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Hebreos 10:1-18

Completamente Perdonados
¿Para qué existimos? ¿Para qué nos creó Dios?
Para la comunión con Él mismo; para disfrutarlo en esta
comunión siendo/reflejando el ser imagen y semejanza de
Dios.
Pero hemos perdido esta comunión en la caída de nuestros
primeros padres (Adán y Eva), y el reflejo de Dios en nosotros
ha sido distorsionado por el pecado. El hombre perdió la
comunión y el favor de Dios, y no puede vivir para la gloria de
Dios conforme el propósito de su creación.
¿Quién o qué puede restaurar eso? Las Escrituras desde
Génesis hasta el Apocalipsis contestan diciendo que sólo Jesús
puede restaurar nuestra comunión con Dios y hacernos ser un
reflejo verdadero de Dios. Sólo Jesús puede restaurar esa
comunión perdida y capacitarnos para vivir para el propósito
original.
¿Cómo? A través de Su perfecta obediencia en la obra
expiatoria.
Entonces, ¿qué es lo que necesitamos para poder volver a
tener una comunión con Dios en este mundo? Necesitamos
perdón y regeneración. Y eso es lo que Jesús nos provee a
través de Su obra obediente y expiatoria. Necesitamos
justificación y santificación. Necesitamos ser restaurados a
una relación de ser declarados justos delante de Dios y de
tener nuestra voluntad renovada para desear y atesorar a
Dios por encima de todo lo demás. Y esa es la obra que Dios
hace por Su gracia a través del Señor Jesucristo.
A eso apunta el texto que tenemos delante de nosotros.

En el cap. 10 encontramos la argumentación conclusiva del


autor a respecto de la supremacía de Cristo sobre todas las
cosas. La venida de Cristo revela Su superioridad sobre el
antiguo sacerdocio y sobre los sacrificios de la antigua
alianza, por eso ya no más son necesarios.

Dios había preparado un cuerpo para Jesús, quien vino para


hacer la voluntad de Dios. Y por medio de su sacrificio Cristo
quitó el pecado de modo eficaz. La diferencia entre los
sacrificios ofrecidos durante la era levítica y al sacrificio único
y definitivo de Jesús es profunda.

El argumento final del autor es que, si los lectores originales


volvieran al judaísmo, con su sistema de sacrificios, no
gozarían de los tremendos beneficios que Jesucristo les
aseguró. Su muerte en la cruz cumplió todo lo que el viejo
sistema señalaba. Lo que el antiguo sistema no podía hacer
completamente, lo hizo Jesús, es decir, proporcionar un
perdón total para aquellos que se acercan a Dios a través de
Él. El antiguo sistema, por su propio diseño, impedía que el
adorador promedio se acercara a la presencia de Dios. Sólo el
sumo sacerdote podía entrar en el Santo de los Santos, y eso
sólo una vez al año. Pero en Cristo, cada creyente tiene libre
acceso a la presencia de Dios porque el sacrificio de Cristo de
una vez por todas provee una posición perfecta para con Dios.

El texto puede ser dividido en tres partes: El sacrificio de


Cristo es superior a la sombra (1-4), el sacrificio fue posible
porque Jesús se hizo carne (5-10), y por medio de Su
sacrificio ha obtenido para los suyos completo y definitivo
perdón (11-18).
Kistemaker ha dividido el bosquejo de este pasaje así:
El sacrificio eficaz de Jesús
10:1–4  Sombras de la realidad
10:5–10  Jesús dejó de lado las sombras para establecer la
realidad
10:11–14  Jesús ofreció un sacrificio
10:15–18  Pacto, ley y perdón
Un segundo bosquejo es de Samuel Pérez:
10:1-4  La imperfección de los sacrificios legales
10:5-18  La perfección del sacrificio de Cristo
a. La preparación del sacrificio – 5-10
b. La realidad en Cristo del sacrificio perfecto –
11-18
El autor presenta una serie de contrastes que muestran
negativamente lo que la Ley con sus sacrificios no pudo
hacer, y positivamente lo que el sacrificio de Cristo logró
perfectamente.
Lo que no pudo hacer la ley con sus sacrificios:
10:1- Los sacrificios de la ley nunca podrían "hacer perfectos
a los que se acercan".
10:2- Esos sacrificios no podían purificar completamente a los
adoradores y quitarles su conciencia de los pecados.
10:3- Esos sacrificios proporcionaban un recordatorio anual
de los pecados.
10:4- Esos sacrificios no podían quitar los pecados.
Lo que Cristo logró perfectamente:
10:10- Por la voluntad de Dios, por medio de la cruz, "hemos
sido santificados" de una vez por todas.
10:12- Cristo "ofreció un solo sacrificio por los pecados para
siempre".
10:14- "Por una ofrenda ha perfeccionado para siempre a los
que están siendo santificados".
10:17- Dios promete nunca más recordar sus pecados y
transgresiones de la ley.
10:18- "Donde hay perdón..." "ya no hay más ofrenda por el
pecado".
Lecciones que podemos aprender en este capítulo:
Es importante aclarar que no hay en el texto ningún estimulo
o excusa para pecar. El objetivo del texto es mostrar nuestra
posición ante Dios en Cristo. En nuestro caminar diario,
cuando pecamos necesitamos confesar nuestros pecados para
recibir lo que podríamos llamar "perdón de la familia de Dios".
Pero la verdad bíblica en el texto enseña que incluso nuestros
peores pecados no erradican nuestro perdón posicional como
hijos de Dios.
Por ejemplo, mis hijos entraron en mi familia por nacimiento
natural, y nada de lo que hacen cambia su posición como
miembros de la familia. Si pecan contra mí, necesitan
confesar ese pecado y pedir perdón para que nuestra relación
no sea afectada. Así como Pedro, podemos fallar con El
Señor, pero nuestros fracasos no nos alejan de la familia de
Dios. Poseemos nuestra posición en la familia a través del
nuevo nacimiento, que nos proporciona el perdón total.
Mantenemos la comunión cotidiana como hijos de Dios
confesando nuestros pecados y pidiendo perdón al Padre.

v.1 – Comienza con un porque (o pues…), lo que introduce


una explicación. ¿Qué quiere explicar el autor? Algo más de lo
que estaba diciendo en el cap. 9, o sea, quiere dejar bien
claro cuál es la finalidad del único sacrificio del Mesías y de su
superioridad sobre los sacrificios de la ley. Las palabras
usadas por el autor revelan la incapacidad de la ley en
proveer acceso a Dios, pues la ley no hace los hombres
perfectos, es decir, la ley no podría remover completamente
la culpabilidad del pecado. Por eso año tras año era necesario
ofrecer continuamente sacrificio. Porque la ley dice el autor
tenía la sombra y no la realidad que estaba por venir.
Dios diseñó el sistema ceremonial bajo Moisés para presagiar
(apuntar de antemano) el verdadero sacrificio por venir. El
sistema ceremonial era incapaz de perdonar los pecados, pero
señalaba el verdadero sacrificio que podría perdonar los
pecados y proveer transformación. En otras palabras, los
sacrificios del antiguo pacto no podrían perfeccionar, ni
expiar, ni perdonar, ni reconciliar a la gente con Dios. Pero el
verdadero sacrificio que vendría si podría.
Spurgeon - Esto se refiere a la antigua ley ceremonial, bajo la
cual los judíos vivieron tanto tiempo. Siempre tenían que ir,
año tras año, ofreciendo el mismo tipo de sacrificios, porque
el sacrificio de expiación nunca se realizó a la perfección. Los
hombres no fueron limpiados o salvados por aquellos
sacrificios, por eso el proceso tenía que repetirse
constantemente. La repetición constante de los sacrificios
eran la constante manifestación de la sombra.
El apóstol Pablo nos explica la fuerza del autor “…la ley…
nunca puede…”:
“porque por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el
conocimiento del pecado.” (Rom 3:20 LBA)
“sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por
las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús,
también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que
seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de
la ley; puesto que por las obras de la ley nadie será
justificado.” (Gal 2:16 LBA)
Hay dos aspectos que impiden el acercamiento a Dios,
primero Su Santidad que no permite el pecado en Su
presencia, segundo la conciencia de pecado, cuando no
estamos seguros de que nuestros pecados han sido
perdonados, hesitaremos ir a la presencia de Dios.
Spurgeon nos ayuda a entender porque no se acercan a Dios:
“Aquellos que fueron rociados con la sangre de los sacrificios
del A. T. no sentían que su pecado había sido perdonado por
siempre. Regresaban después de ofrecer la víctima
sustitutoria con cierta medida de descanso y alivio, pero no
con ese descanso perfecto que es el acompañamiento del
perdón que Jesús da a los que vienen a Dios por medio de Él.”
v. 2- La conjunción adversativa hace hincapié a la limitación
de la ley. Así la persistencia en la práctica de la ley
ceremonial, especialmente en la repetición de los sacrificios
ponía de manifiesto la ineficacia del sistema en relación con la
conciencia acusadora de pecado. El israelita sabía que por su
pecado había cumplido las demandas que la Ley establecía en
relación con la purificación legal, pero íntimamente, su
conciencia le acusaba continuamente de pecado, por tanto,
tenía que volver a ofrecer una y otra vez los mismos
sacrificios a lo largo de los años de su vida. La incapacidad
para perfeccionar exigía la reiteración de los sacrificios.
La pregunta retórica exigiría una respuesta afirmativa del
lector. Los sacrificios del sistema levítico, si tuviesen
capacidad de limpiar la conciencia, habrían dejado de
ofrecerse, porque no tendría ya razón de ser. De otro modo,
si el sistema de sacrificios fuese capaz de "hacer perfectos" a
quienes se acercaban a Dios, removiendo la barrera levantada
por su pecado, habrían dejado de ofrecerse.
Spurgeon - No habría sido necesario traer otro cordero para
ser ofrecido si el que fue presentado hubiera removido
completamente el pecado. No habría necesidad de otro día de
expiación si el sacrificio hecho en aquel día hubiese realmente
expiado el pecado.
Kistemaker explica el papel de los sacrificios:
Los sacrificios de animales consistían en un acto de
sustitución, y nada más. Aunque Dios había instituido estas
prácticas para que el hombre no tuviese que ofrecer su vida,
las tales eran solamente sustituciones. Los escritores del A. T.
habían expresado el descontento de Dios con el sistema
sacrificial. Ellos escriben que el significado de un sacrifico a
Dios no se debe buscar en el animal ofrecido sino en que el
corazón del adorador estuviese quebrantado y contrito (1 S.
15:22; Sal. 40:6; 50:8–10; 51:16–17; Is. 1:10–12; Jer.
7:21–23; Os. 6:6; Am. 5:21–23).
Así el argumento del autor muestra la ineficacia declarada en
que no eran capaces de limpiar la conciencia. De ahí que el
oferente tenía que repetirlos continuamente. Si aquellos
sacrificios pudieran quitar los pecados, cesarían de ofrecerse,
y no se repetirían más.
v. 3- Así los sacrificios servían de recordatorios, trayendo a la
memoria del pueblo año tras año la realidad de sus pecados.
Los sacrificios del Antiguo Testamento traían a la memoria del
creyente de entonces el recuerdo de que era pecador y que
era necesaria reiterar la ofrenda de sacrificios a causa de que
aquellos ni quitaban el pecado, sino que era una provisión de
remoción temporal de los mismos en vista al futuro y perfecto
sacrificio de Cristo.
v. 4- La conclusión es expresada en este versículo una vez
que aquellos sacrificios eran sombras que apuntaban para una
realidad venidera, así ellos no podrían (era imposible) quitar
los pecados.
La sangre animal no es un sacrificio suficiente por los
pecados. Sería como si yo tratara de pagar mis cuentas con
réplicas de billetes de pesos.
Cuando el templo fue destruido junto con Jerusalén en el año
70 d.C., los judíos ya no podían ofrecer sacrificios como
hacían antes. Ellos se vieron obligados a reconocer que sus
sacrificios de animales no podían expiar el pecado.
La perfección del sacrificio de Cristo (10:5-18).
De las sombras para la realidad.
Los versículos 1-4 no contienen nueva revelación, sino más
bien una revisión y un resumen de lo que el autor ha
afirmado repetidamente en el desarrollo de su argumento
hasta ahora. La esencia de los versículos 1-4 es que la Ley del
Antiguo Testamento era un prototipo (sombra/figura) de los
bienes que iban a venir en Jesús, una vez que estas cosas
eran impotentes para perfeccionar, algo que sólo Jesús podía
hacer. Y así es ("por lo tanto" - verso 5) que leemos de la
encarnación de la Segunda Persona de la Deidad, y de Su
trabajo sacerdotal infinitamente superior para expiar los
pecados de una vez por todas.
El énfasis en la encarnación de nuestro Señor tampoco es
algo nuevo en la enseñanza del autor, pues domina los dos
primeros capítulos de la epístola, particularmente 1:1-4 y
2:5-18. Sin embargo, hay algo nuevo que pertenece a la
encarnación de nuestro Señor en nuestro texto. Por primera
vez en hebreos, el autor vuelve la atención de los lectores a
las palabras proféticas de David en el Salmo 40:6-8.
Básicamente su argumento es así. Él está diciendo: "Mira, lo
que acabo de decir puede haber sorprendido a algunos de
ustedes judíos que me escuchan. Así lo que quiero que
entiendan es que lo que acabo de decir, no es mi opinión
personal, la opinión de un discípulo del Señor Jesucristo que
sigue la Nueva Alianza después de Pentecostés. Pero este ya
era el entendimiento que El E.S. le había dado a David. Así
que él te lleva de vuelta al Salmo 40 y te presenta esas
palabras que David una vez habló inspirado por El E.S.: " Por
lo cual, al entrar Él en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda
que no has deseado, pero un cuerpo que me has preparado, y
holocaustos y sacrificios por el pecado no has tenido placer.
Entonces dije: 'He aquí, he venido a hacer tu voluntad' ".
Ahora David está básicamente diciendo que él reconoce que
hay deficiencia en los sacrificios de la ceremonia, esos
sacrificios no fueron capaces de expresar adecuadamente su
devoción a Dios.
El salmo 40 es un salmo mesiánico, pues habla de la venida
del Mesías, y la expresión “al entrar Él en el mundo” es una
manera semítica de hablar de Su nacimiento, que sería lo
mismo que decir “cuando Cristo vino al mundo…”, algo que es
común en los escritos de Juan en su evangelio (1:9, 6:14,
16:28, 18:37).
El contraste entre los sacrificios de los cuerpos de los
animales con el último y perfecto cuerpo de sacrificio, El
Cordero de Dios, la encarnación de Jesús El Hijo Eterno, pone
fin a la necesidad de todos los sacrificios de los cuerpos de
animales.
El versículo introduce la presencia en el mundo del Cordero de
Dios que hará posible el sacrificio expiatorio perfecto, por
cuya obra, no sólo se alcanzará el perdón de pecados, sino la
purificación de la conciencia acusadora.
La expresión "no quisiste" no significa que Dios los repudiara,
puesto que Él mismo los había establecido en su Ley. Es una
expresión para indicar el verdadero deseo de Dios en relación
con el sacrificio definitivo. En otros lugares de la Escritura y
en un contexto diferente se habla también de que los
sacrificios no son requeridos por Dios e incluso está hastiado
de ellos (Is. 1: 11-12), pero esto era a causa de la incorrecta
vida del que los ofrecía, ya que como hipócritas que eran se
mantenían en la desobediencia y la impiedad tratando, por
medio de los sacrificios pacificar a Dios.
Por lo tanto, el texto presenta la siguiente declaración: " HE
AQUÍ, YO HE VENIDO… Me complace hacer tu voluntad".
Básicamente está diciendo: "Señor, sé que es más importante
para Ti que me deleite en hacer Tu voluntad y que me
entregue a Ti en la adoración, que solo vaya a través de los
votos ofrecer sacrificios."
Spurgeon - Todo el cuerpo de Cristo fue preparado para Él y
para Su gran obra. Para empezar, era un cuerpo sin pecado,
sin mancha del pecado original, de lo contrario Dios no podría
habitar en él. Era un cuerpo muy vital y sensible,
probablemente mucho más allá de lo nuestro, porque el
pecado tiene un efecto embotado y endurecido incluso sobre
la carne. Y su carne, aunque estaba en la "semejanza de
carne pecaminosa" (Rm 8: 3), no era carne pecaminosa, sino
carne que daba pronto obediencia a su espíritu, así como toda
su naturaleza humana era obediente hasta la muerte, muerte
de la cruz. Su cuerpo era capaz de una gran resistencia, apto
para conocer las penas, las agonías y dolores indescriptibles,
a la vez santo, y tierno. La naturaleza humana de Cristo
fue tomada sobre Él para que Él pudiera hacer por
nosotros lo que Dios había deseado y requerido. Dios
deseaba ver a un hombre obediente, un hombre que
guardaría su ley en plenitud, y lo ve en Cristo. Dios deseaba
ver a alguien que trajera la justicia eterna y mostrara que el
pecado no es algo insignificante. ¡He aquí que nuestro Señor,
¡El eterno Hijo de Dios, entrando en ese cuerpo preparado,
estaba dispuesto a hacer toda esta obra poderosa, dando a la
ley una completa recompensa por nuestra deshonra!
Cuando comparamos el v. 5 de hebreos 10 con salmo 40:6,
encontramos una diferencia textual donde en hebreos dice
cuerpo y en salmos dice oído.
Pero es importante entender que el autor menciona el texto
usado y conocido de sus días que es la Septuaginta que está
así: “Sacrificio y oblación no has querido; cuerpo, empero,
aderezándome; holocausto ni por pecado has pedido. (Salmo
40:6 LXX)”
No sé sabe porque se tradujo de esta manera, pero no
podemos olvidarnos que esta era la versión usada en los días
de Jesús y que era leída y creída como palabra de Dios.
Un segundo entendimiento para el texto es que en la
traducción se toma el todo por la parte, es decir que el oído
hace referencia a la obediencia, o sea, que el cuerpo
preparado por Dios para que se devuelva a Dios como un
sacrificio vivo, utilizado en servicio obediente a Él.
v. 6 – encontramos una repetición usada por el autor para
enfatizar la necesidad del sacrificio de Cristo. "no te has
complacido", que indican que todos los tipos de sacrificios
presentados en el antiguo pacto no era del agrado de Dios
como algo definitivo. En sentido amplio de la expresión, como
ya mencionado no es que los sacrificios no fueran
correctamente establecidos y aun correctamente realizados
según la prescripción ceremonial del culto. Lo que ocurre es
que, debido a su ineficacia, dejan de ser del agrado de Dios,
por lo que han de ser sustituidos por el perfecto sacrificio de
Cristo.
v. 7-9 - En estos versículos encontramos varias verdades
preciosas a respecto de nuestra salvación.
a. El sacrificio de Cristo no fue una decisión precipitada o un
plan B, sino más bien ya era parte de los decretos de Dios
para la redención de pecadores desde la eternidad. (Ef. 1:3-
12, 1 Pe. 1:20-21, Ap. 13:8, 17:8)
La venida del Cristo estaba plenamente escrita en la ley y en
los profetas, y por lo tanto Él ha venido tal cómo había sido
preanunciado en los rollos a su respecto.
b. El sacrifico de Cristo revela el deseo más profundo del Hijo.
Hacer la voluntad del Padre.
En el texto se menciona la totalidad de los sacrificios
establecido en el antiguo pacto, aunque Dios le había dicho al
pueblo de Israel que ofreciese sacrificios, Él no hallaba placer
en estas ofrendas y si en la obediencia. Los sacrificios no eran
más que sustitutos. En vez de ellos, Dios desea un servicio
genuino y devoto. Él se deleita en la obediencia perfecta a su
voluntad y es lo que encontramos en Jesús:
"Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió" (Jn. 6:38).
"Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que
acabe su obra" (Jn. 4:34).
“Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que
me diste que hiciera.” (Jn. 17:4 LBA)
“Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
(Fip. 2:8 LBA)
"Consumado es" (Jn. 19:30)
Con precisión el salmo nos adelanta como sería la obediencia
del Mesías, mostrándonos que la voluntad de Dios tiene
prioridad en la vida de Cristo: “me deleito en hacer tu
voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón.”
(Salmo 40:8 LBA)
Ciertamente el propósito del texto es estimular a los
creyentes a tener la misma prioridad en sus vidas.
Wiersbe explica la afirmación del texto cuando dice
“sacrificios... no tes complacido…” - Esto no sugiere que los
viejos sacrificios estaban equivocados, o que los fieles
sinceros no recibieron ningún beneficio de obedecer la Ley de
Dios. Sólo significa que Dios no tenía deleite en los sacrificios
como tales, aparte de los corazones obedientes de los
adoradores. Ninguna cantidad de sacrificios podría sustituir a
la obediencia.
Dios no se complace en sacrificios. Se complace en la
inquebrantable confianza y obediencia de sus hijos. Cristo, el
Hijo de Dios, vino a este mundo con el propósito de
demostrar sumisión, y de aprender “la obediencia por medio
de lo que sufrió para que, una vez perfeccionado, se
convirtiese en fuente de salvación eterna para todos los que
le obedecen” (Heb. 5:8–9).

v. 9 - Él quita lo primero para establecer lo segundo - Expresa


la acción del Hijo de Dios para quitar de en medio lo que no
satisfacía plenamente el propósito de Dios, en cuanto a
perfeccionar al pecador, entonces, en vista del desagrado
divino, debía establecerse lo segundo que tiene que ver con el
Nuevo Pacto, que descansa sobre el sacrificio perfecto y
definitivo de Jesucristo. Esta obra había sido planificada por
Dios antes de la existencia del hombre y antes de que el
tiempo se pudiera medir (2 Ti. 1:9):
“quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento
santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y
según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la
eternidad…”
La obediencia de Cristo a la voluntad de Dios en la cruz dejó
de lado los sacrificios del Antiguo Testamento y proveyó una
posición perfecta para nosotros ante Dios (10:5-10).
Phil Newton comenta: “Habiendo hecho la voluntad del Padre,
"Él quita el primer, es decir, el antiguo pacto con todo su
sistema de sacrificios e insuficiencias, para establecer el
segundo". ¡Por la justicia de Cristo y por Su muerte por
nosotros, el antiguo pacto fue derribado! La palabra para
"quitar" era usada en el griego clásico para referirse a una
ley, o gobierno, o costumbre que había sido abolido, o
derogada, o destruido. La fuerza de la palabra debe haber
sido sorprendente para el público que recibe esta epístola.
Ellos sabían precisamente lo que el escritor quería decir: se
acabó. El viejo pacto no tiene más demanda sobre tu vida. El
sistema sacrificial no te ofrece nada. Los rituales y
ceremonias ya no son válidos ni necesarios. Estás libre de la
tiranía del antiguo pacto que expuso constantemente tu
debilidad, pero no te dio nada para cambiar el corazón.”
Pero la buena noticia es que Cristo, no sólo mediante la
obediencia a la voluntad del Padre, anuló el antiguo pacto,
sino que también estableció el nuevo pacto: "para establecer
el segundo".
El primer pacto tuvo que ser removido para que el nuevo
pacto mediado por Jesucristo pudiera ser establecido.
v.10 – Por esa voluntad  la palabra voluntad se refiere aquí
a la voluntad de Dios que Jesús vino a hacer. La voluntad de
Dios la cual los sacrificios del Primer Testamento no pudieron
lograr fue la santificación de los hombres. Esto se logró
mediante el sacrificio de Jesús.
Cristo se ofreció como sacrificio por el pecado en la cruz del
Calvario. Por medio de esta acción Él puso fin al sistema
levítico de sacrificios — lo anuló. A continuación, Él mostró Su
fidelidad a Dios haciendo Su voluntad, estableciendo de esa
manera lo segundo.
Los creyentes, incorporados ahora al Nuevo Pacto, somos
santificados en razón a una determinada voluntad, la voluntad
salvífica que fue cumplida fielmente por Su Hijo, Jesucristo.
Fue El Padre quien escogió para salvación a los creyentes en
Cristo desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4), pero
fue El Hijo quien por medio del sacrificio de Su cuerpo los hizo
aceptable por siempre a Dios.
¿Y cuál es el efecto de esta voluntad? El texto incluye a todos
los creyentes al decir:
“Y en virtud de esta voluntad hemos sido santificados”. La
salvación no se origina en el hombre sino en Dios. Por esa
voluntad somos separados del mundo y llamados a la
santidad. La implicación es que habíamos sido alienados de
Dios y vivíamos en un mundo de pecado. En virtud de la
voluntad de Dios, esto ha cambiado: “hemos sido
santificados”. Este verbo indica que, en determinado
momento, alguien actuó en favor nuestro para santificarnos, y
ahora somos puros. El escritor de hebreos ya se había
referido a este hecho al escribir acerca de la voluntad de Dios
de perfeccionar al autor de la salvación por medio del
sufrimiento. “Tanto aquel que hace santo al hombre como
aquellos que son santificados pertenecen a la misma familia”
(2:11). El que hace santo al hombre es Jesucristo.
Hemos sido santificado… una vez para siempre  Ese es el
punto de 10:10. El autor de hebreos usa "santificado" para
referirse a la "purificación interior del pecado" y "ser hecho
apto para la presencia de Dios, para que [nosotros] podamos
ofrecerle culto aceptable"
Spurgeon - Hemos pasado de la muerte a la vida. Hemos
escapado de bajo del dominio de la ley al reino de la gracia.
Hemos venido de debajo de la maldición, y habitamos en la
región de la bendición. Hemos creído en Aquel que justifica a
los impíos, y nuestra fe es contada por la justicia. Ahora no
hay ninguna condenación para nosotros, porque estamos en
Cristo Jesús Señor nuestro, y ya no vivimos según la carne,
sino según El Espíritu. Fue la voluntad de Dios El Padre, pero
fue llevada a cabo por El Hijo de Dios cuando Él vino al
mundo. Un cuerpo estaba preparado para Él, y en ese cuerpo,
de una manera misteriosa que no intentaremos siquiera
concebir, entró, y allí Él fue El Dios encarnado. Este Dios
encarnado, ofreciendo Su propia sangre, al entregar Su propia
vida, llevando en Su propio cuerpo la maldición, y en Su
propio espíritu soportando la ira, fue capaz de realizar el
propósito del Padre Eterno en la purificación de Su pueblo, en
separando sus escogidos aparte, y haciéndoles de ahora en
adelante santos al Señor (Zac 14:21). "Ha terminado" (Juan
19:30). ¿La ley divina requiere para nuestra aceptación la
perfecta sumisión a la voluntad del Señor? Él la ha rendido.
¿Pide obediencia completa a sus preceptos? Él ha presentado
lo mismo. ¿Exige la voluntad completa del Señor un
sufrimiento humillado, un sudor de sangre, de dolores
desconocidos y de una muerte sacrificial? Cristo lo ha
presentado todo, sea lo que sea "todo". Así como, cuando
Dios creó, Su palabra efectuó toda Su voluntad, así también
cuando Dios redimió Su Palabra bendecida y encarnada ha
hecho toda Su voluntad. En cada punto, cuando Dios miraba
la obra de la creación cada día y decía "Es bueno", así
también cuando Dios mira a cada parte de la obra de Su
querido Hijo, Él puede decir de ella: "Es bueno". El Padre se
une en el veredicto de Su Hijo que ha terminado; toda la
voluntad de Dios para la santificación de Su pueblo es
cumplida.
Cuerpo aquí es equivalente a vida. Al entregar el cuerpo, se
estaba entregando Él mismo y al derramar su sangre, estaba
haciendo realidad las figuras de los sacrificios del orden
levítico. La idea de derramar la sangre es equivalente a
entregar una vida, como se enseña en la Ley: "Porque la vida
de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer
expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma
sangre hará expiación de la persona" (Lv. 17:11).

Finalmente, el sacrificio del cuerpo de Cristo es la


contrapartida de los sacrificios del sistema levítico. La
diferencia, no obstante, entre el sacrificio de Cristo y los
sacrificios de animales es profunda: el sacrificio de Cristo
fue una vez para siempre; los sacrificios de animales eran
incontables. Por otra parte, Cristo ofreció su propio cuerpo
como sacrificio; el adorador de la era del primer pacto ofrecía
sustitutos. Además, Cristo presentó su cuerpo
voluntariamente; los animales eran sacrificados por la fuerza,
en contra de su voluntad. La obediencia de Cristo a la
voluntad de su Padre obtuvo nuestra liberación del poder del
pecado y nos adaptó para vivir una vida dedicada al servicio
de Dios. De esta manera reflejamos la santidad y
perfección de Dios al responder a la exhortación de
Jesús: “Sed por lo tanto perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto” (Mt. 5:48; véanse también Lv. 11:44–
45; 19:2; 20:7; 1 P. 1:16).

Salmos 46:8-11

Hebreos 10:11-18

En los versículos de 11 al 18 el autor camina hacia la


conclusión del argumento.

“Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay


ofrenda por el pecado.” (Heb 10:18 LBA)

Todo el argumento desarrollado en los versículos anteriores


haciendo uso del salmo 40, buscaba afianzar en los oyentes
una profunda confianza y seguridad en el sacrificio de Cristo y
a la vez exaltar la superlativa excelencia del Sacrificio de
Cristo, produciendo adoración en sus corazones.

Así el autor ha demostrado que los sacrificios del A. T. no


podían eliminar completamente la culpa y el pecado (10:1-4),
y que el sacrificio de Cristo en la cruz eliminó el sistema de
sacrificios y nos proporciona una posición perfecta ante Dios
(10:5-10). Ahora por medio de contrastes avanza para
ilustrar su punto principal (10: 11-14).
El perdón providenciado por Cristo es suficiente y eficaz en
contraste al ministerio de los sacerdotes que era insuficiente y
repetitivo.

v. 11-12- El alcance de nuestro perdón es ilustrado por el


contraste entre el ministerio inacabado y repetitivo de los
sacerdotes del Antiguo Testamento y el sacrificio suficiente y
terminado de Cristo.

Con el propósito de demostrar la superioridad y la eficacia del


Sacerdocio de Cristo, el autor vuelve a hacer contraste entre
el trabajo sacerdotal de aquellos días con la obra de Cristo
realizada una única vez para siempre como lo vemos en la
tabla abajo.

El sacerdocio levítico era continuo o ininterrumpido, se


terminaba el turno de uno ya arrancaba otro, por eso la
expresión “día tras día”, y dice también “estaban de pie” para
mostrar la exigencia del ministerio, lo que expresa la idea de
que no había ocasión para descansar, pues en el templo
tenían que trabajar constantemente, allí estaba la mesa de
los panes, el candelabro, el altar de incienso y el arca, pero
no había silla.

Para intensificar el contraste el texto nos muestra que todo


este trabajo era ineficaz en cuanto a liberar al hombre del
pecado, por eso dice “nunca pueden quitar los pecados”.

Desde la perspectiva de las exigencias de Dios las cuales


viene cumplir Jesucristo, las actividades de los sacerdotes
nunca estaban completas, ni alcanzaban a perfeccionar a los
creyentes, por lo que era necesario reiterar los sacrificios
continuamente como se expresa en las palabras “cada día,
muchas veces, los mismos sacrificios.”

El contraste entre los sacerdocios

Versículo 11 – El antiguo Versículo 12 – El nuevo

Día tras día Pero


todo sacerdote este sacerdote

está de pie se sentó

Ofrece cuando hubo ofrecido

una y otra vez para siempre

los mismos sacrificios un sacrificio

que nunca pueden por los pecados

quitar los pecados para siempre

La conjunción adversativa “pero” busca demostrar la


grandeza y la eficacia del sacrificio de Cristo. Cristo se sentó
porque terminó con Su tarea redentora, habiendo puesto fin
al sacerdocio levítico, por eso Él ya no ministrará más en acto
sacrificial.

Su sacrificio quita eficazmente el pecado y rompe el poder del


mismo. Cristo entró en el cielo y tomó Su lugar de honor a la
diestra de Dios. Él tenía pleno derecho a dicho lugar como
Gan Sumo Sacerdote que había cumplido Su tarea de quitar
el pecado y como Rey que había vencido el pecado y la
muerte.

El sacrificio de Cristo es definitivo y, por tanto, irrepetible, el


texto dice habiendo ofrecido “una vez para siempre”,
mostrándonos que fue realizado y concluido definitivamente,
de lo contrario “le hubiera sido necesario padecer muchas
veces desde el principio del mundo; (Heb 9:26).”

¡Qué diferencia entre el sacerdote que cumplía con sus


deberes religiosos en el santuario y Cristo, que se sentó a la
diestra de Dios!

v. 13- El texto después de señalar que Jesucristo había


terminado Su obra de expiar todos nuestros pecados una vez
por todas en el Calvario y que está sentado a la diestra de
Dios, agrega la expresión “esperando”, revelando que Jesús
aún tiene otra obra que hacer en el momento de Su Segunda
Venida: juzgar a los rebeldes que no creyeron en Él y en Su
trabajo expiatorio en la cruz.

Él vino como Cordero de Dios, pero volverá como Rey


triunfante, quien pisará todos aquellos que se oponen a Él. El
que es nuestro Gran Sumo Sacerdote es también el mismo
que es nuestro Rey Triunfante.

El texto pudiera terminar con el v. 12 diciendo que Jesucristo


está sentado a la diestra de Dios, pero el autor añade otro
aspecto de la obra de Cristo que está por cumplirse al
mencionar el salmo 110:1.

“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que


ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”

¿Cuál propósito del autor? Pueden ser dos:

Primero, no quería que sus lectores se desanimaran por la


cruz, como si ella representara una derrota para Dios. Quizás
los judíos incrédulos se burlaban de ellos por su creencia en
un Mesías crucificado. Si Jesús es realmente Señor, ¿por qué
su pueblo sufre persecución y martirio? La palabra del autor
sería: "¡Sólo esperen! Llegará el día en que todos los
enemigos de Jesús estarán por estrado de Sus pies, como nos
dijo Dios en Su palabra en el Salmo 110 ".

Segundo, el autor puede estar haciendo una fuerte


advertencia a sus lectores, diciéndoles que aquellos que no
creen en Él y confían en sus obras a través del judaísmo,
serían considerados entre aquellos que son enemigos de
Jesús, y no este no es el lugar bueno para estar, porque los
enemigos de Jesús se encaminan hacia la derrota y juicio.

v.14 – Así el texto nos hace una tremenda afirmación


relatando el resultado de la obra de Cristo. Porque… es una
palabra que introduce una explicación que debe causar en
nosotros una pausa para meditar en todo lo mencionado
antes.

Porque Jesús hizo lo que hizo en nuestro favor, trayéndonos


perfecto perdón, venciendo a todos los enemigos, podemos
estar seguros de que nos hizo aceptables delante de Dios una
vez para siempre.

El texto repite el resultado de la única ofrenda de Jesús: "Ha


perfeccionado para siempre a los que están siendo
santificados"(traducción literal).

Este versículo reúne dos verdades vitales. Primero, la posición


de los creyentes ante Dios es que son perfectos. Dios ha
perdonado todos sus pecados a través del sacrificio de Cristo,
y les ha imputado la justicia perfecta de Cristo. Estos grandes
hechos son la base de nuestra posición ante Dios.

Segundo, la vida práctica de los creyentes es que están


siendo santificados. Están creciendo en santidad en
pensamiento, palabra y acción. La posición nos es otorgada
instantáneamente en el momento de la fe salvadora. La
santificación progresiva, o sea, la vida práctica se efectúa
durante toda una vida de crecimiento en obediencia. Si no
hay crecimiento en la santidad, hay fuertes razones para
cuestionar si realmente tal persona ha sido perfeccionada en
su posición mediante la fe en Cristo.

Spurgeon: Aquellos por quienes Cristo murió fueron


perfeccionados por Su muerte. No significa que los hizo
perfectos en carácter, para que ya no sean pecadores, sino
que Él hizo que aquellos por quienes murió estuvieran
perfectamente libre de la culpa del pecado. Cuando Cristo
tomó sus pecados sobre Sí mismo, el pecado ya no estaba
sobre ellos, porque no podía estar en dos lugares al mismo
tiempo. Si fue con Cristo, no fue sobre ellos. Fueron absueltos
en el tribunal de Dios cuando Cristo, en favor de ellos, "fue
contado con los transgresores" (Isa 53:12). Cuando Jesús
sufrió el castigo debido a los pecados de Su pueblo hasta la
última jota y tilde, entonces sus pecados dejaron de existir, y
el pacto se cumplió: "Perdonaré su iniquidad, y su pecado no
lo recordaré más" (Jeremías 31:34). Hubo una purificación de
pecado. Él "puso fin a la transgresión y para terminar con el
pecado" (Dan 9:24), y eso para todo su pueblo. No necesitan
otro lavado, ni ninguna purificación adicional, pues en cuanto
al perdón del pecado y la aceptación para con Dios en el
asunto de la justificación, ya que todos ellos han sido
perfeccionados por Su sacrificio.

El sacrificio de Cristo, único en sí mismo, efectuó la


santificación para el creyente. Es decir, cada creyente recibe
estos beneficios del sacrificio de Cristo en la cruz: sus
pecados son perdonados; su conciencia es purificada; tiene
paz con Dios, la certeza de la salvación y el don de la vida
eterna. Cristo ha perfeccionado al creyente para siempre.
Pero, aunque el escritor diga que Cristo “ha hecho perfectos
para siempre a aquellos que están siendo santificados”,
demuestra en otros pasajes que la obra de la perfección no se
ha completado aún en los destinatarios de su epístola (…son
santificados). Se les alienta a resistir al pecado, a soportar las
penalidades, y a someterse a la disciplina (12:4, 7, 9). En
cierto sentido, la perfección ya está aquí, y en otro sentido,
no lo está. Tenemos, sin embargo, esta certeza, de que
somos perfeccionados en Cristo, quien quitó nuestro pecado
mediante su sacrificio.
El testimonio del Espíritu Santo – 15-18

El autor vuelve a fundamentar su argumentación en las


Escrituras, y vuelve a citar la profecía de Jer. 31:33-34.

La afirmación revela que lo que ha sido escrito procede de la


influencia soberana del E.S. sobre los autores humanos. (2
Pe. 1:20-21)

El Espíritu Santo continúa guiando al pueblo de Dios para que


ellos se sometan a la palabra de Dios como lo insta en
hebreos. El Espíritu es El inspirador y el maestro de las
Escrituras y es El quien nos permite comprender y vivir de
acuerdo con las Escrituras. (Fip. 2:13)
¿Qué es lo que dijo El E.S.?

El Espíritu Santo da testimonio en la manera como Dios


resuelve la imperfección del hombre en cumplir con Su ley.
Dios produce en el hombre una renovación espiritual interna
(mente y corazón) a lo que se llama en la Palabra de Dios,
nuevo nacimiento.

Con advenimiento de Cristo y con la consumación de Su obra


sacrificial, Jesús cumplió con la profecía y promesa presente
en Jer. 31:31-34. Por lo tanto, el escritor explica el pasaje de
Jeremías a la luz del advenimiento de Jesús y de Su obra
expiatoria. Cuando Cristo vino al mundo, abolió lo antiguo y
estableció lo nuevo.

Lo que estaba diciendo El E.S. es que Dios va a solucionar el


problema de la desobediencia. En lugar de darles una ley
escrita en dos tablas de piedra, Dios toma aquella ley y las
pone en sus mentes y las escribe en sus corazones. Dios
coloca la ley en ellos, adentro, para que puedan obedecerla.
Una diferencia entre la antigua alianza y la nueva es que la
primera trataba con las acciones externas (ritos de la ley
ceremonial), mientras que la nueva es interna. Hace
referencia a un cambio que Dios hace en los corazones
poniendo Su voluntad y querer. Dios regenera el corazón. No
que eso no sucediera en la antigua alianza, pero como nos
dijo el texto, las cosas del antiguo pacto eran sombra, figura,
o sea, las cosas se daban de manera parcial.

Spurgeon: lo que la ley no pudo hacer con sus cadenas de


hierro, el evangelio lo ha hecho con sus ataduras de seda. Si
Dios te hubiese atronado, te habrías enorgullecido como
Faraón cuando dijo: "¿Quién es Jehová para que yo escuche
su voz?" (Éxodo 5:2). Pero cuando El Señor Jesús te habló en
voz baja, te inclinaste ante Él, y dijiste: "¡Señor mío y Dios
mío!" (Juan 20:28). El viento bramador de la ley te hizo atar
sobre ti mismo el manto de tus pecados, pero el calor cordial
del sol del evangelio te obligó a tirar las vestiduras de tu
pecado, y volar al Salvador. ¡Oh, qué bendito pacto es este!
La muerte de Cristo ha establecido un pacto de gracia en el
que no hay falla ni posibilidad de fracaso, porque la única
condición del pacto ha sido cumplida por Cristo y ahora se
mantiene como un pacto de "deberes" y "testamentos" sobre
la voluntad de Dios de la cual Él nunca volverá atrás. No es,
"Si lo hacen eso, y si lo hacen aquello, Yo haré lo otro", pero
es todo "Yo lo haré"

Ahora podríamos preguntar: ¿por qué volver a la cita de la


profecía de Jeremías? En la ocasión anterior (cap. 8) estaba
claro el sentido en que buscaba destacar las imperfecciones
del antiguo sistema y demostrar que era necesario que el
antiguo sistema fuera quitado para dar paso al Nuevo Pacto,
con lo que quedarían superadas las flaquezas propias de la
antigua alianza. Sin embargo, la intención aquí es otra,
porque concluye con la afirmación de que Dios no se acordará
de los pecados como consecuencia del sacrificio perfecto
de Jesucristo, y por eso es que no hay más necesidad de
repetir las ofrendas del antiguo sistema legal, como
argumenta el autor en el texto.

El sacrificio de Cristo cancela toda deuda de pecado, porque al


creyente se le perdonaron en Cristo todos sus pecados (Col.
1:14; 2:13). La justificación es asunto definitivo para quienes
están en Cristo, revestidos de su justicia (2 Co. 5:21). Dios
ha puesto al creyente en un lugar de victoria que es Cristo
mismo. Quienes están en Él gozan del poder santificador del
Espíritu controlando su vida.

La afirmación “nunca más me acordaré de sus pecados y


transgresiones” tiene gran significado para la vida cristiana.

Dios no se acordará porque Su justicia fue satisfecha


completamente en la vida, muerte y resurrección de Cristo.

Dios no se acordará porque El sacrificio de Cristo es perfecto


y eficaz y por eso es una vez para siempre.
Dios no se acordará porque ahora ya no hay ninguna
condenación para los que están en Cristo Jesús. (Rom. 8:1)

Dios no se acordará más porque cuando nos mira ya no nos


mira con ira, sino que nos mira a través de la gracia
dispensada a nosotros en Cristo.

Spurgeon: cuando el hijo pródigo es recibido y perdonado, él


no es colocado al final de la mesa, ni se siente en el piso,
tampoco es enviado a la cocina con los sirvientes, como si sus
fallas hubieran sido perdonadas pero recordadas. Es invitado
a la mesa, y él se deleita con lo mejor que la casa ofrece. El
ternero cebado es preparado, el anillo está en su dedo, y hay
música y fiesta para él, como había para el hijo mayor que
fuera obediente. No solo eso, sino más, porque hay más
alegría por él que por el hijo que no se había ido. Dios en este
sentido olvida los pecados de su pueblo.

El autor concluye afirmando entonces la inutilidad del antiguo


sistema, pues Cristo vino y cumplió perfectamente la voluntad
de Dios para nuestra redención eterna.

Así la conclusión lógica del argumento es, si Dios está


plenamente satisfecho en Su justicia y no se acordará más de
nuestros pecados y transgresiones, eso significa que hemos
sido plenamente y completamente perdonados. Y si somos
plenamente perdonados ya no es necesario más sacrificios
por el pecado.

El sacrificio de Cristo era definitivo, ya que puso fin a todos


los sacrificios por el pecado. Lo que el hombre era incapaz de
hacer debido a su pecado, a la maldición de la muerte y a su
propia incapacidad para obedecer la ley de Dios, Cristo lo
hizo. El pagó el precio, quitó la maldición, y vivió una vida de
obediencia perfecta.

B. F. Westcott menciona de manera resumida tres


consecuencias del pecado y de la necesidad de la obra de
Cristo:
a. deuda que requiere perdón

b. servidumbre que requiere redención

c. alienación que requiere reconciliación

La remisión de pecados consiste en que Dios perdona a los


pecadores en base al sacrificio de Cristo y los acepta como
hijos e hijas que nunca pecaron. Liberados de la servidumbre
del pecado, han recibido el don de la vida eterna (Jn. 17:3)
puesto que pertenecen al nuevo pacto del cual Cristo es el
mediador. Y los términos de Su nuevo pacto requieren sólo
ese único sacrificio ofrecido una vez para siempre por
Jesucristo.

Salmo 103

Este es un salmo de acción de gracias donde vemos que el


autor alaba, bendice a Jehová y se exhorta a si mismo a no
olvidarse de ningún de los beneficios recibidos de la parte de
Dios.
Ya hay algunas cosas que podemos aprender con el salmista,
que todo lo que tenemos recibimos de Dios (5), es Dios quien
nos colma de bienes.

Segundo que tenemos que cuidarnos que podemos llevar la


vida como se las cosas que nos pasan son triviales,
ordinarias, y perder de vista los beneficios que hemos recibido
del Señor.

Caminamos para la conclusión de un año más, ya estamos en


época de cierre de actividades, y como creyentes sabemos
que, si llegamos hasta aquí, es porque El Señor nos ha
sostenido con Su gracia, de lo contrario pereceríamos (15),
sabemos que si llegamos hasta aquí es porque Dios nos
tratado con misericordia y no conforme a nuestros pecados
(17,18, 10).

Por eso podemos decir esta noche como el salmista bendice


alma mía al Seño y no te olvides de ninguno de sus
beneficios.
https://bible.org/seriespage/lesson-28-total-forgiveness-
hebrews-101-18

https://bible.org/seriespage/perfect-sacrifice-sacrifice-
perfects-hebrews-101-18

https://www.fpcjackson.org/resource-library/sermons/once-
for-all

por los pecados

quitar los pecados


"Una de las fórmulas épicas del Nuevo Testamento". Quita el
primero, es decir, el sistema legal del Antiguo Testamento,
sacrificios, ofrendas, continuamente ofrecidas, para que
pueda validar el segundo. ¿Cuál es el segundo? El único
sacrificio del Señor Jesucristo. Así que esta es una de las
declaraciones más significativas de este libro. "El quita la
primera para que establezca la segunda". La ley del Antiguo
Testamento se elimina en el ministerio del Señor Jesucristo. Y
el versículo 10, "Por eso habremos sido santificados por la
ofrenda del cuerpo." ¡No sacrificios! Sacrificios de animales
¡Pero por "el cuerpo" de nuestro Señor Jesucristo! ¿Ve usted
el punto?

Samuel pg 541
Kistemaker 253
Ffbruce 301

La causa por la que el Hijo de Dios entra en el mundo es la


impotencia de los sacrificios del ceremonial levítico para
resolver el problema del pecado. El Salvador viene para
redimir al mundo mediante su sacrificio perfecto y definitivo.
Retrocede a las verdades recién registradas en cuanto a la
impotencia y la inadecuación de los sacrificios de animales
para hacer perfecto al fiel y darles una conciencia limpia. Era
necesario un mayor sacrificio. Vea la importancia de hacer
una pausa para reflexionar en oración sobre los términos de
la conclusión.

2. Christ’s obedience to God’s will at the cross set aside the Old
Testament sacrifices and provided perfect standing for us before God
(10:5-10).

La obediencia de Cristo a la voluntad de Dios en la cruz dejó


de lado los sacrificios del Antiguo Testamento y proveyó una
posición perfecta para nosotros ante Dios (10: 5-10).

El escritor está ofreciendo una explicación adicional de "la


finalidad del único sacrificio del Mesías y, por tanto, de su
superioridad a los sacrificios de la ley".

En Cristo recibimos un perdón completo y definitivo, una vez


por todas, todos nuestros pecados, pasado, presente y futuro.
Estamos propensos a decir, "¿Cuál es la captura?" No hay tal
cosa como un almuerzo absolutamente libre, pero hay tal
cosa como el perdón absolutamente libre de Dios de todos
nuestros pecados. Es totalmente gratis para nosotros, porque
Cristo soportó la terrible pena que merecíamos pagar.

Una conciencia culpable es una cosa común, incluso en la


iglesia muchos están inseguros acerca de su posición ante
Dios debido a pecados pasados o presentes. Esta inseguridad
puede estar ausente por un tiempo, pero otras veces se
presenta como fuerte acusación. Se preguntan si alguien más
sabe lo que han hecho y tienen miedo de que la verdad se
escape. Pero el miedo mayor es si Dios les ha perdonado
verdaderamente. No están seguros de cómo van a pasar
cuando se paren frente a Él algún día.
¿Los castigará Dios en esta vida o en la eternidad por las
cosas terribles que han hecho?
Los creyentes necesitan de la seguridad que presenta el
texto:
A través de la obediencia de Cristo a la voluntad de Dios en la
cruz, los creyentes bajo el nuevo pacto reciben lo que
aquellos bajo la Ley no pudieron recibir: Total perdón.

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