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Anamnesis Ambiental: Por una Memoria del Choapa.

Estudiantes:

Álvaro Aburto Guerrero

Álvaro Arroyo Segovia

Karen Bellsham Vásquez

Solange Jiménez Araya

Docentes:

Marcos Cortés Burotto

Jaime Montes Miranda

Devora Ortega Valenzuela

Edgardo Carabantes Olivares

Sábado 15 de septiembre 2018

Diplomado en Educación en Derechos Humanos


Aproximación a las dimensiones de los Derechos Humanos, sujetos de derechos y
garantías comprometidas.

Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas:


8º.- El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado
velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza.
La ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o
libertades para proteger el medio ambiente.

En el proceso formativo de nuestro Diplomado de Educación en Derechos Humanos,


debatimos de manera insistente sobre la conceptualización de los mismos, asumiendo la
existencia de tradiciones diversas y polares, así como de nociones y acercamientos
divergentes y concomitantes, anunciados por las y los participantes del curso.

Se propuso entonces que la noción de Derechos Humanos permitía al menos tres grillas de
lectura, o dicho de otro modo, que suponía en su formulación, al menos tres dimensiones:
una jurídica, una ético-normativa y finalmente, una utópica.

Siguiendo este debate -qué se reviviera incluso en la sesión del día 25 de agosto- podemos
afirmar que la primera dimensión se refiere a la fuentes vinculantes o declarativas, de
aquello que Nogueira Alcalá denominó corpus iuris internacional – americano en el caso de
Chile-, es decir, aquel conjunto de mandatos y prescripciones que finalmente descansan en
la interpretación auténtica de los órganos de control de cada sistema regional, en nuestro
caso, La Corte Interamericana de Derechos Humanos (2013, pág. 21).

Siguiendo a Carabantes, la dimensión ética de los derechos humanos adquiere dos sentidos.
Uno, el deber ser que orientan la conciencia de la alteridad, y el otro, significado por el
bregar de quienes empujan los limites, trabajadores de los derechos humanos, que movidos
por la conciencia del otro y la otra, van modificando los ámbitos de lo tolerable (2018, pág.
56).

Pero también los Derechos Humanos son la manifestación de unidades decisorias


soberanas, legitimadas por el respeto y garantía de un contenido mínimo de derechos,
construidos históricamente y que fijan un horizonte de realización. Estas unidades
decisorias que desean este horizonte, que anhelan su consumación, que carecen y por eso
andan, pueden ser diversas, y responden a la efectividad que le demos al sujeto
involucrado, de allí que serán entidades particulares, colectivos, o pueblos, pero también
sus construcciones políticas, Naciones y Estados. Es interesante notar que esta última
dimensión conecta la otras dos, y parece apremiarlas a manifestar un sentido más o menos
preciso. Esto es así, porque junto a lo que conocemos como normas positivas, existen otras
normas que inclusive pueden operar con cierta independencia de las primeras, fijando
estándares de realización para este derecho positivo, determinado su contenido y
representado un expreso imperativo de justicia. La búsqueda del contenido y sentido de las
normas, se torna entonces, una labor de suma importancia para quienes están en posición de
dirimir un conflicto (Dworkin, 1993, pág. 79).

Visto así, estamos frente a una dimensión, la utópica, fundada en la unión de subjetividades
transmitidas en una serie no interrumpida de relatos, trascendiendo sus casillas
cronológicas, para permanecer como identidad. En suma, las dimensiones en estudio nos
hablan de un relato, de una formulación, de un contenido, de una memoria deseante.

El texto legal que da inicio a este capítulo está extractado de la Constitución Política de la
República de Chile, y es, por tanto, la fuente vinculante primera del sistema de protección
del medio ambiente. Recordemos: La Constitución asegura a todas las personas El derecho
a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que
este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza.

Si este mandato figura en la Constitución, una aproximación primera, importa afirmar que
está allí pues se trata de una norma importante, y en segundo lugar, que expresa la
realización del mandato de un poder soberano mediatizado por un proceso constituyente, es
decir, corresponde al resultado de una manifestación política (Atria, 2013, pág. 38).
Entonces, si tomamos en serio la idea de Constitución, el mandato contenido en el artículo
19 N° 8 debería ser el resultado de un proceso. Este proceso es bastante identificable en
nuestro país: una comisión de individuos designados por los líderes de una dictadura cívica
militar, bajo el celo redactor de un solo hombre, el Sr. Guzmán.
Podemos impugnar esta manifestación política por sus méritos éticos, pero no podemos
objetar que es, precisamente, una manifestación política surgida de un consenso – con un
quórum limitado-y como tal, supone las tres dimensiones de los derechos humanos que
hemos expuesto, es decir, estamos ante un enunciado legal de fundamento, que es, por eso
mismo, un postulado político valorativo con fines determinados. La imposibilidad lógica de
distinguir entre regla y principio, no hace sino confirmar la idea de que ambas cuestiones
son ámbitos de una entidad común.

Asumidas las conexiones auspiciadas, el enunciado es mucho más que una formulación
positiva, es un relato y un anhelo y, en razón de su ubicación en lo que suele denominarse
Constitución, le otorga una entidad fundacional a las tres dimensiones referidas,
transformándose en una razón jurídica, en una orientación de la conducta basada en una
filosofía práctica, y en un telos.

Más adelante expondremos la existencia de una relación maniquea entre ser humano y
naturaleza, denunciada tempranamente por Marx, relación cosificada que termina privando
de valor al ser humano y al ecosistema biótico del que forma parte, y del que, en un sentido
ontológico, ES.

A contrapelo de esta crítica, es evidente que el enunciado de la Constitución manifiesta esta


relación divorciada, en que “el medio ambiente” es una cosa. Asumiéndose de este modo,
una postura restrictiva de no intervención respecto de una cosa habitable y/o explotable.

El enunciado del numeral 8° es bastante escueto. Podría argumentarse que es así, dado que
las constituciones se limitan a fijar bases dogmáticas e institucionales. Sin embargo, la
réplica se debilita si contrastamos la norma con la extensa regulación del numeral 24° del
artículo 19, relativo al derecho a la propiedad (privada), o si nos detenemos en una serie de
otras regulaciones contenidas en la Constitución de 1980, que se refieren más bien a
cuestiones reglamentarias, como bien lo explica Fernando Atria (2013, pág. 31). No queda
sino concluir que para el redactor de la norma, el enunciado expresa sus postulados y
horizontes. El “medio ambiente” es importante solo si en tanto cosa habitable nos afecta, y
en cuanto no suponga un compromiso para la valorización de la propiedad. Esta
consideración se traduce en una acción práctica, donde el ecosistema está desprovisto de
subjetividad.

La distinción constitucional comentada, constituye un postulado ontológico que no


responde a otras nociones normativas más especializadas, y que por nuestro diseño político
no gozan del pasaporte de realidad que se quisiera. A este respecto vale citar la definición
contenida en el Convenio Sobre la Diversidad Biológica1, promulgado en Chile mediante el
Decreto Supremo 1.963. La norma en su artículo 2°, dispone que se entenderá por
ecosistema: “un complejo dinámico de comunidades vegetales, animales y de
microorganismos y su medio no viviente que interactúan como una unidad funcional”. En
un sentido similar la Ley N°19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente expresa en su
artículo 2° que el medio ambiente corresponde “al sistema global constituido por elementos
naturales y artificiales de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus
interacciones, en permanente modificación por la acción humana o natural y que rige y
condiciona la existencia y desarrollo de la vida en sus múltiples manifestaciones”.

Estudiando el sistema de protección medio ambiental chileno, Fernández Bitterlich observa


que lo que expresa la norma constitucional, es que el medio puede ser contaminado si ello
no supone un riesgo para las personas. Sobre esto, señala el autor, fueron explícitos los
redactores de la Constitución. Es interesante notar que para Fernández, la norma solo busca
proteger la salud de las personas naturales y la propiedad de las personas jurídicas, en tanto
estas se vean amenazadas por agentes contaminantes (2013, pág. 87).

Entonces, como ejercicio de problematización, buscaremos mostrar que tras estas


afirmaciones se manifiesta la razón instrumental de toda la dimensión material del ser. Esta
razón priva de subjetividad a las entidades involucradas, y lo logra al construir una historia
carente de contenido anamnético. Privados de memoria, sujetas y sujetos se tornan cosas,
quedando desprovistos de una razón práctica que les funde y proyecte.

1
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) quedó listo para la firma el 5 de junio de 1992 en la Cumbre
de la Tierra celebrada en Río de Janeiro y entró en vigor el 29 de diciembre de 1993. Fuente:
http://www.un.org/es/events/biodiversityday/convention.shtml
Algunos antecedentes epistemológicos: Relación Sujeto – Objeto, Dualismo y Razón
Instrumental al servicio del progreso.

Para hablar de un reconocimiento mutuo entre la comunidad y las entidades que buscan
intervenir un espacio medioambiental determinado, debemos comprender ciertas categorías
epistemológicas que visualizan un evidente alejamiento entre el sujeto y objeto que viene a
justificar todo el aparataje industrial, violento que conlleva los mecanismos tradicionales de
extracción, modificación y deterioro de los espacios naturales. Con el auge de la
industrialización en pleno siglo XX chileno, la lógica de la razón instrumental llevó a un
uso exacerbado del medio natural a través de mecanismos que no sustentaban ni cuidaban
parte del entorno. En Chile, como ya veremos más adelante, han existido casos concretos
de desinformación, toma de decisiones arbitrarias, y en esta misma sintonía, protocolos que
no han garantizado un real aseguramiento de que los espacios utilizados no generaran un
daño en un mediano a largo plazo en cuanto a las condiciones naturales del suelo, y las
consecuencias para las personas que habitan lugares cercanos. Y es que la lógica de la
razón instrumental o utilitarista plantea una visión reduccionista de la naturaleza,
observando al entorno desde una posibilidad u oportunidad constante de intencionar, donde
aquello que se “posee” es lo que se manipula en consecuencia a la “intención” que se
propone realizar. Así lo plantea Horkheimer (1969) en su “Crítica de la razón
instrumental”:

“La finalidad central de la vida humana pasa a ser el crecimiento ilimitado de la


producción y las fuerzas productivas (técnicas). Todo esto se expresa en la ideología
del progreso. (...) "Al no existir ya límites a la progresión de nuestro conocimiento, no
existe tampoco a la progresión de nuestra potencia (y de nuestra riqueza) (…) para
explicarlo de otro modo, los límites allí donde se presentan tienen un valor negativo y
hay que rebasarlos"

En este mismo sentido, la idea de progreso lleva implícitamente la idea discursiva de


interacción lejana, carismática y – por qué no decirlo – también retórica, de “prometer” al
entorno, una serie de decisiones tomadas que incluye a la comunidad en una serie de
“transformaciones” que implican “mejoras” de corte social o económico que pretende en la
praxis, sostener hegemónicamente al grupo de personas involucrada dentro de los espacios
vitales que son de su interés. Esto Gramsci (1926) lo entiende como la búsqueda de persuasión
de los aparatos ideológicos sobre los grupos colectivos, buscando hipotéticamente que estos se
identifiquen con una visión del mundo determinado. De esta forma se logra la naturalización
de los elementos represivos, que se interpretan en la desinformación de parte del colectivo
respecto de una serie de situaciones que se invisibilizan en la línea del discurso y que tienden a
“disfrazar” la real intención de esta racionalidad maquiavélica y todo lo que conlleva. Una
clara demostración de lo anteriormente dicho se puede mostrar en el caso del proyecto
Dominga, el cual significa para la comunidad, una serie de medidas que los incluye, donde la
empleabilidad es una de las ofertas “más importantes” que se desprenden de las “mejoras” que
pueden significar en el discurso oficial.

La dualidad planteada por Kant, ha sumergido a pensadores liberales tales como Locke y
también al mítico Adam Smith, cimientan las bases de las lógicas poco “humanas” que llevan
los procesos de transformación e intervención. Ya lo dice Marx (1932) en sus Manuscritos
Económicos y Filosóficos:

“El único motivo que determina al poseedor de un capital a utilizarlo, de preferencia


en la agricultura, o en la manufactura o en un ramo específico del comercio al por
mayor o por menor es la consideración de su propio beneficio. Jamás se le viene a
las mientes calcular cuánto trabajo productivo pone en actividad cada uno de estos
modos de empleo (V) qué valor añadirá al producto anual de las tierras y del trabajo
de su país” (Smith, t. II, páginas 400—401).

De esta forma, el concepto de propiedad que trasciende como categoría originaria


del liberalismo, en clara consecuencia con el dualismo que aleja al objeto en
cuestión y en provecho directo del sujeto que bajo su racionalidad moderna, arrasa
solo en una visión solipcista del aprovechamiento de los recursos y medios para los
fines personales, en desmedro de la comunidad, que des – humaniza el mismo
proceso transformador e interviniente: “Para el capitalista, el empleo más útil del
capital es aquel que, con la misma seguridad, le rinde mayor ganancia. Este empleo
no es siempre el más útil para la sociedad; el más útil es aquel que se emplea para
sacar provecho de las fuerzas productivas de la naturaleza”. (Marx en Fajardo, 2001,
pp. 25)
Negar, para los efectos del siglo XXI la entidad de la naturaleza como un objeto que entra
en directa relación con su interventor, promueve ideales que - a nuestro parecer – están
descontextualizados y que deben asumir un replanteamiento ideológico, epistemológico y
sistémico de la visión propietario – propiedad. Desde una dimensión teórica, el Medio
Ambiente se manifiesta y se desarrolla en directa interacción con el sujeto cognoscente que
forma parte de ella y se incluye. Es ahí que entran en juego, dentro de los nuevos
planteamientos de la contingencia y a raíz de la necesidad de reformular los protocolos
medio ambientales, la mirada desde un paradigma que lejos de hacer una brecha entre
ambas categorías, las incluye, las visibiliza y las acepta en plena coexistencia y
reciprocidad que deja obsoleta al dualismo anteriormente planteado.

2. La necesidad de nuevos cimientos: El pensamiento Complejo, la mirada biocéntrica


y el principio ético de responsabilidad.

Para comenzar a plantear los nuevos cimientos ideológicos, tenemos que volver al
marxismo clásico. Karl Marx, plantea la necesidad de re – humanizar todos los procesos
culturales y de intervención que incluyen el valor de ese trabajo realizado por el sujeto
cognoscente.

Así, se entiende que la naturaleza, en cuanto al concepto de trabajo, como un proceso en


donde hay una relación existente entre ambos sujetos, definida por la retroalimentación que
se propende tanto desde el medio ambiente y viceversa, en cuanto a la calidad y la
búsqueda del trabajo que se debe relacionar, este proceso debe prescindir del rol
propietario:

“El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible.
Esta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que
produce. Pero así como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, en el sentido
de que el trabajo no puede vivir sin objetos sobre los que ejercerse, así, de otro lado,
ofrece también víveres en sentido estricto, es decir, medios para la subsistencia
del trabajador mismo. En consecuencia, cuanto más se apropia el trabajador el
mundo exterior, la naturaleza sensible, por medio de su trabajo, tanto más se priva
de víveres en este doble sentido (Marx en Fajardo, 2001, pp. 57)

La naturaleza entonces, se reconoce en cuanto el proceso humanizador y el valor dado de su


trabajo visibiliza a ella como el material existente y concreto en el que ella se realiza. A
esto podemos agregar, que este concepto de trabajo, se entiende que es todo quehacer
realizado por un sujeto o una entidad determinada (empresa, proyecto). Este concepto de
“valor” que se muestra dentro de sus planteamientos filosóficos no es más que el tiempo
invertido, como parte del desarrollo del proceso de transformación, en el que eso es un
agregado al precepto “económico” respecto de la retribución de la fuerza de trabajo:

“Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el trabajador se


relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. Partiendo de este
supuesto, es evidente que cuánto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto
más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto más pobres
son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí mismo es.” (Marx en
Fajardo, 2001, pp. 123)

La Naturaleza debe residir desde una perspectiva fenomenológica, como parte de la


manifestación propia acontecida. Debe existir en concordancia a la misma categoría de
sujeto, rompiendo con esta perspectiva de un dominante bajo un dominado. En términos
filosóficos, la naturaleza debe inmiscuirse directamente con el otro. Esta aceptación implica
que ella, al entrar en una actuación directa rompe con la visión antroprocéntrica que ha
llevado a cabo la continua y progresiva exterminación, mal utilización de los espacios
naturales. Se hace necesario desde esta visión, aceptar los valores intrínsecos que la
Naturaleza posee. Esto re – significa su existencia y además deja entrever concretamente
que es sujeto de derechos, como también el dejar de creer que el ambiente debe estar al
servicio del ser humano, pues como hemos visto, las posturas dualistas y positivistas la
conciben como un “conjunto de objetos o elementos que están al servicio de las personas”,
asignándole un valor económico que dista del proceso del trabajo de ella.

Así pues, el biocentrismo que es entendida como “aquella perspectiva que valora y da
énfasis a todas las formas de existencia en tanto humanas y no – humanas” ayuda a re-
plantear y nos sugiere un vuelco ideológico. Esta corriente que se desprende de las
categorías que fundamentan a la ecología, es una postura contemporánea que surge a partir
de 1970 y se hicieron conocidas a partir de los movimientos ambientalistas. Estas sugieren
que: “la vida en la Tierra tiene valores en sí misma (sinónimos: valor intrínseco, valor
inherente)», y que esos valores son «independientes de la utilidad del mundo no-humano
para los propósitos humanos” (Naess y Sessions, 1985 en Gudynas, 2001, pp. 50)

Así pues, esta mirada sustenta la necesidad inmediata de entender que las relaciones con el
entorno deben ser de valoración, cuidado y una racionalidad al servicio de las variadas
coexistencias, donde el sujeto o la comunidad debe propender a una toma de decisión
consciente de las consecuencias de aquella actividad económica, basada en una
sustentabilidad progresiva, para no repetir los casos que hemos de mencionar, como
Pelambres, u otros tantos que se han dado a nivel local y nacional. También el biocentrismo
no anula la realización en tanto intenciones del ser humano respecto del proceso productivo
y desarrollo de proyectos. Más bien agrega que hay una diversidad de valores que deben
tomarse en cuenta a la hora de llevar a cabo dichos cambios.

“Al reconocer que los seres vivos y su soporte ambiental tienen valores propios más
allá de la posible utilidad para los seres humanos, la Naturaleza se vuelve sujeto.
Las implicaciones de ese cambio son muy amplias, y van desde el reconocimiento
de la Naturaleza como sujeto de derecho en los marcos legales, a la generación de
nuevas obligaciones hacia ella (o por lo menos, nuevas fundamentaciones para los
deberes con el entorno).” (Gudynas, 2010, pp 51)

Lo anterior, supone un cambio paradigmático y sistémico que ya hemos dejado entrever. Al


respecto, Edgar Morín (1990) en su teoría del Pensamiento Complejo, plantea que hay una
aceptación coexistente, el cual supone una mirada que refleja directamente todos los
elementos complementarios y opuestos que residen en una relación de complementariedad
y de totalidad, entendiendo que son necesarias de forma recíproca y que dentro de esta
paradoja y mutualidad, se dan en una aceptación visible. ¿Qué significa esto? Pues bien,
que la producción del conocimiento y sus objetos de estudio también reflejan que los
fenómenos (lo manifestado en cuanto tal) se acepten con la naturalidad que implican. Desde
esta perspectiva epistemológica se entiende entonces que, Dominga no puede repensarse
desde el espacio netamente productivo, sino más bien debe considerar todas las variables
que en ella se dan. Entre ellas, explícitamente la relación Estado – Empresa- Comunidad –
Entorno. Sin esta armonización concreta no se podría determinar a ciencia cierta, las demás
instancias de decisión, pues las consecuencias de no entender a Dominga sin involucrar a la
Higuera, con su comunidad y ella en sí misma, entendida como espacio vital, con un
sentido de pertenencia y de identidad pueden tener las consecuencias ya conocidas en otras
instancias:

“Desafortunadamente, la visión mutilante y unidimensional se paga cruelmente en


los fenómenos humanos: la mutilación corta la carne, derrama la sangre, disemine el
sufrimiento. La incapacidad para concebir la complejidad de la realidad
antroposocial, en su micro-dimensión (el ser individual) y en su macrodimensión (el
conjunte planetario de la humanidad), ha conducido a infinitas tragedias y nos
condujo a la tragedia suprema. Se nos dijo que la política «debe» ser simplificante y
maniquea. Lo es ciertamente, en su versión manipulativa que utiliza a las pulsiones
ciegas. Pero la estrategia política requiere al conocimiento complejo, porque la
estrategia surge trabajando con y contra lo incierto, lo aleatorio, el juego múltiple de
las interacciones y las retroacciones.” (Morín, 1990, pp. 17)

Otro autor que nos sugiere tomar en cuenta todas las entidades involucradas, desde una
perspectiva ética, es Hans Jonas, quién describe una obligación intrínseca para con las
prácticas que debemos tener como sujetos cognoscentes y racionales bajo el rango que nos
otorgamos al decidir libremente respecto de esta otra entidad conocida.

Es llamada el “Principio de Responsabilidad” (1993) que se define como el deber de


“actuar de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de
una vida humana auténtica”. Este imperativo de responsabilidad trata de replicar el
tradicional imperativo kantiano: “Actúa de tal modo que el principio de tu acción se
transforme en una ley universal” Esto nacido bajo la premisa de evitar y prevenir la
destrucción del entorno bajo lo que ya habíamos mencionado anteriormente, respecto de
esta lógica de la razón instrumental, en cuanto a las consecuencias futuras.
Lo anterior es transversal a todo sujeto cognoscente, por lo tanto en esta visión se
comprende como un deber ser, donde no se debe trivializar la naturaleza, como hemos
enfatizado.

“Siempre y en todo lugar, el aparato tecnológico está presente y tiene un peso


decisivo. La técnica se convierte en la esencia del poder y pasa a ser la
manifestación natural de las verdades contenidas en la ciencia. Si la ciencia teórica
podía considerarse como pura e inocente, la tecnociencia, al ser intervencionista y
modificadora, no lo es. La praxis siempre debe ser objeto de una reflexión ética.”
(Jonas en Siqueira, 2001, pp. 281)

La pregunta es ¿qué nos quedará entonces?

Memoria Histórica como condición de futuro. Historia de la contaminación en el


Choapa. El caso de Pelambres.

El ser consciente significa para los seres humanos un aspecto clave y diferenciador de otras
especies del reino animal, ser conscientes permite conocer y reconocer los aspectos
cotidianos del vivir, permite decidir sobre aquello que deseamos modificar y sobre todo nos
permite construir desde lo que hoy nos significa una verdad.

Nuestras verdades nacen de las experiencias vividas y nuestras experiencias son espacios de
aprendizaje, entonces ser conscientes es un dádiva del universo y a su vez una
responsabilidad, ser conscientes nos obliga de forma moral y ética a asumir el desafío del
cambio para la construcción de mundos mejores, más humanos que permitan el desarrollo
de los hombres y mujeres. De esta forma comprendiendo la vida como un espacio del
tiempo que nos incita al actuar e intervenir nuestro espacio más próximo, surgen nuestras
discusiones sobre el vínculo con el espacio natural que nos alberga, y nuestro actuar con él.

La historia del hombre y la mujer siempre ha estado ligado a la reciprocidad con la tierra, el
uso de sus frutos y sus recursos es necesario para la subsistencia de los seres humanos, a su
vez, estos últimos desarrollan ceremonias y rituales de agradecimiento como nuestros
ancestros del Abya Yala quienes veían en la existencia una sacralidad intrínseca.
La enajenación de los seres humanos se evidencia con notoriedad a raíz del surgimiento de
la revolución industrial, este evento nos permite debatir sobre los notables aportes al
desarrollo de la vida de las personas pero también como la producción exacerbada nos aleja
un tanto de nuestra propia humanidad.

La Extracción de recursos naturales de la tierra por parte de la minería es el principal motor


económico del país, sin lugar a dudas el desarrollo económico es un aspecto clave y digno
de largos debates pensando en el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas. Pero esto es
solo una parte de este engranaje llamado Modelo de desarrollo económico, porque la
producción minera requiere por una parte de la intervención de los suelos, utiliza una gran
cantidad de recursos hídricos y deja a su vez una cantidad de desechos tóxicos que deben
contenerse en embalses de relaves.

Este es el caso del Proyecto Minera Los Pelambres perteneciente al grupo Antofagasta
Minerals S.A , ubicado desde el año 1996 en el Valle del Choapa, en sus comienzos el
proyecto contemplaba el desarrollo de Minería a cielo abierto con una distancia de 45 kms
de la ciudad de Salamanca, además para el funcionamiento integral de sus operaciones se
contempla la construcción del terminal marítimo Bahía de Conchalí, en la comuna de los
Vilos entre los años 1996-1997, la construcción y operación de tranque los Quillayes,
localidad de Cuncumen (1998-2000) y la construcción de tranques de relaves en quebrada
estero Manque Chillepín (2001-2002). (web.pelambres.cl, s.f.)

La Instalación de Minera los pelambres en el Valle del Choapa significó para sus habitantes
cambios en su cotidianidad, por una parte al modificar el histórico desarrollo agrícola y
turístico que se encontraba ejecutando en el territorio, y al potenciar el desarrollo minero
(reconocido por las comunidades desde tiempos prehispánicos) en este se promueve la idea
sobre los importantes aportes laborales que significa el levantamiento de la minería a mega-
escala en provincias de bajo desarrollo económico.

Si bien la legislación ambiental actual (Ley nº 19.300 Bases generales del Medio
Ambiente) no comprende el concepto de Zonas de sacrificio, éste se ha instaurado en el
imaginario colectivo, el cual es comprendido como los espacios sociales y naturales
entregados a la vorágine del sistema donde el crecimiento económico es una fuerte presión
sobre la vida misma.

Pero quien determina las Zonas de Sacrificio, desde nuestro análisis y sin desconocer las
responsabilidades políticas, asumimos que los sacrificados los determina el sistema
económico al primar aspectos mercantiles e instrumentales sobre la vida y la pertenencia de
las personas y planteamos la mercantilidad puesto que entendemos que es necesario
desplegar proyectos que permitan el crecimiento y/o el continuo desarrollo del país, pero
¿cuál es el costo de estos proyectos?, ¿cuál es el valor de la vida de los y las ciudadanos y
ciudadanas del Valle del Choapa?.

Para muestra un botón: la contaminación en Cuncumen.

A mediados del año 2002, producto de un temporal ocurrido en el mes de Junio, se


vivencian los primeros dos accidentes de Minera Los Pelambres en la Zona, por una parte
la rotura de 30 mts de tubería que significó el derrame de concentrado de cobre al río
Choapa y el rebalse de la piscina de almacenamiento del tranque Quillayes que alcanzó al
río Cuncumen, por ambos accidentes la Comisión regional de Medio Ambiente CORAMA
multo a la empresa con 300 UTM ($8.600.000 valor UTM Julio 2002), (cooperativa.cl,
2002). Este evento nos entrega las primeras luces de una responsabilidad empresarial
sesgada que no cumple con normas mínimas que garanticen la salud de los habitantes de la
comunidad, si bien la constitución en su artículo 19 inciso 8 determina “el derecho a vivir
en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que
este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza.” ¿Qué sucede con
los habitantes de Cuncumen que ven afectado su derecho?

Optimización operación actual a 114 td

Una parte importante de la historia del proyecto minero Pelambres en el Valle del Choapa
se desarrolla en el año 2001 cuando presenta ante el organismo competente la Solicitud
Estudio de Impacto Ambiental SEIA, denominado “Optimización operación actual a 114
td”. Dicha solicitud contemplaba la construcción de un nuevo tranque de relave, no
considerado en la génesis del proyecto, el cual estaría ubicado en la comunidad de
Caimanes en el Valle del Pupio, esta modificación al proyecto inicial, se presentaba con
suma urgencia, puesto que la planificación del proyecto tranque Quillayes contemplaba una
vida útil de 8 años y este había alcanzado su nivel máximo al segundo año de operatividad.
Ahora bien, según el proceso propuesto por la empresa de Antofagasta Minerals S.A
correspondía la implementación de los tranques en Chillepín, pero la comunidad se vio
altamente organizada y desarrolló acciones para impedir su concreción dejando como
propuesta a la empresa, la construcción del tranque pero en Caimanes, esto supondría uno
de los quiebres más grandes de las comunidades imposibilitando la organización a nivel de
Provincia.
Analizar esta situación es de suma importancia desde el siguiente aspecto. Por una parte
Cuando Hannah Arendt acuña el concepto de la banalidad del mal, en su libro “Eichmann
en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal” lo plantea desde el
cuestionamiento a la trivialidad de las personas en la ejecución de tareas que transgreden la
dignidad del otro lo clarifica en la siguiente cita:

"El problema con Eichmann fue precisamente que muchos fueron como él, y que la
mayoría no eran ni pervertidos ni sádicos, sino que eran y siguen siendo terrible y
terroríficamente normales. Desde el punto de vista de nuestras instituciones legales y
de nuestras normas morales a la hora de emitir un juicio, esta normalidad es mucho
más aterradora que todas las atrocidades juntas". (Arendt, 1963-1964)( p 402-403)

Si bien, en el caso del Valle del Choapa, no hablamos en los mismos términos sobre la
perversidad, es interesante realizar una contextualización a cómo un problema de carácter
ambiental, que presenta graves consecuencias para la vida y las tradiciones de las
comunidades, puede maniobrarse por parte de una empresa y utilizarse como herramienta
para la consecución de sus objetivos. Aplicaría entonces una banalidad del mal empresarial
donde prima el incremento del capital y la prolongación de los proyectos extractivos a su
máxima productividad.
El desafío de la memoria en el Valle del Choapa

La memoria de los pueblos representa en este caso, una dualidad frente al olvido, el que a
su vez es instrumental y utilitario al sistema social, generando personas sin sentido de
pertenencia. Construir y reconstruir la memoria se transforma en el ejercicio ético que nos
permite mantener la dignidad por sobre la enajenación del sistema económico. En tiempos
donde la mercantilización de la vida es vista como una opción válida, la memoria nos une y
se transforma en un escudo a la indiferencia y ancla a la humanidad.

La memoria, tal como menciona Benjamín, se encarga de contener la historia como


elemento conservador cumple un rol, para la compresión integral y hasta sensorial de los
sucesos. Considera que de esta forma, la memoria contribuye a la articulación del relato de
los oprimidos, puesto que a diferencia del recuerdo que es más bien historicista, ésta
contempla subjetividades.
Uno de los aportes importantes realizados por Walter Benjamín es su crítica al
Materialismo histórico y como este tiende a la compresión de la historia de una forma lineal
y materialista, desconociendo la memoria de sus protagonistas quienes han sido acallados
por no ser vencedores lo gráfica en su tesis nº IX de la siguiente forma:

“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que
parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están
desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el
aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se
nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona
incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse,
despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un
huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede
cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda,
mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que
nosotros llamamos progreso.” (Piedras)
El Valle del Choapa representa el cuadro de Klee, quien pueda conocer el desarrollo
histórico del conflicto del proyecto minero con la comunidad, podrá reconocer varias
similitudes al cuadro contemplado por Benjamín. La rotura del tejido social y el desgaste
del medio natural representan hoy un escenario desolador, todo ejecutado en nombre del
progreso, pero ¿qué rol cumple la memoria para la comunidad del Valle del Choapa post-
instalación de proyecto Minera los Pelambres? Nos aventuramos a mencionar que la
memoria en su capacidad de contener, alberga las emotividades respecto a la relación
humana con la tierra y la relación con el otro/otra reconocido como vecino y vecina,
quienes siempre contarán con la posibilidad de tomar la historia en sus manos y
transformarla hacía la reconstrucción y viabilización de alternativas sustentables.

Derecho al Medioambiente y Nuevo Modelo de Desarrollo.

El Derecho al Medioambiente libre de contaminación está intrinsecamente relacionado con


el modelo de desarrollo de una determinada sociedad. Según el mismísimo Karl Marx “El
trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Esta es la
materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que produce”. (Marx,
1932, P.36) Esto quiere decir que el modelo de producción de una sociedad tiene
consecuencias directas sobre los impactos de la actividad industrial sobre la naturaleza.

Si bien podemos decir que toda acción humana tiene impactos sobre los ecosistemas, estos
impactos se han visto profundizados en los últimos 300 años, en una escala no antes vista, a
partir de la Revolución Industrial y la instauración del modelo Capitalista de producción. A
pesar de ello, o quizás precisamente a causa de ello, con el arribo del Siglo 20 hemos
presenciado las primeras voces que exponen los efectos nocivos del modelo de desarrollo
sobre los ecosistemas y sobre la vida humana, poniéndose en cuestionamiento el modelo, y
por tanto a la postre, pensando alternativas al modelo de producción imperante.

Consideramos que la raíz del problema, es decir, lo que impide en última instancia el goce
del Derecho al Medioambiente libre de contaminación es el hecho que el actual modelo
económico global se fundamenta en una dicotomía entre el Ser Humano y la Naturaleza.
Parte de la premisa básica que la Naturaleza esta a total disposición del Humano o de que
los recursos son completamente ilimitados, de hecho, en la Conferencia de Bretton Woods,
hito fundamental en el Capitalismo de posguerra se buscaba crear “una economía mundial
en la que las personas de cada nación tendrán la oportunidad de (...) disfrutar cada vez más
de los frutos del progreso material en una tierra infinitamente bendecida con riquezas
naturales” (Daly/Farley, 2004 en Bermejo 2014, P. 15).

Es por ello que consideramos que para garantizar el Derecho al Medioambiente, debemos
primero buscar modelos de desarrollo que se basen en otros paradigmas. En este sentido,
pensamos que el Modelo de Desarrollo Sustentable, es el que mas se acerca a este
concepto.

Uno de los primeros antecedentes del concepto de Desarrollo Sustentable lo encontramos


en el Informe Bruntland. Este es un informe de 1987 encargado por la ONU en el que por
primera vez se usa el concepto de “Desarrollo Sostenible”, entendido en contraposición al
modelo económico dominante, y en general como un modelo que no ponga en entredicho
las posibilidades de las proximas generaciones. En palabras del propio Informe (1984) se
señala, “Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, o
sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
futuras generaciones para satisfacer las propias”(Naciones Unidas, Informe de la Comisión
Mundial para el Medioambiente y el Desarrollo, 1984, P.23).

Esta limitación a las posibilades de desarrollo de las futuras generaciones se plantea en el


entendido que el actual modelo de desarrollo y producción esta generando cambios
irreparables a los ecosistemas y por tanto urge la necesidad de un nuevo modelo. Así en
palabras de la Declaración del Milenio:

“no debemos escatimar esfuerzos para liberar a la humanidad, y sobre todo a nuestros hijos
y nietos, de la amenaza de vivir en un planeta irremediablemente deteriorado por las
actividades humanas y cuyos recursos no sean nunca más suficientes para sus
necesidades”.(Naciones Unidas, Declaración del Milenio, 2000, P. 6.)

Por tanto, el llamamiento a la búsqueda y necesidad de un nuevo Modelo de Desarrollo esta


plenamente justificado, y a ese respecto consideramos crucial, como se mencionó
anteriormente, que un nuevo modelo necesariamente involucra un nuevo paradigma, en
especial en lo que refiere a la relación Ser Humano y Medioambiente. En palabras de
Bermejo:

“A pesar de los avisos de la comunidad científica, la civilización industrial se muestra


incapaz de transformarse. Se puede aducir numerosas causas, pero la causa de fondo es su
paradigma: las visiones y creencias dominantes en la civilización industrial, que forman un
cuerpo de ideas y visiones interrelacionadas que determinan una visión del sentido de la
vida y de la relación de la especie humana con el resto de las especies.”(Bermejo, 2014,
P.12)

Según esta visión se “considera que la naturaleza es sólo un stock de recursos para ser
explotados para propósitos humanos” (Bermejo, 2014, P. 12), dejando entrever así la visión
del Medioambiente como “objeto” separado del Ser Humano y por tanto como algo ajeno y
distante a la humanidad.

Es por todo esto que un nuevo paradigma debiese basarse según Bermejo bajo la premisa
de que “…una relación armónica con la naturaleza pasa por el reconocimiento de la
jerarquía natural. La economía humana debe ser vista “como una parte del sistema Tierra,
como parte integrada en el conjunto, no como una entidad separada” (Bermejo, 2014, P.32)

Por tanto, pensamos urgente la conformación de un nuevo paradigma económico y de


producción basado en las premisas del Desarrollo Sustentable. Dicho modelo debiese estar
sostenido en primera instancia por un entendimiento horizontal de la relacion Ser Humano
– Naturaleza, pero a su vez también por impulsos que a su vez sean capaces de generar la
transformación. En palabras de Bermejo, “Por ello se busca identificar el impulso primario
capaz de lograr la transformación necesaria. Veremos que, al menos, se perciben tres tipos
de impulsos. Uno considera que éste debe venir de un cambio de ética, valores, cultura,
actitudes, etc. Otro es el instinto de supervivencia y el tercero es un salto cuántico en la
evolución de la consciencia.” (Bermejo, 2014, P. 51.)
Hacia una campaña del Derecho al Medioambiente

A partir de lo dicho anteriormente en el ensayo, llegamos a la conclusión grupal que el


elemento medular de las dimensiones tanto jurídica, de memoria y filosófica respecto del
ser humano y el medioambiente, tiene que ver con una visión de la naturaleza
instrumentalizada al servicio del ser Humano y una la otredad. Es por ello que
consideramos que nuestra propuesta de campaña, debiese ser capaz de apuntar a generar en
el espectador una crítica y un cuestionamiento personal hacia la forma de ver el medio
natural, como también, la forma en que socialmente nos relacionamos con el
medioambiente.

Memoria y subjetividad traspasan nuestro estudio, exhibiendo una aparente polaridad entre
los agentes de un medio complejo e interconectado, el ecosistema. A través del tratamiento
de un relato preciso, la historia reciente del Choapa, buscaremos exhibir como nuestra
experiencia con los otros y lo otro, van definiendo nuestras identidades, nuestra ética y
nuestro futuro como especie.
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