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BOSQUEJO DE SERMÓN

Texto Bíblico: Isaías 40.3-5

“Una voz que se apaga”

Auditorio: Iglesia (culto de medio día)


Propósito: Pastoral
Tema: La vocación misionera de la iglesia.

Proposición: (Poder/deber/valor) La Iglesia tiene la tarea irrenunciable de proclamar el


evangelio, sin embargo cada día que pasa esa tarea se ha dejado de hacer; Debemos regresar a
ésa mística que dio origen a lo que somos, la vocación de pregonar el mensaje de Dios. ¡Hoy más
que nunca se hace necesario que más voces clamén en nuestros desiertos y en el de tanta gente
que necesita escuchar el evangelio liberador!.

Introducción:

Análisis/Desarrollo.

Una voz que se apaga en el desierto.

Somos herederos de una tradición rica tanto histórica como evangélica.

Hemos perdido ésa mística de hablar de levantar la voz

Somos hijos de la palabra.

Ante el inminente peligro que es quedarnos con el estridente ruido de las corrientes pseudo
cristianas, oh ante lo ensordecedor de los actos radicales y violentos de la religión

Nuestro silencio se debe en mucho a la veracidad de nuestro mensaje, cada día se extingue
porque nosotros cada día vamos perdiendo la confianza en el mensaje mismo, por eso cada vez en
lugar de ser una voz sonora y solida, se vuelve apenas un susurro producto de nuestras propias
dudas, ya que muchas veces ése susurro es el propia donde tratamos de repetirnos a nosotros
mismos que esto que alguna vez escuchamos, es verdad.

- El sentimiento de desolación del pueblo por los resultados.


- Nos preguntamos por el sentido de la misión.
- El poco sentido práctico de la fe en el mundo cotidiano secular.
- Nuestro discurso se ha vuelto hueco y sin mensaje renovador y vitalizante.

Aplicación:

Como podemos retomar esta tarea:

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos. 10.17

- Tenemos que retomar el fervor por la tarea de compartir el evangelio. (Kerygma)


- Dejemos que el poder del Espiritu de Dios se manifieste en nuestras vidas. (Diaconia)
- Debemos vivir en fe. (Koinonia)

Conclusión.

Al igual que la sal cuando pierde su sabor, pierde con ello su función. La iglesia al perder su
vocación evangelizadora perderá su sentido de ser iglesia, y por ende su pertinencia como
instrumento de Dios para manifestar al mundo su salvación.

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