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Evaluación de altenativas

Evaluación de alternativas, concepto

“El conjunto reunido de las alternativas de selección posibles se compone de la

información disponible (insumos comerciales y no comerciales) y/o por la que el

consumidor estuvo dispuesto a recoger.

El tipo de consumidor, las características de la decisión, el riesgo percibido, la

experiencia acumulada y la cantidad de información en el ambiente

determinarán ese conjunto”.

En el módulo 1 ya anticipamos que la etapa de evaluación de alternativas

pretende identificar ventajas y desventajas de cada uno de los

productos/servicios que podrían atender la necesidad/problema del

consumidor y conferirse como solución. También se indicó que esa

búsqueda de “lo bueno y lo malo”, “lo mejor y lo peor”, “lo favorable y lo

desfavorable” de cada alternativa está centrada en todos y cada uno de los

atributos de los productos/servicios.

Luego del reconocimiento del problema y de la búsqueda de la información,

el individuo ya está listo para emprender el recorrido de la evaluación de las

alternativas.

Verás que esa evaluación se efectúa de acuerdo a las expectativas que tiene

el consumidor en torno al elemento satisfactor de la necesidad

(producto/servicio) que está por adquirir y esas expectativas estarán

dadaspor la conjunción de los distintos atributos (color, sabor, tamaño) que

componen el producto/servicio.

No podríamos, o lo haríamos de manera ineficaz e ineficiente, pensar en la

satisfacción del cliente sin darle a esta etapa del proceso de toma de

decisiones del consumidor, la evaluación de alterativas, la importancia que

merece.

Así es preciso preguntarnos: ¿qué es un atributo?


Es un aspecto particular del bien, un componente específico que el

producto/servicio debe tener por su condición de tal (una heladera, un

neumático, una computadora personal) o que el consumidor desea que se

encuentre de la manera adecuada.

Es una característica relevante de un objeto (recuerda la definición amplia

de objeto que incluimos en módulos anteriores: es el fin o intento a que se

dirige una acción), un aspecto esencial.

De un lavarropa, podríamos enumerar la capacidad de lavado, que deje

limpia la ropa, que no la encoja, que sea silencioso, que obtenga un

equilibro entre la calidad del lavado, la cantidad de polvo para lavar, el

consumo de agua y de electricidad.

De un bolígrafo, que escriba sin que se corra la tinta sobre el papel, que

sea liviano, de formas redondeadas, que tenga un cierre adecuado para

que no manche la prenda que lo aloja.

De un pantalón tipo vaquero o jean, que no se encoja, que no se estire,

que no sea muy alto, que no sea muy bajo, etc.

Algunos atributos pueden identificarse sólo con una palabra (color, peso,

tamaño, luminosidad, velocidad, durabilidad, eficiencia); otros son más

complejos de detallar (relación costo/eficiencia, relación precio/calidad).

¿Todos los bienes (materiales o inmateriales) tienen aspectos particulares

(atributos) factibles de ser identificados?

La respuesta es sí; como se expuso anteriormente, algunos son de fácil

definición y otros no tanto. Y la respuesta es sí porque el individuo evalúa

los objetos y en síntesis la realidad que lo rodea de acuerdo a las

características y detalles que captura conciente o inconcientemente, de

manera voluntaria o de manera involuntaria.

Incluso las frases como “me gusta" o “no me gusta”, “lo quiero" o “no lo

quiero", pueden descifrarse en los elementos que las componen.


El por qué de una evaluación positiva o de una evaluación negativa, ya sea

ésta racional y objetiva, o emocional y subjetiva tiene origen en los aspectos

relevante del objeto de su estudio (por ejemplo, un productos o un servicio)

que el individuo identificó como importantes (para él).

Todo esto puede sintetizarse diciendo que el consumidor identifica los

atributos importantes, de un producto o de un servicio, a ser tenidos en

cuenta para, a partir de la evaluación individual y conjunta de ellos, lograr

una apreciación sobre cada alternativa.

Además, estos componentes se clasifican en esenciales o primarios y en

accesorios, complementarios o secundarios.

Atributos esenciales:

Son inherentes al objeto (una heladera debe conservar fríos los

alimentos, un lavarropas debe limpiar la ropa, una chaqueta debe

abrigar).

Atributos complementarios:

Están en segundo plano; si los esenciales se presentan en el producto de

la manera adecuada entonces el consumidor pasa a considerarlos.

Generalmente es ésa la secuencia: por ejemplo, el soporte para colgar de la

pared un secador de cabello es un atributo complementario, el color de un

celular también es un atributo complementario.

Veamos los siguientes ejemplos.

1) A un consumidor de tipo cognoscitivo poco le importará la amplia

atención de los horarios de un banco si la tasa que busca para realizar un

plazo fijo no es la que él considera adecuada.

2) Situación parecida se observa en el análisis de la cartera de productos de

una compañía de seguros: el consumidor se interesará más por los

distintos planes de seguros (personal, familiar, para su vehículo, para su

empresa, etc.) que por la cantidad de sucursales que tenga la empresa.


3) Cuando se trata de un correo privado seguramente es más importante el

tiempo de entrega (lo más breve posible) que el servicio de retiro a

domicilio.

4) En cuanto a los insecticidas es esencial el análisis de su toxicidad y no la

presentación del producto (líquido, en polvo, gel o granulado).

5) Para los productos lácteos, el primer análisis es para la calidad de la

elaboración, después se tendrá en cuenta la variedad de sabores.

6) Y, finalmente, si una cortadora de césped no se percibe como segura (la

marca y/o el modelo) poca atención se prestará a su diseño (moderno o

tradicional).

En el siguiente cuadro dispones de más ejemplos. Complétalo de acuerdo a

todo el conocimiento adquirido: ten en cuenta el tipo de producto, los

posibles tipos de consumidor, la importancia relativa de los distintos

atributos, etc.

Resultará interesante que escribas en sus cuadernos de notas una lista más

exhaustiva de los atributos esenciales y complementarios de cada producto

o servicio.

Retomemos la idea de: el consumidor desea que se encuentre de una

manera adecuada… para intentar comprender que no sólo debe estar

presente el atributo, sino que además debe adquirir una determinada

resolución. Por ejemplo:

El consumidor requiere que la seguridad del neumático esté garantizada

a más de 100 Km/h.

El consumidor exige que la cobertura del servicio de telefonía celular

esté pautada para todo el Norte Argentino, etc.

Yo puedo pretender que el horno eléctrico que estoy dispuesto a

comprar cocine la carne con sabor a “asado”, (no hervido, no frito), ¿y

tú?
También habrá que agregar otro ingrediente, la importancia que el

consumidor le asigna a cada atributo en el todo; por ejemplo,

probablemente la seguridad del neumático pese más que la durabilidad.

¿Cómo decide el consumidor, qué criterios y/o atributos son

importantes?

¿Cómo hace para reducir el espectro a un número aceptable o mínimo de

alternativas de productos o servicios y finalmente arribar a un producto

o servicio y no a otro?

¿Analizará, el consumidor, todas las alternativas de bienes

(productos/servicios) y todos los lugares de compras (reales o virtuales)?

No. Para algunas circunstancias evaluará muchos bienes (si se trata de la

decisión sobre un inmueble). En otras circunstancias sólo evaluará unas

pocas (si se trata de un teléfono celular). Y en algunas circunstancias sólo

considerará una sola marca (es el caso de comprar siempre la misma

marca de lácteos).

Todo lo expuesto será conjugado por el consumidor en su listado de

alternativas de selección (marcas/productos/servicios), al que llamaremos

conjunto evocado. Dicho listado proviene de uno mayor, compuesto por

todas las alternativas que él conoce (algunas las descartó), puesto que no

lograron formar parte de su conjunto evocado.

Por su parte, aquellas alternativas que no lograron formar parte de su

conjunto evocado, se incluyen en un conjunto aun mayor que corresponde

al total de alternativas de solución para su necesidad/problema.

Gráficamente:

Y la evaluación que hará el consumidor de cada alternativa de solución del

conjunto evocado será expresada en términos de la valoración de los

atributos presentados en cada producto/servicio en la jerarquía que él ha

establecido.

De esta manera el individuo simplifica el proceso de selección.


¿Se han puesto a pensar qué atributos buscan las personas cuando entran

a un salón de ventas a consultar sobre un determinado producto?

¿Han comparado su propia valoración como consumidor, de los atributos

de un producto/servicio de una determinada marca con los atributos de

otra marca?

Si no lo han hecho, los invito a hacerlo.

Y reflexionando un poco más...

¿Por qué crees que un consumidor compraría el producto en un salón

de ventas y no en otro?

Si no te has efectuado esta pregunta con anterioridad, también te invito

a hacerlo.

Probablemente, las respuestas refirieron a otros atributos fuera del

producto como por ejemplo, atención personalizada, precio diferenciado,

entrega a domicilio, financiación, garantía adicional, servicio posventa,

asesoramiento, capacitación.

Estos aspectos adquieren el nombre de atributos adicionales o, más

comúnmente, servicios adicionales, o complementarios del producto, o

también, valor agregado de comercialización.

En síntesis, entonces, ¿qué busca el consumidor?

Figura 2

Fuente: elaboración propia.

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Reglas de decisión, compensatorias y no

compensatorias

Y la pregunta que viene a continuación es cómo realiza el consumidor todas

estas evaluaciones. De manera introductoria lo establecimos en la unidad 1;

allí señalamos dos conjuntos de reglas: las compensatorias y las no

compensatorias.
Los consumidores toman en cuenta conjuntos de atributos al evaluar los

objetos (productos y servicios) y utilizan distintas reglas: dependiendo del

tipo de bien que se debe elegir, la importancia de la decisión y el tipo de

consumidor del que se trata el individuo, aplicará unas u otras.

Profundicemos estos aspectos ahora que ya sabes, por qué, para qué y qué

busca el consumidor.

En las reglas compensatorias, se estableció que el individuo evalúa cada

alternativa en función de los atributos y asigna un “puntaje” a cada

producto/servicio. Al optar por este modo de evaluación, el consumidor está

dispuesto a lograr y aceptar una síntesis de la evaluación o una evaluación

global pues llega a un puntaje final. Esto quiere decir que, al seguir esta regla,

el consumidor “califica”, explícitamente o implícitamente, cada uno de los

atributos en cada uno de los productos y logra, como resultado, un puntaje

final para cada producto.

Sinteticemos lo expuesto entonces, en el siguiente ejemplo.

Supongamos que nuestro consumidor busca una heladera.

En el caso de la heladera, el conjunto de atributos esenciales se llevará un

80% del puntaje; el otro 20% corresponderá a los atributos

complementarios.

Pero presta atención, puesto que en la columna del peso relativo tiene

indicado qué atributo es el más importante (conservación de los

alimentos) y qué atributo es el menos importante (el color).

El consumidor otorgará un puntaje a cada atributo de cada marca que

compone su conjunto evocado: ponderará cada puntaje (lo multiplica por

su peso relativo) y al sumar todos esos puntajes logra la puntuación final

de cada marca.

Elegirá la de mayor puntaje, (la N).

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Tabla 3
Fuente: elaboración propia.

Luego, compara dichos puntajes y decide por el producto con el mejor

puntaje. Lo mismo hará en su evaluación de los comercios a través de la

puntuación de los distintos servicios complementarios que ofrece cada

punto de venta.

La marca de heladera elegida ¿en qué comercio será comprada?

Veamos el siguiente ejemplo:

Tabla 4

Fuente: elaboración propia.

Y ahora analicemos las reglas no compensatorias:

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“¿Cuándo y/o en qué situaciones aplica el consumidor, un conjunto de reglas u

otro? Una vez más, esto depende de la situación de decisión y de las

características del consumidor”.

En los dos cuadros precedentes se puede apreciar que la desventaja del

puntaje en un atributo puede equilibrarse con un mejor puntaje en otro

atributo: de eso se trata puesto que la evaluación final del producto se

obtiene por combinación total.

En el caso de las evaluaciones aplicando reglas no compensatorias no es

posible aplicar este proceder puesto que la presencia no satisfactoria de un

atributo puede descalificar totalmente al producto.

Las tres reglas no compensatorias indicadas en la unidad 1: conjuntiva,

disyuntiva, lexicográfica y referente al afecto, pueden ser representadas de

la siguiente manera usando el cuadro 1 como referencia.

En el módulo 1 anticipamos la definición de las reglas no compensatorias.

Revisemos:

Figura 3

Fuente: elaboración propia.

Utilicemos el ejemplo de la decisión de la compra de la heladera para


comprender las distintas reglas no compensatorias.

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Regla conjuntiva:

El consumidor establece un puntaje mínimo aceptable de 95 puntos (no

compensable con otras bondades del producto) para el atributo

“conservación de los alimentos” y de 85 para el atributo “distribución de los

compartimentos”.

De esta manera la marca A y B quedarían descalificadas.

El consumidor se queda con la marca N.

Regla disyuntiva:

Aquí el consumidor determina un puntaje mínimo aceptable para cada

atributo (por ejemplo, de 90 para el atributo “conservación de los

alimentos” y de 80 para la distribución de los compartimentos) y aceptará el

producto si el producto alcanza el mínimo en cualquiera de los atributos.

En este caso ninguna marca “quedaría afuera”.

Aquí también el consumidor tendrá que aplicar otra regla para seleccionar

entre A, B y N.

Regla lexicográfica:

El consumidor establece un puntaje mínimo para el atributo más importante

y sobre este presta toda la anterior.

Suponiendo que establezca 100 puntos para el atributo más importante

“conservación de los alimentos”, la marca A y la N tendrán, también que ser

evaluadas por otra regla de decisión.

Referente al afecto:

Seguramente será la más fácil de aplicar, el consumidor de entrada se

quedará con la marca N puesto que la evaluación global, sin tener en cuenta

los pormenores de los atributos, así se lo indicaría.

Otros ejemplos:

Para la decisión de un instrumental quirúrgico la regla adecuada será la


conjuntiva o la lexicográfica.

Para la elección de un destino turístico probablemente el consumidor

aplique la disyuntiva.

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Para aquellas decisiones en las que prevalece la lealtad de marca (el

perfume personal, por ejemplo) la regla referente al afecto será la más

pertinente.

Otras perspectivas a modo de ilustración

Resulta interesante incluir en esta lectura otros aportes diferentes sobre la

manera en que el consumidor evalúa las alternativas de decisión de compra.

Un artículo publicado por Anthony Davies y Thomas W. Cline (2005) presenta

un punto de partida novedoso en el estudio del proceso de toma de

decisiones del consumidor: ese punto de partida es una situación de

competencia monopolística para la compra del producto/servicio en

cuestión.

En este entorno de competencia monopolística el consumidor puede

incrementar la incertidumbre sobre la pertinencia de su decisión, debido a

su información incompleta y su experiencia imperfecta.

En base a la literatura existente los autores señalan al proceso de decisión

de compra del consumidor como iterativo y lo sintetizan en el siguiente

cuadro:

Origen del grupo: esta sería la combinación de los mínimos valores

atribuidos o medidos sobre los atributos definidos de un producto.

Frontera de grupo: esta sería la combinación de los máximos valores

atribuidos o medidos sobre los atributos definidos de un producto.

Por ejemplo, en un grupo de tres marcas con tres atributos calificados de 1

a 10 (precio, calidad y confort), la marca 1 obtiene (2,4,7), la marca 2 (3,8,5)

y la marca 3 (6,5,4); el grupo frontera estaría caracterizado por (6,8,7) y el

origen del grupo sería (2,4,4).


En función de este punto de partida, los siguientes enunciados se

constituyen en corolarios de sus estudios:

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P1. La decisión del consumidor sigue un proceso iterativo en

el cual los consumidores usan la experiencia ganada de

consumos.

P2. Los consumidores utilizan reglas no compensatorias en

la etapa de consideración del proceso de elección y reglas

compensatorias en la etapa de selección del proceso de

decisión.

P3. Los consumidores clasifican mentalmente las marcas en

grupos de acuerdo con las similitudes percibidas. Un conjunto

de marcas que ha sido rechazado se denomina Inepto. Un

conjunto de marcas que no ha sido evaluado ni positivamente

ni negativamente se denomina Inerte.

P4 La probabilidad de que un consumidor considere una

marca, dado que el consumidor ha considerado un conjunto

de marcas, disminuye a medida que la distancia percibida

entre la marca evaluada y el grupo frontera aumenta. (Davies,

Cline, T. W. 2005. Recuperado de

ehttp://www.revistas.unal.edu.co/index.php/innovar/article

/viewFile/22109/23038).

Los autores, a su vez presentan una aplicación interesante de su modelo: se

supone un mercado con 3 (tres) marcas de un producto en las cuales los dos

atributos relevantes son el precio y la calidad. En una calificación de 1 a 10

las marcas, por ejemplo, reciben el siguiente puntaje:

A {5, 6}

B {4, 5}

C {1, 8}
De acuerdo a estos datos se obtiene:

Origen del grupo: {1, 5}

Frontera del grupo: {5, 8}

¿Cómo reposicionar la marca B, en busca de su mayor demanda?

Tomando el grupo frontera como referente para el reposicionamiento, y con

base en P4, la marca debería disminuir la distancia existente entre ella y el

grupo frontera, aumentando la probabilidad de elección de la marca.

Actitudes

Actitudes, concepto, objeto y situación

Quizás no es casual que aptitud y actitud difieran sólo en una letra.

Entendemos a la aptitud como algo innato, con lo que venimos a este

mundo; comprendemos el amplio sentido de actitud como algo logrado,

cultivado, aprendido.

Una frase anónima dice:

“No es tu aptitud, si no tu actitud, lo que determina tu altitud”.

El término es muy amplio y muy usado en la vida cotidiana, en la actividad

laboral, en el desempeño de las profesiones, en los claustros académicos, en

las Ciencias Sociales, en los negocios. He aquí un espectro de definiciones

(DRAE):

Organización bastante estable de creencias, sentimientos y

tendencias conductuales dirigidas a un objeto, como una

persona o grupo.

Valoraciones favorables o desfavorables, opiniones y

tendencias que sistemáticamente, presenta una persona

respecto de un objeto o idea.

Tendencia o predisposición a actuar de una manara

determinada frente a ciertas situaciones estímulo.

Estado previo en el que se encuentra una persona que se


dispone a dar una respuesta.

Orientación o toma de postura global de una persona

respecto a una situación determinada.

Expresión de los valores en el comportamiento del individuo.

Forma de predisposición relativamente estable del

comportamiento humano, que nos hace accionar o

reaccionar ante determinados objetos, situaciones o

conocimientos de una forma concreta.

Manera de actuar que tenemos ante las personas y las

situaciones. (en esta manera de actuar influyen nuestros

pensamientos y sentimientos. La actitud se manifiesta a

través de nuestros gestos, el tono de voz, la manera de

andar...).

Tendencia a repetir determinados comportamientos ante

una situación concreta (las actitudes de una persona están

muy determinadas por su sistema de valores).

Disposición de ánimo (definición).

Disposición, postura o conducta que la gente adopta y

desarrolla con respecto a los objetos o situaciones con los

cuales se encuentra relacionada.

¿Y esta frase de un experto en Psicología Social?

“Una opinión que incluya un componente evaluativo y emocional se

denomina actitud” (Aronson, 1975, s/d).

La actitud de las personas es tema de estudio de la Sociología, de la

Psicología Social, de la Psicología Laboral, de la Educación, de estudios

específicos de la conducta del individuo y la personalidad, de los

responsables del tránsito en la comunidad, de expertos en Recursos

Humanos, etc. Y, por supuesto, también se presenta un amplio conjunto de


situaciones que atañen más a nuestra órbita de estudio: las actitudes del

individuo... como consumidor.

Tengamos esta idea presente: las actitudes del consumidor configuran una

extensión de sus actitudes como individuo. Por ello las disciplinas de la

Comercialización, con el aporte de la Psicología, intentan estereotipar a los

consumidores en grupos determinados los cuales puedan describirse,

primero, como individuos, de tal manera que luego puedan relacionarse con

determinados patrones de compra.

De todas las definiciones expuestas la más sintética, ilustrativa y aplicable en

nuestro entorno de estudio es, precisamente, la de Elliot Aronson (1975:

s/d): “una opinión que incluya un componente evaluativo y emocional se

denomina actitud”.

Esto hace entender que es una actividad interna del individuo.

Esta definición se complementa con esta expresión: las actitudes del

consumidor configuran una extensión de sus actitudes como individuo. Esto

hace entender que las particularidades del individuo como tal se harán

extensivas a otras áreas de aplicación, por ejemplo, su comportamiento

como consumidor.

Prestamos atención a esta expresión:

“El individuo captura, aprehende, percibe, incorpora el objeto a través de

distintas vías”.

Debe extenderse el concepto de objeto a todo aquello con lo que el

individuo puede relacionarse a través de alguna vía de relación sujeto-

objeto. Entonces: cualquier elemento en el ambiente de una persona que

pueda ser identificado por ésta (un objeto tangible propiamente dicho –

celular A, celular B-; un objeto intangible – servicio bancario C, servicio

bancario D; otro sujeto –un cantante de rock, un candidato político -, una

idea, doctrina, teoría, dogma, corriente del pensamiento, etc. – Cristianismo,


Socialismo, legalización del aborto- ).

En coherencia con la definición de objeto indicada más arriba, hablamos

entonces de: productos, servicios, ideas, conceptos, personas, etc., tales

como una marca de chocolates, un servicio de mensajería, conducir a alta

velocidad, etc.

“Entonces, cualquier “cosa” frente a la que alguien tenga una actitud (incluido

uno mismo) se conoce como objeto de actitud”.

Una actitud es duradera, aunque no permanente, por lo tanto es posible que

el individuo la cambie en algún momento.

Las personas desarrollan actitudes y conductas muy específicas hacia los

productos y servicios (por ejemplo, la compra de leche de la marca A y no de

la marca B), no obstante, también desarrollan actitudes más generales: por

ejemplo, consumir lácteos descremados y no enteros.

Las actitudes también nos indican qué música escuchar y cuál no, a dónde ir

de vacaciones, qué tipo de alimentos consumir y cuáles evitar o rechazar.

Afiancemos ideas antes de continuar.

“La actitud es una predisposición aprendida que impulsa al individuo a

comportarse de manera consistentemente favorable o desfavorable en

relación con un objeto determinado” (Schiffman, Kanuk, 2010, 228).

De la definición anterior se desprende que:

Las actitudes tienen un objeto.

Las actitudes tienen dirección, grado y/o intensidad.

Las actitudes son aprendidas.

Las actitudes poseen estructura.

Las actitudes tienen consistencia.

Las actitudes se presentan dentro de una situación.

Agreguemos que las actitudes cumplen funciones básicas en nuestra vida:

Funciones de ajuste: nos acercan a lo que nos satisface y nos


alejan de lo que nos incomoda.

Funciones de defensa del ego: fortalecen nuestra auto

imagen.

Funciones expresivas de valores: permiten que el individuo

manifieste sus valores centrales.

Función de conocimiento: dan marco estructural y orden al

individuo

Modelos de las actitudes. Modelos tricomponente y de

atributos múltiples de Fishbein

¿Qué es un modelo?

La palabra aparece en muchas disciplinas.

Un modelo es una representación de un aspecto de la realidad que intenta

conocer, describir, explicar su desenvolvimiento o desarrollo y hasta

predecir.

La investigación del comportamiento del consumidor despliega distintos

modelos que intentan identificar y describir la estructura de las actitudes y

la relación entre sus elementos componentes.

A continuación, los modelos más significativos.

1) Teorías monocomponentes

De la congruencia.

Del equilibrio.

De la disonancia cognoscitiva.

2) Modelos multicomponentes

Modelo de la trilogía.

Modelo de actitudes con atributos múltiples.

o Modelo de actitud hacia el objeto o modelo de

atributos múltiple de Fishbein.

6
o Modelo de actitud hacia el comportamiento o

modelo de las intenciones conductuales de

Fishbein.

o Modelo de la teoría de la acción razonada o de las

normas subjetivas.

3) Otros modelos

Modelo del intento por consumir.

Modelo de la actitud hacia el anuncio.

Destaquemos los aspectos más relevantes de cada uno de estos modelos en

función de la popularidad en usos y aplicaciones de los mismos.

1) Teorías monocomponentes

De la congruencia

El individuo rechaza las incongruencias.

El consumidor necesita que sus “aceptaciones” y “rechazos” vayan de la

mano. Si tiene una actitud positiva hacia un objeto, todo lo que se relacione

con ese objeto debe ser positivo para él: de lo contrario cambiará su actitud

original.

Este modelo se aplica con mucha frecuencia en Marketing.

Las empresas contratan a referentes del mundo del deporte, la moda y los

espectáculos para promocionar marcas: si los consumidores tienen

actitudes positivas hacia esos referentes, aplicando el modelo de la

congruencia, también tendrán actitudes positivas hacia los productos que

éstos promocionan.

Del equilibrio

La mayoría de los modelos del equilibrio están basados en estudios de Fritz

Heider (1946).

Esta teoría y modelo del equilibrio dice que el individuo percibe y captura su

entorno a partir de tríadas.

¿Qué es una tríada? La relación: sujeto, idea, objeto.


A partir de esa relación el individuo desarrolla un sentimiento:

o Relaciones positivas: simpatía, aceptación.

o Relaciones negativas: desprecio, rechazo.

De la disonancia cognoscitiva

León Festinger (1980) desarrolló este modelo.

Este pensador sostiene que la disonancia cognoscitiva (o cognitiva) se

produce cuando se anteponen 2 (dos) creencias en el individuo. Tales

creencias o pensamientos que el individuo consideraba verdaderos no

coinciden en un determinado momento: son incongruentes. Dicha

incongruencia produce tensión y malestar y el individuo tratará de

resolverla.

Volveremos a la disonancia cognoscitiva (o cognitiva) al desarrollar la pos

compra.

2) Modelos multicomponentes

Modelo de la trilogía

Se trata quizás del modelo más utilizado por los expertos de Marketing

aunque su aplicación ha sido criticada por el énfasis casi exclusivo del

componente afectivo.

Veamos este conjunto de “expresiones”:

o Me gusta esta falda, combina perfectamente con

la blusa.

o Siempre compro mis jean en el mismo comercio,

me atienden muy bien.

o Cuando salimos a cenar preferimos restaurantes

con mucho espacio libre.

o Las compras de navidad las realizo en los centros

comerciales, nunca en la peatonal.

o El dulce de leche S es mucho más cremoso que el


dulce de leche LS; es delicioso.

o Iría de vacaciones al exterior si encontrara una

agencia de viajes que ofrezca una buena

financiación.

o El supermercado A me queda cuatro cuadras

más cerca que el supermercado B.

o La farmacia C otorga más descuento en

medicamentos que la farmacia D.

o Probablemente cambie el auto el mes próximo.

Si prestamos atención, veremos que las oraciones hacen énfasis en distintos

aspectos; algunas indican opiniones, otras señalan conocimientos (o

creencias como sinónimo de conocimiento), otras indican conductas

(pasadas o presentes), y otras suponen intenciones de conducta (conductas

futuras).

De allí que este Modelo de la Trilogía establezca que las actitudes se

conforman por tres componentes: el cognoscitivo, el afectivo y el volitivo.

En el siguiente ejemplo, vemos que el consumidor conoce y reconoce

(cognición) a la leche como una marca tradicional y ello le indica que es la

más confiable (afecto) y en consecuencia la compra (acción, conducta).

Figura 1

Fuente: elaboración propia.

Podría entenderse que la secuencia normal o esperada de una persona es:

o Primero conoce (componente cognoscitivo o

cognitivo)

o A continuación, siente – le gusta, no le gusta,

está de acuerdo o en desacuerdo, prefiere o no

prefiere, - (componente afectivo)

o Y en consecuencia actúa: lo compra o no lo


compra (componente volitivo, conativo,

conductual o comportamental).

Sin embargo, no siempre el individuo desarrolla el proceso actitudinal de

manera tan prolija: de lo contrario no se entenderían las compras por

impulso, en las que primero compra el producto (componente

comportamental), luego lo conoce -lo prueba- (componente cognoscitivo) y

recién entonces obtiene una opinión sobre el mismo – le gusta o no le gusta

– (componente afectivo) y como consecuencia lo vuelve o no lo vuelve a

comprar (otra vez la conducta). Esto quiere decir que no en todas las

personas la motivación comienza por el mismo componente: en algunas

prevalecerá el cognoscitivo, en otras el afectivo y en otras el conductual.

La siguiente imagen está preparada para que elaborar un ejemplo con el que

pueda completarse los cuadros vacíos indicados.

Veamos:

o Supongamos un tipo de consumidor.

o Pensemos un producto o servicio.

o Habrá que identificar y describir, entonces, los

componentes de la actitud según el Modelo de la

Trilogía.

Figura 2

Fuente: elaboración propia.

Comparen lo producido con el siguiente ejemplo:

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Figura 3

Fuente: elaboración propia.

Este consumidor, hipotético, parte de un conocimiento generalizado del

servicio, luego podríamos decir que “lo usa a veces” porque opina “que el

tiempo de entrega es razonable”, y también que opina “que el tiempo de


entrega es razonable” porque “a veces lo usa”.

Y ahora, tú estás en condiciones de volver al conjunto de ejemplos.

o Identifica en cada uno de ellos el componente

correspondiente a la afirmación indicada en cada

oración.

Modelo de actitud hacia el objeto

Es muy adecuado para medir actitudes hacia categorías de productos y hacia

marcas determinadas.

Se presenta a la actitud como el resultado de una función “matemática”.

Si analizamos la fórmula, podemos decir que es una sumatoria de productos.

Cada producto está compuesto por los distintos valores (datos) que puede

tomar un sentimiento y un pensamiento, ambos hacia un objeto (entendido

objeto, por supuesto, como cualquier elemento en el ambiente de una

persona que puede ser identificado por esta.

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Figura 4

Fuente: Fishbein, 1980: s/d.

O = actitud global.

i = cada uno de los atributos del objeto.

k (o n) = todos los atributos del objeto.

bi = fuerza de la creencia (conocimiento) de la persona hacia el atributo i.

ei = evaluación (importancia, sentimiento) de bi.

Este modelo indica que los consumidores generalmente muestran una

actitud favorable hacia aquellos productos/servicios que presentan un nivel

adecuado en aquellos atributos del producto/servicio que ellos mismos

consideran importantes o significativos en dichos productos o servicios.

Modelo de actitud hacia el comportamiento o modelo de las

intenciones conductuales

En realidad este modelo explica la actitud hacia la conducta o la forma de


comportarse del consumidor en relación al objeto y no la actitud misma

hacia el objeto. Resulta interesante porque parecería ser más exacto: el

comportamiento real del consumidor se orienta más a la actitud sobre las

conductas.

Este modelo también se presenta como el resultado de una función

“matemática”.

Aquí también es una sumatoria de productos. Cada producto está

conformado por los distintos valores (datos) que puede tomar un

sentimiento y un pensamiento, ambos a favor o en contra de una

determinada conducta.

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Figura 5

Fuente: Fishbein, 1980: s/d.

B = actitud general del individuo ante el comportamiento.

i = cada una de las conductas hacia el objeto.

k (ó n) = todas las conductas hacia el objeto.

bi = fuerza de la creencia (conocimiento) de que una conducta produce un

efecto.

ei = evaluación (importancia, sentimiento) de bi.

Modelo de la teoría de la acción razonada o de las normas

subjetivas

En este modelo se incorporan los 3 (tres) componentes conocidos: cognitivo,

afectivo y conativo.

Para comprender la actitud en su total dimensión este modelo afirma que

es necesario comprender la intención del individuo y las normas subjetivas

que lo orientan en su pensar y actuar. En este caso, la actitud final estará

influenciada por grupos o personas de referencia.

Figura 6

Fuente: Fishbein, 1980: s/d.


NS = actitud general del individuo según sus propias normas.

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i = cada uno de los referentes del individuo.

k (ó n) = todos los referentes del individuo.

bi = fuerza de la creencia (conocimiento) sobre el referente i.

ei = motivación para seguir el pensamiento del referente i.

3) Otros modelos

Modelo del intento por consumir

Puntualmente se trata del modelo del intento por consumir o por no

consumir pues el individuo se queda con la intensión o el deseo de

consumir pues aparecen en la situación:

o Impedimentos personales;

o Impedimentos del ambiente; o

o Se abstiene de consumir por distintas razones.

Modelo de la actitud hacia el anuncio

Este modelo atiende particularmente las creencias del individuo hacia las

marcas: atenderá especialmente la publicidad de sus marcas favoritas, no

obstante, también sería posible suponer o afirmar que a raíz de una actitud

positiva hacia el anuncio publicitario desarrollará una actitud favorable hacia

la marca y viceversa.

Los grupos de referencia. Selección de grupos de referencia

Desde el comienzo del curso hemos indicado la importancia del estudio de

los grupos de referencia y de pertenencia del individuo desde el punto de

vista de la influencia que los mismos tienen en diversos procesos

psicológicos del consumidor: el proceso motivacional, el proceso de la

percepción, la formación y el aprendizaje de las actitudes.

Por tal razón, resulta conveniente incluir, en las investigaciones acerca del

conocimiento del consumidor, la identificación, descripción y análisis de

estos grupos: tanto desde la óptica de la influencia en los segmentos


particulares del mercado, como desde la arista de grupos de consumidores

propiamente dichos.

14

Es tan así que en párrafos anteriores hemos visto como Fishbein (1980)

considera estas influencias, precisamente, en el último de sus modelos de

atributos múltiples: modelo de la teoría de la acción razonada o de las

normas subjetivas.

Particularmente, los grupos de referencia surgen como tales en el ambiente

del consumidor a raíz o como consecuencia del propio advenimiento y

desarrollo del individuo en las distintas comunidades; hablamos, entonces,

de cultura, subcultura, clase social y estatus social.

Al preguntarnos cómo selecciona el individuo sus grupos de referencia

encontramos la respuesta en los distintos ambientes de su entorno. Así,

identificaremos como grupos de referencias a personalidades del mundo de

la literatura, del deporte, del espectáculo, de la política, de la música, etc. y

también conformarán dichos grupos los líderes religiosos, los líderes de

opinión, entre otros.

La familia. Funciones de la familia. Toma de decisiones

familiares y roles relacionados con el consumo

Hablemos ahora de los grupos de pertenencia. Conforman aquellos grupos

de los cuales la persona se siente parte y de todos aquellos grupos en los

cuales el individuo se encuentra incluido; la familia, indudablemente, es el

primero. Para muchas personas, además, constituye el grupo de pertenencia

más importante, el más fuerte.

En ese sentido hablamos de familia de origen (aquella en la que nacemos) y

familia constituida (la que formamos). Tanto la primera como la segunda

ejercen fuerte influencia en todos los aspectos de la persona; el

comportamiento de compra no escapa a esta influencia.

No resulta ajeno a ninguno de nosotros el cambio que ha advenido al


concepto y realidad de la familia “tradicional” o “típica”. Aun así los

estudiosos insisten en señalar a la familia como el núcleo del desarrollo

humano.

La familia ejerce múltiples funciones esenciales, complementarias y

cambiantes a lo largo de la vida de la persona. La familia misma va

cambiando a lo largo de su propio ciclo.

La familia alimenta, protege, abriga, contiene, educa, socializa... Y en ese

rumbo cotidiano la familia toma decisiones. De acuerdo a la estructura de

cada familia las decisiones podrán ser compartidas por todos los miembros

o ejercidas por uno o unos pocos integrantes.

15

No olvidemos otros grupos de pertenencia muy importantes como son los

amigos, los compañeros de trabajo, los colegas en una actividad profesional,

los compañeros de actividades deportivas y recreativas, los camaradas de

estudio, entre otros. Es así como señalamos a la escuela, al trabajo, al club,

al colegio profesional, etc., como grupos de pertenencias muy significativos

para el individuo.

Formación de actitudes

En el tema anterior se pretendió estudiar la “anatomía” de la actitud: cuál

es su estructura, es decir, cuáles son sus partes o elementos componentes y

cómo se relacionan estos entre sí. No menos importante, e interesante, es

conocer y comprender cómo las personas forman sus actitudes; cómo se

aprenden, cómo se desarrollan las actitudes.

“¿Cuáles son las fuentes de desarrollo de las actitudes?”

Indicamos las siguientes:

La experiencia personal.

Los grupos de pertenencia.

Los grupos de referencia o influyentes.

Propongo más preguntas:


¿Cómo se aprenden las actitudes? ¿Cuál es la influencia de la propia

personalidad del individuo en la formación de las actitudes?

La experiencia personal directa es clave para la formación de actitudes pero

el individuo también recibe la influencia de amigos y familiares, como ya

hemos enfatizado. La exposición a los medios de comunicación masiva

también hará su aporte.

Finalmente, la personalidad del individuo le dará el sello personal a cada

conjunto de actitudes. Estas mismas fuentes y factores tendrán su injerencia

e influencia en los cambios de actitud.

Concluyamos, entonces, que las actitudes son aprendidas y que existen

distintas teorías del aprendizaje que intentan explicar el mecanismo de

cómo pueden formarse las mismas en el individuo: las experiencias

16

personales directas, la información proporcionada por la familia y los

amigos, los medios de comunicación y, por supuesto el sello de

individualidad de la persona.

Los mismos elementos que generan las actitudes inicialmente, pueden

impulsar los cambios de las actitudes, es decir, los cambios de las actitudes

también son aprendidos. Por ejemplo, si la actitud de un individuo es hacia

la alimentación sana, esa actitud global le indicará ir revisando la

composición de los alimentos elaborados que compra, por ende, cambiará

de marca y/o producto cada vez que encuentre diferencias significativas de

los mismos relacionadas con la actitud dominante (la alimentación sana):

por ejemplo, cambiará el queso de una marca por el queso de otra marca

con menos grasas, una leche descremada de una marca por otra descremada

de una marca que ofrece minerales incorporados.

Las organizaciones, a través de distintas acciones (nuevos productos,

publicidad, auspicios, estrategias y tácticas de ventas, etc.) intentan

modificar las actitudes de los consumidores, sobre todo aquellas actitudes


que resultan desfavorables o negativas a sus productos.

“¿Es posible que el comportamiento sea anterior a la formación de actitudes?”

Sí. Hay teorías fuertes en el Comportamiento del Consumidor que indican

que los individuos desarrollan las actitudes antes de entrar en acción; una

razón más para entender la importancia del estudio de las mismas.

Rutas del consumidor en el desarrollo de actitudes

Hasta aquí todos los modelos expuestos parten de la “adquisición”

(formación, aprendizaje, desarrollo) consciente de las actitudes por parte

del consumidor. Pero los consumidores a veces desarrollan el proceso de

formación de actitudes de manera no consciente y no reflexiva.

¿Qué mecanismos o aspectos entran en juego en esta discriminación?

Una vez más:

El tipo de consumidor.

La motivación del consumidor para salir de su estado real y llegar al

deseado.

Las características de la necesidad a atender.

17

Señalamos, entonces, dos vías que podrían seguir los consumidores en la

formación y también en los cambios de actitud:

La ruta central o estrategia sistemática de procesamiento: al transitar

esta ruta el consumidor es consciente y reflexivo; está dispuesto a buscar

información objetiva (características propias para satisfacer la necesidad)

para evaluar el objeto de actitud.

La ruta periférica o estrategia heurística de procesamiento: al transitar

esta ruta el consumidor no es consciente (o al menos no tanto como al

seguir o elegir la ruta central), tampoco se muestra muy reflexivo. Al

seguir esta ruta, el consumidor presta atención a aspectos no inherentes

a la capacidad del objeto de actitud para atender la necesidad en

cuestión, tales como: las promociones los descuentos, las publicidades


creativas, etc.

En estas rutas periféricas los consumidores suelen adquirir actitudes

asociando el objeto con sus estímulos.

Finalmente,

¿Por qué es tan importante estudiar las actitudes?

El estudio de las actitudes de los consumidores es muy significativo en todas

las disciplinas que tienen que ver con la fabricación, la elaboración, la

compra y la venta de productos y servicios de variada índole. En

consecuencia, este estudio se constituye como un área muy importante de

las investigaciones de mercados acerca de los consumidores. Es muy

frecuente la solicitud de investigaciones de mercados referidas a las

actitudes de los consumidores sobre cualquier tipo de producto y o servicio.

El estudio de las actitudes también resulta importante porque a partir del

conocimiento de las expresiones pasadas y presentes del individuo

(conocimiento y afecto) y su intención de conducta futura (voluntad) es

posible predecir su acción futura (compra) como consecuencia coherente de

la conducta del individuo.

Si los profesionales de la Comercialización pueden determinar cuánto saben

los consumidores sobre los productos y servicios y cuáles son sus creencias

sobre los mismos (componente cognoscitivo), además conocen las distintas

opiniones, gustos y preferencias sobre los mismos (componente afectivo) y

en qué medida lo han comprado (o no) y si tienen la intensión de comprarlo

(o no) (componente comportamental), les será posible determinar la

demanda del mercado y componer pronósticos de venta para los productos

y servicios de los que estamos hablando.

18

Estrategias de cambio de actitud. Teoría de la atribución

Estrategias de cambio de actitud

Bajo esta perspectiva es que se desarrolla el conjunto de estrategias de


cambio de actitudes que esgrime la Mercadotecnia para fortalecer las

actitudes positivas de los consumidores hacia los productos y tratar de girar

las actitudes negativas hacia un rumbo más favorable.

Las estrategias de cambio de actitudes que estudiaremos son las siguientes:

Cambio de la función motivacional básica:

Dicho de una manera más relacionada a nuestro curso, el o los bienes

podrían satisfacer no sólo una necesidad específica, sino un conjunto de

necesidades. En algunos casos se informará sobre la capacidad de atender

necesidades de la misma jerarquía, en otros casos, con el mismo producto

la persona podría satisfacer necesidades de distintos niveles de jerarquías.

Esta orientación en las estrategias apunta a mostrar al consumidor otros

alcances del producto/servicio (útil en otras situaciones), es decir, que este

enfoque estratégico de cambio está dirigido a las actitudes funcionales tales

como:

o Función utilitaria: un jabón para lavar la ropa también puede ser

útil para lavar la vajilla.

o El mensaje apunta a ampliar la atención de la misma necesidad del

individuo (la limpieza en el hogar) pero referido a objetos

diferentes.

o Función ego defensiva: el anuncio sobre la efectividad y

persistencia de un desodorante corporal puede incrementar la

confianza del individuo en sí mismo.

o El producto pretende ser útil para a una necesidad básica (el

cuidado personal) y a una necesidad superior (de confianza, de

reconocimiento).

o Función de expresión de valor: reforzar una marca de ropa

informal como símbolo de un estilo de vida.

o En este ejemplo se indica una situación similar: el producto

pretende atender a la necesidad básica (vestimenta) y también


una necesidad superior (de afiliación).

o Función de conocimiento: un jabón de tocador exclusivo para

pieles sensibles.

19

En este cuarto ejemplo el mensaje comunica al individuo cuánto lo conoce,

tanto, que lo tiende específicamente: aquí es a medida del grupo de

consumidores.

Asociación del producto con un grupo o evento:

Apunta a que el consumidor perciba una relación entre una

empresa/marca/producto y una idea o actividad, por ejemplo, el auspicio a

un evento deportivo.

Esta estrategia intenta fortalecer la marca o uno de sus productos con un

acontecimiento, deporte, campaña etc.: alguna marca de leche contra la

desnutrición infantil, una marca de cigarrillo con el automovilismo, una

marca de cerveza con la selección de fútbol, etc.

Relación con actitudes conflictivas:

Pretende equilibrar actitudes opuestas a través de la sincronización o puesta

en línea de distintas actitudes, por ejemplo, si a Juan no le agrada el

producto A pero, Luís, a quien respeta y es su amigo se lo recomienda, existe

la posibilidad de que Juan cambie de actitud hacia el producto A.

Este tipo de estrategias comunicacionales pretende romper (o cambiar) una

actitud negativa del consumidor por el lado de las necesidades de afiliación

(la amistad, los afectos) y el reconocimiento (la confianza, el respeto, el

éxito).

Alteración de los componentes del modelo de atributos múltiples:

Esta estrategia pretende ampliar el número de individuos a los que podría

interesarle un bien, es decir, aspira a ampliar el conjunto de segmentos que

utilizan un producto.

Las subestrategias, llamadas cognoscitivas, son las siguientes:


o Cambio de la evaluación relativa de atributos: un shampoo para la

caspa puede pretender posicionarse, además, en el segmento de

los consumidores de cabello frágil. Esta estrategia podría

confundirse con la función utilitaria, y en realidad es un efecto

adicional: en el ejemplo del jabón útil para lavar la ropa y para lavar

la vajilla, no sólo el producto amplía o cubre más extensamente la

necesidad de la limpieza en el hogar y de la misma persona, sino

que extiende el mensaje a otros segmentos de consumidores con

necesidades parecidas.

o Cambio de las creencias de marcas: énfasis en que “esta marca es

la mejor del mercado”. En este ejemplo se pretende extender el

20

mensaje a todos los que buscan satisfacer la necesidad y que

pretenden lo mejor.

o Adición de un atributo: mejoras de productos; una pasta dental en

su nueva versión en gel, por ejemplo. Aquí se comunica la acción de

la empresa en su intensión de atender cada vez mejor a sus

consumidores.

o Cambio de la evaluación general de la marca: “la computadora con

más ventas en el último año”. Este último ejemplo de esta

estrategia tiene que ver con algunas creencias sobre la marca, en el

sentido de que, quien vende más es el mejor.

Cambio de las creencias acerca de las marcas de los competidores:

Pretende hacer girar la actitud de los consumidores hacia la competencia;

precisamente se llama publicidad comparativa.

Este tipo de mensaje parte de la comparación con la competencia para

demostrar al consumidor el liderazgo o supremacía; es posible recordar

publicidades con esta estrategia comparativa (en productos de limpieza, de

higiene personal, insumos informáticos, etc.).


Teoría de la atribución

¿Qué significa atribuir?

Si buscamos en el diccionario (DRAE) atribuir, es adjudicar, asignar (algo a

alguien o a “otro algo” como de su competencia), señalar un factor de

causalidad; dicho de otra manera, es explicar las causas de determinados

acontecimientos o hechos.

¿Qué es la atribución?

Si volvemos al estudio de la motivación (unidad 3), la atribución es uno de

los factores motivacionales (motivo cognoscitivo, de preservación, activo y

externo): es la inclinación para entender o deducir las causas de los

acontecimientos. El consumidor se hace la pregunta por qué ¿Por qué

compré este par de zapatos?, por ejemplo.

En este contexto la teoría de la atribución estudia y expone el mecanismo

por el cual los consumidores tratan de explicar (así mismos o a los demás)

los acontecimientos, ya sea por su propia conducta o por la de los demás.

Dicho de otra manera, cómo el consumidor “hecha culpas” o “asigna

méritos” como causa de los hechos.

21

Por ejemplo, el consumidor compró por impulso una camisa roja (que a su

pareja no le gustó) y luego se pregunta ¿por qué la compré? Y se contesta:

porque insistió el vendedor que me quedaba bien… porque supuse que me

quedaba bien…porque no lo pensé…porque se usa…porque así es la

moda…porque está de moda…

Dentro de la teoría de la atribución encontramos diversas corrientes o

teorías subordinadas.

Auto percepción, auto atribución

El consumidor enjuicia su propio comportamiento: encuentra la respuesta a

su comportamiento de compra en sí mismo.

Compré la camisa porque no lo pensé…


La técnica del pie en la puerta se encamina a no permitir que el consumidor

“se retire” de la posible compra a través de pequeños/breves, constantes y

sucesivos estímulos/incentivos: promociones, cupones, nuevas publicidades

atractivas, atenciones especiales al consumidor recurrente, descuentos,

regalos de cumpleaños, etc., con el objetivo de inducir a experiencias

positivas en el consumidor y, paso a paso, incrementar su actitud positiva

hacia el producto/servicio/marca.

Atribuciones hacia los demás

Compré la camisa porque el vendedor insistió que me quedaba bien…

Atribuciones hacia las cosas

Compré la camisa porque está de moda…

El principio de la atribución defensiva indica que en los acontecimientos que

significan éxito el consumidor se atribuirá a sí mismo la causa.

Si su pareja le hubiera dicho “¡Qué hermosa camisa te compraste!”, el

consumidor hubiera respondido: “Sí, tengo buen gusto”.

En los acontecimientos que significan rechazo o fracaso el consumidor

tenderá a atribuir la causa a los demás o a “las cosas”.

Comunicación y difusión de

innovación

Anteriormente aseguramos que las actitudes pueden ser modificadas.

También se expuso que los medios de comunicación son actores muy

importantes en este proceso del cambio de actitud, sin embargo, no son los

únicos actores ni los únicos elementos.

Los medios de comunicación constituyen un eslabón fundamental, por

supuesto, pero para que la estrategia de cambio de actitud alcance sus

objetivos, es necesario que el receptor (el consumidor, la comunidad, el

segmento señalado, etc.) distingan e identifique claramente a la figura del

emisor (la empresa, o el gobierno o alguna otra organización).


Los medios de comunicación se constituyen así en el canal o el vehículo del

mensaje. Este último también debe ser claro y específico.

Continuando la idea de que los medios de comunicación son actores en la

generación y en los cambios en las actitudes, en este apartado se

comprenderá el protagonismo de la comunicación.

La comunicación es la “recorrido” de un mensaje, desde un emisor hasta un

receptor a través de un canal, lo cual puede representarse en un esquema

muy simple y clásico:

Figura 1

Fuente: elaboración propia.

Ejemplo:

Un emisor: Banco Hipotecario

Un mensaje: “tenemos préstamos hipotecarios a la medida de su

necesidad”.

Un receptor: empleado de comercio clase media-media en la búsqueda de

financiación de un inmueble.

Canal: LV 3, radio am.

Esta comunicación, a la que el consumidor está expuesto, puede ser de dos

tipos.

Comunicación interpersonal: como el término sugiere, es aquella en la que

participan dos o más personas, podría decirse que existe un “ida y vuelta”

entre uno y otro actor. Esta relación comunicacional puede a su vez:

Informal: el boca a boca en la recomendación (o no) de productos y

servicios; no se trata de una comunicación profesional (de vendedor, de

experto) sino más bien de consumidor a consumidor.

Formal: sería la contrapartida del subtipo de comunicación anterior; los

actores en este caso adquieren la figura de vendedor y de comprador, por

ejemplo.
Comunicación impersonal: (o en masa) es aquella dirigida a un conjunto

grande de receptores, al público, a la audiencia. Opera de manera parecida

a la comunicación interpersonal. Aquí ya estamos identificando el mensaje

publicitario, a través de distintos medios de comunicación; radio, televisión,

gráfica.

Estas preguntas pueden resultar muy útiles y reveladoras:

¿Qué mensaje impersonal podría recibir un consumidor sobre un

producto o servicio antes de concurrir al punto de venta?

¿Qué mensaje interpersonal podría recibir un consumidor sobre un

producto o servicio en el punto de venta?

Tanto en la comunicación interpersonal como en la impersonal debemos

hablar de la retroalimentación.

En cualquiera de los casos el emisor debe tener una medición sobre distintos

aspectos del proceso comunicacional en general y del mensaje transmitido

en particular. Los especialistas en realizar estas mediciones deberán

contestar preguntas como estas:

¿Recibió el mensaje el receptor meta (segmento de consumidores al que

se destinó el mensaje)?

¿Fue adecuada la estructura del mensaje?

¿Resultó efectivo el mensaje (cambió o reforzó la actitud que se

pretendía)?

¿Fueron adecuados los medios de comunicación utilizados?

Con las respuestas a esas preguntas el emisor logrará la retroalimentación,

es decir, repetirá, modificará o suprimirá el mensaje, seleccionará otros

canales etc.

Completamos el esquema anterior:

Figura 2

Fuente: elaboración propia.


Además de las consideraciones anteriores debemos establecer que los

emisores se enfrentan a barreras comunicacionales; algunas son físicas y

otras psicológicas.

Las barreras psicológicas parten del hecho que los consumidores buscan

información que sea consistente con sus necesidades, intereses, opiniones

y evitan, por ende, toda aquella información que no sea compatible con ello;

en general, las personas tratan de evitar la información disonante, buscan la

información que sintonice con sus creencias, opiniones e intereses.

En este contexto también debe contemplarse el llamado ruido psicológico:

el consumidor está expuesto a tantos mensajes parecidos y de manera

simultánea que termina por no recibir ninguno.

“Las actividades de la Comercialización o Marketing, ya sea en la planeación,

conducción o ejecución, ¿incluyen estrategias de cambio de actitud?”

SÍ. Las actividades de Marketing ejercen una comunicación directa con el

consumidor, por lo tanto, constituyen uno de los eslabones neurálgicos en

los cambios de actitud. Todo momento de comunicación con el consumidor

es una oportunidad para el mensaje.

“¿Y en qué tipo de comunicación se incluyen las estrategias de cambio de

actitud?”

En las comunicaciones interpersonales de carácter formal (interpersonales),

sin embargo, aunque el mensaje sea adecuado y el medio o canal eficiente,

la empresa se encontrará con nuevos obstáculos: las barreras

comunicacionales y sobre todo las psicológicas.

Una vez más el individuo percibirá y seleccionará lo que es acorde a su

persona: lo que atienda a sus necesidades, intereses y opiniones. También

las empresas deberán estar advertidas del ruido psicológico presente y

permanente en el entorno comunicacional del individuo: muchos mensajes

parecidos, muchos anuncios comunicando lo mismo, ¿A cuál atenderá el


consumidor? A veces... a ninguno.

Como corolario de todo el proceso comunicacional y de los esfuerzos de las

organizaciones puestos en las estrategias dedicadas al cambio de las

actitudes, veamos los efectos que pueden ser alcanzados a partir de las

acciones de la publicidad, la promoción, el marketing directo, el marketing

uno a uno, el merchandising y otras variantes comunicacionales que

conjugan los medios de comunicación para jugar un papel rotundo en las

organizaciones que pretenden conquistar al consumidor.

Retomemos las preguntas que se hacen los especialistas al realizar las

mediciones sobre los resultados en materia de eficacia de los mensajes del

emisor:

¿Recibió el mensaje el receptor meta (segmento de consumidores al

que se destinó el mensaje)?

¿Fue adecuada la estructura del mensaje?

¿Resultó efectivo el mensaje (cambió o reforzó la actitud que se

pretendía)?

¿Fueron adecuados los medios de comunicación utilizados?

Se mencionó también, que con las respuestas a esas preguntas el emisor

logrará la retroalimentación, es decir, repetirá, modificará o suprimirá el

mensaje, seleccionará otros canales etc.

“¿Cómo podría lograrse la retroalimentación?”

La retroalimentación es posible sólo si se vuelve a investigar sobre el impacto

comunicacional que produjo la campaña publicitaria orientada por la

estrategia que apunta al cambio de actitud en el consumidor.

Veamos cómo podría presentarse en el ejemplo de la leche.

Contestemos a las preguntas anteriores.

Para la primera pregunta: ¿Recibió el mensaje el receptor meta (segmento

de consumidores al que se destinó el mensaje? Para contestar esta pregunta


es necesario que la investigación indague, en ese segmento de

consumidores, la recordación del mensaje; en el caso del mensaje de la

leche, si el anuncio fue percibido, dónde fue visto y/o escuchado y cuándo.

Para la segunda pregunta se indagará si el consumidor recuerda el mensaje

codificado (la frase textual, la idea, el tema sobre el que giraba el anuncio) y

si puede identificar al emisor. En el caso del anuncio sobre la leche si

recuerda la frase “la verdad láctea” y a qué leche se refiere.

Con respecto a la pregunta si fueron adecuados los medios de comunicación

utilizados, se indagará si el consumidor recuerda dónde percibió el mensaje

y cuándo, o sea, si puede señalar al canal. En el caso del mensaje de la leche

deberá recordar a la emisora radial.

Con respecto a la indagación sobre la efectividad del mensaje, es decir, si el

mensaje cambió o, podría ser también, reforzó la actitud hacia la marca, la

investigación indagará sobre cuál es el mensaje decodificado por el

consumidor, qué opinión tiene al respecto y, posteriormente, en otra

situación de investigación, cuál es la conducta que adoptó el consumidor

como consecuencia de la decodificación del mensaje y su interpretación, o

sea, si cambia o refuerza su actitud.

Figura 3

Fuente: elaboración propia.

En el caso del ejemplo de la leche, se consultará sobre si el consumidor

entiende o infiere que se trata de una “leche bien elaborada y de una “marca

confiable” (mensaje decodificado).

En otras situaciones de investigación (en un punto de ventas, por ejemplo),

se verificará la respuesta del consumidor, si la compra o la tiene en cuenta

en su conjunto evocado, por ejemplo.

Con toda esta información posterior a la implementación de la estrategia de

cambio de actitud, el emisor (empresa láctea en nuestro ejemplo),


procederá a realizar los ajustes y/o cambios en su estrategia de cambio de

actitud, es decir, procederá a la retroalimentación. Esos ajustes y/o cambios

estarán relacionados con los elementos básicos que hemos establecido:

continuará o modificará el mensaje, utilizará o no el mismo canal.

En algunas situaciones también se estudiará si el segmento al que se enfocó

el mensaje era el adecuado y si el mensaje codificado en realidad podía

decodificarse como el esperado.

En nuestro ejemplo de la leche, el análisis pasaría por cuestionar si el

mensaje codificado “la verdad láctea” es posible decodificarlo como “leche

bien elaborada y de marca confiable” y en última instancia si indica al

consumidor la actitud pretendida por la empresa.

En estos roles, la credibilidad de las fuentes de comunicación también será

decisivo: un emisor percibido como honesto y objetivo tendrá mayor

probabilidad de ser escuchado que aquel que no es percibido como tal.

Esta credibilidad muchas veces se basa en una evaluación compuesta por la

percepción de credibilidad del iniciador del mensaje (Ford), el

comercializador – detallista, minorista o intermediario – (Concesionario

Maipú), el canal o medio de comunicación (La voz del interior) y el vocero o

representante de ventas (el Sr. Gutiérrez).

La credibilidad: simple de expresar, compleja de alcanzar y de mantener.

Lograr una suerte de combinación altamente creíble entre emisor, mensaje

y canal, a la que se les sumaría la credibilidad del intermediario y el punto

de ventas, apunta a la clave del éxito.

Como consumidores, constantemente estamos expuestos a mensajes que

intentan convencernos que cambiemos nuestras actitudes. La credibilidad

del emisor está relacionada con la idea o la imagen que las personas tienen

de quien dirige el mensaje, de quien quiere comunicarse con ellos.


Esa credibilidad parte del conocimiento y de las creencias del individuo sobre

esa empresa, de la cual, lo primero que percibe, es que pretende

promocionar sus productos y, por ende, incrementar sus ventas.

Una fuente de información puede ser particularmente atendida por el

consumidor, cuando se trata de un producto nuevo o de un producto

existente pero que no es conocido por el consumidor, de esa manera el

consumidor percibe el mensaje pues podría interesarle el contenido, desea

informarse.

Cuando el consumidor dispone de información previa, ya se ha formado una

opinión al respecto, conoce el producto o existe una amplia gama de

diferente empresas que ofrecen productos y servicios sustitutos,

equivalente, parecidos, competitivos, etc., todo cambia. Es en esta última

situación cuando entra a jugar un papel muy importante la imagen de la

empresa.

La credibilidad puede incrementarse si la persona percibe que las cualidades

de la fuente de información son adecuadas con las bondades y beneficios

del bien anunciado en el mensaje.

Veamos, como ejemplo de lo dicho, el anuncio de esta otra empresa láctea.

Figura 5

Fuente: Recuperado el 30 junio de 2013. URL: www.sancor.com.

Liderazgo de opinión. Dinámica del proceso del

liderazgo de opinión

Las actitudes inicialmente positivas hacia un producto pueden debilitarse si

el consumidor percibe que el emisor no es válido por algún motivo: por falta

de trayectoria, por desconocimiento sobre el tema, por falta de compromiso

social, etc.

Además, recordemos que el consumidor compone o desarrolla la opinión

sobre el producto, en definitiva su actitud, por el resultado de la


combinación de sus apreciaciones sobre el producto, la marca, la empresa

y, hablando de mensaje, también de los actores del anuncio publicitario. Por

tal motivo, en este tipo de publicidad, encaminadas al cambio de actitud

negativas o refuerzo de las actitudes positivas, es frecuente identificar a

personas con alto impacto social, con el objeto de elevar la percepción, la

motivación, el interés y, finalmente, la credibilidad de los distintos anuncios

publicitarios.

Diremos entonces, que las empresas contactan interlocutores válidos de alto

impacto en los segmentos a los que quieren llegar.

Es así como David Nalbandian (tenista) se relaciona con la vitalidad que

proporciona un agua mineral, Pancho Ibáñez (locutor) con una empresa

10

láctea, Marcelo Milanesio (basquetbolista) con una compañía de seguros.

Seguramente tú podrás identificar otras relaciones.

Entonces, la eficiencia de un anuncio publicitario, para lograr el objetivo

planeado de cambio de actitud, adquiere dos dimensiones:

Credibilidad, y

atractivo (interés, atención, percepción motivación).

Otros recursos para asegurar o al menos incrementar la credibilidad de los

anuncios publicitarios corresponde a los programas televisivos: se parte de

la idea de que un programa es más imparcial y no muestra tendencias, así,

el objetivo del mismo puede interpretarse como puramente informativo y

formativo. Sin embargo, la línea entre los programas objetivos y los

comerciales informativos está desapareciendo; estos últimos son muy

frecuentes en la televisión por cable.

Son muchas las empresas que utilizan esta modalidad (el comercial

informativo) para comunicar a sus consumidores sobre las novedades, los

cambios efectuados en sus productos, la incorporación de nuevas normas

de calidad, la certificación de sus productos o servicios por algún ente


autorizado, etc.

Algunos ejemplos: American Airlines, Visa, Volskswagen.

Internet también se ha convertido en un poderoso medio para este tipo de

comerciales informativos. Por ejemplo, en www.apple.com/es/hotnews es

posible encontrar el detalle de todos los nuevos productos Apple con la

ponderación de sus beneficios; también el recurso de la apelación a

personas distinguidas en los segmentos a donde apuntan los mensajes.

“¿Dónde estamos?”

Luego del reconocimiento de la necesidad y la búsqueda de la información

anterior a la compra, el consumidor procede a la evaluación de las

alternativas. Para realizar esa actividad aplica algún conjunto de reglas: las

compensatorias o las no compensatorias. La actitud que exprese hacia cada

uno de los productos o servicios que integran su conjunto evocado

determinará su elección.

11

Es tan importante la actitud como indicador de la predisposición y compra

del producto, que las empresas realizan esfuerzos grandes para conducir

esas actitudes en sentido favorable hacia los bienes que ofrecen.

Difusión de innovaciones. El proceso de difusión. El

proceso de adopción

Perfil del consumidor innovador

Si un individuo compra una marca por primera vez lo hace en pequeñas

cantidades; el consumidor está realizando una exploración de nuevos

productos (innovadores) o de productos nuevos en marcas que no ofrecían

el producto/servicio en el pasado.

El estudio de los consumidores innovadores atrae a los expertos en

comercialización y a la gente de ventas puesto que corresponden a

segmentos ideales a la hora del lanzamiento de nuevos productos.

Te invito a:
Identificar algún segmento de consumidores para los cuales un

producto/servicio puede significar una novedad.

Indagar en el mundo de los negocios y las ventas, ¿cuáles son los últimos

lanzamientos de nuevos productos a través, por ejemplo, de mensajes

publicitarios en radio y televisión o distintas gráficas en vía pública,

diarios y revistas, internet?

Muchas veces el producto innovador es seguido, casi inmediatamente, por

su competidor: es el caso que vemos en la siguiente imagen.

Figura 6

Fuente: Recuperado el 16 de noviembre de 2014. URL: www.laserenisima.com y www.sancor.com

12

Las llamadas compras de impulsos, o compras no planeadas, tienen

características distintas a las que detallamos en los párrafos anteriores

puesto que pueden corresponder a productos verdaderamente nuevos (el

individuo recoge de la góndola una nueva marca de desodorante ambiental,

por ejemplo) o a productos conocidos (en la cola de la caja recoge su

chocolate favorito del exhibidor próximo).

Apelo al pensamiento crítico:

“¿Dónde estamos? ¿Habrá compras por impulso referidas a los servicios?”

Sí. Este tipo de compras también es de sumo interés para los mercadólogos

puesto que el estudio de las compras por impulso colabora en la decisión de

la ubicación de aquellos productos susceptibles de ser “capturados” por el

consumidor sin mucha meditación previa.

Comportamiento de compra y

pos compra

El proceso de compra

Luego de haber transcurrido la etapa de la evaluación de las alternativas el

consumidor ya arribó a su decisión. Esto significó un esfuerzo importante:


dedicó tiempo al tema, se movilizó para cotejar los distintos

productos/servicios y muchas veces gastó dinero en llamadas telefónicas y/o

en combustible y estacionamiento en la visita a distintos comercios.

El consumidor, a continuación, verá concretado su esfuerzo: la acción de la

compra donde depositará todas las expectativas que desea alcanzar.

Continuando con el abordaje del modelo de toma de decisiones del

consumidor terminamos este módulo y unidad con el concepto final que

permitirá la retroalimentación de todo el quehacer comercial: el

conocimiento del grado de satisfacción o insatisfacción del consumidor.

Hemos seguido, paso a paso, a un individuo que, como componente de su

condición es, también, un comprador o consumidor.

Conocer cómo, qué y dónde realiza sus actos de compra es crucial: si la

compra es nueva, el consumidor, probablemente, será más cauteloso, hará

más preguntas; si su compra es repetida se sentirá más confiado; será

necesario identificar estas diferencias para adaptar, en consecuencia, las

futuras estrategias.

Volvamos a las preguntas de rigor:

¿Se ha preguntado el oferente, si sus clientes, o simplemente

consumidores, están satisfechos con los productos/adquiridos?

¿Se ha cuestionado este oferente, cuáles atributos del

producto/servicio y de qué manera actúan en la satisfacción e

insatisfacción de la posventa?

Este último tema aportará a la evaluación de todo el proceder de las

empresas hacia los consumidores y también de los consumidores hacia las

empresas; este conocimiento será necesario para la retroalimentación.

Estamos ya en la llamada salida, en la cual establecimos dos momentos

claves: el comportamiento de compra y la evaluación posterior a la compra.

Factores que influyen en la decisión de compra en el lugar y


fuera del lugar

Como punto de partida es conveniente establecer por qué la gente compra.

Más allá de que la respuesta inmediata sea “porque tiene una necesidad o

porque requiere algo”, el acto propio de la compra plasmado en la frase “ir

de compras” adquiere una relevancia por sí mismo. Comencemos con el

análisis de los motivos por los cuales un individuo querrá “salir de compras”

o ir a buscar el bien que necesita y/o desea.

Muchas personas compran productos aunque no tengan una necesidad

puntual, compran porque vieron algo en alguna vidriera y les gustó, compran

porque salieron a caminar, compran porque los sorprendió una novedad,

etc. Otras son reacias a salir de compras; siempre habrá otra persona que

podrá hacerles el favor de adquirir los bienes que requieren.

Algunas comprarán sólo por necesidad, por razones prácticas o tangibles,

otras por razones hedónicas, por razones placenteras e intangibles. Para

estas últimas personas hasta las compras por necesidad, aquellas

correspondientes a las necesidades básicas constituyen un placer: les gusta

comprar, disfrutan el “ir de compras”; llegado a un extremo, algunas se

transforman en compradores compulsivos. Entre estos dos extremos, por

necesidad imperiosa y por placer absoluto, los consumidores realizan sus

compras respondiendo a distintos motivos: los personales y los sociales.

“¿Qué sienten lo consumidores cuando salen de compras? ¿Por qué para

algunos es un placer y para otros es casi un castigo?”

Esto es tan relativo como pueden serlo las mismas actitudes de las personas.

Los mercados pueden segmentarse según la orientación de los

consumidores en sus compras, o mejor dicho, según las actitudes globales

que tengan hacia el acto mismo de la compra. Como comprendemos, una

vez más: allí están el individuo y sus actitudes.

Estas actitudes pueden ser distintas según la jerarquía de la necesidad que

debe satisfacerse, y/o de los productos/servicios en particular de que


dispone el consumidor como alternativas de elección y/o, también, de los

lugares o puntos de ventas que tiene que recorrer. Así, por ejemplo, a una

persona le puede encantar salir a comprar ropa deportiva y no ropa de

trabajo, salir a comprar libros y no alimentos. Si sale a comprar ropa informal

disfrutará mucho más, por ejemplo, si concurre a un gran centro comercial

tipo shopping y no a una tienda de barrio.

Investigaciones recientes (2012 y 2013) indican que la fuerza de los distintos

motivos puede señalar una relación estrecha entre el placer de la acción de

comprar y la satisfacción posterior a la compra.

En la unidad anterior referida a la evaluación de alternativas se establecieron

dos momentos importantes para el consumidor:

1) la valoración del producto/servicio en todas sus alternativas y

2) la apreciación de los “lugares” donde realizaría su compra.

“¿Qué y dónde compran los consumidores?”

Estas dos instancias se continúan con la misma significancia en el último

momento del modelo de toma de decisiones del consumidor, la salida: el

momento de la acción, el acto de la decisión misma, la compra concreta.

En esta etapa, llamada precisamente de comportamiento de compra,

establecimos dos maneras puntuales: la prueba de compra (o ensayo) y la

repetición de compra.

Recordemos que los interrogantes anteriores corresponde a dos de las

preguntas claves de la comercialización: ¿por qué, para qué, para quién,

¿Qué y dónde compran los consumidores?

qué, cuánto, dónde, cómo, con qué frecuencia compran los consumidores?

Ya nos hemos ocupado de algunas de ellas, por ejemplo, el para qué, el por

qué, el para quién. Ahora nos ocuparemos del qué y el dónde.

Pueden verse dichas conexiones en el esquema siguiente:

5
Figura 1

Fuente: elaboración propia.

Nos concentremos en qué compra el consumidor al finalizar la etapa de

evaluación de alternativas y pasar a la de comportamiento de compra.

Distingamos primeramente sobre producto (y servicio) nuevo y producto (y

servicio) innovador.

El producto nuevo puede corresponder a productos (y servicios) ya

conocidos por el consumidor en otras marcas.

Serán “nuevos” para la empresa que no los ofrecía en el pasado y ahora sí

los ofrece en el presente (la empresa está ampliado su línea de productos).

Respecto a los productos (y servicios) innovadores, estos entran de manera

constante al mercado: un alimento elaborado con nuevos aportes

nutricionales, un medicamento nuevo para el control de la calvicie, un nuevo

servicio en las comunicaciones, un nuevo estilo en indumentaria, entre

otros.

Las innovaciones se presentan tanto en el mercado de consumo

(consumidores individuales) como en el mercado industrial.

En ambas situaciones el consumidor percibe una ampliación del conjunto de

alternativas de elección, y muchas veces, podrá ampliar, también, su

conjunto evocado.

Ahora sí vamos a las manifestaciones del comportamiento de compra.

Prueba de compra

En el tema 5.6 se ha indicado el esfuerzo permanente que hacen muchas

empresas para mantener siempre interesado al consumidor a través de

nuevos “objetos satisfactores” a medida de sus necesidades.

Las distintas modalidades en que las empresas desarrollan y comunican sus

productos nuevos están orientadas a invitar a los consumidores y clientes a

efectuar la compra de prueba.


Repetición de compra

La repetición de compra está fuertemente relacionada con la lealtad de

marca, que la mayoría de las empresas quiere fomentar. También el

concepto tiene un vínculo firme con los consumidores de tipo no

innovadores.

Por otra parte, la compra repetida, es frecuentes en aquellos consumidores

de perfil conservador pero también en aquellas compras en las que, la

innovación puede ser considerada como de riesgo (un equipo informático,

un servicio de telefonía) y con insumo mayor de tiempo para la evaluación y

selección.

La compra repetida alienta a las empresas a fomentar la lealtad de marca

con promociones, descuentos, premios, reconocimientos, etc. El espectro

será amplio: desde la lealtad total hasta la no lealtad. Entonces, la lealtad de

marca puede ir de un extremo absoluto a un extremo inexistente.

Y ahora, ¿dónde, decidirá comprar el consumidor?

Con respecto a la apreciación de los “lugares” en los cuales la gente decide

comprar debemos ubicarnos en el ambiente del siglo XXI: el entorno de la

tecnología y el continuo avance de las nuevas formas de comunicación

hacen que la idea de “comprar” o “ir de compras” haya ido cambiando a lo

largo del tiempo... El consumidor, para muchas de sus decisiones y cada vez

de manera más extensa, puede optar por el mercado virtual. En esos casos

será importante evaluar:

cuán importante es para el individuo concurrir o no al comercio (según,

por supuesto, el tipo de bien del que se trate),

qué características comparten estos consumidores (¿serán nuevos

segmentos?), y

qué estrategias de marketing deberían poner en práctica las empresas

para alentar (o desalentar) dichas prácticas.


Como ejemplo, veamos en la imagen una página web muy conocida.

Figura 2

Fuente: Recuperado el 30 de junio de 2013. URL: www.mercadolibre.com.

Algunos públicos (mercados/segmentos/nichos) continuarán con sus formas

tradicionales de comprar, ya sea por las características mismas del grupo

(tradicionales, conservadores, etc.), por la imposibilidad de acceder a nuevas

formas de comprar (clase media-baja, por ejemplo) o por las características

intrínsecas del producto/servicio que necesita y desea adquirir (una casa,

por ejemplo).

Si la decisión del consumidor pasa por la compra en tiendas, en locales, en

comercios, es decir, en lugares “físicos o reales”, el individuo VA hacia el

producto.

En estas situaciones entran en juego otros factores:

la imagen del comercio,

la lealtad del consumidor hacia el comercio,

los atributos y el valor agregado del comercio,

las características de las personas que prefieren IR a buscar el producto.

A partir de dichos factores, el consumidor encontrará respuesta a:

Figura 4

Fuente: elaboración propia.

Evaluación pos compra

Inmediatamente después del acto de la compra, el consumidor evaluará si

compró “bien” (muy probablemente nunca dejó de evaluar en todo el

proceso de toma de decisión); si las expectativas hacia el producto/servicio

se cumplirán; si eligió la alternativa correcta.

Los consumidores, como parte de su análisis posterior a la venta, tratan de

contestarse a sí mismos de manera positiva: sí eligieron bien, es decir,

compraron el “mejor” producto y este cumplirá con todas sus promesas


implícitas.

Disonancia pos compra. Resolución de la disonancia

Recordemos el significado de la primera parte del término:

Disonancia cognoscitiva (o cognitiva): situación en la que una nueva

información (o mensaje) sobre una creencia (o actitud) se oponen (entran

en conflicto) con la información (o mensaje anterior) sobre la misma

10

creencia o actitud. Por ejemplo, el descrédito de un líder popular produce

una disonancia cognoscitiva para sus adeptos o seguidores.

En toda situación de disonancia, el individuo intenta reducir los sentimientos

negativos que pueden producirle el error, la desilusión, el desagrado.

La disonancia cognoscitiva posterior a la compra es un momento especial o

aplicado del concepto; en esta situación, la persona intentará “justificar”, de

diversos modos el error en la compra del producto equivocado, la desilusión

porque las expectativas no se cumplieron o el desagrado ante alguno de sus

atributos.

A partir del instante mismo en que adquirió el bien, comenzará a

preguntarse si compró bien. Hay quienes compraron un par de zapatos y

siguen mirando vidrieras de zapatos; hay quienes compraron un televisor de

21 pulgadas y siguen evaluando el de 25 pulgadas.

La duda sobre haber tomado la decisión correcta queda latente, la inquietud

de si no hubiera sido más adecuado otro producto o servicio; la pregunta de

si no se malgastó dinero, tiempo y esfuerzo. La incertidumbre de si el bien

resultará “bueno”; la inseguridad de si responderá a las expectativas, si

realmente cubrirá la necesidad que debe satisfacer. Las personas tienen

necesidad de que sus actos sean consistentes.

El individuo necesita de la consonancia, es decir, requiere de una “relación

de igualdad o conformidad” (DRAE) entre la expectativa y el resultado del

producto, entre el costo y el beneficio del bien, entre la promesa del anuncio
del producto o servicio y la realidad de la prestación.

Si se presentare esa consonancia, el consumidor podría acabar con todas

esas inquietudes que lo perturban, que lo tienen molesto, referidas a su

decisión de consumo. Sin embargo, no siempre logrará la consonancia como

resultado de todas esas confrontaciones a las cuales nos hemos referido. Si

la consonancia no se presenta, se produce un estado de tensión en el

individuo: hay creencias y conductas que entran en conflicto entre sí.

Entonces, muchas veces el resultado de su evaluación pos compra será la

disonancia, es decir, lo contrario a la consonancia, “falta de la conformidad

o proporción que naturalmente debe tener algo” (DRAE); sus expectativas

no se cumplieron, el beneficio no justificó el costo, el anuncio publicitario

prometió más de lo que otorgó el producto o servicio.

Un estado de disonancia se exterioriza en situaciones en que se presenta

una inconsistencia psicológica entre distintas creencias y /o conductas del

individuo. Y esto es simple de entender, por ejemplo, si el consumidor

11

desarrolló su evaluación entre el bien A y el bien B fue porque el bien A tenía

un conjunto de elementos a favor (atributos, cualidades, bondades,

virtudes) y un conjunto de elementos en contra (defectos, vicios) y el bien B

también tenía un conjunto de elementos positivos y un conjunto de

elementos negativos. Si optó por el bien A se quedó con todo lo bueno del

bien A pero también perdió todo lo bueno del bien B. Y, viceversa, si hubiera

optado por el bien B se hubiera beneficiado con las cualidades positivas el

bien B pero también hubiera perdido las cualidades positivas del bien A. Esta

situación, de ganar y perder, siempre se presenta frente a una decisión. En

definitiva eso es decidir: quedarse con algo y dejar algo, con todo lo que

implica el adoptar y abandonar. Por muy buena que haya sido la decisión,

siempre habrá algo bueno que quedó afuera.

Lo expuesto, como se ha dicho, le crea al individuo un estado desagradable


y disonante; más apropiadamente, el consumidor se enfrenta a la disonancia

cognoscitiva: algo presente se opone a lo anterior, un mensaje nuevo entra

en conflicto con un mensaje anterior, una información actual afecta a una

creencia, un conocimiento, una actitud o un sentimiento que estaba anclado

en el individuo, el presente y el pasado entran en conflicto. Y la persona

tiende a reducir ese estado de conflicto; tiene que lograr apaciguar todo ese

malestar; debe lograr un nuevo equilibrio.

Las personas tienden a convencerse a sí mismas que decidieron bien, que

optaron por elecciones inteligentes y acertadas, que lo que dejaron de

recibir de las alternativas de productos no seleccionados realmente no valía

la pena; tienen que encontrar razones que justifiquen la decisión tomada.

De esa manera, buscan refuerzos o motivos adicionales que apoyen la

elección y/o fallas, defectos y vicios en las alternativas que dejaron afuera.

En definitiva, es posible afirmar que los consumidores buscan apoyo a sus

decisiones de compra: apoyo y convencimiento interno pero también apoyo

y refuerzo desde su exterior.

El Marketing también hace uso del conocimiento de los posibles

mecanismos de resolución de estos conflictos. Muchos mensajes

publicitarios “ayudan” al consumidor a atender estos sentimientos

negativos; de esa manera intentan “frenar” la puesta en marcha de esos

sentimientos desagradables que desencadenarían en una actitud negativa a

sus propios productos. Por tal motivo, algunas publicidades apuntan a

disminuir la disonancia cognoscitiva en los consumidores.

Puntualmente, el consumidor emprende distintas acciones de auto

respuesta positiva, a través de la puesta en marcha de las llamadas

estrategias de reducción de la disonancia.

Por todo lo que hemos dicho hasta aquí, es posible afirmar que resulta muy

importante para el individuo intentar reducir sus disonancias cognoscitivas.

12
La primera de dichas estrategias apunta a la introducción de una nueva

creencia cognitiva: implica cambiar la creencia, el conocimiento o la actitud

anterior a la compra, que, luego de la compra produce la disonancia. Por

ejemplo, si antes de la compra el consumidor creía o pretendía que su

teléfono celular de primera marca tuviera una excelente fidelidad de sonido

al establecer la comunicación, ahora, luego de la compra y prueba del

producto, piensa, cree (cambia su actitud), que ese atributo no es tan

importante (puesto que el aparato no lo posee en la magnitud que lo creyó).

La otra de las estrategias de reducción de la disonancia es la “reevaluación

de las creencias o actitudes conflictivas para lograr consonancia”: al aplicar

este recurso, el individuo parte del reconocimiento de la disonancia (el

aparato no tiene la fidelidad de sonido que esperaba), y trata de encontrarle

el aspecto positivo o la ventaja a esta realidad pos compra, por ejemplo: “el

teléfono no tiene una excelente calidad de sonido, por lo tanto haré menos

llamadas en el mes y de esa manera ahorraré dinero”.

Son frecuentes las situaciones de compra en las que el consumidor

manifiesta expectativas de disonancia cognitivas pos compra altas. Por

ejemplo:

En situaciones en las que el consumidor tiene muchas alternativas de

producto para elegir se preguntará: ¿habré comprado el mejor?

En situaciones en las que el producto es nuevo se inquietará con la

pregunta: ¿será bueno?

Y ahora te invito a trabajar en las siguientes inquietudes.

En la primera imagen se presenta el caso del lavarropas automático con las

distintas preguntas. Una vez más trabajes en tu cuaderno de apuntes

reflexiona y responde las preguntas.

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Figura 5

Fuente: elaboración propia


En la siguiente imagen se presentan ejemplos de las posibles respuestas:

Uno de los atributos no se presenta en el producto como el consumidor

esperaba; para reducir su disonancia minimiza la importancia del

hallazgo.

Quien le vendió el lavarropas extiende ese hallazgo a todo el conjunto

evocado del individuo (no es problema del producto ni de la marca

elegida: no compró mal).

El fabricante a su vez, le asegura que está comprometido en ir

mejorando con el tiempo, que en este momento eso es lo mejor.

Compara tus respuestas y anota las discrepancias. Formula tus preguntas.

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Figura 6

Fuente: elaboración propia

De todo lo presentado en este tema es importante que se tenga en cuenta,

siempre, que el consumidor está expuesto a las dudas, a los temores, etc.

con respecto a lo que va a comprar y que cuanto mayores sean los riesgos a

asumir (económicos, funcionales, sociales, etc.) buscará más información y

asesoramiento.

Satisfacción e insatisfacción del cliente

La satisfacción es una especie de alejamiento de una experiencia para

evaluarla... Se podría tener una experiencia placentera que generó

insatisfacción, porque a pesar de ser agradable no lo fue tanto como debía

ser.

Por lo tanto:

“La insatisfacción no es una emoción, sino la evaluación de una emoción”.

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Los consumidores se forman ciertas expectativas previas a la compra de los

productos que han decidido comprar. Por ejemplo:

Referidos a los beneficios o rendimientos previstos del


producto/servicio.

Relacionados con el impacto social que logrará la adquisición de dicho

producto/servicio.

Las estrategias de comercialización de las empresas juegan un papel

importantísimo en la generación de estas expectativas, sobre todo la

variable comunicacional a través de la publicidad.

El resultado final de la confrontación resultado/expectativas modificará o

reforzará actitudes hacia el bien comprado. En situaciones de insatisfacción

extrema el consumidor dejará de consumidor el producto/ servicio. En

condiciones de insospechada satisfacción el consumidor ejercerá una

conducta de lealtad a la marca en sus futuras compras.

El siguiente esquema ilustra el camino recorrido por el consumidor hasta su

satisfacción o insatisfacción.

Figura 7

Fuente: elaboración propia.

16

Por lo expuesto anteriormente se deduce la importancia de la medición de

la satisfacción de clientes: recordemos que hacer marketing es hacer

productos a la medida de las necesidades de los consumidores, que no es

otra cosa que pretender “garantizarles” la satisfacción de manera anticipada

a la compra de los productos/servicios.

La satisfacción y/o la insatisfacción del cliente son la clave inicial y también

la final; es el punto de partida y también pretende ser el de llegada.

Desde una realidad conocida a través de las investigaciones sobre el

consumidor, las empresas identifican qué necesidades no están siendo

atendidas y cuáles sí lo están: cuál es el grado de conformidad de los

consumidores con los productos y servicios.

Con toda esa información casi parece obvio que las empresas dediquen todo

el esfuerzo necesario para ofrecer en el mercado productos y servicios tan a


medida de los consumidores que garanticen su satisfacción. Sin embargo,

decididamente, no resulta tan así.

Es necesario, casi imprescindible, la indagación sistemática: la investigación

acerca de los resultados de las acciones de Marketing. Esa será la manera

de efectuar las correcciones a los productos existentes, a las campañas

comunicacionales, a los precios, a los diseños, a las modalidades de ventas,

etc.

Un aspecto clave en la medición de la satisfacción de productos y servicios

es identificar las causas o motivos que la provocan, a través de la función de

los atributos del producto: si se cumplen o superan las expectativas hacia

dichos atributos, el consumidor quedará satisfecho; si no se cumplen su

condición final será la insatisfacción.

El grado de satisfacción del cliente se manifiesta a través de los sentimientos

y de las distintas actitudes que el individuo expresa hacia el producto o

servicio luego de la compra del mismo. Las personas, como decíamos en

anteriores apartados, estamos de manera permanente comparando,

evaluando, midiendo ahora, hacia adelante y hacia atrás en el tiempo.

Evaluamos los productos y servicios que incorporamos a nuestra vida

cotidiana y sacamos conclusiones... ¿Era eso lo que esperábamos de lo que

compramos? ¿Coincide o se acerca a nuestras expectativas?

“¿Qué es una expectativa? ¿En qué momento surge una expectativa con

respecto a un bien adquirido?”

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Surge mucho antes de la compra, surge en el momento en que el bien se

incorporó a nuestro conjunto evocado; se fue haciendo fuerte cuanto más

lo considerábamos como una alternativa interesante. Cuando finalmente

seleccionamos y adquirimos ese producto o servicio, la expectativa alcanzó

su magnitud máxima.

“¿Son diferentes las expectativas sobre un producto que sobre un servicio?”


Sí, son diferentes, precisamente porque en el primer caso se trata de bienes

tangibles y apreciaremos los distintos atributos percibido por nuestros

sentidos: el color, el sabor, el sonido, la nitidez, la textura, el olor. En el caso

de los servicios esas apreciaciones son intangibles.

Cuando las expectativas no se cumplen surge la insatisfacción: de inmediato

los expertos en Comercialización atienden la situación para recuperar la

confianza de sus clientes y/o consumidores.

Cuando las empresas están dispuestas a enfrentar y enmendar los hechos

tienen una alta probabilidad de que los clientes “perdonen, olviden y

retornen” a ellas.

Si un consumidor no se siente satisfecho con un producto o servicio, ¿qué

puede hacer?

Probablemente elija alguno de los siguientes caminos:

Puede exigir directamente una respuesta al vendedor (una devolución

por ejemplo).

Puede expresar su insatisfacción en el punto de venta.

Puede divulgar entre los miembros de sus grupos de referencia y

pertenencia su malestar.

Puede ejercer una acción legal en aquellas situaciones de daños,

perjuicios y lesiones (como en los ejemplos indicados).

Sin embargo, en la mayoría de los casos en los que crea que no será atendido

su reclamo, simplemente cambiará de marca y/o de punto de venta.

Hay que agregar a todo lo dicho, que la satisfacción del consumidor produce

un impacto muy grande en las utilidades; muchas investigaciones muestran

que la calidad de los productos afecta la satisfacción de los clientes, lo que a

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su vez produce un incremento de la rentabilidad entre las empresas que

proporcionan productos de buena calidad.

La calidad es más que una palabra técnica.


“¿Qué buscan con exactitud los consumidores en los productos y en los

servicios?”

La respuesta es sencilla: buscan calidad, valor y honestidad.

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