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El Gobierno de la Provincia de San Luis cumple y seguirá cum-

pliendo con los preceptos constitucionales y las normativas vigentes


respecto a asegurar el desarrollo humano y social de sus habitantes.
El derecho a la cultura, a la información, a la publicación y a la
difusión de las ideas es un derecho humano fundamental, con el que
este proyecto político ha desarrollado fuertes lazos y claras acciones en
su defensa. Invertir en cultura es fortalecer los cimientos republicanos
y consolidar la convivencia democrática armónica, en un marco de plu-
ralismo, tolerancia y respeto por el otro. Invertir en cultura es también
propender a difundir la obra y engrandecer el patrimonio cultural pro-
vincial, potenciando así la libertad de pensamiento y el universo de las
ideas, la literatura y la palabra escrita en general.
Por la defensa y ratificación de este derecho el Programa San
Luis Libro suscribe y se sustenta en la Ley Provincial N° I-0002-2004
(5548) que dice en su art. 1º: El Estado Provincial garantiza el derecho
fundamental a la libertad de pensamiento, religiosa y de culto recono-
cido en la Constitución de la Provincia de San Luis.

ACERCAR EL LIBRO AL PUEBLO


Nicolás Teté
Plaza Seca / Nicolás Teté. - 1a ed. - San Luis : SLL - San Luis Libro, 2014.
80 p. ; 18x25 cm.
ISBN XXX-XXX-XXXX-XX-X
1. Narrativa Argentina. 2.....
CDD XXX

N ic ol á s T e T é

Plaza Seca
Fecha de Catalogación: xx/xx/201x

Es una publicación de San Luis Libro, organismo dependiente del Ministerio de


Turismo y Las Culturas

1º Edición
© 201x San Luis Libro

Diseño Gráfico
Departamento de Diseño de Casano Gráfica S.A.

Ilustración de Tapa
“Xxxxxxx” | Ilustración | Xxxxxxx Xxxxx|

Foto de Sonia Carande


Fotografía de Xxxx Xxxxxxxxxxxx

Tirada 500 ejemplares


ISBN XXX-XXX-XXXX-XX-X
Impreso por Casano Gráfica S.A.
Ministro Brin 3932. Remedios de Escalada, Lanús. Prov. de Buenos Aires. Argentina.

Impreso en la Argentina.
Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723.
Prohibida su reproducción total o parcial, incluyendo fotocopias sin la autorización
expresa del autor. ACERCAR EL LIBRO AL PUEBLO
A Ester y Mauro, mis padres.

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L a señora que hacía
LLover carameLos

Mamá me despertaba a las cuatro de la siesta, a esa hora daban Los


Pitufos en la tele y yo tomaba la leche mirándolos. Al rato sonaba el tim-
bre. Eran los chicos del edificio, era la hora de ir a jugar a la plaza seca.
Siempre viví en un edificio, algo muy raro para mi pequeña ciu-
dad ya que solo había tres en Villa Mercedes. Hoy debe haber varios
más. En ese momento vivíamos seis chicos ahí: las mellizas Paulita y
Laurita, José, Martín, la nieta gorda del portero y yo.
En el segundo piso, arriba del estacionamiento, estaba la plaza
seca. Se llamaba seca porque no tenía plantas, en lugar de pasto había
baldosas de piedra, sillones de cemento, ningún juego, todo gris…
pero era lindo para correr en lugar de nuestros balcones. Ahí saltába-
mos, jugábamos al huevo podrido y a la escondida, bailábamos, actuá-
bamos las novelas y hasta algunos días nos quedábamos a merendar,
aunque nuestro momento favorito era cuando jugábamos a la mamá y
al papá. Yo hacía del papá y Paulita de la mamá; nuestra parte preferida
del juego era la siesta, donde los que hacían de hijos dormían y noso-
tros nos besábamos.
Cuando terminaba la hora de la siesta, a eso de las cinco de la
tarde, se abrían las cortinas del departamento del piso tres B, que tenía
su balcón hacia la plaza seca, y desde ahí la Señora Visconti nos obser-
vaba sonriente. Nosotros seguíamos corriendo, no queríamos que se
diera cuenta de que la estábamos esperando, no queríamos que pensara
que éramos unos interesados. Después, salía al balcón con un batón rojo

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NicoláS TeTé Plaza Seca

y una bolsa de caramelos donde metía la mano, y nos tiraba un puñado. después de ver por el agujerito de la puerta, festejó y pidió un papel. Yo
Nosotros corríamos a agarrarlos y ella nos observaba mientras sonreía- le di una nota de reunión de padres que tenía en el bolsillo y ella la
mos ante la lluvia de caramelos, le dábamos las gracias y le pedíamos metió por debajo. Dijo que lo vio en una película de espías. Entonces,
más, pero ella nos respondía que si nos tiraba todos se quedaría sin con un invisible, empujó la llave, que cayó en el papel, y lo sacó por
ninguno para el día siguiente. Y sonreía con sus dientes blancos man- debajo de la puerta. Con mucho cuidado abrí la puerta y entramos sin
chados con lápiz de labios rojo. hacer ruido. Llevamos un paquete de vainillas, una Cindor, la película
Jumanji y el cassette de Natalia Oreiro con la canción de Muñeca Brava.
No sabíamos mucho de la Señora Visconti, solo algunas cosas que
les escuchábamos decir a nuestros padres. No tenía marido, ni hijos, ni Estaba todo oscuro, no queríamos prender la luz. Había muchos
nietos, ni nada. Había venido de Italia hacía varios años y hablaba mitad adornos que brillaban, un sillón blanco gigante, un cuadro de unos
en italiano, mitad en español. Su vida nos intrigaba, nosotros la amába- pájaros de colores y una estatua de un angelito en medio del living.
mos. Laurita un día dijo que la Señora Visconti había sido una actriz de Todo muy italiano. Sobre la mesa del televisor estaba la bolsa de cara-
cine en Italia. Ella estaba segura de eso y a nosotros nos pareció posible, melos, quisimos agarrar algunos pero pensamos que sería robar y no
entonces decidimos que la Señora Visconti era una estrella del cine italia- queríamos problemas.
no, por eso le pedí a mamá que alquilara películas italianas viejas. Capaz El departamento tenía la misma forma que el mío que quedaba
en alguna actuaba ella. Vi dos y no pude descubrir a la Señora Visconti, justo arriba, pero este era más ordenado y blanco. La escuchamos toser.
pero muchas mujeres de las películas se le parecían. Estaba en el dormitorio. Nos acercamos a la habitación, la puerta esta-
Una tarde no hubo caramelos y a la tarde siguiente tampoco. Algo ba mitad abierta, mitad cerrada. La espiamos. Estaba leyendo, no tenía
estaba pasando. Desde la plaza nos trepábamos para poder espiar por el los labios rojos como siempre, no tenía maquillaje, no paraba de toser.
balcón de la Señora, pero no se veía nada, las cortinas seguían cerradas y Nos miramos y decidimos entrar.
no se movían. Después de una semana sin caramelos, las plantas del –¡Hola, Señora Visconti!, dijimos a coro. –¿Qué hacen acá?– Nos
balcón de la Señora Visconti se secaron. Mamá me contó que la Señora contestó mientras intentaba arreglarse el pelo desteñido. –Venimos a
se había enfermado, eso le comentó el portero, que había hablado con la visitarla, trajimos para merendar– contesté. –No pueden estar acá, no
vecina de la Señora, que se encontró con el médico que fue a atenderla. me siento bien– nos dijo. –Trajimos Jumanji– dijo Paulita. Pero no la
Con los chicos nos reunimos para ayudar a la Señora Visconti, si estaba pudimos convencer, se tapó con la sábana y nos terminamos yendo.
enferma seguro se sentía mal. Entonces decidimos darle una alegría.
Después de varias propuestas, lo mejor nos pareció visitarla. Pasamos las siguientes tardes esperando que la Señora vuelva al
balcón y que vuelvan las lluvias de caramelos, pero eso no pasaba. José
Ese día no fuimos a la plaza seca, fuimos a la puerta del departa- nos hacía rezar para que se ponga bien y le preguntábamos al portero si
mento de la Señora Visconti. Intentamos entrar de forma normal pero la sabía algo de la Señora. Nos tenía preocupados. Le hacíamos dibujos
puerta estaba cerrada, entonces Paulita se fijó si la llave estaba puesta y, que le pasábamos por debajo de la puerta, llevábamos el grabador

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Nicolás TeTé

portátil de Laurita para ponerle la música de Julio Iglesias que le gusta a


las abuelas, cambiamos la plaza seca por la puerta de su departamento, Yo, un crack
queríamos que se mejore.
Un día, cuando me desperté, mamá tenía cara de preocupada, me
abrazó y me dijo que ya no habría lluvia de caramelos, que la Señora Yo a Juan, yo a Pablo, yo a Rodrigo, yo a Mariano, yo a Agustín,
Visconti se había vuelto a Italia, eso le dijo el portero. Pero yo siempre yo a Ramiro, yo a Raulito y yo seguía sentado, esperando que alguno
imaginé que me estaban mintiendo, mamá me mintió. Con los chicos de los líderes me elija como incorporación a su equipo de fútbol
sabíamos muy bien la verdad, con los chicos sabíamos que la Señora para la clase. Ellos eran Bianchi y Pekerman, yo un jugador
Visconti había muerto. Y que un día van a volver a llover caramelos, incomprendido.
pero no desde un balcón sino desde el cielo.
A los siete años papá decidió que era un buen momento para que
me incorporara al club del barrio. Los martes y jueves a las cinco de la
tarde suspendía mi merienda con Cebollitas y Chiquititas para ir a co-
rrer detrás de una pelota.
La cancha era marrón con algunos manchones verdes o más bien
amarillos, si el fin de semana llovía el martes seguía teniendo barro; los
compañeros eran locos por el fútbol, todos tenían remeras de equipos,
todos idolatraban a Batistuta y Maradona. Había tres compañeros que
se llamaban Diego Armando, se llamaban así de verdad, en el docu-
mento. Los martes comentaban los partidos del domingo con el mismo
entusiasmo que yo hablaba del final de Muñeca Brava. Era inentendible
cómo les podían apasionar más unos hombres corriendo detrás de una
pelota que el amor de Mili por Ivo.
La primera hora de la clase la dedicábamos al pre-calentamiento,
corríamos, pasábamos la pelota de a dos, jugábamos a los penales, ha-
cíamos abdominales y después de eso llegaba la parte favorita de todos,
menos mía: el partidito.
Mi relación con la pelota era casi traumática, siempre le escapaba
o se me escapaba, se me resbalaba o simplemente la esquivaba, a veces

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NicoláS TeTé Plaza Seca

estaba muy embarrada y me daba un poco de asco. Empecé a sentir Me pasaba los martes y jueves en las gradas, agarrado del alam-
miedo por la pelota, hoy digo que tengo Pelotofobia. bre, mirando jugar a los fanáticos de Hernán Crespo. A veces se me
acercaba Raulito de River y me preguntaba por qué iba a pasar la tarde
Cansado de estar parado en la cancha y ver la pelota pasar, una
sentado ahí y no jugaba. Ellos no entendían que lo que hacían es estú-
clase inventé que no podía correr porque me dolía el bazo, eso que está
pido, ¿correr detrás de una pelota dos horas es mejor que comer vaini-
en la panza y te duele cuando corrés mucho, la excusa perfecta para no
llas mirando las aventuras de Belén Fraga y las huerfanitas? En ese
tomar la clase de gimnasia en el cole. ¿El bazo solo duele en la clase de
momento mi mejor opción era estar en las gradas, no me embarraba,
gimnasia?
no me pegaban pelotazos, no me insultaban cuando esquivaba la pelo-
Me senté en las gradas y observé el partido de esa tarde. Mis ta. Los varones tenemos que jugar al fútbol, no me quedaba otra que ir
compañeros corrían, gritaban, escupían, decían malas palabras, se pe- ahí los martes y jueves.
gaban y el profesor no decía nada, solo festejaba los goles. Yo miraba y
Unas clases después ya no podía seguir sosteniendo el tema del
cuando dudaban de un gol o algo me preguntaban qué pensaba, pero
bazo, no era creíble, habían pasado las dos semanas de la nota y pedir
yo no sabía qué pasaba en la cancha. ¿Qué es un córner? Yo tarareaba
otra sería un exceso. Así que volví a correr detrás del fútbol, como le
Chufachá de Chiquititas en mi cabeza.
decían los chicos del equipo.
Papá y mamá estaban chochos con su hijo futbolista, ponían par-
Sergio, el profesor, me llamó para hablar en privado, me puso su
tidos en la tele para que yo los vea, les contaban a sus amigos que estaba
mano gorda en mi hombro y me dijo que ya era hora, como llevaba dos
yendo a fútbol y me preguntaban cuántos goles metí en la clase. Yo les
meses de entrenamiento, me dio un papel que tenía que llenar para
mentía, les decía dos los jueves y tres los martes. Estaba todo calculado.
federarme: para poder jugar partidos. Para aplicar lo que aprendí en los
No quería desilusionarlos.
entrenamientos y meter goles de verdad, dijo Sergio. La situación me
Una tarde le dije a mamá que iba a casa de las mellis a buscar los divertía y me puso un poco nervioso. ¿Yo en la cancha? ¿Yo metiendo
deberes, y como son nuestras vecinas me dejó ir solo. Por suerte la goles? ¿Yo un crack?
doctora Raquel queda a la vuelta de casa, ni cruzar la calle necesitaba.
Papá leyó el papel a fondo, marcaba partes con resaltador, tenía
Quería pedirle ayuda, una nota de ella podía hacer que deje de mentir.
miedo de vender mis derechos, dijo, llamó a Mauro, su amigo abogado,
La doctora Raquel entendió todo a la perfección, me dio una nota que
para consultarle qué podía pasar. ¿Qué pasa si Martín es un crack? ¿El
decía que por dos semanas no podía entrenar. La amo. El bazo me
club se queda con el dinero de mi hijo? ¿Y si lo compra Boca o se va a
duele cada vez más, le expliqué al profesor y le di la nota. Pero le dije
Europa?, preguntaba. Pobre papá, pensaba que yo podía ser un goleador.
que no quería faltar, que yo quería ir a la clase igual para ver. Así des-
pués puedo imitar a mis compañeros cuando vuelva a la cancha, le dije. Al final me federé y fui al primer partido. Estaba emocionado,
No quiero perder el tiempo, profesor. –Muy bien, viendo también se esa noche soñé que hacía dos goles pero igual perdíamos y en el vestua-
aprende– me dijo él. rio cantábamos la canción de Cebollitas, la de salir segundos.

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Nicolás TeTé

Mamá preparó sandwichitos y se puso ropa de deporte como si


ella fuese a jugar también. Papá hizo lo mismo, y compró el Olé, un L a maLdición
diario que habla todo de fútbol, dijo que quería llegar con ese diario al
partido. Papá no entendía nada de deporte. Buscamos a la abuela y
fuimos a la cancha. Se jugaba en un sitio baldío de un barrio lejos de
Todas las tardes de invierno, después de la merienda, visitaba a
casa. Era un potrero, según papá; para mí era un asco. Estaban todas
mi vecino José para jugar con él y su hermana María, hasta que un día
las familias de mis compañeros y la madre de Raulito aprovechaba para
dejé de ir y decidí no volver nunca más. Intentaba no cruzármelos en la
vender tortas. Mamá casi le compra una. fiambrería o el kiosco, no quería verlos, rechacé sus invitaciones a cum-
Cuando llegó la hora del partido, me mandaron al banco. Papá pleaños y sus insistentes llamadas por teléfono y hasta llegué a tener
estaba furioso. No me hicieron entrar al potrero en todo el juego. Papá pesadillas con ellos, después de lo que pasó. No se lo deseo a nadie.
decía que no me pude lucir, que me cortaron las piernas. Se peleó a los Un lunes de junio, José me invitó a jugar a su casa, como siempre.
gritos con Sergio. Casi se agarran a piñas, pero el padre de Raulito, un Él nunca quería venir a la mía, decía que no estaba bendita. Mamá no
señor gordo y amarillo, los separó. La abuela estaba enojada, había can- quería llevarme porque Stella Maris, la madre de José, la retenía horas
celado un juego de canasta para venir a verme. Mamá comía los mostrándole catálogos de cosméticos y no la dejaba irse hasta que no le
sandwichitos. comprara alguno. Igual insistí y mamá me llevó, me dejó en la puerta y
se fue rápido, yo tenía que decir que estaba apurada y listo, que tenía
Cuando volvimos papá decidió que no iría más al club de fútbol
que ir a pagar impuestos que vencían, esas cosas.
y yo apoyé la decisión. El sábado siguiente empecé rugby, cinco meses
después fue el turno de básquet, al año probé con karate y el mes que Nos pusimos a jugar a los muñecos, José usaba un Max Stell,
viene empiezo tenis. Aún no encontré mi lugar en los deportes pero ya María, una Barbie y yo, un Power Ranger. Hacíamos como una novela,
va aparecer, espero. Max Stell Bombero y mi Power Ranger Rojo se peleaban por el amor de
Barbie Doncella, que no se decidía con qué hombre pasar el resto de su
vida. Después de muchas peleas y escenas de amor, Barbie tenía que de-
cidirse. Por claras preferencias de María hacia su hermano, Barbie besó a
Max y él le propuso casamiento, yo tuve que aceptar la situación.
Entonces armamos la escenografía de una iglesia, con una cruz de
mármol ónix bendita por el Obispo de la provincia, dijo José. A mí me
toca entrar cuando José (que también hacía de Cura) pregunta si alguien
se opone al matrimonio. Preparamos todo, ellos visten a los novios con
ropa de gala y José nos pone a rezar para que la ceremonia sea más real.
Así arrancamos y cuando él hace la pregunta, mi Power Ranger entra

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NicoláS TeTé Plaza Seca

furioso; alguien le estaba robando a la mujer de sus sueños. Lo muevo Esa noche no me podía dormir, cerraba los ojos y la imagen de la
para todos lados, le pego a Max, intento agarrar a Barbie, grito “basura” cruz rota venía a mi cabeza. Me asustaba con la voz de José diciendo:
y en el medio del ataque, boom, rompo la cruz de mármol ónix bendeci- desgracia, siete años, rezá, diosito; no me dejaba dormir. Hasta que lo
da por el obispo, se cae de la cama al piso, se parte en tres pedazos casi logré y soñé con una tormenta. Se inundaba todo, mi casa, mi cuarto, el
iguales. José se desespera, grita y se hace la señal de la cruz muchas veces. auto de papá, la casa de papá, la casa de la abuela, pero antes de ahogarme
María también se hace la señal pero reza bajito, murmura: diosito perdón lograba agarrar el rosario. En ese momento me desperté, mi cama se
diosito perdón diosito perdón. había inundado, como siempre que tengo miedo, me hice pis en la cama.
Las desgracias seguían ocurriendo.
Yo no sabía qué hacer, me agaché y agarré las partes de la cruz
para unirlas. Ellos seguían rezando. Rezá, me dijo José. Si no rezás siete Mamá se enojo mucho, me dijo que ya estoy grande, que no pue-
rosarios vas a tener siete años de desgracias, no seas tonto, dale, rezá, de ser que me siga haciendo en la cama y que por una semana no podía
me repitió varias veces. Siete años, era el tiempo que duraba toda mi tomar coca. Yo lloré y me acosté a dormir con ella.
vida, siete años, yo tengo siete años. No me podía pasar a mí, me espe-
Esa mañana en el colegio no podía dejar de pensar en la maldi-
ra otra vida llena de desgracias.
ción. Dibujé cruces en la carpeta, intentaba imaginarme cómo es rezar
Yo no sabía rezar el rosario, ni siquiera tenía uno. Mis ojos se el rosario, pero no se me ocurría nada y tampoco quería contarles a mis
llenaron de lágrimas, estaba por llorar y no quería hacerlo delante de compañeros lo que pasó, no quería que piensen que les puede ocurrir
ellos. Me quiero ir a mi casa, dije, me voy solo, y me fui. En el ascensor una desgracia jugando conmigo. Mamá no me fue a buscar al colegio
que separaba mi casa de la de José pensé que todo era una mentira suya esa mañana, papá tampoco. Vino Gladys. Justo quien necesitaba.
pero también tenía miedo de que fuera verdad y empezaran las desgra-
Fuimos a casa a comer lasaña (que es la especialidad de Gladys).
cias. No quería desesperarme, respiré hondo muchas veces como me
Como mamá se había demorado con cosas del trabajo y no iba a llegar a
dice mamá que haga cuando me pongo nervioso por una prueba. Ya
almorzar, Gladys se sentó a comer conmigo. Espere un poco y cuando
más tranquilo me di cuenta de algo: tenía que robarle la cartera a
estaba muy entretenida con su novela, me hice el que se va al baño pero fui
Gladys, mi niñera, la señora que limpia en casa, ella tiene uno en la
a la cocina. Ahí en la mesada estaba la cartera, y ahí adentro el rosario. La
cartera, ella es la única que sabe rezar el rosario, la única persona que
agarré, busqué el rosario, lo encontré, lo saqué, lo apreté fuerte y dije: per-
vi con eso.
dón, no sé rezar el rosario pero perdón, no voy a romper más cruces, fue
No quería contarle a mamá lo que pasó, no quería asustarla, mis sin querer, Dios. Lo dije y entró Gladys. Se sorprendió al verme con el
siete años de mala suerte la pondrían muy triste, soy su único hijo. Por eso rosario en la mano. Quiero aprender a rezar el rosario Gladys, inventé. La
cuando llegué intenté que mamá no descubriera que había estado lloran- idea le encantó, se sentó al lado mío y me explicó bien cómo rezarlo, yo me
do, pero al pasar por el living la vi juntando vidrios del piso. El único te- hacía el que no entendía, así lo repetimos siete veces para poder librarme
levisor de mi casa había explotado. Se había roto el televisor, de repente, de la maldición. Desde ese momento no volvió a ocurrir ninguna desgra-
hacía una hora, justo cuando rompí la cruz. La maldición era real. cia, pero por las dudas todas las noches pido perdón por romper la cruz.

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dos veces feLiz cumpLeaños

Todos dicen lo mismo, qué lindo que son mellizas, van a estar
unidas toda la vida, ¿tienen un conexión especial no?, qué lindo, me
encantaría tener una hermana melliza. ¿Pero alguien me preguntó a mí
si yo quiero estar toda mi vida acompañada de una copia falsa y mala
de mí misma, si quiero compartir ropa, cumpleaños y juguetes con al-
guien tan parecida a mí que ya me da asco? No, nadie.

A mamá parece que la idea siempre le gustó, a diferencia de otras


madres que dicen que no podrían educar dos hijos al mismo tiempo, y
menos cuando son bebés. Ella estaba muy contenta con la situación,
bah, eso me cuentan. Siempre nos compraba ropa igual pero en distin-
tos colores, y hasta algunas veces nos vestía con los mismos colores así
nos confundían. Pero casi siempre mi color era el rosa y el de Paulita el
lila, por lo menos me tocó un color mejor. El lila es horrible. Mamá
paseaba por la ciudad con su cochecito doble mostrándonos a todos,
una bebé rubia es soñada, dos es de película.

De a poco fuimos creciendo y mostrándole a mamá que no so-


mos tan parecidas, primero ella se reía y decía que a mí me gustaba ti-
rarle la comida en la cara a Paulita por juguetona, pero era porque la
odiaba y era mi única manera de demostrarlo. A mí me gustaba Reina
en Colores, a ella Flavia está de Fiesta. A mí me gustaban los perros, a
ella los gatos. Ella odiaba usar vestidos, yo pantalones. Así fuimos de-
jando de ser tan parecidas, pero mamá siempre intenta que mantenga-
mos ese espíritu de mellizas, porque nosotras no somos Laurita y
Paulita, la gente no habla de nosotras individualmente, nosotras somos

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NicoláS TeTé Plaza Seca

las mellizas Martínez o las mellizas rubiecitas para los padres de ami- Cuando jugamos a la escondida decidí efectuar mi plan. Agarré
guitos que no saben nuestro apellido. a Paulita y le dije que nos escondamos en otro lado, así ganábamos,
fuera de la plaza seca, la llevé hasta las bauleras del edificio. Ella insistía
Hoy cumplo, bah, cumplimos, 9 años, y como todos los años, y
en que ahí no escucharíamos cuando terminen de contar, pero yo le
todos los chicos del edificio, lo festejamos en la plaza seca. Decoramos
dije que me haga caso que así seguro, seguro ganábamos. La encerré en
todo con banderines de colores y adornos de Chiquititas, una de las
una baulera y le dije que tenía que irme a fijar si terminaron de contar,
pocas cosas que nos gusta a las dos. Intentamos ponerle color a lo gris
que ya volvía. Mentí. No pensaba volver. La deje ahí.
que es la plaza. Yo le pedí a mamá que cada una tenga su propia torta,
porque yo la quería de chocolate y Paulita de crema. Mamá no quiso, Por primera vez pude disfrutar lo que es la vida, salté, corrí, jugué,
como somos hermanas mellizas tenemos que compartir la torta como sola, fui Laurita, solo Laurita. Cuando llegó el momento de soplar las
compartimos su panza, dijo, una pavada. velitas de la torta compartida, todos empezaron a buscar a Paulita. Pero,
claro, no aparecía. Yo me hacía la tonta, la que no sabía nada. Grandes y
Mamá nos compró dos vestidos iguales uno rosa y uno lila, yo no chicos la buscaban por todos lados, gritaban su nombre, estaban como
quise vestirme así, no quería ser el clon de Paulita en mi fiesta, ella es- jugando a la escondida para buscarla cuando apareció llorando y abrazó
taba chocha. Ay, es tan tonta. Así que agarré y le hice unos cambios al a mamá: Laurita me encerró en la baulera, dijo la muy buchona. El por-
vestido, lo corté a la mitad, lo convertí en pollera y me puse una remera tero la había rescatado. El portero había arruinado mi plan.
arriba. Mamá me gritó mucho cuando descubrió mi creación. No te
pego porque es tu fiesta, me dijo. Mamá volvió a retarme y a decirme que no me pegaba porque era
mi fiesta. Pero, bueno, el plan funcionó, un poco funcionó. Ya no so-
Ponemos el cassette de Caramelito que le gusta a Paulita pero a mí mos las mellizas Martínez, ahora todos nuestros amigos nos cambiaron
no y arranca el cumpleaños. Los chicos empezaron a llegar. La Gorda el apodo. Yo ahora soy la melliza mala y ella la buena. No me tocó la
Maite Riquelme nos regaló un perfume Coqueterías a cada una. José y mejor parte, pero algo es algo.
María, unos perfumes que vende la madre. Franco Suárez, dos juegos
de ropa de Barbie a cada una. Joaquín, la película de Mulán, sí una
película para las dos, una. Sole nos regaló unas golosinas importadas y
unas biromes con brillos. Martín una remera a cada una, rosa para mí,
lila para Paulita. Y así todos regalos iguales o para compartir.
Esa tarde yo estaba decidida a terminar para siempre con que
somos la misma persona. Quería ser Laurita Martínez de una vez.
Jugamos al juego de la silla, a las coreografías, vinieron los payasos
Cachín y Pelusa para entretenernos, a ellos les gusta hacer el chiste de
confundirnos y nuestros amigos se ríen, mucho.

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protagonista
Cada 17 de agosto la señorita Marcela es la encargada de armar el
acto en el que uno de los chicos de tercer grado hace de San Martín. Yo
esperé que llegue ese momento desde que me enteré de su existencia,
desde que lo empecé a conocer, San Martín es el personaje perfecto
para mí, el gran protagonista, famoso en toda Latinoamérica, un su-
perhéroe y como si fuera poco, tenemos el mismo nombre.
San Martín es el prócer preferido de mi colegio porque se llama
Remedios de Escalada de San Martín, es un colegio sanmartiniano,
dice mi abuela, yo creo que hay colegios sanmartinianos y colegios ca-
tólicos como al que va mi prima Maru.
Este año yo estoy en tercer grado y tengo que ser el elegido para
ser el protagonista. Soy el único de mis compañeros que se tomó las
clases de teatro y expresión corporal con seriedad, y el único que quiere
ser actor cuando sea grande.
Mi relación con la señorita Marcela no es muy buena, porque yo
solía decirle gorda pedorra a Maite, su alumna preferida, y ella lloraba.
Un día la señorita Marcela, que también es gorda, me dijo: –No le digas
gorda a Maite, que vos vas a ser todo lo que discriminás, vas a ser más
gordo que ella–. Nunca más le dije gorda a Maite, pero la señorita no
me volvió a mirar con cariño.
Un mes antes del 17 de agosto, después de explicarnos la fotosín-
tesis, la señorita se puso a contarnos las ideas para el acto en memoria de
San Martín. Como todos los años se hará una obra sobre la vida del hé-
roe. La señorita Marcela pidió que levantaran las manos quienes quisie-
ran actuar. Laurita Martínez y su melliza Paulita se propusieron para
Remedios y Merceditas, su mujer y su hija. Franco Suárez levantó la

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NicoláS TeTé Plaza Seca

mano y al igual que yo, se propuso para San Martín, mi papel. La señorita murmuraba. –Alumno venga por favor– me dijo la voz de una señori-
no tuvo mejor idea que dividirnos el rol. ¿Qué? Me desesperé. ta cuando estaba por entrar al baño. –La directora lo está esperando–
me dijo.
Franco se quedó con San Martín joven y yo viejo. No lo podía
creer, levanté la mano enojado. –No puede ser rubio San Martín, señorita, En la dirección, mientras yo lloraba, la directora Mary me hacía
le tienen que dar otro papel a Franco– dije. –No, hay que compartir– me reflexionar sobre los insultos a la señorita Marcela, yo la escuchaba mi-
respondía. Me parecía ridículo, años esperando este papel y lo tengo que rando su lunar peludo en el cachete izquierdo. Tenía que salvarme y de
compartir. La señorita Marcela repartió la letra y yo la acepté con desgano, repente empecé a explicarle mis deseos de ser actor, le conté todo lo que
la miré mal, dije gracias sin sentirlo. Quedó claro que ella me odia. deseaba interpretar a San Martín y ella se empezó a emocionar. Le conté
que había visto “El santo de la espada” y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Al llegar a casa le pedí a mamá tener el mejor traje de San Martín,
Su maquillaje se corría y parecía mucho más vieja de lo que ya era. –Te
tenía que ganarle a Franco Suárez. La abuela me dijo que Alfredo Alcón
entiendo tanto Martincito– me dijo. –Yo en mi juventud también vi esa
había sido el mejor San Martín del cine y me consiguió su película para
película y quise ser actriz como Evangelina Salazar. Yo soy maestra por
inspirarme, “El santo de la espada”, que cuenta como logró la indepen-
ella, al no poder ser actriz por vivir lejos de Buenos Aires, decidí ser
dencia de varios países. La madre de Emanuel Ortega, Evangelina
maestra como Evangelina en Señorita Maestra– dijo muy emocionada.
Salazar, hace de Remedios. Miré la película con un cuaderno y anoté
¿Señorita Maestra? Me contó que era como Chiquititas pero mejor y ocu-
todos los gestos de la actuación que pueden ayudarme, también algu-
rría en un colegio como el nuestro. Me hizo pedirle perdón a la señorita
nas frases para agregar a mis pocas palabras. Yo tenía que ser el mejor
Marcela pero a cambio yo le hice una propuesta. Dudó, pero aceptó.
San Martín y demostrarle su error a la señorita Marcela. Igual ya con-
taba con una ventaja, yo tenía una escena para lucirme. Una escena El día del acto me puse un disfraz perfecto que mamá había alqui-
clave: la muerte del héroe, Franco Suárez no. lado para mí. Estaba mejor que Alfredo Alcón. Toda mi familia estaba
sentada en la primera fila, listos para mi debut. El acto empezó con el
Comenzaron los ensayos. Yo ya me sabía la letra y propuse algunos
himno nacional y después llego el turno de la obrita de la señorita
agregados para tener más que el rubio. San Martín más trucho no podía
Marcela, fue horrible, Franco Suárez se puso nervioso y se hizo pis enci-
haber. En los ensayos me lucía pero la señorita Marcela comenzó a sacar-
ma en el escenario. Lo mejor quedó para el final, un agregado que arma-
me letra, había que recortar el acto, decía, tenía que durar media hora por
mos con la señora directora. La escena en que San Martín se despide de
pedido del ministerio, eso decía, mentirosa. Mi personaje se redujo a
Remedios antes de ir a cruzar Los Andes. Sabía que todos los ojos esta-
aparecer y morir. Franco Suárez decía seis palabras. No lo podía creer.
rían puestos en mí, actuando con la señora directora, ella tenía un vestido
Cuando la señorita me sacó mi última palabra, salí del aula gritando eno-
rosa perfecto para su papel, nos dimos la mano fuerte y salimos a escena.
jado, que lo haga otro, gorda pedorra, se pierden un gran actor, gorda
El público nos amó. Dijimos nuestro texto y cerramos con un fuerte
puta, gordaaa.
abrazo. Aplausos de pie, ovación le dicen. Nadie podía creer que yo hice
Mientras caminaba por el pasillo directo al baño para llorar, actuar a la señora directora, que yo me abracé con ella y que yo soy un
sentía que mi carrera estaba acabada. –Gorda puta, te odio, pedorra– gran actor. En tu cara, señorita Marcela.

26 27
no me gusta La verdad
Papá, mamá, los abuelos y los tíos comen turrones y hablan de
cosas de grandes. Mis primos miran televisión, esos especiales musica-
les que dan en la tele en navidad. Marito y yo nos vamos a jugar al jar-
dín, no soportamos más la espera, queremos los regalos.
-¿Ves esa Luz?... ¿Esa roja que hay ahí?... bueno ese es Papá Noel.
Está dejando regalos en ese edificio, después viene para acá, vamos
adentro que si nos quedamos afuera no va a parar.
Yo dije eso pero esa luz roja obvio que no es Papá Noel. Tan tonto
no soy, esa es la luz de la punta de un edificio, esas que ponen para que
no se los choquen los aviones. Pero yo ya sé que Papá Noel no existe, en
cambio mi hermano Marito no, tiene seis años, está en una edad clave y
sus compañeros de escuela de verano ya empiezan a decir “Papá Noel no
existe, es tu mamá”, entonces Marito empezó a dudar, a preguntar, y yo
a preocuparme. Porque Sole ya me había contado lo que pasó en su casa
cuando Luli, su hermanita menor, descubrió la verdad.
La navidad pasada Luli se escondió detrás del sillón del living, para
comprobar el famoso rumor; pasadas las doce vio a su mamá poner los re-
galos y confirmó todo lo que sus amiguitos del jardín le adelantaron: Papá
Noel son los padres. Este año su papá les anunció que como ya ninguna
creía en Papá Noel, festejarían navidad como buenas personas grandes ca-
tólicas que son: misa, familia y nada de regalos, menos que menos juguetes.
Sole desde entonces está en crisis, no quiere ni pasar por una juguetería.
Yo no quiero que nos suceda lo mismo en casa ya que Marito es
mi hermano menor y el único miembro de mi familia que sigue creyen-
do en Santa, como le dicen en Discovery Kids.

29
NicoláS TeTé Plaza Seca

Yo me enteré hace dos años por culpa de mis primos, en ese no sé qué les parece divertido de pinchar. ¿Qué pinchan, globos? “Hijos
momento yo tenía siete y ellos quince. Se me burlaban porque yo se- de tigre”, dice mi tío y se ríe.
guía esperando al señor gordo con juguetes y me apostaron que mi
Cuando mamá vuelve y se acerca a nosotros para decirnos “feliz
papá pondría los regalos. No les creí pero ellos filmaron a escondidas a
navidad, qué grandes que están”, yo me relajo. Un globo aerostático
mi papá acomodando los paquetes y dibujando huellas en la chimenea,
rojo que encendió el vecino pasa por el techo de casa. Es un trineo
las mismas que después miró sorprendido diciendo: uhhh Franquito
perfecto. “¡Marito, mira! ¡Papá Noel, Vamos a ver los regalos!” Marito
mira las huellas de Papá Noel. Esa noche me hice el tonto, pero el día
observa el globo con una sonrisa gigante, me mira a mí y a mamá, se
después, revisando el placar de mi mamá, encontré mis cartas para pone las manos en la cara, no lo puede creer, la imagen es tan perfecta,
Papá Noel, estaban todas juntas en una caja que decía Recuerdos de es de película. Entonces Marito grita: “¡Te quiero Papá Noel!”. Con esa
Franco. Mi cordón umbilical, un mechón de pelo, un chupete roto, mis imagen no puede haber dudas, Papá Noel existe. Corro con Marito a
dientes de leche y mis cartas, todo en esa caja. Me fui corriendo con las abrir los regalos que nos esperan debajo del árbol. Mamá nos observa
cartas a mi dormitorio y lloré en la cama, casi como una escena de feliz y nos sigue al ritmo que sus tacos le permiten. Papá llega con la
novela. Entonces mamá me descubrió y me contó toda la verdad. cámara de fotos y pide que posemos para una foto con el arbolito. Un
El nivel de mis regalos bajó mucho desde entonces y hasta un año más de regalos.
año terminé comprando mi propio regalo en una juguetería, pero yo
tenía que simular que creía delante de Marito, además intentaba que él
crea cada vez más, escribiendo las cartitas y mirando especiales navide-
ños en la tele. Este año yo pedí el Metal Soldier, una máquina para
hacer muñecos de metal que promocionan en Magic Kids, mamá ya
me lo compró, me lo mostró el lunes. Marito pidió el Oso Teddy, un
muñeco de Hércules y la película Bichos. La abuela nos compró una
malla y un flota flota para cada uno. Ya no hay sorpresas.
Como todos los años a las doce mamá se ausenta del comedor
para ir a poner los regalos mientras Marito y yo nos entretenemos con
los fuegos artificiales que iluminan el cielo. A las doce, mamá pone los
regalos, Marito y yo vemos los fuegos artificiales, los grandes se besan
mientras brindan y la abuela llora por el abuelo muerto.
Mis primos ya no molestan porque están de novios y lo único
que quieren es que pase el brindis para irse a pinchar, eso dice mi tío,

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un pLan perfecto
No me puedo dormir, llevo horas dando vueltas en la cama.
Estoy nerviosa, muy nerviosa, es que mañana es un día importante
para mí y tengo mucho miedo. Si mañana no paso el recuperatorio, voy
a repetir quinto grado.
Laurita sí puede dormir, duerme tranquila en su cama, la envidio
tanto. Y bueno, es que ella no tiene que rendir mañana, ella no se llevó
cinco materias como yo, ella es tan inteligente.
Pruebo contando ovejas como en los dibujitos y nada, pongo mi
mente en negro pero tampoco, intento pensar cosas lindas pero no, no me
duermo. La cara de la señorita Marcela se me viene a la cabeza y no me deja
dormir. Salgo de la cama, voy a la cocina a tomar un vaso de leche, una vez
mamá me dijo que eso ayuda a que baje el sueño. ¿Que baje de dónde?
Laurita sigue durmiendo, y claro, su vida mañana es tan tranquila. Va a ir
a la escuela de verano como todos los días de vacaciones, después a jugar
con sus amigas en la pileta del club y a la tarde va a mirar otro capítulo de
Chiquititas. Pero yo, si mañana no paso la prueba, voy a repetir quinto
grado. Eso significa que ya no voy a ser compañera de mi hermana, que
voy a estar sola. Me gusta un poco esa idea, nosotras estamos todo el día
juntas y eso me cansa, estaría bueno aprender a estar sola. Una vez le escu-
ché a mamá decir esta frase: es muy importante aprender a estar sola. Se la
decía a mi tía, cuando se separó de mi ex tío. Cuando la escuché decir eso
pensé, yo nunca estuve sola, tengo que aprender. Esta podría ser una opor-
tunidad. Igual yo a Laurita la re quiero y me encanta que sea mi hermana.
No piensen mal. A veces me hace trampa cuando jugamos o me asusta
pero la quiero, la re quiero. Lo que pasa es que repetir tiene un lado malo,
voy a ser la melliza tonta, la melliza repitente y eso, claro, no me gusta.

33
NicoláS TeTé Plaza Seca

¿Por qué me llevé tantas materias? Fácil, porque no estudié, por- Laurita se arrepienta a último momento. Le rezo a mi angelito de la
que me pasé todas las tardes mirando televisión, es que me encanta ver guarda para que el plan funcione y con miedo logro dormirme.
novelas. Veo todas, pero mis favoritas son las de Natalia Oreiro y este
año estuve fanática de Kachorra, su nueva telenovela. Apenas llegaba del Para no tener que ir a la escuela de verano y hacerme pasar por
colegio empezaba, me encantaba ver a Natalia con su media títere o bai- Laurita toda la mañana, me hice la enferma y mamá me dejó faltar. No
lando con su look ochentoso. En la novela Natalia es Antonia, alias podíamos creer que ella no se diera cuenta de nada, somos unas genias.
Kachorra, una chica que es acusada de matar a su jefe, pero ella no lo Después del desayuno Laurita se fue a rendir el examen, le deseé suerte y
hizo, es inocente. En el primer capítulo la están llevando a la cárcel en un me quedé en casa mirando televisión. No me podía concentrar en ningún
patrullero y justo chocan con un taxi que lleva a una niñera que va a programa, quería saber cómo había salido todo. Pasaba de los dibujitos, a
trabajar a una mansión. En el accidente Natalia aprovecha y cambia su las series y a los magazines de la mañana pero nada me sacaba la cabeza
look para hacerse pasar por la niñera que viajaba en el otro auto y quedó de mi examen. ¿Si Laurita rendía mal? Empecé a pensar que ella podía
inconsciente. Así se libera de sus problemas. ¡Eso! ¡Eso tengo que hacer! rendir mal a propósito porque a veces es un poco mala. No tan mala
¡Y ni cambio de look necesito! ¡Tengo que despertar a Laurita! como la Tía Bernarda, la villana de Kachorra, pero un poco mala es. Lo
fue en un cumpleaños que me encerró en la baulera del edificio mientras
–Laurita, despertate, Lauri, despertate… te necesito– le digo a jugábamos a las escondidas. A las doce, no llegaba y me empecé a preocu-
Laurita mientras la muevo un poco así deja de dormir.–¿Qué pasa?, par. Capaz en el colegio se dieron cuenta de todo y la tenían demorada en
¿qué querés?– me contesta medio dormida. Entonces le cuento mi la dirección. No podía más de los nervios, recé un poco para tranquilizar-
plan, ella ya aprobó ciencias naturales y con un diez, necesito que se me y al rato llegó, la trajo mamá, estaban muy contentas las dos. –¿Y cómo
haga pasar por mí, que vaya ella en mi lugar a rendir el examen. Laurita te fue?– pregunté. –¡Muy bien, pasé a sexto!– me contestó. Nos abraza-
no aceptó y cierra los ojos de nuevo. –Te doy todos mis ahorros– le dije mos fuerte y festejamos. Mientras saltábamos de alegría me dijo al oído
para convencerla. Mueve la cabeza diciendo que no con los ojos cerra- con tono amenazante: –Ahora prepárate para ser mi esclava, Paulita.
dos y se da vuelta. –Dale Laura no seas así, no seas mala, soy tu herma-
na– le digo casi llorando, doy lástima. Intento llegar a su corazón. Le di todos mis ahorros, 60 pesos, que había juntado de cuando
Insisto hasta que se vuelve a despertar, me mira y me dice: –Bueno, me no me compraba meriendas en el cole para poder ser más flaca. Tuve
das todos tus ahorros pero también tenés que ser mi esclava por una que romper mi alcancía. Un osito de porcelana que me había regalado
semana. ¿Una semana? Una semana recogiendo su desorden, cortándo- la abuela para que aprenda a no derrochar el dinero. Después del al-
le las uñas, peinándola, comprándole cosas en el kiosko… mmm no sé. muerzo Laurita empezó a darme actividades, hacer su cama, ordenar
Bueno, no tengo opción, si yo voy a la prueba seguro me va mal, no su ropa por color, peinarla cada vez que quiere, llevarle el desayuno a
estudié nada. Acepto su oferta, nos cambiamos los pijamas, ahora ella la cama el domingo, poner el Cd que le gusta muchas veces y así me
tiene el lila y yo el rosa. Nos cambiamos de cama y cuando nos desper- ordenaba muchas cosas más, tenía que vivir para ella, bueno, por suerte
temos ella va a ser Paulita y yo Laurita. Ahora estoy un poco más tran- era solo una semana. Laurita estaba feliz, le encanta mandar. Y yo no
quila. Solo un poco. Tengo miedo de que todo salga mal o de que podía quejarme, gracias a su ayuda logré no ser la melliza tonta.

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goLosinas de free shop

Papá viajaba mucho, por trabajo decía él. Lo mandaron a Nueva


York, Canadá, Miami, México, también a España y hasta a Japón.
Viajaba tanto que ya ni me traía regalos importantes como juguetes o
aparatos electrónicos, solamente me traía golosinas, golosinas de free
shop, que no se consiguen en los kioscos normales de Villa Mercedes y
que me hacían sentir especial en el colegio.
El freeshop es un negocio que está en el aeropuerto donde todo
sale más barato porque no te cobran un impuesto, me dijo mamá, creo
que se llama IVA.
Papá siempre compra perfumes para mamá y golosinas para mí y
Luli. Todas las golosinas que venden son de otros países como Nerds,
Toblerone y Skittles, pero también venden M&M con muñequitos o
unos tubitos con personajes de Disney, esas son mis favoritas, esas go-
losinas me volvían popular de verdad.
En los recreos los chicos se acercaban a mirar mi caja de Nerds
como si fuese oro en polvo, solo a mis amigos y amigas les convidaba
algunos de esos caramelos o un poquito de Toblerone.
Las golosinas de freeshop hicieron feliz mi infancia. Me hacían
sentir única, querida y envidiada. El ritual era siempre el mismo, sona-
ba el timbre, salíamos al recreo, me ubicaba cerca del mástil de la ban-
dera y distintos chicos y chicas se iban acercando pidiendo por favor
que les convidara. Es que solo yo repartía M&M edición especial, solo
yo regalaba mentitas en sobrecitos a mis amigos como si fuesen velas
de quince. Solo yo.

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NicoláS TeTé Plaza Seca

Un día, bah, el 13 de octubre de 1999, me lo acuerdo muy bien, Parece que un tío de la Gorda vivía en Miami y como según su
la Gorda Riquelme era el centro de atracción del recreo. Yo me paré al nutricionista, la Gorda obesa había llegado a su peso correcto, el tío le
lado del mástil como siempre y saqué un Toblerone que medía casi un mandó una caja de golosinas para felicitarla. El tío es un garca. Si la
metro y nadie se acercó a mí, algo raro estaba pasando, pensé. Todos Gorda come toda la caja va a terminar redonda de nuevo, pero como
seguían alrededor de la Gorda Riquelme. Muerdo el Toblerone, ya que comparte con todos capaz zafa.
nadie se puede resistir al escuchar su crunch. Pero nadie se me acerca.
Un día nos encontramos, el destino quiso que estemos cara a
Todos siguen rodeando a la Gorda alimentada a base de alfajores tan
cara y arreglemos nuestros problemas y qué mejor lugar que el baño de
berretas pero ricos como los Fulbito de 10 centavos. Decido acercar-
la planta baja. Yo entraba al baño algo apurada y ahí la veo: la Gorda se
me, tenía que descubrir qué estaba pasando, la Gorda no podía ser
estaba peinando, qué asco, se mojaba el pelo con agua de la canilla, se
popular de un día para el otro. Camino mientras saboreo el mejor cho- hacía como una lamida de vaca para después atarse la colita bien fuerte.
colate suizo y la veo; ¡¡¡Riquelme estaba repartiendo Nutella a cuchara- –¿Quién es la reina de los recreos ahora?– me preguntó la obesa con
das!!! Como si fuese dulce de leche, ¡más respeto a la Nutella, Gorda! tono burlón. –Cállate la boca, vos no me llegás ni a los talones a mí,
Riquelme contaba estupideces y todos festejaban sus chistes además las golosinas ya fueron, estamos grandes y cuidado que con
mientras se pasaban una cuchara colmada de Nutella. Cuando la cu- tantas golosinas te vas a poner más gorda, capaz un día explotás.– Esa
chara llega a mí, como si fuese la bombilla del mate, digo “No gracias, fue mi respuesta. ¿Sublime no? Qué buena palabra es sublime, la leí
tengo un pote en casa”. No podía rebajarme a chupar esa cuchara. hace unos días, me gusta usarla.

Los días siguientes la situación se tornó una competencia feroz. Con el tiempo empecé a disfrutar mis recreos en soledad y la
La Gorda cada vez llevaba más golosinas y yo no me quedaba atrás, Gorda se fue poniendo cada vez más gorda y popular. Martita, mi
pero no sé si por novedad o qué, todos preferían a la Gorda. Papá esta- nueva amiga, es diabética, entonces no puede comer cosas dulces por-
ba por volver de España y le pedí que me traiga toda golosina que diga que eso es lo que significa ser diabético. Ella me quiere de verdad.
edición limitada, edición especial y el paquete más grande de chicles Pasó un año o dos, ya ni me acuerdo, y un día papá no me trajo
que pueda, pero la popularidad de la Gorda crecía cada recreo. El tarro golosinas como siempre, me trajo una remera, justo para que use en la
de Nutella fue reemplazado por unos bombones de Suiza que hasta yo primera fiesta matinée del colegio. Papá me dijo: Vas a ser la reina de la
desconocía. Franco y Martín dejaron de pasar los recreos conmigo para noche, esa remera no se consigue acá, y así fue, mientras muchas tenían
ser los guardaespaldas de Riquelme. Yo les dije que mejor así tengo las mismas camisitas de John L. Cook yo era la reina con la nueva moda
todas las mentitas After Eight para mí, pero adentro mío me moría de europea, todas me preguntaban de donde era la remera y yo les decía
pena, yo no quería mentitas; yo quería a mis amigos. sonriente: “Es de afuera, no se consigue acá”.
Todos hablaban de las golosinas de la Gorda Riquelme. Todos Desde ese día la Gorda se volvió a quedar dibujada comiendo su
menos yo que solo pensaba en ellas pero no se lo decía a nadie. Nutella a cucharadas y yo le pedí a papá que cada vez que viaje me

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traiga una remera, una pollera o medias, lo que sea pero que no se
consiga acá. dame mi primer beso
En los recreos me pedían por favor que desfilara y para las pri-
meras fiestas, todas querían que les preste ropa, las chicas me pregun-
taban cosas de moda y me pedían que les aconseje qué ponerse, algunos Todas ya habían tenido uno, todas menos yo. Algunas ya habían
varones se burlaban de mí y me decían Valeria Mazza pero en el fondo tenido varios, yo ninguno. Me pasaba horas pensando cómo sería ese
yo sabía que era porque les gustaba. Todo volvió a la normalidad. momento que tantas veces vi en novelas y películas. Practicaba con la
almohada y el espejo. Quería ser la mejor. No podía esperar más.

Mi abuelo no se sentía muy bien, entonces me propuse para lim-


piar la plaza seca, después de todo tenía que ayudarlo un poco, me
gusta ser una buena nieta y él ya está grande para su trabajo de encar-
gado del edificio. Como es pleno otoño la plaza se llena de hojas secas
que caen de los árboles de la cuadra. Puse el cassette de Bandana, Noche,
en el walkman, y me fui a barrer. Intentaba bailar mientras sacaba las
hojas y limpiaba lo que ensucian los pocos nenes que siguen viviendo
en el edificio. Entonces lo vi, ahí estaba Joaquín, leyendo como siem-
pre, sentado en uno de los bancos de cemento. Tan lindo, tan tímido,
tan callado. Me encanta. Me acerqué a saludarlo, lo tenía solo para mí.
Tenía que aprovechar. –Hola Joaco, ¿cómo estás? ¿Qué lees?– pregunté
todo rápido sin tiempo a que responda. –Hola Maite, leo Los suicidas
del fin del mundo– me dijo y siguió con la lectura. –Uy, qué nombre–
dije y pregunté de qué se trata haciéndome la interesada, así me cuenta
más. –Es de unos chicos que se suicidan en masa en la Patagonia –me
contesta. –Uy, ¿es real?– pregunté y me acerqué un poco más a él. –Sí,
es real– me contesta rápido, casi murmurando. –Che Maite, si no te
molesta quiero terminar de leer, después charlamos– me dijo. Me fui,
con esa frase quedaba claro que no le interesaba hablar conmigo. Justo
las Bandana cantaban Necesito tu amor en el walkman y yo pensaba en
el amor de Joaco, al que no iba a renunciar.

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NicoláS TeTé Plaza Seca

Como todos los años, uno de los acontecimientos más importan- chicos con camisa. Todos los chicos deberían usar camisas. Las luces se
tes es el cumpleaños de las mellizas Martínez, Paulita y Laurita. Hacen apagaron, la música también, y todos corrieron a la mesa dulce, era la
una fiesta muy grande, cada vez mejor, antes las hacían en la plaza seca hora de la torta.
pero ahora las organizan en un bar donde podemos bailar, es casi un
Después de cantar el feliz cumpleaños, me quedé al lado de
matinée. Mi tío me había mandado para mi último cumpleaños un ves-
Joaquín. –Perdón por molestarte el otro día– le dije. –Todo bien– me
tido de Miami, donde vive él. Mi tío tiene mucha plata y es muy exitoso
contestó sonriente. –¿Bailamos querés?– le propuse. –No, gracias
allá. Yo lo guardé para esta fiesta, quería estar hermosa y dar mi primer
Maite, yo no bailo– me volvió a rechazar. Decidí no dar más vueltas
beso esa tarde. Cuando terminé de comer me empecé a preparar para
con el asunto y contarle lo que quiero. –¿Joaquín, vos me darías un
el cumpleaños, me di un baño de inmersión con espuma que hice con
beso?– dije sin vueltas. –No, creo que no, ahora acá no– me rechazó
detergente, por suerte el abuelo no se enteró. Me pinté las uñas, me
de nuevo. –Si vamos a otro lado, donde nadie nos vea… un beso y
peiné, me probé el vestido, quedé lista para la fiesta. Como las mellizas
listo– insistí. Se quedó mudo un rato, parecía que estaba pensando
ya no viven en el edificio, mi abuelo me llevaría directo al bar que el
algo. –Andá a la cocina, sacá una botella de vodka o algo para tomar,
padre de las mellizas cierra para el cumpleaños. El padre tiene mucha
con alcohol, te veo en quince minutos en el monumento de la plaza,
plata, dice mi abuelo, casi como mi tío que vive en Miami.
acá enfrente. –Joaco, no sé si nos dejan salir de acá– le dije. –Dale, es
La fiesta era soñada, el bar tenía hasta una esfera disco, sonaba muy romántico ahí– me convenció.
Britney Spears y las mellizas, que ya no se vestían iguales, hacían la
Sin que nadie me viera entré a la cocina, una señora sacaba unas
coreo de Oops, I did it again. Yo les regalé el Cd de Cristina Aguilera,
empanadas de un horno gigante, entonces vi las botellas de bebidas
espero que no lo tengan. Me puse a comer unos chizitos hasta que lle-
con alcohol. Aproveché que ella estaba distraída con las empanadas y
gara más gente a la fiesta, no me gusta bailar con la pista de baile casi
saqué una botella, la escondí adentro del vestido. La señora se dio vuel-
vacía. Joaquín tenía que venir. El padre es muy amigo del padre de las
ta y me vio. –¿Qué hacés acá nena?– me preguntó. –Quería saber si no
mellis, trabajan juntos creo. Los chizitos estaban buenísimos, como a
tenía un sobrecito de azúcar, se me bajó la presión– no sé de dónde
mí me gustan, con mucho sabor a queso. Franco Suárez se me acercó
saqué esa mentira. La señora me dio el sobrecito y me fui, por suerte no
para pelearme como siempre. ‘’Deja chizitos para todos Riquelme, no
me descubrió.
seas gorda, bah, ya sos’’ me dijo y se fue llenándose la boca de chizitos.
Quise llorar, estoy cansada de las burlas de Franco y sus amigos, los Salí del bar, fue más fácil de lo que pensaba. Crucé la plaza. Joaco
kpos, así se llama su grupo, los odio. Por suerte Joaco no es de los kpos. estaba en el monumento, había trepado un poco y estaba sentado deba-
Me fui a bailar así mi amor no me ve al lado de la mesa. Las mellis no jo de San Martín. Trepé. Me costó pero me ayudó. Le di la botella. El
son muy buenas conmigo pero yo las quiero igual. Bailé al lado de ellas, tenía razón, es muy romántico el monumento de noche, aunque para
pero me ignoraban. Joaquín llegó y se sentó al lado de la mesa de dul- sentarme tuve que esquivar la caca de paloma y abajo había unos chicos
ces. Estaba tan lindo. Se había puesto una camisa. Me encantan los más grandes tomando y fumando unos cigarrillos muy grandes. Del

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Nicolás TeTé

otro lado del monumento Franco Suárez y Sole se estaban besando, y


se abrazaban fuerte, no paraban, me ponían incómoda. –Acá estoy– le todo cambió
dije cuando me senté. No podía dejar de imaginarme el beso. Miró la
botella. –¿Está bien?– le pregunté. –Sí, está bien– dijo y tomó un trago
largo. Me ofreció pero no quise. Después, me dio un tic tac de menta No sé por qué escribo esto, es y va a ser uno de los peores recuer-
fuerte. –Bueno, ¿nos besamos?– me dice y sonríe. Qué linda sonrisa dos de mi vida. Pero fue también un momento clave, después de este
tímida. Lo beso, me besa. Nuestros labios se chocan. Yo abro un poco
día, todo cambió. Cambió tanto que ahora estoy haciendo mis valijas,
la boca como había aprendido, él también. Nos apretamos más fuerte.
despidiéndome del departamento, del edificio, de la plaza seca, de todo.
Lo abrazo, me abraza. Empezamos a escuchar unas voces. ¡La Gorda y
Joaco! ¡La Gorda y Joaco!, gritaban Sole y Franco Suárez. Me saca la En quince minutos papá golpeará la puerta para apurarme, subir
boca. Me hace a un costado. Buen beso Gorda, dice Sole. ¡Joaco cuida- al auto y viajar a Buenos Aires, donde ahora voy a vivir con Sonia, papá
do que te puede comer!, dice Franco Suárez y se van de la mano. y Gladys, que prefiere mudarse con nosotros y vivir allá con una pa-
riente que quedarse sin trabajo acá. No me quiere dejar solo.
–Bueno, listo, chau– dice Joaco y también se va. Yo solo puedo
quedarme ahí, enojada con Sole y Suárez por arruinar mi momento. El martes era un día normal, yo estaba en el colegio, Franco
Feliz con Joaco por darme mi primer beso. Me tocó mi boca. Me que- Suárez y sus amigos me burlaban por un beso que le di a Maite
do pensando en ese momento que nunca olvidaré. Mi primer beso. Riquelme, cuando el director me mandó a llamar. De repente profeso-
Volví a la fiesta, siendo una mujer. res, preceptores y el director me trataban como el mejor alumno, como
si pagara cuota doble. Ya me tenían pena.

Papá me esperaba en la dirección, no lo veía desde que se había


mudado a Buenos Aires para vivir con Sonia, la mujer por la que dejó
a mamá. Ya el solo hecho de volver a verlo era extraño. Papá intentó
sonreír al verme pero no pudo, me tocó la cabeza, me golpeó un poco
la espalda, me acarició o algo así. Vamos Joaco, me dijo. Estaba triste,
raro, como triste pero distinto. Subimos al auto, tenía un auto nuevo,
más grande, más lindo. No decía nada, ni una palabra. Yo tampoco.
Era obvio que algo malo había pasado y no quería saberlo.

–Mamá tuvo un accidente– dijo cuando bajamos del auto, en un


lugar que desconocía. Yo no sabía qué decir. Papá se agachó, casi me
abraza y me dice: –mamá no sobrevivió, fue un accidente muy grande,

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NicoláS TeTé Plaza Seca

falleció. Joaco, ella te va a cuidar desde el cielo y yo te voy a cuidar acá–. Me fui con Gladys al departamento, quería tirarme a leer en la
No entendía nada, me dijo muchas cosas juntas, me subí al auto de plaza seca, no quería estar más rodeado de esas viejas a las que les doy
nuevo y me largué a llorar, solo, en el asiento del acompañante. Papá se lástima. Ya sabía lo que había pasado, para mí eso era suficiente.
acercó y me preguntó si quería entrar a ese lugar, le dije que no. Papá
Papá decidió cómo seguiría mi vida, la que ya no tenía muchas
me dejó en el auto, tenía permiso para hacer lo que quiera. Por la ven- ganas de vivir. Decidió que me voy a vivir con él a Buenos Aires, que
tanilla podía ver cómo entraban al lugar esos círculos llenos flores que me tengo que cambiar de colegio y que el departamento se vende. Todo
solo había visto en las películas. También unas amigas de mamá entra- en un día.
ban abrazadas y vestidas de negro. No podía pensar en nada, creo que
no me daba cuenta lo que estaba pasando o no quería darme cuenta. Recién golpeó la puerta papá para apurarme. Me tengo que ir.
Prendí la radio del auto y pasaban un tema de Shakira. Apagué la radio Ahora me doy cuenta lo mucho que voy a extrañar a mamá.
y me dormí, mucho tiempo.

Cuando me desperté en el auto estaba Gladys, leyendo una revis-


ta que tenía a Susana Giménez paseando por Europa en la tapa. Cuando
me di vuelta para saludarla dejó la revista y me tocó la cabeza, me
acarició. Nos bajamos juntos del auto, me explicó mejor lo que estaba
pasando, donde estábamos y todo. Me abrazó fuerte, como solo hacía
para mis cumpleaños y me dijo que no me va a abandonar nunca.

Adentro de ese lugar donde estaba mamá, las paredes estaban


llenas de flores y carteles con nombres de personas que la conocían.
Un montón de mujeres me miraban con lástima y comentaban cosas,
ahí está el hijo, pobrecito, ay el nene, decían. Otras se pasaban recetas
de tortas o hablaban de sus hijos. Me preguntaron si quería ver a
mamá, dije que no, no sabía lo que quería. Mamá estaba en un cajón
de madera en otra habitación, me acerqué, espié un poco y vi a mi tía
tirada sobre el cajón llorando. No quería ver las cosas de más cerca.
Pasaron a saludarme algunos chicos del colegio y el edificio. Maite
Riquelme vino con su abuelo, el portero, ella lloraba mucho, me abra-
zó fuerte y después se quedó al lado mío acariciándome el brazo, se
hacía la novia.

46 47
gabY

Era mayo, me acuerdo porque volvíamos del feriado del veinti-


cinco. Nadie empieza el colegio en mayo, ella sí.
Gabriela, ese era su nombre, pero le gustaba que le digan Gaby,
con i griega. Morocha, ojos celestes, grandota, era más grande que to-
das las chicas que estábamos en el aula, era la única con tetas. Mi abuela
dice que no diga tetas, que diga pechos pero a mí no me gusta, me di-
vierte la palabra tetas. Tetas.
Gaby se sentó al lado mío, la pollera le quedaba muy corta y más
cuando estaba sentada, los chicos la miraban y comentaban cosas. Me
daba bronca. Ella recién llegaba y ya todos la elegían como la más linda
del curso. Estaban babosos como decía mi abuela.
Una semana fue el tiempo que compartí con Gaby, ni un día
más, pero fue suficiente. En el primer recreo la saludé, me presenté y le
ofrecí mi ayuda para ponerse al día con las materias. Ella aceptó, me
contó que era la tercera vez que hacía séptimo grado, pero no era repi-
tente sino que siempre tenía que dejar el colegio para ayudar en su casa.
Yo no entendía, por qué no podía ayudar en la casa e ir al colegio como
hacía yo.
Cuando me dijo que ya tenía quince años le pregunté si hizo
fiesta o le regalaron un viaje, pero me dijo que ella pidió una moto.
Gaby tenía una moto, una motoneta, la Zanellita como le decía ella.
Como vivía lejos del centro la moto le venía genial, era casi una nece-
sidad. Nunca se me había ocurrido pedir una moto para mis quince,
creo que tampoco me la regalarían. Mi abuela quiere que haga fiesta,

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NicoláS TeTé Plaza Seca

ella ya está ahorrando y dice que su vestido va a ser color rosa rococó, El jueves me desperté medio descompuesta y no sabía por qué.
como usa Mirtha Legrand. Igual faltan dos años. Casi falto al colegio pero no podía porque teníamos prueba de mate-
máticas y no me gusta hacerla después sola en recuperatorio. Entonces
Con Gaby nos hicimos amigas muy rápido, para el segundo re- fui al colegio, hice la prueba y apenas terminé me tuve que encerrar en
creo yo ya le estaba contando mis problemas amorosos y hablábamos el baño. Me demoré tanto que la profesora Claudia mandó a Gaby a
de nuestros programas de televisión favoritos, aunque ella no miraba buscarme. No me podía mover del baño, estaba asustada, algo nos
mucha tele, solo le gustaban los chistes de Videomatch. A la salida del había contando sobre el tema una profesora pero no estaba segura si
colegio la fue a buscar Kevin, su novio. Me gusta el nombre Kevin, es era lo que me estaba pasando. Por suerte estaba Gaby para ayudarme.
como de un Backstreet Boy. Él tenía 18 años y la buscó en su auto, un –No seas tonta, dejá de llorar, te hiciste señorita, nada más– eso me
auto viejo y grande que le había regalado el padre. Ofrecieron llevarme dijo Gaby después de sacarme la bombacha que había escondido en el
al edificio pero mi abuelo me busca siempre, cinco minutos tarde pero guardapolvo. Me dijo que ella tenía unas pastillas por si tenía dolores o
siempre llega. molestias y me regaló una toallita para no ensuciar la bombacha. Me
explicó todo lo que podía pasarme, todo y yo dejé de llorar.
No podía dejar de pensar en Gaby, en su moto, en sus quince
años, en su novio, en su auto, en su vida… Quería tener su vida, se la Me daba mucha vergüenza pero tenía que contarle a mi abuela lo
notaba tan libre. Me propuse ser su mejor amiga, así podía tener un que me estaba pasando. Necesitaba pastillas y toallitas.
poquito de ella. Por suerte no tenía competencia, ni Sole, ni las mellis,
Mi abuela se hizo la señal de la cruz varias veces, dijo ahora vienen
nadie quería ser amiga de Gaby. los problemas. Se la notaba preocupada, me dijo que teníamos que ir al
¿Por qué es tan importante Gaby para mí? Ella fue una especie médico, me volví a asustar. Después mi abuela se tranquilizó y me dijo que
de ángel de la guarda que apareció durante una semana en mi vida, una ahora tenía que ser más responsable. Yo no entendía nada pero dije que sí.
semana en la que yo iba a necesitar ayuda. Una semana muy Cuando volví al colegio Gaby empezó a faltar, por varios días no
importante. apareció. Yo me estaba preocupando. Cuando ya llevaba una semana
Gaby era un desastre en el colegio, no entendía nada, yo le tenía ausente decidí llamar a su casa, capaz estaba enferma y necesitaba mi
ayuda. –No voy a volver al colegio, tengo que ayudar a mi mamá en mi
que explicar todo, cómo resolver problemas, cómo analizar oraciones,
casa– me dijo y me cortó. Yo quería contarle algunas noticias del colegio,
donde van los acentos… todo. Lo único que ella sabía eran cosas sobre
como que Sole y Franco Suárez ya dicen que son novios y se besan en los
hombres, en uno de los recreos del tercer día juntas me contó que había
recreos, pero me cortó tan rápido que no pude decir nada. Por las dudas
perdido la virginidad con su novio cinco meses atrás. Le pregunté si
no la llame más. Algunos días me acuerdo de Gaby, espero que esté bien.
era como en las novelas, pero me dijo que no, nada que ver, duele mu-
cho las primeras veces, pero está bueno igual, es lindo, me dijo y se
ponía colorada.

50 51
Yo tengo un secreto

Cuando termine de escribir todo esto lo voy a quemar o tirar,


pero antes romper en pedacitos. Si lo lee mi mamá me mata y si lo lee
mi papá peor. Pero esto me pasó, me pasó porque yo quise, yo lo bus-
qué y me gustó, pero me gustó de una forma rara, me gustó mucho
pero ahora me siento mal, con culpa. No tendría que haberlo hecho.
No me tendría que haber gustado. No tendría que tener ganas de más.
Pero tengo ganas, espero que cuando termine de escribir lo que me
pasó se me vayan y vuelva a ser normal.
Siempre odié la clase de educación física. Siempre. Hasta hace un
mes cuando Ricardo, el profesor que me hizo sufrir haciendo la verti-
cal, saltando caballetes, corriendo y lo peor, jugando a la pelota, se ju-
biló con su panza y su pelada. Entonces pusieron un nuevo profesor,
mucho más joven.
Iván llegó y se presentó, parecía uno de los chicos del último año.
Salimos del vestuario y nos estaba esperando, remera y pantalón, flaco,
alto, rubio, como de la tele. Es re facha decían algunos de mis compañe-
ros. Se acababa de recibir, había sido alumno de nuestro colegio y tam-
bién había tenido a Ricardo de profesor. Hacía muchos chistes sobre él,
sobre su panza y su pelada. Nos preguntó qué nos gustaba, qué quería-
mos hacer en las clases. Yo no dije nada, no quería hacer nada de deporte.
Como todos mis compañeros pidieron partidito, yo dije que me dolía el
bazo apenas empezamos a correr, así zafaba. Iván me dejó sentar. Sí, dijo
que lo llamemos Iván, no profesor. Siempre se hace el canchero.
Me senté en las gradas del polideportivo y miraba a mis compa-
ñeros jugar el partido de fútbol. Iván los dirigía. Se acercó a las gradas

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NicoláS TeTé Plaza Seca

y me preguntó que deportes me gustaban. Le dije que yo juego al tenis, Bueno, pasaron las clases, siempre iguales, hasta hoy, que pasó, lo
inventé para que piense que soy deportista y le resulte más interesante. que pasó y ahora estoy así, mal. Esta clase todos jugaron al vóley, yo corrí
Me puse a hablar sobre torneos que nunca jugué y copas que nunca un poco. Después, como siempre, nos fuimos a cambiar, algunos a du-
gané. Desde ese momento me dice Vilas, porque es un tenista impor- charse, yo no porque me da vergüenza desnudarme delante de todos. Me
tante argentino. Mientras le contaba de un torneo inexistente Franco cambié y me fui. Cuando salí del polideportivo me di cuenta que me
Suárez metió un gol, todos gritaron e Iván se fue a felicitarlo. Después había olvidado mi campera del colegio y tuve que volver a buscarla, en
volvió y me dijo que podía correr en las clases así me servía como en- los últimos meses ya perdí cinco, una mas y mamá me mata.
trenamiento para el tenis. Me dio recomendaciones para que no me Entré al vestuario, estaba vacío, busqué la campera y lo pude ver,
duela el bazo. Iván me cuidó. lejos en las duchas, que no tienen cortinas. Ahí está Iván, duchándose.
Al terminar la clase Iván vino al vestuario, algunos se duchaban, Desnudo. Se pasa el jabón por todo su cuerpo. Me quedo duro mirán-
dolo. No quiero irme, quiero seguir ahí. Me escondo detrás de una
otros nos cambiamos nada más. Iván controlaba que nadie se pelee y
columna para poder seguir viéndolo. Se da vuelta. Veo todo. No me
esas cosas. Habló con Franco Suárez sobre fútbol, Iván ya se sabía el
puedo mover de ahí. Quiero tocarlo. Mi corazón late muy fuerte. Siento
nombre de Franco y el mío no.
como que me hago pis, pero no es pis. Es eso que me estaba pasando
Todos nos pusimos contentos con el nuevo profesor, a todos nos algunas noches y mamá le decía a papá que me tenía que explicar, pero
gustaba imaginarnos cosas de su vida personal. Los chicos decían que papá no lo hace, no me explica nada y yo no sé qué pasa. Cuando Iván
seguro tenía muchas novias, porque es re fachero. Todos en el fondo termina de ducharse, me voy, pero no podía dejar de pensar en él, en
queríamos ser como Iván. Así empecé a esperar con ganas los martes y su cuerpo y en mí. En mis ganas de tocarlo, tenía hasta ganas de besar-
jueves para tener la clase. Me gustaba pensar en mi nuevo profesor. Me lo, de estar junto a él.
gustaba hablar con él. Iván me dejaba correr o hacer lo que quiera Cuando llegué a casa, me di cuenta que estaba todo mal. No me
mientras los otros jugaban al fútbol. Me hablaba de partidos de tenis y puede pasar esto. Estoy llorando. Lo que me pasa está mal pero tengo
tenistas famosos. Tuve que empezar a ver tenis para no quedar como ganas de que sea jueves así lo veo de nuevo y al terminar la clase me
un mentiroso. También le preguntaba cosas a mi primo que quiere ser escondo y lo espío. Quiero que todo se repita. No me lo puedo sacar de
tenista, nombres de golpes, marcas de raquetas, investigué todo lo que mi cabeza. Va a ser mi secreto, no se lo puedo contar a nadie.
pude y más. Me tenía que informar. El bazo no me duele más, ahora
No voy a quemar, ni romper esto, lo voy a esconder, bien escon-
que Iván me da clases. Iván es mi profesor favorito pero se nota que yo
dido. Es un recuerdo de algo que me gustó, mucho.
no soy su alumno favorito, ese es Franco Suárez, siempre lo mira, lo
alienta y dice lo bien que juega al fútbol. Y a mí me da un poco de celos.
Me pasa o pasaba algo raro con Iván, algo que nunca me pasó. Algo
que ni yo entiendo.

54 55
ÚLtima vez en La pLaza

Ya no sé cómo convencerla, no sé qué decirle, siempre tiene un


pero. No quiere que los padres se enteren, no quieren que los chicos del
colegio lo sepan, piensa que se van a dar cuenta con tan solo verla.
Tiene miedo, miedo de lo que digan, de cómo es, de lo que va a pasar,
pero es algo tan normal y yo no aguanto más.
Mis primos ya me contaron algunos trucos, me explicaron bien
cómo hacerlo porque mis amigos son todos unos nabos y no la ven ni
cuadrada, yo voy a ser el primero. Sé que quiero que sea con Sole, ella es
perfecta, rubia, buena, flaca, me encanta su sonrisa. La amo, creo.
Llevamos más de un año de novios, es hora. Mis primos me avisaron que
si no me pongo las pilas no va a pasar nunca, las chicas siempre dan
vueltas con este tema. Por eso estoy trabajando para cumplir mi objetivo.
A Sole le gusta ir a la Plaza Pedernera todos los domingos des-
pués de la cena. La plaza queda en el centro de la ciudad, al frente de la
iglesia, se llama Pedernera en honor a uno de los únicos, o tal vez el
único, prócer de San Luis. Fue un militar que llegó a vicepresidente, y
presidente provisional en 1861. También participó en la Guerra de
Independencia y en las guerras civiles del país, y como si fuera poco
ejerció el cargo de Gobernador de la Provincia. Por todo esto en Villa
Mercedes hay una calle, un colegio y una plaza que llevan su nombre.
A las diez de la noche cuando en la casa de Sole terminan de cenar
yo toco timbre, ella sale y vamos a la plaza. No somos los únicos que
tenemos esa costumbre. Sabemos cruzarnos con José y su hermana
María que salen de la misa de las nueve de la noche, también Martín sabe
ir con las mellizas Martínez a charlar en las hamacas, que a esa hora ya

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NicoláS TeTé Plaza Seca

no usan los nenes del barrio. La gorda Riquelme también sabe pasar por - Bueno vamos. ¿Pero puedo arrepentirme no?
la plaza pero con su abuelo ya que desde que su novio, el tonto de Joaquín,
Sole aceptó y fuimos para mi casa. Yo ya había preparado algu-
se fue a vivir a Buenos Aires no tiene nadie que la bese.
nas cosas para ella, ordené mi cuarto, puse unas flores, que corté del
A Sole le gusta sentarse en uno de los bancos que miran al mo- jardín en la cama, intenté hacerlo todo lo más romántico posible. Sole
numento de Pedernera, porque desde chica su abuela le cuenta historias estaba nerviosa pero nos besamos y nos sacamos muy lento la ropa. Así
que hicieron que este casi enamorada de ese hombre-monumento. Ahí empezamos a hacerlo despacio o más bien como nos salía en ese mo-
nos sentamos y me cuenta que tal estuvo su domingo. Las peleas con mento. Ni ella ni yo sabíamos muy bien cómo hacer, pero yo tenía que
su mamá y su hermana. Lo fácil que se le hizo hacer los deberes y lo caretearla, hacerme el entendido, quería usar lo que me contaron mis
mucho que se aburre cuando no está conmigo. Me dice que me extra- primos, pero estaba nervioso y me olvidé todo. Igual salió bien.
ña, me pide besos y yo se los doy. Creo que por costumbre a ella le
Acompañé a Sole a su casa, se la notaba contenta. Cuando volví
encanta ir a la plaza los domingos a la noche, me hizo prometer que
a mi casa la llamé y le deseé buenas noches. Nos fuimos a dormir ha-
nunca dejaríamos de ir.
blando por teléfono, fue un día especial y por suerte no fue el único,
Siempre está contenta cuando estamos en la plaza, me deja meterle sino el primero.
la mano adentro del jean y todo. Es que en la plaza siente que estamos en
nuestro propio mundo, nuestro banquito de plaza no lo toca nadie. Todos
los domingos ese banco es nuestro. Yo siempre supe que si un día quería
estar con ella tenía que ser después del paseo por la plaza.
–Vos estás seguro, me vas a cuidar, lo vas a hacer despacio–… y
así busca Sole darme miedo a mí, pero yo soy un novio perfecto, hago
todo lo que hay que hacer, soy fiel, no hablo con otras chicas, pienso en
ella, la llevo a la plaza, la cuido. –Hoy tengo mi casa sola– le dije. –Ya
sabía, ¿cuando vuelven tus papás?– me contestó. –Falta, vuelven en la
semana, podemos ir hoy si querés– le propuse. –Pero está Marito, nos
va a molestar. –No, se fue a lo de un amigo esta noche, vamos dale.
Los domingos a la noche en Villa Mercedes y creo que en casi
todas las ciudades chicas y pueblos, la gente sale a dar la vuelta al perro
en auto. Van por el centro con el auto a muy poca velocidad para ver
quienes están tomando algo en algún bar, quienes están en la plaza,
quienes salen de misa, salen para ver, para ver gente.

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eL momento

Es muy loco cuando estás esperando mucho tiempo un momen-


to y finalmente llega… te da cierta nostalgia, pensás qué vas a hacer
una vez que este plan ya no esté en tu cabeza, pensás que te vas a sentir
vacío, aunque lo cierto es que por suerte yo no tenía que pensar en un
después.
Papá viajo a Pinamar con Sonia por el fin de semana largo, era
25 de mayo, yo no quise ir, igual tampoco me preguntaron. Gladys
terminó de lavar los platos del almuerzo y se fue a su casa. Estaba solo,
tenía por tres días la casa para mí sin nadie que me moleste; pero igual
no sabía si aprovechar los tres días. En verdad tenía ganas de no espe-
rar más. Me había imaginado ese momento por años y hasta una hora
más de espera me parecía demasiado.
Hasta entonces nunca encontraba el momento. Solo una vez casi
lo logré, le había robado tres cajas de Rivotril a Sonia y una botella de
whisky a papá, pero justo mientras picaba las pastillas para armar mi
trago, entró Gladys a la habitación. Era viernes y le tocaba cambiar las
sábanas de mi cama.
El tema me venía obsesionando desde hacía mucho. Investigué
todo lo que pude, vi muchas películas para informarme y poder elegir
la mejor técnica; por suerte hay varias sobre el tema pero hubo una en
especial que me gustó mucho, la chica se ahorcaba en la habitación de
sus padres con una bufanda roja de la madre; estaba colgada de una
lámpara dorada y bambaleándose sobre la cama, hasta que entra su
mamá a buscar dinero para pagarle a la mucama y la descubre. Me
imaginé la cara de Sonia al verme ahí colgando y me tenté, sería genial

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NicoláS TeTé Plaza Seca

usar su pañuelo favorito, pensé, lástima que no voy a poder ver la cara pecho. Lo saqué y seguía pasando lo mismo: era como si nunca me
que pone. hubiese clavado el mejor cuchillo de Gladys en mi corazón.
Cada vez el tema me interesaba más, cuando una clase se ponía Busqué distintos cuchillos. Me los clavé en todo el cuerpo y des-
aburrida empezaba a escribir una lista de opciones en mi carpeta; nava- cubrí que no quedaban ni siquiera cicatrices en mi piel. Entonces se me
ja, pastillas, cuchillos, fuego, electricidad, saltar al vacío… Opciones ocurrió que lo mejor era usar otra técnica. La siguiente en la lista. Me
hay miles, lo difícil es elegir una. di una ducha y así, sin secarme, fui a electrocutarme al living. Me puse
una toalla porque no quería que Sonia me viera desnudo al volver de
En este momento decidí ir por la más clásica; en realidad me
Pinamar. Metí los dedos en el enchufe que está al lado del televisor y
gusta mucho algo y no puedo darme el lujo de no hacerlo: quiero ver la
nada, nada en mi cuerpo, no sentí nada pero la luz de la casa se cortó.
sangre corriendo por el lavatorio, el fondo blanco con un hilo rojo
atravesándolo. ¿Es una imagen hermosa no? Con la linterna del celular fui hasta la térmica, se había caído, por suer-
te pude hacer que vuelva la luz. Me volví a poner mi remera favorita, la
Busqué el cuchillo con el que Gladys corta el peceto bien finito que había elegido para este momento, jean y zapatillas. Tenía que seguir
para hacer las milanesas que me gustan y fui al baño. Me paro frente al con mi plan.
lavatorio, me miro en el espejo, sonrío, levanto mi muñeca y suena el
teléfono. De nuevo alguien interrumpe mi plan, pienso, dejo el cuchi- Fui a la computadora y entré al foro que visito hace años
llo en el baño y corro a atender: es Gladys. Quería saber cómo estaba y “Pensamientos de un Alma Perdida”, ahí está Laura, una chica españo-
desearme buenas noches, Gladys es lo más parecido a una mamá que la que es la moderadora, o sea la que maneja la página, a veces chateo
yo tengo. con ella. La página tenía que darme una idea, una respuesta a mi pro-
blema. Sobre cortarse las venas, el método más común entre los jóve-
Volví al baño y me paré frente al lavatorio, me miré en el espejo, nes, Laura dice: Muchos especialistas coinciden que cortarse las venas de
sonreí, levanté mi muñeca y esta vez el teléfono no sonó. Acerqué el forma horizontal (como en las películas) no es muy eficaz, demora mucho y
cuchillo y presioné bien fuerte pero no pasó nada, moví el cuchillo y causa agudo dolor. Se recomienda cercenar las venas en el mismo sentido x
por fin unas gotitas de sangre asomaron por mi piel, no lo podía creer, el cual se ven. Algunas personas recomiendan hacerlo en una tina llena de
qué alegría… Sin embargo, ni bien alejo el cuchillo, mi piel se regenera agua, pues el agua lavará tus heridas y hará correr más sangre, pero corres
como si nunca hubiera cortado, ni siquiera me duele. Empiezo de nue- el riesgo que te cure, en vez de agravarte como quieres.
vo, acerco el cuchillo y corto mucho más profundo, alejo el cuchillo y
es como si nada. No puede estar pasando esto. Esperás ansioso el mo- Nada sobre piel que se regenera. Nada que me sirva. Después
mento perfecto para cumplir un deseo y no podés cumplirlo. Probé de recomienda lugares públicos de Barcelona, donde ella vive, para tirarse
nuevo en la muñeca y lo mismo. Pensé que podía ser un problema de la al vacío o ahogarse. Por último menciona el llamado suicidio de las
muñeca y probé con la otra, pero me pasó igual. Me estaba cansando; mujeres, tomar pastillas, la mayoría de la gente que usa esta técnica son
enojado, agarré bien fuerte el cuchillo y lo clavé en el medio de mi mujeres. Voy a quedar un poco maricón, pensé, pero decidí buscar

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NicoláS TeTé Plaza Seca

pastillas. Revisé todo el baño y el dormitorio de Sonia y mi papá pero portátil que tiene. En un momento bajó la viuda de Domínguez en ca-
no había nada, la muy forra se había llevado todo el Rivotril. En un misón y se apoyó en el escritorio de Sergio. Se hacía la sexy. El no la
ataque de bronca, me golpeo la cabeza como loco contra el espejo, miraba a los ojos, la miraba a las tetas. Al rato ella subió, Sergio observó
hasta partirlo en pedacitos, y mi cabeza sigue intacta. a su alrededor y subió detrás de ella. Apenas se fue corrí al escritorio y
busqué la pistola, estaba en el cajón con un paquete de galletitas y tres
Lo que estaba pasando era imposible y no me podía ocurrir justo paquetes de cigarrillos. No sabía dónde apuntarme, en la cabeza me daba
a mí. No sabía qué hacer. cosa, la pistola entre mis ojos; adentro de la boca me parecía un poco
Al anochecer subí hasta la terraza del edificio, no había nadie, fuerte… morir con una pistola en la boca no da… El pecho, elegí mi
estaba oscuro, había algo de ropa colgada en los tendederos, me dio pecho, bien cerca del corazón, así no puedo fallar. Disparé, disparé, dis-
miedo y me gustó sentir miedo; llegué al borde de la terraza y salté sin paré, las balas entraban a mi cuerpo, hacían un pequeño tour por mi
dudarlo, trece pisos… fue lo más parecido a volar, las luces de la ciudad pecho y salían rumbo al piso. No había forma, no entendía lo que estaba
pasaban mientras yo bajaba a toda velocidad, me encantaba la idea de pasando, guardé la pistola y me fui antes de que Sergio volviera. Lo único
que lo último que vieran mis ojos fueran esas luces de todos colores.... que me falta es sumarle a mi vida problemas con el de seguridad.
A la cabeza se me vinieron imágenes de toda mi vida, un resumen, es A la noche soñé con lo que sueño todas las noches desde hace
verdad eso que dicen, en los últimos minutos de vida todos tus recuer- años, mi muerte. Una de mis películas preferidas es sobre un lugar
dos se convierten en un cortometraje: me vi de chico mirando dibuji- donde vivían todos los chicos que se suicidaban, estaba buenísimo, la
tos, jugando con papá, cocinando con mamá, en la plaza seca leyendo, mayoría eran chicos como yo, pero hablaban todo el tiempo porque
en la plaza seca jugando, en el entierro de mamá, con Gladys llegando estaban felices, hacían fiestas, tenían amigos, se reían, no había padres,
a Buenos Aires, la primer cena con Sonia, con los chicos del colegio eran libres, tenían unos autos antiguos donde se sentían gigantes, los
pegándome, llorando en mi cuarto; vi todo en menos de un minuto. chicos se divertían, era un mundo perfecto para nosotros, los que no
Pero nada, salté trece pisos y ni un raspón, no me quebré, absolutamen- somos para este mundo…
te nada. Simplemente me levanté y caminé como cualquier peatón por
El lunes volvieron Sonia, papá y Gladys. Yo no había podido
Av. Del Libertador. Volví a casa indignado y me puse a pensar, ya no
cumplir mi sueño y parecía que nunca lo iba a lograr. No tengo más
me quedaban muchas opciones. Un revólver, eso, necesitaba un revól-
opción que vivir con esto, pensé, ya acepté tantas cosas que no me
ver, una buena pistola, pensé, mi cuerpo no va a poder contra una bala.
queda otra que vivir.
A la medianoche me escondí en las escaleras del edificio. En algún
momento, Sergio, el de seguridad, va a tener que ir al baño, pensé, y ahí
le robo la pistola del cajón, me mato y listo. Me senté en la escalera, entre
el ascensor y el hall de entrada. Desde ahí miraba a Sergio pero él no se
movía del escritorio, veía “Bailando por un sueño” en ese televisor

64 65
agradecimientos

A mis padres y hermanos. A mi abuela Porota por hacer que ame la


lectura. A mis abuelos Cholo y Ester.
A mis tíos y tías. A Vicky por ser la primera lectora
de todos los cuentos. A Aru. A Nai, Ailu, Nico y Cami
por ser los primeros en animarse a leer mis cuentos
en voz alta. A todos mis amigos y amigas. A Florencia Abatte, por
su taller y correcciones. Y a todos los
que colaboraron indirecta o directamente en cada
una de estas historias. Gracias.

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índice
L a señora que hacía
LLover carameLos........................9

Yo, un crack ............................. 13


L a maLdición ............................. 17
dos veces feLiz cumpLeaños ....... 21
protagonista ............................25
no me gusta La verdad ...............29
un pLan perfecto.......................33
g oLosinas de free shop .............. 37
dame mi primer beso ................... 41
todo cambió .............................45
gabY ........................................49
Yo tengo un secreto ..................53
ÚLtima vez en La pLaza ............... 57
eL momento .............................. 61

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