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En una pequeña provincia china los habitantes se vieron sorprendidos cuando Jian

Feng solicitó el divorcio de su esposa por considerar fea a su hija recién nacida.
Pues el problema comenzó con el nacimiento de la primera hija de la pareja, ya que
el padre no encontró parecido de la recién nacida con ninguno de sus progenitores
y sospecho de una infidelidad; ante las presiones, su esposa le confesó que en
realidad ella sí se parecía a la pequeña.

La joven mujer no era muy agraciada en su juventud, por lo que se sometió a varias
y costosas cirugías antes de conocer a su esposo, gastando alrededor de 100 mil
dólares en su cambio, situación que no le confesó a su pareja cuando se conocieron.

Molesto por el engaño, inconforme con la apariencia de su pequeña hija y tras


conocer la verdadera apariencia de su esposa, Feng pidió la anulación del
matrimonio y una millonaria indemnización, resaltando que 'de haberla conocido al
natural, jamás me habría casado con ella'.

La verdad cuando leí esta noticia, me dio risa, no podía creerlo, suena a algo tan
ridículo, tan absurdo. Pero resulta que es la noticia de un suceso real. Y después
de mi primera reacción que fue de risa, pensé en cuan aberrante es la historia que
se narra en esta noticia, me puse a pensar en lo superficial que se están volviendo
nuestras sociedades. En los peligros que acechan a nuestros hijos y a nosotros
mismos. Y me puse a pensar en que cosas de esas que enseña el mundo se podrían
estar filtrando en nuestros hogares. Como es que como sociedad nos hemos ido
degenerando poco a poco y hoy ya ni siquiera nos asombramos de ciertas cosas
que pasan que antes eran reprochables e inconcebibles.

2 timoteo 3:1-5
1 Esto también debes saber: que en los postreros días vendrán tiempos
peligrosos.

2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos,


soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos,

3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin dominio propio, crueles,


aborrecedores de lo bueno,

4 traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los deleites más que de Dios,

5 teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a éstos evita.

DyC 45:27
27 Y el amor de los hombres se enfriará, y abundará la iniquidad.
Hermanos, alguno de nosotros sabe cuánto tiempo más le resta de vida en este mundo
o tan siquiera sabe que sucederá cuando abandonemos este edificio? Nadie lo sabe,
sino Dios.
No somos eternos. Nuestro cuerpo tiene fecha de caducidad. Y a veces tomamos
decisiones y nos permitimos vivir como si fuésemos eternos. Muchos de nosotros
hemos perdido o hemos decidido abandonar el rumbo, pensando que más adelante
podremos retomarlo sin problema. Y tal vez muchos de nosotros no lo logremos.
Hemos olvidado o hemos decidido hacer de lado los dones y las bendiciones eternas
que Dios nos ha dado, por ir tras fortunas y reconocimientos vanos del mundo. Cuantos
hijos de Dios, pensamos que no podemos ser felices hasta lograr tesoros que
anhelamos y que son completamente temporales, mundanos y retorcidos. Ropa de
diseñadores reconocidos a la última tendencia de la moda. Un auto del año, una casa
más grande, una educación en una escuela de prestigio, un esposo o esposa guapa,
una posición acomodada, un reconocimiento público, un cuerpo más estilizado y
perfecto para los volubles estereotipos de la sociedad, etc.
Nos hemos vuelto ciegos por elección, y no nos damos cuenta de que las bendiciones
más importantes para poder ser felices en esta tierra las tenemos cerca, viven con
nosotros, somos portadores y podríamos ser sus practicantes y portavoces
Como hijos de Dios somos poseedores de algunos regalos o dones que El Señor con
su infinito amor nos ha dado para que nosotros podamos ser felices en esta tierra. El
primero de ellos es La familia.
Dentro del evangelio aprendemos que la familia es la unidad social más importante en
esta vida y en la eternidad. Hemos venido aquí provenientes de una familia eterna
perfectamente constituida, tenemos hermanos y Padre y Madre Celestiales. El hecho
de que cada persona que nace en esta tierra tenga y manifieste una inmediata
necesidad de amar y ser amado, no es una curiosidad, ni una casualidad y tampoco es
una reacción química en el cerebro de una persona sentimental o de apreciaciones
subjetivas. Es un recuerdo y una necesidad eterna con propósitos divinos y sempiternos
ÉLDER RUSSELL M. NELSON

Nacimos con la capacidad de crecer, amar, casarnos y formar familias.


El matrimonio y la familia son ordenados por Dios. La familia es la unidad social más
importante en esta vida y en la eternidad. Bajo el gran plan de felicidad de Dios, las
familias pueden sellarse en los templos y prepararse para regresar a morar en Su santa
presencia para siempre. ¡Eso es la vida eterna! Satisface los deseos más profundos
del alma humana: el anhelo natural de una asociación sin fin con los queridos
miembros de la familia de uno.
El Señor nos envió a esta tierra para que pudiésemos amar a quienes hoy amamos,
pero que lo hagamos con un amor perfecto como el de NPC y Jesucristo, que así como
Él nos ha amado, que así amemos a nuestros semejantes, a nuestra familia. Que así
como Él nos ama y nos ayuda a aprender y a crecer, y camina con nosotros y nos
sostiene, y se duele con nosotros y nos apoya y nos perdona, así hagamos también
con nuestros compañeros, con nuestros hijos, con nuestros padres y hermanos. Dicen
en algunos anuncia publicitarios que en familia es mejor y tienen razón, es mejor que
se aprenda a orar en la familia, a leer las escrituras, a confiar en Dios, a ser fieles, a
vivir el evangelio. Porqué las experiencias, las impresiones, los ejemplos, las lecciones,
los sentimientos y las lecciones que se aprenden dentro de una familia, son un
testimonio imborrable, determinante y eterno en la vida de una persona.
El siguiente Don es nuestro cuerpo físico.
Para poder ser felices con plenitud en esta tierra y poder amar y ser amados con
perfección y plenitud; Dios nos ha dado un cuerpo a imagen y semejanza del suyo. Un
cuerpo con cualidades todavía incomprensibles para nosotros, con funciones perfectas,
un cuerpo que, increíble y sublime, es capaz de dar vida, que se regenera por si solo,
cuya piel nos protege de los peligros y agresiones del ambiente, cuyos miembros nos
permiten tocar y ser tocados y sentir el pequeño cuerpecito de un bebe, y nuestros
sentidos nos permiten apreciar la sonrisa traviesa y sincera de un niño, un cuerpo que
nos permite dar y recibir un abrazo fuerte lleno de afecto, o un beso colmado de amor.
Un cuerpo que nos permite servir a quienes amamos, que nos permite trabajar hasta el
cansancio y que podría albergar un corazón y un espíritu inquebrantable. Un cuerpo
que nos permite percibir el amor de Dios expuesto en la naturaleza, en cada partícula
material e inmaterial del mundo que está a nuestro alcance. Que podríamos hacer sin
algún miembro de nuestro cuerpo? Sin una extremidad? Sin alguno de nuestros
sentidos? Que podríamos y que anhelaríamos hacer si no tuviéramos este cuerpo santo
que Dios misericordioso nos ha dado?
Debemos recordar que no se requiere un cuerpo perfecto para lograr nuestro
destino divino. De hecho, algunos de los espíritus más dulces se hospedan en
cuerpos débiles o imperfectos. A menudo, la gente que tiene dificultades físicas
desarrolla una gran fortaleza espiritual, precisamente debido al desafío que
afronta.
Cualquiera que estudie las funciones del cuerpo humano seguramente ha
“…visto a Dios obrando en su majestad y poder”18. Puesto que el cuerpo es
gobernado por la ley divina, cualquier curación viene por obediencia a la ley sobre
la cual esa bendición se basa19.
Aún así, algunas personas piensan erróneamente que esos maravillosos
atributos físicos ocurrieron por casualidad o fueron el resultado de una gran
explosión en algún lugar. Pregúntense: “¿Podría una explosión en una imprenta
producir un diccionario?”. La probabilidad es de lo más remota; pero si así fuera,
¡nunca podría curar sus páginas rotas o imprimir sus propias ediciones nuevas!
Somos una manifestación de Dios, la creación más grande y perfecta de sus manos,
amémonos como somos y amemos a los demás en cualquiera que sea su presentación,
¿Quiénes consideramos que somos para cuestionar, criticar, ofender, descalificar o
ensuciar la creación divina del Señor bajo un criterio tan terrenal, vulgar y perverso
como el que nos quiere inculcar el mundo inicuo en el que vivimos?

Nuestro cuerpo aun en su perfección seria inanimado sin nosotros dentro de él, es decir;
Sabemos que somos más que un cuerpo, que aunque el cuerpo es ya parte de
nosotros, nuestra esencia, todo lo que pensamos y sentimos y somos se encuentra en
nuestro espíritu. Todos los conocimientos, los afectos, los anhelos, el potencial que
lograremos con nuestro cuerpo, están contenidos en nuestro espíritu. Y Dios lo creó.
Otro de nuestros dones es nuestro espíritu. Nuestro padre Celestial nos creó, nos
engendró para darnos la oportunidad de crecer, de progresar, de amar, y ser felices y
eternos como El.
Nuestros espíritus existían en el mundo premortal y continuarán viviendo
después de que muera el cuerpo. El espíritu proporciona animación y
personalidad al cuerpo. En esta vida y en la venidera, cuando el espíritu y el
cuerpo se juntan, llegan a ser un alma viviente de valor supremo.
Puesto que el espíritu de uno es tan importante, su desarrollo es de
consecuencias eternas. Éste se fortalece al comunicarnos en humilde oración
con nuestro amado Padre Celestial.
Los atributos por los cuales seremos juzgados un día son todos espirituales.
Estos incluyen el amor, la virtud, la integridad, la compasión y el servicio a los
demás. Su espíritu unido a su cuerpo y alojado en él, puede desarrollar y
manifestar esos atributos de maneras que son vitales para su progreso eterno. El
progreso espiritual se obtiene mediante los pasos de la fe, el arrepentimiento, el
bautismo, el don del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin, y comprende las
ordenanzas de la investidura y del sellamiento en el santo templo.
Tal como el cuerpo requiere alimento diario para sobrevivir, el espíritu también
necesita nutrición. El espíritu se nutre de la verdad eterna.

Para finalizar Hablemos del Evangelio de Jesucristo. Es otro Don de NPC. Uno de
mucho valor, es la pieza clave, el mapa del tesoro para poder lograr el objetivo por el
cual estamos aquí.
Como hemos visto; Dios nos ha dado todo para poder vivir felices en esta tierra, para
vencer en nuestro desafío y para –como decía José el vendido en Egipto- fructificar en
esta tierra de nuestras aflicciones. No tenemos excusas, Mas bien tenemos muchas
responsabilidades y tendremos muchas cuentas que rendir por lo que hagamos con los
dones divinos que Dios nos ha dado al venir a esta tierra de probación nos dio un
espíritu de origen Divino, con una personalidad guerrera y vencedora, porque desde
allá en la preexistencia elegimos, combatimos y vencimos. Nos obsequió un cuerpo con
las características, habilidades y debilidades necesarias para probar nuestro espíritu y
hacerlo mas fuerte, de nosotros depende el continuar luchando y ser inquebrantables
en nuestro trayecto a la exaltación. Nacemos con el deseo inherente y divino de imitar
a nuestros padres Celestiales, formar familias y mantenernos unidos en un progreso
feliz y eterno; aprendemos, nos fortalecemos, crecemos y nos salvaremos solo en
familia. Y de mantener o no unida esta asociación, daremos cuentas con resultados
eternos. Se nos ha dado el conocimiento del plan de salvación, el cual nos enseña
cómo es Dios, cuanto nos ama, de dónde venimos, por qué estamos aquí y a donde
debemos dirigir nuestra existencia y cuales son las pautas a seguir para lograr llegar a
nuestro destino eterno. Este conocimiento debe ser inculcado a nuestros hijos y debe
ser continuado a través de nuestras generaciones.
No importa cuales sean nuestras circunstancias de vida, nuestros desafíos, nuestras
debilidades físicas o espirituales . Debemos saber que a pesar de que nuestros defectos
sean enormes y nuestras debilidades parezcan irremediables, como Hijos de Dios no
tenemos limitaciones, solo las que el pecado nos imponga. Pero nosotros desidimos
si seremos sus esclavos o serviremos al Señor.
Hermanos, porque nuestro Espiritu es objeto de su creación, por que existimos, por que
tenemos un cuerpo que nos permite amar, servir y crear; por ser parte de una familia
que nos puede llevar a la exaltación, y por este evangelio de amor perfecto y divino;
demos gracias a Nuestro Padre Celestial y valoremos lo que aun tendremos mientras
vivamos. No sabemos cuándo nos llamará el Señor, lo que sí sabemos es que un día
tarde o temprano nos iremos irremediablemente, hayamos o no aprendido lo que
teníamos que aprender, estemos preparados o no para pasar al siguiente nivel. Demos
fruto mientras tengamos tiempo. Amemos, abracemos, sintámonos en una o miles de
sonrisas, en abrazos, besos y actos de servicio, perdonémonos, encaminemos nuestras
almas juntas a la exaltación.
Mosíah 4:9–10.
“Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo
como en la tierra; creed que él tiene toda sabiduría y todo poder, tanto en el cielo
como en la tierra…

“… creed que debéis arrepentiros de vuestros pecados, y abandonarlos, y


humillaros ante Dios, y pedid con sinceridad de corazón que él os perdone; y
ahora bien, si creéis todas estas cosas, mirad que las hagáis”.

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