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1.- INTRODUCCIÓN
En el siguiente trabajo pasamos a analizar, desde una perspectiva analítica y crítica el artículo
escrito por Gil (2008) “Ciudadanía y humanidad. La educación en el diseño”. Es cierto, que
en su momento la inmersión de la asignatura de “ciudadanía” en el ámbito escolar no estuvo
exenta de debate y crítica, sobre todo por su influencia adoctrinadora para algunos. Sin
embargo, en esta recensión se tendrán más en cuenta aspectos relacionados con los agentes
que conforman una teoría educativa de los derechos humanos dentro del ámbito escolar, así
como la construcción de la idea de dignidad humana en los educandos.
El texto de Gil (2008) comienza con una interesante afirmación: “Toda acción educativa
conlleva una orientación moral” (p.28). Durante mucho tiempo en nuestro país, sobre todo en
la época de la transición, la objetividad moral dentro del sistema educativo era latente.
Probablemente se debiera a que la anterior época histórica había estado bañada de
adoctrinamiento en todos los aspectos del sistema social y cultural. No obstante, es preciso
señalar que el consenso entre los principales agentes educativos (familia, escuela y sistema
normativo) es difícil de alcanzar.
Vamos a ir desgranando las diferentes posturas de los agentes que intervienen en el proceso
educativo y que tienen especial relevancia en la asignatura de ciudadanía.
Dentro del artículo propuesto para esta recensión encontramos tres posturas encontradas
en las actitudes familiares hacia esta asignatura. Por un lado, hay padres que la ven como una
intimidación o una especie de aparato represor de ideas. Gil (2008) resume perfectamente esta
idea en la frase: “Para algunos, una seria amenaza de formación para los jóvenes y los padres,
(…) la preocupación inicial por parte de algunos sectores sociales de una única visión moral
(…) en detrimento de otras perspectivas” (p.28).
Aunque en el escrito de Gil (2008) se afirma que la revolución dogmática que parecía llegar
con esta asignatura al panorama escolar se ha quedado en agua de borrajas; no obstante, para
algunas familias creyó que supondría una revolución en la construcción de la identidad
personal de los jóvenes educandos, nada más lejos de la realidad. Este hecho se debe en parte,
como yo lo entiendo, a la sociedad llena de estímulos en la que vivimos hoy en día. Los jóvenes
ya han escuchado o visto discursos o mensaje llenos de moral y consejo en algún otro canal
de información.
Las diferentes posturas ideológicas, tienen una relación directamente proporcional con el
resto de agentes y características culturales. Ahora pasamos a analizar críticamente el siguiente
eslabón de la cadena educativa: la vinculación de esta asignatura con los derechos humanos.
Con relación a este hecho, Gil (2008) señala que “la fuerza legitimadora de los derechos
humanos (…) radica en las expectativas permanentes de humanización que abre al reconocer
como valor absoluto inarticulado del todo por ningún gobierno, nación o cultura la expresión
del ser humano” (p.32); con esta afirmación el autor nos advierte de no existe una concreción
de ideas o contenidos que resuman en esencia la moralidad del ser humano. Aquí se nos habla
de la idiosincrasia propia que poseemos como individuos.
aunque la realidad sea bien distinta e infringirlos esté a la orden del día. Los derechos
constitucionales si no se cumplen, u otro los rebasa, siempre pueden ser recurridos
judicialmente. Aquí se hace, a mi juicio, la primera distinción cultural: lo que para algunos
países es un derecho fundamental, para otros no lo será. Es una idea simplista, pero es la que
se lleva a cabo. Habermas (2010) en su “The Idea of Human Dignity and the Realistic Utopia
of Human Rights”, establece que “los derechos fundamentales requieren, por su abstracta
generalidad, ser concretados en el caso particular. De este modo, los legisladores y los jueces
a menudo alcanzan resultados diferentes en contextos culturales diferentes” (p.108).
Ahora bien, cabe delimitar nuestro papel como pedagogos en todo este proceso de
inmersión en la asignatura de ciudadanía. Dentro del currículo escolar, los derechos humanos
se materializan en esta asignatura, es nuestro deber como docentes conocer las posibilidades
didácticas que los mismos presentan. Gil (2008) expone la idea de dicha aplicación:
El marco interpretativo de los derechos humanos puede ser aplicado a la educación (…) Para
reconocer su incidencia en los valores de la formación humana. (…) La incorporación de una nueva
asignatura en el currículo nos obliga a conocer su alcance práctico. (…) hay que aprovechar
situaciones imprevistas, para reconducirlas con una intencionalidad educadora en estos derechos,
exige pensar en el marco reflexivo que nos proporcionan los derechos humanos (p.35).
Tomando como referencia esta premisa, los maestros debemos saber que la educación solo
puede tomar forma en la ética propia de los derechos humanos. Discernir el bien del mal, la
idea de formar futuros seres humanos con la capacidad interpersonal de respetar al otro. Es
decir, la educación es el todo de la formación cívica y moral, no hace falta separarla en una
asignatura concreta para alcanzar ese culmen. La frase de Gil (2008) “la educación ha de ser
impartida en sus contenidos y formas de tal modo que se constituya en un auténtico derecho
humano” (p.36), resume perfectamente lo que deseo apuntar; y, por ende, creo que merece
unas líneas de esta recensión.
Uno de los objetivos que los docentes debemos tener en cuenta es la contextualización
del hecho educativo en materia de derechos humanos, así como la globalización de
aprendizajes. Lo que se pretende apuntar, es que para crear aprendizajes significativos en
cualquier proceso de aprendizaje es necesario tener en cuenta que los contenidos sean
universales, y que atiendan a la diversidad. Es interesante la recomendación que realiza Gil
(2008) citando a Bárcena (2007) y a Ortega y Mínguez (2007); para llevar a cabo dicha
premisa:
El modo de conseguir que la dignidad humana se constituya en criterio de valoración para el alumno
consiste en enfrentarle a situaciones sociales en las que tenga que emprender acciones de ayuda
humanitaria, donde podrá percibir en su propia piel el hecho a ser hombre, a ser tratado
humanamente, a atender el trato amistoso y (…) compasivo (p.42).
MASTER INTERUNIVERSITARIO EN MEMORIA Y CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN MARÍA MARTÍN BRONCHAL
Tras analizar el papel que la educación debe representar en la educación de los derechos
humanos, pasaremos a realizar un análisis crítico de lo que supone el papel de la legislación
vigente en lo relativo la ciudadanía y los derechos humanos. Debido a las demandas propias
de la sociedad, los articuladores de las diferentes leyes se curan de espanto al crearlas. Con
esta afirmación quiero apuntar a que los legisladores saben que dichas normas van a ser
sometidas a debate y juicio una vez impuestas. España es un país normativamente
descentralizado, y los currículums de las diferentes autonomías así lo demuestran.
Llegados a este punto del ensayo, debemos analizar el porqué del fracaso conceptual de la
asignatura de ciudadanía en las aulas. La problemática que suscita el debate, se centra en la
idea errónea de la regularización legislativa de los conceptos de “ciudadano” y el de
“derechos humanos” como un todo indivisible. De esta manera, estamos otorgando el bastón
de mando a los legisladores que normativizan lo que éticamente es correcto de lo incorrecto.
La idea que propone Ayuste (2006) me parece enormemente valiosa: “los desafíos tienen
que ver con la diversidad y el pluralismo crecientes como consecuencia de la dinámica
globalizadora a la que estamos asistiendo, y con la necesidad de desarrollar un modelo
educativo abierto y sensible a las diferencias” (p.86). Es en esta premisa en la que los docentes
debemos centrarnos, tenemos que ser conocedores de los desafíos que nos plantean las aulas
hoy en día, no me extenderá más porque ya he desarrollado esta idea en párrafos anteriores.
HABERMAS, J. (2010). The Idea of Human Dignity and the Realistic Utopia of Human
Rights. Diánoia, (64), 55, 3-25.