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LA SOCIALIZACIÓN DE LOS SABERES FEMENINOS: EL "INSTITUTO DE CULTURA Y

BIBLIOTECA POPULAR PARA LA MUJER", BARCELONA (1900-1936)


Author(s): Montserrat Duch Plana and Montserrat Palau Vergés
Source: Historia Social, No. 82 (2015), pp. 133-147
Published by: Fundacion Instituto de Historia Social
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/43867465
Accessed: 24-10-2018 16:14 UTC

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LA SOCIALIZACIÓN DE LOS SABERES
FEMENINOS: EL INSTITUTO DE CULTURA
Y BIBLIOTECA POPULAR PARA LA MUJER ,
BARCELONA (1900-1936)*

Montserrat Duch Plana y Montserrat Palau Vergés

A principios del siglo xx, en Cataluña prosperó un feminismo burgués, conservador, ca-
tólico y catalanista que adoptó un carácter educativo-cultural y rechazó otras demandas
sociales y políticas consubstanciales a la plena ciudadanía. El movimiento promovido por
las mujeres conservadoras se constituyó en un agente educador y dinamizador de la cultu-
ra femenina. Y se convirtió también, desde estas premisas, en un instrumento de emanci-
pación femenina, ya que supuso una ruptura con los presupuestos pedagógicos de las pri-
meras décadas del siglo xx, que limitaban el acceso a la educación de las mujeres en
congruencia con el discurso de la domesticidad -esposas, madres y amas de casa- y facili-
tó su formación profesionalizadora.
En este ámbito, cabe citar la trayectoria y la obra de una de las dirigentes de este fe-
minismo, la de la escritora y pedagoga Francesca Bonnemaison (1872-1949), que fundó la
primera biblioteca pública de mujeres en Europa (1909), que pronto se convertiría en un
espacio cultural creado, financiado y gestionado por mujeres, llegando a constituirse en un es-
pacio referencial en la Barcelona de los años veinte. El Instituto fue un espacio de socia-
bilidad femenina interclasista que llegaría a constituirse en "enclave emotivo", como espa-
cio simbólico para diversas generaciones de mujeres, porque su oferta formativa intensiva
facilitó el aprendizaje profesionalizador a miles de ellas.

1. El feminismo conservador, CATÓLICO y NACIONALISTA

A finales del siglo xix, los cambios sociales, políticos y culturales permitieron a las
mujeres catalanas, que tenían limitado su papel en el ámbito doméstico, el acceso a algu-
nas esferas de la vida pública. Hasta entonces su misión era la del matrimonio y la mater-
nidad, siguiendo el modelo del "ángel del hogar", el de la domesticidad de la mujer sacer-
dotisa dentro de su hogar-santuario; un rol que venía marcado incluso por la legisla-
ción vigente, los valores morales y sociales y el imaginario cultural. Si en el cambio al si-
glo xx, en Europa, las mujeres de muchos países, además de recibir formación y de entrar
en el mundo laboral, obtenían más libertad vital, en Catalunya se construyó el modelo de la
mujer moderna dentro de unos parámetros conservadores, nacionalistas y católicos. A di-
ferencia de otros países, la mujer moderna catalana, en contraposición a los aires de secu-
larización y emancipación promovidos por movimientos sufragistas internacionales, se ba-
saba en un modelo de mujer tradicional -ya con acceso a la formación y a algunas esferas

* Este estudio forma parte de los proyectos de investigación HAR-201 1-28 123, GRILC-2014-SGR-755 y I
ISOCAC-2014-SGR-760. I

Historia Social, n.° 82, 2015, pp. 133-147. | 133

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de trabajo-, caracterizado por su confesionalidad y nacionalismo, por su identidad católi-
ca, catalanista y conservadora.1
En detrimento de otras iniciativas surgidas en las filas de partidos y movimientos de
cariz socialistas y ácratas, en Catalunya se impuso el feminismo burgués, asociado al pro-
yecto nacional y de gobierno del partido Lliga Regionalista, más cultural que no político.
Las mujeres cumplían en este proyecto unas funciones definidas por su sexo y naturaleza,
las de perpetuación del sentimiento nacional y la transmisión de los valores y los signos de
identidad.2 Diversas mujeres que compartían esta ideología fueron defensoras del feminis-
mo, pero de un feminismo burgués y conservador que aceptaba que el ámbito político era
masculino sin cuestionar otros derechos, como el del sufragio. Una de sus impulsoras, Do-
lors Monserdà, la primera autora catalana que publica un ensayo utilizando este término,
El feminisme a Catalunya (1907) -seguido, el 1909, por Estudi feminista-, afirma con
contundencia que este movimiento ha nacido para "trabajar por el mejoramiento de la mu-
jer", protestar por las "vejaciones e injusticias" y para perfeccionar "su misión en la fami-
lia y la sociedad". Monserdà y sus compatriotas comparten solamente una parte del femi-
nismo emergente a nivel internacional, pero se olvidan, e incluso niegan, otras premisas
del movimiento. Así Monserdà tilda de "utópico" el feminismo de otros países y lo consi-
dera una "doctrina desmoralizadora", porque tergiversan "los principios y las verdades
más fundamentales de la Religión, de la familia y de la sociedad".3 Como el poder político
también era consciente del papel importante de las mujeres como transmisoras de cultura,
tradiciones e identidad, promovió este feminismo burgués y permitió su acceso a nuevas
opciones sociales, culturales y pedagógicas.
En este sentido, el feminismo catalán fue un agente socializador, educador y dinami-
zador de la cultura femenina como instrumento de emancipación. Las mujeres catalanas
crearon escuelas, centros e instituciones con aires renovadores. Sin embargo, aunque los
postulados de este feminismo abogan por la formación cultural y profesional de las muje-
res, también inciden en no perder en absoluto los valores tradicionales de la feminidad.
Mary Nash4 destaca, del feminismo catalán promovido por las mujeres de la burguesía ca-
talana a partir de las coordenadas del reformismo católico y del nacionalismo conservador,
su afán de auto identificación como feministas y su propósito específico de formular su
propia definición del feminismo frente a otras enunciaciones percibidas como ajenas a la
realidad y aspiraciones de las mujeres catalanas.5

1 Montserrat Palau, "Identität de genere de les dones catalanes a l'inici del segle xx", en Literatura i iden-
titats , Cossetània Edicions, Valls, 2004, pp. 9-36.
2 Montserrat Duch y Montserrat Palau, "La construcción de la Catalunya moderna. La patria feminizada",
en: XV Coloquio de AEIHM. Mujeres e Historia. Diálogos entre España y América latina , Universidad del País
Vasco, Bilbao, 2010. Intervención referenciada en Pilar Pérez-Fuentes (ed.), Entre dos orillas : las mujeres en la
historia de España y América Latina , Icaria editorial, Barcelona, pp. 102-103.
3 Dolors Monserdà, Estudi feminista, Llibreria de Francesch Puig, Barcelona, 1907. Esta traducción, así
como el resto de citas recogidas en el estudio, son propias.
4 Mary Nash, "Experiencia y aprendizaje: la formación histórica de los feminismos en España", Historia
Social , 20 (1994), pp. 151-172. Y Treballadores: un segle de treball femení a Catalunya ( 1900-2000 ), Genera-
lität de Catalunya, Barcelona, 2010.
5 Véanse los estudios de Inmaculada Blasco: "Tenemos las armas de nuestra fe y de nuestro amor y patrio-
tismo; pero nos falta algo", La Acción Católica de la Mujer y la participación política en la España del primer
tercio del siglo xx, Historia Social , 44 (2002), pp. 3-20; "Ciudadanía y militancia católica femenina en la Espa-
ña de los años veinte", Ayer , 57 (2005), pp. 223-246; "Más poderoso que el amor: género, piedad y política en
el movimiento católico español", Pasado y Memoria: Revista de Historia Contemporánea , 7 (2008), pp. 79-10;
Paradojas de la ortodoxia. Política de masas y militancia católica femenina en España (1919-1939), Prensas
Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2003. También Rebeca Arce, Dios, Patria y Hogar. La construcción so-
cial de la mujer española por el catolicismo y las derechas en el primer tercio del siglo xx , Universidad de

134 i Cantabria, Santander, 2008; y Miren Liona, "El feminismo católico en los años veinte y sus antecedentes ideo-
lógicos", Vasconia , 25 (1998), pp. 283-299.

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De entre todas las variadas iniciativas llevadas a cabo para crear espacios de sociabi-
lidad y formación de las mujeres que, al mismo tiempo, contribuyeron a forjar la simbolo-
gia y el relato de identidad nacional, queremos destacar la primera biblioteca europea para
mujeres, el "Institut de Cultura i Biblioteca popular per a la dona", fundado en Barcelona
en 1909 por Francesca Bonnemaison.
En la biografía de Francesca Bonnemaison (1872-1949), 6 encontramos algunas de las
claves del éxito y declive del Instituto: pedagoga, folklorista y escritora de origen burgués,
su padre era un comerciante francés y su madre procedía de una familia de acreditada tra-
dición mercantil. En 1893, se casó con Narcis Verdaguer i Callís7 (1863-1918), dirigente
del partido Lliga Regionalista. Bonnemaison, bibliotecaria de la Obra de les Bones Lletres
de la parroquia de Santa Anna,8 transformó el espacio de beneficencia en biblioteca para
mujeres obreras.9 Por encargo de Francese Cambó dirigió la Sección Femenina de la Lliga
Regionalista durante la II República, además de ejercer una notable acción divulgadora de
los presupuestos del feminismo católico y conservador a través de numerosas conferencias
y artículos en la prensa del momento.10
Bonnemaison se exilió en Montreux durante la guerra civil y volvió a Catalunya en
1941, donde murió en 1949. La Comissió de Responsabilitats de la Generalitat se había
apropiado de sus bienes hasta el 14 de enero de 1939, cuando su patrimonio fue cedido a
la Diputación de Barcelona y, en 1942, a la Sección Femenina de Falange. Bonnemaison
presenta una coherente trayectoria en el catalanismo conservador católico; participa en nu-
merosas instituciones católicas de Barcelona y promueve la causa de la beatificación del
obispo Josep Torres i Bages (1934). Miembro del Consejo Superior de Beneficencia, de la
Federación de Congregaciones Marianas de Vie y de la Liga Espiritual de Nuestra Señora
de Montserrat, también cooperó en la posguerra con la Obra de los Ejercicios Espirituales
de Montserrat (1941-1947).

2. L'Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona (1909-1936)

En 1909, coetánea de la Setmana Tràgica, que tanto perturbó a la gente de orden de la


industriosa Barcelona, se creó la "Biblioteca popular per a la dona", unos años antes que la
Fawcett Library de Londres (1926) y la Bibliothèque Marguerite Durand de París (1931),

6 Francesca Bonnemaison, Del temps present. Conferencia , Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la
Dona, Barcelona, 1928; Rosend Liâtes, Francesca Bonnemaison i la seva obra, Fundació Salvador Vives Casa-
juana, Barcelona, 1972; Roser Matheu, Quatre dones catalanes , Fundació Vives Casajuana, Barcelona, 1972;
Dolors Marín, Francesca Bonnemaison. Educadora de ciutadanes , Diputació de Barcelona, Barcelona, 2004;
Pilar Godayol, "L'Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona: educar en femení i en català", Anuari
Verdaguer , 17 (2009), pp. 359-371; Antoni Tort, "Francesca Bonnemaison Farriols", en Diccionari biografie
de dones , 2010. (http://www.dbd.cat/index.php?option=com_biografies&view=biografia&id=164, consulta ju-
nio 2014); Josep Lluís Martin Berbois, Ignorades però desitjades, A Contra Vent Editors, Barcelona, 2013.
7 "Inventari de Documentado". 1995. Fons Narcis Verdaguer i Callís & Francesca Bonnemaison (1880-
1990). Arxiu Nacional de Catalunya.
8 Además de pedagoga y directora del Instituto, Francesca Bonnemaison fue también conferenciante, arti-
culista, traductora y folklorista.
9 La influencia social de su entorno familiar se amplió con relaciones de amistad con Francese Cambó, pa-
sante en el despacho de abogados de su marido.
10 Estas conferencias y artículos se convierten en una síntesis paradigmática de su ideario político y de las
relaciones de género. Entre otras, por ejemplo, podemos citar "Concepte que té l'Institut de Cultura de la Dona
de la formado moral i intel-lectual de la noia catalana" (conferencia pronunciada el 7 de marzo en el Círcol
Catòlic de Badalona, comentada en La Veu de Catalunya , 31 -III- 1926); o "Impressions sobre l'actuació política
de la dona en el moment actual" (conferencia pronunciada 1' 1 1 de junio en Terrassa, comentada en La Nau , 15-
VI- 1932). i 135

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la primera biblioteca pública femenina de Europa y América. En un espacio que pretendía
combinar "lo útil con lo agradable" y ofrecer una gran diversidad de enseñanzas para mu-
jeres que las preparara profesionalmente, se proponía "sacar del hogar la mujer joven re-
cluida en casa" como de "una vida que la oprimía", llevándola a la oficina y al taller.
Francesca Bonnemaison y Vicenta Carreras crearon la "Biblioteca Popular de la
dona" en la parroquia de Santa Anna para pasar el año siguiente, ante el éxito de la pro-
puesta, a unas dependencias en la Casa de la Misericordia. Este paso significó la creación
del "Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona" (ICBPD),11 constituido, justamen-
te, como Sociedad, pudiéndose así independizar de la "Obra de Bones Lectures" y, por lo
tanto, de la tutela directa de la Iglesia.12 Su objetivo era la promoción de la ilustración y la
cultura de las mujeres. Además del servicio de biblioteca general y circulante para obreras,
con entrada libre para todas las mujeres, proponía desde su creación una oferta educativa y
cultural bastante amplia.13 La pedagoga Rosa Sensat asumió la dirección académica, fun-
ción que pretendía proporcionar a la mujer una cultura científica y artística que le permi-
tiera ejercer con éxito su carrera profesional en condiciones de superioridad.14 Y, también,
preparar a las jóvenes mediante una cultura general intensa, para guiarse en la vida, cual-
quiera que fuese la dirección que emprendiera y ser una mujer de su casa capaz de vigilar
y cuidar de la educación de sus hijos y de conducir su hogar con orden y precisión. El Ins-
tituto creó asimismo actividades para la formación continua de las profesionales15 y tuvo
una sección de deportes donde se practicaban gimnasia, natación, tenis y excursionismo.
El liderazgo indiscutido e indiscutible de Bonnemaison se rodeaba de un grupo de
mujeres de altísima capacidad económica vinculadas con familias burguesas; sus conoci-
mientos, habilidades, disponibilidad de tiempo y capital relacional fueron muy útiles para
captar patrocinadores que garantizaron aportaciones económicas a fondo perdido o finan-
ciación para proyectos concretos, mientras que las mujeres profesionales se orientaban ha-
cia la innovación académica y cultural del Instituto, en una división de papeles que mantu-
vo un buen clima de relación entre ellas, ya que los cambios en el Consejo Directivo se
produjeron por razones personales -enfermedades, trabajo, familia- y constituyeron la ex-
cepción en un grupo dirigente caracterizado por la relación de confianza y la cooptación.16
El Instituto, que se declaró desde sus inicios como "interclasista de solidaridad entre
mujeres", mostró su incardinación social con la participación en el Congreso Internacional
para la represión del tráfico de blancas (Basilea, 1910), cuando en Barcelona se calcula

11 Pilar Godayol ("L'Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona", p. 360) relata que la inaugura-
ción de los nuevos locales en la calle Elisabets tuvo lugar el domingo 26 de abril de 1910 y contó con la asisten-
cia de más de 2.000 personas. Por la mañana, el abad de Montserrat celebró un oficio solemne; y, por la tarde,
después de las palabras del presidente de la Mancomunidad Josep Puig i Cadafalch, Rosa Sensat pronunció una
conferencia sobre "la educación de la mujer".
12 Esther Cortada, "Feminisme i educació ais inicis del segle xx", en Pedagogia, política i transformado
social ( 1900-1917 )> Institut d'Estudis Catalans, Barcelona, 2008, p. 219.
13 La oferta educativa incluía clases de dactilografía, lenguas, taquigrafía, cálculo mercantil, teneduría de
libros y arte aplicado a la industria, cursos de cocina y la impartición de conferencias sobre temas religiosos y
científicos. Su oferta cultural, sobre la que se articula un espacio pionero y protagónico de la sociabilidad feme-
nina en Barcelona a lo largo de dos décadas, comprendía el aprendizaje de conocimientos científicos, artísticos
y manuales.
14 Rosa Sensat, Diseurs de l'acte inaugural del cur s 1922-23 per Da Rosa Sensat , Barcelona, Institut de
Cultura i Biblioteca Popular de la Dona, 1922.
15 Los estudios profesionales duraban 3 años, desde el 15 de octubre al 15 de junio y las alumnas se califi-
caban para trabajos variados en la industria, escuelas, hospitales, despachos privados e instituciones públicas.
Se convocaba regularmente una bolsa de trabajo y se creó también una Caja de Previsión para ayudar a las só-
cias en paro.

136 i 16 Isabel Segura, Memoria d'un espai. ICBPD 1909-2003 , Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barce-
lona, 2007, pp. 94 y 124-128.

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Escola Montessori , Barcelona, 1915

que ejercían más de 10.000 trabajadoras sexuales, y se sumó a la petición a las Cortes del
mismo año para prohibir el trabajo nocturno a las mujeres.
La biblioteca se erigió en una de las secciones más innovadoras y dinámicas y llegó a
disponer de 20.000 ejemplares, gracias a adquisiciones, donaciones o intercambios. Se po-
tenciaron los clubs de lectura o el impulso del conocimiento de idiomas (español, catalán,
inglés, francés, alemán e italiano). Su biblioteca, sólo el primer año, gestionó 3.000 mono-
grafías en préstamo y, en 1920, llegó a 21.000 libros; mientras que la consulta en sala pasó
de 1.360 ejemplares en 1921 a 11.190 en 1922, gracias a la ampliación de puntos de lectu-
ra y, en general, a la consolidación del espacio de la institución en un nuevo edificio situa-
do en la calle Sant Pere más abajo.
En 1917, el ICBPD adquirió una amplia casa con jardín cerca de Vía Laietana, en la
calle Sant Pere mes baix, la gran avenida que conectaba el Ensanche con el mar destinada
a convertirse en el eje financiero y comercial de la ciudad, donde se instalarían el Foment
del Treball (confederación empresarial) o La Caixa de Pensions per a la vellesa i d'estalvi.
Inaugurado en 1922, constituía un hito destinado a convertirse en punto de referencia y en-
cuentro de mujeres en una geografía urbana caracterizada por la toponimia masculina en
medio del centro emergente de la ciudad, a pocos metros de donde se establecía el poder
financiero, con la voluntad de transformarlo en un enclave femenino.
El espacio de sociabilidad femenina no se pretendía, por lo tanto, ni periférico ni
marginal, sino todo lo contrario: céntrico y visible. El edificio constaba de subsuelo, plan-
ta baja y cuatro pisos en el entorno de un gran patio central que daba luz y ventilación a
todas las dependencias. En el nivel inferior, se localizaba la cocina y el comedor-restau-
rante, una sala de siete baños,17 una sala de fiestas con escenario y, en él, un altar de usos

17 La sala con siete baños se justifica por el hecho que el Instituto se localizaba en el centro de la antigua
ciudad de origen medieval y donde las condiciones de habitabilidad de las casas, sin agua corriente, eran muy
precarias. i 137

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polivalentes. En la planta baja se ubicaba la Bolsa de Trabajo, las oficinas y despachos, la
clase de cocina y un vestíbulo que daba acceso a la sala de fiestas, aula de música y el bar
que se podía utilizar también como jardín de invierno.
En la planta principal, la Biblioteca -en el frontispicio "Toda mujer vale más cuando
letra aprende"- contaba con 64 puntos de lectura y acogía la Sala de Juntas, el despacho
de la presidenta, la clase de religión y la gran sala de proyecciones. En la segunda planta,
se ubicaba el depósito de libros y catorce aulas de unos 30 metros cuadrados cada una y la
sala de profesores. Finalmente, en la tercera planta se distribuían otras 19 aulas, sala de
proyecciones y sala de profesorado. En la planta cuarta se situaba la clase de arte aplicado
y dibujo, la más amplia, de ochocientos metros cuadrados, otra sala de corte y confección
de 93 y diversas aulas menores de bordado y bordado a máquina, física y química y labo-
ratorio, además de la clase de plancha y lavandería, fotografía y, también, una enorme cla-
se de cocina.18
Isabel Segura destaca como en el siglo xx, a causa de la modernidad basada en la tec-
nología y el cientifismo, los conocimientos que tradicionalmente habían estado en manos
de mujeres, como la conservación y elaboración de alimentos de práctica cotidiana y que
se transmitía de generación en generación por vía oral, pasaron a ser gestionados por pro-
fesores. Así sucedería en la cocina del Instituto, donde las fotografías muestran el profeso-
rado masculino, frecuente, asimismo en otras clases del amplio plan de estudios, en posi-
ción de magisterio rodeado de alumnado femenino.
La actividad programada cubría el día entero, las ocasiones de encuentro entre las jó-
venes eran cotidianas. Un profesorado mayoritariamente femenino y una junta técnica con
predominio masculino asumían la dirección académica del centro. Las actividades forma-
tivas se ampliaban con visitas a museos, fábricas, mercados, escuelas y cooperativas, san-
tuarios y monasterios por convicción de Rosa Sensat, que consideraba imprescindible en
la formación la observación sobre el terreno, principio de la renovación pedagógica. Las
clases seguían el curso académico y en verano se impartían cursos de gramática, aritméti-
ca, caligrafía, corte y confección a cargo de Carme Martí, la inventora del sistema del mis-
mo nombre (1890), que tuvo mucho éxito hasta la década de los setenta del siglo xx cuan-
do el prêt à porter y los cambios sociales redujeron la clientela que se auto confeccionaba
sus vestidos.19
En el plano confesional se organizaba la misa semanal, ejercicios espirituales y con-
ferencias mensuales sobre moral y religión amenizadas con proyecciones, aunque ya en la
década de los veinte preocupaba a la junta directiva la baja asistencia de las alumnas, por
ello, en alguna ocasión, se procedía al control en la entrada; y podía derivarse una nota ne-
gativa en comportamiento en caso de inasistencia.
Los servicios del ICBPD20 tuvieron una organización suficientemente compleja para
garantizar su progresiva dimensión en actividad y participación de jóvenes y mujeres: edu-
cación e instrucción, organización y propaganda, deporte y excursiones, ceremonial y fies-

18 Su mayor éxito fueron las clases de cocina popular. En 1922, obtuvieron un éxito sin precedentes, acor-
de con el dimensionado ambicioso de su nueva instalación urbana, con la asistencia de 40.000 mujeres a lo lar-
go del año en el espacio simbólico de "La Cuineta" ("La Cocinita") en la planta baja, en forma de anfiteatro.
Bajo la dictadura franquista, este edificio acogería el Institut del Teatre, donde tuvieron lugar las asambleas de
los grupos de mujeres que reivindicaron su recuperación algunas décadas más tarde, a finales del siglo xx.
19 Emma Aixalà y Patricia Gabancho, El segle xx a través de eis àvies, La Campana, Barcelona, 1999,
pp. 53-92.
20 Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona, Report Documentât , Barcelona, 1916-1935; Isabel
Segura, Memoria d'un espai ; Joana Luna y Elisenda Macia, "L'associacionisme femeni: catolicisme, catalanis-

138 i me i lleure", en Més enllà del silenci: les dones a la historia de Catalunya , Generalitat de Catalunya, Barcelo-
na, 1988, pp. 227-242.

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tas, religión y culto, profesorado, alumnado y programas y horarios; en cada uno de ellos
destacaba una responsable que pertenecía al consejo directivo de la entidad bajo la fuerte
presidencia de Francesca Bonnemaison. La nueva sede inaugurada el 1922 facilitó a partir
de entonces la óptima dimensión de sus servicios, que llegarían a más de 30.000 mujeres
bajo el impulso de una mujer católica conservadora que propició que las minorías más di-
námicas que allí coincidieron superaran los estrechos márgenes de las bases de la sociedad
patriarcal del momento; así la criatura acabó sobrepasando los límites autoimpuestos, por
clase social y opción sociopolitica de su fundadora, considerando que las mujeres impug-
naban el discurso de la domesticidad. El ICBPD, con sus actividades, servicios y convoca-
torias, fue un espacio central de la sociabilidad femenina en Barcelona desde la Setmana
Tràgica a la experiencia autonómica de la Generalitat republicana.
Agulhon, uno de los principales teóricos de la sociabilidad, ha definido el être ensem-
ble como el rasgo distintivo del trato humano, algo que el ICBPD propició con altas dosis
de modernidad, ya que en 1922 inauguró el edifício descrito y otro espacio en la playa de
Badalona para la práctica de la cultura física siguiendo las orientaciones higienistas y tera-
péuticas del momento.
En 1930, el Instituto llega a la cúspide en su base social cuando contaba con 8.050
socias, un esfuerzo ingente desde las 320 mujeres que se relacionan en su constitución en
1909. Un año de cambios como el 1931 en Cataluña y España lo será también para el cen-
tro, cuando comienza el punto de inflexión con una pérdida persistente de asociadas. Du-
rante la Dictadura de Primo de Rivera había tenido problemas de financiación, porque las
autoridades lo consideraban un "enclave separatista", mientras que en la II República le
afectaría negativamente su ideario confesional. Las clases y los servicios se mantenían con
demanda, ya que en el curso 1910-11 matriculó a 300 jóvenes, en 1929-30 a 4.160 y, aún,
en 1934-35 a 6.246 mujeres. El tesón y la ambición de las directivas del Instituto motivó la
creación de un espacio de radio quincenal en Ràdio Associació de Catalunya y su influen-
cia creció con una red de instituciones cercanas a su ideario conservador en Reus, Mont-
brió, Riudoms, Badalona, Vilafranca, Capellades y Vie.
La celebración del 25 aniversario en 1933 no transcurrió en el mejor momento para
una institución que probablemente había sido superada por el cambio democrático de la
II República. Francesca Bonnemaison incluso, en un viaje a Roma de celebración, buscó
un encuentro privado con el Papa Pío XI, que "se dignó a conceder su paternal bendición
al Instituto".21 Su ideario confesional católico se teñía de militancia en los años de impulso
secularizador republicano, así se mantenían el rezo de la avemaria en el inicio y final de
las reuniones del consejo directivo o la presencia destacada del consiliario Caries Cardó,
regulada en los Estatutos de 1930.
A partir de 1931, el movimiento de asociadas empieza a disminuir de manera progre-
siva. A pesar de ello, o quizás por eso desafiando las dificultades económicas, se inició la
publicación de la revisa Claror,22 cuya editorial firmaba "F.B. viuda de Verdaguer" que, en
una retrospectiva no exenta de crítica, destacaba las dificultades múltiples que habían vivi-
do para vencer y superar prejuicios sobre el papel de las mujeres en la Barcelona de su
tiempo. Un "lucha titánica" que había facilitado el empleo de muchas jóvenes socias del
Instituto en la industria, el comercio, en los consulados y en trabajos de oficina. Bonne-
maison consideraba que "el empujón la ha llevado un poco más allá del que convenía" y
las mujeres han desatendido "los gozos de la vida familiar". Era consciente que las pers-
pectivas vitales de las mujeres y su imaginario habían cambiado en un proceso que se in-

21 Isabel Segura, Memoria d'un espai , p. 122.


22 La revista Claror , creada desde y dirigida a la burguesía, con mucha publicidad de marcas prestigiosas
y caras -como su precio-, contó con artículos de personalidades de la época y duró apenas un año (1935-1936). i 139

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tensificaría durante la II República y que cortó de raíz el patriarcado franquista. Si bien
había contribuido con su obra al cambio, se había propuesto "desengastarse de una vida
casera que la oprimía", ahora debía retornarla a la familia "[...] que sea la alegría del ho-
gar, la verdadera compañera del hombre; que se haga un gozo de la vida de esposa, de ma-
dre, de hija". Por ello, retrotrayéndose al siglo xix, propone que las mujeres trabajen a do-
micilio y obtengan de esta forma un salario "razonablemente remunerado".
Durante estos años de la II República, el Instituto mantuvo en activo su carácter for-
mativo y la bolsa de trabajo, cuando los efectos de la crisis de 1929 y la fuga de capitales
se hacían notar en la ciudad; así en 1933, 3.952 gestiones derivaron en 1.564 colocaciones.
También inició las proyecciones de cine y las actividades de fotografía, aunque las condi-
ciones financieras llevarán a la crisis de modelo, sobre todo porque el Ayuntamiento y la
Diputación de Barcelona cancelaron o disminuyeron sus subvenciones y los créditos para
financiar el gran salto adelante que supuso la construcción del edificio y que gravaban su
futuro, hasta el punto que la presidenta, a espaldas del consejo directivo, en 1935, llega a
negociar la integración de su obra en la Caixa de Pensions. Poco a poco, el prestigio del
ICBPD iba en descenso y se propuso ceder la institución a la Caixa para amortizar así los
créditos que habían posibilitado la gran inversión en el nuevo edificio. Su planteamiento
no tuvo apoyo y, el 3 de septiembre de 1936, veía como el Departamento de Cultura de la
Generalitat fusionaba l' Escola Professional per a la Dona i la Secció d'Ensenyament
Domestic de la Generalitat, creada en 1920, en una escuela profesional que se instalaría en
el edificio del ICBPD. A partir de 1939, el Instituto pasaría a formar parte de los servicios
de la Diputación de Barcelona, siendo gestionado por la Sección Femenina de Falange.23

3. Espacio de sociabilidad femenina

Una aproximación a la sociología de las jóvenes y mujeres que frecuentaban el Ins


tuto o que se inscribían en su bolsa de trabajo muestra una extracción social mayorit
procedente de la "menestralía, la pequeña mesocracia, de obreros cualificados, de fun
narios, comerciantes y hombres de profesión liberal", cuyas hijas acceden a un espacio
encuentro, formación y aprendizaje moderno en la Barcelona de su tiempo, en un enc
de sociabilidad24 femenina singular.
La investigación sobre espacios de sociabilidad utilizan el concepto de Agulhon pa
dar cuenta no tanto de las relaciones cotidianas sino del objetivo que ellas deben per

23 El 9 de febrero de 1939, Pilar Primo de Rivera visitó la sede y dejó su firma precedida de un "Arr
España", visita premonitoria del destino del centro durante la Dictadura. En 1941, las representantes del Inst
cedían a la Diputación todos los bienes, y singularmente el inmueble de Sant Pere, que se hace cargo del to
activo y pasivo de la institución para que continúe la obra social del Instituto de cultura. Pronto se sup
todo el profesorado debería ser de Falange, por lo cual la reincorporación del antiguo profesorado, una ve
purado, sería inviable, algo en lo que ingenuamente habían confiado las directivas de la primera etapa en d
go con la Diputación y en ausencia de Bonnemaison, que se mantuvo en el exilio hasta 1941. "Inventari de
cumentario", 1995. Fons Narcis Verdaguer i Callís & Francesca Bonnemaison (1880-1990). Arxiu Nacional
Catalunya.
24 Pere Gabriel, "Sociabilismes obrers i populārs i historia política a la Catalunya contemporània", en So-
ciabilitat i àmbiî local , Actes del VI Congrès Internacional ďHistória Local de Catalunya , L'Avenç, Barcelo-
na, 2003, pp. 141-142; Elena Maza, "Sociabilidad e historiografía en la España contemporánea", Ayer , 42
(2001), p. 247; Jean Louis Guereña, "La sociabilidad en la España contemporánea", en Sociabilidad fin de si-
glo , Espacios asociativos en torno a 1898 , Ediciones Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 1999, p. 15;
Del mismo autor, "Un ensayo empírico que se convierte en un proyecto razonado. Notas sobre la historiografía

140 i de la sociabilidad", en La sociabilidad en la historia contemporánea. Reflexiones teóricas y ejercicios de análi-


sis , Duen de Bux, Ourense, 2001, p. 15.

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guir: la compañía o la convivencia con otros. La sociabilidad es el fundamento de la vida
común; el lazo racional y la cortesía aparecen así como constituyentes del vínculo social,
de hecho los diccionarios remiten a la definición de sociabilidad como "tratamiento y co-
rrespondencia de unas personas con otras" o también como "sociedad, trato de unas perso-
nas con otras". Así en el ICBPD encontramos la oferta de servicios, como los baños o el
restaurante económico, la biblioteca, las clases de cocina, las excursiones, las salidas en
grupo a los mercados que constituyen un complejo programa de actividades para un "fe-
minismo encauzado". Es la primera institución en España de su género, como destaca Vi-
centa Carreras, la fiel secretaria del Instituto y amiga de Bonnemaison, quién también re-
cuerda que su objetivo central será el de "la ilustración general de la mujer, mezclando lo
útil con lo agradable; dar a conocer a las obreras, entre lo cultural y artístico, su bienestar
moral y material".25 Objetivo que obtuvieron pacientemente, ya que de las 320 inscritas en
1909 creció hasta las 7.619 socias en 1926; con una bolsa de trabajo que había encontrado
empleo a 965 mujeres hasta 1926; con una biblioteca con más de 15.000 volúmenes y que
prestaba otros múltiples servicios y ocasión de encuentro informal entre mujeres urbanas
en la Barcelona de su tiempo. Así por ejemplo, la sección de Economía y Proveimientos,
se hacía cargo de los baños, las duchas y el restaurante a partir de 1923, con un incremento
progresivo de usuarias avanzada la década hasta casi un millar de usuarias de los baños y
más de 8.300 comidas anuales. El restaurante estaba "servido por un chef competente y,
montado, no con lujo, pero sí con todos los requisitos que la higiene prescribe, y con todas
las comodidades que el vivir actual pide".26
La Barcelona del cambio de siglo desarrolló nuevas formas asociativas, como han es-
tudiado para espacios de sociabilidad masculinos o mixtos Pere Gabriel, Pere Sola, Jordi
Canal o J. Uria, mientras que éste sería un espacio de mujeres cuyo análisis converge con
tantas investigaciones que adoptan las perspectivas "sociabilistas", ratificando la necesi-
dad de un debate interdisciplinar que sitúe la importancia y las características del amplio
tejido ciudadano plural donde être ensemble , llenar el ocio y politizar las relaciones socia-
les, y las relaciones sociales de género en el caso del Instituto.
La importante actividad de las clases de cocina en el ICBPD -sólo en 1925 participa-
ron 38.000 mujeres-, así como su sociología, motivaron una iniciativa de la Compañía ca-
talana de gas y electricidad. Si el fogón había alcanzado las casas de las clases altas a fina-
les del ochocientos después de iluminar calles y fábricas, durante las dos primeras décadas
del siglo xx llegaría a los hogares de clase media; así la empresa mostraba las ventajas de
la cocina de gas respecto al carbón. La colaboración con el ICBPD facilitó la instalación de
las nuevas cocinas de gas y, en 1926, empezaron las clases de cocina, gratuitas, los miércoles
y sábados, que culminaban con una rifa de los platos cocinados entre las asistentes; el año si-
guiente la empresa subvención la cátedra de cocina con 10.000 pesetas anuales. Un aspecto
innovador que probablemente contribuyó a la creación de redes de sociabilidad.27

25 Segura Soriano, Memoria d'un espai , p. 97.


26 Página Femenina en La Veu de Catalunya , 1 de octubre de 1927. Citado por Isabel Segura, Memoria
d'un espai , p. 95. Cabe decir también que el chef del restaurante, propietario de un local de comidas populares
en Barcelona, Josep Rondissoni, publicó manuales y otros libros de cocina. Algunos de los cuadernos de rece-
tas de las alumnas han sido recuperados e, incluso, editados, como, por ejemplo, el d'Empar Sabata, La cuina
de l' àvia (1980), que recoge las recetas aprendidas en las clases del ICPBPD entre 1913-1923.
27 Véanse los estudios de Josefa Cucó, "El papel de la sociabilidad en la construcción de la sociedad civil",
en Identidades colectivas . Etnicidad y sociabilidad en la península ibérica , Generalitat Valenciana, Valencia,
1990, pp. 153-164; y El quotidià ignorât. La trama associativa valenciana , Edicions Alfons el Magnànim, Va-
lencia, 1991. También Luis P. Martín, "Redes políticas y asociaciones secundarias. Nuevos aportes a la sociolo-
gía histórica", en El siglo xx: balances y perspectivas. V Congreso de la Asociación de Historia Contemporá-
nea Fundación Cañada Blanch, Valencia, 2000, pp. 107-1 13. 141

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El estudio de las prácticas de sociabilidad "informal" requieren una atención específi-
ca a los espacios28 de ocio (cafés, tabernas, salones, burdeles, etc.) como a las fiestas, mer-
cados, plazas, calles y la ciudad en general; las sociedades culturales y recreativas; los
grupos, entidades y círculos políticos de toda clase; el taller y la empresa; la masonería, el
ejército, las parroquias y cofradías; la vida familiar o las sociabilidades femeninas, que son
sólo algunos de los ejemplos de este heterogéneo conjunto de lugares, formas y prácticas
abordados desde la perspectiva que definió Agulhon, en 1981, años después, por lo tanto,
de la aparición de una obra fundacional como La Sociabilité Meridionale : "Los sistemas
de relaciones que confrontan a los individuos entre ellos o entre los que se les parecen en
grupos, más o menos naturales, más o menos vinculantes".29
Francesca Bonnemaison representa un ejemplo del carácter contradictorio y complejo
del feminismo social, ya que fundó una institución educativa y espacio de sociabilidad
cuya filosofía y enseñanza era tributaria de su identificación confesional con los presu-
puestos del reformismo católico y con la orientación política del nacionalismo catalán bur-
gués, dirigida preferentemente a la educación de las jóvenes de la pequeña burguesía y de
la clase obrera.
Un centro que había puesto en marcha una bolsa de trabajo para obreras, pero cuya
presidenta vitalicia, fundadora y mecenas afirmaba que "[...] nada más indicado que unas
manos de mujer ante la máquina de escribir, y sinceramente ridiculas las del hombre, ense-
ñando telas y encajes tras de un mostrador... Desde luego lo que desearía es que la mujer
pudiera ayudar a su familia sin necesidad de moverse de su casa".30 Las jóvenes, hasta su
boda, podían prepararse para secretaria en las clases de cálculo mercantil, teneduría de li-
bros, correspondencia comercial, taquigrafía y dactilografía, francés e inglés. Una función
que ha ocupado históricamente muchas generaciones de mujeres en Europa en una activi-
dad, la taquimecanografía, que, como destaca Segura en su monografía sobre el Instituto,
consiste en una función de mediadora entre hombres, ya que las chicas dan forma a la idea
del ejecutivo o jefe y será él quien después con su firma autorizará el texto; un triángulo en
el cual la mujer y la máquina actúan como medio tecnológico del pensamiento masculino.
Una carta que, una vez firmada por un hombre, se dirigirá a su destinatario. Una actividad,
por otra parte, en ningún caso ajena a la violencia simbólica sexuada en el lugar de trabajo,
como denunciaba la periodista, frene Polo, en el texto "El inferno gris de la oficina".31
El ICBPD sirvió a los intereses de modernización y de mayor profesionalización de
la mano de obra femenina desde la perspectiva de las normas de conducta de género. Por
ello también cuestionaba claramente algunos elementos decisivos del discurso de la do-
mesticidad y, por lo tanto, de los modelos de feminidad "decente" vigentes, rompiendo,
contradictoriamente, con el fomento de la educación femenina en una enseñanza moderna
racional y de calidad, muchos de los esquemas culturales de género predominantes. Bien
significativo resulta que una institución que alcanzó las 8.000 alumnas en 1930 fuera una
iniciativa femenina, dirigida y administrada por mujeres. Nos ha interesado un enfoque de
su actuación en el sentido de crear un clima singular propicio al estudio y al trabajo de las
mujeres de clases medias y populares.

28 Jorge Uria, "Sociabilidad informal y semiótica de los espacios. Algunas reflexiones de método", Studia
Histórica: historia contemporánea , 26 (2008), pp. 177-212.
29 Maurice Agulhon, "Les associations depuis le début du XIXé siècle", en Les associations au village, Ac-
tes Sud, Le Paradou, 1981, p. 11. Véase también del mismo autor Le Cercle dans la France bourgeoise , 1810-
1848. Étude d'une mutation de sociabilicé, Armand Colin, Paris, 1977.
30 Entrevista de Anna María Martínez Saigí a Francesca Bonnemaison, Mujeres, marzo 1928. Citado por

142 i Isabel Segura, Memoria d'un espai, p. 100.


31 L' Opinio, 3 de septiembre de 1933, citado por Isabel Segura, Memoria d'un espai , p. 1 10.

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El Instituto fue decisivo en la modificación del perfil de las virtudes femeninas de
modestia y auto abnegación al fomentar el valor de la autoestima entre el alumnado, por
ejemplo. O también por defender el derecho de las mujeres al trabajo remunerado para las
no casadas, que infringía de forma clara el presupuesto tradicional del monopolio masculi-
no del trabajo remunerado y la negación de una identidad como trabajadora a las mujeres.
Las clases y las actividades informales, el contacto cara a cara de jóvenes y profesoras en
el ICBPD contribuyeron a romper con los valores culturales de la domesticidad, constitu-
yendo, sin duda alguna, un espacio significativo en la afirmación de los derechos de las
mujeres. Un espacio simbólico y un espacio real, dimensionado con ambición para realizar
su función educativa y de sociabilidad con plenas garantías, algo que no debemos olvidar,
ya que los espacios, como ha reconocido la investigación más influyente sobre sociabili-
dad,32 no deben ser nunca una cuestión menor. La crisis de los años de la II República ma-
nifiesta bien a las claras su aportación contradictoria cuando avanza el reformismo laico33
en la Catalunya autónoma. En coherencia con la tesis de Agulhon,34 que muestra como
una forma de sociabilidad35 tradicional, al politizarse, ayuda a difundir precozmente la
idea de República en los cafés de la France du villaje , así sucedería con el ICBPD cuya
realidad debe ser comprendida en su función educativa de numerosas mujeres, así como
en la generación de una minoría crítica que superó sus estrechos límites y con el ejemplo
de otras mujeres se propuso crear espacios propios en la II República. Podemos hacer una
comparación con los cafés, espacio de sociabilidad masculina por antonomasia, expresión
de una sociabilidad ciudadana semiprivada masculina antes de convertirse en lugares polí-
ticos. La progresiva institucionalización del café en la Francia ochocentista muestra como
una sociabilidad informal y espontánea dio lugar a una sociabilidad reconocida legalmen-
te, codificada, más cerrada con procedimientos de admisión como avales o cooptación por
recomendación, cotización periódica, condición social homogénea, ciclo anual festivo uni-
do a prácticas de memoria... Son los cafés y salones republicanos que están en la base del
republicanismo mediterráneo.
Mientras que los espacios privilegiados de la sociabilidad masculina eran la taberna y
la casa de prostitución, en el caso de las mujeres debemos analizar el surgimiento de espa-
cios más formalizados, como el ICBPD, ya que los tradicionales eran los lavaderos públi-
cos, las tiendas o la calle. Espacios, en cualquier caso, que por motivos de prácticas de tra-
bajo u ocio, aparecen como marcos posibilitadores de las relaciones que confrontan los
individuos entre ellos, que los reúnen en grupos más o menos naturales, más o menos esta-
bles y más o menos numerosos y que ayudan a la satisfacción de necesidades; necesidades
humanas de ocio y diversión, de orden fisiológico, así como en el cumplimiento de un
conjunto de obligaciones rituales comunitarias. Algunas de las ocasiones de encuentro en

32 Daniele Bussy-Genevois, "Por una historia de la sociabilidad femenina: algunas reflexiones", Hispania ,
214 (2003), pp. 605-620; AA.DD., Formes i espais de sociabilitat a Catalunya, dossier de L'Avenç, 171
(1993); Pere Gabriel, "Espacio urbano y articulación política popular en Barcelona, 1890-1920", en Las ciuda-
des en la modernización de España . Los decenios inter secular es, Siglo XXI, Madrid, 1992, p. 93.
33 Pilar Salomón y Monica Moreno, "Género, Religión y laicismo", Historia Social , 53 (2005), pp. 85-
136; Pilar Salomón Chéliz, "Laicismo, género y religión", Ayer , 61 (2006), pp. 291-308; Véase la reseña de los
actos en Acción Femenina Católica , 68 (junio, 1917) y (noviembre, 1917); Amelia García, Ideología y práctica
de la acción Social Católica Femenina. Cataluña, 1900-1930 , Publicaciones Universidad de Málaga, Le Cer-
dea, Málaga, 2007; Josep Lluís Martín Berbois, Ignorades però desitjades. Generalität de Catalunya, Barcelo-
na, 2013.
34 Maurice Agulhon, Le Cercle dans la France bourgeoise .
35 Elena Maza, "Sociabilidad e historiografía en la España contemporánea", Ayer , 42 (2001), pp. 241-252.
Véase el monográfico de Danièle Bussy-Genevois, Jean-Louis Guerreña y Michel Ralle (coords.), "Fêtes, so-
ciabilités, politique dans l'Espagne contemporaine", Butlletin d'Histoire Contemporaine de l'Espagne , 30-31
(2000). i 143

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el ICBPD eran los clubs de lectura, entonces denominados "lecturas dirigidas", para lo
cual se entregaban cinco libros, uno de historia, otro de filosofía, una novela y un volumen
poético además de un texto religioso; una propuesta en función de la edad de la lectora ad-
juntando un cuestionario para orientar la lectura de los textos. Como señala Dolors Marín,
"el Institut de Cultura de la Dona posibilitó el acceso de niñas, jóvenes y mujeres adultas a
la sociabilidad y al saber" y, al mismo tiempo, "el conocimiento y la integración en el pro-
yecto barcelonés da paso a las ciudadanas de pleno derecho. Por fin las mujeres dejan de
ser invisibles".36
El ICBPD constituye un espacio de encuentro de mujeres; el más significativo por su
ubicación, dimensión y servicios organizados, aunque la topografía femenina en la Barce-
lona del primer tercio del siglo xx se complementa con otros centros, como por ejemplo,
el Club Femení i ďEsports ,37 creado en 1931, que llegaría a gestionar las piscinas del
Ayuntamiento, un servicio construido en la Plaça Espanya, en el hotel inaugurado con mo-
tivo de la Exposición Universal. El Club contaba con dos mil socias, y su fundadora fue
Enriqueta Séculi que con Anna Murià, ambas ex alumnas del ICBPD, y María Teresa Ver-
net animaron la publicación de una revista propia.
En el mismo año, Aurora Bertrana, antigua alumna del ICBPD, creó con Carme Karr,
gran defensora desde la revista que dirigía, Feminal , de las actividades de su amiga Bon-
nemaison, el Lyceum Club , ubicado en Vía Laietana, ideado a imagen y semejanza de
otros existentes en Londres, la Habana o Madrid, con el objetivo de establecer un ambien-
te idóneo para el intercambio de opiniones e ideas entre mujeres al margen de las organi-
zaciones políticas.38
Desde la perspectiva del pensamiento católico y del feminismo conservador su actua-
ción en el escenario político-electoral seguía siendo subalterna, pero cada vez más valora-
da. Era la misión de ejercer una influencia indirecta en los votantes; la otra variedad de
"femenina ciudadanía", la denominaba Carmen Karr en 1910.39 En esa misma línea, el
diario El Debate , aunque comprometido con el voto femenino, reproducía durante la cam-
paña electoral de 1919 una combativa carta de la Junta provincial de Acción Católica de la
Mujer en un artículo titulado Ante las elecciones Cooperación femenina. Buscad votos
para el bien de la Iglesia y de la España :

Ante ese riego [el triunfo en los comicios de los enemigos de la Religión y el orden social], ¿vamos
a permanecer indiferentes, o a contentarnos con gemir y orar? [...]
Usted, mujer cristiana y española, puede vencer si quiere -que sí lo quiso siempre- a los ver-
dugos de su fe y de su patria. Usted puede poner al frente de nuestros destinos nacionales hombres
de corazón, de consciência, de honradez, de prestigio.
Un voto, muchos votos, cuantos puedan lograr su entusiasmo y su celo para bien de la Iglesia y
salvación de España.40

36 Dolors Marín, Francesca Bonnemaison, p. 19.


37 Neus Real, El club femení i ďesports de Barcelona , plataforma ď acciò cultural , Publications de l' Aba-
dia de Montserrat, Barcelona, 1998.
38 Shirley Mangini, Las modernas de Madrid, Península, Barcelona, 2001, pp. 74-91; Carmen de Zulueta
y Alicia Moreno, La Residencia de Señoritas. Ni convento ni college , Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), Madrid, 1993; Carmen Karr, "De la misión social de la mujer en la vida moderna", Educa-
ción Femenina . Ciclo de conferencias desarrolladas en el Ateneo Barcelonés , Librería Parera, Barcelona, 1916.
En 1917 la revista Feminal defendía el voto de la mujer. Véase el número correspondiente a 2 de setiembre de
1917; Josep Lluís Martín Berbois, Ignorades però desitjades.
39 Carmen Karr, "Primera conferencia", en Cultura Femenina. Estudi i orientations, L'Avenç, Barcelona,
1910, p. 40.
40 El Debate, 22 de mayo de 1919. Citado por Rosa Ana Gutiérrez, "Las católicas y la política: del aposto-

144 i lado a la propaganda y la movilización (1900-1924)", en María Concepción Marcos y Rafael Serrano, Mujer y
política en la España Contemporánea ( 1868-1936 ), Universidad de Valencia, Valencia, 2012, p. 171.

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Gimnasio del Institut de Cultura de la Dona , 1920

Las líderes de estos nuevos espacios de sociabilidad femenina en Barcelona habían


sido alumnas o profesoras del ICBPD, aunque sus trayectorias ilustran las causas del de-
clive del Instituto y su vía autónoma: eran laicas y republicanas, candidatas por ERC o del
Front Únic Femení Esquerrista de Catalunya vinculado a ERC el 1932. Mientras, el Casal
de Francesca Bonnemaison continuaba con sus prácticas religiosas y su ideario conserva-
dor, más si cabe cuando accedió a la presidencia de la sección femenina de Lliga Catalana,
con el objetivo de "aportar la cooperación de las mujeres" al partido. La constitución de
secciones femeninas, derivada del sufragio femenino de la Constitución de 1931, motivó
la organización de las mujeres y su movilización mediante estas secciones cuyas activida-
des eran de asistencia social, cultura, diversiones, fiestas, deporte, propaganda oral y escri-
ta y colectas benéficas,41 que asumían "una actuación pública femenina" es decir distinta
de la masculina: la política vinculada al poder era cuestión de hombres.

41 Isidre Molas, Lliga Catalana: un estudi d' estasiologia, Edicions 62, Barcelona, 1972, vol. II, pp. 106-
109. 145

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Más allá de la diferenciación, presente en Gurvitch,42 entre "sociabilidad estructura-
da" (el equivalente de la "formal" de Agulhon) y "espontánea" (la "informal" del historia-
dor francés), es necesario superar el estudio de la estructura formal de estas entidades y
profundizar en la sociabilidad que les da sentido global; conociendo y problematizando el
sistema de relaciones que se teje en esos lugares y las formas y prácticas que adopta. En
resumen, la noción de sociabilidad no debe sustituir a la de asociacionismo, y menos con-
fundirse con ella, sino que en realidad la completa y le da otra perspectiva, una nueva co-
herencia, como ha señalado Jean-Louis Guereña. El uso de un enfoque más amplio, dentro
del marco de la historia social, contribuye a analizar estas asociaciones dentro de otros cir-
cuitos de sociabilidad en los que tienen sus orígenes o con los que mantienen vínculos
para conocer mejor sus múltiples funciones. No hay que confundir, en este sentido, "mar-
co formal" y "relación", tal como recuerda Jorge Uria.43
En una atmósfera antitética a la del Instituto de Cultura promovido por Bonnemaison,
sobre la sociabilidad de los anarquistas españoles se observa que la división rígida entre
una sociabilidad formal y otra informal no resulta muy útil como punto de partida de la in-
vestigación. La inestabilidad, precariedad, legalidad/ilegalidad de muchas iniciativas liber-
tarias provocaba a menudo que los vínculos de afinidad, camaradería o amistad fueran
mucho más fuertes que la pertenencia o no a una determinada entidad. En este sentido, el
grupo anarquista -a menudo no formalizado o explícito-, cercano a la fórmula asociativa
de la cuadrilla -o peña- de amigos, constituía el eje básico de sociabilidad en esta familia
política y, por otro lado, tampoco se solían registrar oficialmente sus asociaciones,44 una
reflexión conclusiva que convendría trasladar a la historia de las mujeres y el género.
Los estudios sobre sociabilidad presentan un notable sesgo de género, nada extraño
por otra parte ya que los avances en la historia de las mujeres son recogidos por la biblio-
grafía general raramente. En este sentido debemos recordar el estado de la cuestión que
hace unos años planteó Danielle Bussy Genevois.45

3. Conclusiones

El ideario del Instituto había sido innovador en su creación en 1909 y mantuvo


intensa actividad cultural, de formación profesionalizadora y favoreció a la creación
espacio simbólico y físico de cultura femenina. El Instituto constituye un ejemplo d
ciabilidad femenina emblemático de las contradicciones y paradojas del pensamiento
minista conservador como fuerza emancipadora de las mujeres y de su acción social
primer tercio del siglo xx.

42 Georges Gurvitgh, Las formas de sociabilidad , Losada, Buenos Aires, 1941.


43 Jorge Uria, "La taberna. Un espacio multifuncional de sociabilidad popular en la Restauración es
la", Hispania , 214 (2003), pp. 571-604; "La taberna en Asturias a principios del siglo xx. Notas para su
dio", Historia Contemporánea , 5 (1991), pp. 53-72; "Ocio, espacios de sociabilidad y estrategias de contr
cial: la taberna en Asturias en el primer tercio del siglo xx", en Sindicalismo y Movimientos Sociales
xix-xx), UGT-Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1994, pp. 73-97.
44 Francisco Javier Navarro, Ateneos y grupos ácratas. Vida y actividad cultural de las asociaciones
quistas valencianas durante la Segunda República y la guerra civil, Biblioteca Valenciana, Valencia, 200
46-47; Susana Tavera y Enrique Ucelay DaCal, "Grupos de afinidad, disciplina bélica y periodismo libert
en Historia Contemporánea , 9 (1993), pp. 167-190.
45 Montserrat Duch, El genere de la polis. Les dones en el catalanisme politic, Aróla ed. Tarragona,
pp. 19-60; Arnau González Vilalta, La Irrupció de la dona en el catalanisme (1931-936), Abadia de M
rrat, Barcelona, 2006; Daniele Bussy-Genevois, "Por una historia de la sociabilidad femenina"; Mary
"Política, condicio social i mobilització femenina: les dones a la Segona República i la Guerra Civil", en
146 enllà del silenci, pp. 243-264.

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Una mujer de la alta burguesía catalana, Francesca Bonnemaison, creó en Barcelona
la primera biblioteca para mujeres en la Europa de su tiempo, ya que Londres, París o
Amsterdam no consolidarían espacios de este tipo hasta el período de entreguerras. Y la
creó justamente en la fase álgida de la primera ola feminista confrontándose a los objeti-
vos sufragistas y basando la promoción social de la mujer en la educación.
La confesionalidad católica y el horizonte redentorista de su fundadora entrarán en
crisis a partir de la II República cuando los determinismos sociales de la libertad de las
mujeres parecieron ampliarse. En la Barcelona que proclamó la República, el centro quedó
superado por otras espacios impulsados por mujeres que habían sido profesoras o alumnas
del ICBPD; una función pues notabilísima, a pesar de las contradicciones citadas, ya que
contribuyó a formar a muchas y predispuso la conciencia feminista de otras que empren-
dieron nuevos caminos de emancipación femenina.46
En la II República su carácter confesional propició un declive inexorable que se con-
sumaría con la Dictadura de Franco y la ocupación del espacio por la Sección Femenina
de Falange. En 1999, el movimiento feminista y las mujeres de Barcelona iniciaron una
campaña para la recuperación del espacio como Centre de Cultura de Dones que finalmen-
te, en 2003, culminaría con la firma de un convenio con la Diputación de Barcelona que
ha creado un marco participativo y una agenda feminista de actividades.

46 Josep Lluís Martín Berbois, Ignorades però desitjades. i 147

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