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 Lord Raleiht, fue en su época un
conocido y hasta cierto punto un físico
deslumbrante. Orgulloso de sus co-
nocimientos y del edificio racionalista
de los mismos, afirmaba en cierta
ocasión refiriéndose a la física:
«que era una ciencia acabada, la
cual sólo podía permitirse algunos
retoques sin importancia, pero en su
conjunto terminada... »
Lord Raleiht, seguramente en la ac-
tualidad se sentiría avergonzado de
su dogmática afirmación. Desde los
postulados enunciados por Bohr so-
bre el átomo, y, por lo tanto, sobre
la constitución de la materia, hasta
nuestros días, los conceptos de la
FISICA Y DE OTRAS CIENCIAS,
HAN DADO UN GIRO ESPEC-
TACULAR.
El concepto de un Universo rígido
e inmutable, regido por los fríos
principios de una elemental física
mecánica, ha quedado totalmente
desbordado por los avances realizados
en los últimos años. La idea de rigidez
cósmica, se trasmuta por la de un
Universo elástico. Si a Raleiht y a sus
correligionarios, alguien les hubiera
mencionado la posibilidad de un
espacio curvo, y de los agujeros negros,
por los que ingentes cantidades de
masa parecen volatilizarse para tras-
ladarse a otros Universos paralelos
o parejos, seguramente se habrían es-
candalizado, como mínimo.
Niels H. D. Bohr, físico danés se
doctoró en la Universidad de Copen-
hague en 1911, y a él debemos el mo-
delo atómico, que lleva su propio
nombre. Por sus trabajos sobre ato-
mística, recibió el premio Nobel de
Física en 1922.
Hasta Bohr, se consideró al átomo
como un «todo» estático y último
peldaño en la miniariturización de
la materia.., pero en la actualidad
este concepto como muchos otros se
ha derrumbado. Antes de proseguir
en estas divagaciones científico-
filosóficas, recordemos a P. Teilhard
de Chardin cuando nos dice:
«Dentro de la escala cósmica,
toda la física moiderna nos demues-
tra que sólo lo fantástico tiene po-
sibilidad de ser verdad».
La física, la más mesurable racional
y evidenciable de las ciencias, fria y
hasta hace algunas décadas inva-
riable y orgullosa, hoy se ve en la
situación incómoda para los racio-
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nalistas, de tener que repasar sus
principios y adaptarse a las nuevas
e imperiosas realidades que afloran.
El átomo ya no es un «planetario»
formado por indiferentes y amaza-
cotados corpúsculos esféricos, por el
contrario, algo fantástico e irreal
(para nosotros) se esconde, pero se
manifiesta percibiéndose en el mun-
do subatómico.
Partículas por debajo de las co-
nicidas, con características y par-
ticularidades «extrañas», se van des-
cubriendo y en realidad todo ello
trasciende más allá de lo insospe-
chado.
Estos corpúsculos, al carecer de masa,
podrían proyectarse o autoproyectarse
superando indefinidamente la velocidad de
la luz.
El comportamiento de alguna de
estas partículas, rebate principios
que se tenían por inamovibles;
hasta tal punto han evolucionado
algunos conceptos, que ciertos gru-
pos de físicos y parapsicólogos vis-
lumbran el binomio física cuántica-
parapsicología.
Así es; la presencia de estas par-
tículas subatómicas como portado-
ras de energía, podrían ser la causa
de la mayoría de los fenómenos pa-
ranormales. Se presume que alguna
de estas partículas carecen de masa,
y por lo tanto de carga. Vemos y ca-
talogamos hasta cierto punto los
efectos que producen, pero no a
ellas, sería algo así, como si sobre la
nieve que cubre un prado, pudiéra-
mos ir viendo cómo van quedando
las huellas de unas botas pero sin
que nadie andara sobre la nieve. Este
contexto dentro de la física clásica es
aberrante, pero parece que así es. En
tal caso si realmente carecen de
masa, no estarían sometidas a los lí-
mites de la velocidad de la luz, velo-
cidad que por otro lado y según las
últimas mediciones parece haber
decrecido pues dan una velocidad de
299.779 kilómetros/seg., mien-
tras que las mediciones de 1849 die-
ron un resultado de 315.600 kiló-
metros/seg. Pero volvamos a las
partículas que nos ocupan. Estos
corpúsculos —repito— al carecer
de masa, podrían proyectarse o auto-
proyectarse superando indefini-
damente la velocidad de la luz.
El que algo supere la velocidad de los
300.000 kilómetros/seg., y... ¿por
qué no? llevar con ellas un mensaje
inteligente, es una gran incógnita.
Si fuera así, muy bien podría ser
ésta la explicación de la telepatía,
pues tengamos presente que ab-
solutamente nada, puede suponer
una barrera para tal «partícula»
ni siquiera la Jaula de Faraday.
Esta posibilidad de la «partícula
mensaje» o inteligente, capaces de
actuar en algunas ocasiones no bien
determinadas, como entes indivi-
duales, es ya una idea que comienza
a tomar forma desde 1964, cuando
el profesor Universitario D. L.
Lawden, publica en la revista Natu-'
re un interesante artículo, en el cual
y entre otras cosas nos dice:
«Incluso el materialista y el ra-
cionalista deben admitir que hay
una continuidad, que la vida y la
conciencia existen, bajo cierta
forma, al nivel de las partículas ele-
mentales».
¿Quién hubiera podido imaginar
que la física viniera en auxilio de
ciertos conceptos espirituales? Des-
de luego Lord Raleith y sus congé-
neres, se desgarrarían las vestiduras
en la actualidad.
La confirmación de esas partícu-
las, que existen contra todo compor-
tamiento natural, va siendo confir-
mada por las laboriosas investiga-
ciones de Jean Jacques Delpasse,
William Jongh van Amsynck y otros.
Representación esquemática de una reacción en ,iiena: Un núcleo de uranio 235 se rompe en dos núcleo,
(fisión) al ser alcanzado por un neutrón utilizado como proyectil, liberando energía (zona amarillenta) y dos -1
o tres neutrones. Estos últimos, a su vez, actúan como proyectiles que producirán nuevas fisiones al chocar con
otros núcleos. El proceso se repite hasta la total fisión del combustible nuclear

Ya nada debe causarnos asom-
bro, puesto que parece ser que no
hay nada más posible, que lo impo-
sible.
Como colofón a una larguísima
serie de «hechos» que enmarcaría-
mos dentro de las «imposibilidades
posibles», recordaré que Marco
Todeschini, doctor en Ciencias y en
Medicina y conocido radioastró-
nomo, hace muy pocos años anun-
ciaba en un Congreso de Boston, que
la estrella radioactiva catalogada
con el número 30.926 se alejaba
de la tierra, a una velocidad que él
calculaba de unas diez veces la de la
luz. Este hecho supone un aldabo-
nazo estrepitoso en el clasicismo
físico.
Debemos pues pensar, que esta
velocidad de los conceptos de «par-
tida» que nos proporcionan por lo
tanto un muy relativo valor de cuan-
to nos rodea, trasciende más allá
de nuestro mundo visible palpable y
por lo tanto estudiable. Si en nues-
tro marco tridimensional, nos en-
contramos con continuas sorpresas,
sorpresas capaces de demoler lo que
fueron entrañables edificios de nues-
tro saber, otro tanto ocurre en el
campo de lo «espiritual perdurable»
pero a la inversa. Cuando la física
clásica —por llamarla de alguna
manera— se tambalea por perder
sus estáticas estructuras, en el cam-
po de lo espiritual, se alzan funda-
mentos que repentinamente encuen-
tran apoyo, cuando los conocimien-
tos del hombre llegan a lo quántico.
El modelo atómico de Niels Bohr,
hoy prácticamente ha caído en el ol-
vido y el desuso, ya que conceptos
profundos se imponen. No es ya el
electrón la partícula más pequeña,
por debajo de éste otras llamadas
«elementales» nos asombran con sus
imcomprensibles manifestaciones.
De los nuevos postulados surge
la idea de una energía unitaria, es
decir, una energía que es el todo y
única, que se manifiesta de muchas
y variadas formas.
El concepto unitario de energía
transporta la idea de «alma» a una
manifestación energética y por lo
tanto perdurable en sus múltiples
transformaciones. Muy bien podría
suceder y así lo divulga el Profesor
Fiz Fernández de la Facultad de
Medicina de Buenos Aires y autor
de múltiples obras, que el alma cons-
tituye la quintaesencia de la ma-
teria. Tal opinión no deja de ser
una hipótesis más de trabajo.
Indudablemente los nuevos ca-
minos que se abren a la investiga-
ción, dado las nuevas singladuras
que se perfilan, hará que en los pró-
ximos años el hombre se vea sor-
prendido en lo más íntimo de su ser,
y que muchas «cosas» que ya se ha-
bían etiquetado con el lema de
CUENTO DE HADAS, se impon-
gan por mediación, y por el impulso
de la física quántica.
SINESIO DARNELL
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