Acabo de abrir un nuevo archivo en word para escribir algo que me sale desde el corazón ¿sabes lo

que eso significa? que estoy perdido, caí de nuevo en el empalagoso románticisimo que traté de
ocultar mucho tiempo, inútilmente, pero traté. Sé que esto jamás lelgará a tus ojos, a tus oídos,
pero espero que llegue algún día a tu corazón, o tal vez, por el bien de ambos, deba dejar hasta aquí
y evitarnos el inevitable salto al vacío, pero no puedo, perdón, pero no puedo, si te escribo pronto,
me ahogo.

Eres tan perfecta. Dios, juro que lo eres. No entiendo cómo esto me puede estar pasando, no
entiendo cómo hice para caer así de infantilmente en la telaraña de tu perfección. Te amo, lo siento,
pero tengo que ser honesto si pretendo no morir ahogado y desolado. Te amo como se aman las
cosas sublimes, allá, en la contemplación, en un amor profundo hacia eso que nos separa pero que
a la vez me reta a buscarte y acordar esa distancia que entra más me acerco, más aumenta. Amo
esa imposibildiad de tenerte, pero te amo a ti en esa distancia tan dolorosa y retadora, te amo para
contemplarte toda la vida, de cerca, de lejos, en todos lados, en todo tiempo.

Mirame, estoy acá, como un niño ridículo. Me devolviste el miedo, sí, el miedo a perder algo, a
arriesgarme a algo y perder. No quiero perder tu amistad, la cercanía que tenemos, pero no quiero
morirme con la intriga, no quiero pasar la vida preguntándome qué pasaría si, cuando obviamente
sé que la respuesta es jamás, jamás pasaría algo, aunque…. Tal vez podría ser. Me matas, me matas
de amor y de soledad, pero que lindo es morir por ti, mi amor, que lindo se siente este dolor de
amor por ti.

No puedo, ni siqueira puedo evitarlo, dime cómo se supone que se olvidan los momentos en los que
la vida se concentra en un único momento, en un único lugar, en tu única mirada, en donde puedo
sentir tu alma junto a la mía, nuestros alientos encontrados, charlando entre ellos, contándose los
secretos que tu y yo no podemos decirnos. Recuerdo ese momento, nublado por el alcohol que
corría por tus venas y el deseo incontrolable de quererte que corría por las mías. Pasaría toda mi
vida así, cerquita de ti, mirando las estrellas, las nubes, lo inmaculado de tu perfección, pero no, soy
miserable pero no tanto. Miserable porque no puedo quererte, miserable porque tengo que verte
y controlarme antes de que cualquier sospecha se levante, miserable por caminar contigo por un
camino que te juntará con muchas personas, pero no conmigo, al menos no como yo quiero,
mirseralbe porque tengo que ser el espectador de tu felicidad con otros.

Tal vez, quíza en algún extraño acontecer milagroso podamos, pero no, mejor no. Mejor no
querernos, mejor dejarnos en el deseo hasta morir por el, mejor quedarnos así, lejos, pero cerca,
con amor y con distancia, con este dolor que me insita a quererte más, mejor no. Mejor no
querernos, mejor no sufrir por el impulso engañoso de los deseos. No me mal entiendas, no deseo
tu cuerpo, deseo todo lo que destilas de él, la pureza, el amor, la perfección, todo lo sublime del
mundo, todo eso que me atrae y me repele al tiempo. Deseo el amor que hay en ti, deseo concer
tus secretos recorriendo tus ojos, caminar por tu miedos como caminan mis dedos por tus manos,
tu espalda, tus piernas, deseo de respirar lo puro de ti al perderme en tu cuello y finalmente quedar
clavado, cruel destino, en lo más bello de tus esquinas.

Perdón amor, perdón por quererte tanto. Perdón a mi mismo, cabron, por morir de esta manera tan
dolorosa paro heróica. Perdoname amor, perdóname.