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El proceso de construcción del vínculo

educativo
por admin | May 26, 2017 | Blog, Sin categoría | 0 Comentarios

El vínculo educativo requiere de determinadas


circunstancias para crearse. El sólo hecho de juntarse un maestro y un alumno no
garantiza que el vínculo vaya a establecerse. Y ¿cuáles serían entonces estas
circunstancias? ¿qué es lo que hará que el vínculo se cree? La idea herbatiana de trabajo
educativo (Núñez, 2008) nos presenta un triángulo formado por el agente, el saber y el
sujeto. El agente sería el profesional, el saber los conocimientos y la cultura, y el sujeto el
alumno. Este triángulo estará incompleto, ya que su base no se cierra, por el hecho de
encontrarse agente y sujeto a la par, uno con el deseo de enseñar y otro con el de aprender.
Para que este triángulo se conecte serán necesarios otros dos elementos: la propuesta
vincular y la oferta educativa.
El punto de partida comenzará con la inauguración del vínculo (Mejía, 2008). El rol del
docente cobrará relevancia por ser quien inicia la relación al querer compartir su saber con el
alumno como representante de la institución escolar. De alguna manera, como nos dice
Barreiro (2010): “el docente adoptará actitudes que trasuntan una cierta propuesta vincular”
(p.54), de la cual la autora destaca dos hipótesis:
1. La existencia y puesta en juego de una propuesta vincular a través de actitudes y mensajes es
un componente inevitable de la labor pedagógica que no se puede eludir aunque no se tenga
clara conciencia de ella.
2. La forma como se plantea y se define finalmente esta propuesta vincular será crucial para el
éxito o fracaso de su labor (Barreiro, 2010, p.54).
La primera hipótesis, nos vendría a confirmar la certeza de la existencia de una propuesta
vincular, un modo de relacionarse y comunicarse del docente. La segunda hipótesis haría
referencia a cómo se va transmitir, desarrollar y gestionar este contexto relacional. En nuestro
caso, daremos un paso más en esta explicación, pues esta proposición vincular, a su vez,
hará explícita otro tipo de propuesta, que vendría a ser lo que muchos autores han convenido
en llamar la oferta educativa. La oferta educativa responderá a todos los aspectos
concernientes al saber y que se relacionan con el qué (contenidos), el cómo (metodología), el
cuándo (lugar) y el cuánto (precio) de la enseñanza. En definitiva, abarcará el curriculum en
todos sus niveles y contenidos. El valor de esta oferta radicará en atender determinadas
necesidades y demandas que se consideren importantes. Así, la oferta educativa en
secundaria será diferente a las que puedan ser las de la universidad, primaria o infantil. Medel
(2008) entiende que esta propuesta, la oferta educativa, está sujeta a necesidades y
demandas del sujeto y no podrá estar cerrada, sino que será necesario que quede abierta
para atender las demandas del alumno. Medel (2008) señalará la importancia de que el
sujeto sea escuchado por el agente, el profesor, para poder expresar sus
demandas. Esta demanda tendrá un significado para él desde donde será importante que
encuentre su lugar y que no podrá atender a los propios significados o ideales del
educador. El proceso de enseñanza será la búsqueda del encuentro entre la oferta y la
demanda, pudiendo en ocasiones existir ofertas que no generan demandas y demandas
sin ofertas. Lo interesante de cara a la creación del vínculo serán los momentos en que el
ofrecimiento de la propuesta sea aceptado por el alumno y consienta aprender. Éste será el
momento en que los tres elementos agente-saber-sujeto se conecten. Cuando el maestro
conecte con una necesidad del sujeto, suscitando así una demanda por alcanzar ese objeto, al
que el alumno dará valor por el significado que para él tiene. De alguna manera, lograr
alcanzarlo será la búsqueda de una satisfacción en algún plano de su existencia. Se
establecerá así una mutua aceptación, un pacto por el aprendizaje. Este acuerdo les llevará a
salir del tú a tú para convertirse en una relación marcada por la diferencia, entre quién enseña
y quién aprende, lo que marcará un límite claro entre ambos. El conocimiento será el elemento
que esté entre ambos, generando una asimetría, donde una posición no será mejor que la
otra, sino que se necesitarán de forma complementaria, teniendo cada posición una función.
Siguiendo con las ideas de Medel (2008): “En efecto, este tercer elemento es lo que media
entre sujeto y agente: une, precisamente, en la medida en que separa; en que impide el
deslizamiento de la relación educativa a un tú a tú, que la invalidaría” (p.29). Consentir el
acuerdo de aprendizaje, la aproximación al saber, será lo que complete la creación del
vínculo.
Llegados a este punto, la pregunta que surge es ¿cómo podrá el profesor abrir su
propuesta y aceptar las demandas del alumno? La comunicación será la base sobre la
que se desarrolle el proceso vincular. Una definición de este concepto nos lleva a entender
el acto de enseñanza como un fenómeno del discurso, entendiendo este discurso como el lazo
social fundado en el lenguaje(Lacan, 1981, citado en Mejía, 2008). El discurso establecerá un
marco de relaciones simbólicas fundamentales en el que se inscriben actos y palabras, a los
que condiciona. Las relaciones intersubjetivas serán creadas por el lenguaje. En este sentido,
Petrus (1998) añadirá la autonomía y la comprensión sobre las normas de convivencia social
como partes de este aprendizaje. Watzlawick (2010) afirma que: “Toda comunicación tiene un
aspecto de contenido y un aspecto relacional, tales que el segundo clasifica al primero y es,
por ende, una meta comunicación” (p.80). Desde este punto de vista, la propuesta vincular, al
ser el componente relacional, estaría clasificando al contenido, la oferta educativa. Es decir, el
maestro habrá de cuidar las interacciones con el alumno, el modo en que se presenta, el
modo en que presenta la información, la gestión de la autoridad, los códigos, los mensajes, el
lenguaje no verbal, las cargas afectivas, para que la oferta educativa sea aceptada por el
alumno. Una oferta educativa de por sí no garantizará el éxito. Ha de ir acompañada de
un contexto relacional que lo envuelva y lo acerque al alumno. En este sentido, sería
posible que la reflexión sobre el tipo de oferta educativa que sostiene un maestro le
lleve a modificar su propuesta vincular y viceversa. Aventurándonos en esta secuencia
explicativa, muy posiblemente, la conexión entre una cosa y otra la podamos encontrar
en los métodos de enseñanza que el maestro establezca para relacionarse con el
conocimiento. Cómo decida desarrollar la oferta educativa y el proceso de enseñanza y
aprendizaje serán determinantes. En este sentido, Tizio (2008) nos da algunas
orientaciones al decirnos que la propuesta del docente incluiría un vacío, alejándose de
ofertas preestablecidas y estandarizadas, como un lugar donde se daría rienda suelta a las
particularidades y diversidad de los alumnos para que ellos pudieran tomar el conocimiento
desde su propia necesidad. En este sentido, el maestro habría de tener saberes específicos
sobre el conocimiento al que deben llegar los alumnos, conocer bien la cultura que quiere
transmitir, sugerir temas a trabajar, pero siempre dejando espacio en él y en el alumno para
dar cabida a las demandas que puedan aparecer. En este punto nos parece relevante rescatar
la definición de Stramiello (2008) sobre el vínculo educativo cuando explica que:
El vínculo educativo puede definirse como la actitud que asumen el educador y el educando
ante las tareas de enseñar y aprender. Concebimos al educador como aquel que en virtud de
su saber enseña a otros, no como simple instructor, sino como un tutor de la vida misma,
convirtiéndose a menudo en una guía y modelo para sus discípulos (Stramiello, 2008, p.94).

Al abarcar su función de guía y tutor de


manera extensa la vida del alumno, el maestro dejaría de ser un mero instructor para
convertirse en algo más. El vínculo educativo cobraría amplitud, volumen y
profundidad. Su labor requeriría de él otro tipo de función social o socializadora, donde
orientaría al alumno en su proceso de desarrollo y crecimiento. De alguna manera el
proceso educativo irá tomando forma a partir de las necesidades y demandas del sujeto
para ir desplegándose en ámbitos y actividades que a su vez le posibiliten otros
aprendizajes que también necesita para vivir en sociedad. En este caso, la figura del
maestro será esencial, pues será quien ayude a ir modelando el proceso, a través de su
relación, de los límites que sea oportuno trabajar, de las reflexiones que comparta con el
sujeto sobre su proceso y de las ofertas que le otorgue, siempre en el camino de poder abrirle
el futuro.

Para que este proceso de desarrollo y acompañamiento pueda darse, la oferta educativa
siempre habrá de continuar en el tiempo y desplegarse, ajustándose en la medida en
que cambie y crezca la red de demandas del alumno. Tendrá que estar viva, moverse. El
proceso pasará por diferentes momentos sobre los que será necesario ir haciendo un ejercicio
de reflexión para que pueda tener esa continuidad en el tiempo. Este proceso de toma de
conciencia donde el maestro se evaluará a sí mismo permitirá saber si está logrando los
objetivos que se propone. Sobre la consideración de los tiempos nos habla Medel (2008)
quien señala tres momentos a tener en cuenta para ir evaluando el proceso de creación del
vínculo: la toma de contacto mutua; el proceso de observación en el que se atendería la
recogida de información sobre el sujeto; comprender lo que vemos en el sujeto, buscando la
lógica a sus actitudes y conductas; y por último, acotar la demanda con la que se va a trabajar,
pues la demanda del sujeto puede comportar una dificultad, pero podrá ser una oportunidad
desde donde empezar a construir.
El descubrimiento mutuo y el descubrimiento del conocimiento irán tejiendo una red
que mantendrá la construcción del vínculo. Cómo se relacione el maestro con el
conocimiento y el alumno, y cómo entienda su papel y el del alumno, serán parte de las
claves de una propuesta que lleve al éxito o al fracaso la tarea educativa. Será
importante tener en cuenta que este vínculo convivirá también con otros ámbitos vinculares
donde maestro y alumno interactúan (con la autoridad, con sus pares, con los alumnos, con
las familias, consigo mismos, con cada alumno, con el grupo, con el conocimiento) (Barreiro,
2010), pues, como sabemos, este proceso se da dentro del contexto educativo. La siguiente
figura refleja esta idea.

Figura 1. Esquema deconstrucción del vínculo educativo. (Elaboración propia)


Bibliografía
Barreiro, T. (2000). Conflictos en el aula. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
Barreiro, T. (2009). Trabajos en Grupo. Hacia una coordinación facilitadora del grupo sano.
Madrid: Editorial CEP S.L.
Barreiro, T. (2010). Los del Fondo. Conflictos, vínculos e inclusión en el aula. Madrid: Editorial
CEP S.L.
Mejía, M.P (2008). Vínculos posibles entre el maestro y el alumno. Revista Educación y
Pedagogía, XX (51), 189- 197.Recuperado de
http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/3040/1/MejiaCorrea_vinculosposiblesmaes
troalumno.pdf
Medel, E. (2008). Capítulo 2: El sujeto de la Educación. En H. Tizio (3ª ed.), Reinventar el
vínculo educativo: aportes de la Pedagogía Social y del Psicoanálisis(pp.49-60).
Barcelona:Gedisa.
Medel, E. (2008). Capítulo 4: Trabajo educativo con adolescentes. En H. Tizio (3ª
ed.), Reinventar el vínculo educativo: aportes de la Pedagogía Social y del
Psicoanálisis(pp.73-81). Barcelona:Gedisa.
Núñez, V. (2008). Capítulo 1: El vínculo educativo. En H. Tizio (3ª ed.), Reinventar el vínculo
educativo: aportes de la Pedagogía Social y del Psicoanálisis(pp.19-43). Barcelona:Gedisa.
Petrus, A. (1998). Pedagogía Social. Barcelona: Ariel Educación.
Stramiello. C.I. (2008). El vínculo educativo: entre el eros y ágape. Revista Marplatense de
Filosofía, 9, 93-109. Recuperado de http://agoraphilosophica.com/Agora17-18/agora17-18-
stramiello.pdf
Tizio, H. (2001). Capítulo 10: La posición de los profesionales en los aparatos de gestión del
síntoma. En H. Tizio (3ª ed.), Reinventar el vínculo educativo: aportes de la Pedagogía Social
y del Psicoanálisis(pp.165-182). Barcelona:Gedisa.
Watzlawick, P. (coord.) (2012). Teoría de la Comunicación Humana. Interacciones, patologías
y paradojas. Barcelona. Herder.

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