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Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo
conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles
para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para
gloria y alabanza de Dios (Filipenses 1:9-11).
En estos versículos tenemos la oración especial del Apóstol por los miembros de la
iglesia en Filipos.
Las oraciones de Pablo como su enseñanza y, sin duda, como todo lo que hizo están
basadas siempre en ciertos grandes principios.
¡Qué diferencia hay entre saber algo y ser capaz de aplicarlo! Y Pablo no solo desea que
estos filipenses sean expertos teólogos, sino que también ora para que tengan muy
desarrollada la facultad que les capacitará para discriminar entre el bien y el mal, entre
lo que es espurio y aquello que pertenece a la Verdad.
Era una facultad que necesitaba la Iglesia primitiva; las falacias y los falsos maestros
surgieron casi de inmediato con la obra de los judaizantes y de las religiones griegas. La
Iglesia en ciernes estaba rodeada de todas estas cosas, y la mayor parte de las herejías
aparecieron en los dos o tres primeros siglos. No hay nada que necesitemos más que el
espíritu de discernimiento.
Se puede enseñar aún hombre el conocimiento, se le puede impartir información; pero
no se le puede hacer sabio. Es una de las cosas más difíciles a las que se puede enfrentar
un maestro; pero, gracias a Dios, podemos orar por ello.
el Apóstol ora por ello. Desea que los miembros de la iglesia en Filipos tengan esta
sensatez que les capacitará para diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo
bueno y lo malo en la práctica y en los aspectos cotidianos de sus vidas.
Su otro deseo para ellos era que fueran puros: “Sinceros e irreprensibles para el día de
Cristo”. Pido en oración que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo
conocimiento — dice Pablo—, porque os estoy preparando para el día que viene, ese día
de Cristo, el día en el que todos serán juzgados
El Apóstol, tras estas palabras de introducción y saludo, tras expresar su tierna solicitud
por los miembros de la iglesia en Filipos, pasa ahora a tratar los distintos problemas a los
que sabía que se enfrentaban normalmente como iglesia. Su gran deseo era que la
felicidad que estas personas ya disfrutaban continuara , de hecho que creciera..
En el versículo12, Pablo comienza a considerar una de las cosas que pueden batallar
contra el estado de felicidad y gozo. Sabía que los miembros de la iglesia en Filipos
estaban preocupados por el hecho de que estuviera encarcelado.
El Apóstol, al tratar toda la cuestión de su encarcelamiento y de sus sufrimientos allí,
debe tratar algo que estaba agravando sus penalidades en cautividad, y era la actitud de
ciertos falsos hermanos. Estos hombres se encontraban en cierto sentido en la iglesia y,
sin embargo, Pablo nos dice que estaban predicando el Evangelio de Cristo movidos por
la envidia y por disensiones.
Por eso Pablo oraba por estos filipenses, para que su amor abundara aún más y más en
ciencia y en todo conocimiento, para que puedan aprobar y valorar las cosas que son
vitales y puedan ser sinceros.
En las epístolas de Pablo hallaremos referencias al hecho de que, al viajar por su circuito
de iglesias, le seguían los judaizantes, personas que venían a decir: “Crees en el
Evangelio, eso está bien; pero si quieres ser un verdadero cristiano debes además
circuncidarte ”.
Luego encontramos también en las otras epístolas que algunas de las llamadas religiones
mistéricas o religiones de misterio (mitología griega y aún la romana.. y aún las greco
romanas que decían dar al creyente protección y promesas de felicidad…TODO ERA A
RAIZ DEL PAGANISMO, SINCRETISMO), que eran comunes en el imperio romano
por aquella época, estaban intentando infiltrarse en la Iglesia. El mundo estaba lleno de
religiones. De hecho Tertuliano y Justino Martir aseguraban que esas enseñanzas
buscaban extraviar a los fieles de la iglesia aun en el primer siglo de la era cristiana…
todas las cartas en este sentido son polémicas., todas argumentan, debaten y
salvaguardan a los miembros de estas cosas
Siempre se han aplicado las ideas de los filósofos griegos a cualquier nueva enseñanza
del Evangelio; siempre ha existido la tendencia a añadirle ciertas cosas a este hasta que
al final ha quedado tan contaminado que, según Pablo, ya no es el Evangelio de Cristo.
Esto ha sucedido a lo largo de los siglos y, desgraciadamente, esa sigue siendo la
situación en la actualidad. Por tanto — dice el Apóstol— , los cristianos han sido
llamados a dos cosas principalmente: a la defensa y a la confirmación del Evangelio.
Pablo da, pues, gracias a Dios, por los miembros de la iglesia en Filipos debido a que
habían hecho eso. Le habían ayudado, se habían unido a él, se habían mantenido firmes
a su lado, y en el versículo 27 les llama a “[ estar ] firmes en un mismo espíritu ,
combatiendo unánimes por la fe del evangelio”.
Sin duda, no me hace falta recalcar que tú y yo hemos recibido el llamamiento a hacer lo
mismo hoy en día. Y podemos ver lo contemporáneas que son las Escrituras; no todos
los enemigos están fuera, también están en nuestro interior. Hay muchos que están fuera
hablando de la fe cristiana, cuestionando toda su base y su fundamento. Ataques
de la ciencia, de la filosofía, de la psicología, de las sectas;
todos están aquí con nosotros y atacan los mismísimos cimientos del cristianismo. Y
parte de nuestra función como cristianos es levantarnos en defensa del Evangelio. A
hora bien, la palabra griega traducida como “defensa” significa literalmente eso. Parece
que la idea original era la de un hombre que se defiende a sí mismo de una demanda
judicial; alguien le acusa y el hombre se encarga de su propia defensa y responde al juez.
Eso es lo que Pablo quiere decir aquí al hablar de la defensa del Evangelio, y utiliza la
misma frase de nuevo en el versículo 17: “[...] Sabiendo que estoy puesto para la
defensa del evangelio”. En otras palabras, en una época como esta se nos llama a ser
capaces de “de dar razón de la esperanza que hay en nosotros”.
El Apóstol, por tanto, nos dice aquí exactamente lo que es, y debemos advertir
cuidadosamente lo que dice: “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han
sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que
mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás.
Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se
atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. Algunos, a la verdad, predican a
Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a
Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones;
pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.
¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es
anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún".
Ahora bien, podemos resumirlo expresándolo en dos proposiciones principales. Primero:
el Evangelio consiste en predicar a Cristo. ¿Habías advertido que Pablo lo menciona
tres veces: “predican a Cristo" (versículo 15), “anuncian a Cristo" (versículo 16) y
“Cristo es anunciado" (versículo18)? También hace referencia a “hablar la palabra" y
la “defensa del evangelio", pero eso son solamente dos expresiones más que describen
lo mismo: el Evangelio, la palabra, predicar a Cristo. Sin duda es más bien extraño que
en el siglo XX siga siendo necesario decir estas cosas y, sin embargo, la situación es tal
que exige que hagamos hincapié en esto en particular. ¿Qué predicaban aquellos
cristianos?
si queremos tener claro, pues, el Evangelio que debe predicarse, debemos descubrir qué
predicaban ellos. ¿Sobre qué se basó y estableció la Iglesia? ¿Cuál fue el mensaje
original?
Esa es, pues, la imagen de la Iglesia cristiana que da el Apóstol: un grupo de hombres y
mujeres que creen y, por tanto, defienden la predicación de Cristo y la alientan; un
grupo de personas que se gozan, que son sensibles a las críticas y a los ataques al
Evangelio, pero que tienen una gran comprensión en sus corazones para con aquellos
que creen verdaderamente a pesar de su imperfección. Ese es, en mi opinión, nuestro
gran llamamiento en la actualidad. Hay ataques desde fuera y desde dentro; combatamos
fervorosamente por la fe, la gloriosa fe, y prediquemos individualmente a Cristo.
Oremos para que toda la Iglesia predique a Cristo, roguemos por encima de todo para
que Dios envíe su Espíritu en un gran avivamiento, que Cristo sea predicado, glorificado
y magnificado entre las naciones.
Por ultimo las Palabras del Apóstol Pablo son: por encima de todo, si somos
verdaderamente cristianos nos gozamos en la predicación de ese Evangelio “Y en esto
me gozo, y me gozaré aún"