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PERFORACIÓN DE POZOS

La perforación, como la exploración, es una actividad que demanda


tiempo y recursos financieros. Por eso, un equipo de perforación sólo
se instala y comienza a perforar cuando geólogos y geofísicos han
acordado la locación más apta para la búsqueda de hidrocarburos en
el subsuelo.
En los primeros años de la industria petrolera se utilizaron los mismos
principios, de perforación a percusión. Aunque todavía en ciertas
circunstancias y principalmente en Estados Unidos se sigue utilizando
esta técnica (muy mejorada respecto del siglo pasado) fue
universalmente reemplazada por el método de perforación rotativa.

La torre o mástil de perforación conforma la parte más prominente del


equipo (por lo general de 40 metros de altura), y está integrada por
cuatro grandes columnas de acero de forma rectangular, unidas
lateralmente.

En lo alto de la torre o mástil, suspendida de cables, se ubica la cabeza


de inyección, conectada con la sarta de perforación. La cabeza de
inyección deja pasar un líquido (lodo de perforación) y a la vez permite
a la sarta de rotar libremente en el subsuelo. La sarta -unida en tramos
de 9 metros- pasa por un buje maestro ubicado en la mesa rotativa
colocada en el piso del mástil o torre. Motores diesel o eléctricos hacen
rotar la mesa rotativa y toda la columna de perforación, en cuyo
extremo final está la barrena que perfora.

Hay muchos tipos de barrenas, algunos de ellos provistos de


diamantes industriales, pero todos operan de la misma forma que un
taladro manual utilizado para perforar madera o metal.

Cuando la barrena ha penetrado en el subsuelo una distancia similar a


los 9 metros de cada tubería, se detiene la operación y se añade una
nueva barra. A medida que se profundiza la perforación, el proceso se
repite. Pero tarde o temprano, según la textura y dureza de las rocas
atravesadas, la barrena se desgasta, y debe ser reemplazada. Esta
operación demanda horas de trabajo, dado que toda la sarta de
perforación debe ser llevada a la superficie. Para ganar tiempo la sarta
se va retirando en tramos que incluyen tres tuberías unidas. Estas
largas secciones de 27 metros se van apilando a un costado de la torre
de perforación. Para comprender lo complicado de esta maniobra,
basta imaginar una barrena que llegó a los 3.000 metros de
profundidad y debe ser reemplazada. Esto significa llevar a la
superficie 3 kilómetros de tuberías de acero, en tramos de 27 metros,
cada uno de los cuales debe ser desenroscado y apilado
cuidadosamente sobre la torre de perforación. Reemplazado la
barrena, las cañerías vuelven a enroscarse y todo el conjunto de la
sarta de perforación desciende al fondo del pozo. Esta operación
demanda varias horas.

Cuando se utiliza una herramienta para perforar una pared aquella se


calienta. Por eso, la barrena se enfría con un producto químico
especial, denominado “lodo de perforación” y que circula
permanentemente desde la cabeza de inyección hasta el fondo del
pozo. Llega hasta por debajo de los dientes de la barrena en chorros
intermitentes, para cumplir después otra misión importante en su
retorno a la superficie y en el espacio que media entre la sarta de
perforación y las paredes del pozo: en su desplazamiento arrastra
todos los fragmentos de roca despedazados por la barrena. El geólogo
de pozo estudia entonces cuidadosamente estos “cuttings’ para
determinar el tipo de roca que está atravesando la perforación. El lodo
-que es un producto de altísimo costo- también contribuye evitar el
derrumbe de las paredes del pozo antes de que sean entubadas con
cañerías de acero y al mismo tiempo evitar las fugas de gas o petróleo
que pueden producirse antes de que la perforación llegue a la
profundidad final establecida.

Sin embargo la perforación de un pozo petrolero no es sólo una obra


de ingeniería de alta precisión: es un trabajo de atención y tensión
permanentes para los hombres que integran el equipo. Los costados
del pozo pueden estar huecos y el lodo de perforación perderse por las
cavidades; la barrena puede quedar aprisionada por sal. Para evitar
estos riesgos periódicamente se retira la sarta de perforación, y se
instala en su lugar una tubería de revestimiento que sostendrá las
paredes del pozo. Entre esta tubería y las paredes del pozo se
introduce una lechada de cemento, que una vez fraguada sostendrá
definitivamente todo el complejo. Por la tubería instalada pasa
entonces la sarta de perforación, que seguirá operando con un
diámetro más pequeño. A mayor profundidad, se introducirá un
segundo tramo de entubación de diámetro inferior al primero y,
probablemente, después también un tercero que pasará por el
segundo. Así, cuando el pozo esté llegando a su profundidad final, el
diámetro de la barrena posiblemente no supere los 10 centímetros,
aunque la perforación se haya iniciado con un diámetro de 50. Durante
todo este proceso se realizan frecuentes cambios de barrena,
maniobra que exige otra previa: el retiro de la sarta de perforación. El
perforador debe además estar atento, para evitar que la herramienta
quede aprisionada en el fondo del pozo o que la sarta se desvíe de la
vertical, maniobrando permanentemente con la velocidad de rotación
de la barrena y el peso de la sarta de perforación para lograr el
correcto equilibrio de toda la operación.

Finalmente, todo el equipo de perforación que casi siempre opera a la


intemperie sometido a las inclemencias del tiempo debe estar
preparado para enfrentar, controlar y superar las consecuencias de un
escape de gas, que puede resultar devastador para el equipo y para
los hombres que trabajan con él. Aunque la industria petrolera ha
desarrollado sofisticadas técnicas de seguridad para la prevención de
este tipo de accidentes, ninguna resulta de utilidad cuando las
personas a su cargo, por distracción u olvido, dejan de prestarles
atención. Y en el pozo, que es una de las obras de ingeniería de más
difícil ejecución en la Tierra, casi siempre sobran los motivos de
distracción.

Finalmente, terminado el programa de perforación, es probable que no


se encuentre petróleo ni gas natural, o que el volumen de
hidrocarburos
comprobado no justifique
el desarrollo comercial
del pozo. Todo el dinero y
los esfuerzos invertidos
por la empresa habrán
sido inútiles y las
perforadoras volverán a
intentar en otra locación,
o en caso contrario, se
puede encontrar una
cantidad rentable de
hidrocarburos que le de
numerosas ganancias a
la empresa.

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