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JORNADAS
INSTITUCIONALES
DE
REFLEXIÓN
SOBRE
EL
PROYECTO
DE
LEY
DE
REFORMA
AL
SISTEMA
DE
EDUCACIÓN
SUPERIOR
Síntesis
y
Conclusiones
Universidad
de
Valparaíso
INTRODUCCIÓN
Ante
el
envío
por
parte
del
Ejecutivo
del
Proyecto
de
Ley
destinado
a
reformar
el
Sistema
de
Educación
Superior
chileno
y
valorando
el
efecto
que
dichas
modificaciones
podían
tener
en
el
futuro
de
las
Instituciones
de
Educación
Superior
y
particularmente
en
el
de
las
universidades,
el
Consejo
Académico
Ampliado
de
la
Universidad
de
Valparaíso
acordó
en
su
sesión
Nº
455
constituir
una
comisión
con
el
propósito
de
establecer
una
metodología
que
permitiera
llevar
adelante
un
proceso
de
discusión
y
análisis
que
involucrará
a
la
mayor
cantidad
de
personas
posibles
y
cuyas
conclusiones
pudiesen
ser
representativas
de
nuestra
Comunidad
Académica.
La
Comisión
quedó
conformada
por:
el
Secretario
General,
profesor
Osvaldo
Corrales,
quien
actuó
como
coordinador;
el
decano
de
la
Facultad
de
Humanidades,
profesor
Juan
Estanislao
Pérez,
en
representación
de
los
decanos;
el
profesor
Juan
Sandoval
en
representación
de
los
consejeros
académicos;
el
profesor
Carlos
Verdugo,
en
representación
de
la
Asociación
de
Académicos;
el
Sr.
Alejandro
Martínez,
en
representación
de
la
Asociación
de
Funcionarios;
el
Sr.
Carlos
Vergara
en
representación
de
la
Federación
de
Estudiantes
de
la
Casa
Central;
el
Sr.
Felipe
Rodríguez,
en
representación
de
la
Federación
de
Estudiantes
del
Campus
San
Felipe;
y
el
Sr.
Darío
Contador,
en
representación
de
la
Federación
de
Estudiantes
del
Campus
Santiago.
La
metodología
propuesta
por
la
Comisión
y
aprobada
en
la
sesión
Nº
456
del
Consejo
Académico
Ampliado
consideraba
que
la
discusión
en
torno
al
proyecto
se
realizara
en
dos
momentos:
primero,
a
nivel
de
las
facultades,
campus
y
nivel
central,
y
luego
en
un
encuentro
general
que
agrupara
a
representantes
de
esas
instancias
a
nivel
de
toda
la
Universidad.
La
primera
etapa
tuvo
lugar
entre
los
días
20
y
21
de
julio,
mientras
que
la
segunda
se
produjo
entre
los
días
26
de
julio
y
2
de
agosto.
En
total,
participaron
del
proceso
casi
500
personas
entre
académicos,
estudiantes
y
funcionarios.
La
discusión
abordó
diferenciadamente
las
tres
áreas
más
relevantes
que
contemplaba
el
proyecto:
Institucionalidad,
Financiamiento
y
Gobernanza;
para
cada
una
de
ellas
se
elaboró
un
un
set
de
preguntas
básicas
que
debian
servir
como
guía
para
la
discusión
en
cada
una
de
las
instancias.
La
metodología
concordada
suponía
1
2
3
4
INSTITUCIONALIDAD
Tal
vez
uno
de
los
aspectos
en
que
más
cambios
se
aprecian
respecto
de
la
actual
situación
del
Sistema
de
Educación
Superior
sea,
precisamente,
en
materia
de
institucionalidad,
donde
se
propone
la
creación
de
una
Subsecretaría
de
Educación
Superior
y
de
una
Superintendencia
de
Educación
Superior,
además
de
la
transformación
de
la
actual
Comisión
Nacional
de
Acreditación
en
un
Consejo
para
la
Calidad
de
la
Educación
Superior.
Estas
instituciones
junto
al
Consejo
Nacional
de
Educación,
pasarán
a
constituir
un
nuevo
“Sistema
de
Aseguramiento
de
la
Calidad
de
la
Educación
Superior”.
La
comisión
encargada
del
análisis
de
este
apartado
valoró
positivamente
la
transformación
de
la
institucionalidad
actualmente
vigente
y
la
creación
de
las
nuevas
instancias
de
supervisión
y
control
en
el
entendido
que,
en
conjunto,
ellas
generan
mejores
condiciones
para
garantizar
la
calidad
y
el
respeto
a
las
normas
vigentes
por
parte
de
las
Instituciones
de
Educación
Superior.
No
obstante
lo
anterior,
se
hicieron
algunas
observaciones
tanto
al
diseño
institucional
propuesto
en
general,
como
a
las
definiciones
y
facultades
entregadas
a
cada
una
de
las
agencias
en
particular.
El
términos
generales
las
principales
observaciones
realizadas
fueron:
1. El
proyecto
no
presenta
una
visión
de
proyecto
educativo
país.
2. No
se
establece
un
sistema
de
educación
superior
estatal
claramente
articulado.
3. No
hay
una
definición
clara
de
qué
es
lo
público,
sólo
se
señalan
las
exigencias
para
que
las
instituciones
sean
incluidas
dentro
de
las
políticas
de
gratuidad,
tales
como:
estar
acreditada,
cumplir
estrictamente
las
normas
que
no
permiten
la
existencia
de
lucro,
estar
incorporada
a
las
nuevas
normas
sobre
acceso
de
equidad,
desarrollar
programas
de
reforzamiento
y
acompañamiento
para
los
alumnos
vulnerables
ó
regirse
por
el
sistema
de
aranceles
que
determine
el
MINEDUC.
5
6
7
8
FINANCIAMIENTO
En
relación
con
la
forma
en
que
el
Proyecto
propone
financiar
a
las
Instituciones
de
Educación
Superior,
existe
absoluto
consenso
en
orden
a
que
éste
no
satisface
las
necesidades
del
país,
ni
se
condice
con
las
demandas
de
las
comunidades
universitarias
ya
que,
sin
perjuicio
de
que
las
políticas
de
gratuidad
suponen
un
avance
valorable,
el
sistema
propuesto
perpetúa
la
actual
configuración
del
Sistema
de
Educación
Superior
como
un
mercado
articulado
en
torno
al
subsidio
a
la
demanda,
que
privilegia
el
gasto
privado
por
sobre
el
público
y
que
se
basa
fuertemente
en
el
endeudamiento
de
los
estudiantes
y
sus
familias
(por
ejemplo,
por
medio
del
Crédito
con
Aval
del
Estado,
que
se
mantiene
como
mecanismo
de
financiamiento).
Lo
anterior
es
cierto
incluso
para
los
estudiantes
que
accedan
a
la
gratuidad
puesto
que
ella
cubre
sólo
el
período
de
duración
teórica
de
las
carreras
de
modo
que,
de
producirse
diferencias,
éstas
deben
ser
cubiertas
por
los
propios
estudiantes,
a
través
de
créditos.
Por
otra
parte,
el
sistema
no
considera
criterios
claros
ni
instrumentos
diferenciados
para
el
financiamiento
de
las
instituciones
estatales
y
de
las
privadas
(tradicionales
y
no
tradicionales)
lo
cual
supone
que,
al
estar
sujetas
estas
últimas
a
menos
regulaciones
y
a
menores
costos
de
transacción,
mantienen
una
posición
ventajosa
que
les
permite
proyectar
su
crecimiento
y
desarrollo
en
desmedro
del
sistema
estatal.
De
esta
forma,
de
aprobarse
el
Proyecto
en
los
términos
en
que
fue
enviado,
todas
las
instituciones
que
se
sumen
a
las
políticas
de
gratuidad
(estatales
y
no
estatales)
accederán,
en
lo
fundamental,
a
los
mismos
mecanismos
y
fuentes
de
financiamiento,
estando
las
eventuales
diferencias
explicadas
sólo
por
criterios
como
el
de
acreditación,
cuya
aplicación
operará
de
igual
forma
para
todas
las
instituciones.
Sin
embargo,
dado
su
régimen
jurídico,
las
universidades
estatales
están
sometidas
a
muchos
más
controles
y
restricciones
que
las
universidades
privadas
(tradicionales
y
no
tradicionales),
los
cuales
afectan
el
cumplimiento
sus
funciones
tanto
en
materia
de
docencia
de
pre
y
posgrado,
como
de
investigación
y
vinculación
con
el
medio.
Entre
estas
restricciones,
pueden
destacarse
las
siguientes:
9
a. En
el
plano
operativo
su
funcionamiento
está
sometido
a
la
supervisión
de
la
Contraloría
General
de
la
República
lo
cual
supone
que
muchos
de
sus
actos
administrativos
(tales
como:
la
aprobación
de
su
presupuesto,
la
licitación
y
contratación
de
obras
o
servicios,
la
contratación
de
empréstitos,
entre
otros)
estén
sujetos
al
trámite
de
Toma
de
Razón,
esto
es,
que
es
necesario
esperar
a
que
la
Contraloría
los
autorice
antes
de
poder
ejecutarlos,
lo
cual
se
suma
a
las
múltiples
auditorías
que
cotidianamente
realiza
dicho
órgano.
Además
de
ello,
les
resultan
aplicables
todas
las
leyes
elaboradas
en
materia
de
transparencia
activa
y
pasiva
y
regulación
del
lobby,
lo
que
las
obliga
a
mantener
publicadas
las
remuneraciones
de
su
personal,
los
honorarios,
los
convenios
que
firma
con
instituciones
nacionales
o
extranjeras,
los
beneficios
que
otorga,
entre
muchos
otros,
además
de
entregar
cualquier
documentación
que
le
sea
requerida
en
virtud
de
estas
normas.
b. En
el
plano
contable,
las
universidades
estatales
están
obligadas
a
llevar
una
triple
contabilidad:
por
una
parte,
como
instituciones
públicas
de
conformidad
con
el
decreto
Nº
180
del
Ministerio
de
Haciendo
del
año
1987;
por
otra,
a
partir
de
las
instrucciones
anuales
emanadas
desde
la
Contraloría
General
de
la
república
en
materia
de
control
presupuestario;
y,
finalmente,
a
partir
de
la
Ley
20.044
del
año
2006
que
obligó
a
las
universidades
estatales
a
publicar
anualmente
sus
Estados
Financieros
Auditados
tal
y
como
hacen
las
Sociedades
Anónimas
y,
en
consecuencia,
a
implementar
las
normas
contables
que
les
resultan
aplicables.
c. En
el
plano
financiero,
salvo
excepciones
expresamente
autorizadas
por
Ley
e
independientemente
del
propósito
para
el
que
se
requieran,
las
universidades
estatales
sólo
pueden
endeudarse
por
el
plazo
de
un
período
presidencial
o
lo
que
quede
de
éste.
De
esta
forma,
si
una
universidad
estatal
quiere
ampliar
su
infraestructura,
el
crédito
para
ello
sólo
puede
pedirlo
por
el
plazo
que
reste
de
mandato
al
Presidente
de
la
República
que
esté
en
ejercicio
en
ése
momento.
d. En
el
plano
de
la
administración
de
su
personal,
las
universidades
estatales
están
sujetas
al
estatuto
administrativo
lo
cual,
entre
otras
cosas,
supone
que
no
pueden
ofertar
autónomamente
condiciones
de
retiro
favorables
a
sus
trabajadores
en
edad
de
jubilar,
lo
cual
tiene
un
fuerte
impacto
en
la
renovación
de
sus
cuadros
académicos
y
administrativos.
Dicha
posibilidad
depende
siempre
de
iniciativas
legales
cuyas
condiciones
de
operación
hacen
que,
casi
siempre,
su
efecto
sea
muy
limitado.
10
No
obstante
recibir
tantos
o,
en
algunos
casos,
incluso
más
aportes
por
parte
del
Estado,
las
universidades
privadas
(tradicionales
y
no
tradicionales)
no
están
sujetas
a
ninguna
de
estas
condiciones
lo
que
se
traduce
en
menores
costos
de
transacciones
y
mejores
tiempo
de
respuesta
al
momento
de
tratar
de
dar
respuesta
a
sus
necesidades
de
operación
y
desarrollo.
Gratuidad
y
regulación
de
los
aranceles
de
pregrado
Si
bien
hay
completa
coincidencia
en
que
el
inicio
de
las
políticas
de
gratuidad
universitaria
ha
supuesto
una
buena
noticia
para
miles
de
estudiantes
y
sus
familias,
también
hay
acuerdo
en
relación
con
que
su
implementación
en
los
términos
en
que
actualmente
aparece
propuesta
no
sólo
no
resuelve
el
problema
de
financiamiento
de
las
instituciones
sino
que,
incluso,
puede
resultar
perjudicial
para
ellas
en
el
mediano
y
largo
plazo.
En
primer
término,
la
gratuidad
en
el
pregrado
está
diseñada
para
operar
como
un
título
al
portador
que
se
entrega
al
estudiante
para
que
éste
elija
entre
las
universidades
adscritas
al
sistema.
Una
vez
hecha
esta
elección,
el
Estado
procede
a
transferir
los
recursos
correspondientes
al
arancel
establecido
en
función
e
la
carrera
y
la
IES
escogidas.
No
se
considera
ningún
aporte
basal
por
pregrado,
de
modo
tal
que
la
sustentabilidad
de
cada
carrera
queda
completamente
sujeta
a
la
cantidad
de
estudiantes
que
sea
capaz
de
atraer
año
a
año,
esto
es,
a
los
vaivenes
de
la
demanda.
En
segundo
lugar,
si
bien
se
coincide
en
que
el
financiamiento
de
los
estudiantes
debe
considerar
un
límite
de
tiempo,
se
estima
que
resulta
completamente
irreal
y
que
puede
establecer
un
estímulo
perverso
que
termine
por
afectar
la
calidad
de
la
educación,
el
reducirlo
al
límite
teórico
de
cada
carrera.
Este
límite
más
bien
debiera
estar
basado
en
la
evidencia
que
existe
para
cada
caso
y
establecerse
en
torno
al
promedio
de
la
duración
real
que
cada
carrera
tiene
entre
universidades
equivalentes,
pudiendo
ponerse
como
tope
para
ello
que
dicho
tiempo
no
exceda
en
más
de
un
50%
al
de
la
duración
teórica
de
la
misma.
En
tercer
lugar,
el
arancel
de
cada
carrera
aparece
determinado
principalmente
en
función
de
los
costos
(humanos
y
materiales)
asociados
a
la
docencia
y
no
contempla,
o
al
menos
no
de
un
modo
explícito,
otros
gastos
asociados
a
servicios
que
se
prestan
a
los
estudiantes
(por
ejemplo,
asociados
a
su
bienestar),
ni
tampoco
las
11
12
Por
otra
parte,
respecto
de
los
Fondos
de
Investigación
y
sin
perjuicio
de
la
necesidad
de
clarificar
las
normas
que
regularán
estos
fondos,
se
considera
necesario
incluir
los
siguientes
criterios:
a. Incorporar
en
su
distribución
variables
de
naturaleza
descentralizadora,
para
fortalecer
el
desarrollo
de
la
investigación
en
regiones.
b. El
fortalecimiento
de
la
investigación
científica
y
la
creación
artística,
requiere
que
los
fondos
no
sean
distribuidos
sólo
en
base
a
criterios
de
productividad
de
corto
plazo
sino
también
de
los
costos
que
supone
la
instalación
de
capacidades
investigativas
y
creativas
en
el
mediano
y
largo
plazo.
c. Debe
establecerse
una
línea
especial
de
fortalecimiento
de
la
investigación
destinado
a
las
universidades
estatales
y
particularmente
a
las
de
carácter
regional,
de
modo
de
garantizar
que
éstas
cumplan
un
rol
destacado
en
el
desarrollo
regional
y
nacional
y
de
compensar
la
postergación
histórica
que
ha
existido
en
esta
materia.
Crédito
con
Aval
de
Estado
(CAE)
Si
bien
el
Proyecto
no
contiene
ninguna
referencia
la
Crédito
con
Aval
del
estado,
el
anuncio
realizado
por
el
Gobierno
según
el
cual
éste
seguirá
vigente
como
mecanismo
de
financiamiento
de
la
educación
superior,
especialmente
en
aquellas
instituciones
que
no
adscriban
a
las
políticas
de
gratuidad,
generó
un
inmediato
y
generalizado
rechazo
al
interior
de
la
Comunidad
universitaria,
básicamente
por
dos
razones:
a. En
primer
lugar,
porque
desde
su
creación
en
2005,
el
CAE
ha
sido
un
sistema
que
ha
tenido
como
principal
beneficiario
no
a
los
estudiantes
y
sus
familias
sino
a
la
banca.
En
efecto,
los
datos
existentes
indican
que
sólo
entre
2006
y
2011
los
bancos
obtuvieron
ganancias
por
$150.000
millones
por
concepto
de
recompra
de
parte
de
la
cartera
de
créditos
por
parte
del
estado,
a
lo
que
se
suman
los
altos
intereses
cobrados
a
los
estudiantes
y
sus
familias.
Si
bien
con
la
reforma
del
año
2013,
las
tasas
de
interés
fueron
rebajadas
al
2%
gran
parte
de
dicha
diferencia
fue
absorbida
por
el
propio
Estado,
con
lo
cual
el
CAE
ha
devenido
en
un
nicho
de
negocios
que
garantiza
importantes
ganancias
a
los
bancos,
con
el
agravante
de
que
dichas
ganancias
son
subsidiadas
con
recursos
de
la
partida
de
educación
superior,
desnaturalizando
su
propósito
inicial.
13
b. En
segundo
lugar,
porque
la
mantención
del
CAE
consolidará
una
oferta
privada
completamente
desregulada
en
educación
superior.
En
efecto,
este
crédito
estará
disponible
especialmente
para
los
estudiantes
que
cursen
sus
carreras
en
instituciones
no
adscritas
a
la
gratuidad
las
que,
consecuentemente,
no
estarán
sometidas
ni
a
la
fijación
de
sus
aranceles,
ni
a
las
restricciones
en
cuanto
al
copago
o
al
crecimiento
de
su
matrícula
que
sí
aplicarán
sobre
aquellas
instituciones
que
se
sumen
a
esa
política.
De
esta
forma,
dichas
instituciones
contarán
con
plena
libertad
para
definir
sus
proyectos
de
desarrollo,
podrán
atraer
a
estudiantes
de
los
deciles
de
menores
ingresos
y
tendrán
asegurados
los
mecanismos
para
que
ellos
cubran
sus
aranceles
por
medio
de
un
crédito
que,
no
obstante
estar
fuertemente
subsidiado
con
recursos
públicos,
no
les
supone
ninguna
obligación
para
con
el
Estado
ni
las
somete
a
ninguno
de
sus
controles.
En
relación
con
ello
y
considerando
la
necesidad
de
entregar
alternativas
a
los
estudiantes
que,
por
diversos
motivos,
no
puedan
acceder
a
las
políticas
de
gratuidad,
se
propone
la
creación
de
un
sistema
de
crédito
íntegramente
administrado
por
el
Estado,
que
entregue
condiciones
similares
a
las
del
Fondo
Solidario
de
Crédito
Universitario,
pero
dotado
de
mejores
capacidades
para
obtener
el
pago
del
mismo.
14
GOBERNANZA
Uno
de
los
contenidos
que
mayor
adhesión
ha
generado
al
interior
de
las
comunidades
universitarias
ha
sido
el
de
la
democratización
de
las
formas
de
gobierno
de
las
universidades,
esto
es,
la
existencia
de
instancias
y
mecanismos
que
permitan
la
participación
de
los
distintos
estamentos
que
las
componen
en
la
definición
de
aquellas
decisiones
estratégicas
que
afectan
su
orientación
y
desarrollo.
La
Ley
Orgánica
Constitucional
de
Educación
(LOCE)
y
su
continuadora
la
Ley
General
de
Educación
(LGE)
contenían
una
disposición
explícita
que
prohibía
la
participación
de
estudiantes
y
funcionarios
no
académicos
en
las
instancias
de
gobierno
universitario,
tanto
de
las
universidades
estatales
como
privadas
(tradicionales
y
no
tradicionales)
y
si
bien
durante
2015
dicha
disposición
fue
derogada
a
instancias
del
actual
Gobierno,
su
mera
eliminación
no
supuso
un
cambio
en
las
formas
en
que
ellas
se
gobiernan,
quedando
sometida
esta
cuestión
a
la
deliberación
de
cada
universidad,
en
el
entendido
que
ello
forma
parte
de
su
autonomía.
En
el
año
2012
y
mucho
antes
que
esta
discusión
estuviese
siquiera
presente
en
el
debate
público,
la
Universidad
de
Valparaíso
ya
adoptó
una
decisión
a
este
respecto,
de
forma
democrática
y
con
la
participación
de
todos
sus
estamentos,
la
que
se
materializó
en
una
propuesta
de
Nuevos
Estatutos
Orgánicos
que
fue
enviada
durante
2013
al
Ministerio
de
Educación
para
que
se
iniciara
su
tramitación
y
se
reemplazará
el
actual
estatuto,
decretado
en
1981
y
que
expresa
la
visión
que
de
las
universidades
estatales
tenía
la
dictadura
militar.
Durante
el
proceso
de
discusión
del
presente
Proyecto
de
Ley,
todos
los
actores
de
nuestra
comunidad
universitaria
ratificaron
su
apoyo
irrestricto
a
la
decisión
mayoritaria
adoptada
en
2012
y
expresaron
nuevamente
su
voluntad
de
solicitar
al
Gobierno
y
al
Parlamento
la
mayor
celeridad
en
su
tramitación,
de
modo
de
concretar
una
aspiración
largamente
postergada
que
no
representa
otra
cosa
sino
la
vocación
democrática
y
el
compromiso
que
nuestra
institución
mantiene
con
una
educación
pública,
laica,
pluralista
y
de
calidad.
Sin
perjuicio
de
lo
anterior
y
entendiendo
que
más
allá
de
su
naturaleza
jurídica
para
considerarse
como
tales,
las
universidades
en
particular
y
las
15
16
Educación
Superior
Estatal
y
Normas
Comunes
Uno
de
los
elementos
que
se
valora
del
Proyecto
de
Ley
es
la
inclusión
de
un
conjunto
de
artículos
relacionados
con
las
Instituciones
de
Educación
Superior
estatales
cuyo
propósito
es
transformarse
en
un
marco
general
para
regular
su
actividad,
definiendo
el
tipo
de
vínculo
que
mantienen
con
el
Estado.
Dicho
conjunto
de
normas
establecen
un
conjunto
de
deberes
que
le
corresponde
cumplir
específicamente
a
este
tipo
de
instituciones
y
que
resultan
distintivas
respecto
de
aquellas
de
tipo
privado
para
las
cuales,
al
menos
parcialmente,
dicho
cumplimiento
es
opcional.
No
obstante
ello,
existe
amplia
coincidencia
en
que
las
normas
incluidas
en
el
apartado
que
se
dedica
a
las
universidades
estatales,
son
completamente
insuficientes
para
dar
cuenta
de
la
complejidad
de
las
labores
que
les
corresponde
desarrollar
y
los
desafíos
que
deben
enfrentar
en
la
actualidad,
todo
lo
cual
revela
cierta
incomprensión
respecto
de
su
quehacer
y
genera
la
impresión
de
que
sigue
concibiéndoselas
como
un
servicio
más
de
la
administración
del
Estado,
equivalente
a
todos
los
demás.
Es
por
ello
que,
entre
otras
cosas,
se
propone
reformular
ampliamente
el
apartado
que
se
dedica
a
ellas
o,
incluso,
desagregarlo
del
resto
del
Proyecto,
para
dar
lugar
a
una
Ley
de
Universidades
Estatales
propiamente
dicha,
en
la
que
se
recojan
de
mejor
forma
estas
especificidades.
Los
siguientes
representan
los
aspectos
donde
la
Comunidad
de
la
Universidad
de
Valparaíso
evalúa
que
se
presentan
las
mayores
deficiencias:
Autonomía:
Existe
un
consenso
generalizado
en
orden
a
que
las
disposiciones
incluidas
en
el
Proyecto
de
Ley
no
garantizan
adecuadamente
la
autonomía
de
la
labor
universitaria
por
tres
motivos
fundamentales.
a. Porque
se
mantienen
algunas
estructuras
y
prácticas
propias
de
los
estatutos
heredados
de
la
dictadura,
como
las
Juntas
Directivas
(que
pasan
a
llamarse
ahora
Consejos
Directivos)
o
algunas
que,
teniendo
un
origen
posterior,
resultan
igualmente
excluyentes
como
la
elección
de
Rector
sólo
por
parte
del
estamento
académico.
Respecto
de
las
primeras,
se
percibe
como
17
especialmente
amenazante
el
hecho
que
casi
la
mitad
de
los
miembros
de
este
nuevo
Consejo
sean
designados
por
el
o
la
Presidente
de
la
República
y
que
sólo
puedan
ser
removidos
aquellos
miembros
que
representan
a
los
académicos
y
al
órgano
colegiado
superior
que
se
cree
en
cada
institución;
respecto
de
lo
segundo,
porque
una
de
las
demandas
más
sentidas
de
buena
parte
de
las
comunidades
universitarias
ha
sido
que
la
elección
de
las
Rectores
considere
la
participación
ponderada
de
todos
los
estamentos
que
conforman
la
comunidad
universitaria
y
así
fue
ratificada
en
la
propia
Universidad
de
Valparaíso,
durante
el
año
2012.
b. Porque
la
Subsecretaría
de
Educación
Superior
posee
competencias
que
limitan
dicha
autonomía,
por
ejemplo,
en
materia
de
creación
de
programas
académicos
o
de
oferta
de
vacantes.
Igualmente,
en
tanto
le
corresponde
coordinar
la
Red
de
Educación
Superior
Estatal,
puede
orientar
desde
esta
red
las
políticas
internas
de
las
universidades
adscritas
a
ella.
c. Finalmente,
porque
el
Proyecto
de
Ley
niega
la
posibilidad
de
que
las
universidades
estatales
adopten
sus
propios
estatutos
de
conformidad
con
sus
tradiciones,
prácticas
y
realidades
específicas.
En
efecto,
el
Artículo
sexagésimo
señala
explícitamente
que
las
propuestas
de
modificación
de
estatutos
sólo
podrán
contener
“aquellas
materias
relacionadas
con
la
adecuación
necesaria
de
estos
a
las
normas
obligatorias
de
gobierno
institucional
que
se
establecen
en
el
párrafo
2°
de
su
título
VI”,
es
decir,
se
obliga
a
las
universidades
a
mantener
sus
actuales
estatutos
(la
mayor
parte
de
ellos,
decretados
en
dictadura)
modificando
sólo
aquellos
aspectos
en
los
que
resulten
contradictorios
con
las
nuevas
disposiciones.
La
opinión
unánime
de
la
comunidad
de
la
Universidad
de
Valparaíso
es
que,
como
mínimo,
éste
artículo
debería
ser
reemplazado
por
otro
en
que
se
diga
que
las
universidades
estatales
tendrán
un
plazo
de
dos
años
para
presentar
proyectos
de
nuevos
estatutos
orgánicos,
los
que
deberán
adecuarse,
en
lo
pertinente,
a
las
normas
contenidas
en
el
proyecto.
Comunidad
Universitaria:
Si
bien
el
Proyecto
reconoce
lo
que
denomina
“derechos
de
los
estamentos”,
cuestión
que
ciertamente
podría
ser
considerada
como
un
avance,
no
define
qué
entiende
por
estamento
con
lo
cual,
en
la
práctica,
se
deja
a
dichos
derechos
sin
un
titular
que
pueda
reclamarlos.
Respecto
de
esto,
existió
un
amplio
consenso
en
orden
a
la
necesidad
de
definir,
en
primer
lugar,
a
las
universidades
como
comunidades
constituidas
por
distintos
estamentos
para,
posteriormente
hablar
de
ellos
y
sus
derechos.
18
Eficiencia
y
eficacia:
Otro
punto
respecto
del
cual
hubo
un
amplio
consenso
tuvo
relación
con
que,
en
lo
sustantivo,
el
apartado
destinado
a
establecer
normas
comunes
para
las
universidades
estatales
no
moderniza
sus
estructuras
ni
les
permite
una
gestión
más
eficiente
y
eficaz
de
sus
recursos
de
modo
de
favorecer
su
desarrollo
y
el
adecuado
cumplimiento
de
la
misión
y
funciones
que
el
propio
Proyecto
les
asigna.
De
hecho,
no
sólo
se
mantienen
las
actuales
estructuras
de
control
(por
ejemplo,
el
control
ex
ante
de
la
Contraloría
General
de
la
República)
sino
que
se
agregan
otras
nuevas
como
la
Superintendencia
de
Educación
Superior
o
la
propia
Subsecretaría
de
Educación
Superior,
lo
que
amenaza
con
entrampar
más
su
ya
dificultosa
gestión
interna.
Si
bien
se
reconoce
que
el
Proyecto
se
hace
cargo
de
algunas
cuestiones
muy
específicas,
como
las
comisiones
al
extranjero
de
los
académicos
o
la
exclusión
del
Sistema
de
Compras
Públicas,
no
se
abordan
los
problemas
estructurales
que
aquejan
a
las
universidades
estatales
en
su
operación
cotidiana
-‐como
por
ejemplo,
la
obligación
de
llevar
doble
contabilidad
o
las
limitaciones
para
la
obtención
de
créditos
o
para
ejecutar
obras,
entre
otras
muchas.
Incluso
la
medida
de
excluir
a
las
universidades
estatales
del
sistema
de
compras
públicas
podría
empeorar
la
situación
actual
si,
junto
con
ello,
no
se
establece
la
posibilidad
de
que
ellas
definan
un
sistema
alternativo
ya
que,
de
lo
contrario,
quedarán
sometidas
a
lo
establecido
la
Ley
General
de
Bases
de
la
Administración
del
Estado.
Es
por
todo
ello
que
se
considera
imprescindible
introducir
mejoras
sustantivas
a
este
apartado
que
reconozcan
de
mejor
forma
el
contexto
de
competencia
en
que
deben
insertarse
las
universidades
estatales.
En
este
sentido
debieran
considerarse
normas
específicas
respecto
de
los
aspectos
vinculados
a
la
administración
financiero-‐
contables,
la
administración
patrimonial,
la
ejecución
de
obras,
el
sistema
de
compra
de
bienes
y
contratación
de
servicios
y
las
formas
de
fiscalización
que
les
resultarán
aplicables,
las
que,
en
opinión
de
la
comunidad
universitaria,
debieran
ser
siempre
mediante
auditorías
ex
post
y
no
controles
de
legalidad
ex
ante,
ya
que
estos
últimos
aumentan
los
costos
de
transacción
y
merman
la
capacidad
de
entregar
respuestas
oportunas
a
os
desafíos
y
oportunidades
que
presenta
el
entorno.
Por
último
y
como
una
medida
de
equidad
y
control,
se
estima
que
todas
las
universidades
que
reciban
aportes
fiscales
deberían
estar
sometidas
a
las
mismas
regulaciones
en
materia
de
transparencia
y
lobby.
19
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