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El análisis demográfico
del envejecimiento: conceptos, técnicas y
métodos.
3.1 Introducción
El envejecimiento de la población presenta diferentes significados, según cual sea la
perspectiva disciplinar desde la que se analice (Mederos y Puente, 1996). Desde el punto
de vista biológico, el envejecimiento se refleja en un conjunto variado de transformaciones
del organismo que modifica el estado de la salud e incapacitan –o limitan– en mayor o
menor medida las facultades físicas o psíquicas del individuo.
Desde la perspectiva de las ciencias sociales, el envejecimiento abre nuevos horizontes: la
sociología y la antropología contemplan al envejecimiento como un proceso de cambios
actitudinales, resultado de la estrecha relación del hombre con su entorno social,
económico y cultural. La economía se centra en el análisis de la relación estadística entre
la población jubilada e inactiva y la población activa u ocupada. Para la demografía,
finalmente, el envejecimiento aparece cuando aumenta sustancialmente tanto el volumen
como el porcentaje, o peso relativo, de las personas de 65 y más años.
En cualquier caso el análisis demográfico del envejecimiento está estrechamente unido a
la Biogerontología, porque en nuestra opinión es razón de ser y justificación de esta nueva
disciplina. Partiendo de esta premisa, en este capítulo nos plan-
teamos abordar el análisis demográfico y territorial del envejecimiento a partir de la
consecución de cuatro objetivos entre sí complementarios: a) definirlo con precisión; b)
aportar las técnicas que permitan tratarlo estadística, gráfica y cartográficamente; c)
explicar sus causas e interpretarlo y, finalmente, d) analizar sus consecuencias
demográficas y territoriales –así como sociales y económicas– destacando la importancia
que tiene la escala de análisis (país, región, provincia, municipio, sección censal...) para
entenderlo en su plena dimensión geográfica.
Nos serviremos, como marcos disciplinares, de la Demografía y de la Geografía. La
Demografía nos permite estudiar la dimensión temporal y estructural del fenómeno del
envejecimiento; la Geografía, a partir de una de sus ramas: la Geodemografía (también
llamada Demogeografía, Geografía Demográfica o, más genéricamente, Geografía de la
Población) tiene como objetivo de estudio el análisis de las variaciones espaciales de la
población: distribución, composición, migraciones, crecimiento de las poblaciones, así
como de las consecuencias económicas y sociales de éstas, por ser las que explican la
situación actual y condicionan la futura. En otras palabras su objetivo es “describir y
comprender las relaciones entre la población y el espacio, abarcando tanto la distribución
espacial de la población como los movimientos de población y su diferenciación territorial”
(Noin y Thumerelle, 1993).
Una tercera subdisciplina, la Demografía Social, ha de ser tenida en cuenta, asimismo,
como telón de fondo. En ella la población se interpreta como causa y consecuencia de los
fenómenos sociales: el envejecimiento de la población, la mortalidad, las modificaciones
del ciclo familiar, la fecundidad diferencial, etc., se explican a partir del contexto general
(tipos de organización social, sistema de valores, entorno...) en que se producen.
Demografía, Geodemografía y Demografía Social, pues, se complementan entre sí y nos
dotan de teorías y de herramientas técnicas y metodológicas para el más preciso análisis y
la más correcta interpretación del envejecimiento de la población.
3.2 El envejecimiento demográfico: una definición
El envejecimiento demográfico no puede ser considerado como una variable
independiente, sino como “un fenómeno estructural de complejas implicaciones
demográficas, económicas y sociales” (Leguina, 1981) así como territoriales, en cuanto
que se muestra fuertemente diferenciado y contrastado, a cualquier escala que se analice.
El concepto de envejecimiento de una población “carece de ambigüedad, ya que todos los
individuos envejecemos demográficamente al mismo ritmo”. Sin embargo, como señala
este autor, “no es consecuencia bi-unívoca del paso del tiempo, considerándose que una
población envejece cuando la proporción de viejos aumenta progresivamente”.
Otro experto en temas de envejecimiento de las poblaciones (Pérez Díaz 2002) considera,
en este mismo sentido, que el llamado “envejecimiento demográfico” poco tiene que ver en
realidad con el envejecimiento de las personas. Aquél: el envejecimiento demográfico “es
reversible, depende de la natalidad y nada impide, en principio, que las poblaciones
avanzadas rejuvenezcan en el futuro por un aumento del número de nacimientos”. De
hecho, como señala este autor, “es bastante probable que tal cosa ocurra en las próximas
décadas, lo cual es perfectamente compatible con la consolidación de la madurez de
masas porque ambos fenómenos tratan de cambios diferentes y resultan de dos maneras
completamente distintas de estudiar la edad de las personas, la transversal y la
longitudinal”.
La Demografía, como apunta el autor citado, enseña que no es lo mismo observar las
diferentes edades congelando el tiempo en un corte arbitrario (“transversal”) como el que
pueda realizar un censo de población, que dejarlo transcurrir y observar a los nacidos en
determinados años (generaciones) a medida que van cumpliendo diferentes edades en
“longitudinal”. En el primer caso las edades contienen personas diferentes, mientras que
en el segundo caso son las personas las que van cumpliendo edades diferentes. Pues
bien, cuando se habla de envejecimiento demográfico es la primera óptica la utilizada,
aunque también debería adoptarse la segunda.
El envejecimiento demográfico, entendido como el aumento relativo de la población vieja,
puede explicarse por tres factores:1) por caída de la fecundidad (hablaremos entonces de
“envejecimiento por la base” o también llamado “envejecimiento malthusiano”); 2) por
emigración que, al aparecer predominantemente ligada a las edades en edad de trabajar,
provoca un déficit relativo de adultos y consiguientemente una caída de la natalidad (es el
envejecimiento por la cintura de la pirámide) y, finalmente, 3) por el aumento de la
esperanza de vida (o envejecimiento por la cúspide de la pirámide). Cada uno de estos
factores, como se demostrará más adelante, dará lugar a una forma, a una estructura por
edad y sexos diferente.
Todas estas tasas, índices, indicadores en suma, pueden analizarse separadamente por
sexos o género, siendo deseable hacerlo así por los diferentes comportamientos
demográficos de hombres y mujeres. En el Tabla 1 adjunta se presentan las definiciones,
las siglas habitablemente utilizadas, las fórmulas matemáticas para su cálculo y el
significado de las notaciones estadísticas de éstas.
Tabla 1. Indicadores analíticos y sintéticos para analizar el envejecimiento de la población.
Para interpretar una pirámide de población es necesario tener en cuenta que el rectángulo
de una edad, o grupo de edades, tiene una longitud que depende de los efectivos al nacer
de la generación o generaciones correspondientes, de la importancia de la disminución de
la mortalidad y del peso que en cada grupo de edad tienen las migraciones.
Sin embargo, en ocasiones los tres factores pueden sumarse o darse conjuntamente, tal
como ocurre en el caso de los espacios rurales españoles (Fig. 8) y en la mayor parte de
los centros de las ciudades (Fig. 10b), trayendo como consecuencia un debilitamiento
progresivo de la capacidad de renovación de las poblaciones, salvo que la inmigración
modifique esta tendencia.
En cualquier caso, una estructura demográfica vieja o regresiva aparecerá caracterizada
por una base retranqueada, al mostrarse progresivamente debilitada como consecuencia
del mantenimiento en el tiempo de la caída de la fecundidad, y una cúspide notablemente
desarrollada por el incremento en la esperanza de vida y el déficit relativo de jóvenes (Fig.
9). El grupo de adultos (15 a 64 años) aparecerá relativamente potenciado, porque no
debemos olvidar que éste cumple, en las situaciones de cambio demográfico, un relevante
papel amortiguador.
Las estructuras demográficas de espacios rurales emigratorios, por su parte, presentan
una estructura típica en forma de espina de pez (Fig. 8) caracterizada por una importancia
relativamente alta del grupo de viejos (como consecuencia de un déficit relativo de
adultos), en ocasiones una presencia significativa de jóvenes (hecho paradójico, debido no
a la importancia absoluta de éstos, sino a su importancia relativa como consecuencia,
nuevamente, de la mayor emigración de adultos) y, finalmente, unas tasas de
masculinidad en el grupo de adultos jóvenes artificialmente altas, porque la emigración
afecta en mayor grado a las mujeres, expulsadas laboralmente antes –y en mayor
medida– del mercado de trabajo en los espacios rurales.
Para interpretar la pirámide de una población rural es necesario tener en cuenta dos
hechos básicos: por una parte la periodicidad –la dimensión temporal– del fenómeno
emigratorio y por otra la intensidad del mismo, lo que permite distinguir diferentes tipos de
estructuras con diferentes grados de envejecimiento.
En las ciudades y áreas metropolitanas –especialmente en sus espacios centrales– el
envejecimiento se manifestará en una pirámide con forma de urna (acentuada en mayor o
menor medida), caracterizada por presentar un marcado envejecimiento por la altura y un
fortísimo desequilibrio entre hombres y mujeres a favor de éstas, tanto por su mayor
esperanza de vida como por la desproporción, a favor de las mujeres, de hogares
unipersonales en las cohortes de mayor edad (Fig. 10.b).
Finalmente, los diagramas triangulares –o ternarios– suelen emplearse cuando el número
de unidades de análisis a considerar es grande, cuando se quieren mostrar los cambios
estructurales experimentados por una población a lo largo de un periodo de tiempo (Fig.
11) o cuando se pretende comparar la distribución de la población por grandes grupos de
edad de distintas unidades de análisis (en nuestro caso, Comunidades Autónomas
españolas) en un momento dado (Fig. 12), pudiendo servir de base esta gráfico para la
propuesta de clasificación o determinación de grupos homogéneos de unidades
territoriales (provincia, comunidades autónomas –Fig. 13– o países) y su ulterior
representación cartográfica.
Fuente: I.N.E. Censos de población de 1900, 1910, 1920, 1930, 1940, 1950, 1960, 1970,
1980, 1991 y 2001 y proyecciones demográficas horizonte 2050. Elaboración Pedro
Reques Velasco.
Figura 11. Diagrama triangular en el que se representa la evolución de los grandes grupos
de edad en España entre 1900 y 2001 y su proyección hasta 2050.
Nota: El gráfico permite analizar, tanto la intensidad como el ritmo, del proceso de
envejecimiento de la población española. Obsérvese la aceleración del proceso de
envejecimiento en España entre 1981 y 2001 y el que podría experimentar entre 2030 y
2040.
Viejos
COMUNIDADES Jóvenes Adultos
65 y más
AUTÓNOMAS 0-14 años 15-64 años
años
3.6 Conclusión
En este capítulo se ha definido el envejecimiento y se han presentado las fuentes para su
estudio. Ligados a las mismas se han señalado los principales indicadores analíticos y
sintéticos para su cálculo y se han apuntado las formas de representación gráfica. Todo
ello permite convertir los datos primarios en información estadística significativa, lo que
facilita los análisis comparativos e interpretativos. Sin embargo en el análisis de la
población o de cualquiera de los fenómenos a ella ligados (en esta caso el envejecimiento)
la labor del investigador y del estudioso no debe quedarse en este objetivo sino debe
profundizar en él, analizando las causas e interpretando los hechos analizados. La fase
analítica (“quiénes” –o población objeto de la investigación–, “cuánto” –fuentes y técnicas
que ayudan a resolver el problema analizado– y “cómo” –las formas y los tipos de
envejecimiento–) ha de dar paso a la fase explicativa (al análisis de los “por qués” –o
marco teórico y análisis de las causas–, y en el caso de la Geodemografía, “dónde” –o
localización espacial del fenómeno analizado, habida cuanta que el envejecimiento de la
población se muestra territorialmente muy diferenciado–). No menos importante es la fase
prospectiva o análisis de las consecuencias en el futuro (sociales, económicas,
territoriales…) del fenómeno analizado. Pues bien, a responder a las preguntas quiénes,
cuánto y cómo hemos dedicado este capítulo, a ayudar a responder a por qué, dónde y a
analizar las repercusiones sociales del envejecimiento se dedicará el siguiente.
Bibliografía
Leguina, J. Fundamentos de demografía. 3a ed. Siglo XXI, Madrid
1981.
Medreros, A. y Puente, A. La vejez, Madrid, Acento 1996.
Noin, D. y Thumerelle, J. P. L’etude géographique des
populations. Masson, Paris 1993.
Pérez Díaz, J. La situación social de la vejez en España a partir de
una perspectiva demográfica (multicopiado) 2004.
Pressat, R. Introducción a la Demografía. Ariel, Barcelona 1977.
Pressat, R. Diccionario de Demografía. Oikos-Tau, Barcelona 1987.
Puga, Mª D. y Abellán, A. El proceso de discapacidad. Un análisis
de la encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de la
salud. Madrid, Fundación Pfizer 2004.
Reques, P. Geodemografía. Principios conceptuales y
metodológicos Santander, Universidad de Cantabria (en prensa).
Sierra, A. y Doreste, J. L. “Demografía y Salud Pública”. En: G.
Piédrola Gil: Medicina preventiva y Salud Pública, Barcelona, Salvat,
1994, págs. 54-88.
Vinuesa, J. (Coord.) Demografía. Análisis y
proyecciones. Síntesis, Madrid 1995.
Páginas de Internet
www.ine.es: página del Instituto Nacional de Estadística de España.
El banco de datos Tempus, para series temporales de datos, y la
desagregada información que ofrece, a todas las escala territoriales
en relación al el censo de 2001 hace impresdincible su consulta
para cualquier estudio demográfico sobre nuestro país.
www.un.org/esa/socdev/ageing/index.html: dependiente de la
Organización Mundial de la Salud (http://www.who.int) es una
pagina centrada en el estudio y análisis del temas del
envejecimiento desde una perspectiva, asimismo, multidisciplinar,
aunque fundamentalmente socio-sanitaria.