Vous êtes sur la page 1sur 4

Hugo del Campo: Sindicalismo y Peronismo (Segunda parte)

1- En un acto realizado el 16 de junio de 1945 Perón decía que en el mundo actual


existían dos tipos de dictaduras: la del proletariado y la del capital.

-Analice a partir del pronunciamiento que se detalla abajo, ¿cómo fue la relación que
mantuvo Perón con el sindicalismo desde sus inicios en el DNT hasta su llegada a la
presidencia considerando los cambios, si es que los hubiera, y cuáles fueron las
estrategias de las distintas vertientes sindicales en esta coyuntura?

“La nuestra hasta ahora había sido una dictadura del capital –hay que reconocerlo– y
nosotros queremos dar a esa estructura una nueva forma, creando una verdadera
democracia en el medio, donde ni el capital ni el proletariado actúen sobre las decisiones
del gobierno. Esta democracia consistiría, en nuestro concepto, como concepción integral,
que el Estado, el poder absoluto del poder político, sea el que gobierne sin presiones y sin
interferencias (…) El gobierno lo ejerce el Estado por su poder político y nadie le sale al
cruce para decir cómo se debe gobernar”.

La relación que mantuvo Perón con el sindicalismo se da en el contexto de un proceso de gran


transformación de la relación entre la sociedad y el Estado, y particularmente de éste con la clase
obrera. El régimen militar resultante de la Revolución del 4 de Junio tendría una política
particularmente inusual para con los trabajadores. Se reconoció la necesidad de negociación y diálogo
con los sectores obreros, que se habían vuelto interlocutores necesarios, que, principalmente por la
industrialización comenzada en los años 30, se había convertido en la parte mayoritaria de la
población. La concepción del nuevo gobierno respecto de la acción de los sindicatos manifestaba la
necesidad de que exista absoluta prescindencia en materia política para discutir los temas
estrictamente gremiales, y así poder tener una negociación pacífica con los sectores capitalistas.
Desde los sectores gubernamentales se hablaba de la necesaria armonía entre el capital y el trabajo y
de la acción mediadora del Estado para lograr el equilibrio y la justicia social. Esta nueva estrategia se
combinó con una línea dura y represiva del comunismo y el socialismo, catalogados como “ideas
extrañas”. La reacción de los obreros fue puramente defensiva. Del Campo dice que solo muy
lentamente esta actitud se iría modificando.
Sin embargo, dentro del grupo militar que había encabezado el golpe, existían distintas líneas de
orientación y entre éstos, los planteos del coronel Perón comenzaban a tomar características propias.
Una forma más flexible e inteligente de abordar la problemática obrera se desarrollo primeramente
desde la Dirección Nacional del Trabajo, intensificándose luego desde la gestión peronista de la
Secretaría de Trabajo y Previsión.
Perón comenzó a tomar contacto con líderes sindicales, sobre todo a través de Domingo Mercante.
Reuniones que levantaron sospechas en otros militares que veían como el coronel comenzaba a
independizarse del grupo original, suscitando esto desconfianza y rivalidades. En esas reuniones
Perón remarcaba el papel de los sindicatos organizados en el Estado moderno, que debían ser
representados por dirigentes genuinos, disciplinados internamente y exentos de política. Los
ferroviarios se cuentan entre los primeros gremios que adhieren al coronel, organizando incluso la
primera asamblea gremial de la que participaría Perón.
Extrañados de esta nueva actitud, los asalariados experimentaron un gran cambio al ver que una gran
cantidad de reclamos históricos se estaban efectivizando. Todavía, los obreros recibían las nuevas
políticas con ambigüedad. El nuevo panorama mostraba que se hacían cumplir las legislaciones
laborales, reconociéndose los delegados de fábrica y obteniendo garantías sobre su trabajo. Frente a
esto ciertos gremios, como los ferroviarios, adhirieron con rapidez a Perón y su gestión, mientras que
otros de raigambre comunista y socialista comenzaron a identificar al líder como un dictador fascista,
entendiendo que todas las nuevas conquistas de los trabajadores eran meramente artilugios para atraer
su apoyo y después utilizarlos como base legitimadora de su actividad política. Entendían que al

1
hablar de prescindencia política como algo fundamental en la organización sindical, Perón
evidenciaba una concepción instrumental de los trabajadores, usándolos para su provecho propio.
Ahora, si bien estas discusiones sobre actitudes políticas y formas de organización fue permanente en
los círculos obreros, lo real y evidente era que los reclamos de los trabajadores encontraban nuevo eco
y respuesta en las políticas oficiales. La elocuencia de las mejoras parecía difícil de negar: el obrero
entendía realidades.
Pero mientras muchos gremios satisfacían sus demandas, otros dirigentes eran perseguidos y
encarcelados, no prosperando sus reclamos en la STP. La discriminación se centraba en los
comunistas y socialistas principalmente, que se resistían a colaborar con la Secretaría y cuyo tono de
denuncia a Perón era cada vez mayor, acusándolo que trabaja solo para conseguir “la adhesión del
movimiento obrero a su propia persona”.
Además de estas resistencias y discusiones en el seno de la clase obrera, crecía también la oposición
de los sectores capitalistas que coaligados con el departamento de Estado yanqui inundaban en críticas
acerca del perfil fascista del director de la secretaría, remarcado que no se había declarado la guerra al
Eje.
La estrategia de Perón entonces, para con la clase obrera fue el apoyo en sus reclamos, a la vez que las
ungía de la necesidad de organización. A su vez, esta ayuda era selectiva, lo que suscitó grandes
discusiones y divergencias en los sectores obreros sobre las estrategias que debían tomarse frente a la
novedosa oferta estatal. A algunas organizaciones se les daba reconocimiento oficial, mientras que no
a otras, creándose sindicatos paralelos que eran beneficiados y sindicatos nuevos. A través de la STP
se ganó la confianza de vastos sectores obreros, quedándose sin el apoyo de los sectores capitalistas,
que veían amenazados sus privilegios y el orden social que legitimaban. Esta confianza con los
sectores obreros a través de los sindicatos fue clave para su llegada a la presidencia y para los sucesos
del 17 y del 18 de Octubre.

2- ¿Cómo se define el carácter social de la Secretaría de Trabajo y Previsión? ¿Cuáles


fueron las medidas concretas que otorgó esta Secretaría a los trabajadores y que
posibilitaron el apoyo a Perón?

La Secretaría de Trabajo y Previsión, creada el 27 de Noviembre, tenía a su cargo la fiscalización del


cumplimiento de la legislación laboral y centralizaba toda la actividad social del estado. En los planes
de Perón se trataba de la herramienta fundamental. Con su creación se inicia la era de la política social
en nuestro país, contraponiéndose a la tradicional actitud de indiferencia estatal frente a los problemas
sociales. Se remarcaba la necesidad de que los patronos, los obreros y el Estado sean la base de acción
para la lucha contra los verdaderos enemigos sociales, representados por “la falsa política, las
ideologías extrañas, los falsos apóstoles”, explicando la necesidad de organizar a la clase obrera en
asociaciones profesionales que se unifiquen en una única central, evitando los intermediarios para
realizar sus reclamos. Esto sería tachado luego por los partidos tradicionales como una prueba del
pensamiento fascista de Perón.
Entendiendo que el lenguaje que entendían los obreros eran los hechos (“mejor que decir es hacer,
mejor que prometer es realizar”), Perón empieza a desarrollar una infatigable acción desde la STP
recibiendo cantidad de dirigentes sindicales, cumpliendo con sus reclamos y otorgándoles beneficios
concretos a los trabajadores. El decreto que fijaba los precios máximos para los artículos de primera
necesidad es el primero de una serie de beneficios sociales que el gobierno militar otorgaría a los
trabajadores. De la misma forma, la primera gran prueba para el organismo fue la catástrofe en San
Juan, terremoto que prácticamente destruyó la ciudad en 1944. La STP se había convertido en un
factor de organización y apoyo para la clase obrera.
Del Campo argumenta que la estrategia original de Perón de hacer entender a los sectores del capital y
del trabajo no había funcionado, dado que solamente la clase obrera se volcó a apoyarlo. Esto
implicaba la progresiva redefinición discursiva de una alteridad política, es decir, la identificación de
un enemigo, en consonancia con el sector social que le brindaba su apoyo.
La elocuencia de los hechos producidos a través de la STP hizo que las circunstancias cambiaran: la
influencia peronista en el campo sindical había neutralizado ya la acción de las “ideologías extrañas”,
fortaleciendo la oposición de los sectores capitalistas. La redefinición de Perón apuntó a estos grupos,

2
puntualizando su egoísmo injustificado y sus intereses mezquinos, implicados como valores propios
de la “oligarquía”. Se comenzaba a configurar dos polos antagónicos en el escenario económico,
político y social que establecía la forma de la disputa por el poder: los trabajadores identificados con
la conducción de Perón por un lado, enfrentados a la coalición de partidos políticos, patrones,
profesionales y universitarios que contaban con el apoyo de los yanquis.
De esta forma es como la relación de la STP con las masas cambia, dado que ya no se apela solamente
a su adhesión y agradecimiento, sino que frente a la nueva correlación de fuerzas se hacían inminentes
las necesidades de organización y movilización.
El papel de Perón y de la STP había adquirido nuevas definiciones, dejando de lado el arbitraje de los
conflictos laborales, comenzando a ponerse claramente del lado de los obreros: “nosotros dividimos el
país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que
trabajan. Ante esa situación, nos hemos colocado abiertamente del lado de los hombres que trabajan”.

3- Analice la trascendencia política del 17 de octubre de 1945. ¿Qué sectores sociales y


políticos apoyaron a Perón el 17 de octubre del 45, y cuáles lo enfrentaron? ¿Qué
diferencia a esta alianza que fue consolidando al "peronismo" con los fascismos
europeos?
La actitud de las cúpulas patronales y los sectores dominantes frente a la acción de la STP fue la de
acusar a Perón de haber creado un conflicto social que anteriormente no existía para poder
promocionarlo, invención en la que además el Estado tenía preferencias entre los sectores, dejando de
lado su imparcialidad y arbitrio. Se presenta el proyecto sobre jubilaciones ampliadas y el Estatuto del
Peón Rural, haciendo llegar la legislación laboral al interior mismo de las intocables estancias. A los
embates de la burguesía se suma la Sociedad Rural Argentina, en reclamo por las disposiciones que
alteraban las jerarquías naturales del trabajo en el agro.
El alegato de la prescindencia política también se transforma, no solo en lo discursivo sino también en
la práctica siendo que los trabajadores que apoyaban a Perón comenzaban a ser parte de una disputa
política nueva, asumiendo en la defensa de Perón la defensa de las conquistas alcanzadas y de lo que
empezaba a definirse como una identidad de clase que cada vez se hacía menos difusa,
identificándose con la figura del coronel. Los organismos patronales se coaligan con la primera
potencia mundial, otras instituciones liberales y componentes de la clase media, declarando la guerra
a Perón. El apoyo del movimiento obrero era el único argumento para lograr el apoyo de otro sector
fundamental: el ejército.
Bajo este contexto es que se interpretan el encarcelamiento de Perón y los sucesos del 17 y 18 de
Octubre, donde el masivo respaldo popular cristalizado en la movilización del 17 de Octubre en el que
las masas obreras se volcaron a las calles e impusieron de hecho la huelga general sin esperar la fecha
fijada por la CGT, implicó la liberación de Perón y el mantenimiento de las conquistas sociales, pero
también un vuelco decisivo en la situación política. Del Campo resalta que por primera vez en la
historia de nuestro país una movilización de clase determinaba una nueva etapa política, pero también
una nueva y desconocida situación en la historia del movimiento obrero, que adquiría peso político y
una identidad de clase y conciencia de su poder. Desde la prescindencia política de los primeros años
había operado una transformación sustancial, que convirtió al movimiento obrero en un actor político
indiscutido, que buscaba reafirmar sus conquistas sociales, políticas y culturales.
El hostigamiento yanqui seguía haciéndose sentir, calificando a Perón como “la influencia nazifascista
en la Argentina” y al gobierno como “no representativo de los sentimientos del Pueblo”.Eestas
declaraciones se sustentan en la caracterización liberal de ese entonces sobre la ciudadanía, en la que
los trabajadores no son considerados sujetos políticos aptos para tomar decisiones, destacándose la
irracionalidad de su comportamiento y por lo tanto su facilidad de caer en engaños de líderes nazis.

4-Señale las características e importancia del partido Laborista en el triunfo de Perón


en febrero de 1946.

La lucha debía continuar, a partir de la liberación de Perón, en el terreno político-democrático. Se


trataba de una realidad prácticamente desconocida por el movimiento sindical, siendo que la mayoría
de los dirigentes gremiales carecían de experiencia en el ámbito político. Se daba entonces la difícil

3
tarea de organizar una estructura partidaria que pudiese garantizar el arribo de Perón al poder,
permitiendo consolidar los beneficios de los trabajadores y que sirviera como sustento y legitimidad
del movimiento.
La paradoja señalada anteriormente consiste en que a partir de entonces la clase obrera se convertiría
en un sujeto político fundamental, cuando con anterioridad e inclusive durante la gestión de Perón en
la STP se afirmara continuamente la necesidad de que el campo sindical este exento de proyecciones
políticas y se limite a realizar sus reclamos gremiales en una lógica meramente económica. Los
dirigentes sindicalistas habían ido dejando atrás progresivamente el carácter revolucionario para
aggiornar su acción a la negociación estatal sin disputas importantes. Sin embargo, explica el autor, su
práctica sindical nunca había perdido su contenido clasista ni habían renunciado a defender la
independencia del movimiento obrero. Sus características comenzaban a transformarse
sustancialmente.
Entre los testimonios que recolecta Del Campo, un dirigente ferroviario que participó activamente en
los primeros momentos del peronismo, Luis Monzalvo, explica el surgimiento del partido laborista a
través de la conjugación de distintos factores, entre los que enumera:
* La lucha obrera había adquirido un carácter netamente político.
* Esto creaba la necesidad de disponer de un instrumento adecuado para canalizar esa lucha y
concretarla en forma orgánica.
* No existía un partido político entre los tradicionales capaz de interpretar con fidelidad los
sentimientos populares.
* La clase trabajadora no admitía a ninguno de los viejos partidos.
* La advertencia de Perón de la necesidad de la no participación política del movimiento
obrero.
* La necesidad de medidas prácticas y eficaces para que los trabajadores vehiculicen su
voluntad.
Los trabajadores asumían su nueva condición, que reclamaba su participación directa en la solución
de los problemas nacionales. En su concepción la situación nacional aparecía problemática,
contabilizándose entre las principales dificultades la desigualdad económica, el latifundio, la
especulación capitalista, la falta de organización política de la clase obrera, el fraude electoral y la
represión del movimiento sindical. A todo esto se sumaba el flagrante falseamiento de la libertad y la
democracia. Contrariamente a lo que se piensa comúnmente, la dirigencia sindical que acompaño a
Perón en las elecciones no era una “clase obrera nueva” sin ninguna relación con la constituida
anteriormente. Luis Gay, presidente del Partido Laborista, explica que “quienes integraban el comité
directivo central eran hombres que tenían veinte o veinticinco años de actuación en el movimiento
obrero…”. Entre estos confluían viejas tendencia tradicionales en el mundo del trabajo, no solamente
sindicalistas, sino también comunistas, trotskistas, socialistas, forjistas, etc.
La oposición nucleaba a los partidos políticos tradicionales en la Unión Democrática, coincidiendo
además los sectores sindicales antiperonistas con las entidades patronales, la prensa, la reacción
capitalista, la SRA, los sectores universitarios en el perfil nazi fascista del nuevo movimiento, noción
avalada por los Estados Unidos a través de su embajador Spruille Braden. La campaña de 1946 dejaba
de lado las formas institucionales, develando el contenido clasista de las instituciones mismas y
expresando la lucha entre trabajadores y la reacción oligárquica en la contienda electoral.

Vous aimerez peut-être aussi