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Babel: el mundo ruidoso y cotidiano de la antigua Roma

En el centro de Roma, justo al oeste del río Tíber, se encuentra el distrito de Trastevere. Es un
lugar lleno de vida, especialmente, después del anochecer. Las calles estrechas y las pequeñas
plazas cerradas están atestadas de tiendas que abren hasta tarde y de cientos de bares o
restaurantes, cada uno de ellos con sillas y mesas esparcidas en las calles empedradas,
absorbiendo y arrojando un flujo constante de comensales y bebedores. Algunas de las
personas aquí son locales; pero muchos más son visitantes que han acudido a Roma desde
todo el mundo. Usted escuchará no solo el italiano, sino también voces en francés, inglés,
japonés, español, ruso y árabe, todo mezclado para crear un murmullo particularmente exótico
de conversaciones humanas. Y, de vez en cuando, el traqueteo y el rugido de las furgonetas de
reparto, o de los limpiadores de calles, de las contraventanas que suben o bajan, de los timbres
sonando: todos ellos son los ruidos de fondo de un distrito comercial moderno que trae sus
suministros y retira sus desechos.

Con su zumbido de interacción humana, maquinaria y producción de dinero, el paisaje sonoro


de Trastevere es, en muchas formas, el paisaje sonoro por excelencia de la ciudad europea
moderna. Pero, además, no es muy diferente de los sonidos que habríamos escuchado aquí
hace unos 2,000 años. La antigua Roma no fue la primera ciudad en la civilización humana, por
supuesto. La Epopeya de Gilgamesh se refiere al "alboroto" y al "clamor" de las ciudades-
estado de Ur, Uruk y Sumer, hace 1.000 años o mucho antes.1 Pero, en el apogeo de su poder y Commented [g1]: Nota 1
riqueza, Roma estaba en su propia liga: una ciudad de un millón de personas, la ciudad más
grande conocida hasta ahora, y en todas las cuentas, la más ruidosa.

Muchas personas inválidas mueren de insomnio aquí ... El tráfico interminable en estrechas y
sinuosas calles, y la maldición del ganado varado ... Siempre estoy pisoteado por pies violentos
de todos lados, mientras que las botas punteras de un soldado se clava en el dedo de mi pie ...
Hay cientos de comensales acompañados por sendas cocinas portátiles ... Entre tanto, sus
familias, olvidadas, están fregando los platos ... están rascando los fondos de raspa aceitosa
... Los esclavos ajetreados en varias tareas ... El borracho imprudente está apurado si por
casualidad no hay nadie en absoluto sobre quien ir a pasar toda la noche afligido, como Aquiles
por su amigo, mintiendo ahora en su cara, y luego, volviéndose de espaldas: ya que es la única
forma en que puede cansarse, recibe una zurra o dos para mandarlo a dormir …2 Commented [g2]: Nota 2

El escritor Juvenal era propenso a la exageració n -y desdeñaba la Roma imperial en que


vivía. Aun así, él captura algo de la energía de esa ciudad atestada e inquieta. En la antigua
Roma, el ruido era una señal de vitalidad. Pero cuando era tan constante y difícil de alejarse,
también era una fuente de irritación. Por lo tanto, no es de extrañar que cuando leemos sobre
los sonidos de la antigua Roma, se revela un mundo de tensión social latente.
Una de las descripciones más vívidas del paisaje sonoro romano proviene de Séneca, quien
describe, directamente, la vida de algunos baños públicos:

Solo imagina toda la gama de voces que pueden irritar mis oídos. Cuando los tipos más
musculosos hacen ejercicio y se balancean por llevar cargas pesadas en sus manos, y cuando se
están esforzando, o al menos pretendiendo esforzarme, oigo gemidos. Y cuando aguantan la
respiración por un rato y la dejan salir, yo escucho silbidos y jadeos muy roncos. Pero cuando
tengo que aguantar a un compañero poco atlético, satisfecho con un masaje de mala calidad,
escucho la palma de una mano golpeando sus hombros ... Imagínese, también, un borracho
peleón, o a veces un ladrón atrapado en el acto, o un hombre al que le encanta cantar en el
baño. Y luego imagine a la gente buceando en la piscina con un gran chapoteo de
agua. Además de esos hombres, de quienes son las voces, si nada más, al menos natural,
imagine el peluquero con su voz penetrante y aguda, chillando continuamente para ser
notada; nunca está callado, excepto cuando está depilando las axilas y obligando a su cliente a
chillar en lugar de a él. Podría agotarme solo escuchando la variedad de gritos entre personas
que venden bebidas, salchichas, pasteles; cada restaurante o bar de bocadillos tiene su propio
vendedor ambulante con su propio canto reconocido.3 Commented [g3]: Nota 3

Dirigido a la distracción por estos ruidos de abajo, Séneca podría haber buscado algún respiro
saliendo a pasear. Sin embargo, si lo hubiera hecho, le habría costado encontrar alguno en las
calles alrededor de su apartamento. Afuera, habría encontrado aún más personas vendiendo
sus productos, cada vendedor con su propio clamor distintivo: cuanto más fuerte, mejor, en esa
lucha constante por atraer clientes. Un área como Trastevere proveyó un importante destino
comercial para toda la ciudad: era un lugar de carga y descarga, de talleres, un crisol de
culturas; y lleno de personas, entre las más pobres, que vivían codo a codo. Mientras el imperio
fue creciendo y prosperando, Roma absorbió en su órbita más y más bienes, gustos, olores,
colores y sonidos exóticos, todo lo cual deambuló, rodó o resonó a su manera, a lo largo de
calles tan estrechas que, supuestamente, era posible que quien vivía a un lado, escaleras arriba,
alcanzara y tocara a su vecino de enfrente.

Al nivel del suelo, habría existido una corriente de bramidos de animales, arrastrados desde el
campo hacia su muerte, ya sea para sustento o sacrificio;4 y, dado que se trataba de una capital Commented [g4]: Nota 4
imperial, traía migrantes económicos, comerciantes y esclavos de provincias de todo el
Mediterráneo y más allá, personas conversando en todas partes, en docenas de idiomas:
siríaco, copto, púnico, celta, hebreo. El latín también se hablaba, por supuesto, pero rara vez la
versión refinada y ordenada que vemos cincelada a los grandes monumentos o escuchamos
recitar en las aulas de hoy. El graffiti que se encuentra en los burdeles o cuarteles proporciona
una instantánea de lo que era un lenguaje vivo y terrenal. Hubo códigos secretos y diferentes
estilos utilizados entre los diversos oficios o profesiones, o en diferentes distritos de la
ciudad; las reglas de sintaxis fueron descartadas acasionalmente; se dio rienda suelta a la
creatividad verbal. Como señala Jerry Toner, el discurso cotidiano estaba "lleno de necesidad y
urgencia". En las calles y talleres habríamos escuchado muchas negaciones dobles -"Nunca
hagas un buen cambio a nadie"- y las consonantes se reducen para facilitar el habla: el scriptus
se convierte en el scritus, el sanctus se convierte en santus, el hortus se convierte en ortus.5 A Commented [g5]: Nota 5
veces se agregaron nuevos sonidos para lograr un efecto dramático: ¿por qué fugio, huir,
'cuando puedes fugito, corre como el infierno?', observa Toner. 6 ¿Y por qué sólo hablar si Commented [g6]: 6
también puede gesticular ruidosamente, con golpes de manos, palmadas en el pecho o la
frente, y zapateando los pies? En las calles de Roma, la comunicación humana se llevó a cabo
con una 'intensidad e inmediatez emocional' que debió ser difícil de ignorar.7 Commented [g7]: 7
¿Cómo rayos pudo la gente seguir con su vida normal rodeada de todo esto? Según Dio
Chrysostom, el observador griego de las costumbres romanas, se fue cultivando un aire de
olvido, incluso la densidad del tumulto:

Recuerdo haber visto una vez, mientras caminaba por el Hipódromo, muchas personas en un
lugar y cada una haciendo algo diferente: uno tocando la flauta, otro bailando, otro haciendo
un truco de malabarista, otra leyendo un poema en voz alta, otra cantando y otra contando
alguna historia o mito; y aun así, ni una de ellas impidió que la otra atendiera su propio negocio
y realizara el trabajo que tenía en su mano.8 Commented [g8]: 8

Este caldero turbio de personas y sonidos tenía un cierto atractivo visceral. Séneca, por
ejemplo, insinúa que encontró al menos algo de placer sensual, no en la gran arquitectura ni en
el foro romano limpio, ordenado y al aire libre, sino en los callejones, bares y burdeles de la
ciudad, así como en sus baños llenos de vapor, donde podía, tal como lo había dicho, percibir el
olor a perfume de un extraño que pasara, el vino en su aliento, el eructo de un hombre
borracho.9 Incluso los más elevados se alegraban de agregar el ruido de sus propias juergas a la Commented [g9]: 9
rica mezcla sonora de Roma. Se cree que el emperador Augusto, por ejemplo, disfrutaba de la
pantomima. Y los emperadores imponían modas. La ciudad nunca había abrazado el canto y el
baile como lo habían hecho los antiguos griegos, pero después de la entusiasta aprobación de
la forma artística por parte de Augusto, el público se uniría a los cantantes y bailarines en el
escenario con tal entusiasmo que no era raro que las presentaciones terminaran con el
estallido de un alboroto.10 Tal apasionado abrazo al deleite sensorial, incluso si eso significaba Commented [g10]: 10
algo refinado o tosco, era parte de ser romano. De lo que no hay duda es por qué Séneca, el
estoico que supuestamente era, se jactó de "no prestar más atención" al estruendo del
gimnasio o de la calle que a las "olas o las cascadas": distraerse por el ruido, consideraba, era
sucumbir a la propia inquietud interna.11 Commented [g11]: 11

Entra en las ruinas de un antiguo edificio de viviendas en Vía Giulio Romana, cerca del foro, sin
embargo, y es difícil no pensar en la tolerancia al ruido de Séneca como la pose ligeramente
indulgente de alguien con el privilegio de ser libre de elegir cuándo, y cuándo no, acallarlo,
alguien con un poco de conciencia sobre las realidades de la vida plebeya. Hubo una vez, un
bloque de cinco pisos: algunas plantas habrían sido tiendas, otras estarían llenas de
habitaciones tipo celda, otras, con unidades un poco más espaciosas, pero todas separadas
solo por pasillos muy angostos, y justo al lado de una calle.12 Aquellos que no tuvieron más Commented [g12]: 12
remedio que vivir aquí hace casi 2,000 años, en los apartamentos estrechos e inestables, muy
cerca, físicamente, de la grandeza del foro, pero socialmente un mundo aparte, nunca habrían
disfrutado de paz o tranquilidad. Y la experiencia de esas almas desafortunadas que viven en
este lugar en particular, se habría repetido en toda la ciudad. Un censo oficial de finales del
período imperial sugiere que Roma tenía menos de 2.000 viviendas unifamiliares, pero más de
46,000 viviendas compartidas en bloques de apartamentos.13 Estaban pobremente Commented [g13]: 13
construidas, a veces con paredes finas como el papel, que brindarían poca protección contra
los sonidos de la calle, las tiendas y talleres cercanos, o los trajines interminables de
suministros, que, algunos registros parecen sugerir, Julio César había ordenado que entraran
en la ciudad sólo de noche. Las habitaciones no existían: el dormir se hacía por turnos,
hombres, mujeres o niños que ocupaban nichos rudimentarios en las paredes de otras
habitaciones. Estos romanos, al menos, vivían con poca privacidad y sin medios para mantener
confinado el ruido de los miembros de la familia y dejar a los vecinos solos.
Esta proximidad debió ser un caldo de cultivo para la irritación y la intolerancia, tan similar
como para el estoico Séneca. Como era de esperar, se buscaron chivos expiatorios, y aquellos
que parecían un poco diferentes eran los más vulnerables. Tomamos un soplo de esto en
Juvenal. Desde su perspectiva rica y privilegiada, al menos, miró a la comunidad siria en Roma
como una especie de aguas residuales arrastradas desde el Mediterráneo, con su jerga y sus
maneras, sus flautas, sus arpas extravagantes... sus panderetas nativas, y las prostitutas que
rondan el hipódromo .14 Commented [g14]: |4
Es difícil saber si Juvenal reflejó el punto de vista de las personas más pobres que realmente
viven entre los sirios. Pero no es difícil imaginar que, en condiciones de hacinamiento, a
menudo todos los hombres eran para él mismo. Aquellos con un poco de poder o influencia lo
usaron. El protocolo educativo se ocupó, por ejemplo, de que ningún calderero pudiera instalar
una tienda en una calle donde viviera un profesor, para que al menos pudiera estudiar en paz,
aunque nadie más pudiera hacerlo. Otros, simplemente, escaparon del ruido y del
hacinamiento, un ejemplo temprano, tal vez, de esa preocupante mezcla de prejuicio y miedo
llamado "vuelo blanco". Séneca predicó la tolerancia. Pero al final, incluso él decidió mudarse
de su apartamento sobre el gimnasio y establecerse en un lugar un poco más relajante. "¿Por
qué debería necesitar sufrir la tortura más de lo que quiero? ”, explicó, con lo que solo puede
describirse como una falta completa de estoicismo.15 Commented [g15]: 15
Si usted estaba entre los ciudadanos más ricos de Roma, a menudo era en lugares como el
Palatine Hill, con vistas al foro, unos treinta y dos metros más abajo, donde habría buscado un
refugio del ruido de la gente común. Al igual que el foro, el Palatino ahora es, en gran medida,
un laberinto de escombros. Pero si lo visita hoy, adquiere un verdadero sentido de la amplitud,
el aire fresco y la relativa calma que habría experimentado al vagar entre los recorridos más
deseables. Al menos hasta el final del primer siglo a. C., las grandes casas de la colina del
Palatino habrían sido oasis de tranquilidad, acentuado sólo por las pisadas sobre el mármol, o
el sonido favorito de todos los romanos, el goteo del agua decorativa.
A finales del siglo I d. C., las casas privadas de los ricos habrían cedido, en gran parte, a los aún
más grandes palacios imperiales. Hay vestigios de terrazas elegantes en un palacio construido
por Tiberio. Cerca, en el Domo Augustano, la residencia privada del emperador, están los
contornos de un vasto patio central, de baños privados, fuentes y columnatas. Dentro del
palacio o de las mansiones privadas que se reemplazaban, la mayoría de las habitaciones
habrían tenido grandes colgaduras tejidas para absorber el sonido y crear un poco de
privacidad. Habría esclavos y sirvientes que iban y venían, por supuesto; pero su presencia
habría sido silenciada. Sus amos y señoras, a menudo, insistían en que los esclavos que los
atendían en las comidas estuvieran callados. Este era un silencio lleno de significado, por él se
alardeaba ante cualquier huésped del grado control de los amos sobre su propio
dominio. Como Séneca observó, en estas circunstancias, 'Un látigo castiga cualquier murmullo
y ni siquiera los accidentes - una tos, un estornudo, un hipo - se dejan pasar sin una paliza'. 16 Commented [g16]: 16
Asegurado en una zona de placer sensual privado como este, elevada y estrechamente
regulada, los ricos, poderosos y educados ampliarían su distancia social, así como la geográfica,
de la plebe de abajo.
Ser ruidoso fue condenado como vulgar, tan malo, en realidad, como ser maloliente. Escritores
como Amiano representaron los sonidos de los resoplidos, gruñidos y peleas de los romanos
ordinarios como bestiales, si no, obscenos.17 Romper el aire era una cuestión compleja. En Commented [g17]: 17
general, se entendió que uno debía tratar de mantenerlo todo en secreto cuando estaba en
una sociedad educada. Sin embargo, había rumores de que personas habían muerto a causa de
un tono intrincado; y siempre existía el riesgo de que los vapores nocivos atrapados en el
cuerpo de uno pudieran ir directamente al cerebro y perturbare todo el cuerpo y la mente. Tal
vez, se preguntó el emperador Claudio, incluso la mejor gente debería ser libre de tirarse
pedos. En general, sin embargo, valía la pena mantener las distinciones sociales. Y otras
personas eran, simplemente, demasiado sucias, demasiado rudas, demasiado ruidosas,
demasiado cercanas para la comodidad. Siempre que los grandes y los buenos del Palatino
tenían razones para transitar por las calles concurridas del distrito central, se habrían empleado
comitivas y criados para rodearlos y restablecer, así, la distancia entre ellos y la multitud.18 Commented [g18]: 18
Como era de esperar, el levantamiento del puente levadizo no hizo nada para mejorar la
comprensión o la simpatía mutuas. Es posible que cualquier prohibición de vehículos con
ruedas en las calles, durante el día, fuera diseñada, simplemente, para satisfacer los deseos de
los plutócratas de mantener las calles despejadas para sus propios caballos; hubo poca
consideración por los miles de romanos ordinarios, condenados a las noches de sueños
rotos. Pero, de nuevo, ¿cómo podría alguien, cuyo cuarto de dormir estaba tan lejos de las
avenidas principales, empezar a imaginar los efectos del desgaste en los demás, del
interminable ruido nocturno?
Sin embargo, sería un error concluir que los gobernantes de la antigua Roma eran indiferentes
a la cultura o valor político del sonido. Habrían escuchado voces advirtiéndoles sobre el caos
sensual y el hedonismo fuera de control, de la propagación de la música desmoralizante y
afeminada que destruye la virilidad sobre la que se construyó un imperio. Habrían creído que
los sonidos no eran solo cosas externas para ser percibidas de forma desapegada: ellos
invadían el cuerpo y eran capaces de corromper, o, alternativamente, de cultivar las mentes.
Así que siempre tuvo sentido, en lo que se refiere a la élite romana, poner sonido a algún tipo
de propósito moral. Eso significaba, en tal caso, usarlo para mantener el orden social, usarlo
como parte de un plan más amplio para empujar a las personas a que tomen sus placeres de
una manera mucho más controlada.
Así que, el centro público de la antigua Roma no fue abandonado. En su lugar, se transformó
en un 'espacio establecido y aturdidor'.19 Un programa de embellecimiento había comenzado Commented [g19]: 19
bajo Pompeyo y Julio César. Pero fue con Augusto y sus sucesores que se levantó un gran
número de estatuas, se abrieron jardines y baños, se construyeron templos y teatros y calles
largas y rectas, todo para el placer del público. Ellos formaron el impresionante telón de fondo
para presentaciones ricas en sonido organizado. La música y el baile acompañaron la
inauguración de las estatuas, ayudando a darles vida.20 Las procesiones continuaron la larga Commented [g20]: 20
tradición de arrastrar el botín de guerra a través de la ciudad. Estos eran asuntos que detenían
a la multitud. Un relato de una procesión anterior, celebrando la derrota del último rey de
Macedonia en 167 a. C. describe la sucesión interminable de carros, cada uno cargado de
armamento y armaduras capturadas:

… cascos que descansan sobre escudos y placas de pecho sobre los chicharrones … escudos
… bridas de caballos … espadas ... largas lanzas macedonias ... todos las armas con las
envolturas flojas, chocando tanto entre ellas como fueron infligidas, y producían un sonido
áspero y horrible, y la vista de ellas, incluso aunque fueran despojos de un enemigo
conquistado, no carecía de sus terrores.21 Commented [g21]: 21

Un poco más atrás- en el desfile, habrían trompetistas; soldados entonando cantos de victoria
ya sea para elogiar a su general o, más a menudo, para molestarlo; músicos, bailarines, el
ganado para ser sacrificado: todo escuchado y observado por las multitudes animadas.
Estas exhibiciones ruidosas debían ser al menos un poco aterradoras, tanto como
agradables. Ellas recordaban a los ciudadanos de poder de Roma, la opulencia que brotaba de
la riqueza de la nobleza y el poder del ejército. Nos revelan que, incluso en el caos
superpoblado de la primera metrópolis del mundo, el sonido nunca era solo sonido. Donde
fuera que lo encontremos, estaba cargado de significado, ya sea para ayudar a medir el abismo
social entre ricos y pobres, u ofrecer la tentadora esperanza, para aquellos a cargo, de crear un
paisaje sonoro para los sentidos, ordenado y agradable a la multitud. Por supuesto, los eventos
públicos más grandes de todos, tuvieron lugar en el Circo Máximo y, un poco más tarde, en el
famoso Coliseo. Así que, deberíamos seguir a continuación para descubrir qué sucedió cuando
los gobernantes y los gobernados se encontraron cara a cara: cuando la multitud rugió de
emoción en medio de la violencia, el espectáculo y el ruido de los juegos romanos.

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