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El País, 10/05/93
ELENA CA5TELLÓ.
"iQué gordo estás! iQué bien te veo!". dad occidental. Éste saludo, que halagaría en ciertas
culturas asiáticas y africanas como reconocimiento de la posición social, merecería una
bofetada del aludido o aludida en cualquier sociedad. Éste es el ejemplo que utiliza el
psicólogo norteamericano David Garner, especialista en trastornos de la alimentación, para
mostrar que el repudio de la obesidad o el simple sobrepeso es un mito de las sociedades
desarrolladas, obsesionadas con un modelo estético femenino de extrema delgadez que no
tiene nada que ver con el cuerpo real y que puede conducir a la bulimia y la anorexia, graves
enfermedades nerviosas que han aumentado espectacularmente en los últimos 30 años.
Según un estudio realizado en 1987 entre 1.500 adolescentes barcelonesas, el 43% deseaba
adelgazar y el 23% se consideraban obesas, aunque sólo un 13% sobrepasaba en algunos kilos el
peso considerado ideal. El disgusto con el propio cuerpo no ha hecho sino aumentar en los últimos
años: un 72% de las estudiantes universitarias estaban preocupadas con el tamaño de sus caderas y
sus muslos, según otra encuesta realizada en Barcelona en 1992, mientras el 53% deseaba
adelgazar y alrededor del 80% tenia amigas y familiares embarcadas en una estricta dieta
acompañada de ejercicio. Ambos factores, el ejercicio y la dieta hipocalórica para adelgazar, son dos
de los más importantes factores de riesgo para padecer una bulimia O una anorexia, según
advierten los especialistas.
Bombardeo publicitario
Los expertos coincidieron también en cuestionar la eficacia del concepto mismo de dieta en
la lucha contra el sobrepeso, e insistieron en que, salvo cuando el sobrepeso alcanza el 50% o más,
la gordura es un concepto cultural ligado a los dictados de la moda. Desde la aparición de la modelo
británica Twiggy. en los años sesenta, hasta hoy el cuerpo de la mujer ideal no ha hecho sino
estilizarse, al margen de las proporciones naturales.
Éste es precisamente uno de los componentes más peligrosos de los regímenes: perder y
ganar peso periódicamente. La drástica reducción de calorías no hace
sino aumentar el hambre, la obsesión por la báscula y la irritabilidad. La alternativa. según estos
expertos, debe ser un cambio radical en los hábitos alimenticios y una reeducación en la relación
con la comida. potenciando ante todo una alimentación sana y equilibrada y una vida menos
sedentaria y estresante. "Y tal vez deberíamos cuestionar la imposición automática del
adelgazamiento, incluso en aquellas personas que tienen un sobrepeso real importante, y, al
contrario, ayudar a estos individuos a aceptarse a sí mismos", dice Saldaña. Ésta es la tendencia
entre los expertos, incluso en obesidades más graves, puesto que la obesidad no tiene por qué
entrañar un riesgo para la saluden si misma.
Ingesta compulsiva
"Lo primero es explicar lo que falla en la dieta", continúa Capafons. "Luego, establecer unos
objetivos concretos, paulatinos y fáciles de conseguir". La terapia busca eliminar la irritación y la
obsesión por la báscula y, sobre todo, controlar el apetito mediante técnicas de sugestión. que
enseñan a reproducir sensaciones asociadas a determinados estímulos: de esta forma se aprende a
provocar una sensación de anestesia en el estómago, cuando surge el hambre o la apetencia
irresistible por algún alimento en concreto. Los objetivos son siempre modestos: una pérdida de dos
kilos en el primer mes y medio y del 50% del exceso de grasa tras un periodo de seis meses.
Todos los especialistas coinciden en la necesidad de no calibrar sólo el adelgazamiento con
el parámetro del peso, sino con la disminución de la masa corporal, el exceso de grasa y su
distribución en el cuerpo o las medidas de la cintura. Cualquier otro método basado en una
reducción muy brusca en poco tiempo, además de ser peligroso, tiene una eficacia muy reducida.
Los especialistas son contundentes: hacer una dieta hipocalórica y ejercicio al mismo tiempo
con el afán de adelgazar, independientemente del peso que se tenga, constituyen dos de los más
importantes factores de riesgo de un trastorno de la alimentación.
Desequilibros
"El debate esta en saber qué viene antes, si el huevo o la gallina", comenta Cabranes de
forma gráfica. Es decir, si es la neurotransmisión la que está alterada porque existe un defecto
previo que afecta al comportamiento y a la comprensión de la realidad o, al contrario, los estímulos y
las influencias culturales determinan el mal funcionamiento del sistema neuroquímico.