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El Concepto de Espacio en Descartes

Article · November 2016

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Vicente Arancibia Peña


Pontifical Catholic University of Chile
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El concepto de espacio en Descartes
Una revisión sintética en vistas de desbanalizar el uso del concepto espacio

Vicente Arancibia Peña


Facultad de Arquitectura - Instituto de Filosofía PUC
1. Introducción.

El concepto de espacio ha sido ampliamente difundido por la academia en la


discusión teórica de arquitectura a partir de 1890. Sin embargo, continuamente ha sido
usado de modo vago e impreciso, mezclando diversas concepciones del término y
desligándolo del substrato filosófico mayor sobre el que las distintas nociones se sostienen,
deviniendo en profundos malentendidos y erróneas interpretaciones.

Es importante recordar que la noción de espacio tiene su origen en la filosofía,


fundamentalmente en la tradición metafísica, de donde permeó la historia del arte y luego
el mundo de la arquitectura. Sus acepciones originales son disímiles entre sí, pero tienen
en común el plantearse como modos de entender el mundo material, a diferencia del uso
que ha tenido desde la arquitectura moderna como modo de entender y proyectar el
contenedor de las actividades humanas1.

Como sugiere Bill Hillier2, la mayoría de nuestras nociones de espacio no entienden


el concepto como una entidad en sí misma, sino que lo interpretan abiertamente y lo ligan
a entidades que no son espacio: uso del espacio, percepción del espacio, producción de
espacio, espacio personal, escala espacial, cerramiento espacial, etc. El significado de la
idea de espacio busca ampliarse al relacionarlo directamente con el comportamiento o la
intencionalidad humana, con el objetivo de traerlo al plano físico, material, sensible y
construible de la arquitectura.

Esto demuestra la dificultad de entender el concepto de espacio en sí mismo al


ligarlo al campo de la arquitectura. Incluso, Roger Scruton sostiene que la idea de espacio
corresponde a una aberración encarnada por arquitectos pretenciosos que han fallado en
entender al espacio como una cosa en sí misma que implica mucho más que el anverso del
objeto físico, el “vacío” habitable dejado por los edificios3.

1
Para una exposición sintética de la historiografía del concepto de espacio revisar Ven, Cornelis Van De.
Space in Architecture. Amsterdam: Van Gorcum Assen, 1980.
2
Hillier, Bill. Space Is the Machine: A Configurational Theory of Architecture. Cambridge: Cambridge
University Press, 1996, p. 27.
3
Scruton, Roger. The Aesthetics of Architecture. Princeton, NJ: Princeton University Press, 1979, p. 43.
Sumado a esto, la ambigüedad del término se ha visto intensificada por la libre
manipulación del mismo con el objetivo de promover diversos discursos que proponen
aproximaciones particulares a la práctica arquitectónica, donde el sacralizado concepto de
espacio ha sido manipulado para construir estos argumentos, valiéndose de su amplia carga
conceptual y de significado.

En definitiva, hoy en día no es posible usar la palabra espacio sin traer a la mente
las más variadas asociaciones y concepciones del término. Con demasiada recurrencia,
cuando los arquitectos hablamos de espacio, no está claro si lo hacemos desde la
concepción filosófica de Lao Tzu, Aristóteles, Kant, Descartes, Newton, Jammer o
Einstein, entre otros; o si lo hacemos desde las concepciones arquitectónicas de Semper,
Hildebrand, Scmarsow, Worringer, Frankl, Wright, Berlage, Kahn, Van Doesburg o
Moholy-Nagy, entre otros.

El presente escrito tiene por objetivo aportar en el desmantelamiento del


entendimiento del espacio a partir de un amplio y confuso pastiche de concepciones
mutuamente excluyentes, a través de la exposición del concepto de espacio desarrollado en
particular por René Descartes (1596-1650).

La exposición del concepto de espacio en Descartes, –espero– dará cuenta de cómo


una noción de espacio particular está profundamente asociada a un substrato filosófico
mayor que engloba un modo particular y específico de entender el hombre y el mundo
material. Se insta a ser específico al momento de usar el afamado concepto de espacio,
buscando generar conciencia sobre las implicancias antropológicas y gnoseológicas del uso
definido del término.

Al mismo tiempo, se pretende clarificar esta idea de espacio, que de acuerdo con
Henri Lefebre4 y Bill Hillier5 corresponde a uno de los puntos decisivos del desarrollo
occidental del concepto de espacio. Así, se pretende eliminar y reformular la vaga
concepción del espacio cartesiano que prolifera en algunos textos como el entendimiento

4
Lefebvre, Henri. The Production of Space. Traducido por Nicholson-Smith, Donald. Oxford, UK;
Massachusetts, USA: Blackwell, 1991, p. 1.
5
Hillier, Bill. Space Is the Machine: A Configurational Theory of Architecture. Cambridge: Cambridge
University Press, 1996, p. 28.
del territorio como un absoluto colonizable hasta el infinito6; como alusión a regularidades
geométricas como la grilla bidimensional y tridimensional7; o incluso como la disposición
“racional” –malentendiendo el término como “con inteligencia” o incluso como common
sense– de los recursos en el territorio.

Se pretende exponer con claridad esta idea de espacio que si bien se concentra en
el capítulo II de los Principia, para su comprensión requiere conocimientos relativos a la
res extensa que desarrolla en la quinta y sexta Meditación Metafísica. La idea de espacio
en Descartes se haya reforzada y desarrollada dispersamente en su correspondencia, que
también ha sido considerada para esta investigación. Al mismo tiempo, me apoyaré en
bibliografía secundaria que me ha ayudado bastante a esclarecer el tema.

2. Nociones preliminares: Noción de cuerpo.

Para entender con claridad el concepto de espacio, es necesario tener –al menos–
nociones básicas de la concepción del mundo en Descartes. En sus Meditaciones
Metafísicas, a partir del proceso de la duda metódica, Descartes determina que sólo puede
estar seguro de aquellas cosas que se le presentan de modo claro y distinto. Estas dos
nociones son explicadas en los Principia:

Claro llamo a aquello que está presente y manifiesto al espíritu atento:


igual que decimos que vemos claras aquellas cosas que afectan con
suficiente fuerza y potencia al ojo que las ve como presentes. Y llamo
distinta a aquella que, siendo clara, de tal modo está separada y recortada
de todas las otras, que no contiene en sí nada más de lo que es claro.8

6
Como se sugiere vaga e inconsistentemente en Koolhaas, Rem. ¡Europeos, Cuidado! Dalí y Le Corbusier
conquistan Nueva York, p. 254. En su “Delirio de Nueva York”. Gustavo Gili, Barcelona, 2004; o incluso
en Ven, Cornelis Van De. Space in Architecture. Amsterdam: Van Gorcum Assen, 1980, pp. 29-34.
7
Como se observa en Ven, Cornelis Van De. Space in Architecture. Amsterdam: Van Gorcum Assen,
1980, p. 30.
8
Citado a través de Rábade, Sergio. Descartes Y La Gnoseología Moderna. Madrid: G. Del Toro, 1971, pp.
226-227.
A partir de estos preceptos, garantizados por el Deus Veracissimus que confirma la
veracidad de lo entendido clara y distintamente9, grabándolo en una memoria que no se
equivoca, podemos entender que existen dos tipos de ente: la res cogitans y la res extensa.

La res cogitans –muy vagamente– refiere a la cosa pensante. El hecho de ser un


ser pensante, es la primera verdad a la que llega Descartes luego de ejecutar la duda
metódica hacia todo lo que antes había considerado como verdadero, a partir de determinar
clara y distintamente que duda, y que dudar no es más que un modo de pensar, por lo que
en tanto está seguro de que duda, puede estar seguro de que existe como cosa pensante.10

El conocimiento de la res extensa tendrá vital importancia para el desarrollo del


concepto de espacio, en tanto corresponde al entendimiento de los cuerpos materiales.
Refiere a la cantidad continua, aquella que posee “extensión en longitud, anchura y
profundidad de esa cantidad o, más bien, de la cosa cuanta; considero en ella varias
partes; atribuyo a esas partes magnitudes, figuras, situaciones y movimientos locales, y
duraciones a estos movimientos”.11

Para Descartes, la única propiedad de los cuerpos a la que podemos acceder clara
distintamente es la extensión de los mismos: su longitud, latitud y profundidad; esto
corresponde a su verdadera naturaleza12. Considera que es esta substancia extensa es lo
que propiamente denominamos cuerpo o la substancia de las cosas materiales o materia13.
Vale la pena aclarar, que esto significa también que la materia es continua, es decir, se
descarta la idea de que pueda estar conformada a partir de átomos o partículas discretas e
indivisibles14.

9
Resultado de la Tercera Meditación Metafísica. La síntesis del Dios garante del conocimiento como Deus
Veracissimus es llevada a cabo en Ibíd., pp. 230-234
10
Conclusión de la Segunda Meditación Metafísica en Descartes, René. Meditaciones Metafísicas y Otros
Textos. Traducido por López, E. y Graña, M. Madrid: Gredos, 1987.
11
Quinta Meditación Metafísica. Ibíd., p. 57.
12
Descartes, René. Los Principios de la Filosofía. Traducido por Quintas, Guillermo. Barcelona: Alianza
Editorial, 1995, p. 72.
13
Ibíd.
14
Ibíd., p. 85.
Sin embargo, para la definición del concepto de espacio y su distinción del cuerpo,
es necesario develar una opacidad importante en el entendimiento del cuerpo en las
Meditaciones y en los Principia.

Descartes dice que a través de nuestros falibles sentidos, desprendemos algunas


propiedades anexas a la extensión de los cuerpos: peso, dureza, luz, color, entre otras.
Como ha concluido a partir del ejercicio de la duda metódica desde la Primera Meditación
Metafísica, los sentidos no nos entregan información verdadera de la realidad, de modo
que estas propiedades que desprendemos de los cuerpos podrían ser, incluso, generadas
por nosotros mismos, en tanto tenemos la facultad de crear estos atributos o modos a través
de una causalidad eminente15. El punto anterior no es cerrado por Descartes: bien podría
ser que estos atributos sean propios del cuerpo, como podrían ser generados por el hombre.

Si bien la extensión corresponde a la naturaleza del cuerpo, en tanto es lo único que


podemos aprehender de modo claro y distinto del mismo; Descartes no deja claro en sus
escritos si es que existen más propiedades en los cuerpos. A partir de la lectura del pasaje
de la cera de la Segunda Meditación Metafísica, Margaret Dauler identifica la flexibilidad
y mutabilidad como propiedades añadidas a la extensión del cuerpo16. En paralelo, la

15
Descartes se formó filosóficamente a partir de manuales en el contexto escolástico tardío, de modo que
gran parte de sus construcciones han sido formuladas a partir de la terminología escolástica. En particular,
para entender este punto es necesario comprender que la organización del mundo se realiza a través de una
cadena del ser que entiende que existen distintos grados de perfección en los entes: desde el máximo grado
del ser que corresponde a Dios, hacia la nada. Esta cadena, que indica los grados de perfección de los entes,
permite entender que un ente con menos propiedades que otro, no puede generarlo, esto es, ser su causa, en
tanto no posee los elementos necesarios para crear a ese otro elemento. Por ejemplo, Dios tiene la facultad
de crear al hombre en tanto tiene tanta voluntad como él, e infinito entendimiento sobre él –en tanto es
omnisciente–. Siguiendo esto, existen dos tipos de causalidades: una formal que refiere a la facultad de un
ente de crear otro ente de su mismo género o grado –por ejemplo los padres que disponen la materia para
generar a sus hijos–, y una eminente que permite que un ente genere a otro ente que se encuentre en un nivel
inferior de la cadena del ser –por ejemplo Dios creando al hombre–. Para entender el argumento que planteo,
es necesario entender que el hombre tiene la facultad de ser causa eminente de una propiedad o modo, como
lo son estas la dureza, el color, la luminosidad o el peso de los cuerpos, en tanto tienen un grado de realidad
extremadamente bajo que se manifiesta en la oscuridad con la que se presentan al espíritu atento, como
argumentará Descartes en la Sexta Meditación Metafísica, en Descartes, René. Meditaciones Metafísicas y
Otros Textos. Traducido por López, E. y Graña, M. Madrid: Gredos, 1987, p.71.
16
Dauler, Margaret. Descartes. Traducido por Robles, José. México DF: Universidad Nacional Autónoma de
México, 1990, p. 139.
pregunta por el atributo del cuerpo es sugerente a partir del siguiente extracto de Kuno
Fischer17:

Bodies are what they are after the subtraction of all their sensible qualities.
They are, even when we do not perceive them: their perceivable or sensible
qualities do not, therefore, belong to their nature as such.

A partir del parágrafo citado, cabe preguntarse si para Descartes las cosas corpóreas
tienen otros atributos ajenos a la extensión que no pueden ser captados por el ser humano
pero que sin embargo existen. Me parece que la respuesta es sí, en tanto queda claro en las
Meditaciones el carácter finito del entendimiento del hombre, en tanto Dios puede crear
cosas cuyos atributos sobrepasen nuestra capacidad para entenderlos o incluso percibirlos.
Me parece importante establecer esta suposición, que distingue al cuerpo de la verdad del
cuerpo que puede ser aprehendida clara y distintamente por el intelecto humano, de cara
al conocimiento del espacio como constructo mental humano. Esto porque el espacio –
como veremos– corresponde a un modo de aprehender la magnitud de la extensión del
cuerpo, esto es, de aquella única parte del cuerpo que conocemos clara y distintamente.

3. Espacio en Descartes.

3.1. El Espacio es un modo.


Muchas lecturas del espacio a partir de cómo se presenta en el capítulo segundo de
los Principia resultan poco claras y erróneas producto de entender al espacio como igual al
cuerpo, o como continuo positivo absoluto equivalente a la posición de Newton y
Leibiniz18.

17
Fischer, Kuno. Descartes and His School. Traducido por Gordy, J.P. London: Thoemmes Press, 1992, p.
379.
18
Según sostiene Zepeda, Joseph. Descartes and his critics on Space and Vacuum. Disertación de Doctorado,
Notre Dame: 2009. También he podido corroborarlo por mí mismo en la revisión de diversos escritos, como
en Caton, Hiram. The Origin of Subjectivity. New Haven y London: Yale University Press, 1973, p.155;
Fischer, Kuno. Descartes and His School. Traducido por Gordy, J.P. London: Thoemmes Press, 1992, p.379;
o en la cita a Quinton en Dauler, Margaret. Descartes. Traducido por Robles, José. México DF: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1990, p.135.
Antes de describir las características del espacio en Descartes, me parece
fundamental declarar que para él, el espacio no es más que un concepto.

Si bien esto es deducible a partir del capítulo II.11. de los Principia, donde se
declara que el cuerpo es al espacio como la especie al individuo19, el ejemplo no es
desarrollado. El punto se expone con mayor claridad en la carta a More del 5 de Febrero
de 1649, en la que expresa que erróneamente se cree que es contradictorio que varias partes
del espacio se compenetren al mismo tiempo. La superposición de espacios nada tiene que
ver con que las substancias extensas no pueden superponerse en el mismo lugar durante
un mismo instante. Dice20:

I believe that such real properties can only exist in a real body, I dared to
assert that there can be no completely empty space, and that whatever is
extended is a genuine body.

Así, se elimina la concepción del concepto de espacio como perteneciente a la res


extensa. Al mismo tiempo, se desliga el espacio de la extensión, y por lo tanto pasa a ser
un modo de la misma. Es clara la síntesis de Ted Schmaltz21:

Space or place considered as having merely a “generic unity” count as


species of “extension considered in general”, which in Descartes’s view is
a mere “mode of thinking” under which particular created things are
conceived, and not something that exists external to mind.

Para entender mejor el pasaje anterior, es pertinente entender que por “modo” no
sólo se entiende una forma o manera del conocimiento que alude a distintos tipos de
pensamiento. En el lenguaje técnico de la escolástica, también refiere a la noción de
atributo, esto es, una propiedad que inicia el pensamiento.

Así, se hace expresa la diferencia fundamental –aún sin empezar a describir el


espacio– entre cuerpo y espacio: existe una diferencia de eminencia o de grado de ser22.

19
Descartes, René. Los Principios de la Filosofía. Traducido por Quintas, Guillermo. Barcelona: Alianza
Editorial, 1995, p. 78.
20
Descartes, René. Descartes: Philosophical Letters. Editado y traducido por Anthony Kenny. Minneapolis:
University of Minnesota Press, 1970, p. 240.
21
Schmaltz, Ted. "Descartes on the Extensions of Space and Time." Analtyica, 2009, p. 116.
22
Revisar nota 14.
Aquí, se presenta la posibilidad –que, de nuevo, queda totalmente abierta por Descartes–
de que el espacio sea o bien un atributo real del espacio, de que sea un ente de razón23, o
un atributo generado eminentemente24 por el hombre.

Para cerrar el punto, vale la pena recalcar el punto de C.G. Normore25:

As we talk about a space as a particular thing, however, we are reifying the


notion of space.

El espacio, es modo de entender la res extensa que se corresponde a una propiedad


objetiva sujeta de ser aceptada por diferentes cuerpos reales en momentos sucesivos.

3.2. Qué es el espacio y cuál es su relación con la extensión.


Para Descartes, el espacio es un modo que se asocia a la noción de cuerpo. Define
una serie de relaciones geométricas tridimensionales –tamaño y forma– que contienen un
lugar interior, estableciendo una posición relativa a unos objetos exteriores de referencia
considerados inmóviles por el pensamiento. Se asocia a la noción de cuerpo en que también
se entiende fundamentalmente a partir del largo, la profundidad y el ancho, aunque en el
espacio estas medidas son inmodificables respecto a un espacio específico, mientras que
un mismo cuerpo puede verlas modificadas sucesivamente en el tiempo mientras mantenga
su cantidad o volumen.

Aunque no hay una sola entidad correspondiente a la concepción del espacio, esa
concepción no es una mera proyección subjetiva. Lo que se entiende como las condiciones
de identidad de un espacio realmente son las condiciones bajo las que afirmamos esa
identidad del espacio. Esas condiciones son objetivas, aunque no refieran en la realidad a
las condiciones de identidad de un ente.26

Si bien la extensión no es escindible ontológicamente del cuerpo, si la reducimos al


mero entendimiento en la mente, podemos seguir un argumento de Margaret Dauler que
ayuda a develar la identidad del espacio: la extensión se entiende de modo distinto en tanto

23
En el contexto escolástico: ente creado por la mente para aprehender la nada. Como tal, sólo existe en la
mente que lo crea y no en el mundo real.
24
Revisar nota 14.
25
Desde Zepeda, Joseph. Descartes and his critics on Space and Vacuum. Disertación de Doctorado, Notre
Dame: 2009, p. 30.
26
Como se sintetiza en Ibíd., pp. 44-45.
como constituyendo un cuerpo como constituyendo un espacio. Como constituyendo un
cuerpo, es particularizada: la extensión en cuanto cantidad o cosa cuanta es inamovible
de la definición de un cuerpo determinado. Como constituyendo un espacio, la extensión
no se entiende como individualizada sino teniendo tan solo la propiedad de un género o de
un universal. 27

El concepto de espacio abarca el concepto de lugar. Sin embargo, el lugar refiere


específicamente a la situación de una forma determinada respecto de algún punto de
referencia –en tanto no se puede determinar con precisión que exista algún punto
verdaderamente firme e inmóvil en el universo–. El espacio, además de esto, implica “que
tal cosa es de una dimensión tal y de una figura tal que puede fácilmente llenarlo con
precisión”.28

Descartes aclara las diferencias fundamentales entre cuerpo y espacio en el capítulo


II.12. de los Principia29:

Verdad es que hay diferencia en nuestra forma de pensar la substancia


corpórea y el espacio, pues, retirada una piedra del espacio o lugar en que
estaba, entendemos que también se ha retirado del mismo la extensión de esta
piedra, ya que la juzgamos inseparable; y sin embargo, pensamos que la
misma extensión del lugar en la que estaba esta piedra ha permanecido,
aunque el lugar que esta piedra ocupaba anteriormente haya sido llenado
por madero o por agua, por aire o por cualquier otro cuerpo […], ya que
tomamos la extensión en general, y nos parece que la misma puede ser común
a las piedras, a la madera, al agua y a todos los otros cuerpos […], con tal
de que sea de la misma dimensión, de la misma figura que anteriormente y
que conserve una misma situación respecto de los otros cuerpos exteriores
que determinan aquel espacio.

27
Dauler, Margaret. Descartes. Traducido por Robles, José. México DF: Universidad Nacional Autónoma de
México, 1990, p. 137.
28
Descartes, René. Los Principios de la Filosofía. Traducido por Quintas, Guillermo. Barcelona: Alianza
Editorial, 1995, p. 81.
29
Ibíd., p. 78.
El espacio es inmóvil relativo a los cuerpos de referencia que definen su lugar. El
cuerpo es móvil e incluso puede cambiar su forma. El hecho de poseer diferentes
propiedades distingue el cuerpo del espacio.

Supongamos un juguete de Boba Fett30, con los brazos abajo y sobre el centro de
una mesa que consideramos como cuerpo de referencia estable. Este juguete es un cuerpo,
una cosa extensa, por lo tanto, posee una cantidad extensa definida y propia. A su vez, está
asociado a un espacio definido por la geometría que describe y por su relación geométrica
con la mesa sobre la que se posa. Tanto si levantamos uno de sus brazos como si lo
desplazamos hacia uno de los extremos de la mesa, el espacio con el que antes se
identificaba ya no estará siendo llenado por el juguete, si no por aire, de modo que ya no
se corresponderán mutuamente; al mismo tiempo, la cantidad extensa que define al juguete
no se ve modificada por ninguna de las dos operaciones. En paralelo a moverlo hacia uno
de los extremos de la mesa, si dispusiéramos otro juguete de Boba Fett en el mismo lugar
en que se encontraba el primero, con ambos brazos abajo, del mismo modo que el cuerpo
anterior, sí puede decirse que el espacio que se corresponde con éste es exactamente el
mismo que se correspondía con el primer juguete, en tanto posee la misma relación con la
mesa y las mismas relaciones geométricas.

Es claro con el ejemplo anterior que distintos espacios pueden superponerse en un


mismo tiempo determinado. Esto es posible porque el espacio, en tanto mero modo, no
conlleva a la existencia de cuerpos, los que no tienen la facultad de superponerse entre sí
puesto que esto significaría superposición de extensiones, y la extensión es entendida no
sólo de modo claro sino también distinto.

3.3. Qué es el lugar interno y qué es el lugar externo.


Descartes formula su noción de espacio a partir de varios preceptos y términos
técnicos escolásticos que le llevan a precisar la diferencia entre lugar interno y lugar
externo31.

30
Personaje de Star Wars. Lo nombro para definirlo como figura particular con extensión definida y
articulaciones puntuales que le permiten cambiar su forma sin cambiar su volumen.
31
Zepeda, Joseph. Descartes and his critics on Space and Vacuum. Disertación de Doctorado, Notre Dame:
2009, p. 44.
El lugar interno no es otra cosa que lo que entendemos por espacio.

El lugar externo, –quizás contraintuitivamente– refiere a la superficie que rodea


inmediatamente el lugar interno. Esta superficie es entendida como modo, pero no
perteneciendo a los cuerpos entre los que se configura como límite común. Zepeda aclara32:

A superficies can remain numerically identical even if both the contained and
containing bodies are replaced, so long as the size, shape and position remain
unchanged.

Supongamos un juguete en una habitación. A este corresponde un lugar interno que


corresponde a un volumen con la forma del juguete. Al mismo tiempo, en éste confluyen
tres superficies entre si y el aire de la habitación: la superficie exterior del juguete, la
superficie del aire que está en contacto con el juguete, y el lugar externo que corresponde
a la mera superficie que describe la relación entre el juguete y la habitación. De las tres
superficies mencionadas, dos configuran parte de la res extensa, y por lo tanto son
tridimensionales; mientras que el lugar externo corresponde a una superficie
bidimensional, y por lo tanto es distinta al lugar interno o espacio.33

De este modo, el cambio en el lugar asociado a un cuerpo ocurre para ambos tipos
de lugar o para ninguno.

3.4. El rol del tiempo.


A lo largo del argumento, ha estado presente la noción de tiempo, inherente en el
movimiento de los cuerpos. Vale la pena desarrollar el tema para seguir desarrollando el
asunto.

El espacio permanece constante e invariable en el tiempo, bien se asocie a un


cuerpo o no. Al contrario, la res extensa tiene la facultad de desplazarse en el tiempo,
variando su lugar. De aquí se sigue que muchos cuerpos pueden ocupar un mismo espacio
en tiempos sucesivos –como veíamos en el ejemplo del juguete de Boba Fett–.
Nuevamente, tenemos un motivo para desprender que el espacio no es una cosa existente,
puesto que de ser así se superpondría al cuerpo y no podríamos percibir ninguno de los dos

32
Ibíd., p. 22.
33
Ibíd., p. 24.
de modo distinto; de manera que no podríamos establecer ninguna verdad firme en la
ciencia.

Es interesante el ejemplo planteado por C.G. Normore para ilustrar este punto:
pensemos en el cargo del “Primer Ministro de Canadá”. Este cargo describe una posición,
un poder y una influencia determinados para una persona: es decir una propiedad
particular. Esta descripción fue satisfecha primero por John A. Macdonald, luego por
Wilfrid Laurier, más tarde por Mackenzie King y así sucesivamente. Mantuvieron el mismo
cargo, y mientras en cada momento que estaban en el cargo estas personas eran
identificables con el “Primer Ministro de Canadá”, diferentes personas han sido el “Primer
Ministro de Canadá” en tiempos distintos.34 Para Descartes, el espacio es tanto el cargo del
“Primer Ministro de Canadá” como la descripción “Primer Ministro de Canadá”. Pensamos
el espacio como como objeto –mental– particular, pero las condiciones del cargo a las que
atribuimos identidad al espacio son más similares a las condiciones bajo las que el cargo
del “Primer Ministro de Canadá” se mantiene. Se trata de una condición que diferentes
cosas reales cumplen sucesivamente.

3.5. La producción del espacio.


Para entender cómo se produce el espacio, es necesario entender cómo concibe
Descartes el tiempo. A diferencia del entendimiento contemporáneo del tiempo, Descartes,
formado en el período escolástico tardío, entendía el tiempo no como un continuum, si no
como sumatoria de instantes que se suceden unos detrás de otros, de modo asimilable a la
sumatoria de cuadros discretos que conforman un filme. Por otra parte, se entiende que
cada uno de estos movimientos tiene una cierta independencia del anterior, y es Dios quien
se encarga de generar la continuidad a través de crear la totalidad del universo de una
unidad discreta de tiempo a la siguiente. Dios es la causa de cada uno de los momentos del
ser, y por lo tanto mantiene existiendo tanto a la res cogita como a la res extensa de esta
manera.

34
A través de Ibíd., p. 31.
No ahondaré en la relevancia de Dios para la gnoseología cartesiana35, pero es
importante notar, como Descartes hace ver en su carta a Mersene del 17 de Mayo de 1638,
que si bien Dios no es la causa directa del espacio, al ser la causa directa y eminente del
hombre, es por ende la causa indirecta del espacio, en tanto el hombre crea el espacio como
entendimiento o modo de la res extensa.36

Como observa Henri Lefebvre, para Descartes tanto el mundo material como el
espacio continúan existiendo sólo en la medida en que son sustentados por el pensamiento
divino. A pesar de pasar por el hombre, las leyes del espacio son matemáticamente
definidas por Dios. La novedad ocurre constantemente, el Dios cartesiano produce, trabaja
y se esfuerza para crear, tanto como los seres finitos, aunque a diferencia de ellos él no se
cansa como resultado. Lefebvre finaliza el punto diciendo que la actividad humana imita
la actividad creativa divina.37 Existe la posibilidad –no manifiesta en los textos de
Descartes, como ya he mencionado– tanto de que Dios como el hombre genere el espacio
como modo de la res extensa.

Lo importante del punto es que el espacio está en continua creación, y existe sólo
en la medida en que se crea. Volviendo al ejemplo del juguete sobre la mesa, éste se
encuentra también contenido dentro de un espacio con forma de refrigerador, pero en la
medida en que no lo concebimos-producimos así, este espacio al menos aparentemente no
existe ante el espíritu atento.

3.6. El contenido del espacio.


Ya se ha discutido que si bien la superposición espacial de dos o más cuerpos es
incoherente, no lo es así con la superposición del espacio, en tanto este no corresponde a
una cosa extensa y por lo tanto no es materia. Sin embargo, al ser un modo de la res extensa,

35
Manifiesta en la Tercera Meditación Metafísica y analizada en Rábade, Sergio. Descartes Y La
Gnoseología Moderna. Madrid: G. Del Toro, 1971.
36
Descartes, René. Descartes: Philosophical Letters. Editado y traducido por Anthony Kenny. Minneapolis:
University of Minnesota Press, 1970.
37
Lefebvre, Henri. The Production of Space. Traducido por Nicholson-Smith, Donald. Oxford, UK;
Massachusetts, USA: Blackwell, 1991, p.283.
el espacio siempre debe asociarse a la extensión, esto es, contener materia. Descartes es
categórico en su carta a Chanut del 6 de Junio de 164738:

If we suppose the world to be finite we are imagining that beyond its bounds
there are some spaces which are three dimensional and so not altogether
imaginary as the philosophers´ jargon has it. These spaces must contain
matter; and this matter cannot be anywhere but in the world, and this shows
that the world extends beyond the bounds we tried to assign to it.

Además del argumento de la extensión del mundo que está en discusión en la carta
a Chanut, en el extracto es manifiesto que la tridimensionalidad refiere siempre a una cosa
extensa, por lo tanto, no es posible pensar en el espacio –que describe relaciones
geométricas tridimensionales con un volumen y un punto de referencia– si no contiene
materia, en tanto para Descartes la res extensa es una substancia.

Este argumento da pie a la declaración cartesiana de la inexistencia del vacío.

3.6. El espacio nunca está vacío.


La declaración ya mencionada de la inexistencia del vacío le valió múltiples críticas
a Descartes. Es un tema que se repite en su correspondencia, adquiriendo especial
intensidad en sus intercambios con Arnauld. En la carta del 29 de Julio de 1648, Descartes
explica clara y sintéticamente39:

La dificultad para reconocer la imposibilidad del vacío parece surgir


principalmente de que no consideramos suficientemente que la nada no puede
tener ninguna propiedad. Pues si nos diéramos cuenta de que en ese espacio
que llamamos vacío hay verdadera extensión, y por consiguiente todas las
propiedades que se requieren para la naturaleza del cuerpo, no diríamos que
aquél está completamente vacío, es decir, que es una pura nada.
[…][S]iempre puedo entender que hay extensión más allá de cualquier límite

38
Descartes, René. Descartes: Philosophical Letters. Editado y traducido por Anthony Kenny. Minneapolis:
University of Minnesota Press, 1970, p. 221.
39
Descartes, René. Meditaciones Metafísicas y Otros Textos. Traducido por López, E. y Graña, M. Madrid:
Gredos, 1987, p. 211.
del mundo que pueda imaginarse; y tampoco puedo concebir un tonal tan
vacío que no haya extensión alguna en su cavidad y que, por lo tanto, no haya
cuerpo en él, porque donde hay extensión, necesariamente hay cuerpo.

Como sintetiza Kuno Fischer, Descartes plantea dos modos de entender el vacío:
de modo absoluto, que no tiene significado puesto que toda extensión contiene un cuerpo,
y un modo relativo en el que realmente no hay vacío si no carencia de una cosa que se
pretende encontrar y existencia de otra.40

El vacío relativo puede entenderse por medio del siguiente ejemplo: cuando
pensamos en un auditorio, decimos que éste está “vacío” cuando no hay personas dentro
del mismo, aun cuando esté completamente lleno de aire. No importa si el espacio definido
por el interior del auditorio está lleno por aire, aire y personas, escombros o agua: siempre
estará lleno por la misma cantidad extensa y por ende siempre estará igualmente lleno.

Aquí se hace necesario esbozar la diferencia entre los cuerpos duros y fluidos41.
Descartes explica con detalle las propiedades de este tipo de cuerpos a desde el capítulo
II.54. hasta el final de los Principia. Para el propósito del entendimiento del espacio puede
bastar comprender lo sintéticamente expuesto por Descartes42:

Las partes de los cuerpos [fluidos] ceden tan fácilmente su lugar que no
ofrecen resistencia a nuestras manos, cuando entran en contacto con ellos.
Pero por el contrario, las partes de los cuerpos duros están de tal modo
unidas entre sí que no pueden ser separadas sin ejercer una fuerza que rompa
la cohesión que hay entre ellas. […] De donde se sigue que un cuerpo es
[fluido] cuando se encuentra dividido en múltiples pequeñas partes que se
mueven con independencia las unas de las otras en diferentes y diversas

40
Fischer, Kuno. Descartes and His School. Traducido por Gordy, J.P. London: Thoemmes Press, 1992, p.
383.
41
En distintas traducciones, se habla indistintamente de líquidos y fluidos. Usaré el segundo término porque
me parece más claro en relación a la alusión contemporánea del término que incluye líquidos y lo que hoy
entendemos como gases, que es a lo que se refiere Descartes con esta categoría.
42
Descartes, René. Los Principios de la Filosofía. Traducido por Quintas, Guillermo. Barcelona: Alianza
Editorial, 1995, p. 110.
formas que es duro cuando todas sus partes entran en contacto y unas
reposas junto a las otras.

Esto permite entender que cuando un cuerpo duro, como el cuerpo humano entra
en el auditorio del ejemplo, el aire que estaba dentro, que corresponde a un cuerpo fluido,
es desplazado hacia fuera del auditorio, pasando a llenar la porción del espacio que dejó de
ser llenada por el cuerpo humano fuera de este. Esto permite entender de qué modo se
sustenta la inexistencia del vacío: siempre que se retira un cuerpo de un espacio, otro
cuerpo pasa a llenarlo.

3.7. Qué es la rarefacción y cómo sustenta la invariabilidad de la cosa extensa.


Anticipándose a las posibles confusiones respecto a la inexistencia del vacío y la
invariabilidad del volumen o cantidad extensa del cuerpo ante la variación aparente del
volumen de los objetos al expandirse –rarificarse, en el lenguaje cartesiano– o contraerse
–condensarse, en el lenguaje cartesiano–, Descartes explica cómo concibe estos fenómenos
con el objetivo de salvar su concepción del cuerpo como extensión particular en el capítulo
II.6. de los Principia:43

Todas cuantas veces vemos un cuerpo rarificado, debemos de pensar que hay
diversos intervalos entre sus partes que pasan a ser cubiertos por otro
cuerpo. Asimismo, cuando vemos un cuerpo condensado, debemos de pensar
que sus mismas partes están más próximas unas a otras de lo que estaban,
bien porque se han reducido los intervalos existentes entre ellas o bien
porque se han reducido completamente, con lo que ya no cabría de pensar
que un cuerpo pudiera aumentar su condensación. Y sin embargo, no deja de
tener tanta extensión como cuando sus partes, estando más alejadas y como
dispersas en distintas ramas, abarcaban un espacio más grande. Es así, pues
no debemos atribuir la extensión que existe en los poros o intervalos que sus
partes no ocupan cuando está rarificado, sino a los otros cuerpos que llenan

43
Ibíd., p.75.
estos intervalos; de igual modo que, viendo una esponja llena de agua o de
algún otro [fluido], no entendemos que cada parte de esta esponja tenga por
ello mayor extensión, sino solamente que hay poros o intervalos entre sus
partes que son más grandes que cuando está seca y comprimida.

Este extracto es lo suficientemente claro para entender el punto. Aquí es importante


recalcar que cuando se habla de espacio, se entiende un espacio directamente asociado a
un cuerpo. De este modo, cuando entendemos cartesianamente el espacio contenido en una
esponja, este no corresponde al volumen del paralelepípedo que aparentemente la delimita,
si no a la substracción del espacio definido por el aire que penetra la esponja a través de
sus poros respecto del volumen paralelepípedo que aparentemente corresponde a su
espacio.

4. Conclusión.

La palabra espacio ha tenido un mágico atractivo para el arquitecto del Siglo XX,
recurrentemente usada y mal-usada. Louis Kahn famosamente clamó que la continua
renovación de la arquitectura proviene del cambio del concepto de espacio 44. ¿Es posible
establecer alguna relación directa entre el concepto cartesiano de espacio y la práctica de
la arquitectura?

Desde una aproximación más bien fenomenológica y materialista, como ha sido


recurrente en la tradición arquitectónica contemporánea, Henri Lefebvre sugiere que la
filosofía occidental, en su aproximación metafísica inaugurada por Descartes y transmitida
hasta el mundo contemporáneo a través de Hegel no está conectada con el espacio “real” y
físico que atiene a la construcción y a la arquitectura, en tanto no permite trascender el
mero entendimiento racional del mundo físico.45

Sin embargo, más allá del concepto de espacio en particular, Lefebvre postula que
la división entre el sujeto y el objeto inaugurada por Descartes en la división entre res

44
Ven, Cornelis Van De. Space in Architecture. Amsterdam: Van Gorcum Assen, 1980, p. XI.
45
Propone la literature como medio de producción escrita que posee más afinidad al campo experiencial que
implica la arquitectura. Lefebvre, Henri. The Production of Space. Traducido por Nicholson-Smith, Donald.
Oxford, UK; Massachusetts, USA: Blackwell, 1991, p. 14.
cogitans y res extensa ha supuesto la traición al cuerpo y la experiencia, llevando al
completo fracaso del intento de poner en relación sin contradicción estos dos elementos
disimiles, decantando en la servidumbre del dominio visual.46 Ahondando en este último
punto, Juhani Pallasmaa sugiere que a partir de Descartes, se ha constituido una tradición
ocularcentrista negadora de los sentidos, centrada en la vista como sentido más fiable47, a
partir de la noción cartesiana de la visión apoyada a elementos materiales como medio para
percibir y luego entender clara y distintamente la extensión.

A partir de lo anterior puede seguirse que la concepción cartesiana del mundo ha


permeado hacia la teoría de arquitectura. Como observa Hiram Caton, el tratamiento
algebraico de las figuras geométricas para describir la materia matemáticamente a partir
del entendimiento del cuerpo como continuo abstracto ha posibilitado el desarrollo de
sistemas representacionales computacionales que hoy nos permiten describir los cuerpos a
través de ejes coordenados en la computadora.48

Sin embargo, por la naturaleza metafísica del concepto, sobre todo si nos atenemos
al espacio y no a la noción de cuerpo, es muy difícil –al menos yo no lo he logrado– ligarlo
directamente a algún hecho material particular, ya sea una obra o conjunto de obras
construidas. A pesar de esto y evitando establecer una casuística del espacio cartesiano en
la arquitectura, lo que sí es perfectamente posible es realizar un entendimiento o lectura
cartesiana de hechos físicos/construidos/materiales.

46
Ibíd., p. 406.
47
Pallasmaa, Juhani. Los Ojos De La Piel: La Arquitectura Y Los Sentidos. Barcelona: Editorial Gustavo
Gili, 2006.
48
Caton, Hiram. The Origin of Subjectivity. New Haven y London: Yale University Press, 1973, p. 87.
Es revelador el análisis cartesiano de las Cajas Metafísicas de Jorge Oteiza. En su
sentido original –y realizando una lectura extremadamente puntual y reductiva– proponen
la configuración del “vacío” a partir de las proyecciones del cuerpo físico que definen el
espacio. Una lectura cartesiana de la obra implicaría que el aire contenido “dentro” de la
Caja Metafísica corresponde al mismo cuerpo que el aire del resto de la habitación, por lo
que no se puede asociar a un espacio diferenciado. En paralelo, el espacio de la obra sólo
sería aquel ocupado por el metal sólido, y la lectura de la proyección de sus aristas abiertas
para delimitar un interior, sería imposible.

49 50

En contrapunto, la obra de Rachel Whiteread51, en particular Ghost y House, es


susceptible ser interpretada a partir de una lectura cartesiana del espacio. La inversión de
solidez entre muros y “vacío” contenido –aire, o fluido, en términos cartesianos– pone en
evidencia la existencia del lugar interno que describe el cuerpo habitable: penetrable y
transitable de la habitación, a través de la solidificación del aire que está contenido por el
cuerpo hermético que configuraban las paredes originales de los recintos. A través de la
omisión del mobiliario y del cuerpo humano, se muestra cómo la arquitectura puede
configurar un interior hermético cuya definición espacial, esto es, en relación a sus límites

49
Oteiza, Jorge. Caja Vacía. 1958. Oteiza y El Propósito Experimental, Museo Reina Sofía.
50
Oteiza, Jorge. Caja metafísica por conjunción de dos triedros. 1958. Homenaje a Leonardo, Museo
Guggenheim de Bilbao.
51
Para un buen análisis de la obra en sus propios términos, revisar Colomina, Beatriz. Soñé que era un
muro. Berlín y Bilbao: Museo Guggenheim, 2001.
externos y disposición tridimensional geométrica, se ve invariada por los distintos cuerpos
que pasen a ocupar ese espacio en distintos tiempos sucesivos.

52 53

La noción cartesiana de espacio corresponde a un concepto específico situado


dentro de una particular concepción de mundo. Si bien puede aplicarse para describir y
entender objetos materiales, no da paso a un modo definido de proyectar o construir el
espacio –por eso resulta más productiva la descripción de obras de arte, más radicales en
sus modos de proyectar el espacio que la arquitectura–.Esto no sólo por la naturaleza
descriptiva y metafísica del concepto, sino probablemente porque para Descartes, el mundo
material es un hecho dado y creado por Dios, y por lo tanto no desprende una
intencionalidad proyectual, sino que su objetivo es tratar de establecer una verdad firme en
la ciencia en relación al mundo existente que le rodea.

52
Whiteread, Rachel. Ghost. 1990. Saatchi Gallery.
53
Whiteread, Rachel. House. 1993. East London.
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Imágenes:
En portada: Ledoux, Claude Nicolas. Eye Enclosing the Theatre at Besancon. Francia. 1847.
Oteiza, Jorge. Caja Vacía. 1958. Oteiza y El Propósito Experimental, Museo Reina Sofía.
Oteiza, Jorge. Caja metafísica por conjunción de dos triedros. 1958. Homenaje a Leonardo, Museo
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Whiteread, Rachel. Ghost. 1990. Saatchi Gallery.
Whiteread, Rachel. House. 1993. East London.

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