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INTEGRANTES:
Arroyo Cornejo, Antonio
Bazán Ullilen, Greysi
Cajusol Paredes, Katherine
Carré Elías, Melissa
Cruzado Hurtado, Erika
Lujan Meza, Leidy
Medina Purizaca, Gianella
Paredes García, Marco
Zapata Chunga, Marco
DOCENTE
Serrano García, Marco
CURSO
Psicofarmacología
TRUJILLO – PERÚ
2018
ANTIDEPRESIVOS
I. INTRODUCCIÓN
Se denominan antidepresivos a un conjunto de medicamentos usados para el
tratamiento de la depresión, los cuales generan ventajas las que incluyen disminución
de los síntomas somáticos y de la gravedad de la incapacidad; menor mortalidad por
la disminución de las tasas de suicidio y mejor cumplimiento de las indicaciones y
consejos médicos; menores costes sanitarios, debido a que se reducen los tiempos de
hospitalización y las exploraciones, y en definitiva, mejor calidad de vida de los
pacientes.
En cuanto a la depresión puede ser definida como un cuadro clínico caracterizado por
una serie de manifestaciones ideativas, de conducta y afectivas, con disminución de
la autoestima, presencia de angustia y tristeza como síntomas predominantes,
inhibición psicomotora y algunas manifestaciones somáticas típicas.
Esto continúa con su uso para el abordaje de los trastornos afectivos los que tiene su
origen en la década de los 50, la misma década en la que se desarrollan los primeros
agentes antipsicóticos y ansiolíticos, con la introducción de la Imipramina y la
Iproniazida. Estos agentes inauguraron una nueva era en el tratamiento de la
depresión, relegando a la electroconvulsivoterapia y otros tratamientos igual de
cruentos a unas indicaciones muy específicas, como el riesgo suicida elevado, las
depresiones delirantes o el estupor depresivo.
El año 1957 fue clave para el futuro de estos fármacos hidrazídicos como agentes
antidepresivos, ya que durante una Reunión de la American Psychiatric Association
(APA), se aportaron los primeros datos sobre los efectos de la iproniazida en la
depresión, gracias a George Crane, del Montefiore Hospital de Nueva York, quien
comunicó la mejoría del humor de varios pacientes tuberculosos con depresión
concomitante, resultados muy parecidos a los aportados también por Arthur L.
Scherbel, reumatólogo del Cleveland Clinic and Hospital, en pacientes deprimidos
afectos de Artritis Reumatoide.
Los cuadros depresivos más graves son los que debutan en la adolescencia o
inmediatamente después, están relacionados con determinados rasgos de la
personalidad que predisponen al desarrollo del cuadro clínico de depresión. Se
han descubierto que algunos locigenéticos ubicados en determinados cromosomas
se hallan vinculados con una predisposición a la depresión.
Dos modelos teóricos ex jubantibus (esto es, inferidos a partir del estudio de los
fármacos usados para la depresión) se han propuesto para explicar la enfermedad
depresiva a nivel bioquímico y hormonal. Ambos modelos no son excluyentes;
antes bien, pueden ser trazos importantes del cuadro que explique el complejo
conjunto de alteraciones bioquímicas y hormonales que subyacen en la depresión.
Estamos lejos de completar el cuadro (modelo conceptual) de la depresión. Los
dos modelos que se esbozan a continuación son:
a) Deficiencia de monoaminas cerebrales.
b) Alteración del sistema hormonal “hipotálamo → hipófisis → corteza
adrenal”.
Desde hace varias décadas se sabe que los medicamentos antidepresivos bloquean
la re-captación de noradrenalina por las neuronas pre-sinápticas. Los denominados
“antidepresivos de segunda generación” se han focalizado en la inhibición de la re-
captación pre-sináptica de otra monoamina cerebral, la serotonina. En ambos
casos, el resultado es una mayor biodisponibilidad de estos neurotransmisores en
el espacio sináptico, lo que se traduce en una facilitación de la transmisión nerviosa
al aumentar la interacción agonista con los receptores post-sinápticos (1er
mecanismo: inhibición de la re-captación pre-sináptica de las monoaminas desde
el espacio sináptico).
Por otra parte, el receptor α2-adrenérgico (con una mayor densidad en las
membranas de las neuronas pre-sinápticas), que modula la liberación de
noradrenalina por las terminales pre-sinápticas, también tiene una
sensibilidad alterada en pacientes con depresión.
Los adultos que han sufrido de modo crónico durante su infancia abuso físico,
psíquico o sexual tienen valores elevados de “Hormona Liberadora de
Corticotropina” en el fluido cerebroespinal. Un hallazgo similar se observa en
roedores: cuando las crías son separadas de sus madres se comportan de modo
inhibido en el test de “natación forzada”: dejan de nadar y se abandonan a su suerte.
[El “test de natación forzada” representa un test clásico en la experimentación
farmacológica de la depresión]. Los elevados niveles de “Hormona Liberadora de
Corticotropina” disminuyen hasta normalizarse (tanto en roedores como en
humanos) cuando se instaura tratamiento antidepresivo.
Por otra parte, concentraciones elevadas de monoaminas (noradrenalina,
serotonina, dopamina) en las sinapsis, afectan la actividad del eje “hipotálamo
hipófisis glándula adrenal”, revirtiendo los efectos a largo plazo de las elevadas
concentraciones plasmáticas de Cortisol. Los dos modelos propuestos para la
enfermedad depresiva no son excluyentes, como se ha escrito antes, sino que
interrelacionan entre ellos.
La influencia que una mayor concentración de monoaminas tiene sobre los efectos
del Cortisol (de modo más preciso, sobre el eje “hipotálamo hipófisis
glándula adrenal”) sirve para explicar el efecto beneficioso de los medicamentos
antidepresivos sobre una amplia variedad de situaciones psiquiátricas, tales como
el pánico, el estrés post-traumático, bulimia (no sobre anorexia), síndrome pre-
menstrual, y los cuadros obsesivo-compulsivos.
Cada vez es más evidente que la respuesta fisiológica a una situación de estrés
continuado, especialmente durante la infancia, conduce a un estado patológico
clasificable como enfermedad depresiva. Así pues, el estrés puede ser causa de la
depresión, pero también una consecuencia perversa de la enfermedad depresiva.
La depresión asociada a factores psicosociales adversos durante la infancia se
vincula tanto a aspectos genéticos como ambientales (la víctima y el responsable
del abuso comparten durante años un mismo ambiente social). No obstante,
muchos cuadros clínicos de depresión no se asocian con situaciones psicosociales
adversas. De hecho, muchos pacientes con depresión no tienen una mayor
actividad del sistema “hipotálamo hipófisis suprarrenal”; mientras otros no
muestran déficits de monoaminas cerebrales.
A. ACCIÓN ANTIDEPRESIVA
La mayoría de los fármacos antidepresivos no modifican el estado de ánimo en
individuos normales. En general no producen efectos euforizantes y, por
tanto, no crean adicción. Al seleccionar un fármaco antidepresivo hay que
tener en cuenta algunos factores como: la experiencia conocida de un
episodio anteriormente tratado, el subtipo de depresión, el perfil de efectos
secundarios propio de cada medicamento y la posibilidad de interacción con
otros medicamentos que ya se estén tomando.
a) Periodo de latencia
Es necesario conocer de antemano que todos los fármacos antidepresivos
tienen un período de latencia de respuesta, y que éste puede variar entre 2
y 4 semanas. El paciente, en este período, además de no notar importante
mejoría, percibirá los efectos secundarios posibles de la medicación, lo que
añade frustración y desconfianza hacia la eficacia del tratamiento. Se ha
de ser, por tanto, paciente y esperar la mejoría dela depresión dentro de ese
plazo de tiempo. Sí es posible observar, en ocasiones, una cierta mejoría a los
pocos días de iniciar la toma del medicamento, pero este efecto (no
depresivo) posiblemente se deba a cierta acción sedativa o inductora del
sueño que mejora aspectos que suelen pre-sentarse asociados a la depresión,
como la ansiedad o el insomnio. Hasta un 70% de pacientes responde al
primer antidepresivo si se utiliza a dosis correctas.
b) Indicación
Aunque la eficacia de la mayoría de los antidepresivos es similar, hay
diferencias respecto a su perfil clínico, de efectos secundarios y tolerabilidad,
lo que permite seleccionar su indicación. La determinación de los niveles
de fármaco antidepresivo en sangre puede ser útil cuando se quiere evaluar
el posible mal cumplimiento del tratamiento, la presencia de efectos
secundarios anormalmente exagerados, la posibilidad de niveles tóxicos del
fármaco o la interacción con otros medicamentos que esté tomando el
paciente.
c) Eficacia y recaída
En caso de ineficacia del tratamiento antidepresivo, el planteamiento será
sustituir el medicamento por otro, habitualmente de distinto mecanismo
de acción, o bien combinar dos fármacos antidepresivos de mecanismo de
acción complementario. Al sustituir un fármaco, en ocasiones es necesario
dejar pasar unos días de eliminación antes de iniciar el nuevo tratamiento con
el fin de evitar interacciones entre ambos. Una vez conseguida la remisión
completa del cuadro depresivo, es necesario continuar el tratamiento y no
abandonarlo aunque el paciente ya se sienta total-mente bien. Con ello se
intenta disminuir en lo posible el riesgo de recaída. El riesgo de recaída de la
depresión es elevado en los primeros meses tras la finalización del
tratamiento antidepresivo eficaz. Este riesgo es del 50% en 6 meses y alcanza
el 85% en los 3 primeros años. Por ello, cualquier trata-miento
antidepresivo ha de durar un mínimo de 6 a 12 meses tras la recuperación
de la depresión.
d) Retirada
La retirada del tratamiento debe hacerse de modo progresivo, para evitar
tanto la posibilidad de síntomas de abstinencia como el posible re-surgimiento
de la depresión, si la decisión de retirada del fármaco fuera prematura.
Respecto a la abstinencia, los fármacos antidepresivos no gene-ran
adicción, pero pueden producirlos denominados síntomas de retirada del
medicamento. Ante un segundo episodio depresivo, habitualmente se
deberá mantener la medicación durante uno o dos años antes de retirar-la.
A partir del tercer episodio depresivo, el médico deberá plantearse, y
plantear al paciente, la necesidad de tomar el medicamento a dosis de
mantenimiento durante varios años, incluso de por vida, con el fin de
disminuirla posibilidad de nuevas recaídas, ya que cuanto mayor es el
número de episodios mayor es la probabilidad de recaer en la depresión. Se
ha comprobado que la dosis de mantenimiento debe ser la misma cantidad
que se ad-ministraba al final del episodio agudo, ya que esta dosis es más
protector afrente a la recurrencia.
e) Niños y adolescentes
El empleo de antidepresivos en la infancia y la adolescencia en la clínica
diaria se ha adelantado a la obtención de resultados definitivos que
demuestren su eficacia en esta población. Mientras que no se ha comprobado
la eficacia de los antidepresivos heterocíclicos en este grupo de pacientes,
los resultados disponibles con fluoxetina sí parecen defender su uso.
B. ACCIÓN ANSIOLÍTICA
La distinción entre trastornos de ansiedad y depresión no siempre es neta y
hay un grupo importante de pacientes en los que ambos síndromes se superponen
caracterizándose por un estado mixto de ansiedad-depresión. Así, se ha
comprobado que el trata-miento a largo plazo con algunos anti-depresivos es
clínicamente eficaz en todos los trastornos de ansiedad. Muchos antidepresivos
han demostrado su eficacia en el trastorno de las crisis de angustia, la ansiedad
generalizada, la fobia social y el síndrome de estrés postraumático. Algunos
antidepresivos pueden ser eficaces en el trata-miento de trastornos obsesivo-
compulsivos (TOC) y trastornos de la personalidad.
C. ACCIÓN ANALGÉSICA
Esta acción es independiente del efecto antidepresivo o sedante. El mecanismo
de acción analgésica parece estar mediado, en parte, por la potenciación de las
acciones de las vías serotonérgicas que desempeñan un papel importante en
los mecanismos endógenos de la nocicepción. Además, estudios
experimentales sugieren que los antidepresivos potencian los sistemas de
opioides endógenos, lo que su-pondría una base racional a su utilización conjunta
con analgésicos opiáceos, aunque esta sinergia no siempre se demuestra en la
práctica clínica. Y así, amitriptilina, clomipramina o trimipramina se emplean
frecuentemente en el tratamiento de distintas formas de dolor crónico, bien
de índole neurogénica o no. Se utilizan tanto de forma individual como en
combina-ción con otros analgésicos, incluidos los opiáceos. También son de
gran utilidad en situaciones en las que el dolor forma parte de la somatización
dela depresión. Por otro lado, la fluoxetina se ha experimentado con éxito en la
profilaxis de la migraña.
1) ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS
Los tricíclicos fueron descubiertos en el proceso de fabricación de medicamentos
antipsicóticos. En 1950 se sintetizó la clomipramina, un neuroléptico de
estructura tricíclica. La información sobre este fármaco llevó poco después a la
creación de la imipramina, el primer tricíclico utilizado específicamente para
tratar la depresión. A pesar de su nombre, los antidepresivos tricíclicos no se
utilizan sólo en casos de depresión, sino que a lo largo de su historia han sido
aplicados a un gran número de trastornos psicológicos distintos.
Los antidepresivos tricíclicos son unos de los primeros fármacos antidepresivos
descubiertos. Su nombre se debe a su estructura química, que está compuesta por
tres anillos.
Como su nombre indica, son efectivos para tratar la depresión. Aunque se utiliza
también para otras condiciones como el trastorno bipolar, el trastorno de pánico,
el trastorno obsesivo- compulsivo, migrañas o dolor crónico.
1.1.COMO FUNCIONA LOS ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS
Se cree que en los individuos con depresión existe un desequilibrio en
ciertas sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores. Más
concretamente, se asocia con un déficit de algunas de las tres monoaminas:
noradrenalina, o serotonina.
Hay varios procesos complejos que pueden ocasionar esta disminución de
neurotransmisores. Los antidepresivos actúan en uno o varios de ellos con
un objetivo: lograr que los niveles de noradrenalina, dopamina o serotonina
disponible aumenten hasta un punto seguro. Esto tendría como
consecuencia la interrupción de los síntomas depresivos.
Realmente, los antidepresivos tricíclicos poseen cinco fármacos en uno:
inhibidor de la recaptación de serotonina, de noradrenalina, fármaco
anticolinérgico y antimuscarínico, antagonista adrenérgico alfa 1 y
antihistamínico.
1.2. EFECTOS SECUNDARIOS DE LOS ANTIDEPRESIVOS
TRICÍCLICOS
Como se mencionó en el apartado anterior, los antidepresivos tricíclicos se
consideran cinco fármacos en uno. Sin embargo, tres de ellos son los que
provocan los temidos efectos adversos por los que se está abandonando el
uso.
Antagonista adrenérgico alfa 1: Uno de los efectos secundarios
de los antidepresivos tricíclicos es el bloqueo de los llamados
receptores adrenérgicos alfa 1. Provocando una disminución de la
presión arterial, mareos y somnolencia.de estos tipos de
antidepresivos.
Anticolinérgico y antimuscarínico: Los antidepresivos tricíclicos,
por otro lado, bloquean los receptores de acetilcolina (M1). Esto da
lugar a efectos secundarios como visión borrosa, estreñimiento,
boca seca y somnolencia.
Antihistamínico: Otro efecto que producen los antidepresivos
tricíclicos es el bloqueo de los receptores histamínicos H1 del
cerebro. Esto da lugar a un efecto antihistamínico, es decir,
somnolencia y aumento de peso (por aumento de apetito). Otros
efectos secundarios asociados que se han observado son retención
urinaria, sedación, sudoración excesiva, temblores, disfunciones
sexuales, confusión (principalmente en ancianos), y toxicidad por
sobredosis.
B. Amineptina
Uso: Se utiliza para el tratamiento de la depresión, actualmente la
terapia se inicia con medicamentos con menos efectos secundarios
menores y luego se cambia a antidepresivos tricíclicos si el paciente
no responde de manera adecuada. Su uso farmacológico debe
complementarse siempre con un tratamiento psiquiátrico adecuado.
Dosis y forma de tomarlo: La cantidad de amitriptilina debe
individualizarse. El tratamiento se inicia de forma lenta vía oral. La
dosis de mantenimiento suele ser de 100 a 200 mg al día, que se
administran en dos tomas (por la mañana y al mediodía con la
comida). El proceso suele durar varios meses.
Efectos secundarios: Los más frecuentes son los que afectan al
sistema cardiovascular: disminución de la presión arterial,
especialmente al levantarse de la cama o de la silla, aumento de la
frecuencia cardiaca. Otros efectos son: sequedad de boca, visión
borrosa, estreñimiento, retención urinaria, delirio, alucinaciones,
somnolencia, temblores, convulsiones, confusión, pérdida de
memoria, aumento de peso, sudoración, trastornos del hígado,
erupciones cutáneas, náuseas.
Trastornos que puede producir su uso excesivo: Provoca fiebre
muy alta, convulsiones, hipertensión y coma. La intoxicación por
antidepresivos es frecuente, porque los enfermos tienen tendencia
al suicidio; por dicho motivo, no conviene que dispongan
libremente de este tipo de medicamentos.
Que pacientes no deben tomarlo: Las personas que sufren una
enfermedad cardiaca (cardiopatía coronaria, infarto de miocardio,
etc.), aumento de tamaño de la próstata o glaucoma. También
conviene tomar precauciones especiales en caso de dolencia grave
del hígado o de los riñones, que pueden requerir una disminución
de la dosis habitual. Asimismo, deben controlarse los diabéticos
(para un ajuste en la dosis de insulina o antidiabéticos orales, en
caso sea necesario), los hipertensos y los diabéticos.
En pacientes embarazadas o que estén dando de lactar, debe
evitarse, aunque no parece que produjera malformaciones en el feto.
No se aconseja la lactancia durante el tratamiento.
C. Melitraceno
Uso: Se utiliza para tratar la depresión leve y moderada.
Actualmente, el tratamiento suele ser iniciado con medicamentos
con menos efectos secundarios y se cambia a antidepresivos
tricíclicos si el paciente no responde de manera adecuada.
Dosis y forma de tomarlo: La cantidad de amitriptilina debe
individualizarse. El tratamiento se inicia de forma lenta vía oral con
10 mg por la mañana y 10 mg al medio día durante tres días. La
dosis de mantenimiento suele ser de 20 a 30 mg al día. El
tratamiento dura varios meses.
Efectos secundarios: Los más frecuentes son los que afectan al
sistema cardiovascular: disminución de la presión arterial,
especialmente al levantarse de la cama o de la silla, aumento de la
frecuencia cardiaca. Otros efectos son: sequedad de boca, visión
borrosa, estreñimiento, retención urinaria, delirio, alucinaciones,
somnolencia, temblores, convulsiones, confusión, pérdida de
memoria, aumento de peso, sudoración, trastornos del hígado,
erupciones cutáneas, náuseas.
Trastornos que puede producir su uso excesivo: Provoca fiebre
muy alta, convulsiones, hipertensión y coma. La intoxicación por
antidepresivos es frecuente, porque los enfermos tienen tendencia
al suicidio; por dicho motivo, no conviene que dispongan
libremente de este tipo de medicamentos.
Que pacientes no deben tomarlo: Las personas que sufren una
enfermedad cardiaca (cardiopatía coronaria, infarto de miocardio,
etc.), aumento de tamaño de la próstata o glaucoma. También
conviene tomar precauciones especiales en caso de dolencia grave
del hígado o de los riñones, que pueden requerir una disminución
de la dosis habitual. Asimismo, deben controlarse los diabéticos
(para un ajuste en la dosis de insulina o antidiabéticos orales, en
caso sea necesario), los hipertensos y los diabéticos.
D. Imipramina
Uso: Se utiliza para el tratamiento de la depresión, actualmente la
terapia se inicia con medicamentos con menos efectos secundarios
menores y luego se cambia a antidepresivos tricíclicos si el paciente
no responde de manera adecuada. Su uso farmacológico debe
complementarse siempre con un tratamiento psiquiátrico adecuado.
Dosis y forma de tomarlo: La cantidad de amitriptilina debe
personalizarse. El tratamiento se inicia de forma lenta vía oral. La
dosis de mantenimiento suele ser de 25 a 75 mg al día, a la semana
se aumenta hasta 150 a 200 mg diarios, cuando los síntomas
mejoran se reduce la dosis de mantenimiento de 50 a 100 mg al día;
generalmente, se administra en una toma única, pero si las dosis son
elevadas, puede repartirse en dos. El proceso es largo.
Efectos secundarios: Los más frecuentes son los que afectan al
sistema cardiovascular: disminución de la presión arterial,
especialmente al levantarse de la cama o de la silla, aumento de la
frecuencia cardiaca. Otros efectos son: sequedad de boca, visión
borrosa, estreñimiento, retención urinaria, delirio, alucinaciones,
temblores, convulsiones, confusión, pérdida de memoria, aumento
de peso, sudoración, trastornos del hígado, erupciones cutáneas,
náuseas, trastornos pulmonares, aumento de peso, trastornos de la
lívido, impotencia, secreción de leche, aumento de tamaño de las
mamas, insomnio y dolor de cabeza.
Trastornos que puede producir su uso excesivo: Provoca fiebre
muy alta, convulsiones, hipertensión y coma. La intoxicación por
antidepresivos es frecuente, porque los enfermos tienen tendencia
al suicidio; por dicho motivo, no conviene que dispongan
libremente de este tipo de medicamentos.
Que pacientes no deben tomarlo: Las personas que sufren una
enfermedad cardiaca (cardiopatía coronaria, infarto de miocardio,
etc.), aumento de tamaño de la próstata o glaucoma. También
conviene tomar precauciones especiales en caso de dolencia grave
del hígado o de los riñones, que pueden requerir una disminución
de la dosis habitual. Asimismo, deben controlarse los diabéticos
(para un ajuste en la dosis de insulina o antidiabéticos orales, en
caso sea necesario), los hipertensos y los diabéticos.
E. Clomipramina
Uso: Se utiliza para el tratamiento de la depresión, actualmente la
terapia se inicia con medicamentos con menos efectos secundarios
menores y luego se cambia a antidepresivos tricíclicos si el paciente
no responde de manera adecuada. Su uso farmacológico debe
complementarse siempre con un tratamiento psiquiátrico adecuado.
Debido a su potente efecto ansiolítico, también se emplea en caso
de ansiedad, especialmente en la crisis de pánico así como en
estados obsesivos, fobias y en determinadas enfermedades
psiquiátricas.
Dosis y forma de tomarlo: La cantidad de amitriptilina debe
individualizarse. El tratamiento se inicia de forma lenta vía oral con
25 mg dos veces al día. Se aumenta progresivamente en una semana
hasta 100 a 150 mg diarios; se sigue con esta dosis durante dos
semanas y se valora el efecto. Si no es suficiente, se puede aumentar
su cantidad hasta 250 mg como máximo al día; cuando los síntomas
mejoran se disminuye hasta la dosis de mantenimiento, que suele
ser de 50 a 100 mg cada día. Este medicamento también puede
aplicarse de manera intravenosa o intramuscular en casos en que el
paciente no colabora con la vía oral.
Efectos secundarios: Los más frecuentes son los que afectan al
sistema cardiovascular: disminución de la presión arterial,
especialmente al levantarse de la cama o de la silla, aumento de la
frecuencia cardiaca. Otros efectos son: sequedad de boca, visión
borrosa, estreñimiento, retención urinaria, temblores, convulsiones,
delirio, alucinaciones, confusión, pérdida de memoria, sudoración,
trastornos del hígado, erupciones cutáneas, náuseas, trastornos
pulmonares, aumento de peso, trastornos de la libido, impotencia,
secreción de leche, aumento del tamaño de las mamas, insomnio y
dolor de cabeza.
Trastornos que puede producir su uso excesivo: Provoca fiebre
muy alta, convulsiones, hipertensión y coma. La intoxicación por
antidepresivos es frecuente, porque los enfermos tienen tendencia
al suicidio; por dicho motivo, no conviene que dispongan
libremente de este tipo de medicamentos.
Que pacientes no deben tomarlo: Las personas que sufren una
enfermedad cardiaca (cardiopatía coronaria, infarto de miocardio,
etc.), aumento de tamaño de la próstata o glaucoma. También
conviene tomar precauciones especiales en caso de dolencia grave
del hígado o de los riñones, que pueden requerir una disminución
de la dosis habitual. Asimismo, deben controlarse los diabéticos
(para un ajuste en la dosis de insulina o antidiabéticos orales, en
caso sea necesario), los hipertensos y los diabéticos.
Sequedad de la boca
Náuseas, diarrea o estreñimiento
Dolor de cabeza
Somnolencia
Insomnio
Mareos o aturdimiento
Reacción en la piel en el lugar del parche
b. Tranilcipromina
Es un inhibidor reversible de la monoaminooxidasa indicado en el
tratamiento de la depresión moderada o grave. Este fármaco se utiliza
en el tratamiento de estados depresivos psicóticos tales como la psicosis
depresiva maníaca, melancolia involutiva, depresiones reactivas y
depresiones psiconeuróticas.
Estructura química del fármaco: C9H11N
Indicaciones terapéuticas: La tranilcipromina se usa para
tratar la depresión en personas que no ha recibido ayuda de otros
medicamentos. Funciona al incrementar la cantidad de ciertas
sustancias naturales que son necesarias para mantener el
balance mental.
Farmacocinética: Se absorbe bien en el tracto gastrointestinal.
La concentración máxima en sangre se alcanza entre 1 y 3 horas
postadministración. Su vida media es de 2 a 4 horas. Se
metaboliza por oxidación en el hígado en forma rápida. Se
elimina por vía renal y biliar.
c. Moclobemida
Es un inhibidor reversible de monoaminooxidasa, fundamentalmente
del subtipo A; disminuye el metabolismo de noradrenalina, dopamina
y serotonina, conduciendo a un aumento de concentraciones
extracelulares de estos transmisores.
Reacciones adversas Frecuentes: taquicardia, sudoración,
trastornos del sueño, agitación, ansiedad, somnolencia,
irritabilidad, vértigo, cefalea, parestesias, sequedad bucal,
reacciones cutáneas. Algunos de los efectos mencionados
pueden deberse a la enfermedad subyacente y desaparecen en la
mayoría de los casos con la continuación del tratamiento.
Poco frecuentes: visión borrosa, náusea, estreñimiento,
molestia gastrointestinal, diarrea, meteorismo, estados de
confusión.
Raras: disuria, poliuria, tenesmo, metrorragia
BIBLIOGRAFÍA