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Se propuso entonces que la noción de Derechos Humanos permitía al menos tres grillas de
lectura, o dicho de otro modo, que suponía en su formulación, al menos tres dimensiones:
una jurídica, una ético-normativa y finalmente, una utópica.
Siguiendo este debate -qué se reviviera incluso en la sesión del día 25 de agosto- podemos
afirmar que la primera dimensión se refiere a la fuentes vinculantes o declarativas, de
aquello que Nogueira Alcalá denominó corpus iuris internacional – americano en el caso de
Chile-, es decir, aquel conjunto de mandatos y prescripciones que finalmente descansan en
la interpretación auténtica de los órganos de control de cada sistema regional, en nuestro
caso, La Corte Interamericana de Derechos Humanos (2013, pág. 21).
Siguiendo a Carabantes, la dimensión ética de los derechos humanos adquiere dos sentidos.
Uno, el deber ser que orientan la conciencia de la alteridad, y el otro, significado por el
bregar de quienes empujan los limites, trabajadores de los derechos humanos, que movidos
por la conciencia del otro y la otra, van modificando los ámbitos de lo tolerable (2018, pág.
56).
Visto así, estamos frente a una dimensión, la utópica, fundada en la unión de subjetividades
transmitidas en una serie no interrumpida de relatos, trascendiendo sus casillas
cronológicas, para permanecer como identidad. En suma, las dimensiones en estudio nos
hablan de un relato, de una formulación, de un contenido, de una memoria deseante.
El texto legal que da inicio a este capítulo está extractado de la Constitución Política de la
República de Chile, y es, por tanto, la fuente vinculante primera del sistema de protección
del medio ambiente. Recordemos: La Constitución asegura a todas las personas El derecho
a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que
este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza.
Si este mandato figura en la Constitución, una aproximación primera, importa afirmar que
está allí pues se trata de una norma importante, y en segundo lugar, que expresa la
realización del mandato de un poder soberano mediatizado por un proceso constituyente, es
decir, corresponde al resultado de una manifestación política (Atria, 2013, pág. 38).
Entonces, si tomamos en serio la idea de Constitución, el mandato contenido en el artículo
19 N° 8 debería ser el resultado de un proceso. Este proceso es bastante identificable en
nuestro país: una comisión de individuos designados por los líderes de una dictadura cívica
militar, bajo el celo redactor de un solo hombre, el Sr. Guzmán.
Podemos impugnar esta manifestación política por sus méritos éticos, pero no podemos
objetar que es, precisamente, una manifestación política surgida de un consenso – con un
quórum limitado-y como tal, supone las tres dimensiones de los derechos humanos que
hemos expuesto, es decir, estamos ante un enunciado legal de fundamento, que es, por eso
mismo, un postulado político valorativo con fines determinados. La imposibilidad lógica de
distinguir entre regla y principio, no hace sino confirmar la idea de que ambas cuestiones
son ámbitos de una entidad común.
Asumidas las conexiones auspiciadas, el enunciado es mucho más que una formulación
positiva, es un relato y un anhelo y, en razón de su ubicación en lo que suele denominarse
Constitución, le otorga una entidad fundacional a las tres dimensiones referidas,
transformándose en una razón jurídica, en una orientación de la conducta basada en una
filosofía práctica, y en un telos.
Más adelante expondremos la existencia de una relación maniquea entre ser humano y
naturaleza, denunciada tempranamente por Marx, relación cosificada que termina privando
de valor al ser humano y al ecosistema biótico del que forma parte, y del que, en un sentido
ontológico, ES.
El enunciado del numeral 8° es bastante escueto. Podría argumentarse que es así, dado que
las constituciones se limitan a fijar bases dogmáticas e institucionales. Sin embargo, la
réplica se debilita si contrastamos la norma con la extensa regulación del numeral 24° del
artículo 19, relativo al derecho a la propiedad (privada), o si nos detenemos en una serie de
otras regulaciones contenidas en la Constitución de 1980, que se refieren más bien a
cuestiones reglamentarias, como bien lo explica Fernando Atria (2013, pág. 31). No queda
sino concluir que para el redactor de la norma, el enunciado expresa sus postulados y
horizontes. El “medio ambiente” es importante solo si en tanto cosa habitable nos afecta, y
en cuanto no suponga un compromiso para la valorización de la propiedad. Esta
consideración se traduce en una acción práctica, donde el ecosistema está desprovisto de
subjetividad.
1
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) quedó listo para la firma el 5 de junio de 1992 en la Cumbre
de la Tierra celebrada en Río de Janeiro y entró en vigor el 29 de diciembre de 1993. Fuente:
http://www.un.org/es/events/biodiversityday/convention.shtml
Algunos antecedentes epistemológicos: Relación Sujeto – Objeto, Dualismo y Razón
Instrumental al servicio del progreso.
Para hablar de un reconocimiento mutuo entre la comunidad y las entidades que buscan
intervenir un espacio medioambiental determinado, debemos comprender ciertas categorías
epistemológicas que visualizan un evidente alejamiento entre el sujeto y objeto que viene a
justificar todo el aparataje industrial, violento que conlleva los mecanismos tradicionales de
extracción, modificación y deterioro de los espacios naturales. Con el auge de la
industrialización en pleno siglo XX chileno, la lógica de la razón instrumental llevó a un
uso exacerbado del medio natural a través de mecanismos que no sustentaban ni cuidaban
parte del entorno. En Chile, como ya veremos más adelante, han existido casos concretos
de desinformación, toma de decisiones arbitrarias, y en esta misma sintonía, protocolos que
no han garantizado un real aseguramiento de que los espacios utilizados no generaran un
daño en un mediano a largo plazo en cuanto a las condiciones naturales del suelo, y las
consecuencias para las personas que habitan lugares cercanos. Y es que la lógica de la
razón instrumental o utilitarista plantea una visión reduccionista de la naturaleza,
observando al entorno desde una posibilidad u oportunidad constante de intencionar, donde
aquello que se “posee” es lo que se manipula en consecuencia a la “intención” que se
propone realizar. Así lo plantea Horkheimer (1969) en su “Crítica de la razón
instrumental”:
La dualidad planteada por Kant, ha sumergido a pensadores liberales tales como Locke y
también al mítico Adam Smith, cimientan las bases de las lógicas poco “humanas” que llevan
los procesos de transformación e intervención. Ya lo dice Marx (1932) en sus Manuscritos
Económicos y Filosóficos:
Para comenzar a plantear los nuevos cimientos ideológicos, tenemos que volver al
marxismo clásico. Karl Marx, plantea la necesidad de re – humanizar todos los procesos
culturales y de intervención que incluyen el valor de ese trabajo realizado por el sujeto
cognoscente.
“El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible.
Esta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que
produce. Pero así como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, en el sentido
de que el trabajo no puede vivir sin objetos sobre los que ejercerse, así, de otro lado,
ofrece también víveres en sentido estricto, es decir, medios para la subsistencia
del trabajador mismo. En consecuencia, cuanto más se apropia el trabajador el
mundo exterior, la naturaleza sensible, por medio de su trabajo, tanto más se priva
de víveres en este doble sentido (Marx en Fajardo, 2001, pp. 57)
Así pues, el biocentrismo que es entendida como “aquella perspectiva que valora y da
énfasis a todas las formas de existencia en tanto humanas y no – humanas” ayuda a re-
plantear y nos sugiere un vuelco ideológico. Esta corriente que se desprende de las
categorías que fundamentan a la ecología, es una postura contemporánea que surge a partir
de 1970 y se hicieron conocidas a partir de los movimientos ambientalistas. Estas sugieren
que: “la vida en la Tierra tiene valores en sí misma (sinónimos: valor intrínseco, valor
inherente)», y que esos valores son «independientes de la utilidad del mundo no-humano
para los propósitos humanos” (Naess y Sessions, 1985 en Gudynas, 2001, pp. 50)
Así pues, esta mirada sustenta la necesidad inmediata de entender que las relaciones con el
entorno deben ser de valoración, cuidado y una racionalidad al servicio de las variadas
coexistencias, donde el sujeto o la comunidad debe propender a una toma de decisión
consciente de las consecuencias de aquella actividad económica, basada en una
sustentabilidad progresiva, para no repetir los casos que hemos de mencionar, como
Pelambres, u otros tantos que se han dado a nivel local y nacional. También el biocentrismo
no anula la realización en tanto intenciones del ser humano respecto del proceso productivo
y desarrollo de proyectos. Más bien agrega que hay una diversidad de valores que deben
tomarse en cuenta a la hora de llevar a cabo dichos cambios.
“Al reconocer que los seres vivos y su soporte ambiental tienen valores propios más
allá de la posible utilidad para los seres humanos, la Naturaleza se vuelve sujeto.
Las implicaciones de ese cambio son muy amplias, y van desde el reconocimiento
de la Naturaleza como sujeto de derecho en los marcos legales, a la generación de
nuevas obligaciones hacia ella (o por lo menos, nuevas fundamentaciones para los
deberes con el entorno).” (Gudynas, 2010, pp 51)
Otro autor que nos sugiere tomar en cuenta todas las entidades involucradas, desde una
perspectiva ética, es Hans Jonas, quién describe una obligación intrínseca para con las
prácticas que debemos tener como sujetos cognoscentes y racionales bajo el rango que nos
otorgamos al decidir libremente respecto de esta otra entidad conocida.
El ser consciente significa para los seres humanos un aspecto clave y diferenciador de otras
especies del reino animal, ser conscientes permite conocer y reconocer los aspectos
cotidianos del vivir, permite decidir sobre aquello que deseamos modificar y sobre todo nos
permite construir desde lo que hoy nos significa una verdad.
Nuestras verdades nacen de las experiencias vividas y nuestras experiencias son espacios de
aprendizaje, entonces ser conscientes es un dádiva del universo y a su vez una
responsabilidad, ser conscientes nos obliga de forma moral y ética a asumir el desafío del
cambio para la construcción de mundos mejores, más humanos que permitan el desarrollo
de los hombres y mujeres. De esta forma comprendiendo la vida como un espacio del
tiempo que nos incita al actuar e intervenir nuestro espacio más próximo, surgen nuestras
discusiones sobre el vínculo con el espacio natural que nos alberga, y nuestro actuar con él.
La historia del hombre y la mujer siempre ha estado ligado a la reciprocidad con la tierra, el
uso de sus frutos y sus recursos es necesario para la subsistencia de los seres humanos, a su
vez, estos últimos desarrollan ceremonias y rituales de agradecimiento como nuestros
ancestros del Abya Yala quienes veían en la existencia una sacralidad intrínseca.
La enajenación de los seres humanos se evidencia con notoriedad a raíz del surgimiento de
la revolución industrial, este evento nos permite debatir sobre los notables aportes al
desarrollo de la vida de las personas pero también como la producción exacerbada nos aleja
un tanto de nuestra propia humanidad.
Este es el caso del Proyecto Minera Los Pelambres perteneciente al grupo Antofagasta
Minerals S.A , ubicado desde el año 1996 en el Valle del Choapa, en sus comienzos el
proyecto contemplaba el desarrollo de Minería a cielo abierto con una distancia de 45 kms
de la ciudad de Salamanca, además para el funcionamiento integral de sus operaciones se
contempla la construcción del terminal marítimo Bahía de Conchalí, en la comuna de los
Vilos entre los años 1996-1997, la construcción y operación de tranque los Quillayes,
localidad de Cuncumen (1998-2000) y la construcción de tranques de relaves en quebrada
estero Manque Chillepín (2001-2002). (web.pelambres.cl, s.f.)
La Instalación de Minera los pelambres en el Valle del Choapa significó para sus habitantes
cambios en su cotidianidad, por una parte al modificar el histórico desarrollo agrícola y
turístico que se encontraba ejecutando en el territorio, y al potenciar el desarrollo minero
(reconocido por las comunidades desde tiempos prehispánicos) en este se promueve la idea
sobre los importantes aportes laborales que significa el levantamiento de la minería a mega-
escala en provincias de bajo desarrollo económico.
Si bien la legislación ambiental actual (Ley nº 19.300 Bases generales del Medio
Ambiente) no comprende el concepto de Zonas de sacrificio, éste se ha instaurado en el
imaginario colectivo, el cual es comprendido como los espacios sociales y naturales
entregados a la vorágine del sistema donde el crecimiento económico es una fuerte presión
sobre la vida misma.
Pero quien determina las Zonas de Sacrificio, desde nuestro análisis y sin desconocer las
responsabilidades políticas, asumimos que los sacrificados los determina el sistema
económico al primar aspectos mercantiles e instrumentales sobre la vida y la pertenencia de
las personas y planteamos la mercantilidad puesto que entendemos que es necesario
desplegar proyectos que permitan el crecimiento y/o el continuo desarrollo del país, pero
¿cuál es el costo de estos proyectos?, ¿cuál es el valor de la vida de los y las ciudadanos y
ciudadanas del Valle del Choapa?.
Una parte importante de la historia del proyecto minero Pelambres en el Valle del Choapa
se desarrolla en el año 2001 cuando presenta ante el organismo competente la Solicitud
Estudio de Impacto Ambiental SEIA, denominado “Optimización operación actual a 114
td”. Dicha solicitud contemplaba la construcción de un nuevo tranque de relave, no
considerado en la génesis del proyecto, el cual estaría ubicado en la comunidad de
Caimanes en el Valle del Pupio, esta modificación al proyecto inicial, se presentaba con
suma urgencia, puesto que la planificación del proyecto tranque Quillayes contemplaba una
vida útil de 8 años y este había alcanzado su nivel máximo al segundo año de operatividad.
Ahora bien, según el proceso propuesto por la empresa de Antofagasta Minerals S.A
correspondía la implementación de los tranques en Chillepín, pero la comunidad se vio
altamente organizada y desarrolló acciones para impedir su concreción dejando como
propuesta a la empresa, la construcción del tranque pero en Caimanes, esto supondría uno
de los quiebres más grandes de las comunidades imposibilitando la organización a nivel de
Provincia.
Analizar esta situación es de suma importancia desde el siguiente aspecto. Por una parte
Cuando Hannah Arendt acuña el concepto de la banalidad del mal, en su libro “Eichmann
en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal” lo plantea desde el
cuestionamiento a la trivialidad de las personas en la ejecución de tareas que transgreden la
dignidad del otro lo clarifica en la siguiente cita:
"El problema con Eichmann fue precisamente que muchos fueron como él, y que la
mayoría no eran ni pervertidos ni sádicos, sino que eran y siguen siendo terrible y
terroríficamente normales. Desde el punto de vista de nuestras instituciones legales y
de nuestras normas morales a la hora de emitir un juicio, esta normalidad es mucho
más aterradora que todas las atrocidades juntas". (Arendt, 1963-1964)( p 402-403)
Si bien, en el caso del Valle del Choapa, no hablamos en los mismos términos sobre la
perversidad, es interesante realizar una contextualización a cómo un problema de carácter
ambiental, que presenta graves consecuencias para la vida y las tradiciones de las
comunidades, puede maniobrarse por parte de una empresa y utilizarse como herramienta
para la consecución de sus objetivos. Aplicaría entonces una banalidad del mal empresarial
donde prima el incremento del capital y la prolongación de los proyectos extractivos a su
máxima productividad.
El desafío de la memoria en el Valle del Choapa
La memoria de los pueblos representa en este caso, una dualidad frente al olvido, el que a
su vez es instrumental y utilitario al sistema social, generando personas sin sentido de
pertenencia. Construir y reconstruir la memoria se transforma en el ejercicio ético que nos
permite mantener la dignidad por sobre la enajenación del sistema económico. En tiempos
donde la mercantilización de la vida es vista como una opción válida, la memoria nos une y
se transforma en un escudo a la indiferencia y ancla a la humanidad.
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que
parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están
desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el
aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se
nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona
incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse,
despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un
huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede
cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda,
mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que
nosotros llamamos progreso.” (Piedras)
El Valle del Choapa representa el cuadro de Klee, quien pueda conocer el desarrollo
histórico del conflicto del proyecto minero con la comunidad, podrá reconocer varias
similitudes al cuadro contemplado por Benjamín. La rotura del tejido social y el desgaste
del medio natural representan hoy un escenario desolador, todo ejecutado en nombre del
progreso, pero ¿qué rol cumple la memoria para la comunidad del Valle del Choapa post-
instalación de proyecto Minera los Pelambres? Nos aventuramos a mencionar que la
memoria en su capacidad de contener, alberga las emotividades respecto a la relación
humana con la tierra y la relación con el otro/otra reconocido como vecino y vecina,
quienes siempre contarán con la posibilidad de tomar la historia en sus manos y
transformarla hacía la reconstrucción y viabilización de alternativas sustentables.
Si bien podemos decir que toda acción humana tiene impactos sobre los ecosistemas, estos
impactos se han visto profundizados en los últimos 300 años, en una escala no antes vista, a
partir de la Revolución Industrial y la instauración del modelo Capitalista de producción. A
pesar de ello, o quizás precisamente a causa de ello, con el arribo del Siglo 20 hemos
presenciado las primeras voces que exponen los efectos nocivos del modelo de desarrollo
sobre los ecosistemas y sobre la vida humana, poniéndose en cuestionamiento el modelo, y
por tanto a la postre, pensando alternativas al modelo de producción imperante.
Consideramos que la raíz del problema, es decir, lo que impide en última instancia el goce
del Derecho al Medioambiente libre de contaminación es el hecho que el actual modelo
económico global se fundamenta en una dicotomía entre el Ser Humano y la Naturaleza.
Parte de la premisa básica que la Naturaleza esta a total disposición del Humano o de que
los recursos son completamente ilimitados, de hecho, en la Conferencia de Bretton Woods,
hito fundamental en el Capitalismo de posguerra se buscaba crear “una economía mundial
en la que las personas de cada nación tendrán la oportunidad de (...) disfrutar cada vez más
de los frutos del progreso material en una tierra infinitamente bendecida con riquezas
naturales” (Daly/Farley, 2004 en Bermejo 2014, P. 15).
Es por ello que consideramos que para garantizar el Derecho al Medioambiente, debemos
primero buscar modelos de desarrollo que se basen en otros paradigmas. En este sentido,
pensamos que el Modelo de Desarrollo Sustentable, es el que mas se acerca a este
concepto.
“no debemos escatimar esfuerzos para liberar a la humanidad, y sobre todo a nuestros hijos
y nietos, de la amenaza de vivir en un planeta irremediablemente deteriorado por las
actividades humanas y cuyos recursos no sean nunca más suficientes para sus
necesidades”.(Naciones Unidas, Declaración del Milenio, 2000, P. 6.)
Según esta visión se “considera que la naturaleza es sólo un stock de recursos para ser
explotados para propósitos humanos” (Bermejo, 2014, P. 12), dejando entrever así la visión
del Medioambiente como “objeto” separado del Ser Humano y por tanto como algo ajeno y
distante a la humanidad.
Es por todo esto que un nuevo paradigma debiese basarse según Bermejo bajo la premisa
de que “…una relación armónica con la naturaleza pasa por el reconocimiento de la
jerarquía natural. La economía humana debe ser vista “como una parte del sistema Tierra,
como parte integrada en el conjunto, no como una entidad separada” (Bermejo, 2014, P.32)
Memoria y subjetividad traspasan nuestro estudio, exhibiendo una aparente polaridad entre
los agentes de un medio complejo e interconectado, el ecosistema. A través del tratamiento
de un relato preciso, la historia reciente del Choapa, buscaremos exhibir como nuestra
experiencia con los otros y lo otro, van definiendo nuestras identidades, nuestra ética y
nuestro futuro como especie.
REFERENCIAS
Bermejo R,. (2014) Del Desarrollo Sostenible según Brundtland a la Sostenibilidad como
Biomimesis, Bilbao, recuperado en:
https://www.upv.es/contenidos/camuniso/info/u0686956.pdf (última visita 14-09-
18)
Dworkin, R., (1993) La labor de los jueces y los Derechos Fundamentales. Santiago,
Corporación Nacional de Verdad y Reconciliación.
Naciones Unidas, (2000) Declaración del Milenio, Nueva York, recuperado en:
http://www.un.org/spanish/milenio/ares552.pdf año 2000 (última visita 14-09-18)
Sin autor (2002). Coquimbo: Corema sancionó a minera Los Pelambres por contaminación
de ríos. Radio Cooperativa Online. Recuperado en:
https://www.cooperativa.cl/noticias/economia/materias-primas/cobre/coquimbo-
corema-sanciono-a-minera-los-pelambres-por-contaminacion-de/2002-07-
24/165200.html (última revisión: 14-09-18)