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Universidad de Chile

Departamento de Filosofía y Humanidades


Sofía P. León
Profesor: Alan Martin

Análisis crítico – Introducción a la Filosofía Moral (Capítulo II – El desafío del relativismo cultural)

En el siguiente análisis crítico abordaremos el texto "El desafío del relativismo cultural", segundo capítulo
del libro Introducción a la filosofía moral, escrito por el filósofo estadounidense James Rachels (1941-
2003), quien se especializa en ética. El objetivo de este trabajo es analizar sus propuestas a la luz de sus
consideraciones epistemológicas subyacentes. Cada afirmación filosófica está, en efecto, sustentada de
algún modo en una teoría epistemológica. El análisis de la moral no es la excepción, porque sus
postulados, en tanto son afirmaciones, pueden ser verdaderos o falsos, dependiendo de los criterios
usados. Estos criterios están en estrecha relación con una epistemología y su legalidad, y, a nuestro
entender, el asunto central del texto se decide en el ámbito epistemológico. ¿Por qué se afirma esto?
Porque el texto, en el cual se discute la adhesión o rechazo al relativismo cultural como una postura
verdadera acerca del fenómeno moral, se decide en el argumento principal que arguye la teoría
relativista, o sea, que la diferencia de códigos culturales implica la imposibilidad de una verdad en cuanto
a lo moral. Para el desarrollo de esta tesis, se partirá por sintetizar la información contenida en el texto,
para luego comentarla desde el punto de vista mencionado al inicio y finalizar con una breve conclusión

Primeramente, Rachels nos plantea el relativismo cultural y como este toma partido respecto al objeto de
su estudio, que sería la moral. Esta postura filosófica nos dice que “no existen verdades universales en
ética; sólo hay los diversos códigos culturales" (Rachels & Ortiz Millán, p.41). Es decir, niega la
posibilidad de conocer lo correcto universalmente, pues lo correcto depende de un código cultural, que no
es absoluto, sino particular. Rachels fundamenta esta tesis con varios ejemplos históricos usados por el
relativismo cultural para dar cuenta de que no existen consideraciones morales absolutas: los griegos, los
calacios (una tribu de la India), los esquimales, etc.

No obstante, la posición del relativismo no está exenta de objeciones. Rachels procede a mencionar tres
argumentos principales para contradecir esta posición. El primero de ellos es una objeción directa al
argumento mencionado en el párrafo anterior. Que existan diversos códigos culturales, no implica
necesariamente que no exista una verdad sobre lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo.
Efectivamente, que A piense que la tierra es esférica y B piense que es plana, no quiere decir que sea
imposible conocer la verdad sobre la esencia de la tierra, pues A y B pueden estar limitándose a creer
algo sobre una cosa, no a aprehender la esencia de la cosa misma. De esta manera, se muestra que la
conclusión no se sigue de las premisas. El segundo argumento consiste en afirmar que, pese a que
existen diferencias entre los códigos culturales, también existen elementos en común; respecto a este
punto, se mencionan, por ejemplo, diversos códigos que son necesarios para la formación de toda
sociedad, como la protección de los niños y jóvenes, el rechazo de la mentira: “hay algunas reglas
morales que todas las sociedades deben tener en común, porque esas reglas son necesarias para que la
sociedad exista” (Rachels & Ortiz Millan, p. 53). Finalmente el tercer argumento u objeción consiste en los
problemas que traería tomarse en serio la postura relativista, que impediría cualquier juicio moral sobre
culturas diferentes en tanto no hay criterio absoluto desde el cual partir y, por tanto, cualquier acción
punitiva contra personas provenientes de culturas diferentes que cometieran crímenes. Al respecto de
este punto, se mencionan las prácticas violadoras de derechos humanos en países africanos, como el
caso de Fauziya Kassindja.

Por último, Rachels, a pesar de su oposición al relativismo cultural, rescata su función escéptica para
evitar los dogmatismos que devengan en políticas opresivas. Esto nos ayuda a tener un criterio más
amplio en cuanto a lo moral. Efectivamente, Rachels “podemos llegar a entender que nuestros
sentimientos no son necesariamente percepciones de la verdad; pueden no ser sino el resultado del
condicionamiento cultural”. El relativismo nos prepara para la búsqueda de la verdad al alejarnos del
dogmatismo
Ahora, es preciso desarrollar brevemente el punto inicial, esto es, que el asunto central del texto tiene que
ver con un asunto epistemológico. ¿Por qué defendemos esta postura? Precisamente, porque toda la
discusión expresada en Rachels se remite a las categorías de esencia y verdad. Cuando Rachels objeta
que el relativismo cultural se contenta con exponer lo que las personas creen que una cosa es, afirma
que lo importante es aprehender su esencia, saber lo que la cosa es, ajeno a las creencias particulares
que oscurecen este asunto. Consideremos el siguiente fragmento como evidencia: “La premisa tiene que
ver con lo que la gente cree; en otras, cree otras diferentes. Sin embargo, la conclusión tiene que ver con
lo que realmente es.” (Rachels & Ortiz Millán, 2006, p. 44) Subyace en esta afirmación una posición
epistemológica que considera que, en la pauta de conocimiento sujeto-objeto, existe un objeto
independiente del sujeto, cuya esencia debe ser aprehendida por este a través de sus facultades,
cualquieras sean estas. Hay en Rachels, por ende, un realismo moral que afirma la existencia de una
verdad ajena al hombre mismo, es decir, que subsiste por sí misma y no es producida por el hombre.

Por otro lado, el relativismo, del mismo modo que el realismo de Rachels, también posee una teoría que
la sustenta, Efectivamente “el relativismo siempre tuvo sus defensores en la tradición filosófica occidental”
(Canto-Sperber, 2001). Por ejemplo, dentro de la larga tradición filosófica, podemos encontrar posturas
que, a partir de cierto escepticismo, son frecuentemente usadas para negar que exista lo moral
universalmente, es decir, como elemento transversal a toda cultura. John Locke, filósofo británico y uno
de los precursores del empirismo, considera, respecto a las ideas, lo siguiente: “¿De dónde saca todo ese
material de la razón y del conocimiento? A esto contesto con una sola palabra, de la experiencia: he allí el
fundamento de todo nuestro saber, y de allí es de donde en última instancia se deriva?” (Locke,
O'Gorman, Robles & Silva, 2000, p. 83).

Poner las posturas epistemológicas de relieve es de suma importancia considerando que solo la
epistemología, con su propia legalidad, nos permite dar criterios respecto al conocimiento y sus
problemas. El asunto moral en Rachels y el relativismo cultural, está atravesado por el problema de
determinar desde cuando podemos hablar de lo que es algo, y desde cuando podemos corroborar que
eso sea, efectivamente, verdadero. Mientras esto no se trate con la exigencia que requiere, hablar sobre
cualquier asunto puede resultar sumamente estéril, pues, en tanto unos parten del dogmatismo y sus
supuestos, otros parten del escepticismo y los suyos, manteniendo posturas irreconciliables entre sí. En
esto reside la importancia de referirse brevemente a este aspecto, pues solo él revela lo decisivo del
asunto.

Por supuesto, el tratamiento de este asunto exige de una investigación más profunda y rigurosa, que
examine detalladamente las diversas posturas sobre el fenómeno de lo moral, uno de los asuntos más
conflictivos y polémicos en la filosofía y su discusión. El texto escrito aquí se trata de una mera
aproximación, una tentativa que busca dejar abierta la consideración de estudiar, en un futuro, de modo
exhaustivo el problema del bien y el mal, recogiendo más material bibliográfico que precisaría de horas y
horas de estudio.

BIBLIOGRAFÍA:

- Rachels, J., & Ortiz Millán, G. Introducción a la filosofía moral.


- Canto-Sperber, M. (2001). Diccionario de ética y filosofía moral. México: Fondo de Cultura Económica.
- Locke, J., O'Gorman, E., Robles, J., & Silva, C. (2000). Ensayo sobre el entendimiento humano. México:
Fondo de Cultura Económica.

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