades anónimas, es decir, dos años desde la realización del acto.
Recordemos que la caducidad implica la extinción de la acción al vencimiento del plazo.

Al igual que en la S.A.C., en la S.R.L. también existen derechos de adquisición preferente para
la venta y la adquisición de participaciones por herencia. El artículo 290° dispone que al fallecer
un socio, sus participaciones pasan a sus herederos o legatarios, pero puede pactarse en el
estatuto que los otros socios tengan un derecho preferente para adquirir las participaciones, de
acuerdo a la valorización que regule el propio estatuto.

Hay que anotar que no se aplica el derecho de preferencia por sucesión por disposición de
la Ley, sino que debe señalarse en el estatuto.
Siguiendo el sentido del artículo 290° de la Ley, el artículo 291° regula el derecho de adquisición
preferente para los socios, cuan- do uno de ellos se proponga transferir sus participaciones. De manera
similar a lo que ocurre en la S.A.C., el socio debe comunicar a la sociedad su intención y las condiciones
de venta, para que los demás socios puedan ejercer su derecho de preferencia.

En caso los socios no ejerzan su derecho, puede hacerlo la sociedad también. Si no lo hiciera la
sociedad, entonces el socio queda libre para transferir sus participa- ciones en las condiciones
señaladas.

Extrañamente, la Ley fija un mecanismo para valorizar las participaciones que serán vendidas,
en caso de discrepancia entre los socios, por el cual se deben nombrar peritos y en caso
dicho mecanismo no se pueda cumplir, se procederá a la valorización vía proceso judicial.
Parece un mecanismo muy complicado si finalmente se llegará a la decisión judicial.

Pueden fijarse en el estatuto otras condiciones para la transferencia de participaciones, pero


no puede prohibirse en forma absoluta la transferencia.

Aquí la Ley difiere con el tratamiento pre- visto en la S.A.C. pues si la transferencia no se realiza
conforme al procedimiento señalado, será considerada nula, con- secuencia distinta a la
ineficacia frente a la sociedad con la que sancionaba a las transferencias de acciones hechas
sin cumplir con el derecho de preferencia.

Finalmente, el artículo dispone que las transferencias de participaciones deben formalizarse por
escritura pública y deben inscribirse en los Registros Públicos.

Al regular el derecho de usufructo y la garantía mobiliaria sobre acciones de la sociedad


anónima, la Ley señala en sus artículos 107° y 109°, que los derechos políticos permanecían
con el titular de las acciones, en tanto que los dividendos correspondían al usufructuario y acreedor,
según fuera el caso. Estas mismas reglas se aplican para el usufructo y garantía sobre
participaciones de la sociedad comercial de responsabilidad limitada. La constitución de estos
derechos debe inscribirse en los Registros Públicos.

Y al igual que con las acciones, si las participaciones de un socio fueran objeto de embargo,
la sociedad tiene derecho a adquirir las participaciones que se saquen a remate, de acuerdo al
procedimiento previsto en este artículo 292°. Si las participaciones adquiridas no fueran
colocadas, entonces se debe proceder a reducir el capital social y a la eliminación de las
participaciones.
La exclusión de un socio puede acordarse cuando incurre en infracción de las disposiciones
del estatuto, comete actos dolosos contra la sociedad o se dedica a realizar actividades que son
de competencia de la sociedad. Hay que tomar en cuenta que no es necesario que el estatuto
señale estas causales de exclusión, sino que ya la Ley las prevé.

Cuando la sociedad solo tiene dos socios, puede solicitar uno de ellos la exclusión del otro vía
proceso judicial. Si procede la exclusión, la sociedad debe recomponer su pluralidad de socios
en un plazo no mayor de seis meses, debiendo proceder a su disolución en caso contrario.

Aunque algunos aspectos como la convocatoria y la celebración de juntas pueden regularse en


forma supletoria por las disposiciones de la sociedad anónima, la regulación de la S.R.L. es
relativamente escasa y obliga a contemplar en el estatuto una serie de disposiciones, las formalidades
para la modificación del propio estatuto, el aumento y la reducción del capital social, la forma de
distribución de las utilidades, las formalidades para la aprobación de los estados financieros,
entre otros.

Esta situación, además de las semejanzas con la sociedad anónima cerrada, hacen que cada vez sea menos
frecuente la constitución de una S.R.L. y las empresas prefieran optar por la organización de una sociedad
anónima o anónima cerrada.

5. La sociedad civil
La Sociedad Civil es la última forma societaria prevista por la Ley y corresponde a una sociedad que es
constituida para la realización de servicios profesionales u oficios por parte de los socios. Se trata de un
esquema que obedece a la práctica usual por la cual un grupo de profesionales o personas con un oficio común
desean desarrollar su actividad en forma conjunta, constituyendo así una persona jurídica que les permita actuar
como un solo sujeto.

La sociedad civil puede adoptar la forma ordinaria, en la que los socios tienen res- ponsabilidad personal por las
obligaciones de la sociedad y con beneficio de excusión; y puede adoptar también la forma de responsabilidad
limitada, en cuyo caso no es posible que hayan más de treinta socios y estos no responden personalmente por las
obligaciones de la sociedad.

La sociedad civil, tanto en su forma ordinaria como en la de responsabilidad limitada, utiliza una razón social
integrada por el nombre de uno o varios socios, a la que se añade la indicación de “Sociedad Civil”, “S. Civil”,
“Sociedad civil de responsabilidad limitada” o “S Civil de R.L.”, según sea el caso.
El capital social de la sociedad civil debe ser pagado en su totalidad al momento de su constitución, por lo
que no pue- den haber participaciones pendientes de pago, como sí ocurre en la sociedad anónima y en
la sociedad comercial de responsabilidad limitada.

Para la transferencia de las participaciones de los socios, se requiere del acuerdo de los demás socios, lo que
también se requiere cuando un socio desea que otra persona lo sustituya en la prestación del servicio
profesional u oficio que le corresponde conforme al pacto social.

La transferencia de las participaciones se formaliza por escritura pública y se debe inscribir en los Registros
Públicos.

Para la administración de la sociedad civil, se designa a uno o varios socios como


administradores, aunque la Ley permite también que personas sin la calidad de socios asuman
dicha administración.

Los administradores, sean socios o no, deben desempeñar su función de acuerdo a la Ley y al
estatuto, no pueden realizar operaciones ajenas al objeto social y de- ben rendir cuenta de sus
funciones, según lo disponga el estatuto y en su defecto, de manera trimestral.

Cabe señalar que la sociedad civil no tiene otros órganos en su estructura, por lo que las
decisiones son tomadas por los socios en junta y la administración queda a cargo del socio
administrador o del administrador elegido.

Considerando que en la sociedad civil los aportes de los socios pueden estar integrados por
sus servicios o trabajo, la forma en que se reparten las utilidades y las pérdidas dependerá de lo
señalado en el pacto social y, en su defecto, se considerará para el aporte de los socios que
ponen servicio o trabajo un porcentaje igual al promedio de los aportes de los socios
capitalistas.

Como habíamos mencionado, las decisiones en la sociedad civil se adoptan por la junta de socios,
en la que los votos se computan en función de los aportes, salvo que el pacto social disponga que se
vota por personas. Las modificaciones al pacto social requieren del acuerdo unánime de los socios.

También para la sociedad civil existe una regulación escasa en la Ley, lo que determina que
muchos de sus aspectos deban ser regulados en el estatuto. Así, la duración de la sociedad, la
responsabilidad de los socios que aportan servicios, el régimen de administración de la sociedad, el
derecho de separación, la exclusión de socios, el derecho de información de los socios sobre la
marcha de la empresa, etc.
La necesidad de tener que regular todos estos aspectos, hace que muchas veces se prefiera
constituir una sociedad anónima o anónima cerrada, a través de las cuales también se
pueden desarrollar servicios profesionales u oficios al igual que en la sociedad civil, solo que en
aquellas no se puede considerar el aporte de servicios.

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