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INFORME

INTRODUCCION
Durante mucho tiempo, la historia política boliviana forjó el estigma de un país
crónicamente inestable, dominado por caciques civiles y militares enfrentados a
luchas provincianas y estimuladas por la codicia sin límite. Actualmente, sin
militares en el horizonte político, la situación no parece ser mejor que cuando
estos dejaron el poder en 1982. Ni la Revolución Nacional, inaugurada en 1952 y
cancelada por un golpe de estado militar en 1964, logró construir una sociedad
estable. Por el contrario, su derrota produjo las mayores turbulencias políticas
capitalizadas por regímenes militares débiles y fragmentados que, a salto de mata,
permanecieron en el poder durante casi dos décadas.
La transición del ciclo autoritario a un régimen democrático representativo, iniciada
en 1978 y clausurada en octubre de 1982, expresó uno de los momentos de
mayor conflicto en la historia política boliviana del siglo xx. En menos de cuatro
años, diez presidentes y una Junta Militar ocuparon la silla presidencial en medio
de dos gobiernos provisorios civiles. Luego de casi siete años de gobierno
ininterrumpido, el Gral. Bánzer (1971-1978) inauguró el proceso de
redemocratización dando lugar a tres elecciones fallidas entre 1978 y 1980, y a
dos de los golpes de Estado más sangrientos que conoció la historia boliviana en
el último siglo. Hasta octubre de 1982, fecha en que se reinstaló la democracia, el
país atravesó una traumática experiencia de golpes militares, conspiraciones
civiles y contragolpes cívico-militares que colocaron al país al borde de una guerra
civil.
Actualmente, la sociedad boliviana experimenta el período más largo de vida
democrática continua en toda su historia republicana. El 6 de agosto del año 2002,
se inauguró el sexto gobierno legalmente elegido. En diciembre de 2004, se
espera llevar a cabo la quinta elección municipal, proceso inaugurado en 1987.
Desde 1985, se ha hecho casi un rito la celebración de”pactos de gobernabilidad”
entre los partidos políticos más importantes. Luego de haber concertado la Nueva
Política Económica (NPE) que transformó la estructura estatal, los acuerdos
políticos se plantearon como meta del sostenimiento del modelo liberal
conservando la estabilidad democrática y ejecutando políticas públicas en distintas
áreas del Estado.
No obstante, luego de dieciocho años de aplicación continua de experimentos de
liberalización económica que llevaron al país a constituirse en uno de los alumnos
más aplicados del Consenso de Washington, las espectativas económicas,
políticas y sociales son mucho más sombrías que en la década de 1980. Además
del bajo nivel de crecimiento económico y las altas tasas de desempleo, el sistema
político se encuentra en su punto más crítico de credibilidad. La reiteración de
lógicas gubernamentales de corto plazo, las estrategias prebendales, clientelares
y patrimoniales aplicadas sin pausa estan conduciendo a la ruina del sistema
político. La espiral de delincuencia amparada en la protección oficial de la policía y
encubierta en muchos casos por miembros de partidos políticos introduce un
mayor descrédito en la autoridad del Estado agudizando la incertidumbre y el
temor de la sociedad. Pese a la creación de instituciones públicas como el
Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y el Defensor del Pueblo, la
sociedad cree cada vez menos en la justicia y más en su privatización mediante
linchamientos populares.
Los bolivianos están transitando de una situación política predictible a un estado
en el que predomina la incertidumbre institucional hostigada por una severa crisis
económica. Al parecer, las últimas elecciones generales constituyen el parteaguas
histórico entre las promesas liberales y una realidad social que no parece
alterarse.
El resultado electoral de junio del 2002 dio paso a una nueva correlación de
fuerzas partidarias que ha puesto en jaque el ciclo hegemónico pactista. El
inesperado apoyo que recibieron el Movimiento al Socialismo (MAS) y el
Movimiento Indígena Pachacuti (MIP) fue interpretado como una señal de hastío
ciudadano contra el anquilosado triángulo partidario, MNR-MIR-ADN, que gobernó
el país durante los últimos diecisiete años.
DESARROLLO DEL TEMA
LA TRANSICIÓN DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA DE BOLIVIA
Siles Zuazo inicia una Nueva Etapa
LA UDP GOBERNÓ ENTRE 1982 Y 1985. ACORTÓ SU MANDATO UN AÑO POR PRESIONES Y LA
HIPERINFLACIÓN

Al Gral. Guido Vildoso Calderón, quien asumió la presidencia el 21 de julio de


1982, le tocó cerrar el largo período de administración militar iniciado en 1964 y
que tuvo solo 4 años de gobiernos democráticos en 18 años.
Después de una sucesión de golpes de Estado, las Fuerzas Armadas habían
llegado a un grado tal de desgaste que su propia estabilidad interna estaba
amenazada. Además, esta institución se veía incapaz de administrar la crisis
económica que comenzaba a acelerarse. El pueblo luchaba por recuperar las
libertades básicas y el proceso democrático.
A fines de septiembre y a propuesta de la Confederación de Empresarios
Privados, algunos partidos políticos y el vespertino "Última Hora", el gobierno de
Vildoso decidió convocar al Parlamento elegido en 1980.
El 5 de octubre de 1982 el Parlamento eligió a Hernán Siles Zuazo por mayoría
con 113 votos sobre 146 (fueron decisivos los votos de la propia UDP y de la
Alianza del MNR).
Fue elegido como vicepresidente Jaime Paz Zamora que obtuvo 118 votos. De
esa manera terminaba una de las etapas más turbulentas de la historia
republicana de Bolivia y se encaminaba al país hacia una ruta totalmente nueva, la
práctica de una democracia universal regida por la Constitución.
Con la recuperación de la democracia, el 10 de octubre de 1982, se recuperaron
las libertades básicas: de disentir, de expresión y de discrepancia pública con el
poder constituido.
Durante los últimos 30 años el país ha transitado por un sendero democrático, con
partidos políticos que resultaron ganadores en elecciones o que terminaron siendo
gobierno como resultado de acuerdos.
Durante el gobierno de Hernán Siles Zuazo (1982-1985), primero, y luego con los
otros gobiernos elegidos por el pueblo, el desafío más importante es y fue buscar
el fortalecimiento del sistema democrático y garantizar su permanencia en el
tiempo.

En ese camino se reformó la Constitución Política del Estado, se aprobaron


modificaciones al sistema judicial, se garantizó la transparencia de las elecciones
a través de la modificación de la Ley Electoral.
Se modificó el sistema de elección de miembros de la Corte Suprema de Justicia y
se aprobó la existencia de un Tribunal Constitucional y un Defensor del Pueblo
para garantizar y hacer respetar los derechos ciudadanos.
El pluripartidismo dio pie a un nuevo desafío que pasó por votaciones con mayoría
relativa y no absoluta. El Parlamento decidió la elección del presidente en todas
las elecciones desde 1979 hasta 2002.
RESPALDO
Hernán Siles Zuazo llegó a la presidencia el 10 de octubre de 1982 con un fuerte
respaldo tras lograr tres triunfos electorales con Unidad Democrática Popular, y
con el apoyo de una coalición que reunía al Movimiento Nacionalista
Revolucionario de Izquierda, Movimiento de Izquierda Revolucionaria y Partido
Comunista de Bolivia.
Sin embargo, este gobierno comenzó debilitado por las diferencias internas que se
habían generado en el período de exilio entre 1980 y 1982.
HERENCIA
El mayor aporte histórico de este gobierno fue la defensa a ultranza del sistema
democrático, el respeto escrupuloso de los derechos ciudadanos y de sus
libertades.
HIPERINFLACIÓN
Bolivia sufrió la hiperinflación más grande de su historia, y la séptima mayor de la
historia mundial.
En 1982, primer año de gobierno de la UDP, la inflación llegó a 123 por ciento, un
año después trepó a 276 por ciento. En 1984 la hiperinflación subió hasta 1.282
por ciento y la última gestión (1985) hasta 8.767 por ciento.
SECUESTRO
El 30 de junio de 1984, un grupo armado (policías, militares y civiles) secuestró en
La Paz al presidente Siles y lo mantuvo en su poder durante 10 horas en una casa
de Miraflores. Un operativo militar logró dar con el paradero del mandatario y
liberarlo sano y salvo después de negociar el asilo de los secuestradores en la
embajada de Venezuela. El secuestro fue parte de un intento fallido de golpe de
Estado, encabezado por militares y civiles vinculados al MNR.
La imposibilidad de resolver la crisis condujo a Siles Zuazo a una medida
desesperada, una huelga de hambre por cuatro días en Palacio. Después de
reunirse con partidos del oficialismo y oposición, renunció a un año de mandato
constitucional, que debió concluir el 6 de agosto de 1986. Llamó a elecciones.
No cabe duda de que Bolivia fue el país más afectado en América Latina por la
crisis de endeudamiento internacional de 1982. La tardanza en reconocer
internamente la naturaleza de la crisis, en diseñar los remedios apropiados para
contrarrestarla y, finalmente, la extrema debilidad gubernamental para
instrumentar los correctivos necesarios profundizaron sus repercusiones internas.
La manifestación más importante de la progresiva desintegración de la economía
boliviana fue sin duda el episodio hiperinflacionario de Abril de 1984 a Agosto de
1985, cuando los precios aumentaron 625 veces en esos diecisiete meses.

Gobiernos militares en Bolivia (1964-1982)


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La dictadura militar conocida como guerra militar,...Los gobiernos militares llevaron
a cabo una política de reformas económicas conservadoras, como la reapertura de
la industria de las minas de estaño a las inversiones privadas extranjeras. En julio
de 1966 René Barrientos fue elegido presidente ya como civil. Sin embargo, se vio
obligado a depender de los militares para poder enfrentarse a los movimientos
guerrilleros que habían empezado a actuar en las regiones montañosas. En
octubre de 1967 el Ejército boliviano anunció haber derrotado a los rebeldes en un
lugar próximo a la Provincia de Vallegrande. Había sido capturado en el campo de
batalla Ernesto Che Guevara, siendo poco después ejecutado. Barrientos murió en
un extraño accidente de helicóptero en abril de 1969. Se sucedieron en el poder
una serie de gobiernos de corta duración, la mayoría militares, y en agosto de
1971 el general Juan José Torres fue derrocado por un golpe de Estado
encabezado por el coronel Hugo Banzer.

El régimen de Banzer viró rápidamente desde una posición relativamente


moderada a una de mayor represión: suprimió el movimiento obrero, suspendió
todos los derechos civiles y envió tropas a los centros mineros. En 1978 Banzer
dimitió y una junta militar se hizo con el poder. A comienzos de la década de 1980
el fuerte crecimiento económico de la década anterior —que había sido sostenido
por los altos precios del estaño en el mercado mundial— dio paso a la crisis. La
caída del precio del mineral y la mala administración de los regímenes militares
habían dejado a Bolivia con una inmensa deuda, una situación hiperinflacionaria y
un descenso de los ingresos por exportaciones. La exportación ilegal de cocaína
fue el principal recurso que le procuró divisas, por lo que Estados Unidos presionó
al gobierno de Bolivia para que tomara medidas efectivas contra el tráfico de esta
droga.

Enfrentada a problemas raciales y culturales, Bolivia ha conocido revoluciones y


golpes militares. A principios de la década de los 80 fue derrocada la última junta
militar que gobernaba el país para reinstaurar la forma de gobierno democracia.

Gobierno del Gral. Barrientos y la Guerrilla de Ñancahuazú


Artículo principal: Guerrilla de Ñancahuazú
René Barrientos al asumir la presidencia de Bolivia en 1964.
El 5 de noviembre de 1964 asumió el poder el General René Barrientos como
presidente de la Junta Militar constituida luego del golpe de estado y como co-
presidente junto al General Alfredo Ovando en 1965. En 1966 el régimen militar
organizó unas cuestionadas elecciones en las que resultó elegido el propio
General Barrientos. Llevó adelante un gobierno de desarrollismo económico, se
acercó a los campesinos y se enfrentó a los obreros y mineros. Promulgó una
nueva Constitución, según algunos, unas de las más trascendentes de la historia
boliviana.
A fines de 1966 se instaló un foco de guerrilleros internacionalistas en
Ñancahuazú, en el límite de la zona montañosa con los llanos secos del chaco
boliviano, comandado por el argentino-cubano Che Guevara. La acción
desencadenó una gran operación militar represiva, ampliamente propagandizada,
del ejército boliviano con activo apoyo de los Estados Unidos mediante la CIA y
coordinación de inteligencia con los demás países sudamericanos, en los que se
utilizaron por primera vez en América las tácticas de guerra sucia desarrolladas en
la Escuela de las Américas de Panamá.
Durante 1967, la guerrilla y el ejército sostuvieron varios combates que terminaron
con el aniquilamiento del grupo comandado por el Che Guevara, incluyendo
torturas, desapariciones y entierro clandestino de los cuerpos. El propio Che
Guevara fue capturado vivo el 8 de octubre y fusilado sin juicio al día siguiente en
la escuelita de La Higuera, por orden del General Barrientos y con participación de
la CIA.
Durante su gobierno Barrientos nombró también al criminal de guerra nazi Klaus
Barbie, que se hacía llamar en Bolivia Klaus Altmann, como presidente de la
empresa estatal Transmaritima y asesor de los servicio de inteligencia de Bolivia,
sin oposición alguna por parte de los Estados Unidos. Las actividades de Barbie
se extenderían por casi dos décadas y estuvieron relacionadas con el tráfico de
armas y de cocaína.1

Según Amnistía Internacional entre 1966 y 1968 se ejecutaron en Bolivia entre


3.000 y 8.000 asesinatos por parte de escuadrones de la muerte. Incluida la
llamada Masacre de San juan en la que miembros del Ejercito de Bolivia atacaron
a la población indefensa de los centros mineros de Catavi, Siglo XX.
El 27 de abril de 1969 el General Barrientos murió en un extraño accidente de
helicóptero y fue sucedido por su Vicepresidente, Luis Adolfo Siles Salinas quien
fue derrocado cinco meses después por un nuevo golpe de estado militar dirigido
por el General Alfredo Ovando Candía quien gobernó durante un año.

El año del general Ovando


General Ovando.
Durante su gobierno el general Ovando adoptó medidas importantes, y
sorprendentes para los observadores, aboliendo la severa ley de Seguridad del
Estado, garantizando diversas libertades para la ciudadanía y la prensa,
autorizando a los dirigentes sindicales para reorganizar la Central Obrera Boliviana
(COB), nacionalizando todas las concesiones otorgadas a Bolivia Gulf Oil
Companyen octubre de 1969. Anuló el código del petróleo en 1955 y estableció
relaciones económicas con la Unión Soviética. Retiro las tropas en los centros
mineros y propicio la apertura política al legalizar a la COB y la FSTMB ¨federación
sindical de trabajadores mineros de bolivia¨.
El gobierno nacionalista del general Juan José Torres
Presidente militar de Izquierda Juan José Torres.
El general Juan José Torres se caracterizó por adoptar una posición
explícitamente antiimperialista y llevar adelante medidas que significaban
profundos cambios económicos y sociales, como la nacionalización de la Mina
Matilde, la reposición salarial a los mineros, la nacionalización de Colas y
Desmontes, la expulsión del Cuerpo de Paz Norteamericano, el incremento del
presupuesto asignado a la Universidades Bolivianas, la creación de la
Corporaciones de Desarrollo (incubadoras de las empresas estatales), la creación
del Banco del Estado (Banco de Desarrollo), etc.
Durante el gobierno de Torres la iniciativa política correspondió a la llamada
Asamblea Popular de 1971, organizada por la Central Obrera Boliviana (COB),
dirigida por su secretario general, Juan Lechín e integrada mayoritariamente por
los sindicatos, los partidos políticos que tenían representación en la conducción de
la COB, y algunas organizaciones campesinas. La Asamblea Popular se
desempeñaba como un poder paralelo y tenía como objetivo realizar una
revolución socialista en Bolivia. Le Monde Diplomatique la definió en aquel
momento como el «primer soviet de América Latina».2
En 1971 el General Torres fue derrocado por un cruento golpe de estado de
extrema derecha, dirigiéndose al exilio. Cinco años más adelante sería
secuestrado y asesinado en Buenos Aires en 1976 en el marco del denominado
Plan Cóndor.3
La dictadura de Banzer
La dictadura de Hugo Banzer Suárez gobernó Bolivia desde 1971 hasta 1978.
El nacimiento de la Asamblea Popular que quiso hacer co-gobierno y de debilidad
de su gobierno, posibilitaron un nuevo golpe militar que llevo a la presidencia a
Hugo Banzer el 21 de agosto de 1971.
El régimen de Hugo Banzer viró rápidamente desde una posición relativamente
moderada a una mayor represión, ilegalizó a los partidos políticos, prohibió la
acción sindical, suspendió todos los derechos civiles y envió tropas a los centros
mineros. Luego de ello recibió apoyo directo del Chile de Augusto Pinochet y de
Estados Unidos.
Fue dictador por siete años, en una época de prosperidad económica[cita
requerida] aparente gracias al endeudamiento internacional y en alguna medida a
los precios de las exportaciones bolivianas de estaño, el petróleo y préstamos de
la Comunidad internacional, que crearon una de las deudas externas más grandes
que tuvo Bolivia y que sus críticos atribuyen como causa del posterior retraso y
subdesarrollo de Bolivia, aunque sus simpatizantes sostienen que gracias a ella se
realizaron las inversiones públicas que le permitieron a Bolivia ingresar al siglo XX
y dejar de ser una aldea.
Fue derrocado en 1978 y una junta militar liderada por Juan Pereda Asbún se hizo
con el poder.
1978-1982: 8 presidentes entre la democracia y la narcodictadura
Entre la caída de la dictadura de Banzer y la asunción del gobierno democrático
de Siles Suazo en 1982 Bolivia se debatió en una puja de sectores, incluso dentro
de las Fuerzas Armadas, entre aquellos que intentaban volver a la democracia y
aquellos que buscaban profundizar la dictadura, según el modelo del estado
burocrático autoritario adoptado entonces por todos los países vecinos: Argentina
(Proceso de Reorganización Nacional), Brasil (Figueiredo) Chile (Augusto
Pinochet), Paraguay (Stroessner), Perú (Morales Bermúdez). En estos cuatro años
gobernaron ocho presidentes (Pereda, Padilla, GuevaraArce, Natusch Busch,
Gueiler, García Meza, Torrelio y Vildoso).
El momento coincidió con el fin de la era del estaño debido a una caída vertical del
precio del mineral en el mercado internacional, una situación hiperinflacionaria
derivada de la falta de divisas y el paso hacia una economía apoyada en la
producción de coca y la exportación de cocaína.
El 24 de noviembre de 1978, el General David Padilla, perteneciente al fuerte
sector nacionalista-popular del ejército boliviano, derrocó al General Juan Pereda
Asbún con el fin de establecer un gobierno democrático y procedió a convocar a
elecciones en julio de 1979. Allí triunfó el socialista Hernán Siles Suazo del MNR-I,
un resultado inaceptable para las dictaduras del Cono Sur y los Estados Unidos,
articuladas regionalmente por entonces a través del Plan Cóndor. Sin embargo, al
no alcanzar Siles el 50% de los votos, la Constitución establecía que el Congreso
era el que debía definir la elección del presidente. Sin embargo las presiones
fueron inmensas y resultó imposible obtener una mayoría suficiente en el
Congreso. Cómo solución temporal el Congreso designó al Presidente del
Senado, Walter Guevara Arce, para hacerse cargo interinamente de la Presidencia
de la República por un año, hasta las elecciones de 1980.
El 1 de noviembre de 1979 el General Alberto Natusch Busch derrocó al gobierno
democrático mediante un sangriento golpe de estado. Como reacción se produjo
un levantamiento popular encabezado por la Central Obrera Boliviana (COB) que
generó a su vez una violenta represión generalizada, incluyendo la Masacre de
Todos Santos, donde murieron más de 100 personas y se produjeron 30
desaparecidos. Dieciséis días después, la resistencia popular obligó a Natusch
Busch a devolver el poder al Congreso que eligió a la Presidenta de la Cámara de
Diputados, Lidia Gueiler, como Presidente interina de la República, hasta las
elecciones del 29 de junio del año siguiente.4 Lidia Gueiler ha sido la única
presidenta de Bolivia, y una de las ocho que han gobernado en América hasta
2007.5
Una semana antes de las elecciones se realizó el atentado terrorista de derecha
que hizo estallar en el aire el avión en el que iba Siles Suazo, quien salvó
milagrosamente su vida.6 Contra lo esperado por los sectores golpistas, el ataque
incrementó la popularidad de Siles que en las elecciones obtuvo el doble de los
votos obtenidos el año anterior.7
El 17 de julio de 1980 un grupo de militares estrechamente ligados al narcotráfico,
liderados por Luis García Meza y su lugarteniente Luis Arce Gómez con apoyo
activo de la dictadura militar argentina y la acción de un comando terrorista
denominado los Novios de la Muerte8 y organizados por el criminal nazi Klaus
Barbie y el mafioso italiano Marco Marino Diodato, encubiertos por la CIA,
produjeron un nuevo sangriento golpe de estado, derrocando al gobierno
democrático de Lidia Gueiler e impidiendo la asunción de Hernán Siles Suazo.7
Habiendo aprendido la lección del fallido golpe del año anterior encabezado por
Alberto Natusch Busch debido a la resistencia popular organizada por la COB, el
objetivo principal del grupo terrorista los Novios de la Muerte fue atacar la central
sindical donde se reunía el Comité Nacional de Defensa de la Democracia
(CONADE). En el ataque asesinaron al dirigente socialista Marcelo Quiroga Santa
Cruz, al diputado Carlos Flores Bedregal y al dirigente minero Gualberto Vega
Yapura.
La dictadura de García Meza es un de los períodos más condenables de la historia
boliviana, disvalor compartido con las restantes dictaduras del Cono Sur.9 Como
en estas, resultaron asesinados o desparecidos unos 500 opositores. Las
exportaciones de cocaína sumaron 850 millones de dólares, el doble de las
exportaciones legales. Entre los múltiples actos de corrupción cometidos se
cuenta la venta clandestina del Diario de Bolivia de Ernesto Che Guevara.
1. La Economía Boliviana de 1982 a 1985
El período comprendido entre Marzo de 1982 a Agosto de 1985, ha sido
probablemente uno de los más agitados de la historia económica reciente. Su
característica principal ha sido la alta inflación que llegó, caso extraordinario en el
mundo contemporáneo, a tasas similares a las de los países centro-europeos,
después de las dos Guerras Mundiales.
La desintegración monetaria se vio acompañada por una gran convulsión política
que dificultó la aplicación de los distintos planes de estabilización que se
ensayaron.

a) Los Preludio de la Hiperinflación


El colapso cambiario de Marzo de 1982 señala el inicio del período de caos
financiero. En Febrero de 1982 se había devaluado el peso en un 43.2%, pero
esta devaluación fue claramente insuficiente. No hay que olvidar que en esos
momentos se vivía una de las fases más agudas de la crisis mundial de
endeudamiento.
La modificación del régimen cambiario creó un nuevo entorno para la política
económica, cuyas implicaciones no fueron percibidas enteramente por los
responsables de su formulación. Cabe decir que Bolivia habría vivido con un tipo
de cambio fijo y único por más de 25 años. Es así, por ejemplo, que el Banco
Central comenzó a otorgar préstamos en pesos a empresas del sector público
para que éstas compraran divisas en el mercado libre para sus importaciones.
Estos financiamientos en pesos aumentaban evidentemente la masa monetaria y
empujaban hacia arriba la cotización del dólar del mercado libre. Al ampliarse la
brecha entre la tasa oficial y la tasa de mercado libre, los exportadores cesaron de
entregar sus divisas al Banco
El sistema cambiario dual concitó una gran oposición. Al instalarse el gobierno
constitucional del Dr. Hernán Siles Zuazo, en Octubre de 1982, una de las primas
medidas que tomó fue volver al tipo de cambio oficial, pero con control de
cambios. La fijación del tipo de cambio se hizo después de devaluar el tipo de
cambio oficial del sistema precedente, en 77%.
Como se podía anticipar, la desdolarización acentuó el proceso de fuga de
capitales que se venía observando desde hace varios años, tanto más que el
gobierno no pudo (o no quiso) evitarlo. La fuga de capitales desestabilizó
completamente un mercado cambiario frágil. Los grandes especuladores
financieros sirvieron de intermediarios eficientes en este proceso, mientras que
sindicatos obreros que mantenían depósitos en el sistema bancario y pequeños
ahorristas, no teniendo la información ni los medios de los primeros, sufrieron
pérdidas de capital muy importantes.
La medida de desdolarización y, sobre todo, las dudas en cuanto a las
intenciones del gobierno de mantenerla, crearon una gran incertidumbre en el
mercado cambiario que era, además, ilegal en principio. Desde mediados de 1983,
el tipo de cambio oficial y el dólar de mercado negro, comenzaron a diverger muy
sustancialmente. El proceso se agravaría posteriormente.
Los reajustes salariales y, en especial la modalidad de su indexación, tuvieron
impactos inflacionarios muy importantes. En realidad, una de las mayores
dificultades del gobierno de
Siles Zuazo fue la dificultad para formular y sostener una política de ingresos
coherente.2

b) El Episodio de Hiperinflación

A mediados de 1983, apareció la necesidad de aplicar un nuevo plan de


estabilización. Este salió a luz en Noviembre de 1983, proveyendo una
devaluación del peso del 60% y el reajuste de algunos precios administrados.
Estas medidas fueron insuficientes y en Abril de 1984, se lanzó otro paquete con
medidas del 75%, un incremento en los precios administrados entre 400 y
500%, un reajuste modesto en los salarios mediante bonos de compensación y un
cambio en su regla de indexación, programas de reorganización administrativa en
las instituciones de tuición monetaria y un plan de renegociación de la deuda
externa.
El fracaso del plan de Abril de 1984, señala el inicio de la hiperinflación. Se ensayó
posteriormente, por lo menos tres veces más, de estabilizar la economía sin éxito
alguno. El último de estos planes lanzado en Febrero de 1985 y similar al de Abril
de 1984, pero con el aditamento de la indexación de impuestos y tasas de interés
a la inflación causó que diez mil mineros marchen en las calles de La Paz,
poniendo en grave riesgo a las elecciones que habían sido previstas para
mediados de ese año. El deseo de no obstaculizarla por parte del Presidente
Siles Zuazo hace que, en cambio, se abandone el esfuerzo de estabilización.
primeros pasos estaban encaminados a una recuperación de los ingresos reales
de los asalariados. Mas tarde, confrontando con un difícil entorno económico, el
gobierno tuvo que retroceder en su política sa
El gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro, inicio su gestión en Agosto de 1985 y
dicta el 29 de Agosto de ese año, un paquete de medidas que, al menos
provisionalmente han parado la inflación.
Este último paquete es un programa de factura muy ortodoxa. Se trata de un
tratamiento shock, que apunta a una reducción brusca y fuerte del déficit fiscal,
considerado como la fuente principal de creación de dinero. Para reducir el déficit
fiscal se congelan los salarios y las inversiones del sector público, se crea
superimpuestos a los carburantes, y a otros bienes y servicios provistos
públicamente y se devalúa fuertemente. El paquete se complementa con una
liberalización completa de los mercados de bienes, de dinero, de divisas y de
trabajo. En el conjunto de medidas de liberalización, está el de apertura completa
al comercio exterior y a los movimientos de capital.
Es cierto que se ha parado la inflación, pero la situación sigue siendo precaria.
Vale la pena subrayar los elementos que han sido cruciales para frenarla: (1) Se
ha obligado a los trabajadores asalariados, tanto del sector público como en las
industrias privadas, a consentir caídas muy importantes en sus salarios reales. (2)
Las recaudaciones fiscales se han recuperado muy rápidamente, gracias a la
efectividad del superimpuesto sobre los carburantes. Cabe también señalar que la
brecha fiscal se ha cerrado por el congelamiento cuasi-total de la inversión
pública, incluyendo la de reposición. Esto por supuesto, tiene implicaciones para el
crecimiento y el empleo.

II. Teoría y Práctica de la Política Económica

El principio más básico de la teoría de la política económica ha sido enunciado por


Tinbergen(1952), que nos dice que, bajo ciertas condiciones generales, el agente
decisor (es decir el gobierno), necesita usar por lo menos tanto instrumentos como
objetivos de política desea alcanzar.
El principio de Tinbergen, tan simple como aparece, tiene implicaciones de largo
alcance. En particular nos dice que, a un solo instrumento no se le puede asignar
más de un objetivo bajo el riesgo de perder consistencia. La pertinencia de esta
observación aparecerá más adelante, por ejemplo, cuando discutamos los
múltiples objetivos que frecuentemente se han asignado al tipo de cambio en los
paquetes estabilizadores.
El principio de Tinbergen parte implícitamente de los supuestos:
 Una ausencia de costos en el proceso de ajuste de los instrumentos de
política.
 Que se trabaja en un contexto de certidumbre.
 Pero aún sin los dos supuestos anteriores, el principio de Tinbergen sigue
siendo válido, pero con la generalización de que para objetivo dado, cuanto
más instrumentos se emplee mejor, porque de esa manera se diversifica
riesgos y costos entre varios instrumentos
El punto esencial sigue siendo el que no se puede asignar a un instrumento más
de un objetivo; en contextos donde hay incertidumbre acera de la eficacia de los
instrumentos o donde hay costos para un objetivo dado, se puede emplear varios
instrumentos.
Un problema relacionado con los anteriores, es el de la asignación de
instrumentos. El principio de Mundell sostiene que cada instrumento debe ser
asignado al objetivo con respecto al cual es el más eficiente (Mundell, 1962). Así
se tiene, por ejemplo, que la política fiscal debe ser asignada a la obtención del
equilibrio interno, mientras que la política monetaria debe ser empleada para la
obtención de un equilibrio externo. Es cierto que la política monetaria puede
El riesgo se define en este contexto como la varianza en los resultados, alrededor
de los esperados, a que dan lugar las políticas, conducir a un equilibrio interno,
pero es más eficiente cuando se la emplea para el equilibrio externo. Un
razonamiento simétrico puede hacerse con los instrumentos de la política fiscal.
Los principios anteriores son lamentablemente ignorados con demasiada
frecuencia en la práctica: no solo que se exige a un instrumento dado cumplir con
varios objetivos, sino que tampoco se emplean los instrumentos para los objetivos
en los cuales serían más eficientes. La experiencia boliviana de sobreutilización de
las devaluaciones entre 1982 y 1985, desdeñando medidas fiscales
complementarias, constituye el más claro ejemplo de este aserto.
Antes de terminar esta parte, vale la pena recordar sin embargo, la posición de
Lucas
(1981), quien señala que nuestra incapacidad de predecir adecuadamente las
respuestas de la economía en un mundo estocástico, limita la clase de políticas
cuyas consecuencias podemos evaluar, y por lo tanto, el proceso de selección y
asignación de instrumentos se vuelve difícil.
A pesar de la sensatez de la teoría de la política económica, una contestación
radical a ella, que la contrapone a la eficiencia de los mercados, viene de la línea
de pensamiento llamado de "anticipaciones racionales" (Lucas (1981, Sargent y
Wallace (1981)).
De acuerdo con esta teoría, las anticipaciones (o expectativas) de los agentes de
la economía se forman utilizando optimalmente toda la información de la que se
dispone. La información disponible incluye por su puesto, las reglas de política
económica que público, suponiendo además de que responden a la racionalidad
económica, aunque no sea siempre el caso. Al respecto, por ejemplo, a veces con
medios vedados, de caídas profundas en sus ingresos reales que podrían ser
inducidas por las acciones del gobierno, aunque la reacción será diferentes si se
percibe a éstas como temporales o como permanentes, y así la alternativa es el
desempleo (lo que constituye una disminución radical en ingresos nominales y
reales). Raras veces medidas basadas en el supuesto de "ilusión monetaria"
pueden tener efectos deseados duraderos.
Por otra parte imponer la "ilusión monetaria" con medidas de fuerza, tampoco
conduce a soluciones verdaderamente estables y persistentes. Gran parte de la
fragilidad del plan de estabilización de Agosto de 1985 está dada por su
dependencia en un brutal congelamiento de los salarios. Se mencionará también
que se ha observado respuestas de mercado al congelamiento de salarios que
toman la forma de una mayor informalización del mercado de trabajo. Muchos
asalariados han abandonado voluntariamente sus empleos para establecerse por
cuenta propia, en actividades generalmente de baja productividad y poco estables,
pero que con todo, ofrecen una esperanza matemática de ingreso mayor que el
reducido salario que obtendrían con certidumbre en un trabajo formal. La
informalización del mercado laboral tiene por supuesto costos privados y sociales
de consideración.
III. Restricciones del Presupuesto y Recursos
El debate acerca de la ineficiencia de la política económica ha tenido, en general,
a las sociedades industrializadas como marco de referencia. En esta presentación
se argüirá de que en países como Bolivia, que se caracterizan a la vez por su
subdesarrollo institucional y por la extensión del sector público, es necesario incluir
elementos más estructurales. En particular, la eficacia de la política económica
dependerá crucialmente de la capacidad del Estado para ejercer un control
efectivo sobre sus propias instituciones y empresas y de su capacidad de
recaudación tributaria al sector privado. A esta última característica llamaremos
"capacidad impositiva".
En la discusión que sigue se inspirará en los trabajos del economista húngaro
Kornai
(1979), que analiza brillantemente los problemas del funcionamiento de las
economías socialistas que -según él- se caracterizan principalmente por el
desabastecimiento crónico (mientras que las capitalistas tendrían el defecto,
señalado por Marx, Keynes y otros, de la insuficiencia de demanda). En muchas
economías socialistas y también en la boliviana, que sin ser socialista tenía un
sector público muy extenso, se puede distinguir dos clases de agentes. En la
primera clase, se tendría a los agentes que están sometidos efectivamente a su
restricción presupuestaria. Entre esos agentes se tiene obviamente a las familias
que no pueden consumir más allá de lo que les permite su ingreso y su
relativamente difícil acceso al crédito; y a algunas empresas privadas que pueden
operar solamente en la medida en que sus costos no sean mayores a sus ingresos
por ventas, más a stocks de dinero y más sus posibilidades limitadas de crédito,
definidas por reglas muy ortodoxas de comportamiento bancario. A esta clase de
agentes llamaremos "agentes con restricción presupuestaria estricta".
En la segunda clase, los agentes tienen presupuestos que son débilmente
restrictivos, en el sentido de que pueden violarlos con relativa facilidad,
recurriendo a lo que llamaremos "el crédito público". La débil restricción
presupuestaria permite que estos agentes no tomen las medidas de gestión
empresarial que las circunstancias aconsejan. En este sentido el crédito tiene un
rol pasivo, en el sentido de que éste siempre se acomoda a las necesidades de la
empresa, aunque frecuentemente con desfases. Los gestionarios de este tipo de
empresas parten del punto de vista que cualquiera sea la decisión que tomen,
siempre serán rescatados por el Estado (incluyendo al Banco Central, entre los
organismos del Estado).
En esta segunda clase uno encuentra a todas las empresas estatales y a algunas
privadas, que pueden escapar de la quiebra y de reorganizaciones profundas,
gracias al crédito público.
Quisiera precisar el término "crédito público" para incluir en él todo lo que sería
violación a una restricción presupuestaria estricta.6
Las formas que puede tomar este crédito público son variadas y sin que la lista
sea exhaustiva, mencionamos:
1. Créditos del Banco Central y/o del Tesoro para financiar déficit corrientes de
este tipo de agentes.
2. Avales del Estado para la obtención de créditos externos y subrogaciones de
deuda externa.
3. Condonaciones y moras en las obligaciones tributarias en esta clase
4. Aumentos de precios no planificados en un programa coherente.
Probablemente donde más claramente se manifiesta el apetito por escasos
recursos de las empresas y agentes de esta clase, es en sus planes de inversión.
Frecuentemente sobredimensionan sus proyectos, se atrasan en su ejecución y
entran en un proceso de acumulación de actividades no rentables que parece no
tener límite.
En las economías socialistas con rígidos controles de precios y con capacidad
estatal, para hacerlos cumplir la ineficiencia de las empresas con restricción
presupuestaria débil se traduce en escaseces notorias y persistentes en
determinados rubros de la economía, generalmente en bienes de consumo. En
esos sectores se tiene que recurrir a mecanismos de racionamientos que son más
o menos restrictivos, dependiendo del producto y de la época y que eventualmente
dan lugar a la creación de mercados negros. En una economía como la boliviana,
La definición de crédito público que estamos empleando es más amplia que la
usual de contabilidad fiscal. Nuestro concepto incluye a todas las medidas de
rescate de este tipo de empresas, instrumentadas administrativamente por el
gobierno o por el Banco Central.
Resulta sorprendente al respecto constatar cómo banqueros internacionales
experimentados entraron en el juego de las empresas con restricción
presupuestaria débil en los años setenta. Probablemente la ilusión de garantías
gubernamentales les hizo perder de 1982 a 1985 la acción de los agentes sin
restricción presupuestaria se tradujo tanto en inflación, porque el crédito público
presionaba sobre recursos reales muy limitados, como en desabastecimientos
pronunciados en aquellos sectores donde operaba alguna forma de control de
precios.
La conclusión importante en la que hay que poner énfasis se refiere a que el
sistema de precios no puede operar de la manera convencional, en un contexto en
el que predominan las empresas con restricción presupuestaria débil. Cualquier
incremento en el precio de los insumos de estas empresas para evitar excesos de
demanda de su parte, no disminuye su demanda, porque los costos adicionales
incluidos Por el incremento de precios encontrarán siempre un "crédito público"
que los financie. Aún si se deja mover los precios libremente, su demanda por
recursos reales permanece insaciable. Por otra parte, aumentos en pesos en los
precios de los productos finales de esta clase de empresas, tanto director como
inducidos por la inflación, encuentran un acomodo en los costos, en el sentido de
que éstos últimos aumentan rápidamente en la misma proporción que los
primeros, creándose de nuevo la necesidad de recurrir al crédito público.
En el contexto descrito en el párrafo anterior, es muy difícil instrumentar una
política que apunte a mantener una determinada estructura de precios relativos.
Uno de los mayores dramas en la política económica sostenida antes de
Septiembre de 1985, fue en efecto, la imposibilidad de llegar a un conjunto de
precios relativos beneficiosos para el sector público. Como la restricción
presupuestaria débil difiere en sus efectos entre los distintos agentes, crea
también diferencias en los poderes de negociación que tienen ellos, y en función
de éstos, los ajustes se harán con distintas intensidades y frecuencias. Los precios
resultan en gran parte de un juego político de presiones, lo que ciertamente
desorganiza cualquier sistema coherente de precios relativos administrados.
Las implicaciones de política de la discusión anterior son claras: mientras no
existan los mecanismos estatales administrativos (incluyendo un sistema de
incentivos y sanciones) que obliguen a las empresas a cumplir con una restricción
presupuestaria estricta, los incrementos de precios, contando a las devaluaciones
entre ellos, no tendrán efectos positivos reales y duraderos sobre su oferta y
demanda de productos y recursos. Lo único que se habrá alcanzado son peldaños
superiores en le escalada de precios. de vista aspectos mas intrínsecos de la
rentabilidad de estas empresas.
Las políticas de estabilización, con su énfasis en los grandes agregados
económicos, tiende a ignorar las reglas que obligarían a las empresas a buscar
mayor eficiencia interna y reforzar sus restricciones presupuestarias. Tratamientos
más específicos por empresa pública y de carácter más microeconómico,
hubiesen probablemente completado de manera provechos los varios programas
de estabilización bolivianos entre 1982 y 1985.
La privatización puede ser una manera de resolver el problema de las empresas
con restricción presupuestaria débil, más no la única, además de que pueden
estar presentes otras consideraciones que tienen relación con las prioridades
sociales y políticas que la hacen indeseable.
El paquete estabilizador de fines de Agosto de 1985, no resuelve completamente
el problema de la restricción presupuestaria estricta: simplemente lo posterga
congelando indefinidamente las inversiones.
Parece claro que uno de los grandes desafíos para la economía Bolivia.

IV. Los Paquetes Clásicos de Estabilización


En el arsenal clásico de las políticas de estabilización se tiene, recordemos:
1. Devaluaciones abiertas o disfrazadas de la moneda nacional, siguiendo
frecuentemente la regla de recuperar paridad, que significa en los hechos, indexar
el tipo de cambio a la inflación.
2. Techos a la expansión del crédito al sector público, y a veces al privado, para
impedir un crecimiento exagerado de la masa monetaria.
3. El sinceramiento de precios, eliminando subvenciones, liberando mercados y/o
estableciendo precios lo suficientemente cerca de los que resultarían de una
situación de equilibrio competitivo.
4. Incrementos sustanciales en las tasas nominales de interés pasivas, para que
las correspondientes tasas reales sean positivas (ex-ante). Se considera que las
altas tasas de interés deben fomentar el ahorro público, de manera que éste
presione menos en el mercado de bienes y dólares negros, y que a más largo
plazo constituya a la formación de capital.
5. Liberalización de las corrientes de comercio internacional, mediante la
reducción de aranceles y la eliminación de prohibiciones de importación y de
licencias previas. La liberalización del comercio exige la abolición gradual de los
controles cambiarios.
35 AÑOS DE DEMOCRACIA EN BOLIVIA
Un recorrido por las cifras y los gobiernos que marcan el periodo de mayor
estabilidad política en el país
El aniversario 35 de la democracia continua en Bolivia llega marcado por una
paradoja: diferentes sectores afirman que el país está en el umbral de una
dictadura.
El 10 de octubre de 2017 se celebra en medio de un contexto político polarizado:
el partido oficialista intenta anular artículos de la Constitución Política del Estado
para postular en 2019 a Evo Morales y Álvaro García Linera como candidatos a
los cargos que ocupan actualmente; y la oposición y otros sectores cívicos hacen
todo para evitarlo, ensayan mecanismos legales, presentan denuncias en
organismos internacionales y convocan a una marcha en defensa de la
democracia.
Los números de la democracia
El 10 de octubre de 1982 asumió la presidencia de la República Hernán Siles
Zuazo, de la coalición Unidad Democrática Popular (UDP) y configuró el primer
Gobierno que inauguró la democracia moderna.
En estos 35 años Bolivia atravesó por nueve elecciones presidenciales y tuvo
nueve presidentes, uno de ellos en dos oportunidades (Gonzalo Sánchez de
Lozada), uno que lleva tres gestiones seguidas (Evo Morales), dos que no
ganaron las elecciones, pero ocuparon la presidencia gracias coaliciones políticas
(Jaime Paz Zamora, que salió tercero; y Víctor Paz Estenssoro, que salió
segundo) y tres que sucedieron en el poder a los presidentes que habían sido
electos (Tuto Quiroga, Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé).
Más allá de las elecciones presidenciales, en estas tres décadas y media se
celebraron numerosos procesos de votación como referéndums nacionales,
consultas locales, elecciones de gobernadores, de alcaldes y se elaboró una
nueva Constitución que ratifica el espíritu democrático de la patria.
Al ser obligatorio el voto en Bolivia, el número de participación en los comicios es
alto: 85,65% de los bolivianos mayores de 18 años acude a votar, un porcentaje
mayor al de otros países de la región, según una investigación del suplemento
Séptimo Día del año pasado.
Los gobiernos: paso a paso
La Agencia de Noticias Fides publicó, en 2013, un recorrido por los diferentes
gobiernos que tuvo Bolivia durante este periodo democrático:

El primer Gobierno democrático


Fue el de Hernán Siles Suazo quien gobernó entre 1982-1985 con la Unidad
Democrática Popular (UDP), cuya gestión estuvo marcada por una adversa
situación económica y política debido a una hiperinflación, que obligó a Siles a
recortar su mandato.
Hernán Siles Suazo (1982-1985)
Hernan Siles Zuazo es presidente de Bolivia en 1982 tras ganar las elecciones
El segundo fue de Víctor Paz Estenssoro (1985-1989), quien gobernaba el país
por cuarta vez. Impulsó políticas económicas de carácter neoliberal, establecidas
mediante el Decreto Supremo 21060, que si bien logró en ese tiempo sanear la
economía, tuvo un alto costo social, debido a que miles de mineros dependientes
de la Corporación Minera Boliviana (Comibol) fueron relocalizados.
Víctor Paz Estenssoro (1985-1989)
Jaime Paz Zamora (1989-1993) del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), que salió tercero en las elecciones de 1989, ocupó la presidencia del país
gracias al apoyo de Acción Democrática Nacionalista (ADN), de quien fuera
dictador en los años 70, el general Hugo Banzer. Paz Zamora abogó por el uso
medicinal de la coca en diferentes países de Europa, pero su gobierno quedó
marcado por las sindicaciones de los "narcovínculos", señala ANF.
Jaime Paz Zamora (1989-1993)
Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997) y (2002-2003), con el Movimiento
Nacionalista Revolucionario, impuso en su primera gestión la capitalización de las
empresas estratégicas del país y puso en vigencia la Ley de Participación Popular.
En su segundo mandato trató de imponer el "impuestazo" al salario y de vender
gas natural a Estados Unidos por puertos chilenos, intenciones que causaron
rechazo en la población y devinieron en una gran revuelta popular en octubre de
2003 que culminó con la huída del presidente del país.
Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997) y (2002-2003)
Así escapaba Gonzalo Sánchez de Lozada del país el 17 de octubre de 2003
El general Hugo Banzer (1997-2001), es el único dictador de la región que fue
elegido presidente décadas después por voto popular. Su principal medida de
Gobierno fue la erradicación de hoja de coca en el trópico de Cochabamba y los
constantes enfrentamientos con los cocaleros liderados por Evo Morales. Se vio
obligado a dejar el poder a causa de un cáncer terminal y el país quedó en manos
de Tuto Quiroga.
Hugo Banzer (1997-2001)
Tuto Quiroga, presidente entre 2001 y 2002, dio continuidad a la política de lucha
contra el narcotráfico y el "Plan Dignidad". Al finalizar su gestión creó la
agrupación ciudadana "Podemos" con la que participaría en las elecciones
generales de 2005.
Tuto Quiroga, presidente entre 2001 y 2002
Carlos Mesa (2003-2005) juró como presidente tras la caída de Sánchez de
Lozada. Su gestión se caracterizó por su debilidad en el Congreso Nacional,
señala ANF. Aprobó el decreto de amnistía para los dirigentes sociales que
protagonizaron "octubre negro" y convocó al referéndum del gas. Renunció en tres
oportunidades, decisión que se hizo efectiva el 2005. Luego de la declinación de
Hormando Vaca Díez, presidente del Senado, y de Mario Cossío Cortez,
presidente de Diputados, la cabeza del Poder Judicial, el abogado Eduardo
Rodríguez Veltzé, asumió la presidencia
Carlos Mesa (2003-2005)
Eduardo Rodríguez Veltzé gobernó un periodo de transición en Bolivia: entre junio
de 2005 hasta enero de 2006. Su breve gestión estuvo marcada por la
convocatoria a elecciones para la que fue designado, luego de una fuerte crisis
política en Bolivia.
Durante los 7 meses de su gestión estableció el diálogo con distintos sectores
sociales y el país se mantuvo en calma. Actualmente es el vocero boliviano de la
demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya.
Eduardo Rodríguez Veltzé (2005-2006)
Evo Morales (2006-2012-2016) es el primer presidente indígena de Bolivia, ganó
tres elecciones seguidas y un referéndum revocatorio con amplia mayoría. En su
primer mandato "nacionalizó los hidrocarburos" y puso en vigencia la nueva
Constitución Política del Estado (CPE).
Álvaro García Linera es el vicepresidente que lo acompaña desde el inicio de su
mandato presidencial.
Posesión de Evo Morales como el primer presidente indígena de Bolivia, el
22 de enero de 2006
La Constitución Política del Estado aprobada en 2009 permite solo una reelección
continua al cargo de presidente y vicepresidente, es decir dos gestiones
consecutivas. Luego de ser puesta en vigencia la nueva carta magna, se
estableció que la primera gestión de Evo Morales regía con la CPE anterior, por lo
que se tomó en cuenta la gestión de 2012 (segunda en efecto) como la primera
con la nueva norma y la de 2016 como la reelección.

Evo Morales Ayma, el primer presidente indígena del país, gobierna desde 2006.
Ganó tres elecciones y un referendo revocatorio con amplia mayoría, pero perdió
un referendo en el que se jugaba la posibilidad de una cuarta candidatura
consecutiva.
En febrero de 2017 llamó a un referendo para que el pueblo le autorizara
postularse al cargo de presidente por cuarta vez consecutiva y luego de la victoria
del No con un estrecho margen (51,3%), el partido oficialista intenta un recurso en
el Tribunal Constitucional Plurinacional para que se desconozca los artículos de la
CPE que le impiden hacerlo.
CONCLUSIONES
Varias conclusiones referidas a los límites de la política económica se desprenden
del análisis de la grave crisis económica boliviana, de 1982 a 1985, y que aún no
está resuelta. Destaca la conclusión de que políticas macroeconómicas muy
generales, centradas en el manejo de unas pocas variables claves y que ignoran
restricciones de tipo institucional, no han sido suficientes para controlar la
economía. El excesivo recurso a las devaluaciones y a los ajustes de precios
administrados, sin la debida atención a aspectos más microeconómicos de gestión
del sector público, ha tenido más bien efectos contraproducentes. El
comportamiento de los agentes económicos con restricciones presupuestarias
débiles, ha desvirtuado las intenciones de las políticas de tipos de cambio, de
interés y de precios. Además, la pérdida de la capacidad impositiva del Estado y la
inflación han operado sinergéticamente. Para quebrar la inflación, fue necesario
romper varios círculos viciosos, esto se ha logrado pero no basta, ya que para
asegurar lo obtenido, se necesita crecer y reactivar la economía, conduciendo con
eficacia las inversiones públicas y no congelándolas.
La experiencia de los últimos tres años apunta claramente a la necesidad de que
el Estado refuerce el control de sus propias empresas, así como su capacidad
impositiva. Una vez más, medidas que apunten exclusivamente a eliminar
deformaciones de precios y que no estén
Los efectos inflacionarios del dinero indexado han sido examinados, por ejemplo,
por Bomberger y Makinen (1983). Acompañadas de muestras evidentes de que el
Estado está recuperando su capacidad de hacer cumplir las restricciones
presupuestarias, no combatían durablemente a la inflación, ni ayudarán en la
reactivación, ni reducirán las distorsiones que estaban censadas hacerlo. El
fortalecimiento del Estado es una condiciones sine quanon para la eficacia de
cualquier política, incluyendo la económica. En una formulación más teórica, se
diría que para la administración de la crisis se requerirá un canasto más amplio de
instrumentos, algunos de carácter macroeconómico y otros más bien de refuerzo
institucional.
En añadidura a las restricciones institucionales, se ha puesto énfasis en el trabajo
el hecho de que el público, y principalmente los sindicatos, perciben muy
rápidamente los deterioros que sufren en su poder adquisitivo y, por lo tanto, los
paquetes de estabilización basados en la presencia o imposición de alguna forma
de "ilusión monetaria", son básicamente inestables.
Desafortunadamente, los paquetes estabilizadores ortodoxos dependen, de
manera más o menos explícita, en la existencia de "ilusión monetaria", en el
sentido de que el público y los asalariados no se darían cuenta o estarían
dispuestos (u obligados) a aceptar caídas en sus salarios e ingresos reales. Una
de las grandes debilidades del plan de estabilización en ejecución actualmente, se
encuentra precisamente en su brutal congelamiento de los salarios monetarios y
en la consiguiente resistencia laboral.
El pensar que la política económica no ha funcionado en el pasado simplemente
porque los sindicatos se han opuesto, es no reconocer una deficiencia
fundamental inherente a ellos, a saber, la ausencia de una propuesta
gubernamental de control social que reemplace al prevaleciente antes de los
paquetes.
Por último, hay que reconocer que la instrumentación de la política económica
boliviana, ha tenido que hacerse en un contexto externo e interno muy difícil, lo
que ciertamente ha incidido en su alcance. El servicio de la deuda es una
limitación constante que reduce el margen de maniobra. En los últimos meses, el
desmoronamiento de las exportaciones bolivianas ha afectado también
gravemente a la economía boliviana. Entre los aspectos internos, cabe subrayar
una vez más, la extrema debilidad política del gobierno Siles Zuazo, que le impidió
luchar contra la inflación con la energía necesaria.
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ANEXOS

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