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A manera de introducción, según la Real Academia Española (RAE, 2018), hay tres maneras de
concebir la palabra trastorno: 1. Como acción y efecto de trastornar, 2. Como alteración leve
de la salud, 3. Como enajenación mental. Y desde la Psicología: “Perturbación de las funciones
psíquicas y del comportamiento”.
En el diccionario de psicología de Howard C. Warren, se puede encontrar que no está como tal
la palabra trastorno, pero sí están otras con las que se puede hacer referencia al trastorno de
conversión. La primera de ellas, como Trastornos psicógenos, que son “alteraciones de la
conducta que no se atribuyen a cambios fisiológicos, y en los que aparecen como causas
fundamentales los conflictos psíquicos, sugestiones y preocupaciones, por ej. la histeria”. La
segunda, como Trastornos somáticos, que son “alteraciones del cuerpo, con exclusión de los
del sistema nervioso”.
De todas las concepciones anteriores, se puede conjeturar que tienen algo en común: una
alteración o perturbación de la salud a causa de conflictos psíquicos. Si se relaciona esto con
un trastorno de conversión, se debe tener en cuenta, que no se encuentran explicaciones de
índole orgánica para justificar los síntomas somáticos, es decir, no hay una justificación de
causa predominantemente orgánica como sí sucede con el cáncer, la diabetes, con una
bacteria, un virus o una lesión cortical, etc. Por supuesto, en muchas otras condiciones
mentales y conductuales también puede haber un conflicto psíquico y no necesariamente ser
un “trastorno de conversión”, entonces, recuérdese que dicho trastorno es una de muchas
formas del malestar psíquico.
Por otro lado, la palabra conversión, de acuerdo con la RAE también tiene tres maneras de
concebirla y dice que: 1. es la acción y efecto de convertir o convertirse, 2. Mutación del frente,
de una fila, girando sobre uno de sus extremos y 3. Repetición de una o varias palabras al final
de una cláusula o de varios versos o frases, como en “se levanta tarde”, “va a palacio tarde”,
“viene de allá tarde”. Nuevamente, de parte del diccionario de Psicología de Howard C.
Warren, éste tiene cinco formas de concebir la palabra conversión, de las cuales solamente se
tendrá en cuenta la siguiente que es de corte psicoanalítico, ya que las otras no devienen a una
relación estrecha con el tema, entonces se tiene que: 1.es la transformación de un estado
mental o afecto reprimido, en manifestación física, como en los casos de parálisis histérica,
cuya manifestación constituye un síntoma de conversión.
Al final, se puede vislumbrar que entonces, el Trastorno conversivo viene a ser “una
transformación o perturbación psíquica en la que pueden encontrarse afectos reprimidos
manifestándose de manera física”. El objetivo del profesional de la mentalidad (psicoanalista
o psicólogo), tendría que encargarse de causar una transformación psíquica en la que esos
afectos reprimidos puedan manifestarse, pero ahora de manera verbal con las
puntualizaciones pertinentes de acuerdo con el caso para que devengan conscientes y no sigan
fluctuando de manera predominantemente corporal.
Habría que preguntarse ¿Se pueden transformar los afectos reprimidos? Rotundamente, sí.
¿Cómo? Ese es precisamente el trabajo, lo bello de la práctica de la psicología o el
psicoanálisis, para eso, se requiere seriamente de práctica y estudio teórico, ya que
seguramente surgirán en el camino algunas dificultades, como dijo Jean Martín Charcot (uno
de los maestros de Sigmund Freud): “La teoría es buena, pero eso no impide que las cosas sean
como son”. Y de eso tratará la segunda parte de este trabajo, donde expondré el caso de
manera breve articulándolo con saberes de la psicología y el psicoanálisis. Primero era
necesario abordar algunas cuestiones respecto a las palabras “trastorno” y “conversión”, para
que así, se pueda dirigir la mirada lectora hacia los aspectos psíquicos y no neuroquímicos.
Referencias:
Real Academia Española. (2018). Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Consultado el 10
de septiembre de 2018 en http://www.rae.es/.
Otros temas de los que hablaba: “me preocupa que ya no fui a arreglarme mis dientes”, “ya no he ido
a trabajar”, “se van a ir mis clientes”, “el dentista se va a enojar conmigo”. Se sentía muy triste,
preocupada y estresada.
Es importante decir que, yo iba haciendo puntualizaciones en ciertos temas y palabras para que ella
elaborara lo que subyace ante cada una de ellas y así ir navegando en toda esa cadena compleja
asociativa, específicamente en relación con su pareja, ya que comenzaba a evitar ese tema y tuve
que orillarla hacia eso de una manera sutil. Aquí lo expongo muy resumidamente, ya que es muy
extenso detallar toda la sesión y las puntualizaciones específicas. Por otro lado, ella también hablaba
de un sueño recurrente de sus últimas dos semanas: “sueño que estoy en medio de una plaza de
toros, yo estoy en el centro. No hay gente, solo estoy yo y veo a mi alrededor, de repente veo
que aparece un toro muy grande de color negro con unos cuernos muy grandes, me quiere
hacer daño. Yo comienzo a correr para que no me alcance, corro y corro, y SIENTO QUE
GRITO PERO NO ME ESCUCHO, –¿mm mm, amordazada?– pero llega un momento en el
que me alcanza y…”. Aquí, en este punto, ella de inmediato me dice: “doctor, ya sé qué significa
mi sueño… el toro representa todo esto que he dicho… yo trataba y trataba de huir, pero no
pude más y me alcanzó… ahora estoy así, sin poder moverme más, ya no puedo huir…”.
A mi sorpresa, específicamente en ese punto, esta paciente ya se encontraba hablando con gran
normalidad y moviéndose “bien”, haciendo ademanes y hablando con entusiasmo. Claro, eso fue
surgiendo con su hablar, y noté que iba ocurriendo un cambio, así que no interrumpí la mayor parte
del tiempo y dejé que hablara (con puntualizaciones mías en el transcurso).
Así, se llega a conjeturar que, aquella represión estaba efectuando una dinámica entre lo consciente y
lo preconsciente, entre lo preconsciente y lo inconsciente, desplazándose a través de un cuerpo
(soma) y al mismo tiempo en lo psíquico. Una cadena de palabras y asociaciones inherentes a una
carga de significaciones y afectos que se mantenían fluctuando a manera de los síntomas que
presentaba. Véase que, en un principio, llegó la OBSERVACIÓN MÉDICA, pero no fue desde esta
que se desarticuló el síntoma, sino desde una ESCUCHA DE LO SINGULAR, se pasó de la
observación a la escucha (no cualquier escucha), sin aplicación de pruebas psicométricas o
proyectivas, sin aplicación rígida de una serie de preguntas de rutina, sin llevar a cabo protocolos de
intervención para el tal “trastorno de conversión”. Se dejó que asociara en su discurso, esperando a
que se asomaran poco a poco algunas formaciones del inconsciente.
Se transformó un estado de su mentalidad o afecto reprimido a otro en el que la manifestación
sintomática cediera y la paciente fuera “consciente” de eso que estaba hablando con su cuerpo. Ella
se sorprendió.
Este resumen del caso puede llegar a interpretarse desde el psicoanálisis todavía como una cuestión
pre – psicoanalítica, ya que faltan muchos elementos a describir. Pero aquí la intención principal es
mostrar un poco de lo que sucede cuando se escucha desde otra posición subjetiva, desde un
dispositivo psicoanalítico.
Referencias bibliográficas:
Freud, S. (2012). Obras completas: Conferencias de introducción al psicoanálisis (Partes I y II)
(1915-1916). Argentina: Amorrortu editores.