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“EL AÑO DEL DIÁLOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL”

UNIVERSIDAD PRIVADA SAN JUAN BAUTISTA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD


Escuela Profesional de Psicología
Filial Chincha

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

PRESENTADO POR

FARFAN ZEGARRA, YANNICK EDUARDO

CURSO:

DESARROLLO HUMANO

DOCENTE:

ELITA DEL PILAR LÉVANO

CICLO: III

TURNO: NOCHE

2018
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

¿Qué es la violencia?

La violencia se define como todo acto que guarde relación con la práctica de la
fuerza física o verbal sobre otra persona, animal u objeto originando
un daño sobre los mismos de manera voluntaria o accidental. El elemento principal
dentro de las acciones violentas, es el uso de la fuerza tanto física como psicológica
para el logro de los objetivos, y en contra de la víctima.

Violencia contra la mujer:

La violencia contra las mujeres es uno de los principales problemas sociales de


nuestro país. Su origen cultural permite que sea un fenómeno invisible.
Las mujeres, sólo por el hecho de ser mujeres, viven diversas formas de violencia
de parte de sus parejas o de su entorno que van desde el control hasta la
agresión física. Esto se justifica porque en muchas culturas, incluida la chilena,
todavía se cree que los hombres tienen derecho a controlar la libertad y la vida
de las mujeres.
La violencia afecta a mujeres de cualquier edad, condición económica y social y
de cualquier religión. Puede ocurrir al interior de la pareja, en el trabajo, en los
lugares de estudio y en los espacios públicos.
Para erradicar la violencia contra las mujeres, el SernamEG ha focalizado sus
esfuerzos en la prevención con campañas nacionales y en la formación de
monitoras y monitores a nivel local.
Para la atención de las mujeres que viven violencia están los Centros de la Mujer,
las Casas de Acogida, los Centros Atención Reparatoria a mujeres víctimas de
agresiones sexuales. Para los hombres están los Centros para Hombres que
Ejercen Violencia de Pareja.

La violencia de género comprende todo acto sexista que produce un daño físico,
psicológico o emocional a una persona. En ese sentido, no consiste solamente
en el maltrato físico o verbal hacia una mujer, sino también incluye otras formas
de violencia que suelen estar más camufladas y efectuadas en espacios más
privados.

Uno de los pasos fundamentales para acabar con la violencia de género es el


reconocimiento público de las diferentes formas en las que esta se manifiesta.
Por esta razón, aquí te presentamos los siete tipos más comunes de violencia
contra la mujer.
1) Violencia física:

Comprende toda acción empleada sobre el cuerpo de la mujer que le


produce un daño o sufrimiento físico, tales como heridas, lesiones,
hematomas, quemaduras, empujones o cualquier otro maltrato que afecte
su integridad física.

2) Violencia psicológica:

Equivale a toda conducta que busca degradar o controlar sus acciones y


decisiones mediante la amenaza, el acoso, hostigamiento, restricción,
humillación, deshonra, descrédito, manipulación o aislamiento de la
mujer; que producen un daño emocional en ella, la disminución de su
autoestima, perjudican y perturban el pleno desarrollo personal e incluso
la pueden llevar al suicidio.

3) Violencia sexual:

Es todo acto que amenaza o vulnera el derecho de la mujer a decidir


libremente sobre su sexualidad, abarcando toda forma de contacto
sexual. Incluye el uso de la fuerza o intimidación dentro del mismo
matrimonio u otras relaciones vinculares o de parentesco, así como la
prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata
de mujeres.

4) Violencia económica:

Este tipo de maltrato busca ocasionar una pérdida de los recursos


económicos o patrimoniales de la mujer a través de la limitación, retención
o pérdida de sus bienes y derechos patrimoniales. Incluye todo acto que
genere limitaciones económicas encaminadas a controlar sus ingresos, o
la privación de los medios económicos indispensables para vivir.

5) Violencia simbólica:

Abarca todos los estereotipos, mensajes, valores, íconos o signos que


transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y
discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación
de la mujer en la sociedad.

6) Violencia laboral:

Comprende la discriminación hacia la mujer en los centros de trabajo


mediante medidas que obstaculizan su acceso al empleo, ascenso y
estabilidad en el mismo. También constituye discriminación de género en
el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual salario por igual trabajo.

7) Violencia institucional:

Equivale a las acciones realizadas por funcionarios, autoridades y


profesionales pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución
pública, cuyo objetivo es retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres
tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan sus derechos.

¿Cómo prevenir la violencia contra la mujer?

La violencia contra la mujer parte de las normas sociales y estereotipos que


perpetúan la discriminación de género en la sociedad machista. La mejor manera
de erradicarla es evitar que ocurra en primer lugar. Aquí te damos algunas
recomendaciones al respecto.

1) Reconoce las señales.

El primer paso para la prevención es familiarizar a las personas y la


comunidad con los posibles signos e indicadores de violencia de género.
Estos signos pueden variar y no siempre comprenden síntomas físicos,
ya que la violencia contra la mujer incluye muchas formas de maltrato,
como abuso psicológico, verbal, económico, entre otros.

2) Educa a tu comunidad.

Un buen comienzo para erradicar la violencia de género es comenzar a


educar a la mayor cantidad de gente posible sobre la misma, su impacto
y cómo intervenir de manera segura. Esto se puede hacer mediante la
colaboración de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, u organizando a
mujeres y demás miembros de la comunidad para implementar charlas o
sesiones grupales para discutir el tema, especialmente en escuelas y
compañías locales.

3) Organiza a tu comunidad.

Involucrar a los vecinos a intervenir para detener a un abusador o hacer


de su comunidad un lugar donde no se tolerará la violencia de género,
genera confianza para que las mujeres denuncien que son maltratadas.
Así como muchos barrios tienen vigilancia vecinal para detener la
delincuencia, comienza a organizar una red de personas que se
comprometerán a intervenir en situaciones de violencia doméstica,
ayudarán a las víctimas a separarse de sus abusadores de manera segura
y proporcionarán una estructura de apoyo comunal para los
sobrevivientes.

4) Escucha para empoderar.

Si una víctima de violencia de género se acerca a ti, escúchala. Hazle


saber que le crees y no juzgues sus elecciones. Las víctimas a menudo
se sienten completamente aisladas y con frecuencia son menospreciadas
por su abusador; es importante que ella se sienta segura y reúna el coraje
suficiente para comunicarte exactamente lo que está sucediendo y pedir
ayuda.

5) Permanece a la espera.

Si sospechas que tu amiga, compañera de trabajo o familiar es víctima


de violencia, ofrécele estar a la espera de su mensaje de texto o llamada
para emergencias. Ten tu teléfono encendido y completamente cargado
todo el tiempo y guárdalo. Si tienes un automóvil y necesitas intervenir
inmediatamente, asegúrate de que el tanque de gasolina esté lleno para
que puedas ingresar y conducir inmediatamente hacia el lugar de la
víctima.

6) Ten un plan de intervención.

Elabora un plan para reaccionar con inmediatez al momento de recibir un


mensaje de auxilio de una víctima. Para ello, debes tener los números de
contacto necesarios de la policía local y la línea nacional de ayuda contra
la violencia de género: la Línea 100.

7) Documenta cualquier incidente del que seas testigo.

Toma nota de las fechas, horas, lesiones y cualquier otra observación. Tu


documentación en curso puede ayudar a reforzar el coraje y la credibilidad
de la víctima cuando por fin esté dispuesta a emprender acciones legales
contra su abusador. Si cuentas con material fotográfico o audiovisual,
puedes reforzar una futura denuncia y/o sentencia.

Estadísticas de la violencia contra la mujer:


En este momento, en algún rincón del país, una mujer está siendo insultada,

minimizada, acosada, golpeada, violada o quizá hasta asesinada. Porque esa

es nuestra realidad, una realidad que, lejos de disminuir, aumentó el año

pasado, tal como lo muestran las cifras del Ministerio de la Mujer (en 2017

hubo 81,009 víctimas de maltrato físico, psicológico y sexual ; en 2016 fueron

60,589).

Lamentablemente, a nivel de Latinoamérica, también ocupamos los últimos

lugares en defensa de los derechos de la mujer. Así lo demuestra una encuesta

elaborada por Win en 11 países de la región, la misma que recoge la opinión

de 5,982 mujeres mayores de 17 años. En Perú, el sondeo fue desarrollado en

coordinación con Datum Internacional.

Así, por ejemplo, el 78% de compatriotas considera que en el Perú no se

respetan sus derechos. En este punto, solo nos supera Colombia, país en el

que el 80% de sus mujeres sostiene ese pensamiento.


En lo que se refiere a violencia física o psíquica, el 30% de peruanas –tres de

cada diez– ha confesado que ha sufrido ese tipo de agresiones en el último

año. En este caso, ocupamos el segundo lugar en la región, junto con Chile,

con 30%. El primer puesto lo ocupa Argentina, con 31%.

En cuanto al acoso sexual, el 41% ha padecido algún tipo de hostigamiento en

el trabajo, centro de estudios o en algún otro lugar. Esta es la preocupante

realidad de miles de peruanas, en el Día Internacional de la Mujer.

Ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables (MIMP):

El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) es el ente rector de


las políticas nacionales y sectoriales de Perú con enfoque de género sobre mujer
y poblaciones vulnerables que diseña, establece, promueve, ejecuta y supervisa
políticas públicas a favor de las mujeres, niñas, niños, adolescentes, personas
adultas mayores, con discapacidad, desplazadas y migrantes internos, para
garantizar el ejercicio de sus derechos y una vida libre de violencia,
desprotección y discriminación en el marco de una cultura de paz.

Son objetivos del MIMP que las niñas, los niños, los adolescentes, las personas
adultas mayores, las personas con discapacidad, los desplazados y migrantes
internos en situación de vulnerabilidad, ejerzan sus derechos, accedan a
servicios sociales de calidad y fortalezcan sus familias. Asimismo, que las
mujeres ejerzan sus derechos en igualdad de condiciones y oportunidades para
lograr la igualdad de género y reducir la violencia familiar, sexual y de género.

Ministerio de la mujer:

Objetivos Estratégicos Sectoriales

1. Garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres y


poblaciones vulnerables.

2. Proteger a las mujeres y poblaciones vulnerables en situación de


riesgo y desprotección.

Objetivos Estratégicos Institucionales

1. Fortalecer a las instituciones públicas en la gestión de políticas de


igualdad de género, población y de protección de las poblaciones
vulnerables.

2. Transversalizar el enfoque de género, derechos y de protección social


de las mujeres y poblaciones vulnerables, en las entidades públicas y
privadas.

3. Promover patrones culturales igualitarios y no discriminatorios en la


ciudadanía.

4. Incrementar la autonomía física, política y económica de las mujeres y


poblaciones vulnerables a lo largo de su ciclo de vida.

5. Mejorar la calidad de los servicios de prevención de toda forma de


violencia contra las mujeres y poblaciones vulnerables.

6. Mejorar la calidad de los servicios de atención y protección de toda


forma de violencia de las mujeres y poblaciones vulnerables.

7. Promover la atención multisectorial y la ayuda humanitaria a la persona


o grupos poblacionales en condición de desplazados o migrantes
internos.

8. Impulsar la modernización de la gestión institucional.

9. El Marco Estratégico se aprobó el 03 de abril del 2017 mediante Acta


N° 001-2017 de la Comisión de Planeamiento Estratégico del Sector
Mujer y Poblaciones Vulnerables. Se remitió al CEPLAN con Oficio N°
106-2017-MIMP/OGPP de fecha 03 de mayo.

Historia del ministerio de la mujer:

El Ministerio de la Mujer no es algo reciente. En 1898, la señora S. M. I Henry,


animada por Elena de White, lideró el departamento del Ministerio de la Mujer en
la iglesia. La historia de sus comienzos es impresionante.
Sarepta Myranda Irish Henry nació en la familia de un pastor metodista. Sarepta
pasó su infancia y juventud acompañando a su padre en los itinerarios. Cuando
llegó a la juventud, asistió al Rock River Seminary. En 1861, Sarepta se casó
con James W. Henry, quien falleció dos años después dejándola con tres hijos
pequeños. Logró mantener a la familia dando clases y escribiendo historias y
poesías para publicación.
Asustada porque cierto día de primavera, en 1874, vio a su hijo intentando entrar
a un bar y decidió organizar a las mujeres cristianas de Rockford, Illinois, para
promover de manera activa la temperancia. Gradualmente, su esfera de acción
se fue ampliando y ella se convirtió en evangelista nacional de la recién
organizada Unión de Temperancia de las mujeres cristianas (UTMC).
Aproximadamente a fines de la década de 1880, debido a la carga pesada de
viajes y charlas, Sarepta se enfermó, y cerca de 1895 quedó inválida debido a
un problema cardíaco. En búsqueda de ayuda, fue al Sanatorio de Battle Creek.
A fines del verano de 1896, aceptó las enseñanzas de los adventistas del
séptimo día y, poco después se sanó y retomó su trabajo en la UTCM.
En 1898, elaboró un plan llamado “ministerio de la mujer”. Ella presentó
seminarios de costa a costa de los Estados Unidos y Canadá y enfatizó el papel
de la madre en la educación moral de la sociedad. A. W. Spalding afirmó
posteriormente que de la obra realizada por ella en la iglesia adventista surgieron
los primeros pasos del esfuerzo organizado para capacitar a padres y ayudarlos
en sus problemas (SDA Encyclopedia, t. 10, p. 691).
En ese mismo año, renunció a su cargo de evangelista nacional de la UTMC con
el objetivo de volcarse de lleno a la movilización de las mujeres adventistas en
la obra de Dios. Ella creía que las mujeres debidamente organizadas,
capacitadas y orientadas podrían realizar una obra igual o superior a la de la
UTMC.
La Sra. Henry trabajó con cada grupo de mujeres consagradas y excelentes;
personas instruidas, con recursos y carácter cristiano. Por otro lado, parecía que
muchas mujeres adventistas eran un tanto apáticas, sin ambiciones y cómodas
en sus perspectivas. Habían recibido maravillosos consejos e instrucciones; eran
sinceras y devotas, pero, de hecho, conocían poco de su propia misión y de las
posibilidades en la iglesia. Por ese motivo, Sarepta comenzó a trazar un plan
para involucrarlas en el servicio a Dios.
En esa ocasión, ella recibió una carta de Elena de White, quien se encontraba
en Australia:
Parte del texto decía:
“Hermana Henry:
“… He estado pensando que, con su experiencia y la supervisión de Dios, usted
podrá ejercer influencia para poner en funcionamiento las líneas de trabajo en
las cuales las mujeres podrían unirse y trabajar para el Señor.
“Sin dudas, allí debería haber un gran número de mujeres involucradas en
la obra de ministrar a la humanidad que sufre, elevándola, educándola en cómo
creer, simplemente creer, en Jesucristo nuestro Salvador…
“Me entristece que nuestras hermanas en los Estados Unidos no estén
realizando la obra que podrían hacer para el Señor Jesús. A muchas mujeres les
gusta conversar. ¿Por qué no pueden hablar con las palabras de Cristo a las
almas que están pereciendo? Cuando más nos relacionemos con Cristo, más
nuestro corazón conocerá la degradación de las almas que no conocen a Dios.
“Estoy segura de que las enseñanzas de Cristo, por medio de quien, como
agente humano, él comunicó su luz, su verdad. Usted es el frágil instrumento a
través de quien opera el poder oculto de Dios, para que la fuerza de él pueda ser
perfeccionada y hecha gloriosa en su debilidad.
“Firma: Sra. E. G. White”.
Ahora que su plan se había convertido en una función específica, sintió recibir
luz verde para proseguir y comenzó a hacer realidad sus sueños.
En su libro A Woman Ministry [el ministerio de la mujer], ella comenzó a ver el
trabajo que las mujeres podrían realizar en su propio hogar y entonces prosiguió:
“esto debe salir de nuestras mujeres a todos los hogares del mundo. Y cuando
todas las mujeres entre nuestro pueblo aprecien su oportunidad y se regocijen
en ella misma, viendo no las cargas que deben llevar, sino la fuerza en
abundancia que se les concede; viendo no el peligro de los leones que vienen
en camino, sino como estos tiemblan y se someten delante de la valentía de
hasta la más débil fe que una mujer pueda poseer; solo entonces nuestro
ministerio se ampliará, fortalecerá y vencerá”.
La Sra. Henry preparó tarjetas de estudio, una para la obrera y otra para el
alumno. Al firmar la tarjeta, la obrera se comprometía a instruir de tal forma en
toda la verdad, a ser de tal manera conducida por el Espíritu Santo y de tal
manera enseñada por el verdadero ministerio de la mujer que en su propio hogar,
entre sus vecinos y en su círculo social inmediato pueda estar preparada para
trabajar por la humanidad que sufre y ayudar a levantar al caído e instruir al
ignorante para que crea, simplemente crea, en Jesucristo, el Salvador: para que
el primer reflejo de toda alma sea Jesucristo. Entonces, si seguía al Cordero de
Dios, mientras continuaba aprendiendo, tendría un conocimiento inteligente de
lo que es la verdad.
El voto de la aprendiz dice: “estudiar para conocer los principios que constituyen
el carácter cristiano, conforme a lo establecido en la Palabra de Dios, y vivirlos
de manera práctica en las cuestiones comunes del diario vivir”.
La señora Henry dio inicio a un sistema de correspondencias por la cual las
mujeres podían recibir respuestas a sus dudas y orientaciones por medio de
cartas personales.
En 1899, Sarepta recibió centenas de cartas, oró por ellas y respondió una por
una. Ella estaba decidida a establecer una agencia en la Asociación General
para poder compartir ese trabajo con alguien.
Le escribió a Elena de White:
“hace algún tiempo que he querido escribirle y contarle sobre el trabajo de
las mujeres, porque sé que muchos aspectos de este trabajo alegrarían su
corazón, aunque, naturalmente hayan otros aspectos que podrían causarle
muchas horas de tristeza. Nunca antes vi situaciones tan tristes como algunas
que aparecen en esas cartas, y eso me hizo entender cómo el Señor actuó para
que se abriera esta línea de trabajo para nuestras mujeres.
“Ya hemos comenzado a ver los resultados en la conversión de almas.
Esas conversiones han sido, principalmente, entre los maridos de nuestras
hermanas.
“Esta obra está avanzando entre nuestras mujeres con gran poder. Ellas
están ansiosas por participar y las cartas que recibo revelan cuán necesario era
que comenzaran a trabajar.
Elena de White le respondió y le dio ánimo en sus cartas:
“La obra que usted está realizando para ayudar a nuestras hermanas a sentir la
responsabilidad individual para con Dios es muy necesaria. Hay muchas cosas
que han sido descuidadas; pero al ver que estas líneas han sido trazadas en
líneas claras, sencillas y definidas, podemos esperar que los deberes esenciales
del hogar, en vez de ser descuidados, se hagan de manera mucho más
inteligente.
“Si logramos hacer las cosas bien, de la manera en la que usted está
trabajando ahora, para tener grupos organizados en forma regular, de personas
instruidas sobre cómo deben actuar como siervas del Maestro, nuestras iglesias
tendrán la vida y vitalidad que hace mucho se necesitan.
“… De manera general, nuestras hermanas tienen dificultades debido al
aumento de sus familias y a sus pruebas difíciles. Hace mucho tiempo que
anhelo mujeres que puedan ser educadoras, con el objetivo de ayudar a sus
hermanas a erguirse de su desánimo y a sentir que pueden realizar la obra del
Señor. Ese esfuerzo ha traído rayos de sol a la vida de ellas y esto se está
reflejando en el corazón de los otros. Dios las bendecirá como también a todas
aquellas que se unan a esta gran obra”.
En 1899 la Sra. Henry publicó una columna semanal en la Revista
Adventista titulada “Mujeres en la obra del evangelio”. La columna presentaba
estudios bíblicos, poesías, cartas y consejos prácticos.
En noviembre de 1899, la Sra. Henry le escribió a Elena de White sobre su viaje
al oeste de los Estados Unidos para proponerle la obra del Ministerio de la
Mujer. Su secretaria agregó una parte que decía: “Su obra es siempre recibida
con el mayor interés por todas partes donde ella va. Los periódicos son muy
liberales al relatar la historia de ella, mucha veces presentan un buen resumen
de su vida y sinopsis completas de sus seminarios”.
La misma Sra. Henry escribió: “Ahora me quedo en casa por cinco meses. He
viajado por más de catorce mil kilómetros; me hallé en casi todas las condiciones
climáticas que ponían a prueba hasta la fuerza de los más robustos y, sin
embargo, regresé en buenas condiciones. Después de un día de descanso,
asumí el trabajo que me aguardaba en mi despacho, sin ningún sentimiento de
debilidad y con fuerza y valentía para todo lo que se halla delante de mí”.
El día 3 de enero de 1900, la Sra. Henry asistió a la asamblea especial de los
líderes de la Asociación General, en Graysville, Tennessee. El 12 de enero se
enfermó de neumonía. Se hizo todo lo posible para salvar su vida, pero, el 16 de
ese mismo mes, falleció. Fue sepultada al lado de sus padres Pecatonica, Illinois.
(Margaret R. White, Whirlwind of the Lord, pp. 297-320).
Las nueve mujeres miembros de la comisión de los ministerios de la Mujer de la
Asociación General, intentaron llevar adelante el trabajo por algún tiempo. Sin
embargo, en junio de 1901 la columna de mujeres de la Review and
Herald desapareció. La comisión se desanimó sin su líder y el Ministerio de la
Mujer dejó de existir como departamento de la iglesia, aunque las mujeres
continuaron trabajando individualmente para Dios de muchas maneras. El
departamento no volvió a existir hasta 1990, con el restablecimiento del
Ministerio de la Mujer en la Asociación General.

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