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FALLAR EL BLANCO

3......2......1......0,1
CUENTA ATRAS PARA UNA DISCUSION SOBRE LOS VALORES
(Anuncio de la próxima conclusión de un tratado de paz en estética)

Juan Luis Moraza1

Clausewitz utilizaba el comercio como modelo para la guerra; Warhol o Koons lo utilizarán
para el arte. Kosuth afirmaba que el arte es la vanguardia de la decoración; Virilio que la
disimulación es la vanguardia de la estrategia... Quizá entonces, la estrategia militar sea la
vanguardia del arte. Más allá de Baudrillard y Virilio, es necesario pensar en la relación entre lo
bello -bellus-, y lo bélico -bellum-. ¿Metáfora o metonimia?

La muerte es un conflicto personal extremo (persona/realidad), la guerra, un conflicto social


extremo (hombre/hombre). Y éste, por excelencia, el siglo de las grandes muertes (Dios,
Hombre, Historia, Razón), de la suspensión del horizonte metafísico, del desfondamiento de los
Fundamentos, del relativismo ético, estético... quizá éstos sean apenas síntomas de un conflicto
extremo, y la modernidad el testimonio de ese grado extremo de conflictividad individual y
social: la modernidad como estética del conflicto: señales bélicas, de y para el conflicto. Arte
contra realidad, barrocos contra clasicismos, progresismos contra academicismos, eclecticismos
contra purismos... Adorno defenderá una conflictividad esencial de la obra de arte («momento
de verdad»), respecto al mundo; y Marcuse, advertirá en el arte una confrontación de las
pulsiones de muerte, de agresión, de autodestrucción, y sus manifestaciones sociales, que lo
convierten en un factor político de denuncia independientemente del contenido que vehiculen.
El heraclitiano mundo como pólemos.

Si «la primera víctima de una guerra es la verdad» (Kipling), ello no sólo corresponde al
falseamiento, a la mentira, al ocultamiento de información con desinformación («pues en todas
las batallas los primeros en ser vencidos son los ojos.» Tácito), cuanto a la abolición del
principio mismo de verdad, a la emergencia de un relativismo que desarticula el consenso social
y la gobernabilidad. Ya Baltasar Gracián reconocía la seducción, -síntesis de razón y fuerza-,
como condición esencial del gobernar: «gobernar es hacer creer» -resumirá Churchill-. Pero
hacer creer implica generar expectativas de verosimilitud, generar una figura lingüística que se
sitúa entre la mentira -un abuso de autoridad basado en la incompetencia lingüística del otro
(Amelia Valcarcel)- y la complicidad -una mentira compartida-.
Los valores lógicos, éticos y estéticos -desde la apropiación medieval del pensamiento
griego- complementan una ontología interesada: lo verdadero, lo bello y lo bueno coexisten
como «participatio» con lo divino. De esa síntesis históricamente tan «rentable», continuará
alimentándose la filosofía del arte:
"la forma como revelación de dios" (Ruskin, Tomás Agustín)
"representa lo invisible en lo visible" (Wackenroder)
"finalidad sin fin", "universalidad sin concepto", "placer sin interés" (Kant)

1
Ponencia presentada en el “Congreso Internacional de Estética: La Modernidad como Estética”. Madrid, 1992.

1
"lo infinito en lo finito" (Schiller)
"promesa de felicidad" (Stendhal)
"órgano de lo absoluto" (Schelling)
"la pluma es lengua del alma" (Cervantes)
"expresión sensible de una idea" (Hegel)
"presentar lo inexistente como existente" (Adorno)
"dice lo indecible" (Heidegger)
«lo real en tanto real» (Zubiri)

Así, cuando Benjamin advierte que «el arte por el arte» corresponde a «una teología
artística», se refiere a un arte que hiperrealiza su naturaleza teológica. Si la teología ha brindado
al arte trascendencia, el arte ha brindado a la teología carnosidad, suculencia sensible... le ha
brindado legitimidad al deconstruir la metafísica terrenalmente: La tensión entre original y
copia, entre (contenido) Absoluto, y (forma) relativa, entre un valor y su expresión, despliega el
territorio de la creencia/descreencia, permite el juego de la persuasión: La forma artística
permanece sospechosa, el contenido metafísico incierto; se consolidan mutuamente en ese
espacio de incertidumbre. En la obra gana su eficacia persuasiva la voluntad metafísico/técnica
de poder. Más que expresar un valor, la obra mitiga y mitologiza el valor. La obra consiste en
una jurisprudencia y una estrategia para invisibilizar su estrategia: oculta esa estrategia que
consiste en un proceso de control de los medios y los fines, destinado a conseguir el descontrol
final del adversario.

Con todo, quizá el principio de verdad no sea inocente: «si examinamos lo verdadero
con detenimiento, es lo peor que se puede decir» (Lacan), «lo verdadero, es ineficaz y
mezquino» (Bernini), «prometes la paz que no tienes y ese descanso que muere antes de nacer»
(Miguel Angel). Quizá los valores no sólo no garanticen o posibiliten un consenso, una
convivencia -un vivir de lo diferente-, sino por el contrario sean cómplices de un proyecto, de
una voluntad que aporta una violencia adicional a la natural conflictividad individual y social,
de un proceso de «conversión de la agresividad natural en simple destructividad» (Fromm). Una
mecánica de la seducción y la creencia que diluye la identidad y la voluntad del gobernante y del
gobernado. Una mecánica ético-estética de doble persuasión (creencia/descreencia), que se
despliega como esa progresiva deconstrucción estética de la metafísica: un «proceso histórico
mundial de desencantamiento del mundo» (Weber) y una progresiva conversión del mundo en
fábula (Nietzsche). La puesta en escena de la crisis puede ser entendida entonces como un
mecanismo de perpetuación no ya de un concreto sistema de valores, pero sí de una
sistematicidad que convertirá a los valores en imprescindibles. Y con ellos el conflicto.
Liquidación por reformas

3 . COLORES (estimulación ética)


«el fin justifica los medios» (Maquiavelo)

Durante la campaña de Mincio, cuando Napoleón se encuentra con el pintor M. Biogi e intenta
convencerle para hacerse militar y para pintar su batalla más reciente, le describe los bellos
uniformes blancos de las tropas que pretenden subir a la meseta, los dragones de guerrera verde,
los coroneles Bandera que identificaban las columnas... con la misma pasión con que Leonardo

1
describe voluptuosamente el modo de representar una batalla o Severini radiografía un «Cañón
en acción». «Metales brillantes, colores chillones, lineas fluidas, movimientos rápidos y
gráciles, modernidad sin lágrimas»2... El estratega, desde su colina, diseña las masas de color
de sus ejércitos sobre el pálido lienzo del paisaje. Sutiles y complejas composiciones de acuerdo
a un espectáculo total por encima de cualquier ópera o drama. Una escena que clausura vida y
muerte, orden y caos, en la intensa emoción de un instante eterno.

Los valores, en la época de los colores éticos, responden a dos funciones de persuasión (a dos
funciones estéticas complementarias):

1. El color ético es un estimulante para la acción, para lo cual debe hacerse sensible a las
debilidades, carencias, sueños y pasiones humanas con el fin de instrumentalizarlas. Una
perceptividad ética susceptible de una Teoría de la Percepción Etica:
1,1. La estrategia se sustenta en una mutua visibilidad: colores intensos que permiten
identificar e identificarse a los bandos, en un campo de valores y en un territorio natural.
El color cualifica los bandos y clasifica las jerarquías militares.
1,11. También en la ilustrada aceptación mutua de un territorio, de un espacio de
operaciones, de una cierta «legalidad» para los conflictos.
2. El color se refiere a una simulación, a un enmascaramiento ético que oculta la estrategia de
estimulación (éticamente incolora). La génesis metafísico/moral de los valores está basada en un
intento de exterminio del conflicto, de la multiplicidad, del devenir, de la incertidumbre... Bien,
verdad, y belleza, son efectos de una sublimación del defecto, el error, y la falta, de acuerdo a
una valoración de contrastes. Mediante una inversión simbólica, la realidad se mide en el valor,
y el ser en el deber ser. Ello introduce un estado de derecho para la acción (ética), el
pensamiento (lógica) y el sentimiento (estética); Sin embargo, consolidarlos y mantenerlos
exige provocar justo aquello que intentan evitar.
2,1. Así, los valores lo son en tanto no cesan de repetir el fracaso. La afirmación de un
sentido -verdadero, bueno, bello- exige identificar lo diferente como peor: feo, malo,
diabólico, irreal, inesencial, inútil, falso, intrascendente, oscuro, caótico... Lo conflictual se
somete a dos operaciones complementarias: queda confinado hasta reaparecer de forma
siniestra u obscena, y es reinsertado una vez convertido en ornamento mítico. La
consolidación de un significado (sagrado), va pareja a la ejecución de un significante
(violento): el «sentido necesario» exigirá un «medio inevitable»: el Orden exigirá el
conflicto. La santidad de la causa (alma) legitimará el instrumento (arma). Esta doble
retórica genera el valor mediante una previa violencia fundacional (R. Girard) y
fundamental que queda mitigada en el mito, en la adquisición de un hábito perceptivo.

Tradición (respetar un fundamento) y progreso (fundamentar un respeto) coinciden: Se trata de


realizar un valor, bien reconstruyendo el efecto, bien reconstruyendo el proceso. Se habla
profusamente del laicismo moderno, de la destructividad, de la violencia, de ese «Gran
Rechazo» (Marcuse), ejemplificado en el acto ritual en que Alfred Jarry ofreció a Picasso su
revolver automático -ese que Picasso dispara al aire cuando sus admiradores le atosigan
preguntándole sobre su «teoría estética»-encomendándole la misión destructiva de Ubú. La
experiencia moderna, ciertamente, se caracteriza por un anhelo de libertad que se expresa de las

2
Marshall Bermann recordaba la poca atención que se había prestado en la interpretación de la modernidad a la
fascinación y al influjo psicológico y político del desfile militar.

1
formas más violentas. Pero se trata de una violencia iconoclasta, de una herejía contra la belleza
-la tertulia de Moratín y los Acalófilos (amantes de lo feo)-, contra la bondad -la terribilidad de
los Cantos de Maldoror o un Manifiesto Futurista-, y contra la verdad -las paradojas del
dadaísmo y el surrealismo-. Bello es lo feo, lo inútil, lo ilógico, lo malo, lo efímero...
Es cierto, pues, que «en la obra moderna la búsqueda de lo absoluto conduce
inexorablemente a una negación absoluta» (Trias), pero ésta negatividad moderna es apenas
una fase apoteósica de los valores anteriores, que, en su sintaxis afirmativa, ocultan la misma
negatividad absoluta... «Incluso la bombra atómica puede ponerse al servicio del amor al
prójimo» (Künneth): La modernidad no es destructiva contra la tradición, sino destructiva por
tradición y para la tradición. De hecho, su destructividad se oficia en nombre a una nueva
belleza, a una nueva bondad, a una nueva verdad, a un nuevo orden. La vanguardia se sumerge
en el horizonte que la guardia vigila. Desde éste punto de vista, se trata de una previsión ética.
La profusión de terminología militar (arte de vanguardia, poetas de combate), encuentra
origen directo en la patrística, cuyo belicismo es también sospechosamente frecuente (armas del
señor, coraza de justicia, yelmo de la salvación, escudo de la fe)... Entre afirmar: «¡La guerra
por la guerra!, podía haber dicho, como otros dicen el arte por el arte, convencido como estaba
de que todas las virtudes se dan cita en la disciplina, en el sacrificio, y en la atracción divina
por la muerte.»...y confesar que el uso moderno del modelo militar va unido a «espíritus, no ya
militantes, sino hechos para la disciplina; es decir, para la uniformidad»(Baudelaire).
La vanguardia se presenta entonces como una etificación de lo estético: decoloración
formal y recoloración ética. Una asunción radical de la vanguardia, perfectamente ejemplificada
en la elección de Duchamp entre arte o ajedrez. Su «indiferencia» no es una negación de la
voluntad de dominio, sino más bien una táctica de voluntad diferida característica del estratega
clásico.3 Entre el bello belicismo del orden pasional (Mondriaan), y la belleza bélica del azar
indiferente (Duchamp).

Como ha señalado Renato Poggioli, los artistas tomaron el modelo militar de los
representantes del movimiento social revolucionario: Fue primero una teoría del conflicto -una
teoría de la percepción como arte de la guerra-, que después se traslada a la lucha de clases, y
sólo después al mundo estético. Se aplica al territorio artístico cuando comenzaba a ser
«convencional» e ineficaz respecto a los nuevos artefactos e ideas militares.

2 . CAMUFLAJES (simulación estética)


«¿Dice usted que una buena causa justifica incluso la guerra? Yo contesto: una buena guerra justifica
cualquier causa.» (Nietzsche)
«El medio es el mensaje» (M. MacLuhan)

Tácito, a propósito del modo de combatir de ligios y harios, comentaba las prácticas de
camuflaje, habituales en la antiguedad -con escudos negros y cuerpos untados, escogen noches
muy oscuras para sus combates»-. En el mundo moderno, es a finales del XIX cuando se
comienza a usar en los frentes coloniales la gama cromática del camuflaje, adoptando el
espectro de la tierra, «Un tipo de gris arrastrado, que varía según la tintada, cercano al color

3
...la virtud jesuítica, contrarreformista, de la «indiferencia» de Ignacio de Loyola.

1
del desierto o a las pedrestres colinas desnudas» (J.S.F.A.H.R.), pero será en la Primera Guerra
Mundial cuando se oficializa. Los movimientos de campos cromáticos en el espacio y el tiempo,
dejan paso a otros de ocultamiento y engaño. Con todos los riesgos y dificultades para distinguir
las masas humanas, los adversarios... La táctica anterior deviene mero síntoma, y la estrategia se
enriquece con la estratagema; Queda abolido el contrato de las estrategias de visibilidad. De
signos distintivos, a signos de indistinción y ocultamiento. El camuflaje es un ocultamiento de
lo diferente. El color ético se recubre con un uniforme de invisibilidad: color del territorio.

Para la experiencia moderna, el camuflaje nace probablemente como último y


desesperado intento de mantener una situación colonial que la conciencia histórica y la
modernidad advertían insostenible: Una autodefensa ilegítima del sistema de Valores, del
logocentrismo occidental. El camuflaje corresponde a la consciencia paradójica de que es la
victoria, y no la indiscutibilidad lo que convierte en necesario al Fundamento. El color ético
continúa estimulando la acción, pero el camuflaje testifica y estetifica una crisis de fundamentos
-simulada disolución del Valor, del Color, la Razón y del Fin), y una trasferencia de la
centralidad hacia el medio, convertido en causa. La lucha y la victoria se convierten en valores,
mientras aumenta el descrédito de la causa, y se debilita su indiscutibilidad. Corresponde a una
estetización de lo ético, como su deconstrucción/traducción. Deja ver la artificiosidad del color,
tensa la visibilidad, explora la indeterminación. Ensucia el conflicto haciendo visible su color:
Más allá del color ético de cada bando, la invisibilidad del camuflaje une trans-éticamente
ambos bandos bajo una máscara de territorio. Y más allá del color distintivo de la jerarquía, el
camuflaje acerca los grados. Invisibiliza el color ético y también la transparencia incolora del
soldado, de la realidad. Atraviesa las éticas, los valores y los patriotismos, atraviesa los estilos,
los principios, los sentidos.

Aunque adoptado por los ejércitos a finales del siglo XIX, el camuflaje ejemplifica lo
que en el último tercio del XX se entiende por «estrategias postmodernas» en las artes. Su
aplicación no comenzaría tanto con la referencia directa de la gama terrosa y vibrante del
cubismo analítico (Como sugería André Salmon a propósito de Braque), sino más bien con un
tipo de comportamiento basado en estrategias de indistinción respecto a un territorio cultural. Al
color ético corresponde una estructura (que establece jerarquías dentro de un campo de valores);
Al camuflaje, la indeterminación, la suspensión de límites, jerarquías y relaciones entre partes y
todo (composiciones all-over, pintura hard-edge): la disolución de la estructura, que deviene
«textura»4.
La vanguardia no es ya una gloriosa avanzadilla del color más puro, sino una
«vanguardia sumergida» engalanada con el uniforme indistinto de lo cotidiano. El mito moderno
de la fusión del arte con la vida, concluye aquí en camuflaje del arte en la vida, en simulación de
vida en el arte. Si la ética camuflaba la arbitrariedad del sacrificio con los colores del valor, del
compromiso, del sentido; el camuflaje camufla la arbitrariedad de la ética con los colores de la
falta de valor, el descaro, el sinsentido, la simulación y el contraespionaje.

4
Deleuze (El pliegue) denominará barroca a ésta sustitución de la estructura por la textura.

1
1 . CUERPO NEGRO (inhibición anestésica)
«El asesinato es el objeto de la guerra -y en su inmensa y espectacular contribución a la muerte, la guerra es
sólo un medio dentro de ese proceso de racionalización terrorista de lo social » (Baudrillard)

Aunque las bombas biológicas y químicas no son nuevas -en la antigüedad los ejércitos
bombardeaban la ciudad sitiada con cadáveres putrefactos o envenenaban las fuentes-, los
resultados de la alta investigación científica en este terreno junto a los avances en ingeniería
genética (iperita, lewisita, gas mostaza, agente naranja, armas ecológicas, etc.), representan una
extensión del camuflaje, pero al mismo tiempo introducen un pánico añadido ante agentes
invisibles cuya capacidad destructora no viene precedida de ninguna señal. Con todo, la bomba
atómica transformó la lógica del camuflaje.
A partir de ella, la coexistencia de intereses diversos, la supeditación del conflicto, la
gobernabilidad, no se sustenta ni en un sistema de valores, ni en un sistema crítico de engaños,
sino en el terror. El terrorismo de la disuasión no se basa en un «hacer creer», sino en inhibir
mediante el terror ante armas de destrucción que se presupone -¡precisamente por su alto poder
destructivo!- nunca se utilizarán. Es una trasparencia anestésica: inhibición de una acción capaz
de precipitar una destrucción absoluta. La «crisis» de valores queda resuelta por la epifanía de
un paradójico referente absoluto: la bomba se convierte en un nuevo principio de realidad,
sustituto hábil del antiguo Valor: su «realización» 5. Pero también los «valores en crisis» del
camuflaje (La simulación como verdad, la perversión como bondad, la fealdad como belleza),
se realizan en éste referente objetivo: supremamente ilógico, perverso e insensible. Su cualidad
retrovalorativa proviene de su capacidad para premeditar una inhibición del pensamiento
(lógico), una inhibición de la acción (ética), y una inhibición del sentimiento (estético).
Continúa la mecánica de la estimulación/simulación, en forma de crisis/despliegue de sí misma.
El campo de operaciones es la información: el poder de exhibición de la capacidad
destructiva. Un sistema de amenazas de acuerdo a una topografía de señales, un territorio
semiótico, una retórica de las situaciones límites. Entre el «First use» y el «no first use»: un
sistema de persuasión metalingüística que, -como señala Virilio-se trata de «una forma
relativista de conflicto: una transferencia de la guerra de lo actual a lo virtual», una guerra de
posibilidades de guerra, de las reducciones ad absurdum, que difiere el desastre desplazándolo
al tercer mundo, o proyectándolo a la estratosfera del futuro (el tercer tiempo).

De acuerdo a éste nuevo estatuto de los valores, se trata de no-realizar un Fundamento


absolutamente negativo. El conflicto se vuelve un no-acontecimiento que tiene lugar en su
mismo no-tener-lugar. La heideggeriana «verdad como revelación» adquiere la categoría no de
hurto (Raub), sino de amenaza violenta (Drohen) y estupefaciente (Drogen). La verdad como
amenaza de ser. El referente necesario (DA: destrucción absoluta) que desea ser evitado, exige -
para no ser expresado- multiplicar sus señales, sus signos, hacerse progresivamente visible y

5
Al final de la «dialéctica de la razón práctica», Kant sugiere que si Dios y la eternidad se realizaran, se evitaría la
transgresión de la ley, pero a costa de sacrificar la libertad: «la conducta de los hombres se transformaría, pues, en mero
mecanismo»... Cuando se entra en el registro del valor, es difícil escapar.

1
posible, hasta consolidar una ubicuidad bélica.6 Una lógica de la negatividad que convierte éste
cuerpo negro en anhelo y destino.

Si «el primer ser humano que vociferó una maldición, en lugar de empuñar un arma,
fue inventor de la civilización» (Freud), y los políticos coinciden con Baudrillard en que la
disuasión excluye la guerra, el carácter virtual de la carrera armamentística y de la militarización
de la ciencia parece beneficioso en relación al enfrentamiento real. Pero finalmente, amenazar es
armar.7 Está de más si se supone innecesario; pero se supone necesario partiendo de que
está de más. Este círculo vicioso garantiza su «inevitabilidad», su poder de persuasión, su
capacidad para anular toda voluntad, todo poder: descubre un mecanismo característico de los
viejos valores/colores éticos.
Viciosa virtud circular («la paradoja del arma y el escudo») que conlleva un desarrollo y una
inversión militar de tales proporciones, sofisticación, autonomía e inercia, que acaba
convirtiéndose en vanguardia de la investigación científica, y orientando la economía y la
política, en un proceso de militarización de la vida paralela a una virtualización de lo militar que
necesita estimular una visibilidad ética reducida al los bloques, a blanco y negro.
El ser como amenaza estupefaciente, es un cuerpo negro. Se trata del estatuto ético-
estético de un particular no-color. Un negativo del blanco, que tampoco es tanto un color, como
un «un ateísmo incoloro de todos los colores que nos hace estremecer» (G. Gozzi). El color
blanco aparece como aviso de detención/ desestimulación del conflicto: Es la bandera blanca de
la rendición, y el código utilizado para el personal sanitario. El cuerpo negro invierte pero
hiperrealiza un código de desestimulación: Si se realiza, no existe inmunidad, ni tampoco
detención. Pero el blanco es además el objetivo, el Otro: situación bélica que convierte el color
adversario en blanco. El blanco es lo diferente. Así que el cuerpo negro desidentifica lo
diferente: diluye la distinción, y lo convierte todo y a todos en un blanco virtual.

Paralelamente a ésta estrategización de la vida, una estetificación de la vida. Ubicuidad


del design y del misil. La belleza de la eficacia, y la eficacia bélica: el gadget y la bomba
comparten su condición extrema. El «Misil Paloma de la Paz» (Pino Pascali) muestra la
fascinación ante la presencia mística de eficacia, potencia, e impostura, del objeto disuasorio:
Una estética del objeto extrañado de lo cotidiano, de la presencia inhibidora de un objeto sin
partes, sin fisuras, como el objeto específico del minimalismo (D.Judd) o en la perfección del
objeto de arte de la Costa Oeste (L.Bell). El poder y la legitimación se convierten en lugar y en
tema, en utensilio y en consolidación de belleza, en la autovaloración como valor. La estética
del camuflaje, (contaminación, indeterminación, textura), se sustituye por otra del ocultamiento
del trabajo, la tautología, la perfección, la asepsia, la circularidad, la potencia, el exceso y la
impostura. Lo bello, no de la indiferencia, sino la fría belleza del cuerpo negro como
estupefacción an-estésica.

6
El referente: una «guerra absoluta» (Clausewitz) -pura-derivada en una «guerra total» (teoría de Ludendorff puesta en
práctica por Hitler) -empírica-, un conflicto al que se encadenan estrechamente la entera vida social, entrenada por la
lógica bélica.
7
«un misíl absoluto jamás abolirá el azar» (Derrida).

1
0,1 . BLANCOS SOBRE BLANCOS (disimulación aséptica)
«¡Usad el mismo talento que nos dió las armas nucleares, para hacerlas impotentes y obsoletas!» (R. Reagan)
«señuelos de efectos centroides, cuyo principio consiste en primer lugar, en superponer a la imagen de
radar que "ve" el misil, una imagen creada en todas sus partes por el señuelo, imagen más atractiva que
la real, del edificio apuntado, pero completamente digna de crédito para el misil enemigo. Cuando esta
primera fase ha tenido éxito, el servomecanismo del misil se encierra sobre el centro de gravedad del
conjunto, "imagen-señuelo/imagen-edificio"; El siguiente paso solo consiste en arrastrar el misil
frustrado más allá del buque y todo ello en unas fracciones de segundo.» (P. Virilio).

Satélites que controlan centímetro a centímetro el territorio, incremento del alcance, precisión,
miniaturización de las cargas, tecnologías de la disminución de los riesgos de detección,
inteligencia artificial... El despliegue del cuerpo negro, y la sofisticación creciente de los media
bélicos condicionan una nueva estrategia, otra forma de camuflaje,-un juego de
visibilidad/indistinción-, pero que sucede fuera del espectro visible, fuera de la perceptividad
ética, en un paisaje virtual electro-óptico y electro-acústico. Las apariencias objetivas son ahora
munición. La disimulación opera sobre un territorio inmaterial: lo militar encuentra el color del
territorio en sí mismo, la selva de la que se tiñe es una selva de alta tecnología que él ha
procreado.

...¿Señales de misiles falsos captados por radares simulados de un destacamento virtual


en una guerra posible? ¿Imágenes de armas virtuales contempladas por un espectador virtual?
¿Acaso no suceden esas crisis bélicas (Baudrillard) que durante los últimos años constituyen
nuestro paisaje informativo? ¿Es virtual la muerte, lo son las víctimas? La disuasión se basaba
en no realizar una verdad objetiva, la disimulación en realizar una mentira objetiva. Así, cabría
pensar que este proceso tiende a una progresiva virtualización de lo bélico, hasta el punto de que
«no habría de ser necesaria la existencia física de los ejércitos, sino que bastarían las
relaciones teóricas entre ellos o lo que habría de ser una especie de álgebra de la acción. La
teoría comenzaba a orientarse en esta dirección cuando los acontecimientos de la última
guerra nos señalaron un camino mejor.» (Clausewitz)
De acuerdo a la mecánica persuasiva del valor, el desarme puede entenderse como la
desrealización del referente negativo absoluto (del cuerpo negro): es decir, restarle ser a aquél
absoluto que «es para no ser». Des-realizarlo se traduce en segregarlo, hacerlo aparecer.
Entonces, el desarme quizá no sea una autoinmolación de lo militar en nombre de la distensión,
sino de la modificación activa del clima político por sus propias necesidades de desarrollo: El
desarme como camuflaje militar de desmilitarización, como simulación/estimulación universal.
De ahí que la ceremonia aséptica del desarme nuclear vaya acompañada de violentos conflictos,
y de estimulación/simulación de la perceptividad y sensibilidad hacia los colores.
Aumenta la temperatura del cuerpo negro, transfigurándose en camuflaje de blancos
sobre blancos. De la gélida estupefacción inhibitoria, a el aturdimiento estimulante. En plena
época de la disimulación, reaparecen los colores éticos como diferentes modalidades de blancos.
Los colores son de nuevo estimulación: testifican y estetifican la disgregación política (aumento
de la conflictividad y la incertidumbre, crisis del Proyecto y los valores...) Y también
simulación: la distensión testifica y estetifica una unificación moral (macroecumenismo,
espiritualidad, conformidad, subjetivismo, resurrecciones mistéricas). De nuevo, la mecánica
bélica del valor.

1
Convertidos todos en nuestros propios blancos, somos el territorio sobre el que opera la
mecánica de los valores.
Cada progreso en estrategia convierte al anterior en señuelo. Se basa en una doble
articulación que realiza la anterior hasta el punto de hacerla incompetente. Cada progreso en
estrategia hace que la estrategia no cese de escribirse, la convierte en necesaria. Tal belicismo -
como aplicación del modelo de la guerra-, hace confundir fácilmente tácticas con estrategias (-
obras con textos-), estrategias con estratagemas (-desarrollos con disimulos-), armas con
escudos (-retornos con retrasos-): simulaciones simuladas, camuflajes camuflados, anestesia
anestesiada, escepticismo apasionado, nihilismo nihilista... La estrategización no añade sutileza
o complejidad, sino que apenas sobrepuja una peculiar carrera de armamento que sofistica pero
también desciviliza la civilización: Es simultáneamente signo de desarrollo y persistencia de la
barbarie. La belleza 8, «promesa de felicidad» (Stendhal) y el kitsch, «receta de felicidad»
(Moles) rinden un culto diferido al instante eterno, el único irreferente: el conflicto extremo,
muerte y guerra diferidas, proyectadas como una epifanía de lo eterno, proyectos de una
«solución final»: lo bélico como vanguardia de lo bueno como vanguardia de lo bello. La lógica
del valor afirma la necesidad de un Sentido, visible o camuflado, presente (Dios, Hombre,
Derecho, valores) o ausente (muerte de Dios, disolución del Hombre, suspensión del Derecho,
crisis de valores); y desde esa lógica, fuera sólo existirá el sinsentido superficial, anodino,
insustancial, de una vida falsa. Pero existe vida plena, intensa, profunda, elevada, fuera de esa
violencia del sentido.
Contagiada por la retórica fatal del valor, la cultura moderna testifica el fracaso para
librarse de esa inercia. Evitarla es uno de los grandes retos de la cultura contemporánea. La
actividad artística no será tanto una dedicación combativa que evitaría la guerra (al menos en
arte, -como la filosofía para Kant-9). Ni escepticismo militante ni militancia antibelicista. Indica
otro compromiso, diverso de la avaricia libertaria, de la sumisión o la rebeldía, y diverso
también de la ausencia o la delegación de compromisos. Diverso del talento o la sensibilidad
aplicados o comprometidos a cualquier causa, tanto como del talento puro del arte por el arte.
Existe la posibilidad de un color poético, una visibilidad, que no sea la dis-tinción acromática y
multicolor de lo bello 10, ni color ético, ni indistinción trans-ética, ni trasparencia anestésica, ni
disimulación aséptica. Un color no inocente, sino una objeción consciente. Un color sin valor,
un color que «falla el blanco».
No se trata de no jugar (estéticamente) con las cosas (ética, logicamente) de matar -
incluidas miradas, intenciones y armas-, sino de no matar con las cosas de jugar -incluidas
armas, intenciones, y miradas-. Es nuestra inevitable implicación que a lo sumo puede aspirar al
ensayo tenso y contradictorio de una quinta columna de lo real. «Se acata, pero no se cumple»,
era en las colonias de ultramar, la consigna secreta de quienes disparaban al aire contra las
descabelladas órdenes que provenían del Escorial. Un error de blanco, una solución errática y
minúscula que difícilmente despertará entusiasmos masivos o promesas utópicas para movilizar
masas hacia la eternidad... Si el territorio es un espacio bélico de valores, fallar el blanco es un
color poético.

8
«Prometes la paz que no tienes/ y ese descanso que muere antes de nacer» (Miguel Angel, sobre la belleza).
9
. Kant, Anuncio de la Próxima conclusión de un Tratado de Paz en Filosofía.
10
Para la diferencia entre cromatismo y colorido, consultar: Teoría de los Colores, de Goethe; Historia de los colores,
de Mancio Brusatin, etc.

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