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La moral postconvencional en J. Habermas y J. Rawls

Book · June 2018

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Juan Carlos Alutiz Colorado


Universidad de Valladolid
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 ÍNDICE

  

 
  
 


   
  
   
 
   
 



   
 


  
  
 
   
  

 


  
   


 
       
  
 

 
  
 

   

  

  
 
  
 
    

 


 
 
 


 

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CAPÍTULO I: La teoría normativa postconvencional de J.


Habermas…………………………………. 21
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$ 3-*4 CAPÍTULO II: La teoría normativa postconvencional de J.
Rawls .......................................................... 10

CAPÍTULO III: El problema de la estabilidad normativa en


la filosofía política de J. Rawls ………….. 15

CAPÍTULO IV: El debate de J. Habermas y J. Rawls sobre


la moral postconvencional ………………. 17

BIBLIOGRAFÍA ………………………………………….. 20

3
INTRODUCCIÓN

Los orígenes de lo que en la actualidad podemos denominar


como una moralidad postconvencional se lo debemos a la
genialidad de uno de los principales teóricos de la disciplina
psicológica, Piaget, el cual, en su libro El criterio moral del niño
(1932/1977), mediante una metodología de observación y encuesta
cualitativa sobre cómo los niños van adquiriendo la competencia
para aplicar normas en el juego de las canicas, pudo descomponer
su aprendizaje en tres etapas: la anomía, la heteronomía y la
autonomía. La etapa anómica era aquella en la que los niños, con
independencia de las normas que regulan el juego, aprenden un
conocimiento operativo que los habilita con las técnicas y destrezas
para manejar físicamente las canicas. La etapa heterónoma era
aquella en la que los niños asumían las reglas que podían observar
en sus mayores, y las reproducían fidedignamente como si fuesen
sagradas e inviolables. La etapa autónoma se empezaba a
manifestar a partir de los doce años, y en ella los niños trataban de
negociar las reglas del juego antes de que éste tuviese lugar,
pudiendo realizar modificaciones en virtud de las necesidades o
apetencias del tipo de juego a desarrollar. El objeto de esta
investigación de Piaget se enmarcaba en su proyecto de mayor
calado por desentrañar los misterios de la psicología evolutiva,
pero discípulos como Köhlberg (1992) le darán un enfoque más
centrado en los aspectos cognitivos de la moral. Para este autor, y
con el apoyo empírico de tests psicológicos, las etapas del
aprendizaje normativo, y en cierto sentido de maduración moral y
personal, se descomponen en seis etapas, que sin embargo se
pueden agrupar de dos en dos en las tres mismas etapas que
distinguía Piaget. En la lectura de Köhlberg, la etapa

Parte de esta introducción ha sido extraída de mis artículos: “Una
introducción a la moral postconvencional desde la sociología y la filosofía
política”, en Postconvencionales, nº 1, 2010; y desde “Los estadios morales
de la evolución social”, en Papers. Revista de Sociología, nº 74, 2004.

4 5
preconvencional pondría su acento en una motivación egoísta que considerar a quién se estanque en los estadios preconvencional y
sólo responde a las normas que tienen el respaldo de una sanción convencional como personas infradesarrolladas cognitiva y
social, y cuya disponibilidad para la cooperación social se ciñe a moralmente; en segundo lugar, las etapas constituyen una jerarquía
una correspondencia de contraprestaciones mutuas. La etapa de estructuras cognitivas que dan cuenta de la trayectoria
convencional internalizaría en el individuo, y concretamente en su progresiva de la racionalidad reflexiva, es decir, que la etapa
sentido de la identidad personal, los valores cultural-normativos de postconvencional es la de mayor rango moral frente a las anteriores
una comunidad de vida que se encuentra más allá de los miembros (por lo que, en sintonía con el proyecto de la Ilustración, las
que la componen; es decir, en afinidad con Durkheim, como si las creencias religiosas corren el peligro de convertirsen en una
sociedades tuviesen una realidad propia de rango superior al especie de ilusión para mentes poco desarrolladas); y por último, al
individuo, que este “debe” respetar y preservar como algo sagrado, igual que los paradigmas de Kuhn, cada etapa constituye una
tales como la mayoría de las creencias religiosas; y que además se unidad estructurada de cognición independiente, con lo que no
manifiestan a través de personajes investidos de “autoridad moral”. cabe la comparación (ni el diálogo) entre las diferentes etapas,
La etapa postconvencional, por el contrario, crearía una distancia poniendo en cuestión valores consubstanciales al propio
entre las capacidades reflexivas abstractas del individuo y sus liberalismo moral y político, como la tolerancia y la comunicación
creencias particulares acordes a su adscripción comunitaria. En entre quienes tienen diferentes conceptos y creencias morales.
este último contexto —la convivencia entre individuos procedentes Desde el punto de vista de la teoría sociológica, prácticamente
de distintas comunidades de creencia—, el sujeto social necesita de desde sus inicios, y no habría más que recordar la ley de los tres
nuevos conceptos universales de conducta, tales como la justicia y estadios de Comte o el darwinismo social de Spencer, se postuló
la tolerancia, para ordenar las nociones morales y normativas que una visión de la historia de las sociedades en clave de evolución
le permiten la convivencia entre iguales, pero con diferentes moral, por la que se habría pasado de creencias mágicas a
intereses económicos y creencias axiológicas. creencias religiosas, y, finalmente, con la llegada de la Ilustración,
Las críticas a los planteamientos de Köhlberg arreciaron sobre a creencias racionales para el ordenamiento normativo. Pese a las
todo por parte de los filósofos de la moral, que vieron una críticas a los modelos evolucionistas por parte de la antropología, y
intención por parte del autor por legitimar las tesis morales que en especial del movimiento del relativismo cultural,
defienden los filósofos del liberalismo, y en especial de John intermitentemente han surgido nuevas teorías que tratan de apoyar
Rawls, frente a otras propuestas de ordenamiento moral y político; y avalar esta clasificación. Quizás la que mayor peso ha tenido en
es decir, una intencionalidad de fundamentación filosófica de la los cimientos de la propia teoría sociológica es la teoría de la
moral postconvencional, según la versión liberal, encubierta bajo racionalización de las imágenes del mundo de Max Weber, para el
una supuesta metodología de investigación empírica. Otras críticas cual se puede vislumbrar, a lo largo de la historia de las
más comunes a la propuesta de Kohlberg se dirigieron sobre las civilizaciones humanas, un progresivo gradiente de racionalidad en
limitaciones del modelo evolutivo, puesto que, en primer lugar, la la ordenación del mundo, y de las normas sociales que regulan la
proposición de etapas es irreversible y secuencial, con lo que no se convivencia. El concepto de “imagen del mundo”, que
admiten ni retrocesos ni saltos, con el peligro añadido de originalmente procede de Karl Jaspers, guarda además bastantes

6 7
resonancias con el concepto de paradigma de Kuhn, en el sentido en la significación de la realidad, entre un mundo profano y un
de que son totalidades cognitivas a través de las cuales se interpreta mundo sagrado, y que se corresponderían, fundamentalmente, con
y vivencia el propio mundo. La imagen del mundo es todo aquello la época de instauración e implantación de las grandes religiones
por lo cual nos representamos la realidad externa como un espacio universales. Por último, las sociedades post-axiales serían aquellas
de experiencia, dotándonos para su percepción cognitiva de un en las cuales, en virtud de una secularización de los universos
cierto sentido de orden, que además es compartido con el resto de simbólicos de vivencia, se manifiesta una disolución de las grandes
personas que pertenecen a nuestro grupo de referencia social en metanarrativas sagradas a favor, en los términos utilizados por
virtud de una misma transmisión cultural. Las imágenes del mundo Weber, de una creciente racionalización sociocultural y
nos dejarían constancia, entonces, de la necesidad del hombre de especialización de esferas de valor, fundamentalmente: la ciencia,
“vivir” dentro de un mundo “instituido de significado”, y de su el derecho y el arte.
capacidad “imaginativa” para sumergirse y vivir dentro de los Entre los autores que se habrían propuesto aunar ambas
propios mitos que previamente ha creado (Castoriadis, 1989). teorías, la de las etapas morales de la psicología evolutiva, y la de
El mismo Jaspers ya se enfrentó a la tarea de dotar de los estadios socio-históricos, se puede destacar a Jürgen Habermas.
“sentido” a la historia practicando cortes que viniesen a señalar las Siguiendo a Weber, Habermas considera que la racionalización de
rupturas entre estas “imágenes del mundo”, forjando para dicho las imágenes del mundo se corresponde con una progresiva
propósito el concepto de “tiempo eje” (1985, pp. 19-43). Para el especialización de los discursos hacia los tres mundos de
autor, el principal corte en la historia que señala el primer cambio experiencia ya definidos por K. Popper: el mundo natural, el
de imagen del mundo (axial age) se encuentra en el proceso mundo social y el mundo subjetivo.
espiritual acaecido entre el 800 y el 200 antes de Cristo, gracias al En las creencias mágico-míticas de las sociedades pre-axiales,
cual habrían nacido en diferentes partes del mundo (China, India y los tres mundos permanecen indisolublemente unidos dentro de un
Occidente) las religiones universales1 . S. N. Eisenstadt, en su mismo discurso sobre la realidad. En el pensamiento mitológico, a
artículo titulado “The Axial Age Breakthroughs: their través de su conexión con el imaginario como cosmos conjuntivo
Characteristics and Origins” (Eisenstadt, 1986), siguiendo la estela de experiencias y acontecimientos, la realidad es vivenciada como
de Jaspers distingue también tres tipos diferenciados de imágenes un espacio de experiencia único e indivisible, dónde el mundo
del mundo, que se corresponden con las sociedades pre-axiales, objetivo-natural, el mundo normativo-social, y el mundo subjetivo,
axiales y post-axiales. Las épocas pre-axiales serían aquellas establecen un espectro indivisible de relaciones mutuas que vienen
correspondientes al hecho fundacional de las sociedades, que se a ser plasmadas gráficamente en los relatos mitológicos. Levi-
instituyen en el mismo momento de “simbolización sagrada” de la Strauss nos presenta así el “pensamiento salvaje” o mitológico
realidad natural y social en la práctica mítico-mágica. La como una forma intelectural de “bricolage”, por la cual las
sociedades axiales serían aquellas que crean una ruptura de niveles estructuras mentales en bruto organizan diferentes acontecimientos
1
para crear relatos míticos en los que se nos narra como la realidad
Jaspers (1985, pp. 139 y ss.) distingue también una segunda ruptura
viene a la existencia. Los símbolos, lejos de representar
histórica producida por el progreso técnico en torno al siglo XVIII, que, con
el desarrollo de la racionalidad científica, daría paso a la imagen del mundo significaciones unívocas, vienen entonces a expresar,
moderna.

8 9
misceláneamente, afinidades entre elementos tomados de la en relación el mundo celestial-espiritual, el mundo natural-
naturaleza, tabúes e identidades sociales, y experiencias vitales material, y el inframundo, y a partir de la cual se irradian las
subjetivas. Un ejemplo paradigmático de este tipo de símbolos lo fuerzas benefactoras del orden. Esta fuerza con la que aparece
podemos encontrar, como ya aventurara Durkheim, en los tótems. revestida la inmanencia de las figuraciones totémicas no es otra
Los tótems son diferentes esculturas sobre elementos que la de su poder simbólico para remitirse a la trascendencia de
naturales, generalmente de madera, en los que se representa a una alteridad imaginada. Los ritos colectivos que surgen en torno
algún animal o planta por mediación de algún tipo de grabado o al axis mundi, tengan o no forma de tótem, son los que permiten
pintura. Los tótems son, primigeniamente, las banderas por las que colonizar socialmente la fuerza o pensamiento salvaje de la
se identifica y distingue a una tribu o clan familiar de otra. Pero, al imaginación para adecuarla a las necesidades de una progresiva
mismo tiempo, también representan una especie de pacto de la complejidad en la organización social (Castoriadis), gracias a cuya
tribu con lo sobrenatural, es decir, un aliado imaginario que, como ayuda de carácter mágico-religioso, el hombre podrá inmolar sus
un dios, protege a toda la tribu de las fuerzas o potencias maléficas propias inclinaciones fisiológicas y su programación instintiva en
del mana; y que, en consecuencia, como lo manifiesta la compleja el altar de una común sociabilidad.
trama de normas y tabúes que reglamenta el protocolo de relación Por el contrario, en las creencias religiosas universalistas, se
con el tótem, va a adquirir un carácter sagrado. El tótem es también empieza a manifestar una primera diferenciación entre el mundo
el antepasado fundador del clan, que, como la segunda naturaleza natural, por un lado, y los mundos social y subjetivo, por otro,
de los chamanes, viene a otorgar su identidad a cada miembro del todavía fuertemente unidos bajo una moral convencional. Esta
clan, especificando además una serie de interdicciones rituales con diferenciación viene a ser percibida y narrada discursivamente
el animal, planta o fenómeno físico representado, que ningún como una ruptura entre la realidad sagrada (referente a las normas
miembro del grupo puede violar bajo pena de polución espiritual y sociales y la propia definición de la identidad subjetiva) y la
enfermedad. El tótem es por ello la “sangre” común que todos los realidad profana (referida a las actividades económicas con las que
miembros del clan portan en sus cuerpos, gracias a la cual se rutinariamente nos apropiamos del mundo natural). Esta
ratifica la unidad de un destino compartido que se remonta hasta el racionalización, según Weber, va a tomar forma en el problema del
origen de los tiempos, y la garantía última del cumplimiento de las Teodicea: la contradicción entre las relaciones de una esfera
normas sociales bajo pena de excomunión. En las construcciones sagrada idealmente perfecta ílos modelos arquetípicos de cómo la
mitológicas se pondrá de manifiesto también los vínculos de UHDOLGDG GHEH FRPSRUWDUVHí \ XQ PXQGR SURIDQR LPSHUIHFWR H
afinidad entre los totems y diferentes elementos de la naturaleza, injusto, que continuamente se rebela ante los designios sagrados y
solapando en un mismo esquema de clasificación cognitiva el es fuente de sufrimiento.
mapa cosmológico del mundo y la organización social de El problema de la teodicea, según Weber, adquiere relevancia
parentesco en clanes. social cuando se empiezan a racionalizar las diferentes
Eliade se referirá a esta hierofanía fundamental que supone el figuraciones del Axis Mundi bajo la imagen de un Dios creador
tótem como el axis mundi, es decir, el eje central u ombligo sobre supramundano, universal y todopoderoso. La pregunta que en tal
el que gira el mundo conocido; una «abertura cósmica» que pone contexto se suscitaría en el corazón de los creyentes no es otra sino

10 11
cómo puede ser compatible el infinito poder de un Dios caracterización de un Dios perfecto como negación de la
omnipresente y perfecto con el hecho de la imperfección e contingencia mundana, el mal atribuido a daimones en el
injusticia de un mundo que él ha creado y gobierna. Ante esta pensamiento mágico también tiene que ser atribuido al Dios
tensión que representa el dualismo ontológico entre “este mundo” creador, y consecuentemente, interpretado desde dentro de la
y el “otro mundo”, todas las religiones universalistas se habrían teología religiosa. El sufrimiento ya no se atribuirá a una polución
propuesto buscar vías de encuentro que restaurasen el inicial mágica accidental ó a un acto de brujería (causa externa), sino más
equilibrio mediante un camino de salvación espiritual, aunque bien a la pérdida del favor divino como consecuencia de las
culturalmente difieran en sus interpretaciones o racionalizaciones. propias faltas o pecados (causa interna). La única forma de
De este modo, los requisitos para adquirir la condición de la gracia trascender el mal será a través de la “salvación” religiosa del alma,
de la salvación dependen de las particulares “actitudes hacia el como estado de gracia que permite acceder a lo sagrado; frente a la
mundo” de las racionalizaciones religiosas, bien sea de rechazo ó condenación eterna en el infierno para las almas que se alejan de
de aceptación del mundo terrenal-profano. En las religiones de esos ideales morales abandonándose a la concupiscencia del
oriente, como el budismo o el brahmanismo, la actitud mundo profano.
predominante sería la del rechazo místico del mundo (teoría del Finalmente, con la irrupción de la modernidad, y su
karma), que se manifiesta como un vuelo o huida del mundo, fundamento cultural cristalizado en el movimiento de la
similar a un retiro ascético o místico, para romper la cadena que Ilustración, se pone en marcha un imparable proceso de
aprisiona a las almas al mundo terrenal. Una segunda vía para secularización. La teoría de la secularización de Weber nos dejaría
alcanzar la salvación tomará la forma de una gracia sacramental constancia de cuatro procesos imbricados simultáneamente en la
otorgada por organizaciones hierocráticas, que de este modo disolución de los sistemas de clasificación religiosos medievales,
adquieren un “monopolio” en la dispensa de los bienes de hacia un mundo estructural y simbólicamente organizado con
salvación (tal y como acontece en la Iglesia Católica con el exclusividad en términos profanos. El primero de ellos lo supuso la
sacramento de la confesión). La forma religiosa más acabada de reforma protestante, que destruyó la pretensión de unidad de una
aceptación del mundo, que según Weber sería corresponsable, Iglesia universal ante el poder político, y que sirvió de paso para
junto a otros factores, de la emergencia del capitalismo occidental, reforzar el ascenso y papel llamado a desempeñar por la burguesía
se correspondería con el ascetismo intramundano del al transformar la ética de la salvación de la llamada o vocación
protestantismo luterano y, especialmente, calvinista, ya que en la religiosa, por una ética secular del trabajo como vocación
doctrina de la predestinación los creyentes únicamente pueden profesional (con la ética “intramundana” se desdibujan los límites
confirmar su estado de gracia de salvación a través de una axiológicos de los mundos sagrado y profano, pues la posibilidad
“vocación profesional”, en la que poder demostrar su condición de salvación únicamente puede ser alcanzada por mediación de una
como instrumento de Dios en el mundo vocación profesional y del trabajo en el mundo profano). Además,
La columna vertebral que sostendrá racionalización de la en la reforma protestante el poder religioso se somete a la
teodicea como una búsqueda de la salvación del alma (frente al autoridad política, solventando el anterior contencioso medieval en
cuerpo profano), es la idea de pecado y culpa. Con la favor de este último. Este sometimiento será ya imparable tras la

12 13
instauración de los Estados-Nación, en los que la Soberanía, como su llamada vocacional, vienen a sustituir la vieja concepción de
principal fuente de legitimidad de las leyes, reside en el pueblo, y una salvación religiosa en el más allá. El “homo economicus” y el
no ya en un Monarca por designio divino. trabajo va a suponer la principal actividad humana por la que
El segundo de estos movimientos fue la consolidación de hombre se vincula con la vida social, en especial cuando el
Estados públicos secularizados, que tuvieron su origen en una mecanismo de estructuración y estratificación social se produce a
nueva clase de funcionarios dependientes de los monarcas través de la pertenencia a una “clase económica”; suponiendo por
absolutistas en la administración de diferentes monopolios (frente a ello también su principal fuente de identidad en la primera
las administraciones eclesiásticas feudales), como pudieron ser, modernidad.
especialmente, el de los medios de sanción violenta, el de la La última fuerza impulsora de la secularización comparecerá
recaudación fiscal y el de la monetarización dentro de un mismo bajo la forma de una revolución científica, que primero al amparo
territorio. Este cuerpo de funcionarios va a crear una nueva forma de sociedades secretas bajo la estricta vigilancia eclesiástica, y
de racionalidad para regular su funcionamiento interno, que segundo como un “proyecto de Ilustración” de inevitable
cristalizará en las burocracias modernas, y, en estimación de beligerancia contra la verdad revelada, será asumido por los
Weber, en una nueva forma de legitimación del poder legal- propios Estados absolutistas y liberales en su disputa con las
racional: “basada en la legalidad de los modelos de reglas instituciones eclesiásticas por el control de la “Opinión Pública” y
normativas y en el derecho a emitir órdenes de aquellos que han la legitimación política, para finalmente conseguir arrebatar a la
sido elevados a esas posiciones de autoridad con esas mismas Iglesia su papel funcional como gestora del conocimiento social.
reglas”. La “dominación legal-racional” se corresponde así con la La principal consecuencia del proceso de secularización será
nueva forma de legitimar el ordenamiento jurídico, en virtud de la la de escindir la realidad social del orden normativo, por un lado,
creencia en la racionalidad de las disposiciones recogidas en las de la realidad subjetiva ó identidad de los individuos por otro,
normas legales. llegando a definir dos esferas de acción y experiencia
La tercera de las fuerzas que irrumpirá en este escenario diferenciadas: la primera dentro de un discurso político y jurídico
histórico será el capitalismo como nueva forma de reestructuración (Derecho), que deja fuera de la esfera pública a las creencias
económico-industrial, que promocionará, frente a la moral austera religiosas (que pasan así a privatizarse); y la segunda dentro del
y diligente de los primeros burgueses procedentes de la ética arte y diferentes manifestaciones de los estilos de vida, con los que
protestante (Sombart), el espíritu de lucro y el valor del bienestar se reivindica la capacidad de construir una identidad propia y
como sus principales referentes existenciales para la “vida buena”. singular (frente al deber religioso de la salvación como último fin
Con su desarrollo en las sociedades de masas de producción de la autorrealización personal). De este modo, el vínculo
estandarizada, el espíritu “materialista” del consumo y del normativo que une a los individuos respecto de la sociedad se va a
despilfarro, como signo de distinción social, atravesará toda la distanciar de cualquier pretensión “ético-existencial”, aunque
sociedad, dónde el dinero, como nuevo ídolo, se va a manifestar, desde el punto de vista del poder va a necesitar todavía de un
en los términos de Burke y en virtud de su omnipresencia, como el fundamento simbólico de legitimación “abstracto”, que ya sólo
“sustituto técnico de Dios”. En gran medida, la ética del trabajo, y puede ser reconstruido racionalmente en la dimensión de la

14 15
ciudadanía política. La “moralidad pública”, como un principio entramado de los derechos humanos y los principios del
racional de la legitimación jurídico-política, y la “eticidad autogobierno democráticos), incitándoles a buscar un enfoque más
existencial”, como proyecto axiológico de la vida buena, sobre el pragmático que tenga por origen la misma praxis política. Como
que se articula la identidad y se estabiliza el sistema de la veremos, ambos autores van a toparse con problemas parecidos en
personalidad, se divorciarán para siempre en esferas sus formulaciones, y en especial la viabilidad de aplicar su
independientes, dónde si la moralidad pública de la integración fundamentación filosófica de la moral postconvencional a la
individuo-sociedad va a aparecer simbióticamente aferrada a las facticidad del derecho positivo y al funcionamiento del sistema
estructuras de reproducción del sistema político, la eticidad democrático. No obstante, las soluciones a las que llegarán
existencial, mientras tanto, sufrirá una regresión hacia la difieren, sobretodo, por su carga de “cultura política” de fondo:
privaticidad de los sistemas de interacción del mundo de la vida, genuinamente liberal en Rawls, y más republicana (Rousseau,
incluyendo a las creencias normativas y/ó morales religiosas En Kant) en Habermas.
este escenario, la “moral pública” postconvencional se refiere a la El proyecto de Habermas va a partir de la reformulación del
necesidad de articular principios racionales de convivencia, tales proceso de racionalización sociocultural de Weber, que le requerirá
como la justicia, para individuos que, procedentes de diferentes de una revisión en profundidad del concepto de racionalidad en
comunidades de creencia, se encuentran condenados a entenderse sintonía con las inquietudes emancipatorias del marxismo revisado
para vivir dentro de una misma sociedad. Este entendimiento ya por la Teoría Crítica, para llegar, finalmente, a cristalizar como una
sólo podrá alcanzarse en la dimensión política, y tras el nueva metateoría (la Teoría de la Acción Comunicativa), sobre la
reconocimiento de los individuos en cuanto ciudadanos portadores que intentará “reconstruir” el funcionamiento de las sociedades
de derechos y voluntad soberana; presuponiéndoles además, por modernas secularizadas. Precisamente, el intento de Habermas para
influencia de Kant, una autonomía racional que les faculta para desarrollar una teoría moral postconvencional en su “ética del
autogobernarse mediante procedimientos democráticos. discurso”, no es sino, a fin de cuentas, una proyección y
prolongación de la racionalidad comunicativa dentro de la filosofía
moral, cuya ambición final no es otra que servir de guía para el
PRESENTACIÓN DE LOS CONTENIDOS DEL LIBRO
ordenamiento jurídico y la práctica política. Por ello, en sintonía
con su teoría de la sociedad en dos niveles —sistema y mundo de
El objetivo primordial de este libro es el de recopilar algunos
la vida—, su teoría normativa va a necesitar de un complemento
de mis principales artículos ya publicados sobre la fundamentación
“fáctico”, que, residente en el poder político, es menester poder
de la moral postconvencional por parte de J. Habermas y J. Rawls,
incluir dentro de un modelo de democracia que recoja la vieja
dedicando el último capítulo al debate que ambos autores
inquietud de moralización de la práctica política. Bajo el “principio
entablaron a mediados de los años noventa. Existen además
democrático”, Habermas creerá encontrar el catalizador para
paralelismos en el desarrollo de ambas teorías, pues ambos autores
reconectar la “facticidad” del derecho positivo con la “validez”
van a tropezar en el mismo escollo de la fundamentación kantiana
sustentada en la ética del discurso, de manera que se posibilite
de la moral ó ética postconvencional en torno a una racionalidad
articular una “Democracia Deliberativa” en la que la “racionalidad
trascendental (sobre la que, a fin de cuentas se sostiene todo el

16 17
instrumental” de los sistemas se supedite a la tutela de la moral postconvencional articulada por Rawls en torno a dos
“racionalidad comunicativa” de la Opinión Pública. problemas distintos: a) la conciliación de los intereses particulares
El capítulo dedicado a la reconstrucción de la moralidad con los intereses generales ó bien común en Teoría de la Justicia; y
postconvencional de J. Habermas tiene su origen en un artículo ya b) la convivencia entre diferentes comunidades de creencia,
publicado en Política y Sociedad 2, y en materiales inéditos inconmensurable entre sí, gracias a una nueva esfera política
procedentes de mi tesis doctoral, en los que se aborda el encaje de vertebrada según los principios democráticos liberales. El segundo
la ética del discurso con la facticidad del derecho y el artículo, publicado en Política y Sociedad4, da cuenta de las
funcionamiento democrático. Se podrían distinguir así seis reflexiones que llevaron a Rawls a repensar su primer modelo
apartados dentro de este capítulo: a) la fundamentación y defensa teórico de fundamentación de la moral postconvencional en T.J.,
filosófica de una moral cognitiva ó racional postconvencional, sin que se sostenía en última instancia, en el idealismo kantiano, para
caer en las trampas del trascendantalismo kantiano (artículo); b) la llegar a su conocido “giro político” en Liberalismo Político, y
propuesta de Habermas de una “ética del discurso” (artículo); c) el gracias al cual se trata precisamente de driblar el problema de la
debate de Habermas contra la transcendentalidad kantiana (Kant, racionalidad trascendental kantiana para enraizar la moral
Apel) y las principales críticas desde el comunitarismo (inédito); d) postconvencional tanto en la práctica política como en la
la necesidad de complementar la “validez” con la “facticidad” del fundamentación del derecho. Ambos artículos se pueden
derecho positivo (inédito); e) la elaboración de un modelo político considerar entonces como parte de una unidad que mantiene
que, bajo los principios de la “democracia deliberativa”, pueda internamente la misma relación que las dos partes contenidas en el
hacer funcionar la validez y facticidad en la praxis política capítulo dedicado a Habermas: una primera dedicada al desarrollo
(inédito); f) mi propia crítica a la fundamentación de la moralidad de su teoría normativa; y una segunda en la que se desentrañan las
postconvencional de Habermas (artículo). relaciones entre la teoría normativa, el ordenamiento jurídico y la
La reconstrucción de la fundamentación de la moralidad praxis política.
postconvencional de J. Rawls se va a analizar a partir de la Como colofón de la presentación de la moral postconvencional
recopilación de dos artículos ya publicados. El primero de ellos, en J. Habermas y en J. Rawls, no podía faltar un último artículo,
publicado en ISEGORÍA 3, realiza una exposición bastante publicado en Papel Político 5, sobre el debate que ambos autores
exhaustiva del pensamiento de Rawls en su conjunto, entablaron en torno a la fundamentación de la moral
diferenciando dos etapas que dan lugar a sus dos principales obras postconvencional, y que nos permitirá resaltar, en los términos del
de referencia: Teoría de la Justicia (TJ) y Liberalismo Político diálogo mantenido entre estos dos gigantes de la filosofía y el
(LP). En este primer artículo, se expondrán los contornos de la pensamiento político, las virtudes y carencias de una y otra teoría.

2 4
“Una revisión y balance crítico de la teoría normativa postconvencional de “El problema de la estabilidad normativa en la filosofía política de J.
J. Habermas”, Política y Sociedad, Vol. 47-2 de 2010, (ISSN: 1130-8001); Rawls”, Política y Sociedad, vol. 44-2, 2007 (ISSN: 1130-8001); pp. 229-
pp. 175-193. 244.
3 5
“Homenaje póstumo a John Rawls”, ISEGORIA, (Consejo Superior de “La moral post-convencional de J. Habermas y J. Rawls: un debate en
Investigaciones Científicas CSIC-España), nº 31, Dic. 2004 ((ISSN: 1130- familia", Papel Político, Vol. 12, No. 2, 2007 (ISSN: 0122-4409); pp. 369-
2097); pp. 5-45 390.

18 19
CAPITULO I

LA TEORÍA NORMATIVA POSTCONVENCIONAL DE J.


HABERMAS

La preocupación de Habermas por el tema de la normatividad


social se puede considerar un legado directo de su paso por la
Teoría Crítica, el cual habría tenido por finalidad la recuperación
del timón de las sociedades desde una cultura sistémico-
tecnocrática hacia una cultura social-comunicativa, umbral desde
el que sembrar las condiciones de realización del viejo tema
marxista-hegeliano de la emancipación de la conciencia y
autorrealización del ser humano. En la teoría de la acción
comunicativa, la cuestión normativa aparece como un nuevo reto
para la integración de las sociedades modernas, donde la
colonización y especialización de los espacios de comunicación
social por los sistemas sociales, frente a un mundo de la vida en
franco retroceso como principio estructurador de la acción social, y
bajo un proceso de fragmentación y privatización de mundos de
vivencia —ya no se podría hablar de “un” mundo de la vida, sino
de una multiplicidad de “mundos” de vida—, va a demandar un
nuevo sistema social especializado para afrontar la tarea de la
integración social: el derecho. No obstante, para que dicho
ordenamiento jurídico pretenda obtener el asentimiento de sus
mandatos por parte de todos sus implicados (su legitimidad),
deberá responder también a los principios, que la teoría de la
acción comunicativa ha desvelado reconstructiva y
pragmáticamente, de la misma racionalidad práctica que sostiene el
mundo de la vida


Una buena parte de los contenidos de este capítulo fueron publicados en
Alútiz, J.C., “Una revisión y balance crítico de la teoría normativa
postconvencional de J. Habermas”, Política y Sociedad, Vol. 47-2 de 2010,
(ISSN: 1130-8001); pp. 175-193. No obstante, han sido revisados y
modificados, al tiempo de completados con materiales inéditos.

20 21
Si el derecho debe responder primordialmente a la función de la interior del derecho positivo como un requisito que garantiza la
integración social, su primer requisito no puede ser otro que imparcialidad —racionalidad práctica— en la fundamentación de
responder a los postulados de una moral susceptible de ser los procedimientos legislativos y la aplicación de sus contenidos
reconocida por todos, es decir, a los principios de una racionalidad jurídicos 4. La fuerza legitimadora de la legalidad tendrá su origen,
comunicativa reconstruidos a partir de una pragmática formal. Esta de este modo, en la presunción de racionalidad de los
es la tesis básica que Habermas maneja a lo largo de la década de procedimientos jurídicos, que a su vez dependerán del carácter
los ochenta para ubicar al sistema jurídico dentro de su teoría de la discursivo de su formación y de su permeabilidad a los argumentos
sociedad: desde al punto de vista de los sistemas sociales, el procedentes de la opinión pública gestada en el espacio político no
derecho se apresta, por mediación de su legalidad, a regular sus institucionalizado de todos los implicados —sociedad civil5. No
procesos y poner límites y controles sociales a su desarrollo; desde obstante, pese a los guiños realizados a una intersubjetividad
el punto de vista del mundo de la vida, el derecho necesita del discursiva latentes en el concepto de moral que maneja Habermas,
input de la legitimidad como lealtad de la población, solamente aquí la racionalidad sobre la que se sustenta la legitimidad del
requerible desde los principios que encarna la racionalidad derecho es más práctica que comunicativa —en el sentido de su
práctica-comunicativa. En definitiva, la legalidad se debe a un definición cognitiva “trascendental”—, es decir, que la función
principio ordenador de su normatividad que sólo puede proceder de primordial de la moral respecto del derecho, en este primer ensayo
una moral racional pragmática-comunicativa2. normativo, es la de proporcionarle «…la fuerza trascendedora de
Una de las principales cuestiones a solventar en las relaciones un procedimiento que se regula a sí mismo, que controla su propia
entre la legitimidad y la legalidad es si esta última es suficiente racionalidad»6.
parar explicar el respeto y obediencia de la ley, o si necesita de una Un artículo emblemático de este periodo, en el que Habermas
ulterior fundamentación de carácter moral que legitime y explique viene a defender la superioridad de las reivindicaciones morales
la aceptación de dichos mandatos. Habermas le critica a Weber, en
4
su tesis de la dominación legal-racional, el creer que es posible Ibíd., pp. 554 ss.
5
Si la razón práctica necesita del espacio político como ámbito “natural” de
separar los valores respecto de un presunto carácter racional del su realización (Kant), con su transformación en racionalidad comunicativa el
derecho positivo, pues la legitimidad de todo sistema jurídico sistema político deberá ser rediseñado también para ajustarse a la necesidad
descansa en una relación interna entre el derecho y la moral 3. Con de “realización reflexiva” que se le proyecta a la Opinión Pública. Esta
intuición ya estaba presente en algunos teóricos antes de la formulación
la tesis de un entrelazamiento interno, la moral se aloja en el explícita de la Política Deliberativa por parte de Habermas. Ver, por
ejemplo: Thibaut, C., “Los límites del procedimentalismo”, Daimon, nº 1,
2
Esta primera formulación peca de un cierto trascendentalismo apeliano, 1989, pp. 113-131; Garzón, E., “Consenso, racionalidad y legitimidad”,
que reside en su apelación apriorística a una Comunidad Ideal de Isegoria, nº 2, 1990, 13-28; Cohen, J. L., y Arato, A., Civil Society and
Comunicación como ubicación natural de la racionalidad comunicativa. La Political Theory, MIT, Cambridge (Mass), 1992.
6
Moral, en este primer diseño, se restringiría a una función cognitiva de Habermas, J. (1986), “Lección segunda: sobre la idea de Estado de
fundamentación, abandonando sus funciones tradicionales en el mundo de la Derecho”, Tanner Lectures, en Facticidad y Validez, p. 583. Más allá de este
vida de la integración social. reduccionismo cognitivo racional, la racionalidad comunicativa plena
3
Habermas, J. (1986), “Lección primera: ¿Cómo es posible la legitimidad a también tendrá que afrontar el problema de la socialización del yo en la
través de la legalidad?”, Tanner Lectures, en Facticidad y Validez, Trotta, interacción, que sintoniza la identidad propia con un “Mundo de la Vida”
Madrid, 1998, pp. 535-543. gestado intersubjetivamente.

22 23
sobre la mera legalidad, es el que viene a hacerse eco de uno de los Habermas va a abordar el problema desde dos niveles
temas más candentes por parte de los nuevos movimientos diferentes: 1) el desarrollo del pensamiento filosófico
sociales: la desobediencia civil7. Acorde con las conclusiones de la reconstructivo aplicado a la fundamentación de una moral que
teoría de la acción comunicativa, este artículo es un precursor de responda a las premisas de la racionalidad comunicativa, que será
sus reflexiones acerca de los orígenes comunicativos del poder denominada, en conjunción con Apel, como la ética del discurso;
social —recordemos que su destino funcional no es otro que hacer 2) un encuadre que sitúe sus reflexiones normativas dentro de la
cumplir los fines colectivos, cuya definición siempre debiera arquitectura de su teoría de la sociedad, es decir, que determine las
enfrentarse como una tarea discursiva entre los ciudadanos—, relaciones intrínsecas entre la “factidad y validez” en la
frente al poder administrativo como mero guardián de la legalidad articulación del Sistema Político con la Sociedad Civil (Mundo de
vigente8. La distancia creada por la racionalidad comunicativa la Vida), permitiendo la gestación de un modelo de Democracia
entre la legalidad y la legitimidad sería, precisamente, el escenario Deliberativa.
en el que se acomoda la desobediencia civil como proceso de
negociación reflexiva de los fines éticos a los que debe servir el 1. La fundamentación filosófica de una moral postconvencional
derecho vigente. Con ello, la desobediencia civil viene a ser basada en la racionalidad comunicativa como legitimación
legitimada como un instrumento de expresión del poder cognitiva del derecho. Los postulados de la Ética del Discurso.
comunicativo gestado en el mundo de la vida (opinión pública no
institucionalizada), frente al poder administrativo “colonizador” Con la preeminencia de la moral sobre el derecho en la
procedente de los sistemas sociales (en este caso, el derecho mismo definición normativa del orden social, Habermas se ve en la
cuando se “cosifica” como un sistema independiente e necesidad, para dar una continuidad a su proposición teórica, de
impermeable a la racionalidad comunicativa)9. extender sus esfuerzos “reconstructivos” de la acción comunicativa
a este nuevo ámbito —la moral—, que además, por ser enfocada
7 únicamente desde el aspecto de su fundamentación normativa, sólo
Habermas, J., (1983), “La desobediencia civil: piedra de toque del Estado
Democrático de Derecho”, en Ensayos políticos, Península, Barcelona, 1988. podrá emprenderse desde la reflexión filosófica10. El orden en que
8
Esta formulación se basa en la que previamente realiza H. Arendt, en La
Condición Humana (Paidós, Barcelona, 1993) y en Crisis de la República
(Taurus, Madrid, 1973). Ver también: Ferry, J-M., Habermas. L’étique de la esfera pública, editado por C. Calhoum.: Habermas and the Public Sphere,
comunication, PUF, París, 1987, pp. 75-107; Chambers, S., Reasonable MIT, Cambridge (Mass.), 1992.
10
Democracy. Jürgen Habermas and the Politics of Discurse, Cornell Univ. Esta restricción filosófica en el tratamiento de la moral, en esta primera
Press, Nueva York, 1996, pp. 1-18; White, S. K., “Reason, Modernity and exploración, será una decisión metodológica que actuará como un pesado
Democracy”, en White S. K., (ed.), The Cambridge companion to lastre para Habermas, pues amenaza con subvertir el origen intersubjetivo de
Habermas, Cambridge Univ. Press, Nueva York, 1995, pp. 3-16. la razón comunicativa por otro trascendente procedente de la racionalidad
9
Sobre el problema de la colonización sistémica como “degeneración” de la práctica kantiana. En esta primera etapa, la influencia de Apel en Habermas
esfera Pública, ver: Rodger, J., “On the Degeneration of the Public Sphere”, será muy marcada, y los intentos de distanciarse del a priori de una
Political Studies, v. 33, 1985, pp. 203-217; Velasco, J.C., “Tomarse en serio comunidad ideal de comunicación serán tímidos y desmentidos
la desobediencia civil. Un criterio de legitimidad”, Revista Internacional de continuamente en los presupuestos de fondo. El resultado final será, pues,
Filosofía Política, nº 7, 1996, pp. 159-184. Se puede consultar también el prácticamente coincidente, como lo demuestran los postulados de una ética
magnífico libro, recopilatorio de artículos de autores de primera fila sobre la del discurso que tratan de reafirmarse desde una orientación cognitivista

24 25
vamos a seguir estas reflexiones será, en primer lugar, revisar el empirismo se divide en dos orientaciones divergentes,
cuales son las corrientes que en la actualidad se destacan en la dependiendo de la acentuación sobre el interés racional o sobre la
filosofía para el tratamiento de la cuestión moral; en segundo lugar, autoestima para abordar el objeto de una motivación moral de
nos preguntamos sobre qué base cabe realizar una defensa del carácter pragmático. Por el lado de las sanciones contrafácticas nos
posicionamiento filosófico de la moral centrado en el encontramos con las teorías en torno al interés racional, entre las
cognitivismo; en tercer lugar, nos detendremos, con especial que se pueden destacar los clásicos de la filosofía moral escocesa
atención, en los postulados de una ética del discurso que asuma los (Smith, Ricardo, etc.), el contractualismo (desde Hobbes hasta
principios de la racionalidad comunicativa como referentes de la Rawls), y el decisionismo (rational choice). Por el lado de la
determinación de una moral postconvencional universal; y por fenomenología de los sentimientos morales (emotivismo),
último, revisaremos la propuesta habermasiana de una podemos encontrar un elenco abierto de autores, con propuestas
“Democracia Deliberativa” como punto de encuentro entre la también muy variadas en sus contenidos y presupuestos de partida,
facticidad y la validez del ordenamiento normativo en las entre los que se pueden citar de manera señalada a Stevenson,
sociedades modernas. Strawson, Wellmer o Tugendhat.
En el no cognitivismo débil podemos hallar, en sintonía con la
1.1.Corrientes filosóficas actuales sobre la moral. acción “racional” con arreglo a valores y la ética de la convicción
de Weber, una plétora de autores afincados en posiciones
El mapa cognitivo que Habermas está utilizando como marco comunitaristas neoristotélicas, es decir, apegados a un concepto de
en el que ubicar los diferentes debates sobre la filosofía moral se la moralidad que hace prevalecer la ética de bienes —la definición
puede resumir en tres posiciones principales: el no cognitivismo axiológica de la bondad de una forma de vida— sobre el de la
fuerte, el no cognitivismo débil, y el cognitivismo fuerte11. Dentro Justicia. El debate frente a los cognitivistas se centra en si la moral
del no cognitivismo fuerte se atrincheran los escépticos radicales debe abastecer a los individuos de un sentido de pertenencia, de
sobre cualquier apoyo trascendental de la razón, pudiendo una identidad social que los motive a comportase “moralmente”, ó
distinguirse tres orientaciones principales: el empirismo, el si debe restringirse a un mero procedimentalismo deóntico de
utilitarismo y el funcionalismo. De estas tres corrientes, la más carácter universal que, sin embargo, adolece de un déficit
importante es la primera, ya que el utilitarismo es devaluado desde motivacional para la acción al definir a los individuos como sujetos
todos los frentes por ser incapaz de explicar los presupuestos abstractos —el problema de la voluntad racional débil. La
humanistas de la moral moderna, y el funcionalismo se restringe dificultad de este planteamiento, como se apresta a criticar
más hacia los aspectos normativos formales del derecho. A su vez, Habermas, es que la Justicia se convierte en una definición más del
bien social, compitiendo en igualdad de condiciones con otras
formas de vida, y negándosele el papel de árbitro cuando se
universal, es decir, desde una racionalidad práctica kantiana trasvestida producen conflictos de acción como consecuencia de la
discursivamente bajo un formato comunicativo.
11
Aunque estas tres posiciones se encuentran presentes en todos los trabajos
de Habermas sobre la filosofía moral, la designación de las mismas procede cognitivo de la moral”, recogido en su libro: La inclusión del otro, Paidós,
de un artículo titulado: “Una consideración genealógica acerca del contenido Barcelona, 1999; pp. 29-78.

26 27
Valores axiológicos y ética de bienes
Sentimientos morales y racionalidad

Sentimientos morales (autoestima),


“convivencia” entre diferentes concepciones comunitarias de

eticidad, cognición y motivación.


Solidaridad y cooperación racional.

problemas de “aplicación” jurídica


Consecuencias acción y bienestar

Argumentación vs. Participación.


Relaciones entre moralidad y

Problema de la “verdad” moral.


y lucha por el reconocimiento

Fundamentación trascendental

Racionalidad comunicativa y
pragmatismo ético universal.
Objetivismo y Subjetivismo.
formas de vida.

La “obligatoriedad” legal y
Legalidad y legitimidad

económico colectivo
Debates Centrales
De entre los autores que se posicionan en esta corriente
“comunitarista” del debate moral y político, tales como McIntyre,
Sandel, Walzer, Benhabib, Puka, Michelman, etc, quien más va a
influir en este debate es Charles Taylor, que incluso llegará a
provocar en Habermas una cierta corrección de sus presupuestos
teóricos al reclamar la atención sobre el aspecto de la
“socialización” para la “eficacia” normativa de toda concepción

Moore, White, Hare,


Strawson, Wellmer,
moral (la inclusión de la “solidaridad” como otra función de la

Taylor, McIntyre,
Selman, Gibbard,

Apel, Habermas,
Rousseau, Rawls

Toulmin, Alexy
Sandel, Walzer,
Benhabib, Puka
Hobbes, Locke,

Mill, Bentham,

neoplatónicos
Smith, Jevons

Stevenson,

Tugendhat

Kant, Rawls
Principales
moral que complemente la fundamentación normativa racional-

Sidgwick
Autores

Günther
cognitiva)12.

12
Taylor precisamente le critica a Habermas que el giro lingüístico de la

Contractualismo
filosofía, expresada en su Teoría de la Acción Comunicativa, no ofrece

Clásicos
ninguna garantía contra la pérdida de sentido en el entorno humano,
eludiendo el problema vivencial bajo el moral y el político. Habermas

Emotivismo
comenzará su réplica a Taylor por la faceta terapéutica que éste último

Realismo y objetivismo moral

Kantismo y neokantismo
pretende discernir en un programa de restauración moral orientado hacia una

Corrientes Internas

Etica del Discurso


ética de bienes en la modernidad (Habermas, J., “La lucha por el

Neoaristotélicos
Funcionalismo
racional

Utilitarismo
Interés
reconocimiento en el Estado democrático de derecho”, La inclusión del otro,
pp. 191 ss.). Habermas aprecia que tal función se encontraría vedada a una
filosofía postmetafísica, pues la tarea que asume Taylor para la misma es en
realidad una revitalización axiológica de carácter cuasi-religioso, cuya
fuerza reveladora sólo es accesible a los individuos a través de la
“resonancia” subjetiva que consolida la certeza de las convicciones (Taylor,

Empirismo
Ch., Las Fuentes del Yo, , Paidós, Barcelona, 1989, p. 514 y p. 532; y
también Taylor, Ch., “La política del reconocimiento”, en El
multiculturalismo y la política del reconocimiento, FCE, México, 1993). Y
este tipo de fuerza “trascendente” tan sólo es posible encontrarla en la
modernidad en la experiencia estética, solución que Habermas ya había

(escepticismo trascendental)
desestimado en Marcuse y Adorno. No obstante, Habermas asume que el

No Cognitivismo Fuerte

No Cognitivismo Débil
Posiciones Filosóficas
frente crítico abierto por Taylor hace blanco en la línea de flotación de la

Cognitivismo Fuerte
motivación de una moral cognitiva, reclamando la atención sobre el papel
que debe ocupar la solidaridad nacida de la socialización en el desempeño de
la eficacia moral (Facticidad y Validez., p. 191; también existe un
antecedente de este reconocimiento en un “temprano” artículo de 1988,
“Individuación por vía de socialización”, en Pensamiento postmetafísico,
Taurus, Madrid, pp. 188-239).

28 29
Dentro del cognitivismo fuerte se destacan otras tres corrientes con la prueba de una intersubjetividad comunicativa. Apel será la
principales: el realismo, el kantismo y la ética del discurso. El cabeza de este movimiento, que con el eventual apoyo de otros
realismo se podría descomponer a su vez en otras dos sendas: la de autores y colaboradores, será retomado por Habermas para dar una
los neoplatónicos, en conexión con la filosofía “salvífica”, y el salida a las aspiraciones normativas de su teoría de la acción
objetivismo moral de Moore y otros. Como Habermas no presta comunicativa. 19
especial atención a ninguna de ellas, nosotros tampoco lo haremos,
pues dispersaríamos en exceso nuestras intenciones de examinar con 1.2.Defensa filosófica de una moral cognitiva.
exclusividad su diseño normativo. Por el contrario, el kantismo es la
fuente de la que bebe toda propuesta de una filosofía moral Después de los ataques por parte de los escépticos, la filosofía
cognitiva, y, pese a la distancia que supone la reconversión de la parecía haber encallado en la mar muerta de la imposibilidad de su
racionalidad práctica en comunicativa, Habermas mantiene propio objeto: la fundamentación del pensamiento reflexivo. La
bastantes afinidades con la misma 18. Por último, la ética del discurso primera tarea que Habermas tendrá que asumir es la defensa de una
se hace depositaria de los últimos desarrollos de la filosofía del nueva tendencia filosófica que se encuentre en condiciones de
lenguaje para la fundamentación de una pragmática universal con
vocación normativa, al tiempo que asume la tarea de rescatar la
racionalidad práctica de su exilio trascendental, para confrontarla
19
Sin embargo, Habermas será algo más que escéptico sobre la posibilidad de
una fundamentación última para la ética del discurso como propone Apel. A
18
No obstante, Habermas le plantea a Kant dos objeciones. En primer lugar, raíz del debate con los escépticos sobre el déficit motivacional de una moral
estima que la voluntad autónoma kantiana se mueve en el vacío, pues queda cognitiva —la pregunta sobre ¿por qué ser moral?—, Apel volverá a retomar
desvinculada de los lazos sociales que son los que otorgan un sentido a la vida la cuestión de la “fundamentación última” como una necesidad para la
ética. A la noción atomista de los sujetos morales en Kant habría que definición racional del ser moral (ver Apel (1987) “La ética del discurso como
superponerle una noción intersubjetiva, en la cual se incorporarían los ética de la responsabilidad. Una transformación postmetafísica de la ética de
contextos vitales como un patrimonio simbólico compartido. Sin embargo, en Kant”, en Teoría de la verdad y ética del discurso, Piados, Barcelona, 1995,
segundo lugar, si nos quedáramos apegados al punto de vista contextualista, pp. 147-184; también se puede consultar, Rojas Hernández, M., “El problema
se le podría negar al concepto de Justicia kantiano su pretensión de validez de la fundamentación última filosófica de la ética en Apel”, en Dussel, E.,
universal, pues ésta siempre quedaría presa de una interpretación (ed), Debate en torno a la ética del discurso de Apel, Siglo xxi, México,
hermenéutica de sentido, donde «las nociones de justicia no pueden ser 1994). Habermas le criticará a Apel no haber asumido plenamente la ruptura
aisladas del todo complejo de una eticidad concreta y de una determinada que el mismo preconiza entre la filosofía de la conciencia y la filosofía del
idea de la vida buena» (Habermas, J., “Lawrence Kohlberg y el lenguaje, pues sigue creyendo que es posible establecer una “fundamentación
Neoaristotelismo”, op. cit., p. 192). La Etica del discurso, al tutelar las última” del pragmatismo trascendental entre la verdad y la vivencia, que sólo
discusiones reales bajo los presupuestos universales de la argumentación — pueden solaparse desde una reflexión en términos de filosofía de la conciencia
procedentes de una racionalidad comunicativa—, podría garantizar, en (Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de
opinión de Habermas, el punto de vista imparcial de la tradición cognitiva fundamentación.”, en Conciencia moral y acción comunicativa, Península,
kantiana, contando, al mismo tiempo, con la perspectiva de los implicados, Barcelona, 1996, p. 120. Ver también Verdad y Justificación, Trotta, Madrid,
que de este modo compulsarán con su voluntad “empírica” —frente a la 2002, pp. 58 ss.). En definitiva, Habermas le criticará a Apel el trasladar el
autónoma— la obligatoriedad normativa de los acuerdos consensuados. Para principio de universalización desde la pregunta epistemológica de cómo son
una comparación entre los presupuestos de la ética del discurso y sus posibles los juicios morales, hacia la pregunta de qué significa ser moral —los
correspondencias conceptuales kantianas, ver: Habermas, J., Acción juicios de valor enunciados desde una filosofía de la conciencia (Habermas,
comunicativa y razón sin trascendencia, Piados, Barcelona, 2002, pp. 20-60. J., Aclaraciones a la ética del discurso, Trotta, Madrid, 2000, pp. 192 ss.).

30 31
restaurar este originario empeño de la fundamentación cognitiva20. por los trabajos de Lawrence Köhlberg sobre el desarrollo de la
Los apoyos principales para esta empresa los encontrará en las conciencia moral 22. Como se sabe, Köhlbert, siguiendo los trabajos
teorías reconstructivas, que en base a su propósito por esclarecer los precedentes de Piaget23, desglosa en tres etapas fundamentales los
cimientos psicológicos que permiten el pensamiento formal (Piaget, progresos sobre las capacidades reflexivas en materia moral 24. La
Köhlberg), avalan una estrategia metodológica orientada hacia una primera etapa, llamada pre-convencional, pondría el énfasis sobre
teoría del conocimiento de la propia racionalidad. El camino una motivación egoísta que sólo responde a las normas que tienen el
seguido por Habermas para abordar la racionalidad práctica en esta respaldo de una sanción social, y cuya disponibilidad para la
dirección, y que permite salvar el escollo de las objeciones del
escepticismo a la trascendentalidad del pensamiento puro, lo
hallamos en su reconversión hacia una racionalidad comunicativa, Barcelona, 1996; p. 134. Ver también: Nielsen, T. M., “Jürgen Habermas:
Morality, Society and Ethics”, Acta sociologica, v. 33, nº 2, 1990, pp. 93-114.
que partiendo de la pragmática formal se encuentra en disposición 22
El interés de Habermas por la psicología evolutiva es muy temprano a sus
de reconstruir los presupuestos normativo-deónticos de todo inquietudes intelectuales, ya que se puede rastrear, como mínimo, hasta su
proceso de interacción social-comunicativo. Pero antes de asentar el obra sobre La reconstrucción del materialismo histórico. Su interés reside,
razonamiento que permite la vertebración filosófica de dicha fundamentalmente, en buscar un apoyo “científico” o empírico a su tesis
sobre una evolución de la racionalidad social, en sintonía con Heguel y
propuesta, Habermas necesita situar su propio programa normativo Weber. En sus investigaciones sobre la cuestión de la moralidad social y la
en el seno de los discursos internos de la filosofía moral. Con ello, racionalidad práctica, Köhlberg es el principal avalista para la formulación de
su plantemiento estratégico cognitivista puede ir adquiriendo forma una teoría reconstruccionista de la racionalidad práctica/comunicativa. Por
ello, la atención que le dedica a este autor puede parecer excesiva para el
en las posturas tácticas con las que afronta cada uno de los debates empeño de un tratamiento filosófico de la moral, que, a fin de cuentas, en su
que centran la discusión sobre la posibilidad de una fundamentación objeto de una fundamentación reflexiva, debe sostenerse por sí mismo.
filosófica de la moral. También sería cuestionable eximir a Köhlberg de tener pretensiones
fundamentadoras en materia de filosofía moral, pues, como por ejemplo le
El primero de estos debates, gracias al cual se puede conceder un critican Selman o Puka, el tercer estadio —de vocación teleológico racional
espacio propio a la moral cognitiva, no es otro que aquel que se por añadidura— responde a una conceptualización liberal influenciada por
centra en la separación entre la moralidad y la eticidad. La principal Rawls.
23
Ver la excelente investigación de Piaget (1932) sobre El criterio moral del
ventaja del tratamiento filosófico de la moral frente al sociológico, niño (Fontanella, Barcelona, 1977). En función de una metodología
sería el poder diferenciar las cuestiones puramente morales — cualitativa de investigación sobre las reglas del juego de las canicas, Piaget
fundamento racional-universal de la justicia— de las cuestiones consigue descomponer en tres etapas la evolución de la conciencia normativa
de los niños en dependencia de su edad biológica.
evaluativas —las definiciones socioculturales de la vida buena21. 24
Kohlberg, L., Psicología del desarrollo moral, Desclée de Brouwer, D.L.,
Esta diferenciación vendría respaldada por los recientes Bilbao, 1992. Köhlberg desglosa las tres etapas señaladas por Piaget en seis
descubrimientos por parte de la psicología evolutiva, y, en especial, para poder hacerlas operativas según una metodología cuantitativa basada en
cuestionarios. No obstante, los saltos “cualitativos” siguen presentándose en
el agrupamiento de cada dos etapas en las mismas tres distinguidas por Piaget.
Habermas se refiere fundamentalmente al agrupamiento de estas tres etapas,
20
Ver, Habermas, J., Debating the state of philosophy: Habermas, Rorty and para hacerlas coincidir con su tesis de una evolución de las imágenes del
Kolakowski, Praeger, Westport (Conn.), 1996. mundo con la descentración de las tres pretensiones de validez en que se
21
Habermas, J. (1983) , “Etica del discurso. Notas sobre un programa de divide la racionalidad. Para una revisión en profundidad de estas
fundamentación”, en Conciencia moral y acción comunicativa, Península, implicaciones histórico-evolutivas de la moral, se puede consultar: J.C.

32 33
cooperación social se ciñe a una correspondencia de formulación de una moral postconvencional para delimitar su
contraprestaciones mutuas. La segunda etapa, también llamada paradigma comunicativo frente a las morales clásicas de corte
convencional, internalizaría en el individuo los valores cultural- convencional.
normativos de una comunidad de vida que se encuentran más allá de El pivote de conexión con una moral postconvencional vendría
los miembros que la componen, es decir, en afinidad con Durkheim, recogido en el mismo principio de universalidad de la ética del
como una realidad propia de rango superior al individuo que éste discurso, pues éste va a actuar como un cuchillo con el que separar
“debe” respetar y preservar como algo sagrado. La cooperación lo justo de lo bueno, la moral cognitiva de la eticidad concreta de
social, que en este caso también se podría denominar “solidaridad”, formas de vida26. Más difícil se le presenta a Habermas el justificar
vendría motivada por un bien común —identidad colectiva— por el como dicha actitud hipotética no significa la anulación de los
que todos los individuos se sienten implicados y movilizados. La intereses egoístas y preferencias axiológicas, sino tan sólo un punto
última etapa, denominada post-convencional, crearía una distancia de vista imparcial —libre de prejuicios— a partir del cual poder
entre las capacidades reflexivas abstractas del individuo y sus llegar al entendimiento sobre conflictos de acción. La ética del
creencias particulares acordes a su adscripción comunitaria. En este discurso se restringiría, únicamente, a las normas procedimentales
contexto —la convivencia entre individuos procedentes de distintas que posibilitan la comunicación —habría que sumarle también la
comunidades de vida—, el sujeto social necesita de nuevos disponibilidad para llegar a entenderse—, pero pondría en suspenso
conceptos universales de conducta, tales como la justicia, para los contenidos concretos sobre los que hay que ponerse de
ordenar sus nociones morales. La motivación principal para la acuerdo27.
cooperación social residiría en principios abstractos capaces de
suscitar la adhesión “racional” de todos los implicados, tomando condiciones sociales que la producen, y ya no tanto de la competencia
como referentes principales los derechos humanos y un concepto de cognitiva de los actores. Habermas entiende que el paradigma cognitivo es
útil en el sentido de que, en íntima imbricación histórica con la evolución de
justicia que garantice la igualdad de oportunidades para la las imágenes del mundo, da cuenta de la condición de posibilidad para una
satisfacción de dichos derechos25. Habermas asumirá esta competencia comunicativa discursiva: la distancia adscriptiva respecto de una
comunidad de origen y la asunción de una actitud hipotética. No obstante,
Alútiz, “Los estadios morales de la evolución social”, Papers, nº 74 (2004), habría que añadir que las condiciones ideales de diálogo que se presuponen,
pp. 11-44. raramente —prácticamente nunca— tienen lugar sin venir “contaminadas”
25
Una de las mayores objeciones a la teoría de Köhlberg, a parte de los que por intereses sociales y diferentes posiciones de poder de negociación; en
encuentran —no sin razón— la sospecha de un cierto compromiso preteórico definitiva, sin considerar “al mismo tiempo” los otros dos paradigmas de la
con la ideología burguesa liberal en la definición de la última etapa conciencia moral (los intereses racional-egoístas y las preferencias
postconvencional, es el conjunto de hipótesis sobre las que se sostiene su axiológicas). Habermas ya se había hecho eco de este problema
modelo evolutivo. En primer lugar, la proposición de etapas es irreversible y conceptualizándolo como “distorsiones comunicativas”, pero será Rawls
secuencial, con lo que no se admiten ni retrocesos ni saltos; en segundo lugar, quien realmente lo asumirá en todas sus implicaciones para una teoría
las etapas constituyen una jerarquía de estructuras cognitivas, que dan cuenta normativa postconvencional con el concepto de “cargas de juicio”.
26
de la trayectoria progresiva de la racionalidad reflexiva; y por último, cada Habermas, J. (1982), “Qué es lo que hace a una forma de vida ser
etapa constituye una unidad estructurada de cognición (un paradigma), con lo racional?”, Aclaraciones a la ética del discurso, Trotta, Madrid, 2000; p. 39;
que no cabe la comparación (ni el diálogo) entre las diferentes etapas. Como también, “Etica del discurso. Notas sobre un programa de fundamentación”,
lo demuestra la práctica, ampliamente documentada por sus críticos, en la op.cit., p. 129.
27
realidad social no se cumple ninguno de estos tres presupuestos, pues el tipo Ver, por ejemplo, Habermas, J. (1991), Aclaraciones a la ética del
de normas que cabe utilizar en una situación es dependiente de las discurso, Trotta, Madrid, 2000; pp. 170ss. La objeción a este argumento, si

34 35
Precisamente, ésta es una de las mayores críticas que los devaluando la aspiración de la Justicia deóntica para arrogarse el
escépticos le plantean a Habermas: su excesivo “formalismo”, que manto de la imparcialidad y el papel de árbitro entre concepciones
no se compromete con ninguna definición del bien común, al final divergentes del bien social29.
lo deja todo como estaba, pues no resulta de ninguna utilidad en la La otra dificultad que los neoaristotélicos le plantean a una
solución de contenciosos vitales, y lo único que garantiza es la moral descargada de compromisos éticos es el problema de la
renuncia al recurso de la violencia para la solución de los conflictos, motivación. Desde que Kant tratase de reducir las cuestiones
que además, por su estancamiento dialógico indefinido, siempre morales a un problema filosófico de fundamentación de una
juega en favor de la situación vigente. La contrarréplica de racionalidad práctica trascendental —separada de la sensualidad
Habermas seguirá sin ser muy convincente, pues únicamente apela a empírica y de los intereses mundanos—, la pregunta que quedará en
que la racionalidad comunicativa, frente a una acción estratégica, se el aire es: ¿por qué ser moral?. Habermas, en un primer momento,
define por una orientación al entendimiento, esto es, por una tratará de defender una motivación moral inherente a la misma
disponibilidad —la siempre polémica atribución motivacional de la razón práctica/comunicativa, que en su “autodeterminación”,
buena voluntad— a dejarse convencer únicamente por la fuerza de correspondiente a una conciencia moral postconvencional —
los mejores argumentos, frente a la defensa enconada de distancia reflexiva/hipotética—, sólo puede dejarse guiar por los
preferencias axiológicas y/ó intereses egoístas28. La pregunta que dictados normativos procedentes de una ética del discurso —los
habría que hacerle a Habermas es: ¿los mejores argumentos respecto presupuestos ideales/racionales de la reconstrucción pragmática
a qué? Para valorar desde una racionalidad práctica cuáles son los
mejores argumentos, siempre se necesita de unos “valores” centrales 29
J. Muguerza será especialmente crítico sobre la posibilidad de gestar una
para juzgarlos, pero —y aquí se dejan oír los neoaristotélicos— una moral “post”-convencional, pues la función prioritaria de toda determinación
vez que las orientaciones normativas nacidas de la ética del discurso normativa sería, precisamente, la de tender puentes entre la validez normativa
y la ética personal como “máximas de conducta”; en definitiva, que si la
se consideran “evaluativas”, se las puede comparar en igualdad de moral tiene que ser moral —la prescripción de un “deber ser”— o es
condiciones con cualesquiera otros valores de la vida buena, convencional o no es nada ” (ver: J. Muguerza, “De la conciencia al discurso:
¿un viaje de ida y vuelta? Algunas reflexiones en torno a la teoría de los usos
nos mantenemos fieles a sus premisas, es que, si bien es posible que la ética de la razón práctica en Jürgen Habermas”, en J. A., Gimbernat (ed.), La
del discurso predisponga a los sujetos “racionales” a comunicarse, no filosofía moral y política de Jürgen Habermas, Biblioteca Nueve, Madrid,
necesariamente tiene que motivarlos para llegar a un entendimiento desde sus 1997, pp. 75 ss y 94 ss.). La única diferenciación que Muguerza admite en
respectivas posiciones éticas/axiológicas. Con los presupuestos de la ética del torno a la moral, es aquella que distingue entre la moral como contenido —
discurso podremos sentarnos en una mesa a dialogar, pero no existe ninguna máximas de acción “convencionales”— y la moral como actitud —la “buena
garantía de que alguna vez nos levantemos de la misma con un acuerdo voluntad” para asumir reglas de conducta justas—, dónde lo
debajo del brazo. En este sentido, la propuesta tendría un resultado práctico postconvencional, en consecuencia, tan sólo se podría referir a la cuestión de
similar al de Adorno sobre la dialéctica negativa: se consume a sí misma en la “la buena voluntad” (ibíd., pp. 80 ss.). F. Vallespín, en referencia a esta
futilidad de su movimiento deliberativo infinito. “trampa post” en la erudita obra de Habermas, nos dirá lo siguiente: «Detrás
28
Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de de este asombroso paseo por todas las avenidas del pensamiento
fundamentación”, op.cit., pp. 127 ss. Frente a la acusación “formalista” de la contemporáneo, el lector escéptico se encuentra ante una situación similar a la
razón comunicativa, creo que resulta más adecuada —desde el terreno de la de quien asiste a un número de magia: intuye que en algún lugar hay truco,
fundamentación— la “restitución pragmática” de la misma que realiza pero es incapaz de señalar cómo ni dónde se ha introducido»; en
McCarthy con ayuda de Garfinkel; ver: McCarthy, T., “La pragmática de la “¿Reconciliación a través del derecho? Apostillas a facticidad y validez de
razón comunicativa”, Isegoría, nº 8, 1993, pp. 65-84. Jürgen Habermas”, en J. A., Gimbernat (ed.), op. cit., p. 200.

36 37
formal de la comunicación social. En definitiva, la cuestión de la universalista —la paradógica “identidad post-identitaria”—,
“voluntad débil” sería diferente de la motivación racional pertenenciente a la “comunidad moral” constituida por todos los
propiamente dicha. Sin embargo, más adelante tendrá que seres humanos con capacidad de habla —la comunidad indefinida
reconocer, precisamente por su discusión con Taylor, que la moral de comunicación de Apel y Pierce—, y que, además, en virtud de su
no se puede reducir exclusivamente a un problema de vínculo ilocucionario constitutivo, sólo puede tener una naturaleza
fundamentación cognitiva, pues también necesita, para ser racional-cognitiva32. Sin embargo, habría que recordarle a
“efectiva” en la praxis social, de un vínculo de obligación Habermas que, como lo demuestra la realidad práctica, allí donde
comunitario —el concepto de solidaridad, que sustituye al de la los intereses comunitarios entran en competencia, la solidaridad
"buena voluntad” para entablar el diálogo y la disponibilidad a comunicativa universal se desinfla hasta quedarse sin objeto 33;
entenderse. quizás, no por casualidad, porque la solidaridad social responde más
Si bien, en su primera aproximación, Habermas critica la tesis de fielmente al modelo durkheimiano de la identidad colectiva que al
Bubner sobre la necesidad de que para que una ética racional de la ética del discurso, y todavía, como el mismo Durkheim
adquiera una eficacia práctica tiene que llevar aparejado un proceso aventuraba a comienzos de siglo, una identidad colectiva de carácter
de socialización en una “forma de vida racional” 30, a partir de universal resulta de muy difícil factura “imaginativa” y, sobretodo,
Facticidad y Validez sostendrá, por un lado, la necesidad del organizativa34. Pero si, a su vez, nos limitáramos a una solidaridad
derecho para solucionar el problema de la voluntad racional débil
32
con el refuerzo de sanciones empíricas, y por otro lado, la necesidad En este intento, Habermas trata de fundamentar el hiato de la solidaridad
social sobre los cimientos de la racionalidad comunicativa, es decir, que sólo
de incluir la solidaridad —producto de la socialización en formas de podemos ser solidarios en cuanto seres racionales-reflexivos, puesto que el
vida intersubjetivas— como una función de la moral pegamento cohesionador de la unión social responde a un vínculo
complementaria a la fundamentación de su validez racional- ilocucionario (la posibilidad de entenderse lingüísticamente y llegar a
acuerdos). Con ello se destruye la identidad colectiva durkheimiana como
normativa 31. En este último caso, Habermas abogará por procesos fuente de la solidaridad social, pues ésta se perfila como un producto de la
de socialización reflexivos que sustituyan la identificación con racionalidad misma posibilitada por una deontología comunicativa. Al mismo
formas de vida convencionales por una nueva identidad tiempo, con esta tesis, la “forma de vida” posconvencional vuelve a
restaurarse hacia las posiciones de Bubner, pues nos aparece como el destino
histórico de una racionalidad teleológica, y con ello vulnerable a la crítica de
30
Habermas, J., “Qué es lo que hace a una forma de vida ser racional?”, los neoaristotélicos de la sospecha ideológica que la verán como una
Aclaraciones a la ética del discurso, Trotta, Madrid, 2000,, pp. 44 ss. Como definición más de la “vida buena”. Sobre el “vínculo postconvencional” como
ya se ha comentado en la “trampa post”, la intención de Habermas es situar la cimiento de una moral cognitiva, ver: García Serrano, M., “Amores amables”,
ética del discurso por encima de la ética, valga la redundancia; es decir, “una Pensamiento, nº 53,1997, pp. 391-423.
33
forma de vida” postconvencional que libere todo el potencial emancipatorio Ver por ejemplo: Guerra, M. J., “La disputa sobre la comunidad o la deriva
de la praxis comunicativa “por encima” de las definiciones particulares de la antifundamentalista del Continente habermasiano”, Isegoria, nº 20, 1999, pp.
vida buena. Habermas le critica a Bubner hablar de una forma de vida 67-88; Muguerza, J., “ De la realidad de la violencia a la no-violencia como
racional como si se tratase de una nueva ideología, en plano de igualdad con utopía”, Revista Internacional de Sociología, nº 2, 1992, pp. 107-120.
34
otras definiciones éticas comunitaristas. Esta es una cuestión que se puede abordar desde el tema de la nacionalidad
31
La maduración de estas dos puntualizaciones se puede colegir de los y los retos que la globalización creciente le plantean. Habermas realiza una
respectivos debates en torno a la facticidad y validez (legalidad y apuesta personal por la globalización —y los estados postnacionales—, en el
legitimidad), por un lado, y al de la argumentación frente a la participación sentido de que, con la misma, al menos ya no resulta difícil de “imaginar” una
(vínculo de la voluntad), por el otro. “comunidad internacional” que agolpe a todos los seres humanos, y sea avatar

38 39
conformada únicamente a partir de la identidad colectiva, como nos nuestra autoestima como reconocimiento de su sujeción
instruye Habermas, nos quedaríamos sin referentes normativos — comportamental a los cánones sociales. Habermas aplazará el debate
universales— para establecer las bases de la convivencia entre con el empirismo punitivo a su posterior estudio del derecho,
formas de vida diferentes. En estimación de Habermas, centrándose por el momento en las objeciones de los emotivistas.
anteponiendo la solidaridad a la “motivación” racional, lejos de El quid de la cuestión del emotivismo, desde Smith a Stevenson,
resolver el problema tan sólo nos situaríamos en las posiciones es si se puede sostener la existencia de algo tan escurridizo para la
defendidas por los neoaristotélicos, substrayendo al principio de la razón como los “sentimientos morales”, y si estos pueden funcionar
Justicia universal su papel como árbitro y mediador entre formas de como un “instinto social” innato —del bien y del mal— a espaldas
vida, es decir, reconociendo una definición ideológica para la de los procesos cognitivos racionales. Habermas se apoyará en el
misma. No obstante, la tesis de una solidaridad ilocucionaria excelente libro de Strawson sobre el resentimiento moral para
universal no resulta muy convincente en su pretensión de ponerse explicar como los sentimientos de este tipo tienen en realidad un
por encima de la ética, esto es, de una ética de bienes, pues si se fundamento cognitivo36. La tesis central del intento fenomenológico
restringe al puro formalismo procedimental, sin una teoría pareja de de exploración de la moral de Strawson es asimilar la “experiencia”
bienes universales correspondientes a una forma de vida racional, moral —actitud realizativa frente a la actitud hipotética del
los referentes cognitivos sobre los que asentar el entendimiento se discurso— con un sentimiento de indignación ante los agravios que
desubstancializan en el vacío del eterno retorno dialógico 35. se cometen contra la integridad física o emocional —autoestima—
Esta es una cuestión que entronca directamente con el debate de los individuos. Cuando una persona A vulnera “moralmente” a
entre el cognitivismo y el empirismo sobre el problema de la otra persona B, A sentirá una aprensión de vergüenza o culpa, a B le
voluntad racional débil. El escepticismo de fondo en el que se embargará un fuerte resentimiento hacia A, y una tercera persona C
enmarcan los empiristas vendría a negar como una mera ilusión la mostrará una actitud de indignación, que, en su papel de juez
posibilidad de fundamentar racionalmente la “obligación” moral, objetivador ejercerá una presión evaluativa moral sobre A. El
pues ésta respondería, por una lado, a las sanciones que respaldan interés de Habermas por esta propuesta empirista frente a otras
los códigos normativos, y por otro lado, a un refuerzo emocional de obtiene su aliciente, como es obvio, de la traslación de la
fenomenología emotivista a un contexto de interacción
comunicativo. Aplicando la figura meadiana del neuter a la tercera
de la solidaridad universal. Creo que en esta apuesta Habermas sigue en cierta persona que juzga la interacción, Habermas puede explicar como el
medida prisionero de su viejo compromiso emancipatorio heredado de la
sentimiento de indignación moral tiene su origen en un ataque
utopía marxista e ilustrada. Ver Habermas, J., “El estado nacional europeo.
Sobre el pasado y el futuro de la soberanía y de la ciudadanía ”, La inclusión directo a una expectativa normativa subyacente que tiene validez
del otro, op. cit. pp. 102-105. para todos los pertenecientes a un grupo social. El sentimiento de
35
En este sentido, no creo que fuese desafortunado complementar el
paradigma cognitivo con un paradigma paralelo de la teoría de las
necesidades al estilo de A. Maslow, donde únicamente podríamos Kairos, Barcelona, 1973 y Motivación y Personalidad, Sagitario, Barcelona,
preocuparnos por las necesidades de autorrealización —correspondientes a 1975).
36
una racionalidad reflexiva— después de haber atendido las necesidades Strawson, P.F., Freedom and Resentment, an Other Essays, Methuen,
básicas —alimento, refugio, seguridad— y las necesidades socio-afectivas — London, 1974; ver también, Entity and Identity, and Other Essays, Oxford
apoyo emocional, sexualidad, identidad (ver: El hombre autorrealizado, University Press, Oxford, 1997.

40 41
culpabilidad sería producto de la internalización socializante de Cuando dos amigos-as tienen una disputa irreconciliable, es
dichas expectativas intersubjetivas de acción, que al violarse, al inevitable que, puesto que comparten un mismo grupo de amistades
igual que en el superyo freudiano y el otro generalizado de Mead, —que como capital relacional se quiere conservar 38—, entablen una
crean una censura interna en la conciencia del infractor37. El lucha simbólica para definir la situación según unas pretensiones de
emotivismo moral procedería, en opinión de Habermas, de un validez ventajosas a su posición, de forma tal que puedan movilizar
quebrantamiento del entendimiento intersubjetivo, que vendría a la validez moral que otorga el reconocimiento de terceros no
llenar las funciones “morales” del contrato social político; y la implicados. Pero, y aquí encontramos una segunda dificultad a la
validez moral, por su parte, de una relación interna entre la limpieza de una moral cognitiva aplicada a los sentimientos, dicho
legitimidad de las normas (pacto ilocucionario intersubjetivo) y la reconocimiento a pretensiones de validez no se efectúa únicamente
obligación interna de cumplirlas. No obstante, esta explicación no desde los criterios cognitivos de los mejores argumentos, y ni tan
resulta del todo convincente, pues toda labor de interpretación por siquiera de la fidelidad narrativa de los hechos, sino que también se
parte de un juez entraña un componente hermenéutico de entremezclan “sentimientos” de lealtad personales, que, en la
negociación de sentido sobre el que se pueden filtrar las mayoría de los casos, son mucho más importantes y determinantes
aspiraciones estratégicas de un reconocimiento de intereses. Poder para la movilización real de la opinión en liza. Sobre las razones y
hablar de una validez moral para una situación dada sería lo mismo argumentos que se esgrimen por ambas partes como una “lucha
que decir que solamente existe una posibilidad de interpretación de simbólica” por el reconocimiento 39, se van a renegociar nuevos
la acción agravante —la “verdad” de los hechos—, sólo que, si de lo vínculos “ilocucionarios” de lealtades, que no van a atender tanto a
que se trata es del reconocimiento moral de un individuo, la la pertinencia “cognitiva” de las interpretaciones justificativas como
interpretación de sus motivaciones y, sobretodo, del tipo reglas a los intereses relacionales puestos en juego. Incluso más allá, el
pertinentes para evaluar dicha situación, toda apreciación evaluativa mecanismo conocido en psicología social como “disonancia
resulta dependiente del “punto de vista” del observador. cognitiva” ʊ)HVWLQJHU—, va a actuar para convencer realmente a
los individuos movilizados por sus lealtades —vínculos solidarios—
37
de que la persona con la que se han posicionado es la que realmente
Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de
fundamentación”, op.cit., pp. 65 ss; También, en “Aclaraciones a la ética del
ostenta la validez cognitiva-moral —vínculo ilocucionario 40.
discurso”, op. cit.,pp. 151 ss. No obstante, en esta explicación no se acaba por
dar una respuesta satisfactoria a la fuente del resentimiento por parte del
38
injuriado. El resentimiento no nace exclusivamente, como lo pone de Para una teorización del capital relacional, ver Felix Requena, Amigos y
manifiesto la teoría psicoanalítica, de una violación de expectativas redes sociales. Elementos para una sociología de la amistad, CIS, Madrid,
recíprocas, sino que también tiene su origen en una frustración de impulsos, 1994; pp. 26 ss. y 42-60.
39
deseos o intereses que un individuo deposita en otro individuo o en la Para una teorización del reconocimiento social como una “lucha
sociedad misma. El caso más claro quizás sea el de la sexualidad mediada por simbólica”, ver P. Bourdieu, Cosas Dichas, Gedisa, Barcelona, 1988.
40
el código: “me gusta-atrae/no me gusta-atrae”. Que una persona consigne sus En definitiva, son los intereses —en este caso emocionales— los que
expectativas sexuales sobre otra no significa que ésta vaya a corresponderle movilizan a los actores, y no las razones discursivas, que tan sólo son el
de la misma manera, que al negarle dicho reconocimiento —supuestamente ropaje por el que se “comunican” en un contexto de interacción dialógico.
con el único factor de la atracción física, para no complejizar más el Para una teorización de una especialización de códigos de “justicia
problema— erosiona la autoestima de la primera como una pérdida de valor distributiva” en cada esfera de valor en torno a un “bien social”, ver Walzer,
propio. M., Spheres of Justice, Basic Books, New York, 1983.

42 43
En afinidad con esta objeción a Habermas, A. Wellmer, depositará especialmente su atención en las segundas, es decir, en la
siguiendo la estela abierta por A. Honneth 41, argumentará que toda amenaza de una pérdida del valor propio o autoestima como
discusión por el establecimiento de normas enraíza con una "lucha consecuencia de la violación de normas. La autoridad de las normas
por el reconocimiento”, donde las diferentes posiciones de poder de residiría entonces en una praxis social regulada mediante un
negociación van a discapacitar a la ética del discurso para promover intercambio de pruebas de estima mutua, sobre cuyo
un entendimiento intersubjetivo puro42. En esta objeción se deja “reconocimiento” nuestra conciencia podría encontrar el alimento
transparentar el “poder de la historia” frente a la pretensión de que necesita para comportarse “moralmente” 45. La crítica de
transcendentalidad kantiana de una racionalidad práctica Habermas a este planteamiento encuentra su mordiente en el
esencialista 43. Habermas defenderá la normatividad deóntica como carácter “egoísta” de una moral fundamentada exclusivamente en
una necesidad moderna para distanciarse reflexivamente de las una relación de reconocimiento interpersonal, sobre la cual no se
preferencias axiológicas y asumir una actitud hipotética, requisito puede sostener una genealogía de la moral, cuya función principal
que exoneraría a la ética del discurso del pesado lastre histórico, es, precisamente, poner cotas al egocentrismo para fomentar la
para, en base a una reglamentación procedimental nacida de la solidaridad y el altruismo 46. Su aportación más significativa en este
pragmática formal, poder restaurar reconstructivamente una debate, a mi parecer, es la separación de lo que se pueden considerar
racionalidad práctica/comunicativa44. No obstante, esta problemas de definición moral de otras cuestiones afectivas nacidas
contrarréplica deja intacta la objeción original del problema de la de la interacción interpersonal —lo que en la actualidad se ha a
buena voluntad para llegar al entendimiento —la pregunta de por catalogar en psicología del desarrollo como “inteligencia
qué ser moral—, que sólo puede ser resuelta desde la plataforma emocional” 47. La competencia comunicativa de la racionalidad
que le brinda la solidaridad nacida de una identidad colectiva reflexiva que habilita al sujeto para un correcto discernimiento de
compartida. las relaciones de “validez” moral, no debería confundirse con el
Una forma de resolver la cuestión de la buena voluntad desde el intercambio de pruebas de afecto y simpatía personal, pues la estima
empirismo emotivista es por mediación de las sanciones que de todo sujeto con capacidad racional de habla no puede ser objeto
sostienen un orden normativo. Tugendhat enmarcará la moral como —desde las premisas de la ética del discurso— de una negociación
un sistema de normas que tiene su origen en la presión social, tanto
por sanciones de carácter externo como interno. Tugendhat 45
Tugendhat, E., Self-consciousness and Self-determination, MIT Pres,
Cambridge (Mass.), 1986 (hay versión traducida en FCE, 1993); también en,
41
Honneth, A. La lucha por el reconocimiento, Crítica, Barcelona, 1997. Problemas de la ética, Crítica, Barcelona, 1988.
42 46
Wellmer, A. The persistence of modernity: essays on aisthetics, ethics, and Habermas, J., “Aclaraciones a la ética del discurso”, op. cit.,pp. 153 ss.
postmodernism, Polity Press, Oxford, 1991; para una contrarréplica a Compárese este argumento con el de Durkheim sobre una solidaridad
Habermas ver, Wellmer, A., Endgames: the irreconciliable nature of “convencional”. Como se puede apreciar, el arsenal argumentativo de
modernity, MIT Press, Cambridge (Mass.), 1998 [Finales de partida: la Habermas toca y asume todos los frentes, pero no sin el coste de cierta
modernidad irreconciliable, Cátedra, Madrid, 1996]. incoherencia en sus planteamientos de fondo; en este caso por adjudicar el
43
Wellmer, A., Sobre la dialéctica de la modernidad y la postmodernidad, origen de la moral a la solidaridad social, desatendiendo el criterio de una
Visor, Madrid, 1992. Vert también, McIntyre, A., Tras la virtud, Crítica, moral cognitivista pura.
47
Barcelona, 1987. Para la diferenciación conceptual entre la ética del discurso y la
44
Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de “inteligencia emocional”, se puede consultar, Cortina, A., “La educación del
fundamentación”, op.cit., pp. 131 ss. deseo”, en Claves de razón práctica, nº 113, Junio 2001; pp. 56-61.

44 45
del valor de su dignidad. No obstante, una ética discursiva dispuesta tomado de Peirce51—, para sustituir la verdad moral objetiva por un
de este modo —cabría reprocharle a Habermas—, viene a definir a concepto de justicia nacido de la racionalidad comunicativa 52. La
los individuos como sujetos abstractos, que si bien puede responder dificultad de esta apuesta es doble. Por una parte, intenta mantener
adecuadamente a las expectativas depositadas desde la ciencia el carácter objetivo de un postulado moral —su validez universal—,
política en el papel del ciudadano, deja en suspenso su aplicabilidad pero por otra parte, en su determinación cognitiva, renuncia a su
en el contexto interactivo del mundo de la vida, que es, aplicabilidad en contenciosos axiológicos y empíricos de intereses,
precisamente, donde se supone que debe actuar la moral como un es decir, en conflictos de acción “reales” entre actores sociales 53.
referente cognitivo de la conducta social. Esta es la trampa presente en la acción comunicativa, que por
El aspecto de la validez moral nos pone sobre la pista de otro definición tan sólo se puede aplicar a la búsqueda pura del
debate filosófico en torno a la posibilidad de fundamentar una entendimiento como marco común de interacción (la definición de
“verdad” de carácter práctico. Pese a los intentos de G. E. Moore 48 las reglas del juego). La verdad se detranscendentaliza, pero sigue
por gestar una moral objetiva, en consonancia con un postulado estando presente, por un lado, confrafácticamente en el realismo
descriptivo de la verdad moral, los críticos le saldrán al paso —por pragmático de la acción social (la situación dada por supuesta de la
ejemplo A. R. White 49—, para reivindicar un estatus especial a las fenomenología), y, por otro lado, en lo que a Habermas se refiere,
cuestiones morales, ya que sus enunciados normativos no pueden en la “orientación a la verdad” o búsqueda del entendimiento de la
VHU IDOVDGRV FRPR OR SXHGHQ VHU ORV HQXQFLDGRV HPStULFRV ʊHQ HO acción comunicativa, que produce el rédito de un “vínculo
sentido objetivo de ser verdaderos o falsos. La verdad de un ilocucionario”. La polémica de la propuesta de Habermas se reduce
principio moral no sería, como nos hace ver R. M. Hare50, producto entonces a si es posible ó no dicha orientación inmaculada al
de unas condiciones “objetivas” del orden social, sino de un entendimiento, que llevaría aparejada la asunción por parte de los
componente axiológico “subjetivo” que determina evaluativamente actores sociales de las “condiciones idealizantes” de la ética del
la bondad de una forma de vida, y que, por consiguiente, no es discurso; o bien, en el debate de conflictos reales de acción, los
susceptible ni de comprobación empírica ni justificación participantes se van a encontrar “contaminados” por lo que Rawls
trascendental. Este debate entronca directamente con los esfuerzos denomina “cargas del juicio”, o el mismo, en palabras del propio
dedicados desde el pragmatismo para conceder un estatus científico Habermas, “distorsiones comunicativas” e “intereses
a las ciencias del espíritu, y con el trabajo reconstructivo de perlocucionarios”54. Nuevamente, la sombra de la
Habermas para reconvertir la racionalidad práctica en comunicativa. transcendentalidad kantiana planea sobre una construcción teórica
Habermas se apoyará en la teoría de la argumentación de Toulmin con pretensiones reconstructivas, alejándose en su búsqueda de la
—a parte, por supuesto, del nuevo concepto de verdad consensuada
51
Ver, Apel, K-O., “Falibilismo, teoría consensual de la verdad y
48
Moore, G. E. (1903), Principia Ethika, Cambridge Univ. Press, Cambridge, fundamentación última”, en Teoría de la verdad y ética del discurso, Paidós,
1993; Ver también, Schilpp, P. A. (ed.), ´The Philosophy of G. I. Moore, Barcelona, 1995.
52
Evanston, 1942; Camps V., (ed), Historia de la ética, vol. 3. Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de
49
White, A. R., Truth, Basic Books, New York, 1971. fundamentación”, op.cit., pp. 68-76.
50 53
Hare, R. M., The Language of Morals, Clarendon Press, Oxford, 1952; Habermas, J., Verdad y Justificación, op. cit., pp. 112 ss.
54
Ordenando la ética, Ariel, Barcelona, 1999. Habermas, J., ibid., pp. 120-123.

46 47
“racionalidad moral” de cualquier mácula proyectada por intereses como actores sociales (intereses racional-egoístas y preferencias
mundanos. axiológicas)57. Si al final se acepta la “validez” de un acuerdo,
Este sesgo cognitivista vuelve a hacerse evidente en la digresión aunque sea a regañadientes, es por la rúbrica que la voluntad de las
entre la argumentación y la participación como determinantes del partes dejan firmada en el mismo, y que, en consecuencia, es óbice
consenso intersubjetivo o “vínculo ilocucionario”. Desde el punto de sanción y respaldo legal. En definitiva, y como el mismo
de vista de Habermas, la ética del discurso se sostiene sobre dos Habermas acaba por reconocer en Facticidad y Validez, por la
principios contradictorios: a) un presupuesto cognitivo que aspira al fuerza de la voluntad colectiva —la legalidad del Estado de
reconocimiento de una verdad universal —racionalidad práctica—; Derecho— que refuerza contrafácticamente la “vinculatoriedad” de
y b) una fundamentación argumental intersubjetiva que requiere de los acuerdos, supuestamente aceptados racional y autónomamente
la participación en un discurso “real” 55. En definitiva, lo que se por cada una de las partes implicadas 58.
discute es de dónde procede la validez de un enunciado normativo:
de la fuerza argumental de las buenas razones, ó de la adhesión 1.3.Propuesta de una teoría normativa de carácter universal basada
vinculante de nuestra voluntad que se compromete a participar en la en la Ética del Discurso.
discusión, y, consecuentemente, a acatar las decisiones que allí se
determinen. Tugendhat sostendrá que el aspecto irreductiblemente La versión más acabada de los pasos a dar para llegar a una
comunicativo no es un factor cognitivo sino volitivo, por el cual el fundamentación cognitiva de la moral la podemos encontrar en La
mutuo respeto a la autonomía de la voluntad de cada uno de los
participantes les empuja a buscar un acuerdo de “compromiso”56. 57
Para una contrarréplica de Habermas a la acusación formal-idealista de la
Para Habermas, por el contrario, la imparcialidad que guía todo ética del discurso por Lukes, Williams, Peters y Alexy, ver: Habermas, J.,
acuerdo intersubjetivo no debe confudirse con un pacto de equilibrio “Aclaraciones a la ética del discurso”, op. cit.,pp. 166-173. Pero en todo caso,
la moral discursiva sigue siendo sólo pertinente en el plano universalista del
entre poderes e intereses en juego, sino con la formación del juicio ordenamiento “jurídico” de la convivencia entre formas de vida coexistentes.
racional mismo, que enraíza con las estructuras comunicativas de Para una crítica similar al formalismo de un individuo en abstracto —frente a
una argumentación intersubjetiva. Habermas le criticará a los contornos reales del individuo, tales como su exposición al sufrimiento o
su exclusión por indigente cultural de la comunidad de comunicación
Tugendhat que desde su posición no se puede diferenciar entre la universal—, ver Mardones, J. M., El discurso religioso de la modernidad,
validez y la vigencia de las normas sociales, es decir, entre la Anthropos, Barcelona, 1998; pp. 102 ss.; Shaw, B. J., “Habermas and
legitimidad y la legalidad de las mismas, como si es posible hacerlo religious inclusion: lessons from Kant’s moral theology”, Political Theory, v.
27, 1999, pp. 634-666; Jiménez Redondo, M., El pensamiento ético de J.
desde la ética del discurso. Sin embargo, habría que recordarle a
Habermas, Episteme, Valencia, 2000, pp. 52-64; Mate, M. R., “La herencia
Habermas que para realizar esta distinción hay que pagar el precio pendiente de la razón anamnética”, Isegoría, nº 10, 1994, pp. 117-132;
de exigir a los participantes que se comporten como filósofos, Dussel, E., “La ética de la liberación ante la ética del discurso”, Isegoría, nº
abstrayendo y dejando aparcadas a la entrada de la mesa de 13, 1996, pp. 135-149; Possenti, V., “El pensamiento postmetafísico”,
Diálogo Filosófico, nº 32, 1995, pp. 187-198.
negociaciones cualquier característica que, precisamente, los defina 58
En este argumento volveríamos, en cierta manera, al escepticismo de
Durkheim sobre la posibilidad de fundamentar un vínculo moral únicamente
55
Ibíd., pp. 88 ss. desde una “solidaridad orgánica” —derecho restitutivo “contractualista”—,
56
Tugendhat, E., Morality and Communication, Priceton Univ Press, necesitándose del respaldo de la “solidaridad mecánica” representada por el
Priceton, 1981; y también, Etica y Política, Tecnos, Madrid, 1998 Estado de derecho.

48 49
inclusión del otro59. Una condición previa para tal empresa es la El segundo paso viene a llenar la exigencia del postulado “D”, es
definición de lo que se puede considerar un punto de vista moral, decir, que las normas morales únicamente pueden ser válidas si
que, como vimos en el debate entre la moralidad y la eticidad, en la pueden fundamentarse con buenas razones, y no ya bajo un regateo
propuesta habermasiana debe remitirse a la posibilidad de concebir de intereses privados o irredentismos axiológicos. Para que el
un juicio “imparcial”, rasgo prioritario de la reflexividad principio “D” sea operativo necesitamos de una “regla de la
postconvencional no sujeta a posiciones axiológicas concretas. Con argumentación” que nos permita dilucidar cuando las normas
todas las objeciones que se pueden hacer a este planteamiento, que a morales pueden darse por fundamentadas moralmente; y este
fin de cuentas es lo mismo que defender una postura cognitivista postulado no es otro que el principio de universalización “U”:
para la moral, una vez aceptado como punto de partida se pueden
colegir tres pasos sucesivos que nos llevan hasta una ética del Una norma es válida únicamente cuando las consecuencias y efectos
discurso. laterales que se desprenderían previsiblemente de su seguimiento general
para las constelaciones de intereses y orientaciones valorativas de cada
El primer paso es más metodológico que lógico, pues nos incita
cual podrían ser aceptadas sin coacción conjuntamente por todos los
a asumir la práctica deliberativa como el único recurso posible para
interesados63.
la construcción de un juicio imparcial, frente a otras orientaciones
cognitivistas como el transcendentalismo kantiano o la “posición El último paso surgiría de la necesidad de que, tal y como se
original” de Rawls60. Consecuentemente, esta primera condición
define “U”, se pueden filtrar entre sus presupuestos de validez una
constituye el axioma fundamental de la ética del Discurso, que, visión “etnocéntrica” compartida —una ética de bienes— que puede
sustituyendo al imperativo categórico kantiano, se conoce no ser extrapolable a otras culturas, destruyendo con ello la
“familiarmente” como principio “D”, y que ha venido a ser definido
presunción de la universalidad cognitiva. Para evitar este “desatino”
de las siguientes dos formas: a) «únicamente pueden aspirar a la a la racionalidad práctica postconvencional, Habermas propone
validez aquellas normas que consiguen (o pueden conseguir) la acercar en todo lo posible las condiciones “reales” del diálogo entre
aprobación de todos los participantes en cuanto participantes de un actores sociales hacia las condiciones “ideales” del mismo, de tal
discurso práctico»61; b) «solamente pueden pretender ser válidas las forma que las interacciones deliberativas se enmarquen
normas que en discursos prácticos podrían suscitar la aprobación de normativamente bajo los “presupuestos universales de la
todos los interesados»62.
kantiano asociado a un interés “general”, es decir, al aspecto volitivo de los
59
Habermas, J., “Una consideración genealógica acerca del contenido participantes asociado a su autonomía racional. Otra definición similar a ésta
cognitivo de la moral”, La inclusión del otro, Paidós, Barcelona, 1999, pp. 73- se puede leer en Facticidad y Validez (Trotta, Madrid, 1998, p. 172). La
78. diferencia fundamental de ésta última consistiría —si no es forzar demasiado
60
Ver, Apel, K-O., “La ética del discurso como ética de la responsabilidad. la interpretación— en sustituir el “discurso práctico” por “discusiones
Una transformación postmetafísica de la ética de Kant”, en Teoría de la racionales”, subrayando la perspectiva de la actitud hipotética que todo
verdad y ética del discurso, Paidós, Barcelona, 1995, pp. 147 ss. implicado debe asumir para participar en una argumentación (la neutralidad
61
Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa de de intereses y preferencias axiológicas).
63
fundamentación”, op. cit., p. 117. Ibíd., p. 74. Sobre una crítica del propio Habermas al concepto de
62
Habermas, J., “Una consideración genealógica acerca del contenido universalismo kantiano para su adaptación pragmático-comunicativa, ver
cognitivo de la moral”, La inclusión del otro, op. cit., p. 73. La ligera Acción Comunicativa y Razón sin trascendencia, Paidós, Barcelona, 2002, pp.
modificación puede aducirse a un intento por resaltar el carácter racional 52 ss.

50 51
argumentación”, que motivarían a los participantes hacia un los mismos actores ante contenciosos de acción, en dónde, en
competición cooperativa por la búsqueda de los mejores consecuencia, la racionalidad comunicativa tan sólo actuaría como
argumentos; esto es, hacia una espontánea orientación hacia el la envoltura ilocucionaria de diferentes racionalidades estratégicas
entendimiento mutuo (condición de toda acción genuinamente personales 66. La misma competencia lingüística se encontraría
comunicativa que suscita una adhesión voluntaria a una solidaridad desigualmente distribuida entre aquellos que se pueden ver
universal64. De entre los presupuestos universales de la afectados por las decisiones emanadas de un eventual proceso
argumentación, señalados en su mayor parte por Toulmin, deliberativo, pues sin ir más lejos, el principal atributo que Weber
Habermas se centra en cuatro: atribuye a un actor político, como es el carisma, está monopolizado
por un selecto grupo de individuos que actúan como líderes de sus
a) nadie que pueda hacer una contribución relevante puede ser respectivos grupos de intereses 67.
excluido de la participación; b) a todos se les dan las mismas En cualquier caso, al negar a la ética del discurso su capacidad
oportunidades de hacer sus aportaciones; c) los participantes tienen que
para definir el “ser moral” —tal y como ambicionaba Apel con la
decir lo que opinan; d) la comunicación tiene que estar libre de
fundamentación de un principio ético último—, Habermas va a
coacciones tanto internas como externas, de modo que las tomas de
posición con un sí o con un no ante las pretensiones de validez necesitar de un mecanismo mediador entre los intereses personales
susceptibles de crítica únicamente sean motivadas por la fuerza de involucrados en los conflictos reales (la motivación empírica que
convicción de los mejores argumentos.65 excede a una moral racional) y el punto de vista “imparcial” de la
moralidad postconvencional, en definitiva, entre los problemas de
De estas cuatro condiciones, la más importante, por su función fundamentación y de aplicación normativa. Este mecanismo
idealizadora (que expurga los intereses y convicciones axiológicas mediador va a ser encarnado por un sistema social especializado,
de los actores garantizando en el juicio moral una racionalidad como es el derecho, que en la actualidad va a reunir todavía una
práctica pura e inmaculada frente a la sensibilidad empírica), es la mayor importancia para la integración normativa de las sociedades
ausencia de coacciones. Sin embargo, después de desechar la al no poder ser ésta realizada en su conjunto desde las prácticas
violencia física por ser la más evidente, existen una plétora de comunitaristas afincadas en los universos simbólicos del mundo de
diferentes manifestaciones de poder de negociación entre los actores la vida. La tarea final que le quedaría a la ética del discurso será, en
que hace muy difícil siquiera admitir que tal capacidad de diálogo consecuencia, analizar cual puede ser su papel en la construcción de
—como disposición al entendimiento— sea el objetivo último de una teoría del derecho para las sociedades que han alcanzado un
nivel evolutivo postconvencional en la racionalidad de sus imágenes
del mundo. Esta es la empresa que Habermas abordará en el estudio
64
No obstante, como vimos en el apartado anterior, es altamente criticable de las relaciones entre facticidad y validez.
que las condiciones ideales del diálogo susciten por si solas una solidaridad
racional-universal, como pretende hacernos ver Habermas.
65
Habermas, J., “Una consideración genealógica acerca del contenido dicen”; es decir, que se excluye la posibilidad de introducir sesgos
cognitivo de la moral”, op. cit., p. p. 76. Ver también, Habermas, J., Acción perlocucionarios y, por supuesto, el cinismo propio de la política.
66
Comunicativa y Razón sin trascendencia, Paidós, Barcelona, 2002, p. 56. Johnson, J., “Is talk really cheap? Prompting conversation between critical
Respecto al presupuesto C, se modifica ligeramente en el siguiente sentido: theory and rational choice”, The American Political Science Review, v. 87,
“C) Exclusión del engaño y la ilusión: los participantes deben creer lo que 1993, pp. 74-86.

52 53
introducción del sistema social del derecho hace necesaria la
inclusión del aspecto del la facticidad junto con el de la validez en la
2. Revisión de la teoría normativa comunicativa: la irreductibilidad plasmación de su articulación normativa. Y en tercer lugar,
de la tensión entre Facticidad y Validez, y el principio democrático consideraremos como la necesidad de legitimidad del sistema del
como mediador. derecho hace necesaria, a su vez, una forma de gobierno
democrática, y las características que ésta debe reunir para recoger
Aunque Habermas mantiene más o menos intacta su formulación en su seno los presupuestos de la ética del discurso.
de los postulados que sostienen la ética del discurso, en sus últimas
contribuciones se puede evidenciar un cierto distanciamiento, 2.1. Retoques a una teoría moral basada en la ética del discurso.
aunque tan sólo sea un mero reflejo de la sombra de la duda sobre la Las relaciones entre la Justicia y la Solidaridad.
autosuficiencia de una moral cognitiva para vertebrar una teoría
normativa. Fruto de la misma será el reconocimiento del aspecto Existen tres debates centrales para evaluar hasta que punto llega
fáctico de la realidad —los intereses individuales y comunitarios Habermas a distanciarse de una moral cognitiva pura, como son los
que movilizan la voluntad de los actores en los conflictos—, que en que mantiene con Apel, Taylor y Kant.
el derecho se manifiesta como la necesidad de un poder social capaz Pese a que Habermas importa en gran medida la “ética de la
de “imponerse” sobre los intereses particulares. Dicho poder, como comunidad ideal de comunicación” de Apel para darle una salida
expresión de una voluntad colectiva —que fiel a la tradición normativa a la reconversión de la racionalidad práctica en
rousseauniana viene a representar el fundamento del “contrato comunicativa tras el “giro” filosófico de la fenomenología a la
social” más allá del vínculo ilocucionario del entendimiento intersubjetividad del lenguaje —recordemos que la obra principal de
lingüístico—, sería la envoltura por la que se manifiesta un “interés Apel, La transformación de la Filosofía, tiene precisamente como
general” para toda la sociedad. Puesto que el consenso cognitivo objeto de su análisis este giro pragmático-lingüístico de la
sobre los intereses generales debe estipularse primero a través de los filosofía—, en su posición final tratará de distanciarse de la sombra
mecanismos deliberativos que dicta la ética del discurso, la de transcendentalidad que anida latentemente en el a priori
institución social más adecuada para enhebrar los aspectos de la comunicativo de este último 68. Frente al monologismo de la
facticidad y la validez que el derecho encarna, sólo podrá tomar filosofía de la conciencia kantiana —así como de cualquier filosofía
forma bajo el principio legislativo democrático. que se pregunte por el sentido subjetivo (el cógito apodíctico) de la
Vamos a ordenar las respectivas argumentaciones de Habermas a realidad—, Apel retrotraerá la capacidad de reflexión filosófica al a
este particular de la siguiente manera. En primer lugar, priori de la posibilidad lingüística de argumentación69. Tomando
consideraremos en que consiste ese proceso de distanciamiento de como elemento de apoyo prioritario el pragmatismo de Peirce, el
una postura exclusivamente cognitiva de la normatividad social segundo paso será situar dicha capacidad de argumentación en el
desde la misma filosofía moral, centrándonos en el debate entre la
68
Justicia y la Solidaridad. En segundo lugar, veremos como la Por ejemplo, Saéz Rueda, L, La reilustración filosófica de Karl-Otto Apel,
Universidad de Granada, 1995; pp. 245 ss.
69
Ver Apel, K-O. (1973), La Transformación de la Filosofía, 2 vol., Taurus,
67
Ver, por ejemplo, Walzer, M., Spheres of Justice, op. cit., p. 9 ss. Madrid, 1985.

54 55
contexto de una interacción lingüística, donde el trabajo de la Habermas le critica a Apel no haber asumido plenamente la
filosofía sobre la posibilidad de fundamentación del pensamiento ruptura que el mismo preconiza entre la filosofía de la conciencia y
deberá enmarcarse como un trabajo reconstructivo de las la filosofía del lenguaje, pues sigue creyendo que es posible
condiciones ideales de argumentación en una Comunidad Indefinida establecer una “fundamentación última” del pragmatismo
de Comunicación. La posibilidad de fundamentación última de la trascendental entre la verdad y la vivencia, que sólo pueden
filosofía se reducirá, en consecuencia, a esclarecer los presupuestos solaparse desde una reflexión en términos de filosofía de la
generales de la argumentación en condiciones ideales, que actuarán conciencia —de la que la dialéctica formaría parte 72.
como un a priori de la conciencia que sustituye al factum de la A raíz del debate con los escépticos sobre el déficit motivacional
razón pura kantiana. Apel considera que el logro de esta de una moral cognitiva —la pregunta sobre ¿por qué ser moral?—,
formulación frente a Kant estriba en superar la fractura entre una Apel volverá a retomar la cuestión de la “fundamentación última”
realidad ideal de la conciencia y un mundo empírico contingente, como una necesidad para la definición racional del ser moral 73. En
gracias a la dialéctica entablada entre una comunidad real de efecto, en estimación de Apel, el hecho de que estemos dispuestos a
comunicación —de la que los sujetos son miembros por entablar un diálogo, es decir, a entendernos con “otros” afectados,
socialización— y una comunidad ideal de comunicación —capaz de supone ya considerar una comunidad ideal de comunicación que
fundamentar la validez racional de las argumentaciones. Todo incita a los participantes a aceptar los mejores argumentos en
individuo que participaría en una argumentación —como base para función de su validez. En definitiva, la misma racionalidad práctica-
la reflexión— debería contar “al mismo tiempo” con los dos planos comunicativa, por la que nos guiamos a la hora de argumentar en un
del discurso, el fáctico y el ideal. Sin embargo, el a priori diálogo, implica el a priori de una comunidad “indefinida” de
comunicativo —asegurará Apel— hará que todo individuo que comunicación, que motiva a los participantes a guiarse por el
participe en una argumentación deba presuponer la comunidad ideal principio de universalización discursivo que otorga la “validez
en la real, puesto que sólo siguiendo tales presupuestos ideales la moral” a los acuerdos consensuados. La fundamentación última
sociedad misma habría podido conformarse —aquí el a priori pragmático-trascendental del principio de universalización de la
comunicativo, al igual que el vínculo ilocucionario en Habermas, ética constituye, en consecuencia, un requisito previo de la ética del
sustituye al pacto social fundacional de los contractualistas70. Esta
contradicción tomará la forma de una relación dialéctica en las “Etica de la democracia en K-O. Apel: la arquitectura de la ética discursiva y
sociedades entre sus condiciones reales de existencia y sus su contribución a la teoría democrática”, Anthropos, nº 183, 1999, pp. 95-99;
Chambers, S., Reasonable Democracy. Jürgen Habermas and the politics of
fundamentos de validez —Hegel y Marx—, que sólo puede ser
Discurse, Cornell Univ. Press, Nueva York, 1996; Boladeras, M.,
resuelta con la realización histórica de la comunidad ideal de Comunicación, ética y política, Tecnos, Madrid, 1996.
72
comunicación en la real, por lo que esta última contendría en su Habermas, J., “Etica del discurso. Notas sobre un programa...”, op. cit., p.
seno una aspiración teleológica “emancipatoria” 71. 120. Ver también Verdad y Justificación, op. cit., pp. 58 ss.
73
En lo que sigue, ver Apel (1987) “La ética del discurso como ética de la
responsabilidad. Una transformación postmetafísica de la ética de Kant”, en
70
Apel, K-O., La Transformación de la Filosofía, vol. ii., pp. 407 ss. Teoría de la verdad y ética del discurso, op. cit., pp. 147-184; también se
71
En este extremo, Apel cita al Habermas de la escuela de Frankfurt. Sobre la puede consultar, Rojas Hernández, M., “El problema de la fundamentación
aplicación de la teoría del discurso en un modelo de democracia radical, que última filosófica de la ética en Apel”, en Dussel, E., (ed), Debate en torno a la
contiene el espíritu emancipatorio de la teoría crítica, ver: García Haza, D., ética del discurso de Apel, Siglo xxi, México, 1994.

56 57
discurso, que mueve a los sujetos hacia una disponibilidad al conciencia76. El interés de Apel por el “ser moral” había partido,
diálogo y el entendimiento mutuo. El factum de la razón sigue precisamente, de la necesidad de reforzar el vínculo interno de la
siendo, en cierta medida, apriórico, cristalizando como una obligatoriedad de la perspectiva discursiva frente a los
“metanorma” —el principio de universalización— en virtud de la particularismos de la eticidad concreta de los mundos de vivencia,
cual pueden llegar a fundamentarse las normas prácticas. El aspecto dotando con ello a la racionalidad práctica de un compromiso
contradictorio de esta metanorma es que, en la faceta B de los existencial con la conciencia en términos de sentido, manifiesto
“discursos reales”, funciona como un “valor” que debe imponerse como una “fundamentación última” de sí misma —su verdadera
sobre cualquier otro, gracias al cual se podría conceder la validez naturaleza noética que debe autorrealizarse en la praxis como un
moral “universal” a un argumento particular 74. Esta metanorma principio “emancipador” de los constreñimientos empíricos e
tendría por misión acercar las condiciones reales del discurso a las ideológicos77. En opinión de Habermas, la metanorma apeliana no
condiciones ideales del mismo, actuando como un “principio añade nada al imperativo categórico kantiano de la obligación de
teleológico racional” del propio discurso que coarta a los individuos cumplir los mandatos provenientes de una moral racional78, puesto
para asumir la perspectiva postconvencional de una moral cognitiva que «…una supernorma que convirtiese en un deber actuar
“imparcial” 75. conforme al deber no podría enunciar más de lo que ya está
Habermas le criticará a Apel el trasladar el principio de contenido en el sentido de la validez del juicio moral particular»79.
universalización desde la pregunta epistemológica de cómo son Por consiguiente, dicha metanorma tan sólo podría tener sentido en
posibles los juicios morales, hacia la pregunta de qué significa ser la justificación, por ejemplo, de por qué debe existir justicia en
moral —los juicios de valor enunciados desde una filosofía de la
76
Habermas, J., Aclaraciones a la ética del discurso, op. cit., pp. 192 ss.
74 77
Apel (1987) “La ética del discurso como ética de la responsabilidad. Una Volveríamos a la cuestión de si la “conciencia para sí”, con la que se
transformación postmetafísica de la ética de Kant”, op. cit.; pp. 181 ss. identifica la “conciencia en sí”, puede ser otra cosa distinta a una ideo-logía.
75
Adela Cortina, recogiendo las diferencias entre Apel y Habermas, subrayará Por eso, quizás, Habermas se desmarca hacia un fundamento intersubjetivo de
dichos presupuestos teleológicos (valorarivos) de toda ética deóntica la ética discursiva como el único camino para garantizar la “imparcialidad”,
discursiva. Ver, Cortina, A., “La ética discursiva”, en V. Camps (comp.), es decir, la universalidad de un juicio compartido nacido de una normatividad
Historia de la ética, Crítica, Barcelona, 1989; pp. 551-557. Por el contrario, exclusivamente procedimental. Pero aquí se nos presenta también la pregunta
Habermas seguirá creyendo que los principios deónticos pueden ser durkheimiana sobre si el “pensamiento colectivo” o psicología social, aun
universales, frente a los valores teleológicos de formas concretas de vida siendo distinto del individual (y precisamente por ello), puede “trascender” el
(Facticidad y Validez, pp. 328 ss.). En opinión de Cortina, en su debate con horizonte “ideo-lógico” de las representaciones colectivas que nutren una
Apel, Habermas siempre se resistirá ha establecer una mediación Conciencia-identidad Colectiva.
78
metodológica entre las filosofía y las ciencias reconstructivas, considerando, Habermas estima que Apel parte de una identificación unívoca de la razón
no obstante, tanto la pragmática universal como la ética del discurso como práctica kantiana con la razón comunicativa. Por el contrario, ésta última no
pertenecientes a ambas esferas. Sin embargo, nunca se detendrá a exponer sería per se una fuente de normas del actuar correcto, sino que se extendería a
cual es la aportación de la reflexión filosófica en la elaboración de las todo el espectro de las pretensiones de validez. En la esfera de la
hipótesis de las ciencias reconstructivas, haciéndose cómplice de una cierta normatividad moral, la racionalidad comunicativa expresada en la ética del
“naturalización” de la racionalidad comunicativa (Cortina, op. cit., p. 540). discurso tan sólo cuenta con la débil fuerza de la motivación racional —de ahí
Para una crítica similar, también se puede consultar: Ferry, J-M, Habermas. la necesidad de la facticidad del derecho para su estabilidad—, que se ha
L’étique de la communication, PUF, París, 1987, pp. 475-495; Sáez, L., desembarazado de la carga de una comprensión existencial de “sentido
“Acerca del conflicto entre los discursos “metafísico”, “postmetafísico” y último”. Ibíd., p. 197.
79
“teleológico””, Daimon, nº 8, 1994, pp. 63-82. Ibíd., p. 193.

58 59
general o por qué la moral debe asumir la imparcialidad como punto se le otorga una validez moral 82. Al diluir el concepto kantiano de la
de vista de una moral postconvencional, sólo que en dicha autonomía moral —correspondiente al plano trascendental de los
justificación la ética del discurso volvería a anclarse en la pregunta fines de una razón “pura” práctica— en la identidad procedente de
existencial del ser moral, que únicamente puede obtener una un yo socializado en una comunidad de vivencia, los contornos que
respuesta en términos de filosofía de la conciencia. Por el contrario, separaban las cuestiones de la justicia y de la vida buena se tornan
Habermas entiende que la pregunta de ¿por qué ser moral? no puede “borrosos” e incluso desaparecen, puesto que «…nuestro lenguaje
fundamentarse filosóficamente 80, sino que se enmarca en la buena de lo bueno y lo justo sólo adquiere sentido en el trasfondo de la
voluntad y disposición despertada por la socialización en formas de comprensión de las formas del intercambio social en una sociedad
vida concretas, que todo lo más arroja la esperanza, en las dada y sus percepciones del bien»83. El papel que desempeñará la
condiciones modernas de una forma de vida racional, de estimular la filosofía en la reflexión que guía el pensamiento será dependiente de
solidaridad universal del principio moral discursivo que lleva al su contexto histórico, y nunca podrá trascender las condiciones
entendimiento 81. históricas en las que se enmarcan las diferentes tradiciones de
El debate que Habermas mantendrá con Taylor será capital para formas de vida socioculturales 84. Por lo tanto, el intento de kant de
despejar en que debe consistir esta relación de complementaridad fundamentar una moral racional trascendental eludiendo la pregunta
entre la justicia deóntica y la solidaridad nacida de un proceso de por el significado existencial del ser moral, tendría por consecuencia
socialización. En su obra maestra —aunque no la más conocida y el cerrarse el acceso a las motivaciones empíricas, sin las cuales no
leída— Las fuentes del yo, Taylor remite el problema cognitivo de se le puede requerir al yo un compromiso “ético” o sentido de
la moral —el sentido de orientación práctico— a una definición obligación normativo85.
previa del yo, es decir, a la autocomprensión de nuestra propia El proyecto de Taylor pasará por el análisis de las fuentes
identidad. En consecuencia, por el antecedente de la socialización morales de las que se nutre la identidad moderna, correspondientes a
en una comunidad lingüística a través de la cual se gesta el yo
social, toda teoría moral debería responder primero al problema de 82
Walzer le hace una crítica similar a la teoría de la Justicia de Rawls. La
una “ética de bienes” en la que se anclan sus nociones morales, con Justicia representaría un principio distributivo propio en cada una de las
esferas correspondientes a la definición de un bien social. El establecer un
anterioridad a la cuestión de las condiciones de Justicia por las que principio universal de Justicia tan sólo tendría sentido después de haber
definido un bien social predominante respecto al resto, que mantendrían, no
obstante, su independencia autorreferencial.
80 83
Para una última contrarréplica de Apel sobre este aspecto, se puede Taylor, Ch., Las Fuentes del Yo, Paidós, Barcelona, 1989; p. 72.
84
consultar: Apel, K-O, “Pensar a Habermas contra Habermas”, en Dussel, Taylor, Ch., “La Filosofía y la Historia”, en Rorty, R.; Schennewind, J.B.;
(ed.), op. cit., pp. 207-253. Skinner, Q., (comp.), La Filosofía en la Historia, Paidós, Barcelona, 1990;
81
En todo caso, Habermas considera que «…el problema de la exigibilidad de pp. 31-47. La crítica de McIntyre también se centraría en la falacia de la
una acción moralmente mandada sólo se plantea en el paso de la teoría moral pretensión universalista de la razón ilustrada, contextualizando dicho
a la teoría del Derecho» (Aclaraciones, op. cit., p. 204). Sin embargo, un pensamiento en las condiciones históricas que la han producido. McIntyre, A.,
derecho autorregulado en función de su facticidad sistémica podría al final Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1987.
85
correr el riesgo, como vimos en el caso de la Desobediencia Civil, de hacerse Con esta suposición, Taylor niega que la razón “pura” contenga en sí
ciego a la legitimidad normativa que otorga una validez moral consensuada. misma una finalidad moral, pues ésta, con su correspondiente “obligación”
Por ello, ambas facetas, la facticidad y la validez, aparecerán normativa, sólo puede nacer de la socialización en una forma de vida, a partir
indisociablemente unidas en el principio democrático. de la cual se performa la conciencia existencial del yo.

60 61
tres tradiciones históricas sobre el bien en occidente86. La primera vida cotidiana en términos de felicidad y bienestar, transformando la
de ellas es el cristianismo, y concretamente la concepción esencia de la conciencia humana hacia un fundamento racional
agustiniana de los dos reinos, en la que el hombre debe realizar su capaz de hacerse “responsable” de sus intereses mundanos y actuar
naturaleza espiritual mediante la negación de su naturaleza en su promoción. La secularización sería, de esta manera, un efecto
instintiva y pecaminosa mundana a través de un camino de de la emergencia de una nueva fuente moral del yo, la Ilustración,
salvación. El alma, como esencia de la conciencia del ser humano, que ya no presupone ni se asienta en la existencia de Dios como un
se separaría de su cárcel temporal corpórea para participar del amor reino de fines extramundano —orden providencial— para la
de Dios que sostiene ambos reinos. El objetivo sería “santificar la autorrealización de la conciencia, sino que ésta emergerá en su
vida corriente” 87, que tomaría forma, en la tradición católica, a propia “autonomía” o dimensión racional. Por último, el
través de la participación en los sacramentos de la Iglesia, y, en la romanticismo germinará como un movimiento contrailustrado que
tradición protestante, por mediación de una “llamada” profesional88. trata de recuperar las raíces naturales del yo como una búsqueda por
A partir de la racionalización profesional de la vida cotidiana en el la “autenticidad” de sus sentimientos, y que favorece la
protestantismo, surgirá en occidente —en estimación de Taylor— espontaneidad de los mismos frente al espíritu controlador de la
otra tradición de crucial importancia para la eclosión de la razón autónoma. El arte moderno sería su principal medio de
modernidad, como es la Ilustración 89. La consecuencia fundamental manifestación, reivindicando una libertad absoluta para la
de la irrupción de esta nueva corriente será la reafirmación de la imaginación y expresión creativa de una conciencia existencial
proyectada hacia la vida.
86
La pregunta fundamental que queda en el aire como un desafío es si es Habermas comenzará su crítica a Taylor por la faceta terapéutica
posible, en las condiciones de la supuesta pluralidad de valores moderna, que éste último pretende discernir en un programa de restauración
restaurar una ética de bienes universales que nos asista en la ineludible tarea moral orientado hacia una ética de bienes en la modernidad90.
reflexiva de la autocompresión y autoconformación de nuestra identidad y
sentido del bien. Habermas aprecia que tal función se encontraría vedada a una
87
La diferencia entre la vida y la vida buena procede de Aristóteles (Política, filosofía postmetafísica, pues la tarea que asume Taylor para la
iii, 1280). La vida se refiere a la lucha cotidiana por la supervivencia material, misma es en realidad una revitalización axiológica de carácter cuasi-
mientras la vida buena se refiere a la contemplación filosófica y a la
participación política como ciudadano en la Polis. La virtud ética sólo tomaría
religioso, cuya fuerza reveladora sólo es accesible a los individuos a
forma en la segunda. En estos dos aspectos encontramos también un través de la “resonancia” subjetiva que consolida la certeza de las
antecedente de la diferencia conceptual entre autonomía privada y autonomía convicciones91. Y este tipo de fuerza “trascendente” tan sólo es
pública.
88 posible encontrarla en la modernidad en la experiencia estética,
En ambos casos, la “llamada” a la virtud aristotélica estaría siempre
presente, si bien en el protestantismo tan sólo puede realizarse a través de la solución que Habermas ya había desestimado en Marcuse y
afirmación de la vida corriente (la profesión) en vez de su negación. Adorno 92. El arte moderno, al deslindar la experiencia estética de lo
89
Taylor se centra en los antecedentes anglosajones de la misma, en la figuras
de Bacon, Hobbes y, sobretodo, Locke, antes que en la tradición francesa. De
90
ahí quizás su intento por reducirla a una mera prolongación racionalizada del Habermas, J., “La lucha por el reconocimiento en el Estado democrático de
protestantismo, frente al entorno de la Francia católica en la que se gestó. Un derecho”, La inclusión del otro, pp. 191 ss.
91
intento similar lo encontramos en el romanticismo, al citar como su Taylor, Ch., Las Fuentes del Yo, op. cit. p. 514 y p. 532.
92
antecedente las teorías sobre los sentimientos morales surgidos en Cambridge Taylor precisamente le critica a Habermas que el giro lingüístico de la
entre los siglos xvii y xviii. filosofía, expresada en su Teoría de la Acción Comunicativa, no ofrece

62 63
bueno y lo verdadero, ya no podría ser utilizado como fuente de la socialización en tradiciones culturales compartidas, donde la
moral, pues es incapaz de dotar a los individuos de una visión identidad individual sólo podría estabilizarse entretejida
unitaria de sentido, y además pondría a la reflexión filosofía en una “dialógicamente” con identidades colectivas 96.
posición moral abdicante frente al arte93. Al final, el problema de la motivación racional débil siempre nos
No obstante, Habermas asume que el frente crítico abierto por retrotrae a la formulación que realizó Kant de la razón práctica,
Taylor hace blanco en la línea de flotación de la motivación de una donde con la radical separación de los dos reinos —la sensualidad
moral cognitiva, reclamando la atención sobre el papel que debe empírica y el reino de los fines trascendentales de la razón pura—,
ocupar la solidaridad nacida de la socialización en el desempeño de la moral cognitiva quedaba desarmada de motivos empíricos para la
la eficacia moral. Tanto es así, que, finalmente, tendrá que acción. En la propuesta kantiana, el juicio moral solamente resulta
reconocer que el comportamiento moral —la buena y la mala pertinente desde el punto de vista “imparcial” de lo que todos los
conducta— es algo que se aprende antes de toda reflexión filosófica afectados por una cuestión normativa consideran “justo” aceptar
—concretamente a lo largo del proceso de socialización—94, y que como un “imperativo categórico” de la razón. Se crea así un modelo
acabará por incubar en nuestro subconsciente emocional la impronta psicodinámico con dos pulsiones opuestas: el deber moral y las
de una intuición sobre el bien y el mal (actuar) 95. inclinaciones personales egoístas procedentes de la sensibilidad;
Consecuentemente, aunque la filosofía moral podría sernos de que a su vez se traducen en dos tipos de racionalidad distintos: la
utilidad para discernir el punto de vista imparcial de la moralidad y racionalidad práctica pura —Justicia— y la racionalidad del interés
fundamentar su universalidad, se encontraría impotente a la hora de personal —articulado en un proyecto personal sobre lo que se
responder a la pregunta existencial de ¿por qué ser moral?, respuesta considera “la vida buena”. La única manera por la que Kant puede
que sólo tendría cabida plantearse desde la conciencia y su reclamar un mayor poder de convicción a la razón práctica frente a
la ética de bienes es en la reivindicación de la libertad de la razón
ninguna garantía contra la pérdida de sentido en el entorno humano, eludiendo
el problema vivencial bajo el moral y el político. Concretamente, señalará:
96
«Lo que no puede encajar en su cuadrícula es más bien… la búsqueda de las Con ello, Habermas parece renunciar a las motivaciones empíricas para una
fuentes morales fuera del sujeto a través de los lenguajes que resuenan dentro moral postconvencional, delegando en las morales “privadas” convencionales
de él, la captación de un orden que va inseparablemente catalogado con la dicha competencia de dotar de sentido a la conciencia, solución similar a la
visión personal»; Ibíd., p. 532. adoptada por Rawls en Liberalismo Político. Pero al mismo tiempo, substrae a
93
Habermas, J., Aclaraciones a la ética del discurso, op. cit., p. 190. No éstas cualquier pretensión de participación “pública” en la conformación de la
obstante, hay autores que fundamentan la “autenticidad” del yo en Taylor con voluntad política, que únicamente debe prestar lealtad a un “patriotismo
el principio de autonomía kantiano, lo que derivaría en una “necesidad constitucional” nacido de la autonomía racional-comunicativa; Habermas, J.,
política” de reconocimiento identitario que llene de contenido a una “La lucha por el reconocimiento en el Estado democrático de derecho”, op.
ciudadanía abstracta. Ver: Cooke, H., “Aunthenticity and Autonomy: Taylor, cit., pp. 208-215. En la postura contraria de una reivindicación comunitarista
Habermas, and Politics of Recognitition”, Poltical Theory, v. 25, 1997, pp. en la vida pública se puede consultar: Taylor, Ch., “La política del
258-288; Castillo, J. M., “De la autonomía a la identidad: la lucha por el reconocimiento”, en El multiculturalismo y la política del reconocimiento,
reconocimiento”, Themata, nº 22, 1999, 33-39; Guanglia, O., “Identidad, FCE, México, 1993; Kymlicka, W., Ciudadanía multicultural, Paidós,
autonomía y concepciones de la buena vida”, Isegoria, nº 20, 1999, pp. 17-29. Barcelona, 1996 y Liberalism, Community and Culture, Clarendon Press,
94
Hay un antecedente de este reconocimiento en un “temprano” artículo de Oxford, 1989. Desde el punto de vista de las religiones como morales
1988, “Individuación por vía de socialización”, en Pensamiento convencionales con la capacidad de intervención pública, ver también:
postmetafísico, Taurus, Madrid, pp. 188-239. Casanova, J., Public Religions in the Modern World, University of Chicago,
95
Facticidad y Validez., p. 191. Illinois, 1994 (hay traducción castellana en PPC, 2000).

64 65
frente a las inclinaciones de la sensualidad, que reforzarían los universal, pues ésta siempre quedaría presa de una interpretación
mandatos emanados de su “autonomía” con la autoridad de un reino hermenéutica de sentido, donde «las nociones de justicia no pueden
superior de lo inteligible —que por necesidad tendrá que ser ser aisladas del todo complejo de una eticidad concreta y de una
metafísico e independiente de todo contexto. La consecuencia de determinada idea de la vida buena»99.
esta dualidad será, según Habermas, la inconmensurabilidad entre La Etica del discurso, al tutelar las discusiones reales bajo los
los problemas de fundamentación normativa y los problemas de presupuestos universales de la argumentación —procedentes de una
aplicación en los conflictos reales 97. racionalidad comunicativa—, podría garantizar, en opinión de
Habermas le plantea a Kant dos objeciones. En primer lugar, Habermas, el punto de vista imparcial de la tradición cognitiva
estima que la voluntad libre se mueve en el vacío, pues queda kantiana, contando, al mismo tiempo, con la perspectiva de los
desvinculada de los lazos sociales que son los que otorgan un implicados, que de este modo compulsarán con su voluntad
sentido a la vida ética 98. A la noción atomista de los sujetos morales “empírica” —frente a la autónoma— la obligatoriedad normativa de
en Kant habría que superponerle una noción intersubjetiva, en la los acuerdos consensuados. De todos modos, al negar a la ética del
cual se incorporarían los contextos vitales como un patrimonio discurso su capacidad para definir el “ser moral” —tal y como
simbólico compartido. Sin embargo, en segundo lugar, si nos ambicionaba Apel con la fundamentación de un principio ético
quedáramos apegados al punto de vista contextualista, se le podría último—, Habermas va a necesitar de un mecanismo mediador entre
negar al concepto de Justicia kantiano su pretensión de validez los intereses personales involucrados en los conflictos reales y el
punto de vista “imparcial” de la moralidad postconvencional, en
97
Habermas, J., “Lawrence Kohlberg y el Neoaristotelismo”, en Aclaraciones definitiva, entre los problemas de fundamentación y de aplicación
a la ética del Discurso, op. cit, pp. 91-92. normativa 100. Este mecanismo mediador va a ser encarnado por un
98
Esta es la misma crítica fundamental que le hiciera Durkheim a Kant, pues sistema social especializado, como es el derecho, que en la
los ideales sociales que se internalizan en la conciencia de los individuos
socializados invalidan la noción de una autodeterminación voluntarista de la actualidad va a reunir todavía una mayor importancia para la
razón individual. La razón trascendental será sustituida por la razón social, es integración normativa de las sociedades al no poder ser ésta
decir, las representaciones colectivas que cada sociedad genera para construir realizada en su conjunto desde las prácticas comunitaristas
un sentido del orden de la realidad, y que cada individuo incorpora como un a
priori de su pensamiento. Con ello, el anhelo de universalidad que transita en
afincadas en los universos simbólicos del mundo de la vida. La tarea
la moral trascendental kantiana será reconducido al de una generalidad de un
99
ideal colectivo, y la autoridad racional supeditada a la autoridad moral de una Habermas, J., “Lawrence Kohlberg y el Neoaristotelismo”, op. cit., p. 192.
conciencia colectiva particular. Heguel, por su parte, intentará llenar la Esta es la crítica que fundamentalmente le hace McIntyre a la aspiración
indefinición de la voluntad autónoma con una motivación moral propia, como universalista de la Ilustración. Ver, McIntyre, A., Tras la virtud, Crítica,
es la “búsqueda del reconocimiento”, por la cual la conciencia puede llegar a Barcelona, 1987; pp. 74 ss.
100
su autoconocimiento gracias a una dialéctica con el mundo social que le En esta necesidad se plasma, a mi parecer, la reproducción de la dualidad
rodea, y, a través del autoconocimiento, a la emancipación. No obstante, kantiana entre la inconmensurabilidad de los problemas de fundamentación
también habrá quien tratará de encontrar en la autonomía kantiana un normativa y los problemas de aplicación. La moral procedimental del
proyecto de reencantamiento “vitalista” ilustrado, como pudiera ser el caso de discurso, en su reconversión de la racionalidad práctica a la comunicativa,
la ética del discurso habermasiana; ver: Osés Gorráiz, J. M., “El vivir y la volvería a caer en la misma trampa de trascendentalidad al definir a los
fatiga: la fatiga de vivir”, Eurídice, nº 2, 1992, pp. 183-196; García, R., sujetos que asumen la actitud hipotética de manera abstracta, es decir, dejando
“¿Hemos de renunciar a Hegel?”, Isegoria, nº 20, 1999, pp. 159-188; Prior, a un lado sus características como actores sociales: sus intereses prácticos y
A., “Habermas y el Universalismo moral”, Daimon, nº 7, 1993, pp. 145-155. sus preferencias axiológicas.

66 67
final que le quedaría a la ética del discurso será, en consecuencia, tematizados desde la teoría política como un problema de
analizar cual puede ser su papel en la construcción de una teoría del construcción jurídica de la sociedad mediante un “Contrato Social”
derecho para las sociedades que han alcanzado un nivel evolutivo, constitutivo de un “interés general”, del que, bien sea en su formato
respecto a la racionalidad de sus imágenes del mundo, de orden hobbesiano, de cooperación utilitarista o de voluntad
postconvencional. Esta es la empresa que Habermas abordará en el ciudadana, todos sus participantes salen beneficiados, y, en
que ya ha sido reconocido como uno de sus libros capitales: consecuencia, implicados en su mantenimiento.
Facticidad y Validez. Por el contrario, la ética del discurso presupone una
“disponibilidad innata al entendimiento”, es decir, y pese a todas las
reticencias de Habermas a Apel, presupone un a priori
2.2. Estudio de la teoría del derecho y sus relaciones con la moral. comunicativo que suscita una “solidaridad racional y universalista”
La tensión irreductible entre “Facticidad y Validez”, y el principio con cualquier “otro” ser humano con capacidad de habla. Con esta
democrático como mediador. hipótesis de partida de una “trascendencia desde dentro” de la
racionalidad comunicativa102, que lleva aparejada una solidaridad
Antes de entrar en el análisis de esta obra fundamental de universalista, Habermas vuelve a reproducir —aunque sea en clave
Habermas, creo que resulta necesario puntualizar una serie de procedimental de una actitud hipotético-discursiva— la separación
observaciones críticas. Como hemos visto en el apartado anterior, la kantiana entre un reino inteligible de fines racionales y la
ética del dicurso ha mostrado ser insuficiente para vertebrar una sensualidad empírica, corrupta por su orientación natural egoísta.
teoría normativa de la sociedad, necesitando del complemento del Con la irrupción del derecho en su propuesta filosófica de la moral
aspecto fáctico de la realidad que se encuentra presente en el —la inclusión del aspecto fáctico de la realidad—, Habermas
derecho positivo —la motivación empírica de las sanciones destruye —aparentemente sin darse cuenta— las raíces que
punitivas que refuerzan la motivación débil de las “buenas razones”. sostenían la ética del discurso, esto es, la articulación de una teoría
Esta insuficiencia es la misma que ya apuntaramos en el análisis del de la sociedad exclusivamente a partir de un vínculo ilocucionario
vínculo ilocucionario para estabilizar expectativas de acción, espontáneo, que de este modo ya no puede mantener su
poniendo en quiebra, hasta cierto punto, la pretensión de la Teoría “autonomía” frente a las “distorsiones comunicativas” procedentes
de la Acción Comunicativa para erigirse como un paradigma viable de los conflictos reales de acción entre intereses. Lo que está en
de la fenomenología social101, como lo pondría de manifiesto el alto juego, en el fondo, es la definición epistemológica de la naturaleza
componente ideal-utópico de su formulación, que, entre otras cosas, del hombre —los ladrillos con los que construir la teoría social—,
deja fuera de una teoría de la racionalidad práctica —de la que bien como un animal social-racional —caracterizado por una
emana toda propuesta normativa— la acción estratégica del interés disposición espontánea al entendimiento como motivación humana
racional. Sin embargo, he aquí que el aspecto fáctico de la realidad genérica—, bien como un animal egoísta-materialista —donde la
social tiene su origen, precisamente, en los intereses individuales y motivación básica es el interés personal que impulsa la consecución
sociales que se movilizan en acciones estratégicas, y que han sido y acumulación de bienes utilitarios que proporcionan bienestar, y
101 102
Jiménez Redondo, M., “Problemas de construcción en teoría de la acción Habermas, J. (1988), “Trascendencia desde dentro, transcendencia hacia el
comunicativa”, Daimon, nº 1, 1989, pp. 133.158. más acá”, en Textos y Contextos, Ariel, Barcelona, 1996; pp. 162 ss.

68 69
que únicamente pueden domeñarse desde incentivos empíricos como guía de la normatividad social, y ni tan siquiera llega a
como sanciones 103. problematizar su definición de racionalidad —vertebrada en
La pertinencia de esta aclaración estriba en que todas las teorías términos comunicativos— para hacerle sitio a la racionalidad
del derecho de corte liberal —que salvo en los países comunistas, estratégica del interés racional en el diseño de las fuerzas sociales e
islámicos y dictaduras ocasionales se supone que imperan en la gran ideológicas que intervienen y contribuyen en la conformación del
mayoría de las sociedades como su canon constitucional— han “orden” jurídico. Su análisis del derecho se puede considerar
partido en su construcción de la segunda concepción de la tradicional, asumiendo que la ética del discurso sólo tiene cabida en
naturaleza humana, que tiene en el Contrato Social su principal el plano de la legitimidad del mismo, lo cual a lo sumo permitiría
figura de articulación normativa. Toda concepción de los derechos —en una nueva reelaboración kantiana— una relectura de los
subjetivos, como el margen de maniobra que le queda a la libertad fundamentos de validez jurídicos bajo el paradigma
tras el vínculo social, hunde sus raíces en una teoría contractualista procedimental 104. Si quitamos la justificación de la democracia
del derecho, aunque filósofos tan eminentes como Kant —con el procesual como el sistema legislativo más apropiado para la
antecedente de Locke y Rousseau— tratase de fundirlos con una legitimidad de la legalidad, la ética del discurso apenas añade nada a
autonomía racional, que sólo puede legitimar la arquitectura jurídica los cauces por los que ya discurre el sistema jurídico en cuanto tal,
desde un principio legislativo democrático. que lleva en marcha —sin pedirle permiso a Habermas— un buen
Habermas no puede escapar a esta contradicción, y tan sólo se trecho histórico.
limita a dejar constancia de ella como una tensión irreductible entre Sin embargo, el derecho para Habermas es algo más que un
Facticidad y Validez. Sin embargo, no afronta en todas sus sistema social especializado —autonomizado del resto de sistemas
implicaciones comunicativas una reconstrucción radical de la teoría en virtud de su propio código autorreferencial— pues viene a
del derecho, como así lo exigiría mantener la ética del discurso desempeñar en las sociedades modernas una función elemental que
ya no puede ser satisfecha desde ninguna otra instancia: la
103
La formulación de una doble naturaleza coexistente en el ser humano integración social105. El Mundo de la Vida habría perdido esta
plantearía el problema de especificar sus relaciones como impulsos competencia al no poder garantizar, en la pluralidad de estructuras
contradictorios, que se manifiestan, en casi todas las teorías sociales —si se
quiere a excepción del existencialismo y del romanticismo— como un
axiológicas modernas, un “consenso normativo básico”, que, como
proceso de socialización del elemento natural por el social. La estipulación de la conciencia colectiva durkheimiana, tuviese carácter obligatorio
estas relaciones generalmente vienen a tomar dos formas: como una relación sobre los sujetos de su comunidad a partir de la socialización de una
de preeminencia de una sobre otra (el deber moral sobre la naturaleza
instintiva; el interés racional por el bienestar sobre la solidaridad altruista —
104
pero en íntima asociación con el valor protestante del trabajo frente a la Ver: Vernengo, R., “La racionalidad en el derecho”, Sistema, nº 107, 1992,
permisividad y autocomplacencia hedonista—), ó como una relación pp. 95-103; García, J. A., “Justicia, Democracia y validez del derecho en J.
dialéctica de autoconocimiento (Hegel, Marx). Habermas, en sus primeros Habermas”, Sistema, nº 107, 1992, pp. 115-126; Vernengo, R., “Legalidad y
escritos críticos contra el marxismo —Teoría y Praxis—, ya entreveía dos Legitimidad: los fundamentos morales del derecho”, Revista de Estudios
naturalezas para la definición de la autorrealización humana: la interacción y Políticos, nº 77, 1992, pp. 267-283.
105
el trabajo. En su Teoría de la Acción Comunicativa, la racionalidad práctica Habermas, J., Facticidad y Validez, (FV) Trotta, Madrid, 1998; pp. 120 ss.
ya sólo vendrá referida al aspecto de la interacción que lleva afiliada una Ver también, Siulli, F., “Foundations of Societal Constitucionalism:
búsqueda cooperativa hacia el entendimiento, desestimando con ello la Principles From the Concepts of Communicative Action and Procedural
racionalidad “pragmática” del interés egoísta-estratégico. Legality”, The British Journal of Sociology, v. 39, 1988, pp. 377-408.

70 71
conciencia interna en valores incuestionados —que según este de manera incompleta, por Kant, al definir el derecho como un
modelo psicodinámico es la única forma de conformar una ejercicio soberano de la autonomía personal que funde la voluntad y
motivación para la acción genuinamente “moral”. En este contexto, la razón práctica en la autodeterminación de un “imperativo
únicamente se podría apelar a una reconstrucción de los categórico”, y que, además, en virtud de la “trascendencia desde
fundamentos pragmáticos de la comunicación para dotarnos de dentro” del reino de los fines de la razón, prodiga su universalidad
alguna directriz normativa que, al menos, garantizase que la normativa. Habermas y Apel habrían mostrado las insuficiencias de
comunicación entre formas de vida diferenciadas no se rompa. Estas una racionalidad apodíctica —en la insularidad de sus reflexiones—
normas tendrían, en consecuencia, un carácter deontológico —frente para poder emitir juicios universales, y más si se les supone una
al teleológico de los valores— pues nos dispensarían de unos vinculatoriedad normativa. Para llegar a este extremo, únicamente
principios ordenados jerárquicamente a través de los cuales poder se podría contar con un proceso deliberativo que, bajo los
orientar una comunicación de naturaleza normativa hacia un presupuestos emanados de la racionalidad comunicativa, reforzaría
consenso “bueno para todos”, es decir, estructurado en términos de el juicio imparcial consensuado con la rúbrica de la voluntad
justicia —y consecuentemente universal 106. Las dificultades para empírica de los participantes en el discurso. En definitiva, el único
este planteamiento “cognitivista” desde la filosofía moral ya hemos procedimiento legislativo capaz de otorgar una validez racional a la
visto que son muchas y significativas, pero, no obstante, en el legalidad vigente sería el democrático, en virtud del cual los
derecho como realidad institucional del orden social parece que va a afectados por una materia en proceso de reglamentación podrían
encontrar un lugar apropiado para manifestarse como la voluntad autodeterminar su “voluntad racional” en el rendimiento
política de un legislador sujeto a la racionalidad práctica. En este comunicativo de un consenso normativo vinculante para todos —el
sentido, la tensión existente en el conocimiento entre la facticidad vínculo ilocucionario como principio de legitimación legislativo 108.
fenomenológica de la realidad y la validez de nuestras En efecto, Habermas estima que existe una relación “interna”
representaciones mentales —la verdad—, viene a trasladarse al entre el derecho y la democracia 109. La definición de los derechos
derecho como la “vigencia” de las leyes históricas emanadas de la subjetivos, de los que parte toda construcción jurídica, contiene en
voluntad de un legislador y la “validez” de la racionalidad práctica su base un procedimiento de legislación normativo que presupone la
que las sostiene —con su correspondiente pretensión de autonomía racional de todos sus implicados, y, consecuentemente,
universalidad 107. Esta contradicción ya habría sido resuelta, aunque un principio de legitimación de la soberanía legal fundamentado en
106 108
FV., pp. 328 ss. Respecto a las obligaciones normativas que implica el vinculo
107
Ibíd., pp. 71 ss. Otra de las formas en que se manifiesta esta tensión entre ilocucionario se puede consultar el concepto de libertad comunicativa de
Facticidad y Validez es en la diferenciación entre problemas de Klaus Günther (“Die Treiheit der Stellungnahme als politisches Grundrecht”,
fundamentación jurídica y problemas de aplicación, cuestión a la que en Archiv für Rechts-und Socialphilosophie, Biheft 51, 1991; pp. 58 ss.) y el
Habermas le dedica todo el capítulo quinto. Ver, “indeterminación del concepto de Poder Comunicativo de Hannah Arendt (La condición humana,
derecho y racionalidad administrativa de la Justicia”, Facticidad y Validez, Gedisa, Barcelona, 1993; pp. 223 ss.). Ver también, Habermas Facticidad y
pp. 263-309. Sin dejar de ser interesante, por lo que a la construcción del Validez, pp. 185 ss. y 214 ss respectivamente; y así mismo, el artículo
derecho se refiere es una asunto “colateral”. Ver también: Velasco, J.C., “El titulado: “El concepto de poder de Hannah Arendt”, en Perfiles filosófico-
lugar de la razón práctica en los discursos de aplicación de normas jurídicas”, políticos, Taurus, Madrid, 1984; pp. 205-223.
109
Isegoria, nº 21, 1999, pp. 49-68; Alexy, R., “La tesis del caso especial”, Ver, por ejemplo, Habermas, J., “El vínculo interno entre el Estado de
Isegoria, nº 21, 1999, pp. 23-35. Derecho y Democracia”, en La Inclusión del Otro, op. cit., pp. 247-258.

72 73
la validez racional y la autodeterminación de la voluntad popular110. facticidad del derecho y la validez moral— que fijar un
Esta lectura del derecho parte, por supuesto, de la que ya realizara procedimiento de producción legítima de normas jurídicas, cuya
Kant —con evidentes préstamos de Rousseau— del “Contrato formulación Habermas llega a explicitar de la siguiente manera:
Social” como una finalidad de la racionalidad práctica en sí misma,
en virtud de la cual la autonomía racional privada puede …sólo pueden pretender validez legítima las normas jurídicas que en
“autodeterminarse” a través del vehículo de la autonomía pública un proceso discursivo de producción legítima de normas jurídicas,
ciudadana111. Aunque desde esta perspectiva el derecho positivo se articulado a su vez jurídicamente, puedan encontrar el asentimiento de
todos los miembros de la comunidad jurídica. 114
convertiría en mero instrumento de expresión de la racionalidad
práctica, Habermas enfatiza que lejos de una supeditación del
El principio democrático sería, en consecuencia, el instrumento
derecho a la moral existe entre ambas una relación de
de realización institucional del ejercicio de autodeterminación
complementaridad mutua 112; entre la legalidad que impone el deber
racional de una comunidad jurídica, cuyos miembros se reconocen
de obediencia a la ley —la seguridad jurídica del Estado de Derecho
mútuamente como libres e iguales115. Las diferentes posibilidades
respaldada por el monopolio de los medios de sanción violentos (el
de interpretación sobre el derecho moderno se podrían retrotraer, de
valor de uso del medio poder)— y la legitimidad que le provisiona
esta guisa, a los diferentes paradigmas o tradiciones dentro de la
la presunción de racionalidad emanada de un consenso entre
propia democracia como sistema legislativo, que no serían otras que
voluntades autónomas 113. De este modo, la finalidad del principio
democrático no sería otra —en su aspiración conciliadora entre la
114
Facticidad y Validez, op. cit.; p. 175. A mi modo de ver, el principio
110
Facticidad y Validez, pp. 152 ss. En palabras del propio Habermas: «El democrático cumpliría, en su función mediadora entre la facticidad del
buscado nexo entre derechos humanos y soberanía popular consiste, por lo derecho positivo y la validez de la perspectiva moral, un papel similar al
tanto, en que los derechos humanos institucionalizan las condiciones intento de Apel para definir un principio de fundamentación última de la
comunicativas para la formación de una voluntad política racional»; “Acerca ética, que, en este caso, impondría la obligación de la obediencia normativa
de la legitimación basada en los derechos humanos”, en La Constelación bajo la presunción de racionalidad de los mandatos legales. El ethos moral —
Postnacional, Paidós, Barcelona, p. 152. la pregunta de por qué ser moral— sería suplantado por el ethos racional-
111
Facticidad y Validez pp. 160 ss. Sobre el republicanismo kantiano como democrático, que, consecuentemente, ya sólo podría autorrealizarse en el
“Comunidad Política” ver: Belner, R., “Liberalismo, nacionalismo, espacio político de la ciudadanía.
115
ciudadanía: tres modelos de comunidad política”, Revista Internacional de Aunque Habermas insiste que el principio democrático se mueve en un
Filosofía Política, nº 10, 1997, pp. 5-22. nivel distinto que el principio moral, no queda en absoluto claro en que
112
Para las relaciones de complementaridad, ver: Facticidad y Validez, pp. sentido. Prueba de esta dificultad la encontramos en el agotamiento
177 ss; También, “El vínculo interno entre Estado de Derecho y democracia”, “autorreferencial” del adjetivo “jurídico”, que es el único rasgo en la
op cit., pp. 250-252. definición que distingue el principio democrático del principio moral (la regla
113
Facticidad y Validez, pp. 171 ss. No olvidemos que, desde el principio del de la argumentación que garantiza la universalidad de juicio). El problema
discurso “D”, la imparcialidad de juicio de la racionalidad sólo puede fundamental que late oculto entre las sombras implícitas del término
encontrar su espacio de realización en un debate real entre los afectados, es “jurídico” no es otro que el de la voluntad política y su relación con el poder,
decir, que la racionalidad misma es un rendimiento o producto de la en cuya determinación se filtrarían las negociaciones particularistas de
comunicación. En esto Habermas coincidiría con la siguiente máxima de intereses sociales —organizados política o neocorporativamente— y
Tocqueville: «El imperio moral de la mayoría se funda, en parte, sobre esta preferencias axiológico-ideológicas, y cuyo precio “empírico” no sería otro
idea: que hay más luces y serenidad en muchos hombres reunidos que en uno que “distorsionar” la limpieza del elemento racional-comunicativo en la
solo» (La democracia en América, Orbis, Barcelona, 1985; p. 108). construcción jurídica.

74 75
la liberal, la republicana, la socialdemócrata, y la —versión que democracia sería, por consiguiente, el mecanismo legislativo y de
acuña Habermas— deliberativa o procedimental 116. control que impondría el criterio de la defensa de los derechos
La tradición liberal sería la principal heredera de las teorías subjetivos frente al poder administrativo del Estado, cuya función
contractualistas anglosajonas, que, por una parte, asumen la prioritaria sería el mantenimiento del orden sujeto a un principio de
definición hobbesiana de un interés egoísta como determinación “utilidad” pública.
básica de la naturaleza humana, y, por otra parte, recogen también La tradición republicana va a orbitar, por el contrario, sobre el
las teorías utilitaristas de la naturaleza social como una asociación papel activo de los ciudadanos en la conformación de la voluntad
voluntaria entre individuos autónomos que buscan una cooperación legislativa117. El Estado ya no queda perfilado como un instrumento
—basada en la división del trabajo— de la que todos salen artificial ajeno a los intereses ciudadanos, sino que más bien se
beneficiados. En el nivel político, el problema de la legitimación del constituye como el resultado de la voluntad que éstos han
poder de coerción normativo del “Estado” se supedita a la defensa concertado asambleariamente. El acento se pone de este modo en el
de unos derechos subjetivos, de los cuales todos los individuos son ejercicio pleno de la soberanía popular, que ya no queda marginada
depositarios en virtud de su naturaleza racional, que garantizan la al papel de mero espectador de las decisiones políticas sino que
libertad de acción de cada miembro siempre que no atente contra la asume el deber de participar plenamente en su autodeterminación.
“seguridad” del orden social. De este modo, se crean dos esferas La autonomía privada de los ciudadanos en la sociedad civil ya no
diferenciadas de acción: una privada en el seno de la Sociedad Civil, será posible sin el ejercicio de la autonomía pública que vela por los
por la que todo individuo tiene el derecho —e incluso el deber en la intereses generales, cuyo espíritu comunitario va a alentar un
forma de un trabajo útil— de actuar en la promoción de sus sentimiento de solidaridad espontáneo entre la ciudadanía. La
intereses personales; y otra pública en el seno del Estado, como un democracia aparece así como una forma de reflexión sobre los
espacio de interacción en el cual los individuos deben hacer fundamentos éticos y políticos de un contexto de vida compartido,
prevalecer los intereses comunes que aseguran la cooperación en cuyo consenso sobre un “bien común” —que puede ser la misma
social. Así, el “Contrato Social” hobbesiano, que daba una solución democracia como procedimiento legislativo— se puede articular
al problema de la seguridad con la concesión monopolista al Estado una “solidaridad entre ciudadanos” como puente de la integración
del poder político —medios del ejercicio de la violencia—, se viene entre las sociedad civil y el Estado 118. Frente a las libertades
a equilibrar en la versión de Locke con una esfera pública de negativas y los derechos subjetivos de la sociedad civil liberal,
ciudadanos que velan para que la dimensión coercitiva del orden tendríamos aquí la “libertad positiva” y el “derecho positivo” de la
estatal no venga a lesionar los derechos subjetivos, en cuya participación política, que actúa además como fuente de la
salvaguardia éste se habría constituido —la cooperación como socialización en una definición racional-universalista de los seres
ganancia concertada de la promoción de los intereses privados. La humanos, sobre la que gravitaría el principio ético fundamental de la

116
Para un seguimiento de los fundamentos normativos de estas tradiciones
117
democráticas, también se puede consultar: “Tres modelos normativos de Facticidad y Validez, op. cit.; pp. 341 ss.
118
Democracia”, en La inclusión del otro, pp. 231-246; ver también: Sobre este particular resulta esclarecedora la crítica de Michelman a las
McCormick, J. P., “Three Ways of Thinking “Critically” About the Law”, teorías comunitaristas que entienden la ciudadanía únicamente en términos
The American Political Science Review, v. 93, nº 2, 1999, pp. 413-428. éticos, contradiciendo el pluralismo de formas de vida de las sociedades

76 77
convivencia en las sociedades modernas. El déficit de este modelo igualdad120. Al mismo tiempo, el incremento de competencias
frente al liberal residiría en el riesgo de las instituciones públicas a administrativas del Estado “benefactor” pondría en cuestión la
hacerse sordas, en sus implicaciones comunitaristas, frente a los función prioritaria liberal de la “seguridad”, gestando una “crisis de
derechos de las minorías, y a impedir que éstas intervengan en la racionalidad” a la administración pública respecto a su
esfera pública —por ejemplo— bajo la forma de asociaciones de hiperinflacionada agenda en la toma de decisiones121.
intereses sociales organizados en la sociedad civil. En último lugar, Habermas nos presenta su propia versión de
Una tercera tradición histórica la podemos encontrar en la Democracia Procedimental o Deliberativa, que, inspirada en la ética
socialdemocracia, que, contra pronóstico, frente a las tendencias del discurso, nace con la vocación de llenar los déficits de los
más republicanas del marxismo ortodoxo, va a tener muchos puntos anteriores modelos 122. Su concepto de la autonomía se acerca a las
de engarce con la tradición liberal —posiblemente por su renuncia posiciones republicanas de fundir la autonomía privada y la pública
previa a la acción política para la instauración del régimen
socialista119. El concepto de autonomía, al igual que en el
120
liberalismo, viene diferenciado en dos esferas, una privada, Respecto a la cuestión del reconocimiento resulta especialmente
concerniente a las condiciones de vida y trabajo, y otra pública, interesante las críticas del feminismo a las políticas de discriminación positiva
del Estado en dicha materia, pues, en último término, vienen a minar las
como la participación en la vida política. Según Habermas, este posibilidades reales de emancipación femenina al reconocer su inferioridad de
concepto de autonomía estaría económicamente centrado, donde si estatus en diferentes ámbitos de la vida. Ver, Young, I. M., Justice and
en un primer momento el liberalismo negaba la posibilidad del Politics of Difference, Priceton, 1990; Habermas, J., Facticidad y Validez, op.
cit.; pp. 503 ss. Sobre Feminismo en general y Habermas, se puede consultar
ejercicio electoral —autonomía pública— a quienes no disfrutaban la magnifica recopilación de artículos, de autores como J.L. Cohen, J.B.
de una autonomía en la vida privada —obreros, mujeres y menores Landes, M., Fleming, S. Chambers, S., Benhabid, etc., en Meehan, J., (ed.),
de edad—, los socialdemócratas, en un segundo embate, potenciarán Feminist Read Habermas: Gendering the Subject of Discourse, Routledge,
Nueva York, 1995; así mismo, también se puede consultar: Nagel, M.,
el carácter público de unos estándares mínimos de bienestar —junto “Critical Theory Meets the Ethic of Care: Engendering Social Justice and
al derecho a la educación para la igualdad de oportunidades— como Social Identities”, Social Theory and Practice, v. 23, 1997, pp. 307-326;
condición “dignificante” que garantiza la “racionalidad” en el Fleming, H., “Women and the “Public Use of Reason””, Social Theory and
Practice, v. 19, 1993, pp. 27-50; Benhabid, S., “Una revisión del debate sobre
ejercicio de la autonomía pública —especialmente referido a los las mujeres y la teoría moral”, Isegoria, nº 6, 1992, pp. 37-63.
“derechos sociales de los trabajadores. La diferencia respecto al 121
Habemas sigue en este desarrollo de la crisis de racionalidad los trabajos
modelo liberal surgiría de que el paternalismo social de Estado de su discípulo C. Offe.
122
Sobre la Democracia Deliberativa como Proyecto Político, se puede
auspiciaría, según éstos últimos, una dependencia en relación a la
consultar: Sotelo, I., “Las ideas políticas de Habermas”, Claves de Razón
“caridad pública” de amplios sectores de población, socavando tanto Política, nº 57, 1995, 18-32; Chambers, S., Reasonable Democracy. Jürgen
la autonomía privada, verificada como una pérdida de la iniciativa Habermas and the Politics of Discourse, Cornell Univ. Press, Nueva York,
personal, como la autonomía pública del reconocimiento a la 1996; Chambers, S., “Discourse and Democratic Practices”, en White, S.K.
(ed.), The Cambridge Companion to Habermas, Cambridge Univ. Press,
Nueva York, 1995, pp. 233-259; McCarthy, T., “Complexity and Democracy:
or the Seducements of Systems Theory”, en Honeth A., y Joas, H., (eds.),
modernas. Ver,, Michelman, F.I., “Law’s Republic”, The Yale Law Journal, Communicative Action. Essays on J. Habermas’s the Theory of
97 (1988). Communicative Action, Polity Press, Cabridge, 1991, pp. 119-139; McCarthy,
119
Facticidad y Validez, op. cit.; pp. 489 ss. T., “Practical Discurse: on the Relations of Morality to Politics”, en Calhoum,

78 79
en el mismo escenario de la participación política. Los derechos paradigma procedimental del derecho, que, frente al formal del
nacidos de un Estado de derecho sólo podrían disfrutarse en su liberalismo y el material del socialismo, haga hincapié en su
ejercicio público, rompiendo la “errónea” interpretación de los naturaleza reflexiva126.
paradigmas liberal y social de unos derechos subjetivos asemejados La democracia deliberativa partiría del mismo principio de
a bienes que pueden repartirse y poseerse123. El concepto de justicia legitimación que el republicanismo: la autogestión de los
que manejarían estos últimos sería el de una justicia distributiva, ciudadanos en la actividad política. No obstante, una versión de
frente al concepto de justicia como imparcialidad que posibilita que democracia radical como permanente asamblea constituyente
los ciudadanos participen discursivamente —las reglas universales resultaría en exceso idealista, y muy poco viable para el
de la argumentación que rubrican la racionalidad de los consensos— funcionamiento eficiente de las instituciones políticas. Por ello,
en asuntos públicos de interés general 124. Por añadidura, y aun Habermas asume como un “imperativo técnico” el principio de
reconociendo que todo paradigma teórico se mueve en un contexto representación plebiscitario, que por acaparar las funciones
histórico autolimitante —como puedan ser los derechos sociales en legislativa y ejecutiva va a configurarse como el centro de los
la garantía de la autodeterminación individual—, la igualdad de sistemas político y jurídico 127. Pero, por otro lado, también
participación en la que se fundamenta la autonomía pública no considera que la esfera pública no se agota en este centro, sino que
depende de condiciones materiales sino tan sólo de condiciones aglutina además a una periferia donde si existe una verdadera red de
racionales 125. Por estas razones, Habermas plantea crear un nuevo deliberaciones tejida por los ciudadanos sobre las cuestiones que
atañen a su autogobierno128. La tarea fundamental que deberá
G. (ed.), Habermas and the Public Sphere, MIT Press, Cambridge (Mass.),
1992, pp. 51-72.
123
Ibíd., pp. 502-503. sin embargo, no aportan nada a la autonomía pública, siendo ésta condición
124
En estimación de Habermas, la igual distribución de derechos sólo tiene de la privada. Desde el punto de vista comunicativo la interacción como
cabida en el reconocimiento recíproco entre los participantes en un debate definición privilegiada de la praxis la emancipación del hombre pasa por su
público sobre la toma de decisiones que afectan a todos como libres e autodeterminación “racional-discursiva”, sobre la que reposa la legitimidad
iguales. Los derechos sólo pueden tener sentido , por lo tanto, desde una del derecho.
126
relación intersubjetiva, nunca desde una insularidad subjetiva desconectada de Facticidad y Validez, p. 493. Curiosamente, la versión republicana
todo contexto social compartido. La igualdad jurídica y la igualdad fáctica del desaparece como paradigma del derecho sin dejar rastro. La crítica de
derecho encarnarían estos dos momentos de tensión entre la autonomía Habermas al republicanismo en general incide en su carácter excesivamente
pública y la autonomía privada, de cuya dialéctica histórica habrían surgido comunitarista, que identifica la democracia no con un procedimiento
los derechos sociales (Ibíd., pp. 498-499). Históricamente, la tensión de las legislativo sino como un fin o “ideal social”, que incluso puede ser
reivindicaciones obreras habría atentado contra el Estado formal de derecho “regentado” entre ejercicios plebiscitarios la ejercitación ciudadana efectiva
liberal al poner en crisis su función de la “seguridad”. Restabilizarla, de la soberanía popular por el Tribunal Constitucional, socavando el
atenuando la conflictividad social, habría supuesto incluir en la igualdad principio legitimatorio de la democracia como un procedimiento —
formal jurídica una mayor sensibilidad a la igualdad fáctica como garantía discursivo— capaz de generar una voluntad común consensuada. Ver, Ibíd.,
social, que vendría a trastocar el original sentido de los derechos subjetivos. pp. 351 ss.
127
Ver, Alexy, R., Teoría de los derechos fundamentales, Centro de estudios sobre la configuración de este centro político en Habermas, ver: Bohman,
constitucionales, Madrid, 1997, pp 378 ss.; Habermas, J., “El vínculo interno J., “Complexity, Pluralism and the Constitutional State on Habermas’s
entre Estado de derecho y Democracia” op. cit., pp. 254-256. Faktizitat und Geltung”, Law and Society Review, v. 28, nº 4, 1994, pp. 897-
125
En esta tesis podemos constatar hasta que punto Habermas se ha alejado de 930.
128
las viejas inquietudes marxistas ancladas en un concepto antropológico Sobre la diferenciación entre el centro y la periferia, ver FV, pp. 373 ss;
“materialista”. Los derechos sociales se evalúan como un logro histórico que, también se puede encontrar en su artículo: “Further Reflections on the Public

80 81
afrontar pues la construcción de un modelo deliberativo de contradigan la “verdad” de sus esquemas cognitivos de fondo,
democracia será la inclusión de esta “intersubjetividad de orden especialmente los referidos a la prioridad de la motivación racional
superior” —por seguir reteniendo la legitimidad depositada en la sobre las motivaciones empíricas, cuando la democracia
soberanía popular— en un diseño viable de las instituciones “representativa” liberal parte de la organización de estas últimas
político-jurídicas. bajo la forma de asociación de intereses. El principio de la
Antes de entrar en este modelo, me gustaría realizar una serie de democracia representativa de la toma de decisiones por mayoría de
observaciones críticas al planteamiento de fondo que lo alumbra. La electores, que determina una voluntad vinculante para el resto,
renuncia a un sistema de democracia radical plebiscitaria se nos chocaría así con el otro principio discursivo de la voluntad por
anuncia como una consecuencia de esas condiciones históricas consenso “racional y universal” 130. La organización política en la
autolimitantes sobre las que debe trabajar, resignadamente, la teoría periferia tendría pues, en sus orígenes, una función defensiva del
social129. Pero ello no significa que se modifiquen, a nivel teórico, reconocimiento de intereses minoritarios, que se correspondería con
los presupuestos de partida discursivos, sino que tan sólo habrá que una concepción compensatoria liberal de la sociedad civil frente al
determinar cual puede ser su espacio de realización en la realidad poder político, cuando por contra la versión deliberativa primaría
existente. Esta argumentación presenta dos déficits. En primer lugar,
los problemas derivados de priorizar en la estrategia comunicativa 130
Si aplicáramos fielmente los principios de la ética del discurso al principio
el aspecto de la racionalidad sobre el de la voluntad, cuando es este democrático, éste ya no se regiría por la regla de la mayoría, sino que tendría
último el que encuentra solución en el modelo de la representación que demandar, para promulgar cada propuesta legislativa, un consenso
política parlamentaria, lo que supondría también diluir el peso “universal” entre todo el arco de representación parlamentario el criterio de
específico de las diferentes ponderaciones electorales de intereses unanimidad— (para una crítica similar, ver: Vallespín, F., “Habermas en doce
mil palabras”, en Claves de razón práctica, nº 114, Julio 2001, p. 61). Pero
sociales y preferencias axiológico-ideológicas en la construcción con ello que es lo mismo que decir que todos-as queremos y opinamos
jurídica. En segundo lugar, se puede percibir una cierta imposición (racionalmente) lo mismo también la organización política en torno a
del modelo teórico a la realidad empírica, aunque los hechos “partidos” electorales —ideológicos— carecería de sentido, volviendo al
fantasma de una organización de partido único representativa de una Opinión
Sphere”, en Calhoum, C. (ed.), Habermas and the Public Sphere, MIT, Mass., Pública homogénea tesis que tendría una cierta resonancia con la propuesta
1992; pp. 421-461. A parte de los artículos contenidos en este libro de marxista del proletariado como un macrosujeto histórico destinado a ser
Calhoum, McCarthy, Benhabid, Garnham, etc., , también se pueden consular: avatar de la emancipación humana. Aunque esta conclusión parezca
Johnson, J., “Public Sphere, Postmodernism and Polemic”, The American exagerada, es la consecuencia lógica de una argumentación que prima el
Political Science Review, v. 88, 1994, 427-30; Peters, J.D., “Distrust or aspecto racional depositario de la Soberanía democrática en una verdad
Representation: Habermas on the Public Sphere”, Media, Culture and Society, racional universal sobre el de la voluntad movilizada por intereses
v. 15, 1993, pp. 541-71; Villa, D.R., “Postmodernism and the Public Sphere”, empíricos asociados. La crítica al relativismo post-modernista de una
The American Political Science Review, v. 86, 1992, pp. 712-721; Thompson, organización política sustentada en agrupaciones “partidarias” de intereses no
J., “La teoría de la esfera pública”, Voces y Culturas, nº 10, 1996, pp. 81-96; la discapacitaría para funcionar en la práctica, siempre que no se fragmentase
Badia, L., “La opinión pública como problema”, Voces y Culturas, nº 10, demasiado una “voluntad mayoritaria”, situación que si podría abrir como
1996, pp. 59-79. en el caso italiano una crisis de gobernabilidad. Esta contradicción entre la
129
Habermas, en referencia a la posibilidad de institucionalizar el “poder Democracia “ideal” deliberativa y la democracia “real” representativa, se nos
comunicativo”, afirmará que: «A pesar de todo ello [la soberanía popular que hará más evidente en el debate entre Habermas y Rawls. Ver, por ejemplo:
reside en el poder comunicativo], únicamente el sistema político puede Hoyos, G., “Democracia participativa y Liberalismo Político”, Daimon, nº 15,
“actuar”.»¸ en “Tres modelos normativos de Democracia”, op. cit., p. 244. 1997, pp. 83-91.

82 83
dentro de ésta el consenso racional espontáneo que supone la decisiones “vinculantes” delegadas en el “poder administrativo”.
Opinión Pública. Dictaminar hasta que punto es factible una potenciación de la
En efecto, Habermas distingue dos conceptos fundamentales que capacidad de influencia y control del poder comunicativo sobre
encontrarían acomodo en esta periferia política, como son el de el poder administrativo le lleva a Habermas, inevitablemente, a
Sociedad Civil y el de Opinión Pública, pero confiriendo al primero realizar una revisión en profundidad del concepto de Sociedad Civil
una función de promoción reflexiva supeditada a la función que pueda servir a sus fines.
prioritaria del consenso discursivo de la Opinión Pública. Para Habermas viene a definir la Sociedad Civil, frente a la versión
Habermas, la Opinión Pública vendría a tomar forma como un liberal, como una trama asociativa de base voluntaria que organiza
“rendimiento comunicativo” generado por la tupida red de discursos institucionalmente temas relevantes para la Opinión Pública, o, en
entretejidos por los ciudadanos —con esta denominación ya se sus propias palabras, como «…el sustrato organizativo de ese
presupone la actitud hipotética del discurso que capacita a los público general de ciudadanos que surge, por así decir, de la esfera
mismos para entenderse sobre asuntos públicos, es decir, asuntos privada y que busca interpretaciones públicas para sus intereses
que afectan a todos por igual y que requieren de un criterio de juicio sociales y para sus experiencias, ejerciendo así influencia sobre la
imparcial 131. Tomando el concepto de autonomía, que viene a formación institucionalizada de la opinión y la voluntad
identificar la voluntad con el imperativo categórico de la políticas» 134. En el parecer de Habermas, el servicio esencial que la
racionalidad comunicativa, la Soberanía que legitima las decisiones sociedad civil le rendiría a la Opinión Pública, en virtud de su
políticas quedaría retenida por este espacio social “ciudadano” mayor sensibilidad para la percepción e identificación de nuevos
gestado gracias a la acción comunicativa132. La Opinión Pública problemas y sus actores, es la de constituir un motor de la
tendría de este modo una función fundamental para la toma de reflexividad social, que, apelando a los criterios racionales ya
decisiones políticas, como es la de proporcionarles una medida de consensuados en la Opinión Pública puede incorporar en la esfera
su racionalidad práctica, en virtud de la cual se legitimarían frente a pública nuevas cuestiones necesitadas de reglamentación o
los ciudadanos para su aceptación voluntaria133. En esta relación revisiones de las ya existentes. Al mismo tiempo, la sociedad civil
legitimatoria se produciría, sin embargo, una pequeña contradicción, daría voz a la función crítica de la Opinión Pública frente al poder
como es que si bien la soberanía se trasladaría al “poder administrativo, constituyendo plataformas sociales reconocidas
comunicativo” de la Opinión Pública, ésta a su vez tendría un institucionalmente capaces de dialogar en plano de igualdad
precario mecanismo institucional de control sobre la toma de frente a la Opinión Pública con los poderes políticos
institucionalizados.
131
Facticidad y Validez, pp. 439 ss.
132
Como vemos, las similitudes entre este concepto de Opinión Pública y el posibles elementos de “distorsión comunicativa” que puedan diluir
concepto durkheimiano de la Conciencia Colectiva son altamente coyunturalmente su gradiente de racionalidad. Ver, ibíd., p. 443.
134
coincidentes, incluso en las funciones políticas asignadas. La diferencia la Ibíd., p. 447. Sobre la definición de Sociedad Civil en Habermas, ver:
encontraríamos en el proceso de su gestación, bien sea de manera Arato, A., “Emergencia, declive y reconstrucción del concepto de Sociedad
postconvencional en el caso de Habermas, o convencional en el de Durkheim. Civil”, Isegoria, nº 13, 1996, pp. 5-17; Pérez Díaz, V., “La sociedad civil
133
A su vez, Habermas cree que la calidad de esta Opinión Pública también es como posibilidad”, Claves de Razón Práctica, nº 50, 1995, pp. 16-29; Pérez
medible por el procedimiento que la ha alumbrado, lavándose las manos sobre Díaz , V., La Primacía de la Sociedad Civil, Alianza, Madrid, 1993.

84 85
Frente al cuadro del adoctrinamiento de la Opinión Pública por de la Opinión Pública para regirse por principios racionales
parte de los Mass Media, Habermas considera que dentro de la cuando los actores que le darían voz en la sociedad civil se
sociedad civil se formarían actores cualificados que intervendrían movilizan, sobretodo, por intereses sociales y/o personales 138; y
activamente en la conformación de la Opinión Pública, facilitando en segundo lugar, también presenta un desmesurado pronóstico de
canales de autocontrol a los ciudadanos sobre las decisiones la capacidad de influencia de organizaciones “potsmaterialistas” —
tomadas en las instituciones centrales del sistema político que como ciertas ONGs vinculadas a Nuevos Movimientos Sociales—
afectan a su autogobierno135. Al contrario que el modelo sobre las organizaciones políticas formadas sobre una agenda
republicano, que delegaba en el Tribunal Constitucional la regencia “materialista”, tal y como lo pondría de manifiesto las difíciles
del ideal democrático entre periodos electorales, Habermas entiende admisiones públicas de los costes medioambientales frente a la
que su modelo deliberativo refuerza la idea de una dinámica prioridad del crecimiento económico en la que se sustenta su
constitucional como “proyecto inacabado”, que nutriéndose de los compromiso social del pleno empleo.
elementos más activos de la sociedad civil la voz procedente del
Mundo de la Vida frente a la fría lógica de los sistemas sociales 3. Conclusiones y balance crítico de la propuesta normativa
se autodetermina en la práctica pública de la comunicación postconvencional de J. Habermas.
ciudadana136. El Estado de derecho quedaría, en consecuencia,
permanentemente vinculado a la Opinión Pública que le concede su Como hemos visto, las fuentes normativas del derecho en la obra
legitimidad, imposibilitando que se autonomice de la periferia de Habermas tendrían una doble entrada: la racionalidad
política como un sistema social autorreferencial e impermeable a la instrumental, procedente de los sistemas sociales, y la racionalidad
influencia de la sociedad civil137. Este diagnóstico del comunicativa, procedente del mundo de la vida, y que es la que nos
funcionamiento institucional de la gestión política dibujado por ofrece una medida de la legitimación de las “pretensiones de
Habermas, es, cuando menos, excesivamente optimista, pues, en validez” normativas desde el vínculo ilocucionario. A mi modo de
primer lugar, adolece de una desmedida confianza en la capacidad entender, los principales escollos de esta formulación serían los
135 siguientes: 1) si la ética del discurso se puede considerar una
En la definición de esta conceptualización de la Sociedad Civil, ha tenido
un gran peso específico los trabajos de J.L. Cohen y A. Arato (que no por “moralidad pública”; y 2) si el derecho puede cumplir
casualidad están inspirados a su vez teóricamente en la diferenciación de la adecuadamente su doble compromiso con la “facticidad” del poder
sociedad en dos niveles de Habermas). Ver, Cohen y Arato, Civil Society and político bajo el imperio de la racionalidad instrumental, por un lado,
Political Theory, MIT, Cambridge (Mass.), 1992.
136
Habermas estima que el recurso a la Desobediencia Civil, como y con la “validez” procedente de la racionalidad comunicativa insita
mecanismo de presión último de la sociedad civil, vendría legitimado por esta en el mundo de la vida por otro.
idea de una Constitución como proyecto inacabado de la práctica
comunicativa ciudadana; ibíd., pp. 465-466.
137
Esta ultima anotación, donde el centro vendría a situarse como “el sistema”
138
y la periferia como “el entorno”, es una contrarréplica lingüística a N. Sobre esta cuestión, se puede consultar: Blaug, R., “Between Fear and
Luhmann, y la posibilidad de que los sistemas político y jurídico se Disappointment: Critical, Empirical and Political Uses of Habermas”,
independicen de las lógicas comunicativas del Mundo de la Vida, que son las Political Studies, v. 45, 1997, pp. 100-117; Van Mill, D., “The Possibility of
que le conceden la “validez racional” de su legitimación frente a la legalidad Rational Outcomes from Democratic Discourse and Procedures”, The Journal
de su autorreferencialidad autopoiética. of Politics, v. 58, 1996, pp. 734-752.

86 87
3.1. Sobre si la ética del discurso se puede considerar una convierte en un yo abstracto, sin ninguna vinculación o afiliación a
“moralidad pública” alguna definición particular de la “vida buena”. Es por esta razón,
frente a las tendencias a la disgregación de universos de vivencia en
Si se concibe la moralidad pública como un referente normativo el mundo de la vida, que para Habermas resulta de imperiosa
asumido por “todos” y cada uno de los actores pertenecientes a una necesidad, si se quiere trascender la “jaula de hierro” de la
sociedad, es decir, como un criterio compartido de expectativas para racionalidad instrumental profetizada por Weber y tematizada por la
la acción a partir del cual ésta puede coordinarse publicamente, cabe Teoría Crítica, reconstruir la racionalidad social desde la
preguntarse dos cuestiones: 1) si la naturaleza del consenso “interacción”139, de forma tal que el hombre ya no se resigne al
normativo básico puede ser indistintamente axiológica referente a papel de un “creador creado”, y pueda tomar las riendas de una
valores ó deontológica referente a procedimientos de expansiva organización social-funcional con riesgo de
aseverabilidad racional sin que con ello cambie su función social desbocarse140. Esta reconstrucción de la racionalidad social ya sólo
y forma de operar en la acción; y 2) si una moralidad pública puede será posible en la modernidad, en opinión de Habermas, desde las
sostenerse únicamente desde un criterio cognitivo vínculo condiciones pragmático-universales que posibilitan la sociedad
ilocucionario postconvencional para determinar una “obligación como comunicación.
normativa” (voluntad de seguir los acuerdos), ó por el contrario El concepto que maneja Habermas de “interacción humana” para
necesita de algo más. llegar a una razón comunicativa, tal y como se desprende de su
fundamentación filosófica en Teoría de la Acción Comunicativa, es
3.1.1. Sobre si la naturaleza del consenso normativo básico puede altamente complejo. Por un lado, se basa en el interaccionismo de
ser indistintamente axiológica ó deontológica Mead, que define la sociedad como una posibilidad surgida de la
misma interacción, y cuyo rendimiento comunicativo no solamente
El giro desde una fundamentación normativa de corte teleológico- se salda con estructuras “intersubjetivas” de significatividad
convencional hacia otra de corte deontológico-postconvencional, componente hermenéutico, sino también con un proceso de
será visto por Habermas como una consecuencia del proceso de “socialización” que conforma a los actores desde la misma praxis en
subjetivización de la racionalidad moderna. En el proceso de
139
modernización, la moralidad socio-cultural deja de tener su La necesidad de conceptualizar una racionalidad comunicativa frente a la
instrumental, nace tempranamente en Habermas por la insuficiencia marxista
principal fuente en la moral convencional de una cosmovisión de definir la naturaleza humana exclusivamente desde el punto de vista del
unitaria de sentido, para fragmentarse en esferas diferenciadas de trabajo. Así, en Teoría y praxis, complementa la vocación del hombre a
conocimiento ciencia, derecho, arte que ya no revisten autorrealizarse en su trabajo con la de autorrealizarse también en la
interacción, que precisamente es la fuente de las “distorsiones comunicativas”
implicaciones existenciales (Weber). El yo queda abandonado a sus que llevan a una falsa conciencia ideológica. La emancipación del hombre
propias fuerzas “reflexivas” para construir su identidad, de dónde se sólo puede conseguirse desde una comunicación libre de distorsiones o
deriva una “subjetivización” de la racionalidad práctica que debe coacciones, que de esta manera “libere” todo el potencial “reflexivo” de la
esencia del hombre como ser racional en la interacción misma.
guiar la conducta social. El yo reflexivo, sobre el que, por ejemplo, 140
Sobre la desesperanza por ponerle las riendas al Juggernaut de la
se levantan los derechos subjetivos de la jurisprudencia moderna, se diferenciación funcional en las sociedades modernas, ver: Giddens, A., La
Consecuencias de la Modernidad, Alianza, Madrid, 1990, pp. 142 ss.

88 89
la que se relacionan y actúan entre sí. Esto hace que no se le pueda En esta tesitura, para Habermas la ética del discurso será,
atribuir al hombre ninguna “esencia” finalista a su naturaleza antes precisamente, la encargada de señalar las actitudes “morales”
de que dicha interación-socialización se produzca, a cuyo través la contenidas en la racionalidad comunicativa para que ésta pueda
personalidad se performa en la asunción crítica de las actitudes/roles realizarse idealmente. Su necesidad, como “ética” moderna sin
de los otros participantes141. De hecho, al retener el actor el implicaciones existenciales, se despliega ante el desmantelamiento
momento “generativo” de la acción, pudiendo reaccionar de manera de la posibilidad de una “moral convencional” de carácter público,
diferente a los estímulos procedente de otros actores su dónde la normatividad pública ya sólo puede armarse de una
posibilidad de aprendizaje, los individuos tampoco se pueden correspondencia cognitiva desde una subjetivización reflexiva del
reducir a meros epifenómenos de una realidad social reificada, es yo la actitud hipotética del discurso que permite a los actores
decir, de una “racionalidad social” que se les impone por encima de distanciarse de su propios intereses y preferencias axiológicas, y
sus cabezas. La racionalidad que permite la estructuración de que atienda exclusivamente a un criterio de “universalización” de
significados para la acción es, de este modo, “intersubjetiva”, en la pretensiones de validez.
cual se vendrían a coimplicar las estructuras sociales que median Sin embargo, esta propuesta habermasiana de una racionalidad
entre los actores sus roles sociales y funcionales y la capacidad comunicativa en asuntos morales contiene una pretensión sine qua
de aprendizaje como distancia reflexiva para modificar sus non que resulta extraordinariamente polémica: la de atribuir al
reacciones y apropiarse cognitivamente de su propio rol. hombre, en cuanto ser racional, una predisposición “natural” al
La posibilidad de formular una racionalidad dada sobre la entendimiento con sus semejantes, buscando un bien o “interés
naturaleza del hombre pasa necesariamente, en consecuencia, por la general” antes que la realización de intereses de acción propios.
“reconstrucción” de la pragmática insita en la propia comunicación Para Habermas, prácticamente desde la reconstrucción del
intersubjetiva, que, a partir de las estructuras generativas universales materialismo histórico, el concepto de una evolución de la
del lenguaje Chomsky, se encuentra en condiciones de racionalidad sociocultural, frente al de un adoctrinamiento
negociar intersubjetivamente las reglas de su semantización desde ideológico de acuñación marxista, elimina asépticamente la
diferentes marcos contextuales o “juegos del lenguaje” posibilidad de una interferencia perlocucionaria alojada en el
Wittgenstein. La “esencia” racional del hombre se perfila interior de la acción comunicativa, que, por el contrario, si
entonces, según Habermas, como una consecuencia de las entrañaría una definición de la situación estratégica en la promoción
condiciones procedimentales que posibilitan que la comunicación de ciertos intereses de acción142. Por el contrario, la dominación
social misma se produzca, dando lugar a una “racionalidad práctica- ideológica, como habrían puesto de manifiesto por ejemplo
comunicativa”. Foucault con la microfísica del poder y Bourdieu con las luchas
142
Aunque Habermas es consciente de las posibles “distorsiones
141
Esta imposibilidad viene a truncar la pretensión de Kant de “construir” una comunicativas” procedentes de intereses perlocucionarios (ver, Verdad y
racionalidad práctica innata, incorporada en todo hombre en virtud de una Justificación, op. cit., pp. 120-123), tiende a ignorarlas como problema de
naturaleza racional dada a priori, que además, en virtud de la transcendencia fondo que venga a destruir los presupuestos de una racionalidad comunicativa
de un reino de fines racionales compartido por todo ser racional, sería (ver, Acción comunicativa y razón sin trascendencia, op. cit., pp. 56-57),
XQLYHUVDO/DUDFLRQDOLGDGHVXQSURGXFWRGHODFRPXQLFDFLyQʊOLQJtVWLFDʊ cuando, de hecho, dicho problema hace blanco en la línea de flotación de toda
misma, no algo dado a priori. su teoría normativa.

90 91
simbólicas, es una motivación básica de los actores cuando entablan obligación normativa de la ética del discurso se vertebra sobre dos
una acción comunicativa que se dirige a ordenar normativa y tesis diferentes:
estructuralmente su marco conjunto de convivencia; fenómeno
social que no sólo vendría a dar una mejor expresión de la a) Que en las condiciones modernas de un yo reflexivo, los
naturaleza egoísta humana, sino también a explicar —mucho más individuos sólo pueden admitir pretensiones de validez
convincentemente— los conflictos ideológicos que atraviesan toda normativas desde un proceso discursivo donde compiten los
la historia de la humanidad. mejores argumentos en virtud de su fuerza de convicción racional.
En definitiva, Habermas pretende persuadirnos de que con el
paso de una fundamentación axiológica a una fundamentación b) Que las “reglas procedimentales” especialmente la de
deontológica, la moral también muda de naturaleza, desde una universalización, como reconstrucción de las condiciones
determinación convencional anclada en identidades colectivas y “ideales” y realizativas finalidad racional propia del
convicciones éticas sobre la “autenticidad” y bondad de una forma discurso, garantizan la “racionalidad” universal de los
de vida, a una determinación postconvencional en torno a principios contenidos normativos consensuados. En definitiva, que la
universalistas y abstractos de conducta reflexiva; pero pagando con racionalidad del procedimiento garantiza la racionalidad del
ello el precio de establecer una definición post-identitaria del yo producto.
como “sujeto racional” carente de perfiles axiológicos e intereses
propios para la acción. Tal y como se ha puesto de manifiesto, la 3.1.2.a. Los individuos sólo pueden admitir pretensiones de validez
pretensión habermasiana de que los individuos se orienten y normativas desde un proceso discursivo donde compiten los
comporten en sus acciones como filósofos carentes de intereses mejores argumentos en virtud de su fuerza de convicción racional.
particulares y creencias axiológicas para la acción, dista mucho de
la verdadera praxis social, como lo pone de manifiesto el propio El problema del primer presupuesto es hacer coincidir el punto de
ordenamiento normativo de la práctica política trabado por intereses vista moral kantiano de la autonomía de la razón práctica, con el de
partidistas. una “racionalidad comunicativa” reconstruida intersubjetivamente.
En el interaccionismo simbólico, la socialización de los individuos
3.1.2. Sobre si una moralidad pública puede sostenerse únicamente se realiza desde la misma praxis en la que interactúan, teniendo por
desde un criterio cognitivo para determinar una “obligación resultado una personalidad social como producto de la
normativa” comunicación misma 143. La organización interna de la percepción
de la situación social conjunta deriva en orientaciones de acción
La segunda cuestión que se plantea a la reivindicación de la ética
del discurso como una moralidad pública, es si su criterio cognitivo 143
Mead en realidad establece dos principios dinámicos de la psicología
de vinculación ilocucionaria (búsqueda del entendimiento) puede personal: un yo, como momento de conciencia dónde se dan lugar las
generar adecuadamente un sentido interno de “obligación motivaciones internas y reacciones a estímulos, y un me, como elemento
normativa”, que tradicionalmente se articulaba bajo un vínculo interno de la estructuración de las reacción de los otros en una personalidad
social que puede anticipar las reacciones de los demás a nuestro
axiológico individuo-sociedad. El argumento en el que se sostiene la comportamiento, y ajustar nuestra conducta a las convenciones sociales.

92 93
normativas que van a mediar las relaciones entre los actores como El problema de relacionar este punto de vista moral kantiano con
expectativas de acción-reacción futuras. El vínculo ilocucionario de el vínculo ilocucionario de la acción comunicativa reside en sus
los actos de habla respondería a este mismo mecanismo de respectivas definiciones del yo. Desde la racionalidad intersubjetiva,
socialización en la praxis, pero sólo bajo la condición de que la el yo es un producto de la comunicación misma, dónde el vínculo
motivación fundamental por la cual los actores interactúan entre sí, ilocucionario no sólo contendría un referente cognitivo para la
sea la de llegar a establecer criterios compartidos de acción, acción, sino que también llevaría aparejado un “compromiso
motivados desde la necesidad psicológica por reducir la ansiedad existencial” del yo que se ha gestado en virtud del mismo, y del cual
que produce vivir inmersos en la “doble contingencia” de no saber se derivaría una pretensión de obligación normativa que se justifica
como van a reaccionar los demás a nuestras acciones. La motivación como una condición de la reproducción estructural del sistema de la
básica de una acción genuinamente comunicativa sería entonces la personalidad. Es decir, que el compromiso del yo con una
búsqueda del entendimiento, frente, por ejemplo, a una acción ética/moral racional, se fundamentaría en una socialización previa
estratégica que busca una realización ventajosa de intereses propios en una “forma de vida racional” 145. Por el contrario, desde la
aun a costa de los del prójimo. En consecuencia, la acción presunción de “autonomía racional” de la actitud hipotético-
comunicativa contendría en su seno una “motivación moral” hacia reflexiva del discurso (de claro legado kantiano) que Habermas
la búsqueda del entendimiento, sobre cuyo vínculo ilocucionario prescribe como necesaria para las idealizaciones dialógicas, el yo
cabría esperar un “respeto” o sentido de obligación normativo por queda “emancipado” de cualquier anclaje con la praxis, deviniendo
parte de los individuos que lo han internalizado como un referente cognición pura frente a las distorsiones comunicativas de los
perceptivo-normativo para la acción. intereses vitales y las preferencias axiológicas146. Es, en definitiva,
Sin embargo, desde la conceptualización kantiana de la
autonomía, la definición del hombre sufre una polarización: una racionalidad desde un mundo trascendente de fines al mundo social, pero
salvando el concepto de verdad como adecuación a las condiciones ideales del
naturaleza racional y una naturaleza sensible asociada a intereses discurso que producen un mundo constatativo (rendimiento de la
mundanos. Si la segunda de estas naturalezas es egoísta, la única comunicación). Ver, Habermas, J., Acción Comunicativa y razón sin
naturaleza que podría contener una actitud moral en sí misma es la trascendencia, op. cit, pp. 20-60.
145
El yo social, articulado en torno de su “reconocimiento social”, sólo puede
racional, que precisamente, en cuanto instituye un reino de fines construirse desde la misma praxis de los universos simbólicos de vivencia,
propios, se caracteriza por llegar a determinar orientaciones con lo que, un “yo racional” sólo sería posible —y en esto sigo a Bubner— en
prácticas para la acción según un criterio de “imparcialidad”. el contexto de una “forma de vida racional”, se defina ésta última como se
quiera. El mismo Habermas también apuntaría hacia este sentido de que la
Habermas va a tomar este rasgo de la imparcialidad como el más racionalidad sólo es concebible dentro de una forma de vida racional en sus
característico de un punto de vista moral, que además, por ser sólo últimos escritos. Ver, Habermas, J., “Introducción”, en Verdad y
posible en “abstracción” de intereses personales y en ausencia de Justificación, op. cit., pp. 27 ss.
146
El último Habermas también reconoce que el procedimiento discursivo
definiciones axiológicas, sería justamente el que cabría adoptar en
exige una idealización demasiado fuerte de los participantes, y de la que,
las actuales condiciones de “reflexividad” moderna 144. además, tampoco nos estaría permitido establecer un nexo unívoco entre la
verdad y la aseverabilidad racional bajo condiciones ideales, pues si bien el
144
En una de sus últimas obras, Habermas trata de desmarcarse de su discurso es el único medio para una acción orientada hacia el entendimiento,
parentesco con Kant reforzando el sesgo de una “destrascendentalización” de la verdad, sin una ontología trascendental, siempre es falible (ver, Habermas,
la conciencia en clave pragmática, que permite trasladar la idealización de la J., Acción Comunicativa y razón sin trascendencia, op. cit., pp. 42-48 ss;

94 95
un yo sin contornos, un yo desimplicado de la acción, un yo al que comunicación la racionalidad o imparcialidad del punto de vista
se le ha sustraído la “voluntad de ser” en sentido nietzscheano moral se convierte, pese a su supuesta referencia a una
en el mundo. Lo que se pretende es que su inmersión en la praxis, y “racionalidad procedimental”, en un yo trascendente construido a
su vinculación con la misma a través de “intereses realizativos”, esté priori de la experiencia o praxis social.
precedida de un compromiso moral-racional cargar a la acción
social con un fin realizativo de la razón (comunicativa) en sí misma. 3.1.2.b. La racionalidad del procedimiento garantiza la
El vínculo moral-racional queda de este modo, al igual que en Kant, racionalidad del producto.
desprovisto de anclajes con la praxis real (pese al intento de
introducirlo en las condiciones idealizantes del discurso que El segundo presupuesto nos viene a decir que la “racionalidad del
posibilitan la comunicación social), dónde las motivaciones procedimiento”, respecto de las reglas pragmático-ideales que
personales de los actores para la acción son precedidas de una posibilitan la comunicación y el entendimiento, garantiza la
motivación moral que, manifiesta en el vínculo ilocucionario “racionalidad del producto”, es decir, la aseverabilidad pública
constitutivo de la sociedad misma, genera un espontáneo imparcialidad y universalidad de los consensos alcanzados
sentimiento de “solidaridad interna” que orienta a los sujetos hacia desde la ética del discurso. La primera pregunta que deberíamos
la búsqueda cooperativa del entendimiento 147. Al final, el yo hacernos es si las condiciones procedimentales de la imparcialidad y
reflexivo de Habermas, desde el a priori de una comunidad ideal de la universalidad son las que mejor definen una moralidad pública. Y
en segundo lugar, si una racionalidad-moralidad procedimental,
como “reglas técnicas” del discurso que posibilitan la distancia
Verdad y justificación, opl. cit., pp. 57 ss). No obstante, Habermas también se reflexiva, pueden conferir a la razón de la suficiente “fuerza moral”
vuelve a contradecir, afirmando que: “Esta diferencia entre verdad y
aseverabilidad justificada se borra en el caso de las pretensiones de validez
para imponerse como reglas normativas sobre los intereses vitales
morales” (“Correción normativa versus verdad: el sentido de la validez egoístas y las preferencias axiológicas en la praxis social.
ontológica de los juicios y normas morales”, en Verdad y Justificación, op. El problema que entraña la primera de estas preguntas es la
cit., p. 284.); o también: “La validez de un enunciado moral tiene el sentido
definición propia de la moral, y si ésta, como moral pública, puede
epistémico de que sería aceptado bajo condiciones ideales de justificación”
(Acción Comunicativa y Razón sin trascendencia, op. cit., p. 60). Esta distanciarse de implicaciones existenciales éticas, como
contradicción tiene su causa en asumir aproblemáticamente que los sujetos motivaciones internas que “enganchan” a los sujetos con la vida
como actores sociales son capaces de dejar atrás sus intereses social. La dificultad de esta formulación estriba en que la moral
perlocucionarios y creencias axiológicas para buscar espontáneamente (en
similitud a la voluntad autónoma kantiana) un acuerdo ilocucionario; es decir, pública deja de construirse desde un vínculo individuo-individuo,
que pueden ser objeto de idealización racional. Rawls, por ejemplo, asume la que es el único posible desde la elección de la teoría de la acción
incapacidad de que los individuos puedan desprenderse de tal lastre cognitivo como comunicación que asume Habermas en su propuesta teórica,
en su conceptualización de las “cargas de juicio”, que procedentes de
intereses racionales y/o convicciones axiológicas, impiden a los individuos para referirse a una “vinculación genérica” insita en la propia
asumir una racionalidad pura al estilo kantiano. Ver, Rawls, J., Political racionalidad reflexiva. Este sería el resultado de sumar a la
Liberalism, Columbia University Press, NY, 1993; pp. 54-58 y 119-121.
147
Rawls, por el contrario, entiende la cooperación social como un “interés
general” por una sociedad bien ordenada que garantiza los derechos particulares. Su racionalidad parte, en consecuencia, del cálculo de intereses
individuales, es decir, el juego limpio en la búsqueda de los intereses egoístas.

96 97
característica de la “imparcialidad”, que en sí misma es la que mismo procede de una “predisposición” al entendimiento como
permite la actitud hipotético-reflexiva del discurso, una pretensión finalidad propia de la acción comunicativa. El discurso creará
de “universalidad racional”, que volvería a resituar la “ética del validez normativa si y sólo si sus participantes asumen esta
discurso” en su original formulación apeliana trascendental de una orientación a entenderse como una motivación prevalente de toda
“teleología” realizativa del discurso insita en el a priori de una comunicación social frente a sus propios intereses y preferencias
“comunidad indefinida de comunicación”.148 Por el contrario, si la axiológicas. Descubrimos entonces que la “obligación técnica” en
racionalidad comunicativa es intersubjetiva, es decir, fruto de la realidad también contiene una “obligación moral-actitudinal”
comunicación misma, no puede responder a fines apriorísticos propia del discurso, que es además la que confiere una “obligación
anteriores a que ésta se produzca. normativa” al vínculo ilocucionario.
La segunda pregunta referente al segundo presupuesto si la Por el contrario, cuando observamos la praxis real descubrimos
racionalidad del procedimiento garantiza la racionalidad del que los actores pueden comportarse como free riders 149 que los
producto era aquella que se cuestionaba si del seguimiento de las demás jueguen limpio ateniéndose al vínculo normativo
“reglas técnicas del discurso” se desprendía una validez de las ilocucionario mientras nosotros jugamos sucio violando las reglas
“reglas normativas-morales”, al tiempo que equipara una en nuestro beneficio, siempre que las normas públicas no vengan
“obligación técnica como conjunto de condiciones que posibilitan respaldadas por sanciones de distinto tipo hacia sus infractores.
la comunicación y que todo participante debe adoptar si quiere Descubrimos que la buena voluntad que habíamos supuesto en los
comunicarse con una “obligación moral” para cumplir los actores cuando se comunican entre sí, no tiene un fundamento
acuerdos consensuados cognitivamente. La validez normativa se extensivo a las motivaciones reales de los mismos para participar en
remite, como acabamos de ver, a la “imparcialidad” creada con la la praxis social, dejando en entredicho la limpieza perlocucionaria
distancia reflexiva de la actitud hipotética del discurso, que así de los vínculos ilocucionarios contraídos150. En definitiva, que el
orden normativo público se encuentra bajo una sospecha ideológica
148
En realidad, el mismo Habermas admite que, desde una concepción sobre la posibilidad de que algunos actores hayan podido introducir,
deflacionada y destrascendentalizada de la verdad, ya no podemos pretender
“universalidad” (o infalibilidad), lo que anularía la equiparación de la en la definición conjunta de la situación del vínculo ilocucionario,
racionalidad del procedimiento discursivo (condiciones ideales de diálogo) a intencionalidades perlocucionarias que los beneficien de manera
la racionalidad del producto (la necesidad racional de las conclusiones señalada frente a otros actores sociales en la planificación del orden
alcanzadas). Ver, Habermas, Verdad y justificación, op. cit., pp. 27-30. En el
caso de los acuerdos normativos, en virtud del “construccionismo” de la
realidad social, según Habermas sí sería factible realizar tal equiparación,
149
pese a reconocer que no existe ninguna garantía para el cumplimiento de las Para una teorización sociológica del “free rider”, ver Olson, M., La lógica
condiciones ideales de diálogo, ni para que los participantes se comprometan de la acción colectiva, Ed. Limusa, Mexico, 1992.
150
a seguir los acuerdos consensuados por su propia voluntad (Verdad y Como ya se señaló, el vínculo ilocucionario no quedaría exento de
justificación, op. cit., pp. 57 ss.). Quizás, en este punto, la propuesta de Rawls influencias perlocucionarias en su mismo proceso de gestación. El último
de una justicia política se muestra más solvente, pues aunque asume el criterio Habermas reconoce que, efectivamente, los actores pueden condicionar el
de la imparcialidad como prioritario de una ordenación “contractualista” del llegar a acuerdos ilocucionarios sólo como condición para materializar sus
orden normativo público, en su definición exclusivamente política va a intereses perlocucionarios, en cuyo marco estratégico de acción: “todos los
criticar la pretensión de una “universalidad” racional-cognitiva que siempre actos de habla son privados de su fuerza ilocutiva vinculante”; Habermas, J.,
contiene un sesgo trascendental respecto de la praxis social-política. “Racionalidad del entendimiento. Aclaraciones al concepto de racionalidad

98 99
estructural de la sociedad. La sospecha ideológica tiene como efecto como depositaria a ultranza de la soberanía popular democrática,
una “definición estratégica” de la comunicación, cuya principal frente al modelo de la “representación” política liberal o el de una
repercusión sería la de quebrar la expectativa de una “obligación Constitución cosificada como ideología151.
moral” como juego limpio hacia los consensos normativos Así, frente al cheque en blanco de la subasta electoral para el
alcanzados discursivamente. gobierno del poder político, Habermas plantea la posibilidad de una
vigilancia permanente por parte de la sociedad civil
3.2. Sobre si el derecho puede cumplir adecuadamente su doble organizaciones sociales que prestan su voz a la Opinión Pública
compromiso con la “facticidad” del poder político y con la frente al poder administrativo como garantía de un adecuado
“validez” de la racionalidad comunicativa ejercicio de la democracia como autogobierno, que, además, vienen
a tematizar políticamente cuestiones desplazadas al ámbito privado
La necesidad del derecho como gozne de articulación entre la que requieren de la atención y de la regulación político-normativa
facticidad del poder político y la validez normativa de la ética del pública 152.
discurso, proviene, precisamente, de la insuficiencia del vínculo
ilocucionario para asentar una “obligación normativa”, que de este 151
En la versión más acabada de este modelo, creo que Habermas viene a
modo debe reforzarse desde el poder político con sanciones desmarcarse por el riesgo de caer en un republicanismo idealista de su
“empíricas” de distinto tipo. La legalidad obligación normativa anterior apuesta por un “patriotismo constitucional” como ideal concluso y
fosilizado de Democracia. Habermas entiende más bien a la sociedad civil, en
pública y la legitimidad validez normativo-discursiva de su dinamismo comunicativo que va mutando continuamente la Opinión
carácter cognitivo-universal encontrarían en el derecho, según Publica con nuevas aportaciones en el discurso político-moral, como
Habermas, el altar que consagra su feliz matrimonio. Sin embargo, depositaria de un proceso de “Constitución permanente”, que, en virtud de la
actitud reflexiva del discurso, reapropia y actualiza continuamente las
si se quiere mantener una ponderación acentuada en la legitimación pretensiones de validez del consenso normativo público. Evidentemente, en
como es el caso de Habermas en su “inquietud” por plegar las estas condiciones extremadamente flexibles de la normatividad social, el
estructuras sociales al fin último de la autorrealización del ser único elemento al que se puede apelar como un referente de su articulación es
a la ética del discurso, fuente de los principios “deontológicos” por los que se
humano como ser racional-comunicativo, tendremos que analizar puede llegar a consensuar normas conjuntas para la acción. No obstante,
cuales pueden ser los mecanismos institucionales desde los cuales como el mismo Rawls puntualiza, estos principios no pueden ser
exclusivamente procedimentales, pues si quieren incorporar el horizonte
pueden encontrar acomodo en la praxis social, que, evidentemente,
realizativo teleológico de la racionalidad discursiva en la articulación
en su necesidad de implicar al poder político, deben incluir un normativa de las sociedades, deben tener también un carácter “substantivo”
modelo de “autogobierno”, es decir, un modelo de Democracia. El como valores político-morales que permiten nuclear moralmente dichos
diseño que Habermas nos presenta de la Democracia como sistema consensos.
152
Sin embargo, la presunción de una “racionalidad reflexiva” a estas
político es, en cierta manera, bastante novedoso, pues, en su organizaciones surgidas de la sociedad civil es una atribución sin mucho
orientación de sobrecargarlo en el momento discursivo de la fundamento, pues siempre aparecen vinculadas a reivindicaciones vertebradas
validez, se asienta en una “reconstrucción” de la esfera pública en torno a intereses sociales concretos o interpretaciones axiológicas sobre la
vida buena como pueda ser la solicitud de un reconocimiento “público” de
alguna seña de identidad socio-cultural, o creencias religiosas como la
comunicativa desde la teoría de los actos de habla”, en Verdad y Justificación, negación del aborto como posibilidad legal. Ni tan siquiera se podría decir
op. cit., p. 123. que este tipo de organizaciones sean en su conjunto avatares de una nueva

100 101
En definitiva, el problema de esta propuesta, en su vertiente intereses. Para justificar esta “buena voluntad” que lleva al
práctico-política, es que, en realidad, se queda en eso, en una mera entendimiento, al final Habermas tiene que apelar, al igual que
propuesta, sin un desarrollo paralelo de las instituciones “públicas” Kant, y pese a su renuncia a una razón trascendental, a un reino
que permitirían esta labor de vigilancia popular de la actuación realizativo de la racionalidad comunicativa consigo misma; es decir,
político-normativa, y que, por consiguiente, dada su difícil que para que los seres humanos puedan guiarse por los dictados de
viabilidad en las prácticas socio-políticas reales, entre otras facetas la racionalidad comunicativa, primero tienen que ser capaces de
por descompensar la relación entre institucionalización y continua distanciarse de sus motivaciones personales en cuanto actores
reconstrucción pragmático-discursiva de expectativas de acción, que sociales reales. Su propuesta de una “política deliberativa” pasa
sumergen la praxis social en la incertidumbre de una perenne “doble también por dar un giro radical a la conceptualización de la
contingencia”, no deja de ser una propuesta, aunque encomiable por Sociedad Civil, que de concretarse como un espacio para los
su profundidad analítica, de utopía político-filosófica. intereses particulares privados, al menos desde Hegel y las teorías
liberales, transita hacia su conversión como un espacio de encuentro
Balance y conclusiones “público” que retiene la legitimidad y soberanía democrática, y que
en base a los dictados de la ética del discurso es capaz de
Desde la perspectiva sociológica, quizás la mayor aportación de autorregularse bajo la luz de la razón, incluso al precio de desafiar al
Habermas haya sido unir el procedimiento deliberativo de la ética sistema tradicional de representación política de partidos políticos
del discurso, de claro diseño filosófico, con una nueva formulación como mediadores entre la Sociedad Civil y el Estado (lo particular y
del vínculo social constitutivo de las sociedades, conocido como lo universal en Hegel). Los individuos además necesitarían
“vínculo ilocucionario” y heredero de su Teoría de la acción participar activamente en este nuevo escenario público para dar
comunicativa. El principal déficit de esta propuesta sigue siendo el salida a sus anhelos de autorrealización racional-comunicativa,
excesivo idealismo que se les adjudica a los actores sociales, que, al puesto que la dimensión política del ámbito público pasa también a
igual que en la posición original de Rawls, aparecen bajo un “velo convertirse en un escenario para la realización moral en cuanto
de ignorancia” sobre sus motivaciones pragmáticas. Este velo de sujetos comunicativamente racionales.
ignorancia o distancia reflexiva sobre los intereses egoístas y las El idealismo que impregna toda la propuesta ética de Habermas,
preferencias axiológicas, que es la condición de la imparcialidad y en especial el irresuelto problema de la “buena voluntad”, creo
que abre la posibilidad de una moralidad postconvencional, sólo se que resulta suficientemente visible como para mostrarse cautelosos
puede presuponer desde una motivación prevalente hacia “la buena sobre la viabilidad de reconstruir nuestras sociedades bajo un
voluntad”, incluso aun cuando vaya en contra de los propios modelo puro de “Democracia Deliberativa”; es decir, que por mi
parte estimo que los mecanismos de tutela moral desde la Sociedad
conciencia post-materialista ante la crisis de identidad la vuelta de las
Civil hacia el sistema político en realidad tienen un muy difícil
reivindicaciones de la “eticidad existencial” al terreno de la normatividad
pública, pues existe entre ellas tal diversidad de demandas, con encaje con el actual sistema político de representación de intereses a
motivaciones prácticas intrínsecas a su movilización y organización pública, través de Partidos Políticos, haciendo de nuevo planear la sombra de
que nunca podría hablarse de un síntoma reversivo de la privatización una “Democracia sin pluralidad”, y con voz única desde la Sociedad
normativa de la subjetividad, sino, más bien, a todo caso, de un escaparate de
la “lucha de dioses” en la modernidad (Weber). Civil al estilo de la “Voluntad General” rousseauniana.

102 103
hijos el espíritu de lucha por aquello que se cree justo. Dado este
entorno familiar, el joven Rawls llegó a desarrollar en su infancia
CAPITULO II profundas inclinaciones morales, que incluso le llegaron a gestar la
convicción, al menos por algún tiempo, de dedicarse a una vocación
LA TEORÍA NORMATIVA POSTCONVENCIONAL DE religiosa. Durante su juventud, Rawls también llegó a manifestar un
JOHN RAWLS excelente rendimiento como deportista, que de haber seguido por
esa senda, según algunos de sus compañeros, podría haberle llevado
En la actualidad, los filósofos de la política, o deben a convertirse en un atleta de éxito. De cualquier modo, sus
trabajar dentro de la teoría de Rawls, o explicar por qué no enraizadas creencias morales tuvieron mucho que ver con la
lo hacen. elección de sus estudios de filosofía en Priceton, pudiendo reseñar
(R. Nozick) de dicho periodo su activismo en movimientos de protesta
estudiantiles, como los que se originaron en contra de la bomba de
Introducción. Hiroshima en 1945, que le otorgaron una experiencia de primera
mano de la “desobediencia civil”. Tras doctorase en Priceton en
Nada mejor que esta pequeña afirmación de uno de los autores 1950, ejerció profesionalmente como docente, sucesivamente, en
más críticos con la obra de Rawls, para presentar a quien, tras su dicha universidad, en Cornell y, finalmente, en Harvard, desde
reciente fallecimiento el pasado 24 de noviembre del 2002, se puede dónde desarrollo su trabajo hasta el momento de su muerte.
considerar, indiscutiblemente, como uno de los más relevantes Muchos comentaristas de Rawls han querido señalar como su
pensadores del siglo XX y un clásico ya consagrado de la filosofía obra es un fiel reflejo de su carácter como filósofo, de pensamiento
política. Aunque Rawls siempre se manifestó reaccio a participar en profundo, concienzudo y sosegado, y de una gran modestia
actos de reconocimiento institucionales o sociales a su persona, personal. De hecho, una de sus frases preferidas cuando un alumno
llegado el momento post-requiem de rendir cuentas, no podemos o interlocutor le planteaba una objeción interesante a alguno de sus
sino honrar su memoria brindándole un justo tributo académico a su planteamientos, lejos de una respuesta precipitada de defensa, no era
legado intelectual y humano. otra que: “I’ll have to think about that”. Se podría decir incluso que,
John Rawls nació en Baltimore en 1921, en el seno de una tal y como transmitió a su colega y amigo Burton Dreben, Rawls
respetable familia de Nueva Inglaterra. Su padre fue un reputado llegaría a elevar esta modestia y seriedad con la que abordaba la
abogado, de carácter serio, e incluso clasista, que prodigó en su reflexión filosófica a la categoría de un método de trabajo personal
entorno familiar los valores de la diligencia y la rectitud como bases y docente; en sus propias palabras:
del “respeto por uno mismo”; mientras su madre fue una conocida
activista de los derechos de la mujeres, que también insufló en sus Todas las grandes figuras [de la filosofía] están hasta cierto punto
fuera de la nuestro alcance, por mucho que intentemos dominar su

Publicado como: “Homenaje póstumo a John Rawls”, ISEGORIA, (Consejo
Superior de Investigaciones Científicas CSIC-España), nº 31, Dic. 2004 pensamiento. (...) Como los grandes compositores y los grandes artistas
((ISSN: 1130-2097); pp. 5-45 —Mozart y Beethoven, Poussin y Turner—, están más allá de la envidia.

Nozick, R., Anarchy, State and Utopia, Basic Books, Nueva York, 1974; p. Al dar clase es vital intentar transmitir esto a los estudiantes a través de
183.

104 105
nuestro propio discurso y nuestra conducta, y explicarles por qué es así. liberalismo como forma justa de organización económica y política
La única manera de conseguirlo es tomándose en serio el pensamiento del en las sociedades modernas.
texto, como algo digno de ser honrado y respetado. A veces esto puede
parecer una forma de reverencia, pero es muy distinto de la adulación o
Un acercamiento al pensamiento normativo postconvencional de
la aceptación desprovista de crítica del texto o del autor como si fueran
definitivos. Toda verdadera filosofía aspira a la crítica justa y depende de John Rawls.
la continuidad del juicio público reflexivo.1
Como acabamos de ver, la obra de John Rawls, aunque
Una consecuencia directa de este carácter meticuloso y esquivo a perteneciente a la órbita política del pensamiento liberal, ha tenido
la adulación de John Rawls, no es otra que su nula inclinación a la un profundo calado y resonancia pública prácticamente desde que se
proyección pública, como la concesión de entrevistas o los dio a conocer con la publicación de su Teoría de la Justicia 2. La
homenajes de distinción social y académica. Posiblemente por ello, propuesta teórica que se contenía en el libro, sin embargo, era fruto
Rawls siempre mantuvo intencionadamente bajo un “velo de de veinte años de reflexiones, que ya habían tenido su
privacidad” todos aquellos aspectos referentes a su vida personal, correspondiente eco aunque de manera restringida en una
como su vida familiar —formada por esposa y cuatro hijos— o su decena de artículos publicados durante el periplo. De entre los
aficción a los paseos por la naturaleza y la navegación marítima, de mismos, y con el fin de poder clarificar los contornos en los que se
cualquier intromisión procedente de su vida profesional. De hecho, circunscribía el problema central de sus indagaciones, se podrían
de no ser por el gran impacto causado por el primero de sus libros, señalar de manera destacada algunos de ellos, a través de los cuales
Teoría de la Justicia, Rawls apenas se distinguiría de cualquiera de podremos reconstruir el camino emprendido por Rawls en la
sus colegas en la vida académica anglosajona, cuyas publicaciones, vertebración de los conceptos capitales de su teoría 3.
fruto de toda una vida dedicada al estudio de una especialidad, tan
sólo adquieren relevancia comunicacional dentro de un restringido
círculo académico. Por el contrario, con la publicación de este libro,
traducido a decenas de lenguas y con más de 400.000 ejemplares 2
Para facilitar la consulta de referencias al texto, se va a citar siempre por TJ
vendidos, Rawls pasó directamente a ser una de las principales la versión en castellano: Teoría de la Justicia, FCE, Madrid, 1995.
3
estrellas en el debate internacional de la filosofía política y moral, La forma de trabajo del propio Rawls se presta ejemplarmente a esta tarea de
convirtiéndose también en un autor de referencia en otras disciplinas reconstrucción. A partir de una inquietud inicial, como es la de proponer un
procedimiento racional para la reflexión moral, va enfrentándose a la
académicas afines, como la teoría económica y las ciencias sociales. complejidad de la tarea parcelando sus diferentes aristas en trabajos de
En definitiva, Rawls es en la actualidad, por méritos propios, uno de reflexión monográficos. Este proyecto le llevará la nada desdeñable inversión
los principales pensadores que ha dejado tras de sí el siglo XX, y de veinte años de investigaciones, que finalmente desembocarán en una teoría
compacta. Su Teoría de la Justicia se puede considerar, en consecuencia,
cuya obra sienta un antes y un después en la forma de entender el como una fábrica de montaje en la que se ensamblan, de manera coherente,
las piezas del puzzle que había confeccionado por separado durante el periodo
1
John Rawls, “Burton Dreben: A Reminiscence”, en Juliet Floyd y Sanford de preparación. Para una apreciación similar, se puede consultar: Wolff, R.P.,
Shich (comp.) Future Past: Perspectives on the Place of the Analytic “Introduction”, en Understanding Rawls, Priceton Univ. Press, Priceton, 1977
Tradition in Twentieth-Century Philosophy, Oxford Univ. Press, Nueva York, (existe traducción al castellano: Para comprender a Rawls, FCE, México,
2000. 1981).

106 107
Tal y como lo patentiza su tesis doctoral4, la principal a determinar una serie de principios para la misma. La razonabilidad
preocupación intelectual del joven Rawls se enmarcaba en el vendría referida no ya a una cualidad moral como tendrá que
callejón sin salida al que había llegado la filosofía moral sostener más tarde en su aproximación al intuicionismo racional
angloamericana de los años cincuenta, que se debatía, sin kantiano, sino a la capacidad de los individuos para participar en
posibilidad de una vía teórica de reencuentro, entre el refinamiento un “juego de regateo”7, donde, aun teniendo en cuenta sus propios
metodológico del utilitarismo la teoría de la elección racional intereses, también tienen que contar con una disposición al
adoptada con gran éxito por la teoría económica y la tradición entendimiento mutuo y al compromiso de los acuerdos virtudes
ética del intuicionismo y el emotivismo aquí tendrían cabida que si encuentran una fuerte resonancia kantiana y que serán el
desde A. Smith y Moore hasta Kant. El primer posicionamiento de puente hacia el intuicionismo.
Rawls, como se evidencia en su artículo “Outline of a Decision Después de prácticamente seis años de trabajo silencioso, Rawls
Procedure for Ethics”5 se acerca al procedimiento de reflexión publicará su primera versión de “justicia como equidad” 8, dónde los
racional del utilitarismo, pero aplicado a la cuestión de la ética. siete principios de la ética racional del anterior artículo se vienen a
Rawls mantiene una aspiración racional-construccionista para la reducir a sus dos conocidos principios de la justicia, que son
confección de tal procedimiento, gracias al cual se podrían llegar a enunciados en los siguientes términos:
establecer “leyes” racionales para la conducta humana e, incluso, la
organización social6. En este artículo, Rawls pone el acento de su La concepción de la justicia que quisiera desarrollar puede
interés en la definición de un sujeto racional típico y las condiciones enunciarse mediante los dos principios siguientes: primero, cada persona
que participa en una práctica, o que se ve afectada por ella, tiene un
bajo las cuales tendría que llevar a cabo una deliberación sobre
igual derecho a la más amplia libertad compatible con una similar
aspectos de justicia en una situación de conflicto de intereses con
libertad para todos; y segundo, las desigualdades son arbitrarias a no ser
otros sujetos racionales, cuya finalidad última será la de poder llegar que pueda razonablemente esperarse que redundarán en provecho de
todos, y siempre que las posiciones y cargos a los que están adscritas, o
4
A study in the grounds of ethical knowledge: considered with reference of desde los que puedan conseguirse, sean accesibles a todos.9
judgments on the moral worth of character, Ph. D. Dissertation, Priceton
Univ., 1950.
5 7
“Outline of a Decision Procedure for Ethics”, en The Philosophical Review, La versión más depurada de un modelo de juego de regateo entre sujetos
60 (1951). Reeditado en Rawls, J., Collected Papers (CP), Harvard University racionales como “procedimiento de deliberación racional” sobre cuestiones de
Press, Cambridge (Mass.), 1999; pp. 1-19. justicia la podremos encontrar en su siguiente artículo: “Justice as Fairness”,
6
Rawls cree que se puede equiparar, encontrando el método de reflexión en The Journal of Philosophy, 54 (1957). Reeditado en C.P. Sobre las
apropiado, la ética con el estudio de la lógica inductiva. En este sentido, una condiciones del juego de regateo, ver pp. 52-54. Para una crítica al mismo se
ética “racionalizada” vendría a ofrecernos una definición de la conducta social puede consultar: Wolff, R.P., op. cit., pp. 131-161.
8
“razonable”, que todos los individuos, mientras sean capaces de reflexión Este artículo constituye en su práctica integridad el primer capítulo de
racional, aceptarían voluntariamente por la pura fuerza lógica de sus Teoría de la Justicia, y en el quedan servidos sin demasiadas variaciones los
argumentos. Como vemos, está sería una consecuencia compartida de toda elementos centrales de su propuesta, salvo la excepción del posterior añadido
construcción moral cognitiva (fundamentada desde una base racional): su del “velo de ignorancia” a la posición original, fruto de su mayor influencia
aceptabilidad o validez universal aunque los presupuestos de fondo de la kantiana, y un mayor refinamiento del principio de diferencia procedente de
definición de dicha racionalidad por Rawls distan mucho por el momento de su conceptualización de la justicia distributiva.
9
la propuesta kantiana, pues se mantienen fieles a las premisas del cálculo de Se cita la traducción de M. A. Rodilla, “Justicia como equidad”, en J. Rawls,
intereses egoístas del utilitarismo. Ver, ibíd., p. 2. Justicia como equidad, Tecnos, Madrid, 1999; p. 79.

108 109
puede reconstruir el razonamiento que un sujeto competente llevaría
Con la formulación de estos dos principios, Rawls pretendía a cabo en una “posición original” de igualdad con otros sujetos
reunir, dentro de una misma propuesta teórica de la moral, las racionales para determinar los principios de un acuerdo “justo” de
tradiciones del utilitarismo y del intuicionismo que, desde su punto cooperación del que todos salen beneficiados. El problema está
de vista, constituían los dos grandes discursos de la filosofía planteado como una situación típica de la teoría de juegos
moral 10. El procedimiento analítico que Rawls desarrolla para este rational choice de suma no-cero, donde en el escenario de una
propósito se puede considerar su principal aportación dentro de la incertidumbre sobre el lugar que se llegaría a ocupar en la
teoría moral, como no es otra que la original y fecunda aplicación de “estructura básica” de la futura sociedad, cada individuo debe
la idea política del Contrato Social a la teoría de la decisión racional asumir el criterio maximin que lo ubica en el peor escenario posible,
en la ética que ya estaba utilizando el utilitarismo 11. A través del es decir, como si su lugar le fuese adjudicado por su peor
mismo, y sin renunciar al carácter “egoísta” de un cálculo de enemigo 13. El quid del problema, por el que Rawls va a necesitar
intereses como rasgo definitorio de los sujetos racionales12, Rawls
10
Una de las mayores críticas que se le hará a Rawls desde diferentes frentes problema de “estabilidad” que sólo puede tomar solución desde el
de la filosofía moral es, precisamente, el tener solamente en cuenta estas dos “compromiso” de una personalidad moral ó las sanciones administrativas y
tradiciones, que para cuando se publicó su Teoría de la Justicia (TJ) en 1971, penales de un Estado de Derecho. Esta última solución dejaría a un lado el
estaban prácticamente obsoletas respecto a las nuevas líneas de reflexión problema de la moralidad de los actos por un criterio legal-racional de la
filosófica del escepticismo trascendental, la filosofía del lenguaje, la conformidad de los mismos a la legalidad vigente, restringiendo el uso
fenomenología, la hermenéutica, la teoría crítica o el pujante neoaristotelismo conceptual de la racionalidad a su definición estratégica. Rawls, por el
comunitarista. Para una visión actual de la teoría moral clásica de J. Rawls, se contrario, pretende encontrar un fundamento “moral” al sentido de justicia
puede consultar su libro Lectures on the Hystory of Moral Philosophy, con el que se construye el derecho (el problema de su fundamentación), y
Harvard University Press, Cambridge (Mass.) 2000. Para algunas críticas consecuentemente, tendrá que ampliar el concepto de racionalidad hacia la
sobre una insuficiente “apropiación” de las tradiciones de filosofía moral por personalidad moral del intuicionismo kantiano, capaz de comprometerse en el
Rawls, ver: Nussbaum, M., “Covering with the Tradition: John Rawls and the seguimiento de “leyes racionales” (la validez moral de las mismas que
History of Ethics”, Ethics, v. 109, nº 2, 1999, pp. 424-430; Guixan, E., “Un “obligan” en virtud del imperativo categórico de la autonomía racional).
siglo de oro para la ética”, Agora, v. 15, nº1, 1996, pp. 31-49. Sobre la teoría del free rider, se puede consultar: Olson, M., The Logic of
11
Con la introducción de la idea del Contrato Social en la reflexión moral, Collective Action, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1971; sobre
Rawls también hace prisionera a esta última de la teoría política, cuestión que una crítica de su aplicación en Rawls, se puede consultar: Nozick, R.,
tiene que acabar reconociendo en Liberalismo Político (PL) al prescribir su Anarchy, State and Utopia, Basic Books, Nueva York, 1974, pp. 195 ss.
13
teoría de la justicia como un teoría genuina y exclusivamente política. Se El razonamiento es el mismo que garantizar el reparto equitativo de una
puede consultar su artículo: “Justice as Fairness: Political, not Metaphysical”, tarta haciendo que quien realiza la distribución de las porciones sea el último
en Philosophy and Public Affairs, 14 (1985) (hay traducción española de E.G. en elegir su porción. En definitiva, el criterio maximin respondería a una
Martínez Navarro, “Justicia como imparcialidad: Política no metafísica”, en “maximización de mínimos” riesgos en una situación de incertidumbre. Dado
Diálogo Filosófico, 16 (1990); y también S. Mazzuca, “La justicia como su carácter conservador, el criterio maximin ha sido duramente criticado como
equidad: política no metafísica”, La Política, 1 (1996)); ver también, paradigma del pensamiento racional estratégico (cálculo de intereses). Ver,
González, M. P., “El contrato como método de justificación de principios por ejemplo, R. P. Wolff, op. cit., pp. 51 ss.; Barry, B., La teoría liberal de la
éticos en J. Rawls”, Agora, v. 11, nº 2, 1992, pp. 149-158. justicia, FCE, México, 1993, pp. 94-121; Harsanyi, J., “¿Puede el principio de
12
El problema del egoísmo, frente a la personalidad moral-racional kantina, maximin servir como base ética? Una crítica a la teoría de la Justicia de John
es que, como puso de manifiesto M. Olson, la racionalidad estratégica no Rawls”, Hacienda Pública Española, nº 48, 1977, pp. 305-33; Langtry, B.,
puede escapar al problema del “free rider”, y comprometerse en el “The Maximin Rule Argument for Rawls’s Principles of Justice”, Australian
seguimiento de acuerdos que lesionen sus propios intereses. Esto crea un Journal of Philosophy, v. 63, 1985.. Rawls apuntalará este concepto en un

110 111
apoyarse en el intuicionismo que fundamenta un sentido de la utilitarismo respecto de una organización distributiva “justa”,
justicia, no es otro que la disposición de los sujetos racionales a procedería de su indiferencia respecto de cómo se distribuye la
reconocer los principios comúnmente acordados y comprometerse suma de satisfacciones entre los individuos que componen una
en su seguimiento como una forma de conducta racional o “juego sociedad, pues el principio de utilidad tan sólo responde al criterio
limpio” (fair play) frente al juego sucio del free rider 14, de eficiencia de cómo alcanzar el máximo saldo neto de beneficios.
compromiso que sólo puede nacer de una concepción contractualista Desde la premisa de cómo incrementar el bienestar global de una
de la justicia como equidad entre las partes, que vendría a dar cuenta sociedad por ejemplo, medido a través del instrumento del PIB,
de ese “sentido interno” de la justicia como referente moral “innato” se podría justificar cómo las mayores ganancias de algunos pueden
por el que se reconoce la validez de los principios en la “posición compensar las menores pérdidas de otros 17, argumento que no
original” 15. resistiría una confrontación con nuestro sentido interno de la
El problema se complica aún más cuando se toma en justicia, que, por el contrario, si se puede llegar a reconstruir desde
consideración la premisa utilitarista de que la igualdad simple no es la teoría contractualista de la justicia como equidad.
la forma más eficiente de cooperación social los beneficios netos En efecto, dada una situación inicial de igualdad estipulada en
de una división y especialización del trabajo, y que, las condiciones de la “posición original”, los individuos negociarán
consecuentemente, habrá que estipular los criterios que los términos de su cooperación bajo el criterio maximin, que hace
recompensen de manera desigual las diferentes contribuciones prevalecer siempre unos “mínimos de tolerancia” para las peores
funcionales al bien común. Este es el tema que, precisamente,
Rawls abordará en otro de sus más significativos artículos del una equidad de derechos y libertades procedentes de las teorías
periodo, que será publicado en 1967 bajo el título de “Justicia contractualistas, sino en el sentido “económico” de una “eficiencia” de la
sociedad como sistema de cooperación funcional que redunda en beneficio de
Distributiva”16. En estimación de Rawls, la principal deficiencia del todos sus integrantes. La cuestión principal de la “justicia distributiva” no es,
en consecuencia, la de una “justicia asignativa” de los recursos y bienes
artículo posterior a TJ: “Some Reasons for the Maximin Criterion”, American producidos por una sociedad dada entre sus miembros, sino la de elegir entre
Economic Review, 64 (1974) (reeditado en CP, pp. 225-231). diferentes sistemas sociales de cooperación la estructura básica a partir
14
El rasgo fundamental según Rawls de “tener una moralidad” sería el de los criterios emanados de la posición original más el criterio de la
“reconocimiento de principios” que se aplican “imparcialmente” a la propia eficiencia.
17
conducta. Ver, Rawls, J., “Justice as Fairness”, en Collected Papers, op.., p. En opinión de Rawls, con el principio de utilidad se podría llegar a
55. justificar, dadas unas condiciones tecnológicas de producción, hasta la
15
Ibid., pp. 70-71. Ver también su artículo: “The sense of Justice”, The esclavitud de amplios sectores de población como el sistema de cooperación
Philosophical Review, 72 (1963); reeditado en CP., pp. 96-116. social más eficiente. Por el contrario, si tenemos la convicción de que cada
16
“Distributive Justice”, en P. Laslett & W.G. Runciman (eds.), Philosophy, individuo en virtud de su dignidad moral tiene una inviolabilidad
Politics and Society, Third series, Black Well, Oxford, 1967; También, fundada en la justicia, la esclavitud como pérdida de la principal cualidad
“Distributive Justice: Some Addenda”, Natural Law Forum, 13 (1968); moral (libertad) resulta intolerable. Por esta razón, Rawls apuntará que: «El
reeditados en Collected Papers, pp. 130-175. Existe un tercer artículo en el principio de utilidad es incapaz de explicar el hecho de que en una sociedad
que Rawls viene fundir ambos artículos: “Distributive Justice”, en E.S. Phelps justa las libertades de igual ciudadanía se dan por supuestas, y de que los
(ed.), Economic Justice, Penguin Books, Baltimore, 1973 (traducción derechos asegurados por la justicia no están sujetos a la negociación política
española de M.A. Rodilla, “Justicia Distributiva”, (JD) en Rawls, Justicia ni al cálculo de intereses sociales»; “Justicia Distributiva” (JD), op. cit. p.
como equidad, op. cit., pp. 123-157). Este artículo hay que entenderlo como 124. Es por esta causa que Rawls prescribe un “principio lexicográfico” como
una segunda caracterización de la justicia, no ya en el sentido “político” de orden de prioridad del primer principio de la justicia sobre el segundo.

112 113
posiciones como garantía de la igual dignidad moral de las personas. Desde la alternativa que plantea el contractualismo al
En este punto, Rawls introduce por primera vez su concepto del utilitarismo, Rawls cree estar en condiciones de poder llegar a
“velo de ignorancia”, definido como la ausencia de información matizar el principio de eficiencia hasta hacerlo compatible con los
específica de la posición que se ocupa en la sociedad, así como del “mínimos tolerables” que nos vienen dados por los dos principios de
lugar asignado por nacimiento en la distribución de los talentos y la justicia como equidad. De este modo, si el primer principio de la
capacidades naturales 18. El velo de ignorancia, citado en este justicia vertebra una sociedad en términos de igualdad política y
artículo de pasada, resulta capital para llegar a comprender el giro jurídica, el segundo principio parte de que tan sólo es permisible la
del utilitarismo hacia el kantismo, pues a través del mismo la “desigualdad” generada por el entramado funcional-económico en
posición original deja de ser un “estado de la naturaleza” cuanto redunda en un beneficio para todas las personas que
hobbesiano —el juego de regateo entre sujetos racionales— para participan en ella 21. Para valorar hasta que punto una “estructura
situarse en el plano de reflexión “abstracto” del reino de fines de la básica” es mejor que otra, habrá que atenerse, consecuentemente, a
razón 19. La “imparcialidad” del sentido de la justicia sólo puede un doble criterio de eficiencia y de justicia social, eligiendo de entre
ser asumida como criterio del juicio racional bajo el artificio del los más eficientes dadas unas condiciones tecnológicas de
velo de ignorancia, que sitúa el cálculo de intereses propios en el producción los que mejor respondan al segundo criterio de un
marco de los intereses generales de un “justo” tratado de mayor beneficio para todas las posiciones.
cooperación20.

18
Ibíd., p. 125. referidos a un cálculo de intereses egoístas con los principios de la justicia,
19
Con el velo de ignorancia, el juego del regateo entre sujetos racional- tendría su fuente en las condiciones de reflexión restrictivas procedentes del
egoístas pasa a reducirse a un juego de reflexión de un solo jugador, guiado “velo de ignorancia”. Consecuentemente, el “equilibrio reflexivo” añadiría a
en su empeño construccionista por el único faro de la imparcialidad. La la racionalidad estratégica este componente moral capaz de sujetarse a
justicia, al igual que la razón práctica en Kant, crea con este artificio su propio principios externos, pero que apelan a un sentido interno de la justicia del
reino de fines, independientemente de los intereses particulares de los cual serían reflejo para su prueba de validez. La evolución de este concepto
individuos (el punto de vista moral). La crítica que le llueve a Rawls por este en el pensamiento de Rawls, a la par de la identificación de lo racional con el
planteamiento es prácticamente la misma que se le hace a Kant: el bien, se refiere al mismo como un “test de validación” de la propia teoría de la
monologismo trascendental de su construcción, que pierde asiento en la justicia, donde se vienen a colegir los principios emanados de la misma con
realidad histórica. Precisamente para rebatir esta objeción, Rawls terminará nuestro sentido realizativo efectivo y práctico de la justicia en las
dando un último giro político a su construcción teórica en PL, renunciando a prácticas reales. Ver, TJ, pp. 32-33. En un artículo posterior, referido al
su inicial inquietud de encontrar “leyes racionales” para la organización “Construccionismo Kantiano”, el “equilibrio reflexivo” se relaciona
político-social. En Justicia Distributiva, el peso del “construccionismo conceptualmente con las diferentes posiciones o perspectivas del sujeto
racionalista” todavía es muy fuerte, como lo patentiza el intento por perfilar racional conforme se le va corriendo, en un proceso de tres etapas, el velo de
las instituciones sociales más racionales desde el punto de vista de la ignorancia que restringe la información disponible sobre su propia situación e
justicia en un diseño de cuatro ramas “distributivas” para la organización intereses, dónde los principios de la justicia tienen que seguir resultando
del Estado (su empeño por ordenar racionalmente la realidad, o ajustar la válidos desde nuestra propia posición “aquí y ahora”, es decir, en cuanto
realidad a los dictados de la racionalidad pura, o, si se quiere al igual que agentes “reales” de la vida social. Ver, “Kantian Constructivism in Moral
Comte, por ordenar “científica y moralmente” la sociedad). Ver, ibíd., pp. Theory”, Journal of Filosophy, 77, 1980 (reeditado en CP, pp. 320-322).
21
146 ss. Los dos principios de la justicia como equidad nos vienen referidos, en
20
En mi opinión, el sentido inicial del concepto de “equilibrio reflexivo”, consecuencia, a dos estructuras sociales diferenciadas: la político-jurídica
como punto de coincidencia de nuestros juicios racionales originalmente (que viene a solucionar el viejo contencioso del poder) y la tecno-económica

114 115
Para esclarecer este criterio mixto, Rawls va a necesitar acuñar alguna de estas posiciones. La estrategia contractualista, frente al
dos nuevos conceptos: la persona representativa y los bienes utilitarismo, tendría precisamente la ventaja de poder dictaminar en
primarios. Al primero de ellos, la persona representativa, pese a no cual de estas posiciones representativas debiéramos centrar nuestra
dársele mucha importancia, sin embargo tiene una cardinal atención para efectuar una comparación de maximización de
repercusión en la caracterización funcional de la estructura básica de expectativas, pues, según el criterio maximin, cada sujeto racional
una sociedad22. La estrategia teórica que sigue Rawls es diferir en en la posición original deberá reflexionar sobre los términos de su
las condiciones tecnológicas y el “Mercado” la definición del cooperación en sociedad como si ocupase la posición representativa
repertorio posible de dichas posiciones funcionales representativas, más baja, pudiendo llegar a determinar, a partir de la misma, una
correspondiendo a la “justicia distributiva” tan sólo esclarecer cual distribución “justa” de “mínimos tolerables” dentro de la asignación
sería el razonamiento preferencial desde la posición original para de los bienes producidos colectivamente24.
dictaminar una asignación equitativa de las cargas y recompensas de Llegados a este extremo es cuando necesitamos introducir una
la cooperación social. El problema se delinea como una sociedad teoría de los “bienes primarios” que vengan a dar cuenta de ese
que para incrementar la eficiencia económica que redunda en mínimo irrenunciable del principio de la desigualdad 25. La
beneficio de todos, necesita crear en su estructura básica una cierta definición que Rawls nos propone sobre lo que hay que entender
desigualdad, a partir de la cual las expectativas vitales de los cómo un “bien”, se reduce en una interpretación liberal del
individuos serán diferentes dependiendo del lugar que ocupen en la concepto aristotélico a un plan de vida racional a largo plazo (la
misma 23. Para saber si una estructura básica es más justa y eficiente
que otra, y puesto que las expectativas vitales de los individuos que 24
La idea de Justicia Distributiva de Rawls sería la de «…maximizar la suma
la componen serán diferentes para un obrero, su máxima de expectativas sujetándose a la restricción de que no se permite que nadie
expectativa puede ser comprarse un buen coche, mientras que para caiga por debajo de un cierto nivel reconocido» (JD., p. 155); en
consecuencia, «La estructura básica es enteramente justa [si y sólo si] cuando
un integrante de la clase media en periodo de formación, el poder las ventajas de los más afortunados promueven el bienestar de los menos
irse a estudiar al extranjero, necesitamos tomar como referencia afortunados, esto es, cuando una disminución de sus ventajas haría que los
menos afortunados se encontraran aún peor de lo que están» (ibíd., p. 130).
Además, se supone que al incrementar el bienestar de los menos afortunados,
(que tiene que dar una solución al problema de la asignación de recursos en también se va a incrementar, por un efecto de cadena ascendente, la del resto
condiciones de escasez); ver, JD., p. 133. de componentes representativos, por lo que quedaría asumido el criterio de
22
El individuo representativo se refiere a una posición típica dentro de las eficiencia de producir una maximización de expectativas vitales para toda la
estructura funcional, y no a un representante político elegido sociedad en conjunto (ibíd., 131).
25
democráticamente por un conjunto de electores que le delegan su capacidad La formulación más elaborada de los bienes primarios procede de TJ, y
de deliberación reflexiva. consecuentemente tendremos que referirnos a la misma. Ver TJ., pp. 95-102 y
23
En este sentido, Rawls parte de una premisa, a mi entender correcta, de la 370-377. También se puede consultar: “Kantian Constructivism in Moral
teoría de las necesidades, que nos dice que éstas van cambiando conforme Theory”, Journal of Filosophy, 77, 1980 (reeditado en CP, pp. 312-315);
cambia la sociedad, es decir, conforme se van creando diferentes expectativas “Social Unity and Primary Goods”, en A. Sen y B. Williams, Utilitarianism
vitales. Hace veinte años, un ordenador podría parecer un lujo y capricho and Beyond, Cambridge University Press, Cambridge, 1982 (reeditado en CP,
como electro-doméstico personal, mientras que en una “sociedad de la pp. 362 ss.); y algunas puntualizaciones interesantes sobre los mismos en:
información” se nos representa como un medio imprescindible para participar Wolff, R. P., op. cit., pp. 123-129; Barry, B., op. cit., pp. 28-41 y 60-65;
en la misma. Llevado al terreno de la estructuración social, las expectativas Schwariz, A., “Moral Neutrality and Primary Goods”, Ethics, 83, 2, pp. 294-
que ésta genera entre sus posiciones representativas también serán diferentes. 307.

116 117
vida buena). Un hombre será feliz, por consiguiente, en la medida ocupe, junto a la herencia socio-económica de la familia a la que se
que sus expectativas vitales se van realizando y sus deseos pertenece, que aun siendo primarios, resultarían de más difícil
racionales se van cumpliendo26. Los bienes primarios son definidos garantía al depender de la lotería natural de la distribución de
por Rawls como aquellas cosas que se supone que todo individuo talentos28 y la adscripción estamental por nacimiento. La justicia
racional en el diseño de su plan de vida desearía poseer, dentro distributiva, particularmente, se ocuparía de los segundos bienes
de las cuales se darían cita los derechos, libertades y oportunidades, primarios, al intentar compensar las desigualdades procedentes de la
así como los ingresos y la riqueza. La conceptualización de los estructura básica para que no socaven el principio de la igualdad de
bienes primarios no constituye, por consiguiente, una finalidad en sí oportunidades, al que nadie estaría dispuesto a renunciar en la
misma, sino que, por el contrario, vienen a ser definidos con un posición original. No obstante, Rawls también reconoce que
carácter instrumental: los bienes primarios serían los medios mientras se mantenga la institución de la familia como mediadora
necesarios para que cada cual, en la libertad de su iniciativa de los derechos de heredad sobre el patrimonio legado por las
personal, pueda perseguir la realización de sus propios intereses 27. generaciones precedentes, la igualdad de oportunidades del
Dentro de los bienes primarios se podría hacer también una principio de la diferencia nunca podrá realizarse de manera efectiva,
distinción entre bienes básicos y bienes primarios. Esta distinción tan sólo atenuarse con compensaciones y una mínima garantía a la
responde al principio lexicográfico por el que se ordenan los dos formación educativa29.
principios de la justicia según un orden de prioridad, donde
28
Al vincular directamente la posición que se ocupa en la estructura básica
existirían un conjunto de bienes los derechos constitucionales
con el talento personal, Rawls presupone una “distribución meritocrática” de
como la libertad que resultarían más irrenunciables que otros los individuos en la misma, que únicamente depende de la sana competición
los ingresos y riqueza procedentes de la posición funcional que se de talentos en el sistema educativo. Al igual que la teoría clásica de la
estructuración social de David y Moore, Rawls entiende que las altas
exigencias de cualificación técnica que requiere una sociedad industrial sólo
26
Dada esta definición de la felicidad, no es de extrañar que para Rawls el podrían ser asumidas por los individuos con la promesa de una mayor
principal bien primario que un hombre puede conseguir es el “respeto por sí asignación de recompensas sociales a su trabajo. En sus propias palabras:
mismo”, es decir, la autoestima que procede de un correcto despliegue de sus «Los naturalmente aventajados no han de ganar simplemente por estar mejor
aptitudes y capacidades en la consecución de sus objetivos vitales. Sobre el dotados, sino sólo para cubrir los costes de adiestrar y cultivar sus dotes, y
concepto de “respeto por sí mismo” de Rawls, ver: Zairo, J. S., “Self-respect para llevarles a emplearlas de modo que mejoren la posición de los menos
and Rawlsian Justice”, The Journal of Politics, v. 60, nº 3, 1998, pp. 737-753. afortunados»; “Justicia Distributiva”, op. cit., p. 132. Para una crítica a la
27
En palabras de Rawls: «…los bienes primarios vendrían a ser las cosas que, arbitrariedad de los talentos naturales en una teoría de la Justicia: Nozick, R.,
en general, se necesiten para llevar a cabo con éxito esos proyectos, op. cit., pp. 213 ss; Gauthier, D., “Justicia y dotación natural: Hacia una
cualesquiera que sean la naturaleza específica del proyecto y sus fines crítica del marco ideológico de Rawls”, en Gauthier, D., Egoísmo, moralidad
últimos»; TJ, p. 373. Como se puede apreciar, esta definición de los bienes y sociedad liberal, Paidós, Barcelona, 1998. Sobre el problema de la justicia
primarios no anda muy lejos de la definición de los derechos subjetivos que distributiva y los incentivos para la competencia, se puede consultar también:
realiza el Liberalismo clásico. Un Estado de Derecho, procedente de una Ray, D. y Veda, K., “Egualitarianism and Incetives”, Journal of Economics
construcción contractualista y consensuada en términos de “justicia”, tendría Theory, v. 71, 1996, pp. 324-348; Glannon, W., “Equality, Priority, and
por misión prioritaria la preservación de dichos derechos subjetivos, que Numbers”, Social Theory and Practice, v. 21, 1995, pp. 427-455.
29
garantizan la libertad de acción en la sociedad civil para la consecución de los En opinión de Rawls: «…la desigualdad [de perspectivas vitales] no puede
intereses privados. Desde esta lectura, la proyección de la teoría de la justicia ser suprimida en tanto se mantenga algo como la familia»; “Justicia
a un orden democrático liberal resulta una necesidad lógica, pero convirtiendo Distributiva”, op. cit., p. 131. Sobre los derechos de heredad, y las tasas de
en el proceso a la democracia misma en prisionera de la interpretación liberal. ahorro (capital), ver también pp. 147-152. Sobre la redistribución de la renta

118 119
Una vez realizada esta introducción a los conceptos básicos que dos primeras secciones ya han sido analizados, por lo que no nos
maneja Rawls en la vertebración de su Teoría de la Justicia, nos volveremos a recrear en su descripción. Tan sólo vamos a
encontramos en disposición de poder realizar un análisis crítico de aprovechar esta review para destacar la relevancia epistemológica
su obra insignia. Rawls divide el libro en tres partes temáticas: una de algunos de sus elementos, incorporando las “últimas” reflexiones
primera para abordar los elementos centrales de su teoría de la de Rawls en el formato oficial de su teoría. La parte que creemos
justicia; una segunda para desarrollar tales conceptos en un conjunto puede resultar más interesante, desde el punto de vista de abrir
de instituciones sociales justas que nos perfilen una “sociedad bien nuevos frentes de desarrollo a su teoría, es la tercera, por lo que le
ordenada” (la aceptación de un orden legítimo en términos de dedicaremos una atención especial y trataremos de conexionarla con
justicia); y una tercera parte en la que se intenta relacionar su teoría el posterior desarrollo de su “Constructivismo Kantiano”.
de la justicia con la ética kantiana de un reino de los fines de la En la confección de su Teoría de la Justicia, Rawls persiste en
razón, conexión necesaria para describir las inclinaciones intuitivas concebir la naturaleza de los sujetos racionales de manera egoísta —
de una personalidad moral que otorgan una “estabilidad interna” a aunque en la tercera parte se rectifica en sentido kantiano, al
la sociedad bien ordenada. La mayor parte de los contenidos de las introducir el concepto del velo de ignorancia que posibilita el juicio
racional imparcial de la posición original— y la naturaleza de la
desde la teoría contractualista, ver: Bandres, E., y Gadea, M., “La ética de la sociedad como una empresa de cooperación (funcional) de la que
igualdad. Consideraciones sobre los fundamentos contractuales de la todos salen beneficiados. Su teoría de la justicia se enmarca en la
redistribución de la renta”, Ekonomiaz, nº 40, 1998, pp. 10-14; García, E., “La perspectiva de cómo distribuir equitativamente las cargas y
distribución de la renta y el criterio de la Justicia de Rawls”, Hacienda
Pública Española, nº 123, 1992, 77-83. Con la institución de la familia recompensas de la cooperación social, tal y como cualquier sujeto
mediando en la estructura básica, no se depende exclusivamente de las racional —criterio maximin— podría admitir en una situación de
aptitudes naturales personales para establecer una expectativa “justa” de la igualdad con otros sujetos racionales, en la estipulación de las reglas
posición social que se va a ocupar, sino que también se dependerá de las de
los progenitores en una ascendencia biológica en cadena. Con el argumento de un juego donde va a haber, dadas las posiciones de desigualdad
de la lotería natural, como un juego cuyas reglas se aplican a todos los creadas por la estructura básica, ganadores y perdedores de dicha
individuos cuando nacen, se podría llegar a justificar perfectamente cualquier cooperación 30. El velo de ignorancia se constituye como un
tipo de sociedad estamental, como por ejemplo la de la India Tradicional (el
nacer una familia mal situada es una cuestión de mala suerte, descargando a la
procedimiento por el que los sujetos racionales pueden llegar a
estructura básica de cualquier reivindicación posterior sobre la injusticia de su establecer un sentido compartido de la “justicia como
orden predeterminado y justificado en la “creencia” de ser el sistema de
cooperación más eficiente). Pese a este peligro de fundamentación, Rawls
defiende y, sobretodo, asume la institución de la familia como un hecho dado
30
a la organización social, sobre la cual su teoría de la justicia no puede Rawls entiende el principio de la diferencia —derivado de la eficiencia de
entrometerse salvo si en su interior se produce una violación de los derechos una estructura básica— como subordinado a las reglas de juego que deben
elementales de algunos de sus integrantes. Sobre la familia en Rawls, ver: imperar para una efectiva “igualdad de oportunidades”, que sería el único
Justice as Fairness: a Restatement, Havard University Press, Cambridge criterio por el que se admitiría en la posición original dichas desigualdades.
(Mass.), 2001, pp. 162-168; y también, “The idea of Public Reason Rawls denomina esta posición como la interpretación democrática del
Revisited”, en Rawls, J., Law of Peoples, Harvard Univ. Press, Cambridge principio de la diferencia; ver, TJ, pp. 80-85. Para discernir hasta que punto es
(Mass.), 1999; pp. 156-164. Ver también: Mallon, R., “Political Liberalism, correcta esta interpretación democrática del principio de diferencia frente a
Cultural Membership, and Family”, Social Theory and Practice, v. 25, nº 2, sus competidoras de la aristocracia natural, el sistema liberal natural y la
1999, pp. 271-297. igualdad liberal, ver “Justicia Distributiva”, pp. 134-138.

120 121
imparcialidad” 31, a través del cual se fundan los vínculos de una “juicios racionales” con los principios de la justicia como
amistad cívica que posibilita la empresa común de la cooperación32, imparcialidad 36. El equilibrio reflexivo supone, en consecuencia, un
y en cuya concepción de “justicia pública” se vienen a constituir los test de validación de las condiciones teóricas de reflexión de la
términos del Contrato social 33, que no son otros que aquellos que se justicia procesual procedentes del velo de ignorancia en la posición
derivan de los dos principios fundamentales de la justicia como original, confirmando este artificio metodológico como el más
equidad34. adecuado para reconstruir el sentido interno de una justicia de
El refinamiento de esta última versión de la teoría de la justicia carácter público 37.
de Rawls se patentiza en el desarrollo de los conceptos de “velo de La segunda parte del libro quizás sea la que menor importancia
ignorancia” y de “equilibrio reflexivo”. El velo de ignorancia recaba, por el momento, para nuestros intereses de argumentación,
introduce dentro del pensamiento racional egoísta el punto de vista pues se refiere a la legitimidad que puede tener el derecho para
de la imparcialidad, reconstruyendo el sentido interno de la justicia esperar obediencia de los individuos sujetos al mismo. Una vez más,
a partir del artificio de una “justicia procesual”, que es a todo lo que en su orientación liberal, el objeto del “imperio de la ley” no será
puede aspirar una teoría de la elección racional35. Para confirmar los otro que la protección de los derechos subjetivos adquiridos por la
principios emanados de dicho artificio metodológico, Rawls apela al constitución política, donde toda posibilidad de apelación contra la
concepto de “equilibrio reflexivo”, concebido como el punto de ley misma deberá efectuarse en nombre de los principios de justicia
equilibrio de nuestras reflexiones donde vienen a coincidir nuestros en los que ésta se fundamenta, pero siempre desde la lealtad hacia la
misma, como muestra del acatamiento de las reglas de juego que
31
Para Rawls, el objeto de una teoría de la justicia es el de producir sostienen la empresa común de la cooperación social 38.
precisamente eso: una teoría que reconstruya nuestro sentido intuitivo de la
justicia. El velo de ignorancia proporciona el procedimiento para recrear
racionalmente dicho sentido de la justicia.
32 36
Sobre la amistad cívica, como preludio de su posterior caracterización de la Ibíd., pp. 32-33. El “equilibrio reflexivo” aparece aquí como un test de
razón pública, ver: TJ, p. 18. prueba sobre si los principios obtenidos de la justicia “procesual” reproducen
33
Todo individuo podrá apelar a este sentido compartido de la justicia como adecuadamente ese sentido de la justicia que cada uno de nosotros tenemos y
equidad, en el que se funda el Pacto Social básico, para reivindicar una utilizamos a la hora de dictaminar la justicia de las instituciones sociales.
37
violación de sus derechos fundamentales. Concretamente, es este sentido La publicidad de este sentido de la justicia como equidad vendría referida a
“público” y compartido de la justicia como equidad el que permite crear una que, desde la posición original y el criterio maximin de la elección racional, es
vía de recurso contra la ley misma, que puede llegar a manifestarse el “juicio racional” más adecuado y lógico, y, en consecuencia, generalizable
públicamente bajo la forma de una “desobediencia civil”. para todo sujeto racional; en definitiva, que tiene una validez cognitiva
34
Ibíd., pp. 67-68. Otra versión más desarrollada de los dos principios de la universal. Rawls cree que con el velo de ignorancia también se crean las
justicia, junto con sus correspondientes normas de prioridad, se pueden condiciones de reflexión para reconstruir las concepciones kantianas de la
consultar en las páginas 280-281. autonomía racional y del imperativo categórico desde la posición original;
35
La aspiración de TJ en cuanto teoría, sería, precisamente, la de reconstruir ver, ibíd., pp. 241 ss. Ver también: Wolff, op. cit., pp. 95-108; Thiebaut, C.,
en términos racionales, es decir, desde la teoría de la elección racional, el “Las racionalidades del Contrato Social: Kant en Rawls”, Zona Abierta, nº 32,
sentido de la justicia que se aplica a la estructura social. Esta reconstrucción, 1984, pp. 117-159; Vallespín, F., Nuevas Teorías del Contrato Social: John
por consiguiente, sólo puede tomar forma como una teoría “constructivista” Rawls, Robert Nozick y James Buchanan, Alianza, Madrid, 1985, pp. 84-99;
de la “justicia procesual”, que tiene por objetivo reproducir mediante Vallespín, F., “El neocontractualismo: John Rawls”, en Camps, V. (ed.),
razonamiento en condiciones ideales, lo que venimos a definir como un Historia de la ética, vol. 3, Crítica, Barcelona, 1989, pp. 593 ss.
38
“sentido de la justicia”. Sobre la Desobediencia Civil, ver TJ., pp. 331 ss.

122 123
La pregunta esencial que alumbra el contenido de la tercera parte disponible42. La consecuencia de este concepto es importante,
del libro podría formularse en los siguientes términos: ¿es la Justicia porque hace que «…seamos responsables ante nosotros mismos
un fin racional? Para responder a la misma, en primer lugar como una sola persona a lo largo del tiempo»43. A través de la
necesitamos formular sendas definiciones de lo que hay que racionalidad deliberativa, Rawls puede dotar a la elección racional
entender por “fines” y por “racionalidad”. El primer acercamiento de la virtud moral de un “principio de la responsabilidad”, que, a
de Rawls a los fines es el de interpretarlos desde su teoría del bien, semejanza de la personalidad moral kantiana, se compromete con
dónde la principal finalidad u objetivo de un hombre no sería otro las consecuencias de las decisiones tomadas, y, por supuesto, con
que la articulación de un proyecto de la “vida buena”. La los acuerdos consensuados, dando una solución al problema del free
racionalidad, respecto de tal proyecto, se ajustaría al procedimiento rider y de la estabilidad 44.
de la elección racional, dónde los principios de la eficacia, la El principio aristotélico, por el contrario, se nos presenta como
inclusividad y la probabilidad nos proporcionarían un correcto un principio elemental de la motivación humana45. La definición
discernimiento de nuestras deliberaciones para alcanzar nuestros que Rawls especifica del mismo puede leerse en los siguientes
objetivos39. No obstante, Rawls, acto seguido, viene a constatar que términos: «…en igualdad de circunstancias, los seres humanos
este tipo de “racionalidad instrumental” elude la cuestión inicial de disfrutan con el ejercicio de sus capacidades realizadas (sus
si existen fines que sean en sí mismos racionales, y que, por facultades innatas o adquiridas), y este disfrute aumenta cuantas
consiguiente, tendrían que incorporarse a todo proyecto de vida que más capacidades se realizan o cuanto mayor es su complejidad»46.
pretendiera ser racional40. Para tal objetivo, Rawls introduce los Todo proyecto racional de vida, por consiguiente, deberá incluir este
conceptos de la “racionalidad deliberativa” y del “principio principio como una expectativa de felicidad —la autorrealización de
aristotélico”. La racionalidad deliberativa vendría a referirse al las facultades internas—, que, además, será reconocido por el resto
proceso de psicológico por el cual diferentes fuerzas impulsivas de sujetos racionales al promover un interés común, y
compiten dentro de nuestras reflexiones para determinar nuestros recompensado, en consecuencia, con pruebas de admiración y
deseos, expectativas e intereses 41. La racionalidad deliberativa nos
suministra, de este modo, una medida del conocimiento que 42
Esta propuesta tiene por objeto convertir algo en principio irracional —
tenemos de nuestros objetivos vitales, que sumados al conocimiento nuestros deseos— en algo que se constituye como producto de nuestra
de nuestras circunstancias personales y los tres principios de la “deliberación racional”, y, consecuentemente, sujeto a la responsabilidad
elección racional, garantizan que un individuo racional no tenga procedente de nuestra autonomía racional para tomar decisiones.
43
Ibíd., p. 383.
nunca que censurarse a sí mismo sus decisiones pretéritas, pues 44
El problema de la estabilidad será retomado en el último capítulo dedicado
siempre habrían sido las que mejor cabía tomar con la información a la matización del bien de la justicia. Rawls recurre al concepto de “unidad
del yo”, definido como la “continuidad en el tiempo” que nos proporciona la
39
Ibíd., pp. 373-375. “unidad de un proyecto vital”, para dotarnos de un sentido de la
40
Con este planteamiento, Rawls viene a toparse con la cuestión de la responsabilidad sobre nuestras decisiones, ya que, a partir de las mismas,
definición de la naturaleza del hombre y las condiciones de su “venimos a ser lo que somos”; ver, ibíd., pp. 506-507.
45
autorrealización, es decir, con una teoría de la psicología y la motivación Ibíd., p. 387. Prácticamente, adquiere el rango de una ley psicológica,
humana. aunque Rawls no exponga ninguna prueba procedente de la “ciencia
41
Ibíd., pp. 377-384. Esta referencia nos llevaría hasta una teoría de la psicológica” que lo confirme.
46
voluntad, siempre tan polémica desde la filosofía moral. Ibíd., p. 386.

124 125
estima 47. El principio aristotélico también asumiría la diferenciación del derecho y de la justicia tengan la primacía»54; es decir, que los
de distintas “vocaciones” en las que se dan cobijo las diferentes fines puramente racionales sólo pueden determinarse desde el punto
aptitudes humanas, convergiendo por afinidad con el propio de vista de la justicia como imparcialidad, de dónde se deduciría
principio de autorrealizazión de la ética del trabajo 48. Además, una prioridad de nuestro sentido de la justicia sobre nuestro sentido
permite crear una teoría del valor a partir del reconocimiento del del bien, pues solamente de este modo se podría arbitrar la
eficiente desempeño de dichas aptitudes, insuflando contenido a una coexistencia de diferentes definiciones de la “vida buena” dentro de
teoría del “valor” como objetivos vitales reconocidos socialmente 49. una misma sociedad 55.
Con ello, Rawls puede encaminarse por la senda de determinar que Las primeras reacciones críticas a Teoría de la Justicia se
virtudes serían deseables encontrar en un sujeto racional, entre las centraron sobre el “principio de la diferencia” como criterio de la
cuales se ubicarían, destacadamente, los “sentimientos morales” que organización socio-económica, encontrando dos posiciones
sostienen la adhesión a las normas sociales 50. enfrentadas respecto a su interpretación56. Desde el punto de vista
A partir de estas reflexiones, Rawls puede concluir que su teoría
de la justicia queda unida a la teoría del bien51; pero de un modo
peculiar, pues, si bien es cierto que ambas constituyen dos 54
Ibíd., p. 518.
facultades complementarias de la personalidad moral —el sentido 55
Al igual que Habermas, Rawls se apoya en la psicología evolutiva para
de la justicia y el sentido del bien— 52, la teoría de la justicia como demostrar la mayor “racionalidad” en términos reflexivos de la etapa
imparcialidad nunca podría admitir ningún fin como dominante “postconvencional” o deontológica del pensamiento, sobre la etapa
convencional o teleológica; ver, ibíd., pp. 418-433.
sobre el resto53. Por ello, Rawls considera que: «…el deseo de 56
Sobre las primeras reacciones al libro de Rawls, se puede consultar, por
expresar nuestra naturaleza como seres racionales, libres e iguales, ejemplo: Barry, B., The Liberal Theory of Justice, A Critical Examination of
sólo puede realizarse actuando sobre la base de que los principios Principal Doctrines in A Theory of Justice by John Rawls, Oxford Univ.
Press, Oxford, 1973; Mckenzie, N., “An Alternative Derivation of the
Difference Principle”, Dialogue, 13, 4, 1974, pp. 787-793; Scalon, Th.,
“Rawls’ theory of Justice”, university of Pennsylvania Law Review, 121, 5,
47
Aunque Rawls trata de diferenciar el principio aristotélico del principio de 1973, pp. 1020-1069; Nagel, Th., “Rawls on Justice”, Philosophical Review,
perfección de otras doctrinas filosóficas, la complacencia ajena a nuestras 82, 2, 1973, pp. 220-234; Mack, F., “Distributionism versus Justice”, Ethics,
aptitudes convertidas en virtudes apelan a este sentido autorrealizativo de la vol. 86, 1976, pp. 145-153; Murphy, C.F., Distributive Justice, Its Modern
perfeccionalidad del ser humano. Significance”, American Journal of Jurisprudence, 17, 1972, pp. 153-178;
48
Ibíd., p. 390. Scott, G., “John Rawls Difference Principle, Utilitarianism, and the Optimun
49
Ibíd., pp. 392-393. Degree of Inequality”, Journal of Philosophy, 70, 1973, pp. 263-275; Norton,
50
Ibíd., pp. 395-396; 398-404; 433-439. Sobre los sentimientos morales en la D. L., “Individualism and Productive Justice”, Ethics, 87, 2, 1977, pp. 113-
Teoría de la Justicia de J. Rawls, ver: González, M. P., “Los sentimientos 126; Sterba, J., “Justice as Deser”, Social Theory and Practice, 3,1, pp. 101-
morales en la teoría contractual de John Rawls”, Agora, v. 13, nº 1, 1994, pp. 115; Wolff, R. P., “Rawls’s Original Position and the Difference Principle”,
131-137. The Journal of Philosophy, 73, 21, 1976, pp. 845-858; Hare, R. M., “Rawls
51
TJ., pp. 406-409. Theory of Justice”, en N. Daniels (ed.), Reading Rawls, Basic Books, Nueva
52
Ibíd., p. 506. No olvidemos que un bien, como definición de un proyecto York, 1975, pp. 81-107; Boudon, R., “Justice Sociales et Intertet Générale. A
racional de vida, es lo que otorga la “unidad del yo”, capaz de hacerse propos de la théorie de la justice de Rawls”, Revue Francaise de Science
responsable de sus decisiones a lo largo del tiempo, y, por consecuencia, a Politique, 25, 2, 1975, pp. 193-221; Buchanan, J.M., y Tullok, G., “A
comprometerse con principios morales que ordenan su conducta. Hobbesian Interpretation of the Rawlsian Difference Principle”, Kiklos, 29, 1,
53
Ibíd., p. 511. 1976, pp. 5-25.

126 127
de los neoconservadores, con la figura sobresaliente de Nozick57, equidad al ámbito político, lo que pretendían era corregir y retocar
cuando Rawls define a la sociedad como una empresa común de algunas deficiencias de la teoría original concretamente el
cooperación funcional, adjudica al trabajo una dimensión social que problema de su estabilidad en el tiempo, conforme se descorre el
no estaría muy lejana de una ética “distributiva” socialista, velo de ignorancia59. El objetivo de este libro no sería otro que, una
socabando con ello los principios sobre los que se asienta la vez clarificado el punto de destino una teoría liberal de la justicia
economía de mercado. Por el contrario, desde el frente de la política, volver a reescribir los artículos que mediaron en su
izquierda, representado por autores como C. B. Macpherson y R. nacimiento desde una perspectiva coherente. De estos artículos,
Miller 58, Rawls en ningún momento pondrá en cuestión la quizás dos sean los más representativos de las innovaciones
organización económica capitalista, y todo lo más que se le podría conceptuales que derivaron en una interpretación política de la
adjudicar en cuanto a su análisis de la economía de mercado, es una teoría de la justicia, como son “Kantian Constructivism in Moral
compensación social de su deficiente redistribución de la riqueza en Theory” (1980) y “Justice as Fairness: Political, not
un modelo semejante al Estado de Bienestar. Metaphysical”(1985)60, siendo quizás el primero de los citados el
No obstante, con la entrada en el debate de los comunitaristas, el que más modificaciones sufrirá en su incorporación final al libro.
tema principal que guiará las posteriores reflexiones sobre la obra No obstante, con el objeto pedagógico de no hacer excesivamente
de Rawls se enfocará hacia la tercera parte del libro, es decir, en
torno a la relación, en cierto modo conflictiva, entre un bien público Press, Oxford, 1973; Miller, R., “Rawls and Marxism”, Phil and Public
de la racionalidad llamado justicia, y los bienes particulares de las Affairs, 3, 3, 1974, pp. 167-191.
59
En las posteriores correcciones de su Justice as Fairness: a Restatement,
diferentes concepciones de la vida buena. Estas reflexiones irán Rawls reflexiona en su última parte sobre la insatisfacción de la solución dada
situando cada vez más la teoría de la justicia original, dentro de un en TJ a la cuestión de la estabilidad, proponiendo como la única alternativa
marco político-jurídico, que finalmente verá la luz como un posible aquella que escora su rumbo, inexorablemente, hacia una
interpretación política de factura liberal. Ver, Justice as Fairness: a
proyecto propio en Liberalismo Político. De todas maneras, el libro Restatement, Havard University Press, Cambridge (Mass.), 2001; pp. 180-
que Rawls publicará bajo ese título veintidós años después de su 202.
60
Teoría de la Justicia, no se puede considerar una obra original, pues Se puede consultar la referencia de publicación de los mismos, junto con el
resto de los artículos que componen Liberalismo Político, en la sección de
por el contrario constituye una recopilación de los artículos más Bibliografía dedicada a este autor. “Justice as Fairness: Political, not
significativos escritos durante dicho periodo, que, en sus orígenes, Metaphysical” es el único artículo que no aparece recopilado en el libro. Sin
lejos de tener por finalidad extender la teoría de la justicia como embargo, si que se puede constatar su presencia en las correcciones que
imprimirá a las tres conferencias originales que constituían “Kantian
Constructivism in Moral Theory”, así como en el resto de artículos reeditados
en el libro, pues es el pilar central para la reinterpretación política de su
57
Nozick le critica a Rawls la existencia de un conflicto irreconciliable entre Teoría de la Justicia, y el primer artículo en el que se ofrece una perspectiva
sus dos principios de la Justicia, es decir, entre la libertad y la igualdad. En amplia y de conjunto de la misma; es decir, como una construcción teórica
estimación de Nozick, con su “justicia distributiva”, Rawls trastocará el orden sólida y autosuficiente. El desarrollo de los conceptos de “Consenso por
de prioridades del principio lexicográfico, concediendo una mayor superposición” y de “Razón Pública”, a los que se dedica con posterioridad
ponderación al segundo sobre el primero en la organización económica. Ver sendas conferencias y artículos, no serán sino una derivación de la propuesta
Nozick, R., op. cit., pp. 228 ss. conceptual contenida en el giro político de su teoría de la justicia; ésto es,
58
Macpherson, C. B., “Rawls’ Models of Man and Society”, Phil. Soc. Sci., cuando ya se tenía claro que era éste el camino adecuado para solucionar los
14, 4, 1973, pp. 341-347; Macpherson, C. B., Democratic Theory, Clarondon problemas de estabilidad de la teoría original.

128 129
ardua la descripción de en qué consiste este giro político de la teoría El punto de arranque de esta interpretación política de la Teoría
de la justicia, nos vamos a permitir la licencia de pasar a analizar de la Justicia adquiere su necesidad epistemológica en las revisiones
directamente Liberalismo Político como su versión más acabada y por parte de Rawls de la cuestión de la estabilidad 62. Las continuas
su principal obra de referencia, sin detenernos en el registro de la críticas por parte de los comunitaristas al concepto kantiano de la
crónica de artículos en los que fue tomando forma tras continuas personalidad moral, que viene a definir a los individuos como
autocorreciones y matizaciones conceptuales 61. personas abstractas independientemente de su identidad social o de
cualquier otra información sobre sus circunstancias personales, va a
61
Los artículos publicados con posterioridad a Liberalismo Político PL, poner en crisis el argumento propuesto por Rawls de identificar la
dictados primeramente como conferencias, lejos de suponer una aportación Justicia con un bien “racional” que debe incorporarse a todo
teórica significativa que deba añadirse a lo dicho, tan sólo nos dejan proyecto de vida. La estabilidad de una sociedad bien ordenada se
constancia de la presencia académica de Rawls en su última etapa profesional,
que, lastrada por ciertos impedimentos de salud, cada vez se mostraba más refiere, en último término, a una estabilidad “interna”, es decir, a
exigua, reacia, y, casi, meramente testimonial. Los libros publicados como una correspondencia de los principios de la justicia como equidad
Justice as Fairness: a Restatement JFR (Havard University Press, sobre los que se ha diseñado el orden social con los “fines
Cambridge (Mass.), 2001), Collected Papers CP (Harvard University
Press, Cambridge (Mass.), 1999), Lectures on the Hystory of Moral supremos” que debe perseguir todo sujeto racional para
Philosophy LM (Harvard University Press, Cambridge (Mass.) 2000), y
Law of Peoples LPe (Harvard University Press, Cambridge (Mass.), colectividades conscientes de sí mismas como un conjunto “político” frente
1999) constituyen ediciones de trabajos anteriores a Liberalismo Político, que a la naturalización étnica de las naciones, y el artificio institucional y
en algunos casos son reediciones (CP), y en otros publicaciones de materiales coaccionador del Estado, y, consecuentemente, con una personalidad
inéditos utilizados en clases y seminarios (JFR, LM, LPe), que verán la luz en moral-racional colectiva capaz de responsabilizarse de sus decisiones y
un breve espacio de tiempo con el objetivo claro de “cerrar” el legado asumir la perspectiva de un sujeto moral que restringe por sí mismo su modo
intelectual de Rawls antes de su retiro definitivo. El único artículo reseñable de actuar desde un “sentido de la justicia” compartido con otros pueblos. Este
de Rawls de este último periodo será, precisamente, el que tiene por objeto la planteamiento la inferencia de una personalidad moral a las identidades
contrarréplica a Habermas (“Reply to Habermas”, The Journal of Philosophy, “políticas” sería terriblemente polémico, y no voy a entrar en la crítica del
92, 1995 [incorporado como Lecture IX a la paperback edition de Political mismo, pues tan sólo quiero centrarme en su concepción política de la justicia
Liberalism, 1996; trad. de G. Villar Roca, “Réplica a Habermas”, en J. en PL. Originariamente, Law of Peoples constituía la última parte de Justice
Habermas y J. Rawls, Debate sobre el liberalismo político, Paidós, Barcelona, as Fairness: a Restatement, que Ralws preparó como materiales didácticos
1998]), y en el que, quizás, si se podrían señalar algunas modificaciones o para sus cursos de filosofía política durante los años ochenta, aunque en su
matizaciones interesantes de su nueva versión de la justicia política ante las publicación final independiente parece ser que se corrigió desde la óptica de
objeciones “amistosas” planteadas desde la ética del discurso y la política PL. Existe traducción de este libro al castellano en Paidós, realizada por
deliberativa. Law of Peoples, pese a no representar una modificación de los Hernando Valencia Villa, en el que se viene a traducir el título como El
planteamientos contenidos en PL, también supone una contribución derecho de gentes, frente al más correcto “derecho de los pueblos”, que
importante de Rawls en el terreno del derecho internacional. PL empieza su recoge con mayor fidelidad la intención conceptual del autor.
62
argumentación bajo el supuesto de que se consideran a las sociedades como Sobre el problema de la estabilidad en la Teoría de la Justicia, y las
uniones de cooperación social cerradas y autosuficientes en sí mismas, sin presiones para un reajuste teórico, ver: Wingenbach, E., “Unjust Context: the
relación con otras sociedades. El abrirse a esta consideración, requiere por Priority of Stability in Rawls’s Contextualized Theory of Justice”, American
parte de Rawls tratar de aplicar su metodología contractualista de la justicia al Journal of Political Science, v. 43, nº 1, 1999, pp. 213-232; Huemer, M.,
terreno de una ordenación de la convivencia entre los diferentes “pueblos” “Rawls’s Problem of Stability”, Social Theory and Practice, v. 22, 1996, pp.
que toman su asiento en un mismo planeta. El concepto de “pueblo” será 375-395; Wenar, L, “Political Liberalism: an Internal Critique”, Ethics, v.
adoptado aquí, frente a otras posibilidades como los Estados o las naciones, 106, 1995, pp. 32-62; Barry, B., “John Rawls and the Search of Stability”,
por la necesidad de reproducir el esquema de la posición original entre Ethics, v. 105, 1995, pp. 874-915.

130 131
autorrealizarse como persona racional. De esta manera, la justicia, que explicar cómo y, sobretodo, cuando deja de estar al servicio de
lejos de aparecer como una instancia neutral para que cada los intereses propios (una vez éstos se conocen en una situación
individuo persiga sus intereses, le carga a este último con unos fines real), para supeditarlos a un sentido de la justicia que, en cuanto
propios, que se identifican internamente con los requerimientos de “altruista” (al tener en cuenta los intereses de los demás), es
una autorrealización moral-racional; esto es, de la razón como una “irracional” en términos egoístas 65. Una vez eliminado el velo de
finalidad moral en sí misma 63. La crítica que se le plantea a este ignorancia, la racionalidad kantiana y la racionalidad del cálculo de
argumento desde las posiciones comunitaristas, va a hacer visible intereses se manifiestan no sólo como contrapuestas, sino incluso
cómo una teoría de la justicia con este tipo de ambiciones morales también como antagónicas; y en ningún caso se las puede relacionar
queda equiparada en igualdad de condiciones con otras “doctrinas” desde dentro de la racionalidad misma, es decir, desde un punto de
sobre la vida buena, cuya resolución sobre la prioridad de los fines vista moral. Por añadidura, con el “solapamiento” entre ambas, la
vitales a perseguir por los individuos nunca estará exenta de una diferenciación de esferas clásicas del liberalismo entre un ámbito
“lucha simbólica” de carácter teleológico frente a las pretensiones público y un ámbito privado prácticamente desaparece, acercándose
deontológicas con las que la teoría de la justicia trataba de hacer a la postura kantiana de un republicanismo que hace de la vida
valer su primacía normativa 64. Además, la estrategia de hacer pública una virtud moral, en la que los individuos pueden y deben
derivar la racionalidad kantiana desde una teoría de la elección autorrealizarse como sujetos racional-morales.
racional egoísta, al final viene a devaluar a esta última al imponerle Todas estas objeciones le hacen a Rawls replantearse el
un compromiso “teleológico altruista” a su propio raciocinio; problema de la estabilidad, que en TJ había sido solventado en clave
contradicción que se hace evidente conforme se va corriendo el velo kantiana. A mediados de los años 70, Rawls va a emprender un
de ignorancia de la posición original hasta dejar a los individuos en estudio en profundidad de la ética kantiana como materiales de
su correspondiente posición estructural como actores sociales. Si la trabajo para algunas de sus clases, aunque con el verdadero
teoría de la elección racional es el método seleccionado para dar transfondo de su propia inconformidad con el resultado de su
cuenta de la racionalidad en cuanto procesamiento cognitivo, habrá aplicación en Teoría de la Justicia. El resultado de este estudio, que
le llevará cerca de cinco años de reflexiones, será una aproximación
63
Se pueden leer las reflexiones explícitas de Rawls a este particular, por
a la crítica hegeliana a Kant, especialmente referida a las
ejemplo, en la introducción a PL, en Justice as Fairness: a Restatement (pp. insuficiencias del imperativo categórico para asentar una
186-187) y en “Justice as Fairness: Political, not Metaphysical” (CP, pp. 388-
389, 411 ss.).
64
Sobre esta cuestión, ver: Sandel, M.J., Liberalism and the Limits of Justice,
Cambridge University Press, Cambridge, 1998; McCabe, D., “Knowing about
65
the Good: a Problem with Antiperfectionism”, Ethics, v. 110, nº 2, 2000; La pregunta no es otra que, una vez corrido el velo de ignorancia, cómo se
Nagel, T., “Moral Conflict and Political Legitimacy”, Philosophy and Public puede transformar la racionalidad estratégica en “racionalidad práctica pura”
Affairs, v. 16, 1987; Martínez, E. G., “La polémica de Rawls con los desde dentro de la propia racionalidad estratégica. En definitiva, la misma
comunitarios”, Sistema, nº 107, 1992, pp. 55-72; Thiebaut, C., Los límites de pregunta que se le hace a Kant: ¿por qué ser moral? Sobre esta cuestión, se
la Comunidad, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1992; Thiebaut, puede consultar: Ricoeur, P., “On John Rawls’s Theory of Justice: Is a Pure
D., La vindicación del ciudadano, Paidós, Barcelona, 1998, pp. 59-65; Procedural Theory of Justice Possible?”, International Social Science
González, M.P., “Liberalismo vs. Comunitarismo (John Rawls: una Journal, v. 42, 1990, pp. 553-564; Bello, E., “Cuestiones de método en la
concepción política del bien)”, Doxa, nº 17-18, 1995. teoría de John Rawls”, Revista de Filosofía, nº 15, 1997, pp. 177-201.

132 133
racionalidad moral pública66. Con estos antecedentes, Rawls se cooperativamente en una misma sociedad como “unión de uniones
convencerá de que la única forma de darle solución al problema de sociales”. Esta nueva configuración del problema va a exigir a
la estabilidad es con un “giro” desde la perspectiva “interna” dada Rawls, en primer lugar, una revisión del concepto manejado de la
en TJ, a una perspectiva “externa” de carácter político, que opera racionalidad, y, a través del mismo, un distanciamiento de su teoría
como un constreñimiento de la sociedad bien ordenada a la propia de la justicia de la racionalidad práctica kantiana como virtud moral,
racionalidad —definida ésta a partir de una teoría de la justicia que sólo ya podrá mantenerse como referencia de una sociedad bien
política. ordenada en el plano político de una “razón pública”, sobre la que se
Rawls da comienzo a su Liberalismo Político añadiendo una sostiene la posibilidad de convivencia entre ciudadanos iguales pero
nueva cuestión a la que se planteaba como objetivo en su teoría de diferentes.
la justicia como equidad, es decir, a la de cómo establecer los Una innovación conceptual clave en esta redefinición, aunque en
términos equitativos de cooperacción entre sujetos racionales. Esta su formulación original en “Kantian Construtivism in Moral
nueva pregunta va a quedar formulada de la siguiente manera: Theory” todavía no hacía una referencia clara hacia el giro político,
es la que Rawls establece como diferencia entre “lo racional” y “lo
¿cómo es posible la existencia duradera de una sociedad justa y estable razonable” 68. Lo racional se refiere a la capacidad de un individuo
de ciudadanos libres e iguales que no dejan de estar profundamente divididos o conjunto de individuos asociados para discernir sus objetivos
por doctrinas religiosas, filosóficas y morales razonables? 67
e intereses, y perseguir eficientemente su consecución
seleccionando los medios más adecuados entre los disponibles. Lo
Con esta nueva interpelación incorporada a la posición original,
racional no sólo abarcaría lo que se conoce como una racionalidad
las “personas representativas” ya no vienen definidas a partir de las
estratégica, sino que implicaría también un sentido del bien. Esta
posiciones —funcionales— de una estructura básica dada, sino que,
atribución es importante porque, con el giro político hacia una
por el contrario, se referirán a sujetos representativos de cada una de
sociedad pluralista, las diferentes posibilidades de concebir el bien,
las “doctrinas comprehensivas” que, pese a defender visiones
lejos de ser una tarea delegada a los individuos desde su
diferenciadas sobre la vida buena, pretenden convivir pacífica y
singularidad, se enmarcan en un politeísmo axiológico configurado
66
Ver: Lectures on the Hystory of Moral Philosophy, Harvard University por diferentes tradiciones de pensamiento y formas de vida, que
Press, Cambridge (Mass.), 2000. También se puede consultar a este particular:
Camps, V., “El segundo Rawls, más cerca de Hegel”, Daimon, nº 15, 1997,
pp. 63-69; Schwarzenbach, S. A., “Rawls, Hegel, and Communitarianism”,
68
Political Theory, v. 19, 1991, pp. 539-571. Political Liberalism, op. cit., pp. 79-85. Lo racional y lo razonable nacen de
67
Rawls, J., Political Liberalism, Columbia University Press, New York, la revisión de las dos facultades morales el sentido del bien y el sentido de
1993; p. 4 (se cita la versión castellana, Liberalismo Político, Crítica, la justicia para adaptarlas a un contexto de estabilidad externa. Esta
Barcelona, 1996; p. 33). Con esta cuestión, Rawls retrata el hecho del diferenciación cobra su necesidad de la reconceptualización de la
pluralismo como una característica añadida y elemental de la estructura racionalidad, que en su Teoría de la Justicia aparecía identificada con la teoría
básica, que toda sociedad bien ordenada debe tener en cuenta. Lo razonable de la elección racional. Rawls viene a reconocer como las implicaciones
de las diferentes doctrinas se refiere aquí, por el momento, a su igualdad normativas de una racionalidad práctica no pueden ser deducidas
respecto a la pretensión de legitimidad como definiciones de la vida buena. completamente desde una racionalidad estratégica (ibíd., nota 7, p. 53); como
Con ello, su definición de la justicia como un fin o bien racional es asumido, lo demuestra la necesidad de dotar al concepto de “lo razonable” de un
en este giro, como una doctrina filosófica más entre otras posibles. sentido de la reciprocidad y de la disponibilidad a la cooperación social.

134 135
serán etiquetadas por Rawls como “doctrinas comprehensivas”69. Lo definición diferenciada de la vida buena. La identidad social queda
razonable, por el contrario, sería la facultad derivada de nuestro separada de la identidad como ciudadano político, permitiéndole a
sentido de la justicia que nos permite colaborar y participar en la Rawls recrear las condiciones de igualdad de la posición original
definición de los términos equitativos de la cooperación social desde de carácter abstracto tras el velo de ignorancia en torno a una
diferentes concepciones de la vida buena70. La diferencia crucial definición “política” de persona73. Pero con ello también, Rawls
respecto a la anterior articulación de la Teoría de la Justicia, se renuncia a dotar a su teoría de la justicia de implicaciones morales,
encuentra en que los principios de la justicia capaces de despertar es decir, a cargar a los individuos con una definición “racionalista”
una aceptación generalizada de los términos de la cooperación de sí mismos que deben incorporar en todo proyecto sobre la vida
social ya sólo se pueden alcanzar en el ámbito político, que de esta buena. Esta renuncia es fruto de descartar el tomar la “estabilidad
manera queda configurado como un espacio de encuentro para todos interna” como medida de la “estabilidad externa” en una definición
los ciudadanos sin excepciones, es decir, como un espacio social “republicana” del espacio político; es decir, como si lo público
“público”71. Lo razonable se concretiza, de esta manera, en una debiera atenerse a una definición previa de virtudes en las que debe
“razón pública”, que debe ser válida, desde la cultura política en la autorrealizarse todo sujeto racional. El ámbito político, desde el
que toma asiento, para todos los individuos, independientemente de “republicanismo kantiano”, aparecería como un fin en sí mismo, al
sus convicciones personales sobre la vida buena72. que todo individuo racional necesitaría acudir y participar
Esta identificación de lo político con lo público resulta vital para activamente para autorrealizarse como persona “moral”. Por el
la interpretación liberal rawlsiana, pues, de este modo, frente a esa contrario, desde el Liberalismo Político, el aspecto de la
esfera pública en la que todos los individuos vienen a interacciónar autorrealización personal queda delegado al espacio privado de “lo
como ciudadanos “abstractos” en igualdad de condiciones y estatus, racional”, es decir, de la conformación de una concepción de la vida
se viene a crear otra esfera “privada” en la que cada individuo puede buena a partir de alguna adscripción comunitaria y/ó filosofía
perseguir por sí mismo o en asociación con otros individuos personal74. Rawls descarta en diferentes textos esta concepción
sus propios intereses y expectativas vertebradas en torno a una republicana de lo político como una “comunidad” estructurada
“prepolíticamente” en torno a un ideal de sí misma y de sus
miembros, es decir, en torno a una identidad colectiva de tipo
69
En palabras de Rawls: «…el liberalismo como doctrina política supone que cultural, religiosa o filosófica, pues la única forma de mantenerla
hay muchas concepciones del bien enfrentadas e inconmensurables, cada una como tal, sin disensiones ni deserciones, sería por mediación de la
de ellas compatible con la plena racionalidad de las personas humanas, en
tanto en cuanto podamos averiguar si están dentro de una concepción política coacción coercitiva del Estado, que de esta manera socavaría las
de justica practicable»¸ “Justice as Fairness: political, not metaphysical”, en libertades fundamentales de los individuos (especialmente la de la
CP, p. 412 (se cita la traducción de E.G. Martinez Navarro: “Justicia como
imparcialidad: política, no metafísica”, en Diálogo Filosófico, 16, En-Ab
72
1990, p. 29). Ver: Fraser, E., y Lacey, N., “Politics and the Public in Rawls’s Political
70
Sobre la derivación de “lo razonable” del “sentido de la justicia”, ver: Liberalism”, Political Studies, v. 43, 1995, pp. 233-247.
73
Paden, R., “Rawls’s Just Savings Principle and Sense of Justice”, Social Ver: Clarke, S., “Contractarianism, Liberal Neutrality, and Epistemology”,
Theory and Practice, v. 23, 1997, 27-51. Political Studies, v. 47, nº 4, 1999, pp. 627-642.
71 74
Ver: Alejandro, R., “What is Political about Rawls’s Political Liberalism”, Ver: Sterba, J., “Reconciling Public Reason and Religious Values”, Social
The Journal of Politics, v. 58, 1996, pp. 1-24. Theory and Practice, v. 25, nº 1, 1999, pp. 1-28.

136 137
libertad de conciencia y pensamiento) sobre las que se asienta todo una “razón pública” descarta una moralidad intrínseca, en ningún
régimen constitucional democrático. El republicanismo kantiano caso se le podría dotar al concepto de “lo razonable” de una
puede ser una opción personal para la definición de la “vida buena” correspondencia con virtudes morales. Hacer tal cosa nos llevaría
que refuerce, desde un sentido del bien, la idea de una razón otra vez al callejón “sin salida” de su Teoría de la Justicia, es decir,
pública, pero en ningún caso puede aspirar a obtener un rango a una solución “interna” del problema de la estabilidad. Por otro
“público”, y, en consecuencia, obligatorio 75. lado, una solución radicalmente “externa” haría depender la
En contraste con estas reflexiones, el concepto de “lo razonable”, estabilidad de una mera “legalidad” impuesta coercitivamente,
tal y como nos viene especificado por Rawls, no está exento, como cuando el objeto de una teoría de la justicia de carácter político es,
lo demuestran las amplias críticas de las que ha sido objeto, de una precisamente, proveer a la legalidad de unos principios “racionales”
cierta ambigüedad, pues, en primer lugar, se refiere a una definición en los que ésta pueda encontrar una “legitimación” pública77. La vía
“política”, como aquello que cabe aceptar dentro de un discurso intermedia tomada por Rawls da una solución parcial, pues al final
político el locus autorreferencial del sistema político, pero, por tiene que “cargar” con esa doble tensión al concepto de “lo
otro lado, se engarza con un sentido interno de la justicia de carácter razonable”, dotándolo de una predisposición “moral” a la
moral 76. Si, como creo que quiere dar a entender Rawls, la idea de
48; Walker, B., “John Rawls, Mikhail Bakhtin, and the Praxis of Toleration”,
75
Aceptar esa tesis del “humanismo kantiano” nos llevaría otra vez a la Political Theory, v. 23, 1995, pp. 101-127; Paris, D., “Moral Education and
“solución interna” del problema de la estabilidad. Ver, PL, pp. 42-43, 146- the “Tie that Binds” in Liberal Political Theory”, American Political Science
147, 201, 205-206. Especialmente, resulta esclarecedora la contrarréplica de Review, v. 85, 1991, 875-901; Thiebaut, C., La vindicación del ciudadano,
Rawls a las críticas de Habermas: «El aparente énfasis de Habermas en lo Paidós, Barcelona, 1998, pp. 259-274; Thiebaut, C., De la Tolerancia, La
político (...) es completamente plausible sólo a condición de que la idea del balsa de Medusa, Madrid, 1999, pp. 84-97.
77
humanismo clásico sea verdadera: esto es, que la esfera en la que los seres Sobre la base de una necesidad de legitimación del orden normativo, Rawls
humanos logran su más plena realización, su mayor bien, es en las actividades diferencia tres niveles de la publicidad. El primer nivel de la publicidad sería
de la vida política. Evidentemente, comprometerse con la vida política puede aquel que viene impuesto de manera coercitiva por la legalidad vigente (moral
ser una parte razonable de las concepciones del bien de muchas personas, y egoísta/pre-convencional). Lo público se identificaría, en este nivel, con lo
para mi puede ser de hecho un gran bien... Sin embargo, la justicia como obligatorio. Un segundo nivel sería aquel que viene a justificar el orden
equidad rechaza cualquier declaración de esta suerte. Subordinar el bien de la vigente a partir de unas creencias comunes compartidas “prepolíticamente”
sociedad civil al de la vida pública parece erróneo», en “Reply to Habermas”, (moral convencional). Este, por ejemplo, podría ser el caso de algún régimen
The Journal of Philosophy, 92, 1995 [incorporado como Lecture IX a la confesional que vierte en el orden jurídico público diferentes expectativas
paperback edition de Political Liberalism, 1996] (se cita la traducción de G. normativas pongamos por caso un Estado islámico que toma por fuente
Villar Roca, “Réplica a Habermas”, en J. Habermas y J. Rawls, Debate sobre básica del derecho el Corán. El tercer nivel de la publicidad sería aquel que
el liberalismo político, (DLP), Paidós, Barcelona, 1998, p. 128). Ver también, parte de una justificación de la justicia pública en sus propios términos, es
Wolin, S., “The Liberal Democratic Divide: on Rawls’s Political Liberalism”, decir, desde una teoría sobre la justicia misma (moral post-convencional). En
Political Theory, v. 24, 1996, pp. 97-119. el caso de Rawls, por supuesto, la teoría que mejor se ajustaría a estas
76
El valor de la tolerancia que promueve la razón pública, es para algunos necesidades sería su teoría de la justicia como equidad, especialmente referida
autores un valor básico para la convivencia en las sociedades modernas, y por a su versión política en el contexto de un pluralismo axiológico. Con el
ello no puede divorciarse por completo de pretensiones morales. Ver: calificativo de “publicidad plena” para este último nivel, Rawls viene a
Mendus, S., “Teaching Morality in a Plural Society”, Goverment and identificar a la justicia como equidad como el fín último de la publicidad
Opposition, v. 33, nº 3, 1998, pp. 355-371; Tan, K., “Liberal Toleration in misma, es decir, dónde ésta puede expresarse fielmente según su naturaleza
Rawls’s Law of Peoples”, Ethics, v. 108, 1998, pp. 276-295; Strike, K., “Must podremos evidenciar una argumentación similar en el desarrollo del
Liberal Citizens Be Reasonable?”, The Review of Politics, v. 58, 1996, pp. 41- concepto de autonomía plena. ver, PL, pp. 66-77

138 139
cooperación social y al reconocimiento de las reglas como virtudes La única manera de poder llegar en esta tesitura a una “razón
“politico-morales” que posibilitan el “juego limpio” (fair play)78. pública”, en estimación de Rawls, sería a partir de un
Para apuntalar “lo razonable” desde la estabilidad externa, Rawls “constructivismo político” contractualista, en virtud del cual
crea una diferenciación conceptual más entre la “autonomía podríamos alcanzar un reconocimiento “razonable” de los principios
racional” y “autonomía plena”, que se corresponderían con los dos desprendidos de la teoría de la justicia como equidad, que, en su
primeros momentos del proceso de descorrer el velo de ignorancia interpretación política, reforzarían las bases liberales de una
el tercer momento sería el de nuestra perspectiva como sujetos o primacía de las libertades básicas 82. En “Kantian Constructivism en
actores sociales reales 79. La autonomía racional sería un artificio Moral Theory”, Rawls perfila como el rasgo más característico del
que formaría parte del construccionismo político de la posición construccionismo kantiano la creación de un orden social de
original, y en el que quedaría asumiendo que, en el nivel de naturaleza normativa a partir de una definición de la persona
abstracción procedente del velo de ignorancia, es un elemento autónoma, en la que su racionalidad práctica adquiere el rango
conceptual de un modelo ideal que no da cuenta de las personas de una virtud moral. Rawls viene a asumir como base esencial de
reales. La autonomía plena haría referencia a aquella autonomía que toda teoría con pretensiones constructivistas, ésta relación
es posible alcanzar en cuanto ciudadanos reales, esto es, en cuanto conceptual entre una definición de persona y una definición de la
portadores de una serie de derechos políticos que garantizan la sociedad 83. En su Teoría de la Justicia, la persona era definida, al
autonomía real y efectiva de los individuos. Rawls estima que el
“sentido de reciprocidad” sobre el que se sostiene la disponibilidad paradójica consecuencia de lo dicho es que la autonomía plena haría depender
el ejercicio de “lo razonable” de una garantía al ejercicio de “lo racional”,
a la cooperación sólo es posible en el segundo tipo de autonomía, al poniendo en quiebra ese necesario sentido de la justicia que da prioridad a lo
crear un interés común por salvaguardar “el bien” político de un justo sobre las definiciones de lo bueno. Pese a todas las matizaciones de
Estado de Derecho 80. Lo razonable, entonces, sólo sería posible Rawls, las “virtudes civícas” sólo se sostienen en una concepción
“republicana” del espacio político. Sobre este cuestión, se puede consultar:
como parte de un ideal de ciudadanía democrática, es decir, desde Sinopoli, R., “Thick-skinned Liberalism: Redefining Civility”, The American
una definición política de la persona que, por consiguiente, quedaría Political Science Review, v. 89, 1995, pp. 612-620; Miller, D., “Citizenship
afincada en la “estabilidad externa” que nos ofrecen las instituciones and Pluralism”, Political Studies, v. 43, 1995, pp. 432-450; Caney, S., “Anti-
perfectionism and Rawlsian Liberalism”, Political Studies, v. 43, 1995, pp.
sociales y políticas “bien ordenadas”81. 248-264; Fullinwider, R., “Citizenship, Individualism, and Democratic
Politics”, Ethics, v. 105, 1995, p. 497-515; Hill, G., “Citizenship and
78
Ver: Estlund, D., “The Insularity of the Reasonable: Why Political Ontology in the Liberal State”, The Review of Politics, v. 55, 1993, pp. 67-84;
Liberalism Must Admit the Truth”, Ethics, v. 108, 1998, pp. 252-275. Neal, P., “In the Sadow of the General Will: Rawls, Kant and Rousseau on the
79
Sobre la autonomía racional y la autonomía plena, ver PL., pp. 72-81. Problem of Political Right”, The Review of Politics, v. 49, 1987, pp. 389-409;
80
Sobre “el bien político”, ver ibíd., pp. 201-206. Thiebaut, C., “Sujeto liberal y Comunidad: Rawls y la unión social”,
81
En definitiva, sobre un sentido del “bien político” como “orden”, que tiene Enrahonar, nº 27, 1997, pp. 19-33.
82
un valor propio, al igual que en Hobbes, en sí mismo. La reciprocidad, lejos Ver, por ejemplo: Klosko, G., “Political Constructivism in Rawls’s Political
de sostenerse entonces en un sentido moral como sociabilidad innata y Liberalism”, American Political Science Review, v. 91, 1997, 635-646.
83
disponibilidad espontánea a la cooperación, se sostendría en una afiliación Ibíd., p. 93. La principal razón para ello estriba en la división kantiana entre
política que, descargada de implicaciones morales virtudes republicanas, razón teorética y razón práctica. La razón teorética gestaría teorías sobre
repercuten como un beneficio “racional” para el individuo, en cuanto le objetos dados a su experiencia, y que, por consiguiente, aunque no podamos
permiten perseguir sus intereses en la esfera privada. Con la renuncia a una percibirlos más qué como fenómenos, tienen una realidad independiente a la
base moral de la política, esto es todo cuanto nos estaría licitado aventurar. La conciencia de los hombres. La razón práctica, por el contrario, construye la

140 141
igual que en Kant, como una persona moral con dos facultades necesitan de un espacio público dónde puedan encontrarse en
principales dadas a su racionalidad práctica: un sentido del bien, que igualdad de condiciones. Este espacio no es otro que el político, que
le permitía perseguir sus propios fines bajo el principio aristotélico como parte de su propia constitución necesita de una definición
de la superación personal, y un sentido de la justicia, que le permitía neutral de la persona en términos políticos que venga a garantizar,
concebir sus relaciones con otros individuos bajo el objetivo común independientemente de las convicciones doctrinales “privadas”, una
de la cooperación social frente a la competencia irreconciliable de igualdad de participación en la estipulación de los términos del
intereses del estado de naturaleza en Hobbes. En Political contrato de cooperación 84. La igualdad de derechos en una
Liberalism, el objetivo de crear un nexo conceptual entre una definición abstracta de la ciudadanía sería la principal característica
definición de persona y de sociedad ya sólo será posible desde un de la “personalidad política”, a partir de la cual se podrían recrear
“constructivismo político”. La causa esencial para ello es que “lo las condiciones de reflexión de la posición original que llevarían al
racional”, que recoge el viejo concepto de un “sentido del bien”, ya reconocimiento “público” de los dos principios de la justicia como
no es producto de una “deliberación racional” en el interior de un equidad como base del entendimiento para la cooperación social.
individuo aislado y abandonado a sus propias fuerzas reflexivas, El problema del constructivismo como método de elaboración
sino que, por el contrario, cristalizaría como una definición “socio- teórica se encontraría en una pretensión de “objetividad” pública, es
cultural” de la vida buena adscrita a alguna “doctrina decir, en un reconocimiento de su validez cognitiva para el ámbito
comprehensiva”. Los términos del contrato de cooperación social ya político 85. Rawls establece una diferenciación conceptual entre la
no los establecen los individuos propiamente dichos, sino las “verdad” y “lo razonable” como pruebas de validez a las que se
“doctrinas comprehensivas” en cuanto sujetos representativos de puede someter toda teoría con ambiciones prácticas. “Lo razonable”
una sociedad civil “pluralista”. Sin embargo, como las “doctrinas sería aquello que responde a los principios contenidos en una “razón
comprehensivas” son inconmensurables cognitivamente entre sí, pública”, que, en virtud de su publicidad como perspectiva
“política” aceptada y reconocida por todos los ciudadanos en cuanto
teoría al mismo paso que construye sus objetos de conocimiento, esto es, su tales, puede otorgar y sancionar un reconocimiento de
objeto forma parte de la propia construcción, y no está dado a su experiencia
“legitimidad” sobre una demanda de derechos individuales o
en cuanto práctica independientemente de su interpretación teórica. La
coherencia interna de la teoría se pliega al objetivo de ordenar la “práctica colectivos. “Lo razonable” son aquellas reivindicaciones que, en vez
social”, confiriéndole un fundamento justificativo en la propia germinación de
84
conceptos que la definen respecto a la teoría. Es por esta razón que el Ver, por ejemplo: Lund, W., “Egualitarian Liberalism and Social
“equilibrio reflexivo” puede servirnos como prueba de la validez de una teoría Pathology: a Defense of Public Neutrality”, Social Theory and Practice, v.
“práctica”, al confrontar sus principios y conceptos con los de la práctica real 23, 1997, pp. 449-478; López, M. T., “Neutralidad liberal y valores morales”,
de los actores sociales. Sobre esta cuestión, se puede consultar. Brandt, R. B., Contrastes, nº3, 1998, pp. 169-184; López, M. T., “Pluralismo moral y los
“The Science of Man and Wide Reflective Equilibrium”, Ethics, v. 100, 1990, lugares de la argumentación”, Isegoria, nº 20, 1999, 197-206.
85
pp. 259-278; Estuith, S. y Peterson, R., “The Original Position as Social Lo objetivo aquí se identifica con aquello que se encuentra en condiciones
Practice”, Political Theory, v. 16, 1988, pp. 300-334. de despertar una aceptación de “publicidad plena”, es decir, una “validez
Concepciones similares sobre el carácter epistemológico de las ciencias cognitiva respecto de los términos de la cultura política del liberalismo
sociales los podemos encontrar en la relación Teoría/Praxis del marxismo, en procedentes de la Teoría de la Justicia como equidad. Ver: Norman, W.,
el mecanismo de la “profecía autocumplida” de Thomas y Merton, o, mirando “Inevitable and Unacceptable? Methodological Rawlsianism in Anglo-
hacia el panorama español, la concepción de una “sociedad reflexiva” por American Political Philosophy”, Political Studies, v. 46, nº 2, 1998, pp. 276-
parte de E. Lamo. 294.

142 143
de crear un conflicto irreconciliable entre los actores sociales que Por último, el giro hacia una “estabilidad externa” frente a la
pongan en peligro el pacto social de cooperación, refuerzan el “estabilidad interna”, se puede colegir de la transformación del test
sentido solidario de participar en una misma sociedad política, de validación teórico del “equilibrio reflexivo” en el test de
apelando para su aceptación “pública” a los principios y “valores validación del “consenso por superposición”. Recordemos que el
políticos” sobre los que se sostiene86. La verdad, por el contrario, test del “equilibrio reflexivo” era una exigencia de la racionalidad
viene referida a la aceptación de una teoría desde “dentro” de una “práctica” para validar la teoría desde “dentro” de las prácticas
doctrina comprehensiva particular, dónde cada una de las cuales efectivas que se pretendían explicar. En el constructivismo político,
tendría sus propios criterios de verdad, como conjunto de prácticas con la mutación operada en la definición de “lo racional”, desde la
“auténticas” a su forma o estilo de vida87. “racionalidad deliberativa” aquella que discierne reflexiva y
autónomamente el “bien” para un sujeto racional hacia las
diferentes modalidades de la “vida buena” concretadas por las
86
En realidad, éste sería un problema compartido de toda teoría con “doctrinas comprehensivas”, el test de validación ya no lo pueden
implicaciones prácticas: su éxito conceptual se debe a su práctica real. El test
del equilibrio reflexivo no daría más que una medida, siempre aproximada por realizar los sujetos racionales aisladamente, sino que se tendrá que
su “carga” subjetiva, de esta correlación. Rawls se acerca nuevamente a esta proyectar desde las perspectivas particulares de las doctrinas
cuestión cuando analiza las “cargas de juicio” que distorsionan la comprehensivas. Las personas representativas, de este modo, serán
“razonabilidad” desde la “racionalidad” lo razonable versus lo racional,
representativas de cada una de las diferentes doctrinas, filosofías
cuya conclusión no es otra que la incomesurabilidad de las diferentes
perspectivas axiológicas para entenderse entre sí algo similar a las vitales o estilos de vida que conviven en la sociedad civil.
“distorsiones comunicativas” que entorpecen la práctica pura de la No obstante, al igual que el término de “lo razonable”, el
“racionalidad comunicativa” en Habermas, que de este modo necesitan de consenso por superposición no está exento de ciertas ambigüedades
un lenguaje común más abstracto el Liberalismo Político para poder
llegar a sentar las bases de un acuerdo. Lo razonable adquiere de esta manera
en la definición de su naturaleza privada/pública, como se patentiza
el rasgo ético de la tolerancia, para que cada cual sea, en la intimidad de sus en las dos etapas que Rawls explicita en su confección88. La primera
práctica privadas, como crea pertinente, incluyendo la determinación de sus etapa se sitúa en las condiciones de igualdad de la posición original,
creencias personales. Sobre las cargas de juicio, ver PL, pp. 54-58, 119-121.
87 y desde una definición “política” de las personas representativas,
A favor de Rawls, se podría puntualizar que la verdad aquí se refiere a su
uso desde la racionalidad práctica (frente a la racionalidad teorética), que sólo arrojando por resultado un “Consenso Constitucional” edificado
puede alcanzarse desde “dentro” de las convicciones personales sobre la vida sobre la “razón pública” y los valores políticos liberales. El
buena como medida de su autenticidad. El problema de esta definición de
verdad es que se asocia a su vieja definición religiosa, de carácter salvífico y interpretación que realiza Rorty de la obra de Rawls en el sentido expuesto
escatológico en los terrenos prácticos de la acción moral y del devenir vaya mal encaminada.
88
histórico. Con esta definición, la validez cognitiva con pretensiones de PL., pp. 158-168. Sobre los problemas de construcción del Consenso por
universalidad, en su calificación o descalificación como doctrina Superposición, ver: Habermas, J., “Reconciliation through the Public Use of
comprehensiva, queda reducida al mismo estatus que la verdad religiosa. Reason: Remarcks on John Rawls Political Liberalism”, en Journal of
Rawls parece no darse cuenta de que, con este planteamiento, la filosofía Philosophy, XCII, nº 3, pp. 132-180; Habermas, J., “Vernunftig versus Wahr
queda desarmada y deslegitimada para cualquier tipo de reflexión racional, —oder die der Weltbilder”, en Die Einbeziehung des Anderen, Suhrkamp
pues su validez ya no se encuentra en la coherencia de su fundamentación Verlag, Francfort del Meno, 1996, pp. 95-127 (recompilados y traducidos en
epistemológica, sino en el plano de las prácticas sociales que le vienen dadas Habermas, J., y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, Paidós,
a su experiencia y en último término en la hermenéutica “comprehensiva” Barcelona, 1998); Giusti, M., “Tras el consenso. Sobre el giro
por las cuales se interpretan en el seno de cada una de ellas. No creo que la epistemológico-político de John Rawls”, Isegoria, nº 14, 1996, pp. 111-125.

144 145
Consenso Constitucional, puntualiza Rawls, sería de corto alcance, segundo lugar lo que propiamente dicho se podría considerar un
pues no incluiría en su diseño una organización de la estructura “consenso por superposición”, los principios de la “razón
básica, sino tan sólo los procedimientos políticos de un gobierno pública” deben ser ratificados como “válidos” desde dentro de las
democrático 89. En resumen, en este primer nivel, el Consenso propias “doctrinas comprehensivas”, es decir, desde su propio
Constitucional sería equiparable al ejercicio de la “razón pública” en criterio de verdad axiológico. Este hecho es importante en
la organización de las instituciones políticas y del derecho jurídico. realidad, más importante para las doctrinas comprehensivas, en
La segunda etapa supondría un paso más en el descorrimiento cuanto les va en ello su reconocimiento como doctrinas razonables,
del velo de ignorancia, y dejaría a los individuos “juzgar” el que para la propia validación de la razón pública porque, si bien
Consenso Constitucional desde el “interior” de sus respectivas “lo razonable” puede dotar a los individuos de un “genuino” deseo
“identidades sociales”. La prueba desde el ámbito privado para de cooperación con otros individuos que no comparten sus valores
“legitimar” el orden público sería doble. En primer lugar, el orden vitales, no puede hacer que, según Rawls, éstos se comprometan en
constitucional previamente organizado les debe dejar el suficiente respetar el orden normativo derivado del consenso constitucional91.
espacio y “libertad” de acción como para desarrollar plenamente las En definitiva, si las doctrinas comprehensivas aceptan los valores
prácticas por las cuales se materializa su “sentido del bien” o de la liberales sobre los que se funda el “consenso constitucional”
“vida buena”. Esta condición viene garantizada en opinión de especialmente su primacía sobre su definición de la vida buena
Rawls por la primacía de los derechos subjetivos y libertades como garantía del orden social y convivencia pacífica con otras
básicas en el diseño político, y, especialmente, dentro de éstos, por doctrinas comprehensivas en un pacto de respeto mutuo, y los
el derecho a la libertad de conciencia y de pensamiento90. Y en toman como referencia básica para llegar a otros consensos sobre la
89 estructura básica, tendremos asentadas las bases de un acuerdo
PL., p. 159. Se puede comparar este recorte de objetivos respecto de los
dados a la teoría de la Justicia como equidad original, que tenía por objeto social “profundo” que soporte la prueba de su “estabilidad” en el
prioritario la estructura básica. De este modo se patentiza una renuncia al tiempo. En palabras de Rawls:
“racionalismo” para la determinación reflexiva de un modelo de sociedad bien
ordenada. El único aspecto de la sociedad que podría ser ordenado según los
pincipios de la justicia como equidad, y alcanzar un rango “público”, sería el La justicia, en consecuencia, se encuentra en condiciones de plantear límites
político. Pero con esta restricción, la primacía de los derechos articulados en al desarrollo de los planes de vida desde los mismos derechos que los
torno a la libertad de los modernos alcanza una prioridad sobre cualquier otra posibilitan, dictaminando cuales de ellos pueden ser “razonablemente”
consideración, incluida la “justicia distributiva” por la que trataba de perseguidos sin entrar en colisión con un estado de derecho, es decir, sin
organizarse la estructura básica y sus “derechos sociales” inmanentes. La lesionar el mismo tiempo la igualdad de derechos del resto de individuos.
91
pretensión de un equilibrio entre la libertad de los antiguos y la de los El compromiso axiológico sería una facultad exclusiva del “sentido del
modernos en el Liberalismo Político en realidad no sería tal. Ver, por bien” provisto desde las doctrinas comprehensivas. Por ello, es importante
ejemplo: Hill, G., “Reason and Will in Contemporany Social Contract que, para seguir voluntariamente un orden social legítimo, no entren en
Theory”, Political Research Quarterly, v. 48, 1995, pp. 101-116; Habermas, contradicción con la “razón pública”; aunque si ésta es inevitable, se
J., “Reconciliation through the Public Use of Reason: Remarcks on John concederá una prioridad a los fundamentos públicos de la cooperación social.
Rawls Political Liberalism”, en Debate sobre el Liberalismo Político, Paidós, El republicanismo puede actuar, en este sentido, como un vínculo axiológico
Barcelona, 1998, pp. 65 ss. capaz de comprometer a un actor con el reconocimiento de las bases públicas
90
En su lectura política, la garantía a los “bienes primarios” de la justicia de cooperación como una finalidad en sí misma, pero, como ya se comentó,
como equidad se convierten automáticamente en “derechos políticos”, que nunca puede exigir un acatamiento doctrinal “universal” que viole la libertad
como tales mantienen una afinidad con el sentido de la justicia como equidad. misma de pensamiento.

146 147
que pueden ser tomados de la teoría de la justicia como equidad;
En lo tocante a la profundidad, una vez se ha dado el consenso mientras que el “Consenso por Superposición” se corresponde con
constitucional, los grupos políticos tienen que entrar en el foro el periodo legislativo corriente, por el que se reglamenta el marco
público de la discusión política y apelar a otros grupos que no de la estructura básica bajo el procedimiento democrático de
comparten su doctrina comprehensiva. Ese hecho hace que sea mayorías “razonables” 93. La idea del Consenso por Superposición,
racional para ellos salir del restringido círculo de sus propios puntos desde el punto de vista político, se podría entender entonces como
de vista y desarrollar concepciones políticas en cuyos términos aquel “consenso publico” que se va consiguiendo en la
poder explicar y justificar las políticas elegidas por ellos a un “superposición” de distintas doctrinas representadas por partidos
público más amplio y con el propósito de acabar reuniendo a una políticos hasta alcanzar una mayoría democrática94. Para llegar a
mayoría. Al proceder así, se ven conducidos a formular tales consensos, los actores políticos tendrían que tener en cuenta
concepciones políticas de la justicia. Esas concepciones sus propios intereses como sujetos racionales, y un punto de vista
proporcionan la moneda corriente con que discutir y una base “público y neutral” desde el que poder hacer llegar sus
profunda para explicar el significado y las implicaciones de los reivindicaciones a las otras partes. Este espacio social de encuentro
principios y las políticas que cada grupo respalda. 92 nos dirá Rawls no es otro que el discurso político, y, más
concretamente, aquel que se nos presenta en los términos y valores
El consenso por superposición, al contrario que la posición defendidos por el Liberalismo Político como marco reflexivo de una
original como constructo teórico, es un consenso real establecido razón pública.
por actores reales, que están llamados a ponerse de acuerdo sobre
algún aspecto relevante de sus expectativas vitales. Desde el punto Conclusiones.
de vista de un sistema político democrático, el Consenso
Constitucional sería aquel derivado de un periodo legislativo
constituyente que necesita, no obstante, de unos principios 93
Ver, PL, pp. 231 ss.
94
previos de la justicia compartidos como referentes normativos, y Ver, “Reply to Habermas”, en J. Habermas y J. Rawls, Debate sobre el
liberalismo político, Paidós, Barcelona, 1998, pp. 89-97. En esta concepción,
la “representación” política para la participación pública deviene en un
92
PL., p. 165 (se cita la traducción española de A. Domènech en Rawls, J., El elemento de primer orden para la “legitimidad” legislativa; frente a las
Liberalismo Político, Crítica, Barcelona, 1996; pp. 197-198). Sobre esta cita necesidades “deliberativas” de la Opinión Pública dentro de una democracia
hay una cierta polémica sobre si, cuando reclama a los actores sociales participativa “radical” al estilo de Habermas. Sobre la influencia de la práctica
ponerse en un punto de vista superior a sus convicciones personales se incluye política “real” norteamericana en el diseño del Construccionismo Político de
también o no se incluye un punto de vista intersubjetivo, es decir, aquel que Rawls, se puede consultar: Klosko, G., “Rawls’s “Political” Philosophy and
toma en consideración el punto de vista de las otras partes desde su American Democracy”, The American Political Science Review, v. 87, 1993,
correspondiente determinación hermenéutica de sentido (la intercambiabilidad pp. 348-359; Silveira, P. y Norman, W., “Rawlsianismo metodológico. Una
de posiciones perceptivas de la fenomenología junto a la asunción ideal de rol introducción a la metodología dominante en la filosofía contemporánea”,
del interaccionismo simbólico de Mead) . Puesto que en opinión de Rawls las Revista Internacional de Filosofía Política, nº 5, 1995, pp. 125-151; Bayona,
“doctrinas comprensivas” son inconmensurables cognitivamente entre sí, no B., “La “cultura política” en el Liberalismo Político”, Sistema, nº 149, 1999,
creo que sus intenciones se orienten hacia ese tipo de implicaciones, sino que pp. 69-97; Poulain, J., “La “parousia” americana de la democracia filosófica”,
más bien tienen por objeto resaltar la necesidad de un lenguaje neutral desde Isegoria, nº 8, 1993, 85-102; Norman, W., “La filosofía política anglosajona
el que los actores políticos puedan dialogar y ponerse de acuerdo. antes y después de Rawls”, Taula, nº 17-18, 1992, pp. 111-120.

148 149
Llegado el momento de realizar un balance de la obra de Rawls, me CAPITULO III
gustaría resaltar que, pese a concentrar la mayor parte de sus
aportaciones en dos publicaciones (TJ y LP), la gran trascendencia EL PROBLEMA DE LA ESTABILIDAD NORMATIVA EN
que éstas han tenido en el debate internacional procede de la LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE JOHN RAWLS
inflacionada meticulosidad del trabajo de reflexión de Rawls, que
siempre prefería, cual maestro de ajedrez, analizar un problema en
todas sus variantes antes de posicionarse con un movimiento INTRODUCCIÓN
teórico. Liberalismo Político sería el más fiel reflejo de este
paciente y diligente método de trabajo. Tras publicar Teoría de la El problema de la estabilidad normatividad en la filosofía política
Justicia, Rawls dio prácticamente por terminadas sus reflexiones en puede parecer, a primera vista, una cuestión tangencial a la misma
torno a las aplicaciones de una teoría de la justicia en la por encontrarse más vinculada con el ordenamiento jurídico, pero en
organización económica, para dirigir el frente de su pensamiento a realidad, va mucho más allá, pues entronca directamente con las
un elemento constitutivo del propio “sentido de la justicia”, como es mismas fuentes de la normatividad, es decir, con la cuestión de la
su relación con una pluralidad de definiciones axiológicas del bien legitimación del poder político y la autoridad de las normas que
en las sociedades democráticas y la misma posibilidad de emanan de él.
convivencia pacífica entre las mismas, dependiente de una acuerdo Por ello no es de extrañar que la cuestión de la estabilidad
político que resultase “razonable” para todas las partes. Si el debate normativa, desde sus primeras formulaciones discursivas, presente
generado tras la publicación de TJ todavía sigue reclamando la una relación de consanguineidad con la fundamentación de la moral,
atención de múltiples comentaristas a lo largo y ancho del mundo, el así como también, por supuesto, con la iniciativa de fundar una
debate en torno a LP se puede decir que no ha hecho sino comenzar. ciencia política. Si históricamente la legitimación del poder se ha
Tal es el meritorio saldo del legado intelectual de Rawls, que si bien revestido con ropajes mágico-carismáticos y religioso-tradicionales,
se hizo esperar —prácticamente hasta el final— para “repensar” su con la entrada en la modernidad, que habría alumbrado una
primera propuesta teórica contenida en TJ, el material que ha percepción cognitiva post-convencional de la fundamentación de la
quedado publicado en LP va a necesitar todavía de muchos años de moralidad y del orden social, el discurso de legitimación pasará a
reflexiones y análisis antes de resultar, siquiera, parcialmente afincarse definitivamente dentro del discurso político como esfera
desplazado del debate de la Filosofía Política Contemporánea. de acción social independiente. J. Rawls, especialmente tras su obra
Teoría de la Justicia 1 (1971a), es uno de los principales referentes
contemporáneos en la empresa de gestar una arquitectura de
fundamentación normativa postconvencional del orden político.
Dentro de su obra en materia de filosofía política y moral, la


Publicado como: Alútiz, J.C., “El problema de la estabilidad normativa en la
filosofía política de J. Rawls”, Política y Sociedad, vol. 44-2, 2007 (ISSN:
1130-8001); pp. 229-244.
1
De aquí en adelante nos referiremos a esta obra con las siglas TJ

150 151
cuestión de la estabilidad normativa va a ocupar un lugar preferente cercana al problema de la conciencia moral en el individuo; y b) una
como motor de sus reflexiones, siendo la principal causante de las naturaleza externa en LP, más sensible con el problema de la
modificaciones y matizaciones de su pensamiento, hasta el punto de formación moral a través de instituciones bien ordenadas/justas, que
forzarle a una nueva reformulación de sus planteamientos en el precisamente será la responsable del “giro político” en su propuesta
Liberalismo Político 2 (1993a). de fundamentación normativa.

EL PROBLEMA DE LA ESTABILIDAD NORMATIVA 1. EL PROBLEMA DE LA ESTABILIDAD NORMATIVA EN


TEORÍA DE LA JUSTICIA.
Como el mismo Rawls detalla (1993a:141), la cuestión de la
estabilidad normativa implica dos facetas diferenciadas: a) la Las ideas contenidas en TJ son el fruto de 20 de años de
legitimidad, o asentimiento con los principios de la organización reflexiones de Rawls, muchas de las cuales ya habían sido
social, especialmente del poder, por parte de los individuos que publicadas previamente en formato de artículos. La inquietud
componen una sociedad, fruto de recabar un consenso y/o apoyo original de Rawls por el tema de la filosofía moral adquirió entidad
generalizado por una amplia mayoría de la sociedad; y b) la en su tesis doctoral, en la que se intentaba reconciliar la teoría de la
motivación, o creación de una personalidad moral en el interior del elección racional del utilitarismo con las tradiciones de la filosofía
individuo que lo comprometa con el seguimiento voluntario de las moral del emotivismo y del intuicionismo, este último
normas sociales vigentes. Como veremos a lo largo del artículo, especialmente referido a Kant. (1950). La idea de fondo que ilumina
estos dos problemas se enfatizan y toman forma de muy diferente las intenciones teóricas de las primeras reflexiones de Rawls en
modo en las dos propuestas normativas de J Rawls, puesto que si en filosofía moral, que finalmente se plasmarán en TJ, no son otras que
TJ, partiendo de una definición de la situación propia del encontrar un método de deliberación racional que permita llegar a la
utilitarismo, la cuestión de la estabilidad asume la forma de un racionalidad moral desde la racionalidad estratégica del cálculo de
conflicto de intereses (entre los intereses generales de una sociedad intereses (1951a). Si los primeros modelos de Rawls para este
bien ordenada/justa y los intereses racional-estratégicos de los propósito toman como marco de su reflexión la “teoría de juegos”
individuos), más orientado hacia el problema de la motivación de la economía y el utilitarismo 3, en la formulación final de TJ el
moral, en LP se traslada el foco de atención hacia un conflicto de artificio metodológico seleccionado para la reflexión moral
lealtades (entre la identidad convencional de adscripción evolucionará, inspirado en las ideas políticas del contrato social, al
comunitaria y la ciudadanía pública de un orden democrático), de una “posición original” o posición cero en la que, ficticiamente,
teniendo por eje de su vertebración el problema de la legitimación. los sujetos racionales se juntarían en condiciones de igualdad para
Dados los diferentes contornos con los que se construye el determinar los principios “constitucionales” de un “justo acuerdo de
problema, las soluciones que Rawls propondrá para resolver la
cuestión de la estabilidad normativa presentarán también una 3
La versión más depurada de un modelo de juego de regateo entre sujetos
naturaleza diferenciada: a) una naturaleza interna en TJ, más racionales como “procedimiento de deliberación racional” sobre cuestiones de
justicia la podremos encontrar en su artículo: “Justice as Fairness”, (1958);
Reeditado en Collected Papers (1999a). Sobre las condiciones del juego de
2
De aquí en adelante nos referiremos a esta obra con las siglas LP regateo, ver pp. 52-54.

152 153
cooperación”(1971a:11-21). Estos principios, como resulta No obstante, el procedimiento de deliberación permanece en este
conocido, no son otros que los dos principios centrales de Justicia formato también bajo el paraguas reflexivo de la teoría de juegos de
como equidad, enunciados originalmente por Rawls en los suma no-cero, dónde en el escenario de incertidumbre de la posición
siguientes términos: original, los individuos se verán obligados a adoptar el criterio
maximin que los ubica en el peor escenario posible, es decir, como
primero, cada persona que participa en una práctica, o que se ve si su lugar les fuese adjudicado por su peor enemigo. El
afectada por ella, tiene un igual derecho a la más amplia libertad razonamiento es el mismo que garantizar el reparto equitativo de
compatible con una similar libertad para todos; y segundo, las
una tarta haciendo que quien realiza la distribución de las porciones
desigualdades son arbitrarias a no ser que pueda razonablemente
sea el último en elegir su porción. En definitiva, el criterio maximin
esperarse que redundarán en provecho de todos, y siempre que las
posiciones y cargos a los que están adscritas, o desde los que puedan respondería a una “maximización de mínimos” riesgos en una
conseguirse, sean accesibles a todos.4 situación de incertidumbre.
El problema se complica aún más cuando se toma en
La innovación esencial de la posición original para la deliberación consideración la premisa utilitarista de que la igualdad simple no es
racional estratégica, frente a la teoría de juegos, radica en la la forma más eficiente de cooperación social los beneficios netos
introducción del llamado “velo de ignorancia”, definido como la de una división y especialización del trabajo, y que,
ausencia de información específica de la posición que se ocupa en la consecuentemente, habrá que estipular los criterios que
estructura social, así como del lugar asignado por nacimiento en la recompensen de manera desigual las diferentes contribuciones
distribución de talentos y capacidades naturales. Gracias al velo de ʊIXQFLRQDOHVʊ DO ELHQ FRP~Q (Q HVWH HVFHQDULR OD ³MXVWLFLD
ignorancia, la posición original transforma el juego de regateo entre distributiva” se enmarca en la perspectiva de cómo distribuir
sujetos racionales en un juego hipotético de reflexión de un solo equitativamente las cargas y recompensas de la cooperación social,
jugador, en el cual, dada la incertidumbre del futuro lugar que se tal y como cualquier sujeto racional —criterio maximin— podría
ocupará en la estructura básica, los intereses particulares de los admitir en una situación de igualdad con otros sujetos racionales, en
individuos racionales coincidirán con el interés general de un justo la estipulación de las reglas de un juego donde va a haber, dadas las
tratado de cooperación; es decir, que el principal rédito del velo de posiciones de desigualdad creadas por la estructura básica,
ignorancia sería transformar el cálculo racional de intereses en una ganadores y perdedores de dicha cooperación6. Rawls entiende así
racionalidad moral, objetivo teórico central de Rawls en este el principio de la diferencia —derivado de la eficiencia de una
momento 5. estructura básica— como subordinado a las reglas de juego que
deben imperar para una efectiva “igualdad de oportunidades”, que
sería el único criterio por el que se admitiría en la posición original
4
Rawls, 1958: 48. Se cita la traducción de M. A. Rodilla, “Justicia como dichas desigualdades.
equidad”, en J. Rawls, Justicia como equidad, Tecnos, Madrid, 1999; p. 79.
5 6
Rawls cree que con el velo de ignorancia también se crean las condiciones “Distributive Justice”, 1967. También, “Distributive Justice: Some
de reflexión para reconstruir las concepciones kantianas de la autonomía Addenda”, 1968. Reeditados en Collected Papers, 1999a: 130-175. Existe un
racional y del imperativo categórico desde la posición original. Ver Rawls, tercer artículo en el que Rawls viene fundir ambos artículos: “Distributive
1971a: 251-257. Justice”, 1973.

154 155
Bajo estas premisas, el problema de la estabilidad normativa se descartada como un problema al que Rawls tenga que prestarle más
nos manifiesta en TJ en sus dos facetas: la legitimación y la atención 7.
motivación moral; si bien es cierto que Rawls le concederá por el Por ello, el verdadero problema que Rawls considera dentro de la
momento una mayor importancia a la segunda de estas cuestiones. cuestión de la estabilidad normativa en TJ, no es otro que, una vez
El escollo de la estabilidad por el lado de la legitimación, nos descorrido el “velo de ignorancia” que creaba el artificio de un
pregunta sobre si estamos de acuerdo o no con la propuesta de desconocimiento del lugar que se ocupa en la estructura social y en
sociedad que se desprende de los dos principios de justicia como la distribución de talentos, por qué los individuos que se encuentran
equidad, lo que podría dar lugar a una quiebra de la estabilidad mejor situados van a respetar y comprometerse con el seguimiento
normativa por parte de los más perjudicados si llegaran a poner en de acuerdos que, desde la racionalidad estratégica, lesionan sus
cuestión los “principios de organización social” que los han situado intereses. Marcur Olson, en The Logic of Collective Action 8,
en una posición de desventaja para alcanzar sus expectativas de conceptualiza este problema, en su magistral teoría del free rider ó
autorrealización personal y/o social. Hay que decir que este “gorrón social”, como aquel individuo que participando en la
problema no es coyuntural a TJ, sino que más bien es parte distribución de los bienes colectivos o públicos creados por una
constitutiva de la teoría, tal y como se refleja en el concepto organización o sociedad, trata sin embargo de escatimar su
acuñado por Rawls de “equilibrio reflexivo” (1971a:20-21; colaboración en la producción de dichos bienes y/o en el respeto de
1999a:320-322). El equilibrio reflexivo es concebido como el punto las normas sociales que garantizan el fair play. Un ejemplo
de encuentro donde vienen a coincidir nuestros “juicios racionales paradigmático lo podemos hallar en los impuestos: todos nos
estratégicos” con los principios emanados de la justicia como beneficiamos de los bienes públicos que se financian con ellos, pero
equidad. Además, el equilibrio reflexivo representa un “test de muy pocos van a estar dispuestos a “jugar limpio” declarando todos
validación” de la teoría, puesto que ya no se produce en la ficticia sus ingresos, si se les presenta la oportunidad de eludir el gravamen
situación de la posición original, sino que tiene que seguir siendo fiscal para una parte de ellos.
válido para los sujetos racionales, una vez descorrido el velo de Dados estos contornos del problema, existen dos tipos de
ignorancia, para dar cuenta de su sentido interno e intuitivo de la soluciones. El más evidente es el externo: penar al trasgresor de los
justicia; esto es, para cualquier auditor de la teoría de la justicia acuerdos o principios con las sanciones administrativas y/o penales
como equidad en plena conciencia del lugar e intereses que ocupa vigentes en un Estado de Derecho. Sin embargo, el propósito de
en la sociedad. Rawls simplemente da por hecho que la “fuerza Rawls va más allá, pues lo que intenta desarrollar es una teoría de
racional” de sus dos principios de la justicia como equidad van a ser fundamentación moral que refleje el “sentido de la justicia” que
evidentes para todo sujeto racional, no quedándole otra prerrogativa todos los individuos portan en su conciencia de manera intuitiva, y
que comulgar plenamente con ellos, y, en consecuencia, dar su que pueda servir: primero, para “legitimar” una estructura básica de
bendición o legitimación al orden social que promueven y
promulgan. La cuestión de la legitimación queda así prácticamente
7
desarmada y anulada antes de que pueda dar origen al conflicto, Incluso la “desobediencia civil” pasaría por el reconocimiento de los dos
principios de la justicia, pues únicamente apelando a ellos se podría
“legitimar” una reivindicación política o legal que contraviniera el orden
jurídico vigente (Rawls, 1971a: 365)

156 157
la sociedad u orden social como el más justo que podemos concebir extremo, Rawls empieza el apartado reconociendo que la
idealmente; y, en segundo lugar, para dar una solución de naturaleza “racionalidad instrumental” de la teoría de la elección racional o
interna o psicológica al problema de la estabilidad; es decir, explicar cálculo estratégico de intereses, no puede responder a la pregunta de
por qué un individuo llegaría a crear un pleno sentido de la justicia si existen fines que sean racionales per se, es decir, desarrollar un
social en su conciencia que le motivara para acatar y asumir los punto de vista moral que todo sujeto racional encontraría deseable
principios de la justicia como reguladores de su propia conducta, poseer (1971a:407s.). Sin embargo, con este reconocimiento, Rawls
aun si con ello perjudica sus intereses. parece no darse cuenta de que se produce una ruptura con su
Toda la tercera parte de TJ tiene el propósito, precisamente, de original empeño de deducir la “racionalidad moral” desde la
responder a esta cuestión, pues partiendo de la pregunta inicial de si racionalidad estratégica; reconoce que la racionalidad moral,
la justicia es un fin racional en sí misma, de lo que en realidad trata llamada en LP “razonabilidad”, no puede construirse meramente a
de dar cuenta es de cómo hacer prevalecer una racionalidad moral partir de los procesos deliberativos de una “racionalidad” estratégica
de inspiración kantiana sobre la racionalidad estratégica del cálculo o instrumental (este reconocimiento será explícitamente enunciado
de intereses; a partir de la cual, habría que recordar, se había por Rawls en la nota 7 de LP (1993a:53)).
gestado el artificio de reflexión de la posición original. Así, al Para incluir la personalidad moral como un bien racional, esto es,
propósito original de TJ de hacer derivar la racionalidad moral la capacidad de regirse por principios impersonales y comprometer
desde la racionalidad estratégica, ahora se le da la vuelta, y Rawls la propia conducta con ellos, Rawls trata de buscar leyes
busca demostrar cómo el desarrollo de una racionalidad moral en el psicológicas que demuestren que dichas virtudes morales son parte
interior de cada individuo es un bien prioritario para éste, por constitutiva de todo sujeto racional. Para tal propósito, se sirve de
encima de cualquier otro interés, sobretodo económico, que pueda los conceptos de “racionalidad deliberativa” y “principio
albergar. Esta necesidad se patentiza en el propio principio aristotélico” para afirmar que el mayor bien para un individuo,
lexicográfico por el que se ordenan los bienes primarios según una cercano a su autorrealización personal, es el “respeto por uno
jerarquía de prioridad, dónde los bienes básicos, como las libertades mismo” (1971a:440s.); bien psicológico que elude la materia propia
y los derechos constitucionales emanados del primer principio de la
en un “bien” de autorrealización moral para el individuo, por encima de
justicia como equidad, tendrían una preeminencia sobre otros tipos cualquier otro bien. Esta diferenciación parte, a mi entender, de la división
de bienes primarios, como los ingresos o la riqueza, más propios de kantiana entre razón y sensibilidad, que, como el mismo Rawls detalla
la justicia distributiva. (2000:151s), podrían reducirse a sus conceptos posteriores de lo “razonable”
y lo “racional” (si bien, en el contexto tras el giro político, “lo razonable”
El conflicto de intereses se traduce, en definitiva, en una lucha de
habría perdido sus ambiciones morales, y tan sólo constituiría un principio
fines o del sentido del bien, dónde la justicia se concibe como un ordenador para la convivencia política). En TJ la fundamentación moral
“bien racional” para el individuo, que, además, tiene que tener básica recae en el “sentido de la justicia” como bien racional, apoyado en los
primacía sobre cualquier otro sentido del bien9. Para demostrar tal descubrimientos de la psicología del desarrollo moral que elevan la moral
postconvencional deontológica por encima de la convencional o axiológica,
más propia de lo que más adelante se bautizarán como doctrinas
8
Olson, M., The Logic of Collective Action, Harvard University Press, comprensivas. Incluso habría que decir que la razonabilidad es el fundamento
Cambridge (Mass.), 1971. de la moralidad en cuanto “sociabilidad básica” que permite la convivencia
9
Rawls habla de un “sentido de la justicia” frente a un “sentido del bien”, social y el espontáneo deseo de cooperación, frente al egoísmo del cálculo
pero al reducir a la justicia a un “bien racional”, en realidad convierte a ésta estratégico de intereses de la racionalidad mundana o sensible.

158 159
de una justicia distributiva para arrogarse, en sí mismo, una valor 2. EL PROBLEMA DE LA ESTABILIDAD NORMATIVA EN
moral (la autoestima), que, no estaría de más comentar, encuentra LIBERALISMO POLÍTICO.
sus verdaderas raíces en la cultura anglosajona heredera del
protestantismo ascético; en definitiva, que el mismo concepto es un El punto de arranque de la interpretación política de Teoría de la
producto cultural de una doctrina comprehensiva histórica, o, si se Justicia adquiere su necesidad epistemológica en las continuas
prefiere, parte de un conjunto de creencias y prácticas axiológicas revisiones por parte de Rawls de la cuestión de la estabilidad10. Las
sobre la “vida buena”. Gracias a este concepto del “respeto por uno acérrimas críticas por parte de los comunitaristas al concepto
mismo”, y sin aportar ningún aval científico desde la disciplina kantiano de la personalidad moral, que viene a definir a los
psicológica que corrobore dicha virtud como el bien primario más individuos como personas abstractas independientemente de su
importante y un elemento esencial de la estructura de la identidad social o de cualquier otra información sobre sus
personalidad, Rawls cree que se encuentra autorizado para afirmar circunstancias personales, va a poner en crisis el argumento
que todo sujeto racional, para considerarse como tal, tiene que propuesto por Rawls de identificar la Justicia con un bien “racional”
desarrollar ciertas virtudes morales/racionales que lo facultan para que debe incorporarse a todo proyecto de vida. Desde esta
comprometerse en el seguimiento de las reglas de juego que perspectiva, la estabilidad de una sociedad bien ordenada se refiere,
posibilitan la convivencia social. Esta personalidad moral cristaliza, en último término, a una estabilidad “interna”, es decir, a una
a fin de cuentas, en el mismo sentido de la justicia que predica la correspondencia de los principios de la justicia como equidad
Justicia como equidad, que pese a ser considerado el mismo un sobre los que se ha diseñado el orden social con los “fines
“bien” para el correcto equilibrio psicológico de los sujetos supremos” que debe perseguir todo individuo para autorrealizarse
racionales, sin embargo, por el principio lexicográfico, se encuentra como sujeto racional. De esta guisa, la justicia, lejos de aparecer
por encima de cualquier otro bien que pueda albergar un individuo como una instancia neutral para que cada individuo persiga sus
para su autorrealización. La incongruencia de tal afirmación reside intereses, le carga a este último con unos fines propios, que se
en que en este primer modelo de TJ, al final Rawls tiene que echar identifican internamente con los requerimientos de una
mano de la personalidad moral “innata” de Kant para apelar a un autorrealización moral-racional; esto es, de la razón como una
reino de fines racionales o morales por encima de los intereses finalidad moral en sí misma 11. La crítica que se le plantea a este
estratégicos, cuando el objetivo del libro era, precisamente, el
10
contrario: llegar a la racionalidad moral desde la racionalidad Sobre el problema de la estabilidad en la Teoría de la Justicia, y las
presiones para un reajuste teórico, ver: Wingenbach, E., “Unjust Context: the
estratégica. Esta será, precisamente, la mayor preocupación
Priority of Stability in Rawls’s Contextualized Theory of Justice”, American
intelectual de Rawls tras publicar TJ, que le llevará, tras el giro Journal of Political Science, v. 43, nº 1, 1999, pp. 213-232; Huemer, M.,
político, a decantarse por una solución externa al problema de la “Rawls’s Problem of Stability”, Social Theory and Practice, v. 22, 1996, pp.
estabilidad normativa, frente a la solución interna/kantiana de una 375-395; Wenar, L, “Political Liberalism: an Internal Critique”, Ethics, v.
106, 1995, pp. 32-62; Barry, B., “John Rawls and the Search of Stability”,
personalidad moral innata. Ethics, v. 105, 1995, pp. 874-915.
11
Se pueden leer las reflexiones explícitas de Rawls a este particular, por
ejemplo, en la introducción a PL, en Justice as Fairness: a Restatement
(2001:186-187) y en “Justice as Fairness: Political, not Metaphysical”
(1999a:388-389 y 411s.).

160 161
argumento desde las posiciones comunitaristas, va a hacer visible de ignorancia, la racionalidad kantiana y la racionalidad del cálculo
cómo una teoría de la justicia con este tipo de ambiciones morales de intereses se manifiestan no sólo como contrapuestas, sino incluso
queda equiparada en igualdad de condiciones con otras “doctrinas” también como antagónicas; y en ningún caso se las puede relacionar
sobre la vida buena, cuya resolución sobre la prioridad de los fines desde dentro de la racionalidad misma, es decir, desde un punto de
vitales a perseguir por los individuos nunca estará exenta de una vista moral. Por añadidura, con el “solapamiento” entre ambas, la
“lucha simbólica” de carácter teleológico frente a las pretensiones diferenciación de esferas clásicas del liberalismo entre un ámbito
deontológicas con las que la teoría de la justicia trataba de hacer público y un ámbito privado prácticamente desaparece, acercándose
valer su primacía normativa 12. Además, la estrategia de hacer a la postura kantiana de un republicanismo que hace de la vida
derivar la racionalidad kantiana desde una teoría de la elección pública una virtud moral, en la que los individuos pueden y deben
racional egoísta, al final viene a devaluar a esta última al imponerle autorrealizarse como sujetos racional-morales.
un compromiso “teleológico altruista” a su propio raciocinio; Rawls da así comienzo a su Liberalismo Político redirigiendo el
contradicción que se hace evidente conforme se va corriendo el velo objetivo de fondo del problema de la justicia hacia la siguiente
de ignorancia de la posición original hasta dejar a los individuos en pregunta:
su correspondiente posición estructural como actores sociales. Si la
teoría de la elección racional es el método seleccionado para dar «¿cómo es posible la existencia duradera de una sociedad justa y estable
cuenta de la racionalidad en cuanto procesamiento cognitivo, habrá de ciudadanos libres e iguales que no dejan de estar profundamente divididos
por doctrinas religiosas, filosóficas y morales razonables?».14
que explicar cómo y, sobretodo, cuando deja de estar al servicio de
los intereses propios (una vez éstos se conocen en una situación
Esta nueva configuración de la cuestión inicial va a exigir a
real), para supeditarlos a un sentido de la justicia que, en cuanto
Rawls, en primer lugar, una revisión del concepto manejado de la
“altruista” (al tener en cuenta los intereses de los demás), es
racionalidad, y, a través del mismo, un distanciamiento de su teoría
“irracional” en términos estratégicos 13. Una vez eliminado el velo
de la justicia de la racionalidad práctica kantiana como virtud moral,
12
Sobre esta cuestión se puede consultar, por ejemplo: Sandel, M.J., que sólo ya podrá mantenerse como referencia de una sociedad bien
Liberalism and the Limits of Justice, Cambridge University Press, Cambridge, ordenada en el plano político de una “razón pública”, sobre la que se
1998; McCabe, D., “Knowing about the Good: a Problem with sostiene la posibilidad de convivencia entre ciudadanos iguales pero
Antiperfectionism”, Ethics, v. 110, nº 2, 2000; Nagel, T., “Moral Conflict and
Political Legitimacy”, Philosophy and Public Affairs, v. 16, 1987; Martínez, diferentes.
E. G., “La polémica de Rawls con los comunitarios”, Sistema, nº 107, 1992, Una innovación conceptual clave en esta redefinición, es la
pp. 55-72; Thiebaut, C., Los límites de la Comunidad, Centro de Estudios distinción que Rawls establece entre “lo racional” y “lo razonable”
Constitucionales, Madrid, 1992; Thiebaut, D., La vindicación del ciudadano,
Paidós, Barcelona, 1998, pp. 59-65; González, M.P., “Liberalismo vs. (1993a:48-54). Lo racional se refiere a la capacidad de un individuo
Comunitarismo (John Rawls: una concepción política del bien)”, Doxa, nº 17- o conjunto de individuos asociados para discernir sus objetivos
18, 1995.
13
La pregunta no es otra que, una vez corrido el velo de ignorancia, cómo se Procedural Theory of Justice Possible?”, International Social Science
puede transformar la racionalidad estratégica en “racionalidad práctica pura” Journal, v. 42, 1990, pp. 553-564; Bello, E., “Cuestiones de método en la
desde dentro de la propia racionalidad estratégica. En definitiva, la misma teoría de John Rawls”, Revista de Filosofía, nº 15, 1997, pp. 177-201.
14
pregunta que se le hace a Kant: ¿por qué ser moral? Sobre esta cuestión, se Rawls, 1993a: 4 (se cita la versión castellana, Liberalismo Político, Crítica,
puede consultar: Ricoeur, P., “On John Rawls’s Theory of Justice: Is a Pure Barcelona, 1996:33).

162 163
e intereses, y perseguir eficientemente su consecución, (1993a:89-129). En estimación de Rawls, y partiendo de la
seleccionando los medios más adecuados entre los disponibles. Lo diferenciación kantiana entre una racionalidad práctica y una
racional no sólo abarcaría lo que se conoce como una racionalidad racionalidad teorética, el principal rasgo de todo modelo de
estratégica o instrumental, sino que implicaría también un sentido representación del orden social es su reflexividad respecto de las
del bien, del que nos proveería las creencias axiológicas o doctrinas prácticas reales que lo producen. Teoría y praxis, como ambicionaba
comprehensivas. Lo razonable, por el contrario, sería la facultad la vieja teoría marxista, forman de este modo una relación íntima,
derivada de nuestro sentido de la justicia que nos permite por la cual los individuos necesitan para su acción de referentes
colaborar y participar en la definición de los términos equitativos de teóricos con los que dar sentido y posibilitar la coordinación social,
la cooperación social desde diferentes concepciones de la vida al tiempo que la teoría sólo podrá explicar correctamente el
buena. La diferencia crucial respecto de la anterior articulación de comportamiento social si los individuos pueden tomarla como
TJ se encuentra en que los principios de la justicia, capaces de esquemas interpretativos para su acción. Todo modelo de
despertar una aceptación generalizada de los términos de la representación del orden social parte, de este modo, de una
cooperación social, ya sólo se pueden alcanzar en el ámbito definición previa de los individuos que participan en el mismo,
político/público. Lo razonable se concretiza, de esta manera, en una anticipando sus motivaciones y reforzándolas a través de
“razón pública” que debe ser válida desde la cultura política en la instituciones en la práctica cotidiana. Si este orden social se
que toma asiento, y no ya como una doctrina moral que todo estructura en diferentes modalidades de acción o “sistemas
individuo debe incorporar para su autorrealización psicológica como sociales”, posibilitados por la misma división del trabajo o
sujeto racional. diferenciación funcional, cada uno de ellos, entonces, responderá a
Rawls renuncia así con dotar a su teoría de la justicia de un modelo o definición de un rasgo humano que se acentúa en esa
implicaciones morales, es decir, cargar a los individuos con una modalidad de interacción; en definitiva, hablar de constructivismo
definición “racionalista” de sí mismos que deben incorporar en todo político significa que existen otros tipos de constructivismos
proyecto sobre la vida buena. Esta renuncia es fruto de descartar el sociales, como el económico, el familiar, el social-cultural, el
tomar la “estabilidad interna” como medida de la “estabilidad religioso, etc 16. Puesto que Rawls nunca se interesó realmente por
externa” en una definición “republicana” del espacio político; como las aportaciones de la teoría de sistemas a la conceptualización de la
si lo público debiera atenerse a una definición previa de virtudes realidad social, el modelo del que se servirá para realizar dicha
morales. 15 diferenciación no es otro que la concepción liberal clásica entre una
La estrategia conceptual que Rawls adoptará para resolver esta naturaleza pública/privada de la vida social17.
tensión teórica no será otra que el “constructivismo político”
16
Rawls señala estas diferentes modalidades del ser humano en la interacción
15
El ámbito político, desde el “republicanismo kantiano”, aparecía como un como: Homo politicus, Homo oeconomicus, Homo Ludens, Homo faber, etc.
fin en sí mismo, al que todo individuo racional necesitaba acudir y (1993a: 18).
17
participar activamente para autorrealizarse como persona “moral”. Por el Desde la teoría de sistemas de N. Luhmann, que ante todo es una teoría del
contrario, desde el Liberalismo Político, el aspecto de la autorrealización conocimiento, la división entre lo público y lo privado sería una
personal queda relegado al espacio privado de “lo racional”, es decir, a la diferenciación “eje” que permite distinguir los elementos propios del
conformación de una concepción de la vida buena a partir de alguna “sistema” político (lo público), de los elementos que forman su “entorno”
adscripción comunitaria y/ó filosofía personal. externo (lo privado). El resto de sistemas sociales que no tienen

164 165
El constructivismo político viene así configurado, en estimación 4) El constructivismo político llena de contenido al concepto de “lo
de Rawls (1993a:93-94), por los siguientes cuatro rasgos: razonable”, y lo aplica a los principios de la justicia, a las
personas políticas (ciudadanía), a las instituciones (estructura
1) Los principios de la justicia política son el resultado de un básica), y a los juicios y razones políticas (cultura política o
procedimiento de construcción racional (posición original). razón pública).
2) El procedimiento de construcción racional toma su fundamento
de la razón práctica y no de la teorética (reflexividad).18 Para no entrar en disquisiciones que nos distraigan de nuestro
3) Implica una concepción compleja de persona sujeta a dos propósito original de estudiar la cuestión de la estabilidad
facultades morales: el sentido de la justicia (razonabilidad) y el normativa, tan sólo me limitaré a señalar como la raíz del giro
sentido del bien (racionalidad)19. político posibilitado por este “constructivismo sistémico”, descansa
en el reduccionismo de segmentar la complejidad social en los
correspondencia directa con lo público quedan así fuera de las preocupaciones ámbitos público/privado, sin dar cuenta de la disparidad de
políticas, dónde lo público y lo político aparecen como sinónimos o términos elementos que tienen cabida, cual cajón de sastre, en la categoría de
intercambiables. No obstante, las cuestiones que se pueden plantear sobre la
lo privado20. Pero por ello también, la cuestión de la legitimidad
justicia en las relaciones económicas como parte de la estructura básica, en la
indeterminación sobre su naturaleza pública/privada, pueden dar lugar a más para la estabilidad normativa pasa a ocupar un protagonismo teórico
de un quebradero de cabeza para su regulación político/jurídica. Rawls preeminente en esta segunda propuesta de Rawls, puesto que,
tampoco puede escapar a esta ambigüedad, y así, aun cuando el objetivo de su precisamente, es la que viene a mediar las relaciones entre la esfera
“justicia distributiva” es incluir parte de estas relaciones económicas dentro
de una organización planificada políticamente, en Justice as Fairness. A pública/política con la esfera privada21. Así, si en TJ el test de
Restatement, se decantará más bien por un Estado menos interventor en validación teórico se encarnaba en el concepto de “equilibrio
materia económica (quizás acusando las ácidas críticas de R. Nozick). Como reflexivo”, más centrado en el problema de la elección racional y la
alternativa plantea un modelo económico denominado como “democracia de
propietarios”, que, sin embargo, se encuentra tan tensionado internamente por
las ambiciones públicas del segundo principio de la diferencia y el respeto a la individuo, distinguiendo la facultad moral del “sentido de la justicia”, que
sagrada iniciativa privada, basada en el derecho a la propiedad, que al final actuaría en los individuos en cuanto “ciudadanos políticos”, de la facultad
resulta por completo ininteligible. Ver, Rawls, 2001:135-162. moral del “sentido del bien”, más afín a las prácticas axiológicas de la vida
18
La razón teorética gestaría teorías sobre objetos dados a su experiencia, y buena vinculadas a alguna doctrina comprehensiva.
20
que, por consiguiente, aunque no podamos percibirlos más qué como Especialmente, los distintos agentes de la sociedad civil, que, aunque
fenómenos, tienen una realidad independiente a la conciencia de los hombres. oficialmente no forman parte del sistema democrático de representación de
La razón práctica, por el contrario, construye la teoría al mismo paso que voluntades políticas, si tienen un progresivo protagonismo en el juego político
construye sus objetos de conocimiento, esto es, su objeto forma parte de la de conformar la opinión pública. Esta deficiencia del modelo no es gratuita,
propia construcción, y no está dado a su experiencia en cuanto práctica pues viene también a tomar partido por la “democracia representativa” frente
independientemente de su interpretación teórica. La coherencia interna de la a la “democracia participativa”, ponderando en mayor medida las libertades
teoría se pliega al objetivo de ordenar la “práctica social”, confiriéndole un de los modernos sobre las de los antiguos.
21
fundamento justificativo en la propia germinación de conceptos que la definen Dada la delimitación al ámbito político de la aplicabilidad de una teoría de
respecto a la teoría. Es por esta razón que el “equilibrio reflexivo” puede la justicia en LP, el problema de la estabilidad normativa tiende a
servirnos como prueba de la validez de una teoría “práctica”, al confrontar sus redimensionarse por el lado de la legitimación; máxime cuando la cultura
principios y conceptos con los de la práctica real de los actores sociales. política se concibe como un aglutinante social de formas de vida privadas
19
La diferenciación sistémica entre lo público y lo privado permite a Rawls antagónicas (el problema hobbesiano de la “paz política”), a través de la cual
crear también una división básica también dentro de la psicología del vendría posibilitada la convivencia y la cooperación social entre las mismas.

166 167
motivación interna del free rider, en LP el test de validación teórico Desde esta segunda etapa del consenso por superposición, las
se proyecta hacia el problema de la legitimación de la esfera pública condiciones para “legitimar” el orden público desde el ámbito
por parte de las famosas doctrinas comprehensivas residentes en el privado serían dobles. En primer lugar, el orden constitucional
ámbito privado, tomando forma en el concepto de “Consenso por previamente organizado les debe dejar el suficiente espacio y
Superposición”.22 “libertad” de acción a las doctrinas comprehensivas, como para
La prueba de que el Consenso por Superposición supone una desarrollar plenamente las prácticas por las cuales se materializa su
acentuación del problema de la estabilidad por el lado de la “sentido del bien” o de la “vida buena”. Esta condición viene
legitimación, viene a manifestarse en el hecho de que no está exento garantizada en opinión de Rawls por la primacía de los
de ciertas ambigüedades en la definición de su naturaleza derechos subjetivos y libertades básicas en el diseño político, y,
pública/privada, como se patentiza en las dos etapas que Rawls especialmente, dentro de éstos, por el derecho a la libertad de
explicita para su confección (1993a:158-168). La primera etapa se conciencia y de pensamiento. Y en segundo lugar lo que
sitúa en las condiciones de igualdad de la posición original, y desde propiamente dicho se podría considerar un “consenso por
una definición “política” de las personas representativas, arrojando superposición”, los principios de la “razón pública” deben ser
por resultado un “Consenso Constitucional” edificado sobre la ratificados como “válidos” desde dentro de las propias “doctrinas
“razón pública” y los valores políticos liberales, y que únicamente comprehensivas”, es decir, desde su propio criterio de verdad
tiene por objeto instaurar un conjunto de reglas sociales que axiológico. Este hecho es importante en realidad, más importante
permitan el diálogo y la convivencia en la dimensión para las doctrinas comprehensivas, en cuanto les va en ello su
política/pública; es decir, en cuanto ciudadanos con igualdad de reconocimiento como doctrinas razonables, es decir, el
derechos políticos. La segunda etapa supondría un paso más en el reconocimiento a su derecho de existencia legal porque, si bien
descorrimiento del velo de ignorancia, y dejaría a los individuos “lo razonable” puede, según Rawls, dotar a los individuos de un
“juzgar” el Consenso Constitucional desde el “interior” de sus “genuino” deseo de cooperación con otros individuos que no
respectivas “identidades sociales”, siendo, no obstante, capaz de comparten sus valores vitales, no puede hacer que éstos se
aglutinar un “consenso superpuesto” como marco para la comprometan en respetar el orden normativo derivado del consenso
cooperación social que vaya armando de contenido a la estructura constitucional, puesto que, según Rawls, el compromiso axiológico
básica. sería una facultad exclusiva del “sentido del bien” provisto desde las
doctrinas comprehensivas. Por ello es un imperativo vital que, para
seguir voluntariamente un orden social legítimo, las doctrinas
22
Rawls, 1993a:133-172. El concepto de Consenso por Superposición comprehensivas no entren en contradicción con la “razón pública”;
encuentra una doble carga semántica por parte de Rawls. Por un lado, se
refiere a aquella propuesta que puede “superponer” voluntades políticas,
aunque si tal eventualidad resultase inevitable, se deberá conceder
encarnadas por partidos políticos, en la búsqueda de mayorías y consensos una mayor prioridad a los fundamentos públicos de la cooperación
democráticos; pero por otro lado, también se refiere a la necesidad de social. Es en este escenario de “choque de lealtades”, entre la razón
“sobreponer” a las creencias comprehensivas la “razón pública”, que permite
pública, tal y como ha sido diseñada por el Liberalismo Político, y
el diálogo político entre distintas e inconmensurables formas de vida (la
primacía de lo razonable sobre lo racional). La primera vez que Rawls hace las creencias axiológicas particulares, cuando nos sobreviene el
mención del “Consenso Solapado” es en TJ (1971a:387s.).

168 169
problema de la “motivación moral” para la estabilidad normativa, ya doctrinas comprehensivas reside en que el constructivismo político
que, en caso de una perfecta afinidad entre las mismas, se da por se restringe a la conceptualización de una “personalidad política”
supuesto que el respaldo desde el “sentido del bien” axiológico se denominada “razonabilidad”, mientras las primeras darían lugar a la
manifestará como un sólido compromiso con el seguimiento de las “personalidad social” privada, también llamada “racionalidad”.
normas emanadas de la razón pública 23. Concebir a los individuos en cuanto ciudadanos sería, en
Como, en opinión de Rawls, aun en esta tesitura de conflicto el consecuencia, un rédito constructivista del Liberalismo Político (un
individuo deberá conceder una mayor primacía a la concepción derivado de los derechos constitucionales de la ciudadanía), que, en
pública de la fundamentación normativa que a las concepciones vez de invertir los términos, tal y como realiza la estabilidad interna,
privadas/comprehensivas, se va a encontrar en la necesidad de que conforma el espacio público como un ámbito de
explicar, después de renunciar a la estabilidad interna de una DXWRUUHDOL]DFLyQ GH YLUWXGHV PRUDOHV UDFLRQDOHV ʊ5DZOV FDOLILFDUi
personalidad moral innata, como tal cosa es posible, dejando SRUHOORDOUHSXEOLFDQLVPRNDWLDQRGHGRFWULQDFRPSUHKHQVLYDʊVH
transparentar en diferentes textos tres argumentos distintos al posiciona en condiciones externas de estabilidad; es decir, que aquí
respecto 24. son las instituciones políticas justas las que posibilitan que los
individuos, al vivir bajo ellas (modus vivendi), estimen la
1) Modus vivendi: el argumento del modus vivendi se encuentra conveniencia de las mismas para regular la convivencia común y
posibilitado por la “reflexividad” intrínseca del constructivismo estimular la cooperación social, internalizando dichas normas como
teórico, que concibe la personalidad de los individuos como un parte de su personalidad moral. En palabras de Rawls:
producto de la praxis social; es decir, que dependiendo de cómo se
organice institucional y culturalmente una sociedad, la personalidad La idea que subyace al papel educativo de una concepción
de los individuos será el resultado de las interacciones acontecidas política de la justicia apta para un régimen constitucional es que, al
bajo dicho marco normativo25. La diferencia respecto de las estar enraizada en las instituciones y procedimientos políticos, esa
concepción puede por sí sola convertirse en una significativa fuerza
23
El republicanismo puede actuar, en este sentido, como un vínculo moral en la cultura política de una sociedad 26
axiológico capaz de comprometer a un actor con el reconocimiento de las
bases públicas de cooperación como una finalidad en sí misma, pero, como ya
se comentó, nunca puede exigir un acatamiento doctrinal “universal” que 2) Bien político: este argumento vendría a manifestar la necesidad
viole la libertad misma de pensamiento. existente de una “razón pública” para resolver la pregunta inicial del
24
Aunque Rawls trata este asunto, de una forma u otra, prácticamente en
Liberalismo Político. Como se recordará, la nueva formulación del
todos sus escritos posteriores a TJ, quizás, para centrarnos en un material de
referencia, podemos retrotraernos a: 1993a:140-144; 2001:180-202. problema de la justicia en LP partía de un planteamiento
25
Los individuos, como sujetos sociales, se construyen en el mismo proceso
por el que se determinan las reglas de juego que sirven de marco para las Habermas, la teoría de sistemas sociales de N. Luhmann, o más
interacciones con otros individuos. Algunas teorías sociales ya habían recientemente, E. Lamo de Espinosa con La sociedad reflexiva. Sujeto y
apuntado esta recursividad reflexiva entre la subjetividad del individuo y la objeto del conocimiento sociológico (Centro de Investigaciones Sociológicas,
falsa objetividad (sería mejor hablar de intersubjetividad consensuada) del Madrid, 1990).
26
mundo social, como la norma generativa de los juegos del lenguaje de 2001:147 (se cita la versión castellana: La justicia como equidad. Una
Wittgeinstein, el interaccionismo simbólico de G.H. Mead, el binomio reformulación, Paidós, Barcelona, 2002, p. 199). Se puede consultar al
inseparable entre Teoría y Praxis de K. Marx, la teoría comunicativa de J. respecto también: 1993a:201-207.

170 171
hobbesiano, en el que el mayor reto de la esfera pública/política era la igualdad de derechos subjetivos, el bien político de una Estado de
garantizar la “paz social” entre formas de vida privadas antagónicas, Derecho bien ordenado crea la dimensión moral de la igual dignidad
en las que, dada la inconmensurabilidad de sus posiciones de las personas/ciudadanos, garantizando un conjunto de derechos y
axiológicas, no existía la posibilidad de diálogo27. El encuentro libertades inalienables (bienes primarios), que permiten que cada
entre las mismas, en un plano que trascendiese sus particulares quien pueda diseñar y llevar a la práctica aquella forma de vida que
visiones cosmovisivas con el objeto de cooperar en la formación de estime pertinente. De este modo, el bien político de los derechos y
una sociedad “mas amplia”, es el fundamento de la concepción del libertades constitucionales, al permitir la misma existencia de las
espacio público/político en Rawls 28. Al mismo tiempo, al defender doctrinas comprehensivas, se sitúa en un plano moral superior a
éstas, que todo individuo deberá reconocer para una convivencia
27
Esta idea viene reforzada con el concepto de Rawls de las “cargas del pacífica y la salvaguarda de sus propios derechos.
juicio”, que supondrían que los individuos que no comparten una misma
doctrina comprehensiva serían incapaces de ponerse de acuerdo sobre
aspectos esenciales para la convivencia partiendo unilateralmente de sus 3) La psicología moral razonable: Desde TJ, Rawls condiciona la
propias “racionalidades” existenciales (1993a:54-58). posibilidad de llegar a gestar una visión unitaria del ámbito público
28
Las similitudes con el planteamiento de Hobbes se nos manifiestan, en a compartir un mismo “sentido de la justicia”. El constructivismo
primer lugar, en la imposibilidad de los individuos como partes privadas
(estado de la naturaleza) para transcender sus propios intereses en una político trataría también, precisamente, de producir una “razón
convivencia pacífica, especialmente en el escenario planteado por Rawls de pública” a partir de los “principios de la justicia” resultantes de las
individuos que provengan de distintas doctrinas comprehensivas (también en condiciones de reflexión racional de la posición original. Si el
Hobbes, dado su contexto histórico, uno de los principales motores de sus
reflexiones fue el problema de la obediencia que distintas confesiones propósito de TJ es “reconstruir” racionalmente el sentido intuitivo
religiosas debían prestar al soberano desde un ámbito de justificación que de justicia que todos, supuestamente, llevamos en nuestro interior,
trascendiese el discurso teológico). Y en segundo lugar, la necesidad del en LP, con el constructivismo político, pasamos oficialmente de la
Estado para domeñar las inclinaciones egoístas humanas y resolver el
problema de la convivencia según unas reglas de juego aplicables a todos por “reconstrucción” a la “construcción”; pero en realidad, tal y como el
igual. Tal y como predica la estabilidad normativa externa, aquí el Estado y mismo Rawls defiende en diferentes textos, la “facultad moral de la
sus instituciones (sobre todo judiciales) se convierten en la garantía última de justicia” apela siempre a una resonancia subjetiva, es decir, a una
la “moralidad pública”, y sólo gracias a ello (el modus vivendi que posibilita),
los individuos pueden internalizar en sus conciencias la dimensión moral-
razonable de la ciudadanía. En este sentido, podemos encontrar también un
cierto acercamiento a la perspectiva republicana de Rousseau, donde las legítimas, problema anterior de la estabilidad normativa, y a cuyo propósito se
facultades morales ser adquieren en la entrega de la voluntad individual dedica la mayor parte de la labor de fundamentación kantiana. Además, al
(prisionera del egoísmo) a la voluntad general de un “cuerpo político” (la poner su acento únicamente en el aspecto externo de una coerción violenta,
pertenencia a una “comunidad política”, frente al concepto liberal de sin una resonancia subjetiva de autocontrol moral de la conducta, la mera
“sociedad civil” compuesta por individuos y sus asociaciones), gracias a cuya presión judicial necesitaría prácticamente de un continuo “estado de
tutela se podría originar el étre moral. El mismo concepto estaría presente en excepción policial” para resultar efectiva (de ahí también la necesidad de una
Kant con la necesidad de establecer una legislación “positiva”, es decir, “microfísica del poder” en Foucault para mantener este estado permanente de
aquella que establece el “deber ser”, para subsanar externamente los “vigilancia” a nivel psicológico). Sólo si el “imperio de la ley” promueva al
problemas derivados de una “voluntad débil” para obligarse a sí misma según mismo tiempo el “modus vivendi” de la “civilidad”, es decir, si entraña una
el imperativo categórico emanado de una razón autónoma. El “imperio de la internalización o socialización de principios morales “públicos” en el
ley” se transforma así en garantía de “vida moral” y orden, frente a la barbarie personalidad de los individuos, el bien político de un “estado de derecho”
del “estado de la naturaleza”, si bien no dice nada sobre si dichas leyes son podrá llegar a garantizar su estabilidad normativa; lo que entronca

172 173
necesidad psicológica innata. Esta dimensión moral de la justicia es compromiso con las normas sociales de carácter público frente a los
la que permite “superponer” la moral postconvencional de carácter intereses estratégicos o las creencias axiológicas particulares.
público (universal), sobre la moral convencional de las doctrinas En TJ, el problema partía de cómo llegar a la racionalidad moral
comprehensivas 29, manifiesto en la revisión del concepto de desde la racionalidad estratégica, dónde con el artificio deliberativo
“equilibrio reflexivo” con el apelativo de “amplio” 30. El equilibrio del “velo de ignorancia” se hacía coincidir el interés general de una
reflexivo amplio posibilita relativizar y crear distancia subjetiva sociedad bien ordenada con el interés particular. Dando por
respecto de las creencias axiológicas comunitarias de las doctrinas supuesta la legitimidad de los principios de la justicia en el
comprehensivas convencionales, iluminando un nuevo plano de “equilibrio reflexivo”, el problema de la estabilidad normativa se
fundamentación y justificación normativa postconvencional. Rawls manifestaba por el lado de motivación moral (free rider), es decir,
se apoya para su demostración en la supuesta existencia en el con el seguimiento de mandatos que, una vez descorrido el velo de
interior del individuo de una “psicología moral razonable”, como ignorancia, pueden ir en contra de los intereses racionales. La
condición de posibilidad para desarrollar la facultad moral de la solución dada al problema no era otra que, al igual que Kant, apelar
justicia, pero al precio de volver por la senda de una personalidad a una personalidad moral innata en el individuo como parte de su
moral innata y universal, que resulta un postizo incongruente con el racionalidad práctica.
intento de “estabilidad externa” del giro político. En LP, por el contrario, se otorga un mayor espacio a la
argumentación sobre el problema de la legitimación de los
Conclusiones principios de la justicia, que supuestamente se resolvería con la
formulación del “consenso entrecruzado” como aglutinante de una
El problema de la estabilidad normativa tiene dos facetas: a) el “razón pública” de carácter político. Sin embargo, la cuestión de la
problema de la legitimación, como fundamentación de la motivación moral pasa a convertirse en un problema irresuelto, pues
normatividad que se estipula como marco para la convivencia y la dadas las condiciones de estabilidad externa del giro político
cooperación social; y b) el problema de la motivación moral para el (constructivismo), lo razonable deja de tener resonancias en el
interior del individuo en cuanto se produce un “conflicto de
directamente con las virtudes republicanas que, paradójicamente, Rawls se
empeña en alejar de su Liberalismo Político.
lealtades” con sus convicciones comprehensivas, y, por el contrario,
29
Rawls se retrotrae a su argumentación de TJ sobre los estadios morales se le exige un compromiso “moral” más alto que con sus creencias
descubiertos por la psicología del desarrollo para fundamentar la superioridad axiológicas. Rawls se muestra muy ambiguo con la cuestión de si lo
de lo razonable sobre lo racional. 2001:196; 1993a:48-54; 1993a:81-88.
30 razonable tiene que encontrar un asiento moral dentro del individuo
Reconocer la existencia de las “cargas del juicio” supone la necesidad de un
criterio “más amplio” para entenderse con individuos con distintas creencias o tan sólo una lectura política en cuanto ciudadano, manifestándose
comprehensivas, en base a un cierto sentido de la reciprocidad o justicia que en algunas ocasiones a favor y en otras en contra. Su mejor
medie la convivencia común. Rawls revisa el concepto de “equilibrio argumento, desde las condiciones externas, es apelar al “bien
reflexivo” para adaptarlo a las nuevas condiciones de reflexión dentro del
pluralismo de universos de vivencia, creando la distinción entre “equilibrio político” que suponen los derechos y libertades constitucionales del
reflexivo estricto” y “equilibrio reflexivo amplio” (2001:30-32). El equilibrio Liberalismo Político, que, en principio, permitirían a todos los
reflexivo amplio también supone la capacidad de “distanciarse” ciudadanos perseguir, en la privacidad de sus prácticas sociales,
reflexivamente de las propias creencias, lo que lo haría identificarse con el
punto de vista de una moralidad postconvencional. aquella idea del bien con la que se encuentren más identificados;

174 175
bien político que además debería ser reforzado, en segunda no pudiendo evitar el último recurso de apelar a una supuesta y
instancia, con una socialización en los principios y valores (como la “natural” buena voluntad por parte de los sujetos racionales, que
tolerancia) que se promueven desde las instituciones políticas de siempre se tienden a idealizar. No es de extrañar así que ambos
una sociedad bien ordenada (pese a sus connotaciones con las autores tengan que apuntalar sus propuestas postconvencionales
virtudes republicanas, tan irritantes para los modelos liberales desde el plano “externo”, bien con la fuerza de la legalidad vigente,
puros). bien con una estructura básica “bien ordenada” que contenga y
Como vemos, en definitiva, tanto una propuesta como otra de discipline las inclinaciones egoístas de los individuos particulares en
Rawls, tiene sus puntos fuertes y débiles de argumentación, sus interacciones cotidianas. Como ya se aprestara a aleccionarnos
procedentes, sobretodo, de una diferente formulación del problema el mismo Kant, reconociendo la debilidad de la voluntad autónoma
de la estabilidad normativa. El objetivo en ambas propuestas es el para imponerse en las prácticas políticas:
de establecer los términos equitativos de un justo acuerdo de
cooperación social, sólo que en TJ se parte de intereses estratégicos …no es la moralidad (...) causa de la buena constitución del Estado, sino
de naturaleza económica, mientras en LP se trata de buscar vías de más bien el contrario; de esta última hay que esperar la formación moral de un
pueblo31
encuentro entre diferentes comunidades de creencia sobre la “vida
buena”. Ello se manifiesta, a su vez, en dos tipos distintos de
pruebas de legitimidad: el “equilibrio reflexivo” en TJ. y el
“Consenso por Superposición” en LP. Si bien el segundo modelo de
legitimación resulta más convincente por responder a las prácticas
políticas reales, tal y como las conocemos, sin embargo se muestra
mucho menos convincente en la explicación de la “motivación
moral” para comprometerse con los principios de la justicia.
El fondo del problema de la motivación moral de un supuesto
“sentido de la justicia” se halla en las dificultades que encuentra
toda propuesta normativa postconvencional para, partiendo del
individuo o de la razón subjetiva como sillar elemental de la
construcción teórica, promover una solidaridad altruista. Como diría
Durkheim, la solidaridad sólo puede nacer allí dónde previamente se
ha consolidado una identidad colectiva, término que se haría
tributario de las resonancias conceptuales rawlsianas de una
doctrina comprehensiva (moralidad convencional), dentro de las
cuales se incluiría el republicanismo. Al igual que Habermas con su
ética del discurso, la destranscendentalización de la razón por parte
de la moral postconvencional acaba por hacerle perder su “fuerza
de convicción” como superación de la dimension subjetiva egoísta, 31
Kant, E., La paz perpetua, Tecnos, Madrid, 1985; pp. 38-39.

176 177
CAPITULO IV Habermas y Rawls, que será calificada afablemente por el mismo
Habermas como una pequeña disputa de familia, se puede decir así
que era una “crónica anunciada”, al tiempo que, dada la proximidad
EL DEBATE DE J. HABERMAS Y J. RAWLS SOBRE LA
temática y relevancia teórica dentro del discurso moral-normativo
MORAL POST-CONVENCIONAL de ambas propuestas, un diálogo inevitable entre dichos gigantes del
pensamiento político y moral.

Introducción La batalla conceptual habermas versus rawls

Han sido muchos los autores que, incluso antes de que el debate Una vez puestos en la labor de describir el debate que entablan
entre Habermas y Rawls tomase forma a mediados de los años Habermas y Rawls sobre sus respectivas interpretaciones de los
noventa, ya realizaban sugerentes comparaciones entre sus teorías cimientos normativos de los sistemas políticos democráticos, voy a
de fundamentación normativa como una forma de contrastar la utilizar la fructífera metáfora de una batalla conceptual. El centro de
solidez de sus respectivos planteamientos; y todavía más los que, cada uno de los efectivos que despliegan los autores estará formado
una vez que este debate se produjera efectivamente, van a tomarlo por los fundamentos de sus respectivas teorías normativas, la Teoría
como tema de sus reflexiones 1. La Confrontación teórica entre de la Justicia en Rawls y la Etica del Discurso en Habermas; los
flancos estarán formados por su proyección práctica en el diseño de

Publicado como: Alútiz, J.C., “La moral post-convencional de J. Habermas
y J. Rawls: un debate en familia", Papel Político, Vol. 12, No. 2, 2007 (ISSN: un orden político; y la retaguardia y las líneas de aprovisionamiento
0122-4409); pp. 369-390. nos vendrán a dejar constancia de los fundamentos filosóficos
1
Ver, por ejemplo: Benhabid, S., “The Methodological Illusions of Modern epistémico-metodológicos con los que se han construido sus
Political Theory: the Case of Rawls and Habermas”, Neue Hefte für
Philosophie, 21, 1982; Vallespín, F. y Aguila, R., “La racionalidad dialógica: respectivas teorías.
sobre Rawls y Habermas”, Zona Abierta, nº 31, 1984, pp. 93-125; Vallespín,
F., “Diálogo entre gigantes”, Claves de razón práctica, nº 55, 1995, pp. 48- Primer movimiento: Habermas inicia las hostilidades “amistosas”
55; Thiebaut, C., “Democracia y diferencia: un aspecto del debate sobre el
multiculturalismo”, Anales de la cátedra de Francisco Suarez, nº 31, 1994,
41-60; McCarthy, T., “Unidad en la diferencia: reflexiones sobre el derecho El plan de batalla conceptual que diseña Habermas sería el
cosmopolita”, Isegoria, nº 16, 1997, pp. 37-59; Charney, E., “Political siguiente: a) un ataque al centro de la Teoría de la Justicia de Rawls
liberalism, deliberative democracy, and the public sphere”, The American
como invitación al debate; b) envolver los flancos políticos en una
Political Science Review, v. 92, 1998, pp. 97-110; Cepeda, M., “Rawls y
Habermas: una disputa de familia”, Daimon, nº 15, 1997, pp. 51-61; Cortes, maniobra de contención; y c) un ataque en toda regla a las líneas
F., “Liberalismo, Comuntarismo y Etica Comunicativa”, Daimon, nº 15, logísticas y retaguardia de los fundamentos filosóficos de Rawls.
1997, pp. 93-106; Hoyos, G., “Democracia participativa y Liberalismo
Político”, Daimon, nº 15, 1997, pp. 83-91; Rehg, W., Insight and Solidarity.
The Discourse Ethics of Habermas, University California Press, Berkeley,
1997; McCarthy, T., “Constructivismo y reconstrucionismo kantianos: Rawls Postmodernism”, en White, S. K. (ed.), The Cambridge companion to
y Habermas en diálogo”, en Gimbernat, J. A., (ed.) La Filosofía moral y Habermas, Cambridge University Press, Nueva York, 1995, pp. 289-323;
política de Jürgen Habermas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997; Honneth, A., Chambers, S., Reasonable Democracy. Jürgen Habermas and the Politics of
“The Other of Justice: Habermas and the Ethical Challenge of Discourse, Cornell Univ. Press, Nueva York, 1996, pp. 59-77; Jiménez

178 179
participantes; pero no sin antes pagar el precio de vulnerar su
a) Las críticas con las que Habermas abre el fuego sobre la teoría autonomía cognitiva con la prescripción de una teoría de la justicia
de la justicia son tres fundamentalmente: “sustantiva” como fin último de la racionalidad práctica 4.

1) La teoría de la elección racional, desde la que se construye en b) Habermas va a intentar envolver los flancos de la proyección
sentido hobbesiano la posición original, sería una mala candidata política de la Teoría de la Justicia poniendo de manifiesto la falta de
para dar cuenta de la racionalidad práctica, y, más concretamente, claridad en la fundamentación teórica del famoso “giro político”.
del sentido de “justa reciprocidad” de las obligaciones normativas 2. Esta falta de claridad resultaría evidente en la formulación de los
dos conceptos esenciales sobre los que se sostiene la posibilidad del
2) La perspectiva en primera persona de la posición original, Liberalismo Político: el Consenso por Superposición y la Razón
tomada de las teorías utilitaristas, viene a reflexionar sobre las Pública.
cuestiones normativas en términos de intereses y bienes. Como
consecuencia, los derechos procedentes de un orden normativo se 1) Dada la definición del Consenso por Superposición en dos etapas
traducen en “bienes distributivos” que los individuos pueden poseer la constitucional y la legislativa 5, este concepto presupondría
y disfrutar en solitario (vida privada), pervirtiendo el carácter una teoría del orden político previa a la participación democrática,
deontológico de su ejercicio público los derechos sólo tienen que anularía tanto sus pretensiones de legitimación un orden
sentido, en estimación de Habermas, en cuando ordenan relaciones cosificado que se impone sobre el principio de la soberanía popular
o “prácticas” entre sujetos, no como bienes fungibles 3. democrática, así como su pretensión de convertirse en un test de
validación de la propia teoría la razón pública le viene dada a las
3) El artificio del velo de ignorancia, en virtud del cual Rawls doctrinas comprehensivas, a las que tan sólo les quedaría la opción
puede introducir una interpretación kantiana en la posición original, de aceptarla y utilizarla como “lenguaje político” común ó caer
priva a las partes en negociación de la posibilidad de una desprestigiadas como doctrinas “no razonables” 6. El consenso por
perspectiva intersubjetiva, esto es, de situarse en la posición de las superposición, como prueba de validez de la teoría, perdería su
otras partes dentro de su propia definición hermenéutica de valor epistemológico para contentarse con la mera “eficacia”
sentido para ofrecer un acuerdo justo a las mismas. Con ello, la política de su estabilidad en el tiempo la diferencia entre una
justificación normativa se asienta en el mismo monologismo
trascendental de Kant, donde el teórico asume la carga de la 4
Ibíd., pp. 51 ss.
5
comprensión del mundo y de la autocomprensión del yo en el En realidad son tres las etapas de construcción del modelo normativo de
diseño de una sociedad bien ordenada, dándoselo todo hecho a los Rawls, que se corresponden con las tres etapas del descorrimiento del velo de
ignorancia: 1) la definición de una Teoría de la Justicia desde el artificio de
“representación” de la posición original; 2) la institucionalización de un
Redondo, M., El pensamiento ético de J. Habemas, Episteme, Valencia, 2000, Consenso Constitucional basado en los principios “compartidos” de la TJ; 3)
pp. 109 ss. la legislación ordinaria procedente de los Consensos por Superposición entre
2
Habermas, J., y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, (DLP), diferentes doctrinas comprehensivas, que utilizan el lenguaje común de la
Paidós, Barcelona, 1998; pp. 45 ss. “razón pública” constitucional para entendersen entre sí.
3 6
Ibíd., pp. 47 ss. Ver, Ibíd., pp. 58 ss.

180 181
“aceptabilidad” fundamentada en buenas razones de la mera pública. En consecuencia, si la validez ya no viene formulada en
“aceptancia” fáctica7. términos cognitivos ni morales sino en términos políticos, la
“publicidad” de las prescripciones normativas deben encontrar su
2) Lo razonable versus lo verdadero: el concepto de “lo razonable” “legitimación” en la virtud de una sociedad bien ordenada
se nos presenta como parte de la construcción política de una razón (estabilidad normativa externa). La Teoría de la Justicia se introduce
práctica frente a una razón teorética8. Esta última queda devaluada aquí como un criterio filosófico que, partiendo del artificio
en términos metafísicos, donde la “verdad” en asuntos normativos contractualista de la posición original, puede ofrecernos el
sólo sería posible en la definición previa de “comportamientos “razonamiento” justificativo de lo que se puede entender como una
auténticos” o éticamente coherentes respecto de una concepción sociedad bien ordenada. No obstante, señalará Habermas, pese al
“comprehensiva” del mundo cosmovisiones. El problema de esta escudo del giro político, Rawls no puede eludir el carácter
definición de la racionalidad práctica como “lo razonable”, es su “cognitivo” de la construcción filosófica de su Teoría de la Justicia,
proyección exclusivamente política y su “pretensión de validez” sin cuyo referente normativo no se podría llegar a formalizar un
“Consenso Constitucional” como núcleo institucional de las
7
De todos modos, creo que existe una cierta interpretación tendenciosa en sociedades bien ordenadas. La justificación filosófica, en la defensa
Habermas por equiparar el concepto del “Consenso por superposición” con el de sus conceptos fundamentales de construcción teórica, entraña un
de “religión civil” de R. N. Bellah, es decir, como un mínimo que es lo debate epistemológico con las otras posibles posiciones de la
máximo que se encuentra en condiciones de despertar un consenso social
desde “dentro” de las propias convicciones personales, y que cristaliza como
filosofía moral que Rawls no puede omitir con la excusa de una
una “religión civil” en la cultura política, sobre la que se vierten ciertos definición política. De este modo, a la hora de determinar el “papel
elementos comunes de orientación religiosa aunque descargados de de la filosofía” en la fundamentación normativa, Habermas cree que
definiciones doctrinales que la gran mayoría de los norteamericanos Rawls restringe su utilidad a la definición de una idea de sociedad
comparten (ver: Bellah, R.N., Beyond Belief, New York, 1970; pp. 171 ss.).
El Consenso por Superposición, por el contrario, toma su asiento justa, pero que, en su proyección política del orden constitucional,
exclusivamente en la “razón pública”, y no puede tomar prestados conceptos no puede escapar al problema de la fundamentación de una
tales como un Dios trascendente para fundamentar las razones de un “racionalidad pública” sobre la que se legitima el punto de vista
consenso. El proceso, más bien, sería el inverso: es la razón pública la que se
permea hacia las doctrinas comprehensivas anteponiendo los “valores normativo. La elucidación de este punto de vista implicaría
políticos” liberales (los derechos y libertades subjetivas) sobre los propios «…tantas opciones en debates filosóficos de larga duración aún no
valores comprehensivos. El Consenso por Superposición no entrañaría un resueltos», que en ningún caso podrían ser ignoradas del todo desde
vínculo moral entre los individuos y la sociedad como un universo simbólico
la estrategia de evitación política de Rawls. 9
de vivencia unitario lo propio de una moral convencional, sino, a todo
caso, un vínculo político establecido en términos de “representación” racional
de intereses dentro de una misma unidad social de cooperación. Rawls c) Llegamos así al ataque definitivo sobre la retaguardia de Rawls,
también habría analizado la diferencia entre “aceptabilidad” y “aceptancia” es decir, sobre la fundamentación epistemológica del
como dos formas de conferir “estabilidad normativa”, por “fundamentación
del consenso” y por “modus vivendi” respectivamente. Ver, Rawls, J., Justice “Constructivismo Político”. En estimación de Habermas, con el
as Fairness. A Restatement, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), recurso del giro político Rawls renuncia a una fundamentación
2001, pp. 192-198.
8
Habermas, J. y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, op. cit., pp.
9
59-64. Ibíd., p. 71.

182 183
epistemológica de su Teoría de la Justicia, que tan sólo podría
haberla recuperado, tal y como plantea la ética del discurso, en una La respuesta dada por Rawls en su contrarréplica se adaptará a
interpretación procedimental de la constitución ontológico-social de las intenciones estratégicas planteadas por Habermas, mostrando
la praxis argumentativa de carácter público10. El “Constructivismo una gran flexibilidad en la movilización de sus recursos
Político” del que hace gala Rawls, lejos de tener una neutralidad argumentativos. El plan de batalla conceptual que presentará a
epistemológica por su referencia a las prácticas políticas Habermas será el siguiente: a) no caer en la trampa de concentrar
democráticas, carga a la definición propia de lo político con la efectivos en el centro en defensa de su Teoría de la Justicia, y, en un
visión “liberal” procedente del contractualismo metodológico. Este ligero movimiento de retroceso, concentrar el debate con el giro
sesgo resulta evidente en la primacía con la que salen beneficiadas político de PL en los flancos; b) no dejarse envolver por un
las libertades negativas o modernas —los derechos subjetivos movimiento de contención los flancos políticos de su teoría
liberales— frente a las libertades positivas o antiguas —los normativa; c) reforzar las líneas de aprovisionamiento y la
derechos de participación política como autorrealización de la retaguardia de la fundamentación filosófica con aclaraciones
voluntad autónoma—, que ensombrece el propio proceso epistemológicas; y d) Contraatacar a Habermas desde los dos
democrático y su principio de la soberanía popular como flancos políticos.
portador de la legitimidad normativa. Habermas considera que los
ciudadanos de Rawls permanecen inmersos en un orden a) Rawls no cede a la tentación de entrar en un fuego a quemarropa
institucionalizado por encima de sus cabezas, dónde «… el uso en la línea del frente. Las críticas que Habermas vierte sobre los
público de la razón no tiene propiamente el sentido de una fundamentos de su Teoría de la Justicia son pasadas prácticamente
ejercitación actual de la autonomía política, sino que solamente por alto, movimiento de evitación justificado en la nueva
sirve al pacífico mantenimiento de la estabilidad política» 11; es orientación política de la teoría misma, que únicamente resulta
decir, al reconocimiento “forzoso” de los principios liberales del aplicable en la arena política de las sociedades democráticas. La
orden social. Pese a las reflexiones de Rawls que intentan equilibrar única objeción habermasiana que encuentra una respuesta específica
los dos tipos de libertades, Habermas entiende que la autonomía por parte de Rawls, es la acusación de que el método de
política sólo puede comprenderse desde la lectura republicana de la representación de la posición original cae en el monologismo
Soberanía Popular, esto es, como un autolegislador que se encuentra trascendental 12. Sin embargo, la réplica de Rawls resulta realmente
“obligado” desde la perspectiva moral de un “interés general”. desconcertante, pues, en su intento por recoger las implicaciones
intersubjetivas de una discusión pública, viene a reconvertir el
Segundo movimiento: Rawls se defiende y contraataca desde los concepto del “equilibrio reflexivo”, que recordemos dejaba su
flancos políticos puesto como test de validación en PL al Consenso por
Superposición, en una medida de la “razonabilidad” de los juicios
10
Ibíd., pp. 65 ss. En la Etica del Discurso, la validez cognitiva de los
consensos normativos a los que llegan los participantes es anterior
constitutivamente, y paralela en la práctica real, al ejercicio político. La
11
legitimación contiene, en consecuencia, un fundamento-normativo cognitivo Ibíd., p. 67 (el subrayado es de Habermas).
12
desplegado en las prácticas discursivas. Ibíd., Nota 15, pp. 87.

184 185
“racionales”13. Para diferenciarlo del viejo concepto de la TJ, Rawls
viene a denominar a este nuevo equilibrio reflexivo como b) Dónde la teoría de Rawls se va a mostrar más fuerte es en los
“amplio” 14, que se produciría cuando un “ciudadano” considerase dos flancos políticos. Rawls primeramente hará frente a los ataques
cuidadosamente en sus reflexiones concepciones alternativas de la de Habermas sobre sus conceptos del Consenso por Superposición y
justicia, y la fuerza de los diferentes argumentos que se esgrimen a de lo razonable versus lo verdadero, para pasar a continuación, no
favor de ellas, en una discusión pública 15. Rawls saca la conclusión sin antes detenerse a reforzar su retaguardia epistemológica, a
de que dicho «…equilibrio es plenamente intersubjetivo: esto es, contraatacar el propio diseño habermasiano de la política
cada ciudadano ha tenido en cuenta el razonamiento de todos los deliberativa.
demás ciudadanos» 16.
13
1) Aclaración sobre el Consenso por Superposición: en primer
Ibíd., Nota 17, pp. 88-89. Este equilibrio reflexivo, por el contrario de la TJ,
lugar, Rawls viene a recordarnos cuales son los tres niveles de
sólo sería aplicable desde el punto de vista pro tanto de la posición original.
Se trataría de las reflexiones que un agente racional llevaría a cabo para justificación de una teoría práctica: a) el nivel pro tanto: aquél en el
determinar si alguna reivindicación responde adecuadamente a los principios que se fundamenta racionalmente un sentido de la justicia de
de la justicia; frente al Consenso por Superposición, que daría cuenta de si carácter político; b) el nivel de la justificación plena: el
una reivindicación por parte de una “doctrina comprehensiva”, se atiene a los
mínimos normativos consensuados políticamente de una “razón pública” (lo perteneciente a la visión de los ciudadanos reunidos para determinar
razonable). un “Consenso Constitucional”; c) el nivel de la justificación pública:
14
El concepto de “amplio” procede del análisis de la filosofía política de aquel que permite que ciudadanos con diferentes percepciones
Kant, para quien el juicio imparcial en asuntos prácticos sólo sería posible
“ampliando” la propia perspectiva adoptando todos los puntos de vista cosmovisivas puedan dialogar “públicamente” sobre cuestiones que
concebibles. Ver, Kant, E., Crítica del Juicio, Espasa-Calpe, Madrid, 1984, afectan a sus expectativas vitales hasta llegar a un “Consenso por
&40; ver también: Arendt, H., Conferencias sobre la filosofía política de Superposición”17. Rawls se enfrenta con esta catalogación de
Kant, Paidós, Barcelona, 2003, pp. 82 ss.
15
Aquí se nos presenta un pequeño problema: el equilibrio reflexivo
excedería su uso pro tanto de la posición original para ser una expresión de etapas del descorrimiento del velo de ignorancia y sobre el mismo concepto
los juicios “razonables” por parte de los “ciudadanos”; que en cuanto del Consenso por Superposición como nuevo test de validación. Al incorporar
“ciudadanos” de un orden político, sólo pueden existir en cuanto nos esta faceta en el “equilibrio reflexivo”, Rawls se toparía nuevamente con la
movemos en la segunda perspectiva de un Consenso Constitucional. En solución interna al problema de la estabilidad normativa (el problema de
definitiva, el problema reside en la misma crítica que le presenta Habermas a “buena voluntad” o motivación moral-racional espontánea para llegar a
Rawls sobre la utilización “pública” de la racionalidad práctica (su consensos en el que encallan las propuestas tanto de Kant como de
legitimación), que lejos de criterios exclusivamente políticos también Habermas), cuando ya había apostado en PL por la solución externa de una
demandan una perspectiva normativa más “amplia” de origen cognitivo (para sociedad bien ordenada como garante de los derechos y libertades esenciales,
Habermas, el procedimiento deliberativo de la “ética del discurso”). Ver: que de este modo ofrece contenido a un “interés general” como bien político.
Daniels, N., “Wide reflective equilibrium and theory acceptance in ethics”, Ver, Rawls, J., Justice as Fairness. A Restatement, The Belknap Press of
the Journal of Philosophy, v. 76, 1979. Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts), 2001, pp. 180-202.
16 17
Habermas, J. y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, op. cit., pp., Habermas, J. y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, op. cit., pp.
Nota 17, p. 89. No voy a entrar en una crítica directa a esta 89-92. Estos tres niveles de justificación se corresponderían con las tres
reconceptualización, pero me parece que, desde el conjunto de la obra de fases, revisadas desde PL, del descorrimiento del velo de ignorancia. Es decir,
Rawls, la ubicación de “lo razonable” en el viejo concepto del “equilibrio el “consenso por superposición” sólo tendría cabida en la fase final de los
reflexivo”, carga a este último con unas implicaciones semánticas excesivas, individuos en cuanto actores políticos, puesto que el “Consenso
que, sin lugar a dudas, vienen a generar bastante confusión respecto a las tres Constitucional” tomaría como su referente normativo el sentido común de la

186 187
justificaciones a un serio problema: desde la perspectiva de la los consensos de la “razón pública” 18. Lo que ya no queda tan
práctica política, a cuyo servicio está sometida la conceptualización claro es como una razón pública, descargada de las virtudes
del Consenso por Superposición, los consensos de la política ciudadanas republicanas, puede hacer que las partes en negociación
ordinaria mantendrían siempre una cierta distancia de su de la política “ordinaria” restrinjan sus intereses particulares en
aceptabilidad “razonable”. Esto es así porque, al determinarse por favor de un interés general; es decir, situarse en una perspectiva
mayorías democráticas, los consensos pueden responder más a los moral postconvencional en la defensa política de sus intereses
intereses particulares de las partes asociadas que a un genuino racionales 19.
espíritu legislativo y administrativo basado en la razón pública
aquel que responde a un “interés general”. Esto hace que el
18
aspecto cognitivo de la racionalidad política, como aplicación Ibíd., pp. 93 ss. La razón pública, como límite de las fronteras de la
legitimidad política, garantiza que el poder político coercitivo no viole los
práctica del sentido de la justicia, sólo sea aplicable en el segundo principios básicos de la Justicia, y que el Estado no se ponga al servicio de
tipo de justificación del Consenso Constitucional, sin apenas una doctrina comprehensiva en particular. Para ello, a diferencia de
garantías de que vaya a utilizarse con lealtad en el juego de la Habermas, el Tribunal Constitucional tendría un papel clave como “guardián”
de la razón pública, sin menoscabo de que un nuevo periodo constituyente
política ordinaria. Para diferenciar ambos aspectos, Rawls como momento instituyente de la Soberanía Popular pueda cambiar sus
introduce una nueva aclaración sobre dos tipos de consensos determinaciones legislativas.
19
políticos: el de la política ordinaria, como regateo de intereses Ibíd., pp. 96 ss. Puesto que el consenso político se establece por mayorías,
las partes en negociación pueden “equilibrar” antes sus intereses en juego que
partidistas, y el “Consenso por Superposición razonable”, que daría sus criterios de aceptabilidad deliberativa. El lenguaje político de la razón
cuenta para su justificación pública de una concepción política de la pública puede pervertirse como una máscara discursiva con la que ganar
justicia elaborada independientemente pro tanto. Esta diferenciación apoyos para una mayor representación política, gracias a la cual llevar a buen
término intereses privados. Como más tarde evidencia Habermas, Rawls
resulta pertinente como aclaración de que el Estado de Derecho
retrocede aquí desde la interpretación kantiana de Teoría de la Justicia a una
Constitucional impone ciertos límites a la actividad política, para interpretación hobbesiana, es decir, dónde solo la vigilancia de la ley misma
que los consensos a los que lleguen las partes en su negociación desde diferentes tribunales puede hacer que se cumpla el criterio de la
razonabilidad pública frente al de la racionalidad política. El punto de
nunca puedan ir en contra o más allá como injertos doctrinales en
inflexión estaría en una desconfianza en la naturaleza y buena voluntad del
actor político para atenerse al interés general de la razón pública, ante la
perenne tentación de una promoción de sus intereses particulares. En
justicia de la posición original “pro tanto”, en la que los individuos definitiva, la lucha entre la conciencia moral que no tiene en Rawls, dada
mantendrían su carácter abstracto como ciudadanos que los hacen portadores su definición liberal frente a la republicana, una naturaleza propia en el
de los derechos básicos. La crítica de los comunitaristas incidirá en que, desde ejercicio político y la conciencia de la racionalidad estratégica. Este
el liberalismo, los derechos de las “comunidades” de cualquier índole problema pondría en entredicho el ejercicio subjetivo del “equilibrio reflexivo
únicamente pueden reivindicar su “legalidad” desde los derechos individuales amplio”, pues, con las “cargas del juicio” de intereses racionales y
o universales, a partir de los cuales, a fin de cuentas, se gesta la “razón preferencias axiológicas en mente, se niega la posibilidad de la “buena
pública”. Es desde este posicionamiento por el que se concede una voluntad” para llegar a acuerdos normativos razonables espontáneamente.
preeminencia a lo “razonable” sobre lo “racional”, dónde los intereses Sólo la defensa de los intereses racionales expresados en “libertades básicas”
axiológicos de los actores políticos sólo podrán tener cabida si pueden irrenunciables nos llevarían a lo “razonable” de un justo tratado de
expresarse en el lenguaje común de una “razón pública” construida cooperación (los mínimos de dignidad de los principios de la justicia). Sobre
políticamente (el artificio de la “posición original” que considera a todos los el problema de la buena voluntad en la estabilidad normativa de Rawls, ver:
individuos libres e iguales). Justice as Fairness. A Restatement, op. cit., pp.154-161.

188 189
2) Lo razonable versus lo verdadero: Rawls se refugia en la propia apoyándose en la anterior definición de un equilibrio reflexivo
conceptualización de su “Constructivismo Político” para no tener amplio, Rawls entiende que dentro de las prácticas de la "sociedad
que entrar en un debate filosófico sobre las condiciones de validez civil”, que al igual que la ética del discurso implican a todos los
de la razonabilidad política como criterio justo de la idea de ciudadanos de una sociedad sin distinción, la concepción política de
cooperación social equitativa. El criterio de “lo razonable” sería la justicia «…está siempre sujeta a la revisión de nuestros juicios
sólo aplicable a una conceptualización política de las personas en reflexivos»22, por lo que el Consenso Constitucional no estaría
cuanto ciudadanos, y tendría una validez exclusivamente política, fijado de una vez por todas, sino sujeto a la ratificación continua de
sin implicaciones normativas morales. En definitiva, Rawls elude su “pretensión de validez” como referente normativo de dichas
nuevamente, escudado en la pertinencia de su giro político, entrar en prácticas. La diferencia reside, en opinión de Rawls, en que en el
combate por este flanco con Habermas, ratificándose en la Liberalismo Político el concepto de autonomía es político y no
separación de la dimensión moral entendida siempre de manera moral, por lo que tan sólo se requiere del “ideal” de una
convencional de la dimensión política 20. Constitución política razonablemente justa que garantice la libertad
e igualdad de sus ciudadanos23; mientras Habermas también
c) Dónde más mella va a ocasionar la mayor movilidad del arsenal necesitaría cargar al concepto de autonomía de la exigencia de una
filosófico de Habermas es en la retaguardia rawlsiana de la “emancipación” racional como virtud de la participación
fundamentación epistemológica del Constructivismo Político. Las ciudadana24. Rawls cree que, con esta aclaración, puede rechazarse
críticas de Habemas a este particular orbitaban, fundamentalmente, la acusación habermasiana de una preeminencia de las libertades
sobre dos aspectos: la preeminencia de las libertades negativas en el privadas o de los modernos sobre las libertades públicas o de los
Constructivismo Político, y el papel restrictivo otorgado a la
Filosofía para con la determinación de una idea sustantiva de la éstas son una condición de la estabilidad política. Una diferencia, desde este
justicia política. punto de vista, para la “inclusión” política en Rawls y Habermas, es que para
el primero podría ser un requisito previo de todo actor político el “jurar la
Constitución”, como acatamiento de los principios liberales sobre los que se
1) Rawls intenta demostrar como Habermas ha llegado a tergiversar sostiene el Consenso Constitucional; mientras para el segundo la participación
su construcción en tres etapas para sacar la errónea conclusión de política sería un derecho y una necesidad de todo sujeto con
que los derechos liberales les son dados a priori al proceso político “competencia comunicativa” lo que estaría por ver es que dicha
democrático, es decir, como una constitución política “de diseño” competencia no incluyera un acatamiento implícito a los “principios
constitutivos” de la racionalidad comunicativa y la moral postconvencional de
fuera del alcance de la soberanía popular21. Por el contrario, la ética del discurso.
22
Ibíd., p. 105.
20 23
Habermas, J. y Rawls, J., Debate sobre el Liberalismo Político, op. cit., pp. En palabras de Rawls: «Aceptar una constitución que restringe la regla de la
99-100. Posiblemente, la elusión de confrontación en este aspecto procede de mayoría no precisa, pues, ser anterior a la voluntad del pueblo, y, por
una insuficiente comprensión por parte de Rawls de la idea de una “moral consiguiente, no expresa necesariamente una constricción externa sobre la
post-convencional” que utiliza Habermas, que en modo alguno se prestaría soberanía popular. Es la voluntad del pueblo expresada en procedimientos
tan fácilmente, como pretende Rawls, a clasificarse bajo los términos de una democráticos tales como la ratificación de una constitución y las
doctrina comprehensiva., es decir, como una “moral convencional”. promulgaciones de enmiendas»; ibíd., p. 111.
21 24
Ibíd., pp. 101-105. El problema de la preeminencia de las libertades Ibíd., pp. 105-115. En cualquier caso, Rawls estima que «subordinar el bien
subjetivas es más bien de construcción que de contenidos, pues en Rawls de la sociedad civil al de la vida pública parece erróneo»; ibíd., p. 128.

190 191
antiguos, pues ambas se instituyen en el mismo proceso político funcionamiento político: el debate entre constitucionalistas y
democrático del Consenso Constitucional y son complementarias 25. mayoristas desde el consenso por superposición; y la carga
doctrinal-comprehensiva que Habermas imprime a la “validez” de la
2) Rawls sitúa el debate sobre el papel de la filosofía en el carácter razón pública, desde el flanco de “lo razonable” versus “lo
procedimental ó sustantivo del ideal normativo de la democracia verdadero”.
que tienen tanto él mismo como Habermas 26. Desde la perspectiva
de Rawls, toda definición de una Constitución política precisa de 1) Desde el Consenso por Superposición, Rawls puede entrar en el
unos criterios “sustantivos” que nos ayuden a consensuar los debate entablado entre mayoristas y constitucionalistas sobre si la
contornos de una sociedad bien ordenada, pues esa es la función “regla de la mayoría”, como procedimiento democrático, es
principal de toda Constitución política. Habermas no puede escapar suficiente para garantizar el buen funcionamiento práctico del
a este requisito político, y de hecho nos desvelará Rawls, su principio de la justicia como equidad como ideal normativo de la
ética del discurso, como referente de su ideal normativo democracia, ó, por el contrario, resulta deficiente. Con su división
democrático, también arroja una serie de “valores” políticos pese a en diferentes niveles de justificación de la práctica política (el
su pretensión procedimental, como puedan ser: la imparcialidad, la Consenso Constitucional y el Consenso por Superposición), Rawls
igualdad, el carácter abierto no excluyente de las discusiones, la puede establecer una división entre los requisitos de justicia y los
ausencia de coerción, y la unanimidad 27. El carácter sustantivo de requisitos de legitimidad, que no son otros que una “regla de
estos valores se nos evidencia en que se refieren a una situación unanimidad” para los fundamentos normativos constitucionales y
ideal en la que los intereses generalizables de los ciudadanos una “regla de mayoría simple” para la política ordinaria29. El
pueden ser satisfechos, dando fe de su “razonabilidad” pública en problema de la posición de Habermas de una sociedad en continuo
razón de su “pertinencia” para incluirse en una “cultura política” proceso constituyente se manifiesta en una identificación
democrática 28. “procedimental” de “lo legítimo” con “lo justo” su validez
normativa, cuando, si dicho procedimiento democrático viene a
d) Finalmente, una vez que ha consolidado su posición en el terreno ser encarnado por la “regla de la mayoría”, las leyes que se
de la fundamentación, Rawls pasa a tomar la iniciativa de la batalla determinen democráticamente como “legítimas” no tienen ninguna
y a contraatacar a Habermas desde sus dos flancos del garantía de ser también “justas”30. En definitiva, que en la práctica

25 29
Ibíd., pp. 115-128. Ibíd., pp. 135 ss. Desde este punto de vista, se podrían clasificar a una y
26
Ibíd., pp. 128-135. Con este recurso, Rawls elude la reflexión, propiamente otra como una democracia “ideal” deliberativa y un democracia “real”
dicha, del lugar que debe ocupar la filosofía en la fundamentación teórica, representativa. Ver: Hoyos, G., “Democracia participativa y Liberalismo
situándose en la única cuestión que cree pertinente para la misma: la Político”, Daimon, nº 15, 1997, pp. 83-91.
30
definición de un ideal normativo. Así, no puede sino adjudicar a Habermas En palabras de Rawls: «Leyes aprobadas por sólidas mayorías pueden
esa misma intención de fondo en su construcción filosófica, pues sería la considerarse legítimas, aun cuando muchos protesten y las juzguen como
única posible. injustas o de algún modo erróneas»; ibíd., p. 136. Este es un problema que
27
Ibíd., p. 133. emerge de la tensión entre Facticidad y Validez de Habermas en la
28
En opinión de Rawls, Habermas admitiría que su teoría no puede ser construcción de su Política deliberativa: el criterio de “unanimidad” de la
meramente formal o procedimental; ver ibíd., p. 134. ética del discurso se presenta como una exigencia demasiado grande para la

192 193
política ordinaria de la democracia, «la legitimidad permite un inconmesurables y, en muchos casos, irreconciliables, que, no
cierto grado de injusticia que la justicia no permite» 31. obstante, nos permitiría encontrar «…un procedimiento apropiado
La errónea identificación en Habermas del procedimiento para tomar decisiones cuando los conflictos y desacuerdos en la
democrático entendido discursivamente con la validez vida política convierten en imposible o raramente esperable la
normativa, le haría llegar también a una sesgada interpretación del unanimidad»33. De este modo, la “posición original”, frente a la
principio de la Soberanía Popular ligado a una permanente sociedad “ética del discurso”, nos proporciona en estimación de Rawls
constituyente32. Esta conceptualización viene a fundir en el espacio un mejor “mecanismo de representación” para nuestras reflexiones
público tanto las prácticas políticas “públicas” como las prácticas políticas en las condiciones del pluralismo moderno, a partir de las
discursivas “privadas” de la sociedad civil, dotándolo de una suerte cuales podremos encontrarnos en disposición de llegar a una idea
de virtudes ideales que vienen a desvirtuar la realidad de un sustantiva de la justicia como validez normativa de una sociedad
pluralismo de intereses y concepciones vitales en la sociedad civil. bien ordenada.
La idea de la legitimidad política basada en la regla de la mayoría
para las prácticas políticas cotidianas, vendría a responder más 2) Lo verdadero versus lo razonable: Rawls cree encontrar la
fidedignamente al hecho de un pluralismo de concepciones del bien prueba de que la teoría normativa de Habermas es una “doctrina
comprensiva”, en el desprecio y descrédito que profesa, desde la
práctica política ordinaria, que ya no puede ser colmado desde el centro de la “creencia” en la racionalidad comunicativa como único camino de
toma de decisiones parlamentarias, sino desde la ratificación discursiva de la
sociedad civil como “contrapoder” paralelo de la Opinión Pública. La
la emancipación de la conciencia humana, contra las concepciones
vigilancia sobre la “validez normativa” de las prácticas políticas ordinarias ya religiosas y metafísicas de la vida buena, que tan sólo son vistas
no estaría en manos de Tribunales judiciales, sino en manos de la Opinión como deformaciones ideológicas de la verdadera conciencia
Pública misma como “rendimiento comunicativo” de las prácticas discursivas,
“racional”34. Por el contrario, el Liberalismo Político jamás
que en su conjunto son portadoras de la “Soberanía Popular”. El problema en
Habermas se hallaba en encontrar los instrumentos de presión adecuados de la afirmaría que estas doctrinas fuesen equivocadas o no válidas como
sociedad civil sobre el “poder administrativo”, y como poder incluirlos en las formas de vida legítimas, siempre y cuando fuesen compatibles con
prácticas políticas mismas de manera institucionalizada; cuestión a la que una razonabilidad política. El subterfugio de “desustancializar” a la
Habermas nunca acabará de darle una solución adecuada.
31
DLP., p. 137. La identificación de Habermas de la legitimidad con la razón en una definición “procedimental” de la misma, no le libraría
validez desde el punto de vista “procedimental”, tendría el problema añadido a Habermas de utilizar este tipo de razón para delimitar una idea
de su dependencia respecto de un ideal normativo para el cual el “sustantiva” de la validez normativa que guíe no sólo las prácticas
procedimiento está a su servicio. Desde el criterio de Rawls, el
procedimiento, por sí mismo, no puede generar validez “cognitiva” (a todo
políticas sino también las sociales, y, por consiguiente, de su
caso legitimidad democrática), sino que tan sólo podría ser un instrumento de clasificación como una “doctrina comprehensiva”.
ordenación de prácticas para llegar al ideal de una sociedad bien ordenada
(que si tendría una validez normativa al responder a un criterio “sustantivo”
de la justicia). En palabras de Rawls: «…sensatamente no podemos esperar
ningún procedimiento legislativo que sea cercano al ideal con respecto a la
justicia, aun cuando sea correctamente procedimental con respecto a la
legitimidad. La distancia tiene siempre que ser demasiado grande»; ibíd., p.
139.
32 33
Ibíd., p. 143. Ibíd., p. 137.

194 195
Tercer movimiento: Habermas moviliza sus reservas filosóficas teoría de Rawls queda fuera por definición de la acción directa de
una sociedad civil “privatizada”, en ningún caso puede
A partir de la respuesta dada por Rawls a su crítica, Habermas impermeabilizarse del debate filosófico sobre las fuentes o raíces de
puede volver a retomar la iniciativa bajo una nueva redefinición la normatividad social. Además, con la traslación de la prueba de
táctica: en vez de defender sus posiciones en los flancos políticos validez de la teoría de la justicia al Consenso por Superposición, la
(que estaban cediendo terreno al contraataque de Rawls), prefiere: validez normativa se difiere, desde la perspectiva de Habermas, a la
a) concentrar su ataque en la retaguardia, para después b) romper resonancia axiológica que puede despertar en el interior de cada una
desde allí el centro, y c) aislar los dos flancos políticos en bolsas de de las doctrinas comprehensivas, dejando a la razón pública sin
resistencia independientes. criterios propios de fundamentación, y a los ciudadanos sin una
perspectiva verdaderamente “postconvencional” desde la cual
a) La principal crítica de Habermas a Rawls se va a dirigir a su ponerse de acuerdo sobre los fundamentos normativos que deben
estrategia de evitación del giro político. La noción del espacio prevalecer en una deliberacion pública común 37.
político en Rawls se situaría bajo el prisma de una concepción
particular de la justicia como ámbito arbitral de la cooperación b) La solución que propondría Rawls para no entrar en este carácter
pública entre diferentes cosmovisiones de la vida buena, noción que cognitivo de la “razón pública” entendida como racionalidad
no puede eludir, pese a la autorreferencialidad práctica de su comunicativa por Habermas es la de hacer retroceder a su TJ
restricción al ejercicio político, el problema de su fundamentación desde el avance kantiano original hacia una versión hobbesiana
filosófico-epistemológica35. La posibilidad de que dichas doctrinas centrada en la cuestión del orden como estabilidad política38. La
comprehensivas puedan dialogar entre sí se deposita en la razón para ello es la expuesta al inicio de PL de aplicar la TJ a las
preexistencia de una cultura política bajo patrocinio de la “razón condiciones modernas de un pluralismo de valores, cuya
pública”, que encontraría en el “equilibrio reflexivo amplio” el conciliación de intereses privados sólo puede alcanzarse en una
engarce “cognitivo” necesario para alcanzar un “consenso político definición del orden de corte hobbesiano, asépticamente
básico”. Sin embargo, tal y como viene definido el “equilibrio neutralizado de valores existenciales de la vida buena. El problema
reflexivo” en Rawls, tan sólo puede funcionar desde el tapiz de la legitimación normativa se encauza hacia la necesidad de una
hermenéutico compartido de la cultura liberal como una tradición “autoridad moral”, que sólo puede ser restituida desde el “consenso
política con raigambre histórica, en vez de tomar asiento
previamente, como perspectiva “intersubjetiva” de la reflexión 37
Ibíd., pp. 157-159. En esta última parte no estaría tan de acuerdo con
normativa, en la propia sociedad civil sobre la que reposa la Habermas, cuya concepción del “consenso por superposición” se deforma
Soberanía Popular democrática 36. En el transfondo del problema peligrosamente hacia una especie de “religión civil”, puesto que la teoría de la
tenemos, en consecuencia, una definición epistemológica del justicia en Rawls trataría, precisamente, de ofrecer este tipo de referencias
cognitivas para la deliberación normativa, aunque con un carácter sustantivo
concepto democrático de “lo público”, que si bien dentro de la como valores políticos, y no ya meramente deontológico o procedimental (en
la primera versión de TJ si existía esta ambición teórica procedimental
34
Ibíd., pp. 79 ss. procedente de utilizar la Teoría de la Elección Racional como modelo
35
Ibíd., pp. 148 ss. deliberativo).
36 38
Ibíd., pp. 175-176. Ibíd., pp. 154-164.

196 197
entrecruzado”39, sobre el que se depositaría los requerimientos de la criterio sólo se podría tomar, en opinión de Habermas, de una
fundamentación normativa. La política deliberativa, por el contrario, racionalidad comunicativa como procedimiento deliberativo de los
insertaría en la propia definición de la autonomía política esta discursos “públicos”, que de este modo si serían capaces de
tercera perspectiva “post-convencional” de la racionalidad determinar una perspectiva común intersubjetiva para todos los
comunicativa o pública, que podría establecerse como un criterio de implicados.
validez normativa propio de la racionalidad práctica 40. Sobre esta
idea de una autonomía “política-moral” la relación Respecto del flanco de lo razonable versus lo verdadero, Habermas
complementaria entre lo público y lo privado reposaría la enfoca su crítica nuevamente hacia la posibilidad de llegar a
posibilidad de consolidación de la concepción política del demarcar una razón práctica como guía de la fundamentación
Republicanismo Kantiano, entendido como la autolegislación normativa 43. Así, el papel del filósofo, lejos de prefijar un punto de
procedente de una democrática radical, sobre la que se sostendría su vista objetivo prescriptivo para los ciudadanos en cuanto actores
modelo de la Política Deliberativa. políticos, se limitaría a señalar reconstructivamente las reglas de
juego que hacen posible la comunicación “pública”, a partir de la
c) Por ultimo, una vez considera Habermas que el frente enemigo cual se podría llegar a articular una razón genuinamente pública o
está roto, pasa a continuación a rodear los dos flancos políticos en comunicativa que les sirviera de guía en sus deliberaciones. Una
un intento por aislarlos en bolsas de resistencia independientes. De razón de este tipo, en estimación de Habermas, no tendría un
este modo, su crítica hacia el Consenso por Superposición se dirige carácter teleológico sino deontológico, y, por consiguiente, no se
a un deficiente uso “público” de la razón en sentido estricto, esto es, podría calificar como una doctrina comprehensiva.
intersubjetivo 41. Las diferentes doctrinas comprensivas que se salen
al encuentro en el escenario político únicamente podrían Conclusiones: balance de un encuentro histórico
comunicarse entre sí desde una “cultura política” ya predispuesta,
pero, y aquí estaría la debilidad de la propuesta rawlsiana, durante la Las conclusiones finales a las que podríamos llegar después de
formación de dichos consensos las partes no dispondrían de ningún seguir de cerca el debate entablado entre Habermas y Rawls,
referente “cognitivo” en virtud del cual podrían restringir sus podrían ser las siguientes:
respectivos intereses y preferencias axiológicas para llegar a un
acuerdo que beneficie a todos los implicados por igual42. Este 1) Para Habermas, Rawls no llega a tener una compresión clara de
lo que se puede entender por una moral post-convencional,
39
Ibíd., pp. 163-164. Se utiliza aquí la expresión de “consenso entrecruzado”, permaneciendo en la convicción de que la moral sólo es posible en
en vez de la Consenso por Superposición, para resaltar el sesgo que le la dimensión convencional de la “eticidad” de formas particulares
imprime Habermas desde su interpretación del mismo como una “religión de vida. Esta restricción epistemológica supone una fuerte
civil”, que pretendería restaurar los vínculos simbólicos que unen a los
individuos con la sociedad a partir de la resonancia que consigue despertar el contradicción para todo intento de fundamentación filosófica de
consenso político desde dentro de las propias creencias axiológicas. principios normativos “racionales”, hipotecando en gran medida su
40
Ibíd., pp. 178 ss.
41
Ibíd., pp. 166-170.
42 43
Ibíd., p. 169. Ibíd., pp. 171 ss.

198 199
esfuerzo anterior de llegar a una teoría de la justicia universalmente sentido realizativo de la acción y la comunicación social —
válida. Rawls ensaya como solución a esta dislocación entre lo justo especialmente las confesiones religiosas. La idea de razón pública
y lo bueno en las sociedades pluralistas modernas —la que defendería Habermas, consecuentemente, no sería meramente
imposibilidad de llegar a una teoría de la justicia como “bien procedimental, sino que contendría en su seno una pretensión
racional”—, un giro hacia la práctica política, entendida como un realizativa de la razón comunicativa como ideal de la humanidad en
“espacio público” en el que se salen al encuentro diferentes sentido genérico. Esta carga “moral” sobre la práctica política
“doctrinas comprehensivas” privadas, y para el que se necesitan de resultaría evidente en la transformación de la legitimidad
algunos criterios independientes de la justicia con los poder llegar a democrática de la regla de la mayoría, por la legitimidad cognitiva
un equitativo tratado constitucional de cooperación. El problema de la validez universal de un consenso por “unanimidad”, que
epistemológico fundamental de esta construcción es la relación incluso iría más allá de los mecanismos institucionales de
entre la democracia como única práctica política “legítima”, y el representación política para depositar la soberanía popular en una
concepto de “publicidad”, entendido doblemente como espacio indefinida “Opinión Pública” en continua “autoconstitución”. Rawls
político de encuentro “universal” para todos los ciudadanos y como critica duramente este intento de Habermas por poner el sistema
nivel de “justificación plena” de las decisiones normativas. político al servicio de la moral post-convencional de la ética del
Habermas le criticará a Rawls que el concepto de publicidad en los discurso, diseñando para ello un modelo de democracia que se
sistemas políticos democráticos, no puede estar referido única y ajusta a su concepción: la política deliberativa. En la propuesta de
exclusivamente a las prácticas políticas como “mecanismo de Habermas, la legitimidad de las decisiones políticas siempre
representación” de intereses y preferencias axiológicas, sino que quedaría bajo la vigilancia de la Opinión Pública, que es la que
necesita también de “criterios cognitivos” propios que apelen a la otorgaría en realidad la validez normativa/cognitiva a las prácticas
fuerza o la “bondad” de su racionalidad práctica en sentido políticas. La Soberanía Popular de la democracia quedaría retenida
“amplio”. La publicidad emerge así como una tercera perspectiva en una Sociedad Civil de carácter “público” y “constituyente”, que
moral denominada “post-convencional”, que para fundamentarse se conceptualiza como un “contrapoder comunicativo” frente al
“racionalmente” —después de renunciar a fuentes “metafísicas” poder administrativo/sistémico del Estado. Si tal modelo llegase a
para la racionalidad— tiene que apoyarse en una “reconstrucción” institucionalizarse mediante figuras legalmente reconocidas de
pragmático-filosófica de la “racionalidad comunicativa” misma, “vigilancia popular”, la actividad política parlamentaria quedaría
reconstrucción “procedimental” de la razón que toma forma como bajo una permanente “sospecha”, hasta el punto de que
teoría en la formulación de la “ética del discurso”. prácticamente anularía por completo la utilidad de mantener un
sistema especializado para la toma de decisiones públicas, pues
2) Rawls, por su parte, reclama nuestra atención sobre la necesidad éstas carecerían de legitimidad, y, en consecuencia, de autoridad
que tiene Habermas por llevar al terreno de la práctica política su legal. El modelo de la Política Deliberativa, llevado a su extremo,
teoría normativa, pero no para respetarla en cuanto política, sino nos pondría ante el escenario de una desconfianza generalizada
para ponerla al servicio de un ideal realizativo de la razón con sobre el sistema de representación democrático, que, como
reminiscencias kantianas, dejando fuera de la esfera de la validez y manifiestan los recelos liberales, no estaría muy lejos de la vieja
del reconocimiento público a otros ideales competitivos sobre el ambición marxista de un movimiento social tendente a la

200 201
“superación” del Estado político de representación de intereses BIBLIOGRAFIA
partidistas, que, bajo el estandarte de la solidaridad genérica de la
buena disposición al diálogo y al entendimiento que idealiza la ética BIBLIOGRAFÍA DE J. HABERMAS PUBLICADA EN CASTELLANO.
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fuerza suficiente para “obligar” racionalmente a dichos ciudadanos (1973) con Theodor. W. Adorno, Hans Albert, Ralf Dahrendorf, Harald Pilot, Karl R.
a comportarse moralmente aun en contra de sus propios intereses Popper, La disputa del positivismo en la sociología alemana, Grijalbo,
Barcelona.
particularistas, en mi opinión, si se asume el hecho del pluralismo (1975) Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Amorrortu, Buenos Aires.
axiológico como parte de la fisionomía estructural de las sociedades (1976) “Hacia una reconstrucción del materialismo histórico”, en Teorema, vol. 6, nº
modernas, el modelo de representación política procedente de las 1, pp. 79-97. También en Sobre Nietzsche y otros ensayos, Tecnos, Madrid,
teorías liberales, pese a sus defectos, que sin duda los tiene —p. e. 1994, pp. 89-110. Una versión ampliada en: La reconstrucción del materialismo
histórico, Taurus, Madrid, 1981, pp. 131-80.
una insuficiente formulación de los derechos sociales 44—, creo que,
(1976) “La legitimidad, hoy”, en Revista de Occidente, nº 9, pp. 3-12. Este artículo es
al menos en este punto, sí se muestra más solvente para la la versión abreviada de “Problemas de legitimación en el Estado moderno”,
ordenación de la práctica política democrática que la propuesta de incluido en La reconstrucción del materialismo histórico, Taurus, Madrid,
Habermas de una política deliberativa. 1981, pp. 243-72.
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