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política, ideología y figuración literaria

-'r
"(1987)

ESCRITOS SOBRE l'


, ~ , " ~ , ":::,~~~1f , Este ensayo sobre novelas puhlicadasen la Argentina y en el exilio entre
LI 1 .ERATURA. ARGENTINA,-,~-?~~~: fu¡es deIos setenta y comienzos de los()chenta, intenta traz~ líneas sobre un
corp~ heterogéneo que nó áspiro ap~~pbñ~r como exhaustivo. 1 SeguiTé al­
", gunos ejes relacionados con la representación y la figuración de la historia re­
por­_ c,;_ ,
ciente, interrogándome, al mismo tiempo, sobre los rasgos formales e ideoló­
Beatriz Sarlo ".:~ gicos de un discurso literario opuesto a los discursos del autoritarismo y que,
quizá precisamente por esto, encontró una recepción social en momentos po­
líticos difíciles.
edición a cargo de, , Tengo conciencia de que la elección de este objeto no es independiente
de la preocupación sobre la etapa que la Argentina parece haber concluido.
8ylvia 8aítta ,
,:0" De ningún modo podría pretender una objetividad que traspasara los nudos
, del pasado más inmediato. Más bien intentaré colocarme en una perspectiva
, para la cual la elección de un problema a analizar no puede desvincularse por
completo de una relación con valores y contenidos normativos, presentes en
, el planteo de las cuestiones, en la forma de su exposición y en el sistema de
textos. Me referiré a ellos también con la esperanza de que la crítica literaria
reencuentre un lugar que desborde los límites de las instituciones académicas,
;
/' para ponerse en relaci6n con instancias de significatividad social más extensa.

1 Algunas de las novelas publicadas durante el period<!.;~ue abarca este ensayo, hasta
:!;~
mediados de los años ochenta, y que, de algún modo, se relacionan con la problem~tica ex· ,
puesta son: César Aira, Ema, la cautiva, Buenos Aires, Belgrano, 1981. Jorge Asís, Flores ;"ba­
; ' das en los jardines de Quilmes, Buenos Aires, Losada, 1980; Carne picada, Buenos Aires, Lega­
F aa, 1981; La calle de los caballos muertos, Buenos Aires, Legasa, 1982. Nicohu Casullo, Elfrutero
,t";'::·~ ~-de los ojos Tadiantes, Buenos Aires, Folios, 1984. Carlos Catania, El pintadedos, Buenos Aires,
,Legasa, 1984. Marcelo Cohen, El país de la dama eléctrica, Buenos Aires, Bruguera, 1984. Hum­
berto Constantini, La larga noche de FTancisco Sanctis, Buenos Aires, Bruguera, 1984. Antonio
, Da! Masetto, Fuego a discreción, Buenos Aires, Folios, 1984. José Pablo Feinmann, Ni el tiro del
)J((I ", final, Buenos Aires, Pomaire, 1982. Enrique Fogwill, Los pichiciegos, Buenos Aires, Ediciones
siglo la Flor, 1983.Jorge Manzur, Tinta roja, Buenos Aires, Legasa, 1981.Juan Carlos Martelli,
veintiuno cabeza, Buenos Aires, Corregidor, 1977. Carlos Dámaso Martínez, Hay cenu.as en el viento,
édltores
..: Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982. Tomás Eloy Martínez, La novela de Pe­
/ rón, Buenos Aires, Legasa, 1985~Juan Carlos Martini, La vida entera, Barcelona, Bruguera,
!981; Composición de lugar, Buenos Aires, Bruguera, 1984.Juan Carlos Martini Real, Copyright~
328 EN PRESENTE 329

Frente a un monólogo (que ocultaba las fracciones entre los ctiterpnt¿'i; '
bandos de poder militar, por lo menos durante los primeros cuatro años
biemo) cuyo efecto era fijar sentidos para una sociedad que debía ser La cuestión social sólo puede ser planteada significati­
cada en ellos, el discurso del arte y la cultura propone un modelo forrnalmen~I vamente sobre la base de la cuestión de la calidad esté­
tica. Dicho de otto modo, la sociología no debería pre­
te opuesto: el de la pluralidad de sentidos y la perspectiva dialógica. 2 Si el. :·4-.:.t:.,r
guntarse cómo funciona la música sino cómo se coloca
discurso del régimen se caracterizaba por cerrar el flujo de los significados y,, ~ " respecto de las antinomias 'sociales fundamentales, si se
en consecuencia, indicar líneas obligadas de construcción de sentido, propor~ propone gobernarlas, dejarlas estar o, incluso, escamo­
cionando un modelo comunicacional pobre y unidireccional, en el cual ' tearlas. Y esta pregunta conduce hacia lo que es inma­
elenco muy reducido de figuras agotaba las representaciones de lo social y nente en la forma de la obra misma.
individual, de lo público y lo privado, del presente y de la historia, los disCUf" i Adorno a Krenek
sos de la literatura podían proponer una prácticajustamente de sentidos abier,' ·"':.fao S'"
Deben proponerse perspectivas que desplacen y extra­
tos, de cadena qúe no cierra, de figuraciones abundantes. Frente a la pobrezá
ñen el mundo, revelen su ser, con sus escollos y sus fisu­
impuesta de los sentidos y la unicidad de las explicaciones, crearon un espada
ras, tan distorsionado y pobre como aparecerá, algún
rico de sentidos y explicaciones que se hicieron cargo de la ambigüedad ylá.', día, a la luz mesiánica. Ganar tales perspectivas, sin ve-
dificultad de hablar en una sociedad opaca. En escala reducida, reinstalaban . leidad ni violencia, a partir de un contacto sentido con
las condiciones de una situación comunicativa no unidireccional. los objetos: tal es la tarea del pensamiento.
Es imposible afirmar que este progra=a representa a toda la literatura af!, Adorno, Minima moralia
gentina del período (en primer lugar, porque parece dificil, en cualquier
tuación, caracterizar por un solo rasgo a un corpus que se define, principi:U­
La narrativa de estos últimos diez años se escribe en el marco de la crisis de
mente, por un sistema de diferencias además de líneas de contacto). Süí
la representación realista y de la hegemonía consiguiente de tendencias estéti­
embargo, sí es posible leer algunos de los textos de estos años desde esta
cas que trabajan (incluso con obsesión) sobre problemas constructivos, de in­
pectiva, sobre la base, además, de que en ella parecieron ubicarse también
~rtextualidad, de procesamiento de citas, de representación de discursos, de
razones de su circulación y repercusión en la sociedad y, en muchos casos,
;:.relaci6n entre realidad y literatura o de la imposibilidad de esta relación. Es co­
su éxito.
.,q}.'. ;)[~:"I
;: ~- mún que escritores se ;efieran a cu~stiones teórico-crí~cas y _d.e~uestr~n lectu­
'~ ';~3 ~~ . ras de textos extremadameate sofistIcados (desde el pSlcoanáhsIS lacanlano a la
. (-~ l:i!:'"
~,"', ' ~e()ría del intertexto que, dicho sea de paso, abre la posibilidad de una nueva
Buenos Aires, Sudamericana, 1979. Enrique Medina, Las muecas del miedo, Buenos Aires, de Borges en la clave de las escudas frances~ y del postformalismo ro­
lema, 1981. Daniel Moyano, EllibTO de navíos y borrascas, Buenos Aires, Legasa, 1983; El . El haz de incitaciones incluye a BenJamin, Foucault, Nietszche, Lacan o
lo del tigre, Buenos Aires, Legasa, 1983. Pedro Orgambide, Hacer la América, Buenos Wittgenstein, corno puede leerse en citas explícitas u ocultas en las narraciones
Bruguera, 1984. Ricardo Piglia, Respiración arlificia~ Buenos Aires, Pomaire, 1980. más signadas porla hiperliterariedad, de las que raramente faltan marcas de un
Puig, El beso de la mujer araña, Barcelona, Seix Banal, 1976; Pubis angelical, Barcelona,
~.>lector capaz de seguir la trama de las alusiones. Incluso en escritores cuya pers­
Banal, 1979. Rodolfo Rabanal, El pasajero, Buenos Aires, Emecé, 1984. Andrés Rivera,
que perder, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982; En esta dulce tierra, continúa siendo más afín con la del realismo, la conciencia de que ya
Aires, Folios, 1984. Juan José Saer, Nadie nada nunca, México, Siglo XXI, 1980. es posible una confianza ilimitada en las posibilidades de la representación
riano, No habrá más penas ni olvido, Buenos Aires, Bruguera (primera edición: Barcelona; MN ~ude marcar las elecciones constructivas. El trabajo con el sistema literario y el
1980); Cuarleles de invierno, Buenos Aires, Bruguera (primera edición: Barcelona, 1982). de géneros (del policial a la ensayística) diseña un arco tan amplio corno
rio Szichman, A las 20.25 la señora enlTÓ en la inmortalidad, Hanover, Ediciones del para extenderse desde Osvaldo Soriano hasta Ricardo Piglia. Por otra parte, la
1981. HéctorTizón, La casa y el viento, Buenos Aires, Legasa, 1984. David Vmas, Cuerpo a
'eelaboración de los discursos del periodismo, de los medios de comunicación
po, México, Siglo XXI, 1979.
2 Véase, en el Apéndice a este texto, un análisis de las condiciones del discurso

~e masas y de la cultura popular supera los límites de la literatura "culta", co­


ritarlo. sucede ejemplarmente en la obra de Manuel Puig.

330 BEATRIZ SARla LEER EN PRESENTE 331

Enfrentada con la disimetría entre el orden de lo real y el orden del discur~ . ,'. atto, exhibiendo una densidad de significados que no podría describirse coino
so,31a narrativa presenta esta cuestión estética fundaIllental incluso en aquellos ' , maniquea. En este sentido, el discurso de la ficción se coloca, formalmente, co­
textos que parecen más inclinados a afirmar la posibilidad de la representación.4 . IIlO opuesto al discurso autoritario. TaIIlbién por su perplejidad frente a un sis­
En el reconocimiento de esta disimetría, que ataca la ilusión realista porque po- . , tema de valores, hegemónico en la izquierda del Call1pO intelectual desde los
ne en el centro la pregunta sobre cómo representar, al mismo tiempo que inte' años sesenta, que estalla a mediados de la década siguiente. La perplejidad ante
rroga al objeto de la representación y, por tanto, al orden de los hechos, la na- . el frci.caso de las ilusiones y el giro dramático que afecta a la sociedad, desenca­
rrativa de estos años afirma, taIIlbién de este modo, una cualidad disidente. En .' . dena estrategias literarias diferentes. Lo que casi siempre puede leerse son los
la medida en que el discurso del régimen se basa sobre la afirmación de un or­ intentos, variados desde el punto de vista de las soluciones fOITI1ales, de plantear
den natural que la perversidad del enemigo ataca para transformar esa natura­ el interrogante sobre la "cuestión argentina": citas, dedicatorias, epígrafes, nom­
leza en antinaturaleza, un discurso literario que problematiza las relaciones na­ _ bres diseminados por los textos son marcas que contribuyen a anclar la signifi­
turales e "inmediatas" con el referente afirma la cualidad convencional de toda cación literaria y la historia ficcional en la historia.
representación y pone en escena el pacto narrativo que hace posible no sólo la No es extraño, entonces, que las novelas planteen un doble orden de pre­
escritura sino la lectura de un texto de ficción. 5 guntas: sobre la h:istori~ que cuentan y sobre las modalidades empleadas para
Al debilitar la idea de una relación necesaria y única entre el orden de lo re­ contarla. Esta serie' doble es significativa socialmente porque la historia argenti­
presentado yel orden de la representación, los textos más significativos reflexio­ na de los últimos años, por su violencia y su excepcionalidad, impulsa esta bús­
nan no sólo sobre el orden de la representación sino también sobre el orden de queda de razones. Las preguntas ¿cómo hemos llegado a este punto? y ¿qué hay
lo representado. Son, en este sentido, ficciones interrogativas de lo real y auto­ en nuestro pasado que pueda explicarlo?, que atraviesan a la sociedad y, proba­
conscientes de los medios y las formas de su interrogación. La destrucción de las · blemente, seguirán buscando respuestas ,en los años que se avecinan, son taIIl- .•
ilusiones organicistas que atribuirían un nexo de necesidad entre el orden de bién preguntas de la literatura. Acerca de ellas quizás no puedan articularse dis­
los hechos y el orden de la representación, instala una pluralidad de nexos en­ cursos que desarrollen una sola respuesta, en la medida, también, en que la
tre aIIlbos niveles y, en consecuencia, diferentes regímenes de verdad literaria. , sociedad puede experimentar hoy la insuficiencia de una respuesta única. La cir­
Vmculada a ello, está la idea de que los textos ponen en escena un debate· culación más o menos amplia de los textos !ie ficción, y el éxito de público o la
de valores y, en consecuencia, discursos de diferente procedencia ideológica, po­ repercusión intelectual de muchos de ellos, indicaría que hay un tejido común
lítica, social y cultural. 6 Frente al monólogo practicado por el autoritarismo, apa- . de interrogantes que se extiende entre el campo intelectual y otras zonas de la
rece un modelo comunicativo que tiende a la perspectivización y al entramado sociedad. InterroganteS de la índole planteada en la ficción pueden leerse en el
de discursos. Las ficciones se presentan, con frecuencia, como versiones e inten­ ensayo y en el discurso de lás ciencias sociales.
tos de rodear, desde ángulos diferentes, una totalidad que, por definición, no' No parece haber respuestas sencillas. Excepto en el caso del disc~o polí­
puede ser representada por completo. Incluso las narraciones marcadas por opo­ tico más atenido a conceptualizaciones sumarias.y fánnulas tradicionales, tanto
siciones binarias reconstruyen, de tal modo el mundo discursivo e ideológico del en la izquierda como en la derecha, existe un sentido común generalizado en la
capa intelectual. y en el Call1pO cultural de que el objeto interrogado tiene una
complejida~ que dispersa toda ilusión de respuesta totalizante. Existe, asimismo,
3 "Pero ¿quién puede asegurar que el orden del relato es el orden de la vida?" y "En el ­ una noción de la verdad como construcción de sentidos, de la verdad como pro­
fondo, dijo después, Joyce se plante6 un solo problema: ¿c6mo narrar los hechos reales?", te­ '
ceso y no como resultado, que es afín a la idea de la significación literaria como
matiza Ricardo Piglia en Respiraciún artificial, op. cit., pp. 42 y 184.
4 Por ejemplo, en las variaciones que se dan entre narrador y autor, en Flores robadas en lOs productividad, como intersección de perspectivas textuales.
jardines de Quilmes, de Jorge Asís. El discurso del gobierno militar había definido la situación argentina como
5 Sobre la noción de pacto de lectura, véase Philippe Lejeune, ú pacte autobiograPhique, · . caos, que el nuevo régimen venía a reparar y organizar. La intervención militar .
París, SeW,J, 1975 [El pacto autobiográfico, Madrid, Endymión, 1994]; y los actuales desarrollos
estabajustificada, en las proclaIllas iniciales y en las manifestaciones de susjefes,
de Josefina Ludmer sobre el pacto social en la literatura gauchesca (publicados en El gtnero,
gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Sudamericana, 1988). " precisaIllente por este juicio sobre la etapa final del gobierno peronista y la lu­
6 Véase al respecto FredricJameson, The Political Unconscious: Narrative as a Socially SymM-' cha desencadenada entre organizaciones revolucionarias y aparatos represivos.
úc Act, Ithaca y Londres, Comell University Press, 1981. . El tema del caos social, sin embargo, aunque fijó tm eje y una justificación del
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golpe de estado y de los años posteriores, no puede leerse solamente desde este , mediata de aquello que es significado, puede y quizás deba ser leída alegórica­
punto de vista. A partir de 1975, por lo menos, también la sociedad civil (yespe-: ", mente."7
cialmente los sectores populares) experimentó el conflicto militar y político c~ Para Benjamin existe,junto a la alegoría en su sentido clásico, una forma
mo producto de una constelación de fuerzas que escapaban a principios de ex~ , alegórica de percibir y representar que, más que restaurar una totalidad de sen­
plicación que, en otros momentos, podían haber parecido relativamente __," tido, es "sintomática de una pérdida de un sentido verdadero, inmediatamente
adecuados. La retórica de la violencia obturaba otras modalidades de explica~ '-:­ accesible".8 Formas alegóricas, formas de la figuración, tropos, marcan muchos
ción de los enfrentamientos, aunque éstas coexistieran con los hechos armadoS. de los textos producidos en este período, no sólo como procedimientos en el ni­
La crisis de representatividad y de poder del gobierno peronistaen sus últimds vel de la escritura, sino como grandes movimientos articulado!esde toda la es­
dos años, unida a la imposibilidad de que otros partidos propusieran soluciones ' tructura ficcional. Podría decirse que incluso los relatos cuya estética es la del
viables, convertía a la política en un espacio donde el poder armado se presen~ realismo no pueden evitar un funcionamiento figurado, en la medida en que,
taba como protagonista casi único y donde otro tipo de estrategias de mediación, por un lado, la lectura social tendía a encontrar constelaciones de sentido no in- .
entre partes parecían inevitablemente destinadas al fracaso. La lucha de suce- ' mediatamente evidentes sino construidas a partir de la peripecia explícita y, por
sión dentro del peronismo acentuaba la matriz bélica de todas las actuaciones , otro lado, que, como escribe Hayden White: "El tropo es la sombra de la cual to­
públicas. y, en consecuencia, disminuía la posibilidad de intervención por parte ' do discurso realista trata de huir. Esta huida, sin embargo, es inútil; porque los
de otros sectores de la sociedad que no participaban en el conflicto bajo su he­ tropos son el proceso a través del cual todo discurso constituye los objetos que
gemónica forma militar. pretende describir sólo de manera realista y analizar objetivamente".9
Frente a esta situación, el régimen autoritario produjo un discurso mani- , Estas narrativas renuncian, por una parte, a la construcción de grandes ex­
queo. La contestación literaria se hizo cargo de una articulación más compleja plicaciones; mientras mantienen, por la otra, una relación móvil y dinámica en­
del referente incomprensible, para decirlo con un adjetivo que describe la concien­ tre los sentidos comunes de la experiencia, los sentidos impuestos por el discur­
cia difundida del período; que podía ser vivido como caos, en la medida en que so autoritario y el conjunto de sentidos construidos en los años inmediatamente
las decisiones políticas y militares que afectaban a toda la sociedad eran tomadas' anteriores. Presentan así un discurso caracterizado por formas figuradas sobre el
en espacios secretos y no sujetos a la discusión pública, ni su sistema de valores, co~unto de hechos y experiencias que "se rehúsan a incorporarse dentro de las

ni las presuposiciones que los sustentaban. Acercarse al enigma que el discurso nociones convencionales de 'realidad', 'verdad' o 'posibilidad' ".10 Esta movilidad
militar designaba como caos es parte del impulso hacia el sentido presente en del sentido, la tensión que se establece entre las formas figuradas, diseñan un es­
diferentes narrativas de este período. En la literatura podían escucharse voces, ' pacio discursivo abiend a la interpretación. Prácticas que están en el centro del
distintas de las del enfrentamiento irreconciliable cuyo objetivo esencial reside discurso literario encuentran también su necesidad social en la censura y la au­
en la anulación del Otro. tocensura, que, sin embargo, no son condiciones suficientes para explicarlas.
Ahora bien, la literatura enfrentaba así un problema extremadamente y, para volver a las citas que encabezan estas no~, la literatura propone su
,complejo. Menos que nunca era posible recurrir a un Sentido, a un núcleo úni­ r
contenido de verdad bajo la forma de la figuración. No reconstruye una totali­
ca de explicación, que pudiera hacerse cargo de esta realidad opaca y desor~ dad a partir de los disiecta membrade la sociedad (empresa quizás imposible), pe­
denada. Para decir19 con Walter Benjamin, las formas de la alegoría, o la in~ , ro sí propone cursos de explicación, constelaciones de sentido, que plantean lec­
tendón alegórica, podían tener la capacidad de "extinguir la apariencia": ~" :"-: '
organizar restos de sentido, fragmentos de certidumbres dispersas por el vien­
7 Walter Benjamin, "Cenlnll. Park", traducción de Uoyd Spencer, publicada en New Ger­
to de la historia, atravesar la superficie de lo real precisamente porque esa su' . man Critique, nO 34,1985, p. 41. Sobre la alegoría y sus funciones, véase también Hemán Vidal,
perfide es incomprensible según los instrumentos intelectuales que hasta el' "Hacia un modelo gene'ra.l de la sensibilidad socialliteraturizable bajo el fascismo", en H. V.
momento se le habían aplicado, reconstruir la experiencia en contra del dis~ (editor), Fascismo y experiencia literaria: reflexiones para una manonización, Minneapolis, Institute
for the Study ofldeologies and Literature, 1985.
curso que sobre esa experiencia circulaba desde el poder militar, éstas serían ,'
8 Uoyd Spencer, f1J. cit., pp. 62-63.

quizá las formas tentativas para la destrucción de la apariencia. "En realidad, 9 Hayden White, Tropics ofDiscO'U.rse. Essays in Cultural Oritici5m, Baltimore y Londres, The

un nivel de la argumentación de Benjamm es que toda literatura, incluso aque- '~ Johns Hopkins University Press, 1978, p. 2.

na que parece evocar una completud simbólica de sentido, una 'presencia' in: ' --o 10 !bid., p. 4.

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turas diferentes y alternativas del orden de lo real, según una pluralidad de r~ ) Admitiendo que la crítica soporta la marca de -valores estético-ideológicos
gímenes discursivos y de estrategias de ciframiento. ·tan intensamente como el discurso literario, aunque según modalidades diferen­
tes, quisiera sólo agregar que, de algún modo, las elecciones del crítico tienen
un punto de referencia en el peso y la circulación social de los textos. Esto no
Narrativa e historia · significa, por supuesto, una relación con el éxito de mercado sino con la signifi­
. . cación colectiva de una ficción, dentro o desbordando el campo intelectual. Qui­
Proponer un conjunto de ficciones para ser leídas según las claves que se " zás el corpus diseña un recorrido de la lectura contemporánea a su producción,
han expuesto, implica, obviamente, elegir dentro -del corpus y, al mismo tiem- . · m arcada por las mismas dudas, obsesiones, enigmas que los te.xtos incorporan,
po, reconocer que la lectura se desenvuelve como proceso dentro de un hori- - . rodean y, con el poder de la literatura, a veces logran horadar. Quedan fuera del
zonte de expectativas (el del crítico, el del campo intelectual en que éste se ins- . corpus los testimonios que comienzan a publicarse a partir de 1982 y plantean
cribe, el horizonte más global del público que también ha leído en estas novelas .• problemas diferentes, tanto desde el punto de vista del pacto de lectura como
formas cifradas de la cuestión argentina) .11 Parece demasiado ambicioso, enton­ de las relaciones entre historia, ideología y discurso ficcional.
ces, remitirse a una objetividad improbable, que el tiempo cambiará por otras Todos estos textos se colocan de un modo u otro frente a una cuestión esté­
formas de objetividad, basadas en las nuevas funciones que estos libros cumplan tica extensamente debatida: la referencia a lo real, como esa superficie resisten­
en sU 'ciclo de lecturas y en los cambios en las normas de valor. No estoy reivin-.· te, respecto de la que la literatura despliega sus estrategias y, a la vez, se ve afec­
dicando, sin embargo, los derechos discutibles de la subjetividad soberana, sino tada por la tensión de significaciones, hechos, fragmentos de discurso. Lo real
reconociendo, más bien, que construir un corpus es inevitablemente una ope­ · es la instancia que no puede ser expulsada ni incorporada por completo, una di­
ración que privilegia formas de significar, tipologías, temas ideológicos. El con7 ­ mensión inevitablemente problemática, excepto en las hoy raras versiones inge­
trol sobre esta operación reside, en primer lugar, en reconocerla explícitamen­ nuas del realismo. Diferentes poéticas y elecciones dentro del sistema literario
te como tal: resuelven las modalidades de una relación en la cual los textos toman posicio­
nes, aceptan o excluyen, pero, aun en la exclusión, la resistencia de 1<;> real se ma­
El historiador, escribe Peter Bfuger, no puede descartar los lazos que lo unen nifiesta en esa producción de sentidos que es también la lectura social de un tex­
a su propio presente, pero puede explicitarlos. De este modo destruye la ilu­
to. Más que el viejo debate entre arte y política, parece ser éste el problema que
sión de que la narración histórica refleja el curso real de los hechos. Al indicar
atraviesa a la literatura: que estamos considerando: aproximar respuestas, a me­
que su pllilto de partida no es el Renacimiento o el siglo xvn, sino su propia
época, el historiador permite que el lector capte su narración como construc­ nudo altamente figuraaas, a la pregunta sobre la historia argentina y las expe­
ción. En la medida en que su elección e interpretación de los hechos están de­ riencias de los últimos años~
terminadas por este pllilto de referencia, éste se constituye en el verdadero co­ Una clave del presenteestá Para muchos en el pasado cultural y políti~Q; Res­
mienzo de su narrativa. Si la narrativa se muestra como llila construcción, la piración artificia~ de Ricardo Piglia; En esta dulce tierra~Nada que perder, de Andrés
ilusión de que sólo sea un reflejo de la realidad desaparece. Tal comprobación Rivera; Cuerpo 'a cuerpo, de David VIñas; La novela de Perón, de Tomás Eloy Martí­
hace que la narrativa sea criticable y constituye llil paso importante para la es­ · nez, se remiten a la historia como lugar donde el estallido de las certidumbres y
critura de llila historia literaria. 12
el desquiciamiento de la experiencia puedan buscar un principio de sentido, aun­
que, al mismo tiempo, ese sentido se presente a la narración como un enigma a
11 Visiones de c0IÚunto sobre la narrativa del período pueden encontrarse en: Andrés
resolver o un mosaico cuya figura secreta el movimiento de la ficción desea per­
Avellaneda, "Realismo, antirrealismo, territorios canónicos. Argentina literaria después de los _ cibir mientras que desespera de lograrlo. "Sarmiento creía que (la Argentina) era
militares", en Hernán Vidal (editor), Fascismo y experiencia literaria, op. cit.; Mario Cesáreo, "Cuere un enigma que podía develarse. Si hubiera vivido lo que yo he vivido, hubiera es­
po humano e historia en la novela del proceso", ibid.; Luis Gregorich, Tierra de nadie, Buenos crito otro Facundo. O no hubiera escrito nada", escribe Carlos Dámaso Martínez
Aires, Editorial Mariano Moreno, 1981; Maria Teresa Gramuglio, "Tres novelas argentinas" ..
. en Hay cenizas en el viento. 1!!
Punto de VISta, nO 13, noviembre de 1981; Beatriz Sarlo, "Literatura y política", Punto de VISta; .
n° 19, diciembre de 1983; Saúl Sosnomki, "La dispersión de las palabras: novelas y novelistas
argentinos en la década del setenta", Revista Iberoamericana, n° 125, 1983.
12 Peter BÚTger, "On literary history", en Poetics, n° 14, 1985, p. 203. lS Carlos Dámaso Martínez, Hay cenizas en el viento, op. cit., p. 157.
336 ,LEER EN PRESENTE 337

El FacundlJ, mencionado también en la novela de Piglia ("¿Quién de nosO:~·· ~;.~t.;. ~J;~: ¡ljustar cuentas con el pasado es indispensable para captar las líneas del presen­
tras escribirá el FacundlJ?", es decir el texto que, desde el exilio, resuelve el enig~::~:::~; , ~;: te (presupuesto que anima buena p3,rte de la ensayística de laS últimas.décadas).
ma argentino, corta el nudo que la espada no había podido cortar) remite a un;t;~:.~~~:i 't.{ En el caso de Cuerpo a cuerpo, Vuias se propone cruzar las ditnensiones de la
ordenación de lo real que, en los años setenta, parece una empresa imposible. , ~;;:~f f~· historia y la política con la certeza de que se vuelven mutuainente significativas,
Algo ha estallado, las cadenas de significados no cierran, las explicaciones SOI1.;::/';;t t. en un tejido donde las referencias históricas son uno de los materiales básico~
siempre versiones de la historia: "Conjeturas, historias imaginadas y tristes" y sin,, "~:~~kl ~~' del registro de la escritura. Texto hiperlocalizado e hipercodificado en relación
embargo Maggi, en Respiración artificia~ es un historiador para quien escribir una", ~<:.i ~ . con la historia argentina desde fines del siglo XIX, trabaja sobre los códigos cul­
historia es "el único lugar donde consigo aliviarme de esta pesadilla". 14 Si esto es'!.:.'·~:o~i ~ turales con una perspectiva centrada sobre lo concreto, barroc.amente saturada
el presente, la historia es, también para Piglia, la posibilidad de relatar las derro- ', '>J.~t de detalles tanto del mundo del anarquismo obrero cama de los políticos tradi­
tas: historia de los vencidos y; en consecuencia, un relato contado desde un pun;.\:·?~. ~:: cionales o de los militares. La narración quiere demostrar que, en cada uno de
to de vista diferente. :.. ': .~, ~:~ esos apuntes de costumbres políticas o de vida cotidiana, grandeza y miserias del
15
Pero la historia de las derrotas consiste en mensajes cifrados. Los que ei. . · ·? k militar, del gentleman, del periodista, se abre la posibilidad de entender la forma
cribe Ossorio, desde el pasado hacia. un futuro que es el presente, las carpetas ' r'."j ~~ . en que se construyó el poder, los discursos que le dan su argumento y las prácti­
de documentos que pasan de un personaje a otro, las versiones que se constru-' /;,;~ cas que se desencadenan a partir de él. Cuatro de los cinco epígrafes principa­
yen sobre la historia de Maggi, la historia argentina, paródicamente, como in-: . :::~
comprensible: "Es el monólogo alucinado, interminable, del Sargento Cabral en ._, r~
rt les de la novela localizan la perspectiva historica: Alberdi, Sarmiento, Roca, Gon­
zález; mientras que el quinto epígrafe (de un discurso del general Saint:Jean) y
el momento de su muerte, trascripto por Roberto ArIt" .16 .... ·~· <':t las dedicatorias (a muertos o desaparecidos) anclan el texto en el presente. Este
Sin embargo, Respiración artifzcial es una novela que, por un camino clásico .. : · ::~:¡~ ~: movimiento continuo que dibuja Vuias (y que es propio de su narrativa anterior,
en la Argentina, intenta ordenar. Al proponer versiones de la historia (la ambi• . Y,,; ( \.: pero que no había alcanzado hasta Cuerpo a cuerpo esa especie de exasperada acu­
gua vida de Ossorio en el siglo pasado) y de la cultura, Piglia desarrolla la teffilÍ'!. : J~ ;: mulación) plantea una estructura narrativa en mosaico, proponiendo una ge­
.tica de las ideologías culturales y la identidad nacional: el europeísmo en la figu:. .~ lt. ~): nealogía del poder político, militar y cultural.
ra de Tardewsky; la fundación de la literatura argentina sobre la traducción yla". _ ~::; f La novela de Andrés Rivera, En esta dulce tierra, puede leerse también corno
cita; la organización del pasado literario según dos líneas del siglo XIX (gaucheS-' ~·.·.. · ~ ~" una historia pasada en clave de presente. Irónica desde su título, relata la peri­
ca y lengua extranjera) cuya culminación y cierre es Borges; la explicación de Arlt" :t: ;í~. pecia de un hombre, educado en las id~as de la revolución francesa que, después
corno "lo reprimido de la literatura argentina", son algunos de los tópicos que',: .:f U~ del asesinato de Maza, Ae esconde durante décadas en un subterráneo. Son los
junto con el del exilio, retoman la idea de pensar el desarrollo cultural en la pers- .';.l t años del rosismo, el persegrudo es alguien que puede ser acusado de unitario,
pectiva histórica y con función ideológico-política, desde el presupuesto de que ' ,; ;~, pero la persecución y el encierro aluden a una circunstancia más persistente: son
.. , . datos configuradores del destino nacional, también pgrque el perseguido se con­
vierte en víctima de quien le da refugio, en prisionero de su miedo y de la per­
H Ricardo Piglia, Respiraci6n artificial, f1J. cit., p. 21. versidad del otro. Relato tenso y tortuoso en su escritura, su metáfora no puede
15 Marta Morello-Frosch obseIVa: "La lectura de cualquier texto se conviene así en cualquier, leerse sólo corno una ficción sobre el rosismo. El miedo y el encierro, la derrota
época en un esfuerzo hermenéutico por descubrir las corrientes menos visibles de la historia, pa:'.
con la que concluye, son experiencias que, localizadas ficcionaImente en el pa­
ra auscultar la dialéctica asordinada en el discurso explícito. Por otra parte, lo que los persorut::·~«
jes de Piglia leen, son cartas y documeritos que conforman una crónica del fracaso histórico del "
sado, se remiten a la Argentina de la última década. El texto opina sobre lo que
país en diversas épocas claves, especialmente la organización nacional, la emergencia y declizla." _ significa ser argentino con palabras que, atribuidas a un hombre del siglo XIX,

ción de la oligatquía, y el penodo actual". En "Significación e historia en Respiraci6n artificiaide. , -califican también al presente: "¿A qué se refiere usted, amigo mío, cuando dice

Ricardo Piglia", en Hemán Vidal (editor), Fascismo y experiencia literaria, f1J. cit. Sobre la novela de;" .~

soy argentino? ¿A una particular categoría de suicidas? (... ) ¿Peleó contra toda
Piglia, véanse también Robeno Echavarren, "La literariedad: Respimci6n artifICial de Ricardo Pi-" . .
glia", en Revista Iberoamericana, n° 125, 1983; Kathleen Newman, tesis de doctorado presentadi' ° . .. ­ esperanza, señor? Eso es, hoy, ser argentino".17
en la Stanford University, sobre Walsh, Vmas y Piglia, especialmente el capítulo VII: "Tonured .
ange1s: 1976";José Sazbón, "La reflexión literaria", en Punto de Vma, n° 11, marzojunjo de 1981.
16 Ricardo Piglia, Respiraci6n artificial, f1J. cit., p. 22. 17 Andrés Rivera, En esta dulce tierra, f1J. cit., p. 19.
338 BEATRIZ EN PRESENTE 339

Para muchas novelas de este período ser argentino es una afirmación proi , ~:'::~~ tt'­coloca del lado de los que pueden salvarse del naufragio de las ilusiones. Novela
blemática cuyas claves algunos textos indagan en el momento de su constitución: .t:;ií~ ~f ~ xnimética con la crisis de una generación, Flores robadas en los jardines de Quilmes se .
las novel~ de ~ Argentina aluvional es:ri~ por Pe~o ?~bide, Nicolás c~~),;'::'::~' ~bica ~n relación con la legib~dad ~e ~a crónica y de una~~rma ac.tual del cos­
sullo, Mario SZ1chman, exponen la penpecJ.a de la lIlIIllgraClQn afectando, por: :. :' ,?;~~p:, tuIDbnsmo, por su destreza CasI maruensta en la reproducclQn de discursos.
un lado, la idea de un pacífico proceso de fusión de razas. Por el otro, la cons- , ,':, r: ~j ~;:. Trabajar sobre la doxa fue, desde un principio, el procedimiento narrativo
trucción literaria de biografias típicas se centra en la pequeña burguesía urbana :': t' ~ ~' de Manuel PUig. En El beso de la mujer araña, plantea una relación de engañosa
de izquierda, cuyas ilusiones fueron pulverizadas por la intervención militar y la "~;;<: :~: . transparencia: el discurso del guerrillero, que reproduce hasta la menor infle­
violencia: Tinta roja, deJorge Manzur, y Flores robadas en los jardines de Quilmes, de: " ');~~ ~f, xión formas, giros y temas políticos, se cruza, en el espacio de una celda, con el
Jorge Asís. Esta novela propone un pacto de mimesis con los valores, las exp~ -':~ >" del homose~al. Discursos incomunicable~ que la noveb pone en contacto, re­
riencias, los mitos, los discursos, el nivel de lengua de un amplio sector de púb1i~ } :~ •fonan do algunas de sus marcas: el guerrillero es ciego respecto de sí mismo, el
co que; a lo largo de varias ediciones, la ha convertido en best-seller. Ese pacto de ' ~ :'f:'· homosexual representa el goce estético, aplazando o desviando el destino por la
mimesis explica su éxito, en la medida en que diseña una relación lector-noye-.· , : '~. narración de películas. Ambos registros refuerzan la idea, previa en PUig, de un
lista-personajes de mutuo reconocimiento. Se trata de la experiencia cultural;- ,! .:~ F' mercado de discursos donde el novelista elige los tramos con los que construye
política, sexual de los jóvenes de mediados de la década anterior, trabajada con : ; L una ficción donde los personajes son invariablemente hablados por mitologías
el presupuesto de que se narran biografias sociales compartidas, con las que el ' } <: , colectivas que definen la dirección y el carácter de sus trayectos ficcionales.
texto mantiene unarelación doble: de complicidad y de parodia. lB .2~. Frente a estas biografías; están las que propone uila literatura de la deriva y
Representación y crítica de la doxa pequeñoburguesa de izquierda cruzada ,"; ~5 ~':: del viaje: El país ,de la dama eléctrica, de Marcelo Cohen, Fuego a discreción, de Anto­
con una moral de supervivencia lumpen, la novela de Asís reconstruye ese dis-.' ' ;.' :; ;,; , xiio Dal Masetto. Novelas que se colocan en una relación ,de extrañamiento respec­
curso como "sanata", "verso", "buzoneo" (para emplear las lexicalizaciones que "," ,( ' to de la Argentina de estos años, aunque se sitúen parcial o completamente en ella.
se diseminan profusamente a lo largo del relato): es decir, discursos que estable~ .: ;, . Diseñan una ciudad poco reconocible, que elude la tipicidad Yque es, sin embar­
cían una relación ilusoria con lo que después fue la "verdad" de los hechos. E~ . '-' ,' § go, un espacio por donde ya han pasado la guerra, la desolación y la muerte. La
este sentido, es un relato de las ilusiones perdidas, de los deseos (deseos de la · -.l· ):. ' novela de Cohen, escrita en España, define una ciudad ocupada por otros, inno­
política y de la cultura) que el movimiento narrativo demues~ irre~bles. Tú-: '~; (~ minados, y atravesada por autopistas que se extienden entre basurales, demolicio­
dos los giros de sus person.yes representan puntos de infleXlón cole~tlvos: de l~ ,', . }:;~ nes, parques semiabandonados. 19 Es en verdad una Buenos Aires vuelta intencio­
liberación sexual (profundamente tramada, sin. embargo, de conterudos y metá", " ¡., v;' nalmente irreconocible; en cuyas fisuras se descubren reductos donde pueden
foras falocéntricas) ala iniciación cultural y de allí al discur~o de la revolución, " / escucharse los ecos de una clllturajuvenil rockera, una de las significativas trans­
Pero estos giros están representados por un modelo de relaCIOnes de~d~das o ·, ';¡ :~. formaciones culturales de la última década que la novela de Cohen tematiza. por
im~osibles. Crítica y tri~ción de estos deseos, Flores robadas en los Jardmes de ',. '. . primera vez, con la biografía de un músico <le rock adOlescente que parte en: bus­
Qutlmesrepresenta la sexualidad fundamentalmente centra~ en,el goce mascu­ ":' " , ca de su madre. El texto trabaja con los cruces discursivos que citan letras de can­
lino y l~ militancia ~o~o el ~eatro donde se ~one~ en e~c~na ilUSIOnes vanas, La :":;' ;~ dones, de Hendrix a Spinetta: las nuevas propuestas de una líricajuvenil urbana,
~gentm~ es un pal~ lmposlble y:ste enunaado ldeolog¡..co se ~emuestra ~~ la. , ,~' Novela del viaje y del camino, como la de Dal Masetto cuyo motor es un deam­
m1crosocledad de pIcarOS y enganados de la novela. La CIta arlnana de la Vlda" ~ " ,,",, ; ',- , bular' ,,' ' ( drí d ' d . d " d 'gnifi " )
._ , " ,: ., .;,: sm ltinerano po a eorse: espoJa o, en apanenaa, e SI caClon por
P uerca" establece una relaclQn de necesIdad con el fracaso de todos los actores ,1' :," '. d d d dI-tul h dis d fu dis .- tran
. - . " ,": espaCIOS on e, es e e ti o, se a para o ego a creClon yse encuen
si se excluye el del propio narrador, una figura intencionalmente proXlffia a la de . ~ ;! fra dis . . d d . . las d las trazan
- - . . ' ,- , " '~", entos ersos e mcomUlllca os e expenenClas. os nove' seg­
As15, uruco personaje con el que el texto plantea una relaclQn complaClente y lo. . ,'¡, (':- gm d b' ~g rial 1 .- fi 'al 1 h ch
. mentos e 106'~as, conmate es cuya re aClon re erenCI con os e os po­
líticos es decididamente sutil y silenciosa. Como El pasajero, de Rodolfo Rabanal,
18 Sobre la narrativa de As(s, véanse Andrés Avella."'1eda, • Bm-sellery código represivo en ,
la narrativa argentina del ochenta", en Revista Iberoamericana. n° 125, 1983; YAntomo Marimón,
"Las mil caras de un pícaro", en Punto de VJSta, nO 14, marzojulio de 1982. La idea del acuerdo 19 Véase Graciela Montaldo, "El otro cambio, l~ que se fueron", en Punto de VJSta, nO 23,
lingüístico entre narrador y lector está presente en el comentario de Marimón. abril de 1985.
340 341

son textos que admiten ser remitidos a la experiencia reciente, pero que no exhi- '. y una marca, antiguas escritlmlS heredadas y perdidas para que otras palabras
ben ~as claves de es~ tra~uc~ión: su relación con la re~er~ncia es ~a construccióÍ{ ;;2G:1';;;¡D:
.....',: compusieran -pensó--'- una imagen verdadera liel pasado y una figur,¡. que en
de rungún modo hiperslgnificada. Representan movuruentos y busquedas en un 1~\:~~~~ su mester de lejanía no quedase seducida y prisionera en los enigmáticos espe­
espacio ajeno y ocupado por otros, de los que se habla sólo de manera oblicua: jos de la muerte. 20
La literatura se hizo cargo también de los itinerarios del exilio. Presente en ::'" ,... , . - L l . . _. d 1 xili' lin - - tI' ultu
. - - - " -4'_'~: ti' TlZpn, en a casa y e vumto, regIStra este tOplCO e e o gws co y c ­
la novela de Cohen l=0mo _uno de los d~.lugares (aq~, Espana, all~.l_aArgenti_ :;~;:;. :. : rJJ ~ en su momento inmediatamente anterior. El exiliado futuro construye el
na) dond~ transCUIT~ l~ b~queda, el _exilio es la matena de. ComPOStcton de lugaT, -~ ",;:;1:' ':~~ mundo de los recuerdos, mejor dicho, de lo que será vivido como un recuerdo
de Juan Carlos Marttru, Ltbro de navtos y borrascas, de Damel Moyano, ~' entr~ :".'j;f~; r·~
l . t d H - t T - (tamb' é puede leerse como cifra d 1':"~i"""' "', un
..' a vez que haya abandonado la región autobiográfica, donde se había origina-
.
La
otras, casa y e men o, e ec or lZon 1n . . e·. ,/>::, ;~" '. do toda su obra. El relato se localiza, por eso, no en el espacio del exilio cosmo­
exilio, la pequeña ciudad notteameri~a y la reunió~ de escntores comurucán~., ~, \...} iL ". polita sino en el lugar de nacimiento, una provincia del noroeste, recorrida por
dose mediante una lengua de. traduccIOn, de El pasaJero).. _ " . :::~:~tJ ;;~'r el narrador en busca de una cifra perdida: la historia de un coplero que, en el
Algunos de estos textos tIenen un fuerte ~cento a~t~bIOgráfico y, co~o en.; ' >~~ 1~. exilio futuro, será la garantía de la continuidad cultural y afectiva.
el de Moyano, se incluye en el relato de la partIda y el V1aJe, el de la represlOn, la ~" ;.t7 E. Frente a un presente descrito como fragmentos posteriores al estallido, "imá­
tortura: la cárcel, las desap~ciones. La nave reúne figura:~o~es de .todos los gttic " :'~ ~;-¡~ genes despedazadas", rastrea la certeza de una cultura integrada al pasado, e in­
pos SOCIales, cul~es, regIOnales afectados por la rep~esIOn. e~p.aao de encuen- .' .~. ~~. ~?>;. tenta, a partir de ella, alcanzar un~ memoria que haga subjetivamente po~~ble el
tro donde, narrativamente, se apuesta a que las relaCIOnes ongmadas en la pa- ' . ""- i':-,. exilio: "Quiero dejar atrás la estupIdez y la crueldad, pero en compensaClon de­
tria se prolongarán en el otro mundo hacia el que se dirigen los viajeros¡ _c;,+~ .~~ bo retener la memoria de este otro país para no llegar vacío a donde viviré re­
repitiendo el itinerario inverso de sus abuelos inmigrantes. Alegórica, la novela <.; ".:;¡; }::~· cordándolo".21 El relato define el exilio como situación despojada de pasado,
trabaja con un tópico literario clásico, el de la nave que co~duce. y entrecruZá ,~:?:<: 1:- porque recuerdos son únicamente los que vienen de la patria y, lejos de ella, per­
destinos diferentes, representados en una trama donde persIsten Ideales de c,!-, :>;\:~ ~~~ sistirán bajo la amenaza permanente del olvido. Escrito en el exilio, este relato
munidad cultural y temas populares y tradicionales. ",,, .}.,\ ~~. lhabla de la fragilidad de los materiales con los que se articula una identidad y, al
La novela de Martini, en cambio, marca el camino de la soledad y el extraña!- , .~ '.; :~'1 ~::- mismo tiempo, de la persistencia con que la literatura vuelve sobre ellos, recapi­
miento lingüístico-cultural. Composiciún de lugar es, desde su mismo título, el pro. . ; : }~ ~J .tulando viejas obsesioqes temáticas para refuncionalizarlas en la narración del
yecto de producir un lugar para la escritura y la experiencia en un mundo que no :'~t!,;J ~~ . último recorrido por la patria. La literatura, oponiéndose al viento que borra los
contiene la lengua ni los recuerdos del pasado: un lugar del descentramiento;El' :, "!:' ;;:;: perfiles de la casa, como se lfe en el epígrafe de Guillaume que encabeza el tex­
exilio aparece como un estado casi abstracto, donde las inflexiones localizadas de -;.:.-'-~:'? tj to, pennite la supervivencia de una lengua que ya no se escucha y donde resue­
la lengua encuentran frases pronunciadas en otras lenguas o en un español qu~ ;::<7: ~ ~an tipos y temas culturales que se relacionan con ~a identidad a preservar.
no es el rioplatense. La novela tematiza el cruce cultural, se desregionaliza desde <~';(~ ~N .'. Indudablemente, la narrativa de esta década ha hablado también del poder y
el punto de vista lingüístico no para adoptar otra perspectiva regional del castelhi".: .C'.;':.' ~j:': ; de la violencia. La Argentina presenció, después de las elecciones de marzo de 1973,
no sino para proponer una lengua exiliada, argentina en sus giros sintácticos, pe- ~y) . t;,tin proceso de lucha por la sucesión en el interior del peronismo, que se convirtió
ro lengua de traducción respecto del léxico y del régimen verbal. De este mod()~4i . . ~i: rio en un episodio interno al partido gobernante sino que desbordó sobre las po­
la ficción presenta el punto máximo de la distancia en el nivel que más afectaal~ ;(;~~" ; fJ.' líticas de gobierno y se tradujo en una disputa aguda por posiciones en el aparato
literatura. Pero incluso en un texto habitado por la deslocalización.y el descen~: ,:~:El~ I ,~el estado. La lucha por la sucesión de Per~_n y la luc~a por el poder estuvi~ron
miento, hay destellos de reconocimiento, mo~entos en que el sentIdo del presej i Jj)l1j ~~ ,VInculadas de modo ~. que resolver la cu~stIon suceso~a fue, durar:te ~ pen~do
te exiliado traza un arco hacia sentidos preténtos: . :'-",>-~'~':t ~. extenso, un tema polítIco central. El sentIdo del conflicto no era solo mmediata­
mente coyuntural, sino que se vinculaba con la historia de la identidad política en
Yun ignorado sosiego se apo~eró de él al presentir que había algo vagamente
familiar en aquel sitio, que la luz, o los rumores, o la liturgia de un culto, o el
claroscuro de una arquitectura, o las ocas cautivas en el recinto, tocaban en la 20 Juan Carlos Martini, Composición de lugar, f>jJ. cit., p. 191.
memoria el oculto recuerdo de un lugar, de otro lugar y otra historia, un signo 21 Héctor Tizón, La casa y el viento, f>jJ. cit., p. 106.
342 BEATRIZ SARtO 343

los sectores populares y en diferentes proyectos que aspiraban a la representació~ va, una reconstrucción del pasado, la invención de una lengua a partir de la ges­
simbolizada en la herencia del viejo líder. Cuestión traumática si las hubo, se com- , ,tualidad y la resemantización del discurso del invasor. El desenlace, curiosamen­
plicó con el enfrentamiento militar entre fracciones del peronismo, coincidente " te optimista, cierra la alegoría como una fábula: lqs Aballay derrotan al invasor
con el auge de las operaciones guerrilleras de diferente signo ideológiéo. porque logran restituir su circuito comunicativo, devolver sentido a su propio
No habrá más penas ni olvido, de Osvaldo Soriano, y La vida entera, de Maní- " mundo y restablecer sus lazos tradicionales con la naturaleza.
ni, ponen en escena, con perspectivas narrativas y estéticas diferentes, episodios Martinitiunbién propone, en La vida entera, una versión de la lucha por el
de este proceso. Soriano representa metonímicamente la lucha por el poder, 10:. poder y la imposición de un orden a través de la disputa sucesoria. La novela se
'calizándola en Colonia Vela, un pueblo ficcional de la provincia de Buenos Ai~ , construye sobre una serie de desplazamientos de los lugares y lQs portadores del
res, donde un viejo peronista "histórico" y lajuventud del partido (aUxiliados poi , . poder. Enefecto= una guerra entre bandas de jefes dé pr~stibulos,se desen(;ade­
los marginales y los solitarios) enfrentan a otros peronistas "históricos", sindiCá~ , na
para 'resolver dónde y qUién tomará las decisiones cuando los actuales jefes
listas e interventores. Detrás de la alianza perdura la división de actores típica de desaparezcan por muerte o ineptitud. Las deliberaciones, rogatorios, oráculos y
la novelística de Soriano: los marginados y su mundo de solidaridades básicas, predicciones en- la villa cercana tienen que ver con este tema: a quién traspasar
fundadas en valores morales, reconstruido desde una perspectiva sentimental y,' el poder cuando muera el Rosario, agonizante jefe de los villeros. Es decir: ¿có­
ligeramente irónica. Del otro lado, el partido del orden, el bando de la violen- ' mo se resuelve una sucesión carismática?
cia injusta, representado paródicamente. En la novela, el poder implica no sólo la violencia fisica o la coerción ideoló­
La línea básica de esta novela y de la posterior Cuarteles de invierno describe , gico-moral, sino también una multiplicidad de intercambios reales y simbólicos:
el pacto de lealtad entre perdedores, caracteristico del policial. Por otra parte; el del dinero, el de los cuerpos como mercancías; el de los mensajes políticos ci­
la elección estética e ideológica por el margen y, a partir de ella, la relación me: , frados en mitos, puestos en escena por figuras arquetípicas de la cultura popular.
tonímica de lo narrado con el proceso político nacional, confinna una opciÓ~ La lucha por el poder en los prostibulos es un relato de la violencia degradada y
de la obra de Soriano: 10 narrable es el margen y, cuando el tema es la violencia ' eanalla (incluida la violencia sexual a partir de la cual Martini construye una eró­
política argentina, los episodios ponen la anécdota en un escenario lejano de la " tica sádica). La sucesión carismática en la villa, en cambio compone una alegoría
centralidad. Las lealtades morales, que en ambaS novelas terminan teniendo sig­ con temas y fantasías populares y fragmentos de discursos que evocan, casi al pie
nificado político, están referidas, al mismo tiempo, al tópico de la literatura yei ' de la letra, los últimos pronunciados por Perón antes de su muerte. Con estos
cine de aventuras, de la amistad masculina convertida en núcleo de valores fun: materiales discursivos y e?'Periencia1es heterogéneos Martini se interroga sobre el
cionalizados, en este caso, a la figuración del conflicto argentino. sentido de la historia qui
está contando ("¿qué historia es ésta?"), que implica in­
El vuelo del tigre, de Moyano, clasifica su materia narrativa también sobre dos terrogar el sentido del orden y de sus modos de imposición. Metaforizada como
grandes ejes, representando la represión política en un pueblo del noroeste co­ el caos donde el poder es objeto de disputa entre rufianes a los que se opone el
22 mundo de los Simples, una zona de la experiencia argentina aparece como proce­
mo el conflicto entre culturas bájo la forma de una alegoría de la resistencia. '
Una cultura tecnocrática, de aparatos y discursos abstractos, hace referencia a, ' '1 ', so demoniaco de degradación, por un lado, y como continuidad tradicional, cuya
los represores, ocupantes no sólo del espacio público sino también de la escena , clave está en el mundo popular, por el otro. Ambos espacios narrativos reafirman
familiar; otra cultura, la de la familia invadida, los Aballay (y el apellido de res<t. : la
idea de que lo sucedido en estos años, la historia de un desorden o de un orden
nancia indígena es significativo), tejedores y artesanos, relacionados armóniOi-- . opaco, exige representaciones figuradas para la construcción de algún sentido.
mente con la naturaleza, con los procesos de larga duración, con el trabajo cu.:,:" " La estrategia de la cifra y de los espacios simbólicos: los person.yes de Hay
yos ritmos son gobernables. Si el invasor construye un panóptico e impone w;ta : , cenizas
en el viento, de Carlos Dámaso Martinez, se mueven en espacios de muer­
versión reglamentarista de 10 cotidiano, destruyendo los espacios y sus funciones te, que no son, sin embargo, los espacios reales de la muerte argentina de estos
tradicionales, el invadido respondl;! con una afirmación de la memoria colecti~ , '
28
años. Se privilegia, más bien, un ámbito casi paródico: el patio de una funera­

22 Sobre esta novela, véase Maria Teresa Gramuglio, "Temas y variaciones,en la narrativa '¡"; 25 Una lectura de esta novela en Nora Catelli, "Reflexionar y nan-ar", en Punto de VISta,
de Daniel Moyano", en Punto de Vista, nO 15, ¡¡,gosto-octubre de 1982, ' ,.. ", '.:;.u¡g :n 17, abriljulio de 1983.
344 LEER EN PRESENTE
345

ria, el depósito de cajones y vdas. Allí se realizan asados, la gente se emborrach~•. cía sólo preocupada por narrar la percepción o la exasperada y a la vez tranqui­
discute trivialidades, hace el amor. La novela presenta una larga secuencia en el . lizante repetición de las acciones. El Gato guarda un caballo (como se guarda a
depósito de cadáveres de la morgue; sigue las vicisitudes de un entierro político. ._, .. " un perseguido); el topos de la peste aparece en los sueños y en los olores que se
registra los olores de podredumbre y el cadáver de un perro en la cañada que, respiran en la ciudad; los diarios no hablan sino para ocultar, hacen comparacio­
atraviesa la ciudad. Dos personajes claves de la novela son funebreros: "estoy en nes disparatadas, perSiguen lo real, aunque en verdad tratan de huir de ello.
el negocio de la muerte", dice uno de ellos. y ese negocio es designado median­ Como en la novela filosófica de Sade, todo puede llegar a organizarse en
te la expresión más irónica: la "pompa". ¡ una figura: las figuras del erotismo, de la muerte, del Mal que culmina en La fi­
La muerte es representada además a través de 'una de sus formas naciona~. ; ;·.: . losofía en el tocador, y las concretas figuras de la muerte que se dibujan en la cos­
les del siglo XIX: el degüello que, en el delirio agónico de uno de sus personajes, ta del río, bajo la cifra de los asesinatos de caballos. Refinadísiina, la novela de
se convierte en teoría,. de la violencia presente, de la que se habla siempre eh cla- Saer puede leerse en dos superficies entrecruzadas: un texto sobre la percepción
ve y. con cierta lejanía: personajes cuyo destino se desconoce. manifestantes ba~I .• ' de lo real, sobre cómo se refracta un rayo de luz en el agua, o las reverberacio­
leados en manifestaciones vistas a través de una dj.stancia borrosa, perspectivas nes del sol sobre la playa y los movimientos de los bañistas; y también un relato
lejanas y puntos de vista ciegos desde los cuales es difícil fijarle un sentido a' ~~ de enigma, sobre la sinrazón y la locura de la muerte. El miedo, del que jamás
acción, fragmentos que el lector debe reordenar para ubicarlos en una historia.. se habla, está allí" como el bayo amarillo que el Gato guarda en el fondo de su
También puede leerse Nadie nada nunca de Juan José Saer como una cifra ... . casa, galvanizando la narración y, a la vez, ausente, ensimismado, silencioso, sal­
sobre la violencia. La novela cuenta, en la superficie, una historia aparentemen:; vaje y púdico.
te absurda: en un pueblo sobre la costa del Paraná, de manera enigmática, al-: ¿Qué vincula a todos estos textos, diferentes por sus estrategias literarias y
guien se desplaza, de noche, asesinando caballos. Historia policial de aldea que, por sus posiciones ideológicas, escritos en la Argentina y en el exilio? Por un la­
sin embargo, figura otra historia más ~ta. Desde su título, la no~ela presenta' do, un grado de resistencia a pensar que la experiencia del último período pue­
un doble juego, de un lado y del otro del significado: nadie nada nunca, ~e, da confiarse a la representación realista. Son textos que mantienen con ella una
verbal; nadie nada nunca, frase nominal. Lo narrado está presente en la dupli~ relación a veces distante, casi siempre oblicua y figurada en diferentes grados,
cidad del título: se trata, por un lado, de un te:xto deslumbrante donde la pe~-, desde la más directa relación metonímica hasta formas más complicadas de la
cepción constituye uno de los problemas estéticos fundamentales; por el otro" .'
alegoría y la metaforización.
de un relato ambiguo, donde se cruzan el placer y la muerte. ,": Por el otro, su lec~ y, en muchos casos, su repercusión social, remite a

Un hombre, el Gato, vive solo (quizás escondido) junto al río; su vecino l~. operaciones complicadaJi de construcción de sentidos, a una resistencia a las ope­
confia un caballo, imaginando que guardado en esa casa estará más seguro; ~ . raciones maniqueas (inclusq cuando la microsociedad del texto aparece clara­
te hombre recibe también a su amante, portadora de un libro que le envía tui.. mente dividida, las estrategias narrativas apuntan a proporcionar visiones articu­
hermano suyo que está en Francia. El libro es La filosofía en el tocador del Marqué~; ladas del otro), y a las explicaciones sumarias o que ofrezcan rápidamente una
de Sade; su amante también le trae noticias de una ciudad invadida por el calor, tranquilizadora totalización. Podría decir~e que estot relatos, o los mejores de
y, quizás, por la peste. Durante un largo fin de semana, la superficie . aparen~
mente tersa de la vida cotidiana, comidas, largos tragos de vino, siestas sofocan:,:
. .
. ellos, en momentos donde muchas otras formas del discurso callaban, hablaron
~e aquello que la voz del poder ocultaba o naturalizaba; despojaron de conteni­
tes, se ve puntuada por las señales de la violencia: llegan más noticias de caballoS~':\·
. ,:r ~ ..
do moral a su discurso sobre la muerte y exhibieron las fisuras por donde pue­
asesinados; se oyen motores de autos que se estacionan en la costa de noche; él' ./ . de verse, para decirlo con palabras de Adorno, "aquello que la ideología ocul­
comisario local, cuyo nombre es precisamente Caballo y su especialidad "hace.r.. ; :f,. tan, es decir, también, lo que es posible padecer, pero dificil convertir en discurso.
cantar", es asesinado; el Gato sueña que su hermano que vive en Francia (es de-,7:,
cir: del lado del exilio) envía lma carta donde expresa su preocupación por ~,: "
muerte de los caballos. Este sueño es una cifra y la carta misma, una cifra dentro ::"
~o~. ~
Se ha perturbado, por la muerte absurda, el fluirliso de la vida: de repente,
a~vesando el espejo de la escritura, el horror salta sobre una historia que
346 BEATRIZ EN PRESENTE 347

, Al mismo tiempo que las fuerzas armadas ocupaban el Estado, la trama de


Apéndice.
vínculos entre diferentes sectores sociales se disolvía o era obturada por la repre­
El discurso autoritario y la dictadura argentina
,sión . Intelectuales y sectores populares permanecen durante este período casi
,completamente incomunicados (si se exceptúa el caso, relativamente excepcio­
:-:.·5v

nal en la primera etapa, de activistas de derechos humanos) y esta clausura en


,tt-• .
la cil:culación de los discursos y en la producción' de contactos entre diferentes
lugares de la sociedad es uno de los rasgos más estables de 10 que Guillermo
La función de la literatura en un proceso, de construcción
,­ , O'Donnell ha descrito como la "cultura del miedo": un conjunto de experiencias
:.'.:
difici1es de caracterizar discursivamente desde la perspectiva dé sus actores, que
de sentidos
organizaron la vida cotidiana, familiar, laboral, vecinal, el clima de las institucio-
La experiencia argentina de los últimos diez años puede ser interrogada de~ , ' nes formales e informales de educación, el ocio, la relación con la Iglesia y con
l
de la línea de los "grandes acontecimientos" (el golpe de mano que lleva a los mi- - . S otras instituciones tradicionales. Como 10 ha demostrado Carlos Altamirano, en
litares al poder cuando ya tomaban las decisiones tácticas de la represión; los cam" ~ ') 'este marco no todo 10 que se escuchaba era el silencio: formas de la disidencia
bios producidos desde entonces en la economía y la sociedad; la guerra de las ." , ' ";; intelectual prueban desde los primeros años del proceso militar que la homoge­
Malvinas y el comienzo de la flexión que conduce a la retirada de las fuerzas arma~ , ' " ,' neización reglamentarista y terrorista presentaba resquicios donde se alojaron
das del gobierno, etc.) protagonizados por los vencedores del 76, o desde el ho~ ' ' :;, otros discursos y otras prácticas, cuya visibilidad, hasta 1981 por 10 menos, fue,
zonte de sus derrotados (los cambios en las organizaciones políticas, las nuevas for~ "'[ sin embargo, muy débil. 2 La literatura precisamente es uno de esos discursos.
mas de intervención pública -APDH, SERPA], Madres de Plaza de Mayo-; , ~,' Parece indudable, y los cambios ideológico-políticos discernibles en la ac­
deslizamientos menos perceptibles en un comienzo y, también, menos seguros de 1, ': tualidad 10 reafirman, que se alteraron profundamente los ritmos, las modalida­
sus lugares y sus discursos¡ precisamente porque aparecían como algo nuevo enb ' {, des y las relaciones de la esfera privada y la pública (de hecho puede hablarse de
sociedad). Tanto la violencia de la represión estatal y paraestatal como la milita-, " una virtual desaparición de la esfera pública en los años del Proceso, por 10 me­
rización de la política que la precedió eran nuevas en la sociedad argentina dél , " ~ , nos hasta su trabajosa reconstrucción a partir de 1982). Obturadas las VÍas de re-
siglo xx y, en consecuencia, no formaban parte de una memoria colectiva. S~ , . ", ";, lación entre los diferentes actores sociales, se clausuraron también los canales
duda, la violencia había sido un tópico de las fuerzas de izquierda en el períod~ ,",' , ,, 'de transmisión de exp~riencias comunes y se bloquearon las redes de la memo-
inmediatamente anterior, pero, si se excluye episodios breves y aislados, no ha" ,'" na colectiva. La experic¡ncia de la vida cotidiana se alteró profundamente y las
bía sido practicada con la persistencia y la convicción metodológica que caracteri- ' ' , '~ 'fantasías de persecución, m~erte y pérdida marcaron el tono general del perío­
zó al período que se abre con el asesinato de Aramburu. También es evidente que , " : do. El olvido o, más bien, el silencio que tenía la forma de la represión interna-
las fuerzas armadas habían ejercido la intervención en el poder político, desde lcJ ' ~::: lizada, fueron las primeras respuestas defensivas fren~e al nuevo país que se im­
planteos, presiones, reclamos hasta el golpe de estado y la reclusión de presiden: ,~ " ponía con el poder militar. Tomando la definició~ ya clásica ' de Adorno y
tes. Pero es ésta la primera vez en el siglo xx, si se exceptúa la represión a los huel- ' Horkheimer, podría decirse que la Argentina padeció la reificaciói1. que supone
guistas de la Patagonia, que eligen llevar a cabo la liquidación fisica del enemigo, " ;~ r e~ olvido. 3 En consecuencia, la reconstrucción de 10 vivido se prese~1.tó cómo mo­
según modalidades abiertas y clandestinas, elaborando al mismo tiempo un discurc.....;S: L
so quejustificara esta intervención, novedos.a por su sistematicidad.
Si bien la vida política argentina presentaba indicios que podían anticipar , 1 Al respecto, véanse las ponencias y conclusiones del seminario sobre la Cultura del Mie­

los sucesos de esta última década, su ip.tensidad y el poder de penetración en el 'do, realizado en Buenos Aires, en marzo de 1985.
2 Carlos Altamirano, "Cultura de izquierda, disidencia intelectual y proceso autoritario:
tejido social, el cambio inducido en las costumbres políticas, en el estilo de difec '
, la experiencia argentina~, BuenosAires, CEDES, mimeo. También: Beatriz Sarlo, "Sobre la si­
rentes actores, y la constitución de nuevos puntos de referencia y agregación (C0-_ tuación de la cultura argentina entre 1976 y 1980", ponencia presentada en lasJornadas sobre
mo es el caso de las organizaciones de derechos humanos y la subculturajuvec Cono Sur, organizadas por el IRLA de la Pontificia Universidad de San Pablo, Brasil.
nil) pueden ser juzgados como datos nuevos, cuyas consecuencias sobre el , 3 Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialectic ofEnlightenment, Nueva York, Mac Mi­

presente y el futuro más inmediato aún es necesario evaluar. llan, 1972, p. 230 [Dialéctica del fluminismo, Buenos Aires, Sudamericana, i 976].
348. 349

dalidad básica de un proceso de comprensión que hiciera posible reconstruir el' , .,,:::""~ :~~ pio del impulso crítico de la modernidad y, en el caso del primero, de la vanguar­
pasado y su experiencia. , . ' ' ?~~'~~'. ciia. Así, una zona importante de la literatura argentina (escrita y publicada en el
En este punto, es indudable que fueron las organizaciones de derechos hU; ir ,~/~ 'r.~ .país o en el exilio) puede ser leída como crítica del presente, incluso en los casos
manos las que, desde los rasgos novedosos de su práctica, contestaron a esta p~ ~;~:r;,J?€' en que su referente primero sea eJ..pasado. Enfrentada con una realidad dificil de
lítica de olvido con una reivindicación de la memoria. Sin embargo, no todala ·':.,;>f r~' , captar, porque muchos de sus sentidos pennanecían ocultos, la literatura buscó
sociedad podía escuchar su discurso, especialmente en momentos en gue esa~~7/,1~ tf:
las modalidades más oblicuas (y no sólo a causa de la censura) para colocarse en
cucha era fisicamente más peligrosa que el olvido. Por otra parte, la reconstruc-:.. .' .~·f ;r1. JlIül relación significativa respecto del presente y comenzar a construir un senti­
ción de sentidos para la experiencia no sólo posterior al golpe de estado sino d;.;':.,;'; ~;.: do de la masa caótica de experiencias escindidas de sus explicaciones colectivas.
todo el periodo de política violenta que lo antecede, era un trabajo de búsqu~' :.. ~. ~;r .
Si se quiere, esta clave interpretativa fue una de las modalidades de la lectu­
da de explicaciones que no podía, por la naturaleza y el contenido de su tar~ ;.~~
o':' 1'11:: .':"' "
p. '
t.
ra en los años del Proceso y los inmediatamente posteriores. La literatura se co­
colocarse en el centro del programa de las organizaciones de derechos huma;~ ;'" ' .iJ,:'0· loeó en relación con el "enigma argentino" e intentó poner en discurso aquellas
nos ni, mucho menos, de los bloqueados actores políticos. La experiencia el1i ",: '::~¡¡:'. zonas que todavía no habían sido procesadas discursivamente en otras instancias.
demasiado compleja y además, para quien quisiera verlo, demasiado eontrarlic~ : . ::;;1: ~i. Dio voz a algunos de los silencios que bloqueaban la comunicación social en una
toria, en la medida en que no suponía sólo un limpio y directo corte entre r;; ';:.. :r:r .
c~munidad profundamente afectada por barreras también discursivas: las de la
ponsables y víctimas (evidente si se pensaba sólo en la dimensión militar de ~L::~ ., '~1{.·: · voz totalizante del autoritarismo y, más específicamente, las de la censura y el sis­
represión) sino que exigía adivinar fisuras más profundas y anteriores en la s~ . :~i {.
tema internalizado de policía de las significaciones. Hohendhal comenta un tra­
ciedad argentina, volver visibles zonas más fluidas o relegadas, lo cual impli~ ~;"'<i: ~ .' bajo de Habennas, aún no publicado, en términos que parecen aproximarse a
rearmar el m~d~ vivido y.cone~tarl~, por un lado, con el pasado, y por el otro~ ':<::'i1~; l~situac~ón <J.ue se describe: "Experi~ncias difusas, que cris~ en cirCUJlstan­
con la esfera publica y la dimenslón mtelectual y moral. . ¡C. ... '.:. .~: aas de Vida transfonnadas por camblos en la estructura SOClal, encuentran su ex- .
Raymond Williams ha denominado estas constelaciones imprecisas de sen{ ., :i%; ~.~ '. presión iluminadora, visible y sugerente en la productividad cultural... Nuestras
tidos y Pnlcticas, caracterizadas por la indefinición de sus términos y la din~~.,\::/t ~1~ refIexiones y diSCUfSoS práctico-morales se ven afectados por esta productividad,
ca, propia del tiempo presente y de sus rasgos, "estructuras de sentimiento", d{ y-U: ~l precisamente porque sólo a la luz de tales innovaciones podemos decir qué de­
las que el arte puede proponer representaciones figuradas incluso en monie.i,li.~~ ·,.::i ~t. seamos realmente y, sobre todo, qué no podemos desear. Sólo en esta luz encon­
tos en que no se han hecho cargo de ellas el discurso más sistemático de la d~t;,, -:tWtr~; ~os una expresión precisa de nuestros intereses".5
cripción y explicación objetivas o no han cristalizado las fórmulas de la ideo!%~:k ( .. Extraer sentidos dé la experiencia y definir un horizonte donde la elección
gía.4 El discurso artístico tendria la posibilidad de captarlas en su momento ~~;'; " :~~ t,'- de valores sea una posilfilidad abietta: esto es, elaborar un orden simbólico en '
formación y trab3Jar sobre ellas cuando aún no han adquirido la fijeza de n()~iij;::;';¡ ~ relación con el orden del poder y con el orden de los deseos colectivos (y su dis­
nes compartidas conscientemente o de valores reconocidos e incorporados.JIf~\~ ....,
~
, :;'{.:,
...'
,", "
curso reprimido a lo largo de los años del proceso militar). Considerada desde
'~

fijadas aún por completo en el espacio del intercambio simbólico, las ~estruet~f,)':ti: ~g:: esta perspectiva, la literatura diseña su lugar en un pFoceso de simbolización y
.
rcl.S de sentimiento" configuran la zona más tenue de la experiencia social. ~t~'~ ·".~ ~; construye la particular relación de autonomía-heteronomíaque es uno de los
es especialmente significativo si se piensa en situaciones como la argentin~~ ~,()If:f}:¡~ t~· ras~os centrales de la práctica artística, de su significación social y su potencial
de todos los obstáculos impedían la construcción de significados compartldosY::~;; 2~~ -~:. demvención y modelización. Especialmente ~n un periodo donde se había Su­
en consecuencia, bloqueaban una explicación del conflicto que fuera autónom~:~:'{ W:;'primido "la heterogeneidad en nombre de la identidad", la literatura parecía en
de la razón de e~tado militar. . . >~~~~ I\éon~~ciones de prop~~er ~na "resta.~ción de ~a diferencia y de la no identi-
Estas refleXIones conducen a pensar acerca del conterudo de verdad, p3f¡-¡ji<; ~: ~d . ~n esta colocaclOn, sm duda dificil en los tiempos sombrios de la dictadu­
decirlo con la expresión de Adorno, o del carácter cognitivo de la obra de ~:1;~l~J 1:
ra, la literatura puede leerse como discurso critico aunque adopte (o precisa-
Tanto paraAdo~o como, desde otra perspectiva, para Williams, este rasgo es ,-- -­

5 Peter U. Hohendahl, "TIte Dialectic.ofEnlightenment R.evisited: Habermas' Critique of


• Raymond Williams, Mar.rism and LiteratuTll, Londres, Oxford University Press, Frankfurt School", en New Gennan Critique, nO 35, 1985, pp. 22 y ss.
(Marxismo 'J literatura, Madrid, Península, 1982] . 6 MartinJay, Adorno, Cambridg~Massachusetts, Harvard University Press, 1984, p. 68.
BEATRIZ SARLa LEER EN PRESENTE 351
350

mente porque adopta) la forma de la elipsis, la alusión y la figuración como es-­ bre el caso chileno, anota: "La sociedad disciplinaria intenta reorganizar los com­
trategias para el ejercicio de una perspectiva sobre la diferencia. portamientos humanos según imperativos de coacción, que nada tienen que ver
Allí residiría su posibilidad de conocimiento, de reparación de zonas pro:' con pretensiones de validez normativa" y, en consecuencia:
fundas de la simbolización y de construcción de puentes sobre los espacios que
La acción regida por sentidos (meaning,s) públicamente comunicados que ha­
habían sido ocupados por el olvido, esa forma del olvido originada en el miedo
cen posible una socialización de las prácticas privadas y su interpretación den­
y, también, en la cualidad propiamente siniestra de lo sucedido en la Argentina.
tro de marcos reflexivos capaces de ser corroborados discursivamente, es susti­
Enfrentada con los límites (el sufrimiento exasperado, la muerte), la literatura tuida en la sociedad disciplinaria por una acción orientada por un sistema
despliega un discurso significativo para la sociedad, porque,justamente, no hay . mudo de refuerzos positivos y negativos que expresan sin mediación las rela­
muchos otros discursos que puedan trabajar como el arte, en un mundo laico y . ciones de fuerza constituidas en la sociedad. El espacio público administra (o
abandonado por los dioses, sobre los límites extremos. La literatura intentó, más procura administrar) los sentidos que sean necesarios para mantener el ade­
que proporcionar respuestas articuladas y completas, rodear ese núcleo resisten~ cuado funcionamiento de esa operación disciplinaria. 8
te y terrible que podía denominarse lo real.

La función de las obras escritas y publicadas en estos años fue, desde esta:
Basado en una relación de poder obviamente prediscursiva, el régimen au­
perspectiva y considerando en el centro algunos textos claves, hablar cuando la
toritario impone modelos discursivos con presupuestos cuya verdad se presenta'
circulación pública de discursos parecía obturada. De este modo, la literatura, y
como autoevidente e indiscutible. 9 Silvia Sigal e Isabel Santi analizaron los dis­
la lectura que de ella se hacía, se colocó en una línea, dificil de precisar, de cam­
cursos de los militares chilenos y argentinos en relación con el objetivo de fun­
bios en el universo de los valores y de reconstrucción de la subjetividad. Al pro­
dar una legitimidad diferente de la del orden democrático. En esa operación
ducir un efecto de reconocimiento, pero no necesariamente de mímesis, la lit~
, identifican los rasgos de este proceso de autolegitimación, sostenido, en primer
ratura proporcionaba un modelo de reflexión a la vez estética e ideológica que lugar, por la "identificación entre Fuerzas Armadas y Patria: ... las Fuerzas Arma­
explica en parte el éxito en algunos casos, o la resonancia pública en otros, de das tienen la obligación moral de asumir el poder en nombre de los intereses de
varios de los textos editados en este período, y la atención colectiva prestada al la Nación".lO Esta identificación funciona como precondición y presupuesto de
discurso y las intervenciones de los escritores, cuando éstas representaban una toda comunicación con la sociedad, concebida como proceso gui,,;do en una so­
de las escasas modalidades de reflexión sobre la Argentina. Esta atención no era la dirección: desde el poder hacia los "habitantes", el "pueblo", raramente inter­
sólo consecuencia de la despolitización y la escasez de sentidos, sino también wl' pelado como "ciudadanos". En efecto, esta última interpelación supone, en su
reconocimiento de la existencia de discursos significativos colectivamente y no , base, una diferenciaciórl de perspectivas que es necesario anular para que sUIja
impuestos por la coerciÓn. la entidad transubjetiva, pero no construida por los sujetos, que es la Nación, es­
pacio de intereses más válidos y elevados que los de los gIUpos que la constitu­
yen.En este punto, .el orden de la Nación se propone. como uno de los val'ores
Discurso autoritario / Discurso literario supremos y defineun: canipo de enemigos que quedan excluidos de ella. Las
fuerzas armadas, razonan Siga! y Santi, por su natUraleza y por su historia, por la
"La situación comunicativa ideal es, como lo he dicho antes, una descrip­ fuer;za de sus mitos colectivos, han nacido en unidad C011 la patria "ya que las
ción de las condiciones dentro de las cuales los reclamos acerca de la verdad y la ­
corrección pueden ser discursivamente dirimidos".7Las condiciones impuestas,
8 JoséJoaquín Brunner, La cultura autoritaria en Chile, Santiago de Chile, F1.ACSO. 1981,
por gobiernos autoritarios son precisamente opuestas a las así definidas por Ha­
. pp. 163 Y166.
bermas: su régimen discursivo presupone un fundamento de verdad indiscuti~ 9 Véanse al respectoJosé J. Brunner, LaCUÚura autoritaria en Chile, op. cit.; Giselle Muniza­
ble e inapelable, basado en relaciones prediscursivas. Brunner, reflexionando ser ga, El discuno frúblico de Pinochet, Buenos Aires, ClACSO, 1982; Silvia Sigal e Isabel San ti, "Del
discurso en régimen autoritario; un estudio comparativo", París, 1985, mimeo. cuyos desarro­
llos me han sido particularmente sugestivos en este punto.
10 Silvia Sigal e Isabel Santi, "Del discurso en régimen autoritario; un estudio comparati­
7 JÜTgen Habermas, "A Pbilosophic-Political Profile", en New Left Review, n° 151,1985,'
vo", op. cit., p. 8.
p. 94. Traducción castellana en Punto de VISta, nO 27, agosto de 1986,
352 353

guerras de la in~:pendenc_~ estuvi~ro~ en el origen de la constitución de tOd~~\~iF~ ~~. tequeda_ fuera, de ~~tión. y es transubjetivo, porque ni los ~pos ni los indivi­
los Estados-NaClon en Amenca Latma .n " \ :'1:..\i({;:~ : duos estan en condiCIones de pensarse respecto de los valores unpuestos. Por el
Inversamente, el campo de enemigos se presenta como lo absolutamente/stt.: .Ji.contrario, son pensados por ellos, constituidos a partir de ellos y cualquier distan­
extranjero a las tradiciones, la historia y los valores de la patria. Además~ se tra.;?ff>f· t oa supone, automáticamente, la exclusión de ese universo y, en consecuencia, la
ta de individuos atacados por una patología. Locos, para quienes la ideolOgía/ ~\-:::$' , ( conversión en Otro, ante quien se abre la amenaza. de supresión o aislamiento.
es sólo la forma externa de sus objetivos y motivaciones: "La subversión es un', ' ~~';df .J¡;. .. " El discurso autoritario tiene una función claramente performativa, porque
fenómeno psicótico que, enmascarado en una ideología; se crea en el campo >"~)~ tL
djuicio de exclusión es al mismo tiempo aseverativo y de consecuencias prácti­
,>:
político", 12 afirmaba uno de los jefes militares argentinos. Fanáticos del caos y . i~~ ~, cas, en la medida en que han desaparecido las mediaciones institucionales fren­
productores de la amenaza formidable de la disolución, los enemigos de la S~· ·'~ 1
~( te a las que los sujetos pueden apelar las exclusiones y la aplicadón de las leyes.
guridad nacional pagan con la muerte o con la exclusión de la comunidad. Am~ ,' l f.' ~J: , Se liquida, de este modo, el ejercicio de la discusión pública de la legitimidad de
bas prácticas aparecep legitimadas, en el discurso autoritario, por el presupues.. ' · .,{ ~{ la iey, de la constitucionalidad de los actos de gobierno, de la posibilidad de cam­
to de que el universo de valores positivos encarnados en la patria y representados f' , ~ bio en las disposiciones que rigen a una comunidad, porque la ley del régimen,
por sus fuerzas armadas es autoevidente y vuelve innecesaria cualquier actividad ~ ' . !; ~~yrecisamente, está fundada en valores, presupuestos y certezas colocadas fuera
de demostración: "La ideología de la seguridad nacional ha ido forjando u .na ::.,§, f~ ' de la esfera pública e intangibles al debate. Naturalmente, la ambigüedad de sen­
concepción del mundo que identifica un 'nosotros', no frente a cualesquief'l : ," ('\." tidos queda también clausurada por el Sentido depositado en ese fundamento
otros, sino frente a un campo enemigo, cuyos miembros deben ser tratadosc()¡- ;:~c . intangible, cuya administración y revelación reside en el régimen. .
mo tales, perseguidos como tales y respecto de quienes no cabe esperar más que A la sociedad se le propone, entonces, una visión de sí misma que es a la vez
destrucción y desquiciamiento de la sociedad" .13 ', : transparente y opaca. La transparencia se origina en la nitidez con la que se ex-
Esta convicción, instalada en el centro del discurso autoritario, encon~~~ .~ . '/:'. ponen los valores y las regulaciones a las que una sociedad se somete para con­
refuerzos sociales en una situación de inestabilidad política aguda, donde, p~ .' ,; '~f!~:- servarlos. Sin embargo, esta transparencia es una falsa transparencia, porque en
decirlo con Pietro Ingrao, todas las formas de la política habían sido absorbi~~}. :i, ~: espacios no pasibles de debate público se toman las elecciones básicas, se instau­
por la guerra, tanto a causa de la operación de los grupos aimados guerriller9~: ' · : ) { .ran las tradiciones fundan tes, se practican los cortes histórico-políticos que son
como de las unidades militares, estatales y paraestatales de la represión. . ,', ' ~ : :f 0f el argumento de la narrativa autoritaria impuesta y se definen las exclusiones e
• •• , '-' 'j,.o ~ , •

Sostenido por evidencias transracionales (evidencias JIÚtico-políticas que~: ; .~; ~,~: 'inclusiones dentro del sjsteína pronominal que organiza a los actores.14 Se trata
cionan como verdades básicas colocadas más allá de la discusión), el discurso aJ,' ~ ~; rr
de una transparencia ab,$tracta e ilusoria frente a una opacidad real de las rela­
toritario fija los límites de la comunidad nacional y organiza el sistema de los ex:-
'.'..
. ':f ~.;;
, j\;
dones tal como son efectivan¡ente vividas, en un marco donde la producción de
cluidos. Tanto los límites como las exclusiones suponen operaciones realiza~ "',,;:t, sentidos es monopolizada por el discurso de estado y su reproducción en espe­
fuera de la esfera pública, en los espacios secretos (que Brunner llama "privados") - :: i;: jo en los grandes medios de comunicación de masas.15 .Se trata, también, de una
del poder. y, en ~onsecuencia, se obtura la doble posibilidad de discutir los valo'-" f~· transparencia monológica, puesto que el discurso y 1;5' objetivos de la sociedad
res sobre los que una comunidad puede definirse y el sistema pronominal ("noso.- , . ', 'O:; n'o
están representados en el discurso del régimen. Las fuerzas armadas llegan
tros" y "ellos" como entidades que no necesariamente deben excluirse) que articU:;' '
la la circulación social e, incluso, el cuestionamiento de esos mismos valores. ED " ......
ese aspecto, el discurso autoritario es transhistórico y transubjetivo, en la medidr?·'~\ ~~ 14 Sobre los rasgos de la narrativa autoritaria y sus procedimientos ficcionales, véase Re­

en ue sólo habla de la historia cuando debe ~eferirse a un pasado fundacional ' .· ",~l ~~" néJara, :Retórica y rep~esentación: el ~scurso ~utoritario", en Eutopías 1, n° 1-2, 19~5; y"Ar­
q _. .. -", . , ' ,~ ti, queologta de un paradigma de negacIón: el discurso del Jefe de Estado", en Neil Larsen
que debe ser restaurado, porque en el se fOI]aronlosvalores cuy-d.V1genaapresen, ' . _. .'. ",,'~:it, e . r, TheD'ISClIUT.Se oifRuwer. c·.....
(dito) · ,~· u
uTe, negemony an
dtheA··..·-"·-: St te' Latin A menea,
,...,un·...."an a Jn
. Min­
neapolis, Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1983. También, en el mismo vo­
lumen, Hernán Vidal, "La declaración de principios de laJunta Militar chilena como sistema
'<na., p. 9.
II nu .: 1;
literario: la lucha antifascista y el cuerpo humano".
12 Discurso qel Vicealmirante Lambruschini, pronunciado el6 de diciembre de 1976. a:. , 15 Sobre esta relación especUlar de los grandes medios de comunicación, véase Martín
tado por Silvia Siga! e Isabel Santi, ibid., p. 15. , Eisen (seudóIÚmo de Beatriz Sarlo), "Misere de la culture argentine", en Les Temps Modemes,
l~ José]. Brunner, La cultura autoritaria en Chile, t1J. cit., p . 54. . número dedicado a la Argentina, editado por César Fernández Moreno y David Viñas en 1982.
354 BEATRIZ SARto · -, LEER EN PRESENTE 355

para dotar de sentidos y valores a la sociedad que, desde su perspectiva, los ha . diferencias con el poder incrustados en menseyes que duplican, al mismo tiem­
perdido y no puede producirlos autónomamente, ni tiene la capacidad para po, los del poder. Un ejemplo frecuente hacia 1980: para afirmar que sena de­
constituirse como sujeto, porque carece de los fundamentos mítico-políticos que seable que en la Argentina se volviera eventualmente a la democracia, se escri­
sostienen al régimen. bía: "Hoy no existen las condiciones mínimas para el retorno a la democracia,
Asistimos a una situación de verdad única y sentido único, en la que no hay pero es posible pensar... ". Hubo temas sobre los que se impuso la posibilidad de
interpretaciones sino Interpretación, a fin de que la plu~dad e incluso la am­ disentir, y los más atrevidos reclamaron por la censura cinematográfica, por la
bigüedad de los sentidos sociales se pliegue a la verdad presente en el discurso crisis de la industria editorial, por la trivialidad de la televisión, por medidas que
de origen. Esto es posible mediante operaciones militares y políticas de liquida­ liberaran de la obsesión de la autocensura.
ción de la esfera pública, a menudo traducidas, en el discurso autoritario, por la Sin embargo, las alternati.vas al discurso autoritario n'o pasaron sino (!xcep­
reivindicación del privatismo y de la familia como espacio privilegiado de rela­ cionalmente por las publicaciones de alta tirada. Como lo ha descrito Carlos Al­
tamirano, sus protagonistas son más bien núcleos intelectuales o juveniles mar­
ción entre los sujetos, que sólo pueden ser nombrados interlocutores desde el
ginales y, en los primeros años del régimen, fundamentalmente dispersc;s, puesto
régimen:
que su movilidad, semiprivacidad y dispersión eran condiciones de superviven­
El privatismo civil es incrementado todavía más por la consagración de una
cia. IB Zonas del campo intelectual pueden considerarse, en este marco, loS pri­
ideología que restringe las oportunidades de participación discursiva a aque­ meros espacios de producción de discursos alternativos,jun~o, obviamente, a las
llos que son "validados" como interlocutores dentro de un modelo tecnocráti­ ,. "J
organizaciones de derechos humanos y su práctica.
co del saber. El privatismo familiar, complementario del anterior, es promovi­
do por medio de la orientación de los gIUpos familiares hacia el consumo, que
funciona como mecanismo de integración vía la participación estratificada en o"~ . "
el mercado. 16

.o•, ':'
y también a través de una estrategia discursiva de comparaciones a la que·
son dóciles los grandes medios y la publicidad estatal y privada: el país es coin~
'.,
una casa, el gobierno, unjefe de familia, los ciudadanos, una minoridad necesi- .
tada de tutelaje. La comparación organicista país/familia refuerza, por la falsa ·.
evidencia de su simplicidad, la opacidad en la que transcurre la toma de decisi~ .
nes. La banalización acompaña a la privatización y se crean figuras degradadas ~ "
y trivializan tes que dan una razón a la toma de decisiones por parte del régimen
autoritario: "Fuenteovejuna o el Inconsciente colectivo lideraron la lucha anti~ .:!" 1 ¡ ~.; .
guerrillera, protagonizaron el mundial de fútbol, encabezaron a las Fuerzas Af~ '
madas que se prepararon a morir frente a Chile".17
Si este discurso de estado encuentra su duplicación en los grandes medios, , _
sobre todo en los primeros años del régimen militar, también es posible leer deS. ' ~, - " :~;I:' ('
lizamientos, denegaciones que anuncian futuias fisuras: discursos periodísticos :·· :-:' i·:
donde un enunciado niega o atenúa los precedentes y donde el diálogo entr~' ··'~,.;i i::
enunciados es un juego para entendidos dispuestos a leer reclamos, opinione~.'. ;, - '~; k
,1./

16 José J. Bnumer, La cultura autoritaria en Chile, op. cit., p. 36. '_ .

17 ~do_lfo Pandolfi, en una nota periodística publicada en Vigencia, n° 35, mano de 1980!.,./:.:.' ~i
'9- ;~," .18 Carlos Altamirano, "Cultura de izquierda, disidencia intelectual y proceso autoritario·,

Tomo lDl arnculo de Les Temps Modemes cerno guía para esta parte del ttabajo. ," .:- -:::::" i -.op. cll.

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