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Los nomoi
La música que acompañaba la poesía en época arcaica y mítica, es decir, en el s
VIII a.C. y antes, tenía estructuras muy rígidas llamadas nomoi: en el término mismo
se percibe esta rigidez, pues la ley es inflexible. Estos nomoi determinaban la
melodía y el ritmo de acuerdo a una característica tonal propia de su región. Los
nomoi son tan antiguos que suele atribuirse su creación a un Dios. Puede rastrearse
en Platón, por ejemplo, esta conciencia de la rigidez del nomoi:
“Y di ¿en Egipto cómo está legislado? Aun de oídas resulta maravilloso. De antiguo, según
parece, fue conocido de ellos este principio que nosotros enunciamos ahora de que
conviene que los jóvenes de las ciudades se ejerciten habitualmente en buenos ademanes
y buenas melodías. Y prescribiendo cuáles y de qué modo habían de ser éstos, los
expusieron en los templos, y ni a los pintores, ni a otros, algunos de los que producen figuras
y cosas semejantes, les era lícito innovar en contra de ellos, ni discutir otros modelos que
los patrios; ni ahora les está permitido, ni en estas cosas ni en todo cuanto comprende la
música. Y observando hallarás allí que las pinturas o grabados de hace diez mil años –y
digo diez mil años no por decir, sino como cifra real– no son ni más hermosas ni más feas
que las ejecutadas actualmente, sino que están trabajadas con el mismo arte.” Leyes 656d
Cada región poseía ciertas diferencias dialectales, lo cual permitía a su vez ciertas
diferencias en las construcciones musicales. Al parecer cada lengua y cada variante
dialectal tienden a hacer en la poesía fórmulas silábicas y sintácticas específicas y
acordes a su naturaleza. Esta misma idea la comparten quienes creen que la
formación natural del verso en español es octosilábica o decasilábica, etc.
Su marcada influencia oriental puede entenderse mejor asimilándose con los ragas
de la India o los guslares de Yugoslavia, incluso con las salmodias, pues a estas la
RAE por uso coloquial les ha concedido el significado de cantos precisamente
monótonos; pero con importantes diferencias.
Ahora, más vale hacernos la siguiente distinción: El nomoi difiere del modo o de la
escala, la cuál queda mejor categorizada con el término harmonia, no obstante, en
el modo está contenido el nomoi. Éste expresa las flexiones melódicas y rítmicas
propias de un pueblo y de una región. Por ejemplo, los corridos suelen estar en la
escala mayor, pero dicha escala sólo es el esqueleto en el que se puede deducir la
pertinencia melódica del corrido; además, los corridos tienen motivos iniciales y
conclusivos regionales a través de los que puede reconocer el versado en los
corridos de dónde provienen éstos. En definitiva, el nomoi expresa un ethos
característico, esto es, un estado de ánimo propio de una región, de un pueblo.
Es pues el modo dórico, la harmoniai capaz de soportar un nomoi épico, pues además era
el propiamente griego:
“Para la educación, según hemos dicho, deben emplearse las melodías expresivas del
carácter y las armonías de la misma clase. De esta especia es el modo dórico, como dijimos
anteriormente […] No tiene razón Sócrates, en la República, al retener exclusivamente el
modo frigio con el dorio, y tanto menos después de haber desechado la flauta entre los
instrumentos, porque el modo frigio tiene entre las armonías el mismo efecto que la flauta
entre los instrumentos: ambos son orgiásticos y apasionados […] el ditirambo por ejemplo
es generalmente reconocido como de origen frigio […] Filoxeno, al intentar componer el
ditirambo “Los Misios” en el modo dorio, no pudo lograrlo, sino que por fuerza natural recayó
en la harmonía frigia, que era la adecuada. Con respecto a la doria todos están de acuerdo
en que es la más grave y la de carácter más viril. Además, y como nosotros alabamos el
término medio entre los extremos y afirmamos que a él hay que atenerse, y como el modo
dórico tiene esta naturaleza con relación a las otras harmonías, es evidente que son las
melodías dorias las que más convienen a la educación de los jóvenes.” Pol. 1342a
Hesíodo: el tránsito de la tradición comunitaria al poeta genial
Se han encontrado representaciones de liras de 5 cuerdas en el s VI, pero se tiene
noticias de unas con más cuerdas, y puede suponerse que existieran ya en el s VII,
se dice, por ejemplo, que Terpandro pudo tener ya una con 8, por lo que siendo
generosos con Hesíodo éste fácilmente pudo contar con una de 7 y no sólo 4 como
en tiempos míticos, pues además había certámenes en donde ya se premiaban las
ejecuciones instrumentales.
La voz tiene privilegio sobre el instrumento en época oscura, pero poco a poco
comienza a tener relevancia la improvisación instrumental. Y así como hubo
diferentes Teogonías o Titanomaquias basadas en tradiciones comunes, también
era normal el nomoi en común sobre el cual basar dichas composiciones. Era una
producción de índole colectiva, pero que en época histórica fructificaba en un
representante genial como Hesíodo, que no sólo debió ejecutar excepcionalmente
su tradición oral, sino que además tuvo el mérito de hacerlo unificando múltiples
mitos en uno sólo mediante la composición anular.
El griego distinguía entre la métrica y el ritmo como tal, pues si bien los dos tienen
duración, se enmarcar no por compases sino por fórmulas rítmicas, no con múltiplos
de 2 o 3 tiempos, sino en secciones como 5+5+2+2 con diferentes acentos, o
también ritmos cruzados.
Conclusión
Conocer la cultura griega es difícil dado lo azaroso y hasta fragmentario de sus
obras materiales y literarias, ¡cuánto más lo es con un arte efímero y transparente
como lo es la música! Además, nos es inevitable acercarnos con ojos modernos, no
tenemos otros, pero aún con ellos nos queda suficiente imaginación para
atrevernos, aunque comparada con la exuberancia que muestran las creaciones
griegas se muestra más bien torpe e ineficaz.
Por ello, quisiera cerrar retomando la crítica cultural que plantea Nietzsche en su
famosa El nacimiento de la tragedia, contra la filología de su tiempo: Se debe evitar
hiper helenizar lo heleno, se debe evitar la reconstrucción erudita como la que se
hizo en el medioevo, para evitar caer en el extravío de una música sin patria en la
historia. La reconstrucción musical, no solamente técnica, sino espiritual, requiere
enraizarse en la naturalidad en la que nace, en la festividad de la sensualidad.
La música griega se comenzó a sistematizar y escribir cuando ya habían muerto
Homero y Hesíodo. Por lo que se debe evitar comprender las harmoniai a través de
meros conceptos técnicos como el azul en lugar del cielo, a través del rojo en lugar
del fuego, a través del verde en lugar de la exuberancia abismal y vital que emana
de los bosques frondosos. Es la naturaleza, como rescataría el espíritu de Hölderlin
en su canto Como en un día de fiesta, la maestra de los poetas, de los pueblos y de
los hombres.
Por ello para abordar el fenómeno musical griego es preciso hacer consciencia de
las limitaciones culturales que nos separan y hacer lo posible por superarlas si se
quiere penetrar en ello.