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Capítulo 1

El inicio del Viaje Venía en el avión junto con mi amigo Guillermo, el cual era el
gerente de otra planta de la misma compañía donde trabajo y que está en esta misma
ciudad. Regresábamos de la convención anual de resultados que se realizaba en cada
año en las oficinas generales en Estados Unidos.

–¡Rodolfo, mis más sinceras felicidades y envidias, amigo! Vaya que haber recibido el
premio al mejor gerente de Planta de toda la compañía, mejor operación, mejor récord
de entregas a tiempo, más bajo costo de operación… ¡Wow! De hecho, me comentan
que en tu planta todo mundo esta súper motivado, en fin, ¡todo un sueño hecho
realidad!

–Nombre, Memo, no es para tanto… La verdad fue más bien trabajo en equipo, todos
en la planta trabajaron muy duro, así que se me hace más justo decir que ellos son los
que merecen el reconocimiento y no yo…

–Ya, Rodolfo, la verdad no sé qué decir, deja te cuento que mientras tu planta trabaja
como relojito, en la mía tenemos un sinfín de problemas y retos que nomás no hallo
como solucionarlos, no estamos entregando los pedidos a tiempo, los costos están
para llorar, defectos por todos lados, el inventario hasta el techo y el teléfono no deja
de sonar todo el día, que si los clientes, que si del corporativo… no tienes ni idea de
todo lo que me está pasando a últimas fechas… En eso el recuerdo de mi primera
conversación con Doña Tere vino a mi mente y le dije:

–Memo, lo que a ti te está pasando es muy pero muy simple, lo que pasa es que… NO
SABES HACER FRIJOLES.
Capítulo 2

Los Frijoles de Doña Tere Existe una fondita de comidas cuya dueña Doña Tere es muy
famosa por sus deliciosos platillos, pero muy especialmente por el sabor inigualable
de los frijoles recién hechos que ahí se prepara. Este establecimiento está cerca de una
zona de fábricas y negocios y le da servicio principalmente a la gente que
trabajábamos por esos rumbos. Doña Tere es una señora ya entrada en años, muy
hacendosa; más bien gordita; siempre moviéndose, siempre con una sonrisa y siempre
también con tiempo para atender a sus clientes. Su fondita siempre está limpia, y
siempre está llena, y lo increíble es que SIEMPRE. Y cuando digo SIEMPRE, es
SIEMPRE: SIEMPRE te atienden a una velocidad increíble, todo limpio, en orden,
sabroso y súper rápido, porque hay que decirlo: por eso también es muy famosa Doña
Tere, ya que cuando trabajas en una fábrica, tienes el tiempo limitado a la hora de
comer ya que por lo general tienes un horario que cumplir.

En fin, hará unas 4 semanas que fui a comer tarde, el comedor de la empresa ya había
cerrado y como sólo tenía unos minutos ya que en la planta donde trabajo teníamos
muchísimos problemas y debía volver lo más pronto posible, me dirigí a los Fonda de
Doña Tere, en parte por la prisa y en parte porque quería alejarme un poco de la
fábrica ya que estaba abrumado por tantas broncas que teníamos: no estábamos
entregando los pedidos a tiempo , los costos andaban por los cielos, piezas
defectuosas en cantidades exorbitantes, el inventario hasta el techo y para cumplir
con las metas de entrega al cliente tuve que autorizar tiempo extra para los
trabajadores y por lo mismo mis costos se fueron altísimos. No era raro que tuviera
que atender llamadas de jefes, directores, contadores, de todos lados, para dar
explicaciones de cómo y porque estaban pasando estas cosas. Así es, mi vida entera
giraba alrededor de dar explicaciones y todos exigían a gritos planes de acción y
fechas en las que el problema estuviera arreglado. Pues bien, por ser ya una hora
relativamente tarde, el local de Doña Tere estaba vacío y era yo el único comensal.

Al llegar yo, me siento en una mesita que estaba junto a la ventana y de forma
distraída me pongo a mirar a los carros y a la gente que pasaba, sin ninguna razón,
más bien para olvidar un ratito mis problemas y dejar vagar la mente un momento
como si estuvieras en una balsita en medio del mar, solo yo y el mar. Un bonito sueño.
No paso mucho tiempo cuando una voz amigable y conocida se dejó oír: –¡Hola, Inge
Rodolfo! (Que así era como me decía Doña Tere ya que comía una o dos veces por
semana ahí, especialmente el día de hoy que yo sabía que cocinaba albóndigas)–.
¿Cómo esta? –Me dijo Doña Tere.
–Muy bien, Doña, aquí llegando tarde, pero es la única hora a la que me pude escapar

–le contesté.

– ¿Qué te apetece hoy de comer? Tenemos caldo de res, albóndigas y pechuga de


pollo… –me contestó

–, o si quieres algo especial, sólo dime y lo preparamos…

–Doña, deme por favor las albóndigas y por favor que no se le olviden un buen plato
de pensando y meditando en soluciones y alternativas relacionadas a lo que estaba
pasando en mi planta. Doña Tere y otra chica que le ayudaba aparecieron unos
minutos después como por arte de magia, cargando con el platillo pedido, agua de
limón y por supuesto los frijoles que le daban su bien ganada reputación. Para esto no
quiero que crean que los frijoles que se servían eran un platillo exótico, nada de eso,
eran frijoles recién salidos de la olla, recién cocinados, siempre deliciosos, con sabor a
hogar, tenían ese toque que hacía recordar a los frijoles que te daba tu mamá cuando
eras niño, recién hechos, servidos en un plato en la cocina en una tarde de invierno,
difícil de explicar que tenían, pero yo los podía comer todos y cada una de las veces
que visitaba la fonda.

Me encantaban esos frijoles. Me dispuse a comer, sólo, como ya les platiqué y en


silencio, cuando después de unos minutos Doña Tere se paró junto a mí a
preguntarme si no me hacía falta algo. Yo le conteste como medio en broma que sí, que
le agradecería me ayudara a poner en orden mi Planta ya que tenía un desastre y no
veía ni cómo empezar a arreglarla. En fin, lo que paso a continuación sonará medio
increíble, pero les aseguro que así fue como sucedieron las cosas, tal cual: Doña Tere
se sentó en la mesa, y me preguntó:

–A ver, hijo, cuéntame que es lo que está pasando y veré como te puedo ayudar... Me
vio con una mirada de ternura total, como niña que recoge al pajarito herido por la
resortera traviesa de algún otro niñito malcriado y aunque me pasó por la mente, y me
dije a mi mismo, que cómo se me ocurría que una señora dueña de una taquería me
podría ayudar en un problema eminentemente técnico que las mejores y más
brillantes mentes de mi organización no habían podido solucionar, al fin me convencí
que podía ser una buena idea el platicarle a alguien mis problemas y peligro
exteriorizándolos de algún modo se me ocurriría alguna idea diferente a lo que
estábamos intentando.

–Mire, Doña Tere, como sabe soy el gerente de la fábrica que está aquí a unas cuadras
y la situación dentro de mi planta es verdaderamente un desastre…

Hice una pausa y continué:


–Para empezar los clientes están muy enfadados ya que los de ventas ofrecen entregar
el producto en menos de 2 semanas y en promedio nos estamos tardando casi un mes
en sacar un pedido…

al mismo tiempo como estamos todos trabajando lo más rápidamente posible y


pidiendo a la gente de producción la mayor cantidad de volumen al final del día, la
verdad hemos tenido una racha de piezas defectuosas y aunque nuestro sistema de
calidad atrapa la mayoría de esas piezas en inspección, la verdad es que se nos han
escapado algunas y los clientes que las han recibido están sumamente molestos.

En ese momento hago otra pausa y al mirar a ver a Doña Tere, pensando que a estas
alturas de la conversación ya iba a estar aburrida de mi historia vi cómo me regresaba
la mirada y la vi asentir como invitándome a continuar, cosa que hice:

-Como le decía, para poder completar los pedidos a tiempo he tenido que autorizar
tiempo extra para los trabajadores y eso ha incrementado muchísimo mis costos; una
vez terminado el pedido, como ya vamos muy atrasados tengo que pagar cuotas
especiales a los transportistas para que le den prioridad a mis pedidos y que los
entreguen lo más pronto posible. A raíz de todo esto, mis jefes están presionándome
muchísimo para que arregle todos los problemas y que empiece a entregar a tiempo y
debido a la crisis y a la situación económica, me exigen que baje costos a como dé
lugar y la verdad ya me siento medio perdido y en eso estamos trabajando, en
encontrar alternativas para salir de este atolladero en el que nos encontramos. Me
detuve un segundo y continué:

–¿Cómo ve la situación, Doña Tere? –y en tono como de medio en broma, agregué: –


¿Usted cree que me pueda ayudar? –Mira, m’ijo, lo que a ti te está pasando es muy,
pero muy simple, lo que pasa es que no sabes hacer frijoles…

Dudé lo que estaba escuchando. La frase me tomo desprevenido, la verdad. –¿Qué? –le
pregunté ya más serio y hasta medio enojado

–. A ver, a ver, a ver… ¿Cómo que el problema es que no sé hacer frijoles…? Se me hace
que se está usted burlando de mí y esto es serio Doña Tere, dígame, ¿qué tiene que ver
hacer frijoles con los problemas de mi planta?

–Sí m’ijo, lo que tienes que hacer es aprender a hacer frijoles… mira, no te enojes,
tenme paciencia y te lo explico más calmadamente. Hizo una pausa y continuó: –Inge,
cuando me estabas platicando la situación en tu planta, me acordé de cuando
empezamos este negocito de las comidas hace muchísimos años. Las primeras
semanas no teníamos muchos clientes así que nos dedicamos a cocinar lo más sabroso
posible y atender de la mejor forma a los pocos que entraban a nuestro local que con
el tiempo nos fueron recomendando con otras personas y así cada vez teníamos más
gente, pero justamente ahí fue cuando empezaron los problemas…

–Pero, ¿qué clase de problemas puede ser el que tenga más clientes, Doña Tere? –
Déjame continuo y ya vas a ver… con mayor cantidad de comensales, la cocina se
empezó a llenar de pedidos, y que se nos empieza a retrasar el trabajo, los platos
sucios se apilaban en el fregadero, teníamos que tirar muchísima comida preparada ya
que habíamos hecho de más entre otras cosas y también, como sabes, casi todos
nuestros clientes tienen el tiempo medido para comer por lo que la velocidad en la
que les sirvamos su comida es muy importante… Hizo una pausa para respirar:

–Para no hacerte el cuento largo, por las prisas, al final los platillos se nos quemaban,
nos equivocábamos de órdenes y pedidos, y el colmo de males, fue que algunas
ocasiones, los frijoles que nos hacen famosos, salieron quemados o sin sal y junto a
todos los problemas que te puedes imaginar, los clientes estaban realmente enojados,
cada vez venían menos y teníamos más deudas que pagar, en fin, estábamos en una
situación semejante a lo que me comentas… Guardó silencio.

–Pero, ¿qué pasó?, ¿Cómo lo arreglaron, Doña Tere?

–Al principio hicimos lo mismo que tú me comentaste, contratamos más gente,


compramos más ollas y sartenes, agrandamos la cocina pensando en que de esta
forma solucionaríamos el problema y la verdad después de todas estas modificaciones
nos fue igual o peor de cómo habíamos comenzado… Miró hacia un punto indefinido y
continuó:

–Pues bien, una tarde de sábado, cuando ya se habían ido los clientes, y recuerdo muy
bien que era sábado ya que antes de que mi mamá falleciera hace algunos años, ella
me ayudaba en el restaurante justamente esos días… –Siento mucho lo de su Mamá, yo
no sabía…

–Gracias M’ijo, eso fue ya hace algunos años y la muerte es parte de la vida, yo
agradezco a Dios que me la permitió sana y feliz durante todos estos años… Suspiró
inaudiblemente y prosiguió:

–Bueno, como te decía, estábamos al final del día y le comenté que estaba frustrada y
así como tú, yo le conté lo que estaba pasando y especialmente lo de aquél día que se
me quemaron los frijoles y además del que el olor es muy chismoso, los clientes
estaban muy molestos… Y me dijo, toda enojada: “¿Qué ya se te olvido lo que te enseñé
de cómo hacer frijoles y los 7 desperdicios, o las 7 cosas que debes evitar a la hora de
hacer frijoles?” Miró a la mesa y continuó, de alguna manera concentrada en su pasado
no muy inmediato, parecía que gozaba de contarlo:

–Yo vagamente recordé que cuando era joven mamá me enseñó los 7 desperdicios al
hacer frijoles y la verdad ya lo tenía olvidado... “¿Qué te parece si los vamos
recordando?”, me dijo… Esbozó una sonrisa.

–Y así mi mamá me recordó los 7 desperdicios y fue así como arreglamos el problema
de mi restaurante y así es también como hemos estado trabajando desde aquel día…
Al parecer su ensueño terminó con un:

–¿Cómo la ves? No supe que decir por un momento. Sólo se me ocurrió ser… empático:

–Muy bien, Doña Tere, pero, la verdad, no veo como el saber los 7 Desperdicios al
Hacer frijoles va a arreglar mi planta... Me miró con cierta ternura y me dijo con una
seguridad tal, que ofendía:

–El método de los Siete Desperdicios, aunque lo aprendí para hacer frijoles, lo puedes
aplicar y de hecho nosotros lo hicimos sobre todo nuestro negocio ¡y te aseguro que
funciona requetebién! –¿Y a poco me va a enseñar el secreto de cómo hace usted los
frijoles? Se rio con ganas:

–Jajaja, no hay ningún secreto, m’ijo, no hay fórmulas mágicas, sólo eliminar los 7
desperdicios y mucho AMOR, por supuesto…

Voltee a mirar el restaurante de Doña Tere y me empecé a dar cuenta de algo que ya
había observado sin haberlo registrado, que sin importar cuanta clientela hubiera,
siempre los platillos aparecían casi instantáneamente en la mesa y siempre también
con una calidad y sabor excelentes. En eso me reí y agregué: –Pues si no es mucha
molestia, le agradecería que me enseñara la técnica de los 7 desperdicios al hacer
frijoles…

–Muy bien, hijo, que te parece si nos vemos aquí mañana a la misma hora y
empezamos. Me quedé pensando y dije:

–¿Y cómo cuantas semanas me llevará aprender esta técnica, Doña?

–Hijo, enseñarte la técnica nos llevará algunas horas, 4 o 5 días al sumo, pero aplicar la
técnica eso si te llevará toda la vida… Y guiñando el ojo se despidió y me dijo: –Te
espero mañana.
Capítulo 3
Desperdicio #1 Frijoles Defectuosos.
Al otro día me presenté como quedamos, ya en la tarde a la fonda de Doña Tere; más
por cumplir con mi palabra que por qué estuviese convencido de la idea de aprender a
hacer frijoles y me encontré a Doña Tere esperándome en una mesa con dos ollas
sobre la mesa.

–Hola, m’ijo, ¿Cómo estás hoy?

–Bien, Doña, aquí como quedamos y listo

–Me da mucho gusto que hayas decidido venir…

–Claro que vine, Doña, ya habíamos quedado y, bueno, Doña, dígame, ¿qué es lo que
hay sobre la mesa? Señaló hacía unos utensilios:

–¿Estas ollas?, pues verás, estas me van a servir para explicar el primero defecto al
hacer frijoles… Hizo una pausa que bien pudo ser teatral:

–El Primer Defecto al Hacer frijoles es: Frijoles Defectuosos. Tomó un puñado y lo dejó
correr como si fuera arena de entre su mano, continuó:

–Debes por todos los medios evitar que los frijoles tengan defectos, tienen que estar
siempre bien hechos y a la primera…

–¿Y qué defectos pueden tener unos frijoles, Doña Tere?

–¿Qué te parece si le das una revisada a la primera olla de frijoles, eh? Yo


inocentemente tomé una cuchara y sabiendo de antemano que los frijoles de Doña
Tere siempre estaban muy ricos, tomé una cucharada grande y me la puse en la boca…
…y exclamé al instante:

–¡¡¡¡¡¡SANTO CIELO!!!!!!!!! ¡Qué cosa más espantosa! Los frijoles estaban QUEMADOS y
sabían a rayos y centellas. Con toda la pena del mundo me levanté, corrí al baño y ya
ahí sobre el lavabo escupí todo el contenido de mi boca y pasé a enjuagarme con agua
y hacer gárgaras tratando de eliminar el desagradable sabiendo de antemano que los
frijoles de Doña Tere siempre estaban muy ricos, tomé una cucharada grande y me la
puse en la boca… …y exclamé al instante:

–¡¡¡¡¡¡SANTO CIELO!!!!!!!!! ¡Qué cosa más espantosa! Los frijoles estaban QUEMADOS y
sabían a rayos y centellas. Con toda la pena del mundo me levanté, corrí al baño y ya
ahí sobre el lavabo escupí todo el contenido de mi boca y pasé a enjuagarme con agua
y hacer gárgaras tratando de eliminar el desagradable sabor de mi paladar. Doña Tere
estaba afuera del baño con cara preocupada y me preguntó si estaba bien y yo le dije:
–¿Qué fue eso, Doña Tere? ¿Me quiere envenenar o qué?

–Ay, m’ijo, yo quería que los olieras, no que los comieras, esa olla era solo para
demostrarte algunos de los defectos que pueden tener los frijoles… La verdad me
diopena la cara que puso Doña Tere, así que medio bromee para disminuir la tensión:

–Okey, si lo que quería es darme una lección que no olvidara por el resto de mis días,
usted definitivamente lo logró. –Ay, m’ijo, cómo eres, realmente me asustaste…

–Yo creo que lo mejor es que continuemos con las lecciones de Cómo Hacer frijoles,
siempre y cuando ya no haya más pruebas como ésta…

–Te prometo que ya no va a haber nada por el estilo… Hizo una pausa y continuó: –
Bueno, cómo pudiste ver existen muchos tipos de defectos en los frijoles, los frijoles
quemados son uno de estos, ¿se te ocurre algún otro?

–La verdad no, Doña Tere… –Okey, prueba por favor la otra olla, te prometo que no
tienen nada de malo, por favor, confía en mí... Ya no con tanta confianza como al
principio pero haciendo caso a Doña Tere, le di un pequeño sorbo a la cuchara con la
que saqué de la segunda olla y esta vez lo único de lo que me di cuenta es que estos
frijoles estaban insípidos.

–Doña Tere, creo que a estos frijoles les falta sal... La señora me asintió, complacida:

–Así es, Inge, a estos frijoles les falta sal, o sea, otro defecto que pudiesen tener los
frijoles, ¿se te ocurre algún otro más? Pensé por un segundo. –Claro, Doña, que los
frijoles tengan… demasiada sal… ¿no?

–Muy bien, ¿alguno más?

–Pues lo contrario de quemados podría ser entonces que estén… crudos, ¿no? –dije
con lógica impecable.

–Excelente, Inge. Como estás viendo, existen muchas formas de tener frijoles
defectuosos, y cada uno de estos es un desperdicio, ya que, una de dos: o los tengo que
desechar y tirar a la basura como en el caso de los frijoles quemados o salados… o si
no, tengo que volverlos a poner en la lumbre para darles de nuevo más tiempo y
esfuerzo… todo cuando pude haberlos hecho bien desde la primera vez, ¿no crees?

–Doña Tere, eso que dice me parece muy bien, pero ¿cómo le hago para no tener
defectos? Decir que no haya defectos sólo por quererlo, la verdad, suena muy bien,
pero no me dice cómo lograrlo… y no está mal, insisto, pero es sólo un buen deseo…
Doña Tere, me sonrió y dijo:

–Espérame que para allá voy, mi mamá me explicó que no es muy inteligente esperar
que los frijoles sepan bien si sólo los checo al final del proceso, de hecho me dijo eso,
que mejor me olvide de probarlos al final del proceso porque ya entonces no tiene
ningún sentido… De pronto algo que dijo me hizo poner toda mi atención:

–A ver, ¿cómo está eso? ¿Me está diciendo que en mi caso elimine las inspecciones al
final de la línea de producción? La señora sonrió de nuevo. Sonreía mucho la Doña,
tanta amabilidad me podía sacar de quicio. Pero la apreciaba mucho también, la
verdad.

–De nuevo te pido paciencia mientras termino de explicarme.

–Como te iba diciendo, mi mamá me dijo que mucho mejor que probar los frijoles al
final, lo que debía hacer, de preferencia, era cuidar perfectamente los ingredientes y
mejor cuidar también cada paso del proceso de hacer frijoles y si yo hacía eso bien,
entonces no habría necesidad de probar si estos estaban buenos ya después de
haberlos cocido… Hizo una de sus acostumbradas pausas y continuó:

–A ver, Inge, cuéntame: ¿alguna vez limpiaste frijoles? Me reí por dentro, ya que
recordé cuando mi Mamá nos ponía a mí y a mis hermanos a limpiar frijoles, le
respondí alegre:

–¡Claro que sé limpiar frijoles! En mi niñez yo creo que me tocaba limpiar frijoles al
menos una vez a la semana… mmm, ¿Por qué me lo pregunta? Misteriosa, me
contestó:

–Por nada, hijo, dime, ¿qué se necesita entonces para hacer frijoles?

–Pues, para empezar, se necesitan frijoles

–dije yo, muy confiado, sabiendo ahora perfectamente que terreno estaba pisando. –
Muy bien, dime, ¿cuántos frijoles vamos a cocinar?

—¿Qué le parece un kilo, Doña? ella asintió con cierta alegría contenida. Dijo:

—Un kilo suena bien, ahora dime de nuevo, ¿de qué tipo de frijol? ¿Negro? ¿Bayo?
¿Pinto? ¿De cuál será? pensé por un instante, la respuesta era sencilla:

—Negro, son los que más me gustan, Doña Tere...

—Negro me parece perfecto, ahora bien, dime, ¿cómo debe ser el frijol, nuevo o viejo?
Sin dudar respondí:

—Supongo que nuevo es mejor, Doña Tere.

—Así es, m´ijo, los frijoles nuevos tardan menos en cocerse y saben mejor, ahora
sigamos, ¿qué más haría falta? Esto era sencillo, mucho:

—Agua, ¿no? —dije con cierto desgano ante lo obvio. Su rostro se iluminó:
—exacto, agua! ¡Tienes toda la razón! Y ahora, dime, ¿cuánta agua le ponemos? Hice
un cálculo así, más o menos: —No sé, Doña... como tres litros creo yo...

—Muy bien, digamos que son tres litros, vamos muy bien, Inge... ahora, ¿qué más
falta? Sin vacilar, respondí:
—Sal, la sal es importante... —De nuevo tienes razón, ¿cuánta sal le ponemos?
—Yo creo que una cuchara sopera, ¿no? ¿Será suficiente?
—A ver, Inge, piénsale un poquito más, una cuchara está bien, pero hay una mejor
respuesta... Se me quedó mirando, expectante. Al cabo de unos pocos segundos, le
respondí:

—No sé, Doña, entonces probablemente una pizca de sal como decía mi abuela.
—No, Inge, tampoco una pizca, ni una cuchara, ni sal al gusto, entonces ya dime,
¿Cuánta sal? En ese momento la idea vino a mi mente, la Doña necesitaba una medida
exacta, cuantificable y, sobre todo, repetible siempre, entonces dije, casi adivinando:
—¡Dos gramos, Doña Tere...
—¡EXCELENTE! Inge, ya estas entendiendo lo que te quiero decir. Ahora dime:
—¿Qué más hace falta?

—La olla, -dije- una vez más, lo obvio frente a mis ojos. —Cierto, para esto, debes
asegurarte que sea SIEMPRE la misma olla. Tome nota mental del tema de la olla.
—¿Algo más que se nos esté pasando?
—dijo la señora. —Cebolla, mi esposa le pone cebolla -como si la señora no supiese.

—Piensa tantito por un segundo, la cebolla sí como otros ingredientes, ¿son


realmente necesarios? De repente me acorde que mi mamá no le ponía cebolla, ella le
ponía epazote, pero en casa de mi esposa sí le ponían cebolla, de hecho, ya había
detectado la diferencia, pero la verdad nunca detecté nada distinto en el sabor.
—No, Doña Tere, la verdad creo que ni la cebolla ni el epazote hacen gran diferencia.
—Tienes razón, Mamá decía que hay que concentrarse en los ingredientes, en los
pasos importantes y en eliminar aquellos que no agreguen ningún valor a los frijoles...
Hizo otra de sus pausas.

—Vamos muy bien, Inge, ya falta poco... por otro lado, ¿algo más que se te ocurra?
Pensé de nuevo por unos segundos, en el proceso completo, entonces, dije:
—En ese caso, la lumbre o la temperatura también es importante... Parecía que decir
lo que esperaba le daba mucha satisfacción:

—Muy bien, Inge, excelente, sólo que aquí debes recordar que lo importante es usar
SIEMPRE la misma altura de lumbre o la misma temperatura... Hizo una pausa. Dijo:
—Ya es todo o... ¿falta algo más? Seguí todo el proceso en mi mente. Concluí:
—No se me ocurre nada más, Doña Tere... Ella me miró con ternura:
—Falta algo muy importante, m'ijo, y es. el TIEMPO, ¿cómo ves? Otra pausa y
continuó:
—Dime, ¿CUÁNTO tiempo hay que dejar los frijoles?
—No sé, Doña, mmmhhhh, ¿Algunas dos horas?
—Perfecto, digamos que dos horas es el tiempo adecuado, ¿no?
—Entonces repasemos lo que sabemos y dime, ¿qué crees que va a pasar si usamos
SIEMPRE un kilogramo de frijol, negro, nuevo, usamos, además, SIEMPRE dos gramos
de sal y también le ponemos tres litros de agua, exactamente SIEMPRE la misma
cantidad de agua, si utilizamos como SIEMPRE la misma Olla, y como SIEMPRE
también usamos la misma altura de lumbre y, para terminar, ¿cocemos los frijoles
SIEMPRE durante 2 horas exactamente? ¿Cómo crees que van a saber los frijoles?
—Yo creo que muy sabrosos, Doña Tere
—le contesté.
—No Inge, no es eso lo que buscamos, piénsale tantito, eres inteligente y sé que vas a
llegar a la conclusión más adecuada.
—Van a saber bien entonces, ¿no?

— Cerca, pero aún hay una mejor Respuesta.

—A ver, déjeme pensar Doña Tere, si SIEMPRE uso las mismas cantidades y la misma
altura de lumbre y el mismo tiempo exactamente, entonces. Pensé por unos segundos
sin querer adivinar la respuesta:
—Ya sé, Doña Tere, los frijoles SIEMPRE van a saber IGUAL
—Perfecto, Inge, sabía que lo ibas a descubrir... ahora dime, ¿y qué crees que va a
pasar mañana si haces exactamente lo mismo que hoy?

—Pues muy fácil, si hago exactamente lo mismo que hice hoy, es decir, si SIEMPRE uso
las mismas cantidades y la misma altura de lumbre y el mismo tiempo exactamente.
de nuevo los frijoles van a salir IGUALES...

—Ya entendiste entonces el significado del primer desperdicio al hacer frijoles, que
son los frijoles defectuosos y ya te disté cuenta también de que hay al menos una
forma de cómo al menos reducir la casualidad de que los frijoles salgan con defectos...

—Gracias, Doña Tere, la verdad nunca lo había visto de ese modo, vaya que su mamá
era muy inteligente.
—Así es m'ijo, mamá era muy inteligente y siempre con ganas de enseñar lo que sabía,
pero lo más interesante es que ella decía que esta técnica era sabiduría de viejitos.
jamás decía que era su idea...

—Pues qué bueno que se lo enseñó Doña, así pues, ya ve aquí estamos aprendiendo la
famosa técnica de cómo HACER FRIJOLES... Di un vistazo a mi reloj y vi que era
tardísimo y yo había quedado de volver al trabajo a atender unas juntas y unas
llamadas que tenía pendientes, así como responder un correo electrónico de mi jefe
preguntándome quien sabe que cosas acerca del presupuesto del año siguiente, y ni
modo, ya venía la idea de otro día que me tendría que quedar a trabajar hasta tarde.
Me despedí de Doña Tere, con la rara sensación de que ahí había algo, pero no
alcanzaba a aclarárseme la idea del todo, pero las prisas y las urgencias me ganaron y
me dirigí a mi oficina a terminar mis pendientes, asegurándole a Doña Tere que
también una mañana en la tarde para seguir CON LA LECCION
Capítulo 4

¡¡¡LA PINTURA'" PINTURA!!!

Me desperté de un brinco de la cama, ¿cómo no me había acordado antes? Eso era lo


que me andaba rondando en la cabeza desde la plática con Tere. Miré a ver si mi
esposa estaba aún dormida y no me sorprendí nada ver que ya se había levantado.

La verdad, les cuento, ella es muy madrugadora, parece que tiene una reserva infinita
de energía y yo, lo acepto, soy un oso panda para dormir, así que rápidamente me
levanté, me bañé, me vestí y bajé lo más rápido posible para ir al trabajo. Ya cerca de
la puerta, escuché la muy voz de mi esposa que me preguntaba:
—¿A dónde vas, si ni siquiera te has desayunado? —Es que tengo muchas cosas que
hacer hoy en la oficina -le respondí amablemente, como soy yo

—, y tuve un sueño que me dio una excelente pista de por donde entrarle a uno de los
problemas que tiene mi Planta.

—Okey, okey, pero como sabía que hoy también te ibas a ir sin desayunar te prepare
este licuado de plátano y un lonche para que te lo comas en el camino y no te pares en
cualquier tiendita por café y donas de esas con azúcar que tanto te gustan pero que
nomás te engordan y no te nutren para nada, que por cierto ahora que lo pienso, ya
estas más gordillo, ¿eh? No me gusto el comentario, por supuesto pensé que exageraba
como siempre cuando se trataba de mi peso, pero efectivamente había subido algunos
kilos durante las semanas pasadas, probablemente por el desorden en lo que estaba
comiendo. Le di un beso de despedida, extrañando al mismo tiempo a los niños que
estaban con sus abuelos durante las vacaciones, así que salí disparado en mi carro con
dirección a la Planta. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? qué barbaridad! Los
muebles que fabricamos, en el paso final, los pintamos de colores y una de las
principales quejas de los clientes es eso, lo de la pintura, no el acabado, el acabado
siempre estaba bien. Lo que pasaba era que, si mandábamos el producto, digamos de
color azul, y el cliente nos hacía otro pedido del mismo color, eso, aunque
técnicamente hablando era el mismo color, ocurrían en ocasiones pequeñas
diferencias entre el azul que recibieron antes y el azul que les mandábamos ahora. Y si
me ponía en los zapatos del cliente, pues, era razonable lo que pedían, si yo compro
sillas azules y quiero después otras sillas pues me gustaría que fueran exactamente
del mismo color, no de un color parecido, que fueran exactamente del mismo, y eso
era sin duda un gran dolor de cabeza. Llegando me dirigí a mi oficina y le dije a Paty,
mi secretaria, que iba a ir al área de Pintura y que no me molestasen a menos que
fuera de vida o muerte ya que tenía algo muy importante que hacer. Ya en el área de
Pintura empecé a buscar a Toño, nuestro Técnico en Igualación de color, Toño en ese
tiempo había estado en la compañía ya desde hacía más de 20 años y conocía mejor
que nadie, hasta donde yo sabía, el proceso de pintura. Estaba seguro que gracias a él,
el problema de la pintura no era más grande, sería bueno platicar, pensé. —Quibo
Toño. —Buenos días, Inge, ¿cómo le va? ¿Qué anda haciendo por acá tan temprano? —
Pues ya ves, aquí, ¡visitando a las estrellas... —iAh qué Inge! Siempre tan de buen
humor, dígame, ¿en qué le puedo servir? —Toño, tengo unas dudas acerca del
proceso de la pintura y me gustaría entender un poco mejor el cómo funciona esto,
¿cómo ves, me explicas? —claro, Inge, usted dígame, ¿qué quiere saber?
—Primero que nada, que me expliques cómo se prepara el color Azul, por ejemplo,
saber y en- tender cuáles son los pasos que sigues. —Claro que sí, Inge, cómo no. Mire,
el procedimiento es muy fácil, Primero voy al almacén por algunos botes de pintura
azul y otro de color blanco. Para preparar el azul cielo que es el color que más
vendemos. Ellos en almacén, me dan la cantidad que necesito. Entonces tomo tres
botes de pintura azul marino y un bote de pintura blanca y luego los mezclo,
dependiendo de la marca o de si el bote tenía más o menos pintura, así pues, yo corrijo
o igualo los colores agregando un poco de blanco o azul o inclusive puede que algo de
negro o algún otro color para obtener el azul cielo... Me le quedé mirando tratando de
disimular mi sorpresa.

—Interesante, ¿eh? No sabía que había tantas variables, ¿algo más que le agregues?
—Solo una cosa más, Inge, agua.

—¿Agua? Enarqué mis cejas.


—Sí, agua...

—¿Y para qué agua, Toño?

—En los días muy fríos, Inge tengo que ponerle agua porque con el frio la pintura se
pone muy viscosa, como miel, y así, ya sabe, no se puede pintar, por eso le agrego agua
para que fluya mejor...

—A ver, a ver... aquí tengo dos dudas: La primera: Si le pones agua la pintura se diluye
un poco, mmmhhh, ¿No crees que el color cambie?
—Pues sí, Inge, pero muy poco, todas las sillas saldrían del mismo color, eso sí, pero
con un color azul ligeramente más claro, casi indetectable, a menos, claro, que se
pongan dos sillas juntas: una que se fabricó en verano y una que se fabricó en
invierno... Si las ve uno por separado uno no las puede distinguir, pero si las ponemos
juntas, pues sí, alguien se puede dar cuenta que el tono es diferente, muy poco, pero
diferente... No podía creer lo que estaba escuchando, así que nosotros sabíamos que
enviábamos sillas a los clientes con tonalidades diferentes y lo sabíamos porque...

Pero preferí seguir la conversación para ver si aprendía algo más.


—De acuerdo, me queda claro lo del agua, Toño, pero ¿No se supone que el tanque de
la pin- tura tiene un calentador para que la pintura siempre esté a la misma
temperatura?
—Así es, Inge, pero un buen día vinieron los de Ingeniería y lo quitaron y ya después
nunca lo volvieron a poner y pues me dijeron que así lo usara...
—Mmm, ya veo... Pensé un rato en todo lo que me estaba diciendo el buen Toño.
—Oye, Toño, algo que me dijiste acerca de que usamos diferentes proveedores de
pintura me dejó pensando en si hay alguna razón especifica o en porqué no sería
mejor sólo tener un proveedor...

—Eso mismo les dije yo a los del almacén, Inge, ya que el color azul, aunque sea un
color estándar varía de marca a marca, ligeramente si usted quiere, supongo que
porque cada fabricante de pintura tiene diferentes procesos o diferentes fórmulas
para hacerlo... Por ejemplo, para mí, la marca de pintura que mejor funciona es la
marca COLORCOLOR, se me hace bastante buena y sus tonos son bastante
consistentes, de hecho, acuérdese que hasta vino el gerente de COLORCOLOR
hace unos meses y platicó con usted.

Asentí.

—Sí, lo recuerdo, muy buenas personas, los vi bastante profesionales, de hecho, yo


pensé que ellos eran los proveedores autorizados de la pintura, pero ahora que lo
mencionas veo que estás usando otra marca. ¿tú sabes por qué?

—No, Inge, la verdad, no. Alguna vez les pregunté, pero no me dieron ninguna
explicación, los de almacén solo me dan los botes de pintura...
—Vaya, estoy aprendiendo muchísimo de esta conversación, Toño. Ahora, por último,
me salta de la cabeza el comentario ese en el que dices que a veces los botes vienen
con cantidades diferentes de pintura por lata...

—Así es, Inge. No sé en qué consiste, pero hay pequeñas variaciones en la cantidad de
pintura que viene en cada bote y luego yo tengo que compensarlo con un chorrito del
color complementario, ya sea blanco o azul, para compensarlos por si viene de más, o
al revés, por si viene pintura de menos... Hizo una pausa y continuó:
—A veces no es culpa del fabricante, Inge, las
latas son diferentes y se queda algo de pintura dentro de ellas... o si, por ejemplo,
como le dije, si hace frio también el líquido escurre con más dificultad y por eso se
queda pintura pegada en las paredes internas del bote y así hay algunas otras razones
por las cuales no siempre sale la misma cantidad de pintura.

—Muy bien, Toño, creo que ya entendí algo más el proceso de pintura. Ahora quiero
que me ayudes a hacer una prueba y ya luego me dices qué te parece, ¿como ves?
—Está bien, Inge, estoy con usted, pero no sé muy bien a que se refiere...
—Tenme paciencia, Toño, para allá vamos... PACIENCIA, mmm, de pronto me vi
actuando como Doña Tere.

—Para empezar, déjame le hablo por teléfono a Mary, la jefa de compras y almacén.
—¿Mary, eres tú? Habla Rodolfo, ¿cómo estás?
—Muy bien, Rodolfo, ¿cómo va todo? ¿Me necesitas para algo?
—La verdad es que sí, Mary... Mira, estoy con Toño en Pintura y me está platicando
ahora el proceso y me quedaron algunas dudas y sé que tú me puedes ayudar a
esclarecerlas.
—A ver, muy bien, tú dime en qué te puedo ayudar...

—Toño me comenta que cuando él va por pintura a almacén, a veces le dan de una
marca y otras veces le dan de otra marca de pintura y todo porque tenemos dos
proveedores de pintura diferentes, ¿me lo podrías decir por favor?
—Claro, Rodolfo, con todo gusto. Para empezar, no tenemos dos proveedores de
pintura...
—¿No? -dije yo, algo extrañado.

—No, Rodolfo, tenemos tres proveedores...

—¿Tres? en la torre! ¿Por qué tenemos tantos?

—Por lineamientos de Corporativo debemos tener al menos tres proveedores


autorizados especialmente en aquellos insumos críticos, es decir, no queremos tener
sólo a un proveedor, porque, ¿qué pasa si se le quema la fábrica u ocurre cualquier
otro imponderable y nos quedamos sin materia prima? Yo creo, Rodolfo, que ya
tenemos bastantes problemas como para agregarle otro como parar la producción por
falta de materiales...
—Mary, muy bien, me queda claro el punto, entonces, ¿por eso compramos a
diferentes proveedores?

—Más o menos, Rodolfo, también lo que pasa es que escogemos al que nos dé más
barato en el momento de la compra. Por ejemplo, le compramos muy barato un lote de
pintura al proveedor PinturAzul, ya que tenían un lote completo que se les quedó y al
cual le faltaba unos meses para caducar, pero tuvimos la oportunidad de checarlo
con Calidad y nos dijeron que el lote estaba bien, siempre y cuando la usáramos antes
de la fecha de fin de vida útil (FRIJOL NUEVO SIEMPRE, me vinieron de nuevo las
palabras de Doña Tere a la cabeza) y como los de PinturAzul lo estaban re-
matando, pues... así que se los compramos a muy buen precio y es la pintura que
estamos usando ahora...
—Okey, Okey, entiendo, Mary, pero dime, ¿no hay restricción si usamos un solo
proveedor de pintura o debemos usar los tres?
—No, Rodolfo, podemos usar sólo uno y tener a los otros dos sólo de respaldo, ¿por
qué lo preguntas? Pensé un segundo antes de responder:

—Mary, mira, necesito que me hagas un favorzote, estamos haciendo unas pruebas, y
de hoy hasta nuevo aviso, sólo cómprale la pintura a COLORCOLOR, ¿ves algún
problema con eso?
—No, Rodolfo, la verdad, pienso que son muy buenos proveedores y su precio es
competitivo, le compramos a PinturAzul ya que nos dio más barato, pero ColorColor
es un buen proveedor...

—¿Crees que podrías hablar con ellos para ver si podemos hacer un contrato o algo
así? Puede que hasta nos den un mejor precio por volumen...¿cómo la ves, Mary? ¿Se
podrá? Mary allá en el teléfono, en su oficina, ni titubeó:

—Claro que se puede, Rodolfo, de hecho, a eso vinieron la vez pasada, a ofrecernos un
contrato de este tipo, así que no veo por qué no podamos hacerlo... De hecho, a mí me
conviene también, ya que COLORCOLOR también es el proveedor más puntual. sí
vieras cuanto batallamos con los de PinturaAzul: una ocasión y por poco y no nos llega
la pintura en el plazo establecido, tuvimos que mover cielo, tierra y mar para tener el
producto a tiempo aquí en la planta...
—Mary, un último detalle: Por favor, incluye una cláusula en el contrato que
especifique de algún modo que queremos la misma calidad siempre, y específicamente
el mismo color, ¿Está claro?

—Sí, Rodolfo, no veo ningún problema, ellos nos han comentado que tienen un muy
buen laboratorio de análisis en sus instalaciones...
—Y por favor, Mary, ponte de acuerdo con Vanessa de Calidad, para que le hagan una
inspección de color en el área de recibos y asegure que siempre vengan del mismo
color...
—Claro, Rodolfo, muy bien, yo hablo con ellos del tema y me pongo de acuerdo con
Vanessa, ¿algo más?

—No, Mary, es todo... Muchísimas gracias por apoyarnos en estas pruebas...


—De nada, Rodolfo, estamos para servirte... Colgué el teléfono por algún motivo más
tranquilo como sabiendo que íbamos por buen camino y me dije a mí mismo, aunque
creo que en voz alta:

-SIEMPRE un kilogramo de frijol, SIEMPRE frijol negro, SIEMPRE frijol nuevo,


SIEMPRE.
—¿Qué dijo, Inge? -me preguntó, Toño.

—Nada Toño, sólo recordé lo que alguna vez me dijo una amiga... Toño, dime, ¿cómo
vamos? ¿Qué opinas de lo que platicamos Mary y yo? ¿Crees que pueda funcionar?

—Claro, Inge... pues si esto es lo que he estado pidiendo desde hace mucho pero nadie
me ponía atención...

—Está bien, Toño, ahora vamos a dar otro paso más en este experimento...
—Órale, que ya me está empezando a gustar esto de los experimentos.
—Me parece perfecto, Toño... Ahora vamos hablándole al Gerente de Ingeniería para
preguntarle acerca de la temperatura de la pintura... Tomé el teléfono y marqué la
extensión de Hipólito (cosa curiosa, no le gustaba que le dijeran Hipólito, así que todos
le decíamos Tito).

—Tito, ¿eres tú? Habla Rodolfo...

—¿Cómo estas, Rodolfo? ¿Qué pasa, jefe?

—Nada, Tito, todo tranquilo... Mira, aquí estoy con Toño de Pintura y me está
enseñando como se prepara la pintura y me comenta que vinieron ustedes hace
tiempo y le quitaron la calefacción al tanque de pintura, ¿A qué se debió ese cambio,
Tito?
—Rodolfo, acuérdate que te comenté que teníamos un proyecto de ahorro de energía
y que íbamos a apagar la calefacción para ahorrarnos algo de dinero en electricidad,
cosa que hicimos, pero antes de eso llevamos a cabo pruebas para asegurarnos y no
vimos que la calidad de la pin- tura variara, porque Enrique... pero antes dime... ¿ está
pasando algo?

—No, no te apures, nada está pasando, Tito. Lo que ocurre es que queremos hacer un
experimento y queremos controlar algunas variables para que no nos afecten factores
como la temperatura ambiental, ¿estás de acuerdo en poner otra vez la calefacción y
así ajustar la pintura de tal forma que tenga la menor variación no importa si hace frio
o calor? ¿Está claro? ¿Sí nos puedes ayudar con eso?

—Claro, jefe, estoy de acuerdo, soy de la opinión de que así funciona mejor el sistema
de pintura... nomás luego no nos digas que estamos gastando mucha luz y que hay que
bajarle a los costos y cosas por el estilo, ¿eh? La verdad sí fui yo quien presionó por
encontrar formas de bajar los consumos de servicios, agua, luz, gas, etcétera. Traíamos
ciertas presiones entonces.

—Está bien, Tito, muy bien, cuenta con eso,


¿Para cuándo podrás poner el control de temperatura a funcionar?
—Ahora mismo mando a Jesús, nuestro Ingeniero en Mecatrónica y hoy mismo le
damos a eso y ya para mañana creo que debe estar funcionando al cien por ciento...

—Muchas gracias, Tito...

—De nada, jefe... De nuevo colgué y ahora sólo me acorde de lo que me dijo Doña Tere
(SIEMPRE también usamos la misma altura de lumbre). Yo creo que
inconscientemente me reí de modo audible ya que Toño me preguntó de que me
estaba sonriendo— le dije que de nada.

—Toño, ahora sólo me falta hablar con una persona, de hecho, creo que es la persona
más importante en este Proyecto...

—Inge, ¿con quién vamos a hablar ahora?

—Contigo, Toño, ahora tenemos que hablar contigo acerca de nuestro experimento...
—Órale, Inge, pues vamos dándole y dígame para que soy bueno, al cabo que me está
gustando esto que estamos haciendo.

—Qué bueno que lo tomas así, Toño. Hice ahora una pausa, ya era mi turno:
—Escucha bien lo que te voy a decir, Toño, ya que es de la mayor importancia si
queremos que esta prueba funcione, ¿estás listo?
—Sí, Inge, nomás diga lo que hay que hacer y se hace.
—Lo primero que quiero que hagas es, SIEMPRE usa el mismo método, es decir,
siempre usa el mismo tiempo, siempre usa las mismas herramientas, Sigue siempre al
pie de la letra tu instrucción de trabajo, ¿quedó claro, Toño?
—Sí, Inge, yo siempre sigo mi instrucción de trabajo, lo cambiaba porque todo variaba,
todo cambiaba y por eso tenía que adaptarme, pero ahora que usted me lo pide,
SIEMPRE voy a seguir el procedimiento al pie de la letra.
—¡Me parece perfecto, vamos a hacerle de esta forma... iAh! ...y una cosa más, Toño...
—Sí, Inge, ¿qué cosa? De nuevo se lo quise repetir, sólo para ser claros y dejar fuera
toda ambigüedad:
—Nada de agregar agua a la pintura por ningún motivo, ¿quedó claro, mi Toño?

—iClaro como el agua clara, Inge!


—Muy bien, si por alguna razón hay que cambiar algo, paras el proceso y me buscas,
¿okey? pero, así como está hoy por ningún motivo cambies nada....
—Entendido, Inge...
—Toño, ya para terminar imagina que: SIEMPRE USAMOS LA MISMA MARCA DE
PINTURA, SIEMPRE USAMOS EL MISMO COLOR. Además, SIEMPRE MANTENEMOS LA
PINTURA A LA MISMA TEMPERATURA, Y tú, Toño, SIEMPRE USARÁS EL MISMO
PROCEDIMIENTO...
—Toño, dime, ¿cómo crees que quedara la pintura?
—Pues va a quedar bien bonita, Inge... Me reí y le contesté:

—No, Toño, la pintura SIEMPRE va quedar IGUAL y si mañana volvemos a SIEMPRE


hacer lo mismo ¿Cómo crees que quedara la pintura?
-Pues, IGUAL, Inge... —Así es, Toño, va a quedar IGUAL. Volteé a ver el reloj y me di
cuenta que ya era casi medio día. Me despedí de Toño para hacer algunos pendientes
para poder ir a platicarle a Doña Tere lo que había pasado con la Pintura y para seguir
recibiendo más instrucciones, que ya para este momento no se me hacían nada
descabelladas como fue al principio.
Capítulo 5

El segundo desperdicio

La SOBREPRODUCCION

Ya era tarde cuando salí hacia el restaurante de Doña Tere, tuve tantas cosas que
hacer que casi no me daba tiempo de ir a nuestra cita, pero tenía que ir a contarle a
Doña Tere todo lo que pasó con Toño y el proceso de pintura.

—Doña Tere, ¿cómo está?

—Muy bien, Inge, pensé que ya no ibas a venir, como ya es tarde, se me hacía que te
habías aburrido y que ya no querías seguirle...

—Nada de eso, Doña Tere, al contrario, ahora estoy más interesado que nunca... Y le
conté todo lo sucedido en la mañana con Toño, con la pintura y cómo platicando con
todos encontramos una forma de pintar las sillas de tal forma que siempre salieran
IGUALES, del mismo color todas las veces... Ella me escucho con paciencia, asintiendo
levemente de vez en cuando y sonriéndose a veces también.
Ya cuando terminé de platicarle lo que ocurrió, le pregunté qué le parecía y ella me
contestó:

—Inge, déjame decirte que estoy muy orgullosa de ti, de verdad que eres inteligente. A
mí me costó semanas o inclusive meses en entender a qué se refería Mamá con
eliminar los FRIJOLES DEFECTUOSOS, y tú lo resolviste en un solo día, bien por ti...
—No se crea, Doña Tere, lo que pasa es que usted explica de una forma muy simple,
fácil de entender.

—Calla, Inge, que me ruborizas... pero gracias por tus comentarios.


—De nada, Doña Tere, y por cierto ¿qué me va a platicar hoy? ¿Eh? ¿Algún secreto o
receta mágica?

—Nada de eso, Inge, es sólo sabiduría de gente mayor... Hizo una pausa de las que
estaba ella acostumbrada y me dijo:
—Vamos a platicar ahora del siguiente desperdicio a la hora de HACER FRIJOLES y
mamá lo llamaba El Desperdicio de la SOBREPRODUCCION, ¿quieres saber cómo me lo
enseñó mi mamá?
—¿Sobreproducción?, pues si eso es lo que quiero en mi planta, Doña. —No, Inge,
estoy segura que no es lo que tú piensas, déjame te cuento y después llegaras a tus
propias conclusiones, ¿de acuerdo...?

—Claro, Doña Tere, suena como otra historia muy interesante de las de usted...
—Ni tanto, Inge, pero ahí te va: Yo era muy chica cuando esto sucedió, si mal no
recuerdo yo tenía alrededor de dieciséis o diecisiete años, algo así... Tomó un sorbo de
su café y continuó:
—En fin, te decía que yo estaba tan contenta de que ya sabía hacer Frijoles, y que ya
me había entrado en la cabeza eso del desperdicio de los DEFECTOS de tal modo que
mis frijoles ahora sí me salían siempre iguales, así que un día que mamá y papá no
estaban en casa ya que fueron a misa y a dar un paseo... y sabiendo que a mi papá
le gustaban mucho los frijoles, que se me ocurre la gran idea de cocinárselos, al fin y al
cabo yo ya sabía cómo, ¿me explico? Mi mamá ya me lo había enseñado, así que me
dedique ese rato, en cuerpo y alma, a cocinar los famosos frijoles y a esperar a darles
la sorpresa cuando llegaran.

Después de varias horas, mis papás llegaron a la casa y ni tarda ni perezosa, les enseñé
la sorpresa que les había preparado y les dije:
"—iPapá, te tengo una sorpresa! Como sé que te gustan tanto los frijoles preparé
muchos para que siempre tengas y puedas comerlos siempre que se te antojen... ¿qué
tal, eh?" Papá con su gran sonrisa primero que nada me dio las gracias y al ver el
tremendo perol en la estufa, me preguntó con voz un tanto neutra como entre seria y
divertida:

"—Oye, m'ijita" -me dijo-, "de curiosidad, una pregunta: ¿cuántos frijoles preparaste?"
"—Pues" —le respondí, orgullosa como nunca—, "como sé que te gustan tanto, agarré
la olla grande de mamá y preparé veinte kilos de frijoles, así de esa forma van a durar
mucho tiempo y no se nos van a acabar pronto. Doña Tere se estaba ya riendo de
antemano.
—Mi papá soltó una gran carcajada y me abrazó y me dijo que estaba muy orgulloso
de mí y que estaba muy complacido de que ya supiera hacer los frijoles. Hizo una
pausa de nuevo para responder
una pregunta de sus empleadas y reanudó el relato:
—Ya después de la cena y cuando estábamos lavando los platos mi mamá y yo,
empecé a darme cuenta que había cocinado demasiados frijoles y la olla no cabía en el
refrigerador y le pregunté a Mamá que es lo que se hacía en ese caso... Le sonreí, dije:
—Menudo problema... —Algo, sí, -se río-. Ella se acercó y me dijo: "A tu papá le dio
mucho gusto que le prepararas los frijoles y la verdad, te salieron muy ricos, pero creo
que ya es hora de que aprendas el siguiente desperdicio a la hora de hacer los frijoles.
"—¿Otro desperdicio?" -Dije yo—, "¿pues cuántos son, Mamá?"
"—En total son siete y ya los veremos todos de seguro, pero en este momento vamos a
platicar del desperdicio de la SOBREPRODUCCION, m'ijita...".

"—¿Y eso de que se trata, Mamá?" -le pregunté.

"—Mira, Tere, la sobreproducción es un desperdicio y vamos a ver porqué, ¿qué crees


que va a pasar con los veinte kilos de frijol que preparaste?"

"—Pues nos los vamos a comer mañana, ¿no?" —le dije.

"—Estoy de acuerdo, Tere, ahora, piensa, ¿para cuántos días crees que tendremos
frijoles,
—La respuesta no se hizo esperar, yo era muy lista desde chiquita: "Para muchos
días", dije con orgullo... Sonrió Doña Tere, como metida en esos días de su infancia, se
rió por lo bajo y continuó:
—Y ella me respondió de inmediato, Inge, pero de inmediato, creo que se estaba
divirtiendo conmigo:
"—Y Tere, lindura, ¿crees que esos frijoles tan ricos hoy, van a durar buenos todo...
este... tiempo?" —Empecé a entender, le respondí ya con cierta preocupación: "-Mmm,
no, Mamá, no creo que puedan durar más de una semana. .".
"—Tere, ¿y qué crees que va a pasar con los frijoles que sobren?"
—Le pensé, Inge, le pensé, de veras... y ahí me di cuenta... le dije más preocupada cada
vez:
"—Mamá, creo que tendremos que almacenarlos y no tenemos espacio... creo, creo
que vamos a tener que comprar otras cacerolas y eso va a costar dinero...".
"—¿Alguna otra cosa que crees que pueda pasar, Tere?" -me dijo. Mamá era rebuena
para preguntar, rebuena... Vaya que sí, pensé yo para mis adentros. Continuó la Doña:
"—Pues si no nos los comemos rápido supongo que los vamos a tener que tirar Mamá.
..".
—Recuerdo como me miró ella, con su ternura de siempre, me dijo: "—Muy bien,
¿ahora sí entiendes por qué la Sobreproducción de frijoles es un desperdicio, Tere... ?"
Le respondí, ¿cómo no responderle?:
"—Sí, Mami, ya entendí, la verdad nunca me puse a pensar lo que iba a pasar... pero no
estás enojada, ¿verdad?"
"—Claro que no, Tere, estoy muy contenta, y lo mejor de todo es que me dio la
oportunidad de enseñarte el Segundo Desperdicio al Hacer los Frijoles...".
—Y eso es todo, Inge, ¿cómo la vez? Me quedé pensando en las reminiscencias de la
Doña. Le respondí:
—Pues la verdad no entendí muy bien, me está diciendo que no está bien sobre
producir,
—Así es, Inge, con el tiempo Mamá me dio más ejemplos y, por ejemplo, ya en el
restaurante, digamos, si te piden 10 platillos de comida, solo

hacemos 10, no hacemos de más, hacer comida de más sólo por si alguien llegara a
venir no es buena idea, por varias razones, la primera es que probablemente no venga
más gente y tengamos que, ni modo, tirar la comida ya que, recuerda, una de las
razones por la cual la gente nos prefiere es porque siempre tenemos comida recién
hechecita... La Doña tomó aire y siguió como si nada: —Otra razón por la cual no hay
que hacer de más, es que tendríamos que almacenar esa comida con la esperanza de
que llegue otro cliente que quiera ese mismo platillo y por otro lado imagina que
estamos haciendo comida extra y llega otro comensal y nos pide un guiso diferente,
como que no suena muy inteligente hacer que se espere porque no podemos hacerle
su platillo porque, como te digo, estamos cocinando otro platillo para un cliente que
no solo no existe sino que muy probablemente ni siquiera va a existir y ya te imaginas,
al final del día tendríamos que tirar esa comida de todas maneras...
—Vaya, Doña Tere, nunca se me había ocurrido que la sobreproducción fuera
contraproducente y ya me puso a pensar, la idea de no sobre producir tiene cierto
sentido...
—Me da mucho gusto que te agrade, de hecho, el siguiente desperdicio tiene relación
con el de sobreproducción, que te parece si por ahora comes tranquilo, ¿eh? ¿Me dejas
hacer algunas diligencias y si tienes tiempo te platico el siguiente desperdicio?
—Por supuesto, Doña Tere, me encantaría, y por supuesto que tengo tiempo. si a
usted no le molesta, claro, que me quedo a que me enseñe el siguiente desperdicio...
—Perfecto, Hijo, entonces ahorita vuelvo... Se dio la vuelta hacia la cocina y yo me
quedé comiendo mi guisado y reflexionando al mismo tiempo en lo que ella me había
enseñado acerca del desperdicio de la sobreproducción al HACER LOS FRIJOLES.
El guisado estaba como siempre, delicioso.
Capítulo 6

El tercer desperdicio

INVENTARIO

De nuevo me quede pensando mientras comía en todo lo que Doña Tere me había
platicado acerca del desperdicio de sobreproducción, Porque nosotros hacemos
exactamente lo que Doña Tere me explicó y que no debíamos hacer. Teníamos los
almacenes llenos de producto listo para embarcar y no teníamos pedidos para esas
sillas y sin embargo teníamos pedidos que no estábamos surtiendo porque apenas
íbamos a empezar a producirlos. Lo peor del caso era que parte del material que
necesitábamos para construir lo que el cliente quería, no lo teníamos porque ya lo
usábamos en sillas que nadie compraba y así cosas por el estilo. Pensaba en todas las
veces que habíamos pagado sobreprecios por conseguir materiales, además del costo
de transporte aéreo en vez de terrestre o por mar.

Me sentí un poco mal recordando cuantas veces le ordené a la gente de producción


que fabricara producto para el que no teníamos pedidos, sólo para cumplir con la
cuota de producción del mes o para llenar los almacenes o simplemente para estar
listo basándome el pronóstico de la gente de Ventas. En fin, sé que mucho de la culpa
fue mía, y definitivamente aceptaba la idea de que había cosas que debían cambiar en
como manejaba mi planta. En estos pensamientos me encontraba absorto cuando
Doña Tere apareció de nuevo y me pregunta:

—Inge, ¿se te ofrece algo más? Veo que ya te acabaste tu limonada, ¿quieres que te
traiga más?

—No, gracias, Doña Tere, ya acabé y como siempre, ya sabe, estuvo muy sabroso...
—Qué bueno, me agrada que te guste...

—Estuvo muy rico, Doña, y la verdad quiero que sepa que me dejó usted pensando en
el famoso desperdicio de sobreproducción y casi no puedo esperar a que me enseñe el
siguiente tipo de desperdicio...

—Me da mucho gusto que creas que el que te haya contado lo de los Desperdicios al
HACER FRIJOLES te haya sido útil y que eso los hayas podido aplicar en tu planta...
—Y de qué forma, Doña Tere, he aprendido muchísimo con usted y se lo agradezco.
—No tienes nada que agradecer, hijo, Mamá decía que tenemos que compartir y eso es
lo que estoy haciendo y ya no me interrumpas y empiezo ya a contarte lo del siguiente
desperdicio: Mamá 10 llamaba el desperdicio de SOBREINVENTARIO y te platicaré
como me lo enseñó ella a mí... Tomó aire y la señora me empezó a contar:

—También por aquellos años, de hecho unos meses después de que ocurrió el detalle
de cuando hice los veinte kilos de frijoles para Papá, no te rías, ¿eh Inge? , Mamá me
encargó que fuera al mercado a comprar los víveres necesarios para elaborar los
platillos del día siguiente, esto Inge, déjame decirte, era un gran honor y una gran
responsabilidad y esta era la primera vez, la primera vez! que Mamá me encargaba
hacerlo, así que ya me sentía muy contenta yo de que ella me empezara a tratar como
adulto y a la vez, no creas, con miedo a equivocarme y a que ella se decepcionara de
mí. te digo, al mismo tiempo, créemelo, quería con fuerza que mi madre se sintiera
orgullosa de mi... Una vez más, ella estaba emocionada al contármelo, continuó:
—En fin, sigo, tomé la canasta, el dinero que me dio, y lo más importante LA LISTA, la
lista, la famosa lista; Mamá tenía años usando la lista y aunque ella cambiaba algunas
cosas de tiempo en tiempo, rigurosamente siempre compraba lo que en ella estaba
escrito. Hizo otra pausa.

—Pues bien, ya preparada con todo lo necesario y por supuesto con el sermón clásico
de todas las Mamás, "te cuidas, vente rápido, no hables con extraños. .", sabiduría de
todos los padres, me dirigí al mercado que estaba a dos cuadras de donde estaba
nuestra fonda. Tomó un sorbo de su bebida.

—Llegué al mercado como tantas veces lo había hecho con Mamá en el pasado, pero
esta vez era diferente: Mamá era siempre la que saludaba a todo mundo, era la que
regateaba precios, era la que seleccionaba la fruta y la verdura y ahora yo ahí, parada
frente al mercado que siempre me había parecido tan agradable, así que, no había de
otra, armándome de valor entré con mi lista en la mano y traté de seguir al pie de la
letra la lista haciendo exactamente lo que hubiera hecho con Mamá y todo iba muy
bien hasta que llegue, sí, al puesto donde vendían el frijol...

—¿Y qué pasó allí, Doña Tere?, ya me dejó usted muy interesado
—No comas ansias, Inge, en eso estoy... Limpió unas manchas inexistentes en la
mesa, continuó el relato:

—Pues sucedió que era nada menos que temporada de frijol y en la entrada del local
había un gran letrero con grandes letras en el cual se leía:
FRIJOL NUEVO "50% de Descuento"
—En esto que se me ocurre la gran idea, no sé cómo pasó, pero pasó y sin hacerte el
cuento largo, lo que hice a continuación fue comprar cien kilos de frijol, sí, Inge, lo dije
bien, ¡¡Cien kilos!, cuando normalmente Mamá compraba tres o cuatro kilogramos
únicamente por día. recuerdo perfectamente que estaba feliz de hacer una compra
inteligente y de demostrarle a Mamá cuan lista era yo y que podía confiar en mí para
no sólo hacer lo que me dijera si no que ya podía también tomar mis propias
decisiones... Se sonrío e hizo otra pausa.

—En eso corrí a decirle a Mamá lo que había hecho, cabe decir que yo estaba muy
contenta y agradecida con la excelente suerte que tuve al encontrarme con esta
magnífica oferta y de la gran cantidad de dinero que nos acabábamos de ahorrar...

—Llegando a la casa Mamá me preguntó que si estaba todo bien conmigo ya que
estaba toda agitada parte por la emoción y parte por la corrida y creo, que porque no
llevaba nada o casi nada en la canasta; a continuación, le conté lo que había ocurrido,
le conté como me sentí a la llegada al mercado, las cosas que vi... Mamá asentía con la
cabeza a cada una de mis andanzas y encomiándome a proseguir con esos ojos claros
y sonrisa fresca que ella tenía y ya para cerrar con broche de oro, le conté el magnífico
negocio que acababa de hacer y que, por cierto, teníamos que mandar a una persona
por los frijoles que acababa de comprar...
—Entonces mi Mamá me miró a los ojos y me dijo:

"—Hija mía, primero que nada, quiero felicitarte por varias cosas. .".
—Yo me sentí como pavorreal en ese instante.
"—Gracias Mamá, te lo agradezco. —sonreí.
"—Okey, Tere, espérame que aún no he terminado...".

—Me dije: "¿y ahora que hice?"

"—Como te dije antes, estoy muy contenta por algunas cosas sabias que hiciste hoy...
La primera es que fuiste sola al mercado y que te enfrentaste a tus miedos, que no te
importó sentirte atemorizada por el mercado, que te llenaste de valor y que entraste a
hacer lo que tenías que hacer y que esto, hija mía, no es poca cosa...".
"—Segundo, te felicito por haber tomado una decisión por ti misma al haberte
decidido a comprar el frijol y haber llevado a la acción tu decisión. Tampoco es fácil
hacer eso ya que generalmente es más sencillo dejar a otros las decisiones pero tú
demostraste de nuevo valor al hacerlo y a afrontar las consecuencias de tus
decisiones...".
"—Tercero, y muy importante, no importa si algo bueno o malo te pasó, siempre ven
lo más pronto posible y cuéntamelo todo, siempre estoy aquí para escucharte. .". "—Y
ya por último quiero agradecerte la oportunidad que me das para enseñarte el
siguiente Desperdicio al HACER FRIJOLES, el cual se llama Defecto de
SOBREINVENTARIO.

—"Pero, Mamá" —le dije, "¿por qué me dices que me vas a enseñar lo del defecto de
SOBREINVENTARIO si ya me felicitaste por lo que hice?"

"—Así es, Tere, hiciste cosas magnificas esta tarde pero también hiciste cosas que
pudieron haberse hecho de una mejor forma y por eso te voy a explicar el desperdicio
de sobre inventario y al final quiero que tú me digas que es lo que crees tú
que pudiste haber hecho mejor, ¿te parece bien?"

"—Claro que sí, Mamá, lo que tú me digas".


"—Quiero que hablemos concretamente de los cien kilos de frijol que compraste,
¿sale? Para empezar ¿dónde están esos frijoles Chinita?"
"—Como te dije antes, Mamá, eran cien kilos y no me los pude traer así que espere
hasta llegar acá para enviar a alguien por ellos...".

"—Me parece bien, nomás que hay un problema, en este momento todo mundo está
ocupado preparando la comida y no podemos mandar a nadie porque si prescindimos
de cualquiera ahora mismo lo más probable es que no terminemos a tiempo la comida
y eso, ya te imaginas, no les va a gustar a nuestros clientes no
"—Órale, no lo había visto de ese modo…

"—La verdad ese es sólo uno de los inconvenientes del INVENTARIO, pero es fácil de
solucionar, por ejemplo, podríamos contratar los servicios de Don Miguel para que él
nos traiga el frijol hasta acá y asunto arreglado, claro está que habrá que pagarle el
encargo...".
—El encargo sería la transportación —dije yo.
—No me interrumpas, Inge -me dijo la Doña, sonriendo.

—Perdón, Doña, pensaba en voz alta. siga.


"—Mami" —le dije—, "aun así creo que descontando lo que cobre Don Miguel, lo que
ahorramos es aun más de lo que gastamos en la traída. ..".
"—Tienes razón, Tere, yo también lo creo, y es por eso que te comento que la
TRANSPORTACION es solo uno de los inconvenientes del INVENTARIO...".
—¿Aún hay más inconvenientes, Mami?
— conociendo a mi mamá, ya te imaginarás, Inge, como me sentí.
"—Uno que otro, pero vamos por partes, Tere... Imagina por un momento que ya lo
tenemos todo aquí, ahora dime tú, ¿qué vamos a hacer con los cien kilos de frijol?"
"—Pues lo vamos a guardar, supongo…".

"—Excelente respuesta, pero aquí también surge otro inconveniente, como ya sabes la
fonda es muy chiquita y no tenemos espacio, ¿Dónde sugieres que lo pongamos?"

"—¡Bolas! No había pensado en eso; no lo podemos poner en el patio porque se echa a


perder y no hay lugar en la cocina, si apenas cabemos y mucho menos pensar en
donde están las mesas porque tendríamos que prescindir de una y eso
significa menos clientes...".

"—Así es, Tere, pero como bien dice tu padre: siempre hay opciones; lo que se me
ocurre es que podemos hablar con la dueña de los locales y preguntarle si nos renta
un pequeño espacio en su bodega para guardar el frijol hasta que lo consumamos,
¿qué te parece?"
"—Bien, pero entonces" —se me ocurrió ya casi al borde de la tristeza—, "habrá que
pagarle a la señora porque nos guarde los cien kilos de frijol
¿verdad
"—Así es, Tere"
"—Y eso, ¿es muy caro, Mamá?"

"—Eso tiene un costo, por supuesto, pero no creo que sea muy caro, como es poco el
espacio que se requerirá y sólo será por poco tiempo mientras consumimos el frijol,
deberá ser bastante razonable...".

"—Entonces, —dije yo—: "al costo de los cien kilos de frijol aún hay que sumarle el
costo de la transportación y el costo de la bodega, "¿verdad, Mamá?"

"—Así es, Tere, ya nos estamos acercando...".

"—Pero como comentas que el costo de la bodega deberá ser algo razonable no creo
que el total sea más caro que cien kilos de frijol a precio normal...". "Muy bien, Tere,
me gusta que seas inteligente y tienes razón cuando comentas acerca del
ALMACENAJE, el cual es lo que conocemos como el segundo de los inconvenientes...".
"—Creo que ya vamos muy adelantadas y ahora quiero que me sigas comentando y
esta vez imagina que ya tenemos eso resuelto y que ya están almacenados los cien
kilos de frijol, porque quiero que hagas memoria y que me recuerdes el primer
desperdicio al HACER FRIJOLES...
"—¡Por supuesto que lo recuerdo, Mamá! Es Frijoles Defectuosos."
"—Muy bien, Tere, veo que lo recuerdas muy bien y quiero que también me digas
como habíamos quedado, en que SIEMPRE debían estar los frijoles, Tere, ¿te
acuerdas?"
"—Claro que me acuerdo, Mamá, los frijoles deben estar SIEMPRE Nuevos. ..".
"—Muy pero muy bien, Tere, los frijoles deben estar siempre NUEVOS para que
SIEMPRE salgan iguales y para que nuestros clientes SIEMPRE estén satisfechos. ..".
"—Mami" —reflexioné—, "pero si lo que me dices es cierto, lo que va a pasar con los
frijoles en la bodega es que se van a hacer viejos y eso no es bueno, ¿verdad?"
"—Así es, Tere, acabas de dar con el tercer inconveniente del Desperdicio de
INVENTARIO y a este lo llamaremos inconveniente de Calidad...".

"—¿De calidad? ¿Y eso qué significa, Mami?"

"—Lo que significa es que todo lo que se guarda y almacena por muy bien guardado
que esté, tiende a sufrir desgastes o poco a poco va perdiendo sus características
originales y se va haciendo viejo...".
—Me le quedé mirando con cara compungida, ella siguió, pero ella no estaba triste,
gozaba explicándome...

—Y lo hacía muy bien, déjeme le digo...

—Así era mi Mamá, -ella sonrió-, buena para cocinar, buena para explicar... ya no
interrumpas, déjame seguir, Inge...

"—Recuerda también" -siguió mi mamá-, "que una de las razones por las cuales
nuestros clientes vienen a nuestro restaurante precisamente es debido a que los
frijoles que servimos SIEMPRE son frijoles nuevos...".

"—Entonces, Mamá, ¿lo que me estás diciendo es que cuando los frijoles se pongan
viejos los vamos a tirar P"
"—Así es, Tere, habrá que tirarlos y con esto también perderemos algo del dinero que
utilizamos para comprar los cien kilos de frijol y eso, Tere, nos trae directamente al
cuarto inconveniente...".

"—Mamá" —ya le dije más que intrigada


—, "pues, ¿cuántos inconvenientes hay?"
"—Ya mero vamos a acabar, lo importante es que aprendas por qué y cómo evitamos
el Desperdicio de INVENTARIO y los inconvenientes que este provoca. estás diciendo
que el frijol que no usemos inmediatamente se va a hacer viejo, dime tú, ¿qué más
crees que pueda pasar?"

—Me puse a pensar un rato, Inge, y luego luego se me vino a la mente lo que sucede
cuando el frijol se hace viejo y no se guarda apropiadamente...

—Así es...
"—Se va a llenar de Gorgojos y animalitos" dije yo a mi mamá.
"—Así es, Tere, el frijol se hace viejo y se llena de animalejos y se echa a perder y a
este inconveniente le llamamos MERMA, ya que todo este frijol no tiene remedio y
habrá que tirarlo a la basura.

"—Muy bien, Tere, ya sólo nos falta el último de los inconvenientes, y es por mucho el
más difícil de ver, los demás como quiera son palpables y visibles pero este
inconveniente es más escondido y en mi opinión el mayor de todo y le llamamos el
inconveniente del FLUJO DE EFECTIVO..

"—Ahora sí que no te entendí, Mamá, ¿a qué te refieres con Flujo de Efectivo?


"—Bien, Tere, recuerda que en la mañana te di dinero para comprar los todos los
víveres, ¿verdad

"—Así es, Mamá y yo lo gaste todo en comprar los cien kilos de frijol."
"—Muy bien, ahora dime, ¿y qué va a pasar con los otros víveres que se requieren
para cocinar lo del día de hoy?" —Me asusté, Inge, Mamá tocó el peor de los temas. me
alarmé mucho, creo que hasta pálida me puse...

"—Tienes razón, Mamá, no se me había ocurrido, ¡eso quiere decir que... que... que no
vamos a poder comprar lo que se requiere para preparar la comida de hoy!"
—Alarmada era poco, Inge...
"—No solo eso, hija, hay que pagar también servicios, luz, agua, gas y otras cosas y el
dinero que teníamos para pagar esto ahora lo tendremos que usar para adquirir lo
que resta de los víveres y nos retrasaremos en pagar los servicios porque ya

no tenemos el dinero físicamente, más bien lo que tenemos son frijoles, muchos
frijoles, pero no podemos pagar con Frijoles la luz o el gas o el agua, ¿verdad
—Traté de dar una solución, no se me ocurría mucho entonces, la verdad...
"—Pero cuando vendamos los frijoles vamos a recuperar el dinero y podremos pagar
los servicios, ¿no, Mamá?"

"—Pues sí, como bien dices con lo que recuperemos con la venta de los frijoles... y
después de RESTARLE lo que se pierda por los inconvenientes de INVENTARIO, pues
sí, recuperaremos algo del dinero...".
—Ahora ella hizo una pausa... me explicó más. yo estaba, te has de imaginar, que me
llevaba la angustia...

"—Como ves, el dinero queda entrampado en el INVENTARIO por eso se llama


inconveniente de flujo de EFECTIVO, ya que no dispondremos de ese flujo ya que el
dinero esta entrampado y no podemos hacer uso de él, ¿entendiste, Tere?"
—Yo hasta ahí pude resistir ya que me sentí muy triste y lo único que alcance a
murmurar fue:

"—Y ahí se fue todo lo que ahorramos en la compra de los cien kilos de frijol mas
todos los problemas que causé" —dije yo con mucho sentimiento ya que me di cuenta
que había desperdiciado el dinero que Mamá me había dado para comprar las
provisiones.
—Le dije entonces:

"—Mami, lo siento mucho" —ya traía una lagrimilla por allí cruzando mi mejilla-, "yo
no sabía esto de los inconvenientes y del Desperdicio de INVENTARIO, si lo hubiera
sabido antes, esto no hubiera pasado, lo siento tanto...".

—En eso mi Mamá me abrazó y me dio un beso en la frente, luego me secó mi


lagrimita y me dijo a continuación:

"—Tranquila, corazón, sé que en este momento te sientes mal, pero no hay porqué
hacerlo, no sabias lo del Desperdicio de INVENTARIO, pero ahora ya lo sabes y eso te
hará crecer y te hará más madura, y no tiene nada de malo equivocarse sino
todo lo contrario... siempre y cuando esto te sirva para aprender y crecer como
persona...".
"—Estoy muy triste, Mamá, porque no sé cómo arreglar todo este embrollo que
cause…".
"—No te preocupes por eso en este momento. Lo más importante es que aprendas
todo sobre el Desperdicio de INVENTARIO y de sus cinco inconvenientes... ahí te van
de nuevo:
Transportación,

Almacenaje,

Merma,

Calidad,

Flujo de efectivo."

"—¿Quedó claro, Tere?"


"—Muy claro, Mamá. .".
"—Perfecto, entonces vete como de rayo para la cocina y ayúdale a las muchachas y
aquí no ha pasado nada, yo voy rápido al mercado y traigo algunas cosas para cocinar.
—Luego me volvió a abrazar y después de darme otro gran beso, me volvió a decir
cuan orgullosa estaba de mí porque había aprendido muchísimo ese día y así, linda, se
fue directa al mercado... Yo que hasta ese momento había estado callado escuchando
hipnotizado el relato de Doña Tere y no acertando todavía a decir nada, no podía dejar
de trabajar mi imaginación pensando en todo el inventario que tenía en la planta y
todos los INCONVENIENTES que esto provocaba.

—Doña Tere —le dije—, su relato me dejó totalmente atónito y creo, de verdad, que
hay muchísima sabiduría en sus palabras, y antes de continuar ya que ya se me hizo
muy tarde, me gustaría saber cómo arregló su mamá todo ese embrollo...
—Bueno, tiempo después me enteré que Mamá había ido al mercado y habló con el
dueño de la tienda de los frijoles con el cual ya llevaba muchos años de hacer negocios
y acordaron que se regresaría parte del dinero y seguir haciendo negocios del modo
habitual. Por no dejar ella sólo se llevó algunos kilos de más y ese día como plati110
especial, Mamá nos preparó enfrijoladas.
—Inteligente su mamá, Doña Tere —dije yo.
—Inteligente y con un corazón de oro, Inge, al otro día en la mañana, me dijo como si
nada hubiera pasado:

"—¡Tere! ¡Córrele, que se te hace tarde! ¡Toma la canasta, la lista y el dinero, niña!"
—Y por supuesto con el sermón clásico, mismo que repetiría todos los días durante
años por venir:
"—Te cuidas, vente rápido, no hables con extraños..." —me dio un beso y me hizo
partir rumbo al mercado.
Capítulo 7

¡Qué día!

Toda la mañana me la pasé viendo problemas en el piso de producción: que por qué
no salía ésta, que porqué teníamos tanto ausentismo, que porqué teníamos materiales
faltantes que requeríamos para la el día... Pero una cosa, de entre toda esta vorágine
caótica, veía, no sin cierta sorpresa, que las medidas implementadas que surgieron de
las recomendaciones de Doña Tere estaban funcionando y que indudablemente el
panorama ya se veía un poco más claro.

Ya al medio día me fui a comer con Doña Tere y sin darme cuanta se había pasado el
tiempo volando y de pronto tuve que correr a atender las típicas juntas con el Director
de Operaciones y con la gente de materiales, que para variar y no perder la costumbre
se estuvieron quejando toda la sesión y exigiendo fechas compromiso de cuando todo
quedaría arreglado, en fin, todo igual como siempre. Por lo pronto esta terminó por
acabarse y por fin ya estaba en casa. Siempre me ha encantado llegar al hogar ya que
mi esposa Verónica y mis dos hijos me reciben y me dan mis abrazos y mis besos. De
ahí invariablemente pasamos a ver cómo van las tareas escolares del día por si
hubiese dudas ya que soy el responsable de revisarlas si son de matemáticas, ciencias,
física y además mi esposa democráticamente había delegado en mi persona todas
aquellas asignaturas en las cuales se involucrasen ranas, sapos, gusanos, insectos,
animales, plantas; y ni hablar de aquellos que involucrasen fluidos animales y demás
vísceras. Uf. La verdad es que Verónica es quien se pasa
más tiempo con ellos y aprenden muchísimo jugando y repasando sus lecciones, tanto
así, que mis dos hijos son de los mejores en sus respectivas clases y yo agradezco que
me dejen ayudarlos, aunque sea un poquito. En fin, una vez que ya terminaran la tarea
y después, también como todos los días, el tremendo escándalo antes de bañarse;
hasta parecería que los bañase uno con ácido, por los gritos que pegan antes de
meterse a la regadera; Ya adentro del baño me encanta escuchar las mismas frases
dichas por su Mamá todas las noches: lávate bien las orejas, no saques el agua de
la regadera, ponte champú, etc. Etc. Etc. Ya luego cenamos en familia y acostamos a los
niños en sus camitas y leemos algún cuento todos juntos y al final una pequeña
oración para posteriormente quedar profundamente dormidos.

Como todas las noches espero que baje mi esposa y platicamos de cómo nos fue en el
día, los pendientes, los planes y demás.

—¡Hola, princesa! ¿Ya se durmieron los niños?


—Más o menos, están muy cansados, fueron unos pinolillos todo el día, así que ya no
tardan en caer... A partir de ahí me dio un breve resumen de cómo fue su día, siempre
me ha gustado que me platique, que me cuente como le fue a ella, cuales son las
noticias importantes acerca de los niños y sus actividades escolares, que si el mayor
sacó un premio en matemáticas o que al menor va a salir en bailando en una obra
musical de su jardín de niños; este tipo de cosas es lo que hace que todas la broncas en
mi trabajo valgan la pena, esa conversación y todas las demás me recuerdan él porque
trabajamos tanto Verónica y yo. "¿Y a ti, Campeón?" me pregunta ella, "platícame
como te fue en tu día". Ahí le platico en general como me fue en el trabajo, que aunque
hay muchos problemas ya estamos empezando a ver soluciones. Donde me explayo un
poco más es cuando le platico lo que me está enseñando Doña Tere, ya que Verónica
ha sido mi confidente y cómplice en todo lo que respecta a lo que me está enseñando
la señora, específicamente de la técnica de Cómo Hacer Frijoles.

Pues bien, le comento acerca del desperdicio de SOBREINVENTARIO y de sus


múltiples "inconvenientes", como le dice Doña Tere. Verónica me escuchó
atentamente y siempre sonriendo y asintiendo como cuando oye algo que le agrada, o
preguntando si no me explique bien en algún punto. Ya al final de mi explicación le
pregunto:
—Bueno, y a todo esto, ¿tú qué opinas? Me miró a los ojos y dijo:
—Obvio
—. Su respuesta me dejo medio atónito porque no la esperaba.
—Como que obvio —dije.
—¡Claro que es obvio!, lo que me dices que te explicó Doña Tere es de lo más obvio y
con sentido común del mundo... ustedes los hombres no entienden nada de nada, todo
lo enredan y lo complican cuando al final del camino todo es realmente muy simple...

—A ver, a ver, agradeceré me ilumines con tu sabiduría —esto le dije sin poder
ocultar algo de ironía, ya que honestamente no veía como todo esto podía ser tan
obvio que lo podían ver claramente tanto Doña Tere y mi esposa... ya que no nos pasó
ni por asomo por la mente a mí y a mi equipo de trabajo que se supone vivimos de
hacer este tipo de cosas y resolver este tipo de situaciones de manera cotidiana.
—¡No te enojes, campeón! Déjame explicarte mis razones y veras porque digo que es
obvio... Mi querida esposa hizo una pausa para agarrar aire:
—Lo que Doña Tere te explicó acerca del desperdicio de SOBREINVENTARIO es algo
con 10 que las amas de casa y en especial las mamás debemos lidiar todos los días.
¿recuerdas cuando me acompañaste al supermercado el otro día?
—Claro que lo recuerdo...
—Y ¿recuerdas cuando agarraste la caja más grande de cereal?
—Sí, recuerdo que estaba en oferta y no me dejaste comprarla...
—Y ¿por qué crees tú que no te deje comprarla, eh?
—¿Por avara? —me aventuré.
—¡Claro que no! —Me dijo al mismo tiempo que me daba un pequeño pellizco para
hacer más claro el punto. Viéndome sobar el pellizco me dijo con voz muy seria, pero
sonriendo por dentro:
—Imagina primero que compramos tu cajita de cereal que tanto se te hizo tan
atractiva. ahora piensa en los inconvenientes que te dijo Doña Tere y veras que la
respuesta es clara...
—Sigo sin entender. —sí, a veces no la entiendo. Ella, con paciencia bien curtida a
fuerza de tratar con niños, continuó:
—Aquí te va más simple: si compramos la caja grande voy a gastar más dinero del que
tenía presupuestado y por tanto va a haber cosas que necesitaba comprar y que ahora
no voy a poder hacerlo ya que el dinero que estaba destinado a ello lo gaste en TU
cajita de cereal y por lo mismo no vamos a poder AHORA a comprar digamos.
mermelada. Ella es hábil e inteligente, sabe demasiado que me encanta la mermelada...
ahora que lo pienso, tiene demasiada información de mi persona.
—órale, ya voy entendiendo el punto, ¿y qué más tienes, "gran maestra de la
manufactura"?
— le dije medio en broma. Ella hizo su famosa mueca de pon atención o te pellizco de
nuevo y continuó, impávida:
-El inconveniente de la merma aquí se aplica al pie de la letra, dime Rodolfo, ¿qué
crees que pasa cuando TUS hijos, como siempre son mis hijos cuando hacen alguna
travesura, y son suyos cuando traen su boleta con buenas notas de la escuela, bueno,
qué crees que pasa cuando llegasen a tomar TÚ cajita de cereal y se sirvan en su plato
para el desayuno, eh?
—No tengo idea —dije.

—Lo que pasa es que al haber mucho cereal se sirven como si fuera fuente, y luego le
ponen su leche correspondiente en proporción, por eso se sirven de más y al final
siempre dejan algo considerable en el plato y eso me obliga a tirarlo y eso, créeme, es
un desperdicio total, eso por un lado, además como TÚ cajita tiene mucho cereal,
tardaremos mucho tiempo en consumirlo por lo que al final de la caja el cereal que
reste estará ya rancio y por lo mismo tendremos que tirarlo y así tendremos más
desperdicio aun... Hizo una pausa más, al ver mi silencio estupefacto, dijo:
—¿Cómo ves? Entendiste, ¿Ahora si?
—Más claro ni el agua, Princesa, no tenía ni idea de que esto podía pasar...Pero ella
todavía no había terminado conmigo:

—Ahora hablemos del desperdicio de sobreproducción, esto pasa también en la casa


cuando cocinamos de más. por ejemplo, si yo cocino mucha sopa todo mundo va a
comer el mismo día que la prepare y probablemente podamos volver a comer el día
siguiente y eventualmente algo se podría consumir después, pero por más sabrosa
que haya quedado, dudo que alguien quiera comer de nuevo la misma sopa durante
toda la semana... y lo que tristemente va a pasar es que la voy a tener que tirar a la
basura para evitar que la comida se eche a perder en el refrigerador porque eso puede
ser hasta peligroso...

—Ya entendí, si así lo explicas fácil hasta yo entiendo...

—Te dije desde un principio que era obvio — repuso.


—Está bien, está bien, ya entendí, Princesa, y agradezco mucho esta plática que
tuvimos, la verdad me es de mucha ayuda; tenemos que tener este tipo de pláticas de
Ingeniería avanzada más seguido, ¿eh?

—De nada, y ya sabes dónde encontrarme por si necesitas alguna asesoría extra -me
guiñó un ojo como sólo ella sabe hacerlo.
—Te amo demasiado.

—Yo también —me contestó. Apagamos la luz y nos fuimos a dormir.


Capítulo 8

El cuarto desperdicio

Desperdicio de Movimientos Innecesarios

Ese día llegué temprano a la fonda de Doña


Tere y como ella no había llegado pedí un café de olla, muy rico, por cierto. Mientras
llegaba me puse a leer mis correos desde mi teléfono y en eso estaba ensimismado
con mi oficina virtual a cuestas, con todos sus problemas a cuestas también, esté
donde esté, cuando escuché la voz alegre siempre de Doña Tere saludándome:
— ¿Cómo estas, Ingeniero? ¡Qué bueno que llegas temprano!
—¡Hola, Doña Tere, ¡qué gusto! Mire, la verdad es que hoy es viernes y ya se fueron las
personas del Corporativo que estuvieron trabajando aquí en la Planta. estas gentes
generalmente se van hoy, o sea cada viernes, en avión a sus ciudades de origen y así
que los viernes después de mediodía está ya más tranquilo para mí y para todos en
general. Y por cierto, ¿por qué dice que qué bueno que vine temprano, Doña Tere?
—Por nada Inge, es que hoy te quiero platicar otros dos desperdicios que están muy
relacionados uno con el otro y como estamos temprano quisiera mostrarte algo en la
cocina, ¿cómo la ves, tendrás tiempo? No nos llevará más de veinte o treinta minutos a
lo sumo. —Me parece perfecto y tal como le dije, hoy tengo un poco más de tiempo
que de costumbre así que me encantaría ver lo que quiere enseñarme, Doña Tere...
—Excelente Inge, pero tomate tu café con calma y platícame, ¿cómo has estado tú, eh?
Me encantaba la manera campechana de ser de Doña Tere, la hacía muy simpática.

—Muy bien, Doña Tere, todo tranquilo y en paz... Pero ya entrado en gastos le alcancé
a contar de la conversación que sostuve ayer en la noche con mi esposa Verónica: le
conté por ejemplo acerca de que ella me dio sus propias explicaciones sobre los
desperdicios de inventario y sobreproducción y también le conté acerca de que a ella
le pareció "obvio" todo esto de los desperdicios e incluí, claro, de los ejemplos que usó
con el cereal y la sopa. Ella se sonrió y dijo:
—Eres un hombre afortunado, se ve que tu esposa es una mujer inteligente, en verdad
que lo que dijo tiene todo el sentido del mundo y los ejemplos que dio son de lo más
acertados. Yo le sonreí y le comente que en verdad sí me sentía afortunado de tener a
alguien como ella a mi lado.
—Pues bien, Inge, ya que terminaste tu café creo que ya estamos listos para explicarte
el siguiente desperdicio... que se llamará Desperdicio de los "Movimientos
Innecesarios".Tomó aire de nuevo: —Los movimientos innecesarios son aquellos
movimientos que hacemos de más y que no agregan ningún valor a lo que estamos
haciendo, es entender que todo lo que hacemos tiene que servir para algo, si no es así,
es un desperdicio... —Órale! De nuevo me agarra en curva, Doña Tere, yo creía que la
gente debería estar moviéndose para que fuera efectiva...
—Efectivamente, Inge, la gente debe moverse para hacer su trabajo y estamos para
motivar y promover estos movimientos, lo que yo te digo
es que hay movimientos que no tienen ningún sentido ya que no agregan valor a lo
que hacemos y que en vez de estar nosotros permitiendo estos movimientos
improductivos podríamos estar promoviendo movimientos que sí agreguen valor...
—Ya veo el punto, Doña, cada movimiento debe contar para algo, lo que no me queda
claro es a que se refiere cuando habla de "Agregar Valor". —Qué bueno que lo
mencionas! Porque yo misma le pregunté exactamente lo mismo a Mamá cuando me
enseñó este desperdicio y me dijo lo siguiente:
"—Escucha muy bien esto, hijita, porque es de la mayor importancia, VALOR es todo
aquello que el cliente esté dispuesto a pagar. ...".
—Así me dijo mi Mamá, exactamente y lo repito: "VALOR es todo aquello que el cliente
esté dispuesto a pagar...
—A ver, Doña Tere, déjeme ver si le entendí: aquellas acciones que agregan valor son
aquellas que el cliente está pagando, de otra forma son un desperdicio, ¿estoy en lo
correcto?
—Así es, Inge, estás en lo correcto...
—Pero —me intrigaba la manera como lo exponía—, Doña, esto es demasiado
estricto, hay acciones que se realizan y que el cliente está pagando pero que no
agregan valor...
—Inge, la regla es clara, las acciones que agregan valor son las que el cliente paga, las
demás las pagamos nosotros y es cuando la casa pierde —dijo con una sonrisa pícara
en la boca.
—Pero Doña Tere, por ejemplo qué pasa con actividades como la inspección de
calidad, eso, ¿agrega o no agrega valor según usted?
—Mamá fue muy clara al respecto: hay que eliminar o al menos reducir al máximo
aquellas actividades que no agregan valor y que son en sí mismas desperdicios...
Una más de sus pausas, como esperando que el concepto entre en mi cerebro y haga
su correspondiente resonancia, después de ello, continuó:
—Y contestando tu pregunta acerca de la inspección, la gente inspecciona porque
tiene productos defectuosos... Dime, Inge, ¿qué pasaría si hubieras eliminado la
posibilidad de que no hubiera productos defectuosos en tu fábrica, qué le pasaría a las
inspecciones? La miré con admiración, la verdad.
—¡Qué buen comentario, Doña Tere! Lo que muy seguramente pasara es que
elimináramos las inspecciones o al menos estoy seguro que las reduciríamos
drásticamente...
—para ser más enfático, hasta troné los dedos de la emoción.
—Ahí está, Inge!, si nos dedicamos a eliminar los desperdicios, en este caso, los
productos defectuosos, automáticamente eliminaríamos las inspecciones. de la misma
forma, siguiendo los consejos de Mamá acerca de eliminar el Defecto de los Frijoles
Defectuosos, la verdad probamos los frijoles, pero es rarísimo que los frijoles salgan
mal...
—Gracias, Doña Tere, ya me está empezando a quedar claro eso de Agregar Valor y
que el cliente solo paga por las Actividades que Agregan Valor y que los desperdicios
los pagamos nosotros...
—Muy bien, Ingeniero, ahora continuemos con el desperdicio de Movimientos
innecesarios y para esto quiero que hagas memoria acerca de cómo cocina tu esposa...
La miré perplejo, no fue la primera vez, ni sería la última.
—No le entiendo, Doña, ¿quiere que le diga qué le gusta cocinar o cómo prepara la
sopa o qué exactamente me está preguntando?
—Inge, específicamente quiero que recuerdes cuando está cocinando por ejemplo, una
sopa en su estufa o cualquier otra cosa, ¿puedes recordarlo?
—Okey, Doña Tere, ya le entendí... sí, se puede decir que ya estoy visualizando la
cocina cuando ella prepara una sopa. —Perfecto, Inge, ahora dime, ¿Qué es lo que
SIEMPRE hay al lado de la estufa?
—No le entiendo, Doña, ¿Cómo que al lado de la estufa?
—Así es, Inge, la mayoría de las personas que cocinamos SIEMPRE tenemos las
mismas cosas a la mano cerca de la estufa, ¿puedes recordar lo que puede ser en este
caso?
De repente me saltó a la cabeza un recuerdo de algo que SIEMPRE pasa y que por lo
mismo como que tiendes a ignorarlo por obvio.
—iYa sé, Doña Tere, ¡mi esposa SIEMPRE tiene la sal a la derecha de la estufa!
—Muy bien, Inge, la sal es una de las cosas que se tiene al lado de la estufa... ahora,
trata de recordar que tiene al otro lado de la estufa...
—No me esperaba otra pregunta, Doña, pensé que ya había atinado la respuesta, a ver
espéreme,
Deje pienso:
De nuevo de repente la respuesta se hizo patente, lo había visto cientos de veces y
contesté:
—¡Ya recordé: ¡Verónica tiene el aceite siempre al otro lado de la estufa!

—Muy bien Ingeniero, ya estamos llegando a al punto, y lo más importante es que me


digas ¿por qué crees tú que tu esposa tiene la sal y el aceite al lado de la estufa?
—Muy sencillo, tiene la sal y el aceite ahí por la simple razón de que como los usa
mucho, lo mejor es tenerlos lo más cerca posible...

—Excelente, Ingeniero, como ves, el tener cerca de nosotros las cosas que usamos
muy frecuentemente disminuye en forma considerable la cantidad de movimientos
que hagamos, nomás imagina cuanto tendríamos que movernos si la
sal estuviera lejos... Hizo una pausa para tomar su bebida:

—Ahora bien, quiero que recuerdes donde guarda tu esposa digamos la pimienta o el
comino, ¿dónde las pone?
—Pues en la especiera, Doña Tere.
—Y ¿dónde está la especiera, Inge?

—Pues la especiera está arriba de la estufa, algo cerca, pero no tanto como para
alcanzarla... para eso debes estirar los brazos e inclusive acercarte un poco...

—De nuevo vas muy bien, Inge, dime, ¿Por qué crees que estos condimentos están
guardados en el especiero?

—Ah pues así explicado con manzanas está muy claro, los condimentos están
guardados ahí arriba porque tiene que ver con que los usamos con cierta frecuencia,
pero no tanto como la sal y el aceite. De hecho, los ponemos cerca donde los
podamos alcanzar con muy poco esfuerzo y movimientos y que no nos estorben, por
lo mismo...
—Muy pero muy bien, ya te lo dije antes, eres muy inteligente y me da mucho gusto
que entiendas tan rápido: Ya solo tengo una pregunta más...

—Sí, dígame usted...


—A ver, ya me dijiste que la sal y el aceite siempre están al lado de la estufa, ya
también recomendaste que tu esposa guarda los condimentos en el especiero arriba
de la estufa, ¿verdad?
—sí...

—Por último, responde por favor: ¿dónde guarda tu esposa las cosas de navidad?

—Ah, caray, Doña, de nuevo me toma desprevenido, pero esa es una pregunta con
respuesta fácil: Verónica guarda las cosas que usamos en navidad en la parte de arriba
de un closet que tenemos arriba, en el segundo piso, en el ático pues...
—De nuevo muy buena respuesta, no cabe duda que tu esposa domina como eliminar
el desperdicio de Movimientos Innecesarios.

—Jajajaja -claro que me reí-, usted tiene razón, ella siempre ha sido muy inteligente.

—Dime entonces, ¿por qué crees que tu esposa pone los artículos navideños tan lejos?

—Pues eso es muy fácil de dilucidar, Doña Tere, los guarda lejos porque estos se usan
solamente una vez al año...
—Muy buena respuesta, Inge, Mamá decía que para eliminar o minimizar los
movimientos innecesarios, debemos tener las sartenes, ollas y demás herramientas y
los ingredientes que usamos más frecuentemente lo más cerca posible, de
ser posible al alcance las manos sin tener que movernos de lugar...

Sonó un teléfono, la Doña le encargó a una de las encargadas que lo respondieran,


continuó:
—También comentaba que los ingredientes y otras herramientas que se usaran
menos frecuentemente debían estar cerca pero no tanto, evitando que estas nos
obstruyan el paso o nos estorben en nuestras actividades... Y por último, Mamá decía
que todo aquello que se utiliza muy esporádicamente debíamos guardarlo en algún
lugar lejos de las actividades rutinarias. ¿cómo ves?
Asentí, sólo dije:
—Muy interesante, Doña, mucho...
—Por lo pronto ya te dije lo que Mamá me enseñó acerca del desperdicio de
Movimientos innecesarios, ahora dime, ¿te quedó claro, Inge?
—¡Clarísimo, Doña Tere! Ahora que usted lo comenta déjeme decirle que se vuelve de
pronto obvio, como dice mi esposa, y la verdad es que no sé cómo no se me ocurrió
nunca ya que, de plano, tiene toda la lógica del mundo y de hecho se me vienen en este
instante a la cabeza algunas ideas de cómo podría aplicar este principio allá en la
Planta...

—Ahora la que quedó intrigada soy yo, Inge, a ver, dime de algún lugar donde puedas
aplicar como eliminar el desperdicio de Movimientos innecesarios...

—Pues, se me ocurre, Doña Tere, que los operadores deben tener cerca sus pinzas,
martillos y su materia prima, de preferencia en sus bancos de trabajo ya que estos los
usan continuamente y que, por ejemplo, los artículos que se usan para limpiar
deberán estar cerca pero no tanto para que no entorpezcan sus actividades
productivas...
—Ese es muy buen ejemplo, eso es exactamente lo que hacemos en la cocina cuando
aplicamos como eliminar este desperdicio... por cierto y hablando de cocina debo ya ir
a encargarme de algunas cosas, ¿qué te parece si comes algo mientras yo termino mis
menesteres y ya cuando termines, qué te parece si platicamos acerca del siguiente
desperdicio, estás de acuerdo?

—Muy de acuerdo, Doña Tere. En esto Doña Tere me tomó la orden y partió para la
cocina y mientras estuve sólo me quedé de nuevo pensando e imaginando donde más
podría eliminar Movimientos innecesarios en mi Planta.

Tarde productiva, la verdad. Esto se ponía más interesante cada vez.


Capítulo 9

El quinto desperdicio

Desperdicio de Transportación.

—¡ingeniero, veo que traías mucha hambre...!


Terminaste muy rápido, que caray.
—Más bien lo que pasa es que todo estaba delicioso, Doña Tere...

—Gracias, Inge, me agrada que te haya gustado, y por cierto, es momento de que
continuemos con la explicación del siguiente desperdicio...
—Continúe, Doña Tere, ya que la explicación del Desperdicio de Movimientos
Innecesarios me. encantó, la verdad...

—Qué bien, Inge, y si ese te encantó, espera a que escuches acerca del Desperdicio de
Transportación que creo que te va a gustar aún más, ya verás...

—¿Desperdicio de Transportación, ¿eh? Ya hasta me da miedo preguntarle para qué


sirve, Doña, pero mejor me espero, usted de seguro ya sabe de antemano que me iba a
picar la curiosidad de nuevo...

—iA que Inge tan bromista! Pues sí, el siguiente desperdicio que mi Mamá me enseño
que debía evitar es el Desperdicio de TRANSPORTACION... Déjame te cuento que este
desperdicio está muy relacionado con el Desperdicio de Movimientos Innecesarios,
pero en vez de enfocarnos en los movimientos inútiles que realizan las personas y que
ya hablamos que no agregan valor, el Desperdicio de TRANSPORTACION se refiere a
las transportaciones innecesarias que realizan las Materias Primas y que igualmente
no agregan ningún valor en absoluto...

—Ahora sí ya me perdí, Doña Tere, con eso de las transportaciones...

—De nuevo, Inge, te pido paciencia y te ruego me des oportunidad de explicártelo de


la misma forma que mi Mamá me lo explicó a mí hace ya muchos años, ¿de acuerdo?

—Sígale, Doña Tere, que soy todo oídos. Al parecer la Doña se puso a rememorar, sin
más preámbulo, como siempre, comenzó a hablar:

—Recuerdo que por aquellos años ya la fonda de mis Padres tenía cierta fama en la
colonia y últimamente los comensales apenas cabían en las mesas... y lo peor de todo
era que la cocina ya era insuficiente para, perdona la redundancia, cocinar a la
velocidad que se requería ya que más y más gente nos visitaba y cada día era peor, o
mejor, o como quieras decirle, los clientes iban en aumento...

—Doña Tere, pero ese es un problema bueno de tener, ya lo quisiéramos todos, ¿no
cree?
—Así es, muy bien, Inge, lo mismo decía Mamá, siempre y cuando pudiéramos
atenderles igual o mejor de cómo lo estábamos haciendo hasta ese día.

—Tiene razón Doña Tere, pero ya no la interrumpo más.

—Gracias, Inge, continuo, pues: en esos días Mamá me pidió algunas ideas de cómo
creía yo que debía ser diseñada la nueva cocina y cada vez que ella me pedía mi
opinión me daba mucho gusto ya que me hacía sentir que mi opinión era importante,
en fin, yo muy contenta me dediqué a diseñar lo que yo creí era la cocina más hermosa
que nunca nadie había diseñado jamás... y me dijo:

"—Voy a simplificar las actividades que se realizan en la cocina durante la hora de


comida y te comento como le hacemos para digamos servir los frijoles, ¿ok? Ahí te van:
o Los frijoles ya preparados están sobre la estufa, o Se sirven en un plato limpio y se
ponen en la barra de la ventana de servicio para que la mesera lo tome, o Cuando el
cliente termina, la mesera toma los platos sucios y los pasa por la ventana de platos
sucios, o Se lavan los platos sucios en la máquina lavatrastos, o Los platos ya limpios
se ponen en una mesa listos para ser usados para servir comida en ellos. Por supuesto,
interrumpí:

—Qué interesante lo que me cuenta que pasaba en la cocina de su mamá, nunca me


hubiera imaginado que tiene todo un proceso tan complejo allá adentro...

—Así es, Inge, la calidad, el servicio y el sabor de la comida depende en gran medida
de que en la cocina todo funcione como reloj... Como te comentaba, Mamá me había
pedido mi opinión de cómo debía estar diseñada la nueva cocina, así que. voy a usar
esta servilleta para mostrarte más o menos el modo en que diseñé la cocina...
el cual es muy semejante al dibujo que le enseñé a Mamá en aquella ocasión. Sólo
dame un minuto.

En eso Doña Tere se dedicó a dibujar un pequeño plano o más bien, un esquema de
cómo debían estar distribuidas las diferentes mesas y áreas de trabajo dentro de la
cocina.
—Listo, Inge, aquí está más o menos lo que le mostró a Mamá aquella Tarde. Y a
continuación me pasó la servilleta y la puse en la mesa para observarla:

—Doña Tere, pues la mera verdad yo lo veo bien, ¿eh... ?

—Lo mismo pensaba yo... hasta que se lo entregué a Mamá y al igual que siempre con
una sonrisa hermosa, ella me dijo:
"—Teresita, muy buen trabajo, veo que te tomaste en serio la tarea que te encomendé,
¿verdad

"—Sí, Mami, trabajé duro y pensé y pensé y aquí esta lo que creo debe ser cómo
debemos reacomodar la nueva cocina. ...".

"—En verdad te esmeraste muchísimo, ¿eh? Y eso de que hayas hecho un dibujo me
confirma que eres muy inteligente y dedicada. ..".

—Como te habrás dado cuenta, Inge, en ese momento me sentí volar, no sabes cuánto.
ya que me encantaba que Mamá me felicitara, pero, ¿te digo algo? Ya conociendo a
Mamá sabía que utilizaría como siempre esta oportunidad para enseñarme algo. así
que quedé a la espera de que hablara... cosa que no tardó en hacer...

"—Tere, estoy muy orgullosa de ti y creo que es hora de que te comenté la existencia
de otro desperdicio a la hora de hacer los frijoles…".

"—¿Otro Mamá?, pues ¿cuántos son? ¿Faltan muchos por aprender? Ay…".

"—¿Ay qué? Tere, no son muchos. ya te había dicho que son sólo siete y son fáciles de
aprender... y ya te los iré comentando y repitiendo. ya con la práctica verás que tienen
mucho sentido y con el tiempo los usarás de la forma más natural del mundo.. .".
—Mi Mamá hizo su pausa usual. Yo lista, esperando.
"—Tere, este en particular se llama el Desperdicio de TRANSPORTACION y se refiere a
que transportar cosas y materias primas a través de la cocina no agrega ningún tipo de
valor: mover los platos, la verdura, carne, sartenes y demás, no hace que los frijoles,
por ejemplo, sean más sabrosos, ¿verdad? Pero lo que debes tener claro es que entre
menos esfuerzo y menos recorrido hagan las materia primas será siempre mejor.

Inmediatamente recordé lo que Doña Tere me había explicado acerca de "Agregar


Valor". Continué prestando atención ya que lo demás de la Transportación me seguía
sonando algo confuso.

Ella continuó:
—Mamá tomo entonces mi servilleta y me dijo:
"—Mira, Tere, vamos a empezar como si lo primero que pasara en la cocina es que
llegasen los platos sucios porque la mesera ya los trajo a la
ventana, ¿estás de acuerdo?"

"—Sí, Mami..." —le contesté.

"—Ahora bien, ¿qué hacemos después de poner los platos sucios a través de la
ventana?"

"—¡Muy fácil, Mami! Lo que hacemos a continuación es lavarlos en el lavavajillas...".

"—Muy bien, Tere. ... ".

—Y a continuación hizo algo que me intrigó muchísimo...


Hizo una pausa extremadamente larga, tuve que interrumpirle, la señora tenía un
excelente sentido del drama, había que reconocerle eso también.

—Dígame, Doña Tere, ¿y qué fue... que hizo su mamá?, —dije en el suspenso ya que en
ese momento estaba bastante interesado en la conversación.

—Para allá voy, Inge, no comas ansias: lo que hizo a continuación fue tomar una
pluma y dibujar una flecha sobre donde dibujé la ventana de los platos sucios al
lavavajillas...

—¿Y eso para qué, Doña Tere?


—De nuevo te pido paciencia, Inge, en un momento todo va a ser más claro, ya vas a
ver...
—A continuación, Mami me dijo:

"—Muy bien, Tere y vamos a ver que sigue, si primero ponemos los platos en la
ventana y luego los lavamos, dime tú ahora que es lo que sigue...".

"—Pues de nuevo es muy fácil, Mamá, lo que sigue es ponerlos en la mesa de los platos
limpios... ¿no?"

—Y de nuevo dibujó otra flecha que salía de donde había yo puesto el lavavajillas a la
mesa de los platos sucios...

"—Vamos muy bien, Tere" —continuó—: "Ya están los platos en el lavavajillas y ahora
dime, ¿qué es lo que hacemos a continuación?"
"—Déjame pensar, Mami... mmm, lo que hacemos es tomar un plato y lo llevamos a la
estufa que es donde está la olla de los frijoles y servimos una porción en él.

"—Bien, Tere..."
—me dijo, y en eso volvió a dibujar otra flecha de la mesa de los platos limpios a la
estufa. Continuó:

" ...ya para terminar contéstame, ¿qué es lo último que hace la persona de la cocina?"

"—Mmm, Mamá, eso no tiene chiste, lo que hace la cocinera es poner el plato en la
barra de la ventana ya para que la mesera le lleve sus frijoles al cliente…".

"—¡Excelente, Tere! Veo que ya eres una experta en la operación de la cocina. ..".

—Para finalizar dibujó una última flecha que salía ahora de la estufa y que llegaba
hasta la ventana de servicio y una vez hecho eso me enseñó cómo había quedado el
dibujo después de tantas flechas:
Doña Tere había estado dibujando también las flechas del mismo modo que su Mamá
le había dibujado en aquella ocasión y al final puso el dibujo de la servilleta de nuevo
enfrente de mí. Y continúo su relato

"—Mamá, pero ahora dime, "¿qué significan todas la flechas que pusiste en mi
dibujo?"
"—Tere, pon mucha atención a lo que voy a decirte, las flechas en el dibujo muestran
todo el camino que la materia prima tiene que recorrer desde el inicio hasta el final de
la cocina, ¿me explique bien?"

"—Sí, Mami, hasta aquí ya entendí lo que significan las flechas, lo que no entiendo es
para qué sirve lo que estamos haciendo…".

"—Paciencia, Teresita, que para allá voy", me dijo mi Mamá. Yo en ese momento me
reí por dentro porque eso es lo mismo que Doña Tere me dice cuando quiero
adelantarme a su relato, así que sólo sonreí y seguí poniendo atención.
"—Tere, ya te había explicado lo de transportar materia prima a través de la cocina en
el sentido que no agrega valor y bueno, estas flechas nos indican todo la
transportación que se realiza para servir los frijoles a un cliente... como acordamos tú
y yo, este desperdicio tenemos que tratar de eliminarlo o en su defecto tenemos que
reducirlo al mínimo, así que déjame preguntarte: sabiendo cuanto caminamos y
TRANSPORTAMOS los platos en la cocina, ¿crees que hay alguna forma en la cual
podamos reducir la cantidad de TRANSPORTACION?"

—Inge, cuando mi mamá me preguntó eso, la verdad yo no estaba preparada, pero ya


con la explicación que me dio, empecé a imaginar algunas mejoras al FLUJO DE LOS
MATERIALES dentro de la cocina y le contesté:

"—Mamá, bueno, ya viendo el dibujo con más calma y ya que los flujos son claros ya
que dibujamos las flechitas, pues, quisiera imaginar que lo que podemos hacer ahora
es mover las áreas de la cocina para que las flechas sean lo más cortas posibles, ¿no es
así?"
"—¡Bravo, Tere!, eso es exactamente lo que debemos hacer a continuación, ver si
podemos hacer que las flechas sean lo más cortas posibles y así reducir el desperdicio
de Transportación.

"—Sí, Mamá, pero una cosa es decirlo y otra cosa muy diferente decir dónde va cada
área de trabajo en la cocina para reducir el tamaño de las flechas, ¿verdad?"

"—La verdad no están difícil, Tere y déjame decirte el truco.


—Yo me quedé callada porque ya tenía una curiosidad enorme por saber el famoso
"Truco".

"—Tere, a ver, para empezar vamos a la primera parte del proceso que como dijimos
es poner los platos sucios en la ventana de la cocina y a continuación te pregunto de
nuevo, ¿cuál es la actividad que sigue?"

"—Pues lo mismo que dijimos hace un rato, ¿no?, de la ventana de los platos sucios lo
que sigue es lavar los platos...".

"—Tere y ¿no crees que la forma de en la que podemos reducir la distancia entre estas
dos actividades es poniéndolas lo más cerca posible una de otra?"

"—Pues sí, Mami, creo que tienes toda la razón, si ponemos la lavavajillas
inmediatamente después de la ventana de los platos sucios, la distancia entre ambas
es la mínima posible."

"—Muy Bien, Tere ya vas entendiendo el famoso truco, y continuando con el ejercicio,
después de lavar los platos, ¿qué sigue, hija?"

"—Pues de nuevo, lo que sigue es poner los platos que salen del lavavajillas en la mesa
de los platos limpios y supongo que lo que deberíamos hacer después es poner
también esta mesa enseguida del lavavajillas, ¿estoy en lo correcto, Mamá?"

"—Estás en lo correcto, veo que ya entendiste el truco y entonces, ¿qué crees que hay
que hacer a continuación, Tere?"

—Pensé un poco y le dije:


"—Pues si seguimos con el mismo enfoque lo que tendríamos que hacer es ponerla
después de la mesa de los platos limpios e inmediatamente la estufa con los frijoles ya
que es el paso que sigue y ya para finalizar la estufa la tenemos que poner cerquita a la
ventana de servicio. ¿Lo dije bien, Mami?"

"—Muy pero muy bien hecho, Tere... y ya para finalizar que te parece si juntas
volvemos a hacer el plano de distribución de la nueva cocina, aplicando los conceptos
de reducir el desperdicio de TRANSPORTACION, ¿qué te parece?"

"—Me parece perfecto, Mami, y juntas nos pasamos un buen rato haciendo el nuevo
diseño y terminamos con algo como esto... .".

—A continuación tomó otra servilleta y se puso a dibujar de nuevo pero ahora la


distribución era ligeramente diferente:

—Y bien, Inge, como puedes ver aquí la distribución quedó algo diferente de mi diseño
original pero el desperdicio de Transportación se redujo muchísimo solamente
cambiando de orden las mesas y muebles en la cocina...

—Doña Tere, me dejó sin habla ya que se ve muy simple y muy lógico pero aun tengo
que digerirlo un poco más...

—A ver, Inge, dime, ¿Cuáles son tus dudas? Le pensé un poco:

—En la Planta, Doña Tere, lo que hacemos es agrupar las máquinas por tipo, es decir
las máquinas que hacen más o menos la misma operación las ponemos cerca unas de
otras y honestamente no tomamos en cuenta si el proceso que sigue está cerca o está
lejos.

—Inge, Mamá también me comento que este defecto y el uso de las flechas; o más
exactamente ella usó el término DIAGRAMA DE ESPAGHETTI para referirse a este tipo
de dibujo que hicimos; requiere de mucho sentido común y además me dijo que debe
hacerse lo posible por minimizar las distancias entre operaciones ya que mover mate
ria prima de un lugar a otro no agrega valor y sí consume recursos, el chiste aquí es
que se desperdicie lo menos posible.

—Doña Tere, lo que me hace mucho ruido y es que en mi planta la gente anda de un
lado para otro moviendo cajas y materiales, todo el día todos los días y en general yo
veía esto como algo bueno...

—Inge, como te comentaba, la Transportación es un fenómeno inevitable. No agrega


valor pero eventualmente tienes que mover materiales de un lugar a otro, lo que
Mamá me enseñó acerca del desperdicio de Transportación es que hay que reducirlo
al máximo...

—¿Sabe una cosa, Doña Tere? Ahora que lo menciona, en la planta tengo muchísima
gente que su única ocupación es mover materiales de un lugar a otro, y se me ocurre
que si moviera algunas máquinas y mesas de trabajo de lugar, las distancias serian
muchísimo menores y estas personas que tenemos haciendo actividades que como
usted dice no agregan valor podrían estar ejecutando acciones que efectivamente
agregaran valor al producto
—Me da gusto que hayas entendido el concepto, ya que como decía Mamá, cuando le
encuentras el truco, pensar de este modo se transforma en un acto natural ya que es
básicamente puro sentido común, ¿no crees tú?

—Totalmente de acuerdo con usted, Doña Tere, y la verdad tanta información me


tiene algo mareado y yo creo que necesito ir a trabajar y luego a la casa para dormir
toda la noche y que el sueño reparador ponga mi cabeza en su sitio de nuevo...

—A que Inge tan bromista, veo que ya es tarde y que te tienes que ir, ya nos falta muy
poco y en otra platicadita terminamos, ¿cómo la ves? ¿Nos vemos mañana?

—Doña Tere, mañana es sábado y los sábados no se trabaja...

—A que Inge, ¡claro que trabajamos los sábados! De hecho mañana es el día donde
vendemos más ya que hacemos tacos y vienen de todas las plantas de los alrededores
a comerlos...

—Si es cierto, Doña Tere, tiene razón -dije un poco avergonzado-, ya había escuchado
de sus famosos tacos de los sábados ya que muchos de mi planta compran y los llevan
para desayunar en el comedor que tenemos.

—Así es, Inge, ¿por qué no te echas la vuelta mañana en la mañana?, sirve que
desayunas aquí con nosotros y te enseño los dos últimos desperdicios, ¿qué te parece?
—Así que ya solo faltan dos. ¿y no me puede dar un avance? Digo para calmar la
curiosidad un poco, ¿cómo ve?

—iA que Inge tan desesperado!, mañana con toda calma te los explico, no desesperes...
Sonreí, ¿Qué más me quedaba?

—Está bien, Doña Tere, mañana nos vemos en la mañana... Y partí de allí, con muchas
ideas locas y dudas en la cabeza y estaba convencido que había muchas más cosas
interesantes por ahí y muy aplicables pero iba requerir de mi parte de un
poco más de tiempo para asimilar todas aquello que estaba aprendiendo de Doña
Tere.
Capítulo 10

Otra vuelta por la Planta

Después de dejar la fonda llegué corriendo a la oficina con ganas de dar una
vuelta en la planta al piso de producción y ver si lo que me dijo Doña Tere acerca de
los desperdicios de Movimientos Innecesarios y de Transportación tendrían alguna
aplicación aquí en las líneas de producción.

Pero solo bastó que me asomara a la oficina para que una multitud enardecida se
precipitara hacia mí para preguntarme, comentarme, asesorarme, inquirirme y todo lo
que termine con "me": que tenemos problema porque la caldera esta parada; que
acaba de llamar un cliente molesto porque le enviamos un modelo equivocado de silla;
que no tenemos suficiente materia prima para el pedido 400#2345, que los auditores
de finanzas quieren hablar "MUY SERIAMENTE" conmigo, que tengo la visita de los
representantes sindicales, además de todos los recados que me tiene Paty mi
secretaria para revisar, eso sin contar con todas llamadas en mi teléfono y las
decenas de correos electrónicos que tenía en mi computadora.

En fin, La misma historia de siempre. Ya en la tarde noche había hablado a mi casa y le


comenté a mi esposa que hoy era uno de esos días y que debía quedarme a trabajar un
rato más. Ella me contestó con toda la dulzura y comprensión del mundo que me
cuidara y manejara con cuidad y como no queriendo la cosa me comento también que
como no llegue a tiempo a cenar acabaría de perderme mi rebanada de flan de vainilla
que tanto me gusta porque los niños se la habrán comido. Mmmhhh, después de
varios años de casado había aprendido el lenguaje de mi esposa y aunque sabía que
ella entendía bien la situación, definitivamente no le gustaba que trabajara hasta
tan tarde y esa era su forma de hacérmelo saber; tendría que pensar en algo para
compensarla y la verdad de las cosas es que llegaré a la casa y sé que mágicamente
aparecerá una diminuta rebanada de flan que según ella rescató para mí. No hay duda,
soy un hombre afortunado.

Para no hacer largo el cuento, para cuando firmé la última hoja y mandé el último
correo electrónico eran casi las 10 de la noche y la verdad ya estaba bastante harto y
antes de irme decidí calmarme un poco y empecé a observar a través de la ventana de
mi oficina que da al piso de producción.
La verdad no tema nada en mente, así me quedé observando por minutos el ir y venir
de los operadores, todos ocupados y muy dedicados, en esto estaba cuando
súbitamente como un rayo pasó frente a mí, Luis, el jefe de producción del turno de
noche y me saludó y dijo:

—¿Cómo está, Ingeniero? ¿Otra vez tarde?, ¿mucho trabajo?

—¡Hola, Luis! La verdad es que se me acumuló la chamba y tuve que darle hasta
terminarla y tú, ¿qué andas haciendo?

—Lo de siempre, Ingeniero, aquí cuidando las entregas para que nada se nos atore y
puedan salir los embarques a primera hora de la mañana... Luis es uno de nuestros
mejores supervisores, inteligente, dedicado y leal y siempre es un placer platicar con
él ya que siempre está de buen humor y es sumamente positivo, ¡cuánto me gustaría
tener más gente como él!; sé que se esfuerza muchísimo en sacar la producción
adelante pero por una u otra razón no siempre lo logra.

—¿Y qué andas haciendo aquí en las oficinas, Luis, ¿si Embarques esta al final de la
planta?

—Es lo que digo yo, Ingeniero, pero vengo a imprimir las etiquetas para las cajas del
embarque ya que la impresora está aquí en las oficinas...

—A ver Luis, ¿Cómo está eso de que caminas toda la planta para imprimir etiquetas??

—Pues sí, Ingeniero, como sabe todo embarque tiene que tener su papelería y
etiquetas y las imprimimos desde nuestra computadora allá en embarques y venimos
por ellas hasta acá a las oficinas que es donde está la impresora.
—Luis, pero haciendo esto, ¿no se pierde mucho tiempo útil en actividades que no
agregan valor?

—Lo mismo digo yo, Ingeniero, pero aquí la gente de sistemas no nos quiere poner
una impresora allá dizque por razones de reducción de costos...

—A ver, Luis, sólo por curiosidad, ¿cuántas veces vienes hasta oficinas a recoger
etiquetas durante tu turno? Luis le pensó un poco.

—Pues verá, Ingeniero, la verdad es que varía mucho, a veces siete u ocho vueltas a
veces, más de quince, dependiendo de cuantos pedidos haya que embarcar...
—Luis, y quiero suponer que eso te quita muchísimo tiempo, ¿no?
—Y que lo diga, Ingeniero, se me va el turno nomas dando vueltas...

—Luis, por lo que cuentas quiero suponer que ésta no es la única vuelta que das...
—No, Ingeniero, esta es solo una de varias, por ejemplo allá en el área de producción
necesitamos la herramienta para trabajar y tenemos que venir hasta el almacén a que
nos la den y al final del turno debemos devolverla al mismo almacén...

—Esa es una vuelta muy larga, Luis.

—Yo lo sé, señor, pero en esta y otras actividades perdemos muchísimo tiempo.

—Luis, quiero que veamos aquí algunas opciones y quiero que me des tus ideas...
aunque ando corto de tiempo porque ya es tarde y debo llegar a la casa...

—Pues, como usted diga, Ingeniero, desde hace tiempo que venimos pidiendo una
impresora para nuestro departamento... por ejemplo, entre los compañeros
platicamos y al equipo se le ocurrió que podríamos tener alguna caja que tenga
candado para guardar la herramienta cuando nola estemos usando...

—Y con eso me dices que tendrían más tiempo para dedicarle a la producción, eso es
lo que me estás diciendo, ¿verdad?
—Pues claro, Ingeniero, lo que queremos es trabajar, no pasar toda la noche
peregrinando de un departamento a otro.

—Muy interesante lo que me comentas, Luis, y antes de retirarme tengo una pregunta
para ti...

—Dígame, Ingeniero, pregunte con confianza y si me sé la respuesta se la digo...

—Luis, la pregunta es muy fácil: ¿qué está haciendo toda esta gente yendo y viniendo
por toda la planta? ¿No se supone que los operadores deberían estar pegados a sus
máquinas produciendo?, por darte un ejemplo, ¿qué está haciendo Minerva, la
operadora de la dobladora de sillas, caminando hacia el laboratorio de calidad?
Apunté hacia la susodicha.
—Es muy fácil, Ingeniero, cada inicio de producción de un producto y cada cien
dobleces ella tiene que venir al departamento de calidad a revisar el ángulo de dobles.

—De nuevo eso no lo sabía, así que ella viene al laboratorio de calidad digamos cada
diez minutos a que autoricen para seguir corriendo la máquina dobladora, ¿estoy en lo
correcto?

—Minutos más o minutos menos, eso es lo que está haciendo Ingeniero...

—Mira, Luis, entiendo y me queda claro por qué lo hace, lo que no me queda claro es
porque tiene que venir hasta acá, ¿el equipo de medir doblez es muy caro o muy
complicado? ¿O hay alguna razón que yo no sepa y que nos obligue a hacer las
mediciones en el laboratorio de calidad?

—Ahí sí me agarró, para que vea. No, no sé por qué lo hacemos allí, lo que si se son dos
cosas: lo único que se hace es usar unos medidores de ángulos muy sencillos y
segundo, la única razón que se me ocurre es que siempre lo hemos hecho así y nunca
se nos ocurrió que pudiera hacerse de otra manera, Ingeniero...

—Gracias, Luis, por tu respuesta y por tu sinceridad... y ya se me están ocurriendo


algunas cosas basadas en nuestra conversación... de hecho y para empezar ¿qué te
parece si mañana mismo ordeno que te proporcionen la impresora y la caja de
herramientas... eh?

—¡Ingeniero, ¡me parece perfecto! A Luis parecía brillarle la cara.

—Luis, déjame hablar con la gente de calidad y vemos entonces la forma de mover el
equipo o conseguir otro para medir ángulos de doblez o moverlo durante la noche o
algo similar con tal de que lo tengas cerca de la máquina dobladora lo más pronto
posible, ¿qué te parece la idea?

—¡Súper bien, Ingeniero!


—Nomas espérame tantito, Luis, tú por tú parte te vas a asegurar que el tiempo a usar,
o sea, el tiempo que antes desperdiciábamos, será comprometido en incrementar la
producción, ¿cómo la ves? ¿Suena justo?

—Ingeniero, lo que me está proponiendo es lo que hemos estado diciéndole a los de


Oficina desde hace meses y claro que estoy de acuerdo, más que eso: iestoy de
acuerdísimo!
—Luis, amigo mío, entonces tenemos un trato; y por cierto la semana entrante quiero
que nos reunamos tú y algunos de los compañeros, aquellos tengan ideas ingeniosas
de cómo ser más eficientes y de cómo eliminar tantos movimientos innecesarios y
desperdicios en la transportación de materiales.

—Ingeniero, cuente con nosotros...

—Así lo haré, Luis, y me despido porque ya es tardísimo y me esperan en la casa a


cenar y con un poco de suerte hasta con un pedacito de flan...

—Suerte, Ingeniero, y que tenga buenas noches...

—Buenas noches, Luis, gracias y nos vemos el lunes para continuar con esta charla...
Me retiré tarde, pero satisfecho...
Capítulo 11

El sexto desperdicio

Desperdicio de Sobreproceso

—Buenos días, Doña Tere, ¿cómo amaneció?

—Buenos días, Inge, todo bien. y tú, ¿Cómo estás? Como ya es tarde la verdad pensé
que ya no ibas a venir...

—¿Cómo va usted a creer eso, Doña Tere? Sí, ya habíamos quedado, lo que pasó es que
me quedé hasta tarde en la chamba y ya llegué a la casa nomás a cenar (incluyendo un
pedacito de flan) y a acostarme, pero la verdad de las cosas se me fue el sueño y dormí
muy poco anoche...

—No me digas eso, Ingeniero, espero que todo esté bien, no te habrás enfermado ni
nada, ¿verdad?
—No, Doña Tere nada por el estilo, la verdad es que se me fue el sueño reflexionando
en todo lo que me enseñó acerca de los desperdicios de Movimientos Innecesarios y
del desperdicio de Transportación... Le platiqué a Doña Tere toda la conversación
e intercambio de ideas que sostuve con Luis, el supervisor de producción del turno de
noche; acerca de por qué perdemos tanto tiempo caminando de un lado para otro, le
platiqué también de lo que había averiguado de imprimir papeles lejos del área de
producción así como lo de la herramienta; finalmente le conté que movíamos
materiales hasta el laboratorio de calidad, perdiendo muchísimo tiempo nomás
moviendo sillas y tubos de arriba abajo en actividades que no agregan ningún valor y
que sí nos cuestan un ojo de la cara, También le comenté los planes que desarrollamos
de poner una impresora cerca del área de embarques así como poner la herramienta
cerda de las máquinas y para finalizar le platiqué acerca de que la semana entrante
íbamos a ver la forma de hacer las actividades de calidad inmediatamente después y
muy cerca de la máquina dobladora para eliminar desperdicios de movimientos
innecesarios y de transportación.
—Ay, Inge, me da mucha pena que te hayas des- velado por mi culpa...

—No, Doña Tere, de ningún modo fue su culpa, antes le agradezco infinitamente lo
que me está enseñando y la verdad es que se me ocurrieron mil y una situaciones en
las cuales queriendo o no queriendo incurrimos en desperdicio y hacemos cosas
que no agregan absolutamente ningún valor, como ya dijimos...

—Inge, con el tiempo te vas a dar cuenta que no son mil situaciones, de hecho, son
muchísimas más de las que tú piensas, el chiste está en remediarlas una por una, en
forma sistemática y ordenada. y la otra es que cuando creas que ya solucionaste todas
o casi todas, antes de creer que ya terminaste te sugiero que le preguntes a los
expertos...

—iAchis, Doña Tere! Ahora resulta que ya hay expertos en lo de los desperdicios,
¿acaso son algún tipo de consultores o asesores? Porque sí es así, nomás deme sus
teléfonos y el lunes mismo les hablo...
—iA que Ingeniero!, cuando te digo que le preguntes a los expertos, lo que quiero
decir es que le preguntes a los verdaderos expertos y estos son las personas que
directamente operan las máquinas...

—A ver, Doña Tere, barájemela más despacio, ¿cómo que los operadores son los
expertos?

—Sí, Inge. Mamá me ponía un ejemplo muy simple acerca de esto y me decía: "Tere,
cuando tú vas a un restaurante y quieres saber cómo está la sopa, a quién le
preguntas, ¿a la persona que atiende la caja o a la cocinera?" Y yo le decía: "A la
cocinera, Mamá, por supuesto: y le preguntas a ella porque es la que sabe del proceso,
ella es la verdadera experta, o como dice el refrán: 'nadie sabe cómo está la sopa, más
que el que trae la cuchara'."

—No pues, viéndolo desde ese punto de vista, Doña Tere, su mamá tenía toda la razón
del mundo...

—Con el tiempo verás que efectivamente la tengo cuando te digo que los verdaderos
expertos son tus operadores. Vamos a platicar acerca del penúltimo desperdicio que
me enseñó mi mamá el cual se llama el Desperdicio de Sobreproceso.

—¿De Sobreproceso? Doña Tere, ahora si ni idea tengo a que se refiere este
desperdicio, con los otros ya con el nombre me hacía una idea de que se trataba.

—Ingeniero, lo mismo me pasó a mi cuando Mamá me enseñó lo relacionado a este


desperdicio, pero deja que te cuente como ocurrió...

Tomó un sorbo de su bebida y continuó:


—Estaba un día preparando la masa para las tortillas; supongo que también era de las
primeras veces; y de nuevo yo lo que quería es que Mamá viera que yo era muy
trabajadora y diligente; me encantaba que me dijera que estaba muy orgullosa de mí,
por eso me esforzaba tanto... en esa ocasión yo ya llevaba más de una hora amasando
la mezcla porque quería que estuviera PERFECTA, es decir, completa y totalmente
mezclada y amasada justo como le quedaba a ella, por eso cada vez que terminaba la
revisaba una y otra vez y para no fallar le daba otros diez minutos de amasado.

—Eso me parece muy bien, Doña Tere, habla de que quería hacer bien el trabajo...

—Ingeniero, eso es exactamente lo que yo pensaba y en ese preciso momento o Mamá


me preguntó que que estaba haciendo ya que se necesitaba la masa para empezar a
hacer las tortillas y yo le contesté que le estaba dando una última amasada para que
quedara PERFECTA... En eso Mamá caminó hacia mí y me dijo con aquella mirada y
sonrisa que tanto me gustaba: "A ver, Tere, explícame ¿por qué estás tardando tanto,
eh?"

"—Pues eso, Mamá, que quiero que la masa quede PERFECTA y por eso le estoy dando
algunas amasadas de más para asegurarme que quede muy bien amasada.

"—A ver, Teresita, primero que nada debo felicitarte por que siempre haces tu mejor
esfuerzo y me parece que este es un buen momento para que te explique uno más de
los Siete Desperdicios en Hacer Frijoles de los que ya hemos estado hablando
con anterioridad."

"—¿Otro, Mamá?"

"—Sí, Tere, vamos a hablar del penúltimo desperdicio y este desperdicio se llama de
SOBREPROCESO."

"—Mamá, ahora no entiendo nada, ¿cómo que existe un desperdicio llamado de


SOBREPRO
"—Así es, Tere, y déjame que te lo explique: imagina que... quieres ir al baile...".

"—¡No tengo que imaginarlos, Mamá, ¡a mí me gusta mucho ir a los bailes!"


"—Jajaja! Yo lo sé, hija y me da gusto que seas tan alegre. Ahora, quiero pensar que
quieres usar tu vestido favorito, ¿no? El azul con rojo, ¿verdad?"

"—Claro que sí, Mamá, me gusta mucho ese vestido...".


"—Yo lo sé, Tere, te ves muy bonita con el puesto...".

—Yo por supuesto me ruborice pero no dije nada... La Doña recordaba radiante, la
verdad.

"—Y también, Tere, pienso que querrías que se viera bien y que lo plancharías antes
de ir al baile, ¿estoy en lo correcto?"

"—¡Por supuesto, Mami!"

"—Tere, ahora dime: ¿cuántas veces vas a planchar tu vestido? ¿Algunas diez o veinte
veces?"

"—¡Claro que no, Mamá! ¿Cómo crees? Con una buena planchada, dos a lo más, por
aquello de alguna arruga que se me haya escapado, pero diez o veinte pues... la verdad
no creo."

"—Entonces, Tere, ¿no crees que entre más veces planches tu vestido más bonita te
vas a ver en el baile?"

"—Definitivamente hay que plancharlo, Mamá, pero diez, veinte, o cien... no creo que
haga una gran diferencia...

"—Tere, estoy segura de que no hace diferencia, tú eres bonita y un vestido bien
planchado resalta tus cualidades y concuerdo contigo con que no son necesarias ni
diez ni veinte ni cien veces, con una bien hecha es más que suficiente.. .".

—Como siempre que mi mamá tocaba ciertos temas, yo intrigadísima, ¿eh, Inge?

—La comprendo, Doña Tere, yo estaría igual.

—Le dije, ya media confundida y ya protestando:


"—¡Pero, Mamá! ¿Qué tiene que ver lo del vestido con lo de la masa?, no entiendo
todavía.

"—Tere, tiene que ver mucho... Mira, si como acordamos hace un momento, para que
el vestido se vea bien con una vez que la planches estaría bien, dime entonces, Tere,
¿por qué piensas que amasar diez o veinte o hasta cien veces la mezcla de la masa
va a estar mejor que con sólo una vez bien hecha?"
"—Mamá, pero no es lo mismo...".

"—Tere, estoy de acuerdo contigo en que no es lo mismo planchar que amasar, pero el
concepto de hacer las cosas muchas veces para que quede PERFECTO ese sí es el
mismo...".

—Mi mamá como que a veces tomaba mucha paciencia conmigo...

—No la culpo, yo a veces he sido así. Pidiendo paciencia, y teniendo paciencia...


—No me interrumpas, ahora ten paciencia, como dices... Ella me sonrió y continuó:

"—Tere, déjame darte algunos otros ejemplos -continuó—, ¿tú crees que para pintar
la fachada de nuestra fonda se necesiten diez o veinte o hasta cien manos de pintura o
con una mano bien puesta será más que suficiente? ¿O, qué pasa si quisieras cocinar
unos huevos revueltos? Cuánto tiempo sería suficiente revolverlos, ¿diez o veinte o
hasta cien minutos? ¿O con un minuto bien hecho será suficiente?"

"—Okey, Mamá, ya entendí, estoy de acuerdo...".

—Mamá podía ser muy, muy convincente, Inge...

—Ni que lo diga, Doña Tere.

"—Tere, lo importante de aquí es que hay que hacer las cosas BIEN A LA PRIMERA, y
recuerda bien la frase: BIEN. A. LA. PRIMERA." "-HACER LAS COSAS BIEN A LA
PRIMERA, ya la memoricé, Mamá."

"—Muy bien, Tere, cuando uno hace las cosas BIEN A LA PRIMERA, NO ES NECESARIO
QUE REPITAS el proceso, el que sea, de hecho, hacerlo diez o más veces es un
desperdicio y es precisamente el desperdicio de SOBREPROCESO."

"—Gracias Mamá, cuando lo explicas de ese modo la verdad se ve muy fácil."

"—Tere, las cosas que tienen sentido común son fáciles, somos nosotros los que a
veces complicamos las cosas, ¿no crees?"

"—Sí, Mamá."

"—Ahora, Tere, platícame que vas a hacer con la masa de las tortillas de ahora en
adelante...
"—Mamá, lo que voy a hacer es HACERLO BIEN A LA PRIMERA y dejar de amasarla
una y otra vez para evitar el desperdicio de SOBREPROCESO."

"—Muy bien, Tere, veo que ya entendiste cómo funciona el desperdicio de


SOBREPROCESO y que es un desperdicio porque no agrega ningún valor. Al final del
camino nuestros clientes comen con nosotros porque nuestras tortillas están ricas e
iguales siempre, porque las hacemos BIEN A LA PRIMERA, y porque no le añadimos
actividades que no agregan valor, como el amasarla muchísimas veces.. .".

"—Ya, Mamá, ya entendí, en este momento llevo la masa a la cocina para que
empiecen a hacer las tortillas...".

"—Muchas gracias, Tere, pero ¿qué crees? Se me está ocurriendo una idea"

—¿Qué idea, Mamá?"

"—Tere, se me está ocurriendo que estoy segura que te verás muy bonita con tu
vestido bien planchado y que te parece si cuando terminemos de trabajar, tú y yo
vamos a comprar un lindo par de zapatos que combinen con tu vestido, ¿eh?"

—Nombre, Inge, me emocioné, no sabes cuánto...

"—¿De veras, Mamá? ¡Muchas gracias! -le dije, encantada—, es una excelente idea, ¡te
quiero mucho!"

"—¡Yo también te quiero mucho, corazón!"

—Y ésta, Inge, es la historia de cómo Mamá me explicó el Desperdicio de Sobreproceso


y porque es importante asegurarse de hacer las cosas BIEN A LA PRIMERA, ¿qué te
pareció?
—Doña Tere, me encanta como usted hace que lo que parecía confuso al principio
termine siendo algo simple y entendible...

—Gracias, Inge, por tu comentario, pero más bien era Mamá la que hacía que las cosas
parecieran fáciles e incluso divertidas, ¿no crees?

—Muy bien, Doña Tere, digamos que ambas lo hacen muy bien, de nuevo me queda
mucho por reflexionar y pensar en donde y como aplicar lo que aprendí del
Desperdicio de Sobreproceso.
—Inge, el Desperdicio de Sobreproceso es básicamente hacer actividades de mas,
actividades que en sí mismas no agregan valor a lo que hacemos y que sí consumen
recursos que podrían ser utilizados en alguna otra actividad más productiva.

—Doña Tere, es increíble como sus palabras me traen a la mente muchas actividades
que hacemos cien o veinte o cien veces como dice usted y que viéndolo desde su punto
de vista no agregan ningún valor y sí consumen recursos, cosas como limpiar las sillas
varias veces para asegurar que estén bien acabadas si con una buena lavada sería
suficiente o las veces que horneamos las piezas más de una vez para que estas queden
PERFECTAS como usted dice, ¡vaya, ¡Doña Tere! Me dejó mucho en qué
pensar.
—Inge, ¿y qué tal si mientras piensas te traigo algo para que desayunes?

—¿Y qué me recomienda, Doña Tere?


—Inge, la especialidad: los sábados son los tacos mañaneros en tortillas recién hechas,
¿qué tal te caerían?

—Doña Tere, ¡suena delicioso! ¿Qué le parece si me trae una orden? iAh! y sí puede
incluir una orden de frijoles también sería genial, ¿cómo ve?

—¡Claro, Inge, ya van incluidos! Y desapareció en la cocina con una rapidez pasmosa y
me dejó en mi mesa, pensando y reflexionando acerca del Desperdicio de
Sobreproceso y empecé a hacer una lista de los lugares donde creía que este
desperdicio estaba presente mientras esperaba los deliciosos tacos y antojándoseme
mi plato de frijoles recién hechos, deliciosos también, como siempre.
Capítulo 12

El séptimo desperdicio

Desperdicio de Espera

—¿Terminaste de desayunar, Inge?

—Sí, Doña Tere, ya me terminé mis tacos y estaban buenísimos, la verdad,


especialmente los de barbacoa, y hasta tengo ganas de pedir unos más pero me temo
que el pantalón va a explotar si me los llego a comer.
—Jajaja! ¡Ay que Ingeniero, siempre tan bromista! Entonces creo que ya estamos listos
para continuar con nuestra conversación acerca de los Siete Desperdicios al hacer los
FRIJOLES y ahora vamos a hablar del último de ellos.

—La verdad, Doña, le agradezco que me haya estado enseñando todo esto de los
desperdicios y siento que la cabeza me da vueltas nomás de pensar en todas las
aplicaciones útiles de todo ello que hay en mi planta y que aunque estaban frente a
mis narices, ni en cuenta que eran Desperdicios y menos que se podía sacar provecho
de ellos.

—Inge, Mamá decía que eliminar los Siete Desperdicios al Hacer frijoles era una tarea
de todos los días y que hay que estar siempre con los ojos bien abiertos para
encontrar los desperdicios ya que algunos de ellos saben esconderse muy pero muy
bien...

—Y que lo diga, Doña Tere, para mí todos ellos estaban escondidos frente a mis ojos y
apenas acabo de empezar a descubrirlos...
—Bien por ti, Inge, con el tiempo vas a ver que es hasta divertido encontrarlos.
—Pues si es así, Doña, me voy a divertir un mundo haciéndolo, jcréamelo!

—Qué bueno, Inge, que pienses así! Y de hecho ya es momento que te enseñe el último
de los desperdicios y este se llama Desperdicio de ESPERA.

—¿A qué se refiere con el desperdicio de ESPERA?, ¿Esperar qué exactamente, Doña
Tere?
—Cualquier cosa, Inge, el desperdicio de ESPERA al Hacer los Frijoles es cuando
alguien o alguna máquina no está haciendo algo porque está esperando algo...

—No, pos ya me revolví, Doña Tere...

—Déjame te pongo un ejemplo que va a ser muy claro para ti ya que este es un
Desperdicio fácil de ver y de entender. Mmm, mira por ejemplo
—señaló a alguien sentado sin hacer nada—, al señor que acaba de llegar y que pidió
tacos de desayunar, ¿qué está haciendo?

—Pues está esperando sus tacos, ¿no? ¿Qué tiene eso de malo Doña Tere?

—Inge, aquí en este lugar, nada es más cierto que el refrán que dice "el tiempo es oro"
y cada minuto que alguien está esperando estamos perdiendo dinero...

—Totalmente de acuerdo, Doña Tere, pero tarde o temprano el cliente tiene que
esperar por sus cosas, ¿no cree?
—Podría estar de acuerdo contigo, pero Mamá decía que tendríamos siempre que
pensar en la forma en que el cliente reciba su comida sin que tenga que esperar,
porque si no lo hacemos así, el del restaurante de enfrente buscará la forma de
darle su pedido más rápido que nosotros y el cliente podría preferir entonces irse con
la competencia...

—Ya entendí, Doña, eso que me dice es la conversación que tengo todos los días con
los de ventas...

—Mira, Inge, en este momento le están llevando sus frijoles, ¿ves?

—Órale, que rápido servicio!


—Inge, es parte de un todo, mientras el cliente come sus frijoles nosotros en la cocina
le estamos preparando sus tacos, es decir, tratamos de que el cliente ESPERE lo menos
posible...

—Ya veo...

—Déjame inventar una historia para exponer mejor el Desperdicio de Demora... por lo
pronto imagina que el cliente está esperando su comida, lo primero que debemos
preguntarnos es ¿por qué?
—¿Por qué qué, Doña?

—Sí, dime tú, Inge, ¿por qué crees que está esperando?

—Muy fácil, Doña, porque no están listos sus tacos, por eso... ¿no?

—Muy bien, Inge, y lo que sigue es preguntarnos: ¿Cuál es la razón de por qué no
están listos los tacos?

—Doña, no tengo la más remota idea...


—Está bien, Inge, digamos que la cocinera no está preparando los tacos porque está
ESPERANDO. Digamos que está esperando a que llegue la masa de las tortillas. Y como
está ESPERANDO, pues está sin hacer nada, ¿haciendo qué? ESPERANDO a que le
traigan la masa... ¿Me sigues?
—sí...
—Digamos, Inge, que la cocinera está ESPERANDO porque la ayudante no ha amasado
la mezcla porque está ESPERANDO a que le traigan el harina de la alacena....

—Oiga, Doña, pos que lío con las ESPERAS.

—Entonces nos damos cuenta que la ayudante de la cocina está ESPERANDO la harina
porque necesitan la llave para abrir la alacena... y así le podemos seguir todo lo que
quieras... Lo triste es que todo mundo está ESPERANDO algo y cada persona
que está ESPERANDO cuesta aún y que no estén realizando actividades que agreguen
valor, solo están ahí ESPERANDO desperdiciando tiempo y ya quedamos que el tiempo
es oro, Inge...

—Déjeme ver si entendí, cuando la gente espera por cualquier razón es un desperdicio
ya que esta actividad no agrega valor, ¿estoy en lo correcto?

—Vas muy bien, Inge, continúa...

—Entonces uno tendría que preguntarse varias veces, ¿por qué? Para llegar a la causa
real de las cosas, ¿verdad?
—Excelente, Inge, síguele, ya casi lo tienes.

—Creo que lo que sigue a continuación es cuando llegamos a la raíz del asunto para
arreglarlo de tal forma que ya no vuelva a presentarse el problema...
—iExcelente, Inge! Ya ves que este desperdicio es bien fácil de entender...

—Más o menos, Doña, pero vamos a suponer que ya arreglé lo de la llave y siempre va
a estar disponible la harina para los tacos, ¿esto quiere decir que ya se van a eliminar
las ESPERAS?

—No, Inge, no es tan fácil, ¡bueno fuera! Lo que va a pasar es que las ESPERAS se van a
DISMINUIR a través de eliminar TODOS los Desperdicios en un proceso... así es como
podrás Disminuir al máximo, o inclusive en algunos casos Eliminar, las ESPERAS.
Doña Tere hizo una pausa mientras decía algo a una de las empleadas.
—Te decía, todos los Desperdicios afectan de una u otra forma, por eso es que hay que
buscar todos y cada uno de ellos para disminuirlos o eliminarlos de una forma
sistemática y ordenada, con paciencia, uno por uno constantemente, y por siempre...
—Doña Tere, esto suena como la historia sin fin...

—Así es, Inge... Mamá también decía que esto no tiene fin, que siempre hay tela de
donde cortar, que lo que se trata es de mejorar un poco más cada día, es decir, hoy soy
mejor que ayer, y primero Dios, mañana seremos mejores que hoy. ¿Cómo ves?

—Doña Tere, me encanta su filosofía, ¡claro que sí!

—Es solamente sabiduría de gente mayor, Inge, sentido común y ahora quiero
recapitular un poco de lo que hemos estado hablando. Los Siete Desperdicios al Hacer
los Frijoles son:

FRIJOLES DEFECTUOSOS

SOBREPRODUCCION

INVENTARIO

MOVIMIENTOS INNECESARIOS

TRANSPORTACIÓN

SOBREPROCESO

ESPERA
—Como ves, Inge, estos son los Siete Desperdicios que se deben erradicar al Hacer los
Frijoles, el que puedas utilizar los conceptos que me enseño Mamá en tu planta
depende de ti, de tu habilidad y de tu liderazgo. y algo muy importante, tu constancia...

—Así es, Doña, la constancia para erradicar todos los desperdicios posibles.

—Sí, Inge, eliminarlos lleva tiempo y esfuerzo, al principio puede que no notes
grandes diferencias pero si perseveras poco a poco iras viendo la diferencia; aquí un
poquito más de orden, allá un poquito más de eficiencia, más allá un poquito más
de motivación y si efectivamente persistes, verás como la mejora continua te dará
grandes resultados, créeme, lo sé por experiencia. Esto lo dijo Doña Tere con un dejo
de orgullo y le dedicó una mirada a su fonda siempre limpia, siempre ordenada y
siempre deliciosa.

—Bueno, Inge, ya no hay nada que pueda enseñarte, ya eres un experto en Hacer
Frijoles, tal como te dije cuando empezamos nuestras conversaciones...

—Doña, ¿no me diga que ya no vamos a platicar nunca más acerca de esto... ?

—claro que no, Inge! , siempre que quieras sabes dónde encontrarme y será un gusto
platicar contigo... Sonriéndome como desde el principio de nuestras conversaciones,
continuó:

—Inge, creo que ya hemos terminado por hoy, ya es hora que vayas a tu casa con tu
familia y a partir de hoy tendrás tiempo más que suficiente para practicar acerca de
los Siete Desperdicios.

—Muchas Gracias, Doña Tere...

—De nada, Inge, fue un placer; ve con Dios y cualquier cosa, ya sabes dónde
encontrarme, ahora debo irme ya que está empezando a llegar más
gente y creo que me necesitan en la cocina...
Capítulo 13

Conclusión y vuelve a empezar

Venía en el avión junto con mi amigo Guillermo, el cual era el gerente de otra planta de
la misma compañía donde trabajo y que está en esta misma ciudad. Regresábamos de
la convención anual de resultados que se realizaba en cada año en las oficinas
generales en Estados Unidos.
—Rodolfo, mis más sinceras felicidades y envidias, amigo! Vaya que haber recibido el
premio al mejor gerente de Planta de toda la compañía, mejor operación, mejor
record de entregas a tiempo, más bajo costo de operación... iWow! De hecho, me
comentan que en tu planta todo mundo esta súper motivado, en fin, ¡itodo un sueño
hecho realidad!

—Nombre, Memo, no es para tanto... La verdad fue más bien trabajo en equipo, todos
en la planta trabajaron muy duro, así que se me hace más justo decir que ellos son los
que merecen el reconocimiento y no yo...

—Ya, Rodolfo, la verdad no sé qué decir, deja te cuento que mientras tu planta trabaja
como relojito, en la mía tenemos un sinfín de problemas y retos que nomás no hallo
como solucionarlos, no estamos entregando los pedidos a tiempo, los costos están
para llorar, defectos por todos lados, el inventario hasta el techo y el teléfono no deja
de sonar todo el día, que si los clientes, que si del corporativo... no tienes ni idea de
todo lo que me está pasando a últimas fechas.

En eso el recuerdo de mi primera conversación con Doña Tere vino a mi mente y le


dije:

—Memo, lo que a ti te está pasando es muy pero muy simple, lo que pasa es que... NO
SABES HACER FRIJOLES.

—QUE QUÉ! ¿De qué rayos estás hablando, Rodolfo?


—Calma, Memo, déjame que te explique, esto me va a llevar algunos días y para
aprovechar te invito a comer a una fonda que conozco cerca de mi planta donde se
come muy bien... te gustará, sé que te gustará...

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