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ESCUELA DE ARQUEOLOGÍA
RESUMEN Y ANÁLISIS
LIMA, 2018
Introducción
Aunque con su padre el cuadro parezca un poco más esperanzador, resulta todo
lo contrario, si la madre daba un aire de desinterés, el padre es totalmente ajeno
a él. Ezequiel tuvo trece años para ser catalogado el hijo perfecto hasta la llegada
de su hermano menor, después del nacimiento de nuestro protagonista, el
ambiente para Ezequiel se tornó poco acogedor; le confesó a nuestro
protagonista haber tenido celos de él, de molestarse por perder esa atención que
le daba ser hijo único, ¿podría ser que esa falta de atención fue un factor que
motivó a Ezequiel irse de la casa?
El protagonista, por otro lado, tenía un gran concepto de Ezequiel, era su héroe,
su modelo a seguir (probablemente pudo mantener esta imagen de él ya que no
vivieron juntos, no se suscitó la relación que normalmente transcurre entre
hermanos que rompe la idealización que tiene con Ezequiel, además de la gran
diferencia de edad). Ezequiel era un joven hermoso, inteligente, atlético, lo que
nuestro protagonista quería ser, o, estaba obligado a ser. Así que nuestro
protagonista se esfuerza en ser como él, lo toma como una meta, un desafío; y
desde el momento en el que Ezequiel se marcha, se abrió una oportunidad para
ser sólo él el foco de atención de sus padres.
Cuando Ezequiel se marchó de la casa de sus padres, el protagonista
tenía apenas 5 años, mientras Ezequiel 18. La relación entre ellos es,
prácticamente, nula, y eso explica la forma en la que ve a su hermano,
como un modelo a seguir, un ser perfecto. Y ese es el pensamiento que
les transmiten a ambos sus padres, olvidándose por completo de la
humanidad de sus hijos, su sensibilidad y el amor ausente, están
obligados a destacar en la sociedad, en su sociedad de clase
económicamente alta; tal vez el protagonista se dio cuenta de esto y pudo
entenderlo ya con sus 18 años (edad en la que el protagonista relata
esto).
A la edad de 10 años, nuestro protagonista presencia una escena que dará inicio
a preguntarse qué era lo que ocurría con Ezequiel, ¿por qué era tabú pronunciar
su nombre en aquella casa? Él llegó a observar cómo sus padres discutían con
Ezequiel pero no llegó a escuchar palabra alguna y en el momento en el que su
padre se dio cuenta de su presencia lo mandó rápidamente, y sin alguna
explicación, a su habitación. Eso no detuvo su curiosidad y desde ese momento
empieza a incursionar más en la vida de su hermano, él quería saber qué era lo
que Ezequiel había hecho esta vez. Sí, esta vez, ya que según su fuente
confiable, Mariano, su amigo, Ezequiel se marchó de la casa por no querer
casarse con la enamorada que tenía en ese momento, Ezequiel la habría
embarazado y ella lo habría interrumpido, y ante la insistencia de ambos padres
y la negación de Ezequiel, el problema terminó en la huida de su casa.
Un adolescente de dieciocho años que vive en una sociedad media a
media baja, no podría tomar exagerada decisión. Ezequiel es consciente
de entorno y se da cuenta que aún si se marcha de la casa de sus padres
por un problema como el que tuvo, ellos no apartarían su apoyo
económico de él, y aún si lo hicieran, Ezequiel ha recibido una excelente
educación gracias a su economía, en un ambiente laboral podría
desenvolverse fácilmente y podría mantener una vida estable.
Así que, ¿qué había hecho ahora Ezequiel? Miraba a su padre tan furioso (y aún
tranquilo era un hombre de temer) y a su madre llorando todo el día, estaba claro
que esta vez, fue mucho más grave. Nuestro protagonista se arma de valor y
decide preguntarle al mismo Ezequiel (ya que su valor no fue tan grande como
para preguntarle a su padre) y va a buscarlo a su apartamento. El protagonista
se encuentra en su apartamento, donde Ezequiel vive con su perro siberiano,
Sacha, un perro que nos revela los verdaderos sentimientos de Ezequiel, de su
soledad, de su tristeza y de lo que tiene que lidiar.
Después de aquél baldazo de agua fría que recibió nuestro protagonista, y con
la espeluznante idea de volver a casa, pasa por una etapa que todos pasamos
cuando tenemos que asimilar algo que nos es totalmente desconocido. El
problema no se queda ahí, el SIDA no es sólo un tema descocido para aquél
niño de 10 años, sino, es tabú en la sociedad lleno de conceptos que un niño no
tendría que conocer o intentar entenderlo. La negativa de sus padres sobre lo
que sucedía, el no querer asimilarlo ni explicarle al el niño lo que sucedía, sólo
aumentó el conflicto interno que generó la noticia recibida por su hermano.
¿Por qué el “tenemos que”? Hay una gran diferencia entre lo que
decidimos aprender de manera autodidacta, cuando por nuestra
curiosidad y/o interés, nos sumergimos en un tema que desconocemos,
que nos es extraño, uno ingresa con la mente abierta, preparado a todo,
como bien podría decirse. Sin embargo, cuando uno se encuentra frente
a algo desconocido y que no puede evadirlo, TIENE que asimilarlo, ya no
se ingresa con la mente abierta, ya no se está preparado. Si bien es cierto
que nuestro protagonista buscó la razón de la discusión entre Ezequiel y
sus padres y pensó en posibles respuestas, no cruzó por su mente una
respuesta de tal magnitud, le toca asimilar la situación y entenderla. Aquí
es donde nace un conflicto interno donde puede hacerse de la vista gorda
como sus padres o apoyar a su hermano.
Se siente ajeno a todo, solo, como si todo lo que le rodeara de repente fuera una
mentira, así nuestro protagonista se enfrenta a esa realidad, así nuestro
protagonista tiene que entender que su hermano tiene SIDA. Por otro lado,
Ezequiel no lo hizo más sencillo, se había quedado con ese sabor amargo que
le dejó la discusión con sus padres, y al momento de preguntarle el motivo de la
discusión, Ezequiel se sintió atacado, sintió que aún no había salido de aquella
habitación y que su hermano menor era otro juez más, no le dio oportunidad de
explicarle que él sólo había ido a su apartamento para saber cómo estaba él,
aún con el riesgo que le atrapen y le castiguen, que estaba ahí como su hermano
menor, no como un espía de su padre. Sin embargo, Ezequiel sólo le dijo:
Nuestro protagonista continúa con toda esa confusión que lo rodea, no decide si
seguir visitando a su hermano a escondidas, ¿realmente Ezequiel lo necesitaba?
O seguir siéndole indiferente, ¿qué debía hacer? Entre todo ese tumulto de
pensamientos buscando cada pequeña oportunidad para dejar de lado ese tema,
llegó su cumpleaños, la organización de esté ayudó a mantener el tema de su
hermano lejos, al menos por un tiempo. Su cumpleaños hubiera sido como otros
que tuvo si no hubiera aparecido Ezequiel, que llegó ante la mirada expectante
de los invitados y abriéndose camino hacia su hermano. Ezequiel le regaló un
disco de Dire Straits, “Hermanos abrazados”, y una invitación a ver un partido de
fútbol aquel domingo.
¿Qué cambió en Ezequiel para invitar a salir a quien antes había llamado
“espía de su padre”? Aquí encontramos un mediador que,
lamentablemente, en la vida real, en las relaciones reales, muy
escasamente encontramos. La abuela de los muchachos es quien les
aclara el panorama a ambos, ella nos confiesa que mantiene
comunicación con Ezequiel y, por su reacción, suponemos que ella es
quien le hace reflexionar sobre las intenciones que tenía su hermano
menor con esa visita y le explica a nuestro protagonista la soledad en la
que se encuentra Ezequiel. Asumimos también que fue ella quien le dio
semejante idea a Ezequiel (el partido) para reconciliarse con su hermano
menor. Como dije antes, en las relaciones interpersonales muy
escasamente se encuentra a quien nos aclare las ideas y nos toca a
nosotros mismo ser introspectivos con los acontecimientos que marcarán
estás relaciones, y esto es lo que muchas veces no logramos.
Esas fueron las palabras de su mejor amigo. El protagonista pasa unos días con
Ezequiel en las fiestas de Año Nuevo, esto fortalece la comunicación entre
ambos, pueden disfrutar de su compañía, sin embargo, llegó un momento en el
que le volvió a la memoria las palabras de Mariano. Ezequiel y su hermano se
encontraban en la cocina charlando cuando a Ezequiel se le cae una taza que
corta su mano, el protagonista se queda estupefacto, al igual que Ezequiel, y con
miedo al pensar que tal vez su amigo tenía razón, en ese momento él tiene con
Ezequiel la actitud que posteriormente experimentaría. Pasa el verano sin saber
de su amigo y se sentía extrañado. Al volver a la escuela se da cuenta de que
ya no tenía un amigo, desde momento nuestro protagonista prueba la
indiferencia, la intolerancia y la marginación con la que tenía que lidiar su
hermano. Lidió con la indiferencia y el rechazo físico de su, ahora, compañero
durante unos meses y decidió cambiarse de escuela para el siguiente año porque
no quería seguir soportando el rechazo. Esta nueva escuela quedaría más lejos
de su casa y podría visitar a Ezequiel más seguido, así que comenzó a
prepararse para el examen de ingreso.
En julio Ezequiel enferma de neumonía, pasó más de una semana internado y
muy delicado, cuando se recupera se entera que en el trabajo lo habían echado
por “falta de presupuesto”, una clara excusa que utilizaron al enterarse de su
enfermedad. Su abuela le pide a su padre que lo emplee, que ayude a su hijo y
se niega, “porque hay que pensar en los demás trabajadores”, pero aún piensa
en él y le ofrece volver a la casa y los cuidados respectivos, que no había
resentimiento, pero ya había dejado en claro sus verdaderos sentimientos.
Ya hablamos de la intolerancia, pero ¿Cómo vive con eso una persona
con SIDA? ¿Cómo es la intolerancia hacia las personas con SIDA? Nos
damos cuenta del rechazo que genera en las personas que rodean a una
persona con esa enfermedad, mientras menos relación tenga con ella, es
más el rechazo; mientras más relación tenga con ella, es más doloroso el
rechazo. Aún si no se ignoraban los métodos de transmisión de la
enfermedad, se ve claramente el apartamiento de la persona (en incluso
de los que lo rodean, como el protagonista) como si la enfermedad fuera
un aura que rodea a la persona y se te pega si estás cerca. Sobre cómo
reacción a estas actitudes las personas con SIDA es una respuesta que
deben dar ellos, y deben ser conocidos esos sentimientos generados
para lograr empatizar y entender mejor el tema, no quedarnos con el
miedo de tocarlos, de su sangre (como sucedió con el protagonista), no
parecer ignorantes e intolerantes.
No vuelve a ver a Ezequiel hasta marzo, cuando inicia las clases en su nuevo
colegio, elige actividades extras en el colegio para pasar más tiempo con
Ezequiel. Lo va a visitar cada cuanto que puede y siempre es bienvenido con un
obsequio de parte de Ezequiel, su hermano está muy feliz de pasar tiempo con
él. Unos días antes de que nuestro protagonista cumpliera sus trece años,
Ezequiel le pide que vaya a su casa que le tenía una sorpresa y que no importaba
si faltaba a la escuela, al llegar a su apartamento, y después de un poco de
charla, Ezequiel saca su chelo y entona la Suite N°1 en Sol mayor de Bach, a
pesar de no tener la experiencia necesaria para tocar esa pieza y de estar mal
físicamente, a nuestro protagonista le fascina su versión, siente en cada nota el
empeño y el sentimiento de su hermano, tanto, que no puede resistir el llanto y
ambos hermanos se abrazan y terminan llorando por su logro. Una semana
después de ese evento lo internan por última vez.
El último día en el hospital, Ezequiel, quien había estado pasando por etapas de
lucidez y delirio, se despierta al sentir la caricia de su hermano menor en su
mano le dice lo paradójico que es que él, que le enseñó a caminar, lo haya
acompañado en sus primero pasos, y ahora su hermano le acompañe en los
últimos. Volvió a dormir y, después de un rato, al despertar le dijo sonriendo: “He
visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro
de Orión…” El protagonista pensó que estaba delirando otra vez y más al ver
que le sonreía, le apretó la mano, volvió a cerrar los ojos y no los volvió a abrir.
Durante mucho tiempo el protagonista y sus padres no se hablaron, parecían
fantasmas en su casa, él nunca les perdonaría lo mal que trataron a su hermano,
o haberles dicho a sus amigos que Ezequiel tenía leucemia ya que no podían
evitar su muerte, o que ninguno hubiera estado el día de su muerte (sólo él y su
abuela). Él siempre recordaría a su hermano con la fortaleza y el entusiasmo que
tuvo durante la enfermedad, para su hermano, él nunca se entregó a la
enfermedad. Le enseñó a asomar la cabeza, para ver qué pasa afuera, aunque
haya una tormenta.
Después del mes de entierro llega su abuela a visitarlo, y le entrega un video
casete de Blade Runner: