Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
La vida se muestra como un significante asociado al cuerpo y desde aquí se erige una
relación con los modos clásicos de la estructura discursiva de los conservadores: la vida
queda re-unida a la familia, a la heterosexualidad y a la “normalidad” de la tradición
mediante esa disposición discursiva y se reinventa la maquinaria de acción y de discursos.
Es aquí donde se puede empezar a reflexionar sobre el biopoder.
su centro radica en la vida. Muestra la relación desde este nodo con los saberes medico-
científicos, familiares-educacionales, religiosos-políticos, etcétera. Asimismo, descubre
formas de regulación de los cuerpos, sistemas de control que se reinventan a razón de los
nuevos patrones políticos y de la exterioridad normativa. Los conservadores trabajan en la
construcción de un biopoder (a partir de una biopolítica), un sistema para ejercer el control
del otro, suspender su autonomía y la capacidad de decidir sobre sí.
Sin embargo, la vida puesta en discusión no es solamente la vida biológica, sino algo más
complejo. Una mezcla entre juicios morales y la asunción de una posición radical de la
ciencia. Es el significante matriz de la religión: la vida dada por Dios, la divinidad de la vida,
la no pertenencia al hombre de su propia vida. Pero es también una vida con significado en
el campo científico: la vida como núcleo de la acción de la ciencia, de la biología, de la
medicina. Dicha vida es defendida a su vez por la política y por el Estado, que debe
respetar y proteger los Derechos Humanos. Ciencia-Iglesia-Estado forman así un triedro
que sostiene y es sostenido por la vida a la que se refieren los conservadores.
Lo que encontramos, en ese sentido, es una movilización del significante público: si antes
era el de la Tradición, ahora es la vida. Sin embargo, esto no quiere decir que se haya
descartado el significante clásico de la Tradición (familia-Iglesia), sino que se ha modificado
la estructura del discurso: la Tradición se ha desplazado en el discurso exterior de los
conservadores para dar paso a la vida y su defensa como eje comunicador mediático
Lo que les permite a los conservadores relacionar el término con múltiples nexos es el
hecho de que la vida implica una referencia desde los imaginarios sociales a la naturalidad
natural, pre-dada.
de un lado, la vida implica una naturalidad biológica y, por ende, se corresponde con el
discurso que fundamenta la medicina y las ciencias.
Al mismo tiempo, para los conservadores la vida depende de Dios. La Iglesia dispone
entonces de un discurso de soporte, porque no solo se trata de una forma biológica, sino
sustancialmente de una disposición teológica, divina.
Las mujeres, por ejemplo, al no usar métodos anticonceptivos se ven a la merced del
mandato reproductivo. Al mismo tiempo, no les da a sí mismas el control sobre su propio
cuerpo, sino que este dependerá de la biología, de la “naturaleza” y de la “divinidad” que
demarca la reproducción
Este interés por controlar y ordenar los cuerpos de los sujetos ha dirigido gran parte de sus
fuerzas a regular el cuerpo de las mujeres, capaz de la reproducción. Se le ha considerado
como un ser dirigido sustancialmente a la reproducción. Su rol, adscrito de ese modo a su
cuerpo, queda estancado y configura un encierro del cuerpo por sí mismo. Está condenado
a servir como espacio para la reproducción de la dominación, de su propia dominación
ideológica, (lo mismo sucede con el cuerpo masculino, adscrito a los roles clásicos, con la
diferencia de que se trata de roles de poder y autoridad social y política).
Una vida biologizada-naturalizada-sacralizada a tal punto que se vuelve la carga del sujeto
que decide. Una vida que es-sí-misma, que se instala en el cuerpo de alguien y que e
se alguien lleva por mandato. Debe además ser vigilado y cuidado, al extremo del control
radical que recuerda la figura del campo
Ese homo sacer es el sujeto en el que se establece la vida naturalizada, una vida sobre la
que no hay decisión, sino solo mandato. Al mismo tiempo, se convierte en un cuerpo que
no es fundamental, sino solo útil para el cuidado del alma (de lo sagrado), es decir, se
transforma en un cuerpo receptor en donde el sujeto no puede decidir, porque la vida lo
excede, no le pertenece.
Hemos visto esta situación en los casos indicados: la vida es tan sagrada y tan importante
que no se puede usar métodos anticonceptivos. La vida es tan sagrada, es tan natural por sí
misma, que “aquello que no la reproduzca es una aberración”.
las técnicas de este nuevo tiempo buscan controlar los modos de la producción de la vida
(una de las formas es la de los conservadores, pero no la única). Este es el biopoder, un
poder que tiene una dirección ambigua y particular, y que al mismo tiempo que se integra
en las formas políticas de las democracias de los Estados Modernos, articula las tecnologías
del control clásico. A este biopoder le corresponden las biopolíticas, las formas
institucionales, sus sistemas de control formal, sus aparatos de regulación prácticos.
El cuerpo se convierte en la dirección central, pues es la bisagra que implica las pulsiones
interiores que deben ser controladas por las delimitaciones religiosas (sagradas) y por los
juegos de la reglamentación política (la biopolitica). Así, la normatividad penetra los
cuerpos, los atraviesa para constituirse como un discurso encarnado, hecho cuerpo en los
sujetos que toca y posee. Para ello, las estrategias han consistido en establecer juegos
disciplinarios para ordenar estos cuerpos. Estrategias que implican la educación por las vías
del “buen encauzamiento”27; el rigor de unas costumbres sexuales clasificadas y
estandarizadas por estos grupos y discursos; una mirada científica-religiosa-política de la
vida, que muestra que la ciencia no es aséptica, sino que es atravesada por la fuerza de
esta poderosa episteme.
El cuerpo humano estaría dominado por ciertos instintitos-tentaciones que debe controlar
en la búsqueda de su pureza, del correcto modo de ser (la naturaleza divina
En consecuencia, el que no controla el cuerpo no podrá poseer una buena alma, estará
excluido de la “gracia de Dios”: será un pecador. El cuerpo y sus placeres son una tentación
que se debe combatir. Esta es una prueba divina que se debe sobrellevar. La familia y la
Iglesia son las encargadas de educar a sus miembros, sus hijos, el rebaño, indicando qué es
lo bueno y qué es lo malo y cómo es que deben sortear esas tentaciones. La familia es
fundamental, por tanto, porque ella debe reproducir los patrones de conducta de la
Tradición, al mismo tiempo que lo hace la Iglesia. Una vez más se exhibe la unidad de estas
dos estructuras dentro del discurso clásico de los conservadores.
El cuerpo es aquello que les pertenece inmediatamente a los sujetos en el mundo. Aquello
sobre lo que se aplica el control disciplinar del periodo clásico y las formas de regulación
del biopoder. La vida en este ámbito se inserta en el cuerpo, su forma exterior: el cuerpo
biológico del sujeto es el que porta la vida, que es sagrada. Así, el cuerpo del sujeto, y su
control de este mismo, resulta la centralidad operante de su estructura. Este cuerpo-vida
es el motor y el objetivo del control de los nuevos tiempos.
biopolítica, la de los conservadores pro-vida, implica el control de la vida de los sujetos
adscribiéndolos o constriñendo sus acciones y decisiones a los mandatos religiosos-
biológicos de la reproducción (desde una plataforma política-jurídica).
Al tener el control sobre los mecanismos de producción de la vida, los sujetos quedan
obligados a reproducirse biológicamente o a evitar el sexo (abstinencia, castidad),
destinado a la reproducción. Este doblez genera un poderoso sistema de control de los
sujetos a través de sus cuerpos, y la vida queda demarcada no por la decisión de las
personas responsables, sino por el mandato de una biología naturalizada por la divinidad.
La Ciencia legitima la verdad que dispone la Iglesia. El Estado como poder político debe
confirmar y convertir en ley (dispositivo normativo formal) esta unificación del discurso. La
Iglesia, que era el par indivisible de la familia en el binomio central de la Tradición (que es
lo que está detrás de lo que conservan los conservadores), une a la familia con la Ciencia y
el Estado mostrando la fuerza del triedro de poderes.
La Iglesia, en otras palabras, determina un rol a los sujetos sociales de esta manera: las
mujeres se limitan a la reproducción y a la maternidad, al cuidado del hogar; y los varones
a ser los proveedores. La exclusión de género que proviene de los mandatos religiosos
clásicos se veía sostenida, además, por la fundamentación médico-científica que indicaba
que los sujetos tienen “una naturaleza incontrovertible” biológica. Y no se debía ir en
contra de esa naturaleza, porque está determinada por Dios.
ahora es la ley exterior, la ley del Estado la que demarca las posibilidades de acción de los
sujetos (de ahí que uno de los objetivos sea prohibir legalmente el uso de anticonceptivos
o declarar ilegal el aborto; no permitir que el matrimonio homosexual se legalice, etcétera
NUGGENT
PP134
PP135
Sin embargo,
mientras .se mantenga Ja "necesidad'.'_de queJas.tareas domésticas.
y1a.crianza.deJo.s.hijos . .sea.una_esfera .. d.e .. resPQn'l.'1bjli.dad
femenina, mientra~ _$_ea -~'n.E;c_esario". para . u_n,,,~~iªt~m-~L--~-Q~i_a,J __ ~l
control.del.erotismo .de las mujeres, Aristóteles continuará .. vigente.
Más de una opinión objetará que es innegable que el siglo
XX Pl"e~encia nuestro ingres(). ¡iJll._''l:'.()lis". Sin duda esto es
innegable, pero en tanto se mantenga sin compartir plenamente
con los hombres la responsabilidad de la "asociación menor'', el
- hogar, nuestra circulación por las "asociaciones mayores" tendrá
fuertes limitaciones materiales que reciclarán la desigualdad
En este sentido, es de fácil constatación que el i11gi:esq__d,e
las mujeres.a la "Polii," se encuentra mucho más avanzad.o c()n
respecto . ..aLingres.Q_de .WJLfili.Ill.lJI.e.s a.l. Jiogll.r.
140
fue un discontinuo pero incesante movimiento de transformaciones
que abarcó al conjunto de las instituciones de la sociedad: no
sólo surgen.el.Estado y las naci.ones .modernas y sus form-ªª
democráticas, sino que se operan_rfldeJi11Jciones_ftnJ9d!!.l'1 llJQ:Einsión.
y profundidad .del tejido social, reorganizándose desdeJa_
familia_y_la escuela .has.t_a .llio_¡:á,rce!es yJos manicomios
pp141
Las mujeres y los niños se incluyen en aquellas formas de
sociabilidad ·correspondientes a su clase social, pero en tanto_no.
san sujetos de contrato, su posibilidad de circulación se despliega
en el mundo privado y no en el público, y no son ciudadanos en
el pleno sentido sino que la figura jurídica en la que se inscriben
es la de la_tutela
A partir de allí, las mujeres burguesas tuteladas -por el
padre y luego por el marido- desarrollarán sus vidas en el
medio privado y doméstico; los organizadores de sentido que
guiarán sus prácticas, sus sistemas de prioridades, sus sentimientos
se expresarán en las figuras de la esposa y madre.
pp144
La redefinición general que la modernidad instituye para lo
público y lo privado se significa en este punto de manera particular
en tanto ahora no sólo habrá funciones discriminadas según
los espacios, sino que ambos. espacios se regirán por có.digºª--!l.rO¡:
ii.QS.Y serán diferentes las formas de_ circulació!l c!e _l9s sa!;J-ªros .en_
uno y otro ámbito: un ámbitO_públíco racional, de saberes_racio,
nalizados, .ejercido .por. especialistas, y un ámbito privado.
senti0:_entalilf_ado, de saberes empíricos, ejercido_ P<Ji:.~uj~res
pp146
Pp148
El ciudadano
es el hombre libre, es el sujeto político que elige sus
representantes o es elegido como tal. De esta forma participa de
la polis y constituye, con otros ciudadanos, el contrato social,
pacto fundacional de las democracias representativas modernas.
El individuo es el hombre libre que como tal celebra con otros
individuos contratos privados en relación con bienes y servicios.
Habermas -señalará con agudeza que el ciudadano de los pri-
pp155
meros tiempos del capitalismo, en el capitalismo tardío será
reemplazado por el usuario o cliente.22
Si bien las actualizaciones del derecho van destu.
telarizando a las mujeres en lo jurídico; si bien su inserción en
el mercado laboral crea condiciones materiales (salario) y "políticas"
(individuos libres) para ellas, sus procesos subjetivos,
las marcas o cicatrices históricas de su situación de subordinación,
como la persistencia de formas más encubiertas de tutelaje
-por ejemplo, pactos conyugales actuales- hacen de este pro-
156
ceso μna complejidad que no conviene simplificar en su anáJ;:
sis.
Es sin duda el espacio de la conyugalidad y la familia el
lugar donde los reciclajes de la subordinación de género se
encuentran más a la vista y al mismo tiempo más ocultos 25 en
tanto su práctica cotidiana naturaliza relaciones d.e dependencia
objetiva y subjetiva. El tutelaje no es sólo una forma política,
es también un posicionamiento subjetivo; si el contrato
necesita para su celebración de dos ciudadanos libres, 26 iguales.
en tanto individuos, la tutela necesita un ciudadano libre y otro /
incapacitado o inhabilitado para el ejercicio de tal libertad.
157
163
Desde la multiplicidad discursiva -discursos populares,
científicos, políticos, ideológicos, etc., sobre la mujer- se organiza
un i:eal l\I':'.ier = Madre, que no es la_rgali.4?-d, pero que se
coQs.füuyé..c<>II\Q_si Jg_Juera. Su.pertenencia al <>rden simbó!ic_<!..
hace posible su capacidad ordenadora de relaciones objetivas,
intefsubjetivas, subjetivas. Puede rastrearse dicha pertenencia
en el conjunto de los discursos por los que un:a sociedad habla:
científico, legal, ideológico, político, creencias populares, y más
aún en los discursos de la vida privada, afectiva
164
Así, la maternidad implica no sólo una dimensión biológica del embarazo y alumbramiento,
sino también “la tarea social, cultural, simbólica y ética de hacer posible la creación de un
nuevo sujeto humano” (Tubert, 1996:10-11y 36).
Dado que el niño es a su vez el padre del futuro hombre, y que de los cuidados que recibía
dependían la salud física y moral del adulto, el cuerpo de la mujer se convirtió en la matriz del
cuerpo social. Jean-Jacques Rousseau, uno de los primeros representantes de esta perspectiva,
encerraba a las mujeres en la función materna al servicio del hombre, sosteniendo que de la
buena constitución de las madres dependía la primera educación, sus costumbres, pasiones y
felicidad
Pp427
aquellas mujeres que incumplen el ideal que implica ese papel social. Se convierten así en
mujeres “desnaturalizadas”, que contradicen la supuesta naturaleza femenina, de ser “buenas
madres”.
Según Marcela Nari (2004), entre 1890 y 1940 el Estado argentino comienza a politizar la
maternidad, es decir, la convierte en objeto de preocupación pública y política, al definir quién
tiene derecho a ser madre, basándose en el derecho de la sociedad a reproducirse a sí misma.
Pp428
En suma, en su concepción sobre “la ética”, se opone por un lado, la familia unida
bajo la autoridad paterna sobre los hijos, la mujer en el hogar, lo natural, lo
auténtico, lo verdadero, el bien, Dios, la Nación. Por el otro, predomina la vida
política y social por sobre lo familiar, el partido, la guerrilla, el comunismo, el
ateísmo, lo internacional, la transformación. Cabe destacar la responsabilización
que hace recaer sobre la mujer por inculcarle la doctrina partidaria que llevó a su
hija, a la madre de la niña, a alejarse de su hogar en Uruguay para ir a la Argentina,
donde desapareció con su esposo.
Estas afirmaciones pueden ubicarse en el contexto más general de las
concepciones en torno a las familias sostenidas por las voces hegemónicas
del terrorismo de Estado. Siguiendo a Estela Grassi (1993) el
neoconservadurismo de la dictadura militar sostuvo que la crisis social que
se vivía era una crisis moral, por lo que debía leerse en términos de valores
considerados 434 “Subversivas”: “Malas madres” y familias “desnaturalizadas
suprasociales: Patria, Familia y Religión. Esto implicó la despolitización de los problemas
socioeconómicos y una naturalización del orden social. Así, el discurso familiarista que se torna
hegemónico en los ’70 se basa en la familia como entidad ahistórica, abstracta, natural y
sagrada.
433-434
434
Ahora bien, la familia desde esta perspectiva tradicional es “natural”, los lazos de sangre tornan
naturales los roles jerárquicos, hereditarios los valores familiares e indisoluble su unidad. Como
la familia es la “célula básica de la nación”, la sociedad tiene entonces un origen biológico y la
identidad nacional, el ser argentino, es producto de una combinación de sangre y espíritu
heredados.
435
436
Sin embargo el aborto, como manifestación de un conflicto así concebido, no puede ser
ignorado, ya que se origina principalmente en las desigualdades sociales, provocadas por la
pobreza y el desamparo, que emanan de la falta de educación sexual y la pérdida de recursos de
control social informal, como son las redes de contención familiares, de la comunidad cercana,
Pp3
amigos, vecinos y compañeros de trabajo entre otros, las que generalmente se interrumpen
como dice Bustos, (Bustos, J.,2005: 25-27), por la emigración de las familias de lo rural a la
ciudad, lo que hace surgir como forma de represión el control social formal que proviene del
Derecho Penal.
Tampoco hay realmente un culpable en el aborto, debido a que existe una estrecha relación
entre la incidencia de sus prácticas y las deficientes condiciones económicas, sociales y
culturales que ofrecen las distintas regiones a sus ciudadanos. Así, se aprecia que los países
con alta incidencia de abortos, se caracterizan por ser aquellos más pobres y donde su relación
con la mortalidad de las mujeres es significativa (Bermúdez, 1998: 51).
20 Una de las consecuencias sociales vinculadas a las psico-jurídicas que produce el aborto,
son las que operan en ciudades conservadoras, o con fuertes tintes ideológicos, esto es la
discriminación social, que produce la sanción moral y el desarraigo social, que sufren las
mujeres que se practican un aborto, las que sin perjuicio del dolor por su perdida y la sensación
de culpa, padecen una exclusión social, enfrentadas a una pena (CASAS L.; 1996
Pp4