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El estilo Rococó nace en Francia a principios del siglo XVIII y se desarrolla durante los reinados de
Luis XV y Luis XVI.
Ha sido considerado como la culminación del Barroco, sin embargo, es un estilo independiente que
surge como reacción al barroco clásico impuesto por la corte de Luis XIV. El rococó a diferencia del
barroco, se caracteriza por la opulencia, la elegancia y por el empleo de colores vivos, que
contrastan con el pesimismo y la oscuridad del barroco.
Se difundió rápidamente por otros países europeos, sobre todo en Alemania y Austria y se seguirá
desarrollando hasta la llegada del Neoclasicismo.
En arquitectura, los edificios mantienen un trazado externo simple, sin embargo, en el interior la
decoración se desborda. El rococó impone la acumulación de elementos decorativos basados en
líneas ondulantes y en la asimetría. Alcanza mucha difusión el gusto chino, que había entrado en
Europa con las piezas de porcelana, telas o lacas, y que decorará los salones occidentales con sus
temas más representativos.
En pintura, los temas más abundantes son las fiestas galantes y campestres, las historias
pastoriles, las aventuras amorosas y cortesanas. Las composiciones son sensuales, alegres y
frescas, predominan los colores pasteles, suaves y claros. La mujer se convierte en el foco de
inspiración, ya que es la figura bella y sensual.
Arquitectura Rococó
El rococó en España se inicia durante el reinado de Felipe V (1700-1746), favorecido por el estilo
churrigueresco, que había llevado al barroco al recargamiento ornamental. Su influjo fue limitado,
ya que fueron muy pocos los contactos que España mantuvo con el rococó europeo y
especialmente con Francia y Alemania.
La fachada del palacio del marqués de Dos Aguas, diseñada por Hipólito Rovira se compone de
dos partes bien diferenciadas y separadas por el escudo del marqués. En la parte inferior, se
describe la alegoría de los dos ríos valencianos, el Turia y el Júcar, y en la superior, aparece una
hornacina que alberga una escultura de la Virgen con el Niño. Una movida decoración de
inspiración vegetal recorre toda la fachada.
La catedral de Cádiz, proyectada en 1722 por Vicente Acero es la obra más representativa del
rococó español. Acero sigue los esquemas renacentistas de la catedral de Granada de Diego de
Siloé, por eso su interior se estructura en tres naves. La cabecera cuenta con una girola en torno a
la capilla mayor, que es de planta circular y que se cubre con una cúpula sobre tambor.
La fachada, flanqueada por dos torres de planta octogonal, se organiza en tres calles. La central,
que se remata con un frontón triangular, es convexa y las laterales son cóncavas.
Pintura Rococó
En cuanto a la pintura, son escasos los artistas españoles cuyo estilo puede calificarse como
propiamente rococó. Destacan Luis Meléndez y Luis Paret.
Luis Paret y Alcázar (1746-1799) pintó escenas galantes y cuadros costumbristas de carácter
amable, con tonalidades brillantes de gran efecto decorativo que lo convierten en el representante
más importante de la pintura rococó en española.
Entre sus pinturas destacan El baile de las máscaras, Las Parejas Reales o Fiesta en el Jardín
Botánico. Para Carlos III también realizó una serie de vistas de puertos y marinas del Cantábrico.
Escultura Rococó
En la cultura popular[editar]
Este cuadro es uno de los muchos que aparece en las estancias de Anna en la película
"Frozen", de Disney. Sin embargo, la aparición del cuadro en dicha película vino salpicada de
polémica, dada la evidente censura y manipulación del mismo en ella. En la versión del filme,
el amante situado en la esquina inferior izquierda ha sido eliminado, eliminando así, de golpe y
plumazo, el tema erótico y claramente iconoclasta de la pintura. Este hecho levantó una
tremenda polémica entre los expertos del arte, quienes afirmaban que el hecho de que se
tratase de una película familiar no daba motivo para eliminar al mencionado personaje, sino
que, si el uso del cuadro no era adecuado por su temática subrepticia, no debía usarse la
pintura en la película, pero, jamás ocultar una parte de ella ni manipularla o modificarla.
Autor Jean-Honore Fragonard, 1767
Estilo Rococó
Tamaño 81 cm × 65 cm
Estilo Neoclasicismo
Tamaño 177,8 × 112,1
El joven
Fue pintado en el año 1717, obra que donó a la Academia que le había nombrado agregado
en 1712. Fue su ejercicio de ingreso en la Academia Real de Pintura y Escultura, tardando
cinco años en acabarla debido al elevado número de encargos privados derivados de su
creciente reputación como artista.
El tema fue tan sorprendente y nuevo que se inventó el género fête galante («fiesta galante»)
expresamente para describirlo: escenas cortesanas en un paisaje rural idílico. La obra marca
un hito importante en la historia del arte del siglo XVIII. Tuvo tal éxito que en 1718, Watteau
hizo él mismo una réplica algo diferente, a petición de su amigo Jean de Julienne,
titulada Embarque para la isla de Citera (Embarquement pour Cythère), expuesta actualmente
en el castillo de Charlottenburg, en Berlín, perteneciente a la colección de Federico II.
La obra permaneció en las colecciones de la Academia hasta que se trasladó al Muséum
Central des Arts de la République en 1793, lo que pasaría a ser más tarde el Museo del
Louvre de París(Francia), donde se encuentra actualmente.
Análisis[editar]
Es un cuadro del género de ilustración de las fiestas galantes. Esta obra se ha relacionado
con un grabado de Tardieu.1Representa una idea propia de la poesía francesa: un viaje a una
isla de bienaventurados en la que reside el amor. Desde la Antigüedad, la isla de Citera tenía
un templo dedicado a Afrodita, diosa del amor. La isla representaba así el símbolo de los
placeres amorosos. Ahora bien, no se sabe si son parejas que emprenden el viaje hacia la isla
o regresan de ella. Los historiadores del arte han llegado a una amplia variedad de
interpretaciones de la alegoría del viaje a la isla del amor.
Embarque para la isla de Citera, versión de Charlottenburg, óleo sobre lienzo, 129 x 194 cm.
La composición se lee de derecha a izquierda,1desde la escultura de la derecha hacia la popa
del barco, a través de la diagonal formada por varias parejas en distintas actitudes amorosas
que ocupan el primer plano y se dirigen hacia una barca sobre la que dos pilotos se preparan
para marchar.
Watteau estableció un cierto equilibrio dentro del cuadro, distribuyendo adecuadamente sus
distintos elementos. Por un lado pudo compensar el desequilibrio creado por las líneas
verticales de los árboles y el eje de la estatua. Es admirable la estructura rítmica de la pintura,
con un sutil sentido de continuidad entre los grupos de figuras.
Watteau pintó con pinceladas rápidas y vibrantes, sin precisión en las líneas. Los colores son
bellos, predominando los cálidos dorados y rosas, que están acompañados del verde o el azul.
Mediante contrastes y gradaciones de luz representa los rayos del sol que señalan el final del
día. Esa claridad descendente le añade misterio al cuadro, pues confunde en cuanto a que no
se sabe si han emprendido ya la peregrinación o no.
El paisaje es ideal, con grandes árboles que dominan todo el segundo plano. El lado izquierdo
está dominado por el azul del mar y del cielo y el rosado de las montañas lejanas. Este
misterioso paisaje neblinoso en la distancia recuerda los paisajes de Rubens y Leonardo da
Vinci.
Las figuras son pequeñas, pero están minuciosamente tratadas, prestando especial atención a
los efectos de luz sobre los ropajes que visten. Hay en ellos elementos alusivos a
una peregrinación: sombreros, cayados y capas de peregrinos.2
Estilo Rococó
Índice
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1Historia
2Análisis
3Simbolismo
4Referencias
Historia[editar]
Fue