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ESCLARECIMIENTO

DE LA MISIÓN
PARA LA TRANSFORMACIÓN
REVOLUCIONARIA DE LA GRAN CARACAS
Una nueva manera de concebir el urbanismo
 
 

 
 
 
Entrevista de Gipsy Gastello
a Farruco Sesto
ESCLARECIMIENTO

DE LA MISIÓN

PARA LA TRANSFORMACIÓN

REVOLUCIONARIA

DE LA GRAN CARACAS

Una nueva manera de concebir el urbanismo


Entrevista de Gipsy Gastello a Farruco Sesto

Marzo de 2011

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Prólogo a la presente
edición digital
Cuando a finales de 2010 el Presidente Chávez me nombró
Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran
Caracas, la tarea me pareció inmensamente complicada. ¿Por dónde
entrarle al problema?

Chávez y yo habíamos conversado sobre algunas ideas para ir


transformando a Caracas con un sentido audaz y revolucionario. Pero
evidentemente no parecía algo que se pudiera llevar a cabo desde la
figura de Ministro de Estado cuyo papel es, según la Constitución,
básicamente asesorar a la Presidencia y Vicepresidencia de la
República.

De manera que para mí era muy importante intentar clarificar


la Misión que se me había confiado.

Así que le pedí a Gipsy Gastello, que era para ese momento
era nuestra Directora de Comunicación e Información en el Ministerio
de Cultura, que sostuviésemos un diálogo a modo de entrevista, que
nos permitiera llevar a cabo ese intento de clarificar las ideas.

Esa entrevista se realizó, se transcribió, se ordenó, y el


resultado de ese proceso es el documento que aquí se presenta y que,
aunque estuvo accesible hasta hoy en la página
www.cuadernosparalacomuna, nunca ha sido impreso.

Creo que su lectura ayudará a comprender el esfuerzo que se


trató de hacer en su momento desde la Oficina Presidencial de Planes y
Proyectos Especiales, la cuál me tocó dirigir hasta diciembre de 2013,
contando con la ayuda de un valioso equipo de camaradas.
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La entrevista

G.G.- Ministro, a Usted le han asignado una nueva tarea,


una misión, por así decirlo: la de la transformación revolucionaria
urbana de Caracas, de la Gran Caracas. El propio Presidente se la ha
asignado al nombrarlo Ministro de Estado.

F.S.- Así es.

G.G.- La idea es conversar sobre ello en una o varias


sesiones de trabajo, para que nos explique lo que se está pensando y
en qué consiste esa transformación.

F.S.- Lo que tú quieres que yo haga es lo que, en


términos militares se llama “esclarecimiento de la misión”,
¿no es cierto?

G.G.- Algo así. Pero que ese esclarecimiento en vez de


hacerlo en un documento, se haga en forma de entrevista. Ese es el
acuerdo que le abre paso a esta conversación.

F.S.- Bueno, querida amiga, estamos dispuestos. Tú


pones las preguntas y yo, a través de las respuestas, trataré de
dibujarte un panorama de lo que queremos.

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La transformación de Caracas es posible
a partir de nuevas formas subversivas de
planeamiento
G.G.- La primera pregunta está de anteojito: ¿se puede
lograr una transformación sustantiva de Caracas en un determinado
tiempo, digamos en unos pocos años? ¿No es una quimera, un sueño
ilusorio?

F.S.- Por supuesto que se puede. Pero con una


condición básica. Que tanto la formulación de los planes como
la puesta en acción de esos planes, se hagan de una manera
revolucionaria.

G.G.- ¿Y eso que quiere decir exactamente?

F.S.- Que se hagan desde el ejercicio del poder


popular, rompiendo los viejos esquemas y diseñando nuevas
formas de planeamiento que sean subversivas. Te lo voy a ir
explicando poco a poco.

G.G.- ¿Subversivas? ¿En qué sentido?

F.S.- Justamente, en el sentido de subvertir los


métodos de planificación tecnocráticos que, por muy de
vanguardia, muy al día, que pretendan ser o estar en
determinados aspectos, siempre terminan sirviendo al orden
establecido, con una visión clasista de la ciudad. Vamos a ver.
Te comento muy rápido y en forma general acerca de tres
tipos de planes: los planes de ordenamiento urbano
tradicionales que están todavía en las leyes vigentes, los
planes estratégicos urbanos que tienen una metodología
propia y los grandes programas de actuación urbanística
directa apoyándose en la idea pragmática del diseño urbano,

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que han tenido éxito en otras partes en ciertas condiciones.
Pero la verdad es que creo que ninguno de esos tipos de
planes, funcionarían para nosotros, aquí, en la Venezuela
Bolivariana, en este país en transformación profunda, en esta
Caracas tan querida pero llena de tantos problemas. ¡Hay que
idear nuevas formas de planificación y ejecución!

G.G.- ¿Subversivas?

F.S.- Eso es, lo captaste.

G.G.- Capté la fuerza que usted le pone al adjetivo, el de


una planificación subversiva, pero todavía no tengo claro el
concepto. ¿Por qué no funcionarían los planes de ordenamiento
tradicionales?

La inutilidad de los planes


de ordenamiento tradicionales

F.S.- La propia vida nos ha enseñado que no sirven.


Están como figuras en la Ley de Ordenación Urbanística
desde 1987, es decir, desde hace casi un cuarto de siglo, ¿Y
cuales fueron los resultados? Muy malos. Nuestras ciudades
han ido yendo a peor. Cada día a peor. Por eso digo que la
propia experiencia los descalifica, Tenemos en esa Ley los
Planes de Ordenamiento Urbano (POU) cuya responsabilidad
es de nivel ministerial, y los Planes de Desarrollo Urbano
Local, (PDUL) cuya responsabilidad es compartida entre el
nivel municipal y el ministerial. No han servido para nada.
No sólo porque se hacen desde una visión funcionalista de la
ciudad, sino porque carecen (y menos mal que es así) de la
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fuerza necesaria para producir acciones. Son planes
normativos ideales que presuponen visiones de ciudades que
funcionan mejor, pero que, una vez tras otra, son dejados de
lado. Se basan en la ingenua idea de que las fuerzas que
desarrollan la ciudad van a hacerles caso. Pero su carácter es
pasivo y en la práctica son, como se dice, únicamente un
saludo a la bandera. Con ellos los expertos y técnicos
vislumbran una idea de ciudad. Pero ¿cómo una ciudad en la
cuál se mueve una dinámica de tantas fuerzas la pueden
concebir los técnicos? ¡Eso es una locura! ¿Con cual concepto?
Lo primero que hacen esos planes es respetar servilmente las
condiciones del orden establecido como, entre otras, las
disposiciones del uso del suelo urbano, las segregaciones
clasistas de la ciudad, las diferencias, a las que tratan con
paños calientes, para adornarlas de racionalidad y
funcionalismo. ¡Yo no he visto hasta ahora uno de esos POU o
PDUL que conciban cambios estructurales profundos para
nuestras ciudades! Te lo digo muy claramente: no sirven.
Dejémoslos de lado.

G.G.- Ministro, usted habló de otro tipo de planes, los


conocidos como planes estratégicos urbanos. ¿En qué consisten?

La inconveniencia de los planes


estratégicos urbanos

F.S.- Ellos tienen una metodología más interesante y


más práctica, mucho más, que los planes de ordenamiento. En
realidad se basan en la idea de una mesa de negociación
donde las distintas fuerzas que tienen poder sobre la ciudad,
logren superar sus contradicciones y se pongan de acuerdo en
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conseguir determinados objetivos, trazar determinadas
estrategias y producir determinadas acciones, en un tiempo
establecido. Han tenido éxitos importantes en algunas
ciudades, como Medellín, Barcelona, Lyón. No son
propiamente planes de ordenamiento urbano, sino que se
apoyan en una visión sobre todo económica y social de la
ciudad, que tiene consecuencias urbanísticas. Ahora bien,
¿Por qué esa metodología no nos sirve en una situación de
transformación profunda? Bueno, porque son producto de la
conciliación entre fuerzas. En realidad, ¿Quién gana allí? No
hay duda de que ganan las fuerzas que tienen el poder
económico real. Por eso es que esos planes estratégicos con
esa metodología no nos sirven. No son democráticos en el
sentido auténtico del término. Ellos sirven al orden
constituido y lo que hacen es modernizar la ciudad, adaptarla
a nuevos retos, pero siempre dentro de ese orden económico
estructuralmente intocable. No tocan a los poderes.

G.G.- Usted habló de los programas de actuación con base


en el diseño urbano.

La limitación de los programas


de diseño urbano

F.S.- Si, son los que van más directamente a la


transformación urbanística por sectores. Son los más activos,
por así decirlo. A los arquitectos suelen gustarnos mucho
porque son muy directos. Enseguida se ve la transformación
física de la ciudad. Si detrás de ellos, hay buenos equipos de
arquitectos, tienen resultados impactantes. Pero en el fondo,
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es lo mismo. No van a la transformación profunda. No atacan
los problemas estructurales de la ciudad. Son muy parciales y
así son sus resultados: parciales. Se imponen sobre el
colectivo. Una vez más lo que hacen es ayudar a una visión
funcionalista (en este caso arquitectónica) de la ciudad, sin
entrar en otras complejidades.

G.G.- ¿Es por eso que necesitamos, Ministro, nuevas


formas de hacer urbanismo que, según usted dice, deben ser
subversivas? ¿Es así?

F.S.- Así es. Esas nuevas formas de planificación


urbana deben ser construidas.

G.G.- Pero ¿en qué sentido deben ser o van a ser


subversivas?

F.S. En la forma y en el contenido que, como casi


siempre, están vinculados. En la forma, porque los
procedimientos de planificación van a ser distintos, dignos de
esta revolución participativa y consecuentes con ella. En el
contenido, porque van a intentar producir una ciudad
distinta, equilibrada, justa, igualitaria. Una ciudad hacia el
socialismo, que exprese, al menos, esa intención, ese camino
por recorrer. Que tenga prefiguraciones ya, hoy día, de lo que
va a lograrse con el tiempo.

G.G.- Por favor, explíqueme un poco más. Hábleme de los


procedimientos de planificación, esos que usted llama subversivos.
¿Cómo se van a elaborar los planes? ¿Cómo se van a decidir las
acciones a ejecutar?

F.S.- Lo importante es lograr despejar el panorama


para que no predominen los intereses que hasta ahora han
condicionado la estructura de nuestras ciudades. Me refiero a
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los que tienden a darle permanencia a la sociedad de clases y
que tienen todavía una enorme fuerza, en las leyes, en la
rutina, en la visión prevaleciente que marca el orden urbano
que conocemos. Contra ese orden es que hay ser subversivos.
Contra el poder que mantiene ese orden. Por eso es que los
técnicos y especialistas no deben dirigir el proceso. Ellos han
de estar totalmente al servicio de los cambios estructurales y
en verdad eso no les va a resultar fácil, no es natural en ellos,
si no se dotan de un ánimo transformador, Ese ánimo no lo
consiguen por sí mismos, no está en ellos normalmente.
Deben adquirirlo de las fuerzas transformadoras. ¿Cuáles son
esas fuerzas? El gobierno revolucionario y el pueblo que le da
vida a ese gobierno.

Hay que construir nuevos procesos de


decisión desde el poder político

G.G.- Pero ¿cómo se lleva adelante el proceso de


planificación, cómo se estructuran los niveles de decisión, en un
esquema participativo? ¿Ese esquema no tiene límites? Por ejemplo,
yo entiendo que el poder comunal asuma las decisiones que le
corresponden, pero ¿Quién propone las estrategias y toma las
grandes decisiones que implican a toda la ciudad? Es decir ¿Quién
supera el marco sectorial y se preocupa por los intereses generales?

F.S.- Buena pregunta. En realidad la estructura de


análisis, propuesta y decisión hay que construirla, pero lo
importante es que esa estructura (que a lo mejor no es ni
siquiera tan compleja como pudiera parecer) se sintetice en un
formato de dos grandes polos: el poder político de alcance
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general y el poder político de alcance sectorial. Cada uno se
nutre del otro y hace su propia síntesis. El poder político de
alcance general toma las grandes decisiones estructurantes, no
puede ser de otra manera. Es decir, traza los grandes
lineamientos de un nuevo concepto urbanístico. El poder
comunal, reinterpreta esos lineamientos y los adapta a su
realidad específica. Entre ambos factores ha de haber un
diálogo creador permanente. No sé si me explico.

G.G.- ¿Y los expertos y técnicos? ¿Qué papel juegan los


especialistas?

F.S.- Justamente ese, el de expertos en la resolución de


cuestiones concretas. Teniendo en claro que en la medida en
que asuman un pensamiento subversivo, transformador, su
contribución ha de ser más útil cada vez.

De la idea de ciudad
a su concreción

G.G.- Vamos a ver si entiendo. Usted dice, Ministro, que es


en el nivel político general, en el nivel de gobierno, donde se van a
trazar las ideas de transformación de la ciudad. ¿Es así?

F.S. Si, así es, en diálogo permanente con las


organizaciones de base del poder popular. La ciudad es algo
que nos atañe a todos. No la podemos ver solamente
demasiado de cerca, en lo chiquitico. El más alto nivel político
ha de garantizar que prevalezca la visión que se preocupa por
los intereses generales y por hacer que esa visión coincida y

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vaya de la mano con los grandes planes de transformación
revolucionaria de la sociedad y del país.

G.G.- ¿Y el poder comunal?

F.S.- Es el que hace que esa visión general toque tierra,


se haga real, de carne y hueso por así decirlo. Y desde luego,
desde la praxis de aplicación de las medidas, se irá influyendo
día a día en el perfeccionamiento de esa visión general. Es un
ir y venir de uno a otro polo, así como de la práctica al
concepto, de lo particular a lo general y viceversa.

G.G.- Siempre queda la duda de cómo se va a llevar a cabo


todo esto.

F.S.- Digamos que estoy dibujando los puntos de


vista, los enfoques, para que se sepa por donde vamos a ir y
que nadie se llame a engaño.

G.G.- Bueno, Farruco, está bien. Esa manera de hacer la


planificación tiene que ver con la subversión, digamos, en la forma.
Pero ¿cual es el contenido sedicioso que Usted quiere darle a la
planificación urbana?

La subversión en
el contenido

F.S- Ese va es estar en el concepto mismo de la


transformación que queremos. En este caso la forma, es decir
la manera, y el contenido van juntos, Es revolucionario torcer
el rumbo. Partir de un punto donde estábamos, con el cual no
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nos sentimos plenamente identificados, para llegar a un
puerto distinto. Al estructurar la nueva visión, ella va a
atentar contra la que tenía el antiguo orden. La subvierte, por
así decirlo.

G.G.- ¿Puede ilustrarlo con algún ejemplo?

F.S.- Te lo ejemplifico ahora con dos. Porque este tema


hay que desarrollarlo en extensión y profundidad, ya que es el
asunto sustancial. Un ejemplo es lo referido al uso de la tierra
como mercancía y, no sólo eso, sino como mercancía al
servicio de la especulación. ¿Te das cuenta? ¿Hasta donde
podemos acomodar esta ciudad de Caracas, o cualquier
ciudad en parecidas condiciones, con este lastre de la
especulación del suelo urbano? Te lo digo: ¡no hay posibilidad
alguna! Hay que derrocar esa especulación entronizada. Ese
es un punto de quiebre, entre nuestra visión y la del viejo
orden.

El otro ejemplo se refiere a una cuestión estructural, la


de la zonificación de la ciudad por clases sociales. Allí el
quiebre si ha de ser total, porque se dirige al aspecto medular
de la configuración de Caracas. La que conocemos es la
ciudad producida por una secuencia a lo largo de siglos de
una sociedad cambiante, pero siempre estructurada en clases
sociales, unas arriba y otras abajo, con sus extremos en un
antagonismo calcinante. La que queremos construir es la
ciudad socialista, igualitaria, sin clases opuestas, sin
explotación de ningún tipo y que resume todos los sueños
emancipadores. Si logramos entre todos trazar estrategias
urbanísticas que logren facilitar la construcción de esa ciudad,
eso si que será subversivo. Bueno, te cité estos dos ejemplos.
Pudiera referirte algunos más sobre aspectos donde hay que

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producir rupturas. Pero vamos a dejarlo así por ahora, porque
creo que es suficiente para entender el concepto.

G.G.- ¿En resumen?

F.S.- En resumen: hay que adoptar nuevas formas de


planificación, subversivas en las técnicas y procedimientos, y
subversivas en los objetivos, en la sustancia misma.

G.G.- Pasemos a otro punto. Según esto que hemos venido


conversando, ¿cómo ve Usted la actuación sobre Caracas? Es decir,
¿cuáles son esas líneas conceptuales que, según su tesis, deberían ser
lanzadas desde el alto gobierno?

F.S.- Desde el nivel político...

G.G.- Si, desde el nivel político. ¿Cuáles ideas se manejan?

Ideas para una imagen


de ciudad socialista

F.S.- La elaboración está en marcha. Hay muchas


ideas sectoriales, como por temas, que han surgido en la
Revolución y que ahora hay que integrarlas en una teoría
urbana. Por cierto una teoría no académica sino para usarla
como herramienta de transformación. Me refiero a ideas sobre
las formas de producción, sobre la organización social y el
poder popular, sobre el consumo que tanta importancia tiene
en la vida urbana, sobre el buen vivir, sobre la cultura y los
nuevos valores, sobre la política en sí misma, sobre el
comercio en el socialismo, sobre la defensa de todo el pueblo,
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sobre la inclusión.... en fin, la tarea es unir todo ello, tal como
te dije, en una hipótesis de organización urbana posible. Se
trata de construir una imagen integrada de ciudad desde la
Revolución.

G.G.- ¿Qué piensa Usted personalmente? ¿Tiene algunas


visiones propias que aportar a la construcción de esa imagen?

F.S.- Bueno, tal vez algunos esbozos o apuntes


fragmentarios para la discusión.

G.G.- Por favor, ¿me puede adelantar alguno de ellos?

F.S.- Vamos a ver. Te voy a exponer algunas ideas.


Vete tomando nota. Pero ten en cuenta todo el tiempo que
estamos hablando de transformación urbanística, no de otra
cosa. ¿Está claro?

G.G.- Si.

Por una nueva geometría


del poder en Caracas

F.S.- Bueno, para esos efectos urbanísticos yo


comenzaría por prescindir de las divisiones administrativas
de la ciudad que no tienen que ver con nada útil, sino con la
causalidad. Municipios, parroquias, algunos que llegaron así
del pasado pero que hoy están desfasados de la conformación
urbana de la Caracas actual. De modo que habría que
repensar y reformular la sectorización de la Capital, buscando
una subdivisión más lógica y humana, más relacionada con la
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vida de la gente. Con seguridad buscaríamos modelos más
coherentes en lo espacial, en lo geográfico, para constituir
unidades o módulos mejor integrados políticamente. ¿Se
relaciona eso con el tema de la creación de comunas?
¡Seguramente!. Allí hay un problema de límites y de partes y
de relación entre las partes. Hay también un problema de
dimensión en lo territorial y en lo demográfico. Esto nos
llevaría a un nuevo mapa. ¿Lo ves? A un nuevo mapa con
piezas que se reconocen cada una a sí misma, en su identidad
particular, pero también a las otras como partes
indispensables de un conjunto integrado. ¿Lo anotaste?:
subdividir a Caracas de otra manera más lógica, a efectos de
su transformación urbanística. El Presidente, en relación a
todo el país habla de una nueva geometría del poder. Bueno,
sería algo así en relación a este territorio urbano de la Capital.

G.G.- Si, la idea está clara. Al menos creo entenderla. ¿Qué


otro concepto se impulsaría?

Por una democratización y generalización


de los atributos urbanos

F.S.- Vamos allá. Entonces ahora a esas partes, a esas


comunas o serie de comunas, seguramente cada una distinta a
la otra por su historia, o por su morfología, debemos dotarlas
de los atributos para que se vean a sí mismas como
componentes de la ciudad con las características necesarias
para serlo. A ver si me explico. Deben reproducirse en ellos
las condiciones indispensables para una vida urbana
completa. ¿Qué es una ciudad? Es un lugar donde se
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desarrolla un proyecto de vida en colectivo que contiene
varias dimensiones: en lo político, en lo productivo, en lo
cultural, en el hecho mismo de habitar, convivir, intercambiar,
con todas las estructuras funcionales que lo hacen posible, y
con una estructura espiritual que trasciende a las generaciones
y tiene que ver con la memoria de sí misma como ciudad y al
mismo tiempo con una aspiración de futuro. Todo ello para
facilitar la libertad, sabiendo que ella no existe sino en la
igualdad y fraternidad. ¿Me sigues?

G.G.- Completamente.

F.S.- Bueno, esos atributos o condiciones deben estar


presentes o al menos reflejados en cada una de esas partes en
que dividamos la ciudad. Y esos atributos, desagregados al
detalle y conectados con la óptica de la vida contemporánea,
tienen su expresión en lo físico, es decir en lo urbanístico, de
la ciudad. Por ejemplo, en cualquiera de estas comunas, el
área de residencia debe estar complementada con el área
productiva. Vivienda y trabajo van juntos, deben bailar
pegado. Otras cosa es que analicemos en qué consiste el
trabajo productivo en la ciudad, en qué debe consistir según
las vocaciones que esa ciudad tenga. Pero no lo debemos dejar
al azar. Hay que planificarlo e integrarlo. O por ejemplo, en
esas piezas de la ciudad deben estar los lugares de la cultura,
los espacios de la política, las áreas de la educación, de la
salud, del deporte y recreación, del comercio e incluso del
intercambio informal como el de los antiguos mercados,
equilibradamente presentes en todos los ámbitos de la
estructura urbana. Es una cuestión de democratización de los
atributos y, con ellos, de los aspectos urbanísticos que lo
hacen posible.

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G.G.- Hay países, ministro, donde los niños, todos los
niños, obligatoriamente, van a pie a la escuela, porque hay una
relación equilibrada entre las viviendas y el sistema escolar. ¿Se
refiere, por ejemplo, a eso?

F.S.- Si, a ese tipo de cosas. Aquí muchos de nuestros


niños pierden dos horas o más en el tráfico, yendo y
regresando de su casa al colegio. Y no es algo excepcional,
sino bastante común. Lo mismo con el resto de los servicios.

G.G.- ¿Y eso de los espacios políticos y culturales por


sector?

Por una ciudad


multicéntrica

F.S.- Tiene que ver con la idea de que la ciudad sea


multicéntrica, en sus distintos niveles de estructuración. A lo
mejor hay uno o más grandes centros simbólicos, históricos,
cívicos, de la ciudad. En el caso de Caracas, es evidente el
papel que siempre va a jugar el Centro Histórico, con la Plaza
Bolívar y las instituciones adyacentes, es decir, el damero
tradicional. Eso es y será insustituible. Pero en las distintas
escalas se pueden ir creando centros cívicos que lo sean de un
sector, y que se relacionen uno con otro como en sistema, tal
como se relacionan las comunas. ¿Una comuna no debería
tener su propio centro cívico? Yo creo que si. Allí estará lo
político, lo cultural, las áreas de vida pública más intensa, esas
cosas.

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G.G.- De modo que ese es un concepto, ¿no es cierto?, el de
los sectores con todos los que Usted llama atributos de la vida
urbana, incluyendo sus respectivos centros. ¿Por qué no me explica
mejor el tema del trabajo? ¿Por qué no concentrarlo en ciertas zonas
especiales de la ciudad, en vez de integrarlo a las zonas
residenciales?

Integración
de vivienda y trabajo

F.S.- Bien, esto se relaciona con otra idea, la del


modelo de vida del capitalismo y todos los excesos de ese
modelo, incluyendo el gasto de energía de origen fósil.
Cientos de millones de personas trabajadores se movilizan
todos los días en el mundo para ir a su trabajo. Y no hablo de
una movilización corta. Me refiero a un traslado en el que
cada persona emplea a veces varias horas al día, que no se
cuentan como horas laborables sino que se restan del tiempo
de su recreación y descanso. Es un sistema que en verdad es
una locura. Es costoso. Consume enormes cantidades de
recursos y energía afectando, como hoy sabemos, la propia
existencia del planeta. Pero además atenta contra la calidad de
vida de las personas y las familias. En venezuela y
particularmente en Caracas, cada día se movilizan multitudes
de un lado a otro. La pregunta es si hay necesidad de ello.
Esta bien, si tú trabajas, por ejemplo, en un gran hospital o en
una universidad es evidente que te tienes que movilizar hasta
allí. Pero ¿No podría planificarse un sistema de producción de
bienes y servicios mucho más conectado a las zonas
residenciales?

G.G.- La vida de las personas sería mucho más agradable.


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F.S.- Claro, infinitamente más agradables. El tiempo
ahorrado se emplearía en el ocio creador, en el estudio, el
deporte, en tantas cosas. La idea sería que nadie tuviese que
trasladarse por obligación, sino únicamente por placer.

G.G.- Pero, ¿es eso posible? ¿No es una utopía?

F.S.- ¿Por qué utopía? Es sólo una forma de


organizarse. Y más en la vida contemporánea donde mucha
de la producción puede no concentrarse en grandes fábricas,
sino en pequeños talleres?. Ah, tiene que haber, desde luego
una condición, que los lugares de producción no sean
contaminantes ni químicamente, ni visualmente, ni con el
sonido, ¿Sabes una cosa? Yo lo he visto en otras partes del
mundo. He asistido en Shangai en 1980, por ejemplo, a talleres
de producción ubicados en las plantas bajas de los edificios de
vivienda. Y parecía un sistema que funcionaba muy bien.

G.G.- Y eso referido al trabajo se puede aplicar a los


servicios, ¿no es cierto? Por ejemplo a la ubicación de las escuelas o
de los centros de salud.

F.S.- De todo. Eso nos conecta con ese concepto del


que hablábamos antes, de la ciudad organizada en partes que
contengan en sí mismas todos los beneficios de la ciudad. En
estos días hablábamos con Raul Grioni de los sistemas de
centralidades interconectadas, de las más chiquitas a las más
grandes, desde la escala del edificio o el conjunto de edificios,
a la del barrio, a la del sector e, incluso a la gran centralidad
del área metropolitana. Y alrededor de esos centros en sus
distintas escalas y sus ejes de comunicación, se van
organizando los servicios de salud, educación, deporte,
recreación, cultura, las áreas verdes, el trabajo. No es ninguna
utopía. Tú hablabas de las escuelas. Hay lugares del mundo,

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por ejemplo en los países nórdicos europeos, donde los niños
tienen que ir a las escuelas ubicadas en su zona. Y van a pie.
La sociedad se organiza para ello. Las familias se organizan.
Esta cosa de los transportes escolares recorriendo a horas muy
tempranas la ciudad para transportar a los niñitos, parece
algo de una crueldad sin límites. Te lo digo, incluso, como
padre, como lo vi en su momento y ahora como abuelo.

G.G.- Pero eso significa cambios en el modelo. Alguien


podría decir: con mis niños no te metas.

F.S. Desde luego, pertenecen a un modelo de ciudad


que debe ser en definitiva aceptado democráticamente. Pero
que te digo que la responsabilidad de elaborarlo, de precisar
bien los conceptos que lo constituyen, corresponde al nivel
político de gobierno. Eso es lo que yo pienso.

G.G.- ¿Y qué hacer, por ejemplo, con las zonas


industriales?

F.S.- ¿Cuáles? ¿En Caracas? La mayoría de las zonas


industriales que hoy existen son zonas confusas, degradadas,
enredadas, no aptas como enclaves en la gran ciudad que hoy
es la Capital. Pero, bueno, eso es justamente lo que hay que
decir. ¿Cómo encajan en el modelo? ¿Se van a las periferias?
¿Qué sistemas de transporte las sirven y conectan?

G.G.- Y tantos otros aspectos.

Tres
premisas
F.S.- Bueno, Gipsy, son muchas aristas que hay que
afinar las de una ciudad que es un organismo muy complejo.
No es la idea en esa conversación de hacer una lista de todas
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esas cuestiones. Te cito esos ejemplo para ilustrar la idea de
que tenemos que tener un modelo integral y que su
elaboración tiene que tener tres premisas: que parta del poder
político, que sea factible de desarrollar en la Caracas real, la
que hoy tenemos, y que sea aceptado y comprendido por el
conjunto de los ciudadanos, que lo hagan suyo como idea y,
desde luego, que lo construyan en la práctica, que lo hagan
posible.

G.G.- Eso encaja con la idea de construir el socialismo.

F.S.- Todo va junto, en el mismo envoltorio. El Plan


Nacional Simón Bolívar y sus líneas estratégicas, la acción de
los distintos niveles de gobierno, el desarrollo con mucha
fuerza del Poder Popular, la construcción de las Comunas, la
exploración de las nuevas formas de relación en la idea del
Buen Vivir, la vanguardia organizada en el PSUV y los
partidos revolucionarios que acompañan el proceso, en fin,
todo ello empujando en el mismo sentido.

G.G.- Ministro ¿le gustaría que hablásemos específicamente


sobre Caracas? ¿Cómo le vamos a entrar a su transformación
revolucionaria?

Una fórmula:
40-30-20-10

F.S.- Las lineas estratégicas que estamos manejando,


yo las resumo en una especie de fórmula matemática:
cuarenta, treinta, vente, diez. Así le digo. Son los porcentajes
que califican el tipo de esfuerzo que hay que hacer, que sirven

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como un resumen a grandes rasgos. 40-30-20-10. La verdad es
que parece un número de teléfono o algo así.

G.G.- ¿Cuarenta de qué?

F.S.- Cuarenta por ciento de esfuerzo por alcanzar una


espiritualidad urbana que nos sirva para vivir de otra manera.
Es un esfuerzo para el colectivo de ciudadanos. Ahora te lo
explico, pero déjame hacer la cuenta completa. Otro treinta
por ciento para lo que se refiere a los acuerdos sociales,
transformados en leyes, ordenanzas y normas de convivencia.
Como ves ya llevamos setenta por ciento y aun no estamos
hablando de inversiones en el sentido de obras físicas.

G.G.- ¿Y el resto?

F.S.- Veinte por ciento para acciones urbanísticas de


pequeño o mediano alcance. Y el cuadro se completa con un
diez por ciento de acciones importantes, de carácter
estructurante. Es a mi juicio una buena manera de visualizar
los esfuerzos. Como ves, no el dinero lo más importante.

G.G.- ¿Por qué no nos lo explica con un poco más de


detalle?

40% del esfuerzo: dotarnos


de una nueva espiritualidad urbana

F.S.- Comencemos por el 40% de esfuerzo en el tema


de la nueva espiritualidad urbana. Esto tiene que ver con el
desarrollo de la conciencia sensible para poder vivir en
comunidad. Es la construcción del alma colectiva, del espíritu

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de la comuna. Como estamos ahora, tal como vamos en
cuanto al sentido de las relaciones humanas, no llegaremos
muy lejos. Acuérdate de que el objetivo de una Revolución, de
una verdadera revolución, no es en el fondo sino la
transformación irreversible de las relaciones humanas. De eso
se trata. Para que nos relacionemos en una forma distinta, en
planos, yo diría, superiores de humanidad.

G.G.- la espiritualidad en este caso no se refiere a nada


religioso, ¿verdad?

F.S.- Para nada. Se trata de alcanzar una


espiritualidad laica, terrenal, ligada a la comprensión de
nosotros mismos como seres humanos que viven en sociedad,
y que por tanto coinciden en unos grandes principios,
digamos, de ciudadanía y que se acuerdan en entenderse con
base en determinados valores, del mismo modo en que juntan
sus voluntades para construir una ciudad mejor en un mundo
mejor.

G.G.- Suena bien.

F.S.- Creo que si, En todo caso tiene que ver con la
construcción de una base ideológica que sirva como soporte al
ejercicio de ciudadanía. Yo le digo construcción del alma
colectiva, construcción de una nueva espiritualidad.

G.G.- ¿Y cómo vamos a lograrlo?

F.S.- Bueno, no partimos de cero. La Revolución


Bolivariana que impulsa Chávez está en ese proceso. Hay
multitudes dispuestas al cambio, con la voluntad de continuar
ese proceso ya iniciado de transformación en lo personal y en
lo colectivo. En este caso se trata de darle un impulso especial

24  
 
en el arte de la convivencia, aplicándonos a mejorar la vida
cotidiana en las ciudades.

G.G.- ¿Hay algunas lineamientos específicos para


conseguirlo? ¿Sobre que elementos estratégicos apoyarse?

F.S.- Yo distingo tres. Te los enumero: Apoderarse de


la belleza, hacerla nuestra. Apoderarse del conocimiento,
hacerlo nuestro. Apoderarse de la justicia, hacerla nuestra. Es
así de simple. Eso de “apoderarse” es una manera de decirlo
que usaban los antiguos griegos. Se me quedó grabado
cuando leí Paideia, el libro de Werner Jäger en la edición del
Fondo de Cultura Económica. ¿No has leído ese libro? Te lo
recomiendo. Apoderarse de la belleza. Me gusta, me suena
bien. ¿No te parece?

G.G.- En este caso ¿qué significa exactamente?

Apoderarse
de la belleza

F.S.- Significa construirse un sentido estético


colectivo, plural, pero no por imposición sino por suma. Es
como hacer un caldo con muchos ingredientes. La idea es que
podamos darle valor entre todos a esa ética de la forma que es
cualquier planteamiento estético. Y que convivan cien flores.
Pero que entre ellas no estén las de la degradación, el
descuido, el deterioro, el resultado de lo que está hecho sin
amor o sin criterio, el irrespeto al entorno, en fin...tú me
entiendes. Pues esas no son flores sino hierba mala. Hay unos
espacios urbanos ¿No? Bueno, se trata de que esos espacios
25  
 
sean humanamente gratos, para ayudarnos a mejorar nuestras
relaciones. Que sean espacios hermosos, puestos al servicio de
la dignidad de cada uno de nosotros. Hay unas formas
urbanas ¿no?, edificios, objetos, monumentos, piezas del
mobiliario urbano. Pues se trata de que entre todos configuren
una imagen amable del paisaje urbano, con su personalidad,
con su identidad si es posible conseguirlo. ¡No es tan difícil! Y
esto no tiene que ver con lujos o gastos extremos, sino con el
placer de constituir un hábitat amigable y de vivirlo con ese
mismo placer. ¿Tú sabes? Yo pienso que no es un asunto tan
difícil.

G.G.- Sigamos. Veamos ahora el punto de apoderarse del


conocimiento. ¿Qué significa eso exactamente en el caso de la ciudad
de Caracas?

Apoderarse
del conocimiento

F.S.- ¡Ah¡ Yo creo en ese viejo dicho, que por cierto fue
asumido como lema por nuestro programa de turismo
cultural: Se ama lo que se conoce. A veces también se expresa
en forma negativa: se teme o se odia lo que no se conoce. Pues
bien, yo pienso que el amor a una determinada ciudad y, a
partir de él, la construcción de la espiritualidad que la haga
humanamente habitable, hay que sostenerlos desde el
conocimiento. Me explico: una ciudad es un organismo
extremadamente complejo, en sus funciones. No es una
tontería. Si no, pregúntales a los alcaldes, a Jorge Rodríguez, a
Jacqueline Farías, que por cierto lo están haciendo muy bien.
Pregúntales por la cantidad de vértices que tiene el manejo de
una ciudad como la nuestra. Te cito algunos: el tema del tejido
26  
 
espacial, el de la estructura morfológica, todos los sistemas de
flujos (de los vehículos en sus distintos tipos, de las personas),
el agua potable, las aguas servidas, los drenajes, los deshechos
sólidos, tanto basura como escombros, la electricidad, la
iluminación, el gas, la fibra óptica, la lucha contra la
contaminación, las áreas verdes, la vivienda, los espacios de
trabajo e industria, la articulación de los espacios de
encuentro y de recreación, o de intercambio, los servicios
culturales, el transporte, las áreas verdes, los distintos tipos de
riesgo, por ejemplo, geológicos, sísmicos o hidráulicos, los
controles, la seguridad de bienes y personas, la vida cultural,
la memoria histórica y, con ellas, el patrimonio edificado e
intangible, los servicios de salud, de educación, el uso de la
ciudad por parte de los niños, de los ancianos o de las
personas con ciertas dificultades, la vida en ella de los
animales, su relación con la naturaleza, su comunicación con
otras ciudades, los espacios de la política, la administración, la
producción de bienes que es la base de la economía de una
ciudad, el tema de su identidad, de su vocación, su
planificación a futuro, sus sistemas de mantenimiento o de
autoregulación, sus tiempos diurnos o nocturnos, sus
posibilidades de crecimiento o de estabilización, la logística
para la alimentación de los habitantes, el flujo de distribución
de los productos, los mercados, sus cementerios que también
hay que considerar, sus leyes, normas y ordenanzas, el tráfico,
el tema de los impuestos y contribuciones, la señalización, el
arte público, hasta el tema de la organización para su defensa,
en fin...¡tantas cosas!. Te pregunto: ¿sobre qué base se puede
construir una convivencia humana, sino es sobre el
conocimiento de ese lugar, de ese gran aparato o máquina en
la que habitamos? Hay que conocer en términos generales
cómo es, para qué sirve, como funciona una ciudad y, en
especial, esta ciudad. Si una ciudad es, como se ha dicho, un

27  
 
proyecto de vida en colectivo, hay que conocer ese proyecto.
Pienso, Gipsy, que es a partir del conocimiento como llegas al
entendimiento. Es decir, cuando conoces entiendes y, cuando
entiendes, puedes usar de mejor manera a la ciudad en tu
beneficio y en el de todos. Te dotas de una sabiduría
compartida. Te haces urbanamente culto, y con ello,
parafraseando a Martí, te haces libre. Tampoco esto es tan
difícil a mi juicio.

G.G.- ¿Y apoderarse de la justicia?

F.S.- Es lo mismo. Viene a ser lo mismo.

Apoderarse
de la justicia

G.G.- Hacer de ella una cuestión del colectivo ¿No es eso?

F.S.- Si, pero no me refiero a la justicia de lo judicial,


por así decirlo, sino a la justicia integral, a la de la vida en
comunidad, la justicia que contiene en ella libertad, igualdad,
fraternidad, ya tú me entiendes. La justicia del reconocimiento
de la dignidad de todos y cada uno. La justicia en lo humano,
en nuestras relaciones, en nuestra valoración de lo que somos
y queremos ser, la justicia que consiga ir edificando una
sociedad de iguales. Pero no iguales en el papel escrito, sino
en la vida. No en los derechos sino en las condiciones. Y no la
igualdad que nos manipula para el consumo, sino la que nos
libera en nuestra creatividad. Ello es indispensable para poder
vivir en comunidad, avanzando hacia el socialismo.

G.G.- Esta bien, ministro, se entiende claramente.


Apoderarnos colectivamente de la belleza, del conocimiento y del
28  
 
sentido de justicia, como bases para una nueva espiritualidad
urbana, que según Usted es indispensable para transformar a
Caracas ¿No es eso? Pero, ¿cómo se logran esos apoderamientos?

F.S.- No es una tarea de nadie en particular, pues


¿cómo llevarla a cabo individual o sectorialmente? ¿Con qué
fuerzas? Pero, sí, es una responsabilidad de todos. Mira, lo
que te quiero decir es que esa tarea debe ser, a mi juicio, casi
como un programa de Estado, como un esfuerzo donde se
involucren todas las energías disponibles. Es consustancial
con la idea misma de la Revolución. No es ajena a ella. Mejor
dicho, es ella aplicada a la vida urbana. ¿Te acuerdas del
discurso de Simón Rodríguez de que no se podía hacer
república sin hacer republicanos? Bueno, es lo mismo
aplicado a la ciudad. ¿Cómo se puede hacer ciudad sin hacer
ciudadanos? No se puede. Ahora bien surge la pregunta:
¿quién nos va a hacer ciudadanos? ¡Nadie! O mejor dicho:
todos. ¡Nos haremos ciudadanos a nosotros mismos! ¿Se
entiende? Depende de nosotros mismos puestos a ello. Y ¿qué
resortes tenemos para lograrlo? Bueno, tenemos instituciones
de educación, de cultura, tenemos medios de comunicación,
tenemos la vida política, tenemos niveles de gobierno,
tenemos partido, tenemos poder popular, tenemos al
Presidente Chávez, nada más y nada menos, y a un conjunto
de líderes, de cuadros de la Revolución, que comprenden muy
bien todo esto, y, sobre todas las cosas, tenemos la inmensa
voluntad de un pueblo que quiere transformarse a sí mismo,
que quiere crecer espiritualmente, para emanciparse. No es
nadie ajeno. No es una imposición que venga de alguna parte.
Somos nosotros mismos ¿te das cuenta?

G.G.- Ministro, Usted va rápido. Ya entendimos lo del


cuarenta por ciento. ¿Vamos con el treinta?

29  
 
30% del esfuerzo: dotarnos
de nuevos acuerdos sociales
de convivencia
F.S.- Vamos, pues

G.G.- Treinta por ciento del esfuerzo en el tema legal.

F.S.- Si, me refiero a la capacidad de hacer buenas


leyes y de hacerlas cumplir. Y, por supuesto de cumplirlas.
Leyes, ordenanzas, normas, códigos de comportamiento, ese
tipo de cosas. Esto, desde luego, no lo puedes lograr de la
noche a la mañana. Nosotros no somos una sociedad con gran
tradición de cultura urbana. Por el contrario, nuestro
acercamiento a la vida en la ciudad es, para las grandes
mayorías de nuestra población, muy reciente. Digamos que
estamos construyendo de manera acelerada nuestra propia
cultura urbana, que es lo que hablábamos antes, a partir de la
espiritualidad que también estamos construyendo. Ambas
cosas enlazadas. Y eso, ¿sabes? se traduce en normas justas y
que deben ser respetadas para facilitar la convivencia. Parece
una tontería, pero no lo es. Se trata de determinar cuáles son
las reglas de juego suficientes y necesarias para facilitar el
funcionamiento perfecto de esta máquina que es la ciudad, y
de nosotros como habitantes de ella. No es que se quiera
reglamentarlo todo a juro, no. No es llenarnos de normas y
ordenanzas, por llenarnos, no. Buenas leyes, las necesarias
nada más. Y otra vez insisto en el tema. ¿Quienes van a
elaborar esas leyes? ¿Unos técnicos? ¡Ni pensarlo!. A mi modo
deben ser el producto de grandes líneas de acuerdo donde se
involucran desde el poder político en sus distintos niveles,
hasta la ciudadanía en su conjunto como totalidad. A nadie se
le puede imponer una norma en la que no cree. Este un tema

30  
 
que se presta para llevar la democracia hasta sus límites, que
siempre están más allá de lo que suelen pensar algunos
técnicos y algunos políticos profesionales. Se trata de traducir
las consecuencias de esa conciencia colectiva en normas que
seamos capaces de comprender y de aceptar. De eso se trata.

G.G.- Pero eso se dice fácil, pero no se logra tan rápido, Es


un gran esfuerzo coordinado por muchos.

F.S.- Es la gran tarea. Con sólo avanzar en ese 40% del


que hablábamos antes y con este 30% de los acuerdos sociales
para autoregularnos, con sólo eso, repito, ya Caracas sería una
ciudad distinta. Imagínate la cantidad de asuntos que serían
positivamente afectados por esa combinación de conciencia y
de normas para ser respetadas: el tráfico, la buena presencia
de espacios y edificaciones, su cuidado, la preocupación por el
tema de las contaminaciones. ¡Tantos temas! De esa manera
tendríamos un conjunto integral de acuerdos ciudadanos
convertidos en ordenanzas y leyes y una capacidad de
aceptación y cumplimiento de esas normas.

G.G.- Háblenos ahora, Ministro, del 20 % del esfuerzo total


concentrado en las acciones urbanísticas directas de corto plazo. Eso,
sí, necesita planificación, decisión y, sobre todo, inversión, es decir,
recursos. ¿A qué tipo de acciones se refiere? ¿Cuándo se
ejecutarían? ¿En que secuencia de actuación?

40% del esfuerzo: en ejecutar


acciones de pequeño y mediano impacto

F.S.- 40-30-20-10 ¿no es cierto? Vamos por el 20. Como


decíamos antes, y tú recuerdas, se refiere a las acciones físicas

31  
 
directas de pequeña o mediana escala. Acciones de tipo
urbanístico. Son muchas. Todas las aristas del problema
urbano de Caracas en su dimensión funcional, tienen
problemas que pueden ir siendo aliviados por este tipo de
acciones. Por ejemplo, te voy a citar un capítulo de ellas. El
que se refiere a la búsqueda de continuidad en las tramas
viales. Tú sabes que Caracas tiene problemas serios de
continuidad de esas tramas o tejidos. Se ha hablado mucho de
la necesidad de articular mejor los sectores norte y sur de una
buena parte de la ciudad, escindida por el río Guaire y por la
autopista que la cruza. Se ha dicho que construir muchos más
puntos de articulación Norte-Sur que los que hoy existen. Y
eso es verdad. Nos sirve de ejemplo. Pero también hay
problemas de conexión Este-Oeste. Ponte a analizar la ciudad
y verás que hay muchas dificultades de conexión en el sentido
longitudinal de la ciudad. Si tu quieres ir, por ejemplo, de la
Pastora a la Castellana, tal como está constituida la trama en
ese sentido, te va a resultar bien difícil. Tú conoces la ciudad,
Piensa en la conexión desde la Pastora, con Altragracia y San
José, con San Bernardino, con Sarría, con Simón Rodríguez y
Pinto Salinas, con la Florida, Chapellín, el Country Club.,. ¿Te
das cuenta? Es complicado, ¿Verdad? Al final vas a terminar
muriendo en la Cota Mil o, por abajo, en la Andrés Bello y
luego la Libertador, donde se concentra todo el tráfico. No
hay otra manera. Pero eso se puede ir remediando, y sigo con
el ejemplo, al interconectar vías y sectores que hoy no tienen
comunicación. A veces es tan fácil como prolongar una calle
interrumpida para conectarla con otra. Es como retejer la red
de vialidades vehiculares e, incluso, peatonales. Otro ejemplo
de acciones de pequeña o mediana escala es lo referido a la
creación de la trama de espacios públicos interconectados, que
tienen que ver con el sistema de centralidades del que
hablábamos antes. Son espacios como placitas, pequeños

32  
 
bulevares, parques, que le irán dando escala a cada lugar de la
ciudad y facilitando su uso de una manera gratificante. Hay
muchos otros ejemplos, como el de soluciones para mitigar el
riesgo, intervenciones en la mejora del alumbrado, inclusión
de conjuntos de vivienda en zonas degradadas, rediseño del
equipamiento urbano, colocación de obras de arte
significativas en los espacios públicos, en fin.....cientos de
acciones que van a mejorar tanto la percepción de la ciudad,
como su funcionamiento. Bueno, es todo un programa a ser
desarrollado en el espacio y en tiempo, que va a surgir en un
trabajo conjunto con las organizaciones del poder popular, y
que va a tener una secuencia de actuaciones, un reparto de
responsabilidades por cada acción programada y una
inversión específica. Si con el 70% de esfuerzo en lo intangible
decimos que la ciudad va a cambiar bastante, con este 20 de
acciones de pequeño y mediana escala, ni te imaginas. Caracas
comienza una transformación profunda.

G.G.- ¿Y el 10% restante?

10% del esfuerzo:


en acciones estructurantes

F.S.- Es el correspondiente a acciones ya de cierta


magnitud, de las que pueden llamarse estructurantes, es decir
que introducen modificaciones en la estructura de la ciudad.
¿Cómo cuáles? Como la continuación de la Cota Mil, por
ejemplo, o la conexión entre las autopistas de oriente y
occidente sin pasar por dentro de Caracas, ese tipo de cosas.
Son las grandes decisiones, que requieren siempre inversiones
especiales. Otro ejemplo pudiera ser la decisión de construir el
33  
 
Centro de Convenciones que Caracas no tiene o el gran
Recinto Ferial del que carecemos. Seguramente en el tema del
agua, de la energía eléctrica, hay necesidad de inversiones
importantes. La ampliación definitiva del Parque del Este. En
fin, esas decisiones que son de carácter muy singular y que
afectan a todo el área metropolitana. Son siempre necesarias,
sin ningún lugar a duda pero, con todo, y según lo que hemos
hablado hasta ahora, la ciudad podría alcanzar una
significativa transformación profunda, incluso sin ellas, ¿no te
parece?

G.G.- Creo que se entiende bien. Voy a intentar un


resumen. Usted me habla, Ministro, en primer lugar de que hay que
intentar nuevos procedimientos revolucionarios para planificar la
ciudad y ejecutar lo planificado. Me dice que es responsabilidad del
Poder Político dibujar conceptualmente la imagen de la ciudad que
se quiere y sintetizar propuestas que puedan ser acogidas,
mejoradas, reinterpretadas y adaptadas por la ciudadanía a través de
las organizaciones del Poder Popular. Me dice también que Caracas
hay que subdividirla territorialmente con una nueva geometría del
poder y, a partir de allí, seguramente con base a la conformación de
comunas o grupos de comunas, comenzar a delinear las propuestas.
Por último me habla de una fórmula matemática a la que usted llama
40-30-20-10 y que se desarrolla así: 40% de esfuerzo para dotarnos
de una nueva espiritualidad urbana. 30%, para ir a los acuerdos que
se concretan en nuevas reglas de juego, normas, ordenanzas. 20% de
esfuerzo con inversión en acciones urbanísticas de pequeño y
mediano impacto. Y, por último, 10% de acciones estructurantes.
¿Es así?

F.S. Bueno, Gipsy, creo que ahí más o menos está


todo.

34  
 
G.G.- Pero ¿Cómo se concreta? Esos son los conceptos, pero
Usted, como responsable de la Transformación Revolucionaria
urbana de Caracas por parte del Gobierno Nacional ¿que propone ya
en términos precisos?

F.S.- Estamos en eso. Perfilando ya propuestas


concretas que sirvan como semillas de ese proceso del que te
hablé. Pero eso es motivo de otro documento que, tal vez, no
pueda adquirir la forma de una conversación como esta. Sin
embargo te pregunto: ¿Crees, Gipsy, que se ha esclarecido el
objetivo de la misión encomendada?

G.G.- Sí, lo creo. Al menos pienso que entiendo de qué se


trata.

F.S.- Entonces esta entrevista cumplió su objetivo.


Gracias, Gipsy por tu colaboración.

G.G.- Gracias a Usted, Ministro, por la oportunidad.

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Edición digital:
Caracas, junio de 2015
 

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