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SEPTIMA Y ULTIMA PALABRA:

¡PADRE A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU!

"Era ya eso de medio día, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra
hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se
rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente dijo: <Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu>>.
Y dicho esto expiró:" (Lc 23, 46)

Aparentemente, es la hora de las tinieblas. Todo, se ha terminado, se


ve como el triunfo de los hombres, que se sienten satisfechos por su
proceder, "hemos quitado del medio al que nos estorbaba", ¿Cuantas
veces pasa en la actualidad, algo similar?, ¿A cuántos, sacerdotes,
diáconos, religiosos(as),pastores, y evangelizadores, y a personas del
común que de una forma u otra, procuran hacer el bien y anunciar el
reino de Dios, y se les impide e incluso se destruye?, y ya los causantes
de esto, creen que ya termino, todo, que ya paso a la historia esta vida,
si quizás la vida nuestra pase, pero las obras de Dios, no pasarán,
Cristo, cumplió y lo mataron por cumplir su plan el plan de Dios, ¿a
cuántos nos tocara la misma suerte?.

Bien, pero no es la hora, de las tinieblas, ni la derrota, todo lo contrario,


es la hora de Jesús se convierte en el camino de pascua. Él ha querido
ponerse decididamente en camino hacia Jerusalén, la ciudad de la
Paz.

Ahora, ha sido levantado en el Calvario, la paz irradia por todo el mundo:


Cristo muere en la cruz, y así, muestra su fidelidad total al Padre y al
cumplimiento de su misión. La comunión con el Padre se hace plena y
gloriosa.

Muere Jesús. Pero se manifiesta, con toda su fuerza, la gloria de


Dios. El dolor de la cruz es el momento del paso glorioso hacia el Padre.
Jesús queda constituido en el ÚNICO CAMINO, LA ÚNICA VERDAD,
LA ÚNICA VIDA. Hay que seguir sus huellas, sin ningún temor.

Muere Jesús. ¿No lo oís? La voz es potente, es el acopio de todas las


fuerzas que le quedan "PADRE A TUS MANOS ENCOMIENDO MI
ESPÍRITU". La confianza es absoluta. Se hace realidad el Padre
Nuestro: "Hágase tu voluntad". Cristo tiene una vida coherente desde el
inicio hasta el final. Es el surco de la vida de todo cristiano. No
busquemos sólo cómo está nuestra perfección, busquemos la voluntad
del Padre. Dediquemos a ello todas nuestras fuerzas y la consecuencia
que se seguirá será nuestra santificación.

Al oír las palabras de Jesús, a pesar de las tinieblas de la hora de nona,


vislumbramos ya la luz de la pascua. Será la respuesta del Padre a la
confianza del Hijo. Estamos, pues, en el misterio central de Cristo
muerto y vivo por nosotros. Es lo que se llama misterio pascual.

Cristo muerto y resucitado, está siempre intercediendo ante el Padre


por nosotros. Da gloria a Dios y la salvación a los hombres. El misterio
de la muerte y resurrección de Jesús está en el corazón de la Iglesia y
de la vida de cada fiel. Hemos muerto con Cristo y hemos resucitado
con Él. Todo ha empezado en el bautismo. Y nuestra vida es muerte al
pecado y vida de gracia.

Es por eso, que el viernes Santo tiene su lógica continuidad y cumbre


en la pascua. Celebramos, en la pascua la fiesta más grande y más
importante de todo el año. El crucificado está vivo y ya no muere
más. La última palabra del Señor ya anuncia, ya muestra el inicio del
aleluya que florecerá en la Iglesia, en la Vigilia Pascual.

Esta Vigilia es privilegiada. Porque es memoria de las proezas de Dios


y alegría inmensa. Porque es rememoración de la gran suerte de ser
bautizados y renovación de la gran suerte de ser bautizados y
renovación comprometida y valiente de las promesas del bautismo.
¡Valoremos la Pascua! ¡Celebrémosla participando en la Vigilia Pascual,
renovando las promesas del bautismo y comulgando con el cuerpo de
Cristo Resucitado!

Jesús pronuncia la hermosa palabra: Padre. En la cruz y en la Pascua,


los que tenemos la suerte de ser bautizados miembros de la Iglesia
católica, nos sentimos hijos de Dios. El corazón se nos ensancha. Todo
es prenda de una oración continuada que siempre saben atendida los
que tienen espíritu de hijos y no de esclavos.

Jesús muere. A su lado está María, las mujeres y los amigos.


Hoy estamos nosotros. Nosotros hacemos memoria viva de aquél justo
inocente condenado. Amorosa mente tocamos su cuerpo exangüe y,
a pesar de ello, notamos un calor que nos hace presentir que la vida
está mucho más cerca de lo que uno podría imaginar. El cuerpo de
Cristo, muerto y resucitado sólo es vida, nuestra vida, Y ante este,
expresamos nuestra confianza total en el Padre del cielo. Ante esto
hacemos el propósito de cambiar de vida, de esforzarnos por la gracia
y rechazar el pecado, de tirar adelante nuestros trabajos, y ser
testimonios del amor y la gloria de Cristo.

Que nuestra vida, como la de Cristo sea coherente por el cumplimiento


de la voluntad del Padre. Que la búsqueda de la voluntad de Dios sea
nuestra preocupación principal. Tengamos sentido de la pascua y
celebrémosla participando en la Vigilia Pascual- Demos gracias a Dios
por nuestro bautismo y renovémoslo con todo nuestro
corazón. Procuremos morir cada día al pecado y vivir la vida de la
gracia. Sintámonos hijos de Dios, que viven a la altura de su
vocación. Digámosle, con decisión y a pesar de los desfallecimientos,
la palabra que quiere oírnos decir: ¡Padre amadísimo! En el silencio más
profundo y con los ojos bien abiertos: Padre entrañable. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU, YA HE


CUMPLIDO CON TU ENCARGO, ME DESCANZO EN TUS MANOS Y
QUIERO ESPERAR ALLÍ A TODOS AQUELLOS QUE ME HAN
ESCUCHADO Y TE HAN ACEPTADO COMO NUESTRO PADRE Y
SALVADOR.

Padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y con él encomiendo a


todos aquellos hermanos míos, que han decidido cambiar de vida y se
entreguen a tu inmenso amor; Padre Tú eres, nuestro puerto final, y en
tus manos de Padre bueno, queremos ser aceptados y llenos de tu
inmenso amor. AMEN.

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