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Introducción previa.
En los tiempos acelerados en los que nos encontramos, parece que la aspiración de ser técnicos de
algo lo más rápidamente posible es la meta de cualquier ser humano, siendo técnico y a poder ser muy
especializado, se puede acceder al dinero, hoy principio y fin de todas las cosas en los países falsamente
desarrollados, o desarrollados de forma desintegrada por efecto de las situaciones traumáticas venidas del
pasado y todavía no resueltas.
Las técnicas son la consecuencia de las teorías, sin un soporte teórico toda técnica se encuentra
sostenida en el aire, y su desarrollo es invaluable por su realizador, ya que si desconoce la teoría no puede
saber de la adecuación o inadecuación de los resultados. Teóricamente un neófito podría realizar una
operación quirúrgica con el aprendizaje de la sola técnica, aunque el riesgo para el operado se nos muestra
evidente, y nadie en su sano juicio pondría su salud en sus manos; similar situación se produce con nuestro
trabajo en psicoterapia, sólo que el trabajo sobre lo emocional no es visible, apenas comprobable por un no
entendido, pese a lo cual, el conocimiento profundo de lo que hacemos es tan fundamentalmente
trascendente como en el caso del falso cirujano, la iatrogenia en nuestro trabajo puede acarrear resultados
catastróficos para la confortabilidad de la vida de nuestros analizados.
Por tanto en primer lugar veremos un poco de la historia y de las teorías venidas de la práctica
empíricamente adquiridas, las teorías al servicio de la práctica y no a la inversa, nuestro oficio trasciende el
estudio racional, pues nuestro objetivo es más profundo interesando fundamentalmente al mundo
emocional y a su implicación en el proceso de mentalización, nuestra implicación tanto en el conocimiento,
como en nuestro desarrollo profesional va más allá de lo superficial y aparente, implicando todo nuestro ser,
el genuino, el profundo, por ello el trabajo en profundidad en nuestra propia subjetividad, el reconocimiento
de nuestros límites y por extensión el de los otros, la aceptación de nuestras limitaciones y con el tiempo la
aceptación de la posibilidad de morir en cualquier momento y lugar, siendo ésta certeza punto de anclaje y
relatividad de cuantos problemas hemos de enfrentar en la vida cotidiana.
La mente individual tiene grandes limitaciones, da cuenta de la ínfima porción de la realidad que
somos nosotros con lo experimentado y vivido individualmente; ese es el área de influencia al que se referirá
permanentemente en sus ideas y pensamientos.
El pensamiento siempre está influido por el antropomorfismo individual, que se encarga de revestir
el mundo exterior de aspectos de nosotros mismos que diluye, distorsiona y sustituye, según los casos. La
mente no puede dar cuenta de lo no vivido, lo no vivido no existe para ella. Por naturaleza estamos limitados
a no ver más allá de nuestra propia nariz, la subjetividad es radical e insoportable. Cuantos pensamientos e
ideas referidas al mundo externo al sujeto, al que denominamos realidad, lo haremos por semejanza con lo
vivido, acertadamente o no, y la deducción siempre interesa nuestro propio mundo, por aproximación, sin
poder precisar con rotundidad que lo pensado pueda representar lo externo.
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La mentalización siempre se programa en el contexto social, representando dos realidades una parte
del contexto en un momento dado y la resonancia en la experiencia individual que por resonancia se activa.
El pensamiento es transpersonal siendo determinante influido por el contexto social en que se encuentre,
por tanto todo problema mental implica un problema social e individual.
La incertidumbre del desconocimiento hace que la mente niegue su limitación y su descontrol con
respecto al mundo exterior, confundiendo al individuo y haciéndole concebir lo mental con lo real,
condenándolos al autismo individual y a la megalomanía, que son las forma de locura más frecuentes en los
ciudadanos de los países desarrollados, origen de la rigidez y las posturas dilemáticas que confunden la parte
con el todo y está en el origen de los estados paranoides. Como ejemplo: políticos. La megalomanía nos
encierra en nosotros mismos, vuelve rígidas las ideas y escotomiza (mecanismo de ceguera inconsciente) la
realidad, impidiéndonos la adaptación a la complejidad del mundo exterior, generándonos disfunciones e
insatisfacciones que se traducirán en dolor psíquico y violencia, pues al ser nuestras ideas concebidas como
las verdaderas trataremos e imponerlas a los otros ante la imposibilidad de aceptar la relatividad del mundo
mentalizado.
La mente funciona por contraste. El ideal del yo y la envidia, aun siendo opuestos en su
funcionamiento, uno creativo y otro destructivo, tienen su origen común en la diferencia. La negación de la
diferencia nos lleva a las situaciones más esperpénticas, hombres/ mujeres, Etc. -El ser humano incluido en
un grupo grande por contraste se siente pequeño e indefenso, con frecuencia estos sentimientos pueden
resultar insoportables.
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Nadie a ciencia cierta puede afirmar saber algo de otro, si podemos afirmar que todo lo que
afirmamos habla de nosotros. La confrontación del mundo subjetivo del pensamiento con la mente ampliada
del grupo, donde se acumulan un sin fin de circunstancias y vivencias desconocidas genera una
incertidumbre difícilmente soportable sin una fiabilidad básica interiorizada históricamente y trasladada en la
trasferencia a los líderes y al propio grupo.
La mente grupal, es la resultante de la suma de las mentes individuales, es mayor cuanto mayor es
el grupo. Los grupos grandes presentan el reto de la integración armónica de la complejidad intrínseca a los
mismos, de dicha integración depende el desarrollo de sus grandes potencialidades que sobrepasan las
potencialidades individuales, a ello nos referimos cuando decimos que un ser humano más otro ser humano
es más que dos, pues ambos pueden encarar cometidos que les serían imposible por separado, ley que se
aplica también a los grupos humanos o a todo elemento complejo, como ejemplo: un coche es la integración
de una serie de elementos complementarios, un cuerpo humano, etc.
El grupo grande incorpora sexos, experiencias, saberes, historias, etc. La integración de los
miembros, compatibilizando las diferencias, neutralizando la xenofobia, la envidia, el miedo, etc., es el
quehacer fundamental del líder del grupo posibilitando el desarrollo de sus potencialidades. La tendencia a la
desintegración, permanentemente presente en todo grupo grande, cuando triunfa, imposibilita las
potenciales creativas y cuando los aspectos parciales entran en incompatibilidad unos con otros, o contra
otros, lo destructivo es el denominador común resultante, uno más uno puede llegar a ser menos que dos y
hasta cero cuando la energía y creatividad de uno es similar a la del otro pero en sentido contrario
neutralizándose, las guerras son un buen ejemplo de ello.
Ya desde mis primeros contactos con las personas que atendía se me hizo patente la importancia de
la familia, la trascendental repercusión que la misma tiene en la vida de los seres humanos.
Aun cuando en mis comienzos mis modelos de referencia eran absolutamente individuales, la familia
siempre estuvo presente. Quizá el hecho de que siempre he ejercido en instituciones y con la patología más
severa fue determinante de dicho encuentro, ya que los pacientes atendidos en la mayoría de los casos eran
vitalmente dependientes, sin una autonomía propia y sin un protagonismo sobre su propia existencia,
protagonismo que trataban de reclamar en las crisis de forma ambivalente, para fracasar en la mayoría de las
ocasiones tras las mismas. La familia nuclear o la institucional era el entorno envolvente que propiciaba el
camino hacia la madurez y autonomía del paciente, o el camino inverso hacia una mayor dependencia en el
tiempo o una independencia conseguida en el autismo como defensa y reivindicación de una existencia
genuina y propia.
Una existencia particular no se hereda, se gana, y no sin gran esfuerzo; muchos de nuestros
conciudadanos no dispuestos, consciente o inconscientemente, a pagar el peaje que supone la autonomía
personal, la reclaman, con frecuencia violentamente, en grupos de pertenencia delegando su pensamiento
en sus líderes, caracterizados, igualmente, por un conflicto en su propio grupo interno y en la dilución de los
límites propios, los nacionalismos son el mejor de los ejemplos de dichos fenómenos y sus líderes con
frecuencia el paradigma de la megalomanía y confusión, cuantos sufrimientos en nombre de los mismos.
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Entender, comprender, buscando incesantemente respuestas ¿Si miras donde no está como vas a ver
dónde está?
¡Cuántas teorías de otros he tenido que abandonar para construir mí propia teoría! La renuncia al
modelo biológico como único modelo, pues que la única respuesta sea una medicación es un simplismo,
además de un absurdo. Otra teoría superada por la experiencia es el modelo individual psicoanalítico. A mi
entender las teorías han de estar al servicio de la práctica y no a la inversa, el conocimiento empírico de
nuestro trabajo es fundamental, para en el tiempo no poder incurrir en: la psiquiatría basada en la evidencia
o en los hechos. ¿Qué psiquiatría se podría hacer fuera de los mismos?
La mirada ingenua del niño, sin imposiciones ni prejuicios previos. El niño, el psicótico y la persona en
la antesala de la muerte, todos ellos tienen la dificultad de no poder ser engañados, las cosas son lo que son,
no aquello que dicen ser.
En este devenir personal se da el encontronazo con las instituciones psiquiátricas. El descubrir lo falso
de las mismas, el ver como las instituciones en el tiempo pueden perder el sentido para el que fueron
creadas, justificando su pervivencia por el sostenimiento del estatus de sus profesionales.
El descubrimiento del GMF supone el final de un camino. Como he mencionado antes la relación
individual, la superación del modelo biológico, la escucha dinámica nos remite a través de la historia
integrada y la desintegrada (situaciones traumáticas no resueltas), indefectiblemente a la familia nuclear y en
algunos casos a la ampliada.
Es la familia el primer grupo pequeño con el que me confronté. Posteriormente el grupo pequeño de
extraños, que rememora al grupo interno familiar que todos llevamos incorporado y que se ve puesto de
manifiesto en las diversas modalidades de transferencias que se posibilitan en dichos grupos.
Para entonces ya me había familiarizado con muchos fenómenos del funcionamiento de las familias de
mis pacientes. Entre estos fenómenos estarían:
La reacción terapéutica negativa.
La pérdida de redes sociales de la propia familia con la instauración del autismo familiar que
les perpetúa en el mismo círculo vicioso.
El sufrimiento conlleva retraimiento, autismo, envidia, miedo a su especial vulnerabilidad, etc.
Rompimiento de las complementariedades patógenas con la terapia.
La crisis que hay que respetar y acompañar pues implica la rotura de lo falso, de lo
desintegrado o integrado patogénicamente.
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La familia funciona como un todo, cuando algunos miembros de la familia cambian, todos cambian.
Cuantas veces he tratado a un miembro en ausencia, o vienen otros miembros implicados en los problemas
con los cambios positivos de los otros, frecuentes en el GMF.
El número es de aproximadamente 40 a 60 personas, compuestas por padres, hijos, hermanos, tíos, etc.
Es una estructura compleja (hipercompleja para Badaracco) y sofisticada, donde coexiste una
acumulación de saberes de todo orden que pueden ser movilizados para el beneficio de todos. En el seno de
dichos grupos el mundo emocional aflora en todo su esplendor.
El aprendizaje emocional que en estos grupos se posibilita es fundamental, hay que tener en cuenta que
la memoria emocional dura toda la vida y la encauza y dirige, con frecuencia primero hacemos lo que
podemos y luego utilizamos la razón para justificar lo hecho sin llegar a admitir que no lo podíamos hacer en
ese momento de otra forma, la culpa es un buen ejemplo de ello.
Bloqueada la mente la confianza o desconfianza básica que viaja en nosotros aflora, la primera de forma
discreta, la segunda de forma aparatosa y ruidosa; en estas circunstancias dependemos de la confianza
básica y la fe, sin ambas la situación se hace tan insoportable que aparecen los ruidos, las disfunciones y
situaciones dilemáticas y los síntomas.
Es una pequeña sociedad artificialmente creada por nosotros como contexto de aprendizaje emocional
(sobre todo) y racional que posibilite el desarrollo y crecimiento, generalmente el lugar donde se va a reflejar
todo el trabajo realizado en las comunidades terapéuticas u hospitales de día dinámicos como el que yo he
dirigido, donde la persona encontrará un espacio de integración personal con la conciliación personal interna
y externa, comportándose el grupo como un espacio donde revivir acompañado las situaciones traumáticas y
de reparación vital.
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En el GMF se produce una rotura del autismo individual y familiar, instaurado en el tiempo por el
sufrimiento propio del desbordamiento, el recuerdo de momentos traumáticos con sus protagonistas y el
entendimiento y aceptación secundaria de unos hechos que no pudieron ser de otra manera en dichas
circunstancias. Comprobar que no fue la dejación, ni de la maldad de unos u otros, sino de la resultante del
conjunto de circunstancias individuales que les impidió acompañarse y ampararse de forma empática (nadie
podía ver al otro) y solidaria, resuelve la culpa tan estéril y atrapante.
El encuentro con nuestra propia indefensión (frente a un grupo grande, no hay hombre grande), en un
contexto de gran fiabilidad acceso al inconsciente de las personas y la recomposición de la cadena asociativa
disociada por la represión.
Los espacios confusionales y los conflictos siempre presentes. Quien menos entiende con frecuencia es
la persona con la que estamos trabajando, con frecuencia trabajamos en el desplazamiento para posibilitar la
resonancia.
La posibilidad de consensuar decisiones que debemos de tomar y que suponen riesgos mayores o
menores, consensuadas con el grupo, pueden evitar denuncias por mala praxis.
Ambiente terapéutico y pedagógico: ver a los pacientes interactuar sus aspectos agresivos, retadores y
vengativos con el terapeuta, y la respuesta de este que no pasa por su propia destrucción, sino que en esos
momentos es capaz de seguir pensando y conteniendo desde la empatía y solidaridad, posibilitando al
paciente salir del bucle relacional en que se encuentra atrapado.
Rotura de la rigidez vincular posibilitada por el miedo, la aparición de nuevos subgrupos y alianzas que
hacen repensar lo patógeno familiar. La distancia fundamental para poder salir del entorno circular y
dramático en el que están instalados (el torero, el toro y el público asistente). El papel contenedor de una
madre sobre otra, de los análisis y sugerencias venidos de los compañeros, etc.
En esta experiencia del Máster, el Grupo Grande se asemejaría mucho al multifamiliar, los grupos
pequeños serían las familias.
1) Grupo de padres.
El señuelo inicial la formación, aunque nunca metí un testo, la racionalización y alusiones teóricas
servían como enfriamiento y distancia en momentos emocionales intensos que convenía reconducir evitando
la actuación. Una alianza con los padres se nos entendía indispensable, además de darles una oportunidad a
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ellos mismos de realizar su propio proceso. Nadie puede dar lo que no tiene, y eso es más doloroso cuando
se trata de los hijos, cuanta implicación amorosa mal entendida y cuanto esfuerzo han realizado muchos
padres para acabar debutando un hijo psicótico, le quiero con locura suele ser una denominación común de
este tipo de vínculo.
2) GMF.
El contexto hace el texto, que a su vez influye en el propio contexto que cambia volviendo a
repercutir en el texto en un todo dinámico.
La enfermedad mental como la resultante del tipo de vínculo y de carencias en las respuestas a las
necesidades básicas del niño.
El encuentro con la complejidad y el carácter insoportable de la misma por el descontrol que acarrea, el
manejarse con cierta confianza y tranquilidad en el caos mental, como parte de una evolución, y transitar
con confianza por la incertidumbre es un requisito indispensable para los terapeutas que trabajarán con la
psicosis y en este tipo de grupos.
El discurso del grupo tendía a volverse circular entorno a los hijos, que ausentes no podían refutar, o
simplemente matizar las aseveraciones de los padres. Cuando planteé llegado el momento de introducir a los
hijos, cuantos temores se desataron en los padres, que eran de esperar, pero también en el propio equipo,
idénticos a los acaecidos en otros avances institucionales, cuando ya creen estar un poco más seguros,
romper esa situación en aras a otra deducida por la razón como más deseable, pero todavía no vivida y
experimentada, suele generar cierto mareo en algunos. Yo tengo que decir que dichas exploraciones
primeramente pensadas e intuidas no me han generado gran desazón, predominando posibilidad de explorar
nuevas posibilidades tendentes a mejorar lo que ya tenemos y aprender, es así como hemos podido
evolucionar con el tiempo hacia estructuras más acordes siempre con la realidad cambiante en la que
tenemos que operar. Tampoco me preocupa el volver a la situación conocida en caso de que la hipótesis no
fuese adecuada.
Para entonces, una psicóloga del equipo con la que conducía el grupo ya me había planteado lo
insoportable que se le hacía el clima grupal, por la intensidad de las movilizaciones que le suponían, por lo
que cambié de acompañante siendo este compañero el que me acompañaría el resto del camino, junto con
otros miembros de hospital de día, a los que incorporamos posteriormente.
Este GMF sobre todo ha supuesto una gran y hermosísima historia. Porque la idea que subyace es que
sostenemos y somos sostenidos humanamente, cuando un paciente mejora siempre nos preguntamos quién
ha sido el más afortunado de la experiencia dialéctica que implica la psicoterapia tal como la entendemos.
A resaltar la dimensión de continuidad que es inherente a todos mis grupos.
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La inclusión o exclusión de las personas. Yo no excluyo a nadie, si puedo restringir la entrada
temporal a alguien que por su particular momento no puede beneficiarse del grupo y en estos
casos sólo le impido el acceso al grupo como una manera de protección del mismo y del
conjunto.