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LA EVALUACIÓN INTEGRAL DE LAS PERSONAS MAYORES DESDE

UNA MIRADA INTERDISCIPLINARIA

Claudia Arias y Corina Soliverez1


Introducción

La Psicología de la Vejez constituye un campo particular de trabajo de


los psicólogos que ha visto incrementadas las demandas en las últimas
décadas. El aumento notable en la esperanza de vida y consecuentemente
de la proporción de adultos mayores dentro de la población total proponen
nuevos desafíos que requieren cada vez más del desarrollo de
investigaciones, de tecnologías y de nuevas prácticas que promuevan el
bienestar en la vejez (Arias, 2008) El marcado aumento del grupo de los
adultos mayores de edad más avanzada (80 años y más), el incremento de
los hogares unipersonales entre dicho grupo etáreo, la sobrevida de las
mujeres así como la mayor incidencia de discapacidades y dependencias
que requerirán de intervenciones especializadas y de cuidados de largo
término son claros ejemplos de lo expuesto anteriormente. En las últimas
décadas, estos temas han sido objeto de debate y análisis a escala global.
Por tal motivo, diversos organismos internacionales como el de las Naciones
Unidas (2002), la Organización Mundial de la Salud (2002), la Comisión
Económica para América Latina y Caribe (2004) entre otros, han destacado
la necesidad de brindar respuestas, no solo a necesidades presentes, sino
también de anticipar fenómenos que aparecerán en el futuro inmediato y
mediato y que requieren de la toma de decisiones planificadas a corto,
mediano y largo plazo.
La Psicología de la Vejez está plenamente involucrada en estas
cuestiones, brindando tanto un marco teórico-conceptual como recursos
técnicos para el trabajo con personas mayores en diversos contextos
(individual, grupal, familiar, organizacional, institucional y comunitario) y en
variadas situaciones que incluyen tanto el envejecimiento normal como el
patológico. Por lo tanto, el campo de acción desde la Psicología de la Vejez
es amplio, comprende tanto la evaluación, diagnóstico y tratamiento como la
orientación gerontológica, las intervenciones psicoeducativas, la prevención y
la promoción del bienestar integral de las personas mayores. Asimismo
brinda herramientas para el trabajo con el adulto mayor, con las familias, con
los cuidadores, con los equipos técnicos profesionales y en las residencias
para mayores, entre otros (Arias, 2013).
Siguiendo los lineamientos del Plan Internacional de Acción sobre
Envejecimiento (Naciones Unidas, 2002) se ha generado un listado de
necesidades de atención de las personas mayores que requieren de los
psicólogos. Estas incluyen:
- Promoción de la salud y del bienestar en el transcurso de la vida

1
Publicado en Actas del XVIII Congreso Nacional de Psicodiagnóstico
- Evaluación e intervención psicológica en la salud mental de las
personas mayores
- Evaluación e intervención psicológica en personas mayores con
discapacidad
- Apoyos psicológico a las familias
- Integración social y comunitaria de las personas mayores
- Formación a profesionales de otras disciplinas sobre aspectos
psicológicos implicados en la atención a personas mayores
- Formación sobre aspectos psicológicos del envejecimiento
relacionados con la vida laboral
- Asesoramiento, formación y promoción del envejecimiento activo
- Contribución al diseño urbanístico, arquitectónico y de nuevas
tecnologías (Colegio oficial de psicólogos, 2007 citado en Fernandez
Ballesteros, 2009: 33)

A continuación se expondrá el modelo teórico del curso vital que


proporciona las bases para el trabajo desde la Psicología de la Vejez y
fundamenta la valoración integral gerontológica como una herramienta
fundamental en el abordaje de las problemáticas que involucran a las
personas mayores.
Concepción del Desarrollo y el curso de vida

La vejez ha sido un tema de interés para diversas disciplinas, sin


embargo en el campo de la Psicología, los estudios científicos tuvieron una
aparición tardía. Una de las razones de ello se atribuye a la hegemonía del
paradigma médico, que abordando las patologías, llevó a que el
envejecimiento fuera pensado desde una perspectiva médico-científica,
subordinando a otras visiones y contribuyendo a la bio-medicalización del
sujeto.
Fue muy importante en este proceso la influencia de Baltes en los
años 70 cuando con su perspectiva del curso de vida intenta ampliar el
objeto de estudio de la Psicología Evolutiva, que hasta el momento,
priorizaba a la infancia y adolescencia, como las etapas en las que se
desarrollan los cambios psicológicos del sujeto. Uno de los principales
aportes de esta teoría fue problematizar el concepto de desarrollo. Triado y
Villar (2006) sostienen que la concepción que se tenía del desarrollo en la
Psicología Evolutiva dejaba al margen a la vejez. Esto sucedía porque
consideraba que el despliegue de potencialidades de la persona culminaba
en la adolescencia o adultez. Asociado al crecimiento, el desarrollo se
estabilizaba en la adultez y con el envejecimiento comenzaba su involución.
Es decir que la idea biológica de desarrollo como crecimiento y maduración
orgánica se trasladó al campo psicológico. Esta concepción generó un
imaginario negativo sobre el envejecimiento, ya que se lo asociaba al déficit y
al deterioro. Insatisfechos con esta concepción varios profesionales del
campo de la Psicología Evolutiva, como Hans Thomae (1959), Paul Baltes
(1987) y Warner Schaie (1994), incorporaron un nuevo concepto de
desarrollo, que tuviera en cuenta la evolución de la persona a lo largo de
todo el ciclo vital (Triado & Villar, 2006)
Se propone entonces, una nueva concepción de desarrollo que
presenta las siguientes características:

 Multidimensionalidad, esto significa que los procesos de cambio no


afectan de la misma manera a todas las personas ni a todas las áreas.
Mientras que algunas personas en un momento del curso de su vida
pueden obtener ganancias, otras, pueden tener pérdidas, o no
presentar cambios. Asimismo, una persona mayor puede estar
teniendo dificultades en su salud, por una enfermedad crónica y a su
vez, estar aprendiendo computación por lo que desarrolla nuevas
capacidades o habilidades.
 Énfasis en las diferencias individuales, lo cual plantea que el
desarrollo no es un proceso normativo y que cada sujeto se desarrolla
inevitablemente en un escenario en el cual se adapta de manera
diferencial de acuerdo a sus oportunidades y posibilidades
 Desarrollo como co-ocurrencia de pérdidas y de ganancias: Esto
caracteriza a todo el ciclo vital, y se pone de manifiesto tanto en las
etapas que tradicionalmente han sido consideradas sólo de pérdidas
(la vejez) como en aquellas que únicamente han sido concebidas en
función de las ganancias (la infancia).
 Énfasis en la multicausalidad del desarrollo, lo cual plantea la
necesidad de tener en cuenta, no solo factores de tipo biológico, sino
también sociales, culturales, ambientales, dado que inciden en la
trayectoria de vida de las personas.

Existe un importante consenso, en la comunidad científica, en


considerar que ha sido la perspectiva del curso de vida una de las corrientes
científicas que más ha ayudado a equilibrar el debate precedente y a
modificar el estado de opinión dominante en el estudio sobre las etapas de la
madurez y la vejez. Su principal objetivo fue integrar todas las etapas de la
vida del sujeto, para poder así tomar la vida entera del sujeto como unidad
de análisis, sin priorizar o dar más importancia a unas que a otras. Su
incidencia genera que la edad cronológica deja de ser la unidad de análisis
evolutiva prioritaria y fundamental, sustituyéndose por la consideración
conjunta de todos aquellos factores biográficos individuales (la historia de
eventos o sucesos notables en la vida de cualquier persona), conjugados con
eventos normativos históricos que afectan a determinadas generaciones o
cohortes de población.
En segundo lugar, se debe considerar el énfasis que se le da a la
cultura, ya que constituye otra fuente de influencias que configuran de
manera decisiva el tipo de trayectoria evolutiva posible a lo largo de toda la
vida. El individuo se desarrolla en un medio sociocultural que le proporciona
una serie de restricciones, pero también de oportunidades (Villar, 2005).
Entre las restricciones culturales que pueden afectar a nuestra trayectoria
evolutiva, están aquellas metas o tareas que deben realizarse en
determinados momentos de la vida. Sin embargo, la cultura también ofrece
instrumentos y posibilidades para ampliar nuestro horizonte evolutivo,
nuestra potencialidad como seres humanos compensando o superando
ciertas restricciones biológicas.
Por último, Baltes (1987) va a resaltar tres conjuntos de factores que
influyen en la producción de procesos de cambio evolutivo: 1) las Influencias
normativas relacionadas con la historia: hacen referencia a factores de tipo
biológico o social, pero que son específicos de cierto momento histórico y
afectan a personas de diferentes edades (generaciones) de manera
diferenciada, 2) las Influencias normativas relacionadas con la edad que se
refieren a factores biológicos o sociales que muestran una alta relación con
la edad de los individuos y 3) las influencias no-normativas que aluden a los
factores biológicos o sociales que afectan a individuos o grupos sociales muy
concretos en un momento dado de sus vidas, sin seguir patrones ni
secuencias fijas, como puede ser una enfermedad grave, la pérdida de un
trabajo, o un trabajo forzoso y que pueden ocasionar gran parte de las
diferencias interindividuales, de personas de una misma generación.

La evaluación gerontológica integral

A partir de lo anteriormente expuesto resulta claro que el trabajo


desde la Psicología de la Vejez implica necesariamente una mirada integral e
interdisciplinaria. Por esta razón tanto la evaluación como el abordaje de
diversas problemáticas que involucren a personas mayores incluyen distintas
áreas cuya valoración conjunta permitirá no solo un diagnóstico más
completo de la situación, sino un plan de tratamiento o intervención más
acorde con las necesidades que se presenten y con los recursos de los que
se disponga. De hecho, esta valoración integral permitirá decidir, entre
varias alternativas posibles, cuál es el plan de abordaje más adecuado a
cada caso particular. Según Fernández Ballesteros, (2009) la evaluación de
una persona mayor posee una serie de características particulares que
requerirá de una exploración integral y multidimensional que involucre las
áreas: cognitiva, afectiva, funcional, física y social. Si bien esta evaluación
se puede lograr a partir del trabajo de un equipo interdisciplinario en el que
cada profesional aporte su saber específico, en los casos en que esto no sea
posible, de todos modos el psicólogo que trabaje con personas mayores
deberá tener esta mirada global que le permita explorar los diversos
aspectos y llegar a un diagnóstico y propuesta de intervención adecuados.
Por esta razón se requieren saberes gerontológicos que aporten una
formación básica en las distintas áreas.
Siguiendo a Fernández Ballesteros, los fines últimos de toda
evaluación e intervención psicológica en la vejez, deben orientarse
prioritariamente a “las condiciones psicológicas problemáticas, la prevención
de discapacidades, la maximización de la competencia biológica,
comportamental y social y al mantenimiento o mejora de la calidad de vida”
(2009:38)
Según la Organización Mundial de la Salud (1990), el modelo
comprehensivo y multidimensional en la vejez debe considerar los siguientes
aspectos:
 Actividades de la vida diaria: se evalúa la movilidad, el
desarrollo autónomo o con ayuda de las actividades básicas –
bañarse, vestirse o desvestirse, acudir al baño, levantarse,
alimentarse, caminar- e instrumentales –ir de compras, usar el
teléfono, utilizar el transporte público, tomar medicamentos,
manejar el dinero, realizar otras tareas domésticas como
cocinar, lavar ropa, etc.-. La evaluación de este aspecto da
cuenta de la independencia/dependencia de la persona en su
vida cotidiana.
 Estado funcional en salud mental: incluye tanto el
funcionamiento cognitivo como la presencia de sintomatología
psicopatológica y mental. En el primer caso existe una amplia
variedad de pruebas que exploran funciones cognitivas básicas
como la memoria, la orientación espaciotemporal, la atención,
el cálculo, el lenguaje, la ejecución, etc. Por otra parte, en la
exploración de aspectos psicológicos es importante incluir tanto
los síntomas o cuadros psicopatológicos como la presencia de
aspectos positivos y de recursos. Se pueden utilizar variados
instrumentos que exploran depresión, ansiedad, satisfacción
vital, bienestar, entre otros.
 Funcionamiento psicosocial: se indagan las relaciones
interpersonales y el apoyo emocional e instrumental del que la
persona dispone. En este caso también existe una amplia
variedad de instrumentos de exploración de las redes de apoyo
de familiares y amigos que permite conocer la suficiencia o
insuficiencia de los recursos de ayuda de los que la persona
dispone.
 Salud física: se indaga tanto el aspecto subjetivo, es decir la
autopercepción del estado de salud de la persona como
indicadores objetivos: patologías diagnosticadas,
medicamentos que se consumen habitualmente, utilización de
servicios de salud, entre otros. También es de importancia
recabar información acerca de su capacidad visual y auditiva.
 Recursos sociales: además de la familia y de los amigos se
exploran los recursos que la persona posee en la comunidad
así como el acceso a servicios sociales.
 Recursos económicos: se indagan los ingresos de la persona
y la suficiencia o no para poder satisfacer sus necesidades.
 Recursos ambientales: se evalúan las condiciones del
entorno físico, de su vivienda, si dispone de servicios, el
mobiliario, la higiene, el acceso a los medios de transporte, a
los servicios de emergencia, entre otros aspectos.
Consideramos que es fundamental en la evaluación integral, la
entrevista en profundidad que pueda relevar la historia vital del adulto mayor.
Villar (2006) sostiene que la historia de vida como herramienta evaluativa
permite recuperar una versión del sujeto en la cual se mantiene cierta
estabilidad, más allá de los sucesos o cambios que se han experimentado a
lo largo del tiempo. Justamente permite rescatar lo singular de ese sujeto. En
la historia de vida se expresa un desarrollo de la persona que puede ser
común al de otras en algunos momentos, pero que muestra como cada
sujeto ha definido un curso vital particular, único en cierto sentido.
Con personas mayores, el relato de la propia historia, permite
varios procesos: en primer lugar la recuperación de información desde la
memoria autobiográfica. Por otra parte, en el modo de recordar además de la
memoria, están implicados otros procesos cognitivos y cierto componente
emocional más o menos intenso (Staudinger, 2001). Este proceso de
reflexión vital favorece la optimización de la trayectoria evolutiva, dado que
apuntala la identidad personal, puede desarrollar cierto tipo de aprendizaje a
partir de las cosas que han pasado a lo largo de la vida, permitiendo no sólo
la adquisición de nuevas competencias, sino también la regulación de ciertas
pérdidas y fundamentalmente el mantenimiento de un sentido de continuidad
en este momento vital (Villar 2006).
Además de la importancia de la entrevista y de las historias de vida
como herramientas para la exploración y trabajo con las personas mayores,
existe una amplia variedad de pruebas que pueden conformar una batería de
tests básica que indague dichas áreas y permita al menos efectuar un
screening e identificar las dificultades, que luego deberán ser exploradas
más profundamente con pruebas más específicas y en los casos que
corresponda se hará la interconsulta, tratamiento conjunto o derivación a los
profesionales correspondientes. De hecho, no existe un único instrumento
que pueda resolver todas las necesidades, evaluar la situación, predecir su
curso y planificar la intervención en un terreno que es complejo y
multidimensional (Kane & Kane, 1993). Es decir que aunque una persona
mayor acuda a la consulta por un problema psicológico, el resto de los
aspectos deberán ser considerados en su evaluación.
.
Conclusiones

A partir del recorrido realizado, se concluye la importancia de la mirada y el


abordaje interdisciplinario de las problemáticas de las personas mayores
para el logro, no solo un diagnóstico más completo de la situación, sino
además de un plan de tratamiento o de intervención más acorde con las
necesidades que se presentan y que implique un uso más apropiado de los
recursos de los que se disponga.
En primer lugar, a nivel teórico, el cambio producido acerca de la concepción
del desarrollo ha tenido importantes efectos tanto en lo referido a la visión de
la vejez y el envejecimiento como en las posibilidad de desarrollar nuevos
dispositivos que promuevan el aprendizaje, el crecimiento, el fortalecimiento
de diversos potenciales de los que disponen los adultos mayores aún en
etapas muy avanzadas de sus vidas. Considerando las pérdidas, pero
también las ganancias de cada etapa de la vida, las amplias variabilidades
existentes en la vejez como las potencialidades presentes en los adultos
mayores. La perspectiva del desarrollo del curso de vida ha ayudado a una
mejor comprensión sobre el desarrollo, asentando definitivamente la idea de
que los cambios en la edad adulta y en la vejez no se reducen a un proceso
inverso al del crecimiento durante la infancia y la adolescencia. Esta
perspectiva, supone que los seres humanos transitamos por una serie de
etapas en las que se presentan cambios biológicos, psicológicos,
cognoscitivos y familiares, influidos además, por aspectos socioculturales.
Sin embargo cada sujeto imprime a su historia un sello personal de acuerdo
con sus experiencias, su capacidad de adaptación frente a las nuevas
exigencias del medio así como su trayectoria evolutiva.
El enfoque del curso de vida no aspira solo al estudio de un individuo
que cambia a lo largo de la vida, sino a entender este cambio como un
fenómeno necesariamente vinculado a un entorno biopsicosocial también en
constante transformación. Por estas razones es necesario incorporar en el
quehacer profesional del psicólogo que trabaja con personas mayores la
mirada interdisciplinaria que permita considerar las diversas áreas que
pueden estar condicionando la aparición y el mantenimiento de una
problemática determinada. En lo referido a los recursos técnicos, sumados a
la entrevista y las historias de vida, el disponer en la actualidad de una serie
de instrumentos que han sido elaborados y testeados específicamente para
el uso con personas mayores permiten en conjunto con las primeras obtener
una valoración gerontológica integral que de cuenta de la complejidad
involucrada en los procesos de envejecimiento y permita diseñar una
intervención más acorde con los atributos particulares de cada sujeto y de su
historia.

Referencias bibliográficas
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Universidad de Barcelona. Asociación Multidisciplinar de Gerontología
Villar, F. (2006). Historias de vida y envejecimiento. Portal Mayores, Informes
Portal Mayores, nº 59. Lecciones de Gerontología, VII [Fecha de publicación:
29/06/2006]. Disponible en:
<http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/villar-historias-
01.pdf>

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