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Fenomenológia y psicoanálisis:
“ciudad de los sentidos” y “ciudad interior”
El camino que llega hasta el cuerpo vivido arranca en la Escuela Fenomenológica, un grupo
de pensadores agrupados en torno a la figura de Edmund Husserl que, a principios del siglo
XX, comenzó a reivindicar el papel que desempeñaban los sentidos corporales en la
comprensión del entorno. La fenomenológia entendía que las fuentes del conocimiento
personal estaban en el cuerpo (“yo soy mi cuerpo”, afirmaría Maurice Merleu-Ponty), por lo
que se intereso por la recepción del medio exterior a través de los sentidos.
Este interés se traslado a la teoría urbana. Al ser percibida por los ojos, la nariz, los oídos, la
boca y las manos, y al responder a ella con esos mismos órganos, la ciudad que intuía la
fenomenológia estaba íntimamente ligada a la experiencia vivida por el cuerpo. La “ciudad
de los sentidos” ponía en crisis el espacio urbano abstracto que intentaron construir los
arquitectos del movimiento moderno, herederos del pensamiento platónico-cartesiano y
convencidos de habitar en un entorno mental donde las sensaciones físicas no contaban,
convencimiento que se plasmo en formas urbanas sensorialmente neutras.
Este reto ha preocupado principalmente a los arquitectos japoneses, que han tendido a
asociar fenomenológia con nuevas tecnologías. Arata Isozaki 24 declara haber descubierto su
interés por la primera un atardecer en Park Avenue, cuando se sintió fascinado por los
reflejos que manaban de los muros cortina de los rascacielos neoyorquinos, por los destellos
fluorescentes de su interior, por la tradición brillante que inundaba el espacio urbano... En ese
instante, los objetos materiales perdieron peso, la ciudad se convirtió en ingrávida y el
mundo se hizo traslucido. Isozaki reconoce haber disfrutado de una intensa experiencia
urbana cuyo protagonista había sido su propio cuerpo, a través del cual se había filtrado la
ciudad. A partir de ese momento comenzó a investigar como reproducir artificialmente la
magia de ese espacio tan particular, lo que le condujo hacia nuevas tecnologías y el uso casi
alucinatorio que el comercialismo hace de ellas.
Los orígenes de la narración urbana psicoanalítica se remontan a las últimas décadas del
siglo XIX, cuando algunos especialistas se preocuparon por la naturaleza del espacio urbano
como proyección de las neurosis y las fobias del ciudadano. De esta manera, forma urbana y
psicología fueron puestas en contacto como si de realidades íntimamente entrelazadas se
tratara, lo que significaba entender que la ciudad no era un espacio neutro, sino una
proyección subjetiva. Entrando el siglo XX, Sigmund Freud transformo la conexión psicología-
espacio en una teoría general de la experiencia humana: el psicoanálisis. Pero, tal como
explica Anthony Vidler25 en su repaso por la intersección del pensamiento espacial con el
pensamiento psicoanalítico, serian otros autores los que explotarían la conexión psicología-
ciudad. Ningún proyecto fue más explicito en este sentido que el que Walter Benjamin
planteó, aun dejándolo inacabado: hacer una reconstrucción psicológica de Paris.
24
ISOZAKI, Arata, “Corporal-real and hyper 1999” en GA Architect (Arata Isozaki 1991-2000), 15, vol. 3, ADA Edita, Tokio, 2000.
25
VIDLER, Anthony, Warped Space. Art, Architecture and Anxiety in Modern Culture, The MIT Press, Cambridge (Mass.), 2000.
majestad de la autoridad a los elementos molestos; es en la forma de la catedral o el palacio
donde la iglesia o el Estado habla a las multitudes e impone silencio sobre ellas”. 26