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Indignación y rebeldía

LECTURAS
Serie Filosofía Indignación
Director FÉLIX DUQUE
y rebeldía
crítIca de un tIempo crítIco
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación
de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excep-
ción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, FÉLIX DUQUE Y LUCIANA CADAHIA
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(EDS.)

Este volumen se enmarca en el Proyecto de Investigación Pensar Europa: OJO


Democracia y Hegemonía en la era tecnológica (FFI 2009-10097)
corregir

© Félix Duque y Luciana Cadahia, 2013

© De los textos, sus autores, 2013

© Abada Editores, s.l., 2013


Calle del Gobernador, 18
28014 Madrid
tel.: 914 296 882
Fax: 914 297 507
www.abadaeditores.com

diseño Sabática

producción Guadalupe Gisbert

isbn 978-84-15289-xx-x
ibic aaaaaaa
depósito legal M-xxxxx-2013

preimpresión Escarola Leczinska


impresión GRÁFICAS VARONA, S.A.
INTRODUCCIÓN

Félix Duque & Luciana Cadahia

El brote de indignación que desde la Puerta del Sol se contagió


capilarmente a todo el mundo, hasta propagarse con fuerza en
el neoyorkino Zuccotti Park y resurgir sub mutata specie en los
movimientos mundiales de ocupación de los lugares simbólicos
del poder financiero, ha trastornado decisivamente la escena
de la política contemporánea. Si bien es prematuro elaborar
un diagnóstico acabado sobre esta indignación, al menos resulta
imprescindible el intento de valorar algunos de sus efectos.
Más allá de las consideraciones meramente periodísticas o de
debate político al estilo tradicional, es necesario un examen
crítico que se interrogue por los fundamentos conceptuales
que han caracterizado estos acontecimientos: ¿acaso existe una
posible voluntad de transformación crítica del concepto de
democracia? Y si es así, ¿cómo podría la experiencia de la indi-
gnación expresar esta voluntad transformadora? La indignación
parece referirse a un estado de ánimo individual, el enfado de
quien se siente engañado y traicionado. Alguien se siente indi-
gnado cuando ve frustradas sus expectativas, sintiéndolo ínti-
mamente como una injusticia.
6 INDIGNACIÓN Y REBELDÍA INTRODUCCIÓN 7

Pero, si es verdad que la emoción es un estado anímico tan desde entonces ha comenzado a gestarse una práctica discursiva y
violento como efímero (pues hasta de Dios se ruega que no esté operativa que asume y cancela el carácter inmediato, fogoso y
eternamente enojado), ¿es acaso posible transformar esa suma de emocionante de esta experiencia. Se trata, por tanto, de pregun-
indignaciones individuales en una pasión colectiva? Y aun si ello tarse por el tejido lógico que están gestando estas nuevas prote-
fuera posible (de lo cual parece dar fe la evolución del movi- stas sociales y de indagar el modo en que la difusión y popula-
miento que bajo plurales nombres tiene lugar en tantos puntos rización de las tecnologías de la comunicación configuran otras
álgidos de la globalización), ¿será suficiente esa pasión solidaria formas de acción social. En última instancia, se trata de desen-
en la rebeldía para abrir espacios de convivencia en una demo- trañar filosóficamente en qué medida, a partir de esta expe-
cracia real? De la indignación que cada uno puede sentir al ver riencia global, reivindicativa de un espacio público de nuevo cuño,
agraviado lo suyo (no se olvide que justicia es unicuique suum tri- existe la posibilidad y la viabilidad de aparición de nuevas prácti-
buere), ¿cabe pasar a una radicalización del otro miembro –el cas y de nuevos discursos políticos discontinuos, intensos y (bajo
negativo– de la definición de justicia, a saber: no sólo alterum múltiples metamorfosis) duraderos y efectivos.
non laedere, sino sentir la lesión de los derechos de todos y cada Esta rebeldía incipiente, de nuevo cuño y bien alejada de
uno de los demás afectados (y no sólo de los «propios») como los nihilismos al uso, implica también un modo distinto de
una ofensa personal? En ese caso –y mucho signos apuntan en esa entender la relación entre las viejas y las nuevas formas de
dirección– ya no se trataría simplemente de indignación, sino acción política. En cierta medida, el sentimiento de insumi-
de rebeldía ¿Pero de qué tipo de rebeldía estamos hablando? sión (recuérdese la objeción de conciencia) y luego el de indi-
Está claro que no se trata del estilo de vida transgresor que gnación irrumpió de forma casi espontánea como un rechazo
auspician las cadenas publicitarias, puesto que los actuales hacia las formas tradicionales de la política, hata el extremo de
movimientos sociales están revelandose y poniendo en entredi- constituirse como un movimiento ciudadano un tanto amorfo
cho el dispositivo de estas formas de vida. Frente a estas prácti- y sin un claro referente político: una actitud, ésta, que rápida-
cas de consumo rebeldes y narcisitas, está surgiendo una mente mostró sus límites, con el peligro de que toda esa efer-
rebeldía que va mucho más allá de la insumisión, pues se pre- vescencia acabe por asimilarese a –o al menos conformarse
senta como una categoría política de signo negativo, pero que con– las antiguas formas de practicar la política, en un ejerci-
pugna por una transformación social, por una democracia cio de negociación entre lo rupturista y lo conservador. Por
realmente participativa: una democracia real, ya, ahora que, a ello, resulta urgente preguntarse por el papel que pueden
través de la tecnología de las redes sociales, lo utópico se está seguir teniendo los estados nacionales, las organizaciones
convirtiendo en una idea-fuerza regulativa. internacionales y otras instituciones, heredadas del siglo
Según esto, habrá que comenzar a pensar si el término pasado, ante una oleada generalizada de protestas que rápida-
«indignación» resulta en definitiva adecuado; y sobre todo, mente se están transformando en movimientos sociales emer-
preciso será preguntarse por el lugar de su enunciación. Si gentes, cada vez mejor organizados y con mayor operatividad.
bien es cierto que el término, aireado mediáticamente por los De esta manera, estaremos en mejores condiciones para
medios de comunicación, fue adoptado de manera inmediata en comprender las razones del malestar de la democracia y
los distintos espacios de ocupación, no es menos cierto que vislumbrar las condiciones de posibilidad de su reformulación.
8 INDIGNACIÓN Y REBELDÍA

La filosofía, entendida hegelianamente como su propio tiempo


comprehendido en pensamientos, en estrecho diálogo con otras disci-
plinas como la teoría de la literatura, la sociología, la ciencia
política y la teoría de las artes debe intentar ofrecer respuestas
–también ellas, plurales– a estos y otros interrogantes. Este
libro, en el que se recopilan las ponencias e intervenciones de
un Curso de Verano de la U.A.M. en 2012, preparado y orga-
nizado por el Grupo de Investigación GEOPOLHIS y el
Proyecto anejo: «Pensar Europa», puede ayudar a un debate
clarificador sobre un movimiento cuyas plurales ramificaciones
pueden dejar entrever no tanto que otro mundo sea posible,
sino que por fin –aunadas técnica, política y filosofía– el mundo, I
este nuestro mundo de hombres libres, críticos y conscientes es posible, desea-
ble y, seguramente, hacedero. DIaléctIca De la DIgnIDaD
y la InDIgnacIón
INDIGNACIÓN, DIGNIDAD E INDIFERENCIA

Remo Bodei

1. Existe una diferencia sustancial entre la ira que desemboca en


la iracundia, por una parte, y la indignación, por otra. La ira es
una pasión furibunda que brota normalmente a partir una
ofensa que se piensa que se ha recibido injustamente, por una
herida abierta que otros nos han infligido a nosotros, o a nues-
tros seres queridos, a nuestros ideales o nuestras convicciones,
a nuestro amor propio o a nuestra –a veces exagerada– autoes-
tima. Más precisamente, nace de la persuasión de haber sido
traicionados, insultados, engañados, manipulados, desprecia-
dos, humillados, dejados de lado, privados del debido respeto o
tratados, en todo caso, de manera injusta o inapropiada
La indignación, tradicionalmente llamada también «ira
noble», no es en cambio egocéntrica: se dirige, en efecto,
también contra el mal que se le hace a otros. Sirve para devol-
ver la dignidad herida, para mantener viva la esperanza de
echar por tierra las configuraciones políticas intolerables y
estancadas, para combatir la indiferencia, para perseverar en la
lucha contra la injusticia, la opresión, la humillación de todos
los hombres en cuanto tales. Eliminarla significaría, por lo
12 REMO BODEI 1. INDIGNACIÓN, DIGNIDAD E INDIFERENCIA 13

tanto –por utilizar una expresión aristotélica–, «cortar los mientras que a los viejos no les quedan sino los recuerdos. En
nervios del alma», aceptar resignadamente unas condiciones aquéllos el porvenir se abre hacia lo posible, se llena de expec-
de vida intolerables. tativas, de pasiones generosas, de ímpetus y de deseos; en estos
Ciertamente, la indignación puede construirse artificial- últimos el pasado domina las otras dimensiones temporales, a la
mente y puede fomentarse con un frío cálculo, como en el caso vez que el presente se desliza, necesaria y aceleradamente, hacia
de los nacionalismos y de los totalitarismos del siglo XX. O un futuro cercano en el que el mundo continuará sin ellos.
puede ser la máscara que el victimismo se pone para descargar En la clásica división de la vida humana en juventud,
la propia impotencia sobre una supuesta culpabilidad ajena. La madurez y vejez (que se correspondía con la parábola del sol:
indignación actual, con su capacidad para movilizar grupos ascensión, cénit, declive, que se extiende metafóricamente
compuestos por ciudadanos –como en el caso de los Indignados también a las naciones y a las civilizaciones), la preferencia se
de la Puerta del Sol o los participantes en las manifestaciones suele otorgar a la madurez, símbolo de plenitud, coherencia y
de Occupy Wall Street–, propone de nuevo, sin embargo, la lucha culminación del desarrollo: según las palabras de Shakespeare,
desde abajo contra las nuevas formas de injusticia. ésta «lo es todo». La juventud, en efecto, es comúnmente
Actualmente, en efecto, la indignación no es manipulada o inmadura, inexperta, inconstante, querría cambiar la realidad
utilizada desde arriba por los regímenes políticos, sino que existente pero carece del equilibrio y del realismo de la madu-
surge como una respuesta a la crisis financiera y económica en rez. La vejez, en cambio, es triste, resentida, temerosa y débil
curso, que en Occidente ha provocado un masivo empeora- (etimológicamente «imbécil», pues el viejo tiene necesidad de
miento de las condiciones de vida y un despojamiento del apoyarse en un bastón, in baculo). La primera transcurre rápida-
futuro a través de un dramático aumento del desempleo, que mente, avanza a pasos agigantados, impulsada por poderosas
castiga sobre todo a los más jóvenes. La indignación, por lo pasiones; la segunda –una vez apagadas o atenuadas las pasiones
tanto, se ha difundido muy especialmente entre ellos, en parte propulsivas– se mueve, también físicamente, al ralentí, arras-
porque se les considera los más susceptibles de manifestarla, en trando los pies1.
parte porque mediante las nuevas tecnologías informáticas son Seguir manteniendo que los jóvenes se caracterizan por su
capaces de movilizarse rápidamente más allá de los rígidos esperanza parece en cambio hoy, especialmente en los países
esquemas políticos anteriores, y en parte porque su condición occidentales o africanos, una suerte de trágica ironía. Además,
es, sin duda, la peor. en una sociedad gerontocrática como la nuestra, decir que los
Merece la pena recordar (brevemente y desde el punto de viejos han sido a día de hoy «humillados por la vida»2, parece
vista de una perspectiva temporal amplia) una de las maneras en para muchos de ellos fuera de lugar. Junto con una débil espe-
que la filosofía ha concebido este problema. Ya en el Aristóte- ranza se entremezcla, especialmente en los jóvenes, una fuerte
les de la Retórica se encuentra la existencia de una simetría indignación, que alcanza por otra parte a todas las franjas de
inversa entre juventud y vejez: los jóvenes tienen poco pasado a
sus espaldas y mucho futuro por delante; los viejos, al contra-
rio, tienen mucho pasado tras de sí y poco futuro delante de 1 Aristóteles, Retórica 1389 a-1390 b, Madrid, Gredos, 1995.
ellos. A los jóvenes se les abren de par en par las esperanzas, 2 Aristóteles, Retórica, 1390 a.
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edad (no es casual que Indignez-vous sea la obra de un nonagena- individuar objetivos y enemigos que no sean sólo vagos y gené-
rio como Stéphane Hessel). ricos –como los mercados, el capitalismo, el consumismo–,
sino que tengan en cambio una intrínseca articulación en tér-
2. Y sin embargo, los movimientos que pretenden actualmente minos analíticos (cognoscitivos, tácticos y estratégicos), de
hacer sentir, a través de la indignación, la injusticia de las con- manera que la protesta se vuelva la punta de lanza de la trans-
diciones políticas y sociales, así como enfrentarse a la quietud formación? ¿Cómo prepararse, por lo tanto, a lo inesperado,
de la pasividad y la resignación, chocan a pesar de todo contra cómo elaborar una y otra vez patrones de acción que puedan
la indiferencia de la mayoría. Esto provoca a menudo una rabia recorrerse con un cierto éxito? Vivimos en una época en la que
impotente que lleva este motor en marcha a una situación de la percepción de la incertidumbre y del riesgo han aumentado
punto muerto y que, paradójicamente, puede hacer desembo- y en la que el futuro, incierto por su propia naturaleza, parece
car la rebelión en la inacción. Secretamente se sospecha, de carente de previsibilidad. Tenía razón Keynes cuando, ya en su
hecho, que independientemente de lo que se haga, la lucha no A Treatise on Probability de 1921, escribía que: «Lo inevitable no
conseguirá comprometer sino a minorías relativamente exi- ocurre nunca, lo inesperado siempre» y añadía en The End of
guas. Tras cada movilización fallida, la resignación, el cinismo, Laissez-faire que «proponer una acción en favor del bien
la anti-política amenazan con hundir a la sociedad en un pan- público a la City de Londres es como discutir con un obispo,
tano en el que todo cambio se vuelve viscoso, y con confundir hace sesenta años, acerca del Origen de las especies».
además la mala política con la política, en un ataque hacia esta La política, de hecho, no parece capaz de hacer prevalecer
última que se convierte en una coartada más para no actuar. el bien público contra los más sustantivos intereses de los
En una época de máxima percepción de la inseguridad per- poderes económico-financieros. Hasta la propia democracia
sonal y social, de efectiva precariedad en el trabajo y en los pla- no ha funcionado hasta ahora como «desinfectante», elimi-
nes vitales, es difícil dirigir la indignación hacia objetivos cla- nando la constante predisposición de la riqueza a condicionar
ros, ampliamente compartidos y ajenos a la lógica de las la política de los Estados. Lo escribió allá por 1914 el juez del
reivindicaciones corporativas. Los movimientos espontáneos Tribunal Supremo estadounidense Louis D. Brandeis, el padre
sufren constitutivamente graves dificultades para estructurase y de las leyes sobre la privacidad y autor de Other People’s Money,
encontrar una continuidad. Este ha sido siempre tanto su donde proponía limitar el poder de los bancos y de otras enti-
límite como su fuerza. Mientras se espera que el contagio de la dades que gestionan el dinero ajeno.
indignación se difunda, que la «fuerza de los hechos» agudice A pesar de estar resquebrajado por la menor credibilidad
el descontento, el resultado puede ser, al contrario, la disolu- del sistema financiero y bancario, el encanto residual ejercido
ción de los movimientos en mil torbellinos distintos, por falta por la riqueza y exhibido por los ricos ante los estamentos
de proyectos y de duración. menos privilegiados –que piensan más según el principio «a
Surgen entonces unas preguntas a las que es urgente res- cada uno según sus deseos» más que «a cada uno según su
ponder: ¿Cómo vincular la indignación a la razón, haciéndole necesidad»– parece estar hoy fuertemente anclado al popu-
perder su carácter extemporáneo y anárquico, evitando que lismo como vacía promesa de solidaridad y, virtualmente, de
desemboque en un desahogo de rabia impotente? ¿Cómo realización de los sueños. El populismo es un concepto cama-
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leónico, que implica a veces, al estilo de Laclau, una «denigra- obreras, sindicales y civiles de un siglo y medio de luchas
ción de las masas», pero que designa ya una concepción para la corren el riesgo de desvanecerse.
que el pueblo representa una entidad indivisa y homogénea, La reciente crisis financiera, con la aparejada incertidum-
compuesta por hombres comunes dirigidos por un jefe fuera bre hacia el futuro, lleva hoy, por una parte, a acallar los deseos
de lo común. Hasta los regímenes democráticos «templados» de mayores bienes y servicios, y, por otra, a impulsar, al menos
parecen ceder a veces ante tentaciones populistas y no reaccio- aparentemente, el redescubrimiento de los valores inmateria-
nar de manera tajante frente a la xenofobia, fomentando y les de ‘felicidad’, no del todo medibles, como se suele decir, a
legitimando de esta manera, de nuevo, la ira y el odio. través del PIB, o sea la convivialidad, la amistad, la cultura, el
deporte. De aquí surge el proyecto de «decrecimiento» y de
«abundancia frugal» elaborado por Serge Latouche (y no sé
3. La reciente crisis económica agudiza en Occidente un proceso hasta qué punto realizable, en tiempos razonables). Este plan
ya comenzado de desmantelamiento del estado del bienestar. prevé la devolución de recursos materiales e inmateriales sus-
Muchas cosas son bien conocidas, pero, también en este caso, traidos a las generaciones jóvenes, pero comporta también un
una mirada retrospectiva de larga duración puede ser útil para profundo y doloroso cambio de actitudes y de políticas. ¿Será
entender las transformaciones macroscópicas que estamos atra- acaso posible introducir un nuevo pacto intergeneracional,
vesando y que generan rabia e indignación entre los ciudadanos. también en virtud de la futura escasez de jóvenes que se prea-
En los Oikonomica –atribuidos a Aristóteles, pero en todo nuncia en Europa en las próximas dos décadas?
caso de su Escuela–, se dice que durante los primeros treintai- En un pequeño libro publicado póstumamente, Economia
cinco años los padres ayudan a los hijos, pero en los siguientes giusta, el ensayista italiano Edmondo Berselli ha defendido que
son los hijos quienes ayudan a sus padres. Ante la ausencia de nosotros, los occidentales, deberemos acostumbrarnos a vol-
un sistema de seguros estatales o privados, es en el interior de vernos más pobres. Su previsión coincide con la de muchos
las familias donde se regula el sustento de las generaciones y su analistas, según los cuales, por una suerte de ley de los vasos
sucesión. Por lo que concierne a los deberes entre las genera- comunicantes, se dará en el futuro un trasvase de riqueza desde
ciones, este modelo ha durado en Europa durante casi dos los países en los que el bienestar es mayor hacia aquellos en los
milenios. Aunque la frontera del trigésimo quinto año no se que es menor. Nos dirigiremos así tendencialmente hacia un
ha mantenido, siempre han sido los padres los que han dado el equilibrio análogo al de los platos de la balanza en la tradicio-
sustento a los hijos en la primera parte de la vida y los hijos nal imagen de la Justicia.
quienes han sostenido a los padres en la segunda parte. Ciertamente, no pasaremos enseguida a una sobriedad
Desde la época de Bismarck, que introdujo los seguros por semejante a de los cínicos o los trapenses, y no nos consolaremos
enfermedad y vejez, esta subdivisión se ha atenuado y el estado a la manera del poeta persa Sa’di: «Me quejaba por no tener
del bienestar ha alimentado nuestras vidas y promovido la mul- zapatos. Pasando delante de la mezquita de Damasco, vi a un
tiplicación de nuestros deseos, al menos hasta nuestros días. hombre sin piernas. Dejé de lamentarme por mi mala suerte».
Ahora, en cambio, asistimos a su declive. Sus prestaciones, en El incremento del índice de desempleo (no sólo juvenil), la
efecto, disminuyen a menudo drásticamente, y las conquistas difusión del trabajo precario y de las «vidas frágiles» de millo-
18 REMO BODEI 1. INDIGNACIÓN, DIGNIDAD E INDIFERENCIA 19

nes de personas que, para sobrevivir, deben dirigirse a asocia- El papel de la dignidad se ha vuelto cada vez más impor-
ciones de voluntariado, ¿parecen acaso anunciar por doquier tante en virtud de la multiplicación de los episodios de inhu-
tiempos aún peores? El mundo globalizado no es, empero, manidad descubiertos con posterioridad o perpetrados nueva-
homogéneo: la Europa mediterránea, en particular, corre el mente (pero, de forma positiva, paralelamente a la exigencia de
riesgo de ser estrangulada en la tenaza entre la mano de obra reforzar la necesidad de una mayor igualdad y difusión de los
asiática barata y la escasa capacidad de innovación tecnológica; derechos humanos). Las memorias de los condenados en los
la Unión Europea y los Estados Unidos tienen dificultades para gulag soviéticos y la visión de las pirámides de calaveras erigidas
digerir la crisis del estado social y mantener el ritmo de los por la política de Pol Pot o por las feroces guerras étnicas en
cambio en curso; en otras partes del planeta, especialmente en Ruanda se han sumado así a la recuperación y a la defensa de
África, existen además amplias zonas en las que pobreza, ham- prácticas de tortura que se creía que eran cosa del pasado, al
bre y enfermedades parecen inextirpables. menos en algunas partes del planeta. En nombre de guerras
Y sin embargo, en contraste con nuestros melancólicos sen- iniciadas cínicamente apelando a los derechos humanos se han
timientos de declive y con la desesperación de otros contintentes dado y siguen produciéndose los episodios de la prisión iraquí
como el África subsahariana, se alzan las esperanzas de recupera- de Abu Ghraib, el maltrato más allá del límite de lo tolerable
ción difundidas en países emergentes como China, Brasil, India infligido a los prisioneros de Guantanamo, las extraordinary ren-
o Sudáfrica. Como apunta Zygmunt Bauman, el punto está en ditions. Pero al mismo tiempo, paralelamente, también crece la
que la nueva pobreza se vincula entre nosotros, sobre todo, a la indignación hacia estas prácticas y hacia quien las lleva a cabo.
contracción del consumo al que nos habíamos acostumbrado. Históricamente, libertad y dignidad han ido de la mano.
En efecto, si se sustrae autonomía (etimológicamente, la capa-
4. La indignación encuentra su sentido ético cuando se vincula cidad de darse una ley propia) a los individuos y a las comuni-
a las luchas por la dignidad. Si bien este concepto tiene una dades, entonces se les priva también de dignidad. Y sin
larga historia, el pathos que lo rodea es bastante reciente. embargo, dignidad y libertad entran a veces en conflicto
Toma fuerza tras la segunda Guerra Mundial, como si se qui- cuando son sometidas a vínculos que las vuelven recíproca-
sieran exorcizar para el futuro los horrores de los campos de mente incompatibles.
exterminio nazis, poniendo a los hombres al resguardo de su Un caso ejemplar es el de la libertad de mercado con su
influencia. Se vuelve una coraza protectora, ética y jurídica, selección –a menudo feroz, también cuando parece favorecer
destinada a garantizar la intangibilidad y la libertad de indivi- el desarrollo de toda una sociedad– que puede lesionar la dig-
duos y pueblos, sustrayéndolas a la opresión y a la humillación. nidad de la persona, sustrayéndole la posibilidad de un trabajo
Se vincula jurídicamente a la noción de derechos humanos a decente y obligándola a vivir precariamente. Pero precisamente
partir del Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas de 1945 y del este intento de respetar la libertad formal de los hombres aun
artículo 1 de la Declaración general de derechos humanos de las Naciones quitándoles, junto con los medios de sustento, también la dig-
Unidas de 1948, y más adelante ha sido insertado en algunas nidad, ha suscitado nuevamente el problema de cómo puede el
constituciones como en el caso del artículo 1 de la República «humillado y ofendido» recuperar su vida y su dignidad.
Federal Alemana de 1949.
20 REMO BODEI

5. Si en el De hominis dignitate de Pico della Mirandola el hombre, DOMINE, (NON) SUM DIGNUS. DOMINIO, DIGNIDAD
en su búsqueda de felicidad y de satisfacción, puede apuntar E INDIGNACIÓN EN LOS COMIENZOS DEL SIGLO XXI
alto, pero también puede caer bajo, acercarse a lo divino o
aproximarse a las bestias, los dos últimos siglos han puesto el Jorge Pérez de Tudela
acento en la capacidad que los hombres tienen, aun cuando
hayan tocado el fondo de la abyección, de mantener un resto
de dignidad y de ser, por lo tanto, capaces de redimirse. De
aquí se deriva que se haya abolido en muchos Estados la pena
de muerte, que hayan nacido un derecho y una democracia
«templados» y de aquí procede también la contribución de la
gran literatura europea: Víctor Hugo en Los Miserables y Lev
Nikolaevic Tolstoj en Resurrección, por ejemplo, han mostrado
que quien se ha convertido en su vida en un deshecho humano
puede volver a subir la cuesta y reconquistar plenamente su
dignidad. Y por otra parte, ¿qué mueve, en su lado mejor,
muchas revoluciones modernas, sino la voluntad de redimir
inmensas masas de hombres (los oprimidos, los miserables, los La escena es bien conocida. Como muchas de las evangélicas,
malditos de la tierra) ofreciéndoles una vida digna, libre, ha sellado, para bien o para mal, buena parte del imaginario
exenta de explotación, de ignorancia, de desprecio? ético-político, jurídico y teológico de la cultura occidental. La
La dignidad no es una aureola que brilla sobre la cabeza de narran, con sutiles diferencias de matiz, dos de los evangelios
los individuos, de los pueblos o de la humanidad. Si Kant tiene denominados sinópticos: los atribuidos a Lucas y a Mateo.
razón, contra Hobbes, al afirmar que el «precio» es lo contra- Lucas, en su capítulo 7, versículos 2 a 10. Mateo, en su capítulo
rio de la «dignidad», y que por lo tanto la persona humana no 8, versículos 5 a 13. Es el diálogo entre Jesús y «cierto centu-
puede reducirse a valor de uso o de cambio, es preciso añadir rión» (dicho sea incidentalmente: la figura del «centurión»,
sin embargo que la propia dignidad tiene, a veces, un precio. del «hekatontárchês» o el «hekatóntarchos», juega un curioso
Es el del esfuerzo y el de la lucha para no apagar la llama de la papel en la historia de Jesús. Aquí, será el hombre en quien
esperanza en una vida mejor, una llama que puede ser alimen- Jesús encontrará una «fe» («pístis») como no ha encontrado
tada por una indignación que sea capaz de fundir la pasión con otra, dice admirado, en todo Israel; en los relatos de la Pasión,
el conocimiento. será también un innominado «centurión» el que exclame
aquello, no menos famoso, de «realmente este hombre era
Traducción: Valerio Rocco Lozano justo»1 o «verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»2, de

1 Lucas 23, 47.


2 Marcos 15, 39.
22 JORGE PÉREZ DE TUDELA 2. DOMINE, (NON) SUM DIGNUM 23

nuevo una profesión de fe tan inesperada como poderosa). Las indignación; y, éste a su vez, tiene todo que ver con «dignus»,
circunstancias del diálogo son conocidas: el «Santo de Dios», acreedor a o merecedor de algo, adjetivo que los filólogos
el «hijo de José», en su vagabundeo, ha vuelto a entrar en remiten a su vez al sustantivo «decus, decoris», «lo que con-
Cafarnaúm. Según el orden de la narración lucana, viene de viene», y al verbo impersonal «decet», «conviene», «es con-
pronunciar el Sermón de la Montaña, con su promesa de bie- veniente». Cuando hablamos de «indignación», en nuestras
naventuranza para los pobres y los que lloran; y, enseguida lenguas, nadamos pues entre términos que, de creer a los
veremos que de un modo, a mi juicio, harto significativo, viene indogermanistas (quí la autoridad es, una vez más, Julius
de establecer la celebérrima comparación entre el hombre que Pokorny), remitirían todos a una raíz indoeuropea *dek-, cuyo
edifica una casa sobre fundamentos hondos, que llegan hasta la significado-raíz no sería otro que el de «tomar», «aceptar»,
roca, y el que la edifica sobre la tierra movediza, sin funda- y a cuyo campo semántico pertenecerían, en griego, verbos de
mento. Ha vuelto, digo, a entrar en Cafarnaúm, y hasta allí le tan amplia potencia como «déchomai», «recibir»; o bien, en
ha llegado, bien mediata, bien inmediatamente, la noticia: hay griego, «dokeo», «parecer», «creer»; o bien, en latín, ver-
allí cierto centurión, y hay allí cierto «esclavo» (doulos) o bos como «doceo», enseñar, o «decere» («ser apropiado»,
«muchacho» o incluso «hijo» (paîs) suyo muy estimado, que, «ser conveniente», «ser aceptable»); campo semántico, en
atormentado y paralítico, se encuentra a las puertas de la fin, en el que deberíamos inscribir nuestro «docente» y nues-
muerte. El ruego es claro: sálvale. Y así será. El niño, que acaso tro «decente», nuestra «ortodoxia» y nuestra «paradoja»;
sea sólo un sirviente, se curará. Sólo que, disponiéndose Jesús a nuestro «decoro» y nuestra «dignidad». Esta materia de la
llegarse hasta allí y dar cumplimiento a la súplica, estalla en el indignación, insisto, tiene por tanto todo que ver con la cues-
texto la famosa exclamación del postulante: «Kýrie, ou gàr tión de lo digno y de la dignidad; pero ésta, a su vez, con la de
hikanós eími»; «Domine, non enim dignus sum»3; o bien: lo aceptable y lo inaceptable, lo conveniente y lo inconve-
«Kýrie, ouk eimí hikanós»: «Domine, non sum dignus»4. El niente, lo decente y lo indecente. Y es que hay, qué duda cabe,
resto, incluido el hecho de que la fórmula ha pasado a formar dos formas al menos de explicar la indignación: una, como
parte del Ritual de la Comunión, es de común conocimiento, y aquel estado en que se encuentra aquel o aquellos que, en rea-
salvo lo que todavía intentaré precisar, no lo repetiré aquí. lidad, se dice, no son «dignos» de ningún otro; otra, como
¿Por qué traigo aquí a colación esta escena perdida, si es aquel estado en que se encuentra aquel o aquellos que, si por la
que alguna vez tuvo lugar, en el tiempo? Porque hemos venido razón que sea han resultado así «in-digni-ficados», esto es,
a hablar de «indignación». Pero, como sin duda se habrá vejados, ofendidos, agredidos y humillados, consideran que esa
recordado abundantemente en estos días, «indignación», en situación es radicalmente inconveniente, inaceptable, indeco-
latín «indignatio», tiene todo que ver con el verbo «indig- rosa: vale decir, indignante; y que, si ello es así, no es por nin-
nor», considerar algo como indigno, estar indignado, sentir guna supuesta in-dignidad suya, sino al revés: por lo indigno,
justamente, de las acciones o circunstancias que le han o les
han conducido a semejante situación intolerable. Todo un
3 Lucas 7, 5. juego sutil, como se ve, de semantemas, en el que en aparien-
4 Mateo 8, 8. cia no resulta nada fácil orientarse; y en el que, nada sorpren-
24 JORGE PÉREZ DE TUDELA 2. DOMINE, (NON) SUM DIGNUM 25

dentemente, lo que manda, pese a todo lo dicho, no es tanto ción a un «Kýrios», a un «Dominus»: a un «Señor». (Esa
una determinada gramática de la lengua, una cierta ley de las contraposición, por cierto, nada tiene de casual: la «digni-
palabras heredadas, cuanto, más bien, el poder ejercido sobre tas», por antonomasia, es una condición que suele atribuirse a
la semántica –esto es: sobre las conciencias– por ciertas reali- los representantes del poder o de la preeminencia social o jurí-
dades sociales, económicas y jurídicas –o por cierta concepción dica [nuestra propia Constitución, como veremos, aún recoge
heredada de las mismas. Y es que, cuando hablamos de la acepción], lo mismo que, en el vocabulario medieval de la
«indignación», qué duda cabe que hablamos de lo aceptable; filosofía, «axiomas», «máximas» y «principios» bien podían
y nada más fácil, en este contexto, que deslizarse por la pen- ser denominados «dignitates»). «Digno» e «indigno» apa-
diente que llevaría a sostener que el indignado, en realidad, no recen aquí contrapuestos en términos del «Señor» y del «ou
es tal, sino indigno; y así, nada más fácil que deslizarse luego a hikanós», del que, por oposición al poder y la competencia
decir que la indignación es inconveniente, inadecuada, ino- omnímoda del «Dominus», se auto-presenta como «inca-
portuna; algo propio de gente sin decoro, indecente, incivil. paz», «insuficiente», «inhábil», «inadecuado», literal-
«Interpretaciones» así (bueno, es un decir) recorren el espa- mente «impotente». Digno, parece advertírsenos, es sólo el
cio público y privado de nuestra comunicación, y sin duda Dominus, en griego el Kýrios. Pero que las versiones de los
habrán sido traídas aquí a colación con anterioridad. Pero evangelios pongan en labios del centurión abajado, humillado,
nada más fácil que responder, a su vez, que si de inconvenien- tales términos, tiene poco o nada de casual. En efecto: en
cia hablamos, nada menos conveniente, nada menos aceptable, griego común, el griego de Píndaro por ejemplo, Kýrios es el
nada más indecente e indigno que las acciones u omisiones que dueño, el señor, en el muy exacto sentido de aquella persona
han llevado a algunos a experimentar esa ira que provoca lo que tiene control o dominio sobre otra persona o sobre otra
inadecuado. cosa, y que en virtud de ese control tiene autoridad para deci-
Ahora bien, si nuestra materia es la indignación, pero el dir sobre su destino; más en especial, kýrios es término aplica-
concepto de indignación pertenece como vemos a la misma ble al dios. En el griego del Nuevo Testamento, kýrios es, en la
familia que el término «digno», satélites ambos del planeta acepción profana del término, el señor/dueño de una casa
representado por la idea-raíz que en latín expresa la expresión (luego insistiré en este aspecto), pero también de una viña, de
«decet», «es aceptable», «es conveniente»; y si en todo este los sirvientes, de los animales, de la herencia, de cualquier cosa
campo semántico juega una doble posibilidad de atribuir a susceptible de apropiación. Eso, en su sentido como digo pro-
unas u otras conductas y situaciones semejante conveniencia, se fano. Porque también es sabido que, por antonomasia, Kýrios
entiende ahora mejor, creo, por qué la escena evangélica es un título que se aplica a Jesús resucitado, exaltado (y que, en
recientemente aludida tiene tanto de aclaratorio a los efectos consecuencia, tiene en este contexto el matiz de Señor de la
que perseguimos. Y es que, aquí, la contraposición que se esta- vida y de la muerte, de triunfador absoluto sobre la más
blece no puede ser más tajante –y, me atrevo a decir, definito- indigna –de nuevo– de las muertes…). Dirigiéndose en estos
ria: el indigno, la autoridad militar, imperial, de digamos ocu- términos al sanador, el centurión está, pues, utilizando un
pación (otros dirían: con fines civilizatorios), esa autoridad título que el NT, por su parte, aplicará a quien para aquél
que se auto-confiesa indigna lo es, explícitamente, por oposi- debería constituir la autoridad suprema, esto es, al Empera-
26 JORGE PÉREZ DE TUDELA 2. DOMINE, (NON) SUM DIGNUM 27

dor. En cuanto a «dominus»… pues lo mismo, porque material o constructivo. Dentro de la incertidumbre propia de
«dominus» no es otra cosa que el «señor», el «dueño», en estas materias, este apunto parece asegurado: el dominus es el
el sentido del «propietario», toda vez que lo que para noso- propietario de la «domus», sí, pero «domus» y «dominus»
tros es la propiedad (en el sentido, específicamente, de «dere- nada parece tener etimológicamente en común. Y sin
cho de propiedad»), en Roma era más bien el «dominium» embargo… y sin embargo, volvamos una vez más a nuestra
(todavía nosotros, en este contexto, seguimos hablando de pasaje del evangelio: hemos dejado a nuestro centurión deci-
«bienes de dominio público» y «bienes de dominio pri- dido a reconocer su carácter, pese a que él también manda,
vado».) Utilizando para su benefactor el calificativo de ordena, y tiene siervos, de mero siervo y hasta esclavo de un
«Dominus», el centurión está pues atribuyéndole una condi- propietario más fuerte; de un propietario que acaso pueda,
ción, sin más, de «propietario»: la condición de quien, a incluso, entenderse como absoluto. El centurión no se consi-
tenor de las clásicas definiciones del Derecho romano, es titu- dera, pues, digno. Ahora bien, ¿exactamente de qué no se
lar del derecho de usar de o servirse de (uti), disfrutar de o considera digno el centurión? Según ambos evangelistas, de
percibir los frutos (frui) y disponer (abuti) de una cosa. (En que el sanador entre «bajo su techo» («hypò tèn stégen
otros términos: le está aplicando el título que los emperadores mou», «sub tectum meum»). Se establece pues aquí, implíci-
romanos adquirirían [es el llamado «dominado»] a partir, tamente, una estrecha conexión entre la cuestión de la «digni-
sobre todo, de Diocleciano, y que tanto se opondría al régimen dad» y la cuestión del «techo», de «la morada», de «la casa»
anterior, el régimen del «Principado», convirtiendo a los o la «vivienda». Y diga lo que diga la filología, esta conexión
Emperadores en verdaderos dueños patrimoniales del impe- debe tener algo de profundo, porque las indicaciones en este
rio). Vuelvo a insistir: en este contexto, la noción de «domi- sentido se multiplican. Antes, en efecto, lo hemos señalado: el
nus» parece vincularse de una forma casi automática con la relato viene inmediatamente después de la parábola del mal
idea de «casa», en latín «domus». Y sabemos, siquiera sea constructor, que desdeñó la palabra que se le dirigía y cons-
por la autoridad de Cicerón, que los propios romanos así truyó una casa endeble; y al menos en Lucas, se adorna con
parecieron sentirlo también, estableciendo un vínculo entre elementos que vuelven a hacer alusión explícita a la construc-
«domus», «dominus» y «dominare». Cierto es que la cien- ción. Leamos de nuevo: «Había cierto centurión, cuyo siervo,
cia etimológica, sin duda más exacta que la de Cicerón, de enfermo, estaba para morir, el cual le era de mucha estima. Y
Benveniste, ha criticado duramente esta tendencia a hermanar, como hubiese oído hablar de Jesús, envió a él algunos ancianos
de la forma que fuere, la idea de «dominio», de «propie- de los judíos, rogándole que viniese a sacar de peligro a su
dad», con la idea de «casa». Y es que, razones filológicas y siervo. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecida-
fonéticas aparte (en las que aquí no quiero ni puedo entrar, mente, diciéndole: Es digno («áxios éstin») de que le otor-
pero consúltense las páginas pertinentes del «Vocabulario de gues esto, pues ama a nuestra raza, y la sinagoga él nos la edi-
las Instituciones indoeuropeas»), como hemos dicho el ficó» («oikodómesen»/»aedificavit»): Lucas, 7, 2-5). El
«dominio», en Roma, era el derecho de propiedad; pero «la juego de significaciones, el juego de poderes –ya vimos que
casa» es como hemos visto un término más jurídico, social o, entrecruzables– entre lo digno y lo indigno, el valor y lo des-
en último término, «institucional», que propiamente físico, preciable, parece conjugarse aquí, como también quisieron los
28 JORGE PÉREZ DE TUDELA 2. DOMINE, (NON) SUM DIGNUM 29

romanos, en torno a la casa, a la propiedad –dominio– de la dadero valor absoluto; antes de conseguir tan espléndido aisla-
casa y, concomitante, a los modos y formas de construcción de miento, sin embargo, quizá en algunos de sus orígenes, parece
una casa. Y en verdad que, dejando aparte el texto evangélico, vincularse más bien con el concepto de «dominio», que a su
debe tocar fibras profundas de la psique humana, toda vez que, vez se encuentra tan naturalmente próximo a un concepto tan
como se recordará, siglos más adelante nuestra propia Consti- querido por los modernos, o al menos por los modernos no-
tución vigente de 1978, en su artículo 47, reconoce el derecho conformistas, si no es que revolucionarios, como el concepto
de «todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y de dominación. Que en esta cuestión amplísima se imbrican
adecuada». [Por cierto que el resto del precepto no tiene des- otras muchas cuestiones, como la de la historia de la relación
perdicio: «Los poderes públicos promoverán las condiciones entre la atribución de derechos y libertades políticos a los indi-
necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer viduos y/o ciudadanos y su condición de «señores», esto es, de
efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de propietarios, es algo obvio, y en la que, por su complejidad, no
acuerdo con el interés general para impedir la especulación»]. puedo ahora entrar.
Es el único caso en que nuestra Carta Magna menciona la A la luz de estas consideraciones, entendemos aún mejor,
«dignidad» de algo, aparte la referencia a «la dignidad de la me parece, el sentido de lo que tratamos: nuestra pregunta es,
persona» del artículo 10, la dignidad de Príncipe de Asturias a en el fondo, la misma que, hace ya veinticinco años, formuló
la que se refiere el artículo 57.2 y esa voluntad que, según el Hans Blumenberg en «La inquietud que atraviesa el río»,
Preámbulo de la misma, dice tener «La Nación española» de «Die Sorge geht über den Fluss», dando voz a un asunto que
«Promover el progreso de la cultura y de la economía para ase- no duda en calificar de «monstruoso»: «¿Puede uno ser, o
gurar a todos una digna calidad de vida»). Pero quizá la cues- volverse indigno?» En el sentido que Blumenberg da a la pre-
tión no esté en esto: quizá la cuestión está, más que en el hecho gunta, la cuestión no se plantea solo, como también yo he
de que la propiedad tenga por objeto el ámbito, nunca mejor hecho hasta ahora, con relación a los seres humanos. Su cues-
dicho, «doméstico», en el hecho de que se sea, o no, domi- tión inicial es más amplia, y abarca el ámbito entero del ser,
nus: señor, claro, pero en especial señor que tiene la autori- incluido su –para algunas concepciones– extremo más radical:
dad, vale decir, el control sobre el destino de otras cosas, tie- «la tradición de la teología cristiana», dice, no se ha atrevido
rras, hombres y medios de producción. La cuestión que nunca a afirmar de Satanás que fuera indigno del ser, que
perseguimos, la cuestión de la dignidad y la indignidad, parece habría habido una razón para que nunca surgiera, que mejor
pues retrotraernos a una cuestión más amplia, que sería la no hubiera surgido nunca. Eso habría supuesto imputarle al
cuestión del dominio: «digno», de ser esto cierto, es el titular creador una criatura a la que le habría procurado el ser sin
de un derecho (por cierto: en principio ilimitado) de «pro- fundamento y contra todo sentido.» Cierto que su discurso,
piedad», esto es, de potencia de determinación, sobre otros; de inmediato, vuelve a confinar la pregunta al ámbito de lo
«indigno», quien carece de él, o tiene uno, sí, sólo que humano y de la legitimidad de sus aventuras. Pero creo que, en
subordinado a la propiedad más alta, más fuerte o más extensa efecto, su interrogante, una vez reformulado, adquiere todo su
de otros. A lo largo de su historia conceptual, como sabemos, sentido en este triste e convulso comienzo del siglo XXI: por-
el concepto de «dignidad» acabará por adquirir tonos de ver- que la cuestión candente, hoy y siempre, no es la cuestión rela-
30 JORGE PÉREZ DE TUDELA 2. DOMINE, (NON) SUM DIGNUM 31

tiva al hecho, sino la cuestión digamos trascendental, la cues- perdido toda vinculación con el «dominium», vale decir, con
tión en torno a la condición de posibilidad: el problema, me la propiedad, y cedes la posesión y ejercicio de ese derecho,
parece, de esta cuestión de la dignidad y la indignidad no es, en voluntariamente o no, a la posesión y ejercicio de un derecho
realidad: ¿soy digno? (o bien: ¿soy indigno?), sino, más bien: más fuerte que el tuyo. Es una posición clásica, cargada de vale-
¿podemos ser –o volvernos– dignos? ¿podemos ser –o volvernos– dores en la historia antigua y nueva de la Humanidad. Todo
indignos? Esa suerte de escena primordial que he analizado, la propietario es digno, todo desposeído perdió su dignidad (y
escena de Cafarnaúm, parece arrojar alguna contestación a esa esto es, a su vez, digno, vale decir: adecuado y conveniente).
pregunta –así como, a la vez, alguna que otra oscuridad. Por- Sabemos ya, sin embargo, que como antes recordábamos no
que ahí hemos aprendido que, en rigor, sí, uno puede volverse siempre se ha vinculado la idea de dignidad a «propiedad»
indigno: no tiene más que declararse, auto-confesarse tal alguna, así se trate de «propiedad» en el sentido lógico u
frente a la –digamos– absoluta e incompartida Dignidad del ontológico del término. La historia de la filosofía progresista
Dominus de cielo y tierra, del supremo propietario de cuantas del Derecho es, en cierto sentido, la historia de una lucha por
«casas» pueblan y poblarán la tierra. La relación, se dirá, no imponer a la opinión pública, y en consecuencia a la legisla-
es entonces más que ésa, y basta con trasladarla, proyectarla, ción correspondiente, nacional e internacional, la idea de que
sobre nuestro propio mundo. Sólo que… sólo que en nuestro la dignidad del ser humano es un valor absoluto, inalienable,
mundo, dominado –nunca mejor dicho– por eso que, muy que no puede perderse por ninguna consideración. Para esta
convencionalmente llamamos la muerte de Dios, o bien, por poderosa corriente interpretativa, una pregunta como la de
hablar en heideggeriano, por la huida de los dioses del mundo, Blumenberg sólo podría, pues, responderse con una negativa:
o bien por la conversión de los «grandes relatos» en meras no, no podemos volvernos indignos. Menos aún, por razones
figuras del museo (alguno dirá: del Museo de los Horrores), o, de una pérdida eventual, y seguramente malintencionada, de
qué sé yo, por la dislocación del tejido mundial de las redes de esos «valores», así los llaman, que sirven habitualmente de
poder, o el muy reciente hecho de que las relaciones económi- anclaje a la noción de «dignidad». No, mientras la certeza de
cas mundiales, en especial las financieras, parecen haber esca- estar sufriendo un trato, ese sí, indigno, despierte en nosotros
pado definitivamente, en su complejidad, a la comprensión de el interés por ejercer un derecho ampliamente reconocido en
los propios gobernantes nacionales… en fin, como queráis la historia, a saber, el derecho de resistencia (que, como se
caracterizar este bueno, iba a decir mundo, pero casi prefiero sabe, solía formularse de un modo más amplio, y explícito:
decir in-mundo nuestro, digo, la tarea primordial que tendrí- derecho de resistencia a la tiranía). Nuestra dignidad, en ese
amos que abordar, caso de querer interpretarlo en los térmi- sentido, puede darse por bien asegurada. Es curioso: la pre-
nos de Cafarnáum, no sería otra que la de identificar nuestro gunta de Blumenberg, como vimos, era de alcance universal:
Dominus. ¿De quién dependemos hoy? ¿Quién ejerce el afectaba por igual, por tanto, a los dos polos de nuestra rela-
dominio sobre nosotros? ¿Quién o qué es nuestro amo y ción de dominio o de dominación, tanto al Dominus como al
señor? Sea de ello lo que fuere, la escena de Cafarnaúm, que indignus. Y acabamos de ver cómo la historia parece haber
tenía resuelta esta segunda cuestión, ha dado su peculiar res- caminado, al menos desde un punto de vista teórico, en el sen-
puesta a la primera: se puede ser indigno: a saber, cuando has tido de aumentar y garantizar, cada vez más, la intrínseca dig-
32 JORGE PÉREZ DE TUDELA

nidad de ese indigno inicial. Ahora bien, ¿ha ocurrido lo LA INDIGNACIÓN


mismo con el otro polo, con el polo del dominante? Hemos
dicho que lo difícil, hoy, es identificar con exactitud quién Chantal Maillard
juega hoy el papel del rabí, del nazareno que, dotado de auto-
ridad («exousía», dicen los textos), recorre el mundo ofre-
ciendo sanación y salvación. ¿Se tratará, hoy, y para nosotros,
del Estado, de la Comunidad Autónoma, de la Unión Euro-
pea, de Hollywood, de los medios de comunicación? Como-
quiera que sea, esto parece averiguado: la historia no viene tra-
tando con el mismo favor, me parece, la supuesta dignidad de
estos sujetos colectivos, de estas personas jurídicas. ¿Hablare-
mos hoy de «la dignidad del Estado» como la misma convic-
ción con que lo hicieron nuestros abuelos, y con la misma
convicción con que hoy hablamos de la «intrínseca dignidad
de la persona»? ¿Reconoceremos, aliviados, la inalienable I. El otro lado
dignidad de los fondos de inversión, del Comité Olímpico
Internacional, de la ONU? No quiero multiplicar los ejem- Hace unos días, Félix Duque me comentaba que son tantas y
plos; insistiré en mi posición: nuestro problema, hoy, en este tan conocidas las razones de la indignación que resulta difícil
triste y convulso comienzo del siglo XXI sería, me parece, este: ser original al hablar de ello. No pude más que estar de
si ante nuestra puerta apareciese un Sanador rodeado por el acuerdo. No obstante, luego me puse a pensar y recordé cuan-
aura del dominio, saber qué decir ante él: y no creo que, desde tas veces había tenido que descubrir que lo que era obvio para
luego, volver a repetir aquello de: «no soy digno». ¿Diremos, mí no lo era tanto para otros, lo cual me daba a entender que
entonces, sin más: «no entres, eres indigno»? No lo sé, y los la obviedad depende de una forma de mirar, una disposición,
que me conocen saben que trato de ser respetuoso con las un bagaje experiencial y, por supuesto, de unas serie de opi-
decisiones individuales. Esto sí sé: que lo procedente, en todo niones. Y es que lo obvio raras veces coincide con la verdad
caso, sería decir, con «Señor» o «sin Señor»: «soy digno.» lógica. Así que, si me lo permiten, les haré partícipes, simple-
mente, de unas cuantas inquietudes relacionadas con una serie
de obviedades de entre las cuales algunas serán compartidas por
ustedes y otras, probablemente no.
Quisiera ante todo que nadie viese en mis palabras la
intención de desacreditar los movimientos de indignación que
se dan actualmente en los países víctimas de la crisis econó-
mica. Muy lejos de esto. Movimientos como el del 15M son una
bocanada de aire fresco en una sociedad que parecía demasiado
34 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 35

estancada en la abulia de su bienestar. Sin embargo – y éste es indignarnos jamás» que, por otra parte, es la que me parece la
el punto de partida de mis reflexiones –, no he podido evitar más interesante. Por ahora quisiera centrarme en ese impulso
sentirme a menudo indignada al comprobar cómo, en los solidario de Cioran para con Marco Aurelio. ¿Por qué siente
meses que siguieron a la ocupación de la plaza del Sol, cómo Cioran la necesidad de defender a Marco Aurelio, de batirse
las manifestaciones fueron siendo cada vez más sectoriales y por él, de responder por él? Sin duda porque le importa. ¿Le
gremiales. Así que, y puesto que entiendo que la tarea de un importaría si, en vez del emperador filósofo al que dice consi-
intelectual es no dar nunca nada por sentado, me pregunté derar como su maestro, se tratase de alguien con quien no
acerca de qué es lo que nos indigna y de por qué nos indigna lo congeniase en absoluto? ¿Sería suficiente con saber que las
que nos indigna. Pronto me di cuenta, sin embargo, de que acusaciones son falsas para sentirse indignado y dispuesto a la
había algo previo a lo que atender: había que definir la palabra acción? Debería serlo, según lógica, pero no suele serlo.
indignación. Soy de los que piensan, con Confucio, que si nos Defendemos aquello de lo que nos sentimos próximos, lo que
tomamos la molestia de definir los conceptos podremos enten- nos concierne, lo que nos afecta. Uno se siente ofendido
dernos mucho mejor, así que empezaré por ello, y lo haré con /agredido cuando una injusticia es cometida contra la propia
una cita de Cioran: persona y sus adherencias o, dicho de otra manera, para indig-
narse, hay que sentirse concernido.
Leo en un semanario inglés una diatriba contra Marco Aurelio Esto parece que ya contesta, aunque de modo muy general,
en la que se le acusa de hipocresía, filisteísmo y afectación. a la segunda de las preguntas: lo que nos indigna nos indigna
Furioso, me dispongo a responder, pero pensando en el empe- porque nos concierne. Así que para contestar a la anterior: qué
rador me contengo inmediatamente. No es justo indignarse en es lo que nos indigna, sólo tendremos que preguntarnos qué
nombre de quien nos ha enseñado a no indignarnos jamás. cosas o qué seres pensamos/sentimos que nos incumben y, lo
que tal vez sea más importante, cuáles no. Dicho de otra
Lo primero que puede apreciarse en el párrafo es la expre- manera, habremos de preguntarnos por la amplitud del marco
sión de un sentimiento de ira que impulsa a actuar: «furioso, de referencia de lo que nos atañe.
me dispongo a responder». La ira es causada por la lectura de
unas acusaciones a las que juzga injustas, y esta injusticia, al pare- Lo que no nos concierne. Márgenes de nuestra indignación
cer, le ofende. La acusación, que no va dirigida a él, es percibida
por el autor como una agresión, un insulto (un «salto sobre») o El caso es que me da la impresión de que nos indignamos
una ofensa verbal que le enfurece, instándole a responder. La generalmente dentro de un marco más bien estrecho. Nos
indignación parece, pues, que tenga como motor la ira ante la indignamos, con razones siempre aunque no siempre con
constatación de una injusticia y sea un movimiento que tiende razón (con justicia), pero quizás no con la suficiente amplitud.
a restablecer el equilibrio, a re-compensar la descompensación ¿Falta de información? ¿Desinterés?
(la injusticia) mediante una respuesta, en este caso, verbal. Un ejemplo: En noviembre de 2008 se perpetró una serie
Dejaré para más adelante la última parte de la cita: «no es de atentados coordinados en Mumbai. La Estación de ferroca-
justo indignarse en nombre de quien nos ha enseñado a no rril, dos hoteles de cinco estrellas (uno de ellos famoso en
36 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 37

nuestro país por albergar una mesa bajo la que se refugió uno Tan sólo en los últimos sesenta años, con intervención
de nuestros representantes políticos) y otros centros turísticos directa o indirecta de las naciones occidentales y siempre de
fueron algunos de los objetivos. Murieron 257 personas. Fue acuerdo con sus intereses, fueron masacrados diez millones de
difundido por la prensa internacional y por la prensa india. La congoleños, siete millones de vietnamitas, dos millones de cam-
prensa internacional se interesó porque seis de ellas eran boyanos, dos millones de kurdos, quinientos mil serbios, un
extranjeras; la prensa india, porque los objetivos afectaban a los millón doscientos mil argelinos, setenta mil haitianos, ochocien-
VIP. Sin embargo, no se habló de las matanzas que los habían tos mil tutsis e hutus, doscientos mil guatemaltecos, quinientos
precedidos en el mes de septiembre. Las víctimas, claro, no mil japoneses, trescientos mil libaneses. El número de palestinos
pertenecían a la élite. Nadie recordó tampoco de las causas de sigue creciendo. Desde 2005, el territorio de Gaza en una pri-
estos atentados, desde la demolición de la mezquita de Babri en sión a cielo abierto. En 2008, el gobierno de Israel utilizó a la
Ayodhya (Uttar Pardesh) en 1992 (900 muertos) a la matanza población para ensayar una nueva bomba compuesta de bolitas
de Gujarat, una ola de violencia en la que, en 2002, se saquea- wolframio que explotaban al interior de las víctimas desgarrán-
ron y se incendiaron aldeas, se violaron y quemaron a las muje- dolas por dentro. En el ataque murieron 1444 civiles palestinos,
res, y que provocó el éxodo de unos 15.000 musulmanes1. 348 eran niños y más de 6000 quedaron paralíticos, quemados
¿Se supo algo, en los países occidentales, de aquellas o mutilados. Al año siguiente, los bombarderos acabaron con sus
matanzas? Sí, una voz se encargó de difundirlo, como siempre molinos de trigo y su depuradora de agua. El bloqueo mantiene
la de Arundhati Roy. Pero, si llegamos a enterarnos, ¿nos a la población en situación de hambruna permanente. ¿Nos
afectó? ¿Nos indignó? movilizamos por ello o sigue pillándonos muy lejos?
Otro ejemplo: Veamos:
Desde 1945, las naciones europeas no han dejado de recor- Nos es de sobra conocida la cifra de los muertos (2.752) en
darse mutuamente el holocausto judío. Algunas voces hubo que el atentado de las Torres Gemelas, en septiembre 2001. La
se alzaron para recordar el del pueblo gitano o el armenio, pero población de las naciones occidentales se sintió afectada e
¿nos importó lo más mínimo el de los pueblos de Namibia, los indignada. Sin embargo, según informes fechados en julio del
de Kenia, o el exterminio del pueblo Ogoni (2006), en Nige- mismo año, la invasión armada de Afganistán e Irak por las
ria? ¿Llegamos a saberlo? Y si lo supimos, ¿nos indignamos? tropas estadounidenses había producido hasta entonces, entre
Será cosa de la vista, pensamos. Ya se sabe: corazón que no la población civil, 137.000 muertos y había dejado sin hogares
ve... El corazón parece que necesita ver. Nuestra cultura es la a más de siete millones. No faltaron imágenes de estos episo-
cultura de las apariencias, de las apariciones: comprendemos y dios. ¿Nos indignaron?
sentimos de acuerdo con lo que se muestra. Y claro, aquello, Mucho se ha hablado acerca de la cultura del espectáculo y
no se mostró, no lo vimos. ¿Nos hubiese afectado, de haberlo de la responsabilidad de los medios en lo que respecta a la infe-
visto? ¿Nos hubiésemos sentido concernidos? rencia. Cierto es que recibimos los hechos convertidos en ima-
gen como recibimos la ficción, por el mismo conducto y con el
mismo formato, el de la pantalla. Cierto es también que, al
1 A. Cruz, La violencia política en la India, La caída, 2011, p.135. convertirse en noticia, lo ocurrido pierde su condición singu-
38 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 39

lar. Las figuras son intercambiables, se archivan en carpetas con nuestras naciones ejercen) siempre ocurre en Otra Parte: otras
etiquetas que dicen: «emigrantes», «terroristas», «maltrata- tierras o, simplemente, el sótano del edificio vecino. La vio-
das», etc.: mercancía serializada. Ninguna singularidad, lencia ocurre en Otra Parte, pero se ejerce globalmente.
reducción a conceptos (universales). Descontextualizadas, las Que el mercado global lo construyeron las naciones occi-
personas devienen personajes sin otra vida que aquel fragmento dentales esclavizando y usurpando territorios es algo que todos
que se muestra en la imagen. Eso sí, algunas imágenes nos conocemos. Que esclavitud y colonización han sido los pilares
arrancarán una exclamación, pero ésta responderá a lo que sobre los que se construyó la sociedad capitalista y su «bienes-
Kant denominaba juicio «de gusto», no a un juicio de cono- tar», es evidente. ¿Que esto fue cosa del pasado, que hemos
cimiento. Provendrá de una emoción estetizada, no de una crecido moralmente desde entonces? ¿Quién lo dice? A nadie
emoción ordinaria. Formalmente seducidos por los ardides del se le escapa que el sistema de opresión actual, en palabras de
arte, responderemos a la forma creyendo que respondemos al Jean Ziegler el último, el más terrible y el más asesino de los
tema. En esto consiste la perversión del lenguaje artístico. Sin que se han dado en la Historia, se llama Organización Mundial
arte, en cambio, sin atractivo formal, otras imágenes, mos- del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mun-
trando la misma realidad, nos resultarán indiferentes. Podemos dial, sociedades transcontinentales e ideología neoliberal.
seguir tranquilamente sentados en el autobús o en el metro Como dijo públicamente el Ministro de Costal de Marfil Oulai
frente a un anuncio de niños esqueléticos. Porque, más allá de Siene en Durban (2001): «Los esclavistas no han muerto. Se
la posible afectación que puedan producirnos las imágenes, han transformado en especuladores bursátiles». Sin embargo,
ocurre que entendemos que no nos concierne. este tipo de discurso nos sigue manteniendo al margen del
¿Qué hace falta para que algo nos concierna? Seguro que problema: ¿cómo podemos sentirnos concernidos por algo tan
todos habréis oído alguna vez a alguien exclamando, ante la abstracto? Vayamos a algo más concreto:
pantalla de TV: «Pero si yo a éste lo conozco...» O bien: -Todos sabemos, o podemos saber que los bancos disponen
«Pero si eso es aquí, en la calle tal... ¡Y yo estuve allí precisa- de nuestras cuentas para financiar la industria armamentística
mente esta mañana!» Y habréis notado cierta inflexión en la y que es Estado español ha colaborado y colabora con estas
voz denotando que algo, de repente, hacía mella, y habréis visto empresas. (Lo que no sabemos es qué bala, qué mina antiper-
a la persona examinando la pantalla con interés, como escudri- sonas explotará gracias a nuestros ahorros).
ñando en algo que le resultaba familiar, algo que trazaba un -Sabemos que el delta del Níger perece bajo el petróleo de
puente entre lo externo y lo interno... De pronto se sentía las empresas europeas y que al gobernante títere del Níger se le
concernida. Por simple reconocimiento. Porque el reconoci- paga en barriles que se desvían a Amsterdam y cuyo beneficio va
miento es proximidad y semejanza. a parar a sus cuentas en Suiza.
La principal razón de la indiferencia de quienes participa-
mos de la sociedad del «bienestar»2, es que la violencia (que
una velocidad que no hubiésemos imaginado hace muy poco, no sería de extra-
ñar que pronto nos viésemos teniendo que modificar los términos de nuestro
discurso cambiando el «nosotros» por un «ellos» allí donde nos referimos a
2 Dado que el panorama político de este país está deteriorándose día tras día a quienes gozan de las ventajas de la sociedad del bienestar.
40 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 41

-Sabemos que costas como las de Ghana están arruinadas y trucción que plaga nuestro mundo. Quizás los teléfonos móviles deberían traer
envenenadas debido a la basura toxica de empresas como Appel 3. pegatinas que dijeran: «¡Advertencia!: Este artificio se creó con materiales cru-
-Sabemos o podemos saber que la cría industrial de langos- dos de África central, minerales raros, no renovables, vendidos para consolidar
tinos, esos que no pueden faltarnos en época navideña, devasta una guerra sangrienta de ocupación que, además, ha causado la eliminación vir-
las costas de Bengala, Orissa, Tamil Nadu, Goa y Maharastra, tual de especies expuestas al peligro. Que tenga un buen día».
deseca los pozos de agua potable y termina desplazando a las Sabemos o podríamos saber tantas cosas... si tan sólo nos
poblaciones costeras. sintiésemos mínimamente concernidos.
-Sabemos que los alimentos siguen siempre en sentido Y deberíamos, pues siendo así que la violencia global es una
inverso la ruta que desde nuestros puertos lleva a las costas africa- violación de territorios sin territorio, de hecho nos concierne.
nas nuestra basura y que los alimentos básicos son ahora el «oro No hay fronteras atravesadas porque no existen fronteras en este
verde» con el que especula el capital financiero globalizado. juego; los límites son otros, o no los hay. La violencia global no
-Sabemos que, como consecuencia de las políticas del es una guerra sino un juego sucio en el que, a un lado del
Fondo Monetario Internacional en esos territorios, tan sólo en tablero, están los reyes con su corte y, al otro, los peones.
el año 2007 treinta y seis millones de personas murieron como Gobiernos corruptos con gobernantes títeres, acuerdos pactados
consecuencia de la desnutrición, nueve millones sucumbieron entre las élites, Sociedades Anónimas sin cabezas visibles, despla-
a enfermedades erradicadas hace tiempo en nuestros países, zamientos de poblaciones, chantajes, sustracciones, expropiacio-
siete millones por beber agua contaminada, pero nos han pro- nes indebidas... El universo del mercado global es el Castillo de
gramado para que pensemos que las hambrunas son debidas a Kafka amplificado a la enésima potencia. Pero las consecuencias,
catástrofes naturales o, incluso, a la ineptitud de las naciones para millones de seres, no son kafkianas ni no son virtuales, son
pobres para autogestionarse. simplemente reales. Una realidad que se imprime en la carne,
-Sabemos o podemos saber que entre 1996 y 2006 han con dolor, con agotamiento. Y en todo ello estamos implicados,
sido exterminadas 7 millones de personas en los territorios lo queramos o no. Nuestras naciones, nuestros gobiernos lo
congoleños. El codiciado coltan (columbio-tantalio) del que el están, nuestra economía lo está. Pero todo esto –les advertí– son
Congo almacena el 80% de las reservas, es indispensable para obviedades, y ustedes me dirán, no sin razón, que lo que hemos
la fabricación de teléfonos celulares y otros ingenios de alta de hacer los que nos dedicamos a la filosofía no es tanto pensar
tecnología. El polvo de coltan sale del país vía Ruanda y se en ello como pensar a partir de ello. Sin embargo creo que, aún
vende a Nokia, Motorola, Compaq, Sony Ericsson y otros sabiéndolo, corremos el riesgo de perderlo de vista. No me
fabricantes. parece correcto ni lógica ni éticamente pensar la crisis financiera
«La gente necesita comprender –afirmaba en la web un periodista apodado sin pensar los engranajes de la sociedad de consumo, pensar la
Sprocket– que existe un eslabón directo entre los aparatos que hacen más indignación local y sus causas inmediatas sin pensar las razones
cómodas y sofisticadas nuestras vidas y la realidad de la violencia, tumulto y des- globales de la misma. Así que vuelvo a la pregunta:
¿Qué hace falta para que nos sintamos concernidos? ¿Qué
hace falta para evitar la indiferencia? ¿Qué hace falta para que
3 J. Ziegler, El odio a Occidente, Barcelona, Península, 2010, p. 97. nos importe que lo que hacemos aquí tiene sus repercusiones en
42 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 43

Otro Lado? Crecemos, nos alimentamos, «progresamos» aumenta demasiado su complejidad, como el poliedro de diez
sobre montones de cadáveres, sobre la miseria y el sufrimiento mil lados de Descartes, las cosas dejen de poder imaginarse.
de pueblos enteros que nos son ajenos. Y no nos indignamos Tal vez sea también atribuible a esa dificultad que alguno,
por ello. No salimos a la calle para protestar porque nuestras sin demasiada preocupación por que le quiten el agua potable,
empresas desplazan a las poblaciones que se resisten a la implan- el sustento y la salud, se permita proclamar que quienes hablan
tación de sus fábricas y les roban el suelo, ni porque torturen a de «los negritos que están a cinco mil kilómetros» tienen «la
millones de animales en granjas y mataderos. Tampoco nos sensibilidad hipertrofiada». No señor, los «negritos» no son
indignamos cuando los bancos ofrecían financiación a espuer- una postal exótica, aquellos pueblos padecen porque nuestras
tas y la especulación urbanística favorecía nuestra economía. empresas, con la ayuda de instituciones como el FMI, manejan
Sé que estas cosas producen un tremendo malestar. No nos a los gobiernos de estos países para beneficiarse de privilegios
gusta que nos hagan sentir culpables. ¿Por qué debería yo sen- que jamás obtendrían en los suyos y que van en detrimento de
tirme responsable?, yo no he sido el que... O ¿Y qué puedo una población cuya terrible desaparición no les importa lo más
hacer yo? son comentarios que resultan habituales. Y ahora, mínimo. Y lo que es más: los «negritos» también seremos
amparándose en la situación actual: que si ahora no es el nosotros cuando nos llegue el turno –que ya nos está llegando–
momento, que cada cosa a su tiempo, que cómo vamos a preo- y el Capital tenga necesidad de más esclavos. –¿El Capital?
cuparnos por lo que pasa en otro sitio con lo que nos está ¿Pero quien es/somos, finalmente, el Capital? ¿O es que
cayendo... ¿No deberemos, antes bien, preguntarnos qué es lo cuando las entidades financieras nos daban todas las facilidades
que se está cayendo y por qué? para obtener créditos y fabricar con nuestra deuda bienes ficti-
No, los asuntos inmediatos no pueden hacernos perder de cios con los que especular, no acudíamos con los ojos cerrados?
vista los demás, dado que los «demás» son el contexto de los Es tiempo de despertar. Hoy, la indignación no puede
inmediatos y si no le ponemos remedio al contexto, lo que limitarse a defender intereses particulares. Porque sí: para
hagamos con lo inmediato servirá de poco. Dicho de otro todos, se trata de sobrevivir, sólo que unos siguen/seguimos
modo: nada es independiente. Sólo una visión global y una viviendo sobre otros que apenas sobreviven.
indignación global, podrán ponerle freno a la violencia global,
al desastre que acarrea, mitigar la náusea global que nos pro-
duce y promover acciones locales que reviertan, si no en un II. El «semejante»
bienestar, en un mejor estado global.
Puede que el desinterés se deba, como alguien escribía, a He pronunciado la palabra «despertar». Esto hace que me
que la complejidad de las relaciones en el mundo globalizado sienta un tanto mesiánica, lo cual me resulta molesto. «Es
haya producido una ruptura de la relación entre nuestros actos tiempo de despertar», he dicho. Y ya me estaría arrepintiendo
y sus consecuencias, que nuestra imaginación no esté a la altura
de nuestros actos de manera que seamos «incapaces de imagi-
narnos sus consecuencias y, por tanto, de responsabilizarnos 4 E. Romero, Quién invade a quién. Del colonialismo al II Plan África, Oviedo, Cambalache,
moralmente de los mismos»4. Tal vez sea eso. Que cuando 2011, p. 19.
44 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 45

de no ser porque recuerde ahora las palabras de Derrida: «Lo semejante, la ética dormita. Duerme un sueño dogmático.
incognoscible es el despertar». La frase pertenece al Seminario La Mientras sigue siendo humana, entre hombres, la ética sigue
bestia y el soberano, ahí donde el autor responde a un comentario siendo dogmática, narcisista, y todavía no piensa. [...]
de Lacan5 acerca de la crueldad. Lo propio de la crueldad, Lo «incognoscible» es el despertar. Es lo que nos despierta, es la
según Lacan, sería que el ser humano apunta siempre a un experiencia de la vigilia misma.
semejante, incluso cuando la emprende con un ser de otra Lo incognoscible, por lo tanto, lo desemejante. Si nos fia-
especie. Ese fraternalismo del «semejante», piensa Derrida6 mos de y nos vinculamos a una Ley que únicamente nos
nos libera de cualquier obligación ética, del deber de no ser remite a lo semejante y no define la transgresión criminal o
criminal y cruel con cualquier ser vivo que no sea mi semejante cruel más que en cuanto que apunta a lo semejante, eso quiere
o que no sea reconocido como tal. decir, correlativamente, que no tenemos obligaciones sino
Y, ciertamente, si mirásemos atrás, veríamos que amparán- para con lo semejante [...]. Más obligaciones para con los
dose en la desemejanza es cómo pudieron justificar las nacio- hombres que para con los animales, más obligaciones para
nes europeas, tanto el genocidio de las poblaciones amerindias con los hombres próximos y semejantes que para con los otros
como la esclavitud de los africanos o, hasta no hace mucho, el menos próximos y menos semejantes (en el orden de proba-
sometimiento de las mujeres. Y es también, aún ahora, ampa- bilidades y de semejanzas o de similitudes supuestas o imagi-
rándonos en la desemejanza que las sociedades de la letra nadas: familia, nación, raza, cultura, religión). Se dirá que es
escrita nos permitimos desplazar, robar y reducir a la miseria a un hecho (pero, ¿puede un hecho fundar y justificar una
las poblaciones ágrafas, de cuyas estrategias de supervivencia ética?): es un hecho que experimento, en este orden, más
podríamos aprender si tan sólo prestásemos oído y atención. obligaciones para con aquellos que comparten mi vida de
Pero, por el contrario, se las silencia. cerca, los míos, mi familia, los franceses, los europeos, aque-
Derrida: llos que hablan mi lengua o comparten mi cultura, etc. Pero
Un principio de ética o, más radicalmente de justicia, en el este hecho nunca habrá fundado un derecho, una ética o una política 7.
sentido más difícil que he intentado oponerle al derecho o
distinguirlo de él, es quizás la obligación que compromete mi Que de hecho sea así no quiere decir que deba ser así. La
responsabilidad con lo más desemejante, con lo radicalmente moral del «semejante» más bien parece salir al paso para jus-
otro, justamente, con lo monstruosamente otro, con lo otro tificar el hecho radical de que defendiendo a mis «prójimos»,
incognoscible. Lo «incognoscible» [...] es el comienzo de la ética, de la es decir, a aquellos que tengo cerca, que me cercan, estoy
Ley, y no de lo humano. Mientras hay algo reconocible, defendiendo mi cerco, me estoy defendiendo a mí mismo.
Esto, en efecto, no funda una ética, ni tampoco responde a un
ideal de justicia. Pues la justicia, en sentido ético, transciende
5 J. Lacan, «Introduction théorique aux fonctions de la psychanalyse en crimi- la legitimidad grupal.
nologie», en Écrits, Le Seuil, Paris, 1966, pp.125-149 [Trad. esp.: Escritos, Siglo
XXI, Buenos Aires, 2005, vol. I, pp. 117-141], citado en J. Derrida, Seminario:
La bestia y el soberano (2001-2001), Manantial, Buenos Aires, 2010, vol. I, p. 132.
6 Derrida, Seminario: La bestia y el soberano, p.138. 7 Ibíd., p. 139. Las cursivas son mías.
46 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 47

El concepto de semejante de Lacan conduce, según ¿Acaso la ética es algo que sirve tan sólo en tiempos de
Derrida, no sólo a todas las formas de racismo, también lleva a bonanza y se desecha cuando nos sentimos en peligro?
que se pueda infligir el peor sufrimiento a un animal sin ser Pensar de este modo es como ver venir el incendio y dedi-
sospechoso de la menor crueldad. No hay «crimen contra la carse a consolidar la madriguera. No, por mucho que intente-
animalidad», dice, ni crimen de genocidio en lo que concierne mos defender nuestras posesiones, no escaparemos al desastre.
a los seres vivos no humanos. Y en cuanto a las buenas inten- Porque nada es independiente. Ocuparse del grupo social al
ciones, éstas están cargadas de ingenuidad antropocéntrica. que pertenecemos, ocuparse de la manada y de su territorio,
por supuesto que ha de hacerse, pero desde una conciencia
Las declaraciones de los derechos de los animales que algunos más amplia. Si nos afanamos en preservar nuestros intereses
reclaman, aparte de que nunca llegan hasta condenar cualquier gremiales y nacionales en detrimento de los intereses mundia-
asesinato, se regulan casi siempre de una forma muy ingenua de les y planetarios no haremos más que ponerle un parche a una
acuerdo con un derecho existente, los derechos del hombre balsa que se hundirá tarde o temprano.
adaptados por analogía a los animales. [Tales derechos son] Quienes hablamos públicamente de derechos de los anima-
solidarios e indisociable y sistemáticamente dependientes de les en este país lo hacemos, hay que decirlo, con cierto miedo al
una filosofía del sujeto de tipo cartesiano o kantiano, que es ridículo, con temor a que se nos juzgue culpables de una terri-
aquella misma en nombre de la cual se ha reducido al animal a ble infracción de la lógica, la moralidad y el sentido común:
la condición de máquina sin razón y sin persona 8. ¿cómo vamos equiparar los animales con los seres humanos?
La risa, señores, es un arma defensiva. Un residuo del gesto
Es sin duda reconfortante hallar un filósofo en cuyo dis- de enseñar los dientes, como decía Darwin. Se ridiculiza para
curso sentirse amparado (aún cuando éste tenga, como es el neutralizar, por evitar algún daño, alguna brecha en las mura-
caso, no pocos detractores). Sobre todo, porque hemos lle- llas. ¿Por qué se sentirá ofendido el individuo humano cuando
gado al punto en el que generalmente suele uno percibir cierta se le equipara a un animal? Porque los considera inferiores. La
molestia en el auditorio, o incluso alguna sonrisa condescen- inferioridad es una noción sumamente útil: justifica la utiliza-
diente ligeramente reprimida en las comisuras de algunos ción e, incluso, el exterminio. Hasta hace poco, los occidenta-
labios. No estamos todos de acuerdo. Porque: Esto es irrele- les consideraron inferiores a las personas de otras etnias. Ni los
vante, aquí, en este foro, donde se está discutiendo seriamente pueblos andinos eran seres humanos (como se decretó en
de «cosas serias» – es curioso cómo uno puede sentirse Valladolid a mediados del XVI), ni los esclavos africanos de
importante cuando se pronuncia acerca de las cosas importan- América tenían alma. Tampoco se estaba seguro de que la tuvie-
tes –. ¿Cómo vamos a pensar en el maltrato animal o en el sen las mujeres hasta bien entrado el siglo XIX. Y aunque eso
deshielo cuando hay x millones de parados en este país? de tener alma pueda resultarnos a algunos bastante poco rele-
Sí, el «semejante» es cosa seria. Lo «otro», no. vante, el caso es que marcaba una diferencia lo suficientemente
significativa como para evitar que a un sector de la población se
le pudiese considerar «sujeto», es decir, un «semejante», un
8 Ibíd., p. 141-142. ser con conciencia de sí al que nadie puede agredir o violentar
48 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 49

sin ser inculpado (recordemos: desde la ética del «semejante» esquema que invita a establecerlas: un esquema jerárquico
no hay crueldad ni criminalidad salvo con el «próximo»). El bifocal e infantil: arriba y abajo, superior-inferior. Tenemos,
«alma» fue algo tan necesario para el capitalismo (después de indudablemente, una extraña propensión a verticalidad. Hay
serlo para los latifundios eclesiásticos) como el flogisto lo fue otras maneras, no obstante, de proceder. Cabe pensar otros
para la ciencia del XVII o la sustancia invisible para los aristoté- modelos en los que no se proceda ni por derivación (evolucio-
licos medievales que condenaron a Galileo 9. nismo) ni por comparación y equivalencias (estructuralismo).
La inferioridad es un requisito conceptual para la domina- Dentro de un marco realmente ético (que no moral, es dis-
ción. Y se sustenta sobre una serie de comparaciones. En el tinto), el respeto no se obtiene de acuerdo con el lugar que se
caso de los animales, éstas se establecieron en Occidente de ocupe, mayor cuanto más cerca se esté de la cúspide, sino por
acuerdo con el dictado bíblico: «Creced y multiplicaos; llenad el hecho de ser lo que se es, y siéndolo plenamente.
la tierra, y sojuzgadla» (claro que el Génesis fue escrito por un No puedo dejar de sorprenderme ante la poca amplitud de
hombre y no por un caballo, como decía Kundera). Las justifi- nuestro marco de indignación. Admiro demasiado las virtudes
caciones comparativas fueron formulándose ad hoc, como la del animal perdido en mí y deploro demasiado las macabras
existencia del flogisto, para probar algo que había sido decre- inclinaciones del animal humano y la falta de coherencia de
tado de antemano. La semejanza o la desemejanza que validan una racionalidad que, teniendo la lógica (y por lo tanto la jus-
el aprecio o el desprecio que podamos tenerle a un animal se ticia) por fundamento se empeña en proteger a ultranza la
siguen midiendo desde entonces de acuerdo a valores incues- propia especie en detrimento de las demás y, consecuente-
tionables e incuestionablemente antropocéntricos (que si es o mente, de la suya propia. No me siento superior a ningún ser
no capaz de reír, o de jugar, o de fingir que finge, que si un por el hecho de formar parte de una especie que ha desarro-
simio puede efectuar operaciones matemáticas, que si un ele- llado su capacidad intelectual a expensas de la noción sistémica
fante encuentra placer en pintar, que si el silbido de los delfi- que a todo animal pertenece.
nes es identitario, que si el ADN de la mosca del vinagre se Nada es independiente. No puede destruirse una especie
diferencia del humano sólo en un gen...¡vaya, aquí se nos ha sin que la cadena entera padezca las consecuencias y, cuando
colado una observación interesante!) que remiten a la identi- esto ocurre, también peligra la supervivencia de la especie
dad-sujeto con que el individuo humano pretende distinguirse. humana, lo cual es lamentablemente para muchos la única
Si conseguimos probar que un animal tiene conciencia de sí, razón del cuidado que habríamos de tener para con el planeta
esto le hará digno de respeto y tal vez incluso merecedor de cier- y la única que nos libra, a quienes hablamos de ello, de ver
tos derechos. Porque tener conciencia de sí es ser sujeto y sin alzarse algunos hombros o dirigírsenos sonrisas complacientes.
sujeto, no hay derecho que valga. El «semejante», de nuevo. Razón de especie que remite al cerco limitado de nuestro terri-
La cuestión, en realidad, no es tanto la evidente ingenui- torio y sitúa la aplicación de la justicia en el espacio exiguo de
dad con que establecemos este tipo de comparaciones como el nuestra balanza. Así de estrecho es nuestro marco10.

9 Véase A. Chalmers, Qué es esa cosa llamada ciencia, Madrid, Siglo XXI, 1984, p. 77-78. 10 Ha de quedar claro que la afirmación de la superioridad del ser humano sobre
50 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 51

¿Será demasiado amplio el sentido de la equidad desde el dignos de respeto que cualquier otro ser, tan sólo nos hace
que pudiera entenderse que el derecho a la vida, a la libertad y más desdichados.
al territorio de supervivencia no nos concierne tan sólo a los
seres humanos? Desde la conciencia de nuestra dimensión de plaga
La muy antigua fórmula de reciprocidad compartida por
tantas tradiciones: «no le hagas a los demás lo que no quisieras Ahora bien, alguien, dentro de la piel del diablo, podría pre-
para ti» podría volver a pensarse desde la ética del «seme- guntarme:
jante» pues, ¿quienes son «los demás»? Tanto en el Talmud —Sí pero, y si el planeta le dijera que, habida cuenta del
como en el libro de Tobías se trata de los demás hombres, por daño que la humanidad le está haciendo, iba a acabar con su
supuesto. Confucio era bien explícito al respecto: «lo que no vida, ¿dejaría que se la arrebatara sin ofrecer resistencia?
desees que te hagan a ti, no lo hagas a los demás hombres»11. La —Me defendería, es cierto.
ética del Buddha, en cambio, era más abarcante: «Todos los —¿Ah? Pero no decía usted... Su ética...
seres vivos desean la felicidad. Todos temen la muerte. Compa- —Sí, defendería mi vida, como cualquier animal: estamos
rándonos con los demás deberíamos abstenernos de herir o de programados de esta manera. Pero, ninguno de los movimien-
matar». ¿Será que el budismo no piensa dentro de los pará- tos que hiciera para ello haría que mi razón se opusiera o que
metros de la equivalencia lógica? No, sigue siendo una equiva- dejase de pensar que esto era lo justo. –¿Justo? ¿De qué justi-
lencia, sólo que aquí la semejanza no se mide atendiendo al cia estamos hablando?
rostro (ese rostro capaz de responder, como diría Derrida) sino
atendiendo a algo más radical: la condena a morir y el temor al ¿Es posible actuar sin ira? Justicia y acción desinteresada
sufrimiento y a la muerte.
Haber nacido, haber aparecido, haber caído al tiempo, La indignación suele estar precedida por otro estado de ánimo:
por un tiempo, desde el abismo de la no-vida merece, por el la perplejidad. Por un momento, nos quedamos perplejos,
sufrimiento que de hecho implica, el respeto del morituri te salu- suspendidos ante una desproporción. Luego, esa despropor-
tant. Y el sufrimiento añadido que, en los seres humanos, ción se transforma en un sentimiento, el de una injusticia.
deriva de su capacidad de anticipar el declinar irremediable, la «Justo», etimológicamente, significa lo que es según ley (ius).
conciencia del acaecer, la caída, y su rechazo no nos hace más ¿De qué ley estamos hablando?
No es la diké de Esquilo: venganza, retribución o némesis;
tampoco es exactamente la de Heráclito, la alternancia entre
los demás no es propia de todas las culturas, lo es, ante todo, del individuo tec- opuestos; la ley a la que me refiero se acerca más a aquel remoto
nocrático que habiendo dejado de poner su tekné al servicio de la supervivencia
la pone al servicio del beneficio. Esto es lo que distingue las sociedades, funda-
origen de las falsas virtudes que, como la justicia, eran para Lao
mentalmente agrarias, basadas en el principio de subsistencia de aquellas otras tsé, tan sólo un sucedáneo de algo que hubiésemos perdido:
basadas en el principio de productividad. El concepto, occidental y patriarcal,
de la naturaleza como recurso explotable, productivo, inferior y dominable, es
algo que no puede desvincularse de la tradición judeo-cristiana. Perdido el tao, comenzó a actuar su te (su virtud). Perdida la
11 Analecta IV, 5; XII, 2; XV, 23. virtud, le sustituyó el amor (jen : virtud de la humanidad).
52 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 53

Perdido el amor, se echó mano de la justicia. Perdida la justi- ofensiva. Justo será que cualquiera, confundiendo su descon-
cia, se quiso sustituirla por la cortesía. Pero la cortesía es poca tento con el sentimiento de injusticia que precede toda indig-
fidelidad y poca confianza y comenzó de los disturbios. La nación, defienda la parcela de su territorio (sus bienes, sus
ciencia o el conocimiento de estas virtudes es sólo flor del tao adquiridos «derechos»).
y comienzo de la estupidez. Y aquí es donde retomaré el último párrafo de la cita de
Cioran: «No es justo indignarse en nombre de quien nos ha
¿Sería posible una humanidad que se propusiese remontar enseñado a no indignarnos jamás».
desde sus saberes y sus falsas virtudes a aquello a lo que éstos Decía, al inicio de esta charla, que la indignación es la
vinieron a sustituir? manifestación de un malestar ante una injusticia o, más exacta-
Los principios de la economía capitalista: la conversión de mente, ante algo que consideramos tal. Cioran experimenta
los recursos del planeta en productos, de los medios de super- ese malestar, pero se contiene al recordar la enseñanza del
vivencia en medios de producción es resultado del ansia que ha emperador. ¿Por qué? ¿Porqué no indignarse?
hecho de la insatisfacción la rueda dentada de su engranaje (la Recordemos que Marco Aurelio era seguidor de los estoi-
insatisfacción es una de las claves del sistema de consumo). cos. Por una parte, la disciplina estoica enseñaba a despren-
Pero tanto el ansia como la insatisfacción descansan sobre el derse. Si quien se indigna defiende algo que de alguna manera
miedo. El miedo a perder, a perderse, a ser menos o a dejar de siente que le pertenece, ¿cómo habrá de indignarse quien
ser. Acumular para ser más y para seguir siendo. Nadie, tenga considera que nada le pertenece?
más o tenga menos, estará dispuesto a perder lo que tiene. Se Por otra parte, y más importante, a la ética de la Estoa pri-
indignará si siente en peligro los derechos que cree haber mitiva acompañaba una serie de directrices para el conoci-
«adquirido» en «propiedad» porque sentirá el despoja- miento de los movimientos del ánimo y la comprensión de sus
miento como una ofensa. Las leyes de nuestra sociedad defien- adherencias. «Conócete a ti mismo» es el conocido lema de las
den, antes que el bien común (que no es lo mismo que el bien escuelas griegas. Este «sí mismo» no se refiere al conjunto de
«público»), la propiedad «privada». ¿Privada de qué? De hábitos que conforman la personalidad, sino a algo más radical
relación con lo común, claro está, de responsabilidad para con y más común que tiene que ver con el funcionamiento de la
lo que le concierne al otro. Y aquí no puedo evitar recordar la psique, sus procesos senti-mentales, de los que el personaje
parte de Lacan que dejé en el tintero para seguir el discurso de (eso que «tiene» personalidad) dará muestras de una u otra
Derrida: el «semejante», el único realmente próximo, en manera, según sus circunstancias. Así pues, quien se conoce a sí
último término, siempre es uno mismo. De ser esto cierto (y mismo también será capaz de conocer al otro. Y quien conoce
todo apunta a que lo sea), ni la justicia ni las leyes estarían fun- al otro no espera de él otra cosa que lo que pueda dar. El que
damentadas en una equivalencia – un vaivén entre dos, un conoce la naturaleza del otro sabe qué puede esperar de él y qué
movimiento del uno al otro– sino en la identidad –la perdura- no y, siendo así, ¿cómo podría sentirse ofendido? Y allí donde
ción en lo propio: la protección de lo mismo–. El sistema no hay ofensa difícilmente podría haber indignación.
judicial se convierte así en una institución condenatoria (de ¿Qué esperamos de quienes nos gobiernan? Sin duda no
cualquier ataque contra lo establecido), defensiva y, en su caso, esperamos que nos procuren un mundo perfecto, pero a lo
54 CHANTAL MAILLARD 3. LA INDIGNACIÓN 55

mejor esperamos que arreglen el país. Nos gustaría pedirles al son la gran asignatura pendiente del Occidente capitalista y
menos, honestidad, pero ¿pueden? Sabiendo que en una demo- están siendo olvidados en la mayor parte de los pueblos que los
cracia adulterada ellos no son más que títeres deambulando por poseían, al ser éstos conquistados por nuestro sistema.
el escenario de la gran pantomima, sin la sabiduría necesaria Pero lo que sí puede hacerse, al menos, es explorar los tér-
para llevar a cabo la acción correcta, ¿qué esperamos de ellos? minos de nuestra indignación. Sus motivos. Considerar la ira.
Bien, pero, ¿quiere esto decir que, ante una evidente Sus causas. Averiguar la naturaleza de nuestra respuesta y sus
situación de injusticia, nos quedemos sin hacer nada? ¿No fines.
indignarse significa aceptar y aguantar? Si, según la definición de la indignación uno no puede
No se trata de esto, en absoluto. Ni la ataraxia ni la apatheia indignarse sin que le ataña personalmente, entonces, tal vez
son sinónimos de pasividad. Ambos conceptos evolucionaron, debería revisarse la pertinencia del concepto cuando lo aplica-
con el tiempo, hasta adquirir connotaciones en absoluto acor- mos a movimientos como los del 15M, cuya naturaleza fue, al
des con lo que fueron para las escuelas griegas. Ni la ataraxia era menos en un principio, de una amplitud de marco que tras-
falta de acción, ni la apatheia, apatía. Ninguno de estos términos cendía los intereses personales de sus integrantes. A no ser que,
se referían directamente a la acción práctica sino, antes bien, al como he sugerido, ampliásemos el marco de tal manera que lo
conocimiento de los movimientos del ánimo y su dominio. La que nos ataña deje de ser estrictamente personal, gremial o
ataraxia es ausencia de perturbación anímica y la apatheia, neutra- grupal, de acuerdo con el principio de racionalidad o de justi-
lidad del ánimo, ecuanimidad. Ahora bien, es con el ánimo cia de los que antes hablaba.
templado, y tan sólo así, que pueden emprenderse acciones ¿Somos capaces de indignarnos desinteresadamente, de
realmente justas o correctas. La ira provocada por lo que perci- considerar nuestros intereses personales dentro de una ética
bamos como una ofensa personal, dará como resultado res- global? ¿Somos capaces de tener en cuenta que nuestra vida
puestas igualmente personales, carentes de alcance universal y, vale tanto a nuestros ojos como lo que cualquier otra vida vale
por tanto, injustas. En una tradición aparentemente más ale- para quien la vive y actuar en consecuencia? ¿Tenemos volun-
jada de la nuestra, aunque bien conocida por los estoicos, es tad de unir los esfuerzos y los conocimientos para inventar un
también de esta neutralización de los movimientos del ánimo sistema mejor, más equitativo y respetuoso, más justo?
de lo que trataba la enseñanza que Krisna le proporciona a De no hacerlo así, debemos saber que nuestras acciones, en
Arjuna cuando le ve dudar ante la necesidad de combatir con- el mejor de los casos, no harán más que darle otra vuelta al
tra sus familiares: actuar sin interés personal, luchar, pero con proceso dialéctico, un cambio más dentro de una Historia que
el ánimo ecuánime, es la acción justa. Para Marco Aurelio, esto llega a su fin. De no ser que seamos capaces de actuar sin ansia,
sería actuar acorde con el principio racional. sin interés personal, con generosidad, con ecuanimidad, haga-
Lamentablemente, la Historia de Occidente no ha evolu- mos lo que hagamos, este sistema seguirá en pie, corrompido y
cionado a partir de sus antiguas sabidurías. La observación de funcionando, perpetuando la situación de indefensión moral y
la mente y sus procesos se dejó de lado por otro tipo de obser- práctica en la que ahora nos encontramos.
vación, más inmediata, y no parece que haya tiempo ni dispo- No les ocultaré la pregunta que me inquieta: ¿qué pasaría
sición suficiente como para recuperar estos conocimientos que si, pactando, se nos devolviesen los derechos (o beneficios) de
56 CHANTAL MAILLARD

los que estamos siendo privados? Mucho me temo que todos, SIGNOS DE VIDA PARTICULAR
en este país, volveríamos a dormir, tan insatisfechos como EN LA ERA DE LA REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA:
antes aunque más tranquilos, y nos abstendríamos de indig- ECONOMÍA, POLÍTICAS DE LA VIDA Y DESAFÍOS
narnos por aquellas otras injusticias que sostienen nuestra ilu- AL CONCEPTO DE «DIGNIDAD»
soria y precaria tranquilidad. Esto es a lo que Marco Aurelio
llamaría, simplemente, no tener conciencia política. Vittoria Borsò
Heinrich-Heine-Universität, Düsseldorf

El momento emblemático de la historia de la emancipación


europea para la movilización de sujetos, en tanto que agentes
políticos, es el contrato social de Rousseau. El sujeto reconoce,
pues, la libertad como derecho natural y a la vez decide por su
propia voluntad transferir esta libertad a la voluntad general.
Así, la renuncia a la libertad propia es total, incluyendo tam-
bién la propia vida y el propio cuerpo, los cuales se encontra-
rán bajo la tutela del cuerpo social. La mediación entre la vida
personal y el conjunto social, es por ello una política de la vida,
es biopolítica. Quizá se comprende por qué el título de este
texto reza «Signos de vida particular».
Ahora bien, las transformaciones de dicha mediación hacia
la actual economía de la vida como sustituto de la política nos
demuestran la necesitad de reivindicar lo que se abandonó a la
tutela pública: la vida. La ira del pueblo indignado es pues un
fuerte signo del daño sufrido y del deseo de retomar la vida en
sus propias manos. Las palabras de los indignados colecciona-
das por Ignacio Ramonet a principios de junio de 2011 son
58 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 59

testigos de este deseo. Ramonet recogió estas palabras deambu- –siendo éste el hilo conductor de la primera parte de mis
lando por las casetas de la acampada del Movimiento 15 de reflexiones—
Mayo en la Puerta del Sol de Madrid, luego pronto desmante- b) acerca del medio en el que este programa se inscribe. No
lada, y recopilando los aforismos, lemas y axiomas de los son las frases de las asambleas públicas retransmitidas en la
«indignados» en muros, pegatinas y pancartas1. Recuerdo que televisión, sino más bien las huellas de las inscripciones perso-
Ignacio Ramonet nació y creció en Tánger durante el exilio de nales en el espacio, lo que, según Henri Lefvrebe, podría ser
los padres, españoles republicanos. Es por tanto – tal como una nueva urbanidad 2. La acción de Ramonet es por ello, un
Stéphan Hessel, ex internado en campos de concentración – acto de rebeldía transversal. Con la ira encarnada en los muros
un personaje que encarna los traumas de la historia y la exigen- reconstituye el espacio diferencial, contestatario y particular de
cia de la indignación. Las más de doscientas sentencias indig- los que salieron a la calle. Sus palabras inscritas en los muros
nadas recogidas por Ramonet son inscripciones de la ira en el son signos indexales de sus presencias, son testigos de quienes
espacio urbano, antes de que la spanishrevolution se transformase han dicho no a la gestión de sus vidas por el sistema heteró-
en discursos de asambleas. Esos muros que tomaron la palabra, nomo. Precisamente por eso, el espacio de contestación en la
¿qué nos dicen? Esencialmente, nos comunican siete mensajes era de las nuevas tecnologías será el objeto de la segunda parte
capitales, observa Ignacio Ramonet: de mis reflexiones.
1) que el Movimiento 15-M marca el inicio de un tiempo
nuevo tanto político como cívico;
2) que la democracia representativa ya no funciona; Palabras de indignados:
3) que la corrupción gangrena la vida pública; un desafío a la gubernamentalidad
4) que los mercados, los financieros y los banqueros (sin
haber sido elegidos) son los que en realidad mandan; El primer mensaje mencionado por Ramonet, es la declaración
5) que la gente está harta del paro y del trabajo precario; de la quiebra o literalmente de la bancarrota del sistema polí-
6) que los ciudadanos deben apostar por la no-violencia y tico basado sobre la representación del pueblo, siendo la repre-
la solidaridad; sentación el principio de la democracia moderna que emerge
7) pero también por la lucha, la resistencia y la ofensiva. cuando el individuo renuncia al derecho natural de la libertad
En total, dice Ramonet, estas más de doscientas sentencias en favor de su representación por la voluntad general y el
indignadas constituyen, en cierto modo, los fragmentos de un cuerpo social. Es el comienzo del arte de la gestión del pueblo,
nuevo discurso revolucionario. No obstante, la acción mediática lo cual sustituye el poder soberano e instaura la política guber-
de Ramonet merece una observación en dos niveles distintos:
a) con respecto a las demandas y los postulados de lo que él
llama el inicio de un tiempo nuevo tanto político como cívico
2 Henri Lefevbre, «The Production of Space», en U. Lewitzky (ed.), Kunst für
alle? Kunst im öffentlichen Raum zwischen Partizipation, Intervention und Neuer Urbanität, Biele-
feld, transcript, 2005, pp. 53-63. Cf. también J. Barja y F. Duque, J. Gallego
1 Le monde diplomatique, nº 189, Julio 2011. (eds.), «No ciudad», en Revista Sileno, vol. 14-15, Madrid, 2004.
60 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 61

namental, una política que se basa en el difícil equilibrio entre multiplicar y garantizar las libertades, que, sin embargo, no
la racionalidad del individuo y la del estado. Precisamente esto son las libertades de los sujetos particulares en nombre de lo
transforma también el concepto clásico de dignidad. que el liberalismo dice actuar. Son más bien las libertades
Los mensajes 4 y 5 describen la transformación de la polí- del sistema liberal. Dice Foucault en Sécurité, Territoire, Popula-
tica gubernamental en el poder financiero, que en el siglo XIX tion, la última lección del 5 abril de 1978 en el Collège de France:
y XX desembocó en técnicas de gestión liberal y neoliberal. El
«un gouvernement omniprésent [...], tout en respect [an
mensaje 5 es el que nos concierne directamente, dado que es la
la spécificité de l’économie» [doit] «gér[er] la société,
demanda más urgente de los jóvenes cuyo futuro se presenta
[qui] gérer le social»5.
como vida precaria. Si seguimos el hilo de los argumentos de
Foucault, ofrecidos en las lecciones de 1979 en el Collège de c) En el neoliberalismo esta aporía se radicaliza. La libertad
France, publicadas en 2004 con el título Naissance de la biopolitique, del mercado y la competición son los valores absolutos cuya
observamos que el liberalismo y el neoliberalismo se rigen por vigencia el estado debe asegurar, así que el neoliberalismo
el paradigma de la biopolitica3. En ese sentido, la transforma- se constituye bajo el signo de una permanente interven-
ción del liberalismo en el siglo XIX implica dos operaciones: ción. En última instancia gobierna la oligarquía de los que
tienen la gestión del mercado. En su lección del 14 de
a) a inversión de la relación entre voluntad personal y con- febrero de 1979 dice Foucault que esta gestión es todavía
junto social y, asimismo, la inversión del sujeto de la pri- más insidiosa, pues se oculta bajo el principio supuesta-
mera modernidad, aquel sujeto que había entregado su mente «natural» de la competición6.
derecho natural de libertad al cuerpo social cuya gestión del
pueblo se fonda sobre el derecho jurídico. El sujeto neoli- Sin embargo, ésta, no es la última transformación, la que
beral, en cambio, se disocia del orden jurídico. Es un mero emergió con la ruptura de la burbuja de 2007. En lo siguiente
sujeto de interés. Su interés es el único principio. Por ello, nos ocuparemos de esta última fase.
el liberalismo requiere, en vez de la autolimitación del No es por casualidad que la movilización subversiva contra
sujeto, la autolimitación del Estado. la economía se ha sustituido a la crítica de la política. El mismo
b) Pero ésta es la aporía del liberalismo: El gobierno se debe Ramonet es uno de los mayores representantes del movimiento
autolimitar y este principio requiere a la vez que el mismo antiglobalización7, una globalización que ocurre sobre los flu-
gobierno intervenga4 permanentemente para aumentar, jos de las finanzas a nivel mundial. Su artículo en Le Monde
Diplomatique de 1997 dio lugar a la creación de (ATTAC)8, la
3 Foucault denomina el objetivo de sus cursos: «Etudier le libéralisme comme
cadre géneral de la biopolitique». M. Foucault, La Naissance de la Biopolitique,
Paris, Gallimard/Seuil, 2004, p. 24. 5 M. Foucault, Securité, Territoire, Population, Paris, Gallimard, 1994, p. 300.
4 «[…] une économie de marché sans laissez-faire, c’està-dire une politique 6 Foucault, La Naissance de la Biopolitique, p. 136.
active sans dirigisme. Le néolibéralisme [va se placer] sous le signe d’une vigi- 7 I. Ramonet, La catástrofe perfecta. Crisis del siglo y refundación del avenir. Madrid, Icaria, 2010.
lance, d’une activité, d’une intervention permanente.» Foucault, La Naissance de 8 Desde 1990 hasta 2008 fue director de la publicación mensual, Le monde Diplo-
la Biopolitique, p. 147. matique, y de la publicación bimensual, Manière de Voir.
62 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 63

Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y comparada con un tsunami, es inmenso. Fue la crisis de las
por la Ayuda a los Ciudadanos (en favor del control democrá- hipotecas subprime –hipotecas basura–, una crisis financiera, por
tico de los mercados financieros). Con otros intelectuales acti- desconfianza crediticia, que como un rumor creciente, se
vistas como – además de Stéphane Hessel, también Michael extendió inicialmente por los mercados financieros america-
Hardt, Tariq Ali, Gayatri Spivak, Slavoj Žižek, Saskia Sassen, nos y es la alarma que pone el punto de mira en las hipotecas
Christian Marazzi y otros, participó en el Suversive Forum in basura europeas desde el verano del 2006, evidenciándose en
Zagrabia, en mayo de 2012, en el que fue criticada la crisis el verano siguiente con una crisis bursátil. Hoy en día, los
económica europea desde el punto de vista de los derechos de mercados ya están contando con que el sistema no funciona
la vida. Así, la economía es hoy en día la fórmula política que debido al endeudamiento insostenible con respecto a las previ-
conlleva el retorno a varios grados de poder sobre la vida, siones de crecimiento del PIB. Sin embargo, no son los mode-
espectacularmente, visualizado a escala mundial la primera vez los abstractos los que, por ende, sufren de los golpes del tsu-
en 2007/2008, con la ruptura de la burbuja financiera en nami: es más bien la calidad de cada vida particular. Varias
EEUU y luego en España. existencias han sido literalmente destruidas con la crisis del
El mencionado Christian Marazzi, teórico de la cultura y 2007 en EEUU, a lo que sigue la burbuja inmobiliaria en
economista suizo, quien se formó en la tradición del operaismo España, arruinándose bajo el peso del extremo ahorro y de la
italiano y en el activismo junto a Toni Negri, analizó la genealo- precariedad del trabajo. Es contra esta situación que se dirige la
gía de las últimas transformaciones de la gubernamentalidad sentencia No. 5 de los indignados: «que la gente está harta del
neoliberal, diagnosticando un pasaje del dispositivo político paro y del trabajo precario».
del gobierno de la vida al dispositivo de la productividad de la Estamos frente al retorno de la soberanía en condiciones de
vida bajo el gobierno del capital. En la medida en la que el extremo liberalismo. ¿Cómo tiene lugar esto? ¿Y cómo salir?
capital corresponde a la ley del aumento, así el biocapitalismo Marazzi analiza la «racionalidad» de un sistema basado sobre el
se transforma en un imperialismo, pues somete cada forma de crecimiento ilimitado que necesita un continuo aumento del
vida al proceso de trabajo, integrándola en los mecanismos de consumo y del beneficio. El consumo se sostiene, sin embargo,
la producción de valor. Sin embargo, al integrar la vida endeu- por un capital que no proviene de retribuciones, sino de deri-
dada, el sistema la disocia, haciendo de ella una vida desnuda, vados financieros cuya contrapartida son los asalariados alta-
sin valor. Ahora bien, si Foucault había visto en el liberalismo mente endeudados. Ya en su estudio sobre la crisis de
el paradigma de la biopolítica, la crisis del sistema financiero 2007/2008, la profecía de Marazzi parece la descripción de la
global desde 2007 es el momento en el que la gubernamenta- situación de hoy en día: deudas, bloqueo del trabajo, precarie-
lidad demuestra su naturaleza como poder soberano. Pues el dad, vidas precarias. Las soluciones no son fáciles, a pesar de la
costo de la crisis de la burbuja de endeudamiento que The Eco-
nomist denominó «The biggest bubble in history»9 y luego fue
bién a los artículos de C. Marazzi y L. Bazzicalupo, en V. Borsò y M. Cometa
(eds.), Biopolitk – Bioökonomie – Bio-Poetik im Zeichen der Krisis. Über die Kunst, das Leben zu
9 C. Marazzi, Finanza bruciata, Bellinzona, Casagrande, 2009, p. 25. Remito tam- bewirtschaften, Bielefeld, transcript (en prensa).
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creencia de algunos cuando proponen el retorno a la austeridad brir el espacio particular a la creatividad humana, el espacio de
de los costumbres o a la economía real contra los derivados de las diversidades y del buen vivir13. La condición para que el
riesgo crediticio, pues la fusión de economía y financia ya no es decrecimiento tenga lugar es la eliminación del totalitarismo
reversible. Se tiene que analizar la clave de la transformación económico. Sin embargo, la realización de proyectos de este
hasta las últimas consecuencias. Y esta clave es, como lo analizó tipo en escala mundial es dudable, debido al profundo grado de
Giovanni Arrighi, la lógica del crecimiento ilimitado de la ren- mediatización con el que economía y tecnologías penetran las
tabilidad, una lógica que ganó aplicaciones y espacios cada vez vidas humanas en todos los niveles. Por ello hace falta el análi-
más grandes10, hasta considerar como lícito el riesgo de produ- sis de las aporías de la gubernamentalidad y de los momentos
cir «vidas desnudas», como las víctimas de la catástrofe de los genealógicos de sus transformaciones. Allí podemos encontrar
subprimes que llevaron a la ruptura de la bola financiera11. A la a) la matriz que, como hemos visto, nos llevó, con formas
vida como rentista corresponde directamente el consumo de la diversas, a la profunda crisis actual; b) las huellas de potenciali-
parte de asalariados adeudados12. Marazzi demuestra la trans- dades que fueron excluidas y que podemos restituir corrigiendo
formación de la financiación que, siendo la predominante de la economía de nuestra emancipación. Así, encontramos el
las finanzas en la macroeconomía –garantizada por las refor- momento genealógico de la matriz de las transformaciones que
mas políticas, económicas y monetarias–, pasó a ser el princi- provocaron la indignación no solamente de la juventud espa-
pio que hace que los mecanismos de la economía financiera ñola, sino en todo el mundo, tal y como se expresa en el men-
dominen y penetren en las vidas singulares. ¿Y cómo salir?: saje no. 2 que Ramonet ve en las palabras de los Indignados:
Analizando radicalmente las aporías de la economía respecto a «que la democracia representativa ya no funciona».
la vida concreta. Una de las aporías más deslumbrantes y a la
vez inobservadas por la sociedad del crecimiento en la que nos
encontramos es la desproporción entre el crecimiento, que es El colapso de la representación política
la racionalidad de la economía, frente a la finitud del ser
humano y la naturaleza. Es sin embargo dudoso, aunque segu- La democracia representativa, es decir, el tipo de régimen
ramente sugestivo, que propuestas como las del ecónomiste y democrático surgido en la modernidad y que se diferencia de la
filósofo francés Serge Latouche pueda solucionar las crisis. democracia clásica por la elección de los representantes encar-
Latouche propone la sociedad del decrecimiento, que no es un gados de tomar las decisiones que afectan al conjunto de una
crecimiento negativo, es decir la expresión contradictoria de la ciudadanía cada vez más amplia, marca el pasaje de la soberanía
idea de crecimiento en el imaginario colectivo. Tampoco es una del siglo XVI al arte de gobernar moderno. La genealogía de
alternativa, sino una matriz de alternativas que permiten rea- este nuevo tipo de gobierno es el tema de las lecciones de Fou-

10 Acerca de las medidas concretas que llevaron al desarrollo y el crecimiento de la


crisis remito a Marazzi, Finanzia bruciata, pp. 64. 13 Latouche se refiere a iniciativas desarrolladas en el Norte y en el Sur de Amé-
11 Ibid., pp. 56, 58. rica, por ejemplo la región autónoma de los neo-zapatistas de Chiapas, o
12 Ibid., pp. 51. regiones autónomas en Ecuador.
66 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 67

cault – de enero hasta abril de 1978 – que terminan con Seguri- Los cuerpos de los ciudadanos desaparecen en el cuerpo
dad, territorio y población y que continuaron en el año 1979 con el neutro de la voluntad general, pues las leyes que tutelan el con-
análisis del liberalismo y del neoliberalismo de tipo americano trato deben tener en cuenta la voluntad general, nunca a un
y alemán. El análisis del arte de gobernar demuestra la econo- individuo –los correspondientes pasajes del segundo libro del
mía del arte de gobernar, entendida en un primer momento, contrato social son deslumbrantes–. Este tipo de gobierno
en el siglo XV, en el sentido de un orden para administrar la requiere sujetos madurados moral y políticamente para que
casa. En la etimología griega oikonomia –vocablo formado por puedan comprender e implementar la voluntad general, y que
oikos (casa, patrimonio) y némein (administrar)– significa preci- esta sea libre de interferencias.
samente el orden o la administración de la casa o del patrimo- Ahora bien, la vida personal no interesa entonces al legis-
nio familiar. Rousseau usa el modelo de la familia precisa- lador –esta figura vaga que de todas maneras tiene poderes
mente para resolver el gran problema del arte de gobernar, es soberanos–. Se podría suponer que el liberalismo repara en
decir, el equilibro entre la voluntad personal y la voluntad este fallo del Contrato Social, cuando considera, en vez de reglas
general. Percibe sin embargo las dificultades entre los dos jurídicas, la libertad del mercado como principio regulador de
principios opuestos, como de la transposición del modelo del la sociedad, sustituyendo al sujeto jurídico el «sujet d’interet»
pater familiae a la gestión general del estado. ¿Cómo organizar la ( sujeto de interés), esto es, el interés personal del individuo.
traducir, al tamaño del territorio del Estado, un equilibrio tan Sin embargo, hemos visto que tampoco el liberalismo resuelve
difícil como el pacto familiar, esto es, la protección por el dicha aporía. Al contrario, bajo la autolimitación del estado se
padre de los miembros de la familia que, en cambio, renun- favorecen las libertades del sistema y se permite que una oligar-
cian de libre voluntad a su propio derecho natural de libertad quía pueda ejercer su propio derecho en nombre de pocos
personal? La solución de Rousseau asume grandes costes para «sujets de interés» (sujeto de interés), así que, para la mayo-
asegurar la asociación del individuo al conjunto, requiriendo ría, reina otra vez la precariedad de la vida con los mismos
hasta la integración de su propio cuerpo y de su propia vida en efectos del poder soberano premoderno.
la voluntad y en el cuerpo social:

Este acto de asociación produce un cuerpo moral y colectivo, Colapso del concepto de «dignidad»
compuesto de tantos miembros como de votos tiene la asam- en sus acepciones modernas
blea, recibiendo de ese mismo acto su unidad, su yo común,
su vida y su voluntad 14.  Es menester una segunda observación: «la moral y política del
ciudadano» es un requisito necesario a garantizar las «igual-
dades entre los hombres». Precisamente aquí encontramos la
14 Jean-Jacques Rousseau, Du Contrat social, (Libro 1, cap. 6) : [Cet acte d’association
produit un corps moral et collectif, composé d’autant de membres que l’assem-
blée a de voix, lequel reçoit de ce même acte son unité, son moi commun, sa vie
et sa volonté], Bernard Gagnebin y Marcel Raymond (eds.), OEuvres complètes 5 tant, au lieu de la personne particulière de chaque contractant, cet acte d’associa-
vol., vol. III, París, Gallimard (La Pléiade), 1970, p. 361. Cf. también: «A l’ins- tion produit un corps moral et collectif. « Rousseau Du Contrat Social, p. 361.
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matriz que legitima nuevas escisiones, es decir, la exclusión de 6) que los ciudadanos deben apostar por la no-violencia y la
aquellos que no se consideran moralmente y políticamente solidaridad;
maduros. En los discursos de Bolívar se observa claramente que 7) pero también por la lucha, la resistencia y la ofensiva.
el «Liberador», en base a este principio, decide expulsar del
cuerpo social los cuerpos de la gleba, los indios rebeldes, peli- Los términos solidaridad, lucha, resistencia y ofensiva
grosos porque ponen un peligro a la madurez política del disienten de las implicaciones del concepto moderno de digni-
estado15. Para asegurar esto Bolívar propone un cuarto poder, dad. Pues la dignidad, o «cualidad de digno», que deriva del
el poder moral, con la tarea de vigilar a los que ponen en peli- adjetivo latino dignus y quiere decir «valioso», desde la moder-
gro el estado anticipando asimismo el principio que dará lugar nidad, hace referencia al valor inherente al ser humano en
a las dictaduras del continente. Sin embargo, el principio de cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, y ade-
madurez moral es el principio fundador de la representación más al concepto moderno de persona que puede y debe mode-
política y retorna hasta hoy en día bajo varias formas de racio- lar y mejorar su vida mediante la toma de decisiones y el ejer-
nalidades, incluyendo la razón económica de los modelos abs- cicio de su propia libertad. La dignidad se explica en buena
tractos productores de las burbujas financieras, que permite medida por la voluntad o autonomía propia del ser humano.
que sólo pocos, o sea los que forman la oligarquía de las finan- Según el significado etimológico de la voz griega ‘auto-nomía’,
zas, sean dignos de ejercer su libertad personal. También a ya no es un mero súbdito, ya no está bajo el dictado de otro,
causa de dichas aporías que acompañan el neoliberalismo me sino que es un ciudadano17.
parece absolutamente necesaria la crítica del concepto de Precisamente autonomía y dignidad son dos ideas regulati-
«persona» llevada a cabo por Roberto Esposito, quien aboga vas con respecto a la perfectibilidad de la sociedad y del género
por una subjetividad y por formas de vidas particulares que no humano, cuyo desarrollo es supuestamente teleológico. La
se coagulen en sujetos16. perfectibilidad está vigente hasta el día de hoy bajo la máscara
¿No nos enseñan pues las palabras de los indignados que de la autonomía absoluta aparentemente otorgada al género
debemos repensar el concepto de dignidad más allá de la dig- humano por las tecnologías.
nidad del ciudadano? De hecho, veamos ahora las últimas dos Ahora bien, en la historia de Occidente la emancipación
sentencias en el catálogo de mensajes de los indignados puestos fue considerada el respaldo de una pacificación moral de la
en evidencias por Ramonet: humanidad: el ser humano, varón o mujer, niño o anciano,
enfermo o sano, religioso o ateo, malvado o benevolente,
blanco o negro, es «siempre digno», porque puede decidir
15 Véase V. Borsò, «L’effet Rousseau. Glanz und Elend einer transatlantischen acerca de la manera de ser o de vivir. Pero esto vale sólo en un
Rezeption», en S. Leopold, G. Poppenberg, Planète Rousseau. Zur heteronomen Gene-
alogie der Moderne (en prensa).
16 Aunque la solución propuesta por Esposito, es decir, el concepto de «tercera
persona» derivado de Simone Weil, puede parecer problemática, es impor- 17 Como vieron ya Platón, Pico della Mirandola y Kant, sólo el que sabe y puede
tante la crítica y la postulación de sujetividades abiertas al evento de la comuni- gobernarse a sí mismo, según un principio racional resulta «señor de sus
dad (R. Esposito, Terza persona. Politica della vita e filosofia dell’impersonale, Torino, acciones» y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre, capaz de
Einaudi, 2007.) regular su comportamiento según normas propias.
70 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 71

nivel teórico. En la práctica, dicha decisión no es dada a todos. neurocognitivas. Por lo que concierne a la autonomía del
Así que la vida humana sigue siendo respetable a condición de sujeto, como acabamos de ver con el ejemplo de Rousseau, el
que sea algo más que vida desnuda18. La vida abyecta o psíqui- sujeto moderno se forma en condiciones de heteronomía. La
camente enferma tiene valor sólo si es capaz de transformarse formación de sujetos presupone, de hecho, una subjetivación
en vida con sentido, o sea, biografía. Precisamente en base a en el doble sentido que Foucault le da al concepto de sujeto, o
este principio, la «humanidad» siempre excluyó de los «dig- sea, sometido a las reglas pastorales o morales y luego raciona-
nos» a los que «todavía» no lo son, es decir, no son suficien- les que pretenden fortificarle y a la vez autentificarle. El sujeto
temente valiosos para el ejercicio de la humanidad. no es soberano20 en el sentido de una sustancia o una instancia
La dignidad continúa siendo un producto de la racionali- jurídica fundacional, sino que es fundado por prácticas para-
dad, la autonomía y el libre albedrío, esto es, el resultado del dójicas que constituyen al yo subjetivándolo. Autonomía es,
buen equilibrio moral y emocional. Ni siquiera la Declaración por ende, un mito moderno. La heteronomía de los sujetos es
de los Derechos Humanos de 1948, a la que se refirió también aún más transcendente en la era de los nuevos medios. Pues,
Stéphan Hessel, logra tutelar que la dignidad humana incluya con el aumento de las tecnologías de emancipación no crece la
«al ser más abyecto», al que hay que reconocerle la dignidad independencia del sujeto, sino más bien el poder de las tecno-
como posibilidad de ser otra cosa que lo que es definido como logías sobre él. Así que en el sistema neoliberal el crecimiento
«persona humana»19. del poder económico-financiero y de las tecnologías es el obje-
Los conceptos clave de sujetos «dignos» –racionalidad, tivo autorreferencial tanto de las financias como de los medios
autonomía y libre albedrío– son la tierra prometida de la de masa. Es pues necesario el análisis genealógico de las aporías
«humanidad» a pesar de ser desmentidos no solamente por la de la modernidad también con respecto a la dignidad enten-
historia occidental, sino también en el contexto de las ciencias dida como autonomía del sujeto.
En su lectura del ensayo de Kant Qu’est-ce que les Lumières? 21,
Michel Foucault pone en tela de juicio el éthos de la emancipa-
ción del hombre y subraya que dicho éthos consiste en una crí-
18 Giorgio Agamben, cuya visión apocalíptica del poder sobre la vida es criticable,
sin embargo postula por una política que separe la definición de la vida de lo
jurídico: «no existen, primero, la vida como dato biológico natural y la ano-
mia como estado de naturaleza y, después, su implicación en el derecho
mediante el estado de excepción. Por el contrario, la posibilidad misma de 20 «Il faut distinguer. En premier lieu, je pense effectivement qu’il n’y a pas un
distinguir vida y derecho, anomia y nomos coincide con su articulación en la sujet souverain, fondateur, une forme universelle de sujet qu’on pourrait
máquina biopolítica… Mostrar el derecho en su no relación con la vida y la retrouver partout. Je suis très sceptique et très hostile envers cette conception
vida en su no relación con el derecho significa abrir entre uno y otra un espa- du sujet. Je pense au contraire que le sujet se constitue à travers des pratiques
cio para esa acción humana, que un tiempo reclamaba para sí el nombre de d’assujettissement, ou, d’une façon plus autonome, à travers des pratiques de
‘política’». (G. Agamben, Estado de excepción, Homo sacer II, Madrid, Pre-Textos, libération, de liberté, comme, dans l’Antiquité, à partir, bien entendu, d’un
2004, p. 127.) certain nombre de règles, styles, conventions, qu’on retrouve dans le milieu
19 A esto se refiere explícitamente la crítica de la persona por parte de Roberto culturel.» M. Foucault, «Une esthétique de l’existence  (1984) «, en Dits et
Esposito. Cf. También R. Esposito,»Communitas, Immunitas, Biós», en Vit- écrits, Paris, Gallimard, 1994, vol. IV, p. 730-735, p. 733.
toria Borsò (ed.), Wissen und Leben, Wissen für das Leben. Bielefeld, transcript, en 21 M. Foucault, «Qu’est-ce que les Lumières?» (1983), en Dits et écrits, vol. IV, p.
prensa (2013). 562- 578.
72 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 73

tica permanente de nuestra forma de ser histórico22 lo que, ciaciones con lo universal el potencial de un continuo proceso
desde Aristóteles, implica una postura crítica acerca de los ético-crítico. El punto de partida del sujeto propuesto por
límites que definen lo humano23. Si en la época premoderna Foucault no sería la extensión del sujeto de interés del libera-
los límites de lo humano se definían con respecto a lo que lismo, sino la autoreflexión sobre sus propios límites. Pues los
estaba excluido del espacio de la razón, a partir de la moderni- límites del sujeto son también una chance. De la relación
dad, los límites marcan más bien la interrelación entre lo par- intrínseca entre lo particular –sujeto, sociedad, nación y cul-
ticular y lo universal24. Desde la modernidad el ser humano se tura singular– y lo universal, Foucault deduce asimismo una
encuentra «en el límite» en doble sentido25: como confín, es definición post-metafísica del sujeto y del poder. Además, le
decir, contacto con el especio del otro y por lo tanto también da un giro a la tesis del límite del sujeto. Pues, si bien lo parti-
como límite de su propia existencia. En el sentido de «con- cular está limitado por lo universal, sin embargo, vale también
fín», el límite es una interacción. De hecho, lo universal lo contrario, es decir, lo particular es un límite para lo univer-
limita tanto a lo particular y viceversa. Subrayando y tal vez for- sal. Derivan de ello dos conclusiones:
zando este momento en el texto de Kant, Foucault resuelve de
otra manera el problema del equilibrio entre la voluntad del – Sujetos y vidas particulares limitan al conjunto que les
individuo y el conjunto. El éthos de la modernidad, según Fou- subordinan por la producción transversal de espacios de
cault, no puede ser solamente la creación de nosotros mismos vidas singulares. Los signos indexales de esta rebelión son las
en nuestra propia autonomía, sino que requiere también la salidas a la calle, pacíficas en cuanto solidarias, sin embargo,
autocrítica permanente. Así que la autonomía del sujeto está rebeldes contra la sumisión a la matriz de poderes sobera-
limitada por lo universal, a la vez que encuentra en sus nego- nos – que hoy en día provienen del sistema financiero.
– En este giro se halla el momento clave de la crítica del uni-
versalismo imperialista, llevada a cabo por el reconocimiento
22 «Un ethos philosophique qu’on pourrait caractériser comme critique perma- de la diversidad de los sujetos particulares y propiamente este
nente de notre être historique» (Foucault «Qu’est-ce que les Lumières?», p. reconocimiento hace que unidad y universalidad sólo pue-
571). El filósofo francés define «la crítica permanente» como «réflexion phi- dan ser entendidas como categorías de la solidaridad.
losophique» acerca del cuestionamiento de la manera de ser histórico según las
condiciones del Presente (Foucault «Qu’est-ce que les Lumières?», p. 572.)
23 Foucault «Qu’est-ce que les Lumières?», p. 574-576. De hecho, en De anima En base a estas reflexiones se cambia también el concepto de
Aristóteles establece la primera demarcación entre el ser humano y el animal,
el ente excluido del logos quedando definido por la simple función de la nutri-
dignidad. Lo que se tiene que proclamar no es el fortaleci-
ción, y funda el concepto de lo humano en detrimento del animal. miento de un sujeto valioso, sino la dignidad de la vida bajo
24 Así reza también el pasaje del ensayo de Kant que Foucault considera central: todas las condiciones. La solidaridad de los indignados requiere
«Je dois me reconnaître comme sujet universel, c’est-à-dire me constituer
dans chacune de mes actions comme sujet universel en me conformant aux
una conceptualización inherentemente afirmativa de la vida26,
règles universelles» (M. Foucault, «A propos de la généalogie de l’éthique : un
aperçcu du travail en cours», en  Dits et écrits, vol. IV, p. 383-411, p. 411.
25 Véase también el estudio de F. Duque, Los Buenos Europeos: Hacia una Filosofía de la
Europa Contemporánea, Oviedo, Nobel, 2003; además AA.VV, Buscando Imágenes para 26 R. Esposito, Bios. Biopolitica e filosofia, Einaudi, 2004. [Trad. esp.: Bíos. Biopolítica y
Europa. Madrid, CBA, 2006. filosofía, Buenos Aires, Amorrortu, 2006.]
74 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 75

de cada vida particular, más allá de las racionalizaciones o Nuevas formas de reproductibilidad técnica:
moralizaciones heroizantes. los enredos entre economía legal e illegal
Laura Bazzicalupo, una de los representantes de la filosofía en el espacio público de las tecnologías
política italiana que se adscribe a la bioeconomía, acaba de
publicar un libro sobre Eroi della libertà. Storie di rivolta contro il Hemos llegado al mensaje no. 3 subrayado por Ramonet:
potere 27. La libertad es la manera de existir de «héroes» que «Que la corrupción gangrena la vida pública». La corrupción
tienen el coraje de arriesgar su vida luchando por una libertad ya no es un sistema criminal aparte, sino que, precisamente en
que coincide con su propia vida. Además de los mitos de la el marco del narcotráfico o de la moda la economía financiera
libertad contra la amenaza del exterior, tal como Antigone, ilegal, está profundamente enredada con la economía legal. No
Bruto, Joanne d’Arc y los héroes más modernos que luchan me refiero solamente a la indignidad moral de las transaccio-
por un sueño, por una libertad jamás poseída, como Martin nes financieras, sino concretamente al hecho de que la econo-
Luther King y Che Guevara, Bazzicalupo demuestra también mía mundial se sirve de redes ilegales, cuales la camorra y el
otra forma de «heroísmo», llevada a cabo por las figuras narcotráfico, redes que crecen apoyándose en las tecnologías
actuales. Son héroes cuya movilización demuestra el vacío en el globales. Este es el mensaje más sobresaliente de Saviano. Pues,
centro de la mitología de los superhéroes digitales o de las el testimonio de Saviano revela que las utopías posmodernas de
esferas virtuales de las financias bancarias. Se trata de héroes rizomas y redes que aseguran la conectividad del planeta y la
cotidianos, como Giovanni Impastato, cuya actividad contra la libertad de los individuos en las emergencias caóticas de los
mafia contribuyó al colapso de la mafia en Sicilia –que, sin flujos, en nuestra era de reproductibilidad técnica, son los dis-
embargo fortaleció su expansión a nivel mundial–. Son héroes positivos con los que el sistema de la Camorra consigue actuar
que, como Roberto Saviano, luchan por la resistencia de la a escala global. Pues su expansión se basa sobre el principio del
vida contra la aniquilación de las vidas por redes de agentes sistema mismo de la camorra, distinto del de la mafia, y que
que actúan en favor de su propio interés, siendo, según el ofrece a cada uno de los potenciales agentes la posibilidad de
liberalismo, emprendedores de sí mismos28. actuar dentro del sistema como «emprendedores de sí mis-
mos». No hay una organización vertical como en la antigua
mafia, sino una horizontal, en la que cada uno puede subir los
escalones del poder, ensanchando a la vez el sistema mismo:

Era el sistema que ha impulsado el gran mercado de ropa


internacional, un enorme archipiélago de elegancia italiana.
27 L. Bazzicaliupo, Eroi della libertà. Storie di rivolta contro il potere, Bologna, Il Mulino Cada rincón del globo era conquistado por las empresas de
2011. Laura Bazzicalupo es directora del Centro de bioeconomía y procesos de los hombres, de los productos del sistema. Sistema, un tér-
subjectivación en la universidad de Salerno, Italia. mino aquí a conocido, pero en otros lugares queda aún por
28 Foucault, Naissance de la biopolitique, p. 314. Richard Sennet analiza el concepto de
sí mismo como expresión del hombre flexible del capitalismo. Véase el Prólogo descifrar, una referencia desconocida para aquellos que aún
de El Artesano, Barcelona, Anagrama, 2009. no están familiarizados con la dinámica del poder de la eco-
76 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 77

nomía criminal. Camorra es una palabra inexistente, jerga de pio del crecimiento en el que actores que hacen parte del sis-
la policía. Utilizado por los magistrados y periodistas, de los tema tienen derechos ilimitados. En Gomorra hay varios ejem-
guionistas. Es una palabra que hace sonreír a los afiliados, es plos de los enlaces entre la vida pública y la camorra. Uno que
un término genérico para los estudiosos, relegado a la dimen- más afecta al lector de este libro es la historia del bellísimo ves-
sión histórica. Es el término utilizado para definir los miem- tido de Angelina Joly, confeccionado en Arzano, cerca de
bros de un clan: «Pertenezco al sistema de Secondigliano«. Un Nápoles, por manos de Pasquale, el mejor sastre del mundo.
término elocuente, un mecanismo en lugar de una estructura. Sin saberlo, Pasquale trabaja para la Camorra, cuyas anónimas
La organización criminal coincide directamente con la eco- redes hicieron que el vestido fuese vendido en el taller de un
nomía, la dialéctica comercial es la osamenta del clan29. sastre francés. Saviano relata que Pasquale, al ver una fotografía
en el diario, averiguó de que el vestido que Angelina traía para
La última frase: «la dialéctica comercial es la osamenta del ir a recibir uno de los premios (tal vez el Global Humanitarian Award
clan» es una fuerte metáfora que expresa el enredo de la eco- in 2005), había sido confeccionado por él. Sin embargo, Pas-
nomía legal e ilegal demostrando también la operatividad de la quale no tiene derecho de autor. La única relación de su vida
lógica de la economía para el crecimiento del sistema. Encon- con Angelina será un pedazo de diario con la foto de ella. Pas-
tramos aquí las consecuencias más letales de la transformación quale debe borrar este momento de su propia vida para que el
del arte de gobernar en formas de poder económico-finan- mercado de la elegancia italiana pueda expandirse en el globo,
ciero. Dentro del sistema que administra el globo, ya no es anónimamente alimentado por el sistema de la camorra30.
posible distinguir entre los dignos y los indignos. La corrup- ¿Cómo pensar, pues, la rebeldía? Saviano nos da con su
ción que gangrena la vida pública es más que la infiltración de libro, su programa en televisión «Vieni via con me» (noviem-
criminales dentro de las instituciones político-jurídicas del bre de 2010 en RAI 3) y sus entrevistas un ejemplo deslum-
estado – como fue el caso de la mafia. Tanto el sistema de la brante de rebeldía contra la mayor imposición del sistema: el
camorra como la vida pública son organizadas según el princi- silencio. Pues el silencio es el eje de la estrategia que asegura el
éxito social y político de la mafia y la camorra como sistemas de
poder basados sobre la violencia contra la vida. Rebeliones
29 R. Saviano, Gomorra, Milano, Mondadori, 2006, p. 48: Era il Sistema ad aver transversales son, según Foucault, precisamente aquellas que
alimentato il grande mercato internazionale dei vestiti, l’enorme arcipelago atacan los principios estratégicos que transforman el poder
dell’eleganza italiana. Ogni angolo del globo era stato raggiunto dale aziende,
dagli uomini, dai prodotti del Sistema. Sistema, un termine qui a titti noto,
como múltiple interacción entre sujetos, haciendo del poder
ma che altrove resta ancora da decifrare, uno sconosciuto riferimento per chi actos de soberanía o violencia de alguien contra el cuerpo y la
non conosce le dinamiche del potere dell’economia criminale. Camorra è una vida de otros31. Además encontramos en los 5 epígrafes de
parola inesistente, da sbirro. Usata dai magistrati e dai giornalisti, dagli sceneg-
giatori. E’ una parola che fa sorridere gli affiliati, è un’indicazione generica,
Gomorra un programa de cómo pensar la rebelión:
un termine da studiosi, relegato alla dimensione storica. Il termine con cui si
definiscono gli appartenenti a un clan è Sistema: «Appartengo al Sistema di
Secondigliano». Un termine eloquente, un meccanismo piuttosto che una
struttura. L’organizzazione criminale coincide direttamente con l’conomia, la 30 Saviano, Gomorra, p. 38
dialettica commerciale è l’ossatura del clan. 31 M. Foucault, «Le sujet et le pouvoir», Dits et écrits, vol. IV, p. 222-243, pp. 241.
78 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 79

· Comprender qué significa lo atroz, no negar su existencia, como medio la matanza y la guerra para afirmar la voluntad de
afrontar sin prejuicios la realidad. (Hannah Arendt) poder. Me estoy pues acercando a Nietzsche desde la óptica crítica
· Los que vencen, cualesquiera que sean los medios emplea- de Martin Heidegger en su ensayo: «La frase de Nietzsche ‘Diós
dos, nunca sienten pudor. (Nicolás Maquiavelo) ha muerto’». Heidegger subraya que la vitalidad de la que habla
Nietzsche transformando la voluntad de vivir de Schopenhauer
· La gente es escoria y debe seguir siendo escoria. en la voluntad de poder del superhombre, es tanatológica, pues
· De una grabación de un teléfono pinchado. un tal sujeto no se abre a las energías que vienen desde afuera, del
· El mundo es tuyo. (Scarface, 1983) ser del mundo. En un pasaje sencillo, aunque importante, Hei-
degger recuerda que en la historia de Occidente, esencialmente
Hannah Arendt invita a mirar el compromiso de la reali- aniquiladora, el ser humano no se acostumbró a escuchar o a
dad con la banalidad del mal y su atrocidad cotidiana; el sujeto ver lo que está cerca, que, por estar en la tierra, cerca de él,
es precisamente heroico a condición de que se exponga a la quedó inobservado y fue por ello destruido32. De esta manera,
percepción de la atrocidad del mundo. Maquiavelo, en contra, el ser humano se mueve hacia su propia devastación, ya sea por
está perfilando un sujeto omnipotente, sin pudor o vergüenza su falta de poder, ya sea por su necesidad de convertir a los
con respecto a las medidas con las que actúa para ganar – el fin otros en gusanos, lo cierto es que está destruyéndose a causa de
justifica los medios–. Con ello, Saviano está subrayando la su incapacidad para percibir las energías del mundo, de los
matriz que desembocará en la atroz devastación de la segunda otros que, en cambio, son la única inspiración de su propia
Guerra mundial a la que se refiere Arendt. La tercera cita es la vitalidad. Un ejemplo cotidiano de dicho principio sería el
contrapartida de la cita de Maquivelo, pues «falta de pudor» deporte, en donde adversarios flojos debilitan al deporte.
significa aquí la indiferencia con respecto al mundo, con res- Dicho planteamiento, que se encuentra en la filosofía de la
pecto a los otros. Aún más. Para instaurar el poder, se tiene alteridad cuyo mayor exponente en el siglo XX es Emmanuel
que ver a los otros como gusanos. La distribución sintagmática Levinás y en las últimas propuestas de Judith Butler con respecto
de los epígrafes es interesante. Saviano relaciona la postura del a la precariedad de la vida33, es justamente la fuente no sola-
superhombre con el desprecio de los otros, desprecio escu-
chado en una conversación telefónica. La alusión a los medios
de comunicación sigue también con la cita de Scarface, el icono 32 «Si escuchamos en la palabra nihilismo ese otro tono en el que resuena la esen-
del hip pop, nueva forma de film noir, irónico y contestatario cia de lo nombrado, también oiremos de otro modo el lenguaje del pensar meta-
físico, que ha experimentado parte del nihilismo aunque sin haber podido pen-
frente a los mitos americanos y hollywoodenses. sar su esencia. Tal vez un día, con ese otro tono en nuestros oídos, meditemos
Los epígrafes 3 y 4 sugieren que la dominación del mundo sobre la época de la incipiente consumación del nihilismo de manera distinta a
(«el mundo es tuyo») como valor absoluto es destructivo, ani- lo hecho hasta ahora. [...] Lo que esta época le da a pensar al pensamiento no es
algún sentido profundamente escondido, sino algo muy próximo, lo más pró-
quilador, nihilista, tanatológico, destructor de la vitalidad de la ximo, y que, precisamente por ser sólo eso, pasamos siempre por alto. Al pasar
vida. Es un nihilismo devastador que desembocará (o ya esta por encima de ello damos constantemente muerte, sin darnos cuenta, al ser de lo
desembocando) en la transformación de la tierra en un desierto, ente». M. Heidegger, «La frase de Nietzsche ‘Dios ha muerto’ (1943) en Cami-
nos de bosque, Madrid, Alianza, 1995, pp. 190-240, p. 239-240.
porque la voluntad de poder del sujeto es ilimitada y justifica 33 J. Butler, Frames of War: When is Life Grievable?, London/New York, Verso, 2009.
80 VITTORIA BORSÒ 4. SIGNOS DE VIDA PARTICULAR... 81

mente de la solidaridad invocada por los indignados, sino tam- medios, juntos con la economía, el poder que antaño pertene-
bién el manantial del movimiento, del ponerse en marcha. Es cía a las instituciones políticas. El objetivo de los medios es el
un arma contra la indiferencia, contra la que Hessel escribió en crecimiento de los medios – podríamos decir parafraseando a
su libro Indignaos, referencia básica del movimiento español y de Marshall McLuhan – como el de la economía es el crecimiento
otros. Ahora bien, Hessel ve la indiferencia actual que impide de la economía. Con el aumento de las tecnologías en las redes
moverse o salir a la calle, como resultado de los medios de de los medios de masa crece también su poder y disminuye la
comunicación, y existe todo un paradigma crítico que comparte potencia de sus usuarios. Los usuarios de internet, facebook,
dicha visión. Giorgio Agamben, por ejemplo, considera que los etc., hacen parte de la economía del crecimiento mediático.
medios de comunicación destruyen al sujeto haciendo referen- Además, los efectos de la convergencia entre los medios trans-
cia al ensayo de Benjamin sobre la transformación y fruición de forman la naturaleza del espacio público. El espacio público ya
los medios de comunicación (periodismo)34. Benjamin postula, no puede ser lo que Jürgen Habermas había postulado para el
de hecho, que mientras escuchar al narrador o leer poemas pro- contexto postilustrado, es decir, el ámbito de la libertad del
duce experiencias que implican y dan vitalidad al sujeto, con el «discurso», el ámbito del diálogo de los muchos. Lo demues-
surgir de la prensa, la información sustituye esta la experiencia. tran los discursos de los indignados en La Plaza del sol y en
Es el mero consumo de la noticia, una fenomenología que des- muchas otras plazas de España que rápidamente se transforma-
truye la imaginación y la investigación del sujeto. Este diagnós- ron en discursos de asambleas y es en contra este consumo de
tico se dirige, con razón, a los medios de comunicación. las voces por los discursos públicos que Ignacio Ramonet tuvo
que restituir los indicios de la vida de los indignados, recopi-
lando sus inscripciones corporales en los muros de la ciudad.
La doble cara de los medios Sin embargo ésta no es toda la verdad con respecto a los
en el espacio público: medios de comunicación medios –tal como Vilém Flusser y otros nos enseñaron35. Ahora
o medialidad como espacio de producción bien, en las epígrafes de Saviano se encuentras las dos caras de los
medios: 1) por un lado está la frase escuchada en una conversa-
Sin embargo, los medios no son en sí mismos ni buenos ni ción telefónica: «Los seres humanos son gusanos y tienen que
malos. Su acción depende más bien de la fruición y del uso. quedarse gusanos»; 2) por el otro, está la transformación trans-
Como dispositivos de conectividad prevale, de hecho, la infor- gresora que posibilita, por su espacio de mediación, la escritura,
mación, para seguir usando la distinción de Benjamin. Pues en la lectura de sus libros, las entrevistas, etc. Es sobre este segundo
el espacio mediático de comunicación nos enfrentamos con la aspecto que se concentran, para finalizar, mis reflexiones.
misma economía de crecimiento y autobeneficio que da a los Más allá de la comunicación criticada por Benjamin, el
mismo Benjamin había considerado la reproductibilidad técnica

34 W. Benjamin, «Der Erzähler» (1936), en W. Benjamin, Erzählen. Schriften zur


Theorie der Narration und zur literarischen Prosa, ausgewählt und mit einem Nachwort 35 Véase V. Flusser, «Creación científica y artística», en Artefacto. Pensamientos sobre
von Alexander Honold, Fráncfort/Meno, Suhrkamp, 2007, pp. 103-128. la técnica, Nº 6, 2007, pp. 75-77.
82 VITTORIA BORSÒ

como una fuente de transformación con respecto a la fruición ESTÁ NOCHE SERÁ DIFERENTE:
de la obra de arte36, una transformación que podría ser trans- PRIMAVERA EN MADRID
gresora con respecto al poder. Pues, por la pérdida del aura,
cada quien podría tener acceso a la obra de arte y su cercanía David Sánchez Usanos
abriría otros espacios, espacios de «mani-pulación», en los que
el receptor podría ser activo. Asimismo la recepción del arte
daría lugar a prácticas de producción y de experiencias sensuales.
Así que el problema de los medios ya no está sólo relacionado a
la comunicación. Más bien los medios son igualmente espacios
de producción37. Saviano hace referencia a Scarface, a su fuerza
contestataria con respecto a los mitos de Hollywood. Los muros
de la ciudad con las inscripciones culturales, reproducidos en Le
Monde diplomatique por Ramonet, son espacios de producción. En
estos espacios se hace otra vez posible una política de las vidas
personales contra la biopolítica del sistema. Pues, si los medios
de comunicación destruyen la potencia personal anestesiando al
sujeto, los espacios de producción – desde la cultura popular , Uno de los resortes, no sé si el principal, que mueve la historia
como los grafitis, la música, el baile, el cine, las performances, de la literatura es la frustración. Resultaría más poético decir
instalaciones, exhibiciones etc. pueden despertar otra vez los que se trata del deseo, pero también sería menos exacto. No es
sentidos o permutar la distribución mediático-política. Con la el deseo cuanto la experiencia (o la anticipación) de su insatis-
facultad estética despierta a los sujetos, en el sentido de aesqh- facción lo que mejor explica la actividad del escritor. Paradóji-
OJO tiko~ (sensible), y los abre a las percepciones del mundo, con camente, todo aquel que escribe siente que lo importante está
objeto de que puedan rencontrar la potencia de su propia vida, sucediendo en otro lugar. La acción, la vida, lo efectivamente
interviniendo, también con los medios de comunicación, con- real, no es el texto, sino, con suerte, aquello de lo que el texto
tra la anestesia pública. Esto sería lo que Jacques Rancière deno- habla. Lo importante, además, suele estar protagonizado por
mina «la política de la estética»38. Ojalá que la nueva urbani- otros. Demasiado a menudo el escritor se siente un voyeur, un
dad, la utopía situacionista de Henri Lefrevre, pueda seguir gris taquígrafo de aventuras ajenas. La filosofía desde luego no
abriendo sendas a un tiempo nuevo tanto cívico como político. escapa a dicha circunstancia, y también ella responde a simila-
res motivos. Además, el arcano arte que busca iluminar lo
36 W. Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México DF, Itaca,
efectivamente real proyectándole un sentido —detectar los
2003. principios, causas y elementos de lo que hay— se encuentra las-
37 J. Martin-Barbero, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura, hegemonía, México trado por su propia historia: la lista de todos los que estable-
DF., G. Gilli, 1987.
38 J. Rancière, La división de lo sensible. Estética y política, Salamanca, Consorcio Salamanca, cieron las coordenadas definitivas del acontecer empieza a ser
2002. demasiado larga. También la literatura conoce ese peso pero,
84 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 85

debido a la forma en la que se presenta, al menos puede eludir Excusatio non petita accusatio manifesta
la obligación de la referencia, de la cita, puede intentar escapar
de la tiranía de lo ya dicho. Puede fingir ingenuidad, quizá Ni fui protagonista de la situación ni me considero un intér-
deba hacerlo si quiere seguir siendo eficaz. Al parecer la filoso- prete especialmente autorizado, pero no me resisto a compar-
fía no puede permitirse ese lujo. tir ciertas impresiones. Supongo, ay, que también se desliza-
Digo esto porque considero que todo lo que sucedió en rán en mi discurso afirmaciones que podrían ser interpretadas
torno al 15-M me parece importante —importante y maravi- como cierta deontología acerca de lo que es y debe hacer la
lloso, añadiría—, y quizá por ello admito que no encuentro filosofía, acerca de lo que es y debe ser el intelectual. No hay
herramientas formales que me permitan decir algo de un tal pretensión normativa, sino únicamente la descripción de
modo satisfactorio. Dejando aparte mi propia impericia, un estado de ánimo o, como decía más arriba, de una impre-
puede que ello se deba a que no hay nada que decir. Estaba a sión personal.
punto de escribir que la filosofía no sólo tiene que ver con la Creo que desde la filosofía —desde el pensamiento, desde la
frustración sino con la mala conciencia. Pero posiblemente «teoría»— no se le hace ningún favor al 15-M practicando una
esté convirtiendo en apodíctico y universal lo que no es más suerte de arqueología psicológica. ¿Qué importancia tiene que
que una experiencia no ya biográfica sino visceral. Sabino Nietzsche dijera en Más allá del bien y del mal que nadie miente
Méndez lo escribió antes y mejor en aquellos versos de «Siem- tanto como el indignado?, ¿adelantamos algo retrotrayéndo-
pre libre»: nos a las categorías psicológicas de Homero distinguiendo
entre «cólera», «indignación», «ira» y otras pasiones? Ya
[…] cogí la guitarra como quien podía haber puestos, ¿por qué no las de Arquíloco? Hay quien interpreta
cogido el revólver de tener más valor que pensar consiste en bucear en el amplio museo conceptual
o, simplemente, menos sentido del humor. de nuestros clásicos en busca de etiquetas, referencias o catego-
rías con las que construir un cedazo que nos permita atrapar lo
La falta de talento me alejó de la guitarra y la cobardía lo que sucede. Normalmente la cosa suele acabar en bizanti-
hizo del revólver. El humor, y la ausencia de recato, permiten nismo. Con todo, puestos a esbozar una geometría de las
que todavía me refugie en la escritura. Pero sigo considerando pasiones que «explique» el 15-M, yo elegiría como emblema
que, por lo que al 15-M se refiere, lo fundamental no sucedió no la indignación sino la vergüenza (o, bien mirado, el despre-
ni sucederá en ningún papel sino que tuvo por testigos a las cio). Y si pasamos de lo psicológico a lo estructural habría que
calles de Madrid. Insistiré: siento que la importancia, y tam- acudir a ese maravilloso concepto: el escándalo.
bién la urgencia, del asunto impiden, al menos en mi caso,
una aproximación formal más académica. Pido disculpas a
quien espere otra cosa, pues aquí no encontrará ni siquiera un Conjeturas y refutaciones
texto de corte ensayístico sino una mera tentativa, una confi-
dencia, una rapsodia. El fenómeno del 15-M responde a una multitud de factores
que no se pueden elucidar en una lista completa y exhaustiva.
86 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 87

Pero creo que, entre dichos componentes, podrían figurar los trario. Por virtudes estrictamente empresariales: la organiza-
siguientes: ción, la planificación y el control. El campamento de Sol fun-
cionó como una engrasada maquinaria que demostró que el
- Talento: Aunque no se trata de un acontecimiento que atañe diálogo, la estructura horizontal y el movimiento asambleario
exclusivamente a los jóvenes —escurridiza categoría—, parece son absolutamente compatibles con la consecución de objeti-
incuestionable que el 15-M resulta incomprensible sin ellos. vos de una manera eficaz y eficiente. Aún nos falta perspectiva
Y, por qué no decirlo, estamos ante una generación, o gene- para juzgar el alcance de aquella experiencia pedagógica, pues
raciones, con una aptitud desbordante. Que los que ocupan éste es de los aspectos más importantes del 15-M: durante
puestos de dirección y responsabilidad, los encargados de ges- varias semanas gente de lo más diverso fue testigo de otra
tionar y (re)diseñar las estructuras y prácticas laborales, eco- manera de proceder, de otra forma distinta de trabajar, con-
nómicas y políticas no se hubieran (¿no se hayan?) dado vivir y conducirse.
cuenta hasta ahora resulta sintomático. O a lo mejor sí lo
sabían y, fruto del miedo y la mediocridad, continúan aferra- -Generosidad: en conexión con lo anterior, considero que no se
dos a unos esquemas tremendamente indigestos. Lo que se ha insistido lo suficiente en que el 15-M fue, ante todo, un
puso de manifiesto en Madrid fue la constatación de una ejemplo de trabajo bien hecho. Y ello sólo fue posible por la
oscura sospecha: los que nos gobiernan, en todos los ámbitos, generosidad de mucha gente que, además, dio muestras, como
no son los mejores de entre nosotros. Ceci n’est pas une pipe… decíamos, de gran inteligencia y acertado juicio. Tiempo,
desde luego esto no es una meritocracia. Con «talento» recursos y diversidad de intereses se pusieron al servicio de una
quiero decir sobre todo preparación técnica e imaginación. empresa común. Algo casi insólito, pues allí concurrían movi-
Imaginación que se tradujo en ingenio a la hora de acuñar mientos con aspiraciones de muy distinto alcance. Durante
agudísimos lemas en un despliegue de cartelería inédito desde aquellos días, durante aquellas noches, tuvo lugar un hecho
la Guerra Civil, y en sutiles estrategias para sortear cordones verdaderamente extraordinario: la gente conversó entre sí (lo
policiales y otras trabas. Y preparación técnica que se demos- cual, como sabemos, implica no sólo hablar sino escuchar).
tró en el impecable funcionamiento de la ciudadela que se Personas de distintos círculos y estratos sociales aprendieron
estableció en Sol: si por megafonía se solicitaban traductores una de las lecciones que el mundo moderno se empeña en
de alemán, francés o inglés a los pocos minutos un anuncio ocultar: a menudo el personaje más exótico, aquel de quien
pedía que no se presentase más gente, pues estaban las necesi- más podríamos aprender, no hemos de buscarlo en lo más
dades cubiertas. Algo análogo sucedía cuando se requerían recóndito del globo, quizá baste con hablar con el vecino de
programadores, electricistas o expertos en derecho. enfrente, con nuestro anónimo compañero de vagón.

-Eficacia: desde diversos ámbitos se ha reivindicado el desorden Sin abandonar este apartado dedicado a la generosidad, es
como máxima expresión de lo libérrimo. No puedo estar más de justicia señalar la de todos aquellos que renunciaron al pro-
en desacuerdo, y ciertamente el éxito de lo que sucedió en tagonismo. Integrantes de movimientos sociales que, a pesar de
aquella plaza de Madrid ha de medirse justamente por lo con- llevar mucho tiempo trabajando e interviniendo en mil y un
88 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 89

contextos, mostraron una espléndida nobleza al no querer desconexión, en fin, de quien ocupa una determinada posición
adueñarse del 15-M, al renunciar a la consigna y a la bandera, de responsabilidad y privilegio respecto al día a día de sus con-
y proteger aquella situación excepcional de toda tentación ciudadanos. En el fondo, el 15-M representa una crítica tan
purificadora. subversiva como ilustrada: tanto los procedimientos que se
Evidentemente la movilización obedece a un malestar, a un siguen como las decisiones que efectivamente se toman en el
detonante. En realidad puede que sean incontables las razones ámbito político y económico no están amparadas por la razón,
que llevaron a la gente a la calle, a la acción. Me centraré quizá sino que responden a la superstición, a la negligencia o a la
en una de las más evidentes, en una tan poco ampulosa y tan vileza. La política hace demasiado tiempo que no obedece a
carente de épica como la distribución salarial. parámetros relacionados con la épica o el carisma: estos termi-
En una de aquellas noches insomnes escuché atentamente naron por convertirse en una anticipación de los totalitaris-
la interpretación de un reputado contertulio en la emisora mos. La figura del gestor eficaz, del tecnócrata plomizo, susti-
progresista oficial de este país. Parecía no entender del todo el tuyó a la del diestro orador o a la del político con personalidad.
por qué ahora, el por qué de esta manera. A través de las ondas Como resultado de ello, la gente se fue alejando de la política —
pedía organización (?), propuestas, casi responsabilidades a o la política de la gente— y los distintos órganos de representa-
aquellos jóvenes que, uno sospecha, le estaban robando el pro- ción terminaron por convertirse en algo parecido a guetos tole-
tagonismo a una generación acomodada. Me hubiera gustado rados. También en relación con el 15-M, respecto a la protesta
preguntarle algo tan simple como lo siguiente: ¿cuánto te que significa, cabe concluir un cierto reproche aristocrático
pagan por la colaboración de esta noche?, ¿sabes cuánto cobra destinado a la clase dirigente: «ni siquiera servís para eso».
el técnico de sonido que hace posible ese programa?, ¿y la
periodista recién licenciada que está cribando los mensajes que
leeréis en antena? Contingencias
Supongo que son cuestiones incómodas, groseras, poco
elegantes. Pero uno de nuestros principales problemas es la A pesar del carácter único que pueda atribuírsele al 15-M,
dispersión salarial: la pintoresca distribución estadística de los otras situaciones de protesta social acontecidas en el pasado nos
sueldos, la casi abismal diferencia entre los valores máximos y sirven para advertir algún que otro riesgo. Ah, la revolución y
los mínimos. No es una cuestión de riqueza sino de reparto. Y nosotros que la quisimos tanto —gloriosa traducción del título
no sólo afecta a la empresa privada, la empresa pública también de Daniel Cohn-Bendit, Nous l’avons tant aimé, la Révolution (París,
posee retorcidos mecanismos (la libre designación, la subcon- 1986)—. El rebelde profesional, el agitador de casino, aquel
trata de empresas y consultoras…) que posibilitan la brecha que usa y aprovecha la revuelta como trampolín para su propio
salarial. ingreso en la industria cultural es uno de los elementos ya clá-
Podríamos hablar también de la ley electoral, del propio sicos en estos precipitados. La otra amenaza tiene que ver con
sistema de organización política, de la distinta protección y la labor de embalsamamiento y desactivación que tiene lugar en
cobertura legal —mucho más favorable— que se da a empresas y torno a estos acontecimientos por medio de la conmemora-
entidades bancarias en relación con las personas físicas, de la ción: hay homenajes que suponen una puñalada.
90 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 91

Lo que hizo —lo que hace— que tanta gente se movilizase y repugnaba con igual fuerza. La ironía y el sarcasmo, a pesar de la
adoptase una actitud casi inédita en las últimas décadas en leyenda, son los mejores aliados del fatalismo: actitud conserva-
España sigue vigente. A ello quizá haya que seguir llamándole dora por antonomasia. Esta denuncia me alcanza plenamente,
«política», pues conecta con el deseo de los individuos de pues pertenezco a una generación de descreídos. El asunto se
intervenir en las tomas de decisiones que configuran su día a agrava debido a que mi ciudad, Madrid, lleva —llevaba— dema-
día. Pero, por otra parte, considero que las categorías, la sinta- siado tiempo sin desempeñar ningún papel interesante. En lo
xis, la gramática de las que disponemos se muestran inadecua- relativo a la cultura, otras urbes con mar se arrogan, quizá con
das para analizar este tipo de fenómenos. O bien hemos de justicia, la primacía. Algo parecido sucede —o sucedía— a propó-
desarrollar un aparato conceptual nuevo, o buscar en un sito de la movilización política. Para buscar algo de lo que sen-
género distinto al que nos servía para clasificar bajo un mismo tirse orgulloso había que mirar al norte, siendo Francia el lugar
rótulo a la República de Platón, el Leviathan de Hobbes y determi- de referencia: «Allí las huelgas y las manifestaciones son de ver-
nadas obras de Isaiah Berlin, Hannah Arendt o Karl Popper. dad. Existe una conciencia política, se lo toman en serio».
Puede que no estemos ante el fin de la política, pero quizá sí De modo que cuando me llegó el aviso confieso que no me
ante el final de la teoría política, quizá su vigencia temporal sacó de mi habitual estado taciturno. Con todo, decidí acudir.
como herramienta de comprensión tenga un alcance mucho Confieso también que lo hice sin demasiada convicción, res-
más restringido que el que tradicionalmente le habíamos atri- pondiendo a cierta obligación que hace tiempo me impuse a
buido. Es posible que la historia de la teoría política haya con- mí mismo. Quedé con David, mi eterno cómplice en este y
cluido y que ello nos permita acotar sus límites temporales. otros asuntos, y comenzamos a bajar por Carretas. Ya era de
Así, de un modo hipotético, podríamos decir que estos van noche y el cielo estaba cubierto. Debido a la abundante ilumi-
desde la publicación de los Discursos sobre la primera década de Tito nación de la zona, las nubes aparecían con un tono rosado que
Livio por parte de Maquiavelo (circa 1531) a las reuniones de siempre surte en mí un efecto hipnótico. Pronto llegamos a la
Bretton Woods en 1944 (en las que se planteó, entre otras puerta del Sol, no había demasiada gente pero se notaba algo
cosas, la creación del Fondo Monetario Internacional). distinto, algo especial. En lugar del estatismo habitual de estas
concentraciones allí había cierta ebullición. Saludé con la
* * * mirada a Miguel y Quique, más lanzado, se acercó hasta donde
yo estaba. La verdad es que no acertó a decirme mucho, pero
Me temo que Susan Sontag acertó por completo con sus Notas su mirada habló por él: sospecho que ya no soy capaz de sentir
sobre lo camp. No en lo relativo a las listas de situaciones / objetos con la misma intensidad de antes, pero me sigue fascinando
«camp» que dicho ensayo nos suministra —gesto tan frívolo contemplar la emoción en los ojos de los demás. En estas llegó
como innecesario—, sino en el diagnóstico cultural que supone José Luis, con su habitual sonrisa.
la existencia de ese tipo de mirada. Ah, lo camp: dandismo post-
moderno, enfermedad del ánimo que condena toda épica y —No falla, te encuentro siempre en todas, le dije.
anticipa la derrota de cualquier acción, culto pagano, sensibili- —Ya sabes, si la noticia me pilla cerca, allá que voy.
dad esotérica y afectada que a la genial neoyorquina atraía y —¿Te acuerdas de David, mi amigo periodista?
92 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 93

—Sí, hombre, sí, ¿qué tal te va? dar que en aquellos días la Delegación del Gobierno, de quien
—Sobrevivo en la agencia, que no es poco. depende la jefatura de los cuerpos y fuerzas de seguridad del
—Oye, José Luis, lo veníamos hablando ahora mismo: lo que está claro es que Estado, era del PSOE. Lo digo porque, si el 15-M fue posible,
esto no es ningún botellón. se debió a que la policía no intervino para desalojar Sol desde
—No, para nada. Yo no sé dónde están los medios, pero aquí está pasando algo. el primer momento. Las razones de esa actuación —o de esa
—Yo estoy aquí a título personal, que conste, dijo David. no-actuación— se me escapan, pero puede que tengan que ver
con cierta mala conciencia por parte del mencionado partido
Ilusión, no sabíamos por qué ni cómo, pero allí había ilu- que, de cuando en cuando, se traduce en condescendencia res-
sión. Vimos sacos y alguna tienda, la gente parecía dispuesta a pecto a posiciones ideológicas situadas a su izquierda.
pasar la noche. Empezó a llover. No con mucha intensidad, Después el fenómeno alcanzó dimensiones globales.
pero, a poco que se prolongase, iba a convertir la aventura en Recuerdo, como decía, los carteles —los graciosos y también los
algo más incómodo. Un tipo se encaramó a la farola que hay nostálgicos, «Marcuse tenía razón»…—, también recuerdo
junto a la boca de metro de la calle Carmen y comenzó a atar aquella anécdota, no sé si apócrifa, de la responsable de Google
una cuerda. No sé de dónde, pero también apareció un plás- que acudió a echar una mano. Parece que estuviera viendo al
tico de considerables dimensiones. Contribuimos como pudi- tipo de la BBC apagando la grabadora en el momento más inte-
mos a extender aquel toldo improvisado. El resultado fue más resante y desde luego nunca olvidaré lo emocionante que me
bien precario: el refugio no era muy consistente y no servía, resultó la primera asamblea que tuvo lugar en mi barrio ni a
además, para resguardar ni al diez por ciento de los que esta- aquella pareja que se besaba como si no hubiera mañana bajo el
ban allí. Digo «estaban» porque no tenía intención de que- arco de la Moncloa el día de la marcha minera. Porque el 15-M
darme y, de hecho, me marché al cabo de una hora. tuvo innumerables ramificaciones y el éxito —relativo o no— de
Afortunadamente aquel efímero cobijo que atamos a un las concentraciones que desde entonces se suceden en nuestro
par de farolas no representó ninguna metáfora del 15-M. Al país tiene allí su germen.
día siguiente la prensa se hacía eco —tímido— de la situación. Como decía al comienzo, creo que el punto de vista psico-
Un par de días después volví por allí. La sensación de provisio- lógico —que no deja de ser una perspectiva individual— no es el
nalidad había quedado desterrada, las dimensiones del campa- más fecundo para analizar este tipo de acontecimientos, pues
mento —y su disposición— hacían pensar en algo verdadera- lo decisivo es que estamos ante movimientos de protesta social.
mente sólido. Es decir, ante actuaciones colectivas, grupales. Lo esencial es
cómo se articula esa rebeldía, esa rabia o esa indignación y se
—¿Qué ha pasado? Esto era mucho más cutre el primer día… traduce en algo que mueva en un mismo sentido a un grupo lo
—Vino un tío, dijo que era arquitecto o aparejador y mandó quitar las cuerdas. suficientemente numeroso como para ser digno de considera-
Dibujó una especie de plano, nos dio instrucciones y lo volvimos a montar todo. ción por la pantalla total en la que se ha convertido nuestro
mundo. No digo que sea equivalente, pero esa insistencia en lo
Ya había mucha más gente, un servicio de megafonía y particular y propio a la hora de someter a consideración el 15-
comisiones que se habían dividido el trabajo. Conviene recor- M me recuerda a la apología del individuo que se realiza siem-
94 DAVID SÁNCHEZ USANOS 5. ESTA NOCHE SERÁ DIFERENTE: PRIMAVERA EN MADRID 95

pre desde posiciones neoliberales —o sea, conservadoras—. Ya cogieron una Moleskine y se lanzaron a escribir en los cafés o a
saben, esa particular noción de «rebeldía» que no se traduce probar su virilidad corriendo algún encierro. El caso es que de
en ninguna respuesta política o colectiva sino en un «estilo de Camus —como de Hemingway— no se puede deducir ninguna
vida», en una actitud ni siquiera ética sino estética, en una política. O se puede deducir cualquiera, que viene a ser lo
pauta de consumo o una pose absolutamente compatible con el mismo. Así que no les afeemos debido a las filiaciones de algu-
orden establecido. nos de sus apologetas (Como los ejercicios de legitimación no
La responsabilidad del escritor empieza y termina con su escapan al imperio de la moda ni al calor del momento, es
texto, no puede ser imputado a causa de los lectores ni de las posible que se use —o mejor, que se vuelva a usar— a Emerson
lecturas que se hagan de su obra. Traigo esto a colación por- para parecidos propósitos; valga lo dicho también para el autor
que, a propósito de esa noción de rebeldía que acabamos de del discurso a la Divinity School de Harvard.)
mencionar, no son pocos los momentos en los que podemos Como decía Vázquez Montalbán, la traición más alta del
asistir a vindicaciones de L’Homme révolté (El hombre rebelde) de intelectual consiste en decidir que ha entendido algo por el
Camus como coartada para abandonar o tratar de desmantelar mero hecho de ordenar una parcela del lenguaje. Creo que a
cualquier propuesta de acción política —que necesariamente ha los hombres de letras no les queda —no nos queda— otra. Lo
de ser colectiva— aduciendo que la verdadera rebeldía es de cual, insisto, ha de ser tomado como una confesión no de
corte existencial-vital, que la historia de la humanidad es, en el culpa, sino de modestia. Al filósofo que sienta que las fuerzas le
fondo, la codificación de una lucha entre el individuo y las fallan para proponer un sistema le quedará siempre el refugio
fuerzas que tratan de aplastarlo. Que dichas fuerzas, en fin, del comentario o el del ensayo. Ello supone rebajar sus ambi-
adoptan la «forma-Estado» o el sombrío rostro de la política ciones y digerir en parte su derrota. (Ah, filósofos, tribu de
y que, por tanto, lo que hay que hacer es desentenderse de esos líricos malogrados.) Vamos a la zaga. La calle, la historia, la
monstruos y, en su caso, luchar por un mundo más limpio, vida no dejan de darnos lecciones, de ofrecernos muestras de
por una arcadia de hombres libres y despreocupados en la que belleza, integridad y talento. Porque el 15-M no fue un ejem-
empresas e instituciones hagan y decidan por ellos bajo el plo de indignación y rebeldía, sino que es, ante todo, un signo
único imperio de la libertad (el «libre» mercado, la «libre» de civilización.
circulación de bienes y mercancías…).
Camus desde luego no tiene la culpa de nada de esto. Si hay
que acusarle de algo es de tener un don, de —a pesar de sus
pretensiones futbolísticas— haber nacido para escribir. Su
lucha contra el olvido —que es la forma suprema de lucha con-
tra la muerte— terminó como un fogonazo cuando el coche el
que viajaba se estampó contra aquel árbol en 1960. Tras de sí
dejó algunos textos de lectura inevitable y, supongo, empujó a
muchos adolescentes a vestir gabardina, fumar Gitanes y hacerse
con una máquina de escribir. También émulos de Hemingway
II

utopía y operatIvIDaD
De la InDIgnacIón
OTRO MODO DE UTOPÍA
O ELOGIO DE LA MOVILIZACIÓN

Félix Duque
Universidad Autónoma de Madrid

1
«Seamos realistas, pidamos lo imposible»

Amparado en la prestada prepotencia de haber sido encargado


de redactar una introducción general a «La era del postmo-
dernismo» para una voluminosa enciclopedia sobre El legado
filosófico y científico del siglo XX, dictaminaba yo hace poco más de seis
años que el primer rasgo capital del paradigma postmoderno
venía constituido por el: «Culto a un elástico presente abso-
luto, pero virado antihegelianamente de un modo paroxístico
y hasta paródico, adecuando pasados no entrelazables entre sí
[…] y sin futuro anticipable.» Y concluía: «La consecuencia
inmediata de ello es la desconfianza ante todo pensamiento

1 Slogan de Mayo del 68. Como muestra de que, en efecto, cabe otro modo de
utopía, este imperativo ha sido vuelto a proponer en nuestros días por Philippe
Godard, en el libro colectivo: Mai 68. Soyons réalistes, demandons l’impossible, Paris,
Syros, 2008. Aún más atrás se remonta Stéphane Hessel en su celebérrimo ale-
gato (Indignez-vous, Paris, Indigène éditions, 2010) contra el despotismo finan-
ciero actual. Pues, para tomar fuerzas, comienza evocando: «los años de resis-
tencia y el programa elaborado hace sesenta años por el Consejo Nacional de la
Resistencia.»
100 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 101

utópico y todo afán revolucionario, tildado incluso de «totalita- verdadera revolución ya se habrían cumplido, gracias al tan traído
rio» por estos ingratos «hijos» de Marx»2. Quirúrgico y llevado fin de la Historia (o sea, el fin del metarrelato universal de la
Pues bien, remedando a Heidegger, cabría decir que este historia), al conjuntarse, en virtud del New World Order y al menos
veredicto era del todo correcto (y en buena medida lo sigue tendencialmente, la ecúmene (las tierras, venturosamente ligadas
siendo) y sin embargo poco conforme a verdad. Correcto, por- entre sí por el Mercado Libre y la Industria Cultural y Comu-
que, salvo un número no poco despreciable y presumible- nicacional), el tiempo (al irse integrando las historias de los dis-
mente in crescendo de novísimos «jóvenes airados», o mejor: tintos países, con sus diversos grados de desarrollo, en el
«indignados» con esa falta de futuro y ese hartazgo de pre- monótono relato de la Aldea Global del Mercado Mundial), y
sente, todo el mundo (todo el mundo de orden: ¿pero quién el lógos, gracias a la Big Science y las múltiples High Technologies. Con
no lo es, al menos a ratos?) desconfía desde luego de toda ello, el «tiempo de parto» que anunciaran la Fenomenología
nueva prédica en pro de la Revolución venidera, porque la hegeliana y su partero, Alexandre Kojève, se habría logrado; y,
«otra», la que habría de construir una República Mundial tras poco menos de 200 años de dolores (¡un parto difícil,
Socialista y Soviética, había naufragado veinte años antes por la ciertamente!), el Mundo (ya no necesitado de adjetivarse como
acción conjuntada de al menos tres olas, tan dispares como «libre») se habría reconocido a sí mismo como Niño-Cós-
eficientes: 1) la nueva tecnología comunicacional, con el auge mico o, por mejor nombre: «Globalización». Ciertamente,
imparable de Internet, que hacía obsoleta la pesada planifica- Fukuyama reconocía que todavía quedaban algunos restos
ción estatal de la industria pesada; 2) el auge de movimientos recalcitrantes; pero, dada la bondad del Sistema, confiaba en
religiosos de toda laya e intensidad, desde Comunione e liberazione que pronto entrarían en este espléndido Estado Universal del Dere-
a The Children of God, por no hablar de qutubistas, salafistas, el Gush- cho y del Bienestar, con su Hegemón, su Segundón y los nuevos
Emunim o Aum Shinrikyo: una multicolor banda de sectas que tuvo pretendientes (ahora, representados en dos tallas: short, el G 8;
su centro mediático indiscutible en Juan Pablo II, el apóstol de y large, el G 20).
la Solidaridad… de fe, que no de clase; y 3) la fragmentación, Con todo, el acaecimiento imprevisible que se erige en eje
corrosión y hasta irrisión del catecismo marxista, por obra de los y donación de sentido de una entera época, es decir, el evento
mencionados «hijos ingratos de Marx», en el ahora recor- como singulare tantum por el que esta sociedad global postmo-
dado y remozado Mayo del 68. derna, postindustrial, posthistórica (y todas las postrimerías que se
Veredicto correcto, decía, pero no conforme a verdad. Y no lo quieran) ha pasado en diez años de ser la Civitas Mundi del desa-
es porque, de creer al Fukuyama de 1989, si la «Ciudad alegre rrollo y la prosperidad a ser considerada como sociedad del
y confiada» formada por los pueblos de Occidente no quería riesgo y hasta del miedo no es ni el diabólico advenimiento del
ni oír hablar de todo anuncio utópico o revolucionario, la terrorismo islamista del 11S en New York y del 11M en Madrid,
razón de esa desconfianza estaba en que la verdadera utopía y la ni la crisis financiera del tardocapitalismo especulativo de 2008,
ni el auge al parecer imparable de las potencias emergentes: el blo-
que llamado BRICK (Brasil, Rusia, China y Corea del Sur), ni
2 M. Garrido / L. M. Valdés / L. Arenas (coords.), El legado filosófico y científico del siglo tampoco –por último y por ahora– constituyen un evento los
XX, Madrid, Cátedra, 2005, p. 452. levantamientos dizque prodemocráticos de los pueblos musul-
102 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 103

manes del Maghreb y el Oriente Próximo, con el coetáneo máquina en algoritmos lógico-lingüísticos polivalentes. En este
estallido de indignación en España por parte de las clases impro- sentido, podríamos adelantar una definición tentativa de «tec-
ductivas (jóvenes parados más que suficientemente preparados, nología» como: conexión comunicacional de técnicas de producción y de
jóvenes subempleados, jubilados más o menos forzosos, inmi- media de transmisión y difusión, así como motor de transformación en feed-
grantes más o menos indocumentados). Todas estas violentas back de los propios procesos inventivos, siendo por ello capaz de generar muta-
sacudidas del sueño de la utopía postmoderna (o del nihilismo ciones en los grupos sociales y su entorno 5. Con respecto a la movilidad
lúdico, que tanto da) son más bien acontecimientos que giran en (no agotada desde luego en el teléfono celular, aunque tenga
torno a un único evento, a saber: la expansión tendencial- en éste su emblema), ha sido la fusión de la llamada nanotecnolo-
mente planetaria de la tecnología móvil, cuya consecuencia, en el gía con la digitalización, con su progresiva fagocitación de los
plano sociopolítico, sería la movilización de la tecnología. A ello se medios analógicos audiovisuales tradicionales (MAAT) la que
debe el que nuestra inquietante era primisecular haya sido deno- está llevando a una mutación en el esquema básico de la pro-
minada preciamente Mobile Age 3, dado que incluso fenómenos ducción (cada vez más «inmaterial», en cuanto no destinada a
mundiales como el de la migración en masa del Sur al Norte encarnarse en un objeto físico o «real») y de la comunicación
(dicho esto en términos más simbólicos que geográficos) serían (con análoga capacidad de desligarse de la interacción perso-
impensables sin la implantación generalizada de la ICT (Infor- nal, face to face, salvo a través precisamente de la interface). Antes,
mation and Communications Technology). productor y usuario estaban por así decir forzados a sujetar
Al respecto, puede resultar procedente matizar la noción cuerpo y actividad a un espacio fijo, mientras que ahora es el
por mí adelantada de «tecnología», a fin de paliar la vaguedad medio de producción y de comunicación el que se incorpora a
con la que habitualmente es empleado dicho término. Para la movilidad del individuo. O por decirlo con la terminología del
empezar, debiera ponerse de relieve la convergencia y hasta Hegemón: la tecnología móvil y su conversa: la movilidad tecnológica,
intercambiabilidad de sus dos componentes: en griego, la téchne tienden a la copertenencia de la Social Web y de la Semantic Web 6.
y el lógos. Frente a otros compuestos como teología o fisiología, Aunque las consecuencias de esta flamante Mobile Ontology están
«tecnología» no mienta simplemente el estudio de una región todavía in statu nascendi, la revolución en la base ontológica y la revo-
de lo ente, sino la posibilidad hasta ahora inédita, verdadera- lución de la base sociológica es ya evidente, a saber: la venerable
mente utópica, de conversión quiasmática de la lógica (y en gene- categoría aristotélica de sustancia (incluyendo al individuo
ral, del lenguaje) en técnica (como el verbo hecho carne, por humano como paradigma del tóde ti) está siendo sustituida por
decirlo con San Juan y con Paolo Virno4), y a la inversa: de la la de situación, paradójicamente concomitante con la de simulta-

3 Cf. G. Aranzueque (ed.), Ontología de la distancia. Filosofías de la comunicación en la era 5 Véase mi «El fin de la metafísica y la tarea de Internet», en Filosofía para el fin de
telemática, Madrid, Abada, 2010 (y mi contribución: Ontología negativa. Móviles sin los tiempos, Madrid, Akal, 2000.
sustancia, distancia sin sitios, pp. 23-54). Cf. también M. Ferraris, Dove sei? Ontologia 6 Cf. T. Gruber, Ontology of Folksonomy: A Mash-up of Apples and Oranges (publ. en Inter-
del telefonino, Milano, Bompiani, Milano, 2005. national Journal on Semantic Web & Information Systems, 3(2), 2007; disponible en la
4 Cf. P. Virno, Quando il verbo si fa carne. Linguaggio e natura umana, Torino, Bollati Red): «They arise [sc. Folksonomies] from data about how people associate terms
Boringhieri, 2003. with content that they generate, share, or consume».
104 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 105

neidad desespacializada7. En consecuencia, la vieja sociedad industrial integrados, no ha sido así. No es éste el mundo de la primera
compartimentada lo está siendo por la sociedad mediática digitalizada. década del siglo XXI. Al contarrio, es la concepción epigenética la
No sin resistencia: de toda clase, y de todas las clases. Toda- que parece más plausible. Pues lo que no se tenía suficiente-
vía en los films catastrofistas de ciencia-ficción de los años mente en cuenta es que los new media surgen en el seno de una
setenta y ochenta (recuérdese la famosa tetralogía The Terminator), sociedad ya estructurada por los old media, de manera que de la
se respiraba el temor ya anunciado por Hegel, relativo a la interacción de ambos medios resulta una simbiosis de los conte-
suplantación (y aun aniquilación) del hombre por la nidos y su uso, aunque se preserve en todo caso la preeminen-
máquina8. Por utilizar una conocida distinción de la biología, cia formal de la digitalización. No estamos por tanto en terri-
esos temores provenían de una concepción preformista y no epi- torio kantiano (ya se sabe: al giro copernicano habría seguido
genética de la técnica9. Los preformistas tecnológicos preconiza- el giro lingüístico, y luego el iconic turn), sino más bien en el
ban algo así como una domesticación (casi en el sentido nietzsche- ámbito herderiano-mcluhaniano de la sinestesia, o sea de las
ano de la Zucht o «crianza») del productor-usuario por parte descargas, condensación y desplazamiento de sonido, texto e
de la máquina, ya que ésta acabaría por ser capaz de reprogra- imagen. Por ende, a la «teoría de la domesticación» habría
marse a sí misma, experimentando mutaciones en las que el que oponer (por jugar con el Volksgeist de Herder) el Apparatgeist:
hombre tendría a lo sumo la función de control y vigilancia de el espíritu de la máquina social. Pues aunque ciertamente las
posibles disfunciones, sin dejar por ello de estar inserto tam- tecnologías (y no sólo las de comunicación) vienen ya prefor-
bién él, como una «existencia más» (Bestand) del stock, en la madas ab initio, no menos lo es que luego los productores-inno-
«maquinación de los aparatos (Machenschaft der Apparatur, por vadores, y aun los usuarios corriente, invisten esa Apparatur con
decirlo en la jerga heideggeriana)10. Pero, a pesar de las persis- su propio significado, provocando a su vez que diseño, software
tentes voces –en contra o a favor– por parte de apocalípticos e y hardware evolucionen según esta móvil «fusión de horizon-
tes», por decirlo con el conocido término hermenéutico. Por
decirlo remedando el famoso adagio de Hegel sobre la «deter-
7 Cf. J. B. Thompsor, The Media und Modernity, Cambridge, Polity Press, 1995. minación recíproca» (Wechselbestimmung) entre el hombre y su
8 G.W.F. Hegel, Grundlinien der Philosophie des Rechts: «La abstracciópn propia del mundo11: la gente percibe que las cosas (o más precisamente:
proceso de producción hace que el trabajo sea cada vez más mecánico, siendo
capaz por ende de eliminar (wegtreten) al hombre de ese proceso, pudiendo
hacer así que sea la máquina la que entre en su lugar.» (Nachschrift Griesheim;
adición al § 198. Ed. Gans / Klenner. Akademie Verlag. Berlin 1981, p. 485. categoría de existencia [en plaza] (in den Bestand)? El modo de hablar tan
Cf. el corpus del parágrafo en p. 233. corriente de material humano (Menschenmaterial), de activo de enfermos (Kranken-
9 Y aun de la etología humana. Cf. I. Eibl-Eibesfeld, Der vorprogrammierte Mensch. material) de una clínica habla en favor de esto.» («Die Frage nach der Tech-
Das Ererbte als bestimmender Faktor im menschlichen Verhalten, Wien-Zürich-München, nik», en Vorträge und Aufsätze I, Pfullingen, Neske, 19673, p. 17.
Molden, 1973. 11 G.W.F. Hegel, Vorlesungen über die Philosophie der Weltgeschichte: «A quien contempla
10 En una fecha tan temprana como 1953 anunciaba ya de este peligro Martin el mundo racionalmente también éste lo contempla racionalmente; ambas
Heidegger: «Sólo en la medida en que el hombre, por su parte, está ya provo- cosas están recíprocamente determinadas.» (En, Werke, Frankfurt/Main, Suhr-
cado (herausgefordert) a extraer (herauszufördern) energías naturales puede acontecer kamp, 1970; pp. 12-23). Recuérdese que Welt en alemán (y más, en este con-
este hacer salir lo oculto que solicita y emplaza (dieses bestellende Entbergen). Si el texto) tiene el sentido de «mundo histórico», de conjunto de gente que abriga
hombre está provocado a esto, si se ve solicitado a [hacer] esto, ¿no pertenecerá más o menos las mismas convicciones y prejuicios, como cuando se dice de
entonces también él, y de un modo aún más originario que la Naturaleza, a la alguien que es un «hombre de mundo».
106 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 107

los productos tecnológicos) tienen una función y un efecto sig- capitalista (que, forzando la paradoja, habría que denominar:
nificativos porque ella proyecta sobre esas cosas un significado modo de producción preponderantemente improductiva, o más brevemente:
específico. Pues por muy verdaderas que sean las palabras que postfordismo14), no concuerda con las vigentes relaciones sociales de
el diablo dirige a los espectadores de Fausto, a saber que: «Al producción, de consumo y de comunicación: unas relaciones
final, no dejamos de depender de las criaturas que nosotros travestidas ideológicamente con el tópico hegemónico pequeñoburgués
hicimos»12, no es menos verdad que el sentido y función de del consumo y espectáculo para todos15. Algo también propi-
esas criaturas dependen a su vez del uso que de ellas se haga. Por ciado en el ámbito político por la «solución» en el postfran-
otra parte, ese uso es mudable y a su vez dependiente de la dis- quismo de los conflictos separatistas en España mediante la cre-
paridad que –según el contexto sociopolítico– encuentre el ación artificial de comunidades autónomas, bajo la sabia y
individuo entre sus «capacidades» como productor-agente y meditada consigna de: «Café para todos». Y en el plano de la
sus «necesidades» como consumidor-usuario13. «cultura» internacional, baste recordar la exhortación tópico-
Bien está. Desde luego es plausible que estemos empezando utópica del gran pensador Richard Dawkins, gurú del ateísmo
a vivir en la Mobile Age. Y sin embargo, los acontecimientos pro- militante (una secta verdaderamente «hiperreligiosa»): «Pro-
vocados por el evento de la movilización tecnológica, y que antes bablemente Dios no existe, así que ¡deja de preocuparte y goza
hemos mencionado (terrorismo, crisis financiera, inmigración, de la vida» (There’s probably no God. Now stop worrying and enjoy your life!)16
levantamientos populares) no son desde luego tranquilizadores. Según esto, y en reverso exacto del pesimismo de Schopenhauer,
¿Qué puede haber ocurrido? En buena terminología marxista, para quien la vida era un negocio que no cubriría los gastos,
yo diría que lo que ha sucedido es que la manifestación econó- ahora la vida consistiría en un ocio continuo dedicado al gasto…
mica del evento tecnológico, o sea el nuevo modo de producción ¿de qué?: «¡Que disfrute de su comida!» (Enjoy your meal!) Eso,
como es sabido, es lo que te desean los camareros angloparlantes
cuando sirven la comida en el restaurante.
12 J.W. Goethe, «Laboratorium», en Faust II, vv. 7003-4, Stuttgart, Reclam, 1971, ¿Es acaso la vida una comida disfrutada por el ser viviente
p. 72. llamado «hombre»? Pues si es eso lo que se nos quiere dar a
13 La famosa consigna: «Cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus
necesidades» (Jeder nach seinen Fähigkeiten, jedem nach seinen Bedürfnissen!), alabada a veces
como la quintaesencia del marxismo, viene ambiguamente valorada en cambio
por Marx como una propuesta de mínimos vigente ya en el Segundo Reich, en
virtud de la colusión entre el «revisionista» Partido Socialdemócrata Alemán y 14 Según la expresión popularizada por P. Virno en su Grammatica della moltitudine,
el Gabinete de Bismarck. Por eso se asombra Marx de que el comunismo les Soveria Manelli (CZ), Rubbettino, 2001. [Citaré por la trad. esp.: Gramática de
parezca a muchos utópico: «como una cosa que ya no mañana, sino quizá sólo la multitud, (= Gramática), Madrid, Traficantes de sueños, 2003.
después de siglos podrá realizarse», cuando ya las Krankenkassen (algo así como un 15 Reducido miserablemente en España a un anuncio de lotería semanal en bene-
seguro médico obligatorio, pero de libre elección) y la Seguridad Social (Sozial- ficio de la Organización Nacional de Ciegos (¿qué mejor símbolo podría esco-
versicherung) estarían ya organizadas en Alemania en función del mencionado gerse?), que en un italiano macarrónico promete regalar todos los viernes: Pasta
principio, bien es verdad que «en el interior de la clase trabajadora asalariada y per tutti!, jugando de vocablo, porque en el español corriente el término
sobre la base de necesidades prescritas desde arriba.» (Kritik des Gothaer Programms «pasta» significa también dinero. Por fortuna, el anuncio ha sido reciente-
[1875]. MEW 19, 21) Sigue sin estar desde luego claro quién y desde dónde se deci- mente retirado. Ahora se habla en cambio de «fábrica (¡¡) de sueños».
diría cómo adecuar dentro de una organización social necesidades no prescritas 16 Remito a mi ensayo: «Schelling, Pareyson, il male», en Annuario Filosofico, nº
de antemano y capacidades no probadas y evaluadas dentro del sistema. 24, 2008/Mursia, Milano 2009, pp.139-164.
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entender, no hay más que recordar que precisamente de satis- ‘Hemos inventado la felicidad’ –dicen los últimos hombres, gui-
facer el apetito (Begierde), o mejor del derecho a gozar de la vida, ñando un ojo. […] Aún se trabaja, pues el trabajo es un pasa-
era de lo que trataba la Fenomenología del espíritu, ese libro que, de tiempo (eine Unterhaltung). Pero se tiene cuidado de que esa diver-
seguir a Fukuyama, habría preconizado el fin de la Historia. sión (Unterhaltung) no fatigue. / Ya no se es ni pobre ni rico – lo
Sólo que allí se decía que ese derecho, conquistado en una uno y lo otro resulta demasiado molesto. Nadie quiere ya gober-
lucha a vida o muerte, tenía por consecuencia el inicio y no el nar; nadie quiere ya obedecer – lo uno y lo otro resulta dema-
fin de la historia, con la aparición de la primera y más dura- siado molesto. / ¡No hay pastor, y hay un solo rebaño! Todo el
dera disparidad entre los hombres: la del señor y el siervo, y mundo quiere lo mismo, todo el mundo es igual; quien siente
más aún, con el nacimiento simbólico del hombre en cuanto de otra manera, se va voluntariamente al manicomio. […]
individuo para sí consciente de su ser mismo por medio del ‘Hemos inventado la felicidad’ – dicen los últimos hombres, gui-
trabajo: «Este término medio negativo, o sea el obrar configurador ñando un ojo»19. Tentados estamos de cantar con Laurie
(das formirende Thun), es al mismo tiempo la singularidad o el puro Anderson, en su Language as a virus: «El paraíso es exactamente el
ser-para-sí de la conciencia, la cual, en el trabajo que está fuera sitio en el que justamente estás tú ahora… sólo que mucho mejor
de ella (in der Arbeit ausser es), entra en el elemento de la perma- todavía» (Paradise is exactly where you are right now… only much much better).
nencia ((in das Element des Bleibens); la conciencia trabajadora viene ¿Qué prometía, qué sigue prometiendo –no sin descaro–
por este medio a intuir que el ser subsistente de suyo (selbständi- esta utopía regulativa y reguladora? Todos conocemos esa música
gen Seyns) es su propio sí mismo»17. Pero al menos hasta ayer, ¿no se celestial: una vez removido el obstáculo del fanatismo y del
nos quería hacer creer que estábamos en trance –«nosotros», terrorismo, las fuerzas del mercado, del parlamento y de la
o sea los triunfadores hegemónicos– de salir de ese «elemento gobernanza global conducirán a un justo reparto de los exce-
de la permanencia»? ¿Es una mera casualidad que el célebre dentes de la producción, se nivelará la distribución de los bie-
libro de Francis Fukuyama llevara por segundo título: «El nes y ya no habrá ricos ni pobres («Ningún pastor y un solo
último hombre»18, y que en él se quejara de que, con la entrada rebaño», en la versión del último hombre), porque los amos
en la era de la abundancia, ese hombre posthistórico carece ya (o mejor: los leaders-managers) serán configurados a imagen y
del thymós, o sea de coraje y valor, ese preciado don de los grie- semejanza de los deseos de los ciudadanos, y ambos cruzarán
gos y que aún brilla en la virtù renacentista? sus destinos ajustándose a las audiencias televisivas y las redes
Así habló Zaratustra: «¡Ay, día llegará en que el hombre ya sociales. Entonces sí que gozaremos del eterno retorno de lo mismo,
no engendrará estrella alguna! ¡Ay, llegará el día del hombre más en la versión del enano: el peso más grave. A la vista de este
despreciable, tanto que es ya incapaz de despreciarse a sí mismo! / supremo peligro, bien podríamos repetir las palabras de Ber-
¡Mirad! Os muestro al último hombre (den letzten Menschen). […] diaeff reproducidas por Aldous Huxley como exergo de su muy
premonitorio New Brave World: «Las utopías son [parecen ser]

17 G.W.F. Hegel, Phänomenologie des Geistes. IV.A, en Gesammelte Werke, Hamburg,


Meiner, 1980, 9: 115. 19 F. Nietzsche, Also sprach Zarathustra I. Vorrede 5. En: Kritische Studienausgabe (= KSA).
18 F. Fukuyama, The End of History and the Last Man, New York, Free Press, 1992. DTV/de Gruyter. München/Berlin/New York 1988; 4, 19-20.
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mucho más realizables de lo que [antes] se creía. Hoy nos ¿Cómo explicar este contraste entre la radical alteridad y la
vemos confrontados a un nuevo problema, que se ha conver- posibilidad ínsita en lo real? Por cierto, una escisión, ésta,
tido en urgente [nos encontramos actualmente ante una cues- bien presente en las diferentes narraciones de Utopía, desde el
tión por otra parte bien angustiosa]: ¿cómo se puede evitar la homónimo diálogo pionero de Thomas More en 1516. Por
realización de las utopías? Las utopías son realizables. La vida una parte, quien vive inmerso en una superestructura ideoló-
marcha hacia las utopías»20. gica de comunicación de consignas y slogans, pero sin conciencia
Sólo que, si es la misma vida la que marcha hacia las uto- de la relación de esa ideología con un determinado modo de
pías, entonces, en lugar de pretender evitar su realización, ¿no producción, vive de modo frustrante la profunda disparidad
se tratará más bien de imaginar otra modalidad de vida, atendiendo entre su posición real y lo prometido por los medios de comu-
a que «modalidad» –sensu kantiano– es la forma de (auto)reco- nicación de masas como si de un acceso de celos se tratara, es
nocimiento del sujeto en función de la posibilidad, realidad decir que el sujeto imagina un paraíso (esto es: se engolfa en la
efectiva y necesidad de lo que acontece y de aquello que a él le representación de un goce total, sin reservas, entendido como
acontece? ¿No será preciso imaginar otro modo de utopía? Para felicidad plena) al tiempo en que eo ipso se excluye de él: es por-
ello, tomaremos de Baczko una muy precisa definición del tér- que el sujeto falta de ese paraíso por lo que lo echa en falta;
mino, el cual designaría: «la representación imaginada de una puede pensar en la utopía precisamente porque no vive en ella.
sociedad opuesta a la existente, en virtud de: a) una organiza- Pero por otra parte, son también los miembros de la sociedad
ción distinta (autre) de la sociedad, considerada en su conjunto; real, actual, quienes se dan cuenta de que ese paraíso es una de las
b) instituciones y relaciones distintas (l’altérité des institutions et des posibilidades de su sociedad, de modo que no consideran la uto-
rapports) de las que componen la sociedad global; c) modos dis- pía tanto como una oposición, cuanto como un posible desarro-
tintos (autres) de vivir lo cotidiano.» Salta a la vista aquí una llo de sus propias potencialidades, con tal de que ellos reconoz-
cierta obsesión por poner de relieve la utopía como lo otro (orga- can qué es lo que le falta. Según se privilegie el primer caso (el
nisation autre / altérité des institutions / modes autres); algo que con- del celoso «atormentador de sí mismo») o el segundo (el acti-
trasta empero con la afirmación de que la utopía «puede ser vista que percibe la falta como algo de lo que se le ha privado),
considerada como una de las posibilidades de la sociedad real» la toma de conciencia de esa antitética falta puede llevar a la
(peut être envisagée comme une des possibilités de la société réelle)21. sociedad estática, propia de la utopía clásica, o a la sociedad de
la movilización, a la utopía de otro modo.
Analicemos someramente las dos vías: la primera nos lleva
20 A. Huxley, Brave New World [1932], London, Vintage, 2007. Margaret Atwood directamente al examen de la abnegación propia de las religiones
reproduce al final de su Introduction a esa edición el texto francés de Nicolas Ber- del Libro, de acuerdo a un paradigma: el Libro de Job, que, al
diaeff: «Les utopies apparaissent comme bien plus réalisables qu’on ne le
croyait autrefois. Et nous nous trouvons actuellement devant une question bien
parecer y para mayor ironía, no procedía del círculo de ideas y
autrement angoissante : Comment éviter leur réalisation définitive? … Les creencias del pueblo judío, pero que hoy se extiende a todo
utopies sont réalisables. La vie marche vers les utopies.» (p. xxxix). En el corpus, fundamentalismo milenarista, a saber: si no adviene el Reino
y dentro de mi traducción de la versión inglesa, he introducido entre corche-
tes los pasajes del texto francés de los que aquélla se separa. (o la Sociedad sin Clases, el Fin de la Historia, etc.), es porque
21 B. Baczko, Lumières de l’utopie [orig.: 1978], Paris, Payot & Rivages, 2001, p. 30s. aún no nos lo merecemos, y por ello debemos hacer penitencia,
112 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 113

y seguir esperando: ¿por qué la sociedad se excluye ella misma dad naturales, en perfecta adecuación de capacidades y necesi-
de una utopía que ella ha engendrado o más bien segregado? dades (tal el igualitarismo), allí donde la felicidad significa con-
porque el sujeto, sea individual o colectivo siente que ha fal- formidad, con-tención, supresión de toda falta, de modo que,
tado, que ha fallado respecto a lo que él debiera ser de acuerdo paradójicamente, lo único que se echa en falta en la utopía es la
al prototipo ideal del grupo. Y por ello es preciso que sienta mala «falta» misma, a saber: el azar, la imprevisión, la griega tyché, o
conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda (luego lo que es lo mismo: faltan justamente la inadecuación del indi-
llamado: toma de conciencia), dolor de corazón y aceptación de la viduo a la generalidad social y la de ésta a la universalidad natu-
penitencia. Ésta es la lógica perversa del sacrificio: hemos pecado ral. Y puesto que esa doble inadecuación es la que engendra el
por haber querido cumplir nuestros deseos fuera de la misma deseo y, con él, el tiempo futuro, se sigue que la sociedad utó-
comunidad que nos sugería su satisfacción y a la vez obstaculi- pica se halla no sólo separada del resto del mundo (bien sea en
zaba su realización por pecaminosa. Así que aceptamos la cas- una isla o en montañas inaccesibles) sino sumida también en el
tración por parte del director espiritual, del lídez político, con presente eterno23.
lo que se dará satisfacción centuplicada a esos deseos. Sólo que ¿Tiene algo que ver esta utopía fuera del tiempo y del espa-
ahora serán deseos comunitarios, no individuales, aunque la cio con la de la Ciudad alegre y confiada propuesta para aquí y
realidad es que ya no son «deseos», sino conformidad a un ahora por Dawkins y por los apologetas del «Estado del bienes-
orden establecido. El ascetismo cristiano y la moral espartana tar» (Welfare State), y para mañana por algunos socialistas auto-
de Rousseau se dan aquí la mano, y Kant saca las consecuen- denominados «científicos»? Desde luego. La médula de esta
cias: a la acumulación primitiva del capital (desiderativo) por manera utópica es la misma en todos esos casos: suscitar un
inhibición y represión del goce: «Joven (lo repito), acostúm- deseo paradójico, el deseo de no tener ya deseos (eso es lo que se
brate a amar el trabajo, rehúsate deleites, no para renunciar a entiende por ser feliz, ¿o no?). Dicho con toda precisión:
ellos, sino para mantenerlos todo lo posible exclusivamente en estamos en falta porque echamos en falta que algo nos falta. O
perspectiva (im prospect). No embotes prematuramente la recep- con otras palabras: el utopista quisiera vivir plenamente, y nada
tividad para ellos con el goce. La madurez de la edad, que más; vivir aquí y ahora, en un presente inmutable, gozando de
nunca hace deplorar la privación de un goce físico cualquiera, las alegrías de una vida prescrita. Pero, en realidad, la disparidad
te asegurará en este sacrificio un capital de satisfacción que es natural es irreparable (al menos hasta ahora, cuando empiezan
independiente del acaso o de la ley natural»22. De ahí que en ya a aparecer relatos utópicos sobre la biotecnogenética). Por
las narraciones utópicas (o distópicas) modernas los hombres ello, la maquinaria social vive de la transformación de las frus-
estén sometidos a un ordo geométrico, colectivo, realmente eman- traciones individuales en capital acumulado (en el modo for-
cipados de la naturaleza (recuérdese la Nova Atlantis, de Bacon, dista de producción, la enajenación del producto respecto a su
de 1624; en inglés, en 1627), o sea de la diferencia y la diversi-

23 Como es sabido, lo único explícitamente prohibido en la Utopía de More son


22 I. Kant, Anthropologie. § 63, en Werke. Akademie-Textausgabe, Berlin, De Gruyter, los juegos de dados, porque ellos dejan abierta la posible irrupción del azar, la
1968; VII, 237. aparición de la buena o mala suerte (eutychía / dystychía).
114 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 115

hacedor y el ajuste del tiempo de producción a un tiempo aunque ciertamente el estadio tecnológico engendra en última
medio de acuerdo con la máquina, mientras que al productor instancia un modo específico de economía, y por ende de toda
se le permite gozar de las variaciones del mercado, convir- relación entre el ser y el pensar, ese estadio se ve profunda-
tiendo así las ya imposibles acciones morales y políticas en accio- mente alterado a su vez por los usos sociales –en su mayoría,
nes bursátiles). Tal es el secreto a voces de la utopía: que ésta se pro- imprevisibles e impredecibles– que de sus productos hace un
paga y difunde por todo tipo de canales de comunicación para que no se realice (al grupo humano, en virtud de la diferencia incolmable entre
fin y al cabo, la utopía es la sucesora laica del Juicio Universal). apetitos naturales y deseos culturalmente modificados, por un lado, y de la
Por su contenido, incita a la transformación de la sociedad, sedimentación –inestable y sujeta a fallas y resurgimientos– de
mientras que por su forma impide esa misma transformación, modos de vida subordinados y periclitados, por otro. A este
de modo que bloquea cuanto de subversivo haya en una acción: respecto, la utopía clásica, correspondiente a la era de la
el estado anímico resultante es la estupefacción (sea positiva maquinaria industrial y al modo de producción manufactu-
–admiración– o negativa –abominación–): la promesa utópica rero, ha privilegiado naturalmente la proliferación de deseos en detri-
promueve y aquieta, a la vez. Más allá de la esperanza y de la mento de los apetitos (y ello tanto a nivel individual como colectivo:
nostalgia, lo que resulta de esa máquina de propaganda e inhi- piénsese en la distinción entre Naturvölker y Kulturvölker 24, o entre
bición de deseos es… pura melancolía, el resentimiento de la salvajes a los que exterminar, bárbaros a los que encauzar y
desaparición del individuo y de la cohesión social, a la vez. «proteger», y civilizados , que son los que se adueñan de esas
¿Otro modo de vida es pensable? ¿Es razonable pedir lo impo- «tierras vírgenes» y los que se nombran a sí mismos mandata-
sible? Creo que sí lo es, si atendemos al distinguo del suppositum del rios de «protectorados»; y ello por no hablar de la distinción
término «imposible». Dentro del esquema moderno de refe- entre los civilizados del Norte y los del Sur: no es lo mismo un
rencia (el maquinismo fordista y el estado nacional, con el sis- inglés o un alemán que un español o un griego, como tampoco
tema habitual de la alternancia de partidos, dentro de un sis- lo es un padano o un calabrés).
tema sustancialmente binario), esa alteridad es imposible, y aun Y si esto era cierto para un modo técnico y productivo que
indeseable, porque, como se ha insinuado, el sistema vive pre- está dejando de ser efectivo tanto para la industria como para la
cisamente de la incitación utópica de derecho y de su obstaculi- economía, por más que los ideólogos se empeñen en asegurar
zación de hecho. Y la máquina, la Apparatur productiva y comu- que esto es lo que hay y los utopistas del orden se obstinen en pro-
nicacional, es, o era hasta ahora, el término medio en que se meter que, pasada la crisis, eso que hay lo habrá para todos, también
enlazan e intercambian el deseo y su frustración, transfor- habrá de serlo a fortiori para esta era incipiente que, con innega-
mando libertad en seguridad. El resultado de esta «maquina- bles dolores de parto, se mueve ya dentro de un horizonte dis-
ción» es la acumulación del capital. Al respecto, el problema tinto. En los términos antes definidos, se trata de un horizonte
de la justa redistribución del remanente, una vez atendida la tecno-lógico y de movilidad generalizada (productiva, cultural y coti-
funcionalidad y mejora de la Máquina, es secundario.
Sin embargo, si es cierto, como al principio se ha defen-
dido, que la sociedad se rige y evoluciona por el principio de 24 Algo así como «pueblos sujetos a la naturaleza» (o como antes se decía: en
«determinación recíproca» (Wechselbestimmung), según el cual, «estado de naturaleza») versus «pueblos con cultura».
116 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 117

diana, ya que las fronteras entre esos ámbitos son cada vez más En primer lugar, Nietzsche: como contrapunto al a veces
difusas). Adelantemos ahora, al efecto, una hipótesis de trabajo, excesivo optimismo maquinista por parte de Marx, nadie ha
a saber: aquél que ha sido capaz de pensar hasta el fondo su pro- preconizado mejor que el profeta de Sils-Maria la preeminen-
pia época ha sobrepasado ya la cosmovisión o Weltanschauung en cia irresistible de la máquina como modelo de la política
que se desenvolvió su vida (o más brusamente: el genuino pen- moderna, tanto interna (la mecánica de los partidos políticos)
sar filosófico rebasa siempre la vida cotidiana), vislumbrando en como externa (la pugna por la sujeción del enemigo). Para
la insatisfacción del presente las semillas de un tiempo nuevo y ello, basta leer el parágrafo 218 de El caminante y su sombra, titulado
exponiéndolas mediante una utopía distinta. Ahora bien, esa utopía justamente «La máquina como maestra»: «La máquina
tiende a radicalizarse y movilizarse sólo cuando el esquema tec- enseña por sí misma el engranarse de las multitudes humanas
nológico y económico exige la petición de lo imposible. en acciones donde cada cual no tiene que hacer más que una
Creo que estamos justamente entrando en esa compenetra- sola cosa; ofrece el modelo para la organización en partidos
ción sinergética de filosofía y tecnología en que puede resultar (Partei-Organisation) y la conducción de la guerra.» Es en efecto
en efecto razonable que pidamos lo imposible, y que se lo pidamos, la máquina la amolda y hace que encajen (que se ajusten entre
para empezar, a quienes dicen cuidar y administrar el cruce sí, como que ella es la condición para que se dé justicia) las esfe-
entre naturaleza, cultura y derecho, esto es: a la clase política. Se ras de la industria, de la economía y de la política. Su creación
trata de una sinergia de doble modificación y ajuste: una doc- es el homo democraticus, a la vez trabajador, socialista y naciona-
trina filosófica resulta purgada de los prejuicios y adherencias lista. Eso es lo que enseña la máquina: cohesión social y orden.
propios de su origen, y sobredeterminada en cambio por las incita- Porque debe haber orden (Ordnung muss sein). Pero su lado nega-
ciones procedentes de la nueva tecnología, mientras que ésta, a tivo se presenta al punto: «En cambio, no enseña la soberanía
su vez, ve recortada su tendencia omnímoda a realizarse a tra- del individuo para consigo mismo (individuelle Selbstherrlichkeit):
vés de la economía y obligada a atender las necesidades e idea- convierte a las masas (Vielen: «los muchos», los pólloi griegos,
les de los hombres, los cuales, precisamente por condición de F.D.) en una sola máquina y a cada ser singular (Einzelnen) en ins-
seres lingüísticos y políticos, se hallan a la vez dentro y fuera de trumento para un solo fin. Su efecto más general consiste en
ese ámbito, aspirando por ende a realizarse a la vez como indi- enseñar la utilidad de la centralización»25. Dos parágrafos des-
viduos y como ciudadanos. pués pone al descubierto tanto el modo de producción que
Según esto, qué tipo de filosofía tienda a imponerse epo- hemos denominado «fordista» –en buena medida, todavía el
calmente dependerá de su potencialidad utópica (en el otro modo nuestro– como el tipo de utopía que hemos caracterizado como
de ser de utopía), es decir de su capacidad para iluminar una «consumo y espectáculo para todos»: la prostitución del
era presentida. En este caso, la nuestra. Al respecto, creo que sueño marxista de la sociedad sin clases. No creo que haya una
difícilmente podemos aprender a pensar tras la primera década denuncia más despiadada de la paradójica situación en que
del siglo XXI sin recoger la herencia de quienes desentrañaron
implacablemente el anterior estado sociotécnico, a saber:
Nietzsche y Marx (al fondo de ambos, si queremos, Spinoza y 25 F. Nietzsche, „Die Maschine als Lehrerin». Der Wanderer und sein Schatten, 218. En:
Hegel). Menschliches, Allzumenschliches II. KSA; 2, 653.
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aún vivimos que la expuesta en esta «Reacción contra la cul- Pues entre las masas (los «muchos» denostados por Nietzsche,
tura del maquinismo (Reaktion gegen die Maschinen-Cultur)»: «La ese audaz pretendiente a soberano de y sobre sí mismo) y la
máquina, de suyo un producto de la más alta fuerza del pensa- máquina (el Unum, como el dios de la tradición neoplatónica),
miento, moviliza en las personas a las que sirve casi exclusiva- por un lado, y entre los individuos (la universitas distributiva o All-
mente fuerzas mezquinas, carentes de pensamiento. Es verdad heit) y el solo fin que la máquina social supuestamente le adju-
que desencadena una masa ingente de energías que, de otro dica (o sea, la universalitas collectiva o Allgemeinheit), por otro, bien
modo, permanecerían inactivas; pero no impulsa a subir más puede servir desde luego de «término medio» o Mitte la multi-
alto, a superarse, a llegar a ser artistas. La máquina le hace a tudo, según el término spinozista27, más traduciéndolo (e.d.,
uno activo y uniforme (thätig und einförmig): pero eso engendra a llevándolo a nuestro terreno, hoy) y reinterpretándolo con un
la larga una reacción (Gegenwirkung), un desesperado aburri- entrañable término castellano: el común, entendido como el
miento del alma, que aprende a causa de ello a ansiar ocios agrupamiento particularizado (entiéndase el participio en el sen-
pródigos en alternativas (wechselvollem Müssiggange)»26. Así, en tido lógico de Hegel) de los hombres, mancomunados trans-
lugar de impulsar la Wechselbestimmung, la «determinación recí- versalmente por su actividad técnica, en cuanto religación de los
proca» preconizada por Hegel entre hombre y mundo (o, distintos grupos sociales con una segunda naturaleza producto de
mutatis mutandis, entre técnico y maquinaria), la máquina la simbiosis entre las necesidades y apetitos animales y las pres-
moderna (Nietzsche no llegó a conocer la banda fordiana de taciones maquínicas, mediadas por un lenguaje altamente for-
montaje, pero sí el telar mecánico) engendra en quien la uti- malizado (software), pero a su vez implementado éste como si fuera
liza meramente una «reacción en contra» (Gegen-wirkung), que lo natural. Podemos llamar a esa segunda naturaleza tecnonatural: lo
hace huir de la máquina productiva… para caer en las máqui- común. En este caso, bien pudiera injertarse en la tan mentada
nas recreativas del show business. globalización un nuevo e inédito proceso de conjunción del común con
¿Hemos llegado hoy a la tendencialmente perfecta fusión lo común, como pródromo de un deseable comunalismo.
de la máquina de producción y de la de entretenimiento, como Pero para ello debemos traer al debate de nuestros días el
denostaron tras la Segunda Guerra Mundial primero los críti- pensamiento marxiano. Pues también él dejaba entender su
cos frankfurtianos de la ideología y luego los situacionistas? No quiliasmo, a saber: una humanidad ya no controlada ni halagada
lo creo. Ésta sería una creencia, sobre ingenua, tardígrada. Los por una visión materialista de la felicidad, consistente en ver al
caracteres de la tecnología de la movilidad que antes esbozamos trabajo y a las rentas por él producidas casi exclusivamente
dibujan un mundo bien distinto (que, por otra parte, puede como, primero, una infinita acumulación del capital, traduci-
ser mucho peor que aquel del que estamos saliendo). Por ble luego, al final de los tiempos, en una no menos infinita
cierto, no he escogido antes por azar el término «multitudes acumulación de bienes y servicios materiales. Ése no es el
humanas» para verter Menschenhaufen (cuyo sentido habitual
estaría más cerca de «muchedumbre», con valor peyorativo).
27 Y ello sin necesidad de evocar necesariamente, pero tampoco de despreciar las
aportaciones de Negri y Hardt en su obra dual: Imperio, Barcelona, Paidós,
26 Op. cit., 220. KSA; 2, 653. 2002 y Multitud, Barcelona, Debate, 2004.
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sueño de la sociedad sin clases, sino la utopía hedonista y fre- que surge la sociedad humana–, es la naturaleza realmente efectiva
nética del tardocapitalismo: la movilización sin sentido, sin salida del hombre, por lo que la naturaleza, tal como, aun cuando de
ni anhelo de ascensión a metas no consumistas, sino artísticas y forma enajenada, ha llegado a ser mediante la industria, es la ver-
espirituales28. dadera naturaleza antropológica»30. Adviértase la mutación: la
En primer lugar, debiera en todo caso recordarse que, para naturaleza se convierte en historia, y ésta en naturaleza humana
Marx, el trabajo es el factor diferencial del hombre y de la natu- cuando, mediante la industria, alcanza su verdadero ser. Sólo que
raleza, pero no como un medio externo que sirviera de enlace ese su ser, en cuanto tildado en exclusiva como «naturaleza
o de go-between entre dos ámbitos bien establecidos con anterio- antropológica», revela un evidente antropocentrismo en Marx (al
ridad. No. Marx, que había leído hasta el fondo la Fenomenología menos, en el joven Marx 31). Es verdad que en Das Kapital
hegeliana, sabía de la autogeneración (Selbsterzeugung) del hombre, devuelve el pensador sus derechos a la Naturaleza, pero a riesgo
del «hombre verdadero, en cuanto realmente efectivo, como de incitar a una (falsa) interpretación, según la cual sería la
resultado de su propio trabajo»29. Y todavía cabría dar al respecto Naturaleza una región autónoma enfrentada a la otra región, la
un paso más, dado que la idea de Selbsterzeugung no deja de tener del Hombre, mediando entre ambas el Trabajo como algo
resabios curiosamente «idealistas» (más propios de Fichte que igualmente independiente: «En cuanto configurador (Bildnerin)
de Hegel, por cierto; recuérdese la fichteana «autoposición» o de valores de uso, en cuanto trabajo útil, el trabajo es por tanto
Selbstsetzung). El trabajo (o mejor, la matriz última del trabajo, a una condición de la existencia del hombre con independencia de todas
saber: la técnica y el lenguaje) no es sólo antropógeno, sino también las formas sociales (eine von allen Gesellschaftsformen unabhängige Existenzbedin-
fisiogónico: en él y por él se engendra la naturaleza, y no sólo la gung des Menschen), una perenne necesidad natural destinada al
naturaleza «domada» como historia, sino aquella que, en el intercambio material (Stoffwechsel) entre el hombre y la natura-
engendramiento mismo, se rehusa a comparecer: lo salvaje, leza, o sea para servir de mediación de la vida humana»32.
entrevisto como el resto por Schelling o como lo «real» por Con todo, para una posible lectura utópica de Marx a la luz
Lacan. A este respecto, la grandeza y los límites del pensa- de la tecnología de la movilización, resulta mucho más importante
miento marxiano se advierten en pensamientos como éste: «La sacar a la luz su distinción entre trabajo productivo e improductivo 33,
naturaleza, al convertirse en la historia humana –el acto por el

30 Ms.- III. „Privateigentum und Kommunismus»; I, 604.


28 «El hombre objetivo (el hombre convertido en objeto, F.D.) es un instru- 31 Es verdad que en otros pasajes se alcanza un equilibrio, diríamos, schellingiano,
mento (Werkzeug), un instrumento de medida y un artilugio especular (Mess- haciendo que sea la sociedad el seno en que se copertenecen hombre y natura-
Werkzeug und Spiegel-Kunstwerk) valioso, que fácilmente puede enturbiarse o echarse leza (obviamente, una sociedad ideal y, en el «otro sentido» aquí utilizado, utó-
a perder o enturbiarse y que hay que cuidar y honrar; pero no significa meta pica). Tal el celebérrimo texto sobre la identidad por in-diferencia: «Así pues, la
alguna ni ofrece una salida o un incremento (Aufgang).» Jenseits von Gut und Böse, sociedad constituye la acabada unidad esencial (die vollendete Wesenseinheit) del
207. KSA 5, 136 (repárese en que el término Aufgang sirve también para designar hombre con la naturaleza, la verdadera rersurrección de la naturaleza, el cum-
la salida del sol). plido (durchgeführte) naturalismo del hombre y el cumplido humanismo de la
29 K. Marx, Zur Kritik der Nationalökonomie. Ökonomisch-philosophische Manuskripte [1844] (= naturaleza.» Ms.- ibid.; I, 596.
Ms.). III. „Kritik der Hegelschen Dialektik und Philosophie». En: Frühe Schrif- 32 K. Marx, Das Kapital I. MEW; 23, 57 (subr. mío).
ten. Ed. H.-J. Lieber / Peter Fürth. Wissenschaftliche Buchgesellschaft. Darm- 33 Esta ahora famosa distinción se halla en el llamado «Capítulo Sexto» de Das
stadt 1981; I, 645. Kapital I («Resultate des unmittelbaren Produktionsprozesses.» Dietz. Berlín
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que ha movido en nuestros días con inusitada energía las más pico, en una: «producción sin productivismo, en un trabajo
bien plácidas aguas del marxismo, gracias a las contribuciones sin capital: una producción que expande el radio de la activi-
de Paolo Virno (con su Gramática, en polémica con Antonio dad humana de la economía a la cultura; una praxis poética y
Negri), Bruno Gulli y otros34. El trabajo improductivo sería aque- una poiesis práctica»37. Una inteligente actualización tecnoló-
lla actividad cuya realización final no tiene como resultado un gica, ésta, de la citada humanización de la naturaleza y la natu-
producto autónomo, material, como ocurre en el trabajo pro- ralización del hombre, en los Manuscritos de 1844. La idea de
ductivo. Virno recoge esta noción pro domo, haciendo del tra- Gulli es seguramente utópica, pero por ello mismo incitante
bajo improductivo trabajo una actividad intelectual 35 y equipa- en cuanto principio de movilización de las conciencias, dado que
rándolo a la conocida distinción aristotélica entre poíesis o acerca este revolucionario «trabajo viviente» (living labour, p. 6)
producción material y práxis o acción política, la cual tiene el fin a la «producción artística», en cuanto «resultado del trabajo
de la acción en sí misma, no en el producto elaborado36. Sin creativo» (p. 173), de modo que, al cabo: «las funciones del
profundizar en este «desviacionismo» (que estimo sin arte y el trabajo llegarán a ser idénticas» (p. 174s.), lo cual
embargo fecundo), que lleva a Virno a equiparar este tipo de acerca sugestivamente este Marx tecno-lógico a la «metafísica
trabajo virtuoso con la acción política a través del lenguaje, pro- de artista» nietzscheana38.
poniendo además que esa forma sea la preeminente (y la por- Tal la propuesta de un nuevo modo «utópico» de pen-
tadora de «redención») en el capitalismo postfordista, sí sar… y de actuar. ¿Hay alguna señal, algún signum prognostikon en
parece interesante acercar la noción a la sostenida aquí como el sentido kantiano, que permita pensar que ese modo es efec-
justamente tecno-logía, es decir compenetración entre lo técnico tivamente la utopía, de otro modo, la utopía imposible para el tar-
y lo lógico-lingüístico a través de instrumentos multimedia móvi- docapitalismo pero pensable desde el horizonte de la tecnolo-
les, que permitirían pensar –desde luego como horizonte utó- gía móvil? Creo que, en efecto, tal signo existe. Es más, el
entero ensayo ha sido construído en vista de esta profunda
convicción, y a la vista del llamado «Movimiento del 15 de
1988; MEGA II/4.1; tr. esp.: El capital. Libro I, capítulo VI (inédito). Siglo XXI. Madrid Mayo», con centro en la Puerta del Sol madrileña y con irra-
19733, espec. pp. 77-89), y en los manuscritos de 1861-1863: «Productivität diación en muchas capitales de España, e incluso con prolon-
des Capitals, Productive und unproductive Arbeit». MEGA II/3.6 .
34 Para el tema, véase el ensayo de José María Durán, de título tan explícito como gaciones en otras capitales de este mal llamado «Primer
exhaustivo: «Sobre la lectura que en ‘Gramática de la multitud’ Paolo Virno Mundo» (como Occupy Wall Street, por ejemplo), y dirigido de
hace de la distinción entre trabajo productivo e improductivo en Marx. Anexo:
Comentario a ‘Arte y postfordismo’ de Octavi Comeron», en Nómadas. Revista
manera multiforme y espontánea contra políticos corruptos y
Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas [Publicación electrónica de la Universidad Com- su ferviente apoyo a un capitalismo improductivo, mas no desde
plutense] 21, 2009.1. Me resulta difícil aceptar la «ortodoxia» marxista de
Durán, pero su trabajo constituye con todo un buen compte-rendu del estado de
la cuestión.
35 Cf. «El virtuosismo. De Aristóteles a Glenn Gould», en Virno, Gramática, pp. 37 B. Gulli, Labor of Fire: The Ontology of Labor between Economy and Culture, Philadelphia,
50-54. Temple Univ. Press, 2005, p. 11. Cito a continuación directamente en el texto.
36 Ibid., p. 52. También É. Balibar trata de esta cuestión, pero para subrayar que 38 Die Geburt der Tragödie, Vorwort an Richard Wagner (1871): «tengo la convicción de que
Marx, ya desde la famosa Tesis I sobre Feuerbach, habría eliminado esa distin- el arte es la tarea más alta (der höchsten Aufgabe) y la actividad propiamente metafí-
ción. Cf. su La philosophie de Marx, Paris, La Découverte, 2001. sica de esta vida. «KSA; 1, 24.
124 FÉLIX DUQUE 6. OTRO MODO DE UTOPÍA 125

luego en el sentido artístico, sino en el meramente especula- populariza su más augusto ideólogo. Pero el movimiento (o
tivo, que juega con los flujos bursátiles y con las ayudas estata- mejor la movilización, para evitar también resonancias siniestras
les a bancos en bancarrota, para luego exigir desde las altas ins- de nuestra pasada historia reciente) no se detendrá, porque ha
tancias comunitarias y de las agencias de valoración constantes nacido de una indignación profundamente moral, porque se
sacrificios para mantener un esquema que tecnológica, política apoya en un instrumento que no puede ser completamente
y moralmente es ya inviable. controlado por un poder –la llamada partitocracia– que también
Tecnológicamente, porque la revuelta cuenta con una necesita de él para subsistir, por penosamente que sea, y por-
poderosa arma de reconstrucción social de lo común (frente a las que está encarnado en un «grupo portador de invención»
«armas de destrucción masiva», e.d.: de las «masas»: esas tecnopolítica, por decirlo con una vieja terminología40: una
armas que el ahora bastante capitidisminuido Hegemón nueva generación de sujetos emergentes como la barruntada
andaba buscando por estados tachados por el Hard Power como por Gilles Deleuze41. He aquí una urdimbre móvil y siempre
«fallidos»). Ese arma es el teléfono móvil y las redes sociales, mudable de relaciones inestables, dispuesta a la creación de
como Facebook o Twitter, sin olvidar la «vieja» tecnología de explosiones situacionales.
Internet, que permite el chateo y el diálogo one to many de los blogs. La subitánea comunidad de los grupos y plataformas enla-
La inmóvil movilización de la Puerta del Sol (casi como un nuevo zados por mensajes o llamadas revierte así en una comunidad
motor inmóvil) ha vuelto a revelar39 que un sistema tecnológico solidaria que toma por un tiempo las plazas del comercio y el
puede acabar por ser ideológicamente revestido como factor de turismo y las hace suyas. Es la ilusión utópica de un verdadero
cambio y generador de nuevas formas de comunidad social. tópos de libertad y fraternidad: la creación espontánea de un
Voces agoreras y literalmente «partidarias» insisten en que sitio, a partir del cual pueda reconstituirse un verdadero espacio
el movimiento ha ido perdiendo fuerza desde el estallido de la público. Para muchos, algo que, más que utópico resulta átopon,
primavera de 2011, por no haber sabido ni querido «inte- «absurdo». Algo que no ha lugar. Poco importa. Pues con
grarse». Y ya se cuidan las llamadas «fuerzas del orden», con seguridad está abriendo sitios de convivencia.
su intervención violenta de repetir la consigna del gobierno
reaccionario actual, a saber: «La calle es mía», que un día

39 Digo que «ha vuelto», porque ya se han dado casos espectaculares de moviliza-
ción social gracias al teléfono celular. Baste pensar en el derrocamiento de
Joseph Estrada en Filipinas (cf. V. Rafael, «The Cell Phone and the Crowd: 40 Ver mi Filosofía de la técnica de la naturaleza, Madrid, Tecnos, 1986, passim.
«Messianic Politics in the Contemporary Philippines», en Public Culture, 15.3 41 G. Deleuze, Préface a Psychoanalyse et transversalité, de Felix Guattari, Paris, François
(2003); ahora accesible en la Red: communication.ucsd.edu/ people/f_ rafael_ cellphone- Maspero, 1974 (hay nueva ed. en Paris, La Découverte, 2003; el Préface es ahora
rev_files.htm). También, y de modo tan entrañable entonces como frustrante accesible en la Red: http://www.revue-chimeres.org/pdf/23chi01.pdf): «una
ahora, cabe recordar el levantamiento popular del 13 de marzo de 2004 en nueva subjetividad, una subjetividad grupal que no se deja encerrar en un todo
Madrid, en vísperas de las elecciones legislativas y tras el terrible atentado del 11 forzado a reconstituir enseguida un yo, o peor aún : un superyo, sino que se
de marzo: una movilización debida efectivamente al móvil, y que supuso el restable- extiende por muchos grupos a la vez : divisibles, multiplicables, comunicantes
cimiento del PSOE en el poder, tras el período de J.M. Aznar. [entre sí] y siempre revocables. «
DEL RECORTE INDIGNO
EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA

Fernando Castro Flórez

«Vagi palantes nullo itineris destinato


fine non ad locum sed ad vesperum contenditur».

Estamos instalados o, mejor, empantanados en la era de las neutra-


lizaciones y las despolitizaciones que diagnosticara Carl Schmitt1. La
desideologización de las culturas políticas supone la transición
desde la política cultural fundada en la ideología hasta la ope-
ración cultural fundada en el simulacro. A la opinión pública
crítica y a la plebiscitaria y aclaratoria las sucede una masa
inerte, implosiva, destrozada, atomizada, que se defiende de
los medios con el ejercicio de la apatía, atribuye significados
aberrantes a los mensajes que le llegan, y se agrupa transitoria-
mente conforme a modelos carentes de toda coherencia inte-
lectual. Esto lleva a algunos sociólogos a hablar de un «fin de
lo social». Afortunadamente no hemos ingresado en un esta-
dio fósil sino que la escena socio-económica deprimente ha
generado una explosión de movimientos antagonistas, esto es,

1 Cfr. C. Schmitt, «La era de las neutralizaciones y de las despolitizaciones», en


El concepto de lo político, Madrid, Alianza, 1991, pp. 107-122.
128 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 129

una práctica de la indignación que tiene el carácter de una resisten- no es otra cosa que la expresión de la vieja necesidad humana
cia frente a la imposición sutil pero cruda de la tecnocracia. de contarse, identificarse, dar sentido a nuestras experiencias a
Toda violencia que reclama, tal y como advirtiera Walter Ben- través de los relatos que, con el impacto global de Internet,
jamin, su validez como medio es instauradora de derecho o genera un espacio mucho más vasto. Ya sea en el marketing
bien mantenedora de derecho, asimilando la primera categoría narrativo (una configuración concreta de las conductas) o en el
a la «violencia mítica»2. En nuestras sociedades, el gusto por jurídico-político (la era del archivo y la vigilancia planetaria
el orden y la sujeción se ha vuelto histeria y, al mismo tiempo, que registra el comportamiento del individuo), ya sea en la
comprobamos que la desrealización de la sociedad va de la macropolítica (desde las prácticas propias de un lobby a las tác-
mano con la culturización mediante la cual los significantes ticas de los spinners y demás fauna específica del asesoramiento
prevalecen pro doquier sobre los significados, los referendos «gubernamental») o en las narrativas expandidas cibernética-
sobre los referentes, las mediaciones sobre lo inmediato. mente (blog, chats o variaciones twitteras), las narraciones no
La Historia, así con mayúsculas, ha sido aplastada por el cesan de codificarnos con una sutileza «seductora» en apariencia
tsunami de los relatos, vale decir, por la diarrea del pequeños pero esencialmente conductista. Christian Salmon recurre,
cuentos y anécdotas. «La vida de las sociedades neoliberales con sentido del humor e innegable capacidad paródica, a la
–apunta Christian Salmon parodiando los famosos comienzos estructura de El príncipe de Maquiavelo para relatar una época de
del Capital de Marx y la apropiación del mismo por parte de inequívoco desmantelamiento de lo político. Los actores prin-
Guy Debord en La sociedad del espectáculo– se presenta como una cipales de este «folletín» son Tony Blair, George W. Bush,
inmensa acumulación de historias»3. Tras la deslegitimación Berlusconi, Sarkozy e incluso Aznar aunque no se trata mera-
de los grandes relatos (transmisores del lazo social) que abría La mente de hacer un retrato colectivo del neoliberalismo en sus
condición postmoderna de Lyotard parece que la única forma del postrimerías sino de componer lo que el ensayista francés
«discurso» que escapa con vida del implacable ejercicio de la denomina un «personaje de ficción», un Homo politicus experi-
sospecha es el relato o, para ser más preciso, su vertiginosa mental 5, esto es, un ejemplo de la dominación post-democrática
proliferación que se apodera del sujeto deseante. En el magní-
fico ensayo Storytelling, la máquina de fabricar historias y formatear las men-
tes, Salmon cartografió los usos de los relatos desde el ámbito comercial o hacer que las facciones rivales firmen un tratado de paz, para lanzar
empresarial al despliegue político, de la militarización a lo aca- un nuevo producto o hacer que un colectivo laborar acepte un cambio impor-
tante, incluido su propio despido, para diseñar un videojuego «serio» o curar
démico4. El storytelling, sintetiza ahora en La estrategia de Sherezade, los traumas de la guerra de los soldados, se considera que el storytelling es la
panacea. Lo utilizan los pedagogos como técnica de enseñanza y los psicólogos
como medio para curar traumatismos. Constituye una respuesta a la crisis del
sentido en las organizaciones y una herramienta de propaganda, un mecanismo
2 Cfr. W. Benjamin, «Hacia una crítica de la violencia», en Obras Completas, de inmersión y el instrumento para hacer perfiles de individuos, una técnica de
Abada, Madrid, 2010, Libro II/ Vol. I, pp. 193-201. visualización de la información y un arma terrible de desinformación…»
3 C. Salmon, La estrategia de Sherezade. Apostillas a Storytelling, Barcelona, Península, 5 «Tenía en mente a un personaje de ficción, un Homo politicus experimental, pos-
2011, p. 19. democrático, víctima de un mal muy extendido que David Axelrod, consejero de
4 C. Salmon, Storytelling. La máquina de fabricar mentiras y formatear las mentes, Barcelona, Barack Obama, ha bautizado como «síndrome del mago de Oz»». (C. Salmon,
Península, 2010, p. 34.): «Ya sea para llevar a buen puerto una negociación La estrategia de Sherezade. Apostillas a Storytelling, Barcelona, Península 2011, pp. 29-30).
130 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 131

que a veces tiene el rostro de un consejero plenipotenciario tar la urgencia de quitarnos la que se nos acumula en la cha-
(macho dominante en el ecosistema de Washington) y, con queta y, por supuesto, si aparece, en cualquiera de sus formas,
bastante frecuencia, está clonado de los comportamientos el deseo (en plena «sexualización del arte»), habrá que contar
estandarizados de Barak Obama, un presidente que alcanzó con la obscenidad que nos corresponde. «Poner nuestra mirada
cotas sublimes de entusiasmo cuando en su retórica del «cam- al desnudo, ése es el efecto de la literalidad»7. Cuando la con-
bio» hablo propiamente de naderías. Sin llegar a tener aquel tracultura es, meramente, testimonial (o mala digestión, sar-
pensamiento febril que afectara a Lord Chandos, según Hof- casmo vandálico en el hackerismo) y la nevera museística ha con-
mannsthal, y fascinado por el «I would prefer not to» de Bar- gelado todo aquello que, en apariencia, se le oponía8, parece
tleby, el ciudadano inserto en la revolución digital pasa de la como si fuera necesario deslizarse hacia un realismo problemático
credulidad al estupor en una fracción de segundo, sin que (donde se mezcla el sociologismo con las formulaciones casi
tampoco necesite de ese cuento infinito que, como el de She- hegemónicas de lo abyecto), más que en las pautas del rococó sub-
rezade, impide la ejecución fatal. vertido que establecieran las instalaciones, hoy por hoy, materia
La banalidad está hoy sacralizada, cuando, parodiando a prima de la rutina estética, en un despliegue desconocido de
Barthes se llega al grado xerox de la cultura; el arte está arrojado a la las tácticas del reciclaje.
pseudorritualidad del suicidio, una simulación vergonzante en El arte contemporáneo lanza su último cartucho en una
la que lo absurdo aumenta su escala6. Faltando el drama nos dilatada «desaparición» en la que pretende recuperar el poder
divertimos con la perversión del sentido: las formas de la referencia- de lo fascinante y lo que en realidad ocurre es que los gestos
lidad tienen una cualidad abismal, como si el único terreno quedan presos de la comedia de la obscenidad y la pornogra-
que conociéramos fuera la ciénaga. Después de lo sublime fía9. En la actualidad, insisto, proliferan, incluso patética-
heroico y de la ortodoxia del trauma, aparecería el éxtasis de los mente, las figuras de la obscenidad, revelando lo traumático pero
sepultureros o, en otros términos, una simulación de tercer grado. también la ambivalencia (gozo-padecimiento) del narcisismo,
Estamos fascinados por el tiempo real y, sin duda, las estrategias en lo que supone una verdadera deriva manierista. «Hasta
de mediación sacan partido de ello dando rienda suelta a lo
obsceno, siendo la sombra de esos desvelamientos la evidente
rehabilitación del kitsch. Estamos entrando, en el arte actual, en 7 R. Barthes, «Sade-Pasolini» en La Torre Eiffel. Textos sobre la imagen, Barcelona, Pai-
lo que denominaré una completa literalidad, donde de nada se te dós, 2001, p. 113.
8 «La crítica a las instituciones implícita en las mejores de las obras más recientes
dispensa. Me refiero a ese tipo de narrativa en la que si se nom- ha pasado a la pregunta seria sobre si los objetos de arte inevitablemente caen
bra el accidente hay que pasar, inmediatamente, a la fenome- presas de la museización del proceso de mercado». (B. Taylor, Arte Hoy,
nología de las vísceras, acercar la mirada hasta que sintamos la Madrid, Akal, 2000, p. 141.)
9 «La obscenidad y la transparencia progresan ineluctablemente, justamente
extrema repugnancia, si de caspa se trata tendremos que sopor- porque ya no pertenecen al orden del deseo, sino al frenesí de la imagen. En
materia de imágenes, la solicitación y la veracidad aumentan desmesurada-
mente. Se han convertido en nuestro auténtico objeto sexual, el objeto de nuestro deseo. Y
en esta confusión de deseo y equivalente materializado en imagen (...) reside la
6 Cfr. J. Baudrillard: «La simulación en el arte» en La ilusión y la desilusión estéticas, obscenidad de nuestra cultura». (J. Baudrillard, El otro por sí mismo, Barcelona,
Caracas, Monte Ávila, 1998, p. 49. Anagrama, 1988, pp. 30-31.)
132 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 133

cierto punto, la función del arte es proporcionar una distancia Boris Groys sostiene que bajo las condiciones de la moder-
soportable»10, aunque, como sabemos, el programa vanguar- nidad hay dos formas de producir y hacer llegar al público una
dista, precisamente, quería romper esta separación, que no obra de arte: como mercancía o como instrumento de propa-
sólo es la hay con la vida, sino también aquella otra que aparta, ganda política. Los artistas no sólo utilizan los documentos de
bajo el manto «ideológico» de la autonomía, la política. Son actualidad, con lo que se mantienen «frente a la historia»,
muchas las paradojas del arte moderno, embarcado en una sino también los producen enteramente, con lo que no sólo con-
pretendida liberación (social, de los instintos, de la tradición) templan el acontecimiento sino lo intervienen en contacto con
que termina por resolverse en ambigüedad (negativa), aunque él. El dilema de la politización del arte como respuesta a la
también puede ser entendida como potencia liberadora11. Las estatización de la política que Benjamin puso sobre la mesa en
ambivalentes actitudes artísticas contemporáneas (resultando el tiempo de la imposición fascista, reaparece en el siglo XXI,
difícil saber si son formas de la resistencia semiótica, poses de justamente cuando un neo-imperalismo del miedo ha dado
franca decadencia revolucionaria o gestos de cinismo en los paso a una conciencia abismal de la crisis económica. Godard
que la teatralización ha sustituido a cualquier estrategia crí- afirma que no se trata de mostrar las cosas verdaderas, sino de
tica)12 no han sido capaces de explicar la pasión del hombre por mostrar como son verdaderamente las cosas, retomando a
las cadenas, acaso por estar esos mismos procesos creativos ata- Brecht que en 1935 nombraba las cinco dificultades para decir la ver-
dos al fetichismo que intentan cuestionar. Da la impresión de dad: la inteligencia de al fidelidad, la moral de lo trágico, el
que hemos llegado a aceptar tácitamente que el arte es un sin- sentimiento de urgencia, la voluntad de experiencia y el coraje
sentido y el artista un inútil que es tanto más apreciado cuanto de santidad. Ser realista en el arte implica, para el autor de
más innecesario es su trabajo13. Madre coraje, ser realista también fuera del arte. La pasión de lo real
persiste en el arte contemporáneo tras aquella búsqueda
(surrealista y en general propia de las vanguardias) de una
10 M. McLuhan y B.R. Powers, La aldea global, Barcelona, Gedisa, 1990, p. 94. «belleza convulsa»; nuestro «desobramiento» puede que no
11 «La experiencia de la ambigüedad es, como oscilación y desarraigo, constitu- sea otra cosa que una continuación del pensamiento materia-
tiva del arte; son éstas las únicas vías a través de las cuales, en el mundo de la lista y afortunadamente ateo que llevó, entre otras cosas, a una
comunicación generalizada, el arte puede configurarse (aún no, pero sí quizá
finalmente) como creatividad y libertad». (G. Vattimo, La sociedad transparente, desacralización de la obra de arte e incluso a una descomposición
Barcelona, Paidós, 1990, p. 154.) de la idea romántica del artista14. Una época marcada por la
12 Cfr. H. Foster, «El futuro de una ilusión o el artista contemporáneo como
cultor de carga», en A. M. Guasch (ed.), Los manifiestos del arte postmoderno. Textos de
exposiciones 1980-1995, Madrid, Akal, 2000, p. 101.
13 «En definitiva, la ‘libertad’ artística existe en proporción a la irrelevancia del labor artística de hoy. El artworld es una trampa. Al prometer la protección del
artista. Mientras que en Dadaísmo el sinsentido fue localizado en la obra de trabajo del artista ante la instrumentalización comercial de la industria de la
arte de un modo que reflejaba críticamente sobre todo el mismo sentido cultura, absorbe a los mejores, los más brillantes, los más talentosos profesio-
social, ahora el sinsentido es otorgado al artista, cuyos poderes críticos y crea- nales de la industria visual y desactiva su poder crítico, haciéndolos impoten-
tivos se mantienen aislados del efecto social. Como Peter Shjeldahl escribió en tes dentro de una esfera pública mayor». (S. Buck-Morss, Pensar tras el terror. El
el New Yorker (25 de Marzo de 2002) contemplando la Bienal del Whitney: ‘El islamismo y la teoría crítica entre la izquierda, Madrid, Antonio Machado, 2010, pp.
arte americano de hoy puede ser cualquier cosa menos necesario’. Son la 114-115.)
estructura y la función del artworld las que garantizan el sinsentido de mucha 14 Cfr. A. Badiou, El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, p. 194.
134 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 135

biopolítica del miedo15, en la que las ideologías, según declaran Narcotizados por el directo (en el que se entrecruzan la pul-
voceros autorizados, han «finalizado», algunos procesos plás- sión voyeuristica y la estrategia de la vigilancia planetaria), esa
ticos intentan dar cuenta de la vida precaria, reconsiderando el iluminación que no quiere que nada quede en sombra19, nos
sentido de la comunidad pero a partir de la dimensión frágil hemos endurecido y, sobre todo, nuestra adicción a la violen-
de la corporalidad. En muchos momentos da la impresión de cia catódica nos ha inmunizado contra el sufrimiento de los
que el arte ya no sea otra cosa que un efecto, algo más delirante demás 20. Las noticias que nos hipnotizan son incomprensibles
que cómico16. Una suerte de imperio de las flow experiences 17, de o se han vueltas rarísimas21. En cierta medida, la información
ese fluir sin dejar mucho rastro. No pasa nada, es lo mismo, lo e incluso el arte, servirían para escenificar fantasmas que están
hemos pasado bien. Insisto, un infantilismo complaciente, radicalmente desubjetivados, que nunca podrían ser asumidos
como si solamente tuviéramos que esperar más regalos, chu- por el sujeto.
cherías o sencillamente una canción de cuna18.

15 «Con la administración especializada, despolitizada y socialmente objetiva, y negro: los ciudadanos van perdiendo capacidad para responsabilizarse de recla-
con la coordinación de intereses como nivel cero de la política, el único modo mar derechos y cumplir deberes. Frente a la supuesta rebeldía del mundo juve-
de introducir la pasión en este campo, de movilizar activamente a la gente, es nil, se revela su conformismo, su sometimiento a los dictados de los producto-
haciendo uso del miedo, constituyentemente básico de la subjetividad actual. res para el consumo» (E. Vozmediano, «Arte en la edad del pavo», en Revista
Por esta razón la biopolítica es en última instancia una política del miedo que de Occidente, nº 333, 2009, p. 61.)
se centra en defenderse del acoso o de la victimización potenciales» (S. Zizek, 19 «Cuanto más disminuyen las distancias de tiempo más se dilata la imagen del
Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Barcelona, Paidós, 2009, p. 56.) espacio: Se diría que ha tenido lugar una explosión sobre todo el planeta. Una luz cegadora arrebata
16 «No es necesario que el dispositivo sea fácilmente identificado como «arte», de la sombra hasta el mínimo resquicio», escribía Ernst Jünger respecto a esta ilumina-
visto que el arte no es más que un efecto producido. Se va borrando la obra en ción que aclara la realidad del mundo. La llevada del live, del «directo», pro-
beneficio de la experiencia, borrando el objeto en beneficio de una cualidad vocada por la puesta en marcha de la velocidad-límite de las ondas, transforma
estética volátil, vaporosa o difusa, a veces con una desproporción chistosa o, al la antigua «tele-visión» en una GRAN ÓPTICA PLANETARIA. Con la CNN
contrario, con una casi equivalencia tautológica entre los medios desplegados y y sus diversos avatares, la televisión doméstica cede el puesto a la TELEVIGI-
el efecto buscado. De un pandemonio de objetos puede surgir un único y fugaz LANCIA». (P. Virilio, La bomba informática, Madrid, Cátedra, 1999, p. 22.)
efecto cómico terminal» (Y. Michaud, El arte en estado gaseoso, México, Fondo de 20 «Los ciudadanos de la modernidad, los consumidores de la violencia como
Cultura Económica, 2007, p. 32.) espectáculo, los adeptos a la proximidad sin riesgos, han sido instruidos para
17 «[Mihaly Csikszentmihalyi] inició el estudio de las actividades que llama autoté- ser cínicos respecto de la posibilidad de la sinceridad». (S. Sontag, Ante el dolor
licas y de las experiencias de absorción como las de los jugadores de ajedrez, de de los demás, Madrid, Alfaguara, 2003, p. 129.)
los compositores de música, de los alpinistas, de los especialistas de arte, de los 21 «El periodismo clásico presentaba como modelo de noticia la frase: ‘Señor
deportistas de lo extremo, etc. Con base en lo que describen los que realizan muerde a perro’. Esa frase aún es deudora de algunos presupuestos demasiado
estas experiencias, le pareció posible agruparlas bajo el término genérico de flow modernos, en el sentido de no lo bastante posmodernos: el binarismo natural/civilizado,
experiences, porque simplemente las personas interrogadas utilizan continua- la excepcionalidad como simple ruptura de la rutina; en fin, un sentido del
mente esta palabra, flow, o flujo para referirse a su absorción sin esfuerzo en evento que hoy nos parece naif. En la época posmoderna ese principio fue reti-
una actividad que nace por sí misma, que se desarrolla bie, que constituye una rado en favor de un esquema distinto, que podría ser enunciado así: ‘Ciuda-
especie de esfera autónoma en la vida consciente» (Ibid., p. 136.) dano belga muerde a perro homosexual’. […] Pero si bien esta noticia aún
18 […] es preciso encarar seriamente la infantilización del arte actual, no sólo puede arrastrar la mirada de algún otro suscriptor, la que de veras corresponde
porque amenaza con trivializar todo un espacio cultural en el que debería pri- a nuestra era sería más bien la siguiente: ‘Club de Mordedores de Perros bate el
mar la reflexión, el análisis y la madurez creativa, sino porque forma parte de Récord Guiness de mordiscos’». (E. Fernández Porta, Homo Sampler. Tiempo y con-
una puerilización general de la sociedad que apunta a un futuro bastante sumo en la Era Afterpop, Barcelona, Anagrama, 2009, pp. 262-263.)
136 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 137

Esto nos lleva a un problema crucial: si nuestra experiencia de hace Boris Groys, que los mass media no son sólo el canal de
la «realidad» está estructurada por el fantasma, y si el fan- comunicación sino la máscara que oculta el vacío absoluto.
tasma sirve como pantalla que nos protege del peso insopor-
table de lo real, entonces la realidad misma puede funcionar como fuga Nuestros dirigentes –advertía Susan Sontag– nos han infor-
del encuentro con lo real. En la oposición entre sueño y realidad, el mado que consideran que la suya es una tarea manipuladora:
fantasma queda del lado de la realidad, y es en los sueños cimentación de la confianza y administración del duelo. La
donde nos encontramos con lo real traumático. No es cierto política, la política de una democracia –que conlleva desa-
que los sueños son para aquellos que no pueden soportar la cuerdos, que fomenta la sinceridad– ha sido reemplazada por
realidad; por el contrario, la realidad es para aquellos que no la psicoterapia. Suframos juntos, faltaría más. Pero no seamos
pueden soportar (lo real que se anuncia en sus) sueños22. estúpidos juntos26.

Todo cae en una especie de pozo sin fondo: desde los viejos Lo malo es que, tal vez, la «comunidad venidera» sea la
ideales políticos a Lehman Brothers. Estamos, no hace falta forma en la que estamos unidos soportando, mal que bien, lo
insistir en ello, en una bancarrota total23. Puede que también indigesto o deambulando por una paisaje, literalmente, de
en muchos dominios del arte se haya producido, sin que nadie naderías.
quiera responsabilizarse, otra estanflación. Incluso ciertas moda-
lidades estéticas contemporáneas que ejecutan un «retorno En una sociedad que no está en crisis –advierte René Girard
(brutal) a lo real»24 provocan, con demasiada frecuencia, ata- en El chivo expiatorio– la impresión de las diferencias procede a la
ques de narcolepsia. Tanto en la política como en la estrategia vez de la diversidad de lo real y de un sistema de intercambios
militar es obligado difundir noticias falsas25, asumiendo, como que diferencia y que, por consiguiente, disimula los elementos
de reciprocidad que necesariamente supone, so pena de dejar
de constituir un sistema de intercambios, es decir, una cul-
22 S. Zizek: Cómo leer a Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2008, pp. 64-65. tura. […] Cuando una sociedad se descompone los plazos de
23 Cfr. J. Montes, «Crisis de mercado, arte y ‘valores tóxicos’», en Revista de Occi- pago se acortan; se instala una reciprocidad más rápida no
dente, nº 333, 2009, pp. 104-112.
24 «En el arte contemporáneo encontramos a menudo brutales intentos de sólo en los intercambios positivos que sólo subsisten en la
‘retorno a lo real’ que despiertan al espectador (o al lector) de su dulce sueño y le estricta medida de lo indispensable, por ejemplo, en forma de
recuerdan que está percibiendo una ficción. […] En el teatro, hay acontecimien-
tos brutales que ocasionalmente nos despiertan a la realidad del escenario (como
trueques, sino también en los intercambios hostiles o ‘negati-
degollar una gallina en escena). En lugar de conferir a estos gestos una suerte de vos’ que tienden a multiplicarse. La reciprocidad que, por así
dignidad brechtiana, y percibirlos como versiones de la alienación, deberíamos
denunciarlos por lo que son: el opuesto exacto de lo afirman ser: modos de escaparse
de lo real, intentos desesperados de evitar lo real de la ilusión en sí, lo real que
surge al modo de un espectáculo ilusorio». (Zizek, Cómo leer a Lacan, p. 66.) ‘Ministerio de la Desinformación’, se encargaba de la difusión de noticias falsas
25 «En el invierno de 2001, el Ministerio de Defensa estadounidense anunció la destinadas a influir sobre un enemigo terrorista igualmente difuso a su vez». (P.
creación reservada, por no llamarla ‘furtiva’, de la Oficina de Influencia Estraté- Virilio, El accidente original, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, p. 37.)
gica (OSI [Office of Strategic Influence]). Puesta bajo control de Douglas Feith, 26 S. Sontag, «11-9-2001», en Al mismo tiempo. Ensayos y conferencias, Barcelona, De
subsecretario de Defensa a cargo de la gestión política, esta oficina, auténtico Bolsillo, 2008, p. 115.
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decirlo, se vuelve visible al acortarse, no es la de los buenos vez la autopista infernal que nos llevó hasta el capitalismo de casino,
sino la de los malos modos, la reciprocidad de los insultos, de esto es, hacia la nauseabunda conformación de la Cleptopía 31
los golpes, de la venganza y de los síntomas neuróticos. He contemporánea. La frase «no más juego», repetida constante-
aquí por qué las culturas tradicionales rechazan esa reciproci- mente en Las Vegas revela que la ludopatía es incurable y es un
dad en exceso inmediata27. signo decisivo de las «estrategias fatales», recitadas como leta-
nías por Baudrillard, de un mundo en el que seguimos atrapa-
Los trueques contemporáneos son incesantes y esos «mer- dos por la ilusión del dinero que crea dinero, del dinero que
cados» que tendrían «crisis de confianza» no son otra cosa se engendra a sí mismo, sin pasar por el circuito de producción
que la forma ramificada del poder que, en última instancia, y de circulación. Describiendo la crisis de 1815, Marx dice que
mantiene la estrategia discursiva de mentir a lo grande28. Vivimos, el mismo Ricardo «en el fondo no sabía nada sobre las crisis»,
inconscientemente, en el país de los lotófagos, estableciendo una excusa que ya no tendrían sus sucesores:
leyes para la memoria histórica pero al mismo tiempo incapa-
citados para comprender que la dimensión de lo monumental los fenómenos siguientes –apunta en sus Teorías sobre la plusvalía–
(esa sociedad enferma por la pulsión conmemoradota) que está y, en particular las crisis del mercado global, con uan fre-
cimentado en la vacuidad total 29. cuencia casi regular, ya no les permiten negar los hechos, ni
No estamos tanto recuperando la política, con la exclusión interpretarlos como algo accidental». En una carta que
como elemento constitutivo30 cuanto recorriendo una y otra escribe a Engels el 17 de diciembre de 1857 dice que la crisis le
tiene embrujado: «los precios bajan a diario. Manchester se

27 R. Girard, El chivo expiatorio, Barcelona, Anagrama, 1986, p. 23.


28 «¡Déjame decirte una o dos cosas acerca del poder! El poder –apunta el sena-
dor Roark, el monstruoso padre del monstruoso Junior en The Yellow Bastard de «Por una política de identidad democrática», en Prácticas artísticas y democracia ago-
Frank Millar– no viene de una placa o de una pistola. El poder viene de men- nística, Museu d’Art Contemporani de Barcelona, 2007, p. 15.)
tir, y de mentir a lo grande, y conseguir que todo el maldito mundo esté de 31 Recordemos la actitud criminal únicamente de uno de los impulsores de la
acuerdo contigo. Una vez que están de acuerdo con lo que en el fondo saben Cleptopia, Greenspan, que consideraba que gracias a los derivados del crédito,
que no es verdad, los tienes atrapados. Eres su jefe. Puedes darle la vuelta a sus todo el mundo va a estar asegurado contra un colapso eventual sin advertir,
ideas y te aplaudirán. Puedes convertir en santo a un chalado como mi todopo- como sabía de sobra, que esos seguros no iban a tener capitalización ninguna
deroso hermano». siendo, en sentido estricto, «seguros de impago de deuda». «Mientras Gre-
29 «Como intuyó Huxley, la participación activa en la sociedad y en la historia no enspan cometía un desastre histórico detrás de otro –imprimir 1,7 billones de
excluye en absoluto la erección de grandes y costosos monumentos cuyo tema es dólares en medio de una inmensa burbuja bursátil, desmantelar la ley Glass-
la caída de las grandezas terrenales y la vacuidad de los deseos humanos; es más: Steagal, desregular el mercado de los derivados, vaciar su propia autoridad
honores, riquezas y pompa son valorables precisamente en cuanto se los siente y reguladora en mitad de una era de fraudes desenfrenados–, la prensa financiera
vive como nada. Por ello mismo, son simulacros de la muerte no sólo las tum- y política oficial lo ensalzó como un héroe de inmensa estatura. En febrero de
bas, sino también las iglesias, los palacios, las instituciones, las obras, la socie- 1999, la revista Time llegó incluso a dedicarle la portada, rodeado de los minis-
dad toda» (M. Perniola, La sociedad de los simulacros, Buenos Aires, Amorrortu, tros de Clinton Bob Rubin y Larry Summers, bajo el titular inconcebible de ‘El
2012, pp. 125-126.) Comité para Salvar el Mundo: la verdadera historia de cómo los Tres Mercade-
30 «[…] en última instancia, cualquier objetividad social es política y tiene que res han evitado el colapso económico global. Hasta ahora’». (M. Taibbi, Clep-
mostrar los indicios de exclusión que gobierna su constitución: lo que, topía. Fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa, Madrid, Lengua de
siguiendo a Derrida, denominamos su ‘exterior constitutivo’». (C. Mouffe, Trapo, 2011, pp. 116-117.)
140 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 141

hunde más y más cada día en la crisis». En los Grundrisse, la cri- se ha solapado por completo a la cultura: todo, incluyendo la
sis se presenta como la metáfora de la locura, una locura que producción de mercancías, las altas finanzas y la especulación
«domina la vida de los pueblos»… financiera, «se ha convertido en cultural; y la cultura igual-
mente se ha vuelto profundamente económica u orientada
y en la que se manifiestan plenamente las tendencias esqui- hacia la mercancía»35.
zoides del sistema capitalista32. Nosotros hemos añadido un El discurso del final de la utopía es sobradamente cono-
retorno fantasmagórico de la histerización y no estamos entregados tanto cido: no existe ningún punto de partida, ningún fundamento,
al «goza tu síntoma», como pretende Zizek, cuanto a la fobia ningún origen, ninguna alternativa teórica o política externa
de la «prima de riesgo», la contemplación frenética de la de donde comenzar a crear un nuevo mundo. Parecen cerra-
«deuda soberana», el desconcierto con la calificaciones de las dos tanto el camino de la ideología como el de la utopía, tanto
«agencias» y el destino inevitable que convierte nuestra eco- el de una mediación política como el de una renovación social.
nomía en «bono basura». Los tulipanes vuelven a hechizar a Aquella evocación emocionada que hacía Fidel Castro de los
los adictos a la economía burbujeante33 y la crisis es el modo de que comparten un ideal 36 suena anticuada pero también está
gestión paralizante y totalitario que nos corresponde. Si en completamente pasada de moda la «desconfianza» posmo-
palabras de James G. Ballard, en la sociedad de consumo esta- derna y hemos experimentado el hastío de lo diatópico: una vez
ríamos en «una especie de estado policial blando»34, Fredric que uno apaga la pantalla el problema de la realidad como un
Jameson ha señalado que en el capitalismo tardío la economía no-lugar deviene un problema muy real. Andreas Huyssen
tiene razón cuando señala que «hoy se ha agotado esa lógica
del desilusionamiento»37 y también que la obra de arte retorna en
32 «Toda la economía se ‘aliena’, se transforma en algo delirante, en una esfera una época de reproducción, diseminación y simulación ilimi-
autónoma e incontrolable. El vocabulario clínico-médico tiene aquí una apli- tadas: «el deseo de historia, de la obra de arte original, del
cación que no es fortuita. ‘Al transcurrir las crisis, cuando el momento de
pánico haya pasado y la industria se estanque, el dinero se quedará pegado en objeto museal auténtico, es paralelo en mi opinión al deseo de
las manos de los banqueros y de los agentes de cambio. Así como el ciervo lo real, en un tiempo en que la realidad se nos escapa más que
brama por las fuentes de agua fresca, el dinero clama por un sector en el que lo nunca»38. En El dieciocho Brumario de Luis Napoleón Bonaparte, Marx
valoren como capital’. El capital desvalorizado es como el retorno de lo que se
había olvidado. La superproducción es como la vuelta del que se había ido.
Como ‘el recuerdo repentino de todos los momentos necesarios de la produc-
ción fundada en el capital’. La crisis recuerda la burbuja o esfera financiera que
no está levitando, alejada de lo que llamamos hoy, curiosamente, la ‘economía 35 F. Jameson, The Cultural Turn. Selected Writings of the Postmodern, 1983-1998, Lon-
real’». (D. Bensaïd, Marx ha vuelto, Barcelona, Edhasa, 2012, pp. 137-138.) dres,Verso, 2009, p. 73.
33 «Desde la burbuja de Internet de los años 1995-2001 pasando por la burbuja 36 «Es que, cuando los hombres llevan en la mente un mismo ideal, nada puede
financiera asiática de 1997 o la burbuja monetaria de la Argentina, el tulipán se incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios,
ha convertido en el emblema de la aparente irracionalidad de una euforia porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma idea, una misma
revestida de racionalidad económica». (AA.VV., «Abecedario de la crisis», en conciencia y dignidad los alienta a todos». (F. Castro, «La historia me absol-
Sobre la constitución política del presente. De 11 a 21, Sevilla, Centro Andaluz de Arte verá», en Las declaraciones de La Habana, Madrid, Akal, 2012, p. 27.)
Contemporáneo, 2011, p. 13.) 37 A. Huyssen, «Recuerdos de utopía», en En busca del futuro perdido. Cultura y memoria
34 Cfr. J. G. Ballard, Bienvenidos a Metro-Centre, Barcelona, Minotauro, 2008, p. en tiempos de globalización, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 267.
32. 38 Ibid., p. 277.
142 FERNANDO CASTRO FLÓREZ 7. DEL RECORTE INDIGNO EN LA ÉPOCA DE LA IMPOTENCIA POLÍTICA 143

subrayó la importancia fundamental del imaginario ideológico basta con el entusiasmo que, a la manera kantiana, es final-
como factor de eficacia histórica. Frente al discurso conduc- mente una contemplación distanciada del espectáculo revolu-
tista-deprimente, defensor del status quo, empeñado en hacer cionario, en la que es manifiesta la falta de implicación como si
que todos comulguen con ruedas de molino, convenciéndonos estuviéramos completando anacrónicamente el Gran Tour de
de que únicamente podemos salir a la calle con la careta del los melancólicos y se nos ofreciera el imponente espectáculo de
cinismo39, debería surgir una ética y una estética de la resistencia que, un naufragio. «Para que la representación –advierte Alfredo
de entrada, subrayara la importancia de lo que se podría deno- Jaar– comunique lo humano, no sólo se precisa que la repre-
minar la ilusión de la política. No se trataría, ni mucho menos, sentación fracase, sino también que muestre su fracaso. Hay algo
de disimular la mezquindad ni de perpetuar una política cultu- irrepresentable que sin embargo intentamos representar, y esa
ral que va entre la ocultación y el entusiasmo40. paradoja debe ser preservada a través de la representación que
«Necesitamos –apunta Alain Badiou– una disciplina ofrecemos»41. Aunque la colectividad está afectada de amnesia
popular. Diría incluso que ‘aquellos que no tienen nada sólo casi crónica tenemos que estar prevenidos contra el uso retori-
tienen su disciplina’. Los pobres, los que no cuentan con zado y, finalmente, banal de aquella «Historia» que acaso sea,
medios financieros, ni militares, los que carecen de poder, tal y como Nietzsche apuntara en su segunda Consideración intem-
todo lo que tienen es su disciplina, su capacidad para actuar pestiva, la fuente de una enfermedad que tiene en el cinismo uno
juntos. Esa disciplina ya es una forma de organización». No de sus síntomas. Más allá del «delirio conmemorativo»42
podríamos comenzar a recordar de otra manera. Puede que cier-
tas operaciones artísticas, como los trabajos fotográficos de
39 «Los ideales terminaron, mientras se habla del fin de las ideologías, de la his- Boltanski, Thomas Demand, Sophie Calle o Ángel Marcos,
toria, de la cultura, como ámbito ético, y hasta del amor (‘¡Se acabó el querer!’, nos muestren algunos de los senderos por los que transitar,
cantan los Van-Van, un grupo de salsa). Para algunos, hemos entrado en una conscientes de que no queremos ni podemos compartir el des-
«era de la aquiescencia», en la que existen pocas esperanzas de que el futuro
pueda diferir del presente, como no sea mediante la catástrofe. […] Pero si tino de Funes, aquel personaje de Borges que «sabía las formas
hablamos de post-utopía más que de anti-utopía es porque el cinismo prevale- de las nubes australes del amanecer de mil ochocientos ochenta
ciente no significa la desactivación del futuro». (G. Mosquera, «Arte y polí- y dos y podría compararlas en el recuerdo con las vetas de un
tica: contradicciones, disyuntivas, posibilidades», en Caminar con el diablo. Textos
sobre arte, internacionalismo y culturas, Madrid, Exit, 2010, p. 137.)
40 «El lugar de la política es ocupado, así, por lo que Marx y Engels definieron,
en La sagrada familia, como la ilusión de la política: los protagonistas de la Revolu-
ción Francesa tuvieron necesidad de esta ilusión, en la que se funda el imagi- 41 A. Jaar cit. en N. Schweizer, «La política de las imágenes. Un recorrido a guisa
nario ideológico, ‘para disimular ante ellos mismos el mezquino contenido de introducción», en Alfredo Jaar. La Política de las Imágenes, Santigo de Chile, Meta-
burgués de sus luchas y para mantener su pasión a la altura de la gran tragedia les Pesados, 2008, p. 17.
histórica’. De las palabras de Marx se desprenden, por consiguiente, las dos 42 «Por lo que parece, un museo es inaugurado a diario en Europa, y actividades
características fundamentales de la política cultural: por un lado, el ocultamiento que antes tuvieron carácter utilitario han sido convertidas ahora en objeto de
de una realidad oscuramente percibida como sórdida detrás del modelo origi- contemplación: se habla de museo de la crêpe en Bretaña, de un museo del oro
nario, el ideal, el valor; por el otro, el entusiasmo, el fervor emotivo, el compro- en Berry… No pasa un mes sin que se conmemore algún hecho destacable, hasta
miso pasional, que permite magnificar las nuevas luchas y exaltar en la fantasía el punto de que cabe preguntarse si quedan bastantes días disponibles para que
los cometidos que se plantean: idealización y sublimación». (Perniola, La socie- se produzcan nuevos acontecimientos… que se conmemoren en el siglo XXI».
dad de los simulacros, pp. 41-42.) (T. Todorov, Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós, 2008, p. 87.)
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libro de pasta española que sólo había mirado una vez y con las contructor choca frontalmente con la movilización perma-
líneas de espuma que un remo levantó en el Río Negro la vís- nente, con la prisa informativa y con la amnesia de todo lo que
pera de la acción del Quebrancho»43. En fin, una memoria no sea divertido o escandaloso. Como apuntara Zizek, para
que era, literalmente, un «vaciadero de basuras» y un ejerci- deshacerse realmente del pasado no hace falta destruir los
cio que provocada perplejidad. Si tenemos la obligación de monumentos, porque resulta mucho más efectivo hacer que
recordar y el derecho al olvido. Evocamos a Temístocles y a su formen parte de la industria turística.
voluntad de evitar que todo sea sometido al criterio memorís- El archivo, centro de nuestra economía y configuración
tico sobre todo cuando tenemos la sensación de que la preocu- epistemológica, se localiza o domicilia en la escena del desfalle-
pación «estatal» o política por el pasado puede servir, entre cimiento de la memoria, «no hay archivo sin un lugar de con-
otras cosas, para desentenderse del presente. «La repetición signación, sin una técnica de repetición y sin una cierta exte-
ritual del ‘no hay que olvidar’ no repercute en ninguna conse- rioridad. Ningún archivo sin afuera»47. Todo ha estado
cuencia visible sobre los procesos de limpieza étnica, de tortu- orientado a que podamos advertir cada vez más cosas pero a
ras y de ejecuciones en masa que se producen al mismo tiempo, corto plazo. Almacenamos toda clase de datos, confiando cie-
dentro de la propia Europa»44. La historia tiene algo de gamente en los sistemas digitales, pero sabemos de sobra que lo
enmarañamiento narrativo, de férreo sistema organizado que que estamos haciendo es colaborar para que nada sea recor-
finalmente deja todo aquello que no «interesa» en la sombra dado. La inmensidad de los archivos es, en todos los sentidos,
definitiva. Algunos artistas han tratado de investigar en torno a disuasoria. Nuestra contemporánea «teatrocracia» propicia
lo olvidado por la historiografía tradicional45; se trata, más que los espectáculos de patetismo exhibicionista al mismo tiempo
de un mirar hacia atrás, de una voluntad de decir el pasado de que desacredita como templos de lo rancio e inútil las institu-
otro modo46. Ese impulso revisionista y, al mismo tiempo, des- ciones tradicionales de la memoria, especialmente la biblio-
teca. Foucault comprobó que ese lugar estaba ocupado más por
el polvo que por los libros y, en su indagación arqueológica,
43 J. L. Borges, «Funes el memorioso», en Ficciones, Madrid, Alianza, 1971, p. 128. tomó partido por el archivo, esto es, por eso que habla sin
44 Todorov, Los abusos de la memoria, p. 104. imponer desde el principio el sentido o la dinámica del pensa-
45 Cf. M. Godfrey, «The Artist as Historian», en October, The MIT Press, Massa-
chusetts, Cambridge, 2007. miento. Puede que el archivo tiene por función cobijar aque-
46 «Sea como sea, en lo que al momento presente se refiere, ha un número cada llo que no tiene sentido guardar en la memoria48. Lo que
vez mayor de artistas (y lo que es más importante, de las mentes más interesan-
tes que hoy trabajan en el campo del arte) que desean definir el arte (su arte)
ante todo en lo más hondo de su relación con la historia, es decir, con el pasado.
Cada vez más frecuentemente el arte mira hacia atrás. Hay una parte sustancial de Roelstraete, «La función repeat. Deimantas Narkevicius y la memoria», en Dei-
las prácticas artísticas contemporáneas comprometidas no con un simple con- mantas Narkevicius. La vida unánime, Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina
tar historias sino, más específicamente, con contar la historia; y este modo his- Sofía, 2008, p. 72.)
toriográfico –un complejo metodológico en el que están incluidos, entre otros, 47 J. Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana, Madrid, Trotta, 1997, p. 19.
el informe histórico, el archivo, el documento, el acto de excavación, el 48 Cfr. M. Morey, «El lugar de todos los lugares: consideraciones sobre el
memorial, el acto de reconstrucción y recreación, el testimonio– se ha conver- archivo», en XII Jornadas de Estudio de la Imagen de la Comunidad de Madrid. Registros Impo-
tido a la vez en el mandato (‘contenido’) y el tono (‘forma’) preferidos de un sibles: El Mal de Archivo, Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de
número creciente de artistas de las más variadas edades y formaciones». (D. Madrid, 2006, p. 15-29.
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suena, según Jacques Derrida, en el mal de archivo (Nous sommes mento. Tenemos claro que la estrategia de la desfetichización
en mal d’archive) es una pasión que nos hace arder: incansable- que hizo furor en el post-conceptual de los años ochenta fue,
mente buscamos, allí donde lo real termina por sustraerse, un en muchos sentidos, una manifestación completa de la impos-
ámbito de sedimentación, el archivo para la confianza defini- tura. El mercado mostró su capacidad adaptativa al conseguir
tiva. Pero, finalmente, allí algo se anarchiva: colocar en el Museo los documentos de un presunto radica-
lismo, encantado de contar con colaboradores-crítico-institu-
Es lanzarse hacia él con un deseo compulsivo, repetitivo y cionales. Lo importante era enmarcar e incluso ampliar al
nostálgico, un deseo irreprimible de retorno al origen, una máximo todo aquello que tenía rasgos procesuales o era mani-
morriña, una nostalgia de retorno al lugar más arcaico del fiestamente efímero. Con la coartada de contar «otra histo-
comienzo absoluto. Ningún deseo, ninguna pasión, ninguna ria» podía producirse una tergiversación del sentido sin dejar
pulsión, ninguna compulsión, ni siquiera ninguna compul- por ello de ornamentar cínicamente el discurso con citas situa-
sión de repetición, ningún ‘mal-de’ surgirían para aquel a cionistas o guiños de complicidad con el post-estructuralismo
quien, de un modo u otro, no le pudiera ya el (mal de) que aparecía como el perfecto aliado para darle el golpe de gra-
archivo49. cia a la Historia. El mal radical lo encarnaba el autor y, por
supuesto, su excrecencia irrelevante: la obra de arte. El desba-
Esa pasión domiciliaria no es propiamente popular, antes rre bienalístico tenía bastante con el vértigo del dossier y, por
al contrario los principales interesados son los arcontes que tie- supuesto, con la cimentación del parque temático, mientras en
nen el poder de interpretar los archivos y establecer (su) ley. el bunker glacial de la museística santificaban la documentación
No podemos dejar de subrayar que esta topo-nomología es pater- convencidos de que suena mejor archivo que almacén o tesoro.
nal y, a pesar de sus promesas, radicalmente desordenada. Hal Foster ha sostenido que la dialéctica de la reificación y la
Aunque es bastante frecuente que la reivindicación del archivo reanimación continúa precisamente cuando la reordenación
y de su «política» esté en boca de pretendidos «progresistas», digital transforma los artefactos en información; no se produ-
en última instancia ese sistema de consignación es instituyente ciría la benjaminiana desaparición del aura sino una suerte de
y conservador. proyección compensatoria que hace que todo, incluso lo insig-
Derrida ha deconstruido, a partir de la letra freudiana, la nificante, sea objeto de admiración. «Cada vez más –leemos en
economía archivística que estaría sustentada por una pulsión de ‘Archivos de arte moderno’ uno de los ensayos de Diseño y delito–
pérdida: «El archivo tiene lugar en (el) lugar del desfalleci- la función mnemónica del museo se traslada al archivo electró-
miento originario y estructural de dicha memoria»50. Aquí se nico, al que se podría acceder casi desde cualquier parte, mien-
produce la capitalización de todo en un gesto que introduce el tras que la experiencia visual se traslada no sólo a la forma
a priori del olvido y de lo archivolítico en el corazón del monu- exposición, sino al edificio museo como espectáculo»51. En la

49 Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana, p. 98. 51 H. Foster, «Archivos de arte moderno», en Diseño y delito y otras diatribas, Madrid,
50 Ibid., p. 19. Akal, 2004, p. 82.
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repetición archivística o en la amalgama documental52 puede un piano55. Algunos artistas imaginan un futuro que aún está
revelarse la imposibilidad de cualquier pedagogía. Los docu- por ocurrir, sienten, como apunta Marc Augé, que le
mentos indistintos disponibles en el archivo ponen en tela de incumbe al arte salvar lo que hay de más precioso en las ruinas
juicio la venida del porvenir y, en su desproporción, frenan y obras del pasado: «el sentido del tiempo, tanto más provo-
cualquier rapto interpretativo. «Nada –leemos al final de la cador y conmovedor cuanto no es posible reducirlo a historia,
‘Tesis’ derridiana de Mal de archivo– es menos seguro, nada está por cuanto es conciente de una carencia, expresión de una
menos claro hoy en día que la palabra archivo»53. Nada es más ausencia, puro deseo»56. ¿De qué sirve dar un grito espan-
turbio ni más perturbador. Todos los documentos a la vista, la toso? ¿Para qué hacer eso si finalmente no será otra cosa que
realidad completa digitalizada, suspendido el recorte y la selec- teatro? Incluso los que buscaron lo inhumano o la crueldad
ción. sucumbieron a la taxidermia del escenario57. Ya no hay freno
Conocemos y hemos experimentado la atracción del nihi- de emergencia para el tren de la revolución58 porque lo único
lismo54 e incluso realizamos el esfuerzo para custodiar lo
memorable: «Toutes les révolutions entrent dans l’histoire,
et l’historie n’en regorde point». Lo dice un asiduo al 55 «La imposibilidad de ‘querer que Troya haya sido saqueada’, de la que hablaba
ambiente de expertos en demoliciones, alguien que re-escri- Aristóteles en la Ética a Nicómaco, es lo que atormenta la voluntad, lo que la trans-
forma en resentimiento. Por eso Zaratustra enseña a la voluntad a «querer
bió su vida como ejercicio del peligro. No es fácil querer, a la hacia atrás» (züruckvollen), a transformar todo ‘así fue’ en un ‘así lo quise’: ‘sólo
manera nietzscheana, hacia atrás ni tampoco podemos esca- a esto cabe llamar redención’. Preocupado exclusivamente por la eliminación
par del resentimiento como si fuera una mota de polvo sobre del espíritu de venganza, Nietzsche se olvida completamente del lamento de
aquello que no fue o que podría haber sido de otro modo». (G. Agamben,
«Bartleby o de la contingencia», en Preferiría no hacerlo, Valencia, Pre-textos,
2000, p. 130.)
52 «[…] se ha señalado que muchas de las más importantes megaexposiciones del 56 M. Augé, Le temps en ruines, París, Galilée, 2003, p. 97.
último decenio (bienales, documentas y manifestas, aunque no las ferias de arte) 57 «[…] había escuchado una conferencia suya en la Sorbona (aunque no había
se han asemejado en ocasiones a festivales de cine documental a los que los ido a saludarlo al finalizar). Hablaba de arte teatral y, en la semisomnolencia
mismo Discovery Channel, Canal Historia o Canal National Geographic acu- con que lo escuchaba, lo vi de pronto levantarse; yo había captado lo que estaba
den a intercambiar sus productos, con lo que esta poderosa parcela del mundo diciendo, había decidido hacernos perceptible el alma de Tiestes cuando se
del arte acaba por parecerse a algo así como una CNN de (y para) estetas desen- entera de que está dirigiendo a sus propios hijos. Ante un auditorio de bur-
cantados de la política o intelectuales hostiles a la televisión. Sean cuales sean su gueses (casi no había estudiantes), se tomó el vientre entre las manos y lanzó el
impacto y sus efectos, el fuerte predominio de la fotografía y el cine documental grito más inhumano que jamás haya salido de la garganta de un hombre; pro-
–de un fotografía y un cine cripto-, seudo- o cuasidocumental, so capa de ser vocaba un malestar similar al que habríamos sentido si uno de nuestros amigos
una reflexión crítica sobre la necesidad apremiante y/o la imposibilidad de la tarea bruscamente empezara a delirar. Era espantoso (tal vez más espantoso porque
documental en la cultura contemporánea– dentro del circuito globalizado del era algo sólo actuado)». (G. Bataille, «El surrealismo al día», en G. Bataille y
arte de hoy en día ayuda, desde luego, a subrayar la política de inclusión del M. Leiris, Intercambios y correspondencias 1924-1982, Buenos Aires, El cuenco de
mundo del arte». (Roelstraete, «La función repeat. Deimantas Narkevicius y la plata, 2008, p. 59.)
memoria», p. 72). 58 «Como sabiamente expresó Walter Benjamín, ‘La revolución no es un tren
53 Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana, p. 97. que se escapa, es tirar del freno de emergencia’. En otras palabras, es intentar
54 «Desde el principio me encaminé hacia ese ambiente, tan atractivo, en el que parar, es tratar de controlar la anarquía que tenemos para volver a un cierto
un nihilismo extremo nada quería ya saber, ni desde luego continuar, de orden. Tal y como subraya Benjamín, no consiste en intentar alcanzar las estre-
cuanto anteriormente se había admitido como el empleo de la vida o de las llas, sino en volver a nuestra naturaleza como criaturas, volver a nuestra finitud
artes». (G. Debord, Panegírico, Madrid, Acuarela & A, Machado, 2009, p. 49). y a nuestra fragilidad como personas […] La ironía que trato de ilustrar es que
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que contemplamos es la desolación del discurso, como si La escena de inseguridad total61 en la que vivimos, califi-
todas las consignas estuvieran «cimentadas» en la nostalgia cada como época de la «acumulación flexible» (con los proce-
de lo que ya no podrá suceder. La retórica de la revolución y sos de flexibilización laboral o de emergencia de un «hombre
la de la libertad democrática son cómplices de un estado glo- flexible» que, finalmente, se quiebra) propicia una domina-
bal deprimente. Tendríamos que tatuarnos la frase El mundo no ción que no es, como sugieren algunos sociólogos, parte de
es suficiente que asociamos con James Bond pero que fue el epi- una «ética líquida» sino un sistema programado para desman-
tafio de Alejandro Magno («Una tumba basta para quien el telar todas los derechos sociales adquiridos históricamente e
mundo no era suficiente») porque ahí tenemos un ejemplo imponer nuevas reglas, descaradamente «esclavistas», del tra-
de la inexistencia del Límite en la época del relativismo flá- bajo. Desde la precariedad de los regímenes populistas «neo-
cido59. Baudrillard insistió en que la situación contemporá- bolivarianos» a la «incertidumbre» de los mercados globales
nea se caracteriza por el fin de la economía clásica y de su no encontramos otra cosa que el cinismo descarado, la falta de
reproducción hiperrealista como modelo de simulación: otra ideología que el interés económico privado, incluso allí
todos los signos –apunta en El intercambio simbólico y la muerte– son donde se habría propagado el dogma pretendidamente comu-
ahora intercambiables entre sí sin intercambio alguno con lo nista. La percepción de que la corrupción de los ideales políti-
real, y ellos no lo intercambian bien, no se intercambian per- cos es sistémica atraviesa la obra de algunos artistas que quieren
fectamente entre sí excepto a condición de no intercambiarse arrancar una imagen al cliché para volverla en contra de él, gene-
más con lo real60. rando una suerte contra-información que, como señaló Gilles
Deleuze, sólo es efectiva cuando se convierte en un acto de
resistencia.
en el orden social actual, en cierto modo, la autoridad misma es anarquista,
está confabulada con la criminalidad, por lo que rebelarse y la transgresión son ¿Qué relación existe entre la obra de arte y la información?
parte de la rutina diaria». (T. Eagleton, Terror sagrado. La cultura del terror en la histo-
ria, Madrid, Complutense, 2007, p. 29.) Ninguna. La obra de arte no es un instrumento de comunica-
59 El problema de la ética actual es, según Zizek, cómo establecer un Límite «en ción. La obra de arte no tiene nada que ver con la comunica-
nuestro universo de relativismo posmoderno en el que ningún agente posee ción. […] Tiene cierta relación con la información y la
una autoridad incondicional para decirnos ‘Hasta ahí puedes llegar, y ni un
paso más!’». (S. Zizek, Lacrimae Rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio, Barce- comunicación en tanto acto de resistencia. ¿Qué misterioso
lona, Debate, 2006, p. 237.) lazo puede existir entre una obra de arte y un acto de resisten-
60 «Fin del trabajo. Fin de la producción. Fin de la economía política. Fin de la cia, si los hombres que resisten no tienen ni tiempo ni,
dialéctica significante/significado que permitía la acumulación del saber y el
sentido, el sintagma lineal del discurso acumulativo. Fin simultáneo de la dia- muchas veces, la cultura necesaria para establecer una mínima
léctica valor de cambio/valor de uso, la única que hacía posible la acumulación
y la producción social. Fin de la dimensión lineal del discurso. Fin de la
dimensión lineal de la mercancía. Fin de la era clásica del signo. Fin de la era
de la producción. No es LA revolución la que pone fin a todo esto. Es el capital 61 Tony Judt advierte que la inseguridad engendra miedo (a perder el empleo, a
mismo. Es él quien anula la determinación social por el modo de producción. quedar atrás en una distribución de los recursos cada vez más desigual, a perder
Es él quien sustituye la forma mercantil por la forma estructural del valor. Y es el control de las rutinas cotidianas) y esa dimensión fóbica «está corroyendo la
ella la que impone la estrategia actual del sistema». (Baudrillard, El intercambio confianza y la interdependencia en que se basan las sociedades civiles». (T.
simbólico y la muerte, p. 14.) Judt, Algo va mal, Madrid, Taurus, 2010, p. 23.)
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relación con el arte? No lo sé. […] No todo acto de resisten- la idea de que desaparezca de repente un símbolo que hasta
cia es una obra de arte, aún cuando, en cierto modo, lo sea. entonces había encarnado una serie de aspiraciones:
No toda obra de arte es un acto de resistencia, y sin embargo,
de cierta manera, lo es62. El histerismo se produce por la frustración de una operación
enfatizante, por el hecho de que falte el soporte físico de las
Una obra resiste si sabe ver «en lo que sucede» el aconte- proyecciones necesarias. Desaparece la imagen, y con ella
cimiento, si es capaz de «dislocar» la visión, esto es, implicarla desaparece la finalidad que la imagen simbolizaba. La comu-
como aquello que nos concierne, y al mismo tiempo rectificar nidad de fieles entra en crisis, y la crisis no es solamente reli-
el pensamiento mismo, es decir, explicarlo y desplegarlo, giosa sino psicológica, porque la imagen revestía una función
explicitarlo o criticarlo, mediante un acto concreto. demasiado importante para el equilibrio psíquico de los indi-
En sus Mitologías, Barthes escribía sobre el objeto del habla viduos64.
mítica lo siguiente: «por supuesto, no todo ocurre en el
mismo momento: algunos objetos se convierten en presa de la En un momento en el que la incompetencia de los aseso-
65
palabra mítica durante un tiempo, luego desaparecen y otros res ha provocado una mezcla de estupefacción general y rap-
ocupan su lugar, acceden al mito». Los mitos son formas sim- tos parciales de rabia, surge la necesidad de repensar la subjetividad
bólicas establecidas en una comunidad que ayudan a que sus y la comunidad, de recuperar el espacio público y de escapar del
miembros venzan en la batalla psicológica contra los demonios aplanamiento del mundo convertido en un decorado patético
internos espirituales que tienden a hacernos caer en la melan- o en un gueto de vacaciones «todo incluido». El someti-
colía, la desesperación o la pasividad. Sin mitos no tenemos ni miento y el control de las apariencias66 de la sociedad del
el reconocimiento de lo común ni el impulso que nos condu- espectáculo provoca la ironía que, según Gramsci, está relacio-
ciría hacia la aventura63. Tomemos en consideración las reac-
ciones que tienen comunidades de fieles al no poder soportar

64 U. Eco, Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas, Barcelona, Tusquets, 2008,


p. 225.
62 G. Deleuze, «¿Qu’est-ce que l’acte de création?» en Deux régimes de fous. Textes et 65 «La nueva ola de asesoramiento parte de la correcta suposición de que el mejor
entretiens, 1975-1995, Paris, Minuit, 2003, pp. 300-301. apoyo de los agentes, que no pueden hacer demasiado, son los consultores, que
63 «La llamada no atendida convierte la aventura en una negativa. Encerrado en saben que no saben demasiado. Desde entonces, Sócrates vuelve a estar entre
el fastidio, en el trabajo duro, o en la «cultura», el individuo pierde el poder nosotros. Por informes de esta clase hay eminentes portadores de incompeten-
de de la significante acción afirmativa y se convierte en una víctima que debe cia, mientras tanto que pagan casi cualquier suma: no sólo las cúspides de la
ser salvada. Su mundo floreciente se convierte en un desierto de piedras rese- industria están dispuestas a gastarse mucho dinero en la absolución por con-
cas y su vida pierde todo significado, […] la negativa es esencialmente una sulta». (P. Sloterdijk, En el mundo interior del capital. Para una teoría filosófica de la globali-
negativa a renunciar lo que cada quien considera como su propio interés. El zación, Madrid, Siruela, 2010, p. 87.)
futuro no se ve en término de una serie inevitable de muertes y renacimien- 66 «El espectáculo se presenta como una enorme positividad indiscutible e inac-
tos, sino como un sistema contable de ideales, virtudes y finalidades de uno y cesible. No dice más que esto: «lo que aparece es bueno, lo bueno es lo que
como si se establecieran y se aseguraran ventajas». (J. Campbell, El héroe de las aparece». La actitud que por principio exige es esa aceptación pasiva que ya ha
mil caras. Psicoanálisis del mito, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. obtenido de hecho gracias a su manera de aparecer sin réplica, gracias a un
61-62.) monopolio de las apariencias». (Debord, La sociedad del espectáculo, p. 41.)
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nada con el escepticismo más o menos diletante que cubre, irritación con la comedia inesperada planteando la posibilidad
precariamente, la desilusión o el cansancio, sin servir para la de hacer películas revolucionarias para públicos revoluciona-
construcción de un mundo cultural mientras que el sarcasmo rios69. Sabemos que «cada seducción pone fin ante todo a la
que califica como «apasionado» es adecuado para la acción seducción de las apariencias»70 y que incluso el situacionismo
histórico-política. Estamos envueltos en esa dinámica agonís- se ha «museificado» aunque las tácticas del detournement y la
tica del poder, donde la antigua dominación se ha convertido experiencia de la «deriva» sigan dando magníficos resultados.
en hegemonía dentro de una sociedad opulenta en la que ha En la cultura contemporánea, los signos y los simulacros se
desaparecido toda oposición o alternativa, porque «ya no esta- hacen más reales que la realidad, se imponen a ella y la mol-
mos sometidos a la opresión, a la desposesión o a la alienación, dean: la desaparición del referente, incluso del significado,
sino a la profusión y al tutelaje incondicional. Sucumbimos al deja tras de sí un desfile interminable de significantes vacíos.
poder de quienes deciden soberanamente sobre nuestro bie- La misma vida cotidiana se convierte en mera apariencia, un
nestar y nos colman de favores –seguridad, prosperidad, con- mundo de actores que están a punto de olvidar su papel 71.
vivialidad, welfare– que nos abruman con una deuda infinita, Estamos destinados y atrapados en unas visiones descoyuntadas
imposible de saldar»67. de lo que pasa72.
Como afirmó Debord, el espectáculo moderno expresa lo La conjura del olvido» no es otra cosa que una bruma his-
que la sociedad puede hacer, pero en tal expresión lo permitido es lo tórica. «Antaño la fotografía daba testimonio, según Barthes,
absolutamente contrario a lo posible: «Mantiene la inconscien- de algo que había estado allí y ya no estaba, por tanto de una
cia acerca de la transformación práctica de las condiciones de ausencia definitiva cargada de nostalgia. Hoy la fotografía esta-
existencia. Es su propio producto, y es él mismo quien esta- ría más bien cargada de una nostalgia de la presencia, en el
blece sus reglas: es algo pseudosagrado»68. Los situacionistas sentido de que sería el último testimonio de una presencia en
recurrieron a la teoría del «fetichismo de las mercancías» de directo del sujeto respecto del objeto, el desafío postrero al
Marx, según la cual la gente, en el capitalismo, queda reducida
a la condición de objetos mercantiles por la venta de su trabajo,
pero poniendo el énfasis no en los efectos de la producción
69 «Godard –indica Deleuze en una entrevista en Cahiers du Cinéma– hace pregun-
sino en los del consumo en masa; criticaron la erosión de las tas muy concretas; muestra imágenes que se relacionan con lo siguiente: ¿Qué
relaciones sociales auténticas por el «espectáculo» del consu- es, de hecho, lo que se compra y lo que se vende? ¿Qué es lo que alguna gente
está dispuesta a comprar y alguna otra a vender?».
mismo de la cultura de masas y sus hábitos impuestos de entre- 70 J. Baudrillard, De la seducción, Cátedra, 1981, p. 4.
tenimiento dócil y placer vacuo. La crítica de la hipnosis espec- 71 «En la sociedad capitalista tardía, la ‘vida social real’ misma adquiere en cierto modo los ras-
tacular está en sintonía con aquella voluntad de Godard de gos de una simulación, nuestros vecinos reales se comportan como actores y extras…
La verdad última del universo desencantado utilitarista-capitalista es la desma-
combinar las sacudidas emocionales con el aburrimiento, la terialización de la ‘vida real’ misma, su conversión en espectáculo teatral».
(Zizek, Lacrimae Rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio, p. 177.)
72 «La nuestra sólo puede ser una visión descoyuntada, fragmentaria, discontinua,
en perfecta sintonía estratégica con la imposición por parte de los poderes políti-
67 J. Baudrillard, La agonía del poder, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 2006, p. 15. cos y económicos de una realidad negada, secuestrada y mutilada». (J. A. Ramí-
68 Debord, La sociedad del espectáculo, pp. 46-47. rez: El objeto y el aura. (Des)orden visual del arte moderno, Madrid, Akal, 2009, p. 33.)
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despliegue digital en imágenes de síntesis que nos espera. La yecto carcelario benthamiano se habría convertido en el
relación de la imagen con su referente plantea numerosos pro- modelo de la sociedad misma. Con el panóptico, una sujeción
blemas de representación. Pero cuando el referente ha desapa- real nace mecánicamente de una relación ficticia, de suerte
recido totalmente, cuando, por tanto, ya no cabe hablar pro- que, como apuntara Foucault, no es necesario recurrir a
piamente de representación, cuando el objeto real se desvanece medios de fuerza para obligar al condenado a mantener una
en la programación técnica de la imagen, cuando la imagen es buna conducta, al loco a estar tranquilo o al obrero a trabajar
puro artefacto, no refleja nada ni a nadie y ni siquiera pasa por cuando el que está sometido conscientemente a un campo de
la fase del negativo, ¿podemos hablar todavía de imagen? visibilidad reproduce por su cuenta las coacciones del poder.
Nuestras imágenes no tardarán en dejar de serlo y el consumo La «absolutización democrática» del panóptico tiene como
en sí mismo pasará a ser virtual»73. La realidad no se apoya en base el principio voyeurista, esto es, una exigencia continua de
una fantasía sino en una multitud inconsistente de fantasías, en esta visibilidad75. La sociedad del control y la disuasión permanente
multiplicidad que crea el efecto de densidad impenetrable que apenas deja resquicios para la crítica porque parecería que el
sentimos como aquello que pasa y permanece. La identidades, único objetivo es «estar unidos contra la crisis» que es la
como Foucault advirtiera, siempre son construidas y esa cons- forma maquiavélica que impone la aceptación del desmantela-
trucción depende de las relaciones de poder y de las normas, miento de lo poco que quedaba del Estado del Bienestar para
incluyendo la definición de categorías como realidad y verdad, imponer planetariamente la servidumbre al Capital Finan-
normal y anormal, cordura y locura. El punctum de las consignas no ciero. La Cleptopia ha encontrado a una tropa de políticos que
es ya tanto una modalidad de la «interpelación ideológica» oscilan entre la mediocridad y el cretinismo, sin dejar nunca
cuanto el testimonio, insisto, de lo que parece no decir nada, de de revelar su compulsión corrupta, apareciendo en el hori-
la ideología completamente desgastada. zonte post-político la imagen del tecnócrata como salvador.
No escapamos, tan fácilmente como creemos, del signifi- Michael Storper señaló en The Regional World que el capitalismo
cante-amo de la misma forma que no podemos sustraernos a la contemporáneo establece dos niveles de operación: el de las
obligación de tomar decisiones en medio de la confusa multi- relaciones de mercado, por cuyos vínculos entre el usuario y el
plicidad de la realidad 74. A veces da la impresión de que el pro- productor fluye la información, el conocimiento, la innova-
ción y la educación y el de los comportamientos y las atmósfe-
ras no controlados directamente por el mercado, que sostienen
73 Baudrillard, La agonía del poder, pp. 58-59.
74 «Nadie como John F. Kennedy proporcionó una descripción concisa de esta
nuestra habilidad para desarrollar, comunicar e interpretar
cuestión: «La esencia de la decisión final resulta impenetrable para el observa- conocimientos así como también de estimular a las personas
dor; y a menudo, sin duda también para el que decide». Este gesto decisivo
que nunca puede basarse en razones es el del amo. Una característica básica del
mundo posmoderno es lo que intenta hacer de esta actividad estructurante del 75 «La etiqueta Full TV se aplica por todas partes, a todo, en todos los dominios:
significante-amo: la complejidad del mundo necesita ser afirmada incondicio- Ver Todo, Todo Visible. Tal es la creencia seminal del mundo hipermoderno.
nalmente. Cada significante-amo que implique imponer algo de orden debe Lo que dominaba antaño era una cultura del secreto. Silencio y ojos cerrados.
ser reconstruido, dispersado: «la moderna fijación en la ‘complejidad’ del Los tiempos han cambiado. Nuestra época es de plena luz. En la nueva civiliza-
mundo no es sino un deseo generalizado de atonía». (A. Badiou: Logique des ción, todo debe confesarse enteramente en lo visible, y todo lo visible debe ser
mondes)» (Zizek, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, p. 49.) visto». (G. Wajcman, El ojo absoluto, Buenos Aires, Manantial, 2011, p. 17.)
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para hacerlo mejor y de un modo novedoso. Según Storper el tiempo que estamos en el búnker o en la cripta79, donde
desarrollo de las regiones metropolitanas depende de su éxito podríamos encontrar más que una alegoría o materialización
en ambos niveles. Pero la ciudad no es únicamente ese ámbito de la libertad, una indecisión o, para ser más (psico)físico, una
de las interacciones productivas sino también el lugar del desa- claustrofobia intolerable 80. Virilio ha apuntado que, en época de
rraigo, donde más que lo masivo existe la muchedumbre soli- globalización, todo se juega entre dos temas que son, también,
taria, la experiencia abismal de distancias.
«Hay períodos en los que el modelo de la política cultural
debe ser la farsa, porque sólo la farsa es eficaz: no sólo el entu- sembradas de manifestaciones eran presentadas por los comunicadores con un
siasmo y la exaltación consiguen grandes cosas, sino también su envoltorio pensado para minimizar sus efectos sobre el público. A finales de los
más vil y abyecta imitación. Pese al horror que semejante afir- años sesenta, el nuevo estilo en la presentación de las noticias se había conver-
tido en norma. En las noticias happy talk, los textos no eran leídos por un solo
mación puede suscitar en los idealistas y en las almas bellas, hay locutor, sino que se integraban en la atmósfera jovial de un estudio de televi-
que atreverse a ver incluso la impostura ideológica como un sión: bromas amistosas entre los presentadores, chistes improvisados sobre el
aspecto de la fuerza de la cultura»76. Recordemos que el tercer tiempo y el deporte, y la utilización táctica de un asunto próximo a alguna his-
toria enternecedora ‘de interés humano’. Este estilo reducía cualquier sentido
aniversario de la Revolución de Octubre se celebró con una potencial de ruptura crítica en cuestiones sociales mediante la combinación de
representación del asalto al Palacio de Invierno realizada por información e imágenes inquietantes en un ambiente de normalidad artificial.
El miércoles 16 de enero de 1991 el presidente George Bush vio en directo,
miles de grupos movilizados por la Armada y el Ejercito Rojo. junto a cerca de 160 millones de espectadores norteamericanos, los primeros
Lo peor no es esta teatralización de la vida sino la certeza de cruces de fuego en la Guerra del Golfo. Se dice que fue el acontecimiento más
que la dictadura del proletariado ha derivado en aquello a lo visto en la historia de la televisión americana». (T. Clark, Arte y Propaganda en el
siglo XX, Madrid, Akal, 2000, p. 117.)
que históricamente se había opuesto: la tiranía77. El pensa- 79 «El fenómeno de la incorporación críptica, descrito por Abraham y Torok, ha
miento crítico brilla por su ausencia en tiempo de crisis com- sido revisado por Jacques Derrida en el texto F(u)ori, en el cual arroja luz sobre
pleta y da la impresión de que las mentes se columpian entre la la singularidad de un espacio que se define al mismo tiempo como externo e
interno: la cripta es, por tanto, ‘un lugar comprimido en otro pero de ese mismo
regresión infantil y la diversión glacial. Necesariamente abra- rigurosamente separado, aislado del espacio general por medio de paredes, un
zamos el pesimismo tras la sobredosis de happy talk 78. Hace recinto, un enclave’: ese es el ejemplo de una ‘exclusión intestina’ o ‘inclusión
clandestina’». (M. Perniola, L’arte e la sua ombra, Turín, Einaudi, 2000, p. 100.)
80 «La disponibilidad general causará una claustrofobia intolerable; el exceso de
opciones será experimentado como la imposibilidad de elegir; la comunidad
76 Perniola, La sociedad de los simulacros, p. 45. participatoria directa universal excluirá cada vez con más fuerza a aquellos inca-
77 «En el siglo XIX, la palabra ‘dictadura’ evoca la institución romana de un pacitados de participar. La visión del ciberespacio abriendo la puerta a un
poder de excepción, debidamente mandatado y limitado por el tiempo para futuro de posibilidades infinitas de cambio ilimitado, de nuevos órganos sexua-
enfrentar una situación de urgencia. Se opone a la «tiranía» en cuanto esta les múltiples, etc., etc., oculta su opuesto exacto: una imposición inaudita de
tiene de arbitrario. Marx la utiliza en este sentido en La Guerra civil en Francia. Las cerrazón radical. Entonces, esto es lo Real que nos espera, y todos los esfuerzos
jornadas de junio de 1848 efectivamente han escindido en dos el sentido pro- de simbolizar esto real, desde lo utópico (las celebraciones New Age o «decons-
pio de la palabra ‘revolución’, desdoblado en una doble revolución: Por un truccionistas» del potencial liberador del ciberespacio), hasta lo más oscura-
lado, ‘la linda’, la de febrero, la de la ‘simpatía generalizada’. Y luego la otra, la mente diatópico (la perspectiva del control total a manos de una red compute-
‘revolución odiosa’ –la de junio– ‘repugnante’ a los ojos del partido que nace, rizada seudodivina...), son sólo eso, es decir, otros tantos intentos de evitar el
‘porque las frases han dejado lugar a la realidad’». (D. Bensaïd, Marx ha vuelto, verdadero «fin de la historia», la paradoja de un infinito mucho más sofocante
Barcelona, Edhasa, 2012, p. 91.) que cualquier confinamiento actual». (S. Zizek, El acoso de las fantasías, México,
78 «Las imágenes televisivas de los combates en Vietnam y de las calles de América Siglo XXI, 1999, p. 167.)
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dos términos: forclusión (Verwefung: rechazo, denegación) y y de la mercancía. Y también sabemos que a veces es necesario
exclusión o locked-in syndrom 81. sintetizar la ideología en consignas que tengan poder agluti-
No podemos estar entregados, en este momento precisa- nador.
mente, a la elaboración infinita del duelo o a ese tipo de ejer- Aquella escena de la «aclamación» pública que Carl Sch-
cicio deconstruccionista que, a la postre, parece confiar en un mitt consideraba como rasgo de potencia política ha dado paso,
«mesianismo sin mesías» o en una política apocalíptica que recientemente, a una emergencia de la indignación. Resulta difí-
podría ser calificada como la «esperanza de una utopía cil sintonizar con Negri y Hardt cuando sostienen que una de
vacua». Tenemos que dejar de lado la estética de lo sublime, las salidas del pantano crítico contemporáneo tiene que ver con
reciclada en la posmodernidad, para plantearnos, en una clave la política de la amistad o con un programa social que tendría
diferente los dilemas del presente, con la convicción de que el amor como uno de sus ejes. Benjamin advertía en «La obra
necesitamos ejercer una acción política diferente82. «El arte y la de arte en la época de su reproductibilidad técnica» que la cri-
política comienzan cuando se perturba ese juego común en sis de las democracias puede comprenderse como una crisis de
que las palabras se deslizan continuamente bajo las cosas y las las condiciones de exposición del hombre político. Aquel esta-
cosas bajo las palabras. Comienzan cuando las palabras se dio preliminar de la sociedad del espectáculo se fue afianzando
hacen figuras, cuando llegan a ser realidades sólidas, visi- con el hechizo de la televisión que Pasolini considerara como
bles»83. Conocemos de sobra la sensación de ahogo y angustia agente de la pérdida de dignidad de los pueblos84. La cuestión
que hacen presa en nosotros ante la proliferación calculada de de cómo hacer arte político en una época de hipertrofia especta-
las imágenes utilizadas a la vez como vehículo de la propaganda cular sigue abierta85.

Las sociedades desagregadas –apuntó Bataille hace más de 70


81 «El locked-in syndrom es una rara patología neurológica que se traduce en una años–, que intentan oscuramente recobrar su cohesión, toda-
parálisis completa, una incapacidad de hablar, pero conservando la facultad del
habla y la conciencia y la facultad intelectuales perfectamente intactas. La ins- vía pueden ser devastadas por la multiplicidad de tentativas
tauración de la sincronización y del libre intercambio es la comprensión tem-
poral de la interactividad, que interactúa sobre el espacio real de nuestras acti-
vidades inmediatas acostumbradas, pero más que nada sobre nuestras
mentalidades». (P. Virilio en diálogo con S. Lotringer, Amanecer crepuscular, 84 «Ya en 1958, en un texto titulado ‘Neocapitalismo televisivo’, Pasolini había
México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 80.) constatado hasta qué punto las luces de la pequeña pantalla destruían la expo-
82 «[…] si nuestro análisis indica que el duelo es siempre imposible, es decir, que sición misma y, con ella, la dignidad de los pueblos: ‘[La televisión] no sola-
es algo estrechamente vinculado con la melancolía, si es que no es identifica con mente no contribuye a elevar el nivel cultural de las capas inferiores, sino que
ella, ¿cómo es posible sostener entonces una política democrática que entrañe provoca en ellas el sentimiento de una inferioridad casi agonizante’». (G.
una concepción viable y conveniente de un futuro posible?¿Cuáles son los Didi-Huberman, Supervivencia de las luciérnagas, Madrid, Abada, 2012, p. 26.)
mecanismos que engendran los instrumentos para que la gente participe de la 85 «Si todos vivimos inmersos en una «sociedad del espectáculo», ¿por qué no
sociedad civil, de la actividad política?¿No queda todo, entonces, más allá de aprovechar algunos de sus recursos en una ampliación participativa de un arte
nuestro alcance, por debajo de nuestra dignidad o ajeno a nuestros intereses problematizador, de discusión, incluso radical y subversivo? Esto, si realmente
meta-metafísicos?». (D. LaCapra: «Entrevista para Yad Vashem (9 de Junio de queremos hacer arte político capaz de conseguir un impacto real en lugar de
1998)», en Escribir la historia, escribir el trauma, Buenos Aires, Nueva Visión, p. 164.) hacer arte sobre la política, o representar la política en el arte». (G. Mosquera,
83 J. Rancière, «El teatro de imágenes», en Alfredo Jaar. La Política de las Imágenes, San- «Arte y política: contradicciones, disyuntivas, posibilidades», en Caminar con el
tiago de Chile, Metales Pesados, 2008, p. 83. diablo. Textos sobre arte, internacionalismo y culturas, Madrid, Exit, 2010, p. 142.)
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inútiles: la fuerza bruta y la pedantería intelectual, igualmente «Somos –apunta Jacques-Alain Miller– seres posmoder-
ciegas, encuentran en esas condiciones las puertas abiertas de nos porque nos damos cuenta de que todos nuestros artefactos
par en par. La alegría excesiva y lacerada de las grandes cala- de consumo, estéticamente atractivos, acabarán convertidos en
midades puede entonces aliviar la existencia como una con- deshechos, hasta el punto de que transformarán el planeta en
vulsión. Pero detrás de la fachada formada por las afirmacio- una enorme tierra baldía. Perdemos el sentido de la tragedia,
nes de la fuerza, de la razón y del cinismo, se abre el vacío y lo concebimos el progreso como irrisorio». Hemos soportado,
que prosigue deja un sitio cada vez mayor a la sensación de durante demasiado tiempo, la presión política para que no pase
que algo falta. La nostalgia por un mundo perdido adquiere nada y la labor (policíaca) de hacernos circular (por favor o sin
formas numerosas y generalmente es obra de los cobardes, de tantas consideraciones) porque «no hay nada que ver», hizo
quienes sólo pueden gemir por lo que pretenden amar, que que nos instaláramos en una calma chicha lamentable. En
evitan o saben que no encontrarán la posibilidad de COM- cierta medida estaba interiorizada la consigna proto-punk de
BATIR. Detrás de la fachada, en principio sólo hay depresión que no hay futuro. Cuando la esfera de la representación polí-
nerviosa, estallidos violentos y sin consecuencias, ensueño tica se cierra queda claro que el presente no tiene salida. Y,
estético y charlatanería86. más acá de toda la lógica de las bienaventuranzazas y sus «deri-
vados» (anticipatorios de la economía burbujeante y estructu-
Uno de los repugnantes jerarcas de Saló, la cruda alegoría ralmente estafadora), lo que conviene es tener en cuenta que el
sádica de Pasolini, lanza una frase que es una consigna ácida: tono apocalíptico puede ser sometido a una transvaloración: si los
«La única anarquía verdadera es la del poder». Tal vez una majaderos intentan ofrecer soluciones que son desmentidas en
vieja sentencia latina describe, en tiempo de indignidad institucio- el acto, los nihilistas cabales al menos recuerdan, como apunta
nal, nuestro estado de ánimo: «Errantes, dispersos, no hay el Comité Invisible en La insurrección que viene, que «el futuro ya
meta en sus viajes; no caminan para llegar a alguna parte, tan no tiene porvenir»89. El resto (sea esto lo que sobra o lo que
sólo a la noche». Nos precipitamos hacia un lugar que es, en falta) hizo acto de presencia en la insubordinación que
sentido estricto, abismo87. Es demasiado tarde, a pesar del comenzó en la primavera del 2011 para extenderse desde la
desastre, para la nostalgia88. plaza Tariq a la Puerta del Sol. Algunos, apresuradamente o de
forma desnortada, calificaron a los indignados como «ansiste-
mas residuales», jovenzuelos situados en las antípodas de la
86 G. Bataille, «Crónica nietzscheana», en La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939,
Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, p. 193.
rebeldía setanyochista, agitados por un deseo casi perverso:
87 «Martilleo de los pies que hace sonar la tierra: expavescentia, expaventatio; sonido de querrían conservar y entrar en el Estado del Bienestar, amaban
hombres que no dejan de pisotear la tierra, huyendo, aterrados, de la proximi- la jaula de hierro burocrática, anhelan un trabajo estable y un
dad del lugar. La proximidad del lugar, antes del neolítico, fue el abismo». (P.
Quignard, El odio a la música, Buenos Aires, El Cuenco de Plata, 2012, p 20.)
futuro en el que la incertidumbre quede disipada. Solo el
88 «No sólo es siempre demasiado tarde (nostalgia), sino que las palabras mismas periodismo genéticamente majadero o el ensayismo de voca-
parecen extremadamente molestas, es decir, miserables y arrogantes, para desig-
nar el exceso de plenitud de ese estado de vacío (melancolía, siempre se habrá
estado en deuda con el paisaje, duelo imposible)». (J-F. Lyotard, «Scapeland»,
en Lo inhumano. Charlas sobre el tiempo, Buenos Aires, Manantial, 1998, p. 190.) 89 Cf. Comité Invisible, La insurrección que viene, Barcelona, Melusina, 2011, p. 29.
164 FERNANDO CASTRO FLÓREZ

ción tertuliana puede tergiversar una dinámica de antagonis- HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA
mos que tiene claro que la promesa funcionarial ha desapare-
cido y que la situación es, lisa y llanamente, de completa preca- Gonzalo Velasco Arias
riedad. Nadie esperaba nada y, sin embargo, ocurrió algo Universidad Autónoma de Madrid / Universidad Camilo José Cela

decisivo. La spanish revolution no es, ni mucho menos, un invento


mediático, ni una mera smart mob; la indignación y la protesta
global ha llegado a ser el «person of the year» para la revista
Time pero eso no quita ni un ápice de radicalidad al acontecimiento
indignado que surge, entre otras cosas, de la certeza de que la
democracia ha terminado por adoptar la forma de una sustrac-
ción de una huida, de un éxodo lejos de la soberanía90. Ahí
surge, cuando la política es la demencial práctica del recorte y
el entierro vertiginoso de todos los derechos, la necesidad insurrec-
cional radical. 1. El fantasma del desempleo

Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del desempleo.


Reverso negativo del «pleno empleo», utopía normativa por la
que se rigen las sociedades del bienestar contemporáneas, la
condición desempleada ha representado la función del estigma
social paradigmático, el estado al que va a asociado el riesgo de
exclusión del vínculo social, de la dinámica del consumo y, a la
larga, de la seguridad estatalmente garantizada. El «paro»,
como fenómeno colectivo, así como el calificativo sustantivado
«parado» —que, pese a su imprecisión conceptual, es el tér-
mino común mediante el cual el castellano designa este fenó-
meno—, expresa metafóricamente el sublime horror que supone
la imaginación de un estado de detención e inoperatividad desde
la conciencia colectiva de un todo social y productivo en eterno
dinamismo. El «paro» es la amenaza siempre latente cuya nega-
90 «La crisis de la representación y la corrupción de las formas de democracia es
ción y prevención, responsabilidad a la vez individual y colectiva,
una condición planetaria, evidente a primera vista en todos los estados-nación, resumiría la tarea socio-política de nuestro tiempo1.
insuperable en las comunidades regionales de estados colindantes, y expresada
con violencia en el plano global, imperial. La crisis global de la democracia
afecta a todas las formas de gobierno del mundo». (M. Hardt y A. Negri, Mul-
titud. Guerra y democracia en la era del imperio, Barcelona, Debate, 2004, en p. 400.) 1 La comprensión del desempleo como un estado carencial transitorio nace con la
166 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 167

Percibimos el paro percibimos como un «hecho social», en tiempo, el parado no está totalmente exonerado de la responsa-
el sentido propiamente durkheimiano, un producto de la socie- bilidad de su condición: el desempleo nos obliga a estar alerta,
dad que debe ser gobernado a nivel colectivo2. Lo asumimos un y el que caía en esa desgracia era visto, sí, con la empatía subje-
fenómeno normal de nuestro sistema productivo, incluso favo- tiva del que se sabe vulnerable al mismo riesgo, pero también
rable desde el punto de vista de la racionalidad neoliberal, en la con el atisbo de sospecha de una culpa en la forma de la inefica-
medida en que retroalimenta la competitividad sistémica y cia, la imprevisión o, quizás, la falta de ambición. El estado
regula cíclicamente el precio de los salarios. Pero, al mismo social, no obstante, constituía la materialización institucional de
esta primera percepción, que al objetivar la población a través
del riesgo de devenir desempleado —entendido aquí como cate-
goría del entendimiento social— permitía instituir un reparto
regulación y normalización de mercado laboral acometida por el Estado social.
Las primeras ocurrencias del término datan de los intentos por extender la obje- social de las responsabilidad de un fenómeno que es colectivo
tivación estadística de la sociedad, condición de posibilidad epistemológica de la pese a ser padecido individualmente.
fundación del Estado social ya que permitía medir el comportamiento normal de Desde el estallido de la crisis financiera en 2007, las con-
los hechos sociales, «hechos sociales», calibrar los riesgos y otorgarles un valor
indemnizable. El primer uso del término inglés data de 1887, cuando el director diciones de percepción del fenómeno se han invertido. La
del Massachusetts’s Bureau of Labor Statistics, Carroll D. Wright, promulgó la cifra alcanzada por el desempleo, fundamentalmente en los
elaboración de las primeras estadísticas del desempleo en el Estado. La primera
reflexión teórica significativa sobre esta práctica corresponde a 1895, con el artí-
países del sur de Europa, propicia que, para la intuición colec-
culo «The Meaning and Measure of ‘Unemployment’», firmado por el econo- tiva, devenir desempleado sea hoy una eventualidad plena-
mista liberal J. A. Hobson. El término francés chômeur y el alemán Arbeitslosigkeit, mente impersonal, una fatalidad coyuntural de nuestro sistema
igualmente, no fueron usados con regularidad hasta 1890. De hecho, en la refle-
xión de Marx en El capital sobre el desempleo no se emplea el término die Arbeitslo- productivo ante la que unos reaccionan con luterana angustia,
sen, sino die Unbeschäftige n—»los desocupados»—. Cfr. M. Denning, «Wageless otros con el ansia de aprehender las causas y erigir los cimien-
Life», en New Left Review, nº 66, nov-dec 2010, p. 82. Para esta transformación tos de una nueva sistematización de la división social del tra-
epistemológica como condición de posibilidad de la instauración del Estado
social, cfr. I. Hacking, La domesticación del azar. La erosión del determinismo y el nacimiento de
las ciencias del caos, trad. de A. L. Bixio, Barcelona, Gedisa, 2006.
2 La normalización del desempleo como «hecho social» es un subproducto del
Estado social. Michael Denning ha documentado una triple normalización: en operó así como «bloqueo epistemológico» solo superado por la antedicha nor-
primer lugar, los sindicatos logran que el desempleo sea representado como una malización estadística del desempleo, concebido a partir de entonces como un
salida temporal del trabajo que debe ser remunerada; en segundo término, se «hecho social» en el sentido propiamente durkheimiano. Cfr. al respecto F.
normaliza como un grupo poblacional (constante) con conciencia colectiva, cuyo Ewald, L’État providence, Paris, Grasset, 1886, pp. 53-85. Como ilustración de esta
hito fundacional suele datarse en la concentración en 1886 de más de 20.000 mentalidad liberal, baste la siguiente cita de Malthus, en las que se sintetiza la jus-
trabajadores de la construcción desempleados en Trafalgar Square. En último tificación psico-social del rechazo a una política de la asistencia social: «El pobre
término, y más importante, la normalización del desempleo supone que deja de debe dedicarse a ejercitar sus propias fuerzas, desplegar toda su energía y toda su
atribuirse a la depravación o a la falla de la conducta individual para concebirse previsión, y considerar sus virtudes como su único recurso, considerando que si
como un hecho inevitable del sistema productivo industrial y de la división social llegan a faltarle, los otros medios de socorro no son más que un objeto de espe-
del trabajo. Este es el presupuesto desde el que William Beveridge elaboró la jus- ranza. Y es preciso también que esta misma esperanza le parezca fundada en su
tificación teórica del sistema de seguridad social inglés. Cfr. al respecto M. Den- buena conducta y en el pensamiento de que no ha caído en la miseria por impre-
ning, «Wageless life», p. 83. La moralización de la pobreza y el consecuente visión o por indolencia […]. Es una verdad indudable que en la distribución de
rechazo de la sistematización estatal del socorro fue una constante de la raciona- nuestras limosnas debemos inculcar estas máximas a los pobres», T. R. Malthus,
lidad liberal durante todo el siglo XIX, cuyo «principio de responsabilidad» Ensayo sobre el principio de la población, Madrid, Akal, 1990, p. 511.
168 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 169

bajo. Sin embargo, al mismo tiempo, esta colectivización del experiencias, habría actuado como filtro cognitivo con el que
desempleo convive con un creciente rechazo de la responsabi- chocan los sistemas normativos hegemónicos. Axel Honneth ha
lidad colectiva administrada a través de las instituciones de explicado con acierto que la moral social de las clases sujetas a
seguridad social estatal. Si antes la responsabilidad individual un discurso hegemónico se manifiesta como un conjunto de
era remediada por la solidaridad estatal, ahora la fatalidad desaprobaciones de hechos sociales4 vinculados a la situación,
colectiva —masiva, podríamos incluso decir— se topa con una no armonizadas entre sí y que, por tanto, difiere de las repre-
disolución del vínculo social instituido. La vivencia colectiva sentaciones sistemáticas y consistentes de cualquier ideal nor-
del desempleo, actual o virtual, se manifiesta por tanto en un mativo práctico5. Ello se debe a que en la rutina cotidiana de
nivel paraestatal, escenificado en la ocupación de las plazas estas capas sociales no está incluido algo así como una obliga-
españolas en la primavera de 2011. ción de integrar sus vivencias y sus propias normas morales de
Tanto a nivel individual como social, el sentido común acción dentro de un sistema consistentemente estructurado.
acerca del desempleo parece presuponer su carácter cíclico. Al De ahí la importancia que adquiere cuál sea el discurso que se
igual que ocurre con la comprensión intuitiva de la crisis, que presta a verbalizar esa «conciencia de injusticia que se deja leer
lleva aparejado el presupuesto de la recuperación de la salud 3, solo indirectamente, esto es, en los criterios de reprobación
el discurso de la economía política asume el desempleo como moral de acontecimientos y sucesos sociales»6.
un fallo de las medidas anticíclicas instauradas. En el plano No pretendemos con este cuadro infravalorar el alcance
individual, por su parte, el desempleo es asumido como una universal de la indignación colectiva expresada en las plazas
circunstancia temporal, una desintegración transitoria desti- españolas tras mayo de 2011 7. Al contrario, creemos legítimo
nada a ser reparada mediante una «recolocación» en el sis-
tema productivo diversa pero semejante a la ocupación prece-
dente. La vivencia colectiva del desempleo actual y, sobre todo, 4 La corrupción de la clase política ha sido hasta ahora el motivo fundamental de
esas desaprobaciones. La ilustración popular de los movimientos sociales en
su manifestación en el espacio público, no puede explicarse sin auge desde 2011, sin embargo, está propiciando una ampliación del campo de
la aparición de una cierta sospecha sobre el carácter estaciona- desaprobaciones clamorosas, siendo especialmente significativo el caso de los
rio de los niveles de desempleo actuales. desahucios. Esa ampliación no implica, no obstante, que el clamor popular
alcance una crítica estructural. Sin embargo, la incorporación de nuevos moti-
Frente a la retórica de los «brotes verdes», la ética de las vos de injusticia incrementa la solidaridad negativa entre los afectados, extiende
capas sociales actual o virtualmente afectadas por el desempleo, e incrementa el lazo social alternativo capaz de crear un sujeto político popular.
5 A. Honneth, «Conciencia moral y dominio social de clases. Algunas dificultades
compuesta de sensaciones morales no escritas o ligadas a las en el análisis de los potenciales normativos de acción», en La sociedad del desprecio,
trad. de F. J. Hernández i Dobon y B. Herzog, Madrid, Trotta, 2011, pp. 55-74.
6 Ibid., p. 59.
7 Ernesto Castro ha acertado a definir las determinaciones novedosas del senti-
3 Para una demostración histórico-conceptual del presupuesto del restableci- miento de indignación colectiva que le confieren su validez ética y política:
miento ínsito a la variante médica del término «crisis», remitimos a R. Kose- entre «la envidia que atormenta con los bienes ajenos y el morbo que regocija
lleck, «Crisis», en Crítica y crisis. Un estudio sobre la patogénesis del mundo burgués, trad. de con los males ajenos», estaría según Aristóteles aquel sufrimiento ponderado
J. Pérez de Tudela, Madrid, Trotta, 2007, p. 241. Cfr. asimismo el conjunto que suscita en un hombre razonable la contemplación de una fortuna ajena no
de ensayos compilados en L. Cadahia, G. Velasco, Crisis de la normalidad/normalidad merecida; con Spinoza, la indignación aludiría al «odio hacia alguien que ha
de la crisis, Buenos Aires, Katz, 2012. hecho mal a otro». A diferencia del resentimiento, «que dirige la acusación
170 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 171

sostener que la expresión pública de la indignación colectiva ese desconcierto afecta hoy a la pluralidad de canalizaciones
no fue el inicio sino la culminación de una conciencia de discursivas de la protesta original. Nos proponemos arrojar un
injusticia forjada en el padecimiento individual del desprecio mínimo haz de luz sobre las distintas figuras del desempleo,
estructural de un sistema productivo desigualitario que, en con el modesto objetivo de advertir de la polisemia del término
cambio, persigue socializar la responsabilidad de los estados y de la importancia de realizar una epistemología crítica de
críticos8. Sin embargo, desde la clave del desempleo, la pervi- nuestra percepción política colectiva. Incidiremos únicamente
vencia de su comprensión intuitiva como una circunstancia en dos de las teorías del desempleo que albergan un potencial
transitoria —ya sea por su carácter cíclico o por considerarse crítico y, en principio, revolucionario, para evaluar su perti-
una «externalidad» coyuntural— puede reducir el potencial nencia a la hora de explicar la circunstancia actual10.
normativo de acción de la emergente conciencia colectiva a un
inoperante impasse de espera. Queremos con esto advertir de la
importancia de realizar una epistemología crítica del concepto 2. ¿Autonomía obrera?
y del discurso acerca del desempleo que está hoy en juego, para
evitar que el discurso asumido por la colectividad que protesta La utopía del pleno empleo aparece hoy como un producto de
genere una disociación entre su potencial normativo-práctico la conciencia de los trabajadores. Este ideal es, en realidad, un
y los cauces para una acción efectiva. Nietzsche llamaba «noble resultado específico de los «treinta años gloriosos», que asis-
indignación» a la reacción pasional no contra la injusticia en tieron a la construcción de los Estados de bienestar europeos y
sí, si no contra la ausencia de una causa explicativa9. Algo de a la expansión del modelo keynesiano, que fundamenta la pro-
ductividad de la economía en un estímulo exógeno del con-
sumo. La versión europea del bienestar, sustentada en la pro-
gresiva generalización de los sistemas de seguridad social
sobre un individuo concreto en segunda persona que se quiere culpabilizar de
inmediato, la indignación reviste la impugnación emocional de cierta perspec-
tiva impersonal al involucrar la responsabilidad de un agente moral en tercera
persona»; y, a diferencia de la compasión, «la indignación no aprovecha la
ocasión para apropiarse del estado afectivo ajeno, sino que reconoce la digni- 10 Respecto al debate teórico económico sobre el desempleo, que escapa a nuestra
dad del sufrimiento en su carácter incomunicable e irrepetible». Como resul- competencia de análisis, baste decir que para la teoría económica clásica no
tado, la indignación que nos es contemporánea vendría a resumirse como «la existe el desempleo involuntario. Según la ley de Say, el principal representante
identificación afectiva con un ser sufriente que es reconocido en igualdad de del liberalismo económico francés en el siglo XIX, un aumento de la produc-
condiciones desde la perspectiva de un espectador que está dispuesto a interve- ción genera un crecimiento de las rentas que genera a su vez un aumento igual
nir en una situación injusta una vez ha canalizado su hostilidad intuitiva hasta del gasto. De este modo, todo ahorro se transformaría en inversión destinada a
el agente moral que constituye la fuente primigenia del sufrimiento». Cfr. E. aumentar el consumo futuro y, con él, el empleo. Keynes refutó esta teoría al
Castro, «Como una tormenta de verano. Alegato contra el privatismo civil», matizar que la propensión al consumo es la proporción de su renta que con-
en E. y F. Castro, El arte de la indignación, Salamanca, Delirio, 2012, pp. 17-18. sume un individuo. Se caracteriza porque cuanto aumenta la renta, el gasto en
8 Para una defensa argumentada de esta tesis, me permito remitir a mi artículo consumo aumenta pero en menor proporción. De este modo, a medida que las
«Genealogía de la indignación en el Estados social. ¿El retorno de la gran sociedades se enriquecen, ahorran una fracción cada vez más importante de su
pasión política?», en ibid., pp. 45-78. renta. Esta virtud privada se convierte en un vicio público. En un obstáculo
9 F. Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. de A. Sánchez Pascual, Madrid, para alcanzar el pleno empleo. Para una exposición de este debate, cf. G. Dos-
Alianza, 2002 (4ª), pp. 89 y 160. taller, Keynes y el desempleo, trad. de D. Guerrero, Madrid, Maia, 2012.
172 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 173

estatales, actuó retroactivamente en la normalización de un través de la siguiente cita de la Memoria sobre los vagabundos y los men-
relato heroico que representó esta edad de oro como resultado digos redactada por Guillaume-François Le Trosne en 1764:
de los «logros» y «conquistas» de la clase trabajadora y sus
reivindicaciones históricas. La sociedad se contentaría con que el perjuicio que le causan
Sin embargo, como advierte Yann Moulier Boutang, «para los vagabundos se redujese a la privación del trabajo de un
volver a poner en marcha el motor de la política revoluciona- número tan grande de súbditos, pero lo que ocurre es que los
ria, es preciso sacar a la clase obrera de su amnesia respecto a su que solamente tienen su fuerza de trabajo y, en cambio, se niegan a tra-
acumulación primitiva»11. Según esta opinión, la memoria bajar, acaban siendo alimentados por aquellos que sí trabajan.
histórica que ensalza el papel protagonista de la clase trabaja- Desde este punto de vista, los vagabundos son para el campo la
dora en la consecución del pleno empleo, como fin último del peor de las plagas. Son insectos voraces que infectan, devastan y
Estado social, habría sometido a un olvido negligente el hecho devoran la subsistencia de los campesinos. Son, por decirlo
de que la optimización del empleo de la fuerza de trabajo literalmente, batallones de enemigos repartidos por la superficie
potencial habría sido uno de los motores del capitalismo del territorio, que viven a su discreción como si se tratase de
industrial. Esta tesis puede ser demostrada mediante la consta- un país conquistado, y que roban verdaderas contribuciones
tación de las sucesivas representaciones negativas de la pobreza bajo el título de la limosna [cursivas mías: G. V. A.]12.
y el desempleo. En ese sentido, tanto Robert Castel como
Michel Foucault coincidieron en interpretar la generalizada Castel aclara en que esta caracterización biopolítica (al
hostilidad discursiva hacia los vagabundos a finales del siglo tiempo una plaga y un enemigo) del vagabundeo no solo bus-
XVIII como un síntoma de la necesidad de alcanzar una acu- caba condenar el hecho de que su fuerza de trabajo no fuera
mulación suficiente de la fuerza de trabajo experimentada ya empleada. Asimismo, esa movilidad permitía a los desemplea-
en el proto-capitalismo. Ambos documentan esta hipótesis a dos vagabundos escapar a los impuestos personales (la taille o la

11 Y. M. Boutang, La abeja y el economista, trad. de M. Pérez Colina y S. Simón 12 «La Société seroit hereuse, si le préjudice qui lui cause les Vagabonds se rédui-
Pulido, Madrid, Traficantes de Sueños, 2012, p. 23. M. Denning insiste en soit à la priver du travail & de la population légitime d’un si grand nombre de
esta misma tesis en el artículo citado: «Wageless life has almost always been seen Sujets, mail il faut nécessairement que ceux qui n’ont que le travail pour sub-
as a situation of lack, the space of exclusion: the unemployed, the informal. I do sister & qui s’y refusent, soient nourris aux dépens de ceux qui travaillent. Sous
not claim to solve this semantic problem: my own working vocabulary—the ce point de vue, les Vagabonds Font pour la champagne le fléau le plus terrible.
wageless—is a parallel construction. However, I want to insist that we decentre Ce sont des insects voraces qui l’infectent & qui la défolent, & qui dévorent
wage labour in our conception of life under capitalism. The fetishism of the journellement la subsistance des Cultivateurs. Ce sont, pour parler sans figure,
wage may well be the source of capitalist ideologies of freedom and equality, but des troupes ennemies répandues sur la surface du térritoire, qui y vivent à dis-
the employment contract is not the founding moment. For capitalism begins crétion, comme dans un pays conquis, & qui levent de véritables contributions
not with the offer of work, but with the imperative to earn a living. […]We must sous le titre d’aumône», G.-F. Le Trosne, Mémoire sur les vagabonds et les mediants,
insist that ‘proletarian’ is not a synonym for ‘wage labourer’ but for disposses- Paris, P.G. Simon, 1765, p. 4. Accesible en en la Bibliothèque Numérique de
sion, expropriation and radical dependence on the market. You don’t need a la Bibliothèque Nationale de France, http://gallica.bnf.fr/Search?ArianeWi-
job to be a proletarian: wageless life, not wage labour, is the starting point in reIndex=index&p=1&lang=EN&q=M%C3%A9moire+sur+les+vagabonds+et+les
understanding the free market», M. Denning, «Wageless life», p. 80. +mediants.
174 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 175

corvée), los cuales recaían en una población menos numerosa que afectaba globalmente a un sector de la población de las
que, por ende, vería reducidos los beneficios de su trabajo. Al ciudades. Dada su contigüidad espacial, esta población depau-
ser generalmente el vagabundo un trabajador del campo perada era considerada un foco de infección epidémico, en el
desempleado, el coste de la producción agrícola se veía incre- sentido biomédico literal, así como en el metafórico, referido
mentada, con la consiguiente alza de los precios de los alimen- a la conflictividad social generada. De ahí que surgiera entre la
tos, y la presión a la baja de los salarios en las ciudades que, incipiente burguesía capitalista la necesidad de estudiar este
debido a estos dos factores, se veían abocadas a la pauperización fenómeno poblacional para detectar sus causas y poner así
de una parte de la población13. De esta percepción del vaga- remedio a una enfermedad que amenazaba con poner en crisis
bundo, Castel deduce que la estabilización y reterritorializa- todo el sistema productivo15.
ción (tras la liberalización de los lazos feudales, que rompía el La genealogía del Estado providencia francés articulada por
vínculo de la tierra con el territorio) de la mano de obra como autores como el ya citado Robert Castel, así como por Jacques
una condición de posibilidad de su empleo, debe ser com- Donzelot, François Ewald o Henri Hatzfeld 16, ha evidenciado
prendida como condición histórica de posibilidad del desarro- que las primeras instituciones (privadas) destinadas a garanti-
llo del capitalismo industrial. El nacimiento de la sociedad zar una mínima seguridad a los trabajadores fueron imple-
punitiva estudiado por Foucault, no en vano, puede interpre- mentadas por el poder patronal, con objeto de asegurarse la
tarse en esta misma línea: la constitución de la anatomo-polí- fidelidad, la permanencia y la efectividad de la mano de obra
tica de los cuerpos que encauza las conductas, incrementa la empleada17. El principio fundamental de esta economía social
docilidad y, con ella, la eficiencia y la productividad del tra- consistió en no reducir el vínculo entre patrones y trabajadores
bajo, puede leerse como un análisis del sistema disciplinario a un mero intercambio de un salario por un servicio: el patrón
que operó como a priori histórico del desarrollo del capitalismo debía garantizar la seguridad del empleado en el ejercicio de su
decimonónico14. trabajo y, más en general, garantizar la seguridad de su plena
El pauperismo que se hizo palpable a partir de los años
treinta del siglo XIX, en cambio, refiere a un tipo de pobreza
no fluctuante, a diferencia del vagabundeo, que dependía en
15 «Se podría afirmar que la sociología comenzó coexistiendo con una especie de
buena medida de la calidad de las cosechas. Además, no se tra- pauperología, es decir, con el estudio de las diferentes expresiones de la miseria
taba, como en el caso de los vagabundos, de fuerza de trabajo social y de sus remedios», F. Alvarez-Uría, J. Varela, Sociología, capitalismo y demo-
cracia, Madrid, Manantial, 2004, p. 47.
inempleada, sino de trabajadores empleados víctimas de una miseria 16 Sobre todo los tres primeros, determinados por la genealogía del saber-poder
biopolítico de Foucault, de modo directo en el caso de Ewald, indirecto en los
de Castel y Donzelot.
17 Concretamente, por los autores reunidos en torno a la Société internationale des étu-
13 R. Castel, Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, trad. de J. des pratiques d’économie sociale, fundada en 1856, cuyo principal exponente es M. F.
Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 2004, p. 98. Le Play, autor de La réforme sociale en France déduite de l’observation comparée des peuples
14 Según Stéphane Legrand, en el curso del Collège de France dedicado a La société européens, Henri Plon, Paris, 1864, referencia accesible en el portal Gallica:
punitive (1972-1973), Foucault llega a firmar que el nacimiento de la prisión es Bibliothèque Numérique de la Bibliothèque Nationale de France,
un fenómeno gemelo al de la relación salarial. Cfr. S. Legrand, Les normes chez http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6106030f.r=.langEN (último acceso: 29
Foucault, PUF, Paris, p. 82. de octubre de 2012).
176 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 177

existencia y la de su familia. Con ello se trataba de asegurar la por tanto, es una vida empleada o no lo es. Con esta afirmación
estabilidad, la eficiencia y la fidelidad de una mano de obra buscamos poner de relieve que la lucha contra el desempleo es
que, tanto en las relaciones de poder micropolíticas18 como un motivo fundacional del capitalismo, debido a su potencial
macropolíticas, comenzaba a tomar conciencia de clase y a subversivo. Esta es la conclusión de la genealogía del Estado
imputar la responsabilidad de su miseria a la clase capitalista19. providencia francés elaborada por los autores antedichos, y que
Desde un punto de vista biopolítico, este régimen patronal viene a condensar la versión «bonapartista» del Estado
es una de los dispositivos en los que la vida es concebida intrín- social22. Desde el punto de vida del trabajador, en cambio, esta
secamente ligada a una relación de poder. En este caso, una misma conclusión puede ser reformulada en la constatación de
relación de poder que la hace vivir 20 a cambio de la puesta en venta que el desempleo de su fuerza de trabajo es la gran potestad que
de su fuerza de trabajo: «si el pobre tiene derecho a reclamar a los trabajadores preservan para amenazar el sistema de produc-
la sociedad que lo mantengamos con vida, la sociedad tiene ción capitalista. En términos de David Harvey,
derecho a reclamarle su trabajo»21. La vida contemporánea,
Cuando pensamos en la lucha de clases, nuestra imaginación
evoca con demasiada frecuencia la figura del obrero que lucha
18 La llamada «cuestión social», término con el que se alude a la conflictividad contra la explotación del capital; pero en el proceso de trabajo
generada por la evidencia, sobre todo a partir de 1830, de la desigualdad social
generada por el sistema productivo, se manifiesta en campos de fuerza micro-
(como en otros casos) la lucha se desarrolla realmente en sen-
políticos como macropolíticos. Paradigma del primero es el antagonismo tido contrario: es el capital el que tiene que esforzarse por
generado por el conflicto de responsabilidades antes los accidentes laborales someter a los trabajadores allí donde son potencialmente
que dejaban impedido para el trabajo a sujetos que no contaban más propiedad
que su fuerza de trabajo. Como manifestación macropolítica paradigmática, todopoderosos y, para lograrlo, se vale de […] métodos de
por su parte, puede señalarse la revuelta parisina de 1848 tras el cierre de los organización social que generan confianza, lealtad y formas
Talleres Nacionales, única institución encargada de llevar a efecto el Derecho al sutiles de interdependencia que, aunque reconozcan la fuerza
trabajo proclamado por la Asamblea pocos meses antes, y que fue vivido por el
pueblo de París como un desprecio hacia su dignidad política. Para la lectura potencial de los trabajadores, pretenden en definitiva ponerla
micropolítica, cfr. F. Ewald, L’État providence, Paris, Grasset, 1986; para la al servicio del capital23.
macropolítica, J. Donzelot, La invención de lo social. Ensayo sobre la declinación de las pasio-
nes políticas, Buenos Aires, Nueva Visión, 2009.
19 En Alemania, ese intento de neutraliza la conflictividad inherente a la «cues- Ese teórico reducto de poder de los trabajadores subjetiva-
tión social» y de frenar el creciente potencial revolucionario ligado a la acu- dos en (y sometidos a) las relaciones de poder entre el capital y
mulación social del trabajo vino de mano de los llamados «socialistas de cáte-
dra», cuyas tesis reformistas fueron hábilmente asumidas por el Canciller
Bismarck. Cfr. al respecto F. Álvarez Uría, J. Varela, Sociología, capitalismo y demo-
cracia, pp. 175-206
20 Foucault sintetiza la novedad constituida por el advenimiento de la biopolítica Quatrième Rapport du Comité du mendicité (1791), citado por F. Ewald, L’État providence,
con la siguiente célebre afirmación: «Podría decirse que el viejo derecho de p. 76.
hacer morir o dejar vivir fue remplazado por el poder de hacer vivir o de arro- 22 P. Baldwin, La política de solidaridad social. Bases sociales del Estado de Bienestar europeo, 1875-
jar a la muerte», M. Foucault, La voluntad de saber, trad. de J. Varela y F. Álvarez 1975, trad. de S. Pérez Zamora, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad
Uría, Madrid, Siglo XXI, 2005 (10ª), p. 146. Social, pp. 75-77.
21 «Si le pauvre a le droit de dire à la société, faites-moi vivre, celle-ci a le devoir 23 D. Harvey, El enigma del capital y la crisis del capitalismo, trad. de J. Madariaga, Madrid,
de lui répondre: donne-moi ton travail», La Rochefoucauld-Liancourt, en el Akal, 2012, p. 90.
178 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 179

el trabajo, estriba en el virtual poder de sustraer su fuerza de intercambio económico. Este factor constitutivo, sin embargo,
trabajo del empleo productivo. Por lo tanto, según esta teoría, quedaba velado al ser categorizado como una «externalidad», es
defendida por el marxismo operaista de Mario Tronti, el desem- decir, una consecuencia de las transacciones entre agentes eco-
pleo, es el negativo del capitalismo y, en tanto tal, el factor de nómicos que no es incluida en la fijación del valor del intercam-
resistencia del trabajo a su sujeción por parte del capital. Este bio económico25. La teoría de la autonomía obrera, así, postu-
habría sido, según argumentaron los defensores de la «auto- laba que la historia de las transformaciones del capitalismo solo
nomía obrera», el poder que permitió al trabajo imponer es comprensible a través de su articulación obrera, negando toda
límites a la optimización del trabajo en el sistema de produc- autonomía, incluso relativa, a las dinámicas del capital: en tér-
ción capitalista. Como explica Boutang, que ha elaborado una minos de Boutang, «la formidable intuición de la denominada
genealogía del capitalismo como neutralización de lo que ha escuela operaísta consistía en afirmar que el empuje de la acu-
llamado el potencial de fuga del trabajo, mulación de beneficio por parte del capitalista individual pri-
mero y posteriormente del capital social como sistema global,
para que naciera un «mercado» laboral donde intercambiar depende de su necesidad de controlar la insubordinación per-
dinero por trabajo dependiente era preciso fijar al pobre en manente de los trabajadores asalariados dependientes»26.
su lugar: ésta era la primera disciplina, la acumulación origi- En la Italia de los años sesenta, último país de la Europa
naria. Para que la ruptura de contrato por parte de un traba- occidental donde un Partico Comunista tuvo opciones reales
jador dependiente no destruyera toda posibilidad de acumu- de alcanzar una responsabilidad de gobierno poder por vías
lación económica, era preciso que el pobre «fugado» democráticas, esta tesis tenía un potencial revolucionario efec-
permaneciera en la misma zona24. tivo. Huelga decir que, en la actualidad, esta presunta autono-
mía del trabajador y de su potestad para desemplear su fuerza
La tesis de Boutang en De la esclavitud al trabajo asalariado, en la de trabajo como mecanismo de resistencia ha sido definitiva-
línea habilitada por Tronti, sostiene que el riesgo de ruptura de mente imposibilitada por una férrea e inflexible sujeción a la
las relación de trabajo dependiente y las fugas efectivas consti- comprensión de la vida como «vida empleada» en una rela-
tuían el envite principal de los dispositivos que regulaban el ción salarial. Lo que nos interesa de esta hipótesis, en conse-
cuencia, no es tanto su pretérito potencial práctico como su
potencial analítico del desempleo. Afirmar que el control de la
24 Y. M. Boutang, La abeja y el economista, p. 31. En esta línea debe interpretarse
fuga de los trabajadores dependientes representa el elemento
mecanismos disciplinarios como el de la «libreta obrera»: creado en 1803 principal que ha gobernado el de la protección social y del
como un instrumento de control del cambio de residencia que pretendía fre- estatuto del trabajo asalariado libre y protegido27, conlleva una
nar el vagabundeo y la mendicidad, es empleado por los patrones como una
forma de asegurarse la dependencia efectiva de los trabajadores. Este control
era posible puesto que durante el periodo de realización del servicio asalariado,
la libreta quedaba retenido en manos del contratante y solo era restituido si 25 Y. M. Boutang, La abeja y el economista, p. 32.
aquel consideraba que la prestación de servicios había sido satisfactoria. Sin 26 Ibid., p. 17.
ella, el trabajador no podía ser contratado en ninguna otra hacienda. Cfr. R. 27 Y. M. Boutang, De la esclavitud al trabajo asalariado. Economía histórica del trabajo asalariado
Castel, Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, p. 127. embridado, p. 32.
180 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 181

comprensión de la libertad del trabajador y de la seguridad Aunque intuitivamente difícil de aceptar, esta tesis puede
social como herramientas de sujeción de la fuerza de trabajo corroborarse si atendemos a la necesidad de regular la libre
potencialmente subversiva. Considerar las formas de trabajo entrada y salida del mercado de trabajo advertida en 1910 por
no libre como anomalías del trabajo asalariado libre supone, William Beveridge, responsable de la implantación del sistema
según Boutang, una perspectiva retroactiva desde el punto de de seguridad social inglés. En su opinión, el principal obstá-
vista de la acumulación capitalista, que fragmenta el trabajo culo a la racionalización del mercado de trabajo era la existen-
vivo y lo sujeta a la forma jurídica vacía de la libertad28. Su pro- cia de esos trabajadores intermitentes que se negaban a some-
pósito, en cambio, se centra en considerar el trabajo asalariado y terse a una disciplina rigurosa, para lo cual propuso la creación
el mercado desde el punto de vista del esclavo, del siervo, del de la oficina de colocaciones31:
contratado y del coolie, es decir, de la fuerza de trabajo en movi-
miento que el capitalismo ha buscado estabilizar, territorializar y La oficina de colocaciones hará irrealizable el deseo de quien
disciplinar. Desde esta clave, el mercado de trabajo libre y el quiere trabajar una vez a la semana y quedarse en la cama el
Estado social serían metamorfosis del control inicial de la fuga resto del tiempo. La oficina de colocaciones hará poco a poco
potencial de la mano de obra: el contrato de trabajo libre solo imposible el tipo de vida de quien quiere encontrar un empleo
fue posible una vez se incluyó la movilidad entre los activos de la precario de tiempo en tiempo. La jornada de trabajo que este
transacción dinero/trabajo: «y como esto no era suficiente para último quería tener será asignada por la oficina a algún otro
detener la fuga de los trabajadores, se produjo un movimiento que trabaje cuatro horas por semana, que de tal modo le per-
de extensión de la transacción mercantil del trabajo a otros acti- mitirá a este último ganarse decentemente la vida32.
vos susceptibles de tener incidencia [disuasoria, G. V. A.] sobre
la posibilidad de ruptura de la relación laboral (derechos de En síntesis, esta interpretación de la génesis de la relación
propiedad, derechos demográficos, derechos políticos y de ciu- salarial defiende que el agente histórico que propició la con-
dadanía). […]»29. Añade Boutang que la optimización de la versión del mercado laboral en un ámbito de libertad formal
transacción dinero/trabajo y la fijación de la mano de obra cerca fue el potencial desestabilizador de la movilidad de la mano de
del empleador sin tener que recurrir a la limitación jurídica de obra. El a priori histórico del Estado social, antes que la propia
su libertad, sólo fue posible mediante la instauración de las polí- proletarización de la población depauperada, habría sido la
ticas sociales. Estas, por consiguiente, no habrían de interpre- necesidad capitalista de estabilizar disciplinariamente la mano
tarse como una reacción a los excesos del mercado, «sino como de obra para garantizar su disponibilidad, su fidelidad y efi-
la condición de su expansión habida cuenta de la tasa de fuga y ciencia33.
de movilidad del trabajo»30.

31 El equivalente del INEM español.


32 W. Beveridge, 1910, citado por R. Castel, Las metamorfosis de la cuestión social, p.
28 Ibid., p. 31. 330.
29 Ibid., p. 36. 33 Ibid., p. 41. De ahí que, en términos de otro de los teóricos del operaismo ita-
30 Idem.. liano, Toni Negri, lo social haya sido la aufheben del socialismo. Cfr. al respecto
182 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 183

3. Crisis del asalariado asegurable, como los accidentes, la enfermedad, los incendios,
los robos o la muerte. Esta fue la base de la ley francesa de de
Esta lectura operaista tiene la virtud de explicar que el capita- 1898 en la que se obliga a todo trabajador a suscribir un seguro
lismo se erige como una lucha contra el desempleo, siendo la para los accidentes laborales y el desempleo o de la Britain’s
combinación de la libertad del mercado laboral y del Estado National Insurance Act of 1911 36, ambos émulos del modelo
social su más sólida consecución histórica. En el capitalismo social instaurado por Bismarck en el estado prusiano en la
primitivo, recuerda Castel, «caer en el salariado» implicaba década de los ochenta del siglo XIX 37.
una degradación del propio estado: se era una asalariado Sin embargo, como advierte Denning, la lógica del benefi-
cuando uno no era nada y no tenía nada para intercambiar, cio ínsita a la técnica de la aseguración falla en los casos de
salvo su forma de trabajo. Caer en el salariado significaba ins- desastres colectivos. El incremento actual del desempleo está
talarse en la dependencia, estar condenado a vivir «al día», ser reactivando lo que en los años veinte solo era un debate acadé-
vulnerable a cualquier contingencia que impidiera trabajar34. mico acerca de la justificación del Estado social: ¿se trataba de
Solo desde esta perspectiva primitiva puede ser válida la tesis de liberar de la necesidad a todos los ciudadanos, o de promove el
la autonomía del trabajo. El estado social, al contrario, nace pleno empleo ligando la seguridad a los aportes salariales? Este
para relativizar esa vulnerabilidad a la contingencia, para posi- último es el modelo bismarkiano. En el caso de los Estados
bilitar una seguridad vinculada a la condición laboral y no al sociales inglés y francés, programados por Beveridge y Pierre
precio del tiempo dedicado a la realización del servicio. La Laroque, ambas posiciones se confundían en la práctica,
concepción de todos esos riesgos, cuya matriz es el desempleo, puesto que el empleo casi pleno que se alcanzó durante los
como un «hecho social» necesario para el progreso del sistema
de producción del que toda la sociedad era beneficiaria con-
dujo a una financiación social de las prestaciones. De este
36 M. Denning, «Wageless life», p. 84.
modo, de un sistema en el que los activos sufragaban su propia 37 Recogido las recomendaciones de los llamados «socialistas de cátedra» reuni-
seguridad y la de sus asalariados, se pasó a un sistema de solida- dos en la Asociación para la Política Social (Verein für Sozialpolitik), que eran par-
tidarios de instaurar una política de seguros sociales como único medio para
ridad nacional, en el cual los activos debían pagar también por resolver la «cuestión social» y neutralizar el potencial revolucionario del tra-
los cada vez más numerosos inactivos35. La condición de posi- bajo, en 1881, Bismarck —en boca del Emperador Guillermo I— declaraba que
bilidad de la reorganización solidaria del Estado fue la ante- «La superación de los males sociales no puede encontrarse exclusivamente por
el camino de reprimir los excesos socialdemócratas, sino mediante la búsqueda
riormente mencionada normalización estadística del desem- de fórmulas moderadas que permitan una mejora del bienestar de los trabaja-
pleo como un «hecho social» cuantificable. El primer paso dores. Consideramos como un deber imperial encomendar de nuevo esta tarea
para ello fue la representación del desempleo como un riesgo al Reichstag. […] En ese sentido, se enviará en primer lugar al Reichstag una
refundición del proyecto de ley que fue enviado a la sesión anterior por los
gobiernos federados, sobre seguro de los trabajadores en casos de accidentes de
trabajo […]. Completándolo se adjuntará un proyecto de ley que propondrá
T. Negri, «El trabajo en la Constitución», en La forma-Estado, trad. de R. Sán- una organización paritaria del sistema de ‘Cajas de Enfermedad’ en la indus-
chez Cedillo, Madrid, Akal, 2003, pp. 30-39. tria. También se contemplará la situación de quienes por edad o invalidez
34 R. Castel, Las metamorfosis de la cuestión social, p. 15. resulten incapacitados para trabajar […]», citado por F. Álvarez Uría y J.
35 Ibid., p. 400. Varela, Sociología, capitalismo y democracia, p. 181.
184 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 185

«treinta gloriosos» contribuía de hecho a una liberación de las habría sido neutralizado bajo la égida del pleno empleo alcan-
necesidades, alimentada, a su vez, por el trabajo de la mayoría zada por el Estado de bienestar de Beveridge y el fordismo
de la población. En cambio, cuando la población activa decrece triunfante, cuyo código de laboral determinaba un régimen de
significativamente como está ocurriendo en la actualidad, la trabajo asalariado a tiempo completo retribuido mediante una
protección de todos mediante la solidaridad y la protección de cantidad fija entre un máximo y un mínimo legales. La articu-
los activos mediante el seguro entran en contradicción38. En lación de una protección social en forma de un salario diferido
efecto, desde los años setenta, el desempleo ha revelado el talón a partir de unas contribuciones fijadas sobre la base del salario
de Aquiles del Estado social articulado durante los años de cre- o de los impuestos, constituían los pilares de una sociedad
cimiento, ya que si generalización drena los recursos para mercantil basada en el trabajo asalariado, en la que las formas
cubrir otros riesgos y, finalmente, para proteger a la sociedad de empleo que no respondían a dichos criterios no desempe-
contra sí mismo. ñaban más que un papel marginal, con la excepción del trabajo
Castel se pregunta, con Habermas, si ante el desempleo sumergido de los inmigrantes.
actual cabe aventurar el agotamiento del modelo social. Las La pregunta de nuestro tiempo, en este cuadro, es la
diferentes formas de socialismo habían hecho de la victoria siguiente: ¿qué ocurre con esta construcción sistémica cuando
sobre la autonomía del trabajo la condición de la fundación de el trabajo asalariado pierde su posición central?
una sociedad de hombres libres. La socialdemocracia permitió En efecto, en la actualidad, el pleno empleo es como un
al capitalismo asimilar esta utopía: ya no era necesario subvertir espejismo inalcanzable, la regulación de la jornada laboral se
la sociedad mediante la revolución para promover la dignidad desdibuja, y el trabajo asalariado ve cómo proliferan en sus
del trabajo, ya que el Estado social lo reconoce contra la inse- márgenes formas de empleo autónomo, contratos temporales
guridad y el infortunio. Aunque el carácter en ocasiones que reintroducen en la transacción la compra de la duración
penoso y la dependencia del trabajo asalariado no hubiesen de la ejecución del contrato, así como contratos por obra o en
sido completamente abolidos, el trabajador se sentía compen- prácticas que, en conjunto, suponen una parte creciente de la
sado al haberse convertido en ciudadano de un sistema de población activa. En opinión de Castel, esta precarización de
derechos sociales, en un beneficiario de prestaciones distribui- las formas de trabajo asalariado entraña un acontecimiento
das por el Estado, y también en un consumidor reconocido de más importante aun que las elevadas tasas de desempleo, ya que
las mercancías producidas por el mercado39. El trabajador está configurando procesos de vulerabilidad social que generan
renunciaba a la demanda política de una igualdad y una justicia desafiliación y, a la larga, también desempleo40. Una nueva
estructurales a cambio de la certidumbre de una justicia com- vulnerabilidad, definida sobre un fondo de protecciones, que
pensatoria y de la promesa de bienestar siempre diferida. En está ampliando la casuística de los problema de integración y de
suma, el potencial revolucionario o desestabilizador del trabajo anomia: un creciente «iceberg social» que ocupa la superficie
sumergida, los intersticios de una estructura social que ayuda a

38 R. Castel, Las metamorfosis de la cuestión social, p. 401.


39 Ibid., 403. 40 Ibid., pp. 405-6.
186 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 187

mantener en flotación, pero que no le reconoce como digna una crisis cíclica reabsorbible mediante las dinámicas tradicio-
del reconocimiento y de la solidaridad social: personas en nales del trabajo asalariado. De hecho, esta serie de «vidas pre-
desempleo prolongado, habitantes de los arrabales deshereda- carias» retroalimentan exponencialmente las condiciones de
dos, beneficiarios del salario mínimo de inserción, víctimas de precariedad al engrosar las filas de es «ejército de reserva» tra-
las reconversiones industriales y de la liberalización de las con- dicionalmente compuesto por los desempleados. El símil del
diciones para llevar a efectos Expedientes de Regulación de «ejército de reserva» resumen la comprensión del desempleo
Empleo, jóvenes que pasan de beca en beca, de práctica en en el marxismo clásico como una dinámica interna a la lógica
práctica, cuya precariedad identitaria es justificada por los del capital para regular el precio de los salarios. La transforma-
nuevos valores de la virtud laboral: la flexibilidad, la adaptabi- ción de una parte de la fuerza de trabajo disponible en desem-
lidad, la renovación. El trabajador condenado por Beveridge pleados parciales o totales es, según esta tesis, esencial para el
en la cita reproducida anteriormente, aquel que solo oferta su mantenimiento de la tasa de ganancia debido a la presión a la
fuerza de trabajo para emlpeo de un par de días o de unas baja que ejercen sobre los salarios. Este desempleo, así, sería
horas al día, es hoy la norma, en un sentido propiamente orto- parte de las condiciones económicas desfavorables a la revalo-
normativo: el trabajador debe adaptarse a cualquier empleo rización constante del capital invertido. «La presencia espec-
asalariado que se le ofrezca, sea cual fuere las condiciones de tral del desempleado en los centros de trabajo permite a los
explotación de su trabajo, so pena de que le sea sustraído el empresarios manipular a placer las condiciones laborales de sus
derecho a recibir el subsidio por desempleo. asalariados y reprimir cualquier atisbo de rebeldía»42. A la
En opinión de Castel, aunque sería cínico comparar las larga, esa presencia fantasmagórica del desempleado serviría
miserables condiciones de vida de la sociedad depauperada del para justificar la eliminación de los derechos sociales y del pro-
siglo XIX con la actualidad, sí es posible establecer una analo- tagonismo de la negociación colectiva, bajo la percepción de
gía legítima, en la medida en que esta precarización está gene- que estarían operando como desincentivos de la contratación y
rando una masa de población trabajadora que no puede ser de la actividad emprendedora. El imperativo de la flexibilidad
comprendida bajo la categoría del asalariado41. Sobre todo si se hoy dominante, la disolución de las formas homogéneas de
considera la tendencia de las contrataciones, todos los índices contratación, la reducción a la baja de los derechos sociales y el
reflejan un incremento de los contratos temporales, así como fomento del tiempo parcial se verían favorecidos por la presión
los de a tiempo parcial. Los jóvenes son los más afectados, y las ejercida por este «ejército de reserva», compuesto ya no solo
mujeres más que los hombres. No obstante, el fenómeno por desempleados, sino por la cohorte de becarios en prácti-
comienza a afectar también a lo que suele considerarse el cas, de trabajadores subcontratados, de «falsos autónomos» y
núcleo duro de la fuerza de trabajo: los hombres de entre 30 y de empleados externalizados. El ejército de reserva ya no solo
49 años. Esta precarización de las forma de trabajo asalariado está formado por los desempleados, sino también por emplea-
pone en evidencia que la tasa de desempleo no es el efecto de

42 E. Castro, «Prólogo», en F. Jameson, Representing Capital. El desempleo: una lectura de


41 Ibid., p. 408. El Capital, Madrid, Lengua de trapo, 2011, p. XI.
188 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 189

dos no asalariados, por trabajadores que o bien no están remu- han sido algunas de las más importantes figuras de este trabajo
nerados, o bien alquilan sus servicios, o bien se ven retribuidos no asalariado44. Ahora bien, como ha señalado con acierto
por una beca externa cuyo ínfimo valor monetario es suplido Denning, este forma de trabajo asalariado, relativamente resi-
por la expectativa (estructuralmente incumplible) de una dual en los países del «Norte» civilizado parapetado en sus sis-
inserción salarial posterior. Los trabajadores empleados, al temas de protección social, ha sido un subrproducto masivo y
percibir la presión de esta masa de «muertos vivientes», normalizado en los países que han experimentado procesos de
intensificaría su sujeción a las nuevas y precarias modalidades descolonización. Una vez la restricción de las migraciones
de salario, lo cual explicaría la tendencia de los trabajadores campo-ciudad mantenida por la mayoría de los gobiernos
hacia posiciones políticamente conservadoras. En conclusión, coloniales fueron levantadas partir de 1950, las aglomeraciones
la actual «huelga de capitales», noción empleada para signifi- urbanas fueron polinizadas por la una población inasimilable,
car la presión estratégica del capital para conseguir una rebaja afincada en sus márgenes espaciales, sociales y económicos. Las
de los salarios43, está propiciando una metamorfosis de la creaciones de la metrópolis fueron así invadidas o, más bien,
estructura del trabajo. Si, comentábamos más arriba, la estra- circundadas y sitiadas por la población expropiada, fenómeno
tegia biopolítica del capital consiste en asociar toda vida a un tan expresivamente descrito por Frantz Fanon en Los condenados
empleo como forma de «hacer vivir» sin la cual se dejaría a esa de la tierra como un lumpen-proletariado que conforma un
«vida desnuda» morir, en la actualidad se están manifestando «cinturón de la miseria que consagra la decisión biológica de
formas inéditas de vidas empleadas, sí, pero no asalariadas, que invadir a cualquier precio, y si hace falta por las vías más subte-
por lo tanto infraviven. Formas de vida ínfimas, paupérrimas, rráneas, la ciudadela enemiga»45.
todavía no plenamente depauperadas gracias al ahorro familiar Sería cínico cualquier comparación entre la acumulación
de las generaciones anteriores, que están generando una nueva de precariedad en el seno de las sociedades industrializadas del
condición desempleada estructural, una nueva vida no asalariada. norte colonizador con el sitio de los desheredados de la histo-
Hacia una nueva condición: el trabajo no asalariado ria a los enclaves coloniales. En aquel caso se traba de un ver-
El trabajo no asalariado ha sido, a lo largo del siglo XX, el dadero sitio de la historia, del violento retorno de una forma
gran vacío categorial de un Estado social que hacía equivaler la de vida reprimida. Lo que nos interesa como parangón con la
integración en la ciudadanía estatalmente reconocida —luego circunstancia actual es el distinto modo en que fue racionali-
beneficiaria de la solidaridad social— a la condición asalariada. zado el modo en que se organizó el trabajo en las favellas y bin-
El trabajo doméstico, con una absoluta impronta de género, donvilles durante ese periodo. Surgió entonces la noción de
los residuos de los sectores industriales desincentivados, la eco-
nomía sumergida y el trabajo de los inmigrantes «sin papeles»
44 La fallida «Ley de Dependencia» del último gobierno socialista, que no
gozado de las garantías para su implementación práctica, hubiera significado
43 Tal como ocurrió en el inicio de la década de los ochenta con la llamada «rece- una inclusión del trabajo doméstico en la condición salaria. Sirva como trágico
sión Reagan, en la que la estrategia neoliberal y la retirada de la inversión pero ilustrativo ejemplo de la absoluta imprevisión del estado crítico actual.
generó una tasa de desempleo que alcanzó el diez por ciento, inédita en los 45 F. Fannon, Los condenados de la tierra, trad. de J. Campos, Tafalla, Txalaparta,
Estados Unidos, con la consecuente devaluación del precio de los salarios. 1999, p. 103.
190 GONZALO VELASCO ARIAS 8. HACIA UNA NUEVA CONDICIÓN DESEMPLEADA 191

«sector informal» para nombrar esa realidad del autoempleo, cluir estas reflexiones, es que ese desbloqueo epistemológico
cuya actividad productiva se distinguía de la del sector formal para reconocer el trabajo informal en tanto tal, sin que ello
por la ausencia del reconocimiento salarial46. Si la traslación implique su integración en el sistema de seguridad social que
universalista del solidarismo social contempla esta actividad llevaba aparejada la pretérita condición asalariada, ha sido
productiva como un residuo que debería ser reconocido y importado por los países del norte, que lo están convirtiendo
reintegrado, el neoliberalismo reaccionó elogiando el espíritu en una nueva norma de conducta y encauzamiento de la pobla-
emprendedor de este «sector informal», gratificándolo y nor- ción. Beveridge condenaba al sujeto que se contentaba con tra-
malizándolo a través de una gobernanza que pasa por organiza- bajar un par de días o lo hacía solo durante algunas horas, por
ciones no gubernamentales a través de microcréditos, entre considerarlo un empleo improductivo de la fuerza de trabajo.
otras medidas. Frente a la formalización de lo informal, de Ese tipo de empleo, indigno de la condición salarial que otrora
hecho, la tendencia es a la informalización de lo formal. La abría las puertas de la cotización y la seguridad sociales, está
reorganización de este sector informal en el corazón mismo de siendo hoy normalizado.
las ciudades europeas47, comienza a servir como un espejo Con este esquemático recorrido no pretendemos proponer
nivelador para esa nueva condición precaria que hasta ahora ha un diagnóstico sobre la circunstancia económica actual, ni
aceptado formas no asalariadas de trabajo—entre las que inclui- tampoco ningún atisbo de solución. Aspiramos tan solo a que
mos prácticas, becas, prestaciones de servicio— por la expecta- sirva para hacer una crítica de nosotros mismos, de nuestra
tiva cada vez más dudosa de trabajar sin salario gracias a la disposición cuando afrontamos como experiencia vivida y, a la
expectativa de su percepción ulterior. Denning documenta que vez, colectiva, el problema del desempleo y nuestra exigencia
el trabajo informal de los países del sr demandó un «desblo- intuitiva. Esta nueva condición desempleada, la de un trabajo
queo epistemológico» respecto a las categorías de los sindica- no asalariado, tiene visos de ser una nueva y definitiva faz del
tos y Trade Unions tradicionales, a fin de que su trabajo trabajo. La demanda de la restauración del paradigma social de
pudiera ser reconocido48. Su tesis, con la que queremos con- la condición asalariada, que entiende las nuevas formas de pre-
cariedad como el resultado de un «mal gobierno», corre el
peligro de ignorar el carácter profundamente estructural de
46 M. Denning, «Wageless life», p. 90. esta transformación. No se trata de una externalidad debida a
47 Por no hablar de la palpable connivencia con los «sistemas» de economía un mal gobierno, sino de la nueva forma de emplear el trabajo
sumergida.
48 Denning reproduce en Ibid., p. 92, la siguiente explicación de una represen-
en el capitalismo financiero globalizado que las nuevas produc-
tante de la Self-Employed Women’s Association, cuando alguien le pregunta ciones discursivas que aspiren a combatirlo deben tomar en
cuál ha sido la mayor dificultad con la que se había topado la SEWA, responde- consideración.
más importante: «I can answer without hesitation: removing conceptual blocks.
Some of our biggest battles have been over contesting preset ideas and attitudes
of officials, bureaucrats, experts and academics. Definitions are part of that
battle. The Registrar of Trade Unions would not consider us ‘workers’; hence
we could not register as a ‘trade union’. The hard-working chindi workers, they be acknowledged as workers! Without an employer, you cannot be classi-
embroiderers, cart pullers, rag pickers, midwives and forest-produce gatherers fied as a worker, and since you are not a worker, you cannot form a trade
can contribute to the nation’s gross domestic product, but heaven forbid that union. Our struggle to be recognized as a national trade union continues».
NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD:
EL VÍNCULO ESPECULATIVO
ENTRE DERECHO Y VIOLENCIA

Luciana Cadahia

El pacto social se ha roto en España. La nueva alianza entre el


capital financiero y sus gobernantes ya no precisa conservar el
rostro amable del Estado neoliberal. El gesto revolucionario
escogido por el actual gobierno para transformar la naturaleza
de las instituciones, contrasta con la acción conservadora que
emplea la ciudadanía para mantener sus derechos básicos. A
través de una especie de juego especular e inversión de sentido,
pareciera que el reformismo se ha puesto del lado del capital y
una cierta idea de conservación se halla del lado de la ciudada-
nía. Probablemente sea la evolución unilateral de ambos tér-
minos el resultado de nuestra actual confusión para compren-
der lo que sucede. Por lo que podría preguntarse: ¿qué busca
transformar el gobierno? ¿Qué procura conservar el pueblo?
Si bien resulta un poco precipitado responder ambas pre-
guntas, una vía para pensar las dos cuestiones estaría en prestar
atención al modo en que, en ambos casos, se está violentando
el derecho. A primera vista pareciera que el derecho simple-
194 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 195

mente funciona para criminalizar las protestas y facilitar los estafa de Bankia, con una querella popular contra esa entidad.
cambios estructurales que exige el sistema financiero. Pero esto Como respuesta a los recortes y aumento de tasas en educa-
no es del todo acertado, puesto que, como reacción a estas ción, con clases gratuitas en las calles e iniciativas de universi-
medidas, los indignados han reforzado los mecanismos del dere- dades populares, por no hablar de los boicots a las grandes
cho a la huelga y las protestas, a la vez que han elaborado una superficies comerciales, lo cual abrió el camino para una seria
aguda crítica a la supuesta legalidad del uso del derecho por reflexión sobre la necesidad de un consumo responsable y sos-
parte del gobierno, acompañada por un plan de desobediencia tenible. Más aún, esta reactivación de la política se instaló den-
civil y la gestación de un vínculo implícito entre las sublevacio- tro de las mismas instituciones. Cómo comprender sino los
nes y el derecho. A pesar de los esfuerzos mediáticos por aislar las manifiestos y declaraciones, durante los últimos meses, de los
distintas demandas y por convertir el conflicto social en una trabajadores públicos, los sindicatos, los bomberos, la guardia
especie de drama íntimo, el sentimiento de indignación aban- civil, la policía y el ejército, los cuales llaman a la desobedien-
donó su psicología moralizante, se convirtió en un enfado colec- cia al gobierno como último recurso para impedir la violación
tivo y trasladó el problema al terreno de la política. de los derechos fundamentales de los ciudadanos y se unen a las
En un movimiento verdaderamente hegeliano, se produjo protestas. Con todo esto se pone en evidencia que existe un
una exteriorización del conflicto. La acampada de Sol, llevada conflicto entre distintos usos del derecho, una tensión dialéc-
a cabo durante la madrugada del 15 de mayo de 2011, fue el tica entre la limitación del uso del derecho y su radicalización.
primer gesto que rompió con el silencio y el bloqueo mental Como contrapartida a los intentos del gobierno para limitar el
colectivo. Esta forma de protesta se sostuvo en el tiempo, tras- derecho al derecho, tiene lugar su constante socialización y
ladándose a las distintas plazas de España y dando lugar a dis- ramificación a través de las redes y movimientos sociales.
tintos movimientos y colectivos sociales, entre ellos el 15M. Mientras en el primer caso el derecho sienta las bases para la
Este acontecimiento reactivó políticamente al pueblo español, libre circulación del capital financiero, en el segundo se trata
sistemáticamente acallado y humillado por la prepotente cul- de crear las condiciones para emanciparse de esa dependencia
tura de la «transición democrática». Una cultura compuesta económica. El derecho, pues, vive un momento verdadera-
por el rancio séquito franquista y los acomodaticios progresis- mente político y debemos meditar sobre este aspecto. El derecho
tas de la nueva ola económica. Al instalarse la política en la en Europa, y particular en España, parece oscilar entre dos
calle, lo que era vivido como un conflicto interior se mostró alternativas: derecho como sistema de privilegios e injusticias
como un problema histórico-social que atraviesa todas las rela- frente al derecho como mecanismo de transformación crítico y
ciones de producción económica, política y cultural del pre- popular de la sociedad. A partir de esta repolitización del dere-
sente. Contra esta élite cínica, el pueblo español perdió el cho se vislumbra con gran nitidez el problemático vínculo
miedo y convirtió a las huelgas, asambleas, manifestaciones y entre violencia y derecho. Este último punto merece toda
acciones colectivas de resistencia y desobediencia civil en el nuestra atención, sobre todo porque el término violencia es
escenario cotidiano de la agenda política española. Por citar rechazado, tanto por el gobierno como por los movimientos
algunos ejemplos: frente a los intentos de desahucios se res- sociales que se autodenominan pacifistas. Y merece atención,
pondió con resistencia pacífica y asesoramiento legal. Ante la en primer lugar, porque si bien ambos actores renieguen de
196 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 197

ella discursivamente, lo cierto es que cada uno a su modo pone tica de la misma, por el contrario, simplemente impide pensar
en práctica unas determinadas formas de violencia. el problema. El activismo pacifista se vuelve cómplice del dis-
El gobierno pretende mostrarse como un gestor habilidoso positivo neoliberal que opera a la base del repudio moral del
para distribuir el dinero del que dispone en las arcas del Estado gobierno. Así como los Estados totalitarios perpetuaban la
–que según Montoro están vacías– y llevar a cabo los sacrificios guerra mediante una incitación a la lucha, la actual forma de
necesarios. El problema es que todas estas cuestiones técnicas Estado neoliberal mantiene la guerra y expande el capital a tra-
encubren decisiones políticas. Aunque Rajoy intente compa- vés de los dispositivos de paz y consenso. Es decir, una econo-
rarlas con una cuestión deportiva, declarando que se siente mía global e impersonal que de manera sintomática, se reúsa a
como una suerte de atleta lesionado, lo cierto es que este ros- hablar del ejercicio de la violencia. El Estado neoliberal pare-
tro técnico, racional y sensato de los recortes no deja de ejercer ciera venir a corregir los excesos intervencionistas del los Esta-
una violencia sin precedentes en la historia de la democracia, dos totalitarios. Al reducir a su mínima expresión la voluntad
en un escenario donde el símil del deportista en horas bajas de intervención dentro del ámbito de la sociedad civil, los
bien podría ceder su lugar al del eunuco. Por otro lado, los Estados actuales velarían por una sociedad civil auto-regulada,
distintos movimientos sociales también están ejerciendo un abierta al diálogo, al consumo y a la libre realización indivi-
tipo de violencia cuando promueven la desobediencia civil y dual. Sin embargo, esta promesa de paz perpetua y felicidad
llevan las protestas a la calle. La pregunta que surge es qué plena no sólo no logra cuajar, sino que pareciera desmoro-
entendemos por violencia, puesto que en un sentido unilate- narse sin más. Y es a raíz de esta insatisfacción que nace el 15M,
ral, la violencia parece indicar una voluntad destructiva, un por lo que sería una miopía de nuestra parte y una falta de
modo ilegitimo de práctica política. Sin embargo, en un sen- honestidad intelectual considerarlo un movimiento anti-sis-
tido especulativo, la violencia implica tanto un momento des- tema. El 15M es la respuesta ante la constatación de que las
tructivo como un momento constructivo. En otras palabras, políticas de distribución de la desigualdad social ya no se apli-
¿qué tipo de violencia tiene lugar en ambos casos? Se trata carán solamente en los países «en vías de desarrollo», sino
también de saber hasta qué punto la violencia revolucionaria también en el corazón mismo de la socialdemocracia europea.
del capital coincide o no con la violencia conservadora de Esto explica por qué el movimiento comienza con un discurso
derechos básicos. Algo nos dice que esta violencia revoluciona- claramente a político, deshistorizado, consensualista y reticente
ria conserva y amplía una división entre ricos y pobres, explo- hacia formas tradicionales de lucha. Más que un claro signo de
tados y explotadores, mientras que la violencia conservadora evolución tecnológica en las formas de protestas y superación
revoluciona la manera de entender el derecho, puesto que lejos de los errores del pasado, este modo de articulación responde
de reforzar las actuales relaciones de poder, parece contribuir a la lógica neoliberal de la configuración del espacio público.
a un proceso de democratización y transformación crítica de la Es decir, está constituido por el dispositivo neoliberal de des-
sociedad. Hasta que no se considere filosóficamente la co- politización de los problemas sociales y la reducción de todo
implicación entre derecho y violencia, las críticas habituales conflicto a un desajuste económico en el terreno del mercado.
seguirán siendo ingenuas e inconsecuentes. El rechazo mora- De ahí su carácter abstracto, indeterminado e incapaz de ela-
lista o pacifista de la violencia no permite llevar a cabo una crí- borar un discurso propio. Es necesario que este activismo paci-
198 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 199

fista abandone su ingenuidad y asuma una actitud reflexiva gobierno consiste en otorgarle un supuesto carácter democrá-
sobre el problema de la violencia. Cabe señalar que ya se pue- tico, institucional y legalista a la violencia que arremete contra
den apreciar indicios en esta dirección, el movimiento hace el pueblo, a la vez que procura desinstitucionalizar, deslegiti-
conflicto con sus «novedosas» formas de representación polí- mar y criminalizar las demandas que contradicen su agenda
tica, descubre sus propios límites y comienza un lento proceso política. El Estado español no está amenazado por el carácter
de repolitización. Mejor dicho, descubre el carácter netamente confrontativo de los movimientos sociales, al contrario, éstos
político de su formación y comienza a concretizarse. Como si lo enriquecen. Mientras que el gobierno devasta la democracia
«lo actual cobrase la espesura de lo antaño», el discurso del en el momento en que dice poner al Estado y las instituciones
15M comienza a reconocer dentro de sí una lucha histórica, se al servicio de su conservación, las protestas y acciones de los
produce una contaminación entre formas tradicionales de movimientos sociales la fortalecen. La estrategia del gobierno
lucha y las nuevas formas de protesta social. Entendido como consiste en quitarle a estos movimientos cualquier tipo de legi-
un proceso de retroalimentación política, a través de la crista- timidad institucional del conflicto porque temen al carácter
lización del conflicto entre movimientos sociales y el gobierno. democrático de sus reclamos. Cuando los sectores de la educa-
Por eso esta repolitización del 15M viene acompañada de un ción, de la salud y de los distintos ámbitos públicos protestan
endurecimiento por parte del gobierno, lo cual genera una contra las medidas del gobierno, son las mismas instituciones
polarización de fuerzas y una dialéctica especular sobre la que que ponen en entredicho la legitimidad del actual partido
hace falta reflexionar. Gracias a la fuerza y solidez que cobran político para gobernar el Estado. La concentración que tuvo
las actuales formas de protesta social, se va haciendo evidente la lugar el 25 de setiembre de 2012 –llamado 25-S: Rodea el
histórica complicidad entre la socialdemocracia y el liberalismo congreso– no fue la expresión minoritaria de grupos anti-sis-
más salvaje. La consecuencia de esto es la cristalización de una temas, según las expresiones de la delegada del gobierno Cris-
alianza que la transición había logrado invisibilizar: la consoli- tina Cifuentes1, sino la preocupación masiva de una ciudadanía
dación de un status quo inquebrantable y capaz de generar un sis- que constata de manera palpable la maniobra destituyente que
tema de partidos de espaldas al pueblo español. Por esta razón, el mismo gobierno pone en práctica 2. Tal y como lo expresa el
la ciudadanía experimenta tanto una falta de confianza absoluta
hacia los partidos políticos y los ámbitos de representación tra-
dicionales, como una profunda necesidad de democratización
1 «Cifuentes relaciona a grupos nazis con el 25S», Público, 24 de setiembre de
de la sociedad. Sin embargo, en una especie de lógica inmuni- 2012: «se está promoviendo por algunos grupos es un cambio de sistema polí-
taria el gobierno actual acusa al 15M y al resto de los movi- tico o constitucional, una involución política», y ha insistido en que entre los
mientos sociales de generar aquello que él mismo está bus- grupos que se han sumado a esta convocatoria «los hay también cercanos al fas-
cismo». Así, ha detallado que tras la convocatoria de movilización «hay grupos
cando de forma calculada: una suspensión de la democracia. Se organizados«. «Hay una coordinadora que se llama En pié, la coordinadora 25-
produce así una perversa combinación entre el discurso del S. A su vez, estas coordinadoras engloban a una serie de grupos muy radicales,
demócrata liberal y las prácticas más reaccionarias de los Esta- antisistema», ha declarado.
2 Esto se puede apreciar claramente en el manifiesto elaborado por la coordina-
dos totalitarios. Una nueva forma de poder que no habíamos dora 15S, a propósito de la concentración en el congreso: http://coordina-
experimentado aún. En esa línea, la actual estrategia del dora25s.wordpress.com/manifiesto/
200 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 201

mismo manifiesto de la Coordinadora del 25-S: «Rescatar el II


Congreso es lanzar una invitación a que se articulen y unan
otros movimientos sociales como la lucha de los funcionarios ¿Otro Estado es posible? ¿Cabe la posibilidad de llevar a cabo
por la defensa de los servicios públicos, las diversas «mareas» y una crítica de la naturaleza actual de las instituciones europeas,
otras luchas por la igualdad y la justicia social. Significa negar- las cuales parecen haber alejado a la ciudadanía del ámbito de
nos a aceptar el miedo, la impotencia y la desorientación sur- las decisiones colectivas? La reflexión se sitúa, pues, entre los
gidas de la reducción de lo político a lo económico y sus conse- límites del derecho, las instituciones y las sublevaciones, por lo
cuencias fascistas, xenófobas, racistas y machistas. Y buscar que no debemos perder de vista el problema de la violencia que
una salida colectiva»3. Por lo que el dispositivo policial de parece resurgir de esta repolitización del derecho. Ahora bien,
1350 antidisturbios en la calle fue una medida desproporcio- frente a la lectura unilateral, la cual supone un consideración
nal y autoritaria. Y más cuestionable aún la imputación pre- peyorativa y meramente destructiva de la violencia, hace falta
ventiva por parte del Ministerio del Interior a 8 de los partici- una consideración especulativa del término, a saber: una refle-
pantes de las asambleas organizativas del 25-S, por presuntos xión que asuma tanto el momento destructivo como el
delitos contra Altos Organismos de la Nación4. Criminaliza- momento constructivo, solamente así estaremos en condicio-
ción que el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, se nes de abandonar el dispositivo neoliberal del consenso sin
vio en la obligación de archivar por considerarlo un ejercicio fisuras que se impone a la ciudadanía y que, en varias ocasio-
propio de las dictaduras5. Pero, por otra parte, esta concentra- nes, parece atravesar al mismo 15M.
ción también demuestra los límites del 15M, puesto que refleja En el texto Hacia una crítica de la violencia 6, Benjamin lleva a cabo
cierta pasividad y falta de madurez para forjar un proyecto más una profunda reflexión sobre el vínculo constitutivo entre vio-
sólido. Reclamar ante las puertas del congreso por la falta de
representatividad de los congresistas y la dimisión del actual
gobierno no resuelve los problemas de fondo de la política 6 Cabe señalar que tanto Jaques Derrida como Georgio Agamben reflexión de
española, simplemente explicitan el conflicto. Así, pues, manera muy aguda sobre el texto de Benjamin. No obstante, nuestra propuesta
España vive un verdadero momento político, gracias a una se distancia del foco de atención propuesto por estos filósofos. Ambos están inte-
resado por el problema de la distinción crucial entre la violencia fundadora de
exteriorización de las disidencias y la radical diferencia de inte- derecho (mítica) y la violencia destructora de derecho (divina) realizada por Ben-
reses entre la clase gobernante y el pueblo español. jamin. Mientras Derrida encuentra que la «violencia divina» benjaminiana
constituiría lo «más temible» de su herencia, por cuanto ésta violencia tendría
grandes semejanzas con la «solución final», para Agamben esta distinción es lo
que permite pensar un tipo de violencia anómica (la violencia divina) fuera de la
instancia del derecho y que vendría a interrumpir el círculo de la violencia
mítica. Para el primero, pues, la violencia divina es lo más temible, para el
segundo, en cambio, la condición de posibilidad de pensar una verdadera acción
3 http://coordinadora25s.wordpress.com/manifiesto/ política. Nuestra reflexión no pretende atender este problema, puesto que se
4 Véase «La AN cita a ocho organizadores del 25S por un delito contra altos mantendrá en el nivel de la violencia que se deriva del derecho, a saber, la vio-
organismos de la nación», Europa Press, 21 de setiembre de 2012. lencia fundadora y la violencia conservadora. En Derrida pareciera que el vínculo
5 M. Altozano, «El juez Pedraz archiva el 25-S y critica a interior por la grave- entre los dos tipos de violencia se convierte en una dilación infinita (infinito
dad de la denuncia», El País, 4 de octubre de 2012. malo, sensu hegeliano), en Agamben, por el contario, parece tener lugar una sus-
202 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 203

lencia y derecho. Pero antes de avanzar en esto, es importante Benjamin también se distancia de este punto de vista,
señalar que el término empleado aquí es Gewalt 7. El cual tiene puesto que no se interroga sobre legitimación de los medios
muchas acepciones, tales como fuerza, capacidad, poder. Estos que conforman la violencia. Tanto el punto de vista del dere-
matices nos permitirán, por un lado, evitar el malentendido de cho natural como del derecho positivo son procedimentales y
juzgar en un sentido peyorativo el término violencia y, por otro, se limitan a aplicar un criterio determinado. No hay que asu-
estar atentos a la polisemia del término. Lo primero que nos mir esta distinción sin más, sino encontrar un ámbito desde el
dice Benjamin, en un sentido verdaderamente kantiano, es que cual reflexionar sobre la distinción, ya que el derecho positivo
«la tarea de una crítica de la violencia» es «la exposición de la exige a toda violencia que venga a exponer su origen histórico,
relación entre la violencia con el derecho y la justicia» en tanto darle su sanción pero bajo ciertas condiciones9.
que un medio para fines, en principio, justos. La primera Desde la perspectiva de la Filosofía de la Historia, nos dice
determinación que recibe la violencia en esta crítica, pues, es la Benjamin, sí es posible interrogarse acerca del sentido de esta
de ser un medio, pero esta consideración no debe limitarse ni al distinción entre violencia legítima e ilegítima, entre un ejerci-
punto de vista del derecho natural, ni al punto de vista del dere- cio de la violencia históricamente reconocida y otro ejercicio
cho positivo. En un caso porque se naturaliza y justifica el ejer- de la violencia que escapa a este reconocimiento10. La violencia
cicio de la violencia desde la perspectiva de los fines justos. Es jurídica establece su fundamento en el reconocimiento histó-
decir, el derecho natural puede criticar si tal o cual fin es justo, rico de sus fines. Pero aunque Benjamin no lo diga expresa-
pero en ningún momento se interroga por el empleo de la vio- mente, el aspecto delicado que el derecho positivo no puede
lencia como medio. El segundo caso resulta más interesante, pensar es la dificultad que existe para precisar este límite,
puesto que reconoce el carácter constitutivamente histórico de la puesto que los límites de esta distinción no han dejado de
violencia y distingue dos clases de violencia, a saber: entre vio- transformarse históricamente, creando así zonas de incerti-
lencia legítima (históricamente reconocida) y violencia ilegítima, dumbre, en las que no se puede determinar cuándo la violen-
por lo que la justicia de los fines dependerá de la legitimidad de cia es legítima y cuándo es ilegitima. Por lo que cabría pregun-
los medios. Esta distinción entre violencia legítima y violencia tarse: ¿Cuál es la violencia que se ejerce cuando se trata de
ilegítima tiene su sentido en la esfera del derecho positivo y es el
criterio para la legalidad de la violencia8.
tética en el punto de partida de la investigación por cuanto lleva a cabo una dis-
tinción fundamental en relación con las clases de violencia, al margen de los
casos de su aplicación. Dicha distinción tiene lugar entre la violencia histórica-
pensión dialéctica de ambas violencia, lo cual puede conducir a una problemá- mente reconocida (es decir, «sancionada») y la no sancionada.»
tica pasividad. Por tanto, nuestra propuesta es partir del punto de vista de Ben- 9 Ibid.,: «Para hacer dicha crítica [de la violencia] hay que encontrar un punto de
jamin, la perspectiva de la filosofía de la historia, para luego pensar una clave vista fuera de la filosofía positiva del derecho, pero también, al tiempo, fuera
especulativa, la noción ampliada de derecho e institucionalidad. Véase: G. Agam- del derecho natural. Ya veremos luego que sólo el estudio del derecho desde la
ben, Estado de Excepción. Homo sacer II, Valencia, Pre-textos, 2003; Jaques Derrida, filosofía de la historia puede conducirnos a ese punto de vista. El sentido de la
Fuerza de Ley. El fundamento mítico de la ley, Madrid, Tecnos, 2008. distinción de la violencia legal e ilegal no queda sin más claro. Hay que rechazar
7 W. Benjamin, «hacia la crítica de la violencia», en Walter Benjamin. Obras, Libro decididamente el malentendido iusnaturalista de que se trata de la distinción
II, Vol I, Madrid, Abada, 1995, pp. 183-206. entre una violencia para fines justos y una violencia para fines injustos.»
8 Ibid., p. 185: «(…) la teoría positiva del derecho es aceptable como base hipo- 10 Véase Ibid., pp. 185-187.
204 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 205

delimitar esta frontera? ¿Qué tipo de violencia ejerce el política y la huelga general proletaria. La huelga general, nos
gobierno actual cuando criminaliza el derecho a la huelga y a la dice Benjamin, simplemente buscaría modificar una determi-
libre circulación de los individuos? No podemos conformar- nada situación de injusticia, sin modificar en absoluto las rela-
nos con la afirmación de que la legitimidad de sus medios (el ciones de derecho en un Estado. Por el contrario, la Gewalt
derecho) justifica la justicia en los fines11. Hace falta ir más allá (fuerza, poder) de una huelga general proletaria podría con-
y considerar los casos en los que de la legalidad de los medios ducir a un cuestionamiento profundo del rol de un Estado, al
no se sigue la justicia de los fines. Y, al revés, situaciones en las punto de destruirlo. Un momento jurídico revolucionario en
que la ilegalidad de los medios (una protesta no autorizada a el que se busca subvertir el ordenamiento jurídico gracias al
favor de la educación y sanidad pública, una reunión en la calle cual se ostenta el derecho a huelga. La violencia de la policía
donde se trata el problema de la auditoria de los bancos) parece también viene a generar una indistinción entra ambos tipos de
dirigirse hacia un fines justos (garantizar el derecho a la educa- violencia, puesto que si bien se muestra como una violencia
ción y salud públicas, evitar el empobrecimiento masivo de la que conserva derecho, está autorizada para ampliar los límites
población, a través de la reconversión de la deuda privada en de dicha violencia. La policía produce derecho cada vez que el
deuda pública). derecho es lo suficientemente indeterminado como para
Por otra parte, Benjamin distingue entre dos funciones de dejarle esa posibilidad. Aunque no promulgue la ley, la policía
la violencia, por un lado, la violencia que fundamenta o modi- se comporta como un legislador. No resulta extraño que en
fica situaciones jurídicas (die rechtsetzende Gewalt) y la violencia que este momento los mayores puntos de fricción de la sociedad
conserva el derecho (die rechtserhaltende Gewalt). Pero a su vez estén justamente entre el derecho a la huelga y el poder de
señala situaciones en las que se entremezclan ambos tipos de policía. Tan es así que el mismo día que la delegada de
violencia, es decir el momento político del derecho, tal es el Gobierno de Madrid manifiesta que «La ley es muy permisiva
caso del derecho a huelga12 y el poder de policía13. El derecho a y hay que modular el derecho de manifestación»14, el ministro
huelga es visto como una concesión del Estado a los trabajado- del Interior, Jorge Fernández Díaz, condecora al feje de Anti-
res para que éstos, a través de la violencia, hagan valer sus dere-
chos. Sin embargo, hace una distinción entre la huelga general
14 La ley orgánica de 1983 que recoge el Artículo 21 de la Constitución sobre el
derecho a la manifestación, según Cifuentes, «tiene muchos años». «Habría
que modificarla, no para recortar derechos, pero sí para racionalizar el uso del
11 Es decir, quedarnos en el punto de vista del derecho positivo. espacio público. No puede ser que en un mismo día en Madrid haya 10 mani-
12 Ibid., p. 188: «(…) desde el punto de vista de los trabajadores (que se contra- festaciones en la misma zona. Los comerciantes y vecinos del centro están
pone al del Estado) el derecho a la huelga es el derecho a usar la violencia con desesperados con toda la razón (…) La ley es muy permisiva y amplia con el
el objetivo de alcanzar ciertos fines.» derecho de manifestación y cuando la Delegación ha intentado en diversas oca-
13 Ibid., p. 192: «Ciertamente, en sí la policía es una violencia para fines jurídicos siones no prohibir sino modular este derecho cambiando itinerarios o de día
(que incluye el derecho de disposición), pero, al mismo tiempo, está autori- una manifestación porque creíamos que podía suponer un peligro de orden
zada a ampliar los límites de dicha violencia (en lo que se llama derecho de público, sistemáticamente el Tribunal Superior de Justicia de Madrid siempre
mando). Lo ignominioso de esta autoridad (…) consiste en que, en ella, está ha fallado en nuestra contra». V. Torres Benayas y F. J. Barroso, «Cifuentes
anulada la separación imprescindible de una violencia instauradora de derecho pide cambios legales para «modular» el derecho de manifestación», El País, 2
y una violencia mantenedora de derecho.» de octubre de 2012.
206 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 207

disturbios que dirigió las desmesuradas cargas policiales del de decretos aprobados por el gobierno del PP para la amplia-
25-S en Madrid15. ción del margen de acción de la policía18. Benjamin dice que la
Podríamos decir que el temor del gobierno actual hacia la huelga general proletaria destruye el Estado19, pero considero
huelga y las protestas es que la huelga general devenga en lo que que debemos abordar con mayor cuidado esta afirmación y
Benjamin llama una huelga proletaria y reactive el momento preguntarnos por el carácter destructivo de esta fuerza.
revolucionario del derecho: A través de la crítica a la violencia Benjamin cuestiona el
carácter procedimental y conformista de la socialdemocracia de
«el hecho de que bajo ciertas condiciones el Estado16 se su época y está interesado en pensar las posibilidades de una
enfrenta con violencia a los huelguistas (…) pone de mani- acción política en términos de una acción revolucionaria. Su
fiesto solamente la existencia de una contradicción objetiva en ataque se dirige al Estado y su interés se centra en el momento
la situación jurídica, no una contradicción lógica en el dere- destructivo del mismo. La posibilidad de una acción revolucio-
cho. Pues el Estado teme en la huelga, más que nada, la fun- naria, según Benjamin, descansa, pues, en la distinción que rea-
ción de la violencia (…) que está en condiciones de funda- liza ente la violencia fundadora y la violencia conservadora. Pero
mentar y modificar situaciones jurídicas»17. como el mismo Derrida deja planteado en su texto sobre Fuerza de
ley, las acciones conservadoras y rupturistas nunca son puras20.La
Así, el derecho no se encuentra amenazado por una violen- violencia conservadora «sigue siendo refundadora para conser-
cia externa (tal y como quiere presentarlo el gobierno), sino var aquello que pretende fundar», a la vez que la violencia fun-
interna al derecho. Es decir, un tipo de violencia que al procu-
rar legitimar (begründen) otras relaciones de derecho, se presenta
como teniendo derecho al derecho. El gobierno teme a esta
fuerza destructiva de la huelga con respecto a un determinado 18 Uno de los más importantes, la aprobación del anteproyecto del nuevo código
penal, el cual introduce un nuevo delito consistente en la difusión de mensajes
ordenamiento jurídico, por eso dirige todas sus fuerzas a limi- a través de las redes sociales que inciten a alteraciones de orden público. Este
tar y obstaculizar el derecho a la huelga. Esto explica la cantidad delito estará castigado con entre 3 meses y 1 año de cárcel, aunque también
podrá ser sancionado con multa, según informaron esta tarde fuentes del
Ministerio de Justicia. De aprobarse este proyecto de ley, cometerán delitos las
personas que promuevan movilizaciones a través de las redes sociales. Más aún,
15 Aunque cabe señalar que el mismo día y hora del acto de condecoración la Con- esta penalización tiene carácter preventivo, puesto que el delito no descansa en
federación Española de Policía (CEP), de la Unión Federal de Policía (UFP) y la realización de la movilización, sino simplemente en su enunciación. «El
del Sindicato Profesional de Policía (SPP) convocaron una concentración frente Gobierno aprueba hoy el Código Penal más duro de la democracia», El País, 11
al Ministerio del Interior para protestar contra los recortes y los políticos que se de octubre de 2012.
aprovechan de su trabajo. «Fernández Díaz entrega medallas mientras los 19 Benjamin, «hacia la crítica de la violencia», p. 188.
policías protestan frente al Ministerio», Público, 2 de octubre de 2012. 20 Derrida, Fuerza de ley, pp. 97-98.: «Pues más allá de la intención explícita de
16 Si bien Benjamin utiliza el término Estado, consideramos que no resultaría Benjamin, yo propondría la intepretación según la cual la violencia misma de
más conveniente emplear la expresión «gobierno». De esta manera evitamos, la fundación o de la posición del derecho (rechtsetzende Gewalt) debe implicar la
por un lado, la identificación entre Estado y gobierno y, por otro, la lectura violencia de la conservación (rechtserhaltende Gewalt) y no puede romper con ella
que tiende a considerar el Estado como un ámbito abstracto y formal, cuya (…) No hay, pues, oposición rigurosa entre la fundación y la conservación, tan
existencia es independiente de los individuos. sólo lo que yo llamaría (y que Benjamin no nombra) una contaminación dife-
17 Benjamin, «hacia la crítica de la violencia», p. 188. renzial (différantielle) ente las dos».
208 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 209

dadora precisa «negociar» sus propias condiciones de ruptura, Rajoy expresa que no ha tomado la decisión ideal, pero que no
es decir, conservar aquello que se pretende legitimar. Por lo que se podía hacer otra cosa.
se produce un espacio de contaminación y negociación cons-
tante entre estos dos tipos de violencia: al conservar se funda, al
fundar se conserva ¿Acaso la acción política no es conservadora III
y fundadora (rupturista) al mismo tiempo? ¿No precisa de un
movimiento de aufhebung en la doble acepción hegeliana de asu- El actual gobierno procura conservar el monopolio de la vio-
mir un estado de cosas en un ámbito de indecibilidad última y, a lencia como salva-guarda de una esfera de circulación del capi-
su vez, llevarlo a su acabamiento en un registro comprensivo tal. Justamente la supuesta no intervención del Estado en las
diferente desde el cual reorientar la acción? distintas esferas de la sociedad civil, es la intervención imper-
Por otra parte, si bien Benjamin no lo dice de forma explí- ceptible que consiste en consagrar el domino despótico de la
cita, emplea una concepción liberal del Estado. Es decir, como realización del valor-capital sobre la realización de los demás
una entidad externa y formal –los dos aspectos que Benjamin valores. Así el monopolio estatal de la violencia no puede ejer-
busca destruir–. Sin embargo, si consideramos al Estado en cerse de otro modo que como salvaguarda de una esfera de la
términos especulativos resulta insuficiente decir que con las circulación del capital, donde una facción –la ejecutora de las
protestas se busca destruir el Estado y que el gobierno procura disposiciones del capital– se levanta como si fuera la sociedad
su conservación. Más aún, me atrevería a decir que así como las en su conjunto.
actuales leyes y decretos del gobierno tratan de destruir aque- El Estado neoliberal, pues, ejerce una violencia destructiva,
llos aspectos del Estado que no se ajusta a las nuevas necesida- bajo el velo de un principio de sacrificio, a saber: la sociedad
des del capital financiero, las acciones de los movimientos debe sacrificar a una parte de la sociedad para rescatar de la
sociales comienzan a perfilar nuevas formas de institucionali- crisis y la barbarie a otra minoritaria, con objeto de garanti-
dad y una comprensión distinta de la función del Estado. Por zarle abundancia y civilización. El ritual mágico-jurídico de la
tanto, de lo que se trata, entonces, es de pensar ambos tipos de austeridad debería devolver la confianza en los mercados. Pero
violencia. No conseguiremos estar a la altura de los problemas detrás de este velo de maya de la restauración, tiene lugar una
actuales hasta que no pensemos seriamente que los parlamen- profunda transformación de la naturaleza misma de la socie-
tos viven del olvido de la violencia de donde han nacido. Como dad. Ahora bien, el sacrificio de la austeridad supone no sólo
dice Derrida «esta denegación amnésica no es una debilidad la desaparición de los derechos básicos de los ciudadanos, sino
psicológica, es su estatuto e incluso su estructura. A partir de el precio que los países de la Unión Europea deben pagar para
ahí, en lugar de llegar a decisiones conmensurables o propor- volver a ser fiables. Sin embargo, la fe atribuida a las políticas de
cionales a esa violencia y dignas de ella, practican [los parla- austeridad no logra la anhelada salvación que prometía el ritual
mentos] la política hipócrita del compromiso»21. Como cuando sacrificial de los devotos técnicos de la economía. Probable-
mente este esquema sea insuficiente para comprender lo que
está en juego en esta crisis financiera. El misterio especulativo de la
21 Ibid., pp. 117-118. austeridad y el sacrificio encierra un juego peligroso. Esto es,
210 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 211

un mecanismo que, al inyectar la dosis justa de riesgo e impre- mundo en el que el principio de la libertad organizaría racio-
visibilidad en los mercados, propicia una mayor inmunidad al nalmente la sociedad. A pesar de esta contundente acusación,
capital financiero. Cuanto más riesgo, más legitimado se Hegel se encargó de mostrar que la fe y la intelección eran ene-
encuentran los poderes financieros para ejercer su poder en las migos fraternos que expresaban la misma verdad: el pensa-
instituciones y subsumir a su lógica todas las esferas de la vida miento que lucha contra el pensamiento. Es decir, la fe, en
política contemporánea. La crisis, entonces, se convierte en un tanto objeto de saber de la intelección, no era más que la ver-
mecanismo de normalización y ocultamiento de los cambios dad de la Ilustración23.
que precisa el actual poder para seguir expandiéndose. La Así, cuando la Ilustración concebía a la fe como aquello
especulación financiera ya no necesita de un pacto social para que debía ser rechazado, no hacía más que reconocerse a sí
subsistir. Así, cuando este discurso es pasivo es cínico, pero misma como pura negación. En este enfrentamiento de la Ilus-
cuando lo hace de manera militante se vuelve fascista. Esta tración contra los errores de la fe, aquella no hacía más que:
forma de violencia inmunitaria, precisa no sólo como conditio «combatirse a sí misma en ellos y condenar en ellos lo que
sine qua non la práctica del sacrificio de una parte de la población, afirma, es para nosotros o es lo que ella misma y su lucha son en
sino que ve a ésta como una amenaza, un peligro externo del sí»24. Lo que la Ilustración experimentaba como extraña-
cual el poder debe protegerse para seguir existiendo. Esta miento de sí misma era ya su realidad positiva, puesto que la
lógica de auto-conservación y preservación inmunitaria no es idea que se hacía de eso «otro» (la fe) la transformaba, al
sino una forma de negación absoluta, aquella que ya Hegel cri- poner de relieve aquello que ella veía en la fe, y que al principio
ticaba al espíritu Ilustrado que iba gestando el mundo de la uti- sólo existía implícitamente. Lo que resulta de este enfrenta-
lidad. Recordemos brevemente en qué consistía esto. miento, como fruto de la Ilustración, es la Nützlichkeit 25. Pero la
El mundo de la utilidad, según Hegel, resulta del enfrenta-
miento dialéctico entre Ensicht y Glaube. Los defensores de la
razón acusaban a los defensores de la fe de engañar y someter a 23 Phä. G.W., 9: 293-294. (Trad., pág. 319.): «puesto que fe e intelección son la
las masas espirituales con creencias infundadas, y de conspirar misma pura conciencia, pero contrapuestas en cuanto a la forma y puesto que
con el despotismo22. La Ilustración, al querer liberar a los a la fe la esencia se contrapone como pensamiento, no como concepto y es, por tanto
algo sencillamente contrapuesto a la autoconciencia, pero para la pura intelec-
hombres de la fe, no se hacía otra cosa que negar la realidad ción la esencia es el sí mismo, son mutuamente lo uno lo sencillamente negativo
existente en su conjunto y reforzar más bien la creencia en un de lo otro. Tal como ambas surgen la una frente a la otra, a la fe corresponde
todo contenido, ya que en su elemento quieto del pensar cobra todo momento
más allá, aunque en este caso a través de la promesa de un subsistencia – pero la pura intelección carece primeramente de contenido y es
más bien pura desaparición de éste; pero, mediante el movimiento negativo
contra lo negativo a ella, se realizará y se dará un contenido.»
24 Phä. G.W., 9: 297. (Trad., pp. 323.)
22 G.W.F. Hegel, Phänomenologie des Geistes (= Phä), en: W. Bonsiepen und R. Heede 25 Phä. G.W., 9:315-316. (Trad., pp. 342-343): «(…) la utilidad es, de este modo
(eds.), Gesammelte Werke, Band 9, Felix Meiner Verlag, Hamburg, 1980: 293. la conciencia real satisfecha en sí misma. Esta objetividad constituye ahora su
(Trad. esp.: A. Roces, México, FCE, 2007, p. 319.): «Aquella masa es víctima mundo; ha devenido la verdad del todo anterior, tanto del mundo ideal como
del engaño de un sacerdocio que pone en práctica su vanidoso y celoso empeño del real (…) lo útil, es la verdad, que es también la certeza de sí mismo (…) Ambos
de permanecer de modo exclusivo en posesión de la intelección y sus otros mundos son reconciliados y el cielo ha descendido sobre la tierra y se ha tras-
intereses egoístas y que, al mismo tiempo, conspira con el despotismo». plantado a ella.»
212 LUCIANA CADAHIA 9. NUEVAS FORMAS DE INSTITUCIONALIDAD 213

utilidad a la que alude aquí Hegel no se limita a las cosas que sólo se relacionan entre sí a partir de consideraciones interesa-
pueden ser útiles, a los objetos que se convierten en útiles, sino das»28. Y como afirma Hegel: «Aunque es de infinita impor-
que se amplía también al ámbito de la subjetividad. Es más, la tancia que se reduzca el múltiple contenido a su determinación
utilidad no se refiere exclusivamente al ámbito físico y econó- simple, a la forma de la universalidad, sin embargo, este prin-
mico, en el que la naturaleza se convierte en un útil para la cipio, todavía abstracto, no satisface al espíritu vivo, al espíritu
producción o el consumo, sino que este criterio se hace exten- concreto»29.
sivo al ámbito de la política, desde el cual todo hombre se con- Podría decirse, entonces, que la peligrosa actitud ilustrada
vierte en útil para otro hombre: «como al hombre todo le es de la que nos advertía Hegel, ha llegado hasta nuestros días bajo
útil, lo es también él.» El cuerpo, las energías y la psique de los la forma de una violencia la inmunitaria de auto-conservación
hombres se vuelven, desde la racionalidad del entendimiento (selbsterhaltung) de sí como negación absoluta. El derecho se
ilustrado, un material dócil, maleable y sumiso, puesto que satisface en su propia violencia al sacrificar al ser vivo, al reali-
«su destino consiste asimismo en hacerse un miembro de la zarse contra de lo vivo. ¿Es posible un derecho a favor de la
tropa de utilidad común y universalmente utilizable»26. Esta vida (bíos), del valor de la vida30?
utilidad política encuentra su mejor expresión en la declara-
ción de los Derechos Universales del Hombre y el Ciudadano,
en donde cada voluntad niega su propia particularidad y se IV
sujeta a la utilidad común establecida por esos derechos27. El
hombre se ve sometido por una lógica de dominación violenta Frente a la violencia meramente destructiva, que procura la
y negativa, una universalidad de la voluntad que uniforma, en auto-consevanción del orden (derecho), parece asomarse otro
una igualdad abstracta, a todos los hombres, dado que, «al tipo de violencia, la violencia de la autoafirmación o selbstbe-
reducir todo lo especulativo a lo humano, la Aufklärung cons- hauptung de quienes se resisten a la violencia destructiva que
truye un mundo sin profundidad alguna, un mundo en el cual impone el Estado neoliberal. Quizá esta sea la vía para pensar
las cosas son solamente lo que son de forma inmediata, en el otra forma de Estado e institucionalidad, una manera de pen-
cual los individuos están enclaustrados en su egoísmo natural y sar el momento revolucionario del derecho, a saber, una con-
taminación ineludible entre el momento fundador y el
momento conservador. Así, mientras la violencia destructiva
26 Phä. G.W., 9: 305. (Trad., pág. 331.): «Como el hombre todo le es útil, lo es
también él, y su destino consiste asimismo en hacerse un miembro de la tropa
de utilidad común y universalmente utilizable. En la misma medida en que se
cuida de sí, exactamente en la misma medida tiene que consagrarse también a 28 J. Hyppolite, Génesis y estructura de la «Fenomenología del espíritu» de Hegel, Barcelona,
los otros, y en la medida en que se consagre a los otros cuida también de sí Península, 1998, p. 406.
mismo; una mano lava la otra. Donde quiera que se encuentre, ocupa el lugar 29 G.W.F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Alianza, 1999,
que le corresponde; utiliza a los otros y es utilizado.» p. 685.
27 Véase el 1º Artículo de la Declaración de los derechos del Hombre y el ciuda- 30 Aquí no nos referimos a la vida en términos biológicos, como algo inmediato
dano, donde se expresa que: los hombres nacen y permanecen libres e iguales en y natural que debe ser conservado, sino a la vida entendida como forma de
derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común. vida en la tradición de Hegel y Foucault.
214 LUCIANA CADAHIA

instaura una negación absoluta, y por tanto abstracta, este tipo


de violencia contaminada contiene un carácter más bien espe-
culativo, puesto que en su negociación con lo otro, promueve
un tipo de violencia destructiva/constructiva. Es decir, una
ascesis que, así como establece un ruptura (violencia destruc-
tiva) con el continumm que trata de marcar la agenda del actual
gobierno español, por otra parte construye y radicaliza una
relación con el derecho que se ve amenazada por la violencia
destructiva del Estado neoliberal, a saber: un uso del derecho
en el que las palabras justicia social no suenen a cáscaras vacías.

III

lógIcas
De la protesta socIal
EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA

Carlo Galli *

Asistimos hoy en día a un malestar de la democracia. No se


trata del malestar –en realidad, el rechazo– que alimenta la rica
producción de pensamiento «contra» la democracia a lo largo
del pensamiento occidental 1, ni tampoco aquél, próximo a la
angustia, «ante» la democracia, que pudo sentir un Tocquevi-
lle, para el que ésta era equivalente a las aguas del diluvio; y
tampoco es el malestar «en la» democracia, el desasosiego que
Ortega manifestaba en el interior de la democracia, en la época
de la rebelión de las masas. Es precisamente el malestar «de
la» democracia, esto es, el malestar provocado por la demo-
cracia, por sus instituciones políticas y por su realidad social,
hoy, en esa parte del mundo que la ha alcanzado desde hace

* [Agradecemos a la Casa Editrice Einaudi que haya permitido la traducción de


las páginas iniciales y finales del libro de C. Galli, Il disagio della democrazia
(2011)]
1 J. T. Roberts, Athens on Trial. The antidemocratic Tradition in Western Thought, Princeton,
Princeton University Press, 1994.
218 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 219

tiempo, y que se pregunta si la ha también superado (y por lo les derechos, igual dignidad. La democracia es arrollada por
tanto podría tratarse también del malestar «tras» la democra- las transformaciones del mundo. A pesar de que nuevas olea-
cia, el malestar de la post-democracia). das de democracia se abatan sobre la tierra – tras la tercera,
El malestar de la democracia es doble: es en primer lugar tras el final de la guerra fría, una cuarta oleada está arro-
de tipo subjetivo, de ese sujeto que debería ser su «ciuda- llando las dictaduras del mundo árabe, y se habla (con ciertas
dano». Se manifiesta como un desapego, como una indiferen- dudas) de la que debería darse en la nación más poblada y
cia cotidiana hacia la democracia, que equivale a su aceptación dinámica, China, y que debería acabar con las dictaduras
pasiva y acrítica, al rechazo implícito de sus supuestos más com- supervivientes, como las de Birmania, Corea del Norte y
plejos y comprometedores. El tipo de hombre que habita hoy similares –; a pesar de que avance con el Zeitgeist 4 a su favor, y
las democracias reales tiene cada vez más una actitud hacia la no se vea frenada por un pensamiento abiertamente anti-
política que vuelve difícil incluso la democracia misma: una democrático; a pesar de que el desarrollo económico – que
repulsión rabiosa o resignada, generada por la estupefacción de no coincide con la democracia, pero a menudo se asocia a ella
una muerte que no puede anunciarse. Este malestar no es – tome cuerpo efectivamente en Asia, África, América Latina;
«odio»2 porque no nace de una precisa voluntad oligárquica a pesar de todo ello, sin embargo, la «democracia real» está
de dominación que se opone con hostilidad a las masas demo- en crisis, de la misma manera en que la democracia como
cráticas, sino que proviene más bien de abajo, del hecho de que ideal triunfa en las últimas revoluciones democráticas, acon-
tanto la política como la sociedad sean percibidas más o menos tecimientos emocionantes, llenos de pathos y de esperanza.
veladamente como alejadas de la democracia, y que ésta, aun- Dicho de otra manera: aunque no se pongan en tela de juicio
que negada por la fuerza de los hechos, siga dominando irre- los supuestos lógicos y axiológicos de la democracia, esto sí
mediablemente el léxico político como si estuviera dotada de ocurre con sus reglas e instituciones – lo que equivale a decir
una cuasi-naturalidad, como si se tratara de un destino. De que, aunque estén presentes algunos de los prerrequisitos de
aquí surge la apatía conjuntamente con la rebeldía. Es precisa- una democracia5, ésta no despega –; es decir, sus prestaciones
mente este elemento de contestación rabiosa, aunque pasiva, el son decepcionantes para un número cada vez mayor de per-
que vuelve el malestar algo más que el mero «desencanto» o la sonas. Ciertamente se la invoca allí donde falta, y se la persi-
desconfianza resignada en la democracia3. gue con coraje como aspiración esencial de los pueblos pero,
Se trata también de un malestar objetivo, estructural. allí donde se ha establecido desde hace tiempo, sus institucio-
Nace de la inadecuación de la democracia, de sus institucio- nes están cada vez menos animadas por un soplo vital, cada
nes, para cumplir sus promesas, para estar a la altura de su vez menos se cruzan con la política real, que se manifiesta –en
objetivo humanista, para otorgar a todos igual libertad, igua- sus flujos de poder– mediante caminos y con modalidades
que tienen más bien poco de democrático y mucho, en cam-

2 J. Rancière, L’odio per la democrazia (2005), Napoli, Cronopio, 2007.[Trad. esp.:


El odio de la Democracia, Buenos Aires, Amorrortu, 2007.]
3 C. Crouch, Postdemocrazia, Roma-Bari, Laterza, 2003. [Trad. esp.: Postdemocra- 4 P. Grilli di Cortona, Come gli Stati diventano democratici, Roma-Bari, Laterza, 2009.
cia, Madrid, Taurus, 2004.] 5 R. A. Dahl, Sulla democrazia, Roma-Bari, Laterza, 2000.
220 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 221

bio, de «dominio» oligárquico. En contextos diferentes y constituye una traición al ideal moderno de autenticidad, de
con distinta intensidad de manifestaciones, la democracia se plena expresividad del individuo.
ha vuelto gris; su supervivencia es espectral, aunque aún no se El malestar de la democracia no es la incertidumbre que
haya extinguido. nace cuando estamos situados frente a la elección entre dos
Desde el punto de vista objetivo, el malestar de la demo- opciones distintas; es la insatisfacción hacia la democracia
cracia consiste, por lo tanto, en el hecho de que no parece unida a la sospecha de que no existen alternativas a la democra-
adecuada para regular la política en el mundo actual, para cia; es una desorientación que amenaza con volverse constante
darle forma6, y desde el punto de vista subjetivo es la sensación e insuperable, pero no productiva. Es un malestar que se une a
–espontánea o inducida: esto está aún por aclarar– de que esto la idea de haber sido engañados – una idea típica del siglo XX,
es cierto. Se trata por lo tanto de un malestar diferente del que que ha entrado también en el XXI. Esto hace necesario un
fue teorizado por Freud 7, consistente en el hecho de que la saber crítico y genealógico, que nos diga lo que podemos
civilización debe sacrificar, en favor del bienestar colectivo, la conocer, lo que debemos temer y lo que nos cabe esperar.
libido –tanto erótica como agresiva– del individuo. Se trataba Hablar de malestar de la democracia, de hecho, así como de sus
de un sacrificio parcial, de una redirección: Eros se trans- paradojas, es posible sólo si se llega a una definición y a una
forma en el vínculo universal entre los hombres, y Thanatos, reconstrucción del término-concepto «democracia» y de sus
la agresividad, se vuelve Super-Yo, el sentimiento de culpa que realidades institucionales.
condiciona éticamente al Yo y hace posible la civilización. Y Hablar de malestar de la democracia, por lo tanto, nos
esta es la casa del hombre precisamente porque el hombre no brinda la ocasión para intentar comprender lo que entende-
se siente en ella inmediatamente en su casa: el malestar – das mos por «democracia», este término polisémico en el que se
Unbehagen, la falta de bienestar y de domesticidad, la desorien- estratifican diferentes opciones y significados; la complejidad
tación – es la condición de la civilización. El malestar de la de la democracia es, junto con el malestar, el segundo núcleo
democracia, en cambio, carece del carácter fatal y progresivo teórico de esta investigación, cuya tesis de fondo es que una
que caracteriza al freudiano; se parece más a aquello de lo que parcial y posible solución a este malestar es la toma de con-
habla Charles Taylor8, la Malaise que nace de la combinación de ciencia y la reactivación selectiva de aquella complejidad, en la
individualismo, desencanto técnico, pérdida de libertad, y que que ha habido y sigue habiendo distintas y múltiples posibili-
dades. Éstas deben ser redescubiertas y analizadas para com-
prender si la democracia no ha dado lo que podía –esto es, si
6 C. Galli, «Politica e cultura nella grande mutazione», en il Mulino, 2003, n. 1, sus promesas no se han cumplido (y en este caso habrá que
pp. 5-19; Id., «Di che cosa parliamo quando parliamo di politica?», en il entender también por culpa de qué o de quién) – o bien si esas
Mulino, 2004, n. 2, pp. 201-10; Id., «Democrazia: grandezza, miserie, pro-
spettive», en il Mulino, 2008, n. 3, pp. 490-98.
promesas se han cumplido, y la democracia ha agotado ya por
7 S. Freud, Il disagio della civiltà (1929), in Id., Il disagio della civiltà e altri saggi, Torino, lo tanto su potencial. Esto es: si debemos convivir amarga-
Boringhieri, 1971, pp. 197-280. [Trad. Esp.: «El malestar en la cultura», en mente con una ilusión cuyo fuego se ha apagado en unas frías
Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1998-2001, vol. XXI.]
8 Ch. Taylor, Il disagio della modernità (1991), Roma-Bari, Laterza. 1999. [Trad. cenizas, o bien si se puede encontrar argumentos razonables
Esp.: La ética de la autenticidad, Barcelona, Paidós, 1994.] en favor de un democracia esencialmente «por venir». Y por
222 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 223

fin: si la que estamos atravesando es una crisis de la democra- Se trata por lo tanto, en primera instancia, de un malestar
cia como sistema político – y quizá como expresión de una de carácter pasivo; mucho más que el de Freud, que sin duda
civilización – o más bien una crisis de algunos de sus aspectos y constituía el signo de una carencia –de satisfacción inmediata
factores. de las pulsiones de Eros y Thanatos–, pero de una carencia
necesaria y en sí misma progresiva. También el malestar de la
* * * democracia es signo de una carencia, que puede que sea nece-
saria, pero que de ninguna manera es progresiva: no es el
La manera en que puede esbozarse la fisonomía de la democra- malestar por el buen funcionamiento de la civilización, sino
cia contemporánea gira alrededor de dos ejes: el malestar y la por el mal funcionamiento de la democracia. Pero el dato
complejidad. principal es que el malestar de la democracia sigue siendo parte
El malestar de la democracia nace de la habituación a ella, del problema, no de la solución, hasta que se sigue percibiendo
de la aceptación acrítica del discurso de la «democracia real» desde el punto de vista del individuo consumidor – que con-
sobre sí misma, que se presenta como algo obvio y natural, sume, habiendo sido engañado, la democracia, o mejor su
como la casa cumplida del hombre; pero al mismo tiempo, simulacro, su sustituto. Hasta que ese malestar es sólo el espejo
nace de la experiencia de sus insuficiencias y contradicciones, fragmentado de Narciso. O hasta que genera fantasmas proyec-
hoy en día más agudas que nunca. Es como si nos encontrára- tivos como el pueblo del populismo.
mos en una especie de supermercado de los derechos, y descubrié- Dejémoslo claro: si en el mundo de ayer la crítica al confor-
ramos que no hay mercancía (los derechos), sino que ha sido mismo se llevaba a cabo desde un punto de vista aristocrático
sustituida por consignas que la anuncian y la proclaman como (desde Tocqueville hasta Nietzsche, aun con toda la distancia que
ya presente; es más, ocurren con mayor frecuencia las dificulta- les separa), en el mundo de hoy en día la crítica al consumo y a
des, los abusos, las frustraciones, las marginaciones, que la su frustración (al malestar en sentido pasivo) debe ser llevada a
satisfacción de los derechos. La no democraticidad real de las cabo desde el punto de vista democrático. Y sin embargo, al
instituciones democráticas genera una actitud de anomia: como individuo que siente malestar hacia la democracia hay que
si nos adaptáramos a la transformación de la sociedad en una decirle que él, en su no-libertad –que, aunque la democracia no
jungla, y actuáramos cada vez más como free rider – capaces, niegue abiertamente la felicidad individual, es bastante poco
según las circunstancias, de acomodarnos o rebelarnos, pero «confortable, levigada y razonable» (y aquí hay distancia entre
sin esperanzas estables para el día de mañana (lo que se corres- nuestro tiempo y el de Marcuse9)–, está tomándose muy en serio
ponde con lo que el racionalismo moderno llamaba «estado de las promesas de la democracia, pero no sus premisas10, y que
naturaleza»). El malestar de la democracia es la impresión de
haber acabado en un callejón sin salida, o mejor en un camino
que no se interrumpe súbitamente, sino que decae (y se 9 H. Marcuse, One Dimensional Man. London; Routeldge, 2002. p.3. [Trad. esp.: El
degrada) en una especie de senda, cada vez menos visible en la Hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Barcelona,
Seix Barral, 1972, p. 8.]
jungla de nuestro presente. El malestar es la adecuación, 10 H. M. Enzensberger, Il perdente radicale (2006), Torino, Einaudi, 2007. [Trad.
rabiosa o resignada, a su supuesta necesidad. esp.: El perdedor radical, Barcelona, Anagrama, 2007.]
224 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 225

su decepción, real, no se está confrontando con la complejidad tividad se ha vuelto casi imperceptible. Es cierto, sin embargo,
de la democracia. A fin de cuentas, si el malestar consiste en que la era global, en Occidente, está salpicada de ruinas de la
creer que ya se tiene la democracia, y en el sentimiento de haber política moderna: y que estas ruinas contienen en sí mismas
sido engañados en virtud del triste resultado, el salto de toma de ideas que no pueden abandonarse, e instituciones que conser-
conciencia –de conocimiento y de experiencia, de teoría y de van significados simbólicos, y hasta operativos. Por lo tanto, si
práctica– estará en el darse cuenta de que la democracia tiene en se trata de ir más allá de la democracia liberal, no deberemos
sí misma otras posibilidades, que se esconden en los pliegues de proceder contra ella, sino cumplir, aunque con medios dife-
su historia. Según esta vía, el malestar de la democracia puede y rentes, sus objetivos estratégicos. Y si parece justo reconocer la
debe transitar desde la idea (frustrada) de la naturalidad de la no-democraticidad del presente, es ingenua la pretensión de
democracia (esto es, de la existencia de un pueblo incorrupto y liberar la democracia pura, esencial, de las cadenas del pasado,
cargado de derechos) hasta la idea de su complejidad y de su o imaginar una nueva y auténtica finalidad suya. La inmediatez
carácter ulterior, de su ser-por-venir; desde el simplismo, desde o bien es enemiga de la democracia, o es inadecuada a ella, o es
la banalidad, desde la inercia, desde la estéril protesta, desde la ilusoria. Si no existe ningún Edén democrático al que sea posi-
apatía política y desde la entropía, el malestar puede y debe ble volver, y tampoco hay un mundo Nuevo en el que atracar
transformarse en crítica activa, energía, acción como confronta- felizmente, si es imposible, por lo tanto, poner a salvo la
ción consciente con la mediación, con la complejidad de lo real. democracia contra su propia historia, no se puede tampoco
La democracia como necesidad (o como naturalidad) debe vol- reinterpretar de manera selectiva su complejidad, y tener el
verse una democracia como decisión, esto es, como libre inven- coraje de señalar lo nuevo que hay que recoger en ella, así
ción de formas políticas, aunque éstas sean transitorias y contin- como lo viejo que ya carece de vitalidad. Todo ello, además,
gentes. De esta manera, una política democrática activa, hoy en debe unirse a la toma de conciencia de que la praxis no es
día, se caracteriza precisamente por recuperar a partir de la his- deducible de la teoría –al menos en este punto nos hemos
toria de la democracia la idea de que ésta no puede ser sólo un dejado atrás la modernidad–; el pensamiento no puede ir más
régimen de masas, sino que debe ser un régimen de calidad allá de la presentación de temas, espacios, horizontes, pero no
humana; no puede tener que ver sólo con la crianza de la vida, describe ni prescribe actividades concretas e instituciones nue-
sino también con la promoción de la buena vida en un espacio vas. Éstas sólo encuentran vida y justificación a partir de la
público –según el telos escogido libremente por cada individuo–; acción inmersa en la contingencia.
no puede ser sólo un efecto de poder inscrito en la sintaxis de la La primera cuestión está en determinar los sujetos de
dominación, ni tampoco la protesta subalterna contra aquélla, acción para la democracia. Ya no es posible presuponer
sino una práctica de contrapoder. –excepto en las ideologías culturalistas y etnicistas, que consti-
Llegados a este punto es preciso avanzar con prudencia tuyen el problema y no la solución– ni la existencia de un pue-
metodológica. La era global ha cambiado radicalmente con blo como sustancia unitaria, ni como poder constituyente ni
respecto a la modernidad por lo que atañe a las categorías que como ciudadanía representada, ni como parte ni como Todo.
pueden interpretarla; el pueblo se ha pulverizado, la soberanía No existe ningún sujeto privilegiado, individual o colectivo,
se ha vuelto obsoleta, el territorio carece de fronteras, la subje- que lleve en sí algo universal que esté esperando para poder
226 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 227

desarrollarse. Si ni el pueblo ni la nación ni la clase ni el indi- que aparezcan de nuevo contradicciones). Por ello, la acción
viduo tienen ya una consistencia políticamente significativa, si por la democracia no puede sino empezar en la sociedad,
lo que hoy en día es lo universal –la realidad infinita de la frag- donde se da la política real – la asimetría, el pluralismo, el
mentación– es el exacto contrario de «partes» inmediata- conflicto entre élites, y entre grupos sociales determinados por
mente ciertas de sí mismas, es sólo la inmediatez de una serie; diferentes intereses y culturas –; y no, en cambio, en las insti-
entonces, lo que es inmediatamente humano, hoy en día, está tuciones, en las que se da la sublimación de la política, su
en realidad consumido, debilitado, gobernado por deseos y sublimación, su estilización y a veces su mistificación. La
necesidades heterodirigidas: el sujeto político, en el mejor de democracia en lo Global será la libertad de las partes, en última
los casos, es reducido a espectador de su propia miseria. Ver a instancia de los partidos y de los movimientos en recíproca
la humanidad reapropiándose de su propia virtud y de su pro- interacción, siempre y cuando sean más espontáneos y se
pia obra, retomando el control sobre su propia vida, es un adhieran más que ahora a las parcialidades de la sociedad (lo
objetivo, no un punto de partida. que no significa desestructurarlos). Y antes de pensar en cons-
Pero, a pesar de todo, es a partir de esta borrosa impoten- trucciones de democracia a nivel planetario, la democracia en
cia de dónde debemos arrancar; el primer paso no podrá con- lo Global puede empezar por saber reconocer que existe un
sistir sino en una libre decisión, en una explícita voluntad de vínculo entre la mala democracia de Occidente y la carencia de
democracia; es decir, en el hecho de que el pensamiento y la democracia en buena parte del mundo, en las periferias –que
palabra quieran pensar esa impotencia, y señalar su no-natura- ya no son tales– en las que se descargan las contradicciones del
lidad; y que sean capaces de mostrar en aquel universal sufri- capitalismo, que desde allí rebotan hasta la metrópolis; y que
miento las contradicciones y las diferencias internas, esto es, por lo tanto la lucha por la democracia, allí donde ésta falta,
nombrar las «partes en causa», aunque estas partes no estén tiene sentido también para quien vive en las partes más desa-
ciertas de sí mismas. rrolladas del planeta. En todo caso, no podremos pensar
Se trata por lo tanto de un comienzo que consiste tanto en nunca que pueda existir sólo un modelo de democracia, el
una inmediatez (la decisión, la voluntad) como en una media- occidental. Y habrá que teorizar más bien democracias múlti-
ción (el discurso, que contiene también la acusación). En el ples, fundadas en el único Universal político concebible: el
comienzo de la lucha por la democracia encontramos un aná- grado cero de la política que es la no-opresión.
lisis social orientado política y críticamente, así como el Así pues, inmediatez e indeterminación del dominio y del
intento consciente de reconstruir, si no una hegemonía, al sufrimiento; su libre y voluntaria mediación lingüística y dis-
menos el hilo de un logos político que no se adhiera obediente- cursiva; reconocimiento de las contradicciones, que se trans-
mente a la dominación y que, aceptando su carga, muestre lo forman en conflictividad consciente. El florecimiento libre en
que ya hay, pero aún no se conoce con claridad: las contradic- igual dignidad de las partes diferenciadas en un espacio público
ciones dentro de la sociedad (son las contradicciones las que –la esencia de la democracia– no puede (hoy menos que
constituyen lo «común», que no es pensable sin ellas y fuera nunca) obviar la dimensión del conflicto, de la lucha. Pero el
de ellas, así como no es pensable que lo «común», la esfera de objetivo de un enérgico humanismo democrático no significa
la producción material y simbólica, pueda autoalimentarse son sólo conflicto, insurgencia, tumulto: no es posible reconducir
228 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 229

la democracia en el interior de la esquemática contraposición la de su neutralización soberana, que congela en ley aquella
entre gestión del orden y política, entre dominio y conflicto, mortalidad, y la concentra en el punto de la decisión. Esto no
entre instituciones y emergencia, porque no hay que hiposta- significa renunciar al realismo, o aceptar la tranquilizadora
siar el conflicto (ni tampoco el orden), sino que hay que cap- hipótesis de que todo conflicto pueda reducirse a un «recono-
tarlo en sus determinaciones, en sus razones y en sus fallos. No cimiento», ni tampoco, en un exceso de realismo o temor,
todo conflicto es liberador –como es evidente, pero se tiende a intentar neutralizar del todo cada conflicto. Significa más bien
olvidar con frecuencia–; no toda institución conlleva por sí no hacer del conflicto un fetiche, y no confundir la idea, justa,
misma una dominación; la antidemocracia se funda hoy en día de que la realidad vive de conflictos, con la idea –que en cam-
precisamente en la negación de las instituciones democráticas bio sólo sirve para el explicar el origen de la política moderna,
–y al mismo tiempo en la utilización de las retóricas de la y que está destinada a acabar junto con ésta– de la constante e
democracia. La democracia de la era global no puede renun- inminente posibilidad real de la relación amigo/enemigo. Que
ciar a su complejidad, que concretamente significa la co-pre- el origen de la democracia ultramoderna no deba imaginarse
sencia de libertad y democracia, de forma y de lucha, de insti- en lo «político» moderno significa que la democracia deberá
tución y protesta; y por otra parte las subjetividades no pueden prescindir de la centralidad de la soberanía y de sus mecanis-
ser sólo transitorias y nómadas fluctuaciones en un flujo de mos, convertidos hoy más que nunca en «fantasmas»: en el
necesidades o de pulsiones o de «diferencias» que quieran Dos de la lógica amigo/enemigo está, en efecto, implícito el
simplemente «ser» y «actuar» para expresarse a sí mismas, ni Uno de la soberanía neutralizadora y precisamente esta unidad
pueden tampoco sólo entrar en conflicto o sublevarse, sino –no la ordenación en sí– es lo que la política democrática del
que deben hacerse cargo también de una imagen colectiva y futuro deberá debilitar. El hecho de que sea preciso tener una
practicable –por contingente que sea– de la sociedad, e incluso imagen emancipadora y no una representación soberana de la
de lo universal. Desplazar el baricentro de la democracia desde democracia de la era global significa precisamente que en ella
las instituciones hasta la sociedad, desde la soberanía del Estado hay que incorporar una negociación no-soberana, que deje a
hasta la libertad y la igualdad en dignidad de las «partes» no es las «partes» poderes y responsabilidades, pero que las com-
una orientación ni «revoltosa» (cuya inmediatez choca abrup- prometa por lo menos a evitar el extremo del sufrimiento del
tamente contra las potencias del dominio) ni neoliberal (que conflicto, del movimiento, de la protesta. El universal demo-
sigue y promueve la ley del más fuerte): es una orientación que crático nunca podrá no ser dinámico (esto es, no estático),
tiene en cuenta la gravedad de la realidad y el empuje de la pero también no estar transido de reglas que excluyan las posi-
imaginación. bilidades antihumanas de dominio (reglas eficaces, por lo
A la base de esta imagen de espacio político complejo no tanto; que demandan, en la práctica, energías políticas públi-
puede no haber una negociación –aunque sea sólo implícita, cas, aunque sea con un cierto grado de institucionalización). Y
siempre y cuando sea eficaz; sin duda contingente, y siempre también habrá que revisar el lenguaje de los derechos, más que
renegociada–: el rechazo de la violencia en su dimensión abso- nada porque permanece en el interior de la forma-Estado: de
luta, inhumana. Es decir, el rechazo de lo «político» aquel lenguaje habrá que conservar la intención, esto es, que la
moderno tanto en su cara más abiertamente mortal, como en democracia es la tendencia política a la plena expresión de las
230 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 231

potencialidades individuales y colectivas, pero habrá que supe- los aires y se ha descabalado; un horizonte que no puede sino
rar igualmente su connotación meramente jurídica; de la prever una democracia multinivel, en la que es común la inter-
misma manera, el énfasis en la emergencia como nuevo sím- sección de la ley y del agonismo; una democracia que es tanto
bolo de la democracia, como subjetividad del pueblo en cons- una práctica de la ciudadanía como el espacio político en el que
tante evolución, deberá diferenciarse cuidadosamente del se dan las luchas para la inclusión paritaria, siempre por con-
estado de excepción de la teología política moderna11; y por quistar contra los regímenes de subordinación cada vez nuevos
último, una cuestión de escala: el espacio político moderno –el que emergen en la sociedad13. Es un horizonte, una constela-
Estado– se ha vuelto ya del todo inadecuado como horizonte de ción, en la que se trata de acompasar el declive de la soberanía y
la política; y sin embargo, también en este caso, hay que reco- de la representación, de aceptar que pierdan el lugar central del
nocer que la democracia deberá aferrarse a lo que queda de su que han gozado en la configuración de la democracia moderna:
función pública, naturalmente abierta e integrada en espacios la soberanía del pueblo deberá ser pensada en primer lugar
más amplios y articulados12. Europa es precisamente el primero como ausencia de dominación, como exclusión de la sociedad y
de ellos –incluso siendo conscientes de que ya no es ni será un la política de los poderes desproporcionados; habrá que confe-
Gran Espacio, una Fortaleza, y que la globalización quizás rirle al Parlamento una interpretación sobre todo simbólica,
pueda gobernarse, pero no rechazar en las fronteras. como emblema de la negociación, del no hacer de la violencia
En síntesis, los rasgos de la democracia del Siglo XXI son de absoluta el origen de la política; se deberá imaginar que la con-
estructura compleja, tanto liberal (por el papel estratégico otor- figuración democrática consiste sobre todo en la revitalización
gado a la expresividad y al florecimiento de los sujetos) como de la dialéctica política en los territorios y en las articulaciones
«federal» (la negociación, constante, entre las partes, siempre de la sociedad y que, aunque está siempre en devenir, no se
cambiantes), tanto «conflictiva» (el enfrentamiento abierto de deshace inmediatamente del conflicto, sino que es preciso diri-
las partes, también en el plano de las relaciones de producción) girla por parte de formas eficaces de políticas públicas; y, por
como «republicano» (el objetivo es la lucha contra el domi- fin, habrá que ser conscientes de que la finalidad de la produc-
nio); una estructura que tiene el perfil de una complejidad ción económica –y este es el desafío más alto, aquél para el que
democrática alejada tanto de la complejidad no-democrática es necesaria la mayor energía, para gobernar políticamente la
del presente como de la supuesta simplicidad y esencialidad del economía– deberá ser también social y humanista, es decir,
conflicto. La democracia nacerá por lo tanto de un horizonte orientada a una felicidad pública genuina, es decir, al floreci-
de revitalización selectiva, más que de una superación, de esa miento humanista de lo público y lo privado.
histórica complejidad de la democracia, que hoy ha saltado por Este conjunto de indicaciones intenta salir del cortocir-
cuito entre dominio y malestar, y transformar a este último,
pasando del descontento pasivo a la decisión por la democra-
11 B. Honig, Emergency Politics: Paradox, Law and Democracy, Princeton, Princeton Uni-
versity Press, 2009.
12 S. Sassen, Territorio, autorità, diritti. Assemblaggi dal Medioevo all’età globale (2006),
Bruno Mondadori, Milano 2008. [Trad. esp.: Territorio, autoridad y derecho: de los 13 E. I. Isin, Being Political. Genealogies of Citizenship, Minneapolis, University of Min-
ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, Buenos Aires, Katz, 2010.] nesota Press, (MN) 2002.
232 CARLO GALLI 10. EL MALESTAR DE LA DEMOCRACIA 233

cia, a la activa toma de conciencia de que ésta es en sí incom- no se trata de buscar la «bella eticidad» perdida, ni de obviar la
pleta, porque es el esfuerzo constante por abrir y desarrollar el dureza de la política, su constitutivo carácter incompleto y su
espacio político en el que la humanidad intenta vivir una vida contingencia; pero así como en las artes figurativas no es nece-
no casual y tampoco heterodirigida: es decir, una vida bajo la sario practicar el academicismo para reconocer la línea que
consigna de la igual dignidad de las diferencias. Con plena une, dentro de las formas de la civilización occidental, la expre-
conciencia, por lo tanto, de que la democracia no es una forma sividad figurativa y la no figurativa, de la misma manera la cus-
política determinada, sino que es la posibilidad en general de todia de la imagen del hombre y de la Ciudad que nos llega de
que los conflictos por la igualdad tengan lugar en un espacio la Antigüedad pero también de la Modernidad –a pesar de que
cívico –es decir, de un modo no destructivo–, y que la bús- la democracia del humanismo actual y la del humanismo por
queda del florecimiento de la humanidad no sea desesperada o construir sean ambas, y de manera diferente, contradictorias–
insensata a priori. Esta posibilidad, que también es un inagota- puede que no tenga nada de ingenuo. Esta custodia en el
ble deber-ser, contiene en sí las múltiples modalidades en que malestar, más bien, tiene el significado de resaltar que si la
se da la política: la democracia es la existencia de los Muchos, democracia de hoy en día o de mañana podrá ser sin centro, no
de muchas partes, pero también es el Uno no soberano (la podrá sin embargo no tener un fin, y que éste no puede sino
regla de exclusión de la violencia anti-humana), y también es el consistir –más allá de las formas múltiples y contrastantes que
Dos no mortal (el conflicto); y esta configuración general se adquiere– en el florecimiento humanista de las libres persona-
hace posible cada vez gracias a una institución o tradición dife- lidades en un espacio público. Tiene, por lo tanto, el signifi-
rente –es, precisamente, contingente–, al mismo tiempo en el cado de hacernos conscientes de que, precisamente a través del
que critica o excluye otras tantas: también muchas de las que recuerdo y del reconocimiento de su propia historia –para cri-
hoy siguen tildándose de democráticas. ticarla, para superarla–, la democracia podrá coincidir todavía
Si, por lo tanto, el malestar es la decepción por aquello en con la política, como organización libre de la esperanza.
que la democracia se ha convertido –la melancolía ante un pai-
saje en ruinas–, ese malestar puede, desde la necesidad, con- Traducción: Valerio Rocco Lozano
vertirse en libertad, mediante la decisión: puede, en efecto, ser
interpretado también como si custodiara un significado huma-
nista, que logra hablar hasta en la noche más cerrada. Es decir,
en ese malestar puede residir también la intuición de la que
democracia tiene que ver esencialmente con la humanidad de
los hombres y las mujeres (si no, no existiría malestar alguno
ante la ausencia de democracia), y que la democracia, que tiene
como objetivo la humanidad de los hombres y de las mujeres,
no puede renunciar a reutilizar de manera creativa el signifi-
cado humanista, aunque esté en ruinas, del pasado (precisa-
mente como ocurrió en el Renacimiento). Dejémoslo claro:
CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL
Y NUEVOS CICLOS DE PROTESTA

Luis Enrique Alonso


Universidad Autónoma de Madrid

«Las identidades no son cosas, son imágenes de relaciones sociales y dependen


tanto de los que las asumen y las adoptan como de los que las rechazan»
Bruno Ollivier, Las identidades colectivas

«Los conflictos de distribución son siempre luchas simbólicas


por la legitimidad del dispositivo socio-cultural
que determina el valor de activades, cualidades y aportaciones sociales»
Axel Honneth, Reconocimiento y menosprecio

Un nuevo cambio de rumbo han tomado los movimientos cívi-


cos y sociales en estos últimos tiempos, los devastadores efectos
sobre las condiciones laborales y los proyectos de vida –espe-
cialmente juveniles– que ha supuesto la última crisis finan-
ciera, han producido cambios significativos en las expresiones
del conflicto social contemporáneo, así como novedades en las
formas de movilización social. Pero, al fin y al cabo, estos
movimientos expresan un conjunto de costes añadidos y acu-
mulados en un larguísimo ciclo de desregulación de los merca-
dos de trabajo que han supuesto la progresiva pérdida de auto-
nomía y seguridad de las todas las generaciones, así como un
impresionante incremento de la vulnerabilidad en las condi-
ciones socioeconómicas de transición a la vida adulta e inde-
pendiente de los grupos de edad más jóvenes.
236 LUIS ENRIQUE ALONSO 11. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL 237

Ciclos de protesta más un ámbito directamente local, que se convierte en el


marco cognitvo que encuadra esta acción colectiva –frente a la
Como es habitual en toda movilización gran parte de los recur- perspectiva global que encuadraba la protesta de la década
sos cognitivos y los vocabularios de motivos que se han utilizado anterior– y de ahí su tendencia al asentamiento y ocupación de
en estas nuevas formas de acción cívica son en parte continua- espacios idiosincráticos de las ciudades, a la idea de recuperar
ción y en parte reformulación y renovación del ciclo de pro- el asambleísmo directo y a subrayar el discurso de los barrios y
testa anterior1, y en su propio desarrollo han ido cambiando y las poblaciones cercanas. La propia idea de la ocupación de
transformándose en la urgencia de sus respuestas a las ventanas espacios públicos o de asentamientos –además de aprovechar la
de oportunidad política a corto y medio plazo. En este sentido, el impacto comunicativo en su coincidencia temporal, no evi-
el movimiento indignado o la conocida protesta del 15-M han dentemente estructural ni temática, con la primavera árabe
recogido una década larga de movimientos alter o antiglobali- –ponía en juego la idea de fijar el sentido en una nueva ciudad
zación, pero también un buen número de iniciativas ciudada- comunitaria y del anclaje en el espacio justo cuando la inesta-
nas y juveniles que venían llamando la atención sobre lo que bilidad, la liquidez y la volatilidad gobiernan según la metáfora
consideraban la absoluta financiarización y sobremercantiliza- financiera dominante todos los aspectos de la vida2. Evidente-
ción de todas las condiciones de existencia de la vida cotidiana mente tanto la idea de crear una imagen nueva en los medios
y, en especial de la vida juvenil, tanto en la educación (el movi- de comunicación, como el uso de una no violencia expresa y
miento anti-Bolonia), la vivienda (movimientos por una resistente en caso de desalojo forzado, expresaban un nuevo
vivienda digna y diferentes acciones de ocupación). Así como discurso de la movilización –la movilización estática– que tenía
una nueva vuelta de tuerca del medioambientalismo y el anti- efectos multiplicadores, tanto en la atención de grupos y colec-
consumismo, producida a principios del siglo XXI, tendiendo tivos próximos como en la adhesión curiosa de sectores no
a acercar el ecologismo a formas de vida y responsabilidades movilizados de la ciudadanía que se sienten afines al mensaje,
ciudadanas cotidianas, tanto en sus formas más críticas como fundamentalmente contrainstitucional, que ha manejado sin
directamente propositivas en lo que se refiere a estilos de vida recato el movimiento indignado.
más o menos alternativos. Evidentemente el movimiento del 15-M no ha sido sólo un
El movimiento indignado y la protesta del 15-M ha surgido movimiento juvenil, pero ha sido lo juvenil lo que ha creado la
reciclando estos materiales discursivos y simbólicos, trabajando identidad del movimiento. No sólo porque genealógicamente
fueron una serie de protestas, acciones y manifestaciones juve-
niles –de una juventud ya autopresentada como sin futuro– lo
1 Para una revisión general de la teoría de los movimientos sociales, los ciclos de
protesta, los repertorios de motivos y las ventanas de oportunidad política
véase: D. della Porta y M. Diani, Los Movimientos sociales, Madrid, Centro de
Investigaciones Sociológicas/Editorial Complutense, 2012; S. Tarrow , El Poder 2 Son las metáforas básicas que ha puesto en circulación Zygmunt Bauman, en
en Movimiento. Madrid, Alianza, 2004 y El nuevo activismo transnacional, Barcelona, obras como Postmodern Ethics, Oxford, Blackwell, 1994, Comunidad En busca de segu-
Hacer, 2010 y C. Tilly y L. J. Wood, Los movimientos sociales 1768-2008, Barce- ridad en un mundo hostil, Madrid, Siglo XXI, 2003 y Modernidad líquida,  México y
lona, Crítica, 2010. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003.
238 LUIS ENRIQUE ALONSO 11. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL 239

que tanto en Madrid, como en otras grandes ciudades españo- es una de las novedades sociológicas más interesantes, pues
las, dispara la protesta y le da una forma de resistencia activa opone a los poderes financieros, y sus intrincadas maniobras
primero frente al poder financiero, para inmediatamente especulativas, un sujeto social desposeído y sin proyecto de
ampliar la protesta y rechazar la sumisión de los políticos con- futuro, cuyo principal referente al imaginario colectivo es la
vencionales a los dictados del mercado («democracia real ya»); juventud precaria, pero que representa un proyecto de totali-
sino también porque el sujeto imaginario que unifica la movi- dad en todos aquellos grupos sociales que las políticas ultra-
lización es el precariado, o incluso el cognitarizado, esto es, ese con- mercantilizadoras –y sus derivadas: los recortes de las políticas
junto de jóvenes cualificados cuyas inversiones educativas han públicas– han puesto al borde de la exclusión social y con pers-
quedado desvalorizadas radicalmente por el desempleo, el pectivas de futuro no sólo inciertas, sino directamente negati-
subempleo o el malempleo generalizado y sin perspectivas vas. El importantísimo papel simbólico que han tenido y
razonables de mejora dado el marco en el que se desenvuelven siguen teniendo acciones contra los desahucios, y el intento de
las degradadas prácticas contractuales actuales del mercado del visibilizar el poder financiero y las asimetrías concentradas en
trabajo juvenil 3. las condiciones hipotecarias, representa muy bien el relato que
ha creado el 15-M y el movimiento indignado, esto es, el
enfrentamiento forzosamente desigual entre, por un lado, el
Identidad, oposición, totalidad de poder financiero político y policial, y por otro, los repre-
sentantes «del común» es decir de todos aquellos grupos
El recuperar el discurso de la identidad en el movimiento populares pauperizados y desposeídos de sus recursos de futuro
–frente al de la alteridad o la diferencia, típica de los movi- por esta especie de archicapitalismo total y global5.
mientos más multiculturales, postcoloniales o postmodernos4– Si los nuevos movimientos sociales de los años sesenta y
setenta fueron teorizados como radicalismo de clases medias
(en aquel tiempo juveniles, ascendentes y con nuevas propues-
3 Los temas del precariado, el cognitariado y la parasubordinación laboral han tas políticas) el movimiento indignado se podría categorizar
tomado especial fuerza en los análisis de la izquierda autónoma italiana del tipo como radicalismo defensivo de clases medias descendentes 6. Justo cuando el
de las de S. Bologna, Crisis de la clase media y posfordismo, Madrid, Akal, 2006 o M.
Lazzarato, Por una política menor, Madrid, Traficantes de Sueños, 2006. Son de
especial interés los trabajos sobre la crisis de la cuestión social, la desarticula-
ción de relación salarial y la condición vulnerable y radicalmente insegura del
trabajo incluso en colectivos de alta cualificación llevados a cabo por Robert Le retour de l’acteur. Paris, Fayard, 1984, Critique de la modernité. Paris, Fayard, 1992 y
Castel, los más recientes son : L’ insecurité sociale, Paris, Seuil, 2007, La discrimina- Un nouveau paradigme. Pour comprendre le monde d’aujourd’hui, Paris, Fayard, 2005.
tion négative, Paris, Seuil, 2009 y La montée des incertitudes. Travail, protections, statut l’in- 5 Los temas del riesgo, la incertidumbre y el miedo a la exclusión como forma-
dividu, París, Seuil, 2009. dores de una nueva idea de lo común se encuentran en obras ya clásicas como
4 El esquema de identidad-oposición totalidad en la acción de los movimiento las de U. Beck, Ecological politics in an age of risk, Cambridge, Polity Press, 2004; o
sociales es una de las contribuciones teóricas clásicas de Alain Touraine, en de Z. Bauman, Wasted Lives. Modernity and its Outcasts, Cambridge, Polity Press,
obras como Production de la société. Paris, Seuil, 1973 o Pour la sociologie, Paris, Seuil, 2004, así como Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, Barcelona, Tus-
1974. El mismo Touraine ha ido estudiando con precisión el cambio de las quets, 2005.
retóricas de los movimientos de la identidad a la alteridad y la aparición del 6 El tema del hundimiento de las clases medias keynesianas es brillantemente
discurso de la diferencia, esta evolución pueden verse siguiendo trabajos como desarrollado en M. Gaggi y E. Narduzzi, El fin de la clase media y el nacimiento de la
240 LUIS ENRIQUE ALONSO 11. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL 241

ascensor social no sólo se ha detenido, lo que había sido una de los mercados y la apatía de los políticos –y de gran parte de
constante del período de reordenación postfordista de los la población–, son buena muestra de la necesidad de construir
mercados globales desde los años ochenta del pasado siglo, sino una comunidad imaginaria de los que tanto por convicciones
que con la última gran crisis se ha desplomado radicalmente, éticas como por necesidades de supervivencia material se tienen
impactando duramente sobre los niveles y expectativas de vida y deben de oponer a un sistema económico sin principios y
de un amplio y creciente conjunto de grupos sociales cada vez moralmente despreciable.
más debilitados y fragmentados; y entre los cuales, los grupos No es extraño así que el principio de totalización de estos
juveniles resultan los más visibles, e internacionalmente, los últimos movimientos –es decir el argumento por el que se pre-
más homogéneos en su imagen, así como los más fácilmente senta que los intereses del movimiento son los intereses de la
articulables en comunidades virtuales por medio de las redes sociedad en su conjunto–, se haya centrado en un conjunto de
informáticas. En este mismo sentido, al igual que otros movi- retóricas contrainstitucionales, comunitaristas e incluso popu-
mientos afines el 15-M ha construido su sujeto de identidad en el listas (en la acepción más espontanea y menos elaborada o
precariado actual y los restos más castigados de las clases medias manipulada de la introducción del concepto «pueblo» en el
en descenso, así como han presentado un relato de oposición debate cívico). La idea de negación de las jerarquías, de los
articulando un campo semántico de términos que expresan la poderes formales, de la intervención en la competición electo-
negatividad absoluta: políticos que no nos representan, bancos ral o de la representación indirecta se combina con un canto
depredadores, una democracia corrupta o un sistema capita- expreso a lo común –concepto que trata de acabar con la idea de
lista que bloquea el futuro de los ciudadanos, etc. Todos ellos la separación entre público-estatal y lo privado pues ambos se
son sólo unos pocos de los muchos conceptos que nos mues- han fundido en un bloque contra los ciudadanos–, a la demo-
tran que hay un claro discurso de oposición y que se ha cons- cracia deliberativa, a lo asambleario, a las multitudes (y las
truido una imagen de un responsable del desastre, un enemigo multitudes on-line) y a las comunicaciones en red (con todos los
al que hay que enfrentarse. La obsesión por los eslóganes en las recursos informáticos en juego). Hemos visto perfilarse así una
acampadas del 15-M, el éxito mismo del librito de Hessel que especie de regeneracionismo comunitarista, asambleario y
le dio la palabra que iba buscando la protesta –«indignados»– popular que trata de representar una ciudadanía «auténtica»
o el repertorio de motivaciones desgranadas en las asambleas con intereses generales unificados y radicalmente diferentes al
que justificaban una auténtica reacción contra la dominación de los poderes financieros y los políticos sumisos.

Evolución y perspectivas
sociedad de bajo coste, Madrid, Lengua de Trapo, 2006. La relación entre clases
medias ascendentes y la protesta de los nuevos movimientos sociales de los años
sesenta-setenta se encuentra perfectamente estudiado en el ya clásico libro de Desde las primeras acampadas del 15-M hasta la actualidad, en
F. Parkin, Middle Class Radicalism, Manchester, Manchester University Press, 1968. la que hemos celebrado un primer aniversario con un con-
Cabe decir que esta línea ha sido continuada por C. Offe, Disorganized Capitalism,
Cambridge, Polity Pres, 1985 y en Partidos políticos y nuevos movimientos sociales, junto de actividades con una repercusión notable, una no des-
Madrid, Sistema, 1988. preciable sucesión de acontecimientos ha marcado la evolu-
242 LUIS ENRIQUE ALONSO 11. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL 243

ción del movimiento. En un principio se ha dado una cierta riencia griega así lo muestra), así como la totalización de las
internacionalización, con experiencias diversas algunas más protestas sociales, en una confluencia de iniciativas que van
próximas y otras más distantes, desde acampadas y asentamien- desde la conflictividad laboral clásica hasta las nuevas formas de
tos en plazas públicas o lugares emblemáticos del mundo indignación, resistencia y negación del marco institucional,
financiero –por ejemplo la persistente Occupy Wall Street o la más pasando por miles de formas de acciones colectivas reactivas y
efímera Occupy London– hasta diferentes formas de protestas no estructuradas con diferentes grados de espontaneidad (o
frente a los draconianos recortes de las políticas públicas, las incluso de violencia). Nos entramos con la crisis en un ciclo de
medidas de austeridad social y la ortodoxia presupuestaria fuerte hibridación y combinación de focos conflictivos justo
antikeynesiana y antisocial. Siempre desde lo local a lo glo- cuando los mecanismos colectivos mediadores han tratado de
bal –justo de manera inversa al ciclo de movilizaciones de la ser aniquilados esperando que el individualismo posesivo, el
antiglobalización– y coincidiendo con cada reforma antipopu- consumo y el interés egoísta sean suficientes para conseguir
lar, las movilizaciones reactivas vuelve a recrear acciones de coherencia e integración social, sin embargo, como era de
resistencia que se hibridan entre la explosión social, la renova- esperar, el conflicto, y no precisamente funcional, ha hecho su
ción de las iniciativas ciudadanas protagonizadas por minorías aparición y amenaza con quedarse.
activas especialmente afectadas por las políticas de austeridad y En lo que se refiere al 15-M y al movimiento indignado, es
la formulación de nuevos relatos de deslegitimación de los conocido su repliegue táctico hacia el asambleísmo de barrio,
poderes económicos y financieros. lo que representa una línea de evolución coherente con su
Precisamente la fuerte desinstitucionalización y la desreguala- borrosidad, su comunitarismo y su contrainstitucionalismo.
ción del conflicto social 7 que ha supuesto la ruptura del pacto Como también era de esperar episodios conflictivos disrupti-
Keynesiano, está generando una fuerte desestructuración del vos y grupos más o menos clásicos del llamado universo anti-
marco de convivencia y resolución mediada de la conflictividad sistema se han mezclado con las acciones más genuinamente
social. El asalto neoconservador a los mecanismos en las novedosas que representaban estas nuevas acciones de resisten-
democracias occidentales de representación negociación y cia, por definición antiviolentas, creativas y dialógicas. Pero
mediación debilitando desde la negociación colectiva sindical también hemos conocido el enriquecimiento discursivo que
hasta el asociacionismo cívico, ha elevado el punto de evolu- han provocado estas acciones y una cierta penetración del
ción de la tensión conflictiva de las sociedades actuales y espe- relato ético del movimiento indignado ha enriquecido desde
cialmente aquellas más sacudidas por la crisis financiera y las los presupuestos clásicos del conflicto laboral –incluyendo la
medidas de austeridad o recorte social. El peligro de la apari- huelga general– hasta el debate político institucional, sin olvi-
ción de conflictos disruptivos se ha demostrado real (la expe- dar la difusión social generalizada de sus retóricas y argumen-
tos, quizás porque han captado con verosimilitud el miedo y
las frustraciones de grandes grupos que provienen de las clases
medias descendentes.
7 Este tema está particularmente desarrollado en L. E. Alonso, La crisis de la ciuda-
danía laboral, Barcelona, Anthropos, 2007, y en Prácticas de la economía, economía de las
prácticas. Crítica del postmodernismo liberal, Madrid, Catarata, 2009.
244 LUIS ENRIQUE ALONSO

Conclusión LA CARA OCULTA DEL PUEBLO

Las ambivalencias y contradicciones de un movimiento como el Ernesto Castro Córdoba


15-M se ha visibilizado casi inmediatamente, su contrainstitu-
cionalismo y comunitarismo sitúan su discurso en un primiti-
vismo político muy difícil de reciclar en propuestas institucio-
nales capaces de universalizarse o de sostener un Estado de
bienestar posible. Pero, por este nuevo ciclo de protesta se ha
mostrado especialmente vital en lo que se refiere a la idea de
recuperar lo social y sus razones por encima del descarnado
realismo y del fatalismo financiero dominante hasta la asfixia.
De cómo este comunitarismo existencial, y reactivo a una lógica
de radical disciplinamiento económico de las clases medias en
crisis, evoluciona y se difunde sobre todo entre los jóvenes
dependerá el futuro del conflicto social a corto y medio plazo. I
Bloqueado, atacado, estancado y fragmentado el conflicto
laboral fordista –correlato de la propia fragmentación, preca- En el campo de la grand theory, la comprensión del populismo ha
rización y desestructuración de los sujetos laborales clásicos del estado asociada, como no podía ser de otro modo, con el nom-
industrialismo– los nuevos movimientos sociales que se cons- bre de Ernesto Laclau. Por razones obvias, este teórico posmar-
truyen a partir de argumentos éticos y cívicos. Estas nuevas xista nacido en Argentina y naturalizado en Gran Bretaña ha
acciones que se basan en la movilización cognitiva y existencial dedicado buena parte de su carrera académica en solitario a la
(jugando en la dimensión más comunicativa y relacional de lo investigación del fenómeno. El estilo ascético de sus publicacio-
social, por ello la importancia de los medios y las redes) y que nes no puede ocultar —aunque quizás sublime— la inquietud
se oponen a la mercantilización y financiarización del mundo, específica de su nacionalidad de origen. Sus indagaciones sobre
tienen mucho papel por jugar en un inmediato futuro. el término no solo se acomodan, con todo, a la realidad cam-
biante de América Latina, sino también a la tendencia filosófica
del momento, promulgada desde los salones parisinos. Las
voces de Althusser, Gramsci y Lacan han resonado —por ese
orden— en sus escritos. Dependiendo de la década en cuestión,
la interpelación ideológica, la hegemonía política o la conden-
sación psicoanalítica han sido cruciales para analizar el popu-
lismo. No obstante, bajo estos adoquines teóricos, la arena
política —y no otra cosa— ha determinado el signo ideológico de
sus valoraciones. Pesimista en los ‘70, indiferente en los ‘80,
246 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 247

optimista en los ‘90, su posición ante el populismo realmente década de convergencia entre las clases subalternas, quienes
existente ha variado hasta el límite de la incongruencia. habrían finalmente comprendido el significado histórico del
Sus primeras reflexiones sobre el término, en el contexto peronismo, cuyo mensaje económico sostiene «la necesidad de
de la nueva izquierda británica, se remontan a comienzos de un crecimiento industrial autónomo basado en la expropiación
los años ‘70, con la publicación de un artículo suyo en la New de la riqueza de la oligarquía, en lugar de la orientación tradi-
Left Review sobre la junta militar argentina, donde analiza la cri- cional de la economía argentina hacia la exportación agrí-
sis atravesada por el régimen del general Onganía desde la pri- cola»1. Así, el Cordobazo recuperaría el espíritu de los desca-
mavera de 1969, con motivo del levantamiento popular espon- misados del 17 de octubre contra el bloque oligárquico
táneo acontecido en las ciudades Córdoba y Rosario. Mejor dominante, cuya estrategia política, desde la formación de
conocido como el Cordobazo, este Mayo argentino no solo Unión Democrática, consistiría en «dejar el Estado en manos
reprodujo, sino también profundizó en los elementos de su de partidos formalmente anti-oligárquicos, a quienes puedan
precedente francés, orientando hacia un camino netamente confiar la defensa de sus intereses agrarios más amplios»2.
insurreccional el peculiar solapamiento que tuvo lugar enton- Leído en retrospectiva, se impone la lucidez de este artículo,
ces entre radicalismo estudiantil y sindicalismo revolucionario, cuyo análisis sintético, pertinente y certero no está exento de
una confluencia de intereses hasta el momento inédita en objeciones, a pesar de todo. Para empezar, la descripción del
Argentina —en 1955, socialistas, comunistas y radicales secun- campo político argentino en términos dicotómicos, como un
daron el putsch contra Perón—, y cuyo epítome fue la resistencia combate mitológico entre el liberalismo de los oligarcas y el
de la multitud en las calles durante la jornada del 29 de mayo, peronismo de los subalternos, presupone una coherencia ideo-
en una efímera y violenta comuna cordobesa. Según Laclau, lógica y una continuidad temporal de ambas facciones durante
esta combustión espontánea de la ciudadanía —encendida por un extenso periodo. Ahora bien, la información recogida en
declaraciones contra la dictadura de los mercados impuesta por artículo contradice esta hipótesis por completo. De hecho, la
el FMI— solo resulta comprensible como una respuesta contra decadencia del imperialismo británico, desde el desenlace de la
las políticas económicas liberales, cuyo manual de reformas II GM, no solo sugiere una modificación de la estrategia de
para estimular la actividad comercial fue aplicado por el minis- dominación imperialista, sino también una modificación de la
tro de economía Krieger Vasena, quien derribó los aranceles función que desempeña la economía argentina, hasta entonces
proteccionistas, devaluó el peso en un 40 por 100, congeló los orientada hacia la exportación de materias primas, dentro de la
salarios entre 1966 y 1968, denegando a los sindicatos el dere- división internacional de la producción. Si la segunda mitad del
cho a la negociación colectiva. En este contexto, la privatiza- siglo «se caracteriza por las inversiones norteamericanas a gran
ción de los servicios universitarios —seguida por un manifes- escala en el sector industrial, que se ha vuelto predominante en
tante asesinado, como de costumbre, por la policía— solo fue la
chispa que propició el incendio, suscitando una alianza entre
la burguesía estudiantil politizada y los trabajadores de cuello
1 Erneso Laclau: «Argentina — Imperialist Strategy and the May Crisis», en New
azul, juntos en las barricadas contra los militares. La resisten- Left Review, I/62, Julio-Agosto, 1970, pp. 11-12.
cia armada ciudadana habría consolidado, de este modo, una 2 Ibid., p. 4.
248 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 249

la economía como un todo», ¿podemos seguir hablando toda- Entre octubre de 1945 y mayo de 1969, en lugar de coaliciones
vía de la oligarquía rural dominante y las exportaciones del sec- irreconciliables, agendas políticas antagónicas y programas eco-
tor primario? 3. En 1964, Onganía sostiene ante los militares de nómicos incompatibles, encontramos una realidad cambiante,
West Point que las fuerzas armadas son «el brazo armado de la cuya complejidad empírica está estudiada en el artículo, aunque
Constitución»; dos años después, con la complicidad de los no se extraigan las conclusiones pertinentes.
peronistas, disuelve el régimen constitucional y depone el
gobierno radical, cuyos principios económicos son la distribu-
ción de la renta y el intervencionismo de estado; la dictadura II
pretoriana posterior, lejos de respetar las formalidades demo-
cráticas, lejos de favorecer las exportaciones agrícolas, desman- Durante la década siguiente, Laclau desarrollará una teoría
tela el antiguo sistema de partidos y contempla un nuevo general del populismo, aplicando las fórmulas teóricas de Alt-
impuesto sobre la tierra4. ¿Dónde quedaron las políticas agrarias husser sobre la textura del peronismo y del fascismo. El resul-
y liberales? Durante tres años, agricultores y ganaderos no obtu- tado, de nuevo, tiene sus luces y sus sombras. El capítulo
vieron ningún beneficio con la devaluación monetaria, porque «Hacia una teoría del populismo», setenta páginas de puro
los elevados impuestos sobre las exportaciones incidieron, de músculo intelectual, ofrece la mejor versión del marxismo
forma directa, sobre los precios relativos de sus productos. Si el occidental, cuando sus virtudes teóricas, puestas a trabajar
cierre de la década arrojaba un balance económico favorable —a sobre la materia empírica, abandonan el tovpo~ oujrano;~ de la
finales de 1969, un incremento del PIB del 8’9 por 100; en pedantería filosófica. Solo superado por La crisis de las dictaduras,
mayo, una tasa anual de inflación de 7 por 100; en abril, una donde Poulantzas corrige su concepción del fascismo,
reserva de 694 millones de dólares— el incremento exponencial tomando como referencia la realidad política española, portu-
de las inversiones en el sector secundario tuvo toda la culpa5. guesa y griega del momento, este descenso a la realidad política
Mientras tanto, bajo las grandes cifras industriales, la desigual argentina, brasileña y mexicana constituye el non plus ultra de la
distribución de la riqueza reforzaba el descontento social, gene- «revolución althusseriana» —tan parnasiana ella.
rando las condiciones de posibilidad del Cordobazo, toda una A la hora de revisar la bibliografía sobre la cuestión, antes
insurrección popular urbanita, que identificó a las compañías de proceder con su propuesta, Laclau certifica la existencia de
multinacionales como su adversario. Frente a la insurrección un consenso teórico infundado entre los expertos precedentes.
plebeya en las ciudades del interior, no se encontraba entonces «Para comprender la conducta política de las clases populares
el maquillaje constitucional del liberalismo agrario, sino la en América Latina —en palabras de Gino Germani— es preciso
metralla coercitiva del capitalismo industrial sin rostro humano. recordar, primero, un rasgo de los países subdesarrollados: la
simultaneidad de lo ‘no contemporáneo’»6. Resumiendo

3 Ibid., p. 6.
4 M. Cavarozzi, Autoritarismo y democracia, 1955-1983, Buenos Aires, CEDEAL,
1983, p. 100. 6 G. Germani, «Democracia representativa y clases populares», en O. Ianni
5 L. Bethell (ed.), Historia de la Argentina, Barcelona, Crítica, 2001, pp. 269-270. (comp.), Populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica, México, Era, 1973, p. 12.
250 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 251

mucho, la teoría asegura que se producen anacronismos, sola- bir las afirmaciones del posmarxista argentino, cuando sostiene
pamientos y asincronías durante el periodo de transición entre que el carácter —aparentemente fundamentalista— de ciertas
la comunidad agraria tradicional y la sociedad industrial corrientes arcaizantes en sus fórmulas, refractarias a la menta-
moderna. En este contexto, el populismo encarna el para- lidad moderna ilustrada, podría expresar de hecho lo contrario
digma del desfase histórico. Su objetivo, la integración política del tradicionalismo; a saber, la negativa a aceptar la legalidad
de algunas capas marginales; su método, un programa econó- capitalista como propia7.
mico de ideología difusamente reformista; su estrategia, mani- Ahora bien, ¿qué elementos comparten la Voluntad del
festaciones multitudinarias presionando desde abajo. Como Pueblo rusa de 1879, la Hora del Pueblo argentina de 1970 y el
no, el 17 de octubre es el ejemplo preferido de los teóricos del Frente Nacional francés de 2002? Su núcleo duro en común,
populismo como un epifenómeno político de las sociedades en según la teoría althusseriana, estriba en la estructura de sus
desarrollo: campesinos proletarizados del interior que fuerzan interpelaciones ideológicas, siendo éstas actos lingüísticos performati-
la liberación de un coronel filo-fascista mediante una concen- vos que determinan la subjetividad del individuo —o del colec-
tración espontánea en las calles, y además deciden por mayoría tivo, en su defecto—, imponiendo cierta posición social y pro-
las elecciones en favor del desarrollismo industrial proteccio- yectando cierta identidad política. Este posicionamiento de la
nista, contra la liberalización económica propugnada por mayoría, por contraposición con el entorno y sus agentes, pro-
comunistas, socialistas y radicales. Los acontecimientos de voca la fragmentación del entramado social, quebrando el sus-
1945 en Argentina reconcilian, de este modo, el retorno de lo tento de la hegemonía realmente existente. Durante periodos
reprimido y la prospección del porvenir. Mediante la promo- de estabilidad, la formación política dominante asegura sin
ción de una sociedad integrada, según este consenso domi- problemas la consolidación de sus instituciones —así como la
nante, el populismo promovería su propia superación; la fidelidad de la multitud— gracias a la aplicación mecánica de
industrialización del aparato productivo encarnaría su punto los esquemas de integración convencionales, cuya función
de llegada; el ingreso definitivo en la Modernidad extinguiría consiste en neutralizar la disidencia, bien mediante la incor-
las pasiones y disuelve a los caudillos. Sin embargo, la actuali- poración, bien mediante la marginación. Por el contrario,
dad del populismo en las democracias occidentales, articulado durante un periodo de crisis, la diferencia deviene en contra-
en organizaciones y en partidos fundamentalistas, desmiente dicción. El excedente no incorporado por el sistema contem-
este presunto point of no return. Por este motivo, la respuesta de pla lealtades independientes; los marcadores automáticos de la
Laclau a estas concepciones teleológicas sigue siendo válida, identidad colectiva desaparecen del horizonte ideológico;
porque subraya la posibilidad del eterno retorno populista, comienza una transformación potencialmente destituyente del
con independencia del proceso de modernización atravesado panorama político. La formación emergente puede consolidar
por la sociedad en cuestión. Los jóvenes de extrema derecha entonces el sistema heredado, aceptando sin reticencias el tras-
europeos, simpatizantes del Partido Popular Suizo, del paso generacional de poderes, o bien puede profundizar en
noruego Partido del Progreso o de los Verdaderos Finlandeses,
que obtuvieron porcentajes respectivos en las pasadas eleccio-
nes del 29, el 22 y el 19 por 100 de los votos, deberían suscri- 7 P. Norris, Derecha radical, Madrid, Akal, 2011.
252 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 253

ciertas contradicciones, forzando la creación de una realidad bilismo conservador hasta el movimiento revolucionario,
alternativa. En esta suerte de encrucijada histórica, siempre pasando por el reformismo progresista. Ello demuestra la difi-
aparece el maldito término medio; esto es, la reforma econó- cultad que entraña convertir una vaporosa descalificación ide-
mica parcial, la cínica ideología del posibilismo. En los últimos ológica en un concepto político articulado. En un momento
200 años, el bonapartismo primero y el populismo después, de Política e ideología, contra las declaraciones optimistas que des-
constituyen paradigmas históricos de esta solución de compro- tacan el revulsivo popular, descubrimos que —para nuestra sor-
miso. Tanto en el 1951 francés como en el 1945 argentino, la presa— el populismo es una variante refinada del clientelismo,
centralización de poderes sobre el ejecutivo y la consulta ple- cuyos partidos «van siendo progresivamente cooptados por el
biscitaria de la población fueron —según el análisis marxiano— sistema», cuyo objetivo consiste en «la neutralización política
«la única forma de gobierno posible» entre el descrédito de la de la posible oposición de nuevos grupos sociales», cuya estra-
burguesía y la emergencia del proletariado8. Entre el libera- tegia se resume en la satisfacción de «demandas populares
lismo constitucional y la revolución plebeya, entre el capita- individualizadas». Mientras tanto, en «Hacia una teoría del
lismo imperialista y el socialismo bolchevique, hayamos en populismo» se reconoce la existencia de una variante reaccio-
ambos casos el camino intermedio del cesarismo democrático naria —el populismo de las clases dominantes— altamente
—por utilizar la expresión acuñada a comienzos del siglo XX represiva para las aspiraciones de discontinuidad, «porque
por Laureano Vallenilla, el ideólogo positivista que justificó, intenta una experiencia más peligrosa que un régimen parla-
recurriendo para ello a los avances científicos recientes, la mentario corriente: mientras que el segundo neutraliza simple-
necesidad histórica y la pertinencia políticas de las repúblicas mente el potencial revolucionario de las interpelaciones popu-
pretorianas en América Latina, encabezadas por caudillos lares, el primero trata de desarrollar dicho antagonismo,
militares liberales, recelosos de las antiguas camarillas y manteniéndolo dentro de ciertos límites». En «Fascismo e
encumbrados por el sentimiento popular9. ideología», para terminar, será el jacobinismo quien encarne
¿El populismo se resume entonces en dirigentes autorita- el momento de transición rupturista, quien vehicule las aspira-
rios con actitudes paternalistas hacia el populacho? En este ciones insatisfechas contra la formación dominante, quien
punto, la valoración del argentino no solo es ambigua, sino articule con coherencia una sustancia popular que «ya no se
también mudable. Sobre el potencial transformador del popu- presenta con demandas aisladas, ni como una alternativa orga-
lismo, el lector descubrirá una posición distinta, dependiendo nizada dentro del sistema, sino como una alternativa política al sis-
del capítulo que consulte. En un centenar de páginas se amon- tema mismo»10.
tonan todas las variantes del espectro ideológico, desde el posi- Esta tremenda volatilidad de las manifestaciones populares
depende —en principio— de la indefinición constitutiva del
pueblo. Esta última expresión no debe leerse, por cierto, en el

8 K. Marx, «Manifiesto del Consejo General de la Asociación de los Trabajado-


res sobre la guerra civil en Francia en 1971», en AA.VV, La comuna de Paris,
Madrid, Akal, 2010, p. 34. 10 E. Laclau, Política e ideología en la teoría marxista, México, siglo XXI, 1978, pp. 131,
9 L. Vallenilla, Cesarismo democrático, Caracas, Monte Ávila, 1990. 203, 132.
254 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 255

sentido de la filosofía política moderna. En este contexto, no das exógenas —tampoco un embalaje del progreso social o una
refiere a la comunidad de ciudadanos que suscriben el con- tabula rasa de la lucha de clases. Las clases subalternas tienen su
trato social. Evoca, por el contrario, las condiciones de posi- agenda política independiente, no siempre permeable a las
bilidad de toda confrontación en el interior de la sociedad apropiaciones partidistas desde fuera. Construida desde abajo,
civil. Los elementos de dominación, las posibilidades de dis- la memoria colectiva solo reconoce la autoridad de ciertas tra-
continuidad, las estructuras de la hegemonía, todo ello diciones culturales, solo responde a ciertos protocolos de orga-
depende del pueblo. Entendido como un recipiente hueco, nización política. El imaginario popular, en resumen, no se
impone ciertas condiciones de emergencia, ciertos principios encuentra en estado vegetativo. Laclau bautiza como ‘democrá-
de articulación y ciertos parámetros de confrontación entre tica’ esta identidad política colectiva. Una expresión equívoca
distintas formaciones políticas; pero eso es todo. La gesticula- pero acertada: equívoca porque sugiere un compromiso ahistó-
ción populista no conforma una ideología concreta, tan solo el rico con la democracia, cuando ésta ha gozado mucho tiempo
formato de toda oposición, el procedimiento de toda victoria, de mala fama, también entre los subalternos; acertada porque la
el mecanismo de toda aglutinación. Desde los fascistas hasta los confrontación entre dominantes y dominados ha propiciado
naródniki, desde la aristocracia hasta el proletariado, el reves- todas las conquistas asociadas con ella. Mitos como la subyuga-
timiento formal plebeyo se adapta a multitud de propuestas ción monárquica normanda, el parlamentarismo anglosajón
clasistas concretas. Dada la plasticidad constitutiva del fenó- olvidado o los derechos inalienables del free-born englishman, tan
meno, no tiene sentido cartografiar las aspiraciones subalter- importantes en la democratización del sistema monárquico
nas insatisfechas, en búsqueda de intuiciones espontáneas de británico —inicialmente autárquico, posteriormente constitu-
emancipación. La única confrontación interesante se encuen- cional y actualmente parlamentario—, validan esta identifica-
tra en la instrumentalización partidista de la participación ple- ción entre inclusión democrática y resistencia subalterna. Por
beya. En la lucha por la hegemonía, las formaciones políticas otro lado, la correlación de fuerzas numéricas entre dominan-
irreconciliables deberían, según esta advertencia, esforzarse en tes y dominados no solo justifica la pertinencia de este com-
pretender que sus reclamaciones particulares representan, en promiso histórico, sino que termina asociando muchas
realidad, los intereses de la mayoría silenciosa. A fin de cuen- demandas paralelas a la causa democrática, como demuestra la
tas, la formación política dominante gobierna, como resulta incorporación —entre sus apretadas filas— del movimiento
evidente, con la complicidad implícita o con la fidelidad explí- sufragista durante el siglo XIX o del proceso descolonizador
cita de los dominados. Éstos deben tomar conciencia de su durante el XX. En este punto, sobre la historia de los sistemas
situación dentro del entramado de relaciones sociales para democráticos, Laclau desmantela el concepto de «democracia
reclamar una distribución diferente de los recursos tanto inte- liberal burguesa», valorando en su justa medida los regímenes
lectuales como materiales. No obstante, este despertar solo constitucionales parlamentarios. También desarma la estrategia
puede acontecer desde fuera. revolucionaria antidemocrática, recordando los errores comu-
Sin embargo, para desgracia de la volatilidad declarada, de nistas durante el Tercer Periodo (1928-1935), cuando los
la indefinición constitutiva y de absorción incompleta, el pue- comunistas sostuvieron con la socialdemocracia gobernante
blo no es un colador prêt-à-porter para la resolución de deman- una oposición bastante improductiva para la izquierda. «Sos-
256 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 257

tener la necesidad de un frente democrático y afirmar al y su estructuración no es nunca completa», pero no infiere las
mismo tiempo el carácter burgués de las banderas democráticas conclusiones pertinentes12. De nuevo, prefiere ignorar las nor-
sólo puede conducir a una desviación de derechas», sostiene el mas más elementales de la lógica, antes de abandonar la dog-
argentino. «Por el contrario, en nuestra concepción, la exten- mática cantinela althusseriana.
sión real del ejercicio de la democracia y la producción de Este desfase ente los flamantes axiomas de la teoría y la
sujetos populares crecientemente hegemónicos constituyen dos enredada evidencia empírica termina pasando factura en el
aspectos del mismo proceso. El avance hacia la democracia real análisis del populismo como ocurrencia histórica concreta.
es una larga marcha que solo será completada con la elimina- Así, el estudio del peronismo —ejemplo privilegiado de inves-
ción de la explotación de clase»11. En resumen, la democracia tigación— se sostiene sobre un conjunto de premisas un tanto
siempre será algo más que libertades negativas y derechos forma- arbitrarias, cuya congruencia con la realidad histórica no com-
les. Pero nunca nada menos que eso. pone una verdadera explicación; más bien expresa una coinci-
Con todo, Laclau no parece haber aprendido de los erro- dencia por analogía. Todas las características imputadas sobre
res de la III Internacional. La mentalidad clase contra clase perma- el movimiento encuentran alguna suerte de contraejemplo. La
nece todavía en su pensamiento. Basta con revisar sus afirma- abundancia de pruebas refutatorias demuestra la elevada plas-
ciones para descubrir el punto de incoherencia. La riqueza ticidad del movimiento en comparación con los rígidos esque-
empírica no concuerda con el abstracto formalismo; la plura- mas interpretativos. Según estos esquemas, el peronismo con-
lidad de fenómenos desborda los canales de la teoría; los movi- ciliaría —entre otras cosas— el industrialismo proteccionista y el
mientos populistas no responden ante la interpelación ideoló- nacionalismo antieuropeísta. Sin embargo, el programa elec-
gica de Althusser. Si el populismo «comienza en el punto en toral de 1973 contradice estas atribuciones por completo: en
que los elementos popular-democráticos se presentan como política interior, un incremento de las inversiones en el sector
opción antagónica frente a la ideología del bloque domi- primario, conforme a la situación económica internacional,
nante», si las aspiraciones democráticas «representan la cris- marcada por una demanda insatisfecha de materias primas; en
talización ideológica de la resistencia frente a la opresión en política exterior, una promoción de la unificación continental,
general», si las tradiciones plebeyas conforman «un marco siguiendo el modelo de integración europea, como reacción
estructural de referencia más estable», ¿cómo puede decirse ante la hegemonía yanqui. Sea como fuere, Laclau remacha con
entonces que «no hay un discurso popular-democrático como insistencia la radicalidad del peronismo, sus «contenidos ideo-
tal» y que «la ideología democrática sólo existe articulada lógicos antiliberales» y su «política anti statu quo». De este
como momento abstracto de un discurso de clase»? Más ade- modo, termina elaborando un retrato coherente del movi-
lante, nuestro autor vuelve a reconocer que el pueblo «no miento, a costa de ignorar muchas declaraciones del fundador.
logra ser totalmente absorbido por ningún discurso de clase» y Las entrevistas y conferencias referidas corresponden —qué
que «el campo ideológico presenta siempre una cierta apertura duda cabe— con las hostilidades de 1946: basta con recordar la

11 Ibid., pp. 159, 121-122. 12 Ibid., pp. 194, 199, 229.


258 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 259

amenaza liberal de un desembarco de los aliados en Buenos los ensayos de sus predecesores —incluido Poulantzas, cuyo Fas-
Aires o la dicotomía de los lemas de campaña («Branden o cismo e ideología estudia la decadencia de la República de Weimar
Perón» & «Tamborini o Hitler») para reconstruir el paisaje mediante paralelismos peregrinos entre ideologías y clases
de discordia. Ahora bien, este ambiente de hostilidades no sociales (v.gr.: proletariado = marxismo-leninismo, burguesía
concuerda con las promesas de reconciliación suscitadas por el = liberalismo, etcétera). Contra este impreciso esquema analí-
peronismo en los ’70. El 8 de noviembre de 1973, Perón pro- tico, Laclau verbaliza una observación rimbombante —en
nuncia la conferencia de su investidura presidencial, recal- efecto— pero también devastadora: «la adjudicación de una
cando su compromiso con un gobierno de excepción, subra- pertenencia de clase a los elementos de las ideologías concretas
yando el proyecto de una unión nacional, fomentando la responde a un procedimiento puramente arbitrario que, como
inversión de capitales extranjeros en el país, ofreciendo —en veremos, no solo no construye teóricamente su objeto, sino
resumen— una mano amiga a la oposición. «Por el bien de mi que, por el contrario, supone su conocimiento empírico y opera
patria, quisiera que mis enemigos se convenciesen de que mi taxonómicamente sobre este conocimiento»14. Para desgracia
actitud no sólo es humana, sino que es conservadora, en la del argentino, esta misma réplica —solo que invertida— se
noble acepción del vocablo»13. ¿Dónde se encuentra aquí la puede exponer contra su examen. La concepción populista del
ideología antiliberal y la política antagonista? fascismo incurre en la estafa filosófica por excelencia, que con-
Asimismo, el análisis del fascismo incurre en distorsiones siste en imaginar desde el palacio cristalino de la teoría los
similares. Una vez más, un enfoque histórico parcial y un rigor sujetos colectivos que intervienen en la historia, recurriendo
analítico excesivo terminan arruinando una propuesta inicial para ello a expresiones rocambolescas, ciertamente epatantes,
bastante sugerente. Para empezar, el argentino formula una pero sin ninguna correlación con los grupos sociales que —en
batería de objeciones contra las indagaciones precedentes que este caso— convivieron durante el periodo de entreguerras.
se pueden acomodar sin problemas a su propia hipótesis de Ante nuestros ojos se sucede, para nuestra estupefacción, una
trabajo. Así, comienza observando algunos defectos de las retahíla de aberraciones sociológicas, tales como la «pequeña
explicaciones psicosociales, que interpretan el fascismo como burguesía jacobinizada» —un vocablo formidable que sintetiza
una perturbación moral transitoria, para terminar recu- lo mejor de cada casa: por un lado, el improperio preferido
rriendo a la dichosa interpelación ideológica, cuyos rudimen- del marxismo panfletario; por otro lado, una corriente política
tos científicos provienen en último término del psicoanálisis — sacada de contexto; en resumen, una coartada perfecta para
el mismo que permite parlotear del fetichismo masoquista de suspender la investigación. Con esta elegancia, el argentino
las masas y cosas similares. Sin embargo, el esfuerzo del argen- reproduce los prejuicios convencionales sobre la composición
tino por contrastar el instrumental analítico, por comprender clasista del fascismo, empaquetando bajo el mismo embalaje
la concatenación estructural de los sucesos, supera con mucho pequeño-burgués a los pequeños comerciantes y a los trabaja-
dores móviles, reduciendo el ascenso de la extrema derecha en

13 Citado en E. de Ipola: Ideología y discurso populista, México, Plaza & Janés, 1987,
p. 145. 14 Ibid., p. 109.
260 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 261

Europa a un subproducto de los errores tácticos de la clase III


obrera, ignorando la elevada fragmentación ideológica de los
grupos sociales durante el periodo de entreguerras (hasta 1934, La publicación de La razón populista marca un final de partida.
dos tercios de las SA provenían de la clase trabajadora15), Entre 1977 y 2004, ¿qué cosas han cambiado? En primer
tomándose el derecho de interpelar —en último término— a las lugar, se ha producido un desplazamiento de los referentes
formaciones políticas del momento, para instruirlas sobre sus intelectuales. La impronta indiscutible del galomarxismo ha
deberes y sus destinos, montando un aburrido sermón sobre sido sustituida por un conjunto de analogías formales de
estrategia revolucionaria, todo ello desde la cátedra retrospec- variada procedencia académica. Todas las disciplinas utilizadas
tiva de la Historia. Cuando Laclau proclama que el proleta- durante la exposición, desde el psicoanálisis hasta los estudios
riado «hubiera debido presentarse como la fuerza que condu- de retórica, concurren —mediante exégesis compatibles— a la
ciría las luchas históricas del pueblo alemán a su conclusión y al mejor comprensión del fenómeno. De este modo, la interpe-
socialismo como su consumación […] y hubiera debido hacer lación ideológica pasa el testigo a la condensación, a la equiva-
un llamamiento a todos los sectores populares que condensara lencia y a la sinécdoque, con resultados muy productivos. Sos-
en símbolos ideológicos comunes nacionalismo, socialismo y tenidas en paralelo, estas aproximaciones conforman, en
democracia», quizás ignora el contenido del Programa de Erfurt, términos relativos, una descripción mucho más detallada —
conforme a cuyos principios el Partido Socialdemócrata con- tanto de la génesis como de la estructura— del populismo. Bajo
tribuyó a encauzar la trayectoria de Alemania, refrendando los tecnicismos y los diagramas, sin embargo, el armazón ana-
patrióticamente los presupuestos militares en 1914, formando lítico original permanece inalterado. Si las demandas insatis-
amplias coaliciones democráticas desde 1918. Frente a este fechas se articulan mediante cadenas equivalenciales o
«reduccionismo clasista», frente a este «extremismo corpora- mediante cadenas diferenciales; si las identidades subalternas
tivista», frente a este «indicalismo economicista», la alterna- se condensan en significantes flotantes o en significantes
tiva no parece demasiado halagüeña. «La socialdemocracia vacíos; si los movimientos populares se confrontan con oposi-
contemporánea ha superado —según el encomio del argen- ciones dialécticas o con exterioridades constitutivas; si las for-
tino— la mentalidad de grupo de presión del viejo socialismo maciones hegemónicas se enseñorean de la universalidad efec-
mediante su transformación en un partido burgués como los tiva o de la mítica totalidad ausente: todas estas minucias
otros»16. Entonces, ¿de esto hablamos cuando hablamos de terminológicas componen una carnaza de primer orden para
izquierda? las disputaciones escolásticas de nuestro tiempo, por supuesto.
Que la apasionada confrontación entre charlacanes tiene su
interés, ello puede mostrarse mediante un repaso de los inte-
rrogantes principales y de las respuestas ofrecidas —en cada
ocasión— por el argentino. Por ejemplo, ¿cuánto de vacío —
preguntaba Butler— está el lugar vacío? Solución: «La vacui-
15 S. Payne, El fascismo, Madrid, Alianza, 2001, p. 69. dad, en lo que al lugar se refiere, no significa simplemente
16 Laclau, Política e ideología en la teoría marxista, pp. 147, 158. vacío en su sentido literal; por el contrario, hay vacuidad por-
262 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 263
que ella apunta a la plenitud ausente. Vacuidad y plenitud son, declarada, sólo él cuestiona la estructura completa de las dife-
de hecho, sinónimos [sic]»17. Sea como fuere, estas divergen- rencias económicas y sociopolíticas, sólo él —en resumidas
cias bizantinas no modifican —como decimos— la propuesta de cuentas— involucra una definición alternativa del mundo social
investigación empírica principal. El populismo continúa llamado ‘pueblo’. Frente a la autenticidad incontrovertible del
siendo un proceso para la aglutinación de mayorías sociales, populismo nos encontramos con la aburrida administración
que sintetiza aspiraciones insatisfechas y las proyecta sobre una institucional, entendida como «sedimento social» o «muerte
formación política emergente, encabezada por un líder caris- política», en cuanto satisface las demandas singulares mediante
mático, quien promete defender el interés general contra los procedimientos estandarizados de distribución, en cuanto
enemigos de la mayoría. conforma un cuerpo de funcionarios especializados y deslinda
Además, los compromisos filosóficos con el psicoanálisis la política de la sociedad civil, en cuanto reconoce la legitimi-
lacaniano conducen a una extrapolación indebida de los estu- dad de las esferas no politizadas, en cuanto desmantela la posi-
dios concretos, a una generalización fraudulenta de las preten- bilidad del antagonismo y burocratiza los conflictos hasta el
siones explicativas, a una ontologización infumable del infinito.
esquema propuesto. Dicho en castellano, Laclau sugiere que su Así pues, la teoría del populismo se presenta como una
análisis comprende todo. Estos delirios de grandeza, ¿qué tipo investigación fundamental sobre las invariantes estructurales y
de teorías presuponen? En primer lugar, una teoría diferencial del las condiciones de posibilidad de la política tout court. Sin
lenguaje, que sostiene que el contenido semántico de un tér- embargo, los criterios estipulados para la contrastación empí-
mino singular no depende de la expresión lingüística, el indi- rica de esta hipótesis de trabajo resultan tan laxos que, por lo
viduo denotado y la relación entre ambos; el significado, por el pronto, incluyen declaraciones manifiestamente instituciona-
contrario, consiste en las diferencias existentes dentro del pro- listas y excluyen programas explícitamente populistas. En pri-
pio lenguaje, sin ninguna referencia a la «realidad externa». mer lugar, la excesiva importancia concedida sobre el antago-
En segundo lugar, una teoría agónica de la sociedad que (i) proyecta nismo como mecanismo de articulación política no permite
este esquema lingüístico sobre la estructura profunda del comprender la gestión de las «contradicciones en el seno del
mundo social; (ii) considera que la sociedad funciona pueblo» dentro de una formación populista victoriosa18. En
mediante la conversión de diferencias en hostilidades, y vice-
versa. En tercer lugar, una teoría normativa de lo político que (a) no
establece ninguna distinción entre lo político y lo social; (b)
18 Para aclarar esta objeción, podemos consultar el último panfleto publicado por
favorece las hostilidades sociopolíticas que versan sobre la pro- Álvaro García Linera —vicepresidente de Bolivia y posmarxista avanzado— cuyo
pia estructura de las diferencias. Según estas premisas, sólo el título —Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del Proceso de Cambio— promete
populismo es político, porque sólo él simplifica la multiplici- una historia abreviada del proceso constituyente boliviano y su gobierno de
movimientos sociales, todo un modelo de populismo izquierdista bien enten-
dad de diferencias realmente existentes en una hostilidad dido, según Laclau. Ahora bien, si abrimos estas páginas, sobre la gestión de las
demandas democráticas, ¿qué encontramos? «No existe una propuesta alter-
nativa al de la plurinacionalidad descolonizadora que consolida una única nación
estatal en la que conviven múltiples naciones culturales y pueblos». Este compromiso
17 E. Laclau, La razón populista, México, FCE, 2005, p. 214. con el reconocimiento democrático de las diferencias, ¿no confronta los axio-
264 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA 12. LA CARA OCULTA DEL PUEBLO 265

segundo lugar, la oposición entre movilización popular y y populismo se convierten por definición en sinónimos. Ahora
gerencia burocrática no resiste una contrastación empírica bien, ¿cómo explicar el fenómeno de la despolitización? «No
medianamente seria. Los ejemplos ofrecidos por el argentino todo es político —responde Laclau— porque tenemos muchas
desmantelan, de hecho, su propia intuición preliminar. Antes formas sociales sedimentadas que han desdibujado las huellas
de nada, recordemos que el institucionalismo pretende satisfa- de su institución política originaria»20. La fragilidad de este
cer todos los intereses de la comunidad política, mientras que argumento ad hoc revela —en último término— la puerta trasera
el populismo discrimina un conjunto de intereses dotados de del tinglado político-ontológico-psicoanalítico que tenemos
una legitimidad preferencial. Así pues, en el primer discurso entre manos.
«todas las diferencias son consideradas igualmente válidas En las últimas páginas de su libro, Laclau se cuelga la
dentro de una totalidad más amplia», mientras que el segundo medalla de honor a la sobriedad intelectual, porque ha discri-
«una frontera de exclusión divide la sociedad en dos campos». minado con cuidado entre cuestiones descriptivas y cuestiones
Apliquemos ahora este esquema general sobre el caso empírico normativas, según él, porque ha resistido la tentación de con-
del neoliberalismo, que en Reino Unido primero «se presenta fundir la vigorizante ocupación del análisis político y la pusilá-
como una panacea para lograr una sociedad sin fisuras», luego nime ociosidad de la moralina. Sin embargo, la distinción
comienza «a denunciar a los parásitos de la seguridad social» y entre despolitización institucional y autenticidad populista
culmina «con uno de los discursos de división social más agre- presupone —como hemos visto— una discriminación norma-
sivos de la historia británica contemporánea»19. El resultado tiva de los mecanismos legítimos de hacer política. Conforme a
de esta confrontación es bastante desolador, todo hay que un conjunto de prejuicios bastante extendidos, Laclau consi-
decirlo: la campaña electoral del partido conservador —y su dera intrínsecamente valiosa la discontinuidad, la emergencia y
polémico «Labour Isn’t Working»— reproduciría el consenso ins- la oposición; por el contrario, contempla la burocracia y la
titucional; el gobierno de Margaret Thatcher —y su anodino negociación por encima del hombro; solo atribuye el concepto
«There Is No Alternative»— supondría una ruptura populista, en de lo político, en consecuencia, a la confrontación irreductible
cambio. Según este principio, ¿qué hay más populista que la entre identidades antagónicas. Ahora bien, desde una perspec-
sociedad de dos tercios? En este punto, el problema no es la tiva política, la asignación óptima de los recursos, en orden a
abundancia de contraejemplos, sino la ausencia o la irrelevan- satisfacer las demandas de una comunidad, quizás sea la tarea
cia de los mismos. A fin de cuentas, en cuanto aceptamos el más elemental de todas. De hecho, la aglutinación de mayorías
esquema ontológico propuesto, la distinción intuitiva entre sociales puede definirse como la correcta localización de pro-
populismo y tecnocracia desaparece, porque sociedad, política mesas entre los miembros de una formación política emer-
gente. Sin embargo, mediante antítesis facilonas y contrastes
brutales, que no hacen demasiada justicia con la inteligencia o
mas del populismo? «No se tiene otra opción de democratización superior del con los hechos, esta caracterización reduccionista de la política
Estado —continua Linera— que no sea el reconocimiento de múltiples formas
plurales de democracia (directa, representativa, comunitaria) y de desconcen-
tración territorial del poder a través de las autonomías.» (Ibid., p. 10.)
19 Ibid., pp. 107, 108, 105. 20 Ibid., p. 194.
266 ERNESTO CASTRO CÓRDOBA

garantiza que la autoridad infalible de la ontología se encuen- LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL


tre —en todo momento— de su parte. El pueblo contra la ins-
titución, lo político contra lo policial, y otras tantas disyuncio- Valerio Rocco Lozano
nes excluyentes, celebran la dignidad de la movilización,
despejan la ambigüedad de la política, evidencian con claridad
la distinción entre buenos y malos de la película. A golpe de
vade retro systemae, estos discursos reconfortantes confirman
nuestros prejuicios sobre la vanidad del mundo. Con todo, no
ofrecen un instrumental para analizar la situación.

En un reciente libro titulado Hegel’s Rabble: An investigation into


Hegel’s Philosophy of Right, Frank Ruda afronta de manera sistemá-
tica lo que considera el único problema para el que Hegel no
encuentra una solución, esto es, el estatuto lógico, político y
moral del Pöbel, lo que podría traducirse como pueblo llano o
populacho1. En su análisis inspirado por autores como Alain
Badiou o Slavoj Zizek, que de hecho se ha encargado del pró-
logo del volumen, Ruda se esfuerza por establecer una fuerte
continuidad entre el concepto de Pöbel y el del proletariado,
acentuando los rasgos pre-marxistas de obras como la Filosofía del
derecho. Por otra parte, en términos caros a Badiou, identifica al
Pöbel hegeliano con lo «inexistente» (esto es, lo que no es visi-
ble ni cuenta para nada) en el marco del mundo burgués
moderno, cuya sociedad está dominada por caprichosos y caó-
ticos movimientos de capitales.

1 Cfr. F. Ruda, Hegel’s Rabble: An investigation into Hegel’s Philosophy of Right, London-New
York, Continuum, 2011.
268 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 269

No es nuestra intención valorar aquí el intento de asemejar La tesis de la extensibilidad de la característica de justa y
al populacho del que habla Hegel con la potencial clase revolu- ruda indignación presente en el populacho hegeliano a todo el
cionaria del marxismo, ni tampoco someter a consideración la conjunto de ciudadanos, a todo el pueblo, en momentos en los
aplicación de una terminología filosófico-política contempo- que reinan la injusticia y la desigualdad extremas, puede
ránea tan particular como la de Badiou y Zizek a páginas clási- demostrarse doblemente, en mi opinión, en un texto juvenil
cas como las de la filosofía del derecho. Sobre ambos intentos de Hegel, no analizado por Ruda (seguramente sólo porque no
sólo se puede adelantar que parecen sumamente problemáti- contiene expresamente el término Pöbel), escrito probable-
cos, en especial por el carácter peyorativo con el que Hegel se mente en 1798 y titulado «Que los magistrados sean elegidos
refiere al Pöbel literalmente desde el primero hasta el último de por el pueblo». Este texto ofrece, por lo tanto, dos demostra-
sus escritos2. Sin embargo, este libro presenta una tesis inicial ciones para la tesis anterior, así como para la individuación de
que es posible rescatar, aunque sea aplicada a un sujeto político un componente genuinamente revolucionario no sólo y no
distinto: el punto de partida de Ruda es la distinción entre la tanto en el Pöbel, sino también y sobre todo en el Volk de los pri-
condición de alienación objetiva presente en el Pöbel, caracteri- meros escritos hegelianos, en estrecha conexión con otro con-
zada por el desposeimiento, por la pobreza extrema, por la cepto fundamental: el de Menge. En primer lugar, desde el
brutalización derivada del maquinismo y la industrialización y punto de vista estrictamente filológico, hay que notar que
el escaso acceso a bienes de carácter «espiritual» (desde la Hegel, después de haber redactado el texto, tachó en el manus-
posibilidad de ejercer un trabajo creativo hasta los productos crito la palabra ‘Volk’, pueblo, y la sustituyó por ‘Bürger’, esto es,
de tipo cultural), y una alienación subjetiva, marcada por la hos- «ciudadanos», pero también «burgueses». En este sentido,
til actitud del populacho hacia el resto de la sociedad y el rudo todo lo atribuido al primero de los sujetos políticos debe ser
sentido de una justa indignación. Lo más interesante para extendido al conjunto de la ciudadanía o, si se quiere, también
nosotros es que, siguiendo nuevamente este análisis, el compo- a la clase burguesa. Pero, ¿qué es lo que Hegel atribuye pri-
nente subjetivo de la indignación puede en ocasiones desvincu- mero al pueblo y luego a los ciudadanos? El texto no tiene des-
larse del objetivo, creando una situación de exclusión e indigna- perdicio, porque constituye uno de los más inflamados ataques
ción también en clases diferentes del Pöbel sensu stricto, incluso políticos de Hegel a las instituciones inmovilistas y reacciona-
clases burguesas o pudientes, pero que por una razón o por rias de su tiempo, y casi nos atreveríamos a decir, de todo
otra no se sienten parte del tejido comunitario. tiempo, también el nuestro:

Sería ya tiempo de que el pueblo de Württemberg abandonara


su vacilación entre el miedo y la esperanza, entre las expecta-
2 Sobre este punto, sólo cabe añadir que el desprecio con el que Hegel, a lo largo
de toda su vida, se refiere al Pöbel, hace difícil compaginar el esfuerzo interpre-
tivas y los desengaños. […] Para los hombres con deseos
tativo de Ruda con la literalidad del texto hegeliano. Expresiones de desprecio mejores y con aspiraciones más puras, sí ha llegado el tiempo
hacia el «niedrigem Pöbel» se encuentran desde el primero de los escritos de de confrontar su voluntad indeterminada con aquellas partes
joven Hegel, en Stuttgart: El concliliábulo entre tres, hasta el último de los textos
publicados, dedicado al proyecto de Reformbill inglés. En estas y en todas las otras de la constitución que se fundamenten en la injusticia, y diri-
ocurrencias del término, Pöbel es inequívocamente connotado de manera peyorativa. gir su acción efectiva hacia la transformación necesaria de esas
270 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 271

partes. La tranquila modestia frente a la realidad, la falta de el mundo»6. Ante este miedo generalizado, compartido hoy en
esperanzas, la paciente resignación ante un destino sobredi- día por muchos de nosotros, que tememos morir aplastados o
mensionado, todopoderoso, se mudaron en esperanza, en bien por el derrumbe de nuestro Estado o bien degollados por
expectativa, en una determinación valiente a algo distinto3. los recortes que proceden de la cúspide del mismo, ante este
temor Hegel defiende la necesidad de un cambio radical, en
Y Hegel prosigue, vinculando esta referencia implícita a la profundidad, para restaurar lo que él, atento lector de Cicerón
Revolución francesa a su propia presentación como heredera y de su elogio de la concordia ordinum 7, considera el bien mayor: el
del pasado de la gloriosa república Romana: vínculo de unión del pueblo: «¡Qué ceguera la de aquellos que
creen que las instituciones, las constituciones, las leyes que ya no
[…] se ha hecho viva en las almas de los hombres la imagen de se concuerdan con las costumbres, las necesidades y las opinio-
épocas mejores y más justas, y cierta añoranza por una condi- nes de los hombres, y de las cuales el espíritu ya había huido,
ción humana más pura y más libre conmueve los ánimos, lle- pueden seguir subsistiendo y que continúen suponiendo que las
vándolos a una ruptura con la realidad. El impulso de romper formas por las cuales el entendimiento y los sentimientos ya no
las barreras mezquinas ha hecho que sus esperanzas se fijaran tienen interés son suficientemente poderosas como para consti-
sobre los nuevos acontecimientos [la Revolución, V. R.], tuir el vínculo de unión de un pueblo»8.
sobre todo acontecimiento, sobre todo lo que hiciera vislum- Ante la desconfianza en la clase política, en las instituciones
brar [algo nuevo], incluso los excesos4. existentes, ante el sentimiento de engaño, ya no hay posibilidad
de soluciones tibias: «todas las tentativas de procurar, por
Tras esta fugaz alusión a los desmanes del Terror, Hegel medio de chapucerías grandilocuentes, nueva confianza en las
parece hablar de la situación que vivimos actualmente, esto es, la condiciones y partes de una constitución que ha sido abando-
abrupta contraposición entre la voluntad de cambio desde el nada por la fe; todos los intentos de ocultar con bellas frases a
pueblo y la decepción de este último ante la inactividad y la pasi- los sepultureros de lo existente no sólo traen vergüenza a sus
vidad de la clase política, de los representantes del pueblo: «¿De inventores; preparan también una erupción mucho más terri-
dónde hubieran podido esperar los habitantes de Württemberg ble, en la que se agrega la venganza al sentimiento de la necesi-
un auxilio más justo que de la asamblea de los representantes de dad de mejora, y en el que la multitud, siempre engañada y
sus estamentos?»5. La falta de respuesta de las instituciones pro- oprimida, llega a punir la deshonestidad»9. Esta potencialidad
voca, según Hegel, «el sentimiento de que el edificio estatal es
insostenible tal como existe ahora […]. Existe el temor general
de que este edificio se derrumbará, hiriendo en su caída a todo
6 Ibid., p. 248.
7 Para la influencia de Cicerón en Hegel cfr. en especial F. Biasutti, «Il ruolo di
Cicerone nella interpretazione hegeliana della Romanitas», en L. Illetterati, A.
Moretto, (eds.), Hegel, Heidegger e la questione della Romanitas, Roma, Edizioni di
3 G. W. F. Hegel, Escritos de juventud, Madrid, FCE, 1998, p. 247 [Trad. lig. mod]. Storia e Letteratura, 2004, pp. 3-16.
4 Ibid. 8 Hegel, Escritos de juventud, p. 248.
5 Ibid. 9 Ibid.
272 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 273

revolucionaria de la Menge, la multitud, en virtud de su justo políticas existentes son percibidas como ineficaces para la reso-
sentimiento de indignación, creo que corrobora, desde el lución de las graves dificultades por las que atraviesan los indi-
punto de vista del contenido del texto, la tesis inicial que extra- viduos. Por otra parte, en el movimiento inverso, el actual
íamos del libro de Ruda. Nótense las palabras finales, en las Gobierno y el Parlamento de España legislan con la consigna
que se tilda a los representantes políticos de «sepultureros de de para recuperar «la confianza de los mercados», y el Presi-
lo existente», o sea, de invisibilizadores de las aspiraciones del dente del Gobierno admite abiertamente que no tiene libertad
pueblo, convertido justamente en «lo inexistente». Pero lo para gobernar, porque las circunstancias –léase los poderes
más decisivo de esta última cita es la amenaza de una subleva- fácticos, de naturaleza económica– son los que a través de Bru-
ción violenta, inmediata, por parte del pueblo llano, una selas exigen recortes de gasto y aumentos de ingresos. Ante esta
eventualidad, o mejor, en la jerga de Ruda-Badiou, un doble situación, la posibilidad de una auténtica participación polí-
«evento», seguramente mucho más temido que augurado por tica parece cada vez más irreal para la inmensa mayoría de los
Hegel. Además, el texto es clarísimo con respecto a la raíz del españoles, y en general de los europeos, que sienten cómo la
problema: no se trata tanto, o no sólo, de unas malas condi- actividad legislativa de sus Gobiernos se les impone abstracta-
ciones objetivas por parte de los ciudadanos, sino de la falta de mente, sin ninguna mediación, es decir: violentamente.
un vínculo, de una mediación conectora, entre éstos y sus Ante esta violencia de la actividad legisladora impuesta abs-
representantes, entre los individuos y las instituciones. Este tracta y externamente existen muchas reacciones posibles: en
sentimiento de desconexión genera esa indignación que, como primer lugar, la lucha violenta, la revuelta contra esta imposi-
acabamos de leer, puede desembocar en una venganza violenta. ción, la venganza a la que se refiere Hegel en el texto recor-
Pues bien, si nos trasladamos al contexto político actual, si dado más arriba. Hoy como entonces, ante esta sensación de
es que en algún momento lo hemos abandonado, en mi opi- enajenación, de mutua exclusión, entre un pueblo y su Cons-
nión puede afirmarse que el gran problema de la esfera pública titución, cabe por lo tanto la revuelta, de forma parecida a lo
de nuestro tiempo estriba en la falta de mediación, de particularidad que ha ocurrido en España con los movimientos 15-M y 25-S,
lógica, en el ámbito político del Estado-nación. Los ciudada- y en otras partes del mundo con Occupy Wall Street y sus homólo-
nos advierten que no existen instancias particulares capaces de gos, que denuncian la ineficacia, la injusticia y la irracionali-
vehicular sus reivindicaciones hasta los órganos de Gobierno y, dad del actual sistema de representación política. Un movi-
recíprocamente, la actividad legislativa del Estado es percibida miento que, para combatir, ha asumido los mismos rasgos
como cada vez más abstracta, heterónoma y condicionada por lógicos que su enemigo, el poder financiero abstracto, univer-
esferas superiores, de carácter difuso, supranacional y radical- sal, que legisla a través de los Estados. En efecto, es tan mun-
mente desconectado del tejido concreto de un pueblo deter- dializado, ramificado, anónimo y descentralizado como aquél
minado. Si nos fijamos en el caso español, ambos movimientos gracias a la lógica y a la tecno-lógica de redes (sociales, infor-
pueden describirse rápidamente apelando a dos ejemplos: por mativas, comunicativas).
un lado, la clase política aparece ya en todas en las encuestas del La indignación y la revuelta activa no son –me atrevo a decir,
CIS como el tercer problema más grave de los españoles, tras el desgraciadamente– las únicas reacciones posibles ante la desco-
paro y la crisis económica, como signo de que las estructuras nexión entre el individuo y los verdaderos centros de decisión
274 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 275

política. La más frecuente respuesta a esta ausencia de media- de personas, más del doble que, por ejemplo, en las protestas
ción es la apatía y la indiferencia hacia un sistema en el que no de la primera huelga general del año 2012. Ante este pano-
se puede participar, lo que causa el desinterés y la falta de con- rama, muchas veces el individuo toma entonces la senda interior,
fianza en la política misma. En estos casos la comunidad polí- el camino de la espiritualidad religiosa11, bien sea en el marco
tica se disgrega, dando lugar a una sociedad de átomos interre- de las Iglesias monoteístas tradicionales, bien en nuevos cul-
lacionados por vínculos fundamentalmente de carácter tos 12 que proliferan y crecen de manera desmedida, en buena
económico y personal. Esta retirada en lo privado, en lo apolí- parte, de nuevo, gracias a las redes sociales y las nuevas tecno-
tico, a menudo en lo abiertamente en lo anti-ideológico, favo- logías. En el registro del Ministerio de Justicia de Entidades
rece por cierto el ascenso y la consolidación de Gobiernos tec- Religiosas no católicas están inscritas actualmente unas 3400
nocráticos que, ya sin máscaras, representan los intereses y las entidades en activo, con un ritmo de crecimiento de unas 400
decisiones de las grandes corporaciones financieras. El indivi- al año, es decir, aproximadamente una nueva Iglesia cada día.
duo apolítico, excluido de los procesos de toma de decisiones, Todas estas reacciones tienen algo en común: la salida del
espera, casi como si se tratara de milagros, los resultados bene- juego político, la auto-posición del individuo en un lugar
ficiosos para él mismo a los que puedan llegar estos expertos que externo al sistema oficial, existente, de toma de decisiones,
carecen de legitimación democrática. Se trata de lo que Crook, bien para ignorarlo, bien para socavarlo y construir otro en su
en un contexto muy diferente, el del análisis del éxito de la lugar, bien para buscar en otra esfera espiritual la autorrealiza-
política de Octaviano Augusto en Roma, ha llamado «the poli- ción individual en el marco de una comunidad. Las tres res-
tics of achievement»10.
La tercera reacción ante la imposibilidad de una participa-
ción del individuo en la política es complementaria a la ante- 11 Un camino ya ampliamente criticado por Hegel. Cfr. el Zusatz al parágrafo 270
rior: la voluntad de realización de las aspiraciones del indivi- de la Rechtsphilosophie: «la expresión ‘para el devoto no hay ninguna ley’ no es
más que la declaración de este fanatismo, pues la devoción, cuando ocupa el
duo, que ya no puede vehicularse a través de la política, se ve lugar del Estado, no puede soportar lo determinado y lo aniquila. Con esto
forzada a elegir nuevos cauces en los que desarrollarse. Su también se relaciona el que la devoción deje sus decisiones a cargo de la con-
voluntad de comunidad, que desde el punto de vista estatal- ciencia moral, de la interioridad, y no se determine según razones. Esta inte-
rioridad no se atiene a razones y no tiene por lo tanto ninguna responsabili-
nacional está fosilizada y puede tener rienda suelta, patética- dad. Si la devoción rige, pues, como la realidad del Estado, se lanzan todas las
mente, sólo en las celebraciones folkloristas de grandes victo- leyes por la borda y el sentimiento subjetivo se convierte en legislador. […]
Dios, que es el objeto de este sentimiento, podría ser convertido en lo deter-
rias deportivas; valga como ejemplo el omnipresente «yo soy minante; pero Dios es la idea universal y en este sentimiento es lo indetermi-
español, español, español» del reciente triunfo de nuestro país nado, que no ha madurado lo que en el Estado está desarrollado y presente.
en la Eurocopa, para cuya celebración se congregó un millón Que en el Estado todo esté fijo y asegurado es precisamente lo que lo defiende
contra el arbitrio y la opinión positiva. La religión como tal no puede ser pues
lo que gobierna» (G. W. F. Hegel, Principios de filosofía del derecho, Barcelona,
Edhasa, 1999, pp. 407-408).
12 Cf. F. Duque, Filosofía para el fin de los tiempos. Tecnología y apocalipsis, Madrid, Akal, pp.
10 Cf. J. A. Crook, «Augustus: power, authority, achievement», en A. K. Bow- 230-231: «¿Cuál es la lógica de estas sectas […]? El miedo a la propia muerte,
man, E. Champlin, A. Lintott, (eds.), The Cambridge Ancient History, London, y a la visión del sufrimiento de la muerte de los demás, engendra igualmente
Cambridge University Press, 1996, vol. X, p. 146. –como en el Buda– el deseo de apartarse del mundo».
276 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 277

puestas a la imposibilidad de una genuina participación en el constituye según Taylor y otros intérpretes15, un elemento fun-
ámbito político pueden resumirse en una feliz expresión acu- damental del movimiento dialéctico-negativo de la Gestalt del estoi-
ñada por Charles Taylor al hablar, en su libro titulado Hegel, de cismo en el capítulo IV de la Fenomenología.
la actitud del estoico romano: «la estrategia de la retirada»13. Roma es incomprensible sin esta dosis de negatividad, que,
En otro lugar he intentado mostrar hasta qué punto esta desde luego, en el caso del estoicismo no es aún negatividad
triple «estrategia de la retirada» puede valer para explicar la plenamente determinada, como la que se dará en el Cristianismo
comprensión hegeliana tanto del estoicismo en la fase final de (nacido por otra parte en el mundo romano), y tampoco una
la libera respublica Romanorum como de la Revolución Francesa, negatividad radical, como la escéptica (perteneciente también a
sobre todo en sus primeras etapas. En este momento, me inte- la constelación Romanitas), dado que la libertad estoica posee
resa esbozar brevemente esta identificación, para concentrarme todavía un «acento positivo»16.
en analizar las estructuras lógicas subyacentes a este movi-
miento de retirada, de rechazo inmediato y brusco del orden
político existente, que cruza transversalmente –y no sólo dia- alidad y es esencialmente para sí sólo de tal manera que otras individualidades sean
crónicamente– muchas páginas de la filosofía hegeliana. El para ella, que las excluya de sí y se sepa independiente de ellas» (G. W. F. Hegel,
objetivo es, como anuncia el título de esta sección del libro, Fenomenología del espíritu, Madrid, Abada, 2010, p. 565. «Es ist ein Volk, es ist
selbst Individualität und wesentlich nur so für sich, daß andere Individualitäten für es
elaborar una lógica de la protesta social. sind, daß es sie von sich ausschließt und sich unabhängig von ihnen weiß»; G. W.
La triple forma de retirada estoica en un contexto proto- F. Hegel, Phänomenologie des Geistes, en Gesammelte Werke, Band 9, Hamburg, Felix
mundial, el romano, y potencialmente mundial, el revoluciona- Meiner Verlag, 1980, p. 259). Por otra parte, la aponía y la ataraxia estoicas
muestran bien este carácter negativo, reactivo, de regreso hacia la interioridad.
rio, tal y como se presenta en los capítulos IV y VI de la Auto- 15 Cfr. D. Wandschneider, «La ‘coscienza infelice’ nella Fenomenologia di Hegel.
conciencia en la Fenomenología del espíritu, tiene una característica Una forma teoretica-conoscitiva di disperazione», en G. F. Frigo, (ed.), Dispe-
fundamental: es una muestra de libertad, de libertad negativa. razione. Saggi sulla condizione umana tra filosofia, scienza e arte, Milano-Udine, Mimesis,
2010, p. 168: «lo stoico si ritira da essa [la realtà] per essere interamente
En efecto, un elemento fundamental de la libertad estoica es el presso di sé. Con questa ‘strategia del ritiro’ è libero, ma in un senso quasi tau-
«recedere in se ipsum», donde la fuerza semántica de ese verbo, tologico, giacché in questo modo non esiste nulla in cui tale libertà possa chia-
«recedere», implica una actitud reactiva, de regreso, ante un marsi concreta, ossia rimane astratta» («el estoico se retira de ella [la realidad]
por ser enteramente cabe sí. Con esta ‘estrategia de la retirada’ es libre, pero en
mundo al que se le niega la esencialidad (Wesenheit). La misma un sentido casi tautológico, ya que de esta manera no existe nada en lo que esta
característica, presente en las palabras de Hegel, de la libertad libertad pueda llamarse concreta, es decir, permanece abstracta»). En el mismo
sentido se ha expresado H. S. Harris, La fenomenologia dell’autocoscienza in Hegel,
estoica como in-dependencia, contiene ya una fuerte negatividad Napoli, Guerini e Associati, 1995, p. 92: «la libertà di pensiero degli stoici
que no puede pasarse por alto14. Esta «estrategia de la retirada», porta con sé la cancellazione infinita dell’essere estraneo» (la libertad de pen-
samiento de los estoicos conlleva la cancelación infinita del ser ajeno).
16 Ibid.: «Lo Scetticismo cerca di scansare questo pericolo svalutando completa-
mente la singolarità: come mera singolarità, come inessenziale, a cui non spetta
13 Cf. C. Taylor, Hegel, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1983, p. 216. nessun valore proprio. Già per lo stoico costituiva l’inessenziale, ma senza que-
14 Para referirse a la libertad como independencia, Hegel alterna la palabra st’accento espressamente negativo; per lo stoico è essenziale solo il lato positivo
Selbstständigkeit con Unabhängigkeit. En el capítulo VI de la Fenomenología, justo en dell’indipendenza della coscienza. Invece lo scettico si esercita per così dire a
pleno tránsito entre la Sittlichkeit griega y el Rechtszustand, el pueblo que encarna sparare sulla singolarità, sull’inessenziale. In tale permanente svalutazione cerca
esta condición jurídica es definido así: «es un pueblo, es ella misma individu- di rivalutare se stesso e di procacciarsi la sua certezza di sé di contro alla singo-
278 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 279

La del estoicismo es más bien negatividad abstracta, indeter- aplicación de la dialéctica del continuo a la geometría–, la negativi-
minada, propia de la categoría de la limitación, tal y como es pre- dad sigue teniendo un papel fundamental en la comprensión
sentada en el capítulo «Endlichkeit», la segunda sección de la del límite.
lógica de la cualidad de la Seinslehre17, y más concretamente en el En efecto, por encima de la comprensión positiva del límite
segundo apartado de la Endlichkeit, dedicado a «Bestimmung, como elemento del continuo, Hegel propone una concepción
Beschaffenheit und Grenze». nuevamente negativa, contradictoria, del límite, como la
Ya en el sistema categorial kantiano, la limitación, que sigue «expresión de la inquietud por algo»21, esto es, el elemento
a realidad y negación, se expresa en los juicios infinitos, del tipo «A que lleva a algo a superarse a sí mismo –negándose– y remi-
es no B», donde «A y B tienen una representación extensiva18. tiendo a otra realidad superior. En este sentido, como en la
Lo que se sabe es que A está situado en la región infinita que se concepción fluentista de las magnitudes, que da lugar a una
encuentra fuera de B; de esta manera A está separado de B, en noción de «infinitésimo dinámico» en autores como Cavalieri,
el sentido en que para determinar a A se puede restar B, y A Leibniz, Newton y el propio Kant22, «el punto consiste en esta
está situado en no B, aun no siendo individuado de manera dialéctica en hacerse línea, la línea, la dialéctica de hacerse
precisa»19. Pues bien, Hegel toma de Kant esta concepción superficie; la de superficie la de hacerse espacio total»23.
negativa de la limitación y, aunque es necesario señalar que la Para comprender el significado negativo, contradictorio,
complementa con una connotación positiva20 –derivada de una del límite en Hegel, es importante tener cuenta la diferencia
del límite extremante [Schranke] con el límite determinado
[Grenze]: «el extremante [Schranke] es el límite en el que se per-
larità. In certo qual modo si definisce unicamente attraverso la negazione della cibe su diferencia con respecto a algo. En este sentido puede
singolarità concreta» («El Escepticismo intenta apartar este peligro deva- decirse que el extremante es la destinación de lo finito. En esta
luando completamente la singularidad, como inesencial, a la que no compete especificación de la negatividad encontramos una referencia a la
ningún valor propio. Ya para el estoico constituía lo inesencial, pero sin este
acento expresamente negativo; para el estoico es esencial sólo el lado positivo de
la independencia de la conciencia. En cambio, el escéptico se entrena por así
decirlo disparando sobre la singularidad, sobre lo inesencial. En esta perma-
nente devaluación busca revaluarse a sí mismo y asegurarse su certeza de sí ‘negativa’ del limite. Già Kant aveva affermato la positività del concetto di
frente a la singularidad. En cierta forma, se define únicamente a través de la limite, che oltre ad essere una negazione è anche una determinazione spaziale
negación de la singularidad concreta»). o addirittura una parte di spazio (nella linea e nella superficie). Dal canto suo
17 G. W. F. Hegel, Wissenschaft der Logik, Erster Band. Die objektive Logik. Erstes Buch. Die Lehre Hegel afferma la positività del limite in questo modo: punto, linea e superficie
vom Sein (1832), en Gesammelte Werke, Band 21, Hamburg, Felix Meiner Verlag, sono anche elementi della linea, della superficie e del solido».
1984, pp. 104-123. 21 Cf. Hegel, Wissenschaft der Logik, Erstes Buch. Die Lehre vom Sein (1832), p. 115: «die
18 Cfr. I. Kant. Kritik der reinen Vernunf, en Kants Gesammelte Schriften, Berlin, Königlich andere Bestimmung ist die Unruhe des Etwas in seiner Grenze, in der es inma-
Preußischen Akademie der Wissenschaften (a partir de ahora, Ak.), 1912 y sigs., nent ist, der Widerspruch zu seyn, der es über sich selbst hinausschickt» («la
B 88. otra determinación es la inquietud del algo en su límite, en el que es inmanente,
19 A. Moretto, «Sul ruolo delle categorie logiche della limitazione nell’interpre- es decir, en su ser la contradicción, que lo impulsa más allá de sí mismo»).
tazione hegeliana della Romanitas» en Illetterati, Moretto, (eds.), Hegel, Heidegger 22 Cfr. Moretto, «Sul ruolo delle categorie logiche della limitazione nell’inter-
e la questione della Romanitas, pp. 141-142. pretazione hegeliana della Romanitas», p. 143
20 Esta connotación positiva, por cierto, también se encontraría, según Moretto, 23 Hegel, Wissenschaft der Logik, Erstes Buch. Die Lehre vom Sein (1832), p. 115: «so ist der
esbozada en Kant. Cf. Ibid., p. 143: «Hegel non si ferma a questa connotazione Punkt, diese Dialektik seiner Selbst, zur Linie zu werden, die Linie die Dialek-
280 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 281

definición kantiana de Schranke, que representa algo de carencial Según esta visión del estoicismo como marcado lógica-
o de excedente con respecto al objeto a determinar»24. mente por el límite excluyente, la fase de Roma en la Weltgeschichte
Esta caracterización limitativa negativa de Roma se plasmaría habría tenido el mérito de anticipar, a través de la inaugura-
en muchas figuras fenomenológicas reconducibles a la Romani- ción del mundo burgués, la llegada de la auténtica libertad, la del
tas, pero muy en especial en «la retirada del espíritu dentro de Cristianismo, así como de la subjetividad, al introducir esa
sí en la filosofía estoica»25, que muestra precisamente el carác- carga lógica negativa en la historia del Espíritu27.
ter no (solamente) estático, sino reactivo, negador, de la limi- La dimensión política del gesto del estoico romano no se
tación y la finitud, en un refugiarse en una esfera interior que comprende sólo por estas razones: hay que recordar que el
se define por no ser el mundo externo, por negar su validez. En republicanismo romano fue el modelo en que se inspiró la
efecto, la negación abstracta del mundo exterior, tanto político madre de todas las revoluciones. Así lo testimonia la frase de
como natural, obrada por el sabio estoico, que corresponde a la Saint-Just, citada por Marx, que resume este espíritu: «el
desconexión del vínculo inmediato entre el ciudadano, la polis mundo está vacío después de los romanos; pero su memoria lo
y la tierra, constituye ese «comienzo de la libertad»26. llena todavía, y aún profetiza la libertad […] ¡Que los revolu-
cionarios sean de nuevo los romanos!»28. No es casualidad,
según Hegel, que la Revolución Francesa se contagiara, por así
tik, zur Fläche, die Fläche zum totalen Raume zu werden». (Así pues, el punto
decirlo, de los mismos «defectos» del modelo romano al que
es esta dialéctica de sí mismo de convertirse en línea, la línea la dialéctica de se inspiró: fundamentalmente, las luchas intestinas, la abstrac-
convertirse en superficie, y la superficie en el espacio total»).
24 Moretto, «Sul ruolo delle categorie logiche della limitazione nell’interpreta-
zione hegeliana della Romanitas», p. 145. La distinción entre Grenze y Schranke en
Kant se encuentra en los Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik, die als Wissenschaft y de la ‘persona’– el fin del propio obrar, el principio del propio actuar, tiene
wird auftreten können, en Ak., IV, § 57, p. 352-354. Para una extensa interpreta- para Hegel un papel fundamental. Tal fin no es nada natural, en cuanto que
ción de las categorías de limitación en Kant véase A. Moretto, Dottrina delle gran- está producido por un acto de abstracción. Pero ponerlo como principio
dezze e filosofía trascendentale in Kant, Padova, Il Poligrafo, 1999, las pp. 143-206. último, elevarlo a lo absoluto y ponerse a su servicio, constituye el comienzo de
25 Moretto, «Sul ruolo delle categorie logiche della limitazione nell’interpreta- la libertad, de la misma manera en que lo es, en general, la capacidad inme-
zione hegeliana della Romanitas», p. 152. diata de los impulsos y de los apetitos por perseguir determinados fines»).
26 Sobre este punto ha reflexionado muy acertadamente S. Fuselli, «Diritto e 27 Cf. Kojève, A., op. cit., p. 189: «A l’encontre de la Cité grecque, l’Empire
giustizia tra intelletto e ragione. Hegel e il metodo della giurisprudenza roman est donque un Monde bourgeois. Et c’est en tant que tel qu’il devient
romana», en Illetterati, Moretto, (eds.), Hegel, Heidegger e la questione della Roma- finalement un Monde chrétien. Le Monde bourgeois élabore le Droit privé, – la
nitas, p. 111: «la scissione che sta alla base del mondo romano, la capacità di seule création originale de Rome, d’après Hegel. Et la notion fondamentale de
fare di ciò che è finito –quali sono appunto le determinazioni dell’intelletto la pensée juridique romaine, celle de la «personne juridique», (rechtliche Persön-
che si dispiegano tra gli estremi dello ‘Stato’ e della ‘persona’– lo scopo del lichkeit), correspond à la conception stoïcienne de l’existence humaine, ainsi
proprio operare, il principio del proprio agire, ha per Hegel un ruolo fonda- qu’au principe du particularisme familial» («Frente a la Ciudad griega, el
mentale. Un tale scopo non è nulla di naturale, in quanto è prodotto di un Imperio romano es por lo tanto un mundo burgués. Y es en cuanto tal que
atto di astrazione. Ma porselo come principio ultimo, elevarlo ad assoluto e deviene finalmente un Mundo cristiano. El Mundo burgués elabora el Derecho
mettersi al suo servizio, costituisce l’inizio della libertà, allo stesso modo in cui privado, –la única creación original de Roma, según Hegel. Y la noción fun-
lo è, in genere, la capacità immediata degli impulsi e degli appetiti per perse- damental del pensamiento jurídico romano, la de ‘persona jurídica’ (rechtliche
guire determinati fini» («la escisión que está a la base del mundo romano, la Persönlichkeit), corresponde a la concepción estoica de la existencia humana, así
capacidad de hacer de lo que es finito –tal y como son precisamente las deter- como al principio del particularismo de la familia»).
minaciones del entendimiento que se despliegan entre los extremos del ‘estado’ 28 K. Marx, La Sagrada Familia, Buenos Aires, Claridad, 1973, p. 139.
282 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 283

ción de los ideales, el expansionismo inmoderado y la violen- sentimiento de clara herencia estoica que caracteriza a movi-
cia de una legislación impuesta de manera deductivista y verti- mientos como el 15-M o Occupy Wall Street, hasta el punto de ser-
cal, independientemente de las particularidades de cada reali- vir de autodenominación para sus integrantes, los indignados,
dad concreta. constituye a mi entender el mismo ejemplo de una negación
La pretensión ingenua de la Revolución, hija de la abstrac- indeterminada en el marco de una estrategia de la retirada,
ción racionalista, de sustituir el Cristianismo con el culto a la como respuesta a un panorama político caracterizado por la
diosa Razón, de cambiar el calendario o de proponer el uso del falta de mediación entre la individualidad del ciudadano y los
bonnet revolutionaire a un pueblo que ignoraba su significado, por mecanismos de toma de decisión política en el nivel universal
citar algunos ejemplos, son el fruto de esa misma negatividad (posiblemente, no ya ocupado por el Estado). Esta indigna-
indeterminada –que hace tabula rasa con todo lo prexistente ción, rápidamente expandida gracias a la mundialización pro-
sin tener un objetivo preciso– que caracterizaba según Hegel vocada por las redes sociales, es indudablemente el fruto de
algunas de las rebeliones estoicas en Roma29. una reacción liberadora; es hija de la libertad, pero quizás de
La tesis de esta contribución es que también las formas una libertad sólo negativa. Como en el caso del estoicismo
actuales de indignación, las que se derivan de la desconexión romano «es el comienzo de la libertad», pero es preciso tras-
entre el pueblo y las instituciones políticas, reproducen el cender su límite extremante [Schranke], meramente reactivo,
mismo esquema lógico presentado aquí, en el caso de los estoi- para lograr a través de una negación continua y dinámica de sí
cos romanos y los revolucionarios franceses. La indignación, un misma una negatividad determinada, esto es, una lucha más
concreta y pro-positiva contra las formas de injusticia y de tira-
nía presentes en nuestra sociedad.
Abandonando la estrategia de la retirada, que contrapone a
29 Cf. G. W. F. Hegel, Die Verfassung Deutschlands, en Jenaer kritische Schriften, en Gesam- la abstracción y a la ausencia de mediación de la legislación
melte Werke, Band 4, Hamburg, Felix Meiner Verlag, 1968, pp. 133-134: «Der
römische Cato der Jüngere hat das Privilegium, von jedem Freiheitsschreier impositiva y vertical otra abstracción inmediata, la de la acción
aufgeführt zu werden, und er war der größte Beförderer [des Plans], daß dem directa, los indignados deberían más bien insistir en otra de las
Pompejus die Alleinherrschaft übertragen wurde, nicht aus Freundschaft für palabras que da nombre a su movimiento, la ocupación. En vez
den Pompejus, sondern weil Anarchie das größere Übel sei; und er tötete sich
selbst, nicht weil das, was die Römer damals noch Freiheit nannten, die Anar- de (o además de) ocupar edificios y solares abandonados, este
chie, untergegangen war – denn die Partei des Pompejus, mit dem er war, war nuevo movimiento político debería volver a ocupar el espacio
nur eine andere Partei als die Cäsars –, sondern aus Hartnäckigkeit des Cha-
rakters, der sich seinem geschmähten und gehaßten Feinde nicht unterwerfen
conceptual de la particularidad, de la mediación, y conseguir
wollte, – sein Tod war eine Parteisache» («el romano Catón el joven, el pro- así conectar nuevamente a los ciudadanos con la ley, al pueblo
motor más destacado de la entrega a Pompeyo del mando único, no en virtud con su Constitución. Precisamente este es el sentido de inicia-
de una amistad con éste, sino porque la anarquía representaba el mal mayor,
tiene el privilegio de ser citado por los voceros de la libertad; se suicidó no
tivas, nacidas en el marco del 15-M, como la creación de asam-
porque lo que entonces llamaban los romanos libertad, la anarquí, hubiera bleas de barrios y de comisiones específicas para la discusión de
sido reprimida, pues el partido de Pompeyo, con el que él estaba, era sola- determinados problemas. Estas instancias mediadoras deben
mente un partido distinto del de César, sino porque, dada la obstinación de su
carácter, no quería someterse al denostado y odiado enemigo: su muerte fue llegar a ser el ir y venir, el tránsito inestable pero incesante entre
un asunto de partido»). la individualidad y la universalidad lógicas, en otras palabras:
284 VALERIO ROCCO LOZANO 13. LÓGICA DE LA INDIGNACIÓN SOCIAL 285

deben construir una comunidad por encima de la sociedad y en el realidad nos permite es aceptar los sacrificios y renunciar a
marco del Estado. En otras palabras: el Pöbel caótico y anómico algo, o rechazar los sacrificios y renunciar a todo»32.
debe darse unas reglas y unos patrones de conducta, debe Pero ante esta falacia, ante esta amenaza, puede ser útil vol-
dejarse atravesar por la razón, por una lógica todo lo provisio- ver al texto de 1798 de Hegel con el que comenzábamos esta
nal que se quiera, pero una lógica al fin y al cabo, que oriente intervención, un texto que, en palabras de Haym, «con pala-
y guíe al sentimiento, a la indignación, a la rabia, sin por ello bras certeras define y condena la burocracia, que ha perdido
atenuarlas. por completo el sentido de los innatos derechos humanos»33.
Sólo una comunidad articulada y fuerte, compleja y cohe- Se trata, una vez más, de una cita del escrito «Que los magis-
sionada, que libremente y en el ámbito estatal se da sus propias trados sean elegidos por el pueblo», con la que me gustaría
leyes, puede recuperar una esfera de resistencia frente a la acti- concluir: «Si es que urge un cambio, algo tiene que cambiar.
vidad legislativa que actualmente, por decirlo con Hegel, se Afirmación tan seca se impone porque el miedo que se siente
impone con «la abstracta e irracional necesidad de un destino constreñido se diferencia del ánimo que se quiere, por cuanto
ciego»30. Ha llegado ahora el momento de leer, a luz de estas que los hombres impulsados por ese miedo, por más que sien-
palabras hegelianas, el discurso de Mariano Rajoy del pasado 11 tan y admitan la necesidad de un cambio, demuestran, en el
de julio en el Congreso de los Diputados: «no disponemos de momento en que ocurre la debilidad, querer conservar todo lo
más ley ni de más criterio que el que la necesidad nos impone. que poseen. Un pueblo, el pueblo alemán [en este caso, y la
Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer, tanto si diferencia es importante, diríamos: el pueblo español, V. R.],
nos gusta como si no»31. Frente a semejantes alegatos fatalistas, no debe ofrecer el triste espectáculo de una debilidad de esta
sólo con la construcción de una comunidad cohesionada en la clase. Luego de haberse convencido que es preciso el cambio
resistencia puede recuperarse para la universalidad, para la hay que hacer a un lado el temor de continuar con un examen
política, una autonomía frente a las injerencias de los intereses detallado. Al encontrar injusticias, aquellos que las sufren
económicos de unos individuos que, ocultos bajo el anonimato deben exigir su eliminación, y quien tiene una posesión injusta
de las transacciones financieras, especulan con la deuda pública la debe sacrificar voluntariamente»34.
y, con este arma en la mano, condicionan la actividad legisla-
tiva de los Gobiernos, o directamente los ocupan, generando la
sensación de que ninguna otra alternativa es posible. En la ya mencio-
nada comparecencia antes las Cortes del 11 de julio, el Presi-
dente del Gobierno, con el claro objetivo de atemorizar al
pueblo, pronunció esta frase terrible: «la única opción que la

30 G. W. F. Hegel, Principios de filosofía del derecho, p. 490. 32 Ibid., p. 33.


31 M. Rajoy, Comparecencia en relación con el Consejo Europeo del 28-29 de junio de 2012. 11 de 33 Citado en Hegel, Escritos de juventud, p. 247.
julio de 2011, Congreso de los Diputados. 34 Ibid., pp. 248-289.
ÍNDICE

Introducción 5
Felix Duque y Luciana Cadahia

I. DIaléctIca De la DIgnIDaD y la InDIgnacIón

Indignación, dignidad e indiferencia 11


Remo Bodei

Domine, (non) sum dignus. Dominio, dignidad


e indignación en los comienzos del siglo XXI 21
Jorge Pérez de Tudela

Indignación 33
Chantal Maillard

Signos de vida particular


en la era de la reproductibilidad técnica: economía,
políticas de la vida y desafíos al concepto de «dignidad» 57
Vittoria Borsò

Esta noche será diferente: primavera en Madrid 83


David Sánchez Usanos
II. utopía y operatIvIDaD De la InDIgnacIón

Otro modo de utopía o elogio de la movilización 99


Félix Duque

Del recorte indigno


en la época de la impotencia política 127
Fernando Castro

Hacia una nueva condición desempleada 165


Gonzalo Velasco

Otra forma de institucionalidad:


el vínculo especulativo entre derecho y violencia 193
Luciana Cadahia

III. lógIcas De la protesta socIal

El malestar de la democracia 217


Carlo Galli

Cambios en la estructura social


y nuevos ciclos de protestas 235
Enrique Alonso

Populismo Ilustrado 245


Ernesto Castro

Lógica de la indignación social 267


Valerio Rocco

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