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de entusiasmo y motivación pues, a pesar de las adversidades que ha
tenido que vivir, su mirada continúa desprendiendo un brillo especial
lleno de ánimo y confianza por la vida.
INFANCIA
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También sabe por sus hermanos mayores que su madre tuvo 14
hijos de los cuales siete murieron cuando apenas contaban con
algunos meses. Todas las muertes ocurrieron antes de que ella
naciera excepto una, la de su hermano Antonio, qué sucedió cuando
ella apenas contaba con cinco años.
Cuenta la entrevistada que le gustaba mucho ir a la escuela, allí
aprendía y jugaba con sus amigas. Recuerda esta etapa con
nostalgia y dice que si sus padres hubieran podido costearle unos
estudios, sin duda alguna, habría estudiado una carrera
universitaria. Lo que más le gustaba era leer aunque tenía poco
tiempo pues debía ayudar en las tareas de casa. El hecho es que
tuvo que dejar de ir a la escuela pues había que trabajar porque en
casa eran muchos y todos tenían que colaborar de una forma u otra.
En resumen, la protagonista evoca haber vivido una infancia feliz a
pesar de las circunstancias duras del momento. De esta etapa
alberga sentimientos propios de una niña de esa edad: ilusiones y
fantasías que le sirvieron de base para mirar al futuro con la
motivación propia de una niña que tenía intenciones de conseguir
sus anhelos.
ADOLESCENCIA
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No obstante, relata dicho acontecimiento como algo natural, “ley de
vida”. Digamos que para ella la amistad tal y como se vivía en su
época tenía fecha de caducidad: finalizaba cuando se “echaban
novio”.
Con 17 años conoce a Adolfo, un hombre “forastero” que va al
pueblo a trabajar como maquinista. Cuenta entre risas que el
comienzo de la relación fue complicado porque sus hermanos no la
dejaban sola y siempre la acompañaban en los paseos con su novio.
“Se metían en todo, no me dejaban ni hablar… ¡era desesperante!”.
Aun así recuerda esta etapa con nostalgia, dice que fue una buena
época y que se sentía muy feliz.
El noviazgo con Adolfo duró cinco años. Durante el mismo, Carmen
tuvo que enfrentar las dificultades propias que tenía una mujer en
aquella época para mantener una relación de noviazgo. Así,
menciona que nunca pudo ver a su novio a solas, siempre iba
“escoltada”, si no era de sus hermanos entonces de su sobrina Anita
de 7 años. Aún con todo, sus padres ignoraban la existencia de esta
relación. Cansada de la situación, y asesorada por su hermano Juan,
decidió hablar con sus padres para decirles que tenía novio y que
quería que lo conocieran. El objetivo de Carmen, según expresa, era
evitar andar a escondidas pues no quería ocultar por más tiempo a
Adolfo. Con el beneplácito de sus padres quedaría resuelto el
problema expuesto y la consiguiente tranquilidad que ello le
suponía. Considera la protagonista estos cinco años como una de
las etapas de su vida vividas con mayor ilusión. Reconoce que
también sintió miedo debido a que Adolfo tuvo que irse a cumplir
con la obligación del servicio militar. Pensó que esa ausencia podría
suponer la ruptura de la relación, pero también supo advertir que
podía ser una oportunidad para poner a prueba la fortaleza de la
relación. Sí volvía, le estaba demostrando que la quería, si no,
habría descubierto que ese hombre no la merecía y por tanto se
habría librado de cometer el mayor error de su vida. Optó por lo
tanto por afrontar esta circunstancia con gran valentía y raciocinio,
a pesar del miedo prefirió ver la parte positiva de la realidad que
tenía delante.
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MADUREZ
Adolfo termina el servicio militar y regresa junto a Carmen para
continuar con sus planes de boda. Comienzan los proyectos de futuro
con propósitos de casarse. Así, y tras superar exitosamente el primer
momento crítico relatado anteriormente, comienzan a ahorrar para
poder casarse y emprender una vida juntos. El día 8 de mayo de 1969
se celebra el enlace. Carmen empieza a emocionarse al rememorar
dicho acontecimiento: “lo recuerdo como un día único, lleno de ilusión
y alegría por ver a toda mi familia junta, disfrutando del evento”.
Tras la boda deciden irse a Francia a trabajar con la intención de
ahorrar y así poder comprarse una casa en el pueblo. Se marchan pero
cuando apenas llevan allí dos meses Carmen se queda embarazada y
deciden volver al pueblo porque quieren que su primer hijo nazca en
España.
En mayo de 1970 nace su primer hijo al que llaman Manolo. Otra vez
le brillan los ojos y el tono de su voz se endulza al tiempo que expresa:
“sentí que me encontraba ante el momento más importante y feliz de
mi vida”. Todo parece transcurrir con normalidad pero lo cierto es que
corrían malos tiempos en el pueblo y Adolfo volvió a quedarse sin
trabajo. Así fue como cuando apenas Manolo contaba con ocho meses,
tuvieron que tomar la decisión de volver a Francia a trabajar. Con
mucho dolor pero con plena confianza dejan a su primer hijo con los
padres de Carmen y marchan a trabajar. La estancia en Francia fue
corta pues se volvió a quedar embarazada. Ante el nuevo e inesperado
acontecimiento deciden volver al pueblo donde nacería su segundo
hijo: José. Continuaban los problemas para conseguir un trabajo fijo
pues a pesar de la insistencia y voluntad de Adolfo por trabajar las
contrataciones que le ofertaban eran intermitentes y de condiciones
precarias. Fue entonces cuando Carmen decidió buscar trabajo con la
idea de contribuir a los gastos familiares. Surge con ello la primera
discusión importante de la pareja pues a Adolfo no le parecía buena
idea que Carmen se pusiera a trabajar ya que creía que tenía bastante
carga con la crianza de los niños y las tareas de la casa. Finalmente,
ella pudo convencerlo haciéndole entender que necesitaban el dinero
para el bienestar de la familia y así poder contar con una mejor calidad
de vida para sus hijos. De esta forma fue como la entrevistada
comenzó a trabajar en el Centro de Salud del pueblo ejerciendo de
limpiadora.
La vida familiar de la pareja acontece con normalidad, ambos trabajan
así que aprovechan el buen momento económico que atraviesan para
comprarse una casa y poder dejar el alquiler. Es ya en su nueva casa
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cuando nace su tercer hijo: Francisco Adolfo y ocho años después tuvo
lugar el nacimiento de su cuarta y última hija: María Jesús.
Así es como transcurre esta etapa en la vida de Carmen, haciendo
frente a las dificultades propias del momento pero con una gran ilusión
y ganas por avanzar y cumplir el más importante de sus proyectos:
educar a sus hijos desde la responsabilidad, hacer de ellos personas de
bien para que puedan enfrentarse a la vida de forma adecuada. Ambos
quieren que se preparen a conciencia, estudiando una carrera
universitaria pues piensan que solo por medio de los estudios podrán
optar en el futuro a buen trabajo. De esta forma no tendrán que pasar
por donde ellos tuvieron que pasar. Éste es ahora el mayor anhelo de
la pareja.
o Viudedad y pérdidas de seres queridos
La vida de la entrevistada transcurre con normalidad en el pueblo y
aunque con mucho esfuerzo y sacrificio han ido ahorrando y
adquiriendo algunos bienes inmuebles como por ejemplo un piso en
Granada para cuando sus hijos tuvieran que estudiar en la universidad.
Mientras tanto, el padre de Carmen cae enfermo y muere al poco
tiempo. Es la primera pérdida importante a la que tiene que enfrentarse
la protagonista de esta historia. Se refiere a ella como un sentimiento
de vacío que no sabe describir, “fue muy doloroso, como si se hubiera
ido una parte de mi ser…”, pero es “ley de vida” y poco a poco me fui
reponiendo del dolor que me produjo la muerte de mi padre. Se supera
porque hay que seguir y mirar hacia adelante, tenía que apoyar a mi
madre, mis hijos y mi marido me necesitaban así que me refugié en el
trabajo y la familia para amortiguar el dolor.
Diez años después muere su madre, dice textualmente: “yo ya había
pasado por la experiencia de perder a mi padre pero la muerte de mi
madre fue inmensamente dolorosa, me sentí totalmente rota,
desquebrajada… no se puede explicar, hay que vivirlo para saber lo
mal que se siente una ante estos acontecimientos”.
Intentando apaciguar el dolor cuenta que sus padres murieron porque
era “ley de vida”, fueron muertes naturales, dice. Sin embargo, el
destino tenía preparadas tres pérdidas más que marcarían su vida para
siempre: la de su marido y dos de sus hermanos.
A penas va recuperándose de la muerte de su madre cuando su marido
cae enfermo. Empieza con unos leves mareos y a no sentirse bien. Un
día volviendo del trabajo a Adolfo le da uno de esos mareos
conduciendo y tiene un accidente. A raíz del mismo Carmen lo lleva al
hospital y es allí donde los médicos le comunican, tras someterlo a las
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pruebas pertinentes, que tiene un tumor cerebral bastante extendido.
Nuestra protagonista no da crédito, no quiere creerlo pero los médicos
son claros: no se puede hacer nada, está en fase de metástasis.
Visiblemente emocionada y con los ojos humedecidos Carmen relata
que tras la dura noticia decidió que no le diría nada a su marido,
disimularía la gravedad de la enfermedad para que Adolfo sufriera lo
menos posible. Así que, en sus propias palabras, “me armé de valor” y
con ello ocultó su dolor a ojos de su marido y sus hijos con la esperanza
de que la enfermedad pegara un vuelco y que los pronósticos no se
cumplieran. Lamentablemente no fue así, los médicos decidieron
operar a Adolfo y fue entonces cuando sus hijos se enteraron del estado
de gravedad en el que se encontraba su padre. Cuenta la protagonista
que en esta ocasión no pudo enfrentarse sola a esta tesitura, tuvo que
contar con el apoyo de los médicos para dar la triste noticia a sus hijos,
“era demasiado doloroso” relata entre lágrimas.
Operaron a su marido pero tal y como diagnosticaron los médicos
Adolfo se fue apagando poco a poco hasta que ocurrió el triste
desenlace de su muerte. Entre sollozos expresa: “¿qué te puedo decir?,
no hay palabras para describir tanto dolor, el ver sufrir a mis hijos ante
la muerte de su padre es algo que me superó en aquel momento, más
que el sentir mi propio dolor…
Fue muy duro pero tenía que continuar, me encontraba en una
situación complicada, en lo único que pensaba era en cómo iba a sacar
a mis cuatro hijos adelante. Así que no sé de dónde saqué las fuerzas
pero lo hice y conseguí con mucho esfuerzo y sacrificio que mis hijos
finalizaran sus estudios universitarios. Estoy muy orgullosa de ellos. El
mayor es licenciado en Derecho, el segundo terminó Magisterio, el
tercero también es licenciado en Derecho y la pequeña hizo
Información y turismo. Solo puedo decir que de todo se sale, es mi
experiencia, fue muy doloroso pero lo superamos y logramos continuar
con nuestras vidas tanto mis hijos como yo miramos al futuro con
ilusión y motivación, con sentido de vida.
Dos nuevos acontecimientos truncarían de nuevo mi vida”, continúa
narrando la entrevistada, “la muerte casi continuada de dos de mis
hermanos. Primero, fue mi hermano Juan, a quien me encontraba muy
unida pues era el que me seguía en edad por encima de mí. Otra vez
la vida me hacía pasar por lo que considero el dolor más grande al que
nos podemos enfrentar las personas: la enfermedad y muerte de un
ser querido. Resignada ante las circunstancias decidí pasar el mayor
tiempo posible al lado de mi hermano mientras viviera. Le habían
diagnosticado un tumor cerebral como a mi marido. No me parecía
justo pero sabía que no podía hacer nada más que acompañarles y
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estar a su lado. Así lo hice y una vez más tuve que pasar por la
experiencia amarga de sentir el dolor de la muerte de un ser tan
cercano como era mi querido hermano.”
Pero, relata Carmen, que aún le quedaba por vivir otro triste
acontecimiento ya que cuatro años después muere de cáncer su
hermano Manolo. “Nuevamente, me vi envuelta en el dolor inmenso de
la perdida, sentía una gran impotencia, era como un “maleficio” pero
sabía que no podía más que pasar mi duelo pues tenía que reponerme
y continuar adelante. Así lo hice y al igual que en anteriores ocasiones
fue el tiempo: la ilusión por mis hijos y mi pasión por el trabajo lo que
me ayudó a recuperar nuevamente la ilusión por la vida.
o Etapa actual: nuevas ilusiones
Los hijos de Carmen ya son mayores han finalizado sus estudios y
emprenden sus propias vidas. Mientras tanto, alude la entrevistada que
en esta etapa se encuentra más libre de obligaciones pues sus hijos ya
no viven con ella, han hecho su vida fuera del pueblo así que ya no
tiene que cuidarles, por tanto, aprovecha el tiempo para realizar todo
aquello que no pudo hacer y que le quedó pendiente en las etapas
anteriores. De esta manera y casi a punto de jubilarse comienza a darle
rienda suelta a sus deseos de aprender. Su agenda en este sentido se
encuentra completa: da clases de inglés, de informática, va también a
la escuela de adultos y a clases de gimnasia. Manifiesta estar contenta
pues siente que su vida está llena de sentido y no se aburre para nada;
dice no tener tiempo para ello.
Define esta etapa como una de las más importantes de su vida ya que
después de su jubilación tuvieron lugar el nacimiento de sus dos nietas:
Carmen, su primera nieta y Alejandra la más pequeña. Considera la
existencia de sus nietas como el segundo gran acontecimiento de su
vida. Ejerce su papel de abuela con gran entusiasmo y alegría
dedicándoles el tiempo que sus hijos le solicitan. Está claro, dice, que
“mi familia es lo primero, me siento muy realizada y feliz con poder
ayudarles, ellos vienen a visitarme muy a menudo y si no lo hacen soy
yo la que voy a verlos. Realmente…”, reflexiona pensativa… “¿se le
puede pedir algo más a la vida?”.
◊ Identificar los acontecimientos críticos
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su madre le contestó que lo hacía porque el pequeño Antonio ya no
iba a estar más con ellos, se había ido al cielo. “La verdad no entendía
cómo podía ser que ya no pudiera ver más a mi hermano y tampoco
entendía por qué ni cómo podía irse al cielo un ser tan pequeñito. No
recuerdo nada más que esto que estoy contando.”
o Primer recuerdo o suceso de la adolescencia
Sin duda alguna, contesta Carmen, “cuando conocí a mi marido
Adolfo.”
o Primer recuerdo o suceso de la vida adulta
“El día de mi boda es uno de los recuerdos más felices que aún
conservo de forma intacta.”
o El punto cumbre de la vida
“Los mejores momentos, sin vacilar, los nacimientos de mis cuatro
hijos. Y me gustaría decir que todos y cada uno de ellos me han
proporcionado el mismo sentimiento de felicidad.”
o El peor momento
“Todas y cada una de las muertes de mis seres queridos han marcado
mi vida, todas han sido muy dolorosas pero indudablemente la muerte
de mi marido me conmocionó profundamente porque era mi
compañero de vida y el padre de mis hijos.”
o Momentos de transición
- Primer trabajo en el que tuvo que dejar el pueblo para irse a trabajar
a Francia.
- El comienzo de una nueva vida tras casarse con Adolfo.
- Búsqueda de empleo para enfrentar las dificultades económicas.
- Nacimiento de los hijos
- Inicio de un nuevo trabajo que había que compatibilizar con la crianza
de los hijos y tareas familiares.
- Muerte de los seres queridos.
- Nacimiento de las nietas.
◊ Desafío vital
El mayor reto para Carmen era el de educar a sus hijos en principios y
valores de honestidad y responsabilidad. Hacer de ellos personas con
autonomía suficiente para enfrentar la vida sin tener que sacrificarse
tanto como lo hizo ella. Para ello se esforzó y trabajó todo lo que pudo,
para que sus hijos pudieran estudiar y en consecuencia tener la
oportunidad de optar a un trabajo que les proporcionara calidad de
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vida. No estaba sola ante dicho reto, su marido deseaba, con más
fuerza si cabe, que sus hijos no tuvieran que pasar por las mismas
“penurias” laborales que debido a las circunstancias de la época habían
tenido que pasar ellos. Para enfrentarlo se tuvieron el uno al otro, se
apoyaron en la familia, que siempre estuvo dispuesta a ayudarles
consiguiendo así, entre todos, salvar los muchos obstáculos que hubo
en el camino.
◊ Influencias positivas y negativas
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4. Representación gráfica de la línea de vida
Primer
trabajo
Inmigración
Nace la Jubilación
primera de Carmen
nieta de
Nace la Carmen
segunda nieta
de Carmen
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5. Conclusión
Después de analizar el desarrollo psicológico producido a lo largo del
ciclo vital hasta llegar a la edad adulta podríamos destacar que el tema
de mayor importancia para Carmen es en primer lugar, la familia propia
(hijos, nietas y esposo) y, en segundo lugar, la familia de origen. Y ello
es así porque la mayor parte del tiempo la ha dedicado a hablar de su
marido ya fallecido, hijos y nietas.
Se observa cómo, ante los grandes acontecimientos de su vida, la
entrevistada cumple satisfactoriamente los cometidos de las distintas
fases evolutivas del desarrollo humano:
En la etapa de la juventud asume como un proceso normal y
natural las responsabilidades propias de la crianza y educación
de los hijos, observándose claramente, a través de estos hechos,
un alto grado de independencia que pone de manifiesto la
superación exitosa de dicha etapa. Reconoce que “cuando tienes
hijos te cambia la vida y hay que encargarse de proporcionarles
todos los cuidados necesarios para que esos niños salgan
adelante”. En cualquier caso, está muy orgullosa de la educación
que les ha dado, manifestando enérgicamente que no cambiaría
nada de la enseñanza que les ha proporcionado.
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En lo referente a la adaptación y superación de las muertes de
las personas más allegadas, es decir sus padres, sus dos
hermanos y pareja, considera la muerte de su marido como uno
de los sucesos más duros y que más ha afectado a su vida
aunque es un tema que ya tiene superado a pesar de echarle
mucho de menos y emocionarse cuando habla de él.
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Se podría concluir, tras este repaso, que Carmen se ha adaptado
perfectamente a las circunstancias de la vida y siente que ésta le ha
sido plena (y lo que le queda). No se arrepiente de las decisiones que
ha tomado y afronta lo que le queda de vida sin temor, considera que
no le ha quedado prácticamente nada por hacer durante su trayectoria
vital (bueno, sí, dice que le queda una asignatura pendiente, aprender
a dibujar patrones de diseño de moda, es el próximo proyecto que tiene
en mente). Por lo demás, y pese a todo lo vivido se puede aseverar
una actitud muy positiva. Habla de los suyos con admiración y se siente
recompensada pues consiguió hacer frente a todas las adversidades y
el fruto de este esfuerzo lo está disfrutando ahora viendo feliz y sana
a la familia que tanto le costó sacar adelante.
6. Reflexión
El realizar esta actividad me ha proporcionado una perspectiva
fenomenológica de la conducta humana, es decir, me ha ayudado a
comprender cómo vamos evolucionando y actuando los humanos en
interacción con el medio y en “pro” de nuestra adaptación, tomando
como referencia la historia de vida de las propias personas.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Villar, F. y Triadó, C., (2014). El estudio del ciclo vital a partir
de historias de vida: Una propuesta práctica. Universidad de
Barcelona. Textos docentes 287.
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Fuente: http://clinica-armonium.com/wp-content/uploads/2015/08/Historia-de-vida.jpg
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