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PERSONALIDAD
TUTORA:
ANDREA CASTILLO RÍOS
GRUPO 403004_11
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN.………………………………………………………………………..3
1. OBJETIVOS.…………………………………………………………………………..4
2. ¿QUÉ ES LA PERSONALIDAD?..............…………………………………………..5
8. CONCLUSIONES……...…...….……………………………………………………..15
9. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS..……………………………………………..16
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INTRODUCCIÓN
Pero debemos tener claro que la personalidad es algo único de cada individuo, y es lo
que nos caracteriza como entes independientes y diferentes. El individuo no nace con una
personalidad determinada, sino con cierta dotación que condicionará, en parte, el desarrollo
posterior. La personalidad se conquista, se hace, se construye. Las condiciones heredadas se
complementan y transforman a través de la experiencia, el aprendizaje, la educación, el
trabajo, la fuerza de voluntad, la convivencia y el cultivo de la persona.
1. OBJETIVOS
2. ¿QUÉ ES LA PERSONALIDAD?
Respuesta: El estudio de la personalidad tiene mucha importancia, sobre todo por dos
hechos evidentes. Primero, el interés que muestran por la personalidad varios tipos de
profesionales: psiquiatras, psicólogos clínicos, especialistas en selección de personal,
criminólogos, trabajadores sociales e incluso novelistas y periodistas. Y segundo, la
existencia de diferentes definiciones de la personalidad en ámbitos distintos, como en el
ámbito clínico, el organizativo, el legal y jurídico, el educativo, el vocacional y la propia
investigación básica del fenómeno.
Eysenk definió personalidad como: Una organización más o menos estable y duradera
del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación
única al ambiente.
Respuesta: Los rangos temperamentales son aquellos rasgos que se van formando
desde que nacemos y se desarrollan con cada experiencia vivida, Los factores más
generales en la infancia son emotividad negativa, surgencia o extraversión, placer de alta
intensidad, autorregulación o control voluntario, y agradabilidad o adaptabilidad (Bates et
al., 2010; Caspi y Shiner, 2006; Rothbart y Bates, 2006).
Caspi (1998) describe seis procesos relacionados con el temperamento original de los
niños y cuyo resultado, en interacción con el ambiente, es el desarrollo de los rasgos de
personalidad. En primer lugar, es probable que el temperamento influya en los procesos que
permiten que los niños aprendan en la infancia temprana. Por ejemplo, algunos individuos
son más susceptibles que otros al refuerzo positivo y negativo y al castigo; los niños
también difieren notablemente en su persistencia y en su atención, lo que puede influir en el
aprendizaje.
En segundo lugar, desde la infancia y hasta la edad adulta las reacciones de las
personas significativas del entorno (padres, maestros y amigos) difieren entre unos y otros,
lo que es muy importante para el desarrollo de la personalidad. El tercer proceso es la
conceptualización ambiental, es decir, las percepciones subjetivas que los niños tienen de
su entorno influyen en su comportamiento sobre las situaciones y las personas.
En cuarto lugar, el temperamento de los niños afecta a las comparaciones que hacen
de ellos mismos con otros, o de ellos mismos en distintos momentos temporales, lo que es
determinante para el desarrollo posterior del autoconcepto y la autoestima. En quinto lugar,
los niños van aumentado su control sobre el entorno y sobre las experiencias a las que se
enfrentan a lo largo de su desarrollo, y van dando forma a los ambientes que seleccionan de
forma consciente o inconsciente mediante su personalidad emergente. Así, por ejemplo, la
búsqueda de la emoción y la inhibición conductual pueden ayudar a determinar su círculo
de amigos, las actividades en las que participan o la forma que eligen para pasar su tiempo
libre.
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Para Cattell los rasgos temperamentales son caracterizados por una fuerte estabilidad,
son los rasgos de carácter innato que presentan un alto grado de heredabilidad. Definen el
modo particular de comportamiento de un individuo.
Son varios los autores que cuestionan la estabilidad de la personalidad afirmando que
los cambios vitales podrían modificar la personalidad de base (Stewart, 1996). Por ejemplo,
según Caspi y Moffitt (1991) ciertos factores de la personalidad predispondrían al individuo
a exponerse a ciertas situaciones y a asumir determinados roles, lo que a su vez influiría en
la personalidad del individuo.
Estos autores demostraron que los cambios vividos como estresantes amplificaban los
problemas de comportamiento en niñas pre-adolescentes que habían sido evaluadas también
en su infancia. Y plantean que se pueden atribuir a sucesos críticos pasados y a las crisis
reorganización de las estructuras psicológicas.
Cattell define los rasgos disposicionales de la personalidad como una forma específica
de comportamiento, disposición relativamente permanente que los individuos manifiestan a
lo largo del tiempo y de las situaciones. Consideraba que los rasgos existían en el sistema
nervioso como estructura que guiaba la conducta congruente en diversas situaciones. Partió
de la premisa que todos tenemos rasgos: dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad.
Pero siempre predomina un rasgo sobre los otros.
Allport usó el término rasgos, pero se dio cuenta que las personas entendían el
concepto como cuando alguien describe a otra persona o cuando concluimos la
personalidad en virtud de unos test de personalidad, en vez de considerarlo aquellas
características únicas, individuales de la persona. Finalmente, cambió el concepto por
disposicionales.
mundo natural o a la mente de cualquier otro. Una persona con la disposición personal
"miedo al comunismo" puede incluir rusos, liberales, profesores, huelguistas, activistas
sociales, ecologistas, feministas y así sucesivamente. Esta persona "metería a todos dentro
del mismo saco" y respondería a cualquiera de ellos con un grupo de comportamientos que
expresen su miedo: haciendo discursos, escribiendo cartas de denuncia, votando,
armándose, volviéndose rabioso, etc.
Otra forma de decirlo sería que las disposiciones son concretas, fácilmente
reconocibles y consistentes en nuestro comportamiento. Allport defiende que los rasgos son
esencialmente únicos de cada persona. El "miedo al comunismo" de una persona no es
igual al de otro. Y verdaderamente no podemos esperar creer que el conocimiento de otras
personas nos van a ayudar a comprender a la primera. Por esta razón, Allport defiende con
fortaleza lo que él llama métodos ideográficos (métodos que se focalizan en el estudio de
un solo individuo a través de entrevistas, análisis de las cartas o diarios, y demás.
Actualmente conocemos este método como cualitativo.
Aun así, Allport reconoce que dentro de cualquier cultura particular, existen rasgos
comunes o disposicionales; unas que son parte de esa cultura y que cualquiera reconocería
y nombraría. En nuestra cultura, diferenciamos con frecuencia a los introvertidos de los
extravertidos o entre los liberales y los conservadores, y todos sabemos (burdamente) a qué
nos referimos. Pero otra cultura podría no reconocerlo. Por ejemplo, ¿qué significaría
liberal y conservador en la Edad Media?.
Al bienestar físico y al psicológico habría que sumar lo que señala la perspectiva del
desarrollo de la personalidad “positiva” (maximización de las ganancias y minimización de
las pérdidas) (Staudinger y Bowen, 2010). En ella se habla de las relaciones entre
adaptación y crecimiento. La adaptación de la personalidad implica el bienestar
subjetivo socioemocional, sentirse bien, pero también negociar con éxito y dominar las
exigencias sociales. Por su parte el crecimiento de la personalidad (maduración) se
refiere en el sistema de la personalidad que persigue la trascendencia de determinadas
circunstancias (en uno mismo, los otros y la sociedad) (Cantón et al 2011).
Respuesta: Los individuos poseen el sentido de quiénes son y qué les hace diferentes
a los demás. Se aferran a esta identidad y comienzan a sentirse seguros sobre esta identidad
que está siendo cada vez más estable. Real o imaginario, este sentido del yo es una de las
motivaciones más fuertes en la vida.
Los niños se sienten orgullosos de estas nuevas hazañas y quieren hacer todo ellos
mismos, desde tirar de la cadena del baño, quitarle el envoltorio a un paquete o decir qué
quiere comer. Es importante para los padres reconocer las motivaciones de los niños para
hacer lo que son capaces de hacer a su propio ritmo. De esta forma, pueden aprender a
controlar sus músculos e impulsarse a sí mismos. Sin embargo, cuando los cuidadores son
impacientes y hacen por los niños lo que ellos son capaces de hacer, se desarrolla la
vergüenza y la duda.
Todos los padres han apresurado en alguna ocasión a sus hijos. Sólo cuando los
padres sobreprotegen a sus hijos o reprochan los accidentes (por ejemplo, mojar, romper,
derramar algo) los niños desarrollan un sentido excesivo de vergüenza y duda sobre su
habilidad para controlarse a sí mismos y a su mundo. Demasiada autonomía, sin embargo,
puede ser tan dañina como demasiado poca. De hecho, un niño de siete años con una
enfermedad cardíaca aprendió rápidamente lo que se asustaban sus padres ante cualquier
señal de problemas cardíacos.
de asociaciones ligadas al sexo (como anatomía, función reproductora, división del trabajo
y atributos de personalidad), sino que también aprenden, asociándolos con el sexo, rasgos
que están metafóricamente o remotamente ligados a él, como pueden ser la angulosidad o
redondez de un modelo abstracto. No parece, pues, que haya otra dicotomía en la
experiencia humana que aparezca con más entidades asociadas que la distinción
varón/hembra.
Para la mayoría de los niños, ser niño o niña es algo que se siente muy natural. Al
momento de nacer, a los bebés se les determina si son del sexo masculino o femenino
basado en sus características físicas. Esto se refiere al "sexo" del niño. Cuando los niños
pueden expresarse por sí mismos, se declararán niño o niñas (y algunas veces algo entre
estos dos); esta es su "identidad de género". La identidad de género de la mayoría de los
niños está alineada con su sexo biológico. Sin embargo, para algunos niños, la
correspondencia entre el sexo biológico y la identidad de género no es muy clara.
Desarrollo de actitudes y conductas típicas del sexo: Los bebés de 3-4 meses
distinguen entre categorías de caras de hombre y mujer en paradigmas de mirada
preferencial. A los 6 meses discriminan caras y voces en función del sexo, y realizan
asociaciones intermodales entre caras y voces.
Los niños y la identidad sexual: ¿Qué sabe un niñito de dos años de la diferencia de
los sexos? ¿Cómo llegó al conocimiento de qué hay dos sexos y de cuál es el que será
finalmente el suyo? A esa edad, ellos, los nenes, no saben si son nenas o varones, no se
distinguen, somos nosotros quienes los distinguimos. La alternancia en la
presencia/ausencia de pene no ha sido establecida todavía como universal a nivel
simbólico, es un dato observable pero sin significación sexual aún.
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CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Cantón, D. J., Cantón, C. D. & Cortés, M.R. (2014) Desarrollo de la personalidad y del rol