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ODAS
DE
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038
1883
1080018724

E X L I B RI S
HEMETHERII VALVERDE TELLEZ

Episcopi Leonensis
BIBLIOTECA CLASICA. 3JSUOTECA CLASICA
TRES PESETAS CADA T O M O . - C U A T R O ENCUADERNADO- TOMO LVII

OBRAS P U B L I C A D A S .
HOMERO -La ¡liada, t r a d u c c i ó n d i r e c t a «leí g r i e g o en
Terso y con notas de D. José Gómez Hermosilla. 3
f ' R R V ANTES —Novelas ejmplaret y Viaje del Parnaso....... ¿
HEROOOTO -¿o» nueve libro, de la huloria
d i r e c t a del g r i e g o , del padre Bartolomé Pou
traducción
2
ODAS
UPAI A flAI l^ÑO.-.K<^C"«>•<í°•, de un i
V I R G I L I O - t a ¿ « i í « . traducción directa del latín, en ver- DE
so y con n o t a s de D . M i g u e l Antonio C a r o . . . . . . . • • ••• • i
- Las égloga.. traducción en verso de H i d a l g o . - L a »
geórgicas, traducción en verso, de Caro; a m b a s t r a d u c -
ciones directas del latín, con u n estudio del S r . Me- ^

MACAULAY f - E ^ Ü ' i ^ ' r ' ^ i ó i ' - é » ^


ludios político*.- Estudio, tiog. ático.s Estudio.píteos- _
P Í I D A R O
T r a d u c c i ó n directa del i o g l é s de M. J u d e r í a s Bender. 5
- flfeíoria í « la Revolución de Inglaterra, t r a d u c c i ó n d i -
TRADUCIDAS EN VERSO CASTELLANO
recta del i n g l é s de M. J u d e r í a s Bender «
QUINT ANA.— Vidas de españoles célebres
CICERON - Tratados didáctico, dé la elocuencia, t r a d u c c i ó n
directa del latín de D. Marcelino Menendez P e l a y o . . . i CON CARTA-PRÓLOGO V NOTAS
S ALU S T 1 0 . — Conjuración de CalUina.-Guer a de Jugurla
traducción del Infante D. G a b r i e l . - f r a g m e n t o s <Ur ía
g ande historia, t r a d u c c i ó n del S r . Menendez Pelayo, ^
POR E L ILMO. S E Ñ O R
TÁCITO i ^ L o ^ ^ i ^ í s ^ t r ^ u c c i ó n d i r e c t a del" l a t í n dé doñ g
Carlos Colonia .
_ Las historias, traducción del m i s m o . . . . . . - . . . • • • • • • • • • D . I G N A C I O M O N T E S DE O C A
P L U T A R C O . - L a s vida, paralelas, traducción directa del
g r i e g o por D . Antonio Ranz R o m a n i l l o s . . • • • • • • • • • • ••
A R I S T O F A N E S . - T e a t r o completo, t r a d u c c i ó n d i r e c t a d e l . Obispo de Linares (Méjico)
g r i e g o por D . Federico Baraib .r . . . . • • • • • • • ••• 6
P O E T A S BUCOLICOS O R I E G O S (Teócnto, Bu5 • V ^ c o -
t r a d u c c i ó n d i r e c t a d e l g r i e g o . e n v e r s o . p o r D. I g n a c i o
Montes de Oca. Obispo de Lmare3 ( M e j i c o ) . ; . . . i
MANZONI. - Los novios, traducción de D. J u a n Nicasio Oa-
llego
— La Moral Católica y,'" ,' j WU;»™
E S Q U I L O . - T e a t r o completo, traducción d i r e c t a del griego,
con notas, por D. F e r n a n d o Brieva S a l v a t i e r r a 1
1
QUEVEDO. Obras satíricas y festiv-s
DUQUE DE RIVAS.—Sublevación de .V potes I
CALDERON DE LA BARCA.— Teatro selecto
HURTADO DE MENDOZA .-Obras en prosa...... •••••••
i
l
UNIVERSIDAD DE
S C H I L L E R . — Teatro completo, traducción directa del ale- BAIlo'.eci Vitarte y
m á n por Eduardo de Mi "J
JULIO CESAR.—Los Comentarios................. •••• ••••• «
XENOFON TE. — Historia de la entrada de Cyro el Menor
en Asia } MADRI
— la Cyrope-tia ó Historia de Cyro el Mayor ... i
MILTON .—Paraíso perdido ~ I. ( U S NAVARRO
LAMARTINE.—Civilizadores y conquistadores «
1
LUCIANO.—Obras completas

« A D R I D . — I M P R E N T A C E N T R A L Á C A R G O DE V . S A I Z , C O L E G I A T A , 6 .
CARTA-PRÓLOGO

D. MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO,

DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

'AstOWV SVÓjAEUE

Cantando apacentaba su rebaño.

Mosco, Idil. iii.


Querido amigo:
Al fin remito á V. la versión de Píndaro,
con tanto ahinco solicitada y hace mucho
tiempo ofrecida; pero no va manuscrita,
como V. la espera, sino impresa con bellos
tipos en la capital de la que fué Nueva-Es-
paña. A pesar de las ventajosas proposicio-
nes de los editores de Madrid, prevaleció en
mi ánimo un sentimiento de patriótica vani-
dad, y quise que la primera traducción mé-
trica española del Príncipe de los líricos sa-
liese á luz en la misma México que vió nacer
al traductor. Buena ó mala, llena un vacío
<cn la literatura castellana, que intentaron en

FOND0 £¡'J£TcRIO
VAL VEAOS V t e l u - Z
802592
vano colmar Berguizas y Canga Arguelles,
habiéndose limitado á trasladar á nuestro carta de setiembre de 1878. Entonces tra-
idioma las catorce Olímpicas. He tenido, duje las Olímpicas XI y XII, y no volví á
además, la ventaja de poder atender yo poner mano á la obra hasta que nos vimos
mismo á la impresión, habiendo venido de en Madrid en marzo de 1880. Entonces re-
mi diócesi á esta capital á asuntos eclesiásti- cordará V. que vertí, á toda prisa, la Pí-
cos, que no me han impedido dedicar algu- tica XII, las Nemeas IV y VIII, y la íst-
nas horas á la revisión de los trabajos tipo- mica III. El juicio favorable que me dieron
gráficos. usted y nuestros amigos Fernández-Guerra,
No por esto retiro á nuestros amigos mi Tamayo, Nocedal, Collado, Valera, etc.,
consentimiento para hacer en España una cuando las leí en la tertulia literaria de la
nueva edición; ni mucho menos relevo á V calle de Valverde, me animaron en la em-
del compromiso de escribir un prólogo que presa; y durante la travesía del Océano, en
sirva de amparo á mis versos en su vuelo por mayo del mismo año, quedaron terminadas
el antiguo Continente. Ninguno más que V. la Pítica VII y la ístmica VI, y empezada la
tiene el derecho, y el correlativo deber, de Istmica IV.
ser mi introductor; pues á V. debe Píndaro Píndaro, como V. bien sabe, es un autor
el traje español que acabo de ponerle. Es tan profundo, tan oscuro á veces y tan difí-
cierto que, hace veintitrés años, cuando yo cil de interpretar, que para entenderlo y ha-
era aún colegial y V. estaba casi en la cuna, cerlo entender al público profano se necesita
me vino la primera idea de traducir al gran consagrarse á su estudio con toda el alma y
Lírico, y puse, en efecto, en castellano algu- con todas las fuerzas. Teócrito, Mosco, Bión,
nos versos de la Nemea III. Es cierto tam- Anacreonte, se traducen jugando, y su fácil
bién, que al dar á luz los Bucólicos, dos co- lectura distrae y hace olvidar penas al amante
legas de la Academia Mexicana me excitaron de las letras. Con Píndaro es menester hacer
á llevar á cabo mi antiguo propósito, el uno á un lado, ante todo, amargos recuerdos v
diciéndome con Virgilio: Paulo majora ca- extrañas ocupaciones, transportarse por com-
namus; el otro regalándome un ejemplar de pleto al mundo ideal, y absorberse todo en-
las Olímpicas en griego, y exigiéndome su tero, sin divagar en lo más mínimo, en su
devolución en castellano. Fué V., empero, lectura é interpretación. Usted que conoce
quien dió el impulso final, con su lisonjera cuán importantes y laboriosos son los debe-
res de mi augusto ministerio, comprenderá
también cuán difícil ha sido para mí seme- blando y casi avergonzado, en la Olím-
jante tarea, y á cuántas interrupciones habrá pica XIV, que V. tradujo, y que yo sólo in-
estado sujeta. terpreté por no dejar incompleta mi versión.
En efecto, sólo el 3o de julio de 1880 ter- Favorable en extremo me fué el mes de
miné la Nemea III, empezada hacía cuatro setiembre: veinte días me bastaron para po-
lustros. El 11 del mismo había acabado la ner en castellano las once Olímpicas que me
Nemea V, y el 12 la II; en todo el mes de faltaban. Volví entonces á la Pítica IV, de
agosto sólo pude consagrar algunos instan- que sólo cien versos llevaba traducidos, y
tes á la versión de la VI, y en setiembre tra- el 24 del mismo di cima á la entera versión.
duje el resto de las Nemeas, que terminé
Con tantas interrupciones, mi trabajo tiene
el 10 de octubre. No pude reasumir mi tra-
que ser muy desigual; y si á las fechas que
bajo hasta el año siguiente, en que del 7 al i3
acabo de consignar hubiera añadido los nom-
de enero vertí las seis ístmicas que me fal-
bres de los diversos lugares en que (durante
taban.
la visita pastoral las más veces), consagré á
Del 20 de febrero al 14 de marzo del mismo las letras mis noches insomnes y mis siestas
año de 1881 trasladé á nuestra lengua todas solitarias, más me compadecerían V. y el
las Píticas, excepto las cinco primeras. En- lector.
tonces, como escribí á V. en esa época, a! Ya que, invirtiendo el orden debido, em-
emprender la traducción de la difícil y lar pecé por hablar de la traducción y del tra-
guísima Pítica IV, el carro de mi musa quedó ductor, agotaré el asunto antes de disertar
atollado en el fango, y me vi obligado á imi- sobre el autor y el original. Mi versión es de
tar á algunos caminantes y arrieros cuando poeta y no de gramático. He tenido constan-
les sorprende la estación de las lluvias en temente á la vista varias ediciones; pero al
estas regiones tropicales; lo abandoné, hasta compararlas, he adoptado el texto que más
que, cesando los aguaceros, quedase el ca- bello me ha parecido, aunque fuese el menos
mino expedito. genuino. En los muchos pasajes que, como
Durmió Píndaro en mi biblioteca el resto observa á menudo Heyne, necesitan un adi-
de marzo, todo abril, mayo, junio y los pri- vino más bien que un traductor, he hecho las
meros veinticuatro días del caliente julio. adivinanzas que más poéticas he juzgado.
El 6 de agosto, de las Píticas sólo faltaba la Creo que ningún erudito me echará en cara
famosa IV, y el 7 puse mis manos, tem- esta libertad. Casi no hay dos versiones igua-
les de esos pasajes tan difíciles de entender: de los Argonautas de Apolonio Rodio ó de
y los comentadores más autorizados cambia- la Odisea de Homero, ¿podría seguirse el
ban á cada paso de modo de ver, y corregían mismo método?
en una edición lo que en la anterior habían Largas disertaciones han hecho los co-
escrito. ¿Qué ha de hacer el poeta en seme- mentadores de Píndaro, y en especial Au-
jantes circunstancias, sino inclinarse á lo gusto Boeck, que tengo á la vista, sobre los
más bello? metros de nuestro Poeta. Mucho nos hablan
Hay en mi libro gran variedad de metros. de los ritmos Jónico, Dórico, Frigio, Lidio,
Sabe V. cuánto desconfío de mi destreza en Mixolidio, Eólico, etc., etc. Detiénense á en-
manejar el verso suelto. Con todo, en obse- comiar la gravedad, templanza, igualdad y
quio de V. especialmente, á quien tanto fas- severidad varonil del ritmo Dórico; y en el
tidia la rima, la hice á -un lado en tres odas; Lidio encarecen t J.a dulzura, suavidad y ar-
y en la Olímpica VIII y en la Pítica III pro- moniosa ternura. Confieso á V. que quise al
curé con todo empeño ajustarme á la letra y principio imitar los metros del original, y
trasladar fielmente los epítetos, frases y gi- según la diversa clasificación de las odas en
ros griegos. Bastante me he servido de ter- Dóricas, Eólicas, Lidias, etc., así servirme
cetos, y no sé hasta qué punto habré tenido de versos mayores ó cortos, de estancias lar-
razón: en la Olímpica I adopté esta combi- gas ó breves. Algo lo conseguí, sobre todo
nación sólo por no seguir á Fr. Luis de León en las piezas en que prevalece el suavísimo
(que empleó la canción Petrarquesca en esa ritmo Lidio, y que aparecen en mi traduc-
oda, la única que tradujo), á Berguizas ó á ción en versos anacreónticos, unas veces aso-
Canga Argüelles, que hicieron uso de la nantados, otras veces en estrofitas con sabor
silva. de endechas. Pero no es practicable en lo
Empecé en octavas la Pítica IV, verdadero general este método, ni lo aconsejo á los fu-
canto épico, imitando en ello al italiano turos traductores.
Borghi. Presto me cansé de su prolongado Debo igualmente disuadirlos de la división
retintín, y juzgando que el lector se cansaría griega en estrofas, antiestrofas y epodos,
lo mismo que yo, introduje, á estilo de las sobre todo si los últimos han de contener
leyendas románticas, diversos metros. ¿Qué diverso número de versos que las primeras.
le parece á V. esta trasgresión de los pre- Yo hice un ligero ensayo en la Olímpica XI,
ceptos clásicos? En una versión, por ejemplo, pero el éxito infeliz que el famoso D. Fran-
CARTA-RRÓLOGO.

cisco de Quevedo Villegas tuvo en una ten- Boeck, la paráfrasis Benedictina, las traduc-
tativa análoga, me dejó escarmentado para ciones inglesas de Turner, Moore y West, y
siempre. Además, no se obtiene la ventaja la italiana de Borghi. He consultado algunas
de traducir estrofa por estrofa, y hacer que otras en diversos idiomas, que han caído á
cada antiestrofa y epodo de la versión co- mis manos, y si más hubiera logrado reunir,
rresponda á los del original. En griego se más habría estudiado. Si al traducir á los
puede terminar una estrofa sin que se com- Bucólicos me bastó muchas veces la pequeña
plete el período, pero no así en castellano. edición de Boissonade, para interpretar á
En la traducción del Idilio II de Teócrito lo Píndaro me habrían parecido pocas cuantas
intenté una sola vez, y no estoy del todo sa- se han dado á la estampa, y cuantos manus-
tisfecho. En la espléndida oda á Diágoras de critos encierran las bibliotecas europeas.
Rodas traduje estancia por.estancia; pero no He sido muy parco en las notas. Salva una
pude ceñirme al original hasta el extremo que otra excepción, he evitado repeticiones,
de dejar el sentido incompleto, y tuve que que las habrían hecho interminables. ¿A que'
sacar de su lugar varios versos que en las repetir, por ejemplo, la historia de Perseo
estrofas castellanas habrían parecido remien- cada vez que se hace alusión á sus aventuras?
dos heterogéneos. Me permito hacer estas Tampoco he creído necesario asentar hechos
observaciones, hijas de mi propia reciente ó fábulas bien conocidas, y que en todo caso
experiencia, no sólo á los futuros intérpretes se encuentran fácilmente en cualquier ma-
de Píndaro, sino también á V. y nuestro Va- nual ó diccionario mitológico. He omitido,
lera, esperando no les sean del todo inútiles por tanto, enumerar los trabajos de Hércu-
en la versión de los coros de Esquilo y de les, dar los nombres de las Musas, clasificar
Sófocles, cuya traducción aguardan con an- á las ninfas, y otras cosas semejantes.
sia las letras castellanas. Apartándome de la opinión y práctica de
No sabré decir á V. precisamente qué usted y de muchos alemanes é ingleses, he
texto he seguido. La edición que más me ha dado á las divinidades griegas los correspon-
acompañado es la de Londres de 1814; pero dientes nombres latinos. A mi modo de ver.
he tenido también á la vista otras dos de poco importa que el Zeus, la Hera, el Crono¡
Londres, dos de Leipzig, una de Padua y ó el Hermes helénicos, no sean exactamente
otra de Glasgow. Me han servido mucho las los mismos que el Júpiter, la Juno, el Sa-
versiones latinas en prosa de Heyne y de turno ó el Mercurio romanos. Estamos acos-
tumbrados á confundirlos; la generalidad de estilo, compensan ampliamente la pérdida de
los lectores conoce á los últimos é ignora á las otras clases de poesía lírica.»
los primeros, y el adoptar el método que Y con justicia. ¡Qué pensamientos tan su-
repruebo traería confusión y disminuiría la blimes, qué máximas tan puras, qué ideas
belleza de la poesía. Además, ¿no tenemos el tan profundas adornan las poesías del gran
ejemplo de Virgilio mismo, de Ovidio y de Lírico! Parece á veces que estamos leyendo
los poetas antiguos? ¿No llaman Venus á la los Libros Santos. Pasajes hay dignos de
madre de Eneas, que en Homero es Afrodite, Moisés, y otros que se podrían intercalar en
Minerva á la deidad tutelar de Atenas, Vul- el libro de Job, sin que se notase la diferen-
cano al Hefestio que fabricó las armas de cia. Vemos repetida la historia de José, casi
Aquiles, Marte al mismo dios Ares que diri- al pie de la letra, en varios cantos, aunque
gía los combates frente á Troya? No obs- aplicada á héroes mitológicos; y las frecuen-
tante, en uno que otro caso llamo Atena á tes invectivas contra la envidia, la calumnia,
Minerva, Artemis á la cazadora Diana, Her- la adulación, la mentira, parecen calcadas
mes al mensajero de los Dioses; y viceversa, en los escritos inspirados de Salomón.
doy á las Musas el nombre poco usual y ex- Y , sin embargo, nada menos que eso.
clusivamente itálico de Camenas. También Siempre fué verdad lo que él cantaba con
me tomo, no raramente, la libertad de alte- tristeza en la Nemea VIII, y entonces
rar algún tanto las terminaciones de los
nombres propios, cuando así conviene á la Cual hoy, se conocía
armonía ó al ritmo. La blanda adulación, la artera maña;
El chisme, la falsía,
He dejado los títulos de las odas, tales Y la calumnia vil, que el brillo empaña
como se encuentran en el original; pero tuve Del mérito sublime.
tentaciones de suprimir el género de certa-
men en que eran vencedores los héroes que Estas bajas pasiones acibararon la vida del
celebra el poeta. Se me antoja que una de las gran Lírico, y disminuyeron la alegría de
razones porque Píndaro se lee tan poco, es sus triunfos. Con todo, no atribuyo á la en-
la idea que tales títulos sugieren al vulgo, de vidia, ni menos á la ignorancia de los jueces,
que sólo canta su musa golpes y heridas, h a - el que Píndaro haya sido vencido por Corina
zañas de carreteros ordinarios y de púgiles cinco veces en certámenes poéticos. Prescin-
de baja ralea. diendo de su juventud, pues apenas había
b
No quiero ni puedo entrar, en el fondo de
nacido en Tebas el año 520 antes de J. C. y estas cuestiones. A V., querido Marcelino,
la poetisa era mucho mayor que el vate im- tan familiarizado con el polvo de las biblio-
berbe, era natural que los encantos y la tecas, toca dilucidarlas; y espero ver pronto
maestría en recitar de la agraciada conten- un estudio, como los que V. acostumbra,
diente, hiciesen resaltar sus versos mucho sobre el gran poeta que tanto trabajo me ha
más que los del inexperto mancebo. En las costado interpretar.
academias de Italia, en que es tan común ver «Píndaro, dice Quintiliano, es el príncipe
á poetisas tomar parte en justas literarias, de los nueve poetas líricos griegos, sobresa-
¡desdichado el varón á quien toca pronunciar liendo por su inspiración, su magnificencia,
sus lucubraciones después de alguna hermosa sus sentencias, sus figuras. Es felicísimo en
versificadora! He visto á eminentes poetas la riqueza de sus expresiones y la variedad y
deslucirse en semejantes circunstancias; y los abundancia de sus asuntos, y se deja llevar,
espectadores más doctos poco atendían á sus si así puedo expresarme, por un torrente de
palabras, embriagados con el recuerdo de la elocuencia, de tal suerte, qué Horacio juzga
dulce voz que acababa de resonar en sus que nadie es capaz de imitarlo.»
oídos. Algo parecido debe haber pasado con Esta maravilla de )a lírica poesía es la que
la encantadora Corina; si bien, por otra yo he osado manejar con mis indóciles ma-
parte, el mismo Píndaro nos demuestra que nos, y revestir con el tosco traje español que
la galantería no era virtud favorita entre sus yo mismo he cortado. Que nadie me tache
contemporáneos. De otra suerte, ¿cómo ha- de temerario. A V. debo el haber acometido
brían tolerado que llamara 3« á su afortunada la empresa; á V. el haberla llevado á cabo; y
competidora, aunque el nombre del inmundo á V. puedo aplicar los siguientes versos de
animal no tuviera el feo significado que hoy nuestro Píndaro (Pítica X) que me servirán
se le atribuye, especialmente en Italia? de respuesta á los que censuren mi osadía:
¿Tuvo Píndaro por padre á Daifanto ó á
Escopelino? ¿Debió, en verdad, á la enseñan- Yo de Torace en el amor confío,
za de su madre Mirtis la destreza en versifi- Mi dulce huésped, cuya diestra amiga
car que han admirado los siglos? ¿Fueron De las Musgs me puso en la cuadriga
Con ardor exigiendo el canto mío.
realmente maestros suyos Simónides y su
futura rival Corina? ¿Murió á los cincuenta
y seis ó á los ochenta y seis años de edad?
Creo que ya es¿iempo de bajar del brillante
carro de las hijas de Apolo, y que no volve-
rá V. á hacerme empuñar sus doradas rien-
das. A V. y á sus discípulos toca enriquecer
nuestra literatura con las versiones de los
clásicos griegos de que aun carece. Yo creo
haber contribuido ya con un contingente
proporcionado á mis fuerzas, traduciendo en
verso castellano los Bucólicos, y ahora el
Píndaro, que remito á V. y pongo bajo sus VIDA D E P Í N D A R O .
auspicios. Reciba V. en prenda de invariable
amistad, este volumen, en cuya compañía
quisiera de buena gana cruzar los mares y
dar á V. un abrazo, quien se repite

Siempre suyo,

Píndaro, príncipe de los poetas líricos, fué Tebano,


IGNACIO M O N T E S DE O C A .
del pueblo de Cinoscéfalas, entre Tespias y T e b a s , en
Beocia. Su padre fué Daifanto; otros dicen 'que Esco-
pelino ó Pagondas: algunos conjeturan que éste últi-
México, febrero i5 de 1882.
mo fué su padrastro, y no falta quien llame al segundo
su tío. T u v o por madre y primera preceptora á Mirtis
ó Mirto, y nació, poco más ó menos, el año 52o antes
de Jesucristo, contando de 37 á 40 cuando la armada
de Jerjes fué vencida frente á Saiamina. Su principal
maestro, no sólo en la poesía, sino en pulsar la lira,
fué Laso de Hermione, célebre poeta, autor de famo-
sos ditirambos. T u v o también por preceptor á Simó-
nides, el lírico más insigne de aquellos tiempos; aun-
que, si esto es cierto, poco imitó el fogoso discípulo
al suave y templado maestro.
grada (quizá las fiestas de J u n o ) en Argos- s u , h "
Cuentan los antiguos que, siendo aún niño, un en-
trasladaron á Tebas sus restos mortales
jambre de abejas formó en la boca de Píndaro un
Los Atenienses le erigieron una estatua de bronce
panal de dulcísima miel; presagio de su f u t u r a preemi-
C - n d o los Lacedemonios tomaron á Tobas, r p Z '
nencia sobre los poetas líricos de todos los siglos y
paises. Casó con Megaclea (que otros llaman Timoxe-
~ r n d ro e I G r a n d e, c u a n d o i n c e n d ¡ ó ,
na), y tuvo un hijo varón, á quien dió el nombre de su
abuelo Daifanto, y dos hijas llamadas Protómaque y
Polimetis.
Fué religioso en extremo, y se distinguió por su
singular veneración á Rhea, Apolo y Pan, y quiso que
la casa de su habitación, en Tebas, se hallase situada
junto al templo de la misma Rhea. Su pureza de cos-
tumbres, su hospitalidad, patriotismo y mansedum-
bre, lo hicieron muy popular; y gozó del favor de
varios príncipes, especialmente de Alejandro (hijo de
Amintas I) de Macedonia, de Gerón de Siracusa, y de
otros cuyas hazañas cantó. Venció en un certamen
musical á Mirtis, y fué cinco veces vencido en justas
poéticas, por Corina de T a n a g r a , que algunos afirman
había sido su m a e s t r a .
Por haber llamado á Atenas celebérrima, espléndi-
da, gloriosa, y baluarte de Grecia, Atitapil xal áolót-
[aoi 'EXXácoí &pE!&[Aa y-Xeival 'AQfjvac, lo multaron en
mil dracmas los Tebanos, entonces en guerra con los
Atenienses; pero éstos, al saberlo, le regalaron doble
cantidad. F u é el único entre sus conciudadanos que
mereció ser admitido á los sacrificios de Apolo, y par-
ticipar de sus sagrados banquetes; y la sacerdotisa de
Delfos le asignó, además, la mitad de las primicias
ofrecidas á aquella divinidad. T u v o una muerte plá-
cida á los 65 ú 85 años de su edad, en una reunión sa-
ODA PRIMERA.

Á GERÓN, REY DE SIRACUSA,


VENCEDOR-EN LAS CARRERAS DE CABALLOS.

Nada hay mejor que el agua: brilla el oro


Como luciente llama en noche oscura
Entre las joyas de real tesoro.

¿No ves ¡oh Musa! en la celeste altura


Que en medio al solitario firmamento
Ninguna estrella como el sol fulgura?

Si celebrar victorias es tu intento,


A la Olímpica lid lleva tu lira;
Que otra no habrá más digna de tu acento
Wf
J
4 OLÍMPICAS.

Ella á los vates el cantar inspira Mil maravillas hay; y al hombre encanta
Del Tonante en honor; con que resuena Fábula que de bella se gloría,
La augusta casa do Gerón respira; Más que verdad cuya crudeza espanta.

Rey que á Sicilia (de ganados llena) Tal hermosura da la Poesía


Mientras la flor de las virtudes liba, Y tanta autoridad, que hace creible
Con cetro bienhechor rige y ordena. Lo que antes imposible parecía.

La música dulcísima cultiva, Mas la posteridad es infalible


Y, brillante cantor, el arpa hiere Juez. Hable de los Númenes el sabio
Con que el poeta en el festín cautiva.— Sin proferir jamás calumnia horrible.

Descuelga ya del clavo que la adhiere ¡Hijo insigne de Tántalo! el agravio


A la pared, la cítara de Doria De repetir antiguas falsedades,
¡Oh Musa! si cantar tu numen quiere No te hará, no, mi reverente labio.

Del Alfeo y Ferénico la gloria. Cuando, correspondiendo á sus bondades


¡Noble bridón! corrió sin acicate En Sípilo á banquete sin mancilla
Y á los brazos llevó de la victoria Convidó tu buen padre á las Deidades,

A su dueño, de Pisa en el combate. El dios, cuyo tridente al ponto humilla.


¡Ah! Con razón del Rey siracusano, Sobre sus yeguas de oro, enamorado,
Sus corceles al ver, el pecho late. T e trasportó de Olimpo á la alta silla,

Su fama admira el pueblo fuerte y sano Do el tierno Ganimedes fué llevado


Que Pélope de Lidia condujera; Por el águila, el néctar delicioso
A quien amó Neptuno soberano, A propinar á Jove destinado.

Después que en la purísima caldera Buscábante con rostro congojoso


Volvió á formar su cuerpo Cloto santa T u madre y sus amigos por doquiera;
Y el hombro de marfil le dió hechicera. Mas todo en vano. Entonces envidioso
ODA I . 7
Vecino, murmuró que en la caldera En eterno festín, á sus iguales,
Hecho pedazos mil, en agua hirviente Los que inmortal lo hicieron. ¡Loca empresa!
T u cuerpo sumergió venganza fiera, ¿Qué se oculta á los ojos celestiales?

Y tus miembros, en mesa irreverente Por crimen tal lo arrojan de su mesa


Colocaron los Dioses, su apetito Sus divos padres; y sobre él de muerte
E n tí cebando con horrible diente. La sentencia común, de nuevo pesa.^-

Yo blasfemias tamañas no repito. Su juvenil mejilla apenas vierte


¿Cómo acusar á un dios de intemperancia? La flor del primer bozo, cuando ansia
Es el murmurador siempre maldito. A gloriosa doncella unir su suerte;

Si algún mortal se vió desde la infancia Mas antes de pedir á Hipodamía


Colmado de riquezas y de honores, Al Príncipe de Pisa, á la ribera
Por los que habitan la celeste estancia, Del mar, va solitario en noche umbría;

Ese Tántalo fué; mas de favores Y al que en el ponto bramador impera


Gozar no supo su soberbia loca, Con el áureo Tridente, el joven llama;
A sus débiles fuerzas superiores; Y el Numen de las aguas salta fuera.

Y sobre su cabeza enorme roca «¡Neptuno (dice), si de Venus ama


Suspende Jove: aterrador castigo T u ardiente pecho los preciosos dones,
Q u e á una inquietud eterna lo provoca. Hoy tus favores sobre mí derrama!

Y esta vida sin techo y sin abrigo, »Ya de Enomao, trece corazones
De la sed y del hambre los tormentos, La lanza atravesó; de su hija el lecho
Y de insomnio sin fin, lleva consigo. Negando á los espléndidos varones.

El néctar y ambrosía tuvo alientos »Su férrea punta aparta de mi pecho;


De robar á los Dioses inmortales, Y á Elis volando en rápida cuadriga,
Y dar como vulgares alimentos A la victoria llévame derecho.
Y
. J

8 OLÍMPICAS.

»Aborrece el peligro y la fatiga Place al mortal felicidad que dura


Imbele corazón; mas el valiente Más que otro galardón. Al caballero
Que de morir la certidumbre abriga, Cuyo bridón cual vencedor figura,

»¿Cómo será posible que indolente, Con Eólicos himnos tejer quiero
Sin gloria y sin honor, vejez oscura Corona triünfal. De altos loores
En paz inútil á aguardar se siente? Otro más digno señalar no espero.

¿Quién de los más esplendidos señores


»De la victoria pende mi ventura,
Los corceles como él doma robusto,
Y emprenderé la lid: á mis afanes
O conoce del arte los primores?
El anhelado triunfo tú asegura.»
T u numen protector, ¡Gerón augusto!
Dijo: y no fueron súplicas inanes. Con tal afán sobre tu gloria vela,
Neptuno lo agració con carro de oro Que ordena los sucesos á tu gusto.
Y alados incansables alazanes.
Que presto entonaré, tu ardor revela,
Ganó á Enomao el virginal tesoro, Himno más dulce á tu veloz cuadriga,
Que seis héroes le dió, de las fulgentes Si no te deja su eficaz tutela.
Virtudes, gratos al celeste coro.
De Cronio la región, que el sol abriga,
Palabras me dará: flecha volante
Y hoy día, á funerales esplendentes
Me guarda en su carcaj la musa amiga.
Cabe su altar y túmulo, á la orilla
Concurren del Alfeo extrañas gentes.
Es de mil modos el mortal brillante:
La regia dignidad es la suprema;
De Pélope la prez de lejos brilla No aspires á pasar más adelante.
En la Olímpica lid, de ligereza
Y de atléticas fuerzas maravilla. Conserva hasta la muerte la diadema:
Cual la presente, espléndidas victorias
¡Dichoso aquel que ciñe su cabeza A mis cánticos den sublime tema,
Con el lauro del triunfo! De dulzura
Vida eterna, y de paz, para él empieza Y admire Grecia por doquier mis glorias
ODA SEGUNDA.

Á T E R Ó N , R E Y DE A G R I G E N T O ,
VENCEDOR CON E L CARRO.

¡Himnos, que de la lira


Monarcas sois y dueños!
¿Qué semidiós, qué numen,
Cuál héroe cantaremos?
De Júpiter es Pisa,
Y estableció los juegos
Olímpicos Alcides
Cual bélico trofeo.

Hoy celebrar el triunfo


Con voz sonora debo
Que la veloz cuadriga
Donó á Terón excelso,
ODA I I .

Varón hospitalario, De Cadmo, á mi discurso


Columna de Agrigento, Sirven de noble ejemplo,
Flor de gloriosa raza, Las vírgenes augustas
Señor de vasto reino. Que tanto padecieron;
Pero de las cuitadas
Cedió el enorme duelo
A esta sagrada margen
De bienes más durables
T r a j o destino adverso
Bajo el precioso peso.
A sus mayores, astros
Del siciliano suelo.
Propicia la fortuna, Aunque del rayo herida,
O r o y favor perpetuo, De Olimpo bajo el techo
De ingénitas virtudes Vive Semele hermosa,
Les dió por justo premio. La de gentil cabello.
Minerva la ama siempre,
¡Hijo de Rhea, Jove, Jove la adora tierno,
Que diriges el cielo, Y su hijo (que de hiedras
Y el más alto certamen, Se corona) Liéo.
Y el cristalino Alfeo!
Por mi cantar movido, Vida inmortal de numen
A sus ilustres nietos Ino en el ponto inmenso
Conserven tus bondades Lleva con las marinas
El heredado imperio. Hijas del gran Nereo.
El hombre de su muerte
Mas ¡ay! justo ó injusto, No sabe ni el momento,
Lo que pasó, ni el Tiempo Ni si un día felice
A deshacer alcanza, Querrá engendrarle Febo.
Aunque de todo es dueño.
Con mejor suerte, olvido Las olas de la vida
Vendrá: cuando consuelo Con incesante juego,
Manda el Hado, perece Ya dan prosperidades,
Del mal hasta el recuerdo. Ya dolores sin cuento.

mimmo n me im
fiPTc'eca Va,»'/»ríe y Ts'ís?
OLÍMPICAS ODA N .

El Hado así propicio Terón en Pisa ciñe


Sonrió á tus abuelos, Su frente sola. En Delfos
Haciéndolos dichosos, Y el Istmo, con su hermano
Y grandes, y opulentos. Divide los trofeos
Que á sus cuadrigas áureas
Concede fallo recto,
Mas antes la desgracia
Al verlas doce veces
Manchó el hogar paterno,
Girar con raudo vuelo.
Desque el fatal Edipo
Con homicida acero
Atravesó á su padre El gozo que da el triunfo
Layo, sin conocerlo, Destierra el humor negro.
El oráculo antiguo Riqueza que acompaña
De Pitona cumpliendo. A la virtud y al mérito
A la victoria al hombre
Lleva por mil senderos,
Erinis mira el crimen,
Y, astro luciente, excita
Y en fratricida duelo
Noble ambición su fuego.
Destruye vengativa
Sus vástagos guerreros;
Tersandro sobrevive No ocúltase á quien goza
A Polinices muerto, Tal bien, lo venidero:
Famoso en la palestra Sabe qué penas sufren
Y en combates sangrientos. Las almas de los muertos;
Crímenes cometidos
De Jove en el imperio,
Él fué de los Adrástidas
Castiga inexorable
Vengador y renuevo;
Un juez en el Infierno.
Progenitor del grande
Hijo de Enesidemo,
A cuyo triunfo, cantos Cual de día, en las noches
Encomiásticos debo Alumbra el sol al bueno.
Consagrar, de mi lira ¡Cuán superior su vida
Con los sonoros ecos. Es á la del perverso!
Labrar no necesita Guirnaldas entretejen
El ingrato terreno, Y sartas con sus pétalos,
Ni atravesar los mares Con que alegres circundan
En busca de sustento. Frente, manos y cuello,
Los bienaventurados
Al lado de los Dioses Que á aquel paraje ameno,
Que venera el Averno, De Radamanto envía
Los que guardaron fieles El fallo justiciero.
Sus santos juramentos
Sin lágrimas disfrutan Saturno, que disfruta
Reposo sempiterno, El más sublime asiento
Mientras al malo afligen En Olimpo, y de Rhea
Terríficos tormentos. El conyugal afecto,
Por asesor lo tiene;
Y á los que por tres veces Y entrambos concedieron
Cambiando mortal velo, Estancia en aquella isla
Sin pecado en el mundo A Cadmo y á Peleo.
Y en el Orco vivieron,
De Júpiter les abre Allí condujo Tetis,
El benigno decreto Ablandando con ruegos
Camino de Saturno El corazón de Jove,
Hasta el alcázar regio. A Aquiles, cuyo acero
Derribó á la columna
¡Oh, cuán bella es la isla Invicta de Ilión, Héctor,
De los santos recreo! Y á Cieno, y de la Aurora
La bañan perfumadas Al vástago moreno.
Las brisas del Océano;
Brillan doradas flores, Mil dardos voladores
Ya sobre el verde suelo, En el carcaj reservo
Ya en los copudos árboles, Pendiente de mis hombros,
O ya del agua en medio. Que disparar deseo;
Su fama excita envidia;
É ingratos turbulentos
Pero tan sólo el sabio
Pretenden con maldades
Puede entender mis versos,
Oscurecer sus hechos.
É intérpretes sufridos
¡En vano! ¿Quién la arena
Requiere el vulgo necio.
Contó del mar inmenso?
¿Ni quién narrar podría
Al cielo eleva al vate Sus favores sin cuento?
Su natural talento;
Pero aquel á quien forma
Estudio sin ingenio,
Insoportable grazna
Como estúpido cuervo
Que al águila de Jove
Quiere seguir rastrero.

Al blanco ¡oh Musa mía!


Tiende el arco certero.
¿A quién nuestras benévolas
Flechas dirigiremos?
Oid los que, apuntando
A la ínclita Agrigento,
Entusiasmado entono
Elogios verdaderos:

Desque, cien años hace,


Surgió de sus cimientos
La gran Ciudad (lo juro),
No produjo su seno
Amigo más constante,
Príncipe más benéfico,
Que Terón, de varones
Generoso modelo.
ODA T E R C E R A .

AL MISMO TERÓN.

Los ínclitos Gemelos


De hospitalarios, tiernos corazones.
Miren desde los cielos
Con benévolo rostro mis canciones,
Y Helena, á quien adoro,
Alma beldad de cabellera de oro.

Quiero cantar la gloria


De la ciudad famosa de Agrigento,
Y la feliz victoria
Que de sus potros, émulos del viento,
La infatigable planta,
A Terón trajo, desde Olimpia santa.
i. «Ejr

OPA I I I .
22 OLÍMPICAS.

La Musa bienhechora Para ser, en la Olímpica palestra,


Me inspiró nuevo ritmo y melodía Del combate incrüento
Con que mi voz sonora El más esplendoroso monumento.
Pueda aplicar la Dórica armonía
A la festiva danza, A la Hiperbórea gente,
Del noble vencedor en alabanza. Sierva de Apolo, la frondosa planta
Ganó su ruego ardiente;
El lauro que las crines Y ahora de Jove á la morada santa
De los bridones coronó, me manda Presta su sombra densa,
Unir en los festines Y es del valor insigne recompensa.
A las flautas y lira mi voz blanda,
De Enesidemo al hijo Los quinquenales juegos
Honrando, con celeste regocijo. Del sacro Alfeo á la divina cuna
Llamábanlo, y los fuegos
Exige mis loores A su Padre encendidos: ya la luna,
También de Pisa la gloriosa arena. Pupila de la noche,
Do cánticos y honores Llena brillaba en su dorado coche.
(Del cielo rico don) la ley ordena
Que estableciera Alcides, Ningún árbol los valles
Para los venturosos adalides. De Pélope Saturnio protegía;
Y solares y calles
¡Feliz aquel valiente Se abrasaban al sol de mediodía.
En cuyas sienes brilla la corona Vínole entonces gana
De oliva refulgente, A Alcides, de marchar á Istria lejana.
Que con fallo imparcial justo le dona
Desde el dorado solio, De Latona la diva
Guardador de la ley, el juez Etolio! Hija, á quien place sujetar bridones,
Lo recibió festiva
Trajo de las umbrosas En las Escitias frígidas regiones,
Fuentes del Istro, de Hércules la diestra, Al llegar por extrañas
Sus ramas olorosas, Sendas, de las Arcádicas montañas.
24 OLÍMPICAS.

Los decretos paternos De los claros Tindárides imprime.


¿Callar cómo pudiera?
Y de Euristeo la maldad proterva,
Ensalza ¡oh lira! su piedad sincera.
La de dorados cuernos
Y á Diana consagrada, rauda cierva
De los divos Jinetes
A buscar, inhumanos
Adornan con fervor los santüarios,
Lo enviaron á países tan lejanos.
Y sagrados banquetes
Les ofrecen, cual nadie hospitalarios.
Mientras le daba caza,
Teniéndolos propicios
Allá en el Norte descubrió el terreno
Sin cesar, con solemnes sacrificios.
De la Hiperbórea raza;
Y el héroe se paró, de asombro lleno,
Si el agua es la primera
A admirar de la fría
De los cuatro elementos primordiales,
Vasta comarca la arboleda umbría.
Y si el oro supera
En esplendor á todos los metales,
Y le asaltó la idea
¿Quién disputar podría
De circundar la arena, que fogoso
Al valor de Terón la primacía?
Doce veces rodea
Con la cuadriga el potro belicoso,
Desde Sicilia llega
Con los verdes olivos
A las Columnas de Hércules su nombre
Que en aquella región crecen altivos.
¡Musa! T u s alas plega:
Avanzar más allá no puede el hombre,
Y las fiestas Alcides
Y la barrera en vano
Con los Hijos de Leda ahora presencia
Pretenderá saltar, cuerdo ó insano.
En las sagradas lides,
Al Olimpo al subir, la presidencia
Les dió su mano amiga
Sobre el atleta, el potro y el auriga.

A la tribu Emenida
Y al ínclito Terón, honra sublime
La mano agradecida
ODA QUINTA.

AL MISMO SAUMIS,
VENCEDOR CON LA CUADRIGA, EL CARRO MULAR
Y EL CABALLO DE SILLA.

¡Oh tú, que del Océano


Eres prole divina,
Recibe, oh Camarina,
Con pecho bondadoso mi cantar!
De sus virtudes célicas
La flor, Saumis te dona;
Su Olímpica corona,
Y el que la conquistó, carro mular.

A tu ciudad espléndida
Honran sus hechos nobles;
Los seis altares dobles
Hizo humear con hostias su fervor;
OLÍMPICAS. OPA v.
Y en fiestas y certámenes, A tí me vuelvo ¡oh Júpiter!
Fiel hasta el quinto día, Que al caudaloso Alteo
Ya en su carro vencía, Y al antro sacro Ideo
Ya en sus muías ó potro corredor. Concedes tu santísimo favor;
Que entre las nubes cárdenas
Tu habitación divina
Y á tu sede novísima
Tienes, y en la colina
Cedió su alto renombre:
Del alto Cronio, ¡Numen salvador!
De Acrón su padre el nombre
Resuena con el tuyo por doquier;
Y del reino de Pélope No desdeñes las súplicas
Y Enomao tornando, Que, al són de Lidias cañas,
T u bosque venerando Tus piadosas entrañas
¡Patrona Palas! hizo florecer. Aspiran melodiosas á ablandar;
Y á esta ciudad perínclita
De heroicos pobladores,
Por Saumis celebérrima
Dígnate tus favores
Es la veloz corriente
Del Oano torrente, Con generosa mano prodigar.
Y el lago que refleja tu esplendor;
Y el sacro lecho de Híparis ¡Oh vencedor Olímpico,
Que sus hogares riega, Señor de mil corceles!
Y la madera entrega Endulcen tus laureles
Para tus techos de sublime altor. Y tus hijos, tu larga senectud.
Ya sólo de los Númenes
Falta subir al coro,
A constrüir de alcázares
Al que á montones de oro
Espeso bosque empieza; Une renombre, y tierras, y salud.
Aleja la pobreza
De tus hijos, su pródiga bondad.
Place aun al vulgo el éxito
De los proyectos vastos:
Riesgos, trabajo, gastos,
Con las virtudes luchan sin piedad.
ODA SEXTA.

A AGESIAS DE SIRACUSA,

V E N C E D O R CON E L C A R R O D E M U L A S .

El pórtico de alcázar eminente


Sostiene el arquitecto con pilares
De mármoles y de oro reluciente;

Y dorado portal á mis cantares


Quiero poner: la espléndida fachada
Del palacio, han de ver desde los mares.

Quien de Olímpico lauro coronada


Muestra su sien, y á Jove hostias ofrece
En el ara por Pisa levantada,
»Diestro vibraba el homicida acero,
Y de la noble Siracusa acrece Y en el altar la víctima ofrecía,
El glorioso recinto, ¿qué canciones. Santo profeta y sin igual guerrero.»
Si elogiarlo queremos, no merece?
¡Señor y dueño de la lira mía,
¡Dichoso tú, que tal coturno pones Profeta y lidiador Siracusano!
A tu divina planta, prole augusta Igual elogio te compete hoy día.
De Sóstrato, con ínclitas acciones!
Yo, que detesto el disputar insano,
Valor que no se prueba en lid robusta Lo afirmo con solemne juramento
Con los hombres ó el líquido elemento, Que las canoras Musas no harán vano.—
Ni al navegante ni al atleta gusta;
¡Oh Fintis, ven, más rápido que el viento.'
Pero levanta eterno monumento Unce las muías, valeroso auriga,
El pueblo, á los heroicos adalides Que ancho camino recorrer intento.
Que probaron, luchando, su ardimiento.
Mi carro ha de llevar tu mano amiga.
¡Agesias! Para tí el encomio pides Hasta que á los perínclitos mayores
Que dirigió de Adrasto el justo labio De tu noble señor llegar consiga.
A Anfiarao, honor de los Oiclides,
Mejor que los corceles voladores
Cuando la tierra al sacerdote sabio Ellas conocen la gloriosa senda,
Tragando con su carro juntamente, Desde que Olimpia las cubrió de flores.
De muerte infame le evitó el agravio.
A abrir las puertas, déjame que atienda.
Las siete piras al arder enfrente De la canción; y por la vía llana
De las Tebanas puertas, así clama Volemos, conductor, suelta la rienda.
De Talayón el vástago doliente:
El camino tomemos de Pitaña,
«¿Dó está el amigo á quien en vano llama Que del Eurotas á la amena orilla
Mi triste voz; que espléndido lucero Hoy hemos de llega r á hora temprana.—
De mis falanges pregonó la fama?
OLÍMPICAS.

Fué Pitaña gentil ninfa sencilla


Que Neptuno sedujo; y de aquel lazo Lo deja en su dolor sobre la grama
Provino Evadne, dulce morenilla. La triste ninfa; y llegan dos serpientes
Cuyas pupilas son vivida llama.
El tierno fruto del vedado abrazo,
Escondido hasta el crítico momento Por orden de los Dioses providentes,
En los pliegues guardó de su regazo; Lo nutren con la miel que en los panales
De las abejas liban inocentes.—
Y de la Arcadia al Príncipe opulento-
Llevaron á la niña las doncellas, Mientras, por los extensos pedregales
Guando pasó el feliz alumbramiento; De Pitona, cabalga el Rey gozoso,
Y llega de su casa á los umbrales;
Y del Afeo en las riberas bellas
Epito la educó; y allá en Fesina Y á todos los domésticos, ansioso
Febo, herido de amor, siguió sus huellas. Pregunta por el vástago felice
Que Evadne ha dado á Apolo venturoso.
Ella libó las flores de Ciprina:
Mas no se oculta á Epito vigilante De su divino padre el nombre dice;
La que va á germinar, planta divina. Que ha de llegar á ser sobre la tierra
Profeta eminentísimo, predice,
A Delfos se dirige vacilante,
Reprimiendo el furor y pena aguda Y eterna, si el oráculo no yerra,
Que el corazón desgárrale punzante. Será su raza. Nadie sabe dónde
El anhelado párvulo se encierra.
Desvanece el oráculo su duda.—
Evadne, en tanto, en la floresta umbría Que ni lo vió ni oyó, firme responde
La purpurina faja desanuda. Cada mujer: ¡y el quinto sol ya brilla
Sobre la hierba que al infante esconde!
Y con las Parcas, á asistirla envía
Febo á Lucina, que á las madres amai Humedecen su Cándida mejilla
Y el dulce Yamo ve la luz del día. Los pétalos de violas inmortales,
De color purpurina y amarilla.
ODA V I . 41
-10 OLÍMPICAS.

La madre, atenta á conjurar los males, Así dijo el oráculo; y del seno
Nombre inmortal para su niño toma De las aguas saliendo, á la eminencia
De las flores, que ve, primaverales. Del Cronio, Yamo al dios sigue sereno.

No bien el bozo en su mejilla asoma Allí de sus tesoros la opulencia


(De la adorable Pubertad divina Descubriéndole Febo, al mozo inspira
Espiga de oro y prematura poma) De la adivinación la doble ciencia.

Cuando al sagrado Alfeo se encamina A oir su voz, exenta de mentira,


De noche el mozo, y salta reverente Le enseña desde entonces; y le manda«
En medio de su linfa cristalina; Que cuando Hércules venga (á quien admira

Y á su progenitor armipotente Como á su flor, la raza veneranda


Neptuno, invoca; y de la sacra Délos De los Alcides, semidiós glorioso,
Al Rey, que vibra el arco refulgente; Cuya furia en la lid ninguno ablanda)

Y pide á los señores de los cielos Y del padre en honor funde piadoso
La regia dignidad, que le permita Fiestas solemnes y robustos juegos,
Consagrar á los pueblos sus desvelos. Sobre el altar de Jove poderoso

La voz paterna á confiar lo excita, Establezca el oráculo, y sus fuegos


Y, por nombre llamándolo, le jura Encienda.—Desde entonces renombrados
La gracia conceder que solicita. Los Yámidas han sido entre los Griegos.

«Levántate: mi voz guía segura Opulentos también y afortunados,


De tus pasos será; de esa montaña, De la fama el amor los arrebata:
Hijo querido, sigúeme á la altura. Síguenla por caminos no trillados.

»Esa comarca que el Alfeo baña. El valer de los hombres aquilata


Patria común del lidiador Heleno Su propio proceder; mas de la Envidia
.Será, y admirador de gente extraña.» Ninguno escapa á la cuchilla ingrata.
Hiere al hermoso con tenaz perfidia; ¡Vamos, Eneas! A tu coro excita
A celebrar á Juno sacrosanta
Y hiere al que girando doce veces
Que en el Partenio monte excelsa habita.
En redor de la meta, heroico lidia.

En acordado són conmigo canta.


Si el Olímpico triunfo hora mereces
El viejo adagio que desmientas quiero,
¡Oh Agesias! de los ínclitos abuelos
Que á Beocia atribuye infamia tanta.
De tu madre, lo debes á las preces.

Cual báculo y querido mensajero


Del monte de Cilene entre los hielos
De las Musas, y vaso que rebosa
Aplacaban con diario sacrificio
De altisonantes himnos, te venero.
A Mercurio, el heraldo de los cielos
Manda cantar á Siracusa hermosa,
Que de Arcadia al honor mira propicio
Y á Ortigia, do devoto se prosterna
Y las coronas en la lid reparte:
De Ceres á los pies color de rosa,
A él y á Jove agradece el beneficio.—
Y adora la potencia sempiterna
Ansioso siempre ¡oh lira! de pulsarte,
De Júpiter Etneo y Proserpina,
Hoy más que nunca que me aguza siento
El rey Gerón, que justo las gobierna.
La lengua el pedernal, no sé con qué arte.
Le es familiar la cítara argentina
¡Estinfalia Metope! Dulce viento
Y el dulce canto. ¡Nunca su ventura
A tus floridas márgenes me lleva, Empañe el tiempo, que veloz camina!
¡Madre de la deidad por quien aliento!
Reciba con benévola finura
T ú diste á luz á mi adorada Teba, Su majestad los cánticos triunfales
De potros domadora, en cuya fuente Que á Agesias consagró mi lengua pura.
Permite á su hijo que sin tasa beba.
De los sagrados muros Estinfales,
Jamás entono al lidiador valiente Gloria de Arcadia, de su madre cuna,
Encomiásticos himnos, si no quita Torna á su patria y techos paternales.
Su dulce manantial mi sed ardiente.—
En noche tormentosa, á que la luna
Niega su luz, en la agitada barca
Dos áncoras tener es gran fortuna.

A su doble mansión quiera la Parca


Enviar la dicha. Y tú próspero viento
Da á su nave, ¡oh del mar alto Monarca!

Protégelo, Señor, por el contento ODA SÉPTIMA.


Que de Anfitrite diéronte las bodas:
Y de la fama el perfumado aliento

Acaricie las flores de mis odas.


Á DIÁGORAS DE RODAS,
PÚGIL.

Agrada á padre anciano


Con espléndida mano
Tomar la copa, donde hierve opimo
El rocío sabroso
Que destiló dulcísimo racimo.
• Lo gusta, y generoso
Al yerno juvenil luego lo pasa;
Y va de casa en casa
El bello cáliz de oro,
Gloria de su tesoro
Y del festín lujosa maravilla.
El valioso presente
Honra al novel pariente;
La admiración en sus amigos brilla, Y de Castalia, coronó su frente,
Y proclaman feliz á quien alcanza Celebro entusiasmado
Novia tan bella y tan gloriosa alianza. Y á Demageto (amado
De la Justicia) padre del valiente;
Mi mano, de igual suerte, Gloria de la Isla que á Asia muestra altiva
De mis cantares vierte Sus tres ciudades y su gente Argiva.
El dulce néctar, don de las Camenas
Y de mi ingenio fruto, Sangre del noble Alcides
Al que vence en atléticas arenas Hierve en los adalides.
Enviándolo en tributo. De su linaje llegaré al Supremo
Al varón que en Olimpia ó en Pitona Progenitor ilustre,
Gana verde corona, Rastreando hasta el grande Tlepolemo
Llena la lira mía De su familia el lustre.
De célica alegría. Del alto Jove la paterna rama
¡Feliz el hombre á quien eterna fama Oriunda se proclama,
Donan los trovadores! Y la otra se gloría
De mi cantar las flores De ser de Astidamía
Sobre este y sobre aquel mi voz derrama, Y de Amíntor insigne descendiente.
Ya la cítara al himno acompañando, Innúmeros errores
Ya de las cañas el acento blando. Girando engañadores
Del infeliz mortal ciegan la mente;
Con ambos instrumentos Y el bien que hade elegir, mísero ignora
Hoy bajo, los concentos Lo mismo el día de hoy que en la última hora.
A consagrar, de mis triunfales odas
A Diágoras robusto Como patente ejemplo
Y á la que baña el mar, bélica Rodas; De suerte tal, contemplo
Ninfa que el Sol augusto De esta colonia al fundador gallardo.
Llama esposa feliz, é hija divina La cólera no enfrena,
De la bella Ciprina. Y de Alectrión al vástago bastardo,
Al púgil giganteo Que hermano fué de Alcmena,
Que á orillas del Alfeo Con duro tronco de silvestre oliva
Inhumano derriba Ordena celebrar tal nacimiento
A tiempo que, en Tirinto, Con santos regocijos.
Salía del recinto Quiere que sus amados insulares
Del alcázar suntuoso, do moraba Los primeros altares
La culpable Midea, Con mano generosa
A Licimnio golpea Erijan á la Diosa;
De Tlepolemo audaz la fuerte clava: Y ofreciendo solemnes sacrificios,
(¡Así aun al sabio la pasión ofusca!) A su padre sublime
Y el joven delincuente á Apolo busca. Y á la Virgen que esgrime
El terrible lanzón, tengan propicios.
El Dios de áureo cabello, ¡De cuánto sirve al hombre la prudenciaf
Del oráculo el sello Gozo le da, poder y preeminencia.
Dulce rompiendo entre perfumes suaves,
. De Lerna á la remota Mas suele repentina
Isla, llevar le manda de sus naves Venir ciega neblina
La numerosa flota. De olvido, que espesísima sepulta
Bañó con nieve de oro aquel terreno, La pobre mente humana,
Del espantoso trueno Y de la empresa más sencilla, oculta
El Numen soberano, La senda recta y llana.
Cuando partió Vulcano A la santa montaña así obediente
Su alta cabeza, con segur luciente. Sube la Rodia gente,
Por la profunda herida, Y sólo allá repara
De armadura vestida Que falta para el ara
Salió Minerva de la augusta frente; El necesario germen de la lumbre.
Y el que lanzó al nacer, grito de guerra, Sin humo asciende el ruego,
Hizo temblar los cielos y la tierra. Y víctimas sin fuego
In molan, del castillo en la alta cumbre.
El que ilumina al mundo, Nube rojiza Júpiter les trae,
Vástago rubicundo Y lluvia de oro sobre Rodas cae.
Del excelso Hiperión, baja al momento;
Y á sus queridos hijos Luego en las artes todas
Concede á los de Rodas
Y nutrirá magníficos ganados.»
La Diosa de ojo azul tal maestría.
Que ninguno en el mundo La obtiene del Tonante;
Las bellas obras igualar podría Y exige que levante
De su cincel fecundo. La derecha fatal Laquesis (Parca
Se vieron en sus calles esculturas De dorada diadema)
Que vivas creaturas Confirmando del célico Monarca
El extraño creyera.
La donación suprema.
¡Dichoso quien supera
Júpiter da su excelso asentimiento,
Con la destreza el dolo! Eterna gloria
Y el sacro juramento
Así el hábil artista
Por la Estigia laguna,
A su patria conquista.—
A que Deidad ninguna
Cuando Júpiter (narra antigua historia)
Puede faltar, pronuncia; asegurando
Sus reinos á los Dioses señalaba,
Que apenas al ambiente
Rodas sobre la mar aun no flotaba.
Salga la isla naciente,
La regirá del Sol el cetro blando.
Bajo las turbias ondas No fué del Numen la aserción insana,
En las cavernas hondas Ni del Tonante la promesa vana.
Del piélago, la isleta se escondía,
Y nadie su existencia De la salada linfa
Indicó; ni del Sol, en aquel día Surge la dulce Ninfa;
La inevitable ausencia. Y de ella y del solar que la circunda
Al Numen no alcanzó el repartimiento, Es rey y amante esposo
Y al oir su lamento El Padre de la luz que al Orbe inunda;
Otro nuevo dispone Cuyo carro fogoso
Jove; mas él se opone Conducen potros cuyo aliento es llama.
Y «dame (al Padre de los Dioses dice) La tierna Rodas lo ama,
La que en mi diurno giro, Y de su casto enlace
En lo profundo miro Sabia progenie nace,
Del espumoso mar, tierra felice. De aquella edad prodigio verdadero
Producirá mil héroes esforzados, Que la virtud acendra.
Del Sol un hijo, engendra Seis victorias obtiene;
A Yaliso, y á Lindo, y á Camero, Y lápida de mármol en Megara
Que la ínsula en tres partes se dividen, Su nombre inmortaliza
Y hacen que con sus nombres se apelliden. Sin igual en la liza.
¡Oh Padre Jove, cuyo cetro ampara
En isla tan augusta, Del Atabirio excelso el monte santo!
Cual recompensa justa El homenaje acepta de mi canto.
De sus trabajos é infortunio extremo.
De fúnebres honores, Cubre, Señor, de gloria
Al Rey de los Tirintios, Tlepolemo, Al que la gran victoria
Colman sus moradores. En Olimpia ganó, púgil valiente.
En sus altares, como á excelso Numen, Estima y reverencia
Víctimas se consumen; Entre la propia y extranjera gente
Y su gloriosa tumba Le dé tu omnipotencia;
Con el eco retumba Que el rumbo sigue á la arrogancia opuesto.
De juegos, en que gana ya dos veces Enérgico y modesto;
Diágoras la corona. Y los ejemplos raros
El heraldo pregona De sus mayores claros
¡Istmo gentil! las cuatro que le ofreces. Siempre su norma son. ¡Musa! No olvides
Una tras otra le ciñó Nemea; Que del buen Calianate,
Una tras otra Atenas la petrea. Célebre en el combate,
Es nieto, y de los nobles Eratides.
Engalanarlo pudo Rodas está de fiesta. Su contento
En Argos el escudo No venga á perturbar mudable viento.
(Premio al valor) d e bronce refulgente;
En las heroicas pruebas
De Arcadia, el cáliz de metal luciente
Ganó, y en las de Tebas;
Beocia en sus certámenes legales
Le canta himnos triunfales;
En Egina y Pelene
ODA OCTAVA.

A ALC1MEDONTE DE EGINA
JOVEN LUCHADOR.

¡Oh madre de las lides


Fecundas en coronas refulgentes,
Reina de la verdad, sagrada Olimpia!
En tu seno el fatídico profeta
En las ardientes víctimas explora
La voluntad de Júpiter, que el rayo
Rápido vibra; y sin errar conoce
Cuando los votos del atleta escucha
Que á la victoria y al reposo, premio
Debido á los certámenes, aspira.
A la piedad concede
Y á las preces del santo sacerdote
Su respuesta el oráculo. ¡Oh de Pisa
Frondosísimo bosque, cuyas ramas
Prestan su sombra al cristalino Alteo! Variado peso la balanza inclina.
Recibe este cantar, y las coronas Pero la providencia
Triunfales que te ofrezco. Alto renombre De los Númenes, quiso que, igualmente
Adquiere siempre el vencedor ilustre Que Olimpia, esta región que ciñe el ponto
A quien tú recompensas; pero varios Seguro asilo y divinal columna
Los galardones son, y por caminos Fuese á los numerosos peregrinos
Diversos, á la gloria nos conducen Que acuden en tropel de todas partes
Los Dioses inmortales. A su bello recinto. (¡Quiera el tiempo
Nunca variar su genio hospitalario!)
¡Timóstenes! El Hado- Desde Éaco, la Dórica familia
A tu hermano y á tí, bajo las alas La gobernó. De la gentil Latona
De Jove colocó; vuestro patrono El vástago, y Neptuno poderoso,
Desde la cuna. T ú , renombre eterno Al semidiós llamaron
En Nemea ganaste: á Alcimedonte Como auxiliar en la divina empresa
Hoy alegra la Olímpica victoria De circundar á Ilion con fuerte muro.
De Crono en la colina. ¡Cuán gallarda Los Hados decretaban
Era del joven la marcial figura! Que al encenderse las voraces guerras,
De ciudades verdugos, de humo espeso
Y sus heroicos hechos
En nube aterradora, se verían
De su aspecto gentil no desdecían.
Envueltos los Troyanos balüartes.
En la lucha venciendo, de su patria,
La bella Egina (cuya armada empujan
Remos inmensos), el ilustre nombre No bien la nueva torre
Elevó hasta los cielos. Allí Temis, Terminan los artífices divinos,
Salvadora Deidad, nunca abandona Cuando hórridas la asaltan tres serpientes
A Jove, defensor del extranjero; De azulado color. Dos al instante
Caen; y retorciéndose, el aliento
Y reina más gloriosa
Último exhalan. La tercera al muro
Que en ningún otro pueblo de la tierra.
Se abalanza, y con silbos horrorosos
Penetra en el recinto. Apolo estudia
En extremo difícil
El adverso prodigio, y así dice:
Es decidir con imparcial dictamen, «Eaco, semidiós: de la muralla
Cuando á uno y otro lado
En Nemea ganó, y en el pancracio
La parte que tus manos han labrado
Mucho tiempo después á varoniles
Caerá derribada, y por la brecha
Atletas ha vencido, yo aseguro.
En Pérgamo entrarán los enemigos.
(Así me lo revela este portento
Maestro acostumbrado á la victoria,
Que el Tonante ha mandado.) Su caída
Mejor enseña que varón imbele
Se deberá á tus hijos; pero sólo
Que jamás combatió. Loco es el hombre
En la primera y cuarta
Que la ignorada senda
Generación vendrán.» A otro intenta mostrar; y por los aires
Vaga la mente de inexperto guía.
Tales sentencias
¿Quién mejor que él la disciplina ruda
Profiere el rubio Numen infalible,
Enseñarnos podrá, que forma al héroe
Y de las Amazonas
Ansioso de ganar en los combates
(Bellas cabalgadoras) por el Xanto
El codiciado premio? Alcimedonte
Avanza á la región, y á las comarcas
Su trigésimo alumno
Que riega el Istro. Su veloz cuadriga
Es ya, que ha conseguido la victoria.
Dirige en tanto al Istmo,
Con el favor divino
Que el Océano baña, del Tridente
El excelso Monarca; y con sus yeguas. Y su propio vigor, postró en el suelo
De oro adornadas, otra vez á Egina A cuatro niños, que á la patria mudos
Al buen Eaco lleva, y de Corinto Y sin honor, por sendas extraviadas
A la eminencia, el célebre banquete A tornar obligó, mientras alegre
A presenciar, y las famosas fiestas. De su triunfo gozaba. Nueva vida
En su abuelo infundió, que de los años
Resista al peso abrumador: la gloria
Nada hay entre los hombres
Hace olvidar hasta la tumba fría.
Que á todos á la par deje contentos.
Si para el viejo preceptor Milesias Tierno recuerdo consagrares justo
Los honores reclamo por el triunfo A los bravos Blepsíades, mi canto
De sus nobles discípulos imberbes, También á sus hazañas dirigiendo.
En mis cantares, guárdese la Envidia Ya la sexta corona es la presente
De arrojar á mi faz agudas piedras. Que sus invictas manos, de los juegos
Que en juvenil edad, igual victoria
A las frondosas ramas, arrancaron.
También á los difuntos
Atañe una porción de los honores
Que el rito á los vivientes asegura;
Ni les oculta el polvo
La gloria de su noble descendencia.
¿Oh Fama, de Mercurio
Hija querida! A los Elíseos campos ODA NOVENA.
Rápida vuela, y á Itíón anuncia
La fausta nueva; los solemnes triunfos
El refiera á Calimaco, que Jove
En la Olímpica arena
A su ilustre familia ha concedido. Á EFARMOSTO DE OPUNTE,
¡Que bienes sobre bienes acumule LUCHADOR.
Sobre ella su bondad, y las agudas
Enfermedades, del umbral aparte
De Alcimedonte y de su hermano tierno!
Jamás su providencia
A Némesis permita vengadora Bastante ha resonado
De Arquíloco la triple melodía,
La dicha perturbar que los circunda.
Una vida feliz, libre de males Cuando al Cronio collado
A Efarmosto la pompa conducía,
Les conceda hasta el fin, y altos honores
Repitiendo constante
Vierta sobre ellos y su dulce patria.
Siempre la misma aclamación triunfante.

Mil flechas, de la aljaba


Saca de tus hermanas, y su punta
Primero en Jove clava;
Al promontorio de Elis luégo apunta,
(Dote de Hipodamía
Que Pélope ganara) ¡oh Musa mía!
A las frondosas ramas, arrancaron.
También á los difuntos
Atañe una porción de los honores
Que el rito á los vivientes asegura;
Ni les oculta el polvo
La gloria de su noble descendencia.
¿Oh Fama, de Mercurio
Hija querida! A los Elíseos campos ODA NOVENA.
Rápida vuela, y á Itíón anuncia
La fausta nueva; los solemnes triunfos
El refiera á Calimaco, que Jove
En la Olímpica arena
A su ilustre familia ha concedido. Á EFARMOSTO DE OPUNTE,
¡Que bienes sobre bienes acumule LUCHADOR.
Sobre ella su bondad, y las agudas
Enfermedades, del umbral aparte
De Alcimedonte y de su hermano tierno!
Jamás su providencia
A Némesis permita vengadora Bastante ha resonado
De Arquíloco la triple melodía,
La dicha perturbar que los circunda.
Una vida feliz, libre de males Cuando al Cronio collado
A Efarmosto la pompa conducía,
Les conceda hasta el fin, y altos honores
Repitiendo constante
Vierta sobre ellos y su dulce patria.
Siempre la misma aclamación triunfante.

Mil flechas, de la aljaba


Saca de tus hermanas, y su punta
Primero en Jove clava;
Al promontorio de Elis luégo apunta,
(Dote de Hipodamía
Que Pélope ganara) ¡oh Musa mía!
Cuando Neptuno en Pilos lo asaltaba?
A Pitona certero
¿Ni cómo pudo él solo
Otro dardo raudísimo dispara.
Al arco de oro resistir de Apolo?
Con cántico rastrero »
No has de alabar á Opunte la preclara,
Hoy que á mi dulce lira ¿Ni cómo, de otra suerte
Del hijo y de la madre el nombre inspira. La vara de Plutón dejó su presa
Arrancar á la muerte?
El tema es peligroso; ¡oh lengua! cesa,
¡Temis! En ella imperas
Que ni se jacta el sabio,
Con Eunomia, tu prole salvadora.
Ni hace á los Dioses, murmurando, agravio.
Con flores las riberas
Del Alfeo, y Castalia bullidora
Ciñen la sien corteses ¿Por qué, Musa, no callas?
De la madre feraz de los Locreses. No mezcles á los Númenes supremos
En guerras y batallas.
De Protogenia la ciudad cantemos,
De la ciudad querida
Habitación primera
Anunciarán doquiera mis cantares
Que á Pirra y Deucalión Júpiter diera.
La fama esclarecida.
Más que velera nave por los mares,
Bajaron del Parnaso,
Más que corcel de guerra
Y de las piedras, sin nupciales ritos,
Volarán presurosos por la tierra,
(¡Oh peregrino caso!)
Brotar hicieron pueblos infinitos.
Si con divino acierto
Duro su nombre suena,
Las seductoras Gracias me conceden
Según su origen, en la lengua Helena.
Labar su dulce huerto.
En delicias bañar, sólo ellas pueden;
A la raza sagrada
Y valor y prudencia
Abre ¡oh Musa! poético camino.
De los Númenes da la omnipotencia.
Al paladar agrada
El cáliz en que hierve añejo vino;
¿Sin ellos, cómo pudo
Pero líricas flores
Hércules, del Tridente, con la clava
Mientras más nuevas son, suenan mejores.
Vencer el golpe rudo
Esta tierra fecunda Que naturales de Argos y de Tebas,
(Según narra la historia) de repente Y Arcades y Písanos
Diluvio atroz inunda; Vienen á ser regidos por sus manos.
Mas el arte de Jove omnipotente
Al instante produjo
Con singular aprecio
En las aguas benéfico reflujo.
Honra entre tanta gente peregrina
El monarca, á Menecio
Famosos desde entonce (Hijo de Actor y de la bella Egina)
Fueron vuestros abuelos, distinguidos Cuyo vástago al llano
Por su escudo de bronce; Vino, con los Atridas, de Teutrano.
Reyes siempre en su patria, descendidos
De Japeto, y la dama Él sólo, con Aquiles,
Que á la progenie de Saturno inflama. Cuando Telefo derrotó del Griego
A las turbas hostiles,
En la Menalia altura, Sostuvo heroico el enemigo fuego,
De Opunte-Deucalión á la hija hermosa En tanto que á las popas
Amor celeste jura De las naos fugábanse las tropas.
El alto Rey de Olimpo; que á la fosa
No deja su clemencia Desde entonces el mundo
Al buen Locro bajar sin descendencia. Admira de Patroclo la bravura,
Y el hijo rubicundo
De su consorte el hijo De la alma Tetis, á su amigo jura
(Divino germen), al marido anciano No salir á batalla
Llena de regocijo; Si su lanza inmortal con él no se halla.
Y de su abuelo el nombre soberano
Lega al joven glorioso, ¿Cuándo será que al cielo
En valor y belleza prodigioso. Remontarme atrevido yo consiga,
Y con osado vuelo
Le cede la corona De las Musas girar en la cuadriga?
De su ciudad y pueblo; y tales nuevas ¡Oh! ¡Quién diera á mi canto
La fama de él pregona, Nuevos arranques hoy y nuevo encanto!
5
De la amistad la diestra Y de Pelene lleva por trofeo,
Los ricos lauros á ensalzar me guía. Contra la nieve cana,
Que la ístmica palestra La rica estola de caliente lana.
Viera resplandecer en solo un día,
De Lamprómaco ardiente Testigo de sus glorias
Y del varón que canto, en la alma frente. Se eleva de Yolao el monumento;
Y narra sus victorias
A Efarmosto, Corinto Eléusis, que del mar refresca el viento.
En sus puertas donó doble presea; Prenda que da Natura
Y, en su feraz recinto, Con resplandores sin igual fulgura.
Otras el valle umbroso de Nemea:
En Argos sus laureles De la fama á la cumbre
A adultos quita; en Atica á donceles. De mortales en vano se encamina
Inmensa muchedumbre,
¡Ved cómo lo arrebata Con sólo la adquirida disciplina.
En Maratona prematuro arrojo; Lo que no manda el cielo
Y las copas de plata, Oculta pronto del silencio el velo.
Burlando agudo del maestro el ojo,
Disputa triunfante Quién presuroso vuela,
A robusto varón el tierno infante! Y quién se arrastra con tardía planta;
Lo que un mortal anhela
Ningún Atleta gira A otro tal vez aterrador espanta.
Como él, sin tropezar, sobre la arena: Difícil es la vía
La multitud lo mira, Que á la eminencia y los honores guía.
Y aplauso universal súbito suena.
¿A quién la faz no encanta Con la última proeza,
De tan bello garzón, y hazaña tanta? ¡Musa! las glorias del varón proclama.
Fuerza, valor, destreza,
El cielo bienhechor sobre él derrama.
Como lucero brilla
¡Espléndido trofeo
En las fiestas de Júpiter Liceo
Lleva al altar del vástago de Oileo!
De la Parrasia villa;
ODA DÉCIMA.

Á AGESIDAMO DE LOCR1S,
PliGIL.

¿Dó está,decidme, el vástago de Arquéstrato.


El vencedor Olímpico valiente?
<En qué rincón de mi cansada mente
Su nombre se ocultó?
Eché al olvido que le debo un cántico,
i Verdad, hija de Jove, y tú, oh mi Musa'
Hallad, os ruego, á mi pecado excusa,
Que yo no miento, no.

Pasó tiempo ha de mi promesa la época,


Y de la deuda la vergüenza dura;
Mas de otro canto la crecida usura
Mi crimen lavará.
OLÍMPICAS.
OPA X . 11
Ved el torrente que en su curso rápido
Frescos aún estaban los cadáveres
La piedrecilla con violencia traga:
Del inocente Cte'ato y de Eurito:
Himno que al héroe y á su patria halaga
Por arrancar á Augías el prescrito
Nuevo favor me da.
Precio, los inmoló.
Si de Hércules vencieron el ejército
Impera la Justicia en la República En Élide los hijos de Moliona,
De Locris, la Señora de Occidente, Después en los verjeles de Cleona
A quien aman Calíope esplendente Su lazo él les tendió;
Y Marte el lidiador.
Huyó ante Cieno, de Mavorte vastago, Y el Rey Epeo, engañador de huéspedes.
El hijo robustísimo de Alcmena; Su patria y su magnífica morada
¿Qué mucho, si al principio vió la arena Vió presto por el hierro devastada
Ceder al luchador? Y el incendio voraz.
Sumergió su ciudad honda vorágine,
Si al fin derriba á los soberbios púgiles Que es loca empresa provocar al fuerte:
En la Olímpica lid Agesidamo, Después de la derrota, halló la muerte
Para Hilas, su maestro, yo reclamo Que fué á buscar audaz.

Honor y gratitud.
Así á Patroclo su victoria espléndida Todo el botín, y sus falanges ínclitas
Debió Pelides. Da fuerza infinita Condujo á Pisa el hijo del Tonante;
La Providencia, al hombre á quien excita Y un bosquecillo consagró al instante
Otro hombre á la virtud. Al gran Progenitor.
Del sacro templo al derredor del ámbito
No espere nadie del triunfo el júbilo Marcó también la circular llanura,
Si á fuerza de sudores no lo gana: Donde el banquete, tras la lucha dura,
Es el trabajo, de la vida humana Alegra al lidiador.
Clarísimo fanal.
La insigne lid honrar me manda Júpiter Al claro Alfeo entre los doce Númenes
Que Hércules victorioso instituyera, Cedió un altar, de amor en testimonio;
Do de Pélope augusto se venera Y á la vecina altura Monte Cromo
El mármol sepulcral. Piadoso apellidó.
En el reinado de Enomao, estériles Era ya noche, y asomaba fúlgida
Rocas tan sólo y despobladas breñas
La faz hermosa de la luna llena:
Era aquella región, en cuyas peñas
Cantos y brindis la sagrada arena
Nieve, no más, se vió.
Venían á alegrar.
Fieles custodios de los ritos prístinos.
En la inauguración de los certámenes Del Numen que concede la victoria
Las Parcas solas vjéronse presentes, Y enciende los relámpagos, la gloria
Y el Tiempo, que atestigua á los ausentes Queremos hoy cantar.
La sincera verdad.
El con certeza declaró á los pósteros Al dulce són de la argentina fístula
Que sus despojos ofreciendo Alcides Adaptaré mi retardado canto,
Estableció las quinquenales lides Que de la clara Dirce al margen santo
Y gran festividad. Al fin ya modulé.
Más ama el rico al hijo primogénito
¿Quién la corona, en el primer Olímpico Que en la vejez le da su fiel esposa:
Certamen, supo merecer bizarro La muerte le será menos penosa
Con pie, con manos ó veloce carro? Si á su heredero ve.
Piérides, decid.
El recto estadio vió la planta rápida Muy breve espira del placer el término
Vencer de Eono, jefe de Midea; Para el atleta que feliz combate,
Gloria en la lucha conquistó á Tegea Si antes que al Orco baje, ínclito vate
Equemo el adalid. No lo hiciere inmortal.
A tí de gloria eterna las Piérides
Nadie en el pugilato al fuerte Dóriclo ¡Agesidamo insigne! te coronan,
Pudo vencer, á quien Tirinto abriga; Y mi flauta y mi cítara te entonan
Semo de Mantinea, en la cuadriga Un cántico triunfal.
No conoció rival.
El disco lejos arrojó con ímpetu De los Locreses la ciudad magnífica
(Aplaudiendo su ejército) el gallardo Y de Arquéstrato al hijo victorioso,
Eniceo, y de Frástor voló el dardo Riego á la par con baño delicioso
Derecho á la señal. De poética miel.
Libró del Orco á Ganimedes cándido
Más que Citeres, Juventud florida;
"V dió la primavera de la vida
El triunfo á mi doncel.

ODA UNDÉCIMA.

AL MISMO AGESIDAMO.
LA USURA.

Da vida á los hombres el soplo del viento


Las lluvias celestes infúndenle aliento,
De nube divina progenie feliz.
Así al que consuma difícil proeza,
Con himnos sonoros la cítara empieza
A dar nueva vida de gloria sin fin.
Son prendas seguras
De hazañas futuras,
Los cantos al pecho de ardor juvenil.

Del púgil robusto que Olimpia corona


Ajena á la envidia mi lengua pregona
Los bellos triunfos, en justo loor.
OLÍMPICAS.

Sublime es el nombre y eterna la fama


De aquel cuyo pecho benéfico inflama
Con fuego sagrado de la Egida el Dios.
Tus glorias proclamo
¡Gran Agesidamo,
De Arquéstrato prole, sin par luchador!

La oliva dorada que ciñe tu frente • ODA DUODÉCIMA.


Harán mis cantares más bella y fulgente,
Y á Locris Zefiria renombre darán.
Venid y conmigo formad ¡oh Camenas!
Mil danzas alegres. No á incultas arenas
Á ERGÓTELES DE HIMERA,
Ni bárbaras tierras os quiero llevar.
VENCEDOR E N LA C A R R E R A LARGA.
Son sabios, corteses
Los buenos Locreses,
Innato es su gusto y aspecto marcial.
Así la vulpeja
¡Salvadora deidad, prole divina
Su astucia no deja,
De Jove soberano, alma Fortuna!
Ni su índole fiera la tigre voraz.
Oye mis ruegos y la frente inclina
De Himera á la ciudad, de fuertes cuna.

En el piélago tú las naves riges;


De tí depende la violenta guerra;
Las sabias asambleas tú diriges
Que leyes dictan á la muda tierra.

Giran en tanto, con errado vuelo.


Humanas esperanzas é ilusiones,
Ya rastreras tocando el bajo suelo.
Ya del éter subiendo á las regiones.
Nunca de las edades venideras
El cielo concedió signo seguro:
Las tinieblas romper en vano esperas,
Triste mortal, del porvenir oscuro.

Mil veces contra próspero presagio ODA DÉCIMOTERCIA.


Repentino dolor turba el contento;
Y al que amenaza próximo naufragio
Viene á alegrar la calma en un momento.
Á J E N O F O N T E DE C O R I N T O ,
CORREDOR EN E L ESTADIO,
¡Hijo de Filanor! Cual gallo altivo
Que al honroso palenque no se lanza VENCEDOR EN L A CARRERA Y EN LOS CINCO-JUEGOS.

Y apenas puede en el corral nativo


Oscura muestra dar de su pujanza,

Al ensalzar la casa, que en Olimpia


De tu paterno hogar así á la lumbre
Tres coronas ganó; del peregrino
Marchitado se habrían tus laureles,
Asilo, y con el deudo complaciente,
Ni del honor llegara á la alta cumbre
De Corinto la fama clara y limpia
T ú pie veloz, envidia de corceles,
Canto también; vestíbulo divino
Del Istmico Monarca del Tridente.
Si á la isla do naciste, por ventura, Y cuna floreciente
Popular sedición y riña fiera De graciosas doncellas;
No te arrancaran, y á la vida oscura, En donde Eunomia mora
¡Oh Ergóteles, sin par en la carrera! Y sus hermanas bellas:
La Paz encantadora
Hoy te corona Olimpia; ya el ilustre Y la firme Justicia, que robusta
Istmo y Pitona ornáronte la frente; Los Estados sostiene.
T u nueva patria te celebra, y lustre Por ellas la riqueza al hombre viene
Das de las Ninfas á la tibia fuente. Y de Temis veraz son prole augusta.
¡Oh de Olimpia Señor, rey soberano:
Ellas de su pacífico recinto Escuchar no desdeñes mi concento
Alejan la Insolencia deslenguada, Ahora ni nunca, oh Júpiter Tonante!
Madre de la Arrogancia. Ciento y ciento Rige á este pueblo con benigna mano,
Cantilenas en honra de Corinto Y á Jenofonte, el favorable viento
Quiere entonar mi cítara, impulsada De la prosperidad, manda constante.
Por mi genial justísimo ardimiento. El himno que, triunfante
¿Su natural talento En la Pisana arena,
A quién ahogar es dado? T e ofrece agradecido
¡Hijos del noble Aleta! Según la ley ordena,
El lauro destinado Que recibas te pido.
Al vencedor atleta, En la carrera alcanza la victoria,
Las Horas, ricas en preciosas flores Luégo en las cinco-lides.
Os dieron, y la llama ¿Quién entre los pasados adalides
Que vuestro corazón vivida inflama Se sublimó jamás á tanta gloria?
Y os hace de mil artes inventores.
De las ístmicas turbas á la vista
Gloria al descubridor atrae su invento. Con dos guirnaldas de apio ornó su frente;
La gran festividad de gracias llena Ni fué desfavorable el juez Ñemeo.
Y el Báquico cantar que premia el toro '• Mientras, su padre Tésalo conquista
¿Dónde nacieron? ¿dónde el instrumento Verdes laureles (corredor valiente)
Que al rápido corcel lanza y enfrena? En las orillas del sagrado Alfeo.
¿Quién á los templos añadió decoro Espléndido trofeo
Con las águilas de oro? Un mismo sol le dona
En tus sagrados muros En la carrera doble
Musa gentil florece, Y el estadio, en Pitona;
Y sus perfumes puros Y un mismo mes, su noble
A tus hijos ofrece, Cabeza en los certámenes de Atenas
¡Feliz Corinto! y á su lado Marte Ciñó triple guirnalda,
Pone en la fuerte diestra Y otras siete coronas de esmeralda
De tu fiel juventud, ya en la palestra. Obtuvo en las Helótides arenas.
Ya en el sangriento campo, su estandarte.
En los marinos juegos de Neptuno Delante las altísimas murallas
El ínclito varón, y Teodoro, De la sagrada Ilión, al Efireo
Su valeroso padre, altos honores Se miró, ya sitiado, ya asaltante,
Y elogios alcanzaron cual ninguno. La suerte decidir de las batallas.
¡En Delfos cuánta prez! ¡cuánto decoro El uno en pos del vástago de Atreo
Del bosque del león entre las flores, En arrancar á Helena de su amante
Os dieron los sudores! Empéñase arrogante.
A los varones claros El otro de la bella
Que ostentan noble brío Fiel combate al servicio,
Y fuerzas, á igualaros Y hasta el Griego se estrella
En glorias desafío. Al pie de Glauco el Licio,
Yo, ni vuestras hazañas, ni la arena Quien de ser heredero se gloría
Contaré, de los mares.— Del reino floreciente,
Mas tomen otro giro mis cantares. Y el palacio y ciudad, junto á la fuente
¡Oh Musa! es tiempo ya: tu vuelo enfrena. Pirene, que su padre poseía.

A mi pobre barquilla empuja el viento ¡Cuántas penas al Príncipe atrevido


De la alabanza; y al cantar mi lira En sus orillas trajo el loco empeño
De tus progenitores la prudencia De domar al corcel de raudas alas
Y en las lides el bélico ardimiento, De la feroce Górgona nacido,
No empañará ¡oh Corinto! una mentira Hasta que el freno de oro, en dulce sueño,
De mis suaves elogios la cadencia. Llevarle se dignó la virgen Palas!
Cantaré la excelencia En sus sagradas salas
De tu Sísifo, astuto Clama con voz adusta:
«Belerofonte amado,
Y cual un Numen sabio,
De Eolo prole augusta:
Y pagará tributo
¿Tú duermes descuidado?
De admiración mi labio
Salta del lecho; y ese freno de oro
A la tierna Medea, salvadora
Que ahí mágico asoma,
De Argo y de sus remeros,
Lleva á Neptuno, que corceles doma,
Que hollando amante los paternos fueros
Inmolando en su honor cándido toro.»
Se une á Jasón, á quien su pecho adora.
Al dormido garzón así parece Con armadura y acerado alfanje
Decir la Virgen del broquel divino. Se ejercita sobre él y juguetea.
Se incorpora veloz; y el milagroso Sale de las flecheras Amazonas
Freno, que ante sus ojos aparece, Contra la ruda femenil falange,
Lleva sin dilación al adivino
Y con dardos destrísimo pelea,
De la ciudad; y el hecho portentoso
Que alto dispara en las aéreas zonas.
Le narra presuroso:
El potro no abandonas
Su sueño al pie del ara
Sin que tu diestra mate
Y oráculo sagrado
A Quimera, que fuego
De Palas, y la rara
Respira, y en combate
Visión, en que el dorado
Mortal derribes luégo
Instrumento le da la casta Atena,
A los Solimos. De tu fin ya no hablo,
Progenie del Tonante,
¡Cabalgador sublime!
A Geránides cuenta; que al instante
En Olimpo su huella el potro imprime,
Lo que el sueño mandó cumplir ordena-
Y «entra de Jove en el eterno establo.

Al Monarca del líquido elemento De poéticas flechas rauda nube


Que circunda la tierra, buey robusto He fijado en el blanco; y ya no es justo
Inmola; y obediente al gran Profeta, Que errar mis tiros el mortal me vea.
A la ecuestre Minerva (monumento ¡Oligetidas! De las Musas tuve
De su piedad) erige altar augusto. Para alabaros mandamiento augusto.
Cuanto está fuera de la humana meta Triunfantes en el Istmo y en Nemea,
La alta virtud sujeta ¿Quién habrá que no crea
De los Dioses; y leve El veraz canto y breve
Empresa es en su mano Que vuestras altas glorias
La que el hombre se atreve A los cielos eleve?
A acometer en vano. Sesenta las victorias
Del alado corcel Belerofonte Fueron, que en uno y otra pregonara
En la fogosa boca El heraldo admirado;
El instrumento celestial coloca Y ya mi dulce lira ha celebrado
Que le permite que á Pegaso monte. Las que en Olimpia os dan fama preclara.
De la ínclita familia ya mi Musa
Nuevas proezas celebrar confía;
Pero de Dios lo porvenir depende.
Si el Numen tutelar no le rehusa
La santa protección del primer día,
Al dios adusto que la guerra enciende
Dejad que recomiende,
Y á Júpiter divino,
ODA DECIMOCUARTA.
Las fúlgidas guirnaldas
Que le dará el destino.
¡Del Parnaso en las faldas
Cuántas obtuvo ya! ¡Cuántas en Tebas
Y Argos ganar le veo! A ASÓPICO DE ORCÓMENO,
En Arcadia, de Júpiter Liceo
NIÑO, CORREDOR EN E L E S T A D I O .
Dará el altar de sus hazañas pruebas.

Su valor atestiguan Sicíona,


Y Pelene, y la espléndida Megara,
Y de Eaco el santuario allá en E g i n a . ¡Gracias espléndidas, radiantes ninfas,
Lo proclaman la ilustre Maratona Que del Cefiso cabe las linfas
Y con Eléusis la ciudad preclara (Que potros nutren) soléis morar!
Que en el Etna sublime se reclina, Del alma Orcómeno reinas augustas,
Y Eubea la marina. Y de las Minias playas vetustas:
Recorre á Grecia entera: Oid mis ruegos y mi cantar.
Es tal doquier su gloria,
Que retenerla espera Por vos dulcísimo todo se toma.
En vano tu memoria.— Y el hombre os debe cuanto lo adorna,
Haz que caminen con ligera planta Virtud, ingenio, gloria, esplendor.
Los nobles vencedores, Los mismos Númenes ni el néctar beben
Ni á formar danzas jamás se atreven,
¡Oh Jove salvador! Dales honores
Si de las Gracias no hay el favor.
Y la felicidad que al hombre encanta.
De la ínclita familia ya mi Musa
Nuevas proezas celebrar confía;
Pero de Dios lo porvenir depende.
Si el Numen tutelar no le rehusa
La santa protección del primer día,
Al dios adusto que la guerra enciende
Dejad que recomiende,
Y á Júpiter divino,
ODA DECIMOCUARTA.
Las fúlgidas guirnaldas
Que le dará el destino.
¡Del Parnaso en las faldas
Cuántas obtuvo ya! ¡Cuántas en Tebas
Y Argos ganar le veo! A ASÓPICO DE ORCÓMENO,
En Arcadia, de Júpiter Liceo
NIÑO, CORREDOR EN E L E S T A D I O .
Dará el altar de sus hazañas pruebas.

Su valor atestiguan Sic'iona,


Y Pelene, y la espléndida Megara,
Y de Eaco el santuario allá en E g i n a . ¡Gracias espléndidas, radiantes ninfas,
Lo proclaman la ilustre Maratona Que del Cefiso cabe las linfas
Y con Eléusis la ciudad preclara (Que potros nutren) soléis morar!
Que en el Etna sublime se reclina, Del alma Orcómeno reinas augustas,
Y Eubea la marina. Y de las Minias playas vetustas:
Recorre á Grecia entera: Oid mis ruegos y mi cantar.
Es tal doquier su gloria,
Que retenerla espera Por vos dulcísimo todo se toma.
En vano tu memoria.— Y el hombre os debe cuanto lo adorna,
Haz que caminen con ligera planta Virtud, ingenio, gloria, esplendor.
Los nobles vencedores, Los mismos Númenes ni el néctar beben
Ni á formar danzas jamás se atreven,
¡Oh Jove salvador! Dales honores
Si de las Gracias no hay el favor.
Y la felicidad que al hombre encanta.
88 OLÍMPICAS.

Con Febo Pítico del arco de oro,"


De cuanto encierra su almo tesoro,
Dispensadoras celestes son.
Allí al Olímpico Padre, sentadas > *
En refulgentes sillas doradas,
Rinden eterna veneración.--'

¡Sagrada Eufrósina, de himnos amante


Aglaya augusta, del gran Tonante
Hijas divinas, mi canto oid!
Pues tanto agrádante dulces canciones,
Mira ¡Talía! las ovaciones
Que trajo al he'roe la honrosa lid.
v
Cantar á Asópico mi lira quiere, ODAS PÍTICAS.
Y al modo Lidio sus cuerdas hiere
Mi bien templado fino marfil;
Porque en la Olímpica lucha gloriosa
Por tus favores ¡potente Diosa!
La sacra Minia lu.ce entre mil.

¡Eco! A Cleódamo la grata nueva.


De Proserpina, clamando, lleva
A la morada de eterno horror;
Y de su vástago la tierna frente,
Díle que en Pisa ciñó fulgente
El lauro alado del vencedor.
88 OLÍMPICAS.

Con Febo Pítico del arco de oro,"


De cuanto encierra su almo tesoro,
Dispensadoras celestes son.
Allí al Olímpico Padre, sentadas > *
En refulgentes sillas doradas,
Rinden eterna veneración.--'

¡Sagrada Eufrósina, de himnos amante


Aglaya augusta, del gran Tonante
Hijas divinas, mi canto oid!
Pues tanto agrádante dulces canciones,
Mira ¡Talía! las ovaciones
Que trajo al he'roe la honrosa lid.
v
Cantar á Asópico mi lira quiere, ODAS PÍTICAS.
Y al modo Lidio sus cuerdas hiere
Mi bien templado fino marfil;
Porque en la Olímpica lucha gloriosa
Por tus favores ¡potente Diosa!
La sacra Minia lu.ce entre mil.

¡Eco! A Cleódamo la grata nueva.


De Proserpina, clamando, lleva
A la morada de eterno horror;
Y de su vástago la tierna frente,
Díle que en Pisa ciñó fulgente
El lauro alado del vencedor.
ODA PRIMERA.

Á GERÓN E T N E O , REY DE SIRACUSA,

VENCEDOR CON E L CARRO.

¡Preciosa lira de oro,


Del Castálide coro
Y de Febo, delicias é instrumento!
De las danzas triunfales
T u s ecos son señales:
T ú riges su compás y movimiento,
Y de tu són, al empezar la fiesta,
Se ve pendiente la armoniosa orquesta.

T ú , con acento tierno,


El fuego sempiterno
Del penetrante rayo apagar sabes.
Por tu voz arrullada,
ODA I .
92 P Í TICAS.

En el cetro posada En su seno profundo,


De Júpiter, la reina de las aves De fuego furibundo
Con las alas caídas se adormece: El Etna nutre inagotables fuentes.
Blanda nube sus ojos oscurece. De día, negra nube
Espesa al éter sube;
Su cabeza arrogante Mientras de noche, líquidos torrentes
Con el pico punzante De lava, el monstruo de Vulcano arroja,
En plácido sopor toda se anega; Que al mar girando van, cual sierpe roja
Tu vibración divina
Al águila domina Contemplar es tremendo
Y su espalda fortísima doblega, El prodigio estupendo:
Y ablanda el pecho del violento Marte Terrible, si alguien de Sicilia llega,
Oir que encadenado
Que depone su lanza al escucharte.
Está el gigante osado
En la selvosa cima, y en la vega
Al corazón derechas
Del Etna ponderoso: duro lecho
De los Dioses, tus flechas
Que desgarra al Titán espalda y pecho.
Van, por Febo y las Musas disparadas.
Cuando, en tierras ó en mares,
Al oir los cantares Alcance yo la suerte
Que entonan las Piérides sagradas, ¡Oh Jove! de placerte,
De terror algún hombre se estremece, A tí, que de este monte eres monarca,
Es porque Jove Sumo lo aborrece. Cuya sublime altura
Como frente fulgura
De la ferace Sícula comarca,
Así en atroz castigo Y cuyo nombre dió, con nuevo lustre,
Tifeo, el enemigo A su ciudad el fundador ilustre.
De las Deidades, en el Orco gime.
Nutrieron sus cien bocas
El Pítico trofeo
De Cilicia las rocas,
Al alcanzar, E T N E O
Y Cumas hoy su hirsuto pecho oprime;
El heraldo á Gerón alto pregona.
Y aplasta su cabeza el Mongibelo,
Si, cuando el ancla leva,
De nieve creador, pilar del cielo.
Favorable se eleva Recordar sus campañas
Viento que llena la extendida lona, Pudiera, y las hazañas
El marinero alégrase, y predice Que consumó con temerario arrojo;
A su nave retorno aun más felice. Y el enemigo fuego
Que más que á ningún Griego
Así esta alta victoria Poder le dió, y un cetro en sangre rojo.
A Etna promete gloria, Cual Filoctetes, militó doliente,
Y banquetes, y música y laureles. Y á amigos ruegos se rindió el valiente.
Tiempo vendrá que asombre
Al mundo el gran renombre De aquel la historia narra
Que le darán sus rápidos corceles. Que mientras le desgarra
Oye las preces que á tu trono elevo, Allá en Lemnos la pierna úlcera horrenda,
Rey de la errante Délos, Licio Febo! Vienen héroes (iguales
A dioses inmortales)
¡Dios á quien tanto place Y lo llevan por fuerza á la contienda,
La selva donde nace Do pone fin de Troya al largo asedio,
En el Parnaso la Castalia fuente! Y de los Griegos al trabajo y tedio.
Concede á estas regiones
Magnánimos varones. Enfermo todavía,
El que fuerte nació, sabio, elocuente, Ni caminar podía
Lo debe á las Deidades; que sin ellas El gran flechero que engendró Peante;
De la virtud no seguirá las huellas. Mas decretado estaba
Que el Griego sin su aljaba
Al gran Gerón yo quiero Jamás entrara en Ilión triunfante.
Hoy ensalzar, y espero ¡Dios á Gerón también propicio sea!
Mi aguda flecha no vibrar en vano. Con la salud le dé cuanto desea.
Más lejos que ninguna
La hará llegar Fortuna, ¡Óyeme, oh Musa amiga!
Y á mis rivales vencerá mi mano. Y ven de la cuadriga
¡Tráigale el tiempo dicha y opulencia; Los triunfos á cantar á Dinomenes;
Olvido y curación de su dolencia! Que no es para un buen hijo
Ajeno regocijo
¡Oh Saturnio! Concede
El ver ornadas las paternas sienes.
Que tranquilo se quede
Un himno grato al heredero entona,
El lidiador Fenicio en su Cartago;
Musa gentil, de la Étnica corona.
Y de su ataque brusco
Desista el fiero Etrusco,
Para él Gerón augusto Recordando de Cumas el estrago,
A E t n a ha fundado; y justo Do, sumergida su dispersa flota,
Le concedió la libertad divina, A sus huestes hirió fatal derrota.
Y el sabio código Hilio;
Porque agrada al Panfilio,
De servidumbre riera
Y á los que del Taigeto en la colina Libró á la Grecia entera
Moraron, nietos de Heraclidas reyes, La armada del Señor Siracusano.
De Egimio conservar las Dorias leyes. Quiero cantar la ruina
De Persia en Salamina
Su código sagrado, Por el valor de Atenas sobrehumano;
El pueblo afortunado Y el que mostrara Esparta, alto denuedo,
Trajo del Pindó, al río cristalino En Citerón, contra el arquero Medo.
Que baña á Amicla santa;
Donde sus tiendas planta, Mas no les cede en gloria
De los divos Tindárides vecino, La sublime victoria
De blancos potros domadores diestros, Cabe las claras linfas del Himera.
Y en vibrar el lanzón grandes maestros. Gerón allí y su hermano,
Junto á su padre anciano,
¡Oh Júpiter! Ordena Desbarataron multitud guerrera.
Que cuantos del Amena, Mi agradecida musa les ofrece
Pueblos y reyes, moran en la orilla, Himno triunfal, que su valor merece.
Conserven el renombre
Que la opinión del hombre Quien mucho en breve canto
Les da; y el héroe que en el trono brilla Dice, no excita tanto
Con la voz y el ejemplo á su hijo guíe, De maliciosos émulos la envidia.
Nos dé la paz, y la invasión desvíe. Soy breve; que al oyente
PÍTICAS.

De ánimo más paciente No muere la memoria


Prolijo panegírico fastidia, De Creso. Mas ¿qué gloria
Y la alabanza de ínclitas acciones A Faláride trajo el férreo toro?
Suele roer ajenos corazones. Celebrar al verdugo
A la lira no plugo,
¿Qué importa? Nunca al bueno Ni de niños ó vírgenes al coro.
De la Envidia el veneno, Primero es la virtud; luégo el renombre.
Siempre el desprecio al infeliz aflige. Si ambos obtiene, ¿qué más quiere el hombre?
Sigue, pues, animoso
T u camino glorioso:
Con seguro timón tu pueblo rige;
Y en roja fragua de verdad egregia
Refunde con valor tu lengua regia.

Cuanto de tí proviene
Doble esplendor obtiene,
Aunque trivial lo juzgues y sencillo.
Cien ojos te rodean:
Que en tí mancha no vean,
¡Oh de mil pueblos príncipe y caudillo!
Si en algo estimas á la dulce Fama,
El oro en torno liberal derrama.

A fuer de buen piloto,


Apenas sople el Noto
Iza de tu bajel todas las velas.
A adulador fingido
No escuches, Rey querido,
Si en la posteridad vivir anhelas.
Los poetas no más, é historiadores
Entonan de los muertos los loores.
ODA SEGUNDA.

AL MISMO GE RON,
V E N C E D O R CON E L C A R R O .

¡Oh Siracusa, bella y populosa,


Templo de Marte, madre de bridones
De batalla, y de gente belicosa!

Portador de encomiásticas canciones,


Vengo de Tebas, tu brillante amiga,
A que otra vez á tu Gerón corones,

Que siempre vencedor con la cuadriga,


Hoy nuevos lauros en el circo gana
Con que adornar á su natal Ortiga,
Isla do reina la fluvial Diana,
«Paga ¡oh mortal! con gratitud ardiente
Sin cuyo auxilio, á la dorada rienda
Los beneficios de amorosa mano.»
Los. potros sujetar, empresa es vana.
¡Ay! Lo aprendió á su costa el insolente!
Porque antes que Gerón la lid emprenda
Vida y felicidad al soberano
Viene siempre la Virgen cazadora
Jove debiendo, quiso fementido
Con Mercurio, señor de la contienda;
Llegar á Juno con amor insano.
Y mientras á Neptuno el Rey adora,
El Padre de los Dioses, ofendido
Los dioses enjaezan los corceles
En su altísimo honor, castigo eterno
Que él unce á la cuadriga voladora.
Lanzó contra el adúltero atrevido.
Cada monarca sus poetas fieles
Por su culpa en el fondo del Averno
Que lo celebren tiene. De Cinira
Precipitado, inexplicable pena
Cantar ¡oh Chipre! los loores sueles,
Por dos crímenes sufre en el Infierno.
Que al blondo Numen de la dulce lira
Él fué el primero de la gente Helena
Y á Venus grato fué. ¡Conducta bella
Que en sangre de un pariente, derramada
Que al trovador la gratitud inspira!
Con vil traición, manchó la patria arena;

A tí en Zefiria la Locrés doncella, Y, profanando la mansión sagrada


Que merced á tus dotes singulares De las Deidades, requirió de amores
El paterno solar tranquila huella, De Jove á la consorte venerada.

Al pie de sus pacíficos altares, Empresas á sus fuerzas superiores


¡Hijo de Dinomenes! te proclama Nadie acometa. Se trocó en espina
Sin igual en la tierra y en los mares. El que Ix'ión creyó lecho de flores,

Del mísero Ix'ión narra la fama Y en vez de Juno, nube blanquecina


Que en la rueda girando eternamente, Pagó su amor, aunque era en apariencia
Por orden de los Dioses así exclama: De Saturno inmortal la hija divina.
PITICAS.

De Júpiter formó la omnipotencia


Aquel fantasma: seductor engaño Del orgulloso abate la pujanza,
Que trajo al triste la fatal sentencia. Y se complace en elevar al bueno
A sempiterna gloria y bienandanza.
Y encadenado pasa año tras año
Sobre el cuádruple rayo de la rueda Nunca mis labios el letal veneno
Que el mismo se forjó para su daño; De la calumnia viertan: la memoria
De Arquíloco mordaz sirva de freno.
Y sin que miembro alguno mover pueda
Ls su martirio prueba permanente En murmurar cifró su triste gloria;
aIt0 ax Y cuitas, y miserias, y pobreza
' o m a que estampado queda.
Le produjo su lira infamatpria.
Del matrimonio singular, un ente
Cuando en el sabio, á mundanal riqueza
Más singular nació; de los mortales
Vemos unida próspera fortuna,
V los Dioses odiado juntamente.
Bajemos admirados la cabeza.
Centauro se llamó; las inmortales
En tí el ingenio ¡oh Príncipe! se aduna
Gracias huyeron de él; y sus amores
A la riqueza; y distribuirla sabes
f u e r o n ¡horror! con brutos animales.
Con mano liberal, sin duda alguna.
Las yeguas de Magnesia, corredores
De mil ciudades ínclitas las llaves
Hijos le dieron: monstruos en figura
Guardan tus regias arcas. ¿Quién se precia
Iguales á sus dos progenitores.
De poseer más pueblos y más naves?

La parte superior les dió Natura El que dijere que ha reinado en Grecia
De perfecto varón: el resto ofrece . Otro más poderoso y opulento,
Del caballo la forma y la soltura. Une á crasa ignorancia mente necia.
A la Divinidad todo obedece:
Quiero las velas todas dar al viento,
Al águila en los aires ella alcanza; De mi flota triunfal; y en tu alabanza
P a s a aI d e I f í n
que entre los mares crece. Himnos cantar con inspirado acento.
¿Quién igualó tu bélica pujanza
Zorra falaz, ¿qué mal hay que no trame
Cuando luchaste, joven arrogante,
El vil calumniador? Mas nunca puede
En batallas de eterna remembranza?
Lucrar, aunque su tósigo derrame.

Sintió tu fuerza el enemigo infante


Cubren las aguas la marina rede,
En las lides á pie. Todo cedía
Y el corcho indicador ligero flota,
De tu corcel al ímpetu arrogante.
Aunque la espuma por encima ruede.

^ Tu prudencia y sin par sabiduría


Tal la calumnia contra mí se embota;
En la madura edad, asunto nuevo
Que por hallar entre los buenos gracia,
Para elogiarte, dan á la voz mía.
Sus mañas el mendaz en vano agota;

¡Salve! A través del mar mi canto llevo. Mas de mentir á todos no se sacia
Que cual Fenicia droga acepto sea Hasta que siembra por doquier la duda.
A tus oídos, á esperar me atrevo. ¡Lejos de mí tan impudente audacia!

En él, la melodía Castorea Yo á mis amigos doy abierta ayuda,


De la Eólica cítara adaptada Y hago, á guisa de lobo, á mi adversario
A la séptima cuerda, tu ojo vea. De frente ó por la espalda guerra cruda.

Siempre al nivel de tu misión sagrada A la lengua veraz, nunca contrario


Muéstrate ¡oh Rey! y no cual rapazuelo Gobierno alguno fué: le abre contento
A quien el mono imitador agrada. El monarca su techo hospitalario;

Sírvate Radamanto de modelo, Donde domina el pueblo turbulento


Que, justo juez y príncipe prudente, Penetra; y en la altiva oligarquía
Reina feliz bajo el Elíseo cielo. El noble senador la escucha atento.

Nunca al adulador ni al maldiciente A la Divinidad locura impía


Quiso escuchar, ni la calumnia infame, Es oponerse: si á quien no merece
Del inventor rüina y del oyente. Sino castigos, opulencia envía,
108 PÍTICAS.

También al justo espléndida engrandece,


Y con renombre sus virtudes paga.
¡Suerte feliz que al envidioso escuece!

Nada su sed devoradora apaga,


Y en su insensato afán, se abre en el pecho
Con su propia pasión profunda llaga.
ODA T E R C E R A .
Siempre mi yugo llevaré derecho;
Es vano resistir al acicate:
De mis calumniadores á despecho
Bueno seré, y amigo del magnate.
AL MISMO GERÓN.
VENCEDOR CON EL CABALLO DE SILLA.

Quisiera yo, si lícito á mi canto


Fuera expresar el público deseo,
Quisiera yo que de la Estigia arena
Tornara á respirar los patrios aires
El gran Quirón, de la gentil Filira
Y del divo Saturno, hijo del Cielo,
Progenie poderosa; y en los valles
Verlo otra vez reinar, del Pelio monte,
A los ojos del vulgo extraña fiera,
Pero del hombre amigo. En otro tiempo
A Esculapio educó, varón insigne,
Descubridor benéfico de plantas
Que quitan el dolor y restituyen
La perdida salud, y de los males
Más arraigados, médico celeste.
110 P ¡TICAS. ODA I U . 111
Antes que, con la ayuda de Lucina,
Del Numen, no escaparon las caricias
De las madres amparo, á luz lo diera
Del Arcádico huésped. En Pitona
Del viejo Flegia (espléndido jinete)
De inmoladas ovejas recibiendo
La hija infeliz, á la morada oscura
El humo santo, á la sazón se hallaba
De Plutón descendió, víctima triste
El Loxio Rey; mas el remoto crimen
De las iras de Apolo, y por las áureas
Al instante miró. Consigo mismo
Flechas de Diana, en su retrete herida,
Apolo delibera, y los consejos
La veleidosa ninfa: que no yerra
De su divina mente, que ve todo
Jamás la indignación de la progenie
Y' todo sabe, que engañar no puede,
De Júpiter augusto. A la culpable
Y á quien no engaña ni mortal ni numen
Celestiales amores no bastaron;
Con hechos ó palabras, sólo escucha.
Y en víspera de unirse ante los Dioses
Al rubio Febo, ya marido oculto, El adulterio de Isquis Elatida
Insana se arrojó en ajenos brazos. A castigar, y de su esposa el dolo,
A su celeste hermana, respirando
No la contuvo ni el divino infante Furor irresistible, envía Febo
Que en su seno llevaba, ni el banquete A Lacerea, do la infiel habita
Nupcial ya aparejado, ni los cantos Del Bebíade lago en la ribera.
Solemnes de himeneo, ni los coros El mismo adverso numen, que al pecado
De vírgenes, antiguas compañeras, A la ninfa llevó, la empuja ahora
Que el dulce epitalamio repetían. A destrucción funesta; y juntamente
Le devoraba el pecho, de extranjero Muchos de la región circunvecina
Príncipe el loco amor; como acaece Mueren con ella. Chispa fué su culpa
A muchos en el mundo, que desprecian Que, pequeña al caer en la montaña,
La patria y sus beldades, y corriendo En breve devoró la selva entera.
De ilusiones en pos, lo extraño buscan
Y con necia pasión lo extraño adoran. De la infeliz Corónide el cadáver
Colocan los tristísimos parientes
Tremendo fué el castigo que la falta En la funérea pira: ya la llama
De Corónide, frágil cuanto bella, Tremenda de Vulcano la circunda
Trajo á la tierra. Al ojo vigilante Y á devorarla va. La mira Febo,
Y conmovido exclama: «No, no sufre
Mi tierno corazón, que con la madre Que á montones hicieron en sus manos
Adúltera, mi vástago inocente Brillar, se corrompió; y osó á la muerte
Aun antes de nacer, muerte horrorosa Arrebatar á Hipólito difunto.
Entre el fuego padezca.» Así diciendo, Júpiter irritado, á ambos dispara
De un solo paso llega hasta la pira. Rayo homicida, que el vital aliento
La llama reverente abre camino Del pecho les arranca, y á cenizas
Al afligido Numen, que del seno Los reduce instantáneo. Los mortales
De la difunta madre al hijo saca; Conviene que á los Númenes pidamos
Y al buen Centauro, de Magnesia gloria, Lo que al alcance está de nuestra pobre
Lo entrega, suplicándole que el arte Naturaleza humana, harto pequeña
Como bien conocemos.
De curar las dolencias de los hombres
Le enseñe diligente.
¡Alma mía!
No aspires más allá de lo posible
Aprovechado
Cual si fueras deidad; pero sí agota
El discípulo fué. Cerrar sabía
Hasta el último límite tus fuerzas.
Las úlceras que nacen espontáneas,
Y las heridas que enemigo hierro
Si el prudente Quirón aun habitara
Abre profundas, ó lejana piedra.
La conocida cueva, y mis canciones
Las estivales ñebres, y las graves En su ánimo gentil mágico influjo
Dolencias que producen los rigores Pudieran ejercer, en dulces himnos
Del Invierno, sanaba. Diferentes Al médico sublime rogaría
Eran, según los males, los remedios. Que en persona viniese, ó á lo menos
A quién mágicos cantos recetaba, A algún hijo de Jove ó de Latona
A quién pócima amarga; á este envolvía Mandase á combatir la aguda fiebre
En suaves hierbas la dañada parte; Que á magnánimos héroes atormenta.
A otros, en fin, del lecho de dolores Yo mismo, el Jonio mar atravesando
Con ardua amputación alzaba diestro. En rauda nave, ansioso volaría
A la fuente Aretusa, y á mi augusto
Mas ¡ay! ¿Por qué se rinde á la codicia Amigo, de Etna fundador, que rige
Aun el más sabio? También él, con oro De la fiel Siracusa los destinos,
Del bueno protector, con sus vasallos
Alguien llamarse, lo es el que gobierna
Liberal y corte's, y tierno padre Con justo cetro súbditos leales.
Del extranjero; y si al saltar en tierra Pero no juzgues que perpetua dicha
Le pudiera ofrecer mi amante pecho Siguió, ni aun al Eácida Peleo
Dos ricos dones: la salud, que el oro Ni á Cadmo el semidiós, si bien la Fama
Más preciada, y el cántico solemne Declara á ambos á dos, de los mortales
Que da tanto esplendor al Pitio lauro Los más felices. Y, en verdad, tuvieron
Que á mil venciendo conquistara en Cirra La suerte de escuchar los dulces cantos
El corredor Ferénico, yo juro De las divas Piérides: el uno
Que de mi amado Príncipe á los ojos Allá en el monte Pelio, cuando á Tetis,
Mi faz más apacible brillaría Del prudente Nereo ínclita prole,
Que el sol en la mitad del firmamento. Recibió por esposa; el otro en Tebas,
La de las siete puertas, cuando el lazo
Mis preces, entretanto, á la gran Madre Nupcial lo encadenó con Armonía,
Dirijo, de los Númenes; augusta Ninfa gentil de seductores ojos.
Deidad, á quien entonan las doncellas
Y al venerado Pan, nocturnos himnos Los Dioses al festín en ambas bodas
Frente al portal de mi morada humilde. Se dignaron bajar; y en áureas sillas
Sentados á su mesa, contemplaron
T ú , que las letras amas, y á la cumbre Los novios á los hijos de Saturno,
De la ciencia has llegado; tú en las obras Y de sus regias manos recibieron
¡Docto Gerón! de los antiguos vates, Celestiales presentes. Los favores
Has leído que al hombre dan los Dioses De Jove compensaron con usura
Con cada bien dos males. Tal destino Pasados infortunios; y su pecho
Con varonil resignación no puede Recobró la esperanza. Mas en breve
El necio soportar; pero los sabios Trocó en dolor de Cadmo la alegría
La brillantez del bien tan sólo miran, De sus hijas el fin; sin que á Tiona
Y los males desprecian y se esconden. Valiera ser esposa del Tonante.
El hijo de Peleo, única prole
T ú , Rey, aunque doliente, eres dichoso; Que Tetis inmortal le diera en Ftía.
Que si en el mundo puede afortunado En la guerra murió, por alevosa
Flecha herido en el pie: sus funerales
Llanto arrancaron á la Griega hueste.

Mortal que á no desviarse de la senda


De sólida virtud está resuelto,
Debe aceptar con alma generosa
La suerte que los Númenes le mandan. ODA CUARTA.
La dirección del viento á cada rato
Cambia y la fuerza. Breve tiempo dura
La dicha de los hombres, cuando baja
Con ímpetu sobre ellos. Seré humilde
Con los humildes, grande con los grandes. Á ARCESILAO, R E Y DE C I R E N E ,
Reverente aceptando mi fortuna,
VENCEDOR CON EL CARRO.
Y ajustando á mis medios mis costumbres.
Y si grandes riquezas me donare
La Providencia, conseguir espero
También alto renombre y fama eterna.
Néstor el magno y Sarpedón de Licia, Al amado varón que de Cirene,
Celebrados doquier, su gloria deben Rica en caballos, ciñe la corona,
A los cantos armónicos que vates Acompañar ¡oh Musa! hoy te conviene
Insignes compusieron. Las virtudes En su marcha triunfal: la suave lona
De tu dulce bajel céfiro llene
Se eternizan con ínclitos poemas;
Al cantar á los hijos de Latona,
Pero á muy pocos conseguirlo es fácil.
Y á Delfos, do, veraz sacerdotisa,
Vaticinó la augusta Pitonisa.

Entre las áureas águilas sentada


De Jove salvador, llena la mente
Del Numen que allí tiene su morada,
Al gran B A T O mandó que á Libia ardiente,
Flecha herido en el pie: sus funerales
Llanto arrancaron á la Griega hueste.

Mortal que á no desviarse de la senda


De sólida virtud está resuelto,
Debe aceptar con alma generosa
La suerte que los Númenes le mandan. ODA CUARTA.
La dirección del viento á cada rato
Cambia y la fuerza. Breve tiempo dura
La dicha de los hombres, cuando baja
Con ímpetu sobre ellos. Seré humilde
Con los humildes, grande con los grandes. Á ARCESILAO, R E Y DE C I R E N E ,
Reverente aceptando mi fortuna,
VENCEDOR CON EL CARRO.
Y ajustando á mis medios mis costumbres.
Y si grandes riquezas me donare
La Providencia, conseguir espero
También alto renombre y fama eterna.
Néstor el magno y Sarpedón de Licia, Al amado varón que de Cirene,
Celebrados doquier, su gloria deben Rica en caballos, ciñe la corona,
A los cantos armónicos que vates Acompañar ¡oh Musa! hoy te conviene
Insignes compusieron. Las virtudes En su marcha triunfal: la suave lona
De tu dulce bajel céfiro llene
Se eternizan con ínclitos poemas;
Al cantar á los hijos de Latona,
Pero á muy pocos conseguirlo es fácil.
Y á Delfos, do, veraz sacerdotisa,
Vaticinó la augusta Pitonisa.

Entre las áureas águilas sentada


De Jove salvador, llena la mente
Del Numen que allí tiene su morada,
Al gran B A T O mandó que á Libia ardiente,
Dejando su natal isla sagrada, »Allí, de un Numen con disfraz humano,
De colonia veloz marchase al frente, A recibir hospitalaria gleba
A fundar sobre càndido collado Eufemo desembarca: el soberano
Un pueblo por sus carros celebrado. Jove con su tronar el don aprueba;
Del marinero la incansable mano
Después de siete y diez generaciones. El áncora pesada en tanto leva,
Llegaba (dijo) la anhelada hora Cuyo diente de bronce enfrena grave
De cumplirse las sabias predicciones El raudo vuelo de la armada nave.
Que Medea, de Cólquide Señora,
A Jasón y los ínclitos varones »Sobre los hombros ya por doce días
Que llevaba en su nave voladora, El casco enjuto de la rápida Argo,
Sobre las rocas dirigió, de Tera, Fuera del mar (por sugestiones mías)
Con inspirada voz, de esta manera: Cruzando el arenal desierto y largo,
Llevábamos: tras tantas travesías
«¡De magnánimos héroes y deidades De lanzar se acababa en el amargo
Progenie celestial, prestadme oído'. Lago Tritonio, cuando el Genio vino
Sabed que honda raíz de almas ciudades, Bajo el aspecto de varón divino.
De esta tierra que el mar ha desleído,
Para asombro de todas las edades, »Con frases amistosas, hospedaje
La hija feliz de Epafo esclarecido Nos ofreció cortés, y lauta cena:
Hará brotar, en el fecundo seno Ser Eurípilo dice, y su linaje
Del que es de Jove Amón templo y terreno. A Neptuno deber, que el mundo llena.
Mas la ansiedad por continuar el viaje
«Delfines de brevísimas aletas Permanecer ya más en playa ajena
Se trocarán en rápidos corceles, No nos permite: nuestra prisa mira
Y en cuadrigas, veloces cual saetas, El dios, y á detenernos ya no aspira.
Y suaves bridas, remos y bajeles;
Grandes ciudades quedarán sujetas »Gleba pequeña de la playa arranca,
A Tera cual metrópoli: así fieles Y como prenda que la acepte ruega,
Augurios anunciaron su fortuna De su hospitalidad cordial y franca:
El héroe á recibirla no se niega,
En torno á la Tritónide laguna.
Y á tierra salta; el dios la mano blanca »Por medio de su oráculo sagrado,
Pone en la suya, y el terrón le entrega. Allí le dará Apolo el mandamiento
Mas ¡ay! el don precioso, de la nave De aprestar, cuando la hora haya sonado,
Cayó de noche al mar, según se sabe. Rápida escuadra, de bajeles ciento,
Y el que Jove le tiene preparado
»Mil veces á los útiles sirvientes Del Nilo en la ribera, ilustre asiento,
Recomendé guardarlo. Todo en vano; Osado sujetar á su dominio.»—
Que lo olvidaron sus vulgares mentes. Así fué de Medea el vaticinio.
De la espaciosa Libia así temprano
El germen se perdió. ¡Cuán diferentes Los héroes con silencio respetuoso
Sus destinos serían, si la mano Escucharon la sabia profecía.
De Eufemo lo llevara á la sagrada ¡Hijo de Polimnesto venturoso!
Tenaro, do del Orco está la entrada! La Deifica doncella en tí veía
De Cirene al monarca poderoso;
«¡Oh Rey, á quien Neptuno dió la vida, Y ¡salve! por tres veces te decía,
(Deidad que en los corceles alta impera) Cuando postrado ante el altar, la cura
Y Europa (del gran Ticio hija querida) Solicitabas, de tu lengua oscura.
Del rápido Cefiso en la ribera!
Hasta tus cuartos nietos difundida Cual rosa en la purpúrea primavera,
De la heroica raíz octava rama
T u ilustre sangre, conquistado hubiera
Hoy floreciente Arcesilao impera,
Con la Micenia y con Argiva gente,
Y en los Píticos juegos lo proclama
Y la Espartana, el vasto continente.
Apolo vencedor en la carrera.
Quiero á las Musas entregar su fama.
»Pero el fatal terrón quedó deshecho
Del Vellocino de oro con la historia,
Antes de tiempo; y vástago tardío
Para los Minias manantial de gloria.
De extranjera mujer te dará el lecho,
En esta isla sagrada. Poderío
¿Cómo se abrieron por el mar camino?
Recibirá del cielo, y el derecho
¿Quién los ató con lazos de adamante
De sujetar el litoral sombrío:
A peligros sin fin? Era el destino
B A T O su nombre; y pisará su planta
De Pelias, por la espada fulminante
De Febo augusto la morada santa.
Ó las maquinaciones de un divino Entra al foro el garzón; el paso ataja
Eólida morir. Con palpitante Plantándose con bélica manera,
Seno, escuchó la infausta profecía En tanto que al real Desconocido
Que en el Centro del Mundo así decía: Mirando el pueblo exclama conmovido:

«De Jolcos al llano «¿Quién es este gallardo mancebo?


Verás un guerrero ¿Es acaso el dulcísimo Febo
Que baja del monte Que hasta Jolcos se digna bajar?
Con doble lanzón. »Si es el Dios de fulgente loriga,
«¿Será ciudadano? ¿Dónde está la dorada cuadriga
¿Será forastero? En que Marte acostumbra volar?
No importa: tú ponte
»Ni Oto ser, ni Efialtes podría;
En guardia ¡oh varón!
Que á sus hijos miró Ifimedía
»Y está preparado
En los campos de Naxos morir;
A rudo combate
»Y de Artemis, á Ticio difunto
En tanto que se ate
Enseñaron las flechas, á punto
Un solo calzado.»
Menos alto su amor dirigir.»
El semidiós que predijera el bardo
Mientras en confusísima algazara
Llega por fin, vibrando doble lanza:
Así la muchedumbre confabula,
Graciosa veste ciñe su gallardo Llegando Pelias, de su carro pára
Cuerpo, de los Magnesios á la usanza, Con manos fuertes una y otra muía;
Y una manchada piel de leopardo. En el extraño paladín repara,
Que hasta las plantas á cubrirlo alcanza, Y su terror en vano disimula
De los hombros anchísima desciende, La sandalia fatal cuando descubre.
Y de la escarcha y lluvia lo defiende. Que el pie derecho solitaria cubre.

Jamás el filo de cruel navaja Tranquilidad el mísero aparenta,


Osó tocar la blonda cabellera, Y así se expresa: «A la mentira ajeno,
Que en bellos rizos refulgente baja ¡Oh peregrino! díme ¿qué opulenta
La espalda acariciándole ligera.
Patria produjo lidiador tan bueno?
¿Cuál es la madre que en el mundo cuenta De que dueños legítimos
Que hijo tan grande cobijó su seno? Somos mi padre y yo.
Sin vacilar revélamelo todo.»—
Se anima el joven, y habla de este modo: »No bien mis tristes ojos
Vieron la luz primera,
«Oid: de la caverna Sabiendo los antojos
De Cariclea vengo Del Jefe que hoy impera,
(Sostén de mi edad tierna), Mis padres ocultáronme
A su ambición fatal.
Y á dicha grande tengo
Haber sido discípulo
»Me proclamaron muerto,
Del Centauro Quirón.
Y con fingido luto
Fué mi alcázar cubierto;
»Cuidáronme las puras
Y diéronme el tributo
Hijas del varón sabio;
De femeniles lágrimas
Ni palabras impuras
Y duelo funeral.
Decir supo mi labio,
Ni en cuatro lustros mi ánima
»Entretanto, al abrigo
Manchó perversa acción.
Del silencio nocturno,
Al antro del amigo
»En mis patrios hogares Vástago de Saturno,
Mayor de edad, penetro En pañales de púrpura,
A recobrar mis lares Lleváronme á educar.
Y el usurpado cetro
Que al gran Eolo, Júpiter. »De Quirón á las manos
Y á sus hijos donó. Mi salvación yo debo:
Y basta ¡oh ciudadanos!
»Según veraz noticia, Lo que narrado llevo,
Robó Pelias insano, Las preguntas que atónitos
Contra toda justicia, Me hicisteis, á llenar.
El reino soberano
Con afable ademán á sus parientes
»A la morada mía
Acoge el buen Jasón; á lauta cena
Llevadme ahora fieles,
Los convida, y los colma de presentes.
Do mi padre nutría
Cinco noches duró la fiesta amena;
Sus Cándidos corceles;
Cinco días los juegos diferentes;
Pues hijo primogénito
Pero al sexto, Jasón el gozo enfrena,
Soy del anciano Esón.
Y les hace saber su intento serio
De recobrar el usurpado imperio.
»Vuestra tierra no huello

Cual triste peregrino:
Lo aplauden: y con planta presurosa
De mi linaje el sello,
Los héroes van, llevándolo en el centro,
El Centauro divino
De Pelias á la casa suntuosa.
E n mí imprimió, legándome
Sus pisadas no bien resuenan dentro,
El nombre de J A S Ó N . » Cuando el hijo de Tiro (la de undosa
Cabellera) cortés sale al encuentro.
No bien penetra en la mansión paterna, Lo saluda Jasón, y con süave
Corre á abrazarlo el conmovido anciano; Voz que parece miel, le dice grave:
Vierte á torrentes su pupila tierna
Llanto sin fin de gozo sobrehumano: «¡De Neptuno Petreo hijo robusto!
Procura el héroe la emoción interna Del mísero mortal la mente ciega
Que lo domina, reprimir en vano, Aplaude con furor el lucro injusto,
Al ver que su hijo excede en gallardía Y á regresar á la equidad se niega;
A cuantos hombres Jolcos contenía. Mas la hora de rendir á árbitro justo
Cuenta de lo pasado, al fin se llega.
Al palacio de Esón atrae la fama Enfrenemos tú y yo nuestros afectos,
A sus hermanos. Pronto Feres viene Y caminemos por senderos rectos.
De la vecina fuente, que se llama
Hiperia, y Amitáon de Mesene: »Un mismo seno (sabes lo que digo)
De ver á su pariente, á Admeto inflama A tu abuelo Creteo, y al osado
Deseo irresistible; ni detiene Salmoneo prestó materno abrigo:
Lazo alguno en su hogar al fiel Melampo, Primos somos, por tanto, en tercer grado;
Que llega ansioso del Laconio campos
Y á todo hombre, las Parcas enemigo De Frixo perturba
Del consanguíneo ser tienen ved do. Mi plácido sueño,
Ni flecha, pues, ni espada fratric da La sombra, privada de patrio ataúd.
De nuestros padres la heredad divida.
»Que saque, rae pide, del alcázar de Etas
«Yo te propongo ventajoso pacto: Su espíritu triste, y el vellón dorado
C ^ e n t - n ^ l c a m p Q las lanudas greyes Por que fué salvado,
Ya de las saetas
Y las pingües manadas; el exacto
Número cuenta de pintados De infame madrastra, ya del ronco mar.
To^n te dov Y el territorio intacto,
Que atrepellando del honor las »Gusté de Castalia la límpida fuente
A mis padres robaste, y hoy tu renta A Apolo pidiendo su luz veneranda;
Con tu cultivo y tu cuidado aumenta. Y el Numen me manda
Que el ponto inclemente
En rápida nave me atreva á cruzar.
«No envidio la riqueza de tu casa;
Mas quiero, sí, mi trono y monarquía:
»La empresa difícil que yo no acometo
Fiero dolor el pecho me traspasa
Porque de los años el peso me doma,
El cetro al ver de la familia mía
TÚ atrevido torúa,
Vuélvemelo; 6 de la ira que me a b r a . Que fiel te prometo
Contener los arranques no podría.» El cetro en tu diestra sin falta poner.
Su discurso Jasón así concluye,
Y con urbanidad Pelias arguye: »A Júpiter sumo, que origen proclamo
Del lazo de sangre que me une contigo,
«Haré lo que quieras; mas oye mi ruego: Cual santo testigo
La vejez inútil mis miembros circunda, De mi voto llamo.
En tí rubicunda, ¡El mira mi franco, leal proceder!»
Con célico riego,
Sus flores derrama feliz juventud. Queda Armado el pacto; y al momento
La expedición que se prepare ordena
»Aplacar piadoso podrás con empeño El ínclito Jasón. No bien el viento
De los infernales Dioses á la turba:
Con la trompeta del heraldo suena,
Auxilio, da la irresistible Juno.
Llegan tres héroes de divino aliento:
El uno es hijo de la bella Alcmena;
Infunde la Deidad tal atractivo
Leda fué de los otros dulce madre; A la forma gentil del bajel Argo,
Todos tienen á Júpiter por padre. Que hace á los héroes, del hogar nativo
Huir, y del doméstico letargo.
Quizá temiendo que los pueblos duden De navegar les viene ardor tan vivo,
De su valor, si en tiempo inoportuno Que las aguas beber del ponto amargo
Llegaren, velocísimos acuden Y, de gloria cubiertos, al Averno
Los dos audaces hijos de Neptuno. Bajar, prefieren al hogar materno.
Su larga cabellera ambos sacuden;
Del cabo de Tenaro viene el uno, Cuando la flor de heroicos navegantes
De Pilo el otro: Eufemo aquél se llama, Para lanzarse al mar se encuentra lista,
Este Periclimeno, de alta fama. Elogiando sus ánimos constantes
A sus filas Jasón pasa revista.
¡Semidioses, salud! ¡Cuánto trofeo Ve Mopso las entrañas humeantes;
Os va á alcanzar la expedición marina! Sigue atento á los pájaros la pista:
Llega el poeta y citarista Orfeo, Feliz viaje al ejército revela,
De Apolo inspirador prole divina; Y hace que sin tardar se dé á la vela.
Y Mercurio, señor del Caduceo,
A gloriosas empresas encamina No bien levan el áncora dura,
A Equito y á Eqúión, hijos mellizos, Cuando sube del Argo á la popa,
De la flor de la edad con los hechizos. De oro puro ostentando una copa,
De los nautas el gran Capitán.
Júntanse los que pueblan los cimientos De los Dioses al Padre Tonante,
Del Pangeo; veloces cual saetas, Vibrador de la lanza de fuego,
Porque Bóreas, monarca de los vientos, Por los héroes dirige su ruego,
A sus dos hijos, Calaín y Zetas, Que en la nave á sus órdenes van.
Infunde con su soplo más alientos,
Agitando en sus hombros las aletas; Pide al Dios que les abra camino
Y el impulso final, con su oportuno A través del feroz elemento:
Que entre sí se hieren locas,
Que los lleve con próspero viento De los bajeles al Rey.
Ysujete al furioso Aquilón;
Y que el sol los alumbre de día, Giran raudos como viento
Y en las noches la espléndida luna; Los dos islotes flotantes:
Ni les niegue por fin la fortuna Parecen vivos gigantes
De volver á la patria mansión. Que luchan con frenesí.
Mas termina el movimiento
Trueno fausto replica en las nubes, Al pasar la nave fuerte.—
Y su luz el relámpago arroja; A las Simplégades muerte
Y sumerge en funesta congoja Dieron los héroes así.
A los héroes la atroz tempestad.
Mas el augur declara que anuncian Llegan por fin á Fasis,
Feliz viaje los Dioses supremos; Y á los negros derriban
Y respiran, y él grita: á los remos, De Cólquide, no lejos
A los remos, marinos, bogad. De donde Etas habita.

Y bogan apresurados, Allí por vez primera


Obedientes al Piloto, La gloriosa Ciprina,
Y empiezan del fresco Noto Que dardos amorosos
Las auras á respirar; Agudísimos vibra,
Y al llegar los denodados
Trae del excelso Olimpo
A la boca del Axino,
La tornasol pezpita,
A Neptuno, dios marino,
Que á los hombres, afectos
Erigen templo y altar. Frenéticos inspira,
E n el ara sacrifican,
Implorando su alta gracia, Y con indisolubles
Rojo toro, que de Tracia Lazos, el ave liga
Les da la copiosa grey; A la rueda, que en cuatro
Y que los libre, suplican, Rayos, veloce gira,
Del ímpetu de las rocas
Y enseña al sabio Esónides- De sus certámenes
Cantos y oracioncillas, Será el trofeo,
Cuyo mágico influjo Y en cambio pídele
No hay fuerza que resista. Su corazón.

Harán tales encantos Etas, al fuerte arado de adamante


Que Medea lo siga, Unce los bueyes de nariz ardiente.
A sus deberes sorda Es su aliento de llama fulgurante;
Y á los afectos de hija, Son sus pezuñas de metal luciente.
Sin sentir el ardor, sólo el gigante
El yugo pone á su inflamada frente,
Y arda de ver á Grecia
Y la tierra al labrar, va tan violento
En ansiedad tan viva,
Que una yugada sulca en un momento.
Que su pasión la azote
Cual tempestad horrísona.
«Que venga (exclama arrogante)
Y ejecute igual tarea,
La reina inspírase
El Rey, quienquiera que sea,
De amor tan tierno,
De ese bajel comandante.
Que el arte quiere,
»Será de sus pies alfombra
Con que el paterno
El celeste Vellocino,
Lazo supere,
Cuya lana de oro fino
Dar á Jasón.
A los mortales asombra.»
Mezcla un antídoto
Del manto purpúreo Jasón se desnuda;
Con suave aceite,
Y á Venus pidiendo y á Jove su ayuda,
Que los dolores
Las áridas glebas empieza á labrar.
Torna en deleite,
Merced á la maga su amante, no teme
Y con mil flores
Que el fuego de aquellas narices lo queme
Forma una unción; Sus filtros y mañas lo saben librar.

Y jura á Esónides Arrastra el arado, forzudo y sereno,


Que el himeneo,
Y pone á los toros el mágico freno, Tornaré á mi deber por senda breve,
Que sufre mugiendo la indómita grey. Y diré que con maña al fin supera
Con vara punzante los urge sin tregua, A la hórrida serpiente, de la nao
Y en breves instantes va, legua tras legua, El divino Patrón ¡oh Arcesilao!
Abriendo los sulcos que impúsole el Rey.
Con el dorado Vellocino, embarca
Del joven las fuerzas observa con ira En el Argo á Medea, que perdida
Burlado el tirano, y oculto suspira, De amores sigue al héroe; y del Monarca
Y apenas reprime su inmenso estupor. De Jolcos, pone término á la vida.
La mano querida del jefe valiente Por el índico Océano la barca
Los nautas estrechan; y ciñen su frente Llega á la isla de Lemnos; do homicida
Con hierbas, y elogian su inmenso valor. Falange de viudas, á los Griegos
Cortés invita á funerales juegos.
Entonces la selva do fúlgida brilla
La piel que de Frixo cortó la cuchilla, Premio de sus espléndidas proezas
Indica á los héroes el hijo del Sol. Son ellas mismas y el bordado manto.
Abriga su pecho la infame esperanza En tierra extraña á relucir empiezas,
¡De Cirene real linaje santo!
Que vana del joven será la pujanza,
¿Fué germen de tus ínclitas grandezas
Pasando la empresa por nuevo crisol.
De una noche ó de un día el dulce encanto?
Lo ignoro; mas en Lemnos el supremo
En medio de un bosque de espesa maleza,
Tallo brotó del inmortal Eufemo.
Terrífico monstruo, de inmunda cabeza
Y fauces horrendas, custodia el Vellón.
La peregrina prole hasta Laconia
De remos cincuenta bajel bien armado
Sigue del padre la sagrada pista,
Angosto y pequeño juzgárase al lado
Y de Esparta conduce una colonia
De aquel vigilante furioso dragón.
A Tera (entonces isla de CalistaJ;
En ella la gentil prole Latonia
Mas ¿cómo dejo al estro que me lleve
De Libia ordena la fatal conquista,
Lejos de la trillada carretera?
Y el trono da de la feliz Cirene
¿Sus propias reglas á violar se atreve
A raza ilustre que su pueblo ordene.
Mi musa, para todos tan severa
¡Óyeme, Arcesilao! y tu talento, De viejo de cien años su estrategia:
Que al mismo Edipo avergonzara, aviva. Jamás su lengua ha sido maldiciente;
¿Vistes acaso al roble corpulento A odiar la sedición, y á ser amigo
Cuyo alto tronco la segur derriba? De los virtuosos, le enseñó el castigo.
No torna á florecer; pero alimento
Da al invernal hogar, ó en él estriba, Lo que puede hacer hoy, su mano activa
Trasformado en columna, el arquitrabe No acostumbra dejar para manaña:
Que del templo sostiene la áurea nave. Sabe que la ocasión es fugitiva,
Y aunque no corre con pasión insana,
Médico regio, Febo está contigo: Cual esclavo, en su pos, nunca la esquiva.
En las llagas, Señor, bálsamo vierte: A quien fué tal desde la edad temprana,
Trastorna la ciudad vil enemigo; Considera, Señor, qué pena oprime
Mas restituir la paz, ni el varón fuerte Hoy que tan lejos de la patria gime.
Podrá, si un Numen no le presta abrigo.
Gloria, fuerza, saber, te dió la suerte: Al desdichado Numen semejante
Sigue ¡oh Rey de Cirene venerando! Que sostiene las célicas regiones,
El destierro lo acosa, nuevo Atlante,
La dicha de tus súbditos labrando.
Privado de su patria y posesiones.
A los Titanes perdonó el Tonante.
Pondera atento el inmortal axioma
¿Posible que su yerro no perdones?
Del grande Homero, que leer te agrada:
¡Señor! El tiempo todo lo cancela:
De hábil embajador el arte doma
Cesando el huracán, se cambia vela.
Hasta la oposición más obstinada.
Mi musa ¡oh Rey! la libertad se toma
Por volver al hogar triste suspira,
De llevarte benéfica embajada,
Y por beber de la Apolínea fuente:
Y viene á interceder por Demofilo,
Odio su corazón ya no respira,
A quien mi Tebas hoy ofrece asilo.
La enfermedad pasó; vida inocente
Quiere llevar, al eco de su lira.
De Bato sabe bien la casa regia Que torne á tu Ciudad ¡oh Rey! consiente.
Y toda la Ciudad, de mi cliente Verás qué manantial de versos puros
Cuál ha brillado la conducta egregia. Halló en tu honor, en los Tebanos muros
De joven es su brazo armipotente;
ODA QUINTA.

AL MISMO A R C E S I LA O ,
V E N C E D O R CON E L C A R R O .

Es la Riqueza reina omnipotente


Cuando á pura virtud el hombre aduna
Oro copioso, de amistades fuente,
Merced á la fortuna.

Si corres tú tras suerte tan brillante


¡Divino Arcesilao! desde niño,
De Cástor, el del carro relumbrante,
Lo debes al cariño.

El la invernal tormenta, desatada


Contra tu casa, tutelar conjura;
Y eterna paz á tu real morada
Bene'volo asegura.
ODA v. 143
]42 PÍTICAS.
No bien, volando en su veloce carro.
Maneja el sabio con temor la rienda
Llegó á beber de la Castalia fuente,
Del poder con que Jove lo bendice:
Y la corona conquistó bizarro
De la Justicia tú sigues la senda,
Que hora brilla en su frente.
Y admirante felice:

Doce veces recorre en raudo giro


Feliz, porque tu imperio reflorece:
El consagrado circo. Intacta queda
Feliz, porque de tu alma la grandeza, La fuerte brida; ni romperse miro
De tu gallardo rostro resplandece Eje, arneses, ó rueda.
En la gentil belleza.

Integra, como el hábil artesano


Nuevamente feliz, porque en Pitona La fabricó, de Crisa á la eminencia
Al conquistar el premio tus corceles, La conduce, de Apolo soberano
Himnos gratos á Febo el coro entona A la áurea residencia,
De tus vasallos fieles.

Y ante la estatua que erigió devoto


En Cirene, verjel de Citerea, El flechero Cretense, á fuerte viga
Al escuchar tu majestad el canto, De pulido ciprés, ata Carroto
La primer causa de tu triunfo vea La dorada cuadriga.
En Jove sacrosanto;
A aquel ¡oh Rey! de quien honor recibes.
Y sobre los magnates de tu corte Tus favores prodiga agradecido.
A Carroto distinga, que á la Excusa, ¡Eres feliz, progenie de Alexibes,
Hija de Epimeteo, por consorte De las Gracias querido!
Siempre tomar rehusa.

Si la lid fué reñida, mis loores


La sabia Previsión, fruto divino Te erigirán eterno monumento:
De Prometeo, á su bra\o asida A tu lado cuarenta conductores
Con él entró cuando á los lares vino Cayeron de su asiento.
Del ínclito Batida.
ODA V. 145

Él del oráculo es Numen eximio.


Impávido salvando tu cuadriga,
Que á Argos envió, y á Pilos, y á Laconia.
Del circo vencedor tornas con ella;
Con los vástagos de Hércules y Egimio,
Y hoy la llanura Líbica te abriga
Poderosa colonia.
' Y tu Cirene bella.

Que á Esparta alabe, de mi lira espera


Exento de reveses nadie ha sido
El orbe todo. De ella mis abuelos,
Ni lo será jamás. Arcesilao
Los Égidas, vinieron hasta Tera,
Rige feliz, por Bato protegido,
Por favor de los cielos.
Del Estado la nao.

Introdujo en Cirene hado propicio


Y va calma le da, ya tempestades,
De muchas hostias el banquete santo;
Su gran Progenitor: faro luciente
Y á Cirene, en el Carnio sacrificio
Es del extraño, y de sus mil ciudades Consagramos un canto.
Baluarte armipotente.

A Cirene, ciudad de altas murallas,


Cuando su voz en la Africana arena Que de Antenor á la progenie amiga.
Sonó por vez primera, los leones Vencida, no domada, en cien batallas,
Huyeron, erizada la melena, Hospitalaria abriga.
Del héroe y sus legiones.
Al ver á su Ciudad presa del fuego,
Febo, de Bato y sus colonos guía, Nueva patria á buscar en tierra ajena
Entre las fieras el terror mantiene, Vinieron los Troyanos, con el Griego
Para que cumpla fiel sií profecía Que recobró á su Helena.
El Jefe de Cirene.
Y á aquella raza de ínclitos jinetes,
Febo, que de curar el célico arte Ofrece el pueblo que cruzó los mares
Enseñar á los hombres no rehusa; En las naves de Bato, mil banquetes
Que ablanda al hijo del furioso Marte, Y humeantes altares.
Y le da lira y musa.
ORA v. 14*7
Los templos aumentó con mano pía
Alaban á mi Rey propios y extraños,
El Fundador; y á procesión devota
Y lo que de él pregono ¿quién no sabe?
Abrió la ecuestre y empedrada vía
Es superior á sus contados años
Que apellidó Escirota.
Su mente recta y grave.

Recto conduce el cómodo camino De la alígera grey ninguno puede


Del grande Bato hasta la tumba aislada. Al águila quitar la preeminencia:
Desde la selva al médico divino, Así de Arcesilao todo cede
Apolo, consagrada. Al valor y elocuencia.

Feliz en vida y adorado en muerte En la guerra invencible balüarte.


Fué el semidiós; á cada rey espacio Con las Musas jugó desde la cuna.
Para su tumba, designó la suerte Es auriga sin par; y amor al arte
Frente al real palacio; A gran pujanza aduna.

Y llega hasta el oscuro monumento Tino en obrar, en el consejo acierto,


El aroma del cántico, que baña Dadle desde hoy ¡Saturnios inmortales!
Gomo blanco rocío y suave ungüento El fruto de sus glorias nunca yerto
Del Rey la última hazaña: Dejen los vendavales.

Y á su espíritu da gran regocijo Rige de Jove la alta providencia


La prez que á Arcesilao alta circunda; A hombres y celestiales moradores:
Porque el renombre ó la virtud del hijo ¡De Bato insigne dé á la descendencia
En sus padres redunda. Las Olímpicas flores!

Conviene al vencedor unirse al coro


Y celebrar á Febo: la corona,
Premio de sus trabajos y de su oro,
El le donó en Pitona.
ODA SEXTA.

Á X E N Ó C R A T E S DE A G R I G E N T O ,

VENCEDOR CON EL CARRO.

¡Oídme! De Venus la de ojos sin par


Y las divas Gracias el campo fecundo,
De Apoloen el templo, que es centro del mundo,
Con Píticos himnos me apresto á labrar.
A los Emenidas ofrece en su altar,
Y á tu ilustre padre, y al claro Agrigento,
De ricos cantares tesoro opulento,
La selva sagrada del Dios tutelar.

Ni fiera tormenta, ni el recio huracán


Que en la húmeda playa revuelve la arena,
Ni el que entre las nubes en invierno truena
Terrífico rayo, romperlo podrán.
ODA vi. 151
150 P Í TICAS.

Con fúlgida frente los himnos saldrán, Sin lujo ni orgullo, con noble esplendor,
Y á aquel de quien eres progenie y auriga,. De Terón á ejemplo, su regio pariente,
Darán fama eterna: venció su cuadriga Sus grandes riquezas maneja prudente;
¡Oh buen Trasibulo! merced á tu afán. Las Musas cultiva con tenaz ardor.
¡Neptuno, de potros primer domador!
Al padre tu diestra cedió el galardón. ¿Quién hay que en el circo más diestro te imite?
Las máximas sigues que, en años pueriles,. T a n suave es su trato, que en lauto convite
Allá en las montañas al huérfano Aquiles Abeja parece de grato dulzor. #

Legara el austero Centauro Quirón.


A Jove supremo, deidad de quien son
Esclavos el trueno y el rayo, venera.
Iguales honores tu pecho no quiera
Rehusar á tus padres:—tal fué su lección-

Antiguo modelo de afecto filial,


La sangre en la guerra por su padre vierte
Antíloco el bravo: Memnón le da muerte,
De Etiópicas huestes feroz general.
La flecha de Paris hirió al animal
Del carro de Néstor; detiénese el potro;
Ya amaga al anciano la lanza del otro;
Ya á Antíloco llama la voz paternal.

Los gritos de Néstor no apaga el tropel»


Y el hijo lo salva, sin vida cayendo.
¡De amor y coraje prodigio estupendo
Que eterno renombre conquista al doncelt
Si entre los antiguos no conoce aquél
Igual por su santa filial reverencia,
De la edad presente la justa sentencia
Donó á Trasibulo la palma y laurel.
ODA SÉPTIMA.

Á MEGACLES DE ATENAS,
VENCEDOR CON L A CUADRIGA.

De Alcmeón al gran vástago canto,


Que corceles maneja robusto:
A la espléndida Atenas es justo
De mi canto por base poner.
Qué familia, qué patria más noble
Ostentar pueda Grecia no veo,
Que la ilustre ciudad de Erecteo,
Cuya fama se extiende doquier.

Construyeron sus hijos á Apolo


Rico templo en la diva Pitona.
La de Jove preciosa corona,
Que en Olimpia supieron ganar;
Y de Cirra los dos; y las cinco
Que en el Istmo adornaron las frentes
¡Oh Megacles! de tí y tus parientes,
Hoy me mueven la lira á pulsar.

Al saber tu reciente victoria


Me inundó celestial regocijo:
De mirar solamente me aflijo
Que la Envidia te sigue tenaz. ODA OCTAVA.
Pero enseña la triste experiencia,
Que aun en medio á la dicha más pura,
Viene siempre fatal desventura
A turbar de los hombres la paz.
Á A R I S T O M E N E S DE EGINA,
LUCHADOR.

¡Oh Paz, hija divina


De la Justicia, cuya augusta mente
A la bondad se inclina;
Para los pueblos de riquezas fuente,
Que las supremas llaves
Tienes de guerras y consejos graves!

La espléndida corona
Que rendido te ofrece Aristomenes,
Y que alcanzó en Pitona,
Recibe ¡oh Diosa! pues á dicha tienes,
Según las ocasiones,
Distribuir y aceptar preciosos dones.
Si turba sediciosa La alta virtud de sus gloriosos reyes
Se atreve á dirigirte golpe rudo, (De Eaco raza ilustre)
Le opones valerosa Desde el principio le prestó su lustre.
Brillante acero y refulgente escudo;
Y sumergirla sabe Madre y nutriz preclara
T u diestra, en la sentina de tu nave. De vencedores mil, bien en combates,
Bien en juegos, declara
Ignoraba Porfirio, La dulce voz de innumerables vates
A Jove al desafiar, que tus estancias De Egina á la isla bella,
Asaltar, es delirio. Que entre los hombres sin igual descuella.
Asegura pacíficas ganancias
Voluntario presente: ¡Ay infeliz! No puedo
El crimen precipita al más valiente. Sus glorias celebrar á mi albedrío.
¡Oh lira! Tengo miedo
Ni Tifón de Cilicia, Con largos himnos de causar hastío.
Monstruo de cien cabezas arrogantes, Lo que mis pies delante
Huir de la injusticia Tienen, corriendo bastará que cante.
Pudo, ni el mismo Rey de los Gigantes.
El rayo al uno hiere: T u victoria reciente,
Con las flechas de Apolo el otro muere. De tu patria feliz timbre postrero,
¡Heroico adolescente!
Apolo, á quien el arco Haré que vuele por el orbe entero.
De blanca plata refulgente adorna, En la lucha los bríos
Al hijo de Xenarco Imitas ya, de tus maternos tíos.
Abre los brazos; que de Cirra torna
Coronado de flores A Teogneto, Olimpia
Del Parnaso, y de Dóricos honores. Miró vencer, y el Istmo á Clitomajo:
No empaña, no, su limpia
A las Gracias ajena Fama ¡oh garzón! tu atlético trabajo;
La Isla no es, en verdad, de cuyas leyes Y de los Midilides
La fama el mundo llena. El nombre acrecen tus primeras lides.
En tí cumplirse veo Y con himnos dulcísimos lo mojo.
El vaticinio del fecundo labio De mi casa vecino,
Del gran hijo de Oicleo. Es de mis bienes guardador divino.
Vengando de sus padres el agravio
Con Argivas legiones, Cuando al famoso Centro
Frente á Tebas miró á los Epigones. De la tierra, poco ha me dirigía.
Él me salió al encuentro;
«Valor (el vate dijo) Y, heredero del don de profecía
Que Natura infundió, por regla cierta Que honró á su padre tanto,
Pasa del padre al hijo. Me anunció la victoria que hora canto.
El primero de Cadmo ante la puerta
Que es Alcmeón no dudo: ¡Oh Flechador celeste,
¡El fúlgido dragón ved en su escudo! Que munífico imperas de Pitona
En el recinto agreste!
»Si en el cerco primero Allí le diste tu mejor corona.
Por su derrota esotro llanto vierte, Te debe ya otras muchas:
Hoy pájaro agorero En su patria lidió tus cinco-luchas.
Le ofrece en el segundo mejor suerte.
Mas ¡ay! día nefasto Los himnos que mi lira
Aguarda en casa al valeroso Adrasto. A cada vencedor consagra tierna,
|Oh Dios! propicio mira;
»Verá á todos ilesos, Que en ellos luce la verdad eterna.
Y él solo entre el ejército asaltante, ¡Oh Xenarco! T u casa
Conducirá los huesos Enriquezcan los Númenes sin tasa.
De su hijo muerto á la ciudad de Abante.»
Tal fué el agüero oscuro Quien de rico se precia,
Que hizo Anfiarao ante el Tebano muro. Y limpia de sudor muestra la frente,
Ante la turba necia
De gozo rebosando, Podrá pasar por hombre inteligente.
Coronas mil en el camino arrojo ¡Cuánto el vulgo se engaña
De Alcmeón venerando, Al atribuirlo á su saber y maña!
160 p i n e AS.

No llega á tanto el arte


Suerte lo rompe y lo derriba al suelo.
De los mortales. Dios con mano santa
El hombre es flor de un día:
Las riquezas reparte;
¿Qué soy? ¿ó qué no soy? ¿quién me diría?
Y mientras á unos hasta el sol levanta,
Su medida exquisita Sombras somos: ¿qué digo?
En los abismos á otros precipita. De sombra fugitiva sueño vano;
Mas si Jove el abrigo
Megara, Maratona, Nos presta de su manto soberano,
Y en tu patria de Juno la palestra, Aureola esplendente
Con tríplice corona Dorará nuestra vida eternamente.
Premiaron ¡oh garzón! tu fuerte diestra.
Nuevo laurel conquistas ¡Oh madre amada, Egina!
Cayendo sobre cuatro antagonistas. De tu isla fiel la libertad escuda.
La frente ¡oh Jove! inclina.
¡De Pitona cuán triste ¡Peleo, Telamón! prestadme ayuda.
Es para el derrotado la salida! Protegerla se digne
Ni de gala se viste, Con Aquiles veloz, Éaco insigne.
Ni sonríe su madre dolorida;
Y evita las miradas
El infeliz, por calles excusadas.

No así el afortunado
Cuyas sienes ornó nueva victoria:
Emprende entusiasmado
Vuelo sublime, en alas de la gloria;
Sólo aspira á la fama,
Y ni riquezas ni placeres ama.

Mas ¡ay! si en un instante


Nuestro carro triunfal eleva al cielo,
En otro la inconstante
ODA NOVENA.

Á T E L E S I C R A T E S DE CIRENE,
CORREDOR ARMADO.

De victorias insignes pregonero,


Si las Gracias de espléndida hermosura
Me ayudan, celebrar el triunfo quiero

Que, cubierto de fúlgida armadura,


Telesicrates alcanzó en Pitona.
il ¿Quién igualar pudiera su ventura?

¡Prez de Cirene! que nutriz pregona


De corceles, la fama, y ninfa bella
Que amada fué del hijo de Latona.
ODA ix. 165
Del Pelio al corazón siguió su huella Y tranquila, merced á las certeras
El blondo Numen, y en su carro de oro Saetas de la bella cazadora,
Arrebató á la rústica doncella; La grey paterna erraba en las praderas.

Y dueña augusta la hizo del tesoro Y el sueño, que los párpados devora
Que en frutos y ganado Libia encierra. De mil y mil, la acariciaba sólo
Del vasto continente honra y decoro. Breves instantes, y al rayar la aurora.

Venus ofrece hospitalaria tierra Con su rico carcaj el alto polo


Al Delio peregrino; y la cuadriga Al recorrer, con un león la mira
Con su argentada mano dulce aferra. Luchar inerme el flechador Apolo.

En cámara nupcial á Apolo abriga, Lidia la virgen sola: el dios admira


Y manda á presidir á su himeneo Su intrepidez, y á la mansión paterna
A la Modestia, del Amor amiga. Corre á llamar al hijo de Filira.

Lo enlaza á la gentil hija de Hipseo, «Deja ¡oh Quirón! (le dice) tu caverna:
De los Lápitas rey, nieto valiente La grande fuerza y el valor sublime
Del Océano, y prole de Peneo. Ven á admirar de aquella niña tierna.

»¡Cómo á la fiera irresistible oprime!


La Náyade Creúsa, descendiente
Su invicto corazón no abriga miedo.
De la Tierra, del Pindó en el regazo
¿Qué padre la engendró? ¿qué madre? díme.
Dió á luz, del Mar al vástago potente.
»¿Quién la trajo á estas selvas? Su denuedo
El educó á Cirene, cuyo brazo
Mira, y responde: ¿mi divina mano
De nieve parecía, y desdeñaba
Poner de grado ó fuerza en ella puedo?»
De infantil amistad el dulce lazo.

Con sonrisa benévola el anciano


El telar mujeril la fastidiaba,
Centauro preceptor, consejos graves
Y era su gusto el perseguir las fieras
Dirige á su pupilo soberano.
Con el venablo ó la preñada aljaba.
ODA I X .

«Del santo amor las escondidas llaves »De doncella sin par feliz marido,
Tiene (le dice) la gentil Prudencia, Con ella cruzarás los anchos mares
Y no la fuerza: ¡oh Febo! bien lo sabes. Hasta el jardín de Júpiter florido.
*
«Ganar un corazón por la violencia, »Allí, por valerosos insulares
Es medio que reprueba juntamente Verás alzarse en cándida colina
De mortales y Númenes la ciencia. De opulenta ciudad muros y altares.

»Te ha sugerido la pasión naciente «Su reina ella será. Libia divina
A tu ninfa abrirá las áureas puertas
El que acabo de oir, cortés lenguaje;
De su regia morada peregrina.
Que tu deidad engaño no consiente.
»Terrenos le dará de lindes ciertas,
«¿De la virgen preguntas el linaje,
Con fieras en sus selvas espaciosas
¡Oh Dios! tú que conoces cada vía
Y frutas abundantes en sus huertas.
Al principio y al fin de nuestro viaje?
»Allí te dará un hijo; á las hermosas
«Cuantas arenas, de la mar bravia
Horas, Mercurio conducirlo debe,
Agita el viento en la árida ribera,
Y á la tierra de faldas anchurosas.
Y cada arroyo en sus arenas cría;
»A la materna leche, néctar leve,
«Cuantas hojas produce en primavera
Sustituirán; y célica ambrosía
El fértil suelo; cuanto arcano esconde
Al venturoso infante harán que pruebe
Con la presente edad la venidera,
»Así será inmortal; si la jauría
»Todo lo sabes ¡oh Señor! ¿Adonde
Lleva, lo adorarán cual Jove Agreo;
T u ojo no penetró? Mas, por ventura,
Cual Febo Nomio, si rebaños guía:
Si agorar junto á tí me corresponde,
»Y su nombre habitual será Aristeo.
»Escucha, ¡Rey de vates! La dulzura
El vaticinio muévelo á que encienda
De conyugales lazos, has venido
La suspirada antorcha de himeneo.
A gustar, de este valle en la espesura.
1(38 PÍTICAS.

Cuando lo quiere un dios, breveeslasenda. Su agudo acero, la cabeza impía


El mismo día salva la distancia, Separó de Euristeo; y al instante
Y al punto rompe la virgínea venda. Tornó á bajar á la región umbría.

De oro es el lecho y conyugal estancia Reposa ahora el paladín triunfante


Que Libia en su ciudad les proporciona, En el sepulcro de Anfitrión, su-abuelo,
Célebre por sus juegos y abundancia. De la cuadriga conductor brillante.

En la Ciudad de Cadmo, cuyo suelo


¡Oh Cirene feliz! Nueva corona
Huella de blancos potros noble raza,
Hoy te conquista el hijo de Carniades,
Desterrado encontró techo y consuelo.
Vencedor en el circo de Pitona.
El rico pueblo, que su origen traza
Cuando á tu seno torne, ¡oh de ciudades
Desde el dragón y los sembrados dientes,
Reina, cuyas bellísimas mujeres
Allí á Anfitrión hospitalario abraza.
Te dieron prez en todas las edades!
De él y de Jove esposa, á dos valientes
Recíbelo con triunfos y placeres;
Mellizos, en un parto, la existencia
Que la gloria que en Delfos te asegura,
Alcmena dió, modelo de prudentes.
Merece bien cuanto por él hicieres.
Falto de voz ó presa de demencia
Elogiar no conviene con premura
Es el que no consagra á todas horas
Grandes hazañas; mas en breves frases
A Alcides, de sus versos la cadencia;
Tratar muchos asuntos, es cordura.
Quien no canta las aguas bullidoras
Sin aferrar ¡oh Musa! nunca pases
De Dirce; que con lficles su hermano
La propicia ocasión; principio eterno
Al semidiós nutrieron salvadoras.
De que Yolao fiel sentó las bases.
Mi lira les dedico; que no es vano
La amurallada Tebas, del Infierno
Mi voto, si propicio me ilumina
Salir lo vió; y aprovechar el día
El coro de las Gracias soberano.
Que pudo abandonar el negro Averno.
Pues ya tres veces alcanzó en Egina Prodigio de beldad, mil amadores
Renombre á su ciudad, Telesicrates, De Anteo en la ciudad piden su mano,
Y de Niso en la célebre colina, Y de extranjeros reinos mil señores.

No callarán á la verdad los vates Pero queriendo el Príncipe Africano


Su alto valor; lo elogie el partidario Para su hija encontrar mejor partido,
Lo mismo que el vencido en los combates. Que dé lustre á su cetro soberano,

Si lo merece, alaba á tu adversario Recuerda de Danao, el atrevido


Con todo el corazón, dijo Nereo: Proyecto, con que en Argos á cuarenta
;Oid al viejo Dios hospitalario! Y ocho doncellas consiguió marido:

Tras la meta á las vírgenes asienta,


¡Heroico vencedor! Más de un trofeo
Y cual premio, á los proceres amantes,
De Palas en la arena polvorosa
Cada cinco años conquistar te veo. De rápida carrera, las presenta.

La lucha fué brevísima; y aun antes


Clavando en tí los ojos silenciosa,
De mediodía, esposas eran todas.—
Piensa más de una madre: ¡Fuera mi hijo!
Del Libio son las leyes semejantes.
Más de una virgen: ¡Fuerayo su esposa!

En Olimpia te vi con regocijo ' Pone, imitando las Argivas modas,


Triunfar, y en los certámenes de Rhea: A la adorada virgen en la meta:
Allá en tu patria vencerás de fijo. «¿De mi Barce queréis las regias bodas?»

(Dice de amantes á la turba inquieta.)


Ansioso de apagar mi sed pimplea,
«Veamos quién al fin llega primero
De tus antepasados la alabanza
»Y su virgínea túnica sujeta.»
Quieren que el fin de mis cantares sea.
El estadio larguísimo, ligero
Cumpliré mi deber.—Con la esperanza
Recorre Alexidamo; y de su amada
De conquistar de Barce los favores
La dulce mano toma placentero.
Hueste de novios hasta Irasa avanza.
A la hueste de Nómades formada
La presenta feliz; y hojas y flores
Cubren á la pareja afortunada.

¡No son del primer triunfo los honores!

ODA DECIMA.

Á HIPOCLES DE TESALIA,
CORREDOR EN E L ESTADIO DOBLE.

¡Feliz Lacedemonia, venturosa


Tesalia! A ambas á dos del gran Alcides,
El Príncipe de atletas y adalides,
Gobierna la progenie poderosa.

¿No es hora de ensalzar tales grandezas?


¡Qué! Ya me llama el Pítico trofeo,
Y los hijos de Aleva y Pelineo
A celebrar de Hipocles las proezas.

Con los jóvenes lucha en el gimnasio,


Y hoy vencedor en la carrera doble
Lo aclama, de Anfictiones ante el noble
Concejo, el celestial valle Parnasio.
Hasta el límite extremo de ventura
Son para el hombre las empresas bellas
Que al hombre es dado ver, llegó su nave:
Al principio y al fin, si un dios lo mueve.
Ni á pie ni en barca en lo posible cabe
¡Apolo! A tu socorro el triunfo debe,
Del Hiperbóreo ver la tierra oscura.
Y á haber seguido las paternas huellas.

Sólo Perseo consumó la empresa


De armadura marcial cubierto Fricias,
De entrar de aquella gente á los hogares;
Dos lauros en Olimpia ganar pudo:
Cien jumentos sin tacha en los altares
De la Victoria recibió desnudo
Los vió inmolar, y se sentó á su mesa.
En los llanos de Girra las caricias.

Deleitan sus festines y canciones


Su hacienda y esplendor en adelante
A Apolo, que les fué siempre propicio;
Aumente la Fortuna; y en los juegos,
Le hacen reir, al ver el sacrificio,
Delicia y prez de los robustos Griegos,
Del lozano animal las contorsiones.
De uno y otro el valor salga triunfante.

A aquel pueblo la Musa no es extraña;


Envidiosa deidad no los persiga
Doquier se miran coros de doncellas
Con inicuas mudanzas y vaivenes;
Y mancebos, girar en danzas bellas
Favorables los Númenes, de bienes
Que la flauta ó la cítara acompaña.
Colmen su dulce hogar, con mano amiga.

De dorado laurel ciñen la frente;


¡Feliz el hombre que en veloz carrera
Se gozan en opíparos convites;
Alcanza, ó en atléticos combates,
Ignoran de la guerra los embites:
Premios insignes! Cantarán los vates
Nunca los hiere Némesis furente.
Brazo tan fuerte, planta tan ligera.

Sagrada raza, ni vejez la enerva,


¡Feliz si vive hasta mirar la frente
Ni de dolencias víctima decae:
De su hijo tierno con laurel ornada
Impertérrito el hijo de Danae
Del Pitio circo! ¿Qué le falta? Nada.
Allí arribó, llevado por Minerva.
Para escalar el cielo es impotente.
Yo de Torace en el amor confío,
La cabeza, del tronco separada,
Mi dulce huésped, cuya diestra amiga
De la Górgona audaz mostró á la isleña
De las Musas me puso en la cuadriga
Criminal gente; que trocóse en peña
Con ardor exigiendo el canto mío.
Al verla de serpientes erizada.
Prueba Lidio crisol cariño y oro.
En prodigios mi mente no rehusa ¡Ah! Dejad que salude á sus hermanos,
Creer: los obra Júpiter supremo.— De la Tesalia insignes soberanos,
Presto el áncora arroja y alza el remo: Y del suelo natal honra y decoro.
Salva mi nave del escollo, ¡oh Musa!

Al formar la abejilla sus panales


De una ñor á otra flor revuela inquieta.
¿Qué mucho si doquier liba el poeta
La miel para sus cánticos triunfales?

Que á orillas del Tesálico Peneo,


Los habitantes de la bella Efira
Repitan los acordes de mi lira
De Hipocles en honor, es mi deseo.

Así tendrá más lustre su victoria;


Lo admirarán iguales y mayores:
Las vírgenes cantando sus loores
Partícipes serán de su alta gloria.

Gusto diverso á los mortales mueve:


De su ambición quien alcanzó el objeto,
Entre los brazos téngalo sujeto.
¿Quién lo futuro á predecir se atreve?
ODA UNDÉCIMA.

Á T R ASI DE O DE TEBAS,

JOVEN CORREDOR EN EL ESTADIO.

Venid, hijas sagradas


De Cadmo y de Harmonía:
¡Semele! tú que un día
El Olimpo lograstes escalar;
Y tú, que Leucotea
Hoy te apellidas ;Ino!
Y el alcázar marino
De las Nereidas bajas á" habitar.

De Hércules con la augusta


Madre favorecida,
De Melia á la escondida
Mansión de ricos trípodes volad.
¿Acaso de Ifigenia
Como á ninguna, Apolo
La inmolación tirana
Con sus gracias la llena:
En la orilla lejana
La ha apellidado Ismena
Del Euripo, moviera su furor?
Y es trono de fatídica verdad.
¿O del marido ausente,
Cayó en ajenos brazos?...
¡Oh coro de heroínas!
Manchan vedados lazos
Allí os convoco ahora,
De la recién casada el limpio honor.
A Temis protectora
Al caer de la tarde á celebrar;
¡Ay! Ocultar no puede
Y ganaréis de Tebas
La adúltera su mengua;
Y Cirra los favores,
Del vulgo la atroz lengua
De Delfos los loores
Por publicar las culpas tiene afán.
(Gran Centro de la tierra) al entonar- A su opulencia, envidia
Igual, el grande aduna.
Las glorias de su raza Los de inferior fortuna
Renueva Trasideo, Contra el rico en silencio rugirán.
Hoy que el tercer trofeo
De sus abuelos lleva á la mansión.
Al regresar á Amicla
De su victoria, el fértil
Atrida halló la muerte,
Campo ha sido testigo,
Y á su funesta suerte
De Pilades, que amigo
A la adivina Virgen arrastró.
Y hue'sped fué de Orestes el Lacón. Venía con su nave
De los despojos llena
¡Afortunado Orestes! Que por causa de Helena,
A la sangrienta diestra A la incendiada Troya arrebató.
De la ímpia Clitemnestra
Su nodriza Arsinoe lo ocultó,
En la del viejo Estrofio
Cuando el puñal agudo
Hospitalaria estancia
De la feroce madre,
Pasó la tierna infancia
A Agamenón su padre
El niño Orestes, del Parnaso al pie;
Y á Casandra, en el Orco sepultó.
Y más tarde la muerte Los ínclitos favores
Hizo pagar, de Atrida, De los Dioses admiro;
A Egisto con la vida, Pero tan sólo aspiro
Y de su madre infiel verdugo fué. A lo posible, en mi robusta edad.
Dicha durable, sólo
¿Mas dónde estoy, amigos? Da honrada medianía:
Ved que calle extraviada Por ella cambiaría
Tomé en la encrucijada, Aun el trono de mi ínclita ciudad.
Y la primera dirección perdí.
Como á ligero esquife A modestas empresas
Que la brisa más leve Y virtudes me entrego:
Fuera del rumbo mueve, Al envidioso, el fuego
Así la inspiración me agita á mí. De su propia pasión consume al fin.
» Feliz efcciudadano
¡Oh Musa! si vendieras Que vive en grata holganza;
Por oro tus encantos, Que alto renombre alcanza
T u s alquilados cantos Y evita noble la insolencia ruin.
Pudieras dirigir aquí ó allá;
Mas hoy, las Pitias glorias Cuando sus ojos cierre
Loar de Trasideo La Parca tenebrosa,
Y su padre deseo, De tal varón, preciosa
Y tu voz á ellos sólo cantará. La muerte misma el mundo juzgará;
Y á su querida prole
En la Olímpica arena Y dulce descendencia,
Espléndidos laureles La más preciada herencia,
Ellos, y los corceles Que es un nombre glorioso, legará.
De sus carros, lograron alcanzar.
Bajaron de Pitona ¡Ifíclides Yolao!
Al estadio desnudo; La fama ya te canta,
Y ningún Griego pudo Y al éter os levanta,
Su planta velocísima igualar. ¡Cástor divino, Pólux sin rival!
184 PIUCAS.

¡Salud, de Jove y Leda


Perínclitos Gemelos,
Que hoy moráis en los cielos
Y mañana en Terapne la infernal.

ODA DUODÉCIMA.

Á MIDAS DE AGRIGENTO.
^AUTISTA.

¡Oh la más bella que al mortal hospeda


Ciudad ilustre! T ú , de Proserpina
Sede divina, de brillar amante,
Oye mi ruego.

Tú, cuya frente se alza en las riberas


Del Agrigento, ricas en ganado,
Sobre collado que gigante muro
Fuente circunda:

Esta que á Midas en el Pitio circo


De hombres y Dioses el favor hoy dona,
Verde corona, recibir propicia
Dígnate, Reina.
Y abre los brazos al varón insigne De Polidectes al nupcial banquete
Que á los flautistas vencedor supera, El rojo cráneo, cual feroz trofeo,
Que Grecia entera á conquistar envía Lleva Perseo; y en amargo luto
Délfico lauro, Trueca la fiesta,

En aquel arte, creación de Palas, Y de su madre los pesados hierros


Cuando la Diosa remedar el llanto, Piadoso rompe; y el forzado enlace
Con flébil canto, de las tres audaces Justo deshace de Danae el hijo,
Górgonas quiso: ¡Prole divina!

Triste lamento, que en variadas notas Cuenta la fama que de lluvia de oro
Las feas bocas de hórridas serpientes Nació sin padre: protegióle Palas,
Sobre sus frentes (cabulera horrible) Bajo sus alas consumando el héroe
Hondo exhalaron, Grandes proezas.

Y el ronco pecho de las almas ninfas, Libre de riesgos viéndolo la Virgen,


El día infausto que á la hermana bella Para su nuevo músico instrumento
Cruel degüella del audaz Perseo Vario concento de estridentes notas
La ínclita mano. Dulce compone;

¡Ay! ¡Cuánto duelo su fatal venganza, Y con la flauta, los agudos ayes
A tí, Serifo, que la mar rodea, Que la garganta vierte de Euriala
Ruda acarrea, y al que tú sostienes Mágica iguala. ¡Salve, oh de Minerva
Bárbaro pueblo! Útil invento!

Cae la cabeza de Medusa hermosa, A los mortales dándolo la Diosa


Y ante sus yertos, húmedos despojos, Nombre le impuso, que el recuerdo vivo
Los claros ojos de las divas hijas Guarde festivo, de las cien cabezas
Ciega, de Forcis. De áspides fieros;
Y hoy á los juegos y á la lid sangrienta
Llama á los pueblos el concento blando,
Tenue pasando por el bronce que une
Débiles cañas.

Cañas, de danzas plácidos testigos,


Y que en el bosque del Cefiso ameno,
Cabe Orcomeno (de la Gracias villa)
Crecen lozanas.

¿Quién las espaldas, si á la dicha aspira,


A los trabajos volverá cobarde?
Dios en la tarde calmará las penas
Que hora lo abruman.

No cede el Hado; mas apenas deja


A los mortales la última esperanza,
Nueva bonanza los perdidos bienes
Fácil resarce.
Y hoy á los juegos y á la lid sangrienta
Llama á los pueblos el concento blando,
Tenue pasando por el bronce que une
Débiles cañas.

Cañas, de danzas plácidos testigos,


Y que en el bosque del Cefiso ameno,
Cabe Orcomeno (de la Gracias villa)
Crecen lozanas.

¿Quién las espaldas, si á la dicha aspira,


A los trabajos volverá cobarde?
Dios en la tarde calmará las penas
Que hora lo abruman.

No cede el Hado; mas apenas deja


A los mortales la última esperanza,
Nueva bonanza los perdidos bienes
Fácil resarce.
ODA PRIMERA.

À CROMIO ETNEO,

VENCEDOR CON E L CARRO.

¡Vástago de la noble Siracusa,


Ortigia sacra, que reposo á Alfeo
Diste cuando corrió tras Aretusa'
Los rápidos corceles, que el Ñemeo
Triunfo obtuvieron, cantará mi musa;
Y á Cromio al celebrar, y á Jove Etneo,
Empezaré por tí, cuna de Diana,
Y de la errante Délos bella hermana.
y
Merced á su cuadriga vencedora
(Del valiente garzón primera prueba)
De los Dioses la mano protectora
De la gloria á la cúspide lo lleva.
¡Oh Musa, del combate admiradora! Que no oculte jamás (al cielo plegue)
Con espléndido canto al cielo eleva En mis arcas inútiles riquezas;
La que asignó por dote á Proserpina Favores al amigo nunca niegue
El Señor del Olimpo, isla divina. Mi mano, á ejemplo tuyo; y mis larguezas
A tanto suban, que mi fama llegue
Agitando la excelsa cabellera, A la alta cumbre que á escalar empiezas;
De la fértil Sicilia hacerla jura Que á todo pecho emprendedor alcanza
Reina, y de sus ciudades la primera; De cubrirse de gloria la esperanza.
Y un pueblo á quien deleita la armadura,
Y el corcel de batalla, y la carrera, T u primera victoria es buen agüero
También le da, que cifra su ventura De más gloriosas y mayores lides.
En las coronas de oro, oliva y flores, ¡Cromio feliz! Vaticinarte quiero
Premio de los Olímpicos sudores. T u futuro esplendor, nuevo Everides;
Y en dulce verso narraré el primero
Es sublime el encomio, pero justo, Triunfo que obtuvo el pequeñuelo Alcides,
Y elevaré cual nunca mis canciones Al ver la luz, con su gemelo hermano,
Hoy, que banquete de exquisito gusto El vástago de Jove soberano.
Me aguarda en los espléndidos salones
Que abre á huéspedes mil prócer augusto. Juno lo ve desde su regio asiento,
Modelo de magnánimos varones, En cuna de oro y Cándidos pañales.
El fuego de mordaz maledicencia La devoran los celos, y al momento
Con agua extingue de gentil clemencia. La Reina de los Dioses inmortales
Dos dragones envía: al aposento
Orna á cada mortal don diferente: Penetran por los fáciles umbrales,
Si á la gloria llegar quieres derecho, A los niños terríficos enlazan,
Sigue la inclinación que tu alma siente. Y vivos engullirlos amenazan.
Requiere el lidiador robusto pecho,
Y el gobernante previsora mente, Con la cabeza erguida se levanta
Que del futuro tiempo esté en acecho. Hércules, y hace su primer ensayo,
En tí vigor y previsión aduna, A ambas sierpes asiendo la garganta
¡Hijo de Agesidamo! la fortuna. Con tanta fuerza, que letal desmayo
De los dragones el furor quebranta
Todo el vate narró. De los Gigantes
Hasta morir. Cual subitáneo rayo
Predice, y de los Númenes la guerra:
Entra el terror, y á las esclavas llena,
Hércules, con sus flechas penetrantes
Que al lecho velan de la bella Alcmena.
A los monstruos hará morder la tierra
En los campos de Flegra. Tras brillantes
Ella sale también, aunque desnuda, Proezas, su carrera al fin se cierra
Del lecho, y á los monstruos se abalanza; Yendo entre los celestes moradores
Un Tebano escuadrón viene en su ayuda, El premio á recoger de sus labores.
Armados todos con loriga y lanza:
Su acero esgrime, víctima de aguda
Perpetua paz y dicha sempiterna
Pena Anfitrión, y á su cabeza avanza;
Allí le aguarda, y eternal reposo:
Que el propio luto nos desgarra el seno,
Se enlazará con Hebe, virgen tierna
Aunque pronto olvidamos el ajeno.
De juventud perenne y rostro hermoso;
En la dorada habitación paterna
Terror y admiración el padre siente Hará el nupcial banquete suntüoso,
Al ver tanto valor, y tan extraña Y de Saturnio Júpiter al lado
Fuerza en un niño; el cielo así clemente Vivirá, de los Númenes amado.
Del anuncio fatal lo desengaña.
Al Profeta de Jove omnipotente,
Que lee lo porvenir en cada entraña
De las aves, Tiresias su vecino,
Llama Anfitrión, y acude el Adivino.

A la Tebana multitud, que atenta


Escucha el vaticinio, las gloriosas
Penas, y hazañas del infante cuenta.
Cuántas, en tierra, fieras perniciosas
Su invicta mano domará sangrienta,
Y cuántas en las ondas borrascosas;
A qué malvados de la raza humana
Justiciero dará muerte temprana:
ODA SEGUNDA.

A TIMODEMO DE ATENAS,
V E N C E D O R EN E L P A N C R A C I O .

Es ley de los Homéridas


Armónicos cantores,
De Júpiter Olímpico
Siempre con los loores,
Sus dulces himnos épicos
Devotos empezar.

El héroe de mi cántico,
Así el primer trofeo
Obtiene en los certámenes
Sagrados del Ñemeo
Bosque, do reina Júpiter
Cual Numen tutelar.
198 NEMEAS. ODA N .

Si por la senda plácida Ciñera su alba frente.


Sin vacilar camina, Cuatro al Parnaso altísimo
Que hizo á su padre célebre; T u s padres deben ya.
Y el Hado lo destina
A ser de Atenas bélica Al pie de aquellos ásperos
Decoro y esplendor, Montes, en cuyas faldas
Salió triunfante Pélope,
Que vencerá en los ístmicos Hasta hoy ocho guirnaldas
Combates yo le auguro: De los Corintios ínclitos
Y aun en la arena Pítica La decisión les da.
Aguarda de seguro
De Timonóo al Vástago, En Nemea su mérito
La codiciada flor. Ha conquistado siete.
¿Quién computar el número
Orión así á las Pléyades De lauros acomete,
Siempre á seguir se inclina; Que en los juegos de Egíoco
Sabe formar intrépidos Les diera su Ciudad?
Guerreros Salamina:
De Ayax el brazo indómito ¡Cantad-hijos del Atica,
Héctor en Troya vió. Hoy que al nativo puerto
De flores honoríficas
¡Oh Timodemo! Gózome Torna el joven cubierto:
De ver crecer tu gloria Mil himnos eucarísticos
Con nueva hazaña atlética: A Júpiter cantad!
Narra la antigua historia
Que Arcania hijos magnánimos
A Grecia siempre dió.

Jamás un Timodémida
Saltó á la arena ardiente,
Sin que laurel espléndido
ODA TERCERA.

Á ARISTOCLIDES DE EGINA,
VENCEDOR EN E L PANCRACIO.

Ven ¡oh Musa divina!


Escucha ¡oh Madre! mis ardientes ruegos,
Y baja á la isla Dórica de Egina,
La hospitalaria, en este mes famoso
Que santifican los Ñemeos juegos.
En las riberas del Asopo undoso,
De jóvenes cantores
Dulce coro te aguarda numeroso,
i Que por oír ansia
De tu celeste voz la melodía.
Con los mismos honores
Hechos diversos compensar no es justo;
Y el mejor galardón á la victoria
202 NEMEAS. ODA 111. 203

Del luchador robusto, No es fácil recorrer vedados mares,


Es el canto de gloria Dejando atrás de Alcides los pilares.
Que acompaña á virtudes eminentes, Eternos monumentos
Y se complace en coronar las frentes. De su extremo marítimo camino,
Allí los puso de Hércules divino
Concede á mis sudores La mano, sobre hondísimos cimientos.
De este canto gentil grande abundancia; Enormes alimañas
Y tú, que eres su prole, himno sonoro Él domeñó en el piélago; y llevado
Entona á Jove, que elevada estancia De su espontáneo amor á las hazañas,
Entre las nubes tiene: de aquel coro Exploró cada fuente,
Trasmitiré á las voces y á las liras, Cada escollo y corriente
Cuanto benigno á tu cantor inspiras, Hasta do puede por el mar hinchado
Y agradará mi acento Avanzar un bajel (con la esperanza
Al que es de Egina lustre y ornamento. De que su prora vuelva) hacia Occidente,
Fueron los Mirmidones Y de la tierra el límite apartado
Primeros en poblar la isla felice, El héroe señaló. Mas ¿dó me lanza
Y de aquellos perínclitos varones El viento de mi genio? ¿A qué extranjero
El fuerte Aristoclides no desdice. Promontorio ha arrojado mi navio?
Con ímpetu acosado A Eaco y á Egina, el canto mío,
En el pancracio, por atleta osado, Y á su progenie, que enderece quiero.
Merced á tu armonía Es cierto, sí, que celebrar es justo
Señal no dió de infame cobardía. Toda proeza de varón augusto;
De los Ñemeos valles hoy en medio Mas no conviene al vate
Con dulces himnos sus trabajos pagas, Que amor de extraña gloria
Saludable remedio A peregrinas playas lo arrebate.
Del vencedor á las profundas llagas. Busca tus héroes en la patria historia,
Y hallarás, musa mía, amplio argumento
¡Oh! Ya que á tu gallardo continente Para entonar dulcísimo concento.
Y varonil belleza, Del Rey Peleo canta la victoria,
Iguala de tus hechos la grandeza, Célebre en las antiguas tradiciones
¡Vastago de Aristófanes, detente! Por la que él se forjó robusta lanza.
204 N E M E AS. ODA N I . 205

El solo, sin legiones, Y al Centauro instructor (hijo querido


A Jolcos toma. A Tetis la marina, De Saturno) llevábale delante
No sin trabajo, vencedor domina, Del animal vencido
Y, aunque humilde mortal, su mano alcanza. El cuerpo palpitante.
¡No contaba seis años el infante!
A Yolao asociado Llenas de asombro lo miraban Diana
Derriba Telamón armipotente Y la armada Minerva
A Laomedonte osado; Cazar cada mañana,
Y con él, al ejército valiente Ya el corzo corredor, ya la ágil cierva,
De fieras Amazonas, que maneja Sin ayuda de lazos ni lebreles,
Arcos de bronce, debelado deja. Pues su pie superaba á los corceles.
No disminuye el miedo
Que á tantos hombres domador abate Refiero lo que antiguas tradiciones
El singular denuedo Me mueven á contar. Al antro vino
Que ostenta su alma en desigual combate. Del prudente Quirón, Jasón divino
El natural valor al hombre inclina A recibir lecciones.
A grandes hechos: quien nació cobarde, Allí sus salutíferas pociones
Aunque merced á dura disciplina A mezclar enseñó con mano suave
Quiera hacer de proezas vano alarde, Al glorioso Esculapio, el viejo grave.
De empresas mil y mil en pos camina, El al casto Peleo
Y con incierta planta, Unió benigno con nupciales lazos
Aunque vaya doquier, nada adelanta. A la hija de Nereo,
Tetis gentil, de encantadores brazos.
En casa de Filira, el rubio Aquiles De aquella unión sagrada
Niño aún, cada día Al vástago sublime, á Aquiles fuerte,
Cual juegos infantiles Educa de tal suerte,
Hazañas colosales emprendía. Que el ponto cruza, y frente á Ilión sitiada
Ya lanzaba veloz agudo dardo Las huestes anonada
Igual á los furiosos aquilones; De Dárdanos infantes; y de Frigia
Ya un jabalí mataba, ya un leopardo, Y de Licia dispersa á los guerreros,
Ya luchaba con hórridos leones: Y al desafiar de Etiopia á los lanceros,
ODA 111. 207
NEMEAS.

A su jefe Memnón manda á la Estigia. Pues de su vida se prolonga el hilo,


¡Pobre primo de Heleno! Pensar ya le conviene
Volver no pudo de su patria al seno. En el destino que á sus plantas tiene,
Y otras virtudes cultivar tranquilo.
Auréola esplendente
Que ni clima ni edad borra ni empaña, ¡Querido amigo, adiós! Dichoso vive
Después de tanta hazaña Y este precioso vaso
Orna de los Eácidas la frente. Con miel y blanca leche del Parnaso,
¡Jove! T u sangre son: tuya es la liza Ofrenda de amistad, grato recibe.
Que el cántico eterniza, Mezclado va dulcísimo rocío,
Que al armonioso coro Don de las Musas, y el sabroso aliento
De jóvenes, de Egina honra y decoro, Que despide el Eólico instrumento:
Para entonar en tu loor trasmito. Acepta mi cantar, aunque tardío.
Bien de alabanza el grito Que me asemejo, sabes,
Aristoclides vencedor merece, Al águila, señora de las aves,
Por quien, de la isla bella Cuando ligera de las nubes baja,
Que lo viera nacer, la fama crece. Y en víctima sangrienta
Por él alta descuella, Sus garras agudísimas encaja,
En alas de la dulce poesía, En tanto que la turba macilenta
De sacerdote del crinado Apolo De viles grajos, el rastrero vuelo
La dignidad Tearia, que en él solo Graznando siguen sin dejar el suelo.
Unida, hace brillar su valentía.
Con el favor de Clío,
La que todo lo aclara, la experiencia, Que soberana mi cantar sublima,
En las Nemeas lides Eternamente brillará el que anima
Probó de Aristoclides T u heroico pecho, sobrehumano brío,
La atlética excelencia. Y que guirnalda te ciñó, preclara,
Niño, vence á los niños sus iguales; • En Epidauro, en Neme y en Megara.
Varón, á los varones siempre humilla;
Anciano fresco, entre los viejos brilla,
Ilustre en cada edad de los mortales.
ODA C U A R T A .
I
Á TIMASARCO DE EGINA,

LUCHADOR EN LA PALESTRA.

De los trabajos arduos


La mejor medicina
Es la que da el triunfo,
Dulcísima alegría.

I Los himnos, prole sabia


De las Musas divinas,
Cual bálsamo, al atleta
Solícitos alivian:•

9
Los fatigados miembros,
Ni la caliente linfa
Ablanda cual los sones
De encomiástica lira.
NEMEAS.
ODA IV.
Vive, más que los hechos,
El ganó de coronas
La dulce Poesía
Multitud infinita
Que de alto ingenio nace E n los Cleonios juegos,
Y las Gracias inspiran. Do siempre combatía,

T a l á Jove se eleve E n Atenas la sabia,


Esta cántiga mía, De Grecia maravilla,
Y á Nemea, y la lucha Y en la de siete puertas
De Timasarco invicta. T e b a s , ciudad amiga.

La de las altas torres, Allí junto á la t u m b a


Ciudad cuya justicia Que guarda las cenizas
Cual luminoso faro De Anfitrión, la frente,
Sobre la tierra brilla, C o n flores exquisitas,

Patria de los Eácidas, Ciñéronle gustosos


Hospitalaria Egina, Por la amistad antigua
Del extranjero asombro, Q u e á su patria y la patria
Acéptela benigna. Del viejo Cadmo unía:

¡Oh! Si del sol la lumbre Ni la mansión de Alcides


Calentara vivífica F u é tierra peregrina
A tu padre Timócrito, Para él, que halló en sus aulas
¡Cuál pulsara la cítara! Benévola acogida.

¡Cuál las pasadas glorias Con Telamón el grande


Que celebrar medita A T r o y a vino un día
Mi plectro con las tuyas, Hércules: sus murallas
Alegre cantaría! Con él fuerte derriba;
Con él, á los Meropes Ya con mágica fuerza
De Cos vence en la isla, La nueva luz de Cintia,
Y al lidiador famoso A celebrar los juegos
Alcioneo, d o m i n a . Al corazón excita.

Mas antes que á su clava Amaina ¡oh de mi musa


E l gigante se rinda, Ligera navecilla!
C o n un peñasco enorme Que ya á desviarte empieza
R o m p e doce cuadrigas. De mi genio la brisa.

A cada u n a dos heroes A su halagos tiernos


Insignes conducían, T u buen timón resista,
Y á todos a q u e l monstruo A u n q u e las olas besen
Mata, hiere, mutila. E n alta mar tu quilla.

Quien mi relato acoja Seremos vencedores


C o n suspicaz sonrisa, De la turba enemiga,
N o tiene de la guerra Si nuestra ruta alumbra
Nociones ni sencillas. El sol de mediodía.

Sepa que la F o r t u n a , El émulo e n t r e t a n t o


Si á veces es propicia, Que nuestra suerte envidia,
Mil otras c o n desastres Sus tramas, como el h u m o
Y derrotas h u m i l l a . Desvanecerse mira;

Rápido el tiempo vuela, E n t r e tinieblas densas


Y digresión prolija Sigue su senda inicua,
Prohíbeme d e l canto Y en el abismo, á oscuras
La ley reconocida. Al fin se precipita.
214 NEMEAS. ODA I V . 215

La que el Hado potente Do bueyes mil, la sierra


Encendió, leve chispa, Que en Dodona principia
E n mi pecho, no hay riesgo Y llega hasta el m a r Jonio,
Q u e los años extingan. C o n rico pasto cría.
M
E a , pues, entonemos Al pie del monte Pelio
¡Oh dulce lira mía! Peleo á Jolcos sitia,
Un cántico, empapado Y á los bravos Hemones
E n dulce miel de Lidia, Entrégala cautiva.

Q u e grato vaya á E n o n a Nada las redes valen


Y á Chipre la festiva, Que tiéndele ofendida
Donde erigió su t r o n o La adúltera consorte
T e u c r o Telamonida. De Acasto, Astidamía.

Cual n u m e n hoy gobierna El engañado esposo


Su patria Salamina, Muerte oculta maquina
Ayax, su noble h e r m a n o , Darle, con la Dedálea,
Si bien de corta vida. Encantada cuchilla;

E n el E u x i n o P o n t o Pero Quirón el sabio


Surge espléndida isla, Al casto joven libra
Do tutelar impera Guardándolo á la suerte
Aquiles de Larisa; Que Jove le destina.

T e t i s el cetro empuña La irresistible fuerza


De la risueña Ftía; De llamas voracísimas,
Y en el ilustre Epiro Impávido en el bosque
Neoptolemo domina, Peleo desafía,
ODA IV.

Las garras de leones, Que es difícil empresa


Y las horribles filas C a n t a r las infinitas
De dientes de alimañas, Hazañas que á la raza
Que asoladoras brillan. De Eaco glorifican.

De t a n t o riesgo ileso, Ilustre pregonero


Al fin logra la dicha De las luchas eximias
De unirse en matrimonio Que del robusto atleta
A una Nereida ninfa; Los miembros fortifican,

Y ve la que comparte Gozoso á los T e á n d r i d a s


Con ella, regia silla, A cantar en Olimpia
Por los Reyes del cielo Vengo, y en la palestra
Y del m a r circüida, Nemea, y en la ístmica.

Llevándole obsequiosos Doquier lucharon fuertes;


Dádivas exquisitas, Ni sin coronas ínclitas
Que espléndidas herede T o r n a r o n de los juegos
Su descendencia invicta. A su ciudad natía.

Nadie puede las rocas De triunfales himnos


E n que Gades estriba ¡Oh Timasarco! brilla,
C o m o dispensadora
Pasar hacia Occidente;
Y asunto, tu familia.
Presto de bordo vira.

Mas si al heroico hermano


El viento de mi genio
De tu madre, Calidas,
T u vela o t r a vez hincha:
Mandas que un m o n u m e n t o
Vuelve de nuevo á E u r o p a
Más Cándido hoy erija
T u p r o r a , ¡oh mi barquilla!
Que de mármol de Paros, El solo de Milesias,
T e obsequiará mi lira. T u maestro, podría
La brillantez del oro Narrar en el certamen
Con el crisol se aviva; La destreza inaudita,

Y el himno que preclaras Su férvida elocuencia,


Hazañas eterniza, Su fina cortesía,
Al luchador, más alto Y con los adversarios
Que los reyes, sublima. La intrepidez invicta.

E n los Elíseos campos


Do mora, el buen C a l i d a s
De mi fecunda lengua
El cántico reciba.

Con apio ornó su frente


La palestra Corintia
E n los sagrados juegos
Que á Neptuno dedica.

Su nombre el viejo Eufanes,


T u abuelo, inmortaliza:
¡Joven! E n cada siglo
Nuevo vate germina.

Quien lauros en los juegos


Atléticos conquista,
Cual nadie, al celebrarlos
Sabe pulsar la lira.
ODA QUINTA.

Á PITEAS DE EGINA,

H I J O DE LAMPÓN,

VENCEDOR EN EL PANCRACIO.

Escultor no soy yo. Forjar no puede


Mi mano infiel, estatua poderosa
Que sobre el pedestal inmóvil quede.

Mas tú, dulce canción, sal presurosa


En cuanta nave ó bote abriga Egina,
Y anuncia por doquiera melodiosa,

Que corona inmortal Neme divina


Al hijo de Lampón, robusto mozo,
E n el Pancracio vencedor destina.
ODA v. 223
Que la verdad desnuda fuera agravio
A u n no le apunta el prematuro bozo
Mostrar doquier y en todas ocasiones,
(Flor de otoñales frutos precursora)
Y mil veces callar es lo más sabio.
Al buen Piteas, de sus padres gozo,
Si su robusto brazo, ó las acciones
Y ya á los semidioses condecora,
Que hicieron gloriosísimos en guerra
De Jove y de S a t u r n o descendientes,
Y en paz á los Eácidas varones
Y de ninfas del mar, que F e b o dora;
Queréis que yo celebre, no me aterra
É ilustra á aquella cuna de valientes Continuar la carrera interrumpida,
Y metrópoli invicta, r e n o m b r a d a Aunque junto á mis pies se abra la tierra;
Por su hospitalidad entre las gentes;
Que es mi planta veloce y atrevida,
Célebre por sus héroes y su a r m a d a :
Y saltaré, cual cruza inmensos mares
T a l de sus fundadores fué el deseo
Aguila que en la sierra alta se anida.
Ante el ara de Júpiter sagrada.
Repetiré los plácidos cantares
A T e l a m ó n paréceme que veo Que entonó en su loor el dulce coro
Al cielo alzar las suplicantes manos, De las Musas, del Pelio tutelares.
Y al otro hijo de Endáis, el gran Perseo.
E n medio de ellas, con el plectro de oro
Seguía Foco, flor de soberanos Las siete cuerdas de su lira hería
(A quien parió la ninfa Psamatea Febo, del canto director sonoro.
E n la orilla del mar), á ambos hermanos.
Empezó la variada melodía
Me da vergüenza referir la fea Por Júpiter. De Tetis y Peleo
Y criminal acción, que á huir obliga El cántico nupcial tierno seguía.
De É a c o insigne á la ínclita ralea.
De Hipólita, progenie de Creteo
Q u é N u m e n vengador de la isla amiga Y* del Magnesio R e y infiel esposa,
L a n z ó á los héroes, no dirá m i labio. Nárrase el dolo y criminal deseo.
¡Planta mía veloz! tu ardor mitiga;
224 NEMEAS. oda v.
La muerte de su amado urde alevosa; Do alegre multitud c a n t a n d o llega,
Y de querer m a n c h a r el regio lecho Y á recibirlo con trompetas sale,
De Acasto, calumniar al huésped osa. Y á luchas arduas en su honor se e n t r e g a .

¡Mentira atroz de femenil despecho! Quién entre los atletas sobresale


F u é la mujer quien lo tentó lasciva La F o r t u n a decide, y quién merece
Cuando moraron bajo el mismo techo. Que el precioso laurel se le regale.

Noche tras noche con halagos iba Egina á tí mil cánticos ofrece
Procurando rendirlo apasionada: ¡Eutimeno feliz! que la Victoria
E l siempre la a p a r t ó con mano esquiva. (Celeste Numen) en sus brazos mece.

T e m i ó ofender á Jove, á quien agrada De tus pasados triunfos la memoria


Proteger al amigo, cuya m a n o Hoy revive en Piteas, tu sobrino,
Quien á tu ilustre raza añade gloria.
La puerta nos a b r i ó de su morada;

Nemea le ciñó lauro divino


Y Jove, de los Dioses soberano,
E n la época feliz que alegra á E n o n a ,
Desde el cielo m i r ó la resistencia
Y que tanto ama Apolo, el mes Deltino.
Que opuso el joven al amor insano;

La colina de Niso lo pregona


Y premiarlo j u r ó su omnipotencia,
Vencedor, á la par que el patrio suelo,
Desde el trono de n u b e s donde mora,
De cuantos le disputan la corona.
Con bella esposa y celestial herencia.

Para mí, su cantor, dulce consuelo


La mano de N e r e i d a seductora,
Es contemplar de la ciudad entera
Que con rueca s u t i l de oro trabaja,
Por brillar en los juegos el anhelo.
Pidió á N e p t u n o , á quien Corinto adora:

Y tú, gallardo joven, considera


Y a u n q u e m o r t a l , á dársela se abaja
Que debes de Menandro á la enseñanza
El Dios del mar, q u e de su fértil Ega El lauro que tus penas r e m u n e r a .
Al Istmo Dorio d e contino viaja,
A Atenas, do nació, su gloria alcanza;
Alma ciudad, que, cual ninguna, sabe
F o r m a r atletas de sin par pujanza

Y si pidiereis que á Temistio alabe,


Hablad sin miedo: de mi dulce canto,
Las velas todas izaré, en la nave.

Proclamaré ¡de púgiles espanto!


Cómo en la lucha y el pancracio obtienes ODA S E X T A .
Doble victoria en Epidauro santo,

Y en el atrio, á colgar, del templo, vienes


En que Eaco, tu abuelo, se venera, Á ALCÍMIDES DE EGINA,
Las flores que al favor deben tus sienes
JOVEN LUCHADOR.

De las Gracias de rubia cabellera.

Una es de los mortales y los Númenes


La estirpe original;
Una la madre de ambos; mas sepáranos
F o r t u n a desigual.
Polvo es el hombre: inmóvil en su asiento
De bronce, permanece el firmamento.

Una chispa nos queda (aunque disímiles)


De la Divinidad.
Indole celestial, grandioso el ánimo,
E n el hombre admirad,
Si bien camina á tientas á la meta
A que el H a d o llevar su pie decreta.
Divina protección;
De la divina alcurnia el buen Alcímides Pero á su fama altísima, el certero
Claras señales da; Dardo de mi cantar, que llegue espero.
Al campo semejante, que fructífero
Dió su cosecha ya, Dispara, pues, ¡oh Musa! flecha rápida
Y deja este año descansar sus glebas De tu arco sin igual,
G u a r d a n d o al venidero mieses nuevas. Y al blanco lleve el viento tu encomiástico
Cántico triünfal.
De los Ñemeos plácidos certámenes Celebrar de los muertos los loores
Hov torna vencedor Es deber de poetas y oradores.
El joven púgil; y, merced á Júpiter,
E x p e r t o cazador E n la antigua familia de los Básidas
De lauros, y no indigno en la palestra E n c o n t r a r á , en verdad,
Nieto d e l gran Praxídamas se muestra. Asuntos mil, quienquier de las Piérides
Cultiva la heredad,
Este insigne varón á los Eácidas Para llenar con entusiastas odas
Primero regaló De Egina mercantil las naves todas.
Los Olímpicos ramos que en las m á r g e n e s
Del Alfeo arrancó: De la ilustre familia noble vástago,
Luégo t r e s de Nemea, y hasta el quinto La fuerte m a n o armó
Lauro dorado que ganó en Corinto. C o n el cesto feroz, Calias indómito,
Y vencedor salió
Al o s c u r o Soclides, primogénito Merced á los dos hijos de Latona,
De Agesimaco, da La de la rueca de oro, allá en P i t o n a .
N o m b r e que á las edades remotísimas
Ilustre pasará. A orillas de Castalia, de las Cárites
¿Tantas coronas, qué familia abraza La dulce procesión
C o m o los tres atletas de su raza? Le dirigió, á las sombras del crepúsculo,
Suavísima canción:
Sus l u c h a s y victorias celebérrimas La víctima trienal aún caliente,
E n toda Grecia son: Lo honró N e p t u n o en el marino p u e n t e .
De los h o n o r e s los llevó á la cúspide
C o n el follaje del león terrífico,
Alegre cantaré,
Su sien p u d o ceñir,
Ganados en la lid que llaman santa,
Y vencedor, de las montañas ásperas
Y á la raza de Alcímides levanta.
De F l i u n d e venir.
¡Isla famosa! El vate ve mil puertas
Las dos coronas que en el circo Olímpico
Para darte más gloria siempre abiertas.
La suerte arrebató
A tí, querido joven, y al buen Tímidas,
Su misión facilitan los Eácidas
Callar no puedo yo:
Con hazañas sin par:
Desde su templo, Júpiter divino
M u y lejos vuela tu renombre espléndido
Testigo fué de vuestro adverso sino.
Por tierra y por el mar,
Y aun á la playa Etiópica remota
¡Melesias! sin rival entre los púgiles,
Lo llevó de Memnón la aciaga rota.
C o m o el veloz delfín
E n t r e los peces de la m a r horrísona,
T e r r i b l e muerte de la Aurora el vástago
¡A tí gloria sin fin!
F r e n t e á Ilión halló: C o m o al potro conduce auriga diestro.
El hijo invicto de la bella T é t i d e Del joven luchador eres maestro.
Del carro descendió,
Y al negro jefe de sin par pujanza
Atravesó con su iracunda lanza.

No me culpéis, si en alabanzas p r ó d i g o .
De los antiguos soy:
Ajeno ejemplo y mi constante método
Si bien siguiendo voy,
Más que á las olas de remota orilla
Atiendo á las que azotan mi barquilla.

Sin vacilar, sobre mis hombros débiles


Hoy doble carga eché,
Y veinticinco triunfos honoríficos
1
I.

1 ODA S E P T I M A .

Á S Ó G E N E S DE E G I N A ,

JOVEN VENCEDOR EN LOS CINCO-JUEGOS.

¡Hija divina de la excelsa Juno,


Que con las Parcas como juez te sientas,
Ó y e m e , madre de risueña prole,
Gasta Lucina!

Sin tu socorro, ni á la luz de F e b o ,


Ni en las tinieblas de la oscura noche,
Hebe tu hermana juventud hermosa
Puede donarnos.

Al mismo p u n t o no aspiramos todos,


Y de la suerte la fatal balanza,
A unos eleva, y á otros hasta el suelo
Fiera deprime.
•234 NEMEAS. ODA V N . 235

Por tí, del noble Tearión al hijo Rico y mendigo, con igual certeza
Himnos de gloria los poetas cantan, Van á la tumba. Del astuto Ulises
Hoy que en las cinco juveniles luchas Los sufrimientos, que su clara fama
Sógenes vence. Juzgo menores.

Meció su cuna la ciudad insigne, Al dulce Homero su renombre debe,


Del canto amiga, que los claros nietos C u y a s ficciones é inspirado vuelo
De E a c o ilustran con su estrepitosa Verdad parecen, al que oir sus dulces
Bélica fama. Fábulas logra.

F a m a que viva conservar anhelan Ciega es la mente del profano vulgo:


Si lo que es justo discernir pudiera,
Los ciudadanos de la bella Egina:
;Se hiriera acaso con su propio sable
Son las hazañas miel que de las Musas
Ayax valiente?
Colma la fuente.

Héroe más grande, con el rubio Atrida,


Negras tinieblas y profundo olvido
(Excepto Aquiles) á salvar á Helena,
Dan las proezas sin el dulce canto.
De lio á los muros, en las naves nunca
¿Quieres que eterno tu valor retrate
Zéfiro trajo.
Límpido espejo?

Del Orco triste las hinchadas olas


De Mnemosina, de brillante tiara,
C u b r e n la barca de la humana vida,
Favor alcanza; y encontrar procura
Y al hombre oscuro y al varón preclaro
Vate famoso que tus altos hechos
Juntos sumergen.
ínclito cante.

Y si á la muerte sobrevive eterno


Sigue el ejemplo del sagaz marino,
El claro nombre de esforzados héroes.
Que el viento aguarda del tercero día,
Al Dios lo debe que inmortales cantos
Sin que las anclas á levar lo mueva
Plácido inspira.
Ansia de lucro.
23(5 NEMEAS. ODA VIL.

Así de Pirro la memoria vive, Breves sentencias á tu elogio bastan:


Aunque su cuerpo sepultado yace Pirro los juegos, cual veraz testigo
E n los que Centro de la tierra l l a m a n , Viendo severo, los heroicos hechos
Deíficos campos. Juzga infalible.

Cuando á cenizas la ciudad de Priamo, ¡Querida Egina! Pregonar no t e m o


A la cabeza de sus Griegas filas, Que á tu alabanza belicosos abren
Fuerte redujo, navegar á Esciro Real camino, los que á Jove diste
Quiso de vuelta. Hijos ilustres.

Pero los vientos su bajel á Efira Pero ya callo, que el reposo es grato
Llevan errante; y a u n q u e breve tiempo E n todas cosas: aun la miel hostiga,
Reina en Molosia, la corona ciñe Y de Ciprina las alegres flores
Su descendencia. Causan hastío.

Llegando á Delfos á ofrecer á Apolo ¡Cuán diferentes hace á los mortales


Ricos despojos que en Ilion ganara, Naturaleza! ¡Cuán diverso rumbo
De un sacerdote la ávida cuchilla Sigue cada uno, sin que nunca logre
T o r p e lo hiere. Dicha perfecta!

Llora su m u e r t e Delfos, que se precia ¿A quién fortuna concedió la Parca


De hospitalaria; mas se cumple el Hado, Hasta la muerte? T u vejez al menos
Que en aquel bosque manda que repose Hizo felice, ¡Tearión! al darte
De Eaco un nieto, ínclita prole.

Y en el de F e b o vasto santüario Ella te ha dado varonil prudencia


Desde su tumba tutelar presida Y heroica audacia. Mi imparcial elogio
Las ricas fiestas, á que sólo asisten Nadie deseche; que meció mi cuna
Inclitos héroes. Tierra lejana.
Limpio tu cuello, sin sudor el pecho.
Nunca mi labio negro vituperio
Del pugilato vencedor saliste,
Lanza envidioso: pura es mi alabanza
Antes que Febo con su ardiente rayo
Gomo las aguas con que el campo riega
T e calentara.
Límpida f u e n t e .

Más que fatiga da placer la lucha.


A los valientes elogiar es justo,
Nadie me culpe, si mi voz al éter
Y censurarme no podrá el Aqueo
Osado alzando, celebré al atleta:
Que del Mar Jonio más allá reside,
T o d o le debo.
Si oye mi canto.

T e j e r coronas de laurel es fácil.


Sigo las leyes, que amistad al huésped
¡Joven, aguarda! que mi Musa quiere
Dicta sagrada. Con humilde planta
De oro, y corales, y marfil ceñirte
Mis compatriotas avanzar me miran,
Rica d i a d e m a .
Y ojo sereno.

En Neme estamos: celebrad á Jove.


De las violencias y mordaz censura
E n este suelo que resuene es justo
Siempre me alejo; y á los Dioses pido
De las Deidades en honor del P a d r e ,
Que, en paz con todos, de mi vida al trance
C a n t o divino.
Ultimo llegue.

Dicen que Jove fecundó á la madre


Quien ha escuchado de mi lira el eco,
De Éaco insigne, que reinó en mi patria;
Quien mi carácter y candor conoce,
Huésped benigno, y amoroso hermano,
Diga si acaso mis cantares mancha
Hércules, t u y o .
Crítica acerba.

Si al hombre sirve la amistad del hombre,


¡Sógenes fuerte, vástago de Euxeno!
¿Cuánto consuelo no dará un vecino?
Mi rauda lengua, cual herrada flecha,
Y si es un N u m e n el que cerca mora.
Fuera del blanco disparar no quise:
¡Cuánta delicia!
Yo te lo juro.
¡Oh de gigantes domador divino!
A tí cercano, residir agrada
Al joven púgil, de ínclitos mayores
E m u l o tierno.

T e ama cual padre Sógenes invicto;


Y como lanza de dorado carro
E n t r e los cuatro rápidos corceles ODA OCTAVA.
Luce brillante,

Entre dos templos que en tu honor se elevan


A un lado y otro, su morada tiene, Á DI NI AS D E EGINA,

¡Oh de gigantes vencedor glorioso, HIJO DE MEGAS,


Célico Alcides!
CORREDOR EN E L E S T A D I O .

T ú que á los males del m o r t a l remedio


Fácil encuentras, á la diva Juno,
¡Belleza, casta Diosa,
Y á su marido, y á la Virgen-Diosa
De Venus y sus C á n d i d o s amores
De ojos azules,
Mensajera dichosa!
Que siembras, ya de abrojos, ya de flores
Ruega que al joven y á su padre alcancen (En sus párpados venda)
Días hermosos y vejez robusta, De mancebos y vírgenes la senda.
Y que á los hijos de sus hijos vengan
Bienes mayores. ¡A los mortales cuánto,
C u á n t o á los mismos Númenes agrada
De haber osado calumniar á Pirro Su sien de tanto en tanto
Mostrar de verde mirto coronada!
No me remuerde mi conciencia pura:
A Júpiter y á Egina
¿Mas qué repito cual locuaz nodriza?
Así sus dones prodigó Ciprina.
¡Musa, detente!
1<5
De tal amor el fruto
La bella Chipre, que la mar circunda,
F u é de prudencia y de valor prodigio;
Así en su rey Cinira
Universal tributo Riquezas dadas por el cielo admira.
De admiración le atrajo su prestigio,
Y al monarca de E n o n a ¿Dó me lleva imprudente
Mil héroes ofrecieron su corona. Mi raudo pie con í m p e t u insensato?
¡Musa mía, detente!
De los alrededores Inútil es, si viejo, mi relato;
Vinieron, ni llamados ni vencidos, Y si algo nuevo invento,
Los que eran cual señores Riesgo y envidia traerá mi c u e n t o .
De Atenas pedregosa obedecidos,
Y la alta dinastía ¡Envidia abominable!
De Pélope, que á Esparta dirigía. Al grande pierde, al inferior olvida;
Ella su propio sable
Cual ellos me prosterno, C o n t r a Ayax T e l a m ó n volvió homicida:
Y las rodillas de Éaco hoy abrazo; Si no nació elocuente,
Y elevo ruego tierno Siempre humillado se verá el valiente.
Por la amada ciudad, cuyo regazo
N u t r e lo mismo que antes Premiamos á m e n u d o
Heroicos y robustos habitantes. La astuta falsedad. La gente griega
A Ulises el escudo
Lidia corona tejo C o n fraudulenta votación entrega:
C o n himnos, en carrera prolongada, Sin armas ni esperanza
Por Megas, noble viejo, E n brazos de la m u e r t e Ayax se lanza.
Y por Dinias dos veces alcanzada.
Espléndida presea ¡Cuán diferente el porte
Q u e ofrece á tronco y vástago Nemea. De entrambos, al vibrar asta y alfanje,
Cuando el feroz Mavorte
F o r t u n a que no el dolo, Agitaba de T r o y a la falange,
Sino Dios a u m e n t ó , y en Dios se funda, Luchando de Pelides
Es durable tan sólo. Por el cadáver, ó en las otras lides!
ODA N O V E N A .

A GRÒ Mio E T N E O ,
V E N C E D O R CON E L C A R R O .

Venid desde el santuario


Que alzó Sición á Febo,
De E t n a al recinto nuevo,
¡Oh Musas! en solemne procesión.
¡Cantad himnos de gloria!
Al peregrino abiertas
De par en par las puertas
Están de Cromio en la feliz mansión.

Con rápidos bridones,


E n la veloz cuadriga,
Supo, valiente auriga,
Espléndidos laureles alcanzar;
Y á los divos Gemelos, Y de amistad en prenda,
Y á su madre Latona, De Erífile, su herm ma,
Señores de Pitona, (Después por oro insana)
Hoy quiere sus cantares dedicar. A Oiclides la mano concedió;
Y príncipes más grandes
Los que en honor de Febo, Que Adrasto y Anñarao,
De Asopo en la ribera, Del antiguo Danao
Adrasto instituyera, Jamás la rubia estirpe conoció.
Certámenes ecuestres, cantaré:
Y al recordar las luchas Y á Tebas, por sus siete
Primeras de corceles, Puertas tan renombrada,
Con délficos laureles Hueste mal a u g u r a d a
Al fundador ilustre cubriré. Llevaron á sus órdenes los dos:
Ni el relámpago Jove
Con juegos nunca vistos, Vibrando desde lo alto.
Ya de atletas bizarros, Los animó al asalto:
A no partir los excitaba el Dios.
Ya de pulidos carros,
Rey nuevo, dió renombre á la ciudad.
A inevitable rota
Do sedición tremenda,
La tropa se apresura:
Del patrio suelo Argivo
Ni al peón su a r m a d u r a ,
Lo trajo fugitivo,
Ni al caballero salva su bridón;
Y del fuerte Anñarao la m a l d a d .
Y á orillas del Ismeno
De siete piras sube
De Talao á los hijos,
El h u m o en blanca nube,
El rico principado
T é r m i n o de la triste expedición.
Había arrebatado
De su primo la audaz conspiración;
No ve ni sus cenizas
Pero á las disensiones,
La patria encantadora:
F i n el varón prudente
De jóvenes, devora
Pone, sin que fomente
Cadáveres el fuego mil y mil.
Odio, su generoso corazón.
NEME AS. ODA I X .

E n t a n t o , con el rayo Mas si como escudero


C u y o íuror no yerra, Impávido acompañas
Jove, abriendo la tierra, A Cromio en sus campañas,
A Anfiarao libró de lanza hostil. La diosa del honor verás con él.
Ya al frente de su flota,
C o n cuadriga y caballos Ya de su infantería;
Lo s e p u l t ó en su seno, Ya la caballería
C u a n d o Periclimeno Comande lidiador, la sigue fiel.
Iba al g u e r r e r o por la espalda á herir.
De ignominioso golpe Ella á romper lo mueve
Salvarlo así consigue: La enemiga cohorte;
C u a n d o un N u m e n persigue, Por ella de Mavorte
Aun al hijo de un dios es dado huir. El ímpetu contiene vencedor.
Unir es dado á pocos
Si libre ¡oh de S a t u r n o Al valor, el talento
Prole! el Hado te deja, Que de la guerra el viento
Del Siciliano aleja Vuelva contra el ejército invasor.
La g u e r r a , y del audaz Cartaginés.
Sabias leyes, durable Atribuye tal gloria
P a z , civiles honores, La fama vocinglera
De E t n a á los pobladores A Héctor, que en la ribera
Ruégote ¡oh padre Júpiter! que des. De Escamandro, la patria defendió
Y junto al hondo Heloro,
E n el paso llamado
E n t r e ellos hay insignes
De la Amenaza Vado
Jinetes, y varones
De Agesidamo el vástago brilló.
Que á ricas posesiones
(¿Es creible?) prefieren la virtud.
Sobre el honor, que sólo Los que en el mar vecino
Da al h o m b r e estable gloria, Altos hechos de guerra
G a n a triste victoria Acometió, y en tierra,
De r i q u e z a s la vil solicitud. Otra vez cantarás, Musa gentil.
Después de las hazañas El favor de las Gracias
Que e n juventud robusta T u diestra me conceda
Consuma en lucha justa, ¡Oh Júpiter! y pueda
Plácida le vendrá la edad senil. La victoria de Cromio celebrar.
* Las flechas de mi musa
Si al ínclito renombre Rectas al blanco lance,
Debido á sus proezas, Y entre muchos alcance
Espléndidas riquezas Esplendoroso triunfo mi cantar.
A d u n a el benemérito mortal,
A más sublime altura
Subir le está vedado.
¡Oh Cromio! T e han donado
Los Númenes ventura sin igual.

Da lustre á los banquetes


Del huésped la alegría;
Y el triunfo de este día
Con el süave canto crecerá:
Y pues valor y audacia
Presta á la lengua el vino,
Dadme el licor divino
Que mi dulce cantar inspirará.

Henchidas hasta el labio


Con el líquido opimo
Del domador racimo,
Las a r g e n t i n a s copas distribuid,
Q u e de Sición sagrada
T r a j e r o n los corceles,
Con Febeos laureles
Que á Cromio conquistaron en la lid
ODA. DÉCIMA.

Á T I E O , H I J O DE U L I O ,

VENCEDOR EN LA LUCHA.

Cantad ¡oh Gracias! á Argos opulenta,


De Juno celestial digna morada,
De Danao ciudad, y sus cincuenta
Célebres hijas de mansión dorada.
Mil hazañas le dan ínclita gloria:
¿Repetirá mi musa
La dolorosa historia
De Perseo y la Górgona Medusa?
¿Contaré las ciudades y las villas
Que Epafo alzó, del Nilo en las orillas?
Sola entre sus hermanas, Hipernestra A celebrar no basta los loores
Deja en la vaina el homicida acero, Del Argólico suelo, el canto mío;
Con que el padre cruel arma su diestra Y temo, con empresas superiores
Contra el esposo que le dio primero. A mi escaso vigor, causar hastío.
A la inmortalidad la Virgen-Diosa No obstante ¡oh Musa! t u valor no pierdas,
Sublima al gran Tidides; Y de mi dulce lira
Y Júpiter la fosa C o n las templadas cuerdas,
C o n sus rayos abrió, do yace Oiclides. Canta los himnos que el t r i u n f o inspira.
Cuando de Tebas al volver, la tierra Oid, Argivos, de la lucha el juicio,
Y de Juno venid al sacrificio.
T r a g ó al que fuera vendaval de guerra.

Por sus bellas mujeres es famosa: El hijo de Ulio, reluciente escudo


Testigo Jove, que en las redes cae Dos veces en las luchas ha obtenido;
De Alcmena, sin saberlo infiel esposa, Y con tal premio, sus trabajos pudo
Tiéo vencedor dar al olvido.
Y de la gallardísima Danae.
El ofreció á las Musas su corona
De Adrasto al padre, y á Linceo augusto,
E n los Ñemeos juegos;
Exquisita prudencia
Y en el Istmo y Pitona
Y un espíritu justo,
Las que arrancara á multitud de Griegos;
De Júpiter donó la omnipotencia;
Que tres victorias alcanzó en Corinto,
Y el mismo dios, á Anfitrión valiente
Y tres también de Adrasto en el recinto.
(Mortal afortunado) hizo pariente.
L a noble aspiración que su alma enciende,
C u a n d o el Argivo con robusta lanza
E n t r e sus labios la modestia hiela.
Contra los Teleboas combatía,
¡Oh Padre Jove! pues de tí depende
El Padre de los Dioses su semblanza
T o d a victoria, la que no revela
Tomaba, y en su hogar se introducía.
Dígnate concederle, ínclita gracia.
A tanta dignación Hércules debe
Su pecho férvido arde
Su ilustre nacimiento,
Con juvenil audacia
Y su enlace con Hebe,
Y abriga un corazón nada cobarde.
E n t r e las Diosas de beldad portento,
T ú lo sabes ¡oh Dios! y él, que ambiciona
Que con su madre Juno, protectora
La que te pido, Olímpica corona.
De las esposas, en Olimpo mora.
258 NEMEAS. ODA x. 259
Por Hércules fundada, resplandeces, Si á Cástor y á su H e r m a n o , en hospedaje
Pisa, entre las atléticas arenas; Panfaes recibió, ¿qué maravilla
Y á tí el joven irá, que ya dos veces ¡Oh Tiéo! si tu ínclito linaje
Vencedor aclamaron en Atenas. Por su afición al pugilato brilla?
De dulces himnos al concento blando De Esparta los Tindárides divinos
E l tierno púgil iba, C o n Mercurio y Alcides
E l ánfora llevando Dirigen los destinos.
C o n el licor de la sagrada oliva, Arbitros son en las heroicas lides,
E n rica cesta de áurea filigrana, Del antiguo favor guardan memoria,
A la ciudad de Juno soberana. Y dan al varón justo la victoria.

A las Gracias, T i é o , y los Gemelos, Cada cual á su t u r n o mora un día


Debes la que te cubre, inmensa gloria; Del Padre Jove en la mansión eterna,
Q u e á tus maternos ínclitos abuelos Y otro, desciende á la región umbría
Concedieron victoria tras victoria. De T e r a p n e en la lúgubre caverna.
-Oh! Si yo fuera del divino Antías, Place el destino igual á los Gemelos:
Ó Trasiclo, pariente, Que Pólux cariñoso,
Por Argos me verías A vivir en los cielos
A n d a r altivo con erguida f r e n t e . C o m o perfecto dios, siempre dichoso,
De P r e t o á la ciudad, tales varones Partir de Cástor prefirió la suerte,
Dieron más lustre aún que sus bridones. C u a n d o éste halló en la guerra triste muerte.

De Idas la lanza atravesó su pecho,


E n el Istmo y Cleona recogieron
En pleito vil, por míseros despojos:
Cuatro laureles. Con argénteas copas
Sobre el Taigeto hallándose en acecho,
Llenas de vino, de Sición volvieron;
Lo ve Linceo, el de agudos ojos,
Y de Pelene, con purpúreas ropas.
A través de la encina que lo oculta.
Los escudos y trípodes, en vano
Bajan ambos insanos,
E n u m e r a r quisiera,
Y su acero sepulta
Que su robusta mano,
En Cástor, el mayor de los hermanos.
Ó su pie, sin igual en la carrera,
A entrambos Afarétidas alcanza
E n Acaya, en T e g e a , y en Clitora,
De Júpiter la súbita venganza.
Y el Liceo ganó, do Jove mora.
ODA x. agí
El vástago de Leda armipotente Tales palabras á su padre dijo
Acude; y á la tumba de Afareo E l tierno joven. Júpiter avanza,
Se acogen, con furor haciendo frente Y le responde: «¡Oh Pólux! tú eres mi hijo,
Al fuerte Cástor, Idas y Linceo;
Mas la inmortalidad á éste no alcanza;
Y al paterno sepulcro arrebatando Que de esposo mortal, aunque guerrero,
La marmórea figura Lo concibió tu madre;
De Plutón venerando, Pero que elijas quiero
Sobre Pólux arrojan la escultura; La varia suerte que á tu afecto cuadre.
Mas ni detiene su ímpetu robusto,
T e n d r á s en el Olimpo, si te agrada,
Ni á herirlo llega, el cincelado busto.
Sin m u e r t e ni vejez, dulce m o r a d a .
Sobre Linceo el semidiós se arroja, »Con Palas y con Marte, trono eterno
Y le abre el corazón su dardo agudo; Llenarás á mi lado; mas si pide
Mientras un rayo envuelto en nube roja, Gracia para el mortal tu amor fraterno,
A Idas dispara Júpiter sañudo. T o d o con él sin excepción divide.
Piedad no encuentran: en ceniza fría Del cielo morarás en las alturas
La Parca los convierte, La mitad de la vida,
Que en vano el hombre ansia Y la otra, en sus oscuras
Sus armas por medir con el más fuerte. Cuevas, la tierra te dará guarida.»
A auxiliar á su hermano agonizante, El buen hermano sin dudar resuelve,
Tindárides acude en el instante. Y el habla, luz y vida á Cástor vuelve.

Del moribundo Cástor fiel derrama


Sobre el abierto pecho, amargo llanto,
Y: «¡Oh Padre amado! (sollozando clama)
¿Remedio no darás á mi quebranto?
A mí también la muerte ¡oh Rey del cielo!
Cual á mi hermano envía:
Sin él, vivir no anhelo;
Sin él, ni honor ni gloria alcanzaría.
Muy pocos hay que en la fatiga ruda
Al afligido amigo den ayuda.»
ODA UNDÉCIMA.

A AR1STÁGORAS,

H I J O DE ARCESILAO, GOBERNADOR DE TÉNEDOS.

¡Oh Vesta, hija de Rhea,


De Juno soberana
Y del excelso Júpiter hermana,
Que imperas en el aula Pritanea!
Abre tu regio alcázar á Aristágoras,
Y al pie de tu ara, con amor materno,
Acoge á sus colegas, que de Lírneso
Dirigen el gobierno.

A tí, que la primera,


Eres entre las Diosas,
C o n muchas libaciones te venera
El Senado, y con víctimas copiosas.
El dulce canto alegra con la cítara ¿Por qué al robusto niño,
Sus banquetes sin fin, según el rito Buscar bella corona,
Que les dejara hospitalario Júpiter De sus padres el tímido cariño
Para el festín prescrito. No permitió en Olimpia y en Pitona?
Del Monte de Saturno entre los árboles
A los Númenes plegue Ó á orillas de Castalia si luchara,
¡Oh! yo le juro que en la lid atlética
Que en su magistratura
Ninguno lo igualara;
Al fin del año sin tropiezo llegue
Rebosando su pecho de ventura.
¡Dichoso Arcesilao! Regocíjate Y de purpúrea oliva
Coronada la frente,
E n el gran hijo que te dió el Destino:
La quinquenal solemnidad festiva
Ve cómo aduna á forma gallardísima
De Alcides, retornar viera al valiente.
Valor casi divino.
Pierde al mortal la presunción estólida;
Pero también la nimia desconfianza
Varón que es eminente
Que lo contiene, le arrebata el éxito
Por beldad y riquezas,
Que ya seguro afianza.
Y vencedor entre la Griega gente
Ostentó, su vigor y sus proezas,
No es conjetura vana
Recuerde que lo visten miembros frágiles,
¡Oh joven! cuando llevas
Y que ese cuerpo triunfador y esbelto,
Por Pisandro el Lacón, sangre E s p a r t a n a ,
Bajo la tierra yacerá por último
Y por Melanipo audaz, sangre de Tebas.
E n polvo vil envuelto.
Este de Ismeno en las floridas márgenes
A tu madre engendró; y aquél las huestes
Digno de eterna fama
De Amicla, trajo á la colonia Eólica
Y de armoniosos vates,
Unido al gran Orestes.
T o d o buen ciudadano te proclama
¡Oh vencedor en diez y seis combates!
Virtud que en el abuelo
Soberbio luchador era Aristágoras
Altísima florece,
E n su natal ciudad y alrededores;
E n el hijo se oculta bajo un velo
Y con laureles el Pancracio espléndido
Y en el nieto de nuevo resplandece.
Premiaba sus sudores.
266 NEMEAS.

Así el c a m p o feraz, no en todas épocas


Presenta de sus mieses el tributo;
Y un a ñ o niegan, y otro dan los árboles
Su flor y rico fruto.

T a m b i é n de los mortales
E l Destino condena
Al desdichado género, de iguales
Vicisitudes, á fatal cadena:
Pues no h a querido el Padre de los N ú m e n e s
De la victoria ó del revés f u t u r o
Que a g u a r d a al luchador en los certámenes,
D a r indicio seguro.

M a s la soberbia insana
A lo alto nos empuja;
Y nos m u e v e á emprender confianza vana
Lo q u e á la fuerza nuestra sobrepuja.
Seguir n o puedes el torrente rápido;
A poco lucro, si eres sabio, aspira:
Quien lo imposible en alcanzar obstinase,
¡Pobre mortal! delira.
266 NEMEAS.

Así el c a m p o feraz, no en todas épocas


Presenta de sus mieses el tributo;
Y un a ñ o niegan, y otro dan los árboles
Su flor y rico fruto.

T a m b i é n de los mortales
E l Destino condena
Al desdichado género, de iguales
Vicisitudes, á fatal cadena:
Pues no h a querido el Padre de los N ú m e n e s
De la victoria ó del revés f u t u r o
Que a g u a r d a al luchador en los certámenes,
D a r indicio seguro.

M a s la soberbia insana
A lo alto nos empuja;
Y nos m u e v e á emprender confianza vana
Lo q u e á la fuerza nuestra sobrepuja.
Seguir n o puedes el torrente rápido;
A poco lucro, si eres sabio, aspira:
Quien lo imposible en alcanzar obstinase,
¡Pobre mortal! delira.
ODA P R I M E R A .

À HERÓDOTO DE TEBAS,

VENCEDOR CON El. CARRO.

¡Madre dulce y amante,


Divina Tebas, que los ojos hieres
Con tu escudo brillante!
Pues así lo requieres,
Para cantarte dejo mis quehaceres.

¡Isla de Apolo, Délos,


Que mi alma toda tienes embargada,
No me mires con celos!
¿Qué cosa más sagrada
Que nuestros padres, y la patria amada?
Con la gracia divina, ¡Semidioses augustos!
Llenaré de u n a y otra los deseos, Nunca vieron Tebanos ni Lacones
E n t r e gente marina Atletas más robustos,
C a n t a n d o á Febo en Ceos, Ni más diestros varones
Y en C o r i n t o los ístmicos trofeos; E n manejar cuadrigas y bridones.

Q u e el monte cuyas faldas Para ellos, de la arena


Baña u n o y otro mar, con justa mano Sin coronas volver, fuera desdoro.
H a dado seis guirnaldas Su casa estaba llena
A m i pueblo T e b a n o , De bellas copas de oro,
De quien f u é el grande Cadmo soberano. Y en trípodes guardaban un tesoro.

D o n d e también Alcmena ¡Cómo resplandecía


Al infante alumbró, de alma cual hierro Su agilidad, cuando correr desnudos
I n t r é p i d a y serena, El gimnasio los vía,
Q u e á despecho del perro Y cuando sus nervudos
Quitó á G e r i ó n hasta el postrer becerro. Brazos, cargaban sólidos escudos!

¡Con qué vigor su diestra


Mi musa, á la cuadriga
Disco de mármol, y acerada lanza
De H e r ó d o t o , coronas entreteja;
Vibraba en la palestra!
Q u e sin pagado auriga,
Reducir no era usanza
U n a y otra pareja
A una, las cinco lides de ordenanza.
De caballos, destrísimo maneja.

Premiaba cada juego


Cantarle un himno quiero,
Una cotona. ¡Y cuántas en su frente
Cual los que de "Yolao en alabanza,
Vió la tierra, á que riego
Ó de Cástor guerrero,
Da la Dircea fuente,
E r a la antigua usanza
Ó del Eurotas la veloz corriente!
Al c o m p á s entonar de alegre danza.
¡Adiós, conciudadano Que á inspirado poeta
De la sembrada grey, de íficles hijo! Premiar es cosa fácil la fatiga
¡Adiós, de Helena hermano, De a f o r t u n a d o atleta,
Siempre en T e r a p n e fijo! Con expresión amiga
F i n debo dar á mi cantar prolijo. Que á él y á los suyos ilustrar consiga.

Al Istmo sacrosanto, No con premios iguales


A Onquesto, y á N e p t u n o á quien adoro, El desigual trabajo se contenta.
Ha de volar mi canto; Labradores, zagales,
Aquel á quien sustenta
Y al héroe que decoro
La caza, ó bien el piélago alimenta,
Añade á su buen padre Asopodoro.

También la gloria a u m e n t a Se juzgan satisfechos


De Orcómeno, su patria; que algún día, El hambre con saciar que los acosa.
Cuando e n feroz tormenta No así los que sus pechos
El piélago rugía, E n guerra peligrosa
N á u f r a g o entre sus brazos lo acogía. E x p o n e n , ó en palestra resbalosa.

El colmo de la gloria
Hoy le devuelve el Hado
Es para estos magnánimos varones
La dicha que gozó desde la cuna.
Una oda laudatoria,
El varón que ha probado
Que en extrañas regiones
Buena y mala f o r t u n a ,
Proclame, y en la patria, sus acciones.
La previsión á la experiencia aduna.

Gracias mi musa debe


A fuerza de combates
Rendir á la Deidad que cerca mora,
Y de gastos, se llega á altos honores.
Cuyo Tridente mueve
Sin envidia los vates
La tierra, y fué inventora
Celebrar los loores
Del circo y la cuadriga voladora.
Deben, de generosos vencedores.
A tus hijos desea El que avaro sepulta
Ensalzar ¡oh Anfitrión! y el golfo Minio; Su inútil oro, y con sarcasmo rudo
Las carreras de E u b e a , Al generoso insulta,
Y el célebre Eleusinio Sepa que al Orco mudo,
Bosque, de Ceres ínclito dominio. Sin gloria bajará, pobre y desnudo.

T a m b i é n quiere su acento
¡Protesilao! fúnebre tributo
R e n d i r al m o n u m e n t o
E n que de Grecia el luto
G u a r d a en Filace el arenal enjuto.

N u m e r a r loe laureles
Que H e r m e s (queá los certámenes preside)
D o n ó por sus corceles
A Heródoto, me impide
Este c a n t a r , que pocos versos mide.

Agrada con frecuencia


Más q u e lisonja, y da mayor consuelo
P r u d e n t e reticencia.
¡Que eleve, quiera el cielo,
E n a l a s de las Musas su alto vuelo!

E n Pitona recoja
Mil r a m o s de laurel; mil de la oliva
Que el claro Alfeo moja;
Y más honor reciba
C u a n d o éntre vencedor, T e b a s altiva.
ODA S E G U N D A .

Á XENÓCRATES DE AGRIGENTO,

VENCEDOR CON E L CARRO.

E n el tiempo pasado
¡Oh Trasibulo amado!
Los vates que en el carro (relumbrante
C o n sus doradas bridas)
De las musas queridas,
Marchaban con la cítara delante,
Generosos poetas,
De su canto lanzaban las saetas,
A jóvenes gallardos, que Citeres
Ya invitaba á sus Cándidos placeres.
E n t o n c e s codiciosa Los heraldos de Elea
N o era la Musa hermosa Que anuncian la pelea
Ni por r ü i n salario se alquilaba; Y á Júpiter ofrecen libaciones,
Ni melosos encantos Conocen al instante
De plateados cantos Al príncipe triunfante
T e r p s í c o r e á vender se sujetaba. Que los colmó de hospitalarios dones;
Mas hoy, el dicho altivo Y danle dulce abrazo
Que, abandonado y pobre, el sabio Argivo> Hoy que de la Victoria en el regazo
Triste lanzó, resulta harto verace: Cae, en su propia patria y su morada,
Mortal, el oro, el oro todo lo hace. Selva de Jove Olímpico llamada.

L o que yo canto, nuevo Debieron á aquel suelo,


Los hijos de tu abuelo
N o es para tí, mancebo,
Enesidamo, honores inmortales;
Que eres sabio y prudente cual ninguno.
Que no es la vez primera
Celebro los laureles
Que á tu familia entera
Q u e dió por sus corceles,
Regocijan los cánticos triunfales.
E n el Istmo, á Xenócrates, N e p t u n o .
No hay camino escabroso
La corona de Doria
Para el mortal, que del varón famoso
E n p r e m i o de su espléndida victoria
Llegar hasta el alcázar ambiciona,
Al vencedor envió; luz de Agrigento,
Seguido de las Nueve de Helicona.
En potros y cuadrigas opulento.
¡Oh Trasibulo, cuánto,
F e b o lo ve clemente,
C u á n lejos, de mi canto
Y e n Crisa, omnipotente,
El disco raudo que lanzar habría,
De auréola sublime lo rodea:
Para llegar al punto
E n Atenas la rica
Que á tu padre difunto
Sus triunfos multiplica
Sobre los hombres diera su hidalguía!
La g e n t e cortesísima Erectea;
Ameno, culto, afable,
Do espléndida alabanza
E n t r e los suyos era venerable.
A Nisómaco trajo su pujanza.
Bellos potros nutría; y de los Griegos
N u n c a tu padre á más valiente auriga
Nunca faltaba á los divinos juegos.
Las riendas entregó de su cuadriga.
Jamás brisa contraria
Su vela hospitalaria
Plegó, que iba de Fasis hasta el Nilo,
E n verano, en invierno...
T ú , el mérito paterno
No dejes de ensalzar. Puedes tranquilo
E n medio de envidiosos
Mis himnos repetir, que ponderosos ODA T E R C E R A .
Cual estatuas no son. Y de ello en prueba.
Este á mi huésped, ¡Nicasipo! lleva.

Á MELISO DE TEBAS,

V E N C E D O R CON L A C U A D R I G A .

El hombre que no fía


E n próspera fortuna ni riquezas;
Que nunca se gloría
De su poder ni atléticas proezas,
Merece que con manos
Frenéticas, le aplaudan sus hermanos.

¡Oh Jove poderoso!


De tí sus prendas el mortal recibe;
E l varón religioso
Largos años, en paz, contento vive:
Quien de impiedad alarde
Se atreve á hacer, felicidad no aguarde.
C o n fiestas y canciones
(De las Gracias favor) premiar es justo
Las ínclitas acciones,
Enalteciendo al vencedor augusto.
¡Meliso! Honor y gloria
A tí, q u e alcanzas hoy doble victoria.

Sin rival el gentío


E n el Istmico valle hora te aclama;
ODA C U A R T A .
De jinete el umbrío
Bosque del gran León te ha dado fama:
¡Gózate, sí! que elevas
Al cielo el nombre de tu patria Tebas.

De tus progenitores AL MISMO MELISO.

No hay miedo, no, que tu valor desdiga:


El carro mil honores
A C l e ó n i m o dió; y en la cuadriga
(De tu madre parientes) Con el favor divino,
Los Labdaquidas fueron excelentes. Para cantar tus hechos hallo abierto
Multíplice camino.
¡Ay! Nada su opulencia ¡Meliso afortunado! R u m b o cierto
Sirvió para evitar la del mudable A mi cítara diste,
T i e m p o , dura sentencia; Cuando el ístmico lauro te ceñiste.
Que es sólo contra el Hado invulnerable
Q u i e n tuvo la fortuna Hasta el fin de la vida,
Que un dios meciera su celeste cuna. La celestial virtud que tu alma alienta,
T o d o Cleonimida
Por gracia de los Númenes fomenta.
Mas ¡ay! imprime el viento
A los hombres contrario movimiento.
E r a de tus mayores Que su muralla ve, Corinto adora,
E n T e b a s preclarísima la gloria; De Cleónimo llama
E n los alrededores A celebrar al vástago, á la F a m a .
De hospitalarios dejan la memoria;
Y la calumnia impía A la Fama, que yerta
Jamás con sus saetas los hería. Sobre su lecho ha tiempo desfallece;
Mas ved que se despierta,
Su alto renombre excede Y con nuevo fulgor hoy resplandece,
C u a n t o la edad presente ó la pasada Como en el cielo brila
Mostrar el m u n d o puede, Véspero, entre los astros maravilla.
Y doquier su pujanza es celebrada.
Más gloria en vano pides: E n la Atica llanura
A las Columnas llega ya de Alcides. Cantó sus glorias: ella en los combates
De Adrasto, su bravura
Espléndidos corceles Hizo encomiar á los antiguos vates.
F u é su gusto n u t r i r . Darles solía De los héroes bizarros
Mavorte mil laureles; Doquier brillaban los volantes carros.
Mas bélico huracán en solo un día
A aquel hogar dichoso Competir con los Griegos
Cuatro varones arrancó furioso. De todas las comarcas, fué su gloria;
Vieron todos los juegos
Los tenebrosos meses Su lujo, y su anhelar por la victoria.
Pasaron ya del aterido invierno; Jamás el orbe escucha
Y tras tantos reveses, El n o m b r e sin honor del que no lucha.
De las Deidades el consejo eterno
Manda cubrir de rosas, ¡Y cuánta incertidumbre
C o n la tierra, sus sienes victoriosas. Tiene hasta el lidiador, antes que ascienda
Del honor á la cumbre!
El Dios cuyo Tridente Da palmas y reveses la contienda,
Mueve la tierra; que en Onquesto mora Y al más robusto abate
Y en el marino puente Del más débil la maña, en el combate.
¿Qué Griego al fin ignora Quiere mostrar, parece la vulpeja,
De Ayax, guerrero cual ninguno fuerte, Que supina se tiende,
Que en noche aterradora Y del águila astuta se defiende.
C o n su propio puñal se dio la muerte?
¡Suicidio que á la Helena Para salir triunfante
Gente que á T r o y a fué, de oprobio llena! De todo ha menester, porque Natura
No le dio del gigante
Mas H o m e r o de gloria O r i ó n la terrífica estatura.
Cubrió su nombre; y á la edad futura La majestad le falta,
Legó la bella historia Mas ¡cuán terrible si al contrario asalta!
Del semidiós, que espléndido figura
E n su inmortal poema, A Libia así (que llena
De cantares sin fin eterno t e m a . De trigo el mundo) á desafiar á Anteo
Vino el hijo de Alcmena
La diva Poesía De la ciudad de Cadmo. A u n q u e pigmeo
Da la inmortalidad á c u a n t o canta: Su cuerpo parecía
Hace que la bravia Junto al gigante, su valor crecía.
Mar atraviese; al éter lo levanta,
Y con luz siempre nueva Y castigó su clava
Del mundo por el ámbito lo lleva. Al monstruo vil, que el templo de N e p t u n o
Con cabezas techaba,
Las C a m e n a s su a m p a r o Y vivo no dejó huésped alguno.
Me den, hoy que la antorcha luminosa De su trabajo el premio
A e n c e n d e r me preparo, Hoy tiene, de los dioses en el gremio.
De mis himnos: auréola preciosa
De Meliso en la f r e n t e , Recorrió todo el m u n d o :
Penetrando en su seno, abrió á las naves
De Telesiades vástago fulgente.
El piélago profundo;
\ ahora disfruta las caricias suaves
C u a n d o e n la lid se ensaña,
De Jove sempiterno,
De rugiente león su ardor semeja;
De Hebe esposo feliz, de Juno yerno.
C u a n d o prudencia y maña
Nosotros entretanto
Cada año ornamos con coronas nuevas
El altar sacrosanto
Q u e en la puerta de Electra le alzó Tebas;
Y fúnebre convite
De Alcides en honor, se nos permite.

El día en que Aqueronte ODA QUINTA.


Mandó los ocho infantes, que le diera
Megara, de Creonte
Hija infeliz, solemne se venera;
Y á la aurora, aún arde A FILACI DES DE EG1NA.
La flama que brilló desde la t a r d e . VENCEDOR EN E L PANCRACIO.

T o d a la noche sube
El h u m o de las víctimas al cielo,
E n olorosa nube; ¡Madre ilustre del Sol, de quien el oro
Y cuando el nuevo sol alumbra el suelo, Es rico emblema! Por honrarte ¡oh Thea!
E l certamen se inicia, Lo estima el hombre más que otro tesoro,
Del luchador robusto honra y delicia. Y oro y más oro conquistar desea.

E n él, triple corona Por tí cruzan el ponto los bajeles,


De mirto ornó tus sienes: la primera Y por tí en las durísimas campañas,
¡Meliso! galardona Al carro se atan rápidos corceles
La que niño ganaste, ardua carrera, Y se admiran espléndidas hazañas.
Merced á sabio auriga.
Os saluda á los dos mi musa amiga. A tí en los juegos de la gloria el sello
Debe el atleta, que por fuerte mano,
O por rápida planta, su cabello
Ceñid© muestra de laurel lozano.
Nosotros entretanto
Cada año ornamos con coronas nuevas
El altar sacrosanto
Q u e en la puerta de Electra le alzó Tebas;
Y fúnebre convite
De Alcides en honor, se nos permite.

El día en que Aqueronte ODA QUINTA.


Mandó los ocho infantes, que le diera
Megara, de Creonte
Hija infeliz, solemne se venera;
Y á la aurora, aún arde A FILA CIDES DE EG1NA.
La flama que brilló desde la t a r d e . VENCEDOR EN E L PANCRACIO.

T o d a la noche sube
El h u m o de las víctimas al cielo,
E n olorosa nube; ¡Madre ilustre del Sol, de quien el oro
Y cuando el nuevo sol alumbra el suelo, Es rico emblema! Por honrarte ¡oh Thea!
E l certamen se inicia, Lo estima el hombre más que otro tesoro,
Del luchador robusto honra y delicia. Y oro y más oro conquistar desea.

E n él, triple corona Por tí cruzan el ponto los bajeles,


De mirto ornó tus sienes: la primera Y por tí en las durísimas campañas,
¡Meliso! galardona Al carro se atan rápidos corceles
La que niño ganaste, ardua carrera, Y se admiran espléndidas hazañas.
Merced á sabio auriga.
Os saluda á los dos mi musa amiga. A tí en los juegos de la gloria el sello
Debe el atleta, que por fuerte mano,
O por rápida planta, su cabello
Ceñid© muestra de laurel lozano.
ÍSTMICAS
290 " ODA V . 291
T a n sólo á la divina Providencia Etolia así con víctimas venera
Debe el triunfo el valor. D o s bendiciones A los hijos intrépidos de Eneo;
No más, la vida endulzan: la opulencia, Tebas al gran Yolao, en la carrera
Y el oir elogiar nuestras acciones. Nunca vencido, y Argos á Perseo.

T e bastan ¡oh mortal! goces mortales; De Cástor y de Pólux la divina


El Olimpo á escalar en v a n o aspiras: Bravura, admira el cristalino Eurotas,
Deseos contra el Hado s o n fatales: Y de Eaco y sus hijos canta Egina
Si ambicionas ser Júpiter, deliras. El alma grande en armoniosas notas.

Dos lauros ¡oh Filácides! ya tienes Dos veces por su brazo las murallas
Del Istmico pancracio: las N e m e a s De Ilión sagrada fueron demolidas:
Luchas, otro te dieron, q u e las sienes Una, Hércules los guía á las batallas;
Ornó también del ínclito P i t e a s . Siguieron, la segunda, á los Atridas.

Himnos tejer mi c o r a z ó n no sabe Elévame del suelo en tu sublime


Si de Eaco la prole no m e n c i o n a . Cuadriga ¡ohMusa! y quién á Héctor valiente.
Hoy, que á los hijos de L a m p ó n alabe Quién á Cieno m a t ó y á Memnón, díme.
Quieren las Gracias, y á s u patria Enona Fiero caudillo de la Etiope gente.

Y si para rendir justos h o n o r e s ¿Quién del Caico atravesó en la orilla


Hallo una senda abierta y expedita, A Telefo indomable con su acero?
Por qué de antiguos h é r o e s los loores ¿Quién, sino aquellos por quien la isla brilla
Quiere la Envidia que m i m u s a omita? De Egina, admiración del orbe entero?

Celebrar á m a g n á n i m o s guerreros Allí desde el principio alta se eleva


Con cítara y con flauta, e s vieja usanza. Excelsa torre, que las nubes hiende;
Merced á Jove, vates l i s o n j e r o s Y fuerte escala de virtudes lleva
Quien subir á su cúspide pretende.
Cantarán hoy y siempre e n su alabanza
290 ÍSTMICAS.
ODA V .
T a n sólo á la divina Providencia
E t o h a así con víctimas venera
Debe el triunfo el valor. Dos bendiciones
A los hijos intrépidos de Eneo-
No más, la vida endulzan: la opulencia,
Tebas al gran Yolao, en la carrera
Y el oir elogiar nuestras acciones.
Nunca vencido, y Argos á Perseo.

T e bastan ¡oh mortal! goces mortales;


De Cástor y de Pólux la divina
E l Olimpo á escalar en vano aspiras:
Bravura, admira el cristalino Eurotas
Deseos contra el Hado son fatales:
Y de Eaco y sus hijos canta Egina
Si ambicionas ser Júpiter, deliras.
t-1 alma grande en armoniosas notas.

Dos lauros ¡oh Filácides! ya tienes Dos veces por su brazo las murallas
Del Istmico pancracio: las Nemeas De Ihón sagrada fueron demolidas-
Luchas, otro te dieron, que las sienes Una, H e ' r c u i e S los guía á las batallas;
Ornó también del ínclito Piteas. Siguieron, la segunda, á los Atridas.

Himnos tejer mi corazón no sabe Elévame del suelo en tu sublime


Si de Eaco la prole no menciona. Cuadriga ¡ohMusa! y quién á Héctor valiente
Hoy, que á los hijos de L a m p ó n alabe Ornen á Cieno m a t ó y á Memnón, díme
Quieren las Gracias, y á su patria Enona. Fiero caudillo de la Etiope gente.

Y si para rendir justos honores ¿Quién del Caico atravesó en la orilla


Hallo una senda abierta y expedita, A Telefo indomable con su acero?
¿Por qué de antiguos héroes los loores ¿Quién, sino aquellos por quien la isla brilla
Quiere la Envidia que mi musa omita? De Egina, admiración del orbe entero?

Celebrar á magnánimos guerreros Allí desde el principio alta se eleva


C o n cítara y con flauta, es vieja usanza. Excelsa torre, que las nubes hiende;
Merced á Jove, vates lisonjeros Y fuerte escala de virtudes lleva
C a n t a r á n hoy y siempre en su alabanza. Quien subir á su cúspide pretende.
De alabanza sin fin dardos certeros Llévale tu corona, y tu velluda
Puede mi l e n g u a disparar á Egina. Cinta de lana; adórnenlo tus galas,
T e acaban de salvar sus marineros Y á tu hermano ¡oh Filácides! saluda,
¡De Ayax C i u d a d , insigne Salamina! C o n este canto de ligeras alas.

T r a g ó la m a r cadáveres sin cuenta;


Que el c o n t r a r i o poder Jove deshizo,
Fiero m a n d a n d o bélica tormenta,
C o m o á la t i e r r a asolador granizo.

A su g l o r i a dará mejores mieses


De o p o r t u n o callar riego fecundo:
Que m a n d a Jove triunfos y reveses;
Jove, Señor de cuanto encierra el m u n d o .

Mas ¿ c u á n t o á la victoria satisface


T r i s t e silencio? El héroe que pelea,
E n c á n t i c o s triunfales se complace,
De más d u l c e sabor que miel Hiblea.

Venga a h o r a á luchar quien las hazañas


Sepa de la f a m i l i a de Cleonico.
Su brillo ¡ o h tiempo destructor! no empañas
En e s p e r a n z a s y oro el nieto es rico.

Viva t a m b i é n Piteas, que á su hermano


Guió de la g l o r i a en la difícil senda;
A correr l o adestró; formó su mano
Y á su a r d o r juvenil impuso rienda.
ODA SEXTA.

Á FILÁCIDES, JOVEN LUCHADOR.

Cual requiere festivo convite,


O t r a copa con himnos llenemos;
Y á salud del atleta brindemos,
Postrer hijo del grande Lapón.
4 La primera te dimos ¡oh Jove!
C u a n d o al ágil hermano Piteas,
Coronaron las luchas Nemeas
Con su lauro y mejor galardón.

Hoy que el Istmo á Filácides c a n t a ,


A vosotras, Nereidas cincuenta,
La segunda mi m a n o presenta,
Y á Neptuno, del Istmo Señor.

í
La tercera Castálide copa ¿Quién conoce tan bárbaro pueblo,
Que reservo á las glorias de Egina, T a n extraño al Heleno lenguaje,
Ya desde hora mi musa propina Que á la fama no rinda homenaje,
Al Olímpico Dios Salvador. Del gran héroe que á Tetis se unió?
De Ayax fuerte y su padre robusto
El varón de los Dioses amado C o n las glorias, la tierra está llena:
Que trabajo y tesoros prodiga, E n sus naves el hijo de Alcmena
Y en su pecho m a g n á n i m o abriga A luchar en Ilión los llevó.
El valor y virtud celestial,
De la gloria si el árbol frondoso Telamón del falaz Laomedonte
La F o r t u n a ha plantado en su huerto, Corre alegre á vengar la perfidia;
Ancló ya de la dicha en el puerto Fiel aliado, con Hércules lidia,
El bajel de tan sabio mortal. Y penetran en Troya los dos.
. Con las flechas que nunca descansan
T a l mostrarse hasta edad avanzada Mata en Flegra al pastor (semejante
Quiere el hijo del g r a n Cleonico, A montaña) á Alcioneo el gigante,
Y en virtudes y méritos rico, Y á los fieros Meropes en Cos.
A la t u m b a , por fin, descender.
Y yo pido á las Parcas divinas, Al partir á la guerra de T r o y a .
Sobre todo, á la altísima Cloto, T e l a m ó n en gran cena se hallaba:
Que se d i g n e n al ínclito voto E n t r a Alcides, al hombro la clava.
De mi amigo querido acceder. Del león ostentando la piel.
Lo ve el héroe; y el brindis primero
¡Oh Señores del carro dorado! Que pronuncie, á Anfitriónides ruega:
Si á tal isla ¡oh Eácidas! llego, Copa de oro esculpida le entrega,
He probado que siempre la riego C o n licor más sabroso que miel.
Con encomios de plácido olor.
Hasta el N o r t e , y del Nilo á las fuentes, Elevando las manos al cielo,
Llevaré vuestros hechos divinos, Invencibles en cien y cien lides,
Por millares de largos caminos, Majestoso á las preces Alcides
Da principio, y al brindis, así:
Que hay abiertos de cómodo anchor.
«¡Padre Jove! Mi súplica ardiente A los hijos ilustres y al tío
Más que nunca hoy escucha propicio, C a n t a r é brevemente, á la Argiva:
Si á tu Numen algún sacrificio T r e s coronas de espléndida oliva
Agradable en un tiempo ofrecí. El pancracio en el Istmo les dió.
Otras tres la frondosa Nemea
»A este joven, mi huésped futuro, E n sus sienes impuso galante.
C o m o el Hado inmutable desea, ¡Qué cantares su gloria brillante
T a l progenie le dé su Eribea A los vates después inspiró!
Que en valor no conozca rival.
»Cual la piel que me cubre, su carne C o n el suave celeste rocío
Penetrar no consiga el acero: De las Gracias, bañar les agrada
La arranqué (mi trabajo primero) La familia gentil Psalaquiada,
Al Ñemeo león colosal.» De hijos ínclitos madre y nutriz.
De Temistio la casa dejando
Así dice: y el águila augusta Sobre sólida base construida,
Hace Dios que á la tierra descienda, E n Egina, del cielo querida,
De las aves cual reina, y en prenda Residencia eligieron feliz.
De que ha oído su santa oración.
Se estremece de gozo al mirarla, El anciano L a m p ó n , el trabajo
Y así clama en su gran regocijo Con la industria acompaña de modo,
Con acento profético: «El hijo Que el axioma del vate Hesiódo
A que aspiras, tendrás, Telamón.» Con los hechos demuestra seguir.
Lo repite á sus hijos constante,
Y del águila el nombre le impone Y con voz paternal los excita
E n memoria del fausto prodigio A dar gloria á su villa bendita
A Ayax fuerte, de inmenso prestigio Con proezas y honesto vivir.
E n la guerra, y de Marte secuaz.
Así el brindis Alcides t e r m i n a : — Su mansión se halla al huésped abierta;
Mas volver á Piteas importa, Lo hace amar su gentil cortesía;
Y Eutimeno y Filácides; corta Y guardar la feliz medianía
T u s recuerdos, ¡oh musa locuaz! H a sabido, á que sólo aspiró.
Cual la piedra que, en Naxos criada,
Pulveriza los duros metales,
Es buscada entre cien pedernales;
T a l el m u n d o al anciano admiró.

E n t r e atletas sin cuento descuella;


Fiel la lengua interpreta su m e n t e . . .
Yo de Dirce en la límpida fuente
ODA S É P T I M A .
Hoy sus copas intento llenar.
A las puertas de Tebas ilustre,
Las que á Jove alumbró Mnemosina
Dulces hijas, la fuente divina
A mis plantas hicieron brotar. Á ESTREPSIADES DE TEBAS.
VENCEDOR EN E L PANCRACTO.

De los antiguos timbres de alta gloria


Con que tu patrio suelo resplandece,
¿Cuál ¡oh Tebas feliz! más te envanece?
¿Será quizá la historia
De Baco, tierno infante
De melena fletante,
Que diste tú á la luz, y es siempre al lado
De la ruidosa Ceres adorado?

¿Ó aquella noche en que con rica veste


De nieve de oro, Júpiter divino
De Anfitrión á la morada vino,
Y progenie celeste
Vio germinar serena T r e m e n d a robustez, bella figura,
La afortunada Alcmena? Y virtud no inferior el mozo ostenta:
¿Ó más de haber nutrido te glorías De las bellas Piérides ya cuenta
A Tiresias, fecundo en profecías? Con la grata dulzura;
Y al tío, cuyo nombre
Lleva, inmortal r e n o m b r e
¿Por ventura en Yolao, de bridones
ínclito domador, ó en los valientes El joven sabe dar; noble Tebano
Que produjeron del dragón los dientes Que en la guerra inmoló Marte inhumano.
T u s complacencias pones?
¿O la derrota aciaga > Va del honor la intrepidez seguida;
De Adrasto, más te halaga, Y el que en la nube de enemiga armada
C u a n d o sólo, sin huestes ni laureles, Aleja la sangrienta granizada
A Argos huyó, criadora de corceles? De su patria querida,
Y la feroz t o r m e n t a
Que del hermano ahuyenta
¿Ó tu orgullo mayor, en la colonia
Lleva al contrario, gloria, vivo ó muerto,
Dórica cifras, que de tu almo seno
A su familia legará de cierto.
Mandaste, y encontró firme terreno
Allá en Lacedemonia,
C u a n d o tu heroica raza ¡Hijo de Díodoto, del guerrero
(Los Égidas) la plaza Meleagro imitador, y del Tebano
De Amicla, conquistó tras largo sitio. Anfiarao rival, y Héctor Troyano!
Según la predicción de Apolo Pitio? Exhalaste el postrero
Aliento, de la vida
E n la edad más florida,
Se adormece la fama en sólo u n día,
Y olvidan los mortales cada hazaña Y en las primeras filas, do se lanza
Q u e el rocío dulcísimo no baña El más bravo á lidiar sin esperanza.
De ínclita poesía.
Unid á alegre canto De inefable dolor tu triste muerte
De danzas el encanto Llenó mi corazón; mas hoy la calma
E n honor de Estrepsiades, cuya frente N e p t u n o conmovido t r a e á mi alma
Corona el Istmo en el pancracio ardiente. T r a s vendaval tan fuerte.
Al són de mis cantares,
Coronas á millares
Tejeré al vencedor. ¡Mano enemiga
De adverso N u m e n ¡ay! no me persiga!

Si lejos de la guerra, consagrado


De las amenas Musas al cultivo,
En mi risueño hogar tranquilo vivo,
ODA O C T A V A .
Así lo quiso el Hado.
Morir debemos todos;
Mas de diversos modos
Al sepulcro cada u n o se encamina;
Ni cuál será su término, adivina. Á OLEANDRO DE EGINA.

Quien quiere más allá de su horizonte


Llegar, ve que son débiles sus alas
Para llegar á las etéreas salas. Alguno de vosotros
Así á Belerofonte ¡Oh jóvenes poetas!
Que p e n e t r a r desea Vaya de Telesarco
De Jove en la asamblea, A las doradas puertas,
Y en su corcel subir al alto cielo,
El alado Pegaso arroja al suele.
Y de Oleandro su hijo
Las ínclitas proezas,
Del vedado placer tras la dulzura
Celebre, consumadas
Amarguísimo fin al hombre espera.
E n juventud tan tierna.
¡Oh tú, Señor de la áurea cabellera,
Que de la edad futura
Predices los arcanos! Los cánticos triunfales
Abre, Apolo, tus manos, Organice, y la fiesta,
Y al que hoy celebro, da nueva corona A sus trabajos arduos
Debida recompensa;
En tus sagrados juegos de Pitona.
Al són de mis cantares,
Coronas á millares
Tejeré al vencedor. ¡Mano enemiga
De adverso N u m e n ¡ay! no me persiga!

Si lejos de la guerra, consagrado


De las amenas Musas al cultivo,
En mi risueño hogar tranquilo vivo,
ODA O C T A V A .
Así lo quiso el Hado.
Morir debemos todos;
Mas de diversos modos
Al sepulcro cada u n o se encamina;
Ni cuál será su término, adivina. A OLEANDRO DE EGINA.

Quien quiere más allá de su horizonte


Llegar, ve que son débiles sus alas
Para llegar á las etéreas salas. Alguno de vosotros
Así á Belerofonte ¡Oh jóvenes poetas!
Que p e n e t r a r desea Vaya de Telesarco
De Jove en la asamblea, A las doradas puertas,
Y en su corcel subir al alto cielo,
El alado Pegaso arroja al suele.
Y de Oleandro su hijo
Las ínclitas proezas,
Del vedado placer tras la dulzura
Celebre, consumadas
Amarguísimo fin al hombre espera.
E n juventud tan tierna.
¡Oh tú, Señor de la áurea cabellera,
Que de la edad futura
Predices los arcanos! Los cánticos triunfales
Abre, Apolo, tus manos, Organice, y la fiesta,
Y al que hoy celebro, da nueva corona A sus trabajos arduos
Debida recompensa;
En tus sagrados juegos de Pitona.
30(5 ÍSTMICAS. ODA V I I I .

Y cante su victoria ¡Ay! Sepultado habría


E n la Istmica palestra, La enorme roca á Grecia:
Y en los sagrados juegos Q u e á repeler no bastan
De la umbrosa Nemea. Su mole, humanas fuerzas.

Yo también, aunque mi alma Al huir los temores,


Cubre mortal tristeza, H u y ó también mi pena:
A la áurea musa pido Gocemos de los bienes
Su inspiración excelsa. T a l como se presentan.

Y ya que libre y salva El insidioso tiempo


Se ve la patria nuestra, Con vorágine incierta,
De los grandes desastres Revuelve de la vida
De la pasada guerra. Las aguas turbulentas:

De cantos y coronas Pero remedio fácil


No es justo que carezca, A todas sus dolencias
Ni que la faz bañemos Halla el hombre, si sólo
Con lágrimas eternas. La libertad le queda.

Dejemos llanto inútil, T i e m p o es que la esperanza


Y dulce cantilena Nos llene lisonjera:
Después de tantos males Es justo que yo en tanto,
Nuestros oídos hiera, Como educado e n Tebas

Pues benéfico Numen (¿Quién elogiar no ha oído


Ya de nuestra cabeza. Sus siete ilustres puertas?)
De T á n t a l o ha alejado Las flores de las Gracias k '
La aterradora piedra. Dócil á Egina ofrezca.

• « i
ISTMICAS.

El mismo padre Asopo Y si en la lid brillaba


Las engendró gemelas, Como r a y o su diestra,
Y agradaron á Jove Lucía en el consejo
Las dos h e r m a n a s bellas. Su altísima prudencia.

De la ciudad que baña De los Númenes, todo


La pura agua Dircea, Recordó la asamblea,
(Célebre por sus carros) De Tetis por la mano
El cetro donó á T e b a . E n la viva contienda.

A tí, Egina, de la isla Codiciaban Neptuno


De Enopia te hizo reina, Y Jove su belleza,
Y allí la esposa fuiste Ambos de a m o r heridos
Del que en O l i m p o impera. Por la gentil Nereida;

Y ofreciste al T o n a n t e Mas de los Inmortales


Un hijo, cuya ciencia La sabia providencia
No han igualado cuantos Llevar no quiso á término
Habitan en la tierra. La suspirada empresa.

Éaco fué, el divino, Consultan el oráculo.


Que hasta en las diferencias Y su veraz respuesta,
De los N ú m e n e s , supo La fatídica T e m i s
Juzgar con vara recta. Así al Senado lleva:

Sus hijos semidioses «El hijo á quien dé vida


De majestad excelsa; La marina doncella,
Sus nietos fueron.héroes Del padre que lo engendre
Terribles en la g u e r r a : Superará la fuerza.
»De Quirón al instante
»Si Jove, opondrá al r a y o
A la inmortal caverna,
Rayo de más potencia;
Rápido mensajero
Si Neptuno, un tridente
Corra á anunciar la nueva.
Que su T r i d e n t e venza:

»De Nereo la hija


»Tal (dice) de los H a d o s
A ser causa no vuelva
La voluntad decreta.
De que la paz perturben
Vuestra amorosa lucha
Disensiones acerbas;
Fin ¡oh Númenes! tenga.

»Y luego que en el cielo


»Dejadla que se enlace
Brille la luna llena,
C o n un mortal, y vea
Rómpase de su intacta
Al hijo de su vientre
Virginidad la rienda.»
Morir en lid horrenda,

Así á los dos Saturnios


»Aunque iguale su brazo
La Diosa habló severa,
A Marte en fortaleza,
Y aprobación mostraron
Y aunque su pie veloce
Con sus divinas cejas.
Relámpago parezca.

Del vaticinio el fruto


»Yo opino que al Eácida
Germinó con presteza;
Peleo, se conceda
Que apresuró las bodas
La ninfa en matrimonio,
Peleo, según cuentan.
De gratitud en prenda,

De Aquiles, tierno vástago


»Porque es el más piadoso
De aquella unión, doquiera
Varón (la fama cuenta)
Pregonó las hazañas
De cuantos asaltaron
La voz de los poetas.
De Jolcos las trincheras.
312 ÍSTMICAS. ODA VIH.

El del vencido Télefo Que á Egina y á su estirpe


Hizo la sangre negra Dió fama sempiterna,
Correr entre las vides Y en cuyo honor, los himnos
De la Misia pradera. ¿i Ni aun en la tumba cesan.
1

A su robusto brazo Su pira circundaron


(Igual á puente férrea Las Vírgenes Pimpleas
Sobre la mar) debieron E n t o n a n d o elegías
Los Atridas su vuelta. De celestial cadencia.

El devolvió glorioso Con tal ejemplo al hombre


La libertad á Helena, Los Númenes enseñan,
Derribando su lanza Que cantar á los muertos
Las columnas soberbias Es piadosa tarea.

Que del T r o y a n o campo Del carro de las Musas


E n las lides sangrientas, No sin razón las ruedas,
A su marcha oponían Hoy del púgil Nicocles
Impasable barrera: Sobre la tumba vuelan.

A M e m n ó n orgulloso, Honradlo: que en el Istmo


A H é c t o r , rayo de guerra, Coronó su cabeza
Y á mil otros caudillos El apio que germina
De indómita fiereza, En las Dóricas glebas,

Q u e á la morada oscura Después que á sus vecinos.


Do Proserpina reina, En menores palestras,
Mandó de los Eácidas Venció mil ocasiones
El R e y y flor primera Con indómita diestra.

ñ
De su robusto primo
No desdice, de veras,
Quien hoy en el pancracio
Venció, joven atleta.

A Oleandro coronas
De verde mirto teja
Alguno d e vosotros
¡Oh jóvenes poetas!
i
]
Que ya luchó de Alcato
Con éxito en la arena,
Y en Epidauro obtuvo
¡i
Magníficas preseas. N O T A S .
1
¿De elogio quién más digno
Que el joven .que su tierna
Edad no gasta en ocio
Oscuro, y vil pereza?

FIN DE LAS ODAS.


i
1

:
II
De su robusto primo
No desdice, de veras,
Quien hoy en el pancracio
Venció, joven atleta.

A Oleandro coronas
De verde mirto teja
Alguno d e vosotros
¡Oh jóvenes poetas!
i
]
Que ya luchó de Alcato
Con éxito en la arena,
Y en Epidauro obtuvo
¡i
Magníficas preseas. N O T A S .
1
¿De elogio quién más digno
Que el joven .que su tierna
Edad no gasta en ocio
Oscuro, y vil pereza?

FIN DE LAS ODAS.


i
1

:
II
N O T A S A L A S OLIMPICAS.

JUEGOS OLIMPICOS.

L o s j u e g o s O l í m p i c o s t o m a r o n s u n o m b r e de Olim-
pia. l l a m a d a t a m b i é n Pisa, c i u d a d d e E l i d e ; ó q u i z á d e
Júpiter Olímpico, á quien eran dedicados. Celebrá-
b a n s e c a d a c i n c o a ñ o s e n la r e f e r i d a O l i m p i a , y d e
a q u í v i n o la c o s t u m b r e d e c o m p u t a r el t i e m p o p o r
O l i m p i a d a s ó l u s t r o s . S e e m p e z a b a n el u n d é c i m o día
d e Hecatombeón, mes griego que corresponde, poco
m á s ó m e n o s , á n u e s t r o julio, y d u r a b a n los c e r t á m e -
n e s c u a t r o d í a s , s i e n d o e n el c u a r t o el p l e n i l u n i o q u e
d i v i d í a el m e s e n d o s p a r t e s i g u a l e s . E l p r e m i o del
v e n c e d o r consistía en una corona de oliva silvestre;
p e r o s u f a m a e r a tal q u e se le e r i g í a n e s t a t u a s y s e
c a n t a b a n y componían h i m n o s en su h o n o r .
Según nuestro Píndaro y Estrabón, Hércules fundó
los j u e g o s O l í m p i c o s c u a n d o , b u r l a d o p o r A u g í a s , in-
v a d i ó la E l i d e y m a t ó al infiel m o n a r c a .
d e r r o t a d o s p o r l i o . r e y de T r o y a , f u n d a r o n u n a c o l o -
nia e n G r e c i a .
P á g . 4, v v . 24 y s i g u i e n t e s . — A l u d e P í n d a r o á la c o -
ODA PRIMERA.
nocida fábula que supone que T á n t a l o sirvió á los
D i o s e s e n h o r r e n d o b a n q u e t e l o s m i e m b r o s de s u h i j o
Está dedicada á G e r ó n , rey de Siracusa, vencedor en
P é l o p e . L a P a r c a C l o t o v o l v i ó á f o r m a r el c u e r p o d e I
l a s c a r r e r a s d e c a b a l l o s de silla. A l g u n o s h a n c r e í d o
n i ñ o e n la c a l d e r a q u e el P o e t a llama^í<r<2 e n c o n t r a -
q u e la c a r r e r a e n e l celete (xéXi^i) s e h a c i a s o b r e d o s
p o s i c i ó n á la impía e n q u e le c o c i ó el p a d r e i n h u m a n o :
c a b a l l o s e n p e l o , s a l t a n d o el j i n e t e c o n v e l o c i d a d d e
pero C e r e s , m á s h a m b r i e n t a que las o t r a s Deidades,
u n o á o t r o . La o p i n i ó n g e n e r a l e s q u e el t a l celete e r a
había ya devorado un h o m b r o de Pélope, y fué p r e .
u n solo c o r c e l , q u e s i n s e r u n c i d o á c a r r o a l g u n o , se
ciso hacérselo de marfil. E! piadoso P í n d a r o d e s e c h a
m o n t a b a c o m o h o y d í a n u e s t r o s c a b a l l o s d e silla. S e
esta irreverente historia.
e s c r i b i ó e s t a O d a e n la O l i m p i a d a 77, a ñ o i . ° , 472 an-
P á g . 6, v . 2 . — D i c e el o r i g i n a l : ¡isxa -cpi&v t é t a p - o v
t e s d e J. C . F u é c a n t a d a e n S i r a c u s a e n u n b a n q u e t e
itóvov, y l e y e n d o d e e s t e m o d o h e t r a d u c i d o c o n f o r m e
e n e l p a l a c i o del R e y .
á la i n t e r p r e t a c i ó n d e l E s c o l i a s t a . O t r o s l e e n T é t a p t o í ,
P á g . 3, v . 1 .—Nada hay mejor que el agua, e t c . —
e s d e c i r : e s el cuarto q u e s u f r e t a n t r e m e n d o c a s t i g o ,
E r a o p i n i ó n d e T a l e s d e M i l e t o , u n o de l o s s i e t e s a b i o s
s i e n d o los o t r o s t r e s I x i ó n , S í s i f o y T i c i o .
d e G r e c i a , q u e el a g u a e r a el p r i m e r o d e l o s e l e m e n -
P á g . 7, v . 1 9 . — Y a deEnomao trece corazones la
t o s y el o r i g e n d e l o s d e m á s . E s c o m o si d i j e r a Pin-
lan\a atravesó.—Enomao, r e y de Pisatis, p r o m e t i ó
d a r o : Entre todos los juegos, los Olímpicos so» los
d a r á su hija Hipodamia e n m a t r i m o n i o á aquel de s u s
más eminentes, como el agua tiene el primer lugar
a m a n t e s q u e lo v e n c i e r a e n las c a r r e r a s de c a r r o s .
entre los cuatro elementos, el oro entre los metales, el
L o s c a b a l l o s del s u y o e r a n h i j o s del v i e n t o , y n a d i e
sol entre los astros.
a n t e s de P é l o p e p u d o v e n c e r l o ; a n t e s b i e n , t r e c e d e s -
P á g . 4, v. 8 . — E l arpa hiere, e t c . — P a r e c e q u e e r a
d i c h a d o s c a y e r o n a t r a v e s a d o s p a r la l a n z a d e l p a d r e ,
c o s t u m b r e e n los b a n q u e t e s p r e s e n t a r u n a a r p a á los
d e m a s i a d o a m a n t e de s u h i j a , e n el m o m e n t o e n q u e
c o n v i d a d o s : el n o s a b e r l a t o c a r e r a s e ñ a l d e e d u c a c i ó n
c r e í a n a l c a n z a r la v i c t o r i a .
poco e s m e r a d a .
P á g . 8, v . 14.— Seis héroes le dio.—Dos d e e s t o s s e -
P á g . 4, v . 11.—La citara de Doria.—Había t r e s cla-
m i d i o s e s , c r i a d o s p o r las V i r t u d e s , c u a l p o r c e l e s t e s
s e s de c a n t o s e n t r e los G r i e g o s , e l D ó r i c o , e l L i d i o y
n o d r i z a s ( s e g ú n la f u e r z a i n t r a d u c i b i e d e l o r i g i n a l ) '
el E ó l i c o . E n o t r a p a r t e h a b l a m o s d e e l l o s m á s e x t e n -
fueron Atreo, padre de Agamenón, y Tiestes.
s a m e n t e . N o s a b e m o s si el descolgar la lira e s a q u í
u n a s i m p l e figura, ó si t e r m i n a d o e l recitado empeza-- P á g . 8, v . 17.—Cabe su altar y túmulo.—Hércules
b a la m ú s i c a c o n e s t e v e r s o . s e p a r ó u n t e r r e n o l l a m a d o el Pelopion, e n q u e P é l o p e
e r a v e n e r a d o sobre todos los s e m i d i o s e s , del m i s m o
P á g . 4, v . i 3 . — D e l Alfeo y Ferénico la gloria.—
m o d o q u e J ú p i t e r s o b r e t o d a s las D e i d a d e s .
F e r é n i c o e r a el n o m b r e d e l f a m o s o c a b a l l o d e silla d e
G e r ó n . E l r í o A l f e o n a c e e n A r c a d i a , c o r r e c e r c a de P á g . 9, v . 1 6 . — D e Cronio la región.—Era el Cronio
P i s a p o r el t e r r i t o r i o E l e o , y e n t r a e n e l m a r J o n i o . u n m o n t e c e r c a d e la O l i m p i a , c o n s a g r a d o á Cronos,
P á g . 4, v . 20.— Que Pélope de Lidia condujera.— ó sea S a t u r n o .
P é l o p e , y su p a d r e T á n t a l o , r e y de Sípilo e n Lidia,
NOTAS.

hijo de Polinices y Argía, de quien, según Píndaro,


era descendiente T e r ó n .
ODA SEGUNDA. P á g . 16, w . i 3 y s i g . — N o t a b l e e s t o d o e s t e p a s a j e
i m p r e g n a d o de las d o c t r i n a s p i t a g ó r i c a s , q u e h a n r e -
s u c i t a d o e n n u e s t r o s d í a s los l l a m a d o s e s p i r i t i s t a s .
Dedicada á T e r ó n . rey de A g r i g e n t o , vencedor en
las c a r r e r a s d e c a r r o s . F u é e s c r i t a e n la O l i m p i a d a 76, P á g . 19, v . 2 . — I n g r a t o s turbulentos.—Fueron éstos
a ñ o i . ° , 476 a n t e s d e J. C . , y c a n t a d a , p r o b a b l e m e n t e , d o s p r i m o s de T e r ó n , C a p i s é H i p ó c r a t e s , q u e e l r e y
en un b a n q u e t e en Agrigento. h a b í a c o l m a d o de f a v o r e s , y a c a u d i l l a r o n c o n t r a s u
bienhechor una rebelión que fracasó.
P á g . 12, v . 22 .—Lo que pasó, niel tiempo d deshacer
alcanza A l u d e esta sublime sentencia á u n a disen-
ODA TERCERA.
s i ó n t e r r i b l e e n t r e l a s c o r t e s de A g r i g e n t o y d e S i r a -
c u s a , y á la g u e r r a q u e e s t u v i e r o n á p u n t o d e d e c l a -
rarse Gerón y Terón. D e d i c a d a al m i s m o , y p r o b a b l e m e n t e p o r la m i s m a
victoria. Cantada verosímilmente en A g r i g e n t o en
Pág. i3, v. g Aunque del rayo herida.—Semele,
las fiestas T e o x e n i a s e n h o n o r de C á s t o r y P ó l u x , lla-
m a d r e d e B a c o (por o t r o n o m b r e I.ieo) y a m a d a d e
m a d o s p o r a n t o n o m a s i a los Gemelos.
J ú p i t e r , s e e m p e ñ ó en q u e s u d i v i n o a m a n t e d e j a r a el
P á g . 22, v . 2 4 . — E l j u e $ Etolio — L o s j u e c e s e n l o s
incógnito; y p e r e c i ó h e r i d a p o r u n o de los r a y o s q u e
j u e g o s O l í m p i c o s , l l a m a d o s Helanódicas, eran todos
t e n í a n q u e a c o m p a ñ a r á la d e s c u b i e r t a m a j e s t a d del
Eleos. Aquí alude Píndaro á Oxilo, de Etolia, q u e llevó
Tonante.
á los H e r á c l i d a s al P e l o p o n e s o , y f u é r e y d e E l i d e v
P á g . i 3 , v . 1 8 . — / n o en el Ponto, e t c . — I n o , o t r a h i j a
el p r i m e r j u e z de los j u e g o s O l í m p i c o s : de a q u í el
d e C a d m o , f u é e s p o s a d e A t a m a n t e , r e y de T e t a s , á
e p í t e t o d e Etolio se e x t e n d i ó á t o d o s los H e l a n ó d i c a s .
q u i e n J u n o v o l v i ó loco. E l l a d e s e s p e r a d a s e p r e c i p i t ó
P á g . 22, v . 23.— Trajo de las umbrosas fuentes del
e n el m a r ; p e r o N e p t u n o . r i n d i é n d o s e á las s ú p l i c a s
Istro.—Ni P í n d a r o ni los p o e t a s a n t i g u o s e n g e n e r a l
de V e n u s , le convirtió en divinidad marina.
e r a n m u y p e r i t o s e n g e o g r a f í a . N o se a d m i r e , p u e s ,
P á g . 14, v . 7 .—Desque el fatal Edipo.—Conocida es
el l e c t o r d e c i e r t o s v i a j e s r á p i d o s y e x t r a o r d i n a r i a -
la t r i s t e h i s t o r i a de E d i p o . P r e d i j o el o r á c u l o Délfico
mente asombrosos que nuestro autor hace e m p r e n d e r
q u e h a b í a d e d a r m u e r t e á s u p a d r e L a y o , y é s t e lo
á s u s h é r o e s , ni se m a r a v i l l e d e q u e H é r c u l e s h a y a
m a n d ó m a t a r e n la i n f a n c i a . S a l v a d o e l n i ñ o p o r u n
ido á l a s m á r g e n e s d e l D a n u b i o y á l a s r e g i o n e s m á s
criado c o m p a s i v o , y educado por un pastor, encontró
s e p t e n t r i o n a l e s á b u s c a r la oliva q u e n o s o t r o s e s t a -
m á s t a r d e a l a u t o r d e s u s d í a s y lo m a t ó s i n c o n o c e r l o .
m o s a c o s t u m b r a d o s á v e r florecer e n el S u r .
P á g . 14, v . i3 Erinis mira el c r i m e n . — P o l i n i c e s
P á g . 23, v. 1 4 . — P u p i l a de la noche.—A p e s a r d e mi
y Eteocles, h i j o s de Edipo, convinieron en reinar en
resolución de ser b r e v í s i m o en las n o t a s , no p u e d o
T e b a s a l t e r n a t i v a m e n t e . Al t e r m i n a r E t e o c l e s s u p e -
m e n o s d e l l a m a r la a t e n c i ó n d e l l e c t o r á e s t e b e l l í s i m o
r í o d o r e h u s ó e n t r e g a r el t r o n o á s u h e r m a n o , q u i e n
e p í t e t o d e la l u n a .
h u y ó á A r g o s y c o n s i g u i ó q u e A d r a s t o (con c u y a h i j a
P á g . 24, v . 2 5 . — A la tribu Emenida.—Era la t r i b u
A r g í a c a s ó ) y o t r o s c i n c o c a u d i l l o s v i n i e r a n c o n él á
d e T e r ó n , y le dió el n o m b r e s u a b u e l o Emenides.
a s a l t a r á T e b a s al f r e n t e d e n u m e r o s a s h u e s t e s . Pe-
q u e d e s t r u y ó la t i r a n í a d e F a l á r i d e .
recieron los d o s h e r m a n o s , pero sobrevivió T e s a n d r o ,
21
q u e cada u n o e s t a b a c o n s a g r a d o á dos d i v i n i d a d e s . E l
p r i m e r o (según H e r o d o t o ) e s t a b a d e d i c a d o á J ú p i t e r y
ODA C U A R T A . N e p t u n o , el s e g u n d o á J u n o y M i n e r v a , el t e r c e r o á
M e r c u r i o y Apolo, el c u a r t o á Baco y á las G r a c i a s ,
Dedicada á S a u m i s , h i j o de A c r ó n , de C a m a r i n a en el q u i n t o al r í o A l f e o . y el s e x t o á S a t u r n o y á R h e a .
Sicilia, v e n c e d o r el año i de la O l i m p i a d a 82, 452 an- P á g . 32, v . 5.— Y d tu sede novísima.—Camarina
t e s de J e s u c r i s t o . C a n t a d a e n O l i m p i a d u r a n t e la p r o - f u é dos v e c e s d e s t r u i d a p o r los S i r a c u s a n o s , y S a u m i s
c e s i ó n al a l t a r de J ú p i t e r . contribuyó m u c h o á su reedificación.
P á g . 27, vv. 1 y s i g . — E n el original la e x p r e s i ó n P á g . 33, v . 3.— Y al antro sacro Ideo.—En esta c a -
eXatrip ppov.5? áy-apiavxóiroooí, t i e n e u n a f u e r z a q u e v e r n a , s i t u a d a e n el m o n t e Ida, e n la isla de C r e t a ,
h e p r o c u r a d o e n lo posible d a r l e e n la v e r s i ó n . Nos r e - o c u l t ó R h e a á J ú p i t e r , q u e de o t r a m a n e r a h a b r í a
p r e s e n t a á J ú p i t e r a g i t a n d o s u s r a y o s á guisa de cor- sido devorado por S a t u r n o .
c e l e s de t e r r i b l e c u a d r i g a .
P á g . 27, v . 4 . — Y a volvieron tus Horas.—Eran tres
las Horas é h i j a s d e J ú p i t e r . I n d i c a e s t a f r a s e q u e ODA SEXTA.
h a b í a y a v u e l t o el t i e m p o p r e f i j a d o p a r a los j u e g o s
Olímpicos. D e d i c a d a á A g e s i a s , h i j o de S ó s t r a t o de S i r a c u s a .
P á g . 28, v. 5 . — L a s cien caberas de Tifón rugien- p e r t e n e c i e n t e á la t r i b u de los Y á m i d a s , v e n c e d o r e n
te E r a T i f ó n u n o de los G i g a n t e s q u e h i c i e r o n la la c a r r e r a de c a r r o s t i r a d o s p o r m u í a s . E r a el g r a n
g u e r r a á Júpiter, por quien f u é vencido y encadenado s a c e r d o t e q u e sacrificaba e n el g r a n d e a l t a r de J ú p i t e r
b a j o el m o n t e E t n a , h o y M o n g i b e l o . e n O l i m p i a . F u é c a n t a d a e n E s t i n f a l i a , en A r c a d i a ,
P á g . 2cj, v v . 6 y s i g . — P a s ó e s t a e s c e n a d u r a n t e la p r o b a b l e m e n t e en a l g ú n b a n q u e t e de los Y á m i d a s , y
e x p e d i c i ó n de los A r g o n a u t a s . e s c r i t a , q u i z á s , el año de 468 a n t e s de J e s u c r i s t o ,
i.° de la O l i m p i a d a 78.
P á g . 35, v v . 1 y s i g . — P e r m í t a m e el l e c t o r l l a m a r l e
ODA QUINTA. la a t e n c i ó n á e s t e e s p l é n d i d o e x o r d i o .
Pág. 36, v v . 4 y 5.—Tal coturno pones d tu divina
D e d i c a d a al m i s m o S a u m i s , y c a n t a d a e n C a m a r i n a planta.—Creo h a b e r traducido con suficiente elegan-
e n la p r o c e s i ó n al r e g r e s o del v e n c e d o r . cia u n a f r a s e q u e á v a r i o s m o d e r n o s ha p a r e c i d o b a j a ,
Pág. 3i, vv. 1 y sig.—Junto á Camarina había una p e r o q u e n o lo es e n g r i e g o .
l a g u n a del m i s m o n o m b r e , y es la q u e el p o e t a ape- P á g . 36, v . i 3 . — A n f i a r a o , h i j o de O i c l e o , p r o f e t a y
llida hija del Océano. Aquí, como e n o t r a s mil oca- g u a r r e r o , f u é uno d e los s i e t e j e f e s q u e a s a l t a r o n á
s i o n e s , P í n d a r o se dirige á la n i n f a ó deidad p r o t e c - Tebas.
t o r a del l u g a r . P á g . 35, v . De Talayón el vastago.—Es decir,
P á g . 3 i , v . u . — L o s seis altares dobles.—El vence- Adrasto.
d o r e n los j u e g o s O l í m p i c o s a c o s t u m b r a b a sacrificar P á g . 37, v v . 10 y sig.—•¡Oh Fintis, ven! e t c . — E s t e
á los d i o s e s p r o t e c t o r e s de los m i s m o s , e n c u y o h o n o r a r r a n q u e p o á t i c o es e n c a n t a d o r . A p o s t r o f a el p o e t a á
s e h a b í a n c o n s t r u i d o seis a l t a r e s , l l a m a d o s dobles p o r - F i n t i s , c o c h e r o de A g e s i a s , y le m a n d a lo lleve á P i -
d e p o e s í a lírica, y d í c e s e q u e a g r a d ó t a n t o á los R o -
t a n a , c i u d a d en las o r i l l a s del E u r o t a s , q u e el a u t o r
d i o s , q u e la h i c i e r o n g r a b a r e n l e t r a s d e o r o e n el
identifica l u é g o con P i t a ñ a la n i n f a , h i j a del E u r o t a s
t e m p l o d e M i n e r v a L i n d i a , n o sólo en h o n r a d e la isla
cuya historia narra.
y de s u a f o r t u n a d o c a m p e ó n , sino t a m b i é n del i n m o r -
P á g . 38, v . 7 — Y de la Arcadia al Príncipe.—Es tal poeta.
decir, á Epito. P á g . 46, v . 2 5 . — N i n f a que el Sol augusto.—Aquí,
P á g . 40, v . 2.—Nombre inmortal.—''Iov, n o m b r e de c o m o e n o t r o s mil c a s o s , identifica P í n d a r o á la ninfa
la v i o l e t a en g r i e g o , tiene a l g u n a s e m e j a n z a con c o n la isla.
Yamo. P á g . 52, v . 1 .—Del Sol un hijo.—Siete f u e r o n los
P á g . 41, v . 6 . — D e la adivinación la doble ciencia.— h i j o s q u e t u v o el Sol e n la n i n f a R o d a s , á s a b e r : C e r -
E s d e c i r , la piromancia y el entusiasmo (según Bene- cafo, Actis, Macareo, T e n a g e s , Triopi, F a e t o n t e y
d i c t ) , ó el a r t e d e v a t i c i n a r y la p i r o m a n c i a ( s e g ú n O q u i m o . E l p r i m e r o f u é el p a d r e de los t r e s h é r o e s
H e y n e ) , ó el p r i v i l e g i o d e o i r la voz de A p o l o e n e s t a m e n c i o n a d o s e n el t e x t o , q u e d i e r o n s u s n o m b r e s á
l a s t r e s c é l e b r e s c i u d a d e s d e la isla.
ocasión y d e oficiar d e s p u é s c o m o s a c e r d o t e ( s e g ú n el
Escoliasta).
P á g . 42, v . 16.—¡Estinfalia Metope!—Metope, hija
ODA OCTAVA.
del río L a n d ó n , c e r c a d e E s t i n f a l o , e n A r c a d i a , f u é
e s p o s a del A s o p o , r í o T e b a n o . De M e t o p e y A s o p o
D e d i c a d a á A l c i m e d o n t e d e E g i n a , v e n c e d o r e n el
nació T e b a , n i n f a q u e d i ó s u n o m b r e á T e b a s , p a t r i a
c e r t a m e n d e p u g i l a t o e n t r e los j ó v e n e s . E s c r i t a el
de Píndaro.
a ñ o i . ° d e la O l i m p i a d a 80, 460 a n t e s d e J e s u c r i s t o .
P á g . 43, v . 1 . — ; V a m o s , Eneas!—Se d i r i g e al direc-
C a n t a d a e n la m i s m a O l i m p i a en la p r o c e s i ó n d e s p u é s
t o r del c o r o p o r q u i e n f u é c a n t a d a e s t a o d a .
de la v i c t o r i a .
P á g . 43, v . 5 . — E l viejo adagio.—Boiwxía oc, Batotia
P á g . 55, v . 3.—Reina de la verdad.—Alude á las
sus, e r « el p r o v e r b i o d e s p r e c i a t i v o con q u e se d e s i g -
p r o f e c í a s del s a c e r d o t e , d e s c e n d i e n t e d e Y a m o , q u e
n a b a á los h a b i t a n t e s d e B e o c i a . N o t e m o s q u e el n o m -
o f i c i a b a e n el a l t a r d e J ú p i t e r .
b r e de e s t e i n m u n d o a n i m a l no t e n í a e n g r i e g o el sig-
nificado o b s c e n o q u e e n a l g u n o s i d i o m a s m o d e r n o s , y P á g . 55. v v . 4 y s i g . — E l c o r a z ó n , el h í g a d o y los
e q u i v a l í a ú n i c a m e n t e á n u e s t r o asno. d e m á s i n t e s t i n o s d e las v í c t i m a s , s u m i n i s t r a b a n al
P á g . 43, v v . 10 y s i g C e r e s y P r o s e r p i n a e r a n dei- a u g u r medios para adivinar lo futuro. Parece q u e los
dades tutelares de Sicilia, y Júpiter era especialmente a t l e t a s c o n s u l t a b a n á éste a n t e s d e la l u c h a .
a d o r a d o s o b r e el M o n t e E t n a . P á g . 56, v. 22 —Alli Temis.—'Temis, m a d r e d e la
J u s t i c i a , e r a hija del C i e l o y d e la T i e r r a . T e n í a u n
t e m p l o e n T e b a s , y q u i z á p o r e s t o la m e n c i o n a P í n -
ODA SÉPTIMA.
daro tan á menudo.
P á g . 57, v . 1 0 . — D e s d e Eaco, la Dórica familia la
D e d i c a d a á D i á g o r a s de R o d a s , v e n c e d o r en el p u -
gobernó.—Muerto Eaco, Triacón tomó posesión de
gilato. E s c r i t a e n l a O l i m p i a d a 79, a ñ o i . ° , 464 a n t e s
E g i n a c o n u n e j é r c i t o de A r g i v o s , q u e e r a n d e o r i g e n
de J . C . C a n t a d a e n Y a l i s o , en u n b a n q u e t e p ú b l i c o
Dórico.
de los E r a t i d a s . E s t a o d a se c o n s i d e r a m o d e l o a c a b a d o
P á g . 57, v . i3.—^4/ semidiós llamaron.—De o t r a ma- C a l i m a c o , q u e m á s a b a j o s e m e n c i o n a n , e r a n el t í o y
n e r a no h a b r í a n p o d i d o s e r d e s t r u i d o s los m u r o s d e el p a d r e d e l v e n c e d o r .
T r o y a , si sólo d i o s e s i n m o r t a l e s los h u b i e r a n edi- P á g . 60, v . 19.-A Némesis.—Era Némesis diosa de
ficado. la v e n g a n z a , la m á s i n e x o r a b l e d e t o d a s las d . v . n . d a -
P á g . 57, v. 2 3 . — L a asaltan tres serpientes.—Simbo-
d e s , y d e s t i n a d a á m e z c l a r i n f o r t u n i o s c o n la felicidad
l i z a r o n é s t a s l o s t r e s a s a l t o s d a d o s á T r o y a : el p r i -
h u m a n a p a r a a p a r t a r á l o s h o m b i e s d e la i n s o l e n c i a y
m e r o p o r P e l e o y T e l a m ó n , el s e g u n d o p o r A q u í l e s .
del o r g u l l o .
y el t e r c e r o p o r P i r r o .
P á g . 58, v . 7 . — E n la primera y cuarta genera-
ción.—Peleo y T e l a m ó n p e r t e n e c í a n á la p r i m e r a ge- ODA NOVENA.
n e r a c i ó n de E a c o , exclusive; P i r r o á la c u a r t a , i n c l u -
y e n d o á E a c o e n el c ó m p u t o . D e d i c a d a al l u c h a d o r E f a r m o s t o , d e O p u n t e , c a p i -
P á g . 58, v . 11. —Y de las Amazonas, etc.—Esta na- tal d e L o c r i s . E s c r i t a e n la O l i m p i a d a 81, a n o
c i ó n , real ó i m a g i n a r i a , d e b e l i c o s a s m u j e r e s , se h a - 4 5 6 a n t e s d e J . C. C a n t a d a á la l u z de l a s a n t o r c h a s e n

l l a b a e n C a p a d o c i a , c e r c a del r í o T e r m o d o n t e . N o se d i c h a c i u d a d , al v o l v e r el v e n c e d o r de c o r o n a r el a l t a r
d i c e por q u é l a s v i s i t ó A p o l o , ni m e n o s c ó m o p a s ó de Ayax. „
p o r e s a s c o m a r c a s , y e n d o del X a n t o (río l l a m a d o E s - P á g b i , v . 1.—Bastante ha resonado, etc.—fue
c a m a n d r o p o r los D i o s e s , s e g ú n H o m e r o , y q u e c o r r í a A r q u í l o c o , p o e t a d e P a r o s , c é l e b r e por s u s v e r s o s
c e r c a de T r o y a ) al D a n u b i o y á la r e g i ó n d e los Hi- y á m b i c o s y p o r la a c r i m o n i a d e su m u s a . F l o r e e . « ,
perbóreos. t r e s c i e n t o s años antes de Píndaro, y compuso un
P á g . 59, v . 1 .—En el pancracio.—Era el pancracio h i m n o e n h o n o r de H é r c u l e s , q u e c o n s t a b a d e tres es-
u n a especie de combate en que los atletas luchaban t a n c i a s , y q u e , s e g ú n la c o s t u m b r e q u e d e s p u é s se in-
c o n t o d o s los m i e m b r o s y f u e r z a s de su c u e r p o . P l u - t r o d u j o , tres v e c e s s e c a n t a b a e n los j u e g o s o l í m p i c o s .
tarco da á e n t e n d e r que e r a un c e r t a m e n c o m p u e s t o P í n d a r o , c o n su o d a c o m p u e s t a ad hoc, h a c e c a l l a r
d e l p u g i l a t o y la l u c h a . e s t a t r i p l e m e l o d í a , q u e s i e n d o de commum. no podía
P á g . 59, v 26.—A los bravos Blepsiades.—Eran una s a t i s f a c e r á c a d a v e n c e d o r . V é a s e e n la O l í m p i c a I la
t r i b u d e E g i n a , á la c u a l p e r t e n e c í a A l c i m e d o n t e . h i s t o r i a d e H i p o d a m í a y P é l o p e , y n o se o l v i d e q u e el
P á g . 60, v. 7 , — ; O h Fama, de Mercurio hija! N o e s m o n t e C r o n i o era una colina en Olimpia, consagrada
á la Fama q u e c o n o c e m o s á q u i e n invoca el p o e t a , á Saturno. . .
s i n o á A f f s A í a , h i j a de M e r c u r i o , ctyyeXoí ó m e n s a - P á e 62 v v . 7 y s i g . — ¡ T e m i s ! En ella imperas, con
j e r o d e los D i o s e s , e n c a r g a d o d e l l e v a r al O r c o las Eunomia.-Temis y J ú p i t e r eran padres de las Horas,
a l m a s d e l o s m u e r t o s y de p r e s i d i r l o s j u e g o s . A l g u - l l a m a d a s Dice ó la J u s t i c i a , Irene ó la P a z , y Euno-
n o s i n t é r p r e t e s l a t i n o s t r a d u c e n e s a p a l a b r a Nuncia- mia ó la Buena Ley. C e r c a del Alfeo estaba O l i m p i a ,
tio. ( Q u e d a r í a b i e n e x p r e s a d a e n c a s t e l l a n o , p o r y j u n t o á la f u e n t e C a s t a l i a D e l f o s ó P i t o n a : la m a d r e
Anunciación, hija del heraldo de los Dioses? P u e d e d e l o s L o c r e s e s es O p u n t e , s u c a p i t a l .
s e r ; p e r o n o m e a t r e v í á t r a d u c i r l a de t a l m o d o , y P á g . 62, v v . 25 y s i g . — ¿ S i n ellos cómo pudo, etc -
p r e f e r í s e g u i r á los i n t é r p r e t e s i n g l e s e s é i t a l i a n o s , y H é r c u l e s , m u e r t o T r a q u i n , o , v i n o á P i l o s por o r d e r ,
á n u e s t r o B e r g u i z a s . P a r e c e q u e los d i f u n t o s Ifión y d e F e b o . p a r a q u e N e l e o , h i j o de N e p t u n o , l o p u r . f i -
c a s e . N e g ó s e N e l e o , y r i ñ ó c o n él el s e m i d i ó s , y con d e s e m b a r c a r o n p o r e r r o r los G r i e g o s e n su e x p e d i -
N e p t u n o , q u e a c u d i ó á la d e f e n s a d e su h i j o . ción c o n t r a T r o y a .
E l m i s m o H é r c u l e s vino á D e l f o s á c o n s u l t a r a! P á g . 66, v v . 11 y s i g . — N o sólo h a b í a e n G r e c i a l o s
o r á c u l o , y al r e s p o n d é r s e l e q u e A p o l o no e s t a b a e n juegos Olímpicos, Píticos, Istmicos y Ñemeos, sino
casa n i p o d í a d a r l e a u d i e n c i a , a i r a d o d e r r i b ó la t r í p o - q u e s e c e l e b r a b a n en A t e n a s los P a n a t e n e o s . e n h o n o r
d e y s e p o r t ó en el t e m p l o con d e s a c a t o i n a u d i t o . de Minerva; en Argos y Pelene otros en honor de
E l m i s m o , c u a n d o b a j ó al I n f i e r n o á s a c a r al C e r b e - Juno; en Maratona, en honor de Hércules; en P a r r a -
r o , t u v o a n t e s q u e v e n c e r á P l u t ó n , q u e s e o p o n í a á la s i a , c i u d a d d e A r c a d i a , los L i c e o s , en h o n o r d e J ú p i -
e m p r e s a . La vara q u e a q u í se dice p e r t e n e c e r á é s t e , t e r Liceo. E n E l e u s i s , C e r e s y P r o s e r p i n a e r a n h o n -
g e n e r a l m e n t e se a t r i b u y e á M e r c u r i o , á q u i e n s e r v í a r a d a s con los j u e g o s D e m e t r i o s , A n a c l i p t e r i o s y E l e u -
p a r a c o n d u c i r á las r e g i o n e s i n f e r n a l e s las a l m a s de s i n i o s : y e n T e b a s , d o n d e e s t a b a el m o n u m e n t o d e
los d i f u n t o s . Y o l a o , h i j o d e Ificles, el h e r m a n o d e H é r c u l e s , c e l e -
P á g . 63, v . i 3 — D e Protogenia la ciudad Llámase b r á b a n s e fiestas e n h o n o r de! m i s m o .
a s í á la c i u d a d de O p u n t e , del n o m b r e d e P r o t o g e n i a . P á g . 67, v . ú l t i m o . — L l e v a al altar del vastago de
madre del joven Opunte. Oileo.—En O p u n t e h a b í a t a m b i é n j u e g o s c o n s a g r a d o s
P á g . 63, v v . 16 y sig.— Bajaron del Parnaso y de á A y a x , h i j o d e O i l e o , caudillo d e los L o c r e s e s en la
las piedras, e t c . — P i r r a y D e u c a l i ó n , s a l v a d o s del di- guerra de T r o y a .
l u v i o e n el m o n t e P a r n a s o , c o n s u l t a r o n el o r á c u l o de
T e m i s s o b r e la r e g e n e r a c i ó n d e la r a z a h u m a n a . P o r
su o r d e n a r r o j a r o n p i e d r a s t r a s d e sí, q u e s e c o n v i r - ODA DÉCIMA.
t i e r o n e n h o m b r e s y m u j e r e s , y f o r m a r o n un p u e b l o
n u e v o . E n g r i e g o p i e d r a e s AaS?, y d e e s t a p a l a b r a se Dedicada á Agesidamo, hijo de A r q u é s t r a t o , de Lo
s u p o n e d e r i v a d a la voz Xaó?, p u e b l o . c r i s E p i z e f i r i a ú O c c i d e n t a l , q u i e n f u é v e n c e d o r e n el
P á g . 64, v v . 7 y s i g . — O s c u r o e s e s t e p a s a j e e n e p u g i l a t o e n la O l i m p i a d a 74 s e g ú n u n o s , en la 84 s e -
o r i g i n a l , y n o m e g l o r í o d e h a b e r l e d a d o claridad en la g ú n o t r o s . La oda f u é e s c r i t a m u c h o s a ñ o s d e s p u é s , y
t r a d u c c i ó n . C o n s u l t e el c u r i o s o á B e n e d i c t , H e y n e y p a r a c o m p e n s a r al h é r o e d e la t a r d a n z a , le p r o m e t e
el a n t i g u o E s c o l i a s t a , á q u i e n h e s e g u i d o e s t a v e z . Di- p a g a r su d e u d a con usura, c o m o lo h a c e d e d i c á n d o l e
r í g e s e el p o e t a á los L o c r e s e s , d e s c e n d i e n t e s d e J ú p i - c o n e s t e n o m b r e t a m b i é n la oda s i g u i e n t e .
t e r y d e P r o t o g e n i a , h i j a d e D e u c a l i ó n (llamado t a m - P á g . 71, v . 2.—Del inocente Cteatoy de Eurito.—
b i é n O p u n t e y n i e t o de J a p e t o ) y e s p o s a d e L o c r o . ¿Se E r a n é s t o s h i j o s d e N e p t u n o y d e Moliona, q u e a y u -
llenó é s t e de regocijo porque su consorte h a b í a con- d a r o n á A u g í a s en su g u e r r a c o n t r a H é r c u l e s , c u a n d o
c e b i d o p o r o b r a del R e y d e los D i o s e s , ó p o r q u e c r e y ó t é s t e q u i s o h a c e r e f e c t i v o el p r e c i o e s t i p u l a d o p o r
q u e e r a p r o p i o el f r u t o divino? B e n e d i c t en su p a r á - %
a q u é l , p o r la l i m p i a d e s u s e s t a b l o s .
f r a s i s i n d i c a lo s e g u n d o . Q u i e n h a y a leído a t e n t a m e n t e la^ n o t a s a n t e r i o r e s ,
P á g . 65, v v . 8 y s i g — C u y o vastago, etc.—Patroclo, c o m p r e n d e r á e s t a oda s i n n e c e s i d a d d e m á s e x p l i c a -
el a m i g o d e A q u i i e s , e r a h i j o d e M e n e c i o y d e E s t á ñ e - c i o n e s , q u e o m i t o brevitatis causa.
le; T e l e f o lo e r a de H é r c u l e s y A u g e . T e u t r a n t e ( q u e
a q u í l l a m o Teutrano) e r a r e y d e Misia, e n c u y a c o s t a
e n C o r i n t o , e n la p r o c e s i ó n f o r m a d a al r e g r e s o d e l
h é r o e . S u v i c t o r i a f u é d o b l e , á s a b e r : e n la c a r r e r a á
ODA UNDÉCIMA. pie, y e n el q u í n t u p l e e j e r c i c i o c o m p u e s t o d e s a l t o ,
c a r r e r a , a r r o j a r e l d i s c o , l a n z a r el d a r d o , y l u c h a .
C o n s t i t u y e e s t a o d a la g a n a n c i a ó u s u r a p r o m e t i d a E s t e ú l t i m o l l á m a s e e n g r i e g o névTa0>ov, e n l a t í n
e n la a n t e r i o r . quinquertium. A u n q u e e l t r a d u c t o r i t a l i a n o lo l l a m a
pentatlo, y n u e s t r o B e r g u i z a s quinquercio, no m e he
ODA DUODÉCIMA. atrevido á introducir e s t o s n o m b r e s en castellano, y
h e p r e f e r i d o l l a m a r l e cinco-juegos, cinco-lides ó cinco-
Dedicada á E r g ó t e l e s , natural de Cnoso, en C r e t a , luchas.
y v e c i n o d e H i m e r a , e n Sicilia, d e s d e la s e d i c i ó n e n P á g . 79, v . 9 — E n donde Eunomia mora.—Véanse
q u e t o m ó p a r t e y lo o b l i g ó á e x p a t r i a r s e . F u é v e n c e -
l a s n o t a s á la O d a IX.
d o r e n la carrera larga (es d e c i r , r e c o r r i e n d o d o c e
P á g . 80, v . 9 Hijos del noble Aleta.—Meta ó Ale-
v e c e s el e s t a d i o ; ó , s e g ú n S u i d a s , v e i n t i c u a t r o v e c e s ;
t a s . b i z n i e t o d e H é r c u l e s , c o n q u i s t ó á C o r i n t o al
e n la O l i m p i a d a 77, a ñ o 1, 472 a n t e s d e J. C. F u é c a n -
f r e n t e de un e j é r c i t o de D o r i o s . Los Corintos, por t a n -
t a d a e n H i m e r a , e n el t e m p l o d e la F o r t u n a .
t o , se l l a m a n a q u í s u s h i j o s .
P á g - 77) v - 2 —De Jove soberano— P e r d ó n e m e el P á g . 80, v . 1 8 . — Y el Báquico cantar.—Era el Diti
l e c t o r p o r h a b e r o m i t i d o , n o p e r m i t i é n d o m e l o el m e -
rambo una danza circular acompañada de u n himno,
t r o , el e p í t e t o de Libertador, q u e a q u í d a el a u t o r á
i n v e n t a d a en C o r i n t o , y a c o s t u m b r a d a en las fiestas
J ú p i t e r , y q u e le c o n v i e n e a d m i r a b l e m e n t e , y a p o r
d e Baco. E l p r e m i o d e l c o m p o s i t o r e r a u n t o r o q u e se
h a b e r l i b e r t a d o á E r g ó t e l e s d e los p e l i g r o s q u e c o r r i ó
i n m o l a b a al dios.
e n C r e t a , y a e n m e m o r i a de la d e r r o t a q u e los P e r s a s
P á g . 80, v v . 19 y 2 0 . — E l instrumento que al rápido
s u f r i e r o n en Platea, en Beocia.

corcel lan^a y enfrena, e t c . — C o m o v e r e m o s en esta
g - 7**. v . 9 — C u a l gallo altivo, e t c . — L o q u e a q u í
m i s m a o d a , el f r e n o f u é i n v e n t a d o e n C o r i n t o . lo
e x p r e s o e n u n a e s t r o f a e n t e r a , P í n d a r o lo d i c e con
m i s m o q u e el a r t e d e m a n e j a r c a b a l l o s .
u n a s o l a p a l a b r a : iv8o[xá^a<;. L a s m o n e d a s de H i m e r a
P á g . 80. v . 22.—Con las águilas de oro.— S o b r e el
t e n í a n e s t a m p a d o u n g a l l o , y n a t u r a l m e n t e o c u r r i ó al
pórtico de los t e m p l o s g r i e g o s había u n a s águilas:
p o e t a esta bellísima comparación.
adorno introducido por los Corintios.
P á g . 78. v. 2 4 . — D a s de las ninfas d la tibia fuen-
P á g . 80, v . 27—A su lado Marte—Alude probable
te.— C u a n d o H é r c u l e s l l e v a b a p o r Sicilia l a s v a c a s d e
m e n t e á la p a r t e q u e l o s C o r i n t i o s t o m a r o n e n l a s b a -
G e r i ó n , M i n e r v a h i z o b r o t a r e s t a f u e n t e , c e r c a de
t a l l a s d e las T e r m ó p i l a s , S a l a m i n a y P l a t e a .
H i m e r a , p a r a alivio del f a t i g a d o s e m i d i ó s .
P á g . 81, v . 3 o . — L a s Helótides arenas.—Los juegos
' Helótides consistían e n c a r r e r a s con a n t o r c h a s , y s e
c e l e b r a b a n en C o r i n t o e n h o n o r de Minerva Helótide.
ODA DÉCIMOTERCERA. P á g . 82, v . e.—El bosque del león.—Es decir, los
juegos Ñemeos. . .
Dedicada á Jenofonte de C o r i n t o , q u e fué vencedor P á g . 82. v . 2 3 . — D e tu Sisifo.—Fué r e y de C o r i n t i o
e n la O l i m p i a d a 79, a ñ o 1, 464 a n t e s d e J. C. C a n t a d a y a b u e l o de B e l e r o f o n t e . A u n q u e condenado en el In-
fiemo á e s t a r r o d a n d o c o n t i n u a m e n t e , del p i e á la
c u m b r e de u n a colina, u n a inmensa piedra, que volvía
luego á caer, era m u y estimado e n su a n t i g u o r e i n o .
ODA DECIMOCUARTA.
P á g . 82, v. 2 7 . — A la tierna Medea—Fué h i j a de
E t a s , r e y de C ó l q u i d e . C u a n d o l l e g a r o n l o s A r g o n a u -
Dedicada á A s ó p i c o de O r c ó m e n o , v e n c e d o r en las
t a s en busca del Vellocino de oro, ella, e n a m o r a d a
d e l c a u d i l l o J a s ó n , lo l i b r ó d e l a s a s e c h a n z a s de s u c a r r e r a s á pie en q u e competían niños, el año 1." de la
p a d r e , le h i z o o b t e n e r el d e s e a d o v e l l ó n , y lo s i g u i ó á Olimpiada 76,476 antes de J. C . Cantada en el t e m p l o
bordo del Argo. de las G r a c i a s en O r c ó m e n o .
P á g . 87, v v . 1 s i g . — G r a c i a s espléndidas, etc.—
P á g . 83, v v . 2 y 3 — A l EJireo se miró ya sitiado,
O r c ó m e n o . llamada también Minia, era una ciudad de
ya asaltante. Efira es el a n t i g u o n o m b r e de C o r i n t o .
Beocia bañada por el río Cefiso. En ella había un t e m -
G l a u c o , r e y de Licia y nieto de B e l e r o f o n t e de C o r i n -
plo dedicado á las G r a c i a s (cuyos n o m b r e s v e m o s m á s
t o , c o m b a t i ó al l a d o d e P r i a m o e n el c é l e b r e s i t i o ,
m i e n t r a s los C o r i n t i o s , a l m a n d o d e A g a m e n ó n , e s t a - abajo); y las estatuas de las tres diosas se veían en el
b a n de p a r t e d e los s i t i a d o r e s . L a f u e n t e P i r e n e , c é - de Delfos, sentadas al lado de A p o l o .
l e b r e p o r s u s a g u a s c r i s t a l i n a s , e s t a b a a l p i e de la c i u - Pág. 88, v . 19.—¡Eco! d Cleódamo la grata nueva.—
dadela de Corinto. Es m u y admirado este apòstrofe á E c o (ninfa que se
e n a m o r ó de Narciso, h i j o del C e f i s o , c u y a s aguas co-
P á g . 83, v v . 16 y s i g . — ¡Cuántas penas al Princi- rrían á los pies del poeta) para q u e lleve la fausta no-
pe. e t c . _ B e l e r o f o n t e , h i j o d e G l a u c o (que n o h a y ticia al d i f u n t o padre del v e n c e d o r .
q u e c o n f u n d i r c o n el G l a u c o d e q u e a c a b a m o s d e
h a b l a r ) , d o m ó á P e g a s o , el c a b a l l o a l a d o de las M u s a s ,
n a c i d o de ¡a s a n g r e d e M e d u s a , u n a d e l a s t r e s G ó r g o -
n a s , c u a n d o la d e g o l l ó P e r s e o . E l m o d o lo n a r r a P i n -
d a r o e n la oda p r e s e n t e .

P á g . 85, v. Q.—A Quimera — E r a Q u i m e r a un mons-


t r u o , c u y a p a r t e a n t e r i o r e r a d e l e ó n y la p o s t e r i o r de
serpiente.
P á g . 85, v. 1 2 - A los Solimos.—Habitaban la r e g i ó n
e n t r e Licia y Panfilia. D e s p u é s q u e B e l e r o f o n t e in-
t e n t o s u b i r al c i e l o s o b r e P e g a s o , J ú p i t e r m a n d ó u n
t a b a n o q u e h i r i ó al c o r c e l , el c u a l d e r r i b ó á s u j i n e t e ,
y t u é admitido e n las caballerizas del cielo, converti-
do en constelación.
P á g . 85, v. 19. Oligetidas.—El h é r o e de esta oda
p e r t e n e c í a á la t r i b u d e los d e s c e n d i e n t e s d e O l i g e t o .
P á g . 86, v . i^.-Su valor atestiguan, e.te—Véanse
• a s n o t a s á las O d a s VII y IX.
i

N O T A S A LAS P Í T I C A S .

JUEGOS PÍTICOS.

E r a n los Juegos Píticos c e r t á m e n e s s a g r a d o s en


h o n o r de Apolo, que se celebraban cerca de P i t o n a ,
l l a m a d a d e s p u é s D e l f o s , al p i e d e l m o n t e P a r n a s o . S e
h o n r a b a e n ellos t a m b i é n á D i a n a y á L a t o n a , y á s e -
m e j a n z a d e los m a y o r e s , h a b í a o t r o s de i n f e r i o r c a t e -
goría en Magnesia, Sición y otros p u n t o s .
S u i n s t i t u c i ó n se r e m o n t a b a n a d a m e n o s q u e al
m i s m o A p o l o , q u i e n d e s p u é s d e h a b e r m u e r t o á la
s e r p i e n t e P i t ó n (nacida d e l l o d o de la t i e r r a al r e t i r a r -
s e las a g u a s d e l d i l u v i o ) l o s e s t a b l e c i ó s i e t e d í a s d e s -
pués de su victoria, para c o n m e m o r a r tan f a u s t o
a c o n t e c i m i e n t o . L a s N i n f a s d e l P a r n a s o le o f r e c i e r o n
e n t o n c e s s u s d o n e s ; y s i e n d o n u e v e las M u s a s , s e d e -
t e r m i n ó q u e los j u e g o s s e c e l e b r a s e n c a d a n u e v e
a ñ o s . D e s p u é s s e r e d u j o el p e r í o d o á c i n c o a ñ o s ; s u
é p o c a e r a á la e n t r a d a d e la p r i m a v e r a . L o s p r i m e r o s
e j e r c i c i o s f u e r o n el pancracio y l a s cinco-luchas ó el
pentatlo (de q u e se h a h a b l a d o e n l a s n o t a s á l a s O l í m -
p i c a s ) ; m á s t a r d e se a d m i t i e r o n t o d o s los j u e g o s d e
NOTAS. •

O l i m p i a , c o n e x c e p c i ó n d e las c a r r e r a s d e c u a d r i g a s , b l e c i e r o n e n L a c o n i a y M e s e n i a , al pie d e l T a i g e t o .
y por ú l t i m o también éstas. Había asimismo certá- C o n g e n t e d e e s t a s r e g i o n e s se c o l o n i z ó E t n a , y G e -
m e n e s m u s i c a l e s y p o é t i c o s , q u e c o n s t i t u í a n el r a s g o rón les dejó sus primitivas leyes.
m á s p r o m i n e n t e d e los j u e g o s P í t i c o s , s u p e r i o r e s b a j o P á g . 96, v. 2 2 . — Q u e cuantos del Amena.—Era el
e s t e p u n t ^ d e v i s t a á los O l í m p i c o s . H a b í a a d e m á s A m e n a r í o d e S i c i l i a , q u e c o r r í a j u n t o á la c i u d a d d e
u n a e s p e c i e de exposición de p i n t u r a s y e s c u l t u r a s . Etna.
El p r e m i o consistía en u n a palma, y en u n a corona P á g . 97, v v . 1 y s i g u i e n t e s . — G e r ó n y s u h e r m a n o
que p r i m e r o fué de encino y después de laurel. G e l ó n ( h i j o s del v i e j o D i n o m e n e s ) d e r r o t a r o n e n Hi-
m e r a á A m í l c a r el C a r t a g i n é s , q u i e n d e s p u é s d e h a -
b e r p e r d i d o e n el m a r s u s c a b a l l o s y c a r r o s , d e s e m -
b a r c ó e n P a l e r m o . T o d o s los C a r t a g i n e s e s , i n c l u s o
Amílcar, perecieron ó cayeron prisioneros, salvo
ODA PRIMERA.
u n o s c u a n t o s q u e se e s c a p a r o n e n v e i n t e b u q u e s y
p o c o d e s p u é s n a u f r a g a r o n . N o sin r a z ó n c o m p a r a n
D e d i c a b a a i m i s m o G e r ó n d e la p r i m e r a O l í m p i c a ,
P í n d a r o y Diódoro esta gran batalla á las célebres de
q u e a q u í s e t i t u l a Etneo, p o r h a b e r f u n d a d o r e c i e n t e -
S a l a m i n a y de P l a t e a ( j u n t o al m o n t e C i t e r ó n ) , e n q u e
m e n t e la c i u d a d de E t n a e n el l u g a r d e C a t a n i a , á
l o s P e r s a s f u e r o n v e n c i d o s . La b a t a l l a n a v a l d e C u m a s
c u y o s h a b i t a n t e s d e s t e r r ó . L a v i c t o r i a e n el c a r r o ,
f u é g a n a d a p o r G e r ó n e n l a . O l i m p i a d a 76, a ñ o 3."
que aquí s e conmemora, fué obtenida, probablemen
t e , e n la FMtiada 29, e q u i v a l e n t e al a ñ o 3.° d e la O l i m - P á g . 99, v v . 1 y s i g u i e n t e s . — N o muere la memoria.
p i a d a 76, a ñ o s a n t e s de J . C . C a n t a d a e n S i r a c u s a — C r e s o , el c é l e b r e r e y d e L i d i a , se d i s t i n g u i ó n o m e -
e n u n b a n q u e t e e n el p a l a c i o r e a l . n o s p o r s u s r i q u e z a s q u e p o r s u l i b e r a l i d a d y p o r la
P á g . 93., y . 22—Tifeo, el enemigo, etc.—Fué este p r o t e c c i ó n q u e d i s p e n s ó á S o l ó n . F a l á r i d e e r a el t i r a -
r e b e l d e g g a n t e el h i j o m e n o r de T á r t a r o y la T i e r r a , n o d e A g r i g e n t o q u e s e c o m p l a c í a en a t o r m e n t a r á s u s
según Hexíodo. víctimas, encerrándolas en un toro de metal calentado
P á g . 9 $ , y . 7 . — Cual Filoctetes, militó doliente.— al e f e c t o .
C o m p a r a e l poeta á G e r ó n con Filoctetes, no porque
p a d e c i e s e l a m i s m a e n f e r m e d a d ( q u e e n a q u é l e r a el
m a l de p i e d r a ) , sino p o r h a b e r s a l i d o á c a m p a ñ a e n - ODA SEGUNDA.
fermo.
P á g . 96.. y . 8 . — E l sabio código Hilio.— H i l o , h i j o d e
H é r c u l e s . a i a m u e r t e de é s t e se r e t i r ó á la A t i c a c o n D e d i c a d a al m i s m o G e r ó n ; p e r o n o c o n v i e n e n los
los d e m á s * d e s c e n d i e n t e s d e s u p a d r e , y f u é , e n u n a i n - i n t é r p r e t e s por q u é victoria. Cantada en Siracusa.
c u r s i ó n a.: P e l o p o n e s o , m u e r t o p o r E q u e m o d e T e g e a . P á g . I O I . V . 9 . — A su natal Ortiga.—Ortigia, que
L o s H e r j - . c l i d a s se e s t a b l e c i e r o n e n t o n c e s e n t r e l o s p o r l i c e n c i a p o é t i c a l l a m o a q u í Ortiga, isla s i t u a d a
D o r i o s , b » a j o E g i m i o y s u h i j o P á n f i l o , c e r c a del P i n d ó junto á Siracusa, donde algunos dicen que nació
y el m o r r . - e E t a . De allí h i c i e r o n o t r a i n c u r s i ó n al P e - Diana.
l o p o n e s o . y t o m a r o n á A m i d a ( d o n d e n a c i e r o n l o s di- P á g . 102, v . 11 .—De Cintra, e t c . — E r a é s t e r e y d e
v i n o s G e ; t n e l o s , C á s t o r y P ó l u x ) ; y p o r ú l t i m o se e s t a - C h i p r e , s a c e r d o t e del t e m p l o d e V e n u s , h i j o de P a f o s
22
NOTAS. 337
336 NOTAS.
b l e c i e r o n e n L a c o n i a y M e s e n i a , al pie del T a i g e t o .
O l i m p i a , c o n e x c e p c i ó n d e las c a r r e r a s d e c u a d r i g a s ,
C o n g e n t e d e e s t a s r e g i o n e s se c o l o n i z ó E t n a , y G e -
y por último también éstas. Había asimismo certá-
r ó n les dejó sus primitivas leyes.
m e n e s m u s i c a l e s y p o é t i c o s , q u e c o n s t i t u í a n el r a s g o
P á g . 96, v. 2 2 . — Q u e cuantos del Amena.—Era el
m á s p r o m i n e n t e de los j u e g o s P í t i c o s , s u p e r i o r e s b a j o
A m e n a r í o d e Sicilia, q u e c o r r í a j u n t o á la c i u d a d d e
e s t e p u n t o d e v i s t a á los O l í m p i c o s . H a b í a a d e m á s
Etna.
u n a e s p e c i e d e exposición de pinturas y esculturas.
El premio consistía en una palma, y en u n a corona P á g . 97, v v . 1 y s i g u i e n t e s . — G e r ó n y s u h e r m a n o
q u e p r i m e r o f u é d e e n c i n o y d e s p u é s de l a u r e l . G e l ó n ( h i j o s del v i e j o D i n o m e n e s ) d e r r o t a r o n e n Hi-
m e r a á A m í l c a r el C a r t a g i n é s , q u i e n d e s p u é s d e h a -
b e r p e r d i d o e n el m a r s u s c a b a l l o s y c a r r o s , d e s e m -
b a r c ó e n P a l e r m o . T o d o s los C a r t a g i n e s e s , i n c l u s o
Amílcar, perecieron ó cayeron prisioneros, salvo
ODA PRIMERA.
u n o s c u a n t o s q u e se e s c a p a r o n e n v e i n t e b u q u e s y
p o c o d e s p u é s n a u f r a g a r o n . N o sin r a z ó n c o m p a r a n
D e d i c a d a al m i s m o G e r ó n d e la p r i m e r a O l í m p i c a ,
P í n d a r o y D i ó d o r o e s t a g r a n b a t a l l a á l a s c é l e b r e s de
q u e a q u í se t i t u l a Etneo, p o r h a b e r f u n d a d o r e c i e n t e -
S a l a m i n a y d e P l a t e a ( j u n t o al m o n t e C i t e r ó n ) , e n q u e
m e n t e la c i u d a d d e E t n a e n el l u g a r d e C a t a n i a , á
l o s P e r s a s f u e r o n v e n c i d o s . L a b a t a l l a n a v a l de C u m a s
c u y o s h a b i t a n t e s d e s t e r r ó . La v i c t o r i a e n el c a r r o ,
f u é g a n a d a p o r G e r ó n e n l a . O l i m p i a d a 76, a ñ o 3."
q u e a q u í se c o n m e m o r a , f u é o b t e n i d a , p r o b a b l e m e n -
t e , e n la P i t i a d a 29, e q u i v a l e n t e a l a ñ o 3.° de la O l i m - P á g . 99, v v . 1 y s i g u i e n t e s . — N o muere la memoria.
p i a d a 76,474 a ñ o s a n t e s d e J. C. C a n t a d a e n S i r a c u s a — C r e s o , el c é l e b r e r e y d e L i d i a , se d i s t i n g u i ó n o m e -
e n u n b a n q u e t e e n el p a l a c i o r e a l . n o s p o r s u s r i q u e z a s q u e p o r s u l i b e r a l i d a d y p o r la
p r o t e c c i ó n q u e d i s p e n s ó á S o l ó n . F a l á r i d e e r a el t i r a -
P á g . 92, v. 22 Tifeo, el enemigo, etc.—Fué este
n o de A g r i g e n t o q u e se c o m p l a c í a e n a t o r m e n t a r á s u s
r e b e l d e g i g a n t e el h i j o m e n o r de T á r t a r o y la T i e r r a ,
víctimas, encerrándolas en un toro de metal calentado
según Hesíodo.
al e f e c t o .
P á g . g5, v . 7 . — Cual Filoctetes. militó doliente.—
C o m p a r a el p o e t a á G e r ó n con F i l o c t e t e s , n o p o r q u e
p a d e c i e s e la m i s m a e n f e r m e d a d ( q u e e n a q u é l e r a el
ODA SEGUNDA.
m a l d e p i e d r a ) , s i n o p o r h a b e r salido á c a m p a ñ a e n -
fermo.
P á g . 96, v . 8 . — E l sabio código Hilio.—HWo, hijo de
D e d i c a d a al m i s m o G e r ó n ; p e r o n o c o n v i e n e n los
H é r c u l e s , á la m u e r t e d e é s t e se r e t i r ó á la A t i c a con
i n t é r p r e t e s por q u é victoria. Cantada en Siracusa.
l o s d e m á s d e s c e n d i e n t e s d e s u p a d r e , y f u é , e n u n a in-
P á g . 101, v . 9 . — A su natal Ortiga.—Ortigia, que
c u r s i ó n al P e l o p o n e s o , m u e r t o p o r E q u e m o d e T e g e a .
p o r l i c e n c i a p o é t i c a l l a m o a q u í Ortiga, isla s i t u a d a
L o s H e r á c l i d a s se e s t a b l e c i e r o n e n t o n c e s e n t r e l o s
junto á Siracusa, donde algunos dicen q u e nació
Dorios, b a j o E g i m i o y s u h i j o P á n f i l o , c e r c a d e l P i n d ó
Diana.
y el m o n t e E t a . De allí h i c i e r o n o t r a i n c u r s i ó n al P e -
l o p o n e s o y t o m a r o n á A m i c l a ( d o n d e n a c i e r o n l o s di- P á g . 102, v . 1 1 . — D e Cinira, etc.—Era éste rey de
v i n o s G e m e l o s , C á s t o r y Pólux); y p o r ú l t i m o se e s t a - C h i p r e , s a c e r d o t e del t e m p l o d e V e n u s , h i j o d e P a f o s
y A p o l o . D i n o m e n e s , el p a d r e d e G e r ó n , e r a o r i u n d o •del l e c t o r , p o r la l u z q u e n o s d a a c e r c a d e la m e d i c i n a
de Chipre. d e los a n t i g u o s .
P á g . i o s , v . 1 6 . — L a Locrés doncella.—Alude á la P á g . I I 3 , v . Z—Arrebatar á Hipólito difunto.—Hi-
s e g u r i d a d q u e d i ó G e r ó n á los L o c r e s e s , h a b i t a n t e s d e pólito, solicitado f r e c u e n t e m e n t e por su m a d r a s t r a
Calabria, i m p i d i e n d o que los asaltase Anaxilao, r e y Fedra, resistió heroicamente á sus incestuosas ase-
de Regio. c h a n z a s . L a d e s d e ñ a d a m u j e r lo a c u s ó e n t o n c e s á T e -
P á g . 102, v . 2 2 . — D e l misero Ixión, etc.—Habiendo s e o , e s p o s o de ella y p a d r e d e a q u é l , d e h a b e r l a r e -
Ixión m a t a d o á s u s u e g r o , ' á p e s a r d e la ¡ra g e n e r a l d e q u e r i d o d e a m o r e s , y el c r é d u l o m a r i d o m a l d i j o a l
los Dioses, f u é d e f e n d i d o por J ú p i t e r , que tenía rela- inocente joven, q u e fué arrojado poco d e s p u é s de su
c i o n e s a d ú l t e r a s c o n la m u j e r d e a q u é l . L l e v a d o al c a r r o , a s u s t a d o s los c a b a l l o s p o r u n m o n s t r u o m a r i n o
cielo, p a g ó á J ú p i t e r s u s f a v o r e s d e la m a n e r a q u e que envió Neptuno á darle m u e r t e .
l e e m o s e n el t e x t o .
P á g . I I 3 , v . 24 —A magnánimos héroes atormen-
P á g . 104, v i 3 . — C e n t a u r o se llamó.—A pesar de ta.—Alude á Gerón, afligido e n t o n c e s por penosa e n -
e s t e n o m b r e , n o f u é el h i j o de I x i ó n t o d a v í a e l a n i m a l fermedad.
biforme que apellidamos centauro. P á g . 114, v . 8 . — C o n q u i s t a r a en Cirra.—Era Cirra
P á g io5, v . 6 De Arquiloco morda%.—VW\6 este «1 p u e r t o d e D e l f o s . F e r é n i c o , no s e o l v i d e , e r a el
p o e t a d o s c i e n t o s a ñ o s a n t e s d e n u e s t r o lírico. n o m b r e del caballo de G e r ó n .
P á g . 106, v . i 3 . — L a melodía Castorea.—Es decir,
P á g . 114, v . I 3 — A la gran Madre—Píndaro, pia-
una canción e n h o n o r del q u e ha vencido e n las carre-
d o s o e n e x t r e m o , h a b í a e r i g i d o f r e n t e á su c a s a u n
r a s de c a r r o s , p o r el e s t i l o d e l a s q u e C a s t o r c a n t a b a .
templo á Rhea y á Pan.
P á g . 106, v . 1 9 . — S í r v a t e Radamanto de modelo—
P á g . I I 5 , v . 2 6 . — A Tiona.—Otro nombre de Seme-
R a d a m a n t o , C r e t e n s e , h i j o d e J ú p i t e r , c é l e b r e p o r su
le, c u y a h i s t o r i a se r e f i e r e v a r i a s v e c e s e n e s t e l i b r o .
justicia en la t i e r r a , f u é constituido juez t a m b i é n en
el Averno.
ODA CUARTA.

ODA TERCERA. Dedicada á Arcesilao, rey de Cirene, vencedor en


l a s c a r r e r a s d e c a r r o s el a ñ o 3.° d e la O l i m p i a d a 78,
466 a n t e s d e J e s u c r i s t o . C a n t a d a e n u n b a n q u e t e en
Dedicada al m i s m o G e r ó n , dos veces victorioso e n Cirene.
las c a r r e r a s d e c a b a l l o s d e silla, e n l a s O l i m p i a d a s 73 P á g . 117, v . 9 . — E n t r e las áureas águilas—Para
y 74. E s f a o d a s ó l o se e n v i ó á S i r a c u s a , e n el a n i v e r - s a b e r c u á l e r a el Centro (umbílicus) de la Tierra, Jú-
s a r i o d e la v i c t o r i a , O l i m p i a d a 76, a ñ o 3.°, 474 a n t e s p i t e r e n v i ó al m i s m o t i e m p o d o s á g u i l a s d e O r i e n t e y
d e J. C. Occidente, y se encontraron en Delfos. En m e m o r i a
P á g . 1 r r, v . 1 6 . — A Lacerea.— Ciudad de Tesalia, d e e s t e f a u s t o a c o n t e c i m i e n t o , s e e r i g i e r o n e n el t e m -
cerca del M o n t e Pelio. p l o d e A p o l o d o s á g u i l a s de o r o , e n t r e l a s c u a l e s s e
P á g . 112, v v . 14 y s i g . — Aprovechado el discípulo s e n t a b a la s a c e r d o t i s a .
fué, e t c . — E s t e p a s a j e e s d i g n o d e l l a m a r la a t e n c i ó n P á g . 1 1 7 , v . 1 2 . — B a t o , f u n d a d o r d e la d i n a s t í a Ba-
tida, á q u e p e r t e n e c í a A r c e s i l a o , p a r e c e s e r el a s u n t o -este e p í t e t o d e P e t r a , c i u d a d d e T e s a l i a , d o n d e e r a
p r i n c i p a l d e e s t a o d a , e s c r i t a c o n el o b j e t o d e l i s o n - honrado con juegos.
j e a r el a m o r . p r o p i o d e l R e y de C i r e n e , p a r a q u e p e r - P á g . 127, v . 2 6 . — A mi abuelo Creteo.—Una errata
d o n a s e al r e b e l d e D e m o f i l o . d e i m p r e n t a h i z o p o n e r tu abuelo e n v e z d e mi abuelo.
P á g . 118, v. 6—Llegaba (dijo), e t c . — E s t e v a t i c i n i o He a q u í la g e n e a l o g í a d e n u e s t r o s h é r o e s :
c o n f i r m a el d e M e d e a . q u e p o c a s l í n e a s m á s a b a j o r e -
Eolo = E n a r e a
fiere í n t e g r o el p o e t a . F u é d i r i g i d o á Bato, a l c o n s u l -
t a r é s t e el o r á c u l o Délfico, a c e r c a d e l m o d o d e c u r a r s e I
d e l d e f e c t o q u e t e n í a e n la l e n g u a y lo h a c í a t a r t a - I" ' I
Salmoneo Creteo
mudo.
P á g . 118, v . i 5 . — H o n d a rai% de almas ciudades.— Neptuno=Tiro | I I
R e f i é r e s e a l t e r r ó n m i l a g r o s o d e q u e se h a b l a m á s Esón Feres Amitaon
a d e l a n t e . L i b i a (la n i n f a ) f u é h i j a d e l A r g i v o E p a f o , y Pellas | I „ , I
Jasón Admeto Melampo.
L i b i a (el c o n t i n e n t e ) e s t a b a c o n s a g r a d a á J ú p i t e r .
P á g . 120, v . 1 2 . — T e n a r o do del Orco está la entra-
P á g . 129, v . 4 .—Que saque me pide.—Frixo, hijo de
da.—Era el T e n a r o u n p r o m o n t o r i o e n la c o s t a d e L a -
A t a m a n t e , perseguido por Ino, su madrastra, h u y ó
c o n i a , d o n d e h a b í a e n la t i e r r a u n a a b e r t u r a q u e l o s
c o n su h e r m a n a H e l e s o b r e u n c a r n e r o d e v e l l ó n d e
a n t i g u o s c r e y e r o n s e r u n a de las p u e r t a s d e l I n f i e r n o .
oro, y se refugió cerca de E t a s , rey de Cólquide, por
P á g . i2i, v . n Hijo de Polimnesto—Es decir,
q u i e n f u é m u e r t o . F i n g e P e l i a s q u e el o r á c u l o Délfico
B a t o , el t a r t a m u d o p r o g e n i t o r d e A r c e s i l a o .
le m a n d a a p l a c a r los m a n e s d e F r i x o y r e s c a t a r e l v e -
P á g . 121, v. 24 —Para los Minias.—Llama el p o e t a
llocino de oro. Los antiguos tenían cierta idea de q u e
M i n i a s á los A r g o n a u t a s , q u i z á p o r q u e m u c h o s d e
e l a l m a se e n t e r r a b a c o n el c u e r p o .
e l l o s d e s c e n d í a n d e las h i j a s d e M i n i a s , h i j o d e N e p -
P á g . i32, v . 20.-T.Í la boca del Axino.— A n t i g u o
tuno.
n o m b r e d e l Ponto Euxino, p o r su f a m a d e inhospita-
P á g . 123, v . 1 1 . — N i Oto ser ni Efialtes podría.—
E r a n hijos de Aloeo é Ifimedía, y á los n u e v e a ñ o s r i o (5£sivo<).
t e n í a n y a n u e v e v a r a s d e l a r g o y n u e v e c o d o s de a n - P á g . i33, v . 9 . - ^ 1 las Simplégades.—Eran dos rocas
cho. Declararon g u e r r a á los Dioses, y l o g r a r o n enca- flotantes, e n el e s t r e c h o d e l P o n t o E u x i n o . E n v u e l t a s
denar á Marte, p e r o fueron m u e r t o s por Apolo. e n c o n t i n u a n i e b l a y a g i t a d a s p o r l o s v i e n t o s , se j u n -
t a b a n á m e n u d o a p l a s t a n d o c u a n t o e n t r e e l l a s se e n -
P á g . 123, v . 1 4 . — D e Artemis las flechas, e t c . — E l
c o n t r a b a . E l Argo p a s ó p o r e n m e d i o , a u n q u e c o n al-
gigante Ticio requirió de a m o r e s á Latona y f u é casti-
gunas averías, y desde e n t o n c e s los islotes q u e d a r o n
g a d o c o n la m u e r t e p o r D i a n a .
inmóviles. _ ..
P á g . 123, v . 24 —Que el pie derecho solitaria cu-
P á g . i33, v . 20.—Iinge e r a u n a n i n f a , h i j a d e t c o ,
bre.—Perdió J a s ó n u n a s a n d a l i a al c r u z a r el r í o A n a u -
q u e con sus encantos hizo e n a m o r a r á J ú p i t e r de lo.
ro, cerca de Jolcos.
L a c e l o s a J u n o la t r a n s f o r m ó e n el bullicioso p a j a n l l o
P á g . 124, v . 7 . — D e Cariclea, e t c . — E r a la e s p o s a d e
Quirón. l l a m a d o pespita. . . . ,
P á g . I 3 7 , v . 10.—Homicida falange de viudas.-LAS
P á g . 127, v . 1 7 . — D e Neptuno Petreo, etc.-»Vínole
NOTAS. 343

m u j e r e s d e L e m n o s a s e s i n a r o n á t o d o s los h o m b r e s r
con e x c e p c i ó n d e T o a n t e , p a d r e d e su r e i n a H i p s í p i l a ,
ODA S E X T A .
en c a s t i g o d e la infidelidad d e a q u é l l o s . C e l e b r a b a n
los f u n e r a l e s d e T o a n t e , m u e r t o d e s p u é s , c u a n d o lle-
g a r o n los A r g o n a u t a s ; y se a p r o v e c h a r o n las v i u d a s E n honor de Xenócrates, h e r m a n o de T a r ó n de
de la o c a s i ó n p a r a q u e n o s e d e s p o b l a r a la isla. La q u e A g r i g e n t o y p a d r e d e T r a s i b u l o , á q u i e n e s t á dedica^
se u n i ó á E u f e m o f u n d ó así la d i n a s t í a r e a l d e C i r e n e . da La v i c t o r i a en las c a r r e r a s d e c a r r o s q u e f o r m a
P á g . i38, v . 2 3 . — Y viene á interceder por Demo- el a s u n t o , f u é o b t e n i d a e n la O l i m p i a d a 7 1 , a n o .
Jilo.—Si h e m o s de c r e e r al E s c o l i a s t a , la oda a g r a d ó 404 a n t e s d e J e s u c r i s t o .
t a n t o al R e y , q u e l e v a n t ó el d e s t i e r r o al r e b e l d e De- P á g . 149, v . 5 . — A los Emenidas.-La famil.a de
mofilo.
T
p á " ' 149 v . 7 .-Tesoro opulento. -Compara el
p o e t a s u s h i m n o s al t e s o r o del t e m p l o d e F e b o .
ODA QUINTA.

ODA SÉPTIMA.
AI m i s m o A r c e s i l a o , p o r la m i s m a v i c t o r i a . E n la
D e d i c a d a al A t e n i e n s e M e g a c l e s , d e la t r i b u d e los
oda a n t e r i o r e n s a l z ó la d i n a s t í a ; e n la p r e s e n t e c a n t a
el p o e t a el t r i u n f o del R e y y d e su a u r i g a C a r r o t o , y A l c m e ó n i d a s , P o r su v i c t o r i a en las c a r r e r a s d e c u a -
c e l e b r a las g l o r i a s d e los D i o s e s q u e lo p r o t e g i e r o n . d r i g a s , o b t e n i d a el a ñ o 3.° d e la O l i m p . a d a 72, 4QO a n -
P á g . 141, v . g . — L a invernal tormenta.— A l u d e á las tes de Jesucristo. „ ,
r e c i e n t e s g u e r r a s civiles d e C i r e n e P á g . i53, v. 7 - L a ilustre ciudad de Erecteo.-Fué
P á g . 142, e s t r o f a s 5." y 6 . " — P a r a h a c e r i n t e l i g i b l e E r e c t e o el s e x t o r e y d e A t e n a s .
m i v e r s i ó n , m e p e r m i t í a ñ a d i r , pe«- vía d e p a r á f r a s i s ,
las s e n t e n c i a s q u e se v e n e n l e t r a c u r s i v a . E p i m e t e o
f u é el p e r s o n a j e q u e a c e p t ó d e m a n o s d e J ú p i t e r á ODA OCTAVA.
P a n d o r a , d e s e c h a n d o los c o n s e j o s d e s u p r e v i s o r h e r -
m a n o P r o m e t e o , á q u i e n d i r i g i ó excusas tardías D e d i c a d a al l u c h a d o r A r i s t o m e n e s d e E g i n a S u
c u a n d o el m a l y a n o t e n í a r e m e d i o . f e c h a es i n c i e r t a : q u i z á f u é e s c r i t a el a n o 478 a n t e s d e
J e s u c r i s t o , d o s a ñ o s d e s p u é s d e la b a t a l l a d e S a l a m , -
P á g . 143, v . 1 9 . — P r o g e n i e de Alexibes.—E\ prín-
cipe y a u r i g a C a r r o t o . na á la cual p a r e c e a l u d i r el p o e t a .
P á g . 145, v . 1 4 . — D e Antenor d la progenie.—Los P á g i56, v 7 . — I g n o r a b a Porfirio-Uno d e los gi-
h i j o s d e l T r o y a n o A n t e n o r , d e s p u é s d e la t o m a d e g a n t e s q u e , con T i f t o , d e c l a r a r o n la g u e r r a á los
T r o y a , s e u n i e r o n á los G r i e g o s q u e a c o m p a ñ a r o n á
° P á r i 5 8 v . 3 - D e l gran hijo de Oicleo-Es decir,
H e l e n a , y s e e s t a b l e c i e r o n en C i r e n e .
A n f i a r a o S o b r e su e x p e d i c i ó n c o n t r a T e b a s , , v é a s l a
f a O l í m p i c a V I . La p r e d i c c i ó n q u e
se r e f i e r e á la s e g u n d a e x p e d K . ó n c o n t r a T e b a s ,
d i l l a d a p o r los Epigones, ó s e a los d e s c e n d i e n t e s d e
c e p c i ó n d e c i n c o , los c u a l e s f u e r o n p r o g e n i t o r e s d e
l o s s i e t e j e f e s d e la p r i m e r a , e n t r e e l l o s A l c m e ó n ,
los T e b a n o s .
h i j o del m i s m o Anfiarao.
P á g . 170, v . 11 .—De Palas en la arena.—Refiérese á
P á g . i58, v . 2 2 — L a ciudad de Abante— Argos, uno
los j u e g o s P a n a t e n e o s , q u e c a d a cinco a ñ o s se c e l e -
de cuyos r e y e s fué Abante, hijo de Linceo.
braban en Atenas.
P á g . 171, v. 7 —Recuerda de Danao, e t c . — E l h e c h o
n a r r a d o p o r el p o e t a p a s ó d e s p u é s q u e l a s c i n c u e n t a
ODA NOVENA.
hijas de D a n a o habían degollado á sus maridos, con
excepción de Hipernestra, q u e dejó vivir á Linceo, y
Dedicada á Telisicrates, hijo de Carniades, q u e en
de Amimona, prometida de Neptuno.
la O l i m p i a d a 75, a ñ o 3.°, 478 a n t e s d e J e s u c r i s t o , o b -
P á g . 172, v . 1.—A la hueste de Nómades—Llamá-
t u v o el p r e m i o e n l a s c a r r e r a s á p i e , e n q u e l o s c o m -
r o n s e así los h a b i t a n t e s d e Á f r i c a q u e d e s p u é s s e a p e -
p e t i d o r e s i b a n c u b i e r t o s de p e s a d a a r m a d u r a .
llidaron N ú m i d a s .
P á g . i 6 3 , v . 8.—Ninfa bella.—De la m e n c i ó n de la
c i u d a d de C i r e n e , p a s a e l a u t o r c o n p o é t i c o a r r o j o á la
h i s t o r i a d e la n i n f a C i r e n e , f u n d a d o r a y n u m e n t u t e - ODA DÉCIMA.
l a r d e aquélla.
Pág. v. 1 6 — P o n g a m o s en f o r m a y para m a y o r Dedicada á Hipocles, de P e l i n e o e n T e s a l i a , q u e e n
c l a r i d a d , la g e n e a l o g í a q u e a q u í t r a z a P i n d a r o : i a O l i m p i a d a 69, a ñ o 3.°, 5o2 a n t e s de J e s u c r i s t o ,
t r i u n f ó en las c a r r e r a s á p i e l l a m a d a s dobles (SlavXo;)
El m a r O c é a n o
porque se recorría dos veces el estadio, del p u n t o de
El río P e n e o = C r e u s a , N á y a d e ó sea ninfa de f u e n t e . p a r t i d a á la m e t a , y d e la m e t a al p u n t o d e p a r t i d a .
P á g . 173, v v . i 3 y 1 4 . — N o se o l v i d e q u e los A n f i c -
Hipseo
t i o n e s e r a n l o s j u e c e s ; q u e D e l f o s se h a l l a b a j u n t o al
Cirene. P a r n a s o , y C i r r a e n la c o s t a c e r c a d e D e l f o s .
P á g . 175, v . 4 — D e l Hiperbóreo, etc.—Parece que
P á g . 168, v . 2 2 . — T e b a s del infierno salir lo vio.— e s t a f r a s e e s h i p e r b ó l i c a , s e m e j a n t e á la d e pasar más
Y o l a o , el a m i g o d e H é r c u l e s , o b t u v o d e é s t e e l p e r - allá de las Columnas de Hércules, ú o t r a s de e s t e g é -
m i s o d e s a l i r d e l O r c o p o r u n s o l o día p a r a l i b r a r á l o s n e r o . H é r c u l e s , c o m o se n a r r a e n la O l i m p i a d a 3 . a ,
H e r á c l i d a s del t i r a n o E u r i s t e o , q u e d e s p u é s de a r r o - penetró en aquella región septentrional, de donde
j a r l o s d e l P e l o p o n e s o , los s e g u í a a m e n a z a n d o d e s a c ó el l a u r e l p a r a los v e n c e d o r e s e n los j u e g o s .
muerte.
P á g . 175, v . 5 . — S ó l o Perseo, e t c . — F u é P e r s e o h i j o
P á g . 169, v. 11 —Desde el dragón y los sembrados d e D a n a e y d e J ú p i t e r , q u i e n p e n e t r ó , b a j o la f o r m a
dientes.—Una d e l a s a v e n t u r a s d e C a d m o f u é la d e l l u v i a ó n i e v e de o r o , á la t o r r e e n q u e A c r i s i o
m u e r t e q u e dió al d r a g ó n que c u s t o d i a b a el p o z o de h a b í a e n c e r r a d o á su h i j a . P e r s e o y su m a d r e f u e r o n
M a r t e . P o r c o n s e j o d e M i n e r v a s e m b r ó el h é r o e los l a n z a d o s al m a r p o r el m i s m o A c r i s i o , e n u n a f r á g i l
d i e n t e s d e la a l i m a ñ a , y d e e l l o s n a c i e r o n h o m b r e s b a r q u i l l a q u e los l l e v ó á la isla d e S e r i f o , u n a d e l a s
a r m a d o s , q u e se d e s t r u y e r o n m u t u a m e n t e c o n e x - C i c l a d a s . L o e d u c ó P o l i d e c t e s , r e y de la m i s m a ; p e r o
m á s t a r d e , q u e r i e n d o d e s h a c e r s e de é l , lo i n v i t ó á u n lao, s o b r i n o y a u r i g a de H é r c u l e s . C á s t o r y P ó l u x ,
b a n q u e t e á q u e cada u n o de los c o n v i d a d o s t e n í a q u e c o m o se v e r á m á s e x t e n s a m e n t e en la N e m e a X, vi-
llevar c o m o p r e s e n t e u n c a b a l l o . N o p u d i e n d o c u m - v í a n a l t e r n a t i v a m e n t e e n el cielo y e n T e r a p n e , d o n d e
p l i r P e r s e o c o n e s t e r e q u i s i t o , o f r e c i ó l l e v a r la c a b e z a e s t a b a su s e p u l c r o .
de la G ó r g o n a Medusa, c o m o lo h i z o , p r e c i s a m e n t e e n
el m o m e n t o e n q u e P o l i d e c t e s r e q u e r í a d e a m o r e s á la
m a d r e d e a q u é l . Dicha c a b e z a t e n í a la p r o p i e d a d d e ODA DUODÉCIMA.
c o n v e r t i r e n p i e d r a s á c u a n t o s la m i r a b a n , y así s u c e -
d i ó con P o l i d e c t e s y s u s c o m p a ñ e r o s . D e d i c a d a á Midas de A g r i g e n t o , q u e d o s v e c e s en
P á g . 176, v . 1 4 — L o s habitantes de la bella EJira.— los j u e g o s Píticos y u n a e n los P a n a t e n e o s , g a n ó el
N o sólo C o r i n t o , sino o t r a s v a r i a s c i u d a d e s se l l a m a - p r e m i o e n los c e r t á m e n e s m u s i c a l e s , c o m o flautista.
r o n al p r i n c i p i o EJira. A q u í p a r e c e q u e se h a b l a de E s c r i t a e n la O l i m p i a d a 72, a ñ o 3.°, 490 a n t e s de J e s u -
Cranonia, en Tesalia. c r i s t o . C a n t a d a en A g r i g e n t o (la m o d e r n a G i r g e n t j ) al
e n t r a r e n t r i u n f o el v e n c e d o r .
P á g . i83, v . 2.—Tú, de Proserpina.—La isla de Si
ODA UNDÉCIMA. cilia f u é concedida p o r J ú p i t e r á P r o s e r p i n a , c o m o
dote.
D e d i c a d a al joven T r a s i d e o , de T e b a s , v e n c e d o r e n P á g . 186, v . 7 Las tres audaces Górgonas—Eran
la c a r r e r a s e n c i l l a á pie e n la O l i m p i a d a 75, a ñ o 3.°, h i j a s de F o r c i s y C e t o . — L l a m á b a n s e M e d u s a , E u r i a -
478 a n t e s d e J e s u c r i s t o . C a n t a d a e n T e b a s , e n la p r o - l a , y E s t e n o ; sólo la p r i m e r a e r a m o r t a l ; p e r o t o d a s
c e s i ó n al t e m p l o de Apolo I s m e n o . v e í a n con los m i s m o s o j o s , de m o d o q u e al m o r i r
P á g . 179, v v . 11 y s i g . — D e Melia, e t c — F u é M e l i a a q u é l l a q u e d a r o n c i e g a s a u n las i n m o r t a l e s . V é a n s e
u n a N e r e i d a , m a d r e de I s m e n o p o r o b r a de A p o l o . Dió las n o t a s á la oda a n t e r i o r .
su n o m b r e al río I s m e n o , q u e b a ñ a b a á T e b a s , y al
t e m p l o q u e e n sus o r i l l a s se edificó al d i v i n o p a d r e
del r í o .
P á g . 180, v . 1 9 — D e Pilades, etc.—Fué éste rey
de F o c i s , e n c u y o t e r r i t o r i o se c e l e b r a b a n los j u e g o s
Píticos.
P á g . 182, v v . 12 y s i g . — ¡ O h Musa, si vendieras..—
E s t e es u n o d e los m u c h o s p a s a j e s de P í n d a r o , n o sólo
o s c u r o s , s i n o q u e se p r e s t a n á v e r s i o n e s c o n t r a d i c t o -
r i a s . Y o h e s e g u i d o á H e y n e e n su i n t e r p r e t a c i ó n f a -
v o r a b l e a l p o e t a ; p e r o e n el f o n d o d e m i c o r a z ó n c r e o
q u e el g r a n lírico d i j o , c o m o o t r o s t r a d u c e n : He alqui-
lado mi musa al héroe de esta oda, y no me es licito
divagar elogiando d quien no me paga.
P á g . 184, e s t r o f a ú l t i m a . — Y a se h a h a b l a d o de Y o -
NOTAS A LAS NEMEAS.

JUEGOS ÑEMEOS.

L o s J u e g o s Ñ e m e o s , u n a d e las c u a t r o fiestas n a c i o -
n a l e s d e p r i m e r o r d e n e n t r e los G r i e g o s , se c e l e b r a -
b a n e n N e m e a , c e r c a d e C l e o n a . e n la A r g ó l i d e . F u e -
r o n f u n d a d o s p o r los s i e t e c a u d i l l o s de la p r i m e r a ex-
pedición contra T e b a s , y restablecidos por Hércules
d e s p u é s q u e m a t ó al t e r r i b l e l e ó n d e N e m e a . Se c o n -
s a g r a b a n á J ú p i t e r , y al p r i n c i p i o s ó l o g u e r r e r o s , ó
hijos d e g u e r r e r o s , podían t o m a r parte en los certá-
m e n e s , t o d o s d e u n g é n e r o b e l i c o s o . Al ú l t i m o , t o d o s
l o s G r i e g o s p o d í a n c o n c u r r i r , y se a d m i t i e r o n t o d a
c l a s e d e l u c h a s , á s a b e r : l a s c a r r e r a s e n el e s t a d i o , el
di seo, e l s a l t o , la l u c h a , e l p u g i l a t o , el pancracio, el
quinquercio 6 los cinco-juegos, y las c a r r e r a s de ca-
r r o s . Los j u e c e s e r a n de C l e o n a , vestían t o g a s n e g r a s ,
y d a b a n p o r r e c o m p e n s a u n a c o r o n a , q u e al p r i n c i p i o
e r a de o l i v a y d e s p u é s d e a p i o . La é p o c a d e la c e l e -
b r a c i ó n e r a c a d a t r e s a ñ o s , e n el m e s Panemo según
unos, en invierno según otros.
pancracio. N o se o l v i d e q u e e l p a n c r a c i o e r a u n e j e r -
ODA PRIMERA. cicio doble, c o m p u e s t o de l u c h a y de pugilato. El
l u c h a d o r n u n c a h e r í a c o n l o s p u ñ o s ; el p ú g i l n u n c a
Dedicada á C r o m i o , hijo de Agesidamo y cuñado de 1 i n t e n t a b a d e r r i b a r á s u a d v e r s a r i o : al pancraciasta
r e y G e r ó n , v e n c e d o r e n las c a r r e r a s d e c a r r o s , e n la e r a n permitidas a m b a s cosas, y otras más, c o m o pe-
O l i m p i a d a 76, a ñ o 3.°, 473 a n t e s d e J . C . , p o c o d e s p u é s llizcar. m o r d e r , e t c .
d e la f u n d a c i ó n d e la c i u d a d d e E t n a . C a n t a d a e n la P á g . 198, v . xl.—Orion asi d las Pléyades.—La
isla d e O r t i g i a , e n e l v e s t í b u l o d e l p a l a c i o d e l v e n - constelación de O r i ó n nace en marzo, poco d e s p u é s
cedor. d e la d e l a s P l é y a d e s . T i m o d e m o , a u n q u e A t e n i e n s e ,
P á g . 191, v . 2 . — O r t i g i a sacra, que reposo d Alfeo. se educó en S a l a m i n a , patria de A y a x .
— E l r í o A l f e o , e n a m o r a d o d e la n i n f a A r e t u s a , la f u é P á g . 198, v . 2 3 . — A r c a n i a hijos magnánimos.—Era
siguiendo p o r d e b a j o del m a r h a s t a Sicilia; y e n O r t i - A r c a n i a u n o d e l o s 174 p u e b l o s (O?,JJ.OI) d e la A t i c a .
g i a , isla f r e n t e á S i r a c ú s a , f u é d o n d e p r i m e r o s e d e t u - P á g . 199, v . 1 4 . — E n los juegos de Egioco—Es de-
v o á r e s p i r a r d e s p u é s d e t a n l a r g a e x c u r s i ó n . E n la c i r , J ú p i t e r p o r t a d o r d e la Egida.
m i s m a Ortigia n a c i ó Diana; en Délos (hasta entonces
i s l a q u e e r r a b a p o r los m a r e s ) n a c i ó s u h e r m a n o
Apolo. ODA TERCERA.

P á g . 193, v v . 7 y 8 — E n h o n o r d e A r i s t o c l i d e s , h i j o d<; A r i s t ó f a n e s , d e
Que d todo pecho emprendedor alcanza E g i n a . F u é c o m p u e s t a m u c h o d e s p u é s d e la v i c t o r i a ,
De cubrirse de gloria la esperanza. enviada á E g i n a y cantada e n c o n m e m o r a c i ó n del
m i s m o t r i u n f o , al v o l v e r la é p o c a de l a s N e m e a s .
E l o r i g i n a l d i c e : Koival yap IP^OVR' ¿XTCISSI; itoXoiró- P á g . 2o3, v . 1 9 . —A Eaco y á Egina. etc.—La si-
KÚV avop&v. guiente genealogía aclarará m u c h o ésta y otras odas.

P u e d e s i g n i f i c a r p r e c i s a m e n t e lo o p u e s t o , y tra-
El rio A s o p o Saturno=Filira
ducirse:
Sin olvidar que d todos nos alcanza Júpiter=Egina Cariclea=El Centauro Quirón
Hondo temor de súbita mudanza.
Psamatea=Eaco =Endáis
P á g . 193, v . i a Nuevo Everides.—Tiresl&s, hijo I
d e E v e r o . V é a n - e , s u v a t i c i n i o e n el Idilio x x i v d e Foco Telamón Peleo=Tetis
T e ó c r i t o , y l a s n o t a s á m i v e r s i ó n del m i s m o . I I
Ayax Teucro Aquiles

Neoptolemo ó Pirro
ODA SEGUNDA.
L a n i n f a E g i n a d i ó s u n o m b r e á la i s l a .

Su fecha es i n c i e r t a : fué cantada en A t e n a s y dedi-


cada á T i m o d e m o , hijo de T i m o n o o , v e n c e d o r e n el P á g . 206. v . 2 . — P o b r e primo de Heleno.—Laome-
NOTAS. 353
d o n t e e r a p a d r e d e H e l e n o y d e T i t o n o , q u e lo f u é d e
M e m n ó n , el n e g r o h i j o de la A u r o r a , q u i e n al f r e n t e damia. Téngase esto presente al l e e r la o d a que
d e 10.000 g u e r r e r o s v i n o al s i t i o d e T r o y a . sigue.
P á g . 206, v . 2 0 . — L a dignidad Tedria.—Era el Tea- P á g . 217, v . 9 . — G o l o s o d los Tedndridas—Tribu a
rio ó Teório, un lugar consagrado á Apolo Pitio,
q u e p e r t e n e c í a e l h é r o e de la o d a .
q u i e n t a m b i é n se l l a m a b a T e ó r i o . P a r e c e q u e e n E g i -
n a había una dignidad de este n o m b r e , e n q u e al sa-
c e r d o c i o d e A p o l o e s t a b a u n i d a la m a g i s t r a t u r a . ODA QUINTA.

D e d i c a d a al n i ñ o P i t e a s , v e n c e d o r e n el pancracio,
ODA CUARTA. a l g ú n t i e m p o a n t e s d e la b a t a l l a d e S a l a m i n a . C a n t a d a
e n u n b a n q u e t e d e E g i n a , p a t r i a del v e n c e d o r .
P á g . 221, vv. i . ° y s i g . — E s c u l t o r no soy yo, e t c . —
D e d i c a d a al j o v e n T i m a s a r c o , h i j o de T i m ó c r i t o , de C u é n t a s e q u e p a r e c i e n d o m u y a l t o á los i n t e r e s a d o s
E g i n a , v e n c e d o r e n la p a l e s t r a , e n la O l i m p i a d a 80, el p r e c i o q u e p e d í a e l p o e t a p o r s u o d a , r e s p o n d i e r o n
a ñ o 436 a n t e s d e J. C . C a n t a d a e n E g i n a m i e n t r a s la q u e e r a m á s b a r a t a u n a e s t a t u a . Al fin se v i e r o n o b l i -
p r o c e s i ó n t r i u n f a l p a s a b a p o r l a s c a l l e s d e la c i u d a d . gados á ceder á las exigencias de Píndaro, que empezó
P á g . 211, v . 3 — E n los Cleonios juegos.—Es decir, s u c a n t a r con e s t e m a g n í f i c o e x o r d i o , v e r d a d e r a p r o -
los j u e g o s N e m a p s . C l e o n a d i s t a b a p o c o d e N e m e a . fecía que todavía se cumple, a u n en n u e s t r a remota
P á g . 211, v . 8 — T e b a s , ciudad amiga—La ninfa A m é r i c a , d e s p u é s d e 2.362 a ñ o s . L a s e s t a t u a s q u e se
T e b a , lo m i s m o que Egina, e r a hija del río Asopo. e r i g i e r o n al v e n c e d o r , m u t i l a d a s y r o t a s , si e s q u e n o
P á g . 2 i 3 , v . 2—La nueva lu¡ de Cintia— L o s j u e - ¡ e p u l t a d a s b a j o t i e r r a , n i s e r e c o n o c e n ni s o n v i s i b l e s
g o s Ñ e m e o s se c e l e b r a b a n e n el n o v i l u n i o . sino á u n o que o t r o a n t i c u a r i o : los v e r s o s del principe
P á g . 214, v . 9 — Q u e grato vaya d Enona.—Era de l o s l í r i c o s se c a n t a n e n t o d a s las l e n g u a s , y e s t a m -
E n o n a el a n t i g u o n o m b r e de E g i n a . E n e s t a y l a s si- p a d o s e n m i l i d i o m a s , c i r c u l a n p o r t o d o el m u n d o , lle-
g u i e n t e s e s t r o f a s n a r r a e l p o e t a l a s v i c i s i t u d e s d e los vados, no sólo en l a s n a v e s de Egina, sino en los rápi-
descendientes de Eaco, y supone que rigen c o m o dei- dos v a p o r e s de t o d a s las potencias navales m o d e r n a s .
d a d e s t u t e l a r e s los p u e b l o s d o n d e r e i n a r o n e n v i d a . P á - ' 222 v . i 5 . — A l otro hijo de Enddis.-Véanse
P á g . 2 i 5 , e s t r o f a s 2.* y s i g u i e n t e s . — A s t i d a m í a , lla- l a s n o t a s á la N e m e a III. U n a e r r a t a de i m p r e n t a h i z o
mada también Hipólita, esposa de Acasto, requirió de poner P e r s e o en v e z de Peleo.
a m o r e s á s u h u é s p e d P e l e o . D e s e c h a d a p o r é s t e , lo P á R 222 v 1 q—Me da vergüenza referir la fea.
a c u s ó a n t e s u e s p o s o ( c o m o casi s i e m p r e s u c e d e e n e t c é t e r a . - N o s o t r o s d i r e m o s lo q u e calló P í n d a r o .
t a l e s c a s o s ) d e h a b e r s i d o él q u i e n a t e n t ó á s u v i r t u d . E n d á i s , r e p u d i a d a p o r s u e s p o s o E a c o , p o r c a u s a de la
B a j o p r e t e x t o de u n a p a r t i d a de c a z a , l l e v ó e l m o n a r - n i n f a P s a m a t e a , e x c i t ó á s u s h i j o s á la v e n g a n z a . E s t o s
c a al c a s t o j o v e n al m o n t e P e ' i o , d o n d e , a t a d o á u n m a t a r o n á F o c o , y se v i e r o n o b l i g a d o s á e m i g r a r , T e -
á r b o l , lo e x p u s o á s e r d e v o r a d o p o r las fieras. L i b e r - lamón á Salamina y Peleo á Ftia, en Tesalia, de donde
tado de ésta y otras asechanzas, tomó á Jolcos, a y u - llegaron á ser r e y e s respectivamente.
dado por sus amigos, derrotó á Acasto y m a t ó á Asti- P á g - 2 3 v 2 2 — D e Hipólita, e t c . - S u otro nombre
e r a A s t i d a m í a . V é a n s e l a s n o t a s á la o d a a n t e r i o r .
e n el c e r t a m e n d e j ó v e n e s , e n la O l i m p i a d a 79, a ñ o
P á g . 224, v. 2 3 — D e su fértil Ega.—Era Ega una 4.*, 461 a n t e s de J e s u c r i s t o . C a n t a d a e n E g i n a .
c i u d a d d e E u b e a , e n f r e n t e de Beocia y de F o c i s , d o n d e P á g . 234, v . 3 . — H o y que en las cinco juveniles
había un templo consagrado á Neptuno. luchas P o n d r e m o s a q u í el v e r s o de S i m ó n i d e s q u e
P á g . 225, v . ib.—El mes Delfino.—Nuestro junio e n u m e r a l a s c i n c o l u c h a s del quinquercio, y el ende-
poco más ó menos. c a s í l a b o c a s t e l l a n o e n q u e lo h e v e r t i d o .
P á g . 225, v . 16 —La colina de Ni so—Es d e c i r , Me-
g a r a , de q u e N i s o f u é r e y . "AXjxa, •JCO8CÜXEÍT,V, SÍ'OXOV, axovxa, itáXfjv.
P á g . 226, v . 4 — Y si pidiereis que a Temistio alabe. Salto, carrera, disco, dardo, lucha.
— E r a abuelo m a t e r n o de Piteas.
P á g . 235, v. 11 .—¿Se hiriera acaso?—A. la m u e r t e
d e A q u i l e s se d i s p u t a r o n s u s a r m a s el v a l i e n t e A y a x
ODA SEXTA. y e l a s t u t o U l i s e s . La e l o c u e n c i a ó m a ñ a del ú l t i m o
h i z o q u e f u e r a él el p r e f e r i d o p o r los G r i e g o s . A y a x ,
D e d i c a d a al E g i n e t a A l c í m i d e s , h i j o d e T e ó n y d i s - d e s p e c h a d o , se s u i c i d ó .
c í p u l o , e n la l u c h a , d e M e l e s i a s . E s c r i t a e n la O l i m - P á g . 239, v. 3 . — A n t e s que Febo, e t c . — P a r a t e n e r
p i a d a 80, c a n t a d a e n E g i n a , e n u n b a n q u e t e d e la f a - t i e m p o de l u c h a r e n los c i n c o - j u e g o s , e m p e z a b a n los
m i l i a B á s i d a á q u e p e r t e n e c í a el v e n c e d o r . a t l e t a s m u y de m a ñ a n a . S o g e n e s se m o s t r ó t a n f u e r t e
P á g . 229, v . 1 7 — L a fuerte mano armó con el cesto. y t a n d i e s t r o , q u e t e r m i n ó a n t e s d e s a l i r el sol.
— E r a el cesto u n a a r m a o f e n s i v a y d e f e n s i v a , i n v e n - P á g . 240, e s t r o f a ú l t i m a . — H a b l ó el p o e t a de la d e s -
t a d a por A m i c o , r e y de los B é b r i c e s . Se c o m p o n í a d e graciada m u e r t e de Pirro; y agitado por religiosos es-
g r u e s a s c o r r e a s y t i r a s de c u e r o , á v e c e s c o n a l m a d e c r ú p u l o s , v u e l v e al a s u n t o , e x c u s á n d o s e . T e r m i n a c o n
p l o m o , con q u e se a r m a b a la p a r t e e x t e r i o r d e la m a n o un proverbio, entonces vulgar, a h o r a ininteligible en
y se l i g a b a el b r a z o , u n a s v e c e s h a s t a el c o d o , o t r a s los idiomas modernos.
h a s t a el h o m b r o .
P á g . 229, v . 2 7 . — E n el marino puente—En esta y
o t r a s v a r i a s o d a s s e l l a m a al I s t m o d e C o r i n t o , puente ODA OCTAVA.
de un mar d otro mar.
P á g . 23o, v. 4 — D e Fliunte.—Ciudad en el t e r r i t o - Dedicada á Dinias de Egina, dos veces victorioso en
r i o d e S i c i ó n , c e r c a de N e n i e a . El follaje del león Ñe- e l e s t a d i o ó c a r r e r a s e n c i l l a . C a n t a d a e n el t e m p l o d e
meo, de q u e se h a b l a al p r i n c i p i o d e la e s t r o f a , e s el E a c o e n E g i n a . La f e c h a d e las v i c t o r i a s es i n c i e r t a .
apio c o n q u e s e p r e m i a b a á l o s v e n c e d o r e s e n l o s P á g . 245, v. ú l t i m o — A n t e s que Adrasto y las leba-
juegos. tias bodas—Adrasto, r e y de A r g o s , i n d u j o á l o s s i e t e
caudillos á asaltar á T e b a s . Polinices, d e s t e r r a d o por
s u h e r m a n o E t e o c l e s , se r e f u g i ó e n la c o r t e d e a q u é l ,
ODA SÉPTIMA. y se e n l a z ó c o n su h i j a A r g í a . L a s n o t a s á las N e m e a s
<}ue p r e c e d e n , y la oda s i g u i e n t e , h a c e n i n ú t i l e s m á s
Dedicada á S ó g e n e s de E g i n a , h i j o de T e a r i ó n , v e n - explicaciones.
c e d o r e n el pentatlo, ó quinquercio, ó los cinco-juegos
ODA PRIMERA.
ODA NOVENA.

D e d i c a d a al T e b a n o H e r ó d o t o , h i j o d e A s o p o d o r o
A u n q u e f o r m a p a r t e de las N e m e a s , se r e f i e r e á l a v e n c e d o r en las c a r r e r a s d e c a r r o s , tal v e z el a ñ o 404
victoria que Cromio, gobernador de Etna, alcanzó e n antes de Jesucristo. Escrita y cantada en T e b a s , pro-
S i c i ó n en los j u e g o s P í t i c o s m e n o r e s . b a b l e m e n t e poco a n t e s de la batalla d e T e n a g r a .
P á g . 248, v . 20.— Y del fuerte Anfiarao la maldad. P á g . 269, v. 5 — P a r a cantarte dejo mis quehace-
— A d r a s t o , h i j o d e T a l a o , d e s t e r r a d o p o r A n f i a r a o en res. P í n d a r o , r e s i d e n t e , á lo q u e p a r e c e , en la isla d e
u n a g u e r r a civil, se r e f u g i ó en Sición e n las r i b e r a s C e o s , se h a l l a b a o c u p a d o en e s c r i b i r u n h i m n o e n
del A s o p o , c u y o r e y P o l i b o le d i ó por e s p o s a á su h i j a h o n o r de A p o l o y d e la isla n a t a l de e s t e N u m e n .
y le e n t r e g ó el r e i n o . P á g . 270. v. 1 4 . — Q u e d despecho del perro.— El
P á g . 249, v. x . " — Y de amistad en prenda.—Adrasto. m o n s t r u o G e r i ó n v i v í a en 6 a d e s , y g u a r d a b a n s u s
p a r a r e c o n c i l i a r s e con A n f i a r a o (hijo d e Oicleo), lo b u e y e s el p a s t o r E u r i t i ó n y un p e r r o d e d o s c a b e z a s
c a s ó con su h e r m a n a E n f i l e . E s t a , s e d u c i d a con o r o , llamado Orto.
d e s c u b r i ó d e s p u é s á su e s p o s o q u e se h a b í a o c u l t a d o P á g . 271, v. 2 0 — L a s cinco lides de ordenanza.—Al
p o r n o ir á u n a g u e r r a , q u e s a b í a iba á s e r d e s g r a c i a d a p r i n c i p i o los cinco j u e g o s : * salto, carrera, disco,
y e n q u e él m i s m o p e r e c i ó . dardo, lucha,» q u e c o n s t i t u y e r o n d e s p u é s el pentatlo
P á g . 25o, v . i 5 — D e l Siciliano aleja la guerra.— o qumquercio, e r a n p r e m i a d o s cada u n o p o r s e p a r a d o -
P a r e c e q u e los C a r t a g i n e s e s q u e r í a n i n v a d i r á S i c i l i a . P á g . 272, v . 1. —Conciudadano de la sembrada
g r e y — I f i c l e s , padre de Yolao é hijo de Anfitrión,,
e r a d e T e b a s , y p o r lo m i s m o c o n c i u d a d a n o ó d e s c e n -
d i e n t e d e a q u e l l o s h o m b r e s q u e n a c i e r o n d e los d i e n -
ODA DÉCIMA.
t e s del d r a g ó n s e m b r a d o s p o r C a d m o , y q u e se l l a m a -
b a n g e n e r a l m e n t e Sembrados, S^ptol.
E s t a oda se r e f i e r e , i g u a l m e n t e , á j u e g o s d i v e r s o s
de los Ñ e m e o s . C o n m e m o r a d o s t r i u n f o s del A r g i v o P á g . 272. v . 4 . — Siempre en lerapne fijo En T e -
T i é o , en los j u e g o s H e c a t o m b e o s q u e se c e l e b r a b a n r a p n e e s t a b a la t u m b a de C á s t o r .
e n A r g o s . P a r a no m u l t i p l i c a r n o t a s , r e f e r i m o s al P á g . 274, v. 7 . — ¡ P r o t e s i l a o , e t c . — F u é r e y d e F i l a -
l e c t o r á las o d a s y a n o t a c i o n e s a n t e r i o r e s , d o n d e h a - c e , y el p r i m e r o q u e s a l t ó á la p l a y a T r o y a n a , s i e n d o
llará e x p l i c a d a s m u c h a s f á b u l a s á q u e en la p r e s e n t e m u e r t o en el a c t o , c o n f o r m e á la p r e d i c c i ó n q u e él n o
p o e s í a se h a c e a l u s i ó n . i g n o r a b a . E n m e m o r i a d e su h e r o i c a a b n e g a c i ó n , se
e s t a b l e c i e r o n en F i l a c e f ú n e b r e s j u e g o s e n ' s u h o n o r .
P á g . 257, v . 20.—De Adrasto en el recinto.—Refié-
r e s e a q u í á los j u e g o s Ñ e m e o s . P á g . 274, v . 1 2 — H e r m e s , e t c . — E s el n o m b r e griego,
del d i o s M e r c u r i o .
P á g . 258, v v . 29 y 3o.—Licaón edificó e n la c u m b r e
del m o n t e Liceo u n a ciudad en h o n o r d e J ú p i t e r . D o s
d e s u s hijos,. T e e g e a t e s y C l i t o r , f u n d a r o n o t r a s d o s
ciudades á que dieron sus nombres.
P á g . 259, v . 2 , — P a n f a e s recibió—Era éste uno de
NOTAS
q u e se veía d e s d e el c e r c a n o I s t m o de C o r i n t o , l l a m a -
ODA SEGUNDA.
d o , c o m o y a se h a d i c h o , p u e n t e de u n m a r á o t r o m a r .
Dedicada á Xenócrates, hijo de E n e s i d a m o , y h e r - P á g . 286, v. 1 . — ¿ Q u é Griego el fin ignora de Ayax?
m a n o del r e y T e r ó n , d e A g r i g e n t o . D e s p u é s d e la V é a s e la o d a N e m e a VII.
m u e r t e d e l h é r o e , se le e n v i ó á su h i j o T r a s i b u l o p o r P á g . 288, v . 7 — E l día en que á A queronte.—Hércu-
c o n d u c t o de N i c a s i p o . L a v i c t o r i a e n las c a r r e r a s d e les, e n u n a t a q u e d e l o c u r a , m a t ó á s u s p r o p i o s h i j o s .
c a r r o s q u e a q u í se c e l e b r a , se o b t u v o e l a ñ o 476 a n t e s
d e J e s u c r i s t o , i . ° d e la O l i m p i a d a 76: la o d a s e c o m -
p u s o c u a t r o ó cinco años m á s t a r d e . ODA QUINTA.
P á g . 278, v . 8 El sabio Argivo.—Aristodemo, que
h a b i e n d o p e r d i d o s u s r i q u e z a s , se v i ó a b a n d o n a d o d e Dedicada á Filácides de Egina, hijo de L a m p ó n y
s u s amigos. h e r m a n o d e P i t e a s , v e n c e d o r e n el pancracio, proba-
b l e m e n t e d o s a ñ o s d e s p u é s de la b a t a l l a d e S a l a m i n a ,
P á g . 280, v . 1 . — J a m a f brisa contraria, etc—Com-
e s d e c i r , el a ñ o 478 a n t e s d e J e s u c r i s t o .
p á r a s e la h o s p i t a l a r i a m e s a d e X e n ó c r a t e s á u n a n a v e
P á g . 289, v. 1.—Madre ilustre del Sol. e t c . — T a m -
q u e c a m i n a á t o d a vela, d e l N o r t e , figurado p o r e l R í o
b i é n de la L u n a e r a e m b l e m a la p l a t a , d e M a r t e el h i e -
F a s i s , h a s t a e l e x t r e m o S u r , figurado p o r e l N i l o .
r r o , y así á c a d a c u e r p o c e l e s t e se a t r i b u í a u n m e t a l .
P á g . 291, v . 2 . — A los hijos intrépidos de Eneo
E r a E n e o rey de Calidona, en Etolia. Los m á s céle-
ODA TERCERA,
b r e s de s u s h i j o s f u e r o n M e l e a g r o , u n o d e los h é r o e s
d e la e x p e d i c i ó n A r g o n á u t i c a , y T i d e o , p a d r e d e Dio-
D e d i c a d a al T e b a n o M e l i s o , v e n c e d o r e n l a s c a r r e -
medes.
r a s de c u a d r i g a s . S u f e c h a e s i n c i e r t a .
P á g . 282, v . 1 0 . — B o s q u e del gran León.—Es decir,
los J u e g o s Ñ e m e o s . ODA SEXTA.
P á g . 282, v . 1 8 . — L o s Labdaquidas.—Meliso perte-
D e d i c a d a al m i s m o F i l á c i d e s , y e s c r i t a q u i z á , c o m o
n e c í a por su m a d r e á la r e a l p r o s a p i a d e E d i p o y d e
a l g u n o s s u p o n e n , a n t e s q u e la o d a p r e c e d e n t e .
L a y o , d e s c e n d i e n t e s de L á b d a c o , r e y de T e b a s . C l e ó -
P á g . 296, v . 22.—Si a tal isla, e t c . — L a isla d e E g i n a .
n i m o p a r e c e h a b e r sido el a b u e l o p a t e r n o d e l h é r o e .
P á g . 29S, v . 21.— y del águila el nombre le impo-
ne.—En g r i e g o e l n o m b r e de A y a x , A t a ? , a l g o s e p a -
r e c e al d e l á g u i l a , alexó?.
ODA CUARTA.
P á g . 299, v. 2 . — C a n t a r é brevemente, á la Argi-
va.—Los A r g i v o s e r a n n o m e n o s c é l e b r e s q u e los L a -
D e d i c a d a a l m i s m o Meliso. A l g u n o s la j u z g a n p a r t e
c o n e s , p o r esa c o n c i s i ó n q u e d e s p u é s se h a l l a m a d o
d e la oda a n t e r i o r , y y o t r a d u j e a m b a s e n el m i s m o
laconismo.
metro.
P á g . 299. v. 19 El axioma del vate Hesiodo.—A
P á g . 284, v . 2 6 . — Q u e en Onquesto mora.—Tenía
s a b e r : Crece el trabajo juntamente con la industria.
N e p t u n o u n c é l e b r e t e m p l o e n la c i u d a d d e O n q u e s t o ,
P á g . 3oo, v . i r . — Dulces hijas.—Las Musas.
v v J V

362 NOTAS.

l o s p r o g e n i t o r e s de T i é o . S o b r e la h i s t o r i a q u e s i g u e ,
ODA SÉPTIMA. p u e d e n v e r s e m i v e r s i ó n d e l Idilio XXII d e T e ó c r i t o , y
m i s n o t a s al m i s m o .

D e d i c a d a al T e b a n o E s t r e p s i a d e s , v e n c e d o r e n e l
pancracio, tal v e z el a ñ o 436 a n t e s de J e s u c r i s t o , s e i s
ODA UNDÉCIMA.
m e s e s d e s p u é s d e la b a t a l l a d e E n o f i t a , p e r d i d a p o r
los T e b a n o s .
E s t a oda, e n h o n o r del g o b e r n a d o r Aristágoras, no
P á g . 3 o i , v . 8 . — D e la ruidosa O r e s . — L l á m a s e así
« e r e f i e r e á v i c t o r i a a l g u n a o b t e n i d a e n los j u e g o s .
p o r h a b e r r e c o r r i d o la t i e r r a e n b u s c a de su h i j a , s o -
F u é c a n t a d a e n el P r i t a n e o de T é n e d o s (por o t r o n o m -
nando cascabeles, panderos y otros ruidosos instru- b r e L i r n e s o ) al i n a u g u r a r s u s f u n c i o n e s el n u e v o m a -
mentos. gistrado.
P á g . 3oi, v. 1 0 . — N i e v e de oro.—No hay que con- P á g . 263, v . 4 . — Q u e imperas en el aula Pritanea.—
f u n d i r la v e n i d a d e J ú p i t e r á la e s t a n c i a d e A l c m e n a T Los Pritanes, e n A t e n a s , y q u i z á lo m i s m o e n T é n e -
m a d r e d e H é r c u l e s , p a r a la cual t o m ó la figura d e s u d o s , e r a n c i e r t o s m a g i s t r a d o s q u e p r e s i d í a n el S e n a -
p r o p i o e s p o s o A n f i t r i ó n , c o n la v i s i t a á D a n a e , m a d r e d o , y t e n í a n el p r i v i l e g i o de c o n v o c a r á los s e n a d o r e s .
d e P e r s e o , b a j o la f o r m a d e lluvia d e o r o . La nieve de E n el a u l a Pritanea, d o n d e se r e u n í a n , o f r e c í a n s a -
oro, ó fulgor de blanco y oro, q u e a q u í se m e n c i o n a , crificios, daban audiencia y deliberaban.
e s c o m o la a u r é o l a d e l P a d r e de los D i o s e s , d e q u e s e
P á g . 265, v . 2 0 . — P o r Melanipo auda% sangre de
d e s p o j ó al e n t r a r e n la casa d e la m a t r o n a á q u i e n iba
Tebas.—Fué é s t e u n o d e los j e f e s q u e d e f e n d í a n las
á engañar.
p u e r t a s d e T e b a s c o n t r a A d r a s t o y los A r g i v o s , y c ú -
P á g . 3o3, v . 9 Hijo de Diodoto.—Tío del v e n c e - pole e l h o n o r de m a t a r á T i d e o . A n t e s d e e s p i r a r
dor, llamado también Estrepsiades. é s t e , m a t ó A n f i a r a o á M e l a n i p o y t r a j o su c a d á v e r al
j e f e a g o n i z a n t e , q u i e n le d e s g a r r ó la c a b e z a c o n s u s
propios dientes. Irritada Minerva con este acto i n h u -
ODA OCTAVA. m a n o , lo p r i v ó d e la i n m o r t a l i d a d .

D e d i c a d a á C l e a n d r o d e E g i n a , v e n c e d o r e n el pan-
cracio. E s c r i t a p o c o s m e s e s d e s p u é s de la b a t a l l a d e
P l a t e a , a ñ o 479 a n t e s d e J e s u c r i s t o . C a n t a d a e n E g i n a .
P á g . 3 I I , v . 9 . — Y luego que en el cielo brille la luna
llena.—El c u r i o s o l e c t o r p o d r á v e r e n l a s n o t a s á la
t r a d u c c i ó n i t a l i a n a de B o r g h i u n a l a r g a d i s e r t a c i ó n
s o b r e los m o t i v o s p a r a q u e las b o d a s d e T e t i s f u e s e n
e n el p l e n i l u n i o .

FIN DE LAS NOTAS.


ü

ÍNDICE.

N O T A S A LAS ÍSTMICAS.

Pàgs.

C a r t a - p r ó l o g o á D. Marcelino M e n é n d e z Pelayo. v
V i d a de P i n d a r o . . xx»
JUEGOS ÍSTMICOS.
ODAS OLÍMPICAS.
/

Oda I. Á G e r ó n , R e y de S i r a c u s a $
— II. Á T e r ó n , R e y de A g r i g e n t o u
Los J u e g o s í s t m i c o s t o m a r o n e s t e n o m b r e del I s t m a — III. AI m i s m o T e r ó n 21
d e C o r i n t o , d o n d e se c e l e b r a b a n . E n s u p a r t e m á s a n - — IV. A Saumis de C a m a r i n a 27
g o s t a , e n t r e la c o s t a d e l g o l f o S a r o n i o y la f a l d a o c c i - — V . Al m i s m o S a u m i s 3i
d e n t a l d e los m o n t e s E n e o s , se a l z a b a e l t e m p l o de — VI. Á Agesias de Siracusa 35
N e p t u n o , y c e r c a de él h a b í a u n t e a t r o de m á r m o l — VII. Á Diágoras de Rodas 4>
blanco y u n estadio. La e n t r a d a del t e m p l o e s t a b a — VIII. Á A l c i m e d o n t e d e E g i n a 55
a d o r n a d a c o n las e s t a t u a s d e los v e n c e d o r e s , y con.
— IX. Á E f a r m o s t o d e O p u n t e 61
b o s q u e s d e p i n o s . L a i n s t i t u c i ó n d e l o s j u e g o s se d e b e
— X . Á A g e s i d a m o de L o c r i s 69
á S í s i f o : T e s e o los r e s t a b l e c i ó y los c o n s a g r ó á N e p -
— X I . Al m i s m o A g e s i d a m o 7$
tuno. C e l e b r á b a n s e cada t r e s años, en diversos m e s e s ;
_ X I I . Á E r g ó t e l e s de H i m e r a 77
y se a d m i t í a n t o d a c l a s e d e c e r t á m e n e s , lo m i s m o q u e
— XIII. Á J e n o f o n t e d e C o r i n t o 79
en los d e m á s juegos. El p r e m i o era u n a corona, p r i -
— XIV. Á Asópico de Orcómeno 87
m e r o de h o j a s de p i n o , y d e s p u é s d e a p i o .

ODAS PÍT1CAS.
. . .

Oda I. Á G e r ó n E t n e o , R e y d e S i r a c u s a . . . 9r
— I I . Al m i s m o G e r ó n 101
— III Al m i s m o G e r ó n . 107

\
ü

ÍNDICE.

N O T A S A LAS ÍSTMICAS.

Pàgs.

C a r t a - p r ó l o g o á D. Marcelino M e n é n d e z Pelayo. v
V i d a de P i n d a r o . . xx»
JUEGOS ÍSTMICOS.
ODAS OLÍMPICAS.
/

Oda I. Á G e r ó n , R e y de S i r a c u s a $
— II. Á T e r ó n , R e y de A g r i g e n t o u
Los J u e g o s í s t m i c o s t o m a r o n e s t e n o m b r e del I s t m a — III. AI m i s m o T e r ó n 21
d e C o r i n t o , d o n d e se c e l e b r a b a n . E n s u p a r t e m á s a n - — IV. A Saumis de C a m a r i n a 27
g o s t a , e n t r e la c o s t a d e l g o l f o S a r o n i o y la f a l d a o c c i - — V . Al m i s m o S a u m i s 3i
d e n t a l d e los m o n t e s E n e o s , se a l z a b a e l t e m p l o de — VI. Á Agesias de Siracusa 35
N e p t u n o , y c e r c a de él h a b í a u n t e a t r o de m á r m o l — VII. Á Diágoras de Rodas 4>
blanco y u n estadio. La e n t r a d a del t e m p l o e s t a b a — VIII. Á A l c i m e d o n t e d e E g i n a 55
a d o r n a d a c o n las e s t a t u a s d e los v e n c e d o r e s , y con.
— IX. Á E f a r m o s t o d e O p u n t e 61
b o s q u e s d e p i n o s . L a i n s t i t u c i ó n d e l o s j u e g o s se d e b e
— X . Á A g e s i d a m o de L o c r i s 69
á S í s i f o : T e s e o los r e s t a b l e c i ó y los c o n s a g r ó á N e p -
— X I . Al m i s m o A g e s i d a m o 7$
tuno. C e l e b r á b a n s e cada t r e s años, en diversos m e s e s ;
_ X I I . Á E r g ó t e l e s de H i m e r a 77
y se a d m i t í a n t o d a c l a s e d e c e r t á m e n e s , lo m i s m o q u e
— XIII. Á J e n o f o n t e d e C o r i n t o 79
en los d e m á s juegos. El p r e m i o era u n a corona, p r i -
— XIV. Á Asópico de Orcómeno 87
m e r o de h o j a s de p i n o , y d e s p u é s d e a p i o .

ODAS PÍT1CAS.
. . .

Oda I. Á G e r ó n E t n e o , R e y d e S i r a c u s a . . . 9r
— I I . Al m i s m o G e r ó n 101
— III Al m i s m o G e r ó n . 107

\
Pàgs.

NOTAS.
— IV. A A r c e s i l a o , R e y de C i r e n e . . . . . . 117
Págs.
_ V.
_ VI. A X e n ó c r a t e s de A g r i g e n t o . . . . . . 149
N o t a s ä las O l i m p i c a s 317
— VII. A Megacles de A t e n a s . . . i53
J u e g o s Olimpicos Ibid.
- VIII. Oda 1 3i8
_ IX. A T e l e s i c r a t e s de C i r e n e . . . i63
O d a II 320
— X. . . . I73
O d a III 32t
— XI. A T r a s i d e o de T e b a s O d a IV 322
— XII. A Midas d e A g r i g e n t o ... i85
Oda V Ibid.

ODAS NEMEAS. / O d a VI
O d a VII
323
3J4
O d a VIII 325
Oda I. À C r o m i o E t n e o '91 O d a IX 327
— II. A T i m o d e m o de A t e n a s «97 Oda X 329
_ III. A A r i s t o c l i d e s de Egina 201 O d a XI 330
_ IV. A T i m a s a r c o de E g i n a 209 O d a XII ibid.
— V . À P i t e a s de E g i n a 221 O d a XIII.. ibid.
— VI. À A l c i m i d e s de E g i n a 227 Oda XIV 333
— VII. À S ó g e n e s de E g i n a ' 233 Notas*ä las P i t i c a s 335
— VIII. A Dinias de E g i n a 241 Juegos Piticos Ibid.
— IX. A C r o m i o E t n e o 247 Oda 1 336
_ X . A T i e o , h i j o de Ulio 255 O d a II 337
— XI. A Aristàgoras 263 O d a III 338
O d a IV 339
ODAS ÍSTMICAS. / Oda V 342
O d a VI 343
Oda I. A H e r ó d o t o de T e b a s : 269 O d a VII ibid.
— II. A X e n ó c r a t e s de A g r i g e n t o 277 O d a VIII ibid.
— III. A Meliso de T e b a s 281 O d a IX 344
— IV. Al m i s m o Meliso 283 Oda X 345
— V . A F i l á c i d e s de E g i n a 289 O d a XI 346
— VI. A Filácides, joven l u c h a d o r 2g5 O d a XII 347
— VII. A E s t r e p s i a d e s de T e b a s 3oi N o t a s ä las N e m e a s 349
— VIII. A C l e a n d r o de E g i n a 3o5 Juegos Nemeos Ibid.
Oda 1 35o
O d a II Ibid.
t

/
/
366

Págs.

O d a III 351
O d a IV 35a
Oda V 353
O d a VI 354
O d a VII Ibid.
O d a VIII 355 F E DE ERRATAS.
Oda IX 356
Oda X Ibid.
O d a XI 35 y
N o t a s á las I s t m i c a s 359
Pag. Linea. Dice. Léase.
Juegos Istmicos Ibid.
Oda 1 36o 127 . 26 tu a b u e l o mi a b u e l o
222 i5 Perseo Peleo
265 20 Y por Por
323 5 alríoAIfeo.. . . á Diana y al río A l f e o

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